1. La escuela, su diario acontecer y las relaciones de poder: Vigilando y controlando
Presentado por: Luis Eduardo González Almarales
Maestría en Educación Cohorte 17
Universidad Simón Bolívar
Estamos concurriendo a un verdadero quiebre de la escuela moderna. En los barrios pobres,
dicho fenómeno es quizás más notorio. La escuela no parece ya garantizar las promesas de
progreso, inserción y movilidad social que fueran su característica durante mucho tiempo. La
implosión de la exclusión social hacia la década del 90 en Colombia y Latinoamérica hizo que el
futuro posible se convirtiera en incógnita, incertidumbre. Y la escuela pasa a funcionar en muchas
ocasiones como un dique de contención social de los desplazados, de los excluidos.
Es pertinente aclarar algunas cosas. Lo que se escribe y produce está evidentemente teñido
de la propia subjetividad y por el contexto en que se desenvuelve como profesional.
Es imposible concebir a la escuela sin el capitalismo. La escuela nace para formar a la mano
de obra. Su mismo modo de funcionamiento lo atestigua: momentos de trabajo y ocio claramente
pautados; acceso al conocimiento graduado; organización rígida del horario escolar. De hecho, una
de las funciones de la escuela moderna es el disciplinamiento. Para Michel Foucault, “…la
disciplina fabrica cuerpos sometidos y ejercitados, cuerpos “dóciles”: aumenta las fuerzas del
cuerpo (en términos económicos de utilidad) y disminuye esas mismas fuerzas (en términos
políticos de obediencia)…
La escuela ejercita la disciplina y un principio básico que sostiene es la jerarquía. El docente,
el directivo ordena y el alumno obedece, se somete a esa autoridad. Recapitulando, se puede decir
que la escuela moderna es portadora de la promesa de progreso. Pero para que dicho progreso sea
posible, es necesario e imprescindible el disciplinamiento. El disciplinamiento busca ejercitar en
los alumnos su función utilitaria que será luego aprovechada por la economía capitalista en que
se insertarán. Por otro lado, el disciplinamiento implica sometimiento político.
2. La intensa problematización en torno al rol de la educación y de los docentes como agentes
de transformación, obedece a satisfacer una demanda. Todo ámbito educativo, que se precie de tal,
ha de ser un vehículo de problematización de la realidad. Esa es básicamente la tarea de la escuela
como centro de producción de saber. Se trata de un espacio comprometido con su tiempo histórico
porque la producción de saber constituye una "caja de herramientas", tal como sostiene Michel
Foucault, a partir de la cual se puede operar sobre la realidad, transformándola.
Esa caja de herramientas, que es el pensamiento mismo, contribuye, asimismo, a articular la
teoría y la praxis para que ambas no constituyan espacios separados, a modo de compartimientos
estancos, sino, por el contrario, las caras complementarias de una misma instalación en el mundo.
La escuela ha de ser el espacio de una instalación. No sólo de los sujetos que a ella pertenecen,
sino también, de una instalación comunitaria. Tal es el rol social de la educación pública, al cual
nos referiremos en el marco de la presente comunicación como núcleo de problematización.
En este sentido, la escuela cumple una función fundamental en la constitución de la identidad
de un pueblo y en la reconstrucción del tejido social, fuertemente colapsado. Qué hay que pensar?
Cuáles son los temas que impactan la inquietud de científicos, técnicos e intelectuales? Cuáles
son los núcleos de problematización que exigen una respuesta del claustro académico? Cómo
detectar los ejes por donde circula el pensamiento en una época determinada? Cómo escuchar al
tiempo que nos toca vivir y cómo responder a las demandas?
Todos estos interrogantes centran la cuestión en el papel del "testigo". Cada uno es un testigo
comprometido con su realidad histórica, con su identidad cultural, con su núcleo de pertenencia;
de allí que la tarea sea estar atento para responder al llamado. Los tiempos llaman con fuerza y la
escuela es el ámbito por excelencia de un escucha fina, sutil, destinada a ampliar los marcos de lo
conocido y lo problematizado.
