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  CLAVES PARA LA INTERPRETACIÓN

Del ingenioso Hidalgo
   DON QUIJOTE DE LA MANCHA
           RAFAEL RUILOBA
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 Índice
I La poética del discreto entendimiento.                  4


II ¿Quién era Alonso Fernández de          Avellaneda?   10


III   La historia madre de la verdad   .                 14


IV    Las apariencias contrarias.                        27


V ¿Quién es el loco?                                      32


VI La recuperación de la dignidad.                       36

Bibliografía.                                            40
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I La poética del discreto entendimiento como
fundamento de la interpretación literaria.
Miguel de Cervantes Saavedra, en el prólogo de la primera parte de El Ingenioso Hidalgo Don
Quijote, de la mancha dice que su libro es hijo del discreto entendimiento. La tradición sobre el
tema la encontramos en El Convivio, de Dante, quien lo presenta como una cualidad del lector,
que tiene que comprender las diferencias producidas por las apariencias contrarias, para
acrecentar su conciencia por medio del entendimiento. El tema de la discreción como cualidad
del entendimiento también aparece en El Cortesano, de Baltasar de Castiglione, publicado en 1528
y traducido al español en 1534 por Boscán. Según Castiglione, la discreción tiene cuatro sentidos:
el de la oportunidad, el de la moderación, el de la discriminación y el de la inteligencia. Son estas
las cualidades que le pide Cervantes a su lector para comprender su estética de las apariencias
contrarias ¿Por qué?

Humberto Eco sostiene que el texto literario renacentista y barroco, recurría a normas retóricas
denominadas sub alicua ratione (Umberto Eco, Los límites de la Interpretación. P 74). Significaba
que existía otra cosa o asunto debajo de lo evidente o racional. Esto es precisamente lo que dice
Cervantes en una obra adjunta al Viaje del Parnaso, texto en prosa fechado el 22 de julio de 1614
en la que el autor entabla un diálogo con un supuesto lector Pancracio Roncevalles, en la que
propone una nueva función del lector, quien debe ver despacio lo que pasa aprisa y se disimula o
no se entiende (Citado por Georgina Dopico Black España en los tiempos del Quijote. P 37). Por
eso en el prólogo del Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha le exigía el discreto
entendimiento al lector para comprender como dice Umberto Eco, lo que estaba debajo de la
razón. Por eso Cervantes en los dos tomos del Quijote, se refiere al ingenioso hidalgo o al
ingenioso caballero. Lo que implicaba la necesidad de un ingenioso lector.

          Este aspecto no pasó desapercibido por la tradición critica de la obra, Víctor Hugo, el
célebre novelista francés, decía que a Cervantes hay que leerlo entre líneas porque tiene su
aparte. Por lo que el lector del Quijote tiene que asistir a un teatro de la de-construcción en una
novela que contrapone el texto con la realidad por medio de procedimientos retóricos como la
sátira, la parodia y la ironía, las cuales existen en la medida en que debemos considerar los hechos
narrados desde el punto de vista de la verdad.

         Cervantes escribe que su objetivo es “la verdad, cuya madre es la historia, émula del
tiempo, depósito de las acciones, testigo de lo pasado, ejemplo y aviso de lo presente, advertencia
de lo porvenir”. Si el primer aspecto de la verdad es el contraste entre la novela y la historia, un
aspecto importante de la teoría literaria del renacimiento, el segundo es el contraste entre las
apariencias contrarias, como dice Dante. El tercero es acrecentar la dignidad de la persona; todo
esto, sometido a las normas del humor como le recomienda el lector en el prólogo de la primera
parte del Quijote. Procurad que leyendo vuestra historia el melancólico se mueva a risa; el risueño
la acreciente, el simple no se enfade, el discreto se admire de la invención, el grave no la desprecie,
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ni el prudente deje de alabarla. Humor, dice Bernard Shaw, es una de las formas más complejas
del trabajo intelectual, pero la ironía procede de una analogía con la realidad y su poder es la
verdad. El filósofo francés Jean Baudrillard, nos recuerda que la ironía es la única forma espiritual
del mundo moderno, que ha aniquilado a todas las demás. Lo que quiero destacar con estos
criterios de autoridad es que todos los procedimientos de la ironía parten de la realidad y solo
tiene fuerza en la medida en que se basen en a verdad, por eso decimos que la ironía procede de
una analogía con la realidad.

El discreto entendimiento como juego de la decontrucción del texto aparece en el poema que
Urganda, la maga protectora del Amadis de Gaula, le dedica a Don Quijote, hay un juego irónico de
interpretaciones donde el lector tiene que completar el sentido del texto. En el soneto que el
escudero del Amadis de Gaula le dedica a Sancho, alude con ironía al doble sentido. Salve otra vez
Oh Sancho que solo tú nuestro español Ovidio con buscorana te hace reverencia. La buscorana es
un engaño en el cual se simula besar una mano, pero en realidad se da un golpe con ella. ¿Dónde
está la simulación y dónde está el golpe en el Quijote? Esto es lo que tiene que descubrir el lector
por medio del discreto entendimiento ¿Por qué Quevedo dice que Cervantes tira la piedra y
esconde la mano? ¿Acaso porque era manco? ¿Por qué el lector modelo del Quijote dice que
Cervantes bajo su manto al rey mata? Don Quijote al inicio de la segunda parte dice que su
historia tendrá necesidad de comento para entenderla. Quizás la respuesta la podemos
encontrar en un poema escrito contra Cervantes.

                                  Aplaudió España la obra

                                  no advirtiendo inadvertidos
                                  que era del honor de España
                                    su autor verdugo y cuchillo.

Tenemos entonces que El Ingenioso Hidalgo don Quijote de la mancha de Cervantes se leyó como
una obra crítica que iba más allá del entretenimiento, una obra que tenía su aparte, su doble
sentido. Entonces debemos preguntarnos, cuáles son los procedimientos que utiliza Cervantes
para lograr sus objetivos. Algunos postulan la tesis de que Cervantes era un ingenio Lego, por
tanto todo era producto de la casualidad; sin embargo quienes pensamos que se tratan de algo
más complicado debemos partir de las intenciones manifiestas del texto.

Cervantes dice que su novela cuestiona los libros de caballerías. ¿Qué son los libros de caballerías?
Según Irving Leonard (Los libros del Conquistador F.C.E México 1949, p 43) eran novelas de
entretenimiento que representaban los valores ideológicos del poder. Valor individual ante los
grandes obstáculos; aceptación estoica de las desventuras, exaltado sentido del honor y la
dignidad personal, un concepto caballeresco del amor, el cual representaba los valores del carácter
español forjado durante al largo batallar contra el extranjero infiel, el invasor de la península.
Veamos un ejemplo de cómo se expresa esta crítica a los libros de Caballería en el texto del
Ingenioso Hidalgo. En la primera parte, el canónigo y el ventero se disputan sobre dos tipos de
libros; por una parte el ventero defiende a la novela Don Cirongilio de Tracia, de Bernardo de
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Vargas, publicada en Sevilla en 1545, y el otro es Felixmarte de Hircania, de Melchor Ortega.
En contraste con La Historia del Gran capitán Gonzalo Hernández de Córdoba y la vida del
soldado Diego García de Paredes, uno los defiende porque son entretenidos y el otro los condena
porque no dicen la verdad.

