2. García Moreno sobrevivió a sus heridas durante
más de una hora y cuarto, hasta que finalmente
entregó su alma a Dios a la 1:30 de la tarde de ese
sangriento 6 de agosto de 1875. Las últimas
palabras de Gabriel García Moreno fueron: “¡Dios
no muere! "El cuerpo de García Moreno fue cargado
por el fiel negro Nogales es introducido en la
Catedral, donde recibe, ya agonizante, la Unción
sacramental. Al morir llevaba consigo, manchado
todo de sangre, una reliquia de la Cruz de Cristo, el
escapulario de la Pasión y el del Sagrado Corazón,
y el santo Rosario colgado al cuello.
También se le halló en el bolsillo un libro muy
usado, que llevaba siempre encima: La imitación de
Cristo.. La gente se acercaba a este para poder
“venerarlo”, procurando empapar alguna prenda
“con la sangre del mártir”. A García Moreno se le
ofrecieron funerales de Estado, presididos por él
mismo en la Catedral Primada de Quito, donde el
gobierno y el pueblo pudieron rendirle honores y
lamentarse en largas filas venidas de todos los
rincones del Ecuador
Al día siguiente, los restos embalsamados de
García Moreno, vestido con su uniforme de general
y luciendo la Banda Presidencial fueron expuestos
en el altar mayor de la Catedral. El presidente
asesinado lucía un bicornio con plumas blancas y
varias condecoraciones en el pecho. Una foto de la
época muestra los ojos hinchados y la boca
entrecerrada del cadáver, sentado en una silla al pie
de la cual se puede ver su espada.
Antes de morir, el presidente había promulgado el
Código Militar, que establece los detalles del funeral
del presidente muerto en ejercicio. Probablemente
se siguieron estas disposiciones en su funeral de
Estado.Luego del funeral, el clero católico escondió
el cadáver de García Moreno en varias iglesias,
desconociéndose el lugar de su entierro. Su
corazón fue conservado en una urna, encontrada un
siglo después en el convento de las madres del
Buen Suceso.
3. Descubrimiento de sus restos
El 18 de abril de 1975, el clero
permitió la exhumación del cuerpo,
que fue encontrado en el
Monasterio de Santa Catalina de
Siena (Quito). Los jesuitas, que
habían conservado parte de los
huesos del cráneo del mandatario,
los llevaron a la exhumación y
estos encajaron perfectamente.
Los restos, acompañados por
documentos que certificaban su
autenticidad, fueron traslados a la
Catedral Metropolitana de Quito,
en donde actualmente reposan,
junto a los de Juan José Flores.
Así terminó sus días el Séptimo
Presidente Constitucional de la
República del Ecuador, doctor
Gabriel García Moreno, cuando se
disponía a asumir el poder por
tercera vez, prácticamente en
calidad de Presidente vitalicio.
Después de su muerte, la memoria
de García Moreno
lamentablemente ha seguido
siendo celebrada en el Ecuador
por ciertos grupos conservadores
de tendencia retrógrada y sin
criterio histórico ni moral, que
erróneamente lo consideran un
gran patriota y educador, cuando
en realidad solamente fue un
vulgar asesino carente de todo
sentido ético y su comportamiento
fue el de una bestia sedienta de
sangre, capaz de cometer las
peores aberraciones en contra de
la dignidad humana.
Los registros y archivos históricos
dan cuenta que en su
administración García Moreno
ordenó un gran número de
asesinatos injustificados, ilegales y
arbitrarios en contra de sus
opositores y, que nunca le importó
acabar con la vida de otros. Para
los ecuatorianos su gobierno fue
una época negra, triste, represiva,
marcada por los excesos y
excentricidades religiosas de
García Moreno y, en la que no
hubo paz ni tranquilidad. García
Moreno siempre será recordado
como un fanático sin límites del
catolicismo, que sembró odio y
muerte por donde quiera y, que
nunca supo medir sus brutales
acciones. Afortunadamente su
demencial forma de gobernar no
se ha vuelto a repetir en el
Ecuador.
5. Las Tres Conspiraciones
La primera proviene de Faustino Rayo, colombiano de origen, de los muchos que vivían en Ecuador después de
las guerras de la independencia, aunque Rayo había sido contratado como mercenario en 1860 por Rafael
Carvajal Guzmán. Era compadre de García Moreno y parece que su buen amigo. Algunos historiadores han
mencionado que Rayo por esos días estaba profundamente resentido con el Presidente por haberlo destituido de
un cargo administrativo conferido en las regiones del Napo. Una escritora capitalina asegura que el odio de Rayo
contra García Moreno se había iniciado cuando comprobó que lo traicionaba con su mujer aprovechando su
ausencia en el Oriente.
En fin, todavía no existe igualdad de opiniones al respecto,
sabiéndose únicamente que Rayo odiaba a su antiguo amigo con
todo el furor de su vengativo corazón. Como dato curioso
anotamos que el mismo día del crimen, por la mañana, García
Moreno se había encontrado en mitad de una calle con Rayo y
éste le había llevado a sus habitaciones privadas para enseñarle
una silla de montar de cuero repujado, muy fina, que acababa de
comprar.
Rayo era talabartero de profesión y se especializaba en fabricar
las conocidas con el nombre de "Galápagos" por la forma que se
les daba. ¿Por qué no lo ultimó allí mismo, aprovechando la
ocasión que se presentaba tan propicia? Posiblemente porque
esperaba que el Batallón Primero de Artillería, situado a pocas
cuadras de la Plaza principal de Quito, se insurrecionara al
conocer el crimen, que debía realizarse conforme estaba
planeado, por la tarde y a la luz publica.
6. La segunda conspiración venía de un grupo de jóvenes que querían matarlo inducidos por los
escritos de la esbelta pluma de Juan Montalvo. Estos eran: el doctor Manuel Polanco Carrión,
Abelardo Moncayo, Manuel Cornejo y Astorgas, Manuel María Bueno y Roberto Andrade. Demás
está decir que los nóveles conspiradores contaban para la realización de su "acto patriótico" con
la presencia del más decidido de todos, el único capaz de ejecutar un crimen: Faustino Lemus
Rayo.
Pero hubo una tercera conspiración, la del silencio, la peor de todas por ser la más fuerte y la
menos conocida, la que coordinó a los actores del drama que culminó con el asesinato de García
Moreno. Fue planeada minuciosamente en todos sus detalles con íntima conciencia de que
acarrearía beneficios materiales a los complotados.
El eje de ella era el Ministro de Guerra y Marina de García
Moreno y su amigo de confianza, General Francisco Xavier
Salazar y contábase con la actuación por omisión del Ministro
del Interior, doctor Francisco Xavier León, aunque no se sabe
si ambos o uno solo de ellos utilizaba a Francisco Sánchez,
personaje misterioso que reunió a Rayo y a los jóvenes
liberales y los indujo al crimen.
El pretexto fue que el Batallón Primero de Artillería plegaría al
movimiento convirtiendo a los asesinos en héroes y a los
complotados en próceres.