1) El documento discute los verdaderos objetivos y bases del éxito conyugal según la Biblia. 2) La Biblia enseña que Dios creó el matrimonio para tres propósitos: proveer una descendencia para Dios, un servicio para Dios, y un testimonio para Dios. 3) El matrimonio cumple una función importante de levantar una familia, servir a Dios y la iglesia, y mantener el testimonio de Dios.
1. EL MATRIMONIO
Y LA
ASAMBLEA
Lcdo. Carlos E. Fariñas G.
Para muchas personas en el día de hoy, el matrimonio no es otra cosa que un acto ritual, social y
de cierta conveniencia, para “legalizar” la vida íntima de una pareja. Este concepto tan vil y
apartado de la revelación de Dios, se llegó a generalizar de tal manera, que actualmente hasta en
círculos cristianos se comenta del matrimonio como la “única salida”, tanto para los varones
como para las hembras, para satisfacer sus necesidades biológicas de sexo, o para calmar los
apremios sexuales de una sociedad decadente, cada vez más y más comprometida con una
conducta licenciosa, lasciva, diabólica e inmoral, que solamente busca la mezquina satisfacción
de las más aberrantes concupiscencias, sin importar el daño que ello conlleve. A tal extremo se
ha llegado, que muchos (y cada vez más) orientadores y hasta expositores bíblicos, consideran la
“satisfacción sexual” como la piedra angular del éxito conyugal, lo que equivale a decir que si no
se tiene una vida sexual satisfactoria, se tiene “prácticamente” asegurado el fracaso del
matrimonio, desatendiendo con ello otros aspectos de mucho mayor peso en la vida en pareja.
No pretendo desconocer la importancia que la vida sexual sana tiene en la vida conyugal, en
ninguna manera. Sería absurdo y tonto opinar lo contrario. Lo que pretendo en este ensayo, es
demostrar cuales son las verdaderas bases del éxito conyugal, y el valor relativo de las relaciones
en el ámbito hogareño.
Veamos las verdaderas
bases del éxito conyugal
2. 1. El matrimonio en la óptica de Dios
La única manera segura de situarse dentro de la óptica divina en cualquier aspecto de la vida,
es colocarse bajo el haz de luz que arroja la Biblia, la Palabra de Dios. Esta nos enseña en los
dos primeros capítulos del Génesis, que Dios no hizo a la mujer “porque Adán tuviere un
incontenible deseo sexual”, sino por la necesidad de una ayuda adecuada para poder cumplir
con los propósitos de Dios para
con él y el mundo donde le había
colocado. Dentro de esos planes
divinos, estaba la procreación o
extensión de la especie humana.
En su sabiduría, el excelso
Creador determinó que el acto
reproductivo estuviese a cargo de
La palabra de dos seres, con distinción genética
Dios “La Biblia” de sus sexos, tanto en lo interior
e invisible como en lo externo y
es la óptica divina visible, incluyendo diferencias
vitales aún en la esfera de los
sentimientos y comportamientos.
Algunas especies animales
(pocas por cierto) son
hermafroditas, es decir, que
tienen los dos sexos y efectúan
fecundación cruzada, o sea que al
unirse dos ejemplares, cada uno
fecunda al otro al comportarse
ambos como hembras y machos a
la misma vez; en otras especies
(menos aún) un ejemplar puede
cambiar su sexo cuando en su
comunidad este escasee, evitando así el peligro de la desaparición de esa especie por falta de
reproducción. También en el reino vegetal se encuentran algunas especies que poseen los dos
sexos en una sola flor, pero la constante natural nos enseña, que estas excepciones que se
explican fácilmente a la luz de las características propias de cada especie, confirman la
voluntad de Dios de confiar la reproducción y mantenimiento de los seres vivos, a dos
ejemplares de una misma especie pero con distintos sexos. ¡Cuán maravilloso es Dios! En su
bondad nos dotó de tal manera, que ese acto natural y hasta inconscientemente obediente de
la reproducción, no fuese llevado a cabo de una manera instintiva y animal, sino inteligente y
placentera, de manera que al obedecer a “ese llamado de Dios”, el hombre lo hiciera de
forma grata y experimentando un sano y profundo placer.