El contraste está entre la ficción y la realidad. Estas son las apariencias contrarias y aquí cobra
sentido lo que dice al lector modelo en el prólogo del Ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha
que la novela de Cervantes es un libro entretenido, pero además dice la verdad. Debido a la
ideología estética del Discreto entendimiento, Cervantes equilibra las apariencias contrarias; une
los libros de caballerías con la historia por medio de la locura de Don Quijote. Su novela
entretiene y a la vez produce conciencia de la realidad. Por eso para lograr el entendimiento del
lector, Cervantes estructura al Quijote, de tal manera que en la medida que avanza la lectura de
la obra, esta se auto explica.

La misma crítica a los libros de caballerías que hacen los personajes del Quijote, la realiza Juan
Sánchez Valdés de la Plata en su libro Crónica e historia general del hombre, publicada en Madrid
en 1598 en la que dice: “Viendo yo benignísimo lector que los mancebos y doncellas y aun los
varones ya en edad y estado gastan su tiempo en leer libros de vanidades enarboladas y blasones
de caballerías de Amadises y Esplandianes con todos los de su bando de los cuales no sacan otro
provecho, ni otra doctrina sino en hacer hábito en sus pensamientos y mentiras” (Citado por
Francisco María Turbino en El Quijote y la estafeta de Urganda, Imprenta El Periódico. Sevilla
1862. p 190).

 La crítica de los personajes de la novela a los libros de caballería, también está en la realidad, de
tal manera que Cervantes lo que propone es una nueva concepción de la literatura.
Paradójicamente, Lope de Vega, en el prólogo de su comedia El desconfiado, defiende los libros de
caballerías. Tenemos entonces que en la época de Cervantes hay dos concepciones sobre la
función de la literatura en la sociedad: la de entretener, función encabezada por los libros de
caballerías y las comedias de Lope de Vega; y la de entretener y criticar para producir conciencia
de la realidad, función que Cervantes le atribuye al Ingenioso Hidalgo Quijote, ( El lector debe
recordar que Cervantes antepone al Quijote el apelativo de Ingenioso. Porqué.) No obstante
entretener y criticar también es la función de la novela picaresca.

Por lo que sostenemos que la finalidad del ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha, no era
solo el cuestionamiento de las susodichas novelas de caballerías, sino criticar la concepción de la
literatura que se desprende de ellas, pues en la Novela de Cervantes, no solo cuestiona los libros
de caballerías, sino que lo hace con la literatura en general porque no produce conciencia de la
realidad; primero empieza con los romances, tal como lo ha demostrado Menéndez Pidal, quien
indica que los primeros capítulos del Quijote están inspirados por el Entremés de los romances.
Allí se cuenta la historia de Bartolo quien enloquece por leer romances y se embarca en una serie
de aventuras cómicas, pero su locura, como nos dice Georgina Dopico Black, es diferente: “este se
quita y pone identidades como si fuesen disfraces mientras Alonso Quijano inventa a Don Quijote
para transformarse en él.”
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Cervantes también cuestiona las autobiografías del culpable, obligadas a ser redactadas por la
Inquisición,(El Publicatio Sui de San Agustín) cuando inserta en la novela su vida como prisionero
en Argel o cuando cuestiona al aragonés Jerónimo de Pasamonte, un escritor amigo de Lope de
Vega. Debemos recordar que Cervantes fue obligado por la Inquisición a escribir una de estas
memorias o confesiones, sobre lo que hizo en Argel, como nos dice Manuel Turbino (Sevilla 1862).
Este documento fue encontrado en los archivos de Indias. Según noticias de José de Armas que
leemos en su libro El Quijote y su época (Madrid 1915), Mateo de Santiesteban y Gabriel de
Castañeda, fueron los testigos de Cervantes en el juicio que le sigue la Inquisición por su conducta
en Argel. Blanco de Paz malévolo e intrigante Dominico, lo malquistó con los que estaban en el
poder. Nos dice Francisco María Turbino, (Sevilla 1862), podemos argüir como hipótesis que como
parodia de estas crónicas autobiográficas, que los inquisidores obligaban a relatar a los acusados,
nace la novela picaresca. Por eso El Lazarillo de Tormes, es condenada por la inquisición, por la
parodia que hace de sus confesiones públicas y por eso era necesario el anonimato del autor, a
quien podían perseguir para llevarlo a la hoguera o al patíbulo. Si bien Cervantes satiriza las
confesiones con La historia del cautivo; también lo hace con la novela pastoril, con la historia del
cabrero Eugenio, relato que critica el Quijote porque ofende la dignidad de la mujer.

Cervantes también cuestiona el teatro, que al igual que los libros de caballerías ocultan la realidad
porque habiendo de ser la comedia como dice Tulio, espejo de la vida humana, ejemplo de las
costumbres e imagen de la verdad, las que ahora se representan son espejos de disparates,
ejemplo de necedades e imágenes de lascivia. Podemos decir entonces que el Quijote es una
comedia que es ejemplo de las costumbres; espejo de la vida humana, e imagen de la verdad.

Por no decir la verdad, El ingenioso Hidalgo de Cervantes arremete contra los autos
sacramentales, esto lo hace cuando el Quijote ataca a un carretero que anda disfrazado de diablo
para representar el auto sacramental Las Corte de la muerte. La compañía teatral y la obra eran
reales y pertenecían nada menos que a Lope de Vega. Su mayor crítica contra el teatro la
configura en el episodio de Maese Pedro, en el que Cervantes suelta dardos contra la teoría de la
comedia nueva de Lope de Vega. En el capítulo 64 de la primera parte ataca a Lope de Vega
directamente quien defiende los libros de caballerías por ser entretenidos. Cuando el Titiritero
pone a los moros a tocar campanas el Quijote los interrumpe porque esto le resta verosimilitud a
la historia. Maese Pedro le responde que no se representan por ahí de ordinario, mil comedias
llenas de impropiedades y disparates y no se escuchan no solo con aplauso y con admiración.
Como respuesta el Quijote desenvaina la espada y destruye el retablo.

 Es significativo que toda alusión al teatro en el Quijote esté relacionada con los problemas del
poder, los cuales son asuntos de la realidad y no de la ficción, tal como quería la doctrina de la
comedia nueva. Entretener sin criticar. Pero en La España de Cervantes el teatro y el poder
estaban bien coludidos porque paradójicamente era por medio de representaciones teatrales que
el mismo Rey conocía la realidad de España. En síntesis, diremos que El Quijote cuestiona, no
solo las novelas de caballerías sino a la literatura en general porque entretiene y no dice la
verdad. Por eso la búsqueda de la verdad por parte del lector es el objetivo del discreto
entendimiento. Su teoría de la literatura era que debía entretener y producir conciencia por
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medio de la verdad y la verdad venía de la mano de la ironía y la parodia de la realidad, esta
relación producía en el lector, el discreto entendimiento, porque el entretenimiento en sí, no
aporta nada al entendimiento.