A la luz del planteo precedente, nos interesa articular la problemática de la integración de la
diferencia en la reconstrucción del tejido social aludida y la recuperación del espacio público,
como territorio del "bien común", como núcleo de problematización urgente. No es tiempo de
distracciones ni omisiones en el espacio del saber-acción. Es tiempo de miradas múltiples, de
3. configuraciones epistémicas abiertas y en intersección, como modo de sumar miradas,
perspectivas y posicionamientos, a fin de lograr un espacio más acogedor en el juego de los
vínculos y las relaciones sociales.
Si se piensa que el cuerpo está constituido de una materia manuable, que puede ser forjada,
que puede ser modelada, que puede ser educada, instruida, que se la puede modelar políticamente,
en una palabra que puede ser esculpido con una intencionalidad, y que también ese cuerpo
responde, se vuelve hábil y que sus fuerzas se multiplican.
El cuerpo en la escuela constituye un objeto al que hay que domar, al que hay que hacerlo
dócil. “Es dócil un cuerpo que puede ser sometido, que pude ser utilizado, que puede ser
transformado y perfeccionado...¨(M. Foucault, 1976:139 ).
La escuela en primer lugar intentó establecer lo que Foucault llama escala de control: se trata
al cuerpo en sus partes, en sus gestos, en los movimientos, en las actitudes. Se intenta establecer
sobre él y sobre cada uno de los cuerpos una coerción débil, pero a la vez que asegura su efectividad
en cada uno. En segundo lugar, el objeto de control: se trabaja sobre el control del cuerpo la
eficacia, la economía del movimiento, su organización interna, economía política. La disciplina
permite el control minucioso del cuerpo, garantiza la sujeción del cuerpo, le impone una relación
de docilidad-utilidad, cuanto más útiles, cuanto más disciplinados en cada uno de sus componentes
más útil.
La escuela intenta permanentemente disciplinar al joven, y para ello trabaja cotidianamente
en lo que Foucault denomina “anatomía política” o “política del poder” (M. Foucault, 1976:139 ),
para que los cuerpos no sólo hagan lo que se desea, sino para que funcionen, actúen como se
quieren, con técnicas determinadas, con eficacia, con el único objetivo de mejorar la producción.
La disciplina tiende a distribuir los cuerpos en el espacio, la escuela es un lugar cerrado, los
cuerpos tienen que estar encerrados, contenidos en un lugar. Las escuelas están rodeadas de muros,
alambrados; se entra y se sale con un timbre o una campana. Esta contención tiene como intención
4. concentrar las fuerzas productivas, de obtener el máximo rendimiento y a la vez poder dominar y
vigilar a esas fuerzas productivas.
Para disciplinar es conveniente como técnica, que cada individuo tenga un lugar y cada lugar
tenga un individuo, como por ejemplo que en cada aula cada uno tenga un banco y una silla y que
a cada banco y a cada silla le corresponda un individuo, ya que si la distribución de ese espacio es
equitativo, si ese espacio es bien repartido , se evitan las aglomeraciones, se evitan las congestiones
, y evitando esto se puede vigilar mejor:; resulta más fácil vigilar la conducta de cada individuo,
sancionarla.
La división en zonas permite al tener cada uno un lugar asignado, controlar las presencias y
las ausencias, saber quién está y quien no está. Esta división permite a quién vigila ejercer un
control sobre los cuerpos presentes y los cuerpos ausentes. Una preocupación constante de las
instituciones escolares es la infraestructura, la funcionalidad, que cada sitio sea un lugar donde se
pueda vigilar, donde los cuerpos se sientan vigilados, estando o no presente la mirada de quién
vigila.
