TRATADO EL MAESTRO SILENCIOSO "NEVADO.. ¡UN VALIENTE QUE MURIO TRASPASADO" No. 204
1. Nevado… ¡Un Valiente Que Murió Traspasado!
Ver al Valiente que murió en el
Calvario es nuestro objetivo en este relato:
¡a Cristo! A través de “Nevado” haremos
ilustrar un par de características loables del
Valiente Salvador que te predicamos. Su
hermosura… “Mi amado es blanco y rubio,
señalado entre diez mil. Su cabeza… Sus
cabellos… Todo él codiciable. Tal es mi
Amado” Cnt. 5:10 – 16. Su valentía “Jesús
estaba en pie delante del gobernador…
Pilato tuvo miedo” Mt. 27:1; Jn. 19:8 ¡Que
contraste! En la antesala de1 Calvario
quien tenía miedo era Pilato no Cristo. Él
se mantuvo en pie, caminó hasta la cumbre
de aquel lugar, dio su cuerpo a los
heridores, su mejilla a los que arrancaron
su barba, no escondió su rostro de injurias
ni de esputos, no evitó el ser traspasado en
sus manos y pies con clavos. Como cordero
mudo no abrió su boca, no hubo lamentos
ni quejas, el Valiente Salvador dio su vida,
defendió una causa ajena: ¡El perdón de tus
pecados y los míos! El Guerrero peleó,
murió y resucitó, ¡contundente victoria! A
fin de salvar a los que arrepentidos le
reciben.
“¡Nevado! ¡Nevado!” gritó Vicente
Pino. El fiel y robusto animal obedeció en el acto y se volvió gruñendo. Casi moría, los soldados
de Bolívar ya lo alanceaban, cuando se oyó la voz del Libertador: “¡No hagáis daño al animal!”
Pues morir traspasado no sería su destino todavía.
Bolívar venía triunfante desde Colombia, iniciaban la “Campaña Admirable”. En Mayo
de 1813 pasó por Mérida - Venezuela y disponía cruzar la sierra nevada. Miró por última vez ha
Nevado preguntando si sería difícil conseguir un perro cómo ese. ¡Otro igual imposible! No
había en todo el paramo otro perro como Nevado. Negro como azabache, lomo, orejas y cola
blancos, era como ver los picos de la sierra nevada. Así decimos de Jesús: ¡Otro igual imposible!
Por eso hablamos de ÉL. Inconfundible e incomparable Cristo que cautiva con su amor y
hermosura.
Media hora después, avisaron a Bolívar que un niño le buscaba con un perro. ¡El mismo
Nevado! Tinjacá, indígena y soldado joven, conocía al perro por haber trabajado en esa misma
hacienda. Fue designado: “Cuidador de Nevado”.
2. Nevado era fiel soldado, se oían entre las detonaciones, gritos y tamboriles de la guerra,
sus fuertes ladridos. El 24 de Junio de 1821, estaba de nuevo en la batalla, esta vez en Campo de
Carabobo, llanura donde valientes murieron para ver la victoria. Estaba enardecido en la batalla,
se lanzaba como fiera sobre caballos españoles. 9 años y largas travesías por Venezuela le hacían
viejo y cansado, ya no tenía la misma rapidez de 1813. Tinjacá había sido fiel y noble en su
trabajo, corría tras él, llamándole repetidas veces, en vista del peligro que corría. Ya habían
sonado en el campo las dianas del triunfo, cuando Bolívar, preguntó de nuevo por su perro, un
soldado respondió: “Tengo la pena de informarle a su excelencia que Tinjacá, está gravemente
herido” ¿Y el perro? preguntó Bolívar. “El perro...” dijo titubeando, “el perro también está
herido”. Bolívar galopó al sitio, cuando el moribundo indio le vio, hizo un gran esfuerzo para
incorporarse, y le dijo: “¡Ah, mi general, nos han matado al perro!...” A pocos pasos estaba sin
aliento el cuerpo de Nevado, atravesado de banda a banda por una lanza. El espeso pelaje del
lomo blanco, teñido de sangre roja. Una vez le había libertado de las lanzas de sus propios
soldados, esta vez fue inevitable, y ante esa realidad se vieron las lágrimas de Bolívar. Nevado
había muerto traspasado, al defender la causa ajena de hombres que anhelaban Libertad. Tener la
Libertad del pecado costó un alto precio ¡La Sangre preciosa del valiente Hijo de Dios! “Mas
Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por
nosotros” Romanos. 5:8
M.V. Marcos Tulio Sequera
Panamá