 Incluso este cuestionamiento, también va en contra de El segundo tomo del ingenioso Hidalgo
Don Quijote de la Mancha escrito bajo el seudónimo de Alonso Fernández de Avellaneda
conocido como el Quijote apócrifo, por respeto a Cervantes, esto se da cuando realiza una
defensa burlesca de la calumniada reina de Navarra. En cambio el Quijote de Cervantes parodia
este capítulo en la historia de Melisendra y Don Gaiteros. La diferencia es que Avellaneda es un
misógino; ofende a las mujeres cuando parodia la historia del Curioso Impertinente de Cervantes,
o cuando en uno de los relatos de su Quijote exagera episodios de la vida de Cervantes. Por
ejemplo, cuando Cervantes, hiere a un sujeto frente a su casa, describe el hecho como una pelea
de prostíbulo; en la novela de Avellaneda Sancho es un bruto mal hablado que ofende a su propia
madre ( El Quijote Apócrifo, p 19 Editorial Sopena Buenos Aires 1941) sufre de gula y por avaricia
quiere gobernar la isla de Chipre; el Quijote es un loco desaforado que anda atacando a quien se le
ponga por delante. Por eso termina en un manicomio. No se trata entonces de criticar la realidad
sino a las personas.

         Por ejemplo cuando el Quijote ataca a un tapiz en la novela de Avellaneda, porque lo cree
un gigante, el espectador, el noble Álvaro Tarfe lo ve como un acto de locura a secas, de esta
forma todos los actos del Quijote de Avellaneda son evaluados por el ojo del poder. En cambio
cuando el Quijote ataca unos odres de vino parodia el conflicto entre los productores de vino y la
Corona Española, por el aumento de los impuestos, pues los primeros prefirieron apuñalar los
odres de vino antes de pagar los nuevos impuestos. La locura del Quijote es una parodia de la
realidad, es un instrumento retórico de la novela, en cambio, la escena de Avellaneda solo
subrayan la locura desaforada de Quijote, en síntesis su novela denigra al Quijote y a Cervantes.
Las escenas de Avellaneda no se relacionan con hechos reales como las de Cervantes, por eso el
texto del Quijote, es irónico, el de Avellaneda por el contrario, caustico, pues se dedica a denigrar
la figura del Quijote y a tergiversar toda la crítica social que hace Cervantes en la primera parte.

        Porque en la novela de Avellaneda el Quijote lee la vida de los santos como conjuro de su
locura, una vez que lo deja de hacer enloquece, la locura del Quijote de Avellaneda, se diferencia
de la locura del Quijote de Cervantes porque la locura de Avellaneda se centra en el Quijote
como violador de las normas sociales, por ejemplo el Quijote en el texto de Avellaneda, celebra el
asesinato de un soldado, por un hombre que creía tener su honor mancillado, en cambio la
locura de Cervantes sirve para contrastar la locura del Quijote con la locura de la sociedad.
La lanza del Quijote apunta a la locura social como violadora de la condición humana. Y esto es lo
que hace al Quijote, una obra vigente hoy día, porque aún se siguen violando la condición
humana.

        Para Avellaneda, la locura de los hombres es una locura criminal porque viola las normas
del poder. Y su única salvación es acogerse al castigo del poder, al castigo sádico de su conciencia
por medio del cilicio, la contrición de la vida conventual o a los preceptos de las órdenes
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religiosas. Tampoco están en su novela los temas básicos de la condición humana. El amor, la
libertad, la verdad y la dignidad. En el Quijote de Avellaneda también se alude al entendimiento
en casi todos los capítulos, pero para el autor el entendimiento se circunscribe a la fe y al
acatamiento de las normas del Poder. Por ejemplo Avellaneda sustituye a la sobrina del Quijote
Cervantes por una vieja, quien es espía de la inquisición, para que lo cuide, de esta manera la vida
cotidiana del Quijote está vigilada como la vida de los españoles de su tiempo, y por eso el autor
puede escribir la segunda parte del Quijote, porque se presume ha espiado su vida y la conoce con
detalle. Cervantes parte del texto de Cide Hamete Benengeli. De esta manera el manuscrito de
Cide Hamed Benenjeli es sustituido por los de los informes para la inquisición. Por eso el Quijote
de Avellaneda tal como lo representa en su portada es un libro de caballería teológica.

Sucede que la Inquisición, también criticaba los libros de caballerías (Irving Leonard, 1949) para
sustituirlos por mamotretos propagandísticos como el Quijote de Avellaneda, o libros sobre las
vidas de los santos, los únicos libros que lee el Quijote de Avellaneda. La ilusión creada en el
Quijote de Cervantes por el encantamiento de los magos, lo lleva a la crítica de lo que no es por lo
que es; es la crítica de los molinos de viento a los cuales ve como gigantes devoradores de
hombres, pero en realidad lo eran porque fueron los promotores de la peste que asoló España y
acabó con la tercera parte de la población; en cambio la ilusión creada en Avellaneda es por los
milagros. La Virgen María suplanta a una priora de un convento mientras se escapa con un hombre
que la abandona y la prostituye. La mujer se denigra buscando el amor. Cuando la pecadora
regresa arrepentida descubre que nadie sabe que abandonó el convento porque La Virgen la ha
suplantado. Por lo que el castigo y arrepentimiento son el valor final de la historia, en cambio el
valor final de la novela de Cervantes es el cambio de la conciencia.

Los hombres descubren lo que son, a pesar de los prejuicios sociales. La libertad humana creada
por la verdad y los valores ecuménicos del cristianismo en Cervantes es transformada por
Avellaneda por medio de la teología del Concilio de Trento. Avellaneda es la enajenación de la fe y
Cervantes la conciencia de la realidad, por los valores del cristianismo. Por eso para el autor
apócrifo Avellaneda, su Quijote es un Libro de caballería, tal como lo presenta en su portada, la
que se parece a la del Amadis de Gaula.
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II ¿Quién era Alonso Fernández de Avellaneda?
No se sabe a Ciencia cierta, pero Martin de Riquer sostiene que fue Gines de Pasmanonte, un
personaje que aparece en el Quijote, capítulo 22 de la primera parte, y que en la vida real fue un
soldado español del mismo nombre Gines de Pasamonte, cautivo, como Cervantes en Argel.
También participó en la batalla Lepanto (1571), Navarino (1572) y Túnez (1573), donde fue
capturado por los turcos en 1574. Su liberación se produjo en 1592, 18 años después. La primera
parte de sus memorias se concentra en narrar las penalidades sufridas durante aquel larguísimo
cautiverio y sus fracasados intentos de fuga. En una versión "electrónica" de la Biblioteca de
Autores Españoles (BAE) en el tomo Autobiografías de soldados (Tomo XC; 1956; pags. 5 a 73).
Aparece una versión del manuscrito de la autobiografía de Gines de Pasamonte, que se conserva
en la Biblioteca Nacional de Nápoles, los compiladores sostienen que se obtuvo a partir del texto
que (ya con título) publicó Foulché-Delbosc en 1922 en la Revue Hispanique (LV; pags. 311 a 446) y
que reproducía la grafía del manuscrito.