Es preocupación que esos muros no solo contengan, sino que para el interior de los mismos, que
cada aula sea funcional, que tenga ventanas a los pasillos interiores, para que desde afuera se pueda
de una sola mirada vigilar a quienes están dentro. Esta funcionalidad está cargada de poder, de
poder para seguir disciplinando. La distribución de los bancos en hileras, en series, permite al
maestro vigilar a cada uno y a todos los alumnos; que están realizando, como lo están realizando;
le permite identificar, comparar, medir, controlar todo lo que el alumno está produciendo, en una
palabra le permite controlar la productividad y la producción.
En cada escuela se establecen categorías, categorías a las cuales Michel Foucault denomina
rango: que es el lugar que ocupa cada individuo en una serie, y la distancia que hay entre cada uno
de ellos que ocupan la misma serie. La escuela establece sus rangos en edades cronológicas,
aprendizajes de acuerdo a diferentes grados de dificultades, establece categorías y jerarquías de
5. acuerdo a las diferentes tareas que se le asignan, de acuerdo a las tareas a realizar, cada uno ocupa
un lugar de acuerdo a su categorización.
En la escuela el rango despliega disciplina, ordena multitudes. Los alumnos son ordenados
de acuerdo a edades evolutivas, y cronológicas, de acuerdo a capacidades, son distribuidos en
secciones.
La escuela al organizar los espacios, los lugares, y los rangos, garantizan no solo la obediencia
sino también al aprovecharse mejor el tiempo y los gestos, elementos indispensables para una
mejor producción, para una mejor productividad. Cuanto más dócil, más productivo, cuanto más
productivo más sometido. La institución escolar no solo funciona como una máquina de aprender
y enseñar, sino también como una máquina de vigilar, de categorizar y premiar.
Pero la escuela como institución disciplinadora de los cuerpos, no solo tiene que organizar la
infraestructura, para vigilar sino también debe ejercer y establecer el poder sobre las actividades
de los alumnos. En la escuela el tiempo está dividido en tiempo productivo y en tiempo de
recuperación para la producción. La escuela controla los movimientos en cada fase, es necesario
que cada uno de los movimientos estén estudiados, estén controlados que cada movimiento esté
exhaustivamente controlado.
La escuela disciplina los gestos, los califica de buenos o malos y los intenta naturalizar:
“Tomar bien el lápiz posibilitará una buena escritura...”,o “ alumno recto, no se apoye en la pared,
las manos fuera de los bolsillos” o “no apoye los pies en la mesa” cada movimiento tiene que estar
minuciosamente estudiado, cada cuerpo tiene que ser estudiado, ejercitado y corregido por el
maestro, que es quien determina lo que está bien y lo que está mal.
Impone una mejor relación entre gestos y movimientos para mejorar la eficacia, ya que la
buena utilización de las técnicas corporales permitirá una mejor utilización del tiempo productivo.
Se ejerce el poder para que cada parte conforme un todo y se encarne con el objeto. Que cuerpo y
objeto sea una sola cosa.
6. Sin embargo y a manera de conclusión entre tanta relación dada en el ámbito escolar, La
educación debe asumir el proyecto integrador de la diferencia. Debemos pensarla desde la
dimensión agonística de la batalla perpetua. Agon significa precisamente combate, lucha,
polémica, y la educación es ella misma lugar de combate y resistencia, porque es, básicamente, un
topos de poder. Conviene, pues, repensar la urgencia de ciertas acciones de orden estratégico que
pongan en marcha la tarea re-constructiva. A nuestro entender, la demanda es problematizar la
función integradora de la escuela, como bisagra de la esperanza, en la medida en que sigue siendo
un lugar de encuentro, de integración de la diferencia y de producción de sociabilidad.
La formación educativa debe recuperar el horizonte de la identidad cultural, entendida en el
marco más amplio de la integración de culturas. Nos gustaría pensar a continuación en la relación
entre educación, integración y liberación. En efecto, la educación es un hecho social, y, por ende,
debe liderar el proyecto de una convivencia social en democracia, como forma de articular los
distintos logoi., en el marco de una relación formativa y afectiva, para ver cómo se puede pensar
una concepción de sujeto más amplia: se trata de un abordaje insoslayable entre educación, política
y antropología, tal como hemos venido sosteniendo.