3. 1. Objetivos de Dios con el matrimonio
1.1 Descendencia para Dios
Nos podríamos
preguntar porque Dios
estableció el
matrimonio como una
Tres Objetivos del Matrimonio: relación monógama, de
pareja, y no una
1. Una Descendencia para Dios polígama donde, según
los criterios que
2. Un Servicio para Dios manejan los hombres,
3. Un Testimonio para Dios se daría mejor la
condición de trabajo y
reproducción a la que hemos
hecho referencia. Debemos
primero fijar nuestra atención en la palabra más usada
para designar esta relación de pareja –de hecho es la que estamos usando
en este trabajo- como lo es “matrimonio”. El vocablo “matrimonio” viene del latín mater, que
significa madre; este dato nos ayuda a entender, que la labor que debe realizar una pareja, está en
función de las actividades relativas a la crianza de los hijos en el sentido más amplio de la
palabra, todo lo que generalmente se engloba en el término “maternidad”. El Apóstol Pablo nos
enseña que es esta la esfera ideal para la mujer creyente (1 Timoteo 2:15; Tito 2: 4-5).
De manera que, el matrimonio tenía una función mucho más importante en los planes de Dios,
tal como lo expresa el profeta Malaquías al explicar porque Dios estableció la relación solamente
entre dos personas de distintos sexos para formar un matrimonio: porque buscaba una
descendencia para Dios (Malaquías 2:15); lo que quiere decir que una pareja unida en
matrimonio tiene la responsabilidad de vivir de manera tal, que sus descendientes sigan el
camino de comunión de sus padres con Dios. Es muy evidente que la tarea de educar hijos para
Dios, será mejor conducida por una pareja bien avenida y consciente de sus privilegios y
responsabilidades para con su Señor, que por una familia promiscua.
1.2 Servicio para Dios
En (Génesis 1: 28 y 2: 15), se hace patente un segundo propósito de Dios para con aquella
primera pareja, como fue el de servicio para El. Adán y Eva tenían la responsabilidad de cuidar y
labrar el huerto donde habían sido colocados por Dios, a la vez que serían testigos para las
generaciones que de ellos saldrían, de la gracia del Creador, de Su poder y bondad. Ellos
descuidaron este segundo propósito y cayeron en transgresión, trayendo las conocidas
consecuencias del pecado para la humanidad. En los Hechos de los Apóstoles encontramos
4. ejemplos admirables sobre las consecuencias de tener o no, claridad de este propósito. En el
capítulo 5 tenemos el triste caso de Ananías y Safira (Hechos 5:1-11), quienes no entendieron la
magnitud y privilegio del ministerio de servir al Dios vivo supliendo para las necesidades de los
santos y fallaron por ello. En situación opuesta encontramos a Aquila y Priscila en el capítulo
18, modelos de un matrimonio cristiano consciente de sus responsabilidades, sirviendo a Pablo
primero, a Apolos luego, y a los creyentes de Acaya de manera indirecta posteriormente.
(Hechos 18:1-28).
Es verdaderamente invalorable, el servicio de un buen matrimonio en medio de la congregación,
como lo demuestran las referencias que de Aquila y Priscila hace Pablo en sus cartas (Romanos
16: 3-5; 1 Corintios16: 9; 2 Timoteo 4: 19).
1.3 Testimonio para Dios
Cuando leemos el capítulo 4 del libro de Génesis, notamos que tanto Caín como Abel tenían
conocimiento de la existencia de Dios y la manera de acercarse a Él. Nos preguntamos: ¿Quién
les enseñó? Y solamente hallamos una respuesta: Adán y Eva tuvieron que enseñarles todas las
verdades relacionadas con Dios y la manera de servirle. En otras palabras, el primer matrimonio
tenía el deber de testificar de Dios a las otras generaciones. En el precioso capítulo 5 de la carta
de Pablo a los Efesios, el Espíritu Santo nos presenta el matrimonio como una muy elocuente y a
la vez solemne figura de la relación de Cristo con su muy amada iglesia. Si al creyente, de
manera singular, se le ha conferido el ministerio de la reconciliación (testimonio e invitación a
los incrédulos a reconciliarse con Dios mediante la obra de Cristo), cuanto más no será de
preciosa la labor encomendada a los matrimonios cristianos, de testificar la grandeza, solemnidad
y pureza del amor de Jesucristo hacia los que son de Él.
Podemos entonces concluir, que el matrimonio tiene un elevado lugar de honor entre las
instituciones humanas, pues cumple con esa triple función de levantar una familia para Dios,
realizar un servicio para Dios entre los hombres, y mantener el testimonio de la gracia de Dios
manifestada para salvación de todos los hombres.
Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el
hombre esté solo; le haré ayuda idónea
para él. (Génesis 2:18)