 Si buscamos coincidencias entre este texto y el Quijote Apócrifo de Avellaneda veremos que el
estilo, el tipo de frases, y el intercalado de refranes es semejante; ambos autores son misóginos,
odian a las mujeres, según Pasamonte su mujer lo atosiga, le pone veneno y vidrio molido en la
comida, lo mismo dice de una mujer mora, a quien recuerda con odio por su largo cautiverio en
Argel, la cual lo envenena con sesos de gato y otras bellaquerías, puestas en la comida; por lo que
escapa de ella y es acogido por un hombre casado. Este hombre obliga a su mujer a que haga “lo
que sea necesario” para que el soldado Pasamonte se sienta a gusto, y no se fuera de su casa,
pues viven de la renta que paga, esta propuesta se hace bajo amenaza pues, si no cumple, la
mata. En efecto Pasamonte confiesa el drama al sacerdote y de todas formas se va de la casa, por
lo que la mujer es apuñalada por el marido como castigo por su falta de empeño e lograr que elk
inquilkino se quedase; pero la mujer herida escapa y según Pasamonte, los médicos            que la
curan le dicen que cuando le cosían la herida, de ella salieron unos gusanos enormes, con esto
Pasamonte, insinúa que la mujer era diabólica. Avellaneda por su parte, en su Quijote relata una
escena del mismo tenor, pero en la novela, el marido asesina al soldado, por supuestamente,
aprovecharse de la esposa de quien lo acoge. Este hombre lo persigue y lo atraviesa con una
lanza.

En la novela de Avellaneda esta versión de su propia vida la encontramos en “La historia de un rico
desesperado” Don Quijote y Sancho se encuentran a un estudiante rico llamado Japelin, quien
cansado de la vida disipada decide tomar los hábitos, pero por seguir el consejo del Quijote, se
casa tiene un hijo, es entonces que recibe a un soldado, de apellido Bracamonte en su casa, quien
se aprovecha de su mujer. Este los persigue y lo asesina, luego regresa a su casa y asesina a su hijo.
De esta manera Avellaneda tergiversa el ideal de Cervantes de acrecentar la dignidad del
personaje, pues Avellaneda lo denigra con el asesinato. Lo importante para la tesis de este
ensayo es destacar que hay un paralelismo significativo entre la vida de Pasamonte y la Novela de
Avellaneda, por lo que es plausible aceptar la tesis de Martin de Riquer de que este fue el autor
del Quijote apócrifo.
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  No obstante, la tesis de Riquer tiene sus debilidades, pues Pasamonte, no era un literato, hay en
su novela una parodia de tres capítulos del Buscón de Quevedo, de acuerdo a la tesis presentada
por Marcela Ochoa Pernoz, quien los identifica como el capítulo, XXII, XXV y el XXXVII del
Quijote Apócrifo. Lo importante aquí es destacar que Avellaneda, postula una teoría de la
literatura, donde defiende a Lope de Vega, y su visión del mundo es acorde con las necesidades
de la inquisición, por lo que es probable que Pasamonte recibiera ayuda de un corrector
interesado. La tesis de Riquer también tiene sus fortalezas, las cuales provienen del mismo
Cervantes quien asegura en cuatro ocasiones que Avellaneda era aragonés como Ginés de
Pasamonte. (II, 59; 471).12 (II, 59; 472) (II, 61; 477). Y en el capítulo 70 uno de (II, 70; 496–97).



 Lo que si queda claro es que el autor del prólogo desata un virulento ataque personal contra
Cervantes. También pudo ocurrir que Lope de Vega haya hecho el prólogo o corregido el texto de
Pasamonte, pero esto ya son conjeturas. Lo que sí es un enigma es saber cómo Pasamonte puede
parodiar al Buscón de Quevedo, si este libro no había sido publicado todavía.

Lo importante aquí es que Avellaneda elabora su historia para oponerse a la noción de la
literatura que hay en el Quijote de Cervantes. Por eso la obra de Avellaneda es diferente a su vez
de otras continuaciones del Quijote como Las nuevas aventuras de Don Quijote de la Mancha De
Alain Rene Lassage o la Historia del admirable don Quijote de la Mancha del escritor
francés, Robert Challe, escritas en la época de Cervantes. La intención de la obra de Avellaneda es
la de oponer otra visión de la literatura, tergiversando los valores del ingenioso hidalgo de
Cervantes.

Tenemos entonces que Cervantes, no solo cuestiona a las novelas de caballerías, sino a todos los
géneros literarios de su época, por no establecer una relación entre la conciencia del lector y la
realidad. En El Quijote Cervantes reutiliza todos los géneros literarios de su época para ponerlos
en relación con el contraste entre el texto y la historia; la verdad oculta tras las apariencias
contrarias, lo que permite a los personajes recuperar su dignidad. Por eso decimos que El
Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, es en sí mismo, una literatura.

Por eso una de las lecciones de Cervantes es que la función de la literatura, ya no es ofrecernos la
imagen ideal de la realidad como una doble moral del mundo, como ocurre en las novelas de
caballerías, sino la visión crítica del hombre y de su tiempo; por eso el Quijote es una novela
enciclopédica, que parodia a todos los géneros literarios vigentes en su época para proponer un
nuevo modelo de literatura.

¿Por qué era necesaria la crítica del discreto entendimiento?

 Uno debe preguntarse cómo se podía criticar el orden social si hay 30 mil inspectores del Santo
Oficio dispuestos a preguntarte ¿Te corto o te quemo? La única forma era que su texto aludiera a
la verdad de forma indirecta, por medio del discreto entendimiento. Según el Manual del
Inquisidor, de Nicolau Eimeric, no hay que temer que el acusado muera por efecto de la tortura,
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pues la finalidad del proceso y condena no era salvar el alma del acusado, sino procurar el bien
público y aterrorizar al pueblo (p 151), de tal manera que la única crítica posible era la crítica que
producía la lectura de una novela cifrada, que le exigía al lector, el discreto entendimiento para
comprender las contradicciones de su sociedad en la parodia, la sátira, la ironía y el doble sentido
oculto en las aventuras del Ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha.

 El ideal estético del discreto entendimiento era descubrir la verdad, este ideal también lo asume
Góngora, pero él no recurrió a la ironía cervantina, sino a la oscuridad conceptual “Como el fin del
entendimiento es hacer presa en verdades”, dice Góngora, esta se logra “obligando a la
especulación por la obscuridad.” De tal manera que el discreto entendimiento se debe ahora a la
interpretación del lector, de esta manera Góngora subvierte la referencialidad del lenguaje como
acto del poder para convertirlo en acto de la imaginación. Góngora, al igual que Cervantes, cree
que el entendimiento debe hacer presa en verdades.

         Estos criterios no solo estaban en el Viaje al Parnaso, como vimos anteriormente, sino en
varias obras anteriores al Quijote. La crítica que Cervantes hace a los escritores de su tiempo se
basa en la falta de ingenio para producir el entendimiento de la realidad, a través de sus obras
literarias. En El licenciado Vidriera Cervantes critica a los poetas que desean agradar al poder o a
los que tienen una retórica gastada y superficial llena de lugares comunes, sin producir conciencia
de la realidad. En La ilustre fregona cuestiona a los quienes dirigen sus críticas contra el pueblo o
se burlan de él “trovador de judas que pulgas te coman los ojos”. En el Quijote Cervantes escribe
que el escritor no debe tratar de truhanes e ignorantes al vulgo, ni criticarlos en términos
personales, porque la poesía no está en las manos, sino en el entendimiento. Esto lo decía contra
los que se burlaban de los pies, las narices o la calvicie de las personas y se olvidaban de criticar las
transgresiones del poder o las limitaciones de la condición humana. Por eso Quevedo en el Chitón
de tarabillas, lo acusa de tirar la piedra y esconder la mano, no solo porque era manco, sino por la
crítica producida por la verdad que surge del doble sentido y la ironía de sus obras.

         Diremos entonces que Cervantes le pide a su lector que lea la novela guiado por los tres
valores del discreto entendimiento, a los que alude de forma reiterada en sus obras y en diversos
contextos del Quijote, mientras avanza la lectura. El primero es la relación entre la novela y la
historia; el segundo es la búsqueda de la verdad en medio de las apariencias contrarias; y el
tercero es la defensa de la dignidad como principal valor de la condición humana. Analicemos el
Quijote a partir de estas tres perspectivas.
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        III La historia madre de la verdad
Entre 1520 y 1648, época en la que se gestó y publicó la primera y segunda parte del Quijote, el
centro dinámico de la historia en Europa es el desastre producido por las guerras religiosas; ya
sea entre los enemigos de la fe o entre facciones contrarias, dentro del cristianismo. Durante ese
periodo surge una tercera fuerza, que busca unificar al cristianismo por medio de valores
ecuménicos como la verdad, la dignidad, el amor, el honor, la justicia. Regidos por estos principios,
intelectuales como Erasmo de Rótterdam y Giordano Bruno imaginaban una República Católica
Ecuménica y Universal, que debía producir una renovación del cristianismo. Lo ecuménico se debe
a que estos valores básicos deben ser usados para unificar el cristianismo. Dicho sea de paso,
estos son los valores que defiende el Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha en la novela
de Cervantes.

La principal acusación contra los católicos y los protestantes era que ninguno tenía la verdad.
El ensayista Inglés Miguel de Montaigne, dice que la arrogancia de ambos grupos era la nodriza de
la opinión falsa. (citado por Paul Johnson en la Historia del Cristianismo op. cit p 435) Apegarse a
la verdad y a la tolerancia eran valores ecuménicos originarios del catolicismo como una forma del
cristianismo. “Nuestra religión ha sido creada para extirpar los vicios y de hecho los protege, los
promueve y los incita”. “Una religión no puede constreñir a otra, pues la religión debe ser acogida
con libertad, no por la fuerza”, decía Tertuliano, uno de los padres de la Iglesia Católica.
Paradójicamente, la humanidad tuvo que esperar hasta la Revolución francesa para que este ideal
católico fuese una realidad impuesta por los no creyentes.

Las luchas por estos valores la habían iniciado los comuneros, grupos de campesinos que
protagonizaron en la Edad Media, una insurrección en nombre del cristianismo verdadero; decían
que los reyes habían tergiversado La Epístola de San Pablo a los Efesios cuando dice: Siervos,
servid a vuestros amos, como a Cristo. Ellos aducían que tenían el original de esta carta, la cual
decía no servir a los amos sino a Cristo. Esta sospecha de tergiversación de los evangelios obliga a
los intelectuales a realizar sus propias traducciones para verificar si no existían versiones
interesadas de los textos religiosos, como denunciaban los comuneros. Erasmo de Rotterdam
traduce del griego su propia versión del Nuevo Testamento y postula la tesis de que el hombre
solo se salva por la verdad, tal como postula Cervantes en el Quijote. No obstante, traducir los
textos religiosos fue prohibido por el Concilio de Trento ( en 1545 y el 1563), Concilio donde se
crea la Inquisición, se prohíbe la publicación y tenencia de libros, sino están autorizados por la
iglesia; se crea además un índice de libros prohibidos, y se abrogan el derecho de interpretar los
textos religiosos, entre otras cosas, representadas en el Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La
Mancha de Cervantes.

               Veamos lo que dice el Concilio “ Decreta además, con el fin de contener los ingenios
insolentes, que ninguno fiado en su propia sabiduría, se atreva a interpretar la misma sagrada Escritura en
cosas pertenecientes a la fe, y a las costumbres que miran a la propagación de la doctrina cristiana,
violentando la sagrada Escritura para apoyar sus dictámenes, contra el sentido que le ha dado y da la santa
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madre Iglesia, a la que privativamente toca determinar el verdadero sentido, e interpretación de las sagradas
letras”

   En los 128 años de guerra religiosa, escribe Paul Johnson en la Historia del Cristianismo, solo
podía tolerarse una sociedad unitaria y quienes no se ajustaban a la norma debían ser
aterrorizados expulsados o muertos (p 412). En esta guerra la primera baja de los valores cristianos
fue la verdad. La Inquisición se financiaba con las confesiones bajo tortura, las confiscaciones de
bienes y la venta de cargos de espías, por lo que la indagación es sustituida por la tortura y la
verdad, por la confesión. El Santo Oficio se adueñaba de las propiedades de los condenados y los
inquisidores recibían un pago adicional por cada uno de los confesos, por eso la verdad estorbaba
y era necesaria la tortura. Incluso el V Concilio de Letrán ( 1571) les permitió acusar de herejes a
los muertos, para expropiar la herencia de sus hijos. Tenemos entonces que en La España de
Cervantes, ni siquiera los muertos estaban a salvo. Por eso en la primera parte del ingenioso
Hidalgo Don Quijote de la Mancha, los personajes se salvan por la verdad, la cual se encuentra al
superar las apariencias contrarias. En el contexto de la realidad, la verdad había perdido valor,
pero en la novela es el principio rector de la lectura.

La segunda baja de la guerra fue la libertad. Rodrigo Manrique en la época de Cervantes escribe
que en España no puede producirse ninguna forma de cultura sin hacerse sospechoso de herejía,
error o judaísmo. En España de Cervantes hay algunos ejemplos polémicos, pero sensibles que
ilustran al lector sobre la pérdida de la libertad. En 1559 la Inquisición capturó a Bartolomé de
Carranza, arzobispo de Toledo y lo mantuvo en las mazmorras hasta su muerte. Una delegación
Papal que intercedió a su favor concluyó que los defensores de la libertad y la justicia consideran
que es mejor que un inocente sea condenado a que la Inquisición sea avergonzada (Paul Johnson
op cit. 415)

         Por eso el Quijote le dice a Sancho, que la libertad es uno de los más preciados bienes que
tiene el hombre y cuando en una noche oscura se topan con un muro, el Quijote exclama: “Tened
cuidado Sancho que con la Iglesia hemos topado.” El segundo ejemplo relevante sobre la pérdida
de la libertad es el que nos da el historiador Carlos Ratti, quien nos recuerda que Felipe II
encarceló a su hijo Don Carlos de por vida porque quería tener un reino en Flandes. Para lograrlo
lo declaran loco y lo encierran en las mazmorras hasta su muerte (Carlos Ratti, Felipe II Rey de
España, Madrid 1927) En cambio Evaristo de San Miguel, en Historia de Felipe II Rey de España,
Barcelona, 1868, Asegura sin evidencias que el Príncipe Carlos fue asesinado, pues hubo una
asignación torcida al remedio que se le recetó. Es una lástima que sea demasiado tarde para
verificar esta aseveración.

El tercer ejemplo sobre la pérdida de la libertad en España nos lo da Louis de Bertrand en su libro
Felipe II, Madrid 1931. Según el autor El rey, para encubrir el asesinato de Juan de Escobedo,
secretario personal de Don Juan de Austria, Hijo de Carlos V y hermanastro del Rey Felipe II, quien
alcanzó fama por ser quien dirigió la coalición armada contra los Turcos en la batalla de Lepanto,
por lo que fue nombrado por su hermanastro Felipe II, gobernador de los Países Bajos con el
objeto de ganar la guerra de Flandes.
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 Durante esta etapa Escobedo reunió pruebas de los negocios ilícitos y apoyo a los rebeldes
flamencos realizado por Antonio Pérez y Ana de Mendoza de la Cerda, princesa de Éboli; por lo
que temiendo éste ser denunciado, ordenó su asesinato, de Escobedo el 31 de marzo de 1578.
Posteriormente se ha llegado a involucrar al propio rey, en el asunto y se especula que para
encubrir su participación se encarcela a Ana de Mendoza, para tenerla como rehén de tal manera
que Antonio Pérez no involucrase al Rey en esta sórdida intriga. Oreas fuentes aseguran que Doña
Ana se vio involucrada y en 1579, el rey la mandó encarcelar, al igual que a Antonio Pérez, pero él escapó y
ella acabó sus días confinada en la villa de Pastrana perdiendo incluso la tutoría de sus hijos. De esta
manera Felipe II  encierra a Ana de Mendoza, dice Bertrand, una de las mujeres más ricas de
España, hasta el fin de sus días en el castillo de pastrana (p 20) bajo la sospecha de que lo hace
´para para encubrir sus propios crímenes. En este contexto histórico adquiere sentido el discurso
de la edad dorada donde El Ingenioso Hidalgo, don Quijote dice: “En la edad dorada la justicia
estaba en sus propios términos. Sin que osasen turbar ni ofender los del favor y los de los intereses
que tanto ahora la menoscaban, turban y persiguen. La ley del encaje (de las sentencias
arbitrarias) no se había sentado en el entendimiento del juez.

  La libertad y la justicia En la España de Cervantes también se perdieron porque el Estado
necesitaba culpables para reclutar mano esclava para la fortificación de las obras del Rey. Por eso
en la España de Cervantes la libertad no era un derecho, sino un privilegio. Nunca fue tan crecida
en España la necesidad de Galeotes, dice Fernando Cadalso en su estudio Instituciones jurídicas
del Siglo XVI, pues pagaban carcelaje para incrementar las rentas del Estado. Estar preso no era
un problema de la justicia, sino una necesidad del poder. Gregorio Marañón, en su libro Vida e
Historia (Madrid – España, Espasa Calpe 1955), nos dice que en 1530 Carlos V decretó pena de
galera para los criminales y que posteriormente “se cazaba por los pueblos y los caminos a
quienes no tenían trabajo y a los pobres gitanos para llevarlos a las galeras” (p 108.)

Esto lo hace evidente Cervantes en el capítulo de los galeotes. Cuando el condenado a las galeras
le dice al Quijote que su compañero va preso por canario, es decir por músico y cantor ¿Pues
cómo? Replicó Don Quijote ¿Por músicos y cantores van también a las galeras? -Sí señor respondió
el galeote que no hay peor cosa que cantar en el ansia. Antes he oído yo decir, dijo el Quijote, que
quien canta sus males, espanta. - Acá es al revés dijo el galeote- quien canta una vez, llora toda la
vida. –No, lo entiendo- dijo don Quijote, mas, uno de las guardas le dijo: Señor caballero cantar en
el ansia se dice entre esta gente non sancta, confesar en el tormento. A este pecador le dieron
tormento y confesó su delito que era ser cuatrero, que es ser ladrón de bestias y por haber
confesado le condenaron por seis años a las galeras, amén de los doscientos azotes que ya lleva
en las espaldas y va siempre pensativo y triste porque los demás ladrones que allí quedan y aquí
van le maltratan y aniquilan, y escarnecen y tienen en poco, porque confesó y no tuvo ánimos de
decir nones. Porque dicen ellos que tantas letras tiene un no como un sí y que harta ventura tiene
un delincuente, que está en su lengua, su vida o su muerte y no en la de testigos y probanzas y
para mí tengo que no van muy fuera del camino y yo lo entiendo así le respondió el Quijote.
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Cervantes ha dicho que don Quijote desvaría en lo tocante a los libros de caballerías, pero que en
lo demás no se equivoca. Esta afirmación la podemos confirmar cuando el Quijote después de oír
los motivos del cautiverio de los prisioneros concluye que es una gran injusticia su pena y por eso
arremete contra los guardas y esto facilita la huida de los prisioneros. Este es el delito por el cual la
Inquisición apresa a don Quijote y se lo llevan enjaulado a su casa.

Sucede entonces que la sinrazón del loco denuncia la injusticia como la locura del poder, en una
época donde no hay justicia y la verdad ha sido sustituida por la confesión; la investigación de los
hechos, por la tortura. De esta manera El Quijote defiende la verdad, la justicia y la libertad del
humanismo cristiano, lo que en la vida real no solo es un acto de locura, sino una tragedia social.
Tenemos entonces que todas las escenas del Quijote son parodia de la realidad, y esto lo debía
descubrir el discreto entendimiento del lector.

      Otro de los valores que perdió el cristianismo en las guerras religiosas fue virtud, baja
producida por la ambigüedad moral. Por ejemplo, en la época de Cervantes, según los Jesuitas el
código moral podía quedar en suspenso cuando estaban en juego los intereses católicos. Esta es la
moral del poder. Esto no era nuevo. El padre Bartolomé de las Casas dice que la “projimidad” les
valió madre a los españoles durante la conquista, porque para ellos el indio no era el prójimo. Un
teólogo jesuita Herman Busembaum en su libro Medula tehología moralis en 1650 escribió quia
cun finisest licitus etiam media sunt licita. El fin es el que hace lícito los medios. El teólogo Antonio
Escobar Y Mendoza. En Theologia moralis vigenti , impreso en Lyon en 1663 escribe finis enim
dat espicificationes actibus et ex bono vel malo fine boni vel mali redduntur “ el fin es lo que hace
a las acciones buenas o malas” que la pureza de la intención puede justificar actos contrarios al
código moral y la ley humana. ( citados por Fernando Ortiz en el más destacado ensayo de la
cultura hispanoamericana colonial Historia Cubana de una lucha contra el demonio, La Habana,
Cuba, Editorial ciencias sociales 1975 )

 Lo singular es que estos libelos morales fueron escritos en la época de Cervantes, por tanto es
plausible considerar que la respuesta de Cervantes en el Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la
Mancha, a esta moral falsaria y oportunista, fuese la siguiente: «mis intenciones siempre las
enderezo a buenos fines», dice Don Quijote (III, 391, 2-3) Paradójicamente esta tergiversación
moral del Cristianismo del siglo XVI, sigue vigente, en cuanto a las necesidades del poder.
La usaron los dictadores latinoamericanos, para asesinar en nombre de la libertad y el capitalismo;
la usan los aparatos de seguridad del Estado, para espiar al ciudadano en nombre de la
democracia; las usó Mister Busch en nombre de la guerra contra el terrorismo; la usan las
bandas criminales, en nombre de sus intereses y los medios de comunicación, en nombre de la
libertad de expresión.

        Esta es la lógica fanática de la fe instituida por el Concilio de Trento: Si mi padre fuera
hereje, yo juntaría leña para quemarlo, dijo el Papa Pablo IV. La locura de los teólogos, dice
Erasmo de Róterdam, es aterrorizar a aquellos que no le son propicios. De esta manera la sociedad
española vivía una doble moral instituida por las necesidades políticas del poder, también existía
la Bula de la Santa Cruzada, por medio de la cual el ciudadano podía pagar por sus pecados; de
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esta manera, la iglesia vendía tranquilidad de conciencia. Incluso las mujeres, que tenían
relaciones sexuales sin casarse, tenían que pagar un impuesto a la iglesia, para no ser consideradas
prostitutas; en otras palabras, compraban la virtud. En realidad, solo la sospecha de que una mujer
haya perdido el velo de su honra, era óbice para que fuese condenada al exilio en las Indias. Uno
de los personajes del Quijote huye de su pueblo porque se sospecha que su hija perdió la
virginidad, en manos de un soldado oportunista que la abandonó. ¿Por qué huye el hombre? Por
temor a que fuese enviado a las galeras, porque su hija estaba bajo sospecha de no ser virgen.
En aquella época intolerante, los portugueses enviaban a las mujeres nom santas a Angola a
blanquear la población; los ingleses, las enviaban a Jamaica, a blanquear la población, y los
españoles las enviaban a Panamá, a blanquear la población, lo cual fue sin lugar a dudas, una
tarea titánica, que no cumplieron a cabalidad.

Poe eso el velo de la honra es uno de los temas tratados en del Quijote de Cervantes. Por eso la
virtud es uno de los principios cristianos que defiende Cervantes en El Quijote y en las Novelas
Ejemplares como La Española Inglesa o La Gitanilla. Para el autor de El Quijote la fe estaba
enajenada, y para restaurarla, imaginó a un Quijote, solo y viejo, sin más auxilio que un escudero
reacio y un jamelgo escuálido, que hace Caballero Andante y va por toda España deshaciendo
entuertos, para defender los verdaderos valores de la fe cristiana, entre defendiendo, la honra y
la dignidad de las mujeres. Por eso cuestiona a Sancho y lucha contra el cabrero, para defender la
dignidad de las mujeres. Si observamos bien, todas las mujeres que aparecen en la primera y
segunda parte de El Ingenioso Hidalgo don Quijote de la mancha, recuperan su dignidad.

 Cito un solo caso relevante: el de la hija de Doña Rodríguez. La cual fue embarazada y
abandonada. El Duque quiere ridiculizar al Quijote e inventa un duelo con el lacayo francés
Tosilos, quien asume la personalidad del ofensor de la dama y disfrazado bajo una reluciente
armadura convoca al andante a un duelo paródico para defender la honra de la mujer. La
condición es que si pierde, el ofensor debe casarse, pero si gana, queda libre del compromiso.
En el fondo los malvados duques quieren que el francés muela a palos al Don Quijote, y la honra
de la dama quede mancillada, pero en medio de la bufonada, el francés descubre la belleza de la
ofendida y decide no combatir para casarse con la mujer embarazada. Convirtiendo la escena en
una de las grandes victorias de don Quijote, quien defiende con éxito, la dignidad de la mujer
como uno de los valores ecuménicos del cristianismo, por los cuales luchaba la tercera fuerza, la
cual buscaba la paz entre protestantes y católicos.

“La tercera fuerza del cristianismo, dice Paul Johnson en La Historia del Cristianismo, necesitaba
un defensor real, la figura carismática y catalítica que desencadenaría personalmente el proceso
promotor de la Edad de oro. (p 434). Pero esto no sucede en la historia real, porque Enrique de
Borbón, Enrique IV de Francia y tercero de Navarra, uno de los reyes que tenía la posibilidad de
hacerlo, porque había decretado la reconciliación de las religiones con el edicto de Nantes, fue
asesinado por los Jesuitas. El 14 de mayo de 1610 el jesuita fanático François Ravaillac le propinó
tres jesuíticas puñaladas, que lo enviaron al más allá de los jesuitas.
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Litografía de la época que representa el asesinado de Enrique IV.

 El buen rey, bautizado como católico, educado como calvinista, se convirtió al catolicismo para
acceder a la corona de Francia, porque París bien vale una misa. Durante su reinado terminó con
las guerras religiosas, prohibió la venganza y la retaliación religiosa, además se preocupó por el
bienestar del pueblo. Por eso fue asesinado por los Jesuitas. En contraste con la historia,
Cervantes crea un defensor de la edad de oro promulgada por el cristianismo ecuménico, con el
Quijote, produciendo así la antítesis entre la novela y la historia.

 En el discurso de las armas y las letras el Quijote hace evidente el fracaso del ideal ante la historia:
“me pesa de haber tomado este ejercicio de caballero andante en edad tan detestable como en
esta en que ahora vivimos.” Lo mismo sucede en la segunda parte cuando tres campesinas han
decido vivir de acuerdo a la edad de oro, por lo que don Quijote sale a los caminos a defender el
ideal, pero es aplastado por una piara de puercos y una manada de toros de lidia como imagen del
poder de la realidad ante los ideales, y como todos los capítulos de la segunda parte, son un
proceso de recuperación de la razón, El Ingenioso Hidalgo llega a la conclusión de que no fracasan
los ideales, sino los medios con los que trató de imponerlos.

La aventura de los molinos de viento, el epítome de la locura de don Quijote en la primera parte, y
el emblema más recordado de su obra, sobre todo por los que no han leído al Quijote, también se
rige por el código de las apariencias contrarias. En la España de Felipe II la producción agrícola
fracasa y el Estado cae en una profunda crisis económica, la cual llevó al rey a declararse en
bancarrota, y para enfrentar la crisis, se crea un sistema de molinos de vientos donde se
almacenan, procesan y distribuyen cereales. El Quijote se topa con ellos y los ve como monstruos.
Los molinos de viento eran el símbolo del mal en la Divina Comedia. Lucifer tiene alas como aspas
de molinos de viento, tal como los percibe el Caballero Andante.

        Pero ¿Qué sucedió en España con los molinos de viento para que el Quijote los viese
como si fueran demonios? La respuesta es sencilla. Fueron el foco de infección de la peste que
asoló España entre 1596 y 1602; azotó con gran virulencia las zonas centrales de Castilla.
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         Esta peste, según A. Thompson, en España en los tiempos del Quijote (p 166), “supuso la
crisis de mortalidad más intensa de la que se tiene constancia en España”, pues terminó con la
tercera parte de la población. Entonces la analogía de Cervantes en el Ingenioso Hidalgo tiene un
fundamento en la realidad, como todo el texto del Quijote, porque los molinos de viento sí eran
monstruos devoradores de hombres, tal como los veía el Quijote. Y es gran servicio a Dios quitar
tan mala simiente sobre la faz de la tierra, le dice el Quijote a Sancho. La mala simiente de los
molinos fue la que contagió a los españoles con la peste.

         Por eso después del estropicio, el Quijote ve molinos de viento donde hay molinos de
viento. Porque la experiencia revierte la imagen, espejo de su locura, los molinos de vientos son en
realidad los monstruos que devoraron la tercera parte de la población española. De esta manera
Cervantes equipara la locura del Quijote con la locura de la sociedad, para criticar la mala decisión
del rey de usar molinos de vientos para suplir la falta de cosecha, lo cual generó la peste. ¿Quién
es el loco entonces? Esta es otra de las formas de las apariencias contrarias, que debía reconocer
el lector.




imagen de Gustavo Dore 1
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Otro tema que se presenta como antítesis entre la novela y la historia, es el tema de la guerra. Don
Quijote en la aventura de los rebaños confunde carneros con ejércitos y los describe con signos
que identifican a los que beben en el olifero betis (los andaluces); los que beben del licor del tajo
(los toledanos); los que gozan las aguas del divino Genil (los granadinos); los que alegran los
jerezanos campos (los de Jerez ); los manchegos coronados de ricas espigas (los de La Mancha); los
de sangre goda (León Asturias y Santander); los que en Pisuerga se bañan (los vallisoletanos).
Si buscamos la relación con la historia, veremos que eran las comunidades en las que reclutaban
soldados del ejército español, como nos indica el historiador José María de Mena (Así fue el
Imperio Español. Plaza Janes Editores Madrid 1991) La tercera parte de los soldados proceden de
Cataluña y Aragón, otra parte de Castilla, y otra de Andalucía y Extremadura (p.122). De tal
manera que Los borregos que ve el Quijote provienen de los lugares donde España reclutaba a sus
soldados. Por lo que la analogía se vincula con la realidad.

         Tenemos entonces, que cuando el Quijote ve ejércitos cuando hay rebaños, de acuerdo a
la teoría del discreto entendimiento sobre las apariencias contrarias, realiza una clara alusión a los
soldados españoles llevados como borregos a la guerra. Esta analogía también la utiliza Quevedo
cuando los llama lanudos. El historiador José María de Mena nos dice que en la guerra de Flandes,
en una sola batalla, 20 mil soldados españoles fueron degollados como borregos.

No olvidemos que el hermano de Cervantes, Rodrigo, muere en la batalla de las Dunas, en 1600,
en la guerra de Flandes; cinco años después su hermano publica una novela donde el Oidor busca
a un hermano que cree muerto en la guerra, pero lo encuentra en la venta como cautivo de la
mujer que ama. El encuentro de los hermanos es una proyección del deseo de Cervantes de
encontrar a su hermano perdido en la guerra. ¿Otra forma de las apariencias contrarias? Por lo
que el soldado de Lepanto escribe una novela donde don Quijote parodia a Felipe II quien se
presentaba como el representante de las armas y de las letras. John Elliott, en su ensayo La
Monarquía Hispana en el reinado de Felipe II, dice que Felipe II se presentaba como un monarca
cuyo estilo de gobierno suponía la perfecta unión de las armas y las letras (España en los tiempos
del Quijote. p 51).

Otro factor que hace evidente la ironía de Cervantes es lo relacionado con los Duques. En la
historia real Felipe III le entrega el gobierno de España al Duque de Lerma; Felipe IV, al conde
Duque de Olivares, mientras en la novela los duques le entregan el gobierno de la ínsula de
Barataria a Sancho. Los valores de la historia están al revés. Los duques representan en la novela el
poder de la corona como sucede en la realidad. Gregorio Marañón en su Biografía del Conde
Duque de Olivares, dice que el Conde le explicaba al rey Felipe IV los problemas sociales de España
por medio de comedias y representaciones teatrales, tal como hicieron los duques en la novela
para reiterar la insania del Quijote. ¿Estaba loco el rey? “La mesma comedia, con la que quiero,
Sancho que estés bien, teniéndola en tu gracia y por el mismo consiguiente a los que las
representan y a los que las componen porque todos son instrumentos para hacer un gran bien a la
república,( …) pero Sancho le responde “Nunca los cetros y coronas de los emperadores farsantes,
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respondió Sancho Panza fueron de oro puro, sino de oropel o de hoja de lata, así es verdad replicó
Don Quijote “ ( II , 12 ) Resulta que la verdad resultante del diálogo es que la comedia no es más
que la patética realidad del poder.

     De esta manera Cervantes equipara la comedia a la realidad para relacionar el texto con la
historia; pero en la novela sucede al contrario de lo que hace el Conde Duque de Olivares, usar la
comedia para ocultarle la realidad al monarca español. Cervantes recurre a la comedia para
mostrarle la precariedad del poder al lector.

     En el palacio de los duques se desprenden muchos aspectos de las apariencias
contrarias en plan divertido. Don Quijote no se da cuenta de que las damas barbudas (IV,
8, 22-24), son en realidad hombres, que el caballo que se mueve tan suavemente que
parece que no se mueva, no se mueve (IV, 39, 1-4; IV, 70, 5-7) Esto lo lleva al contraste
básico de la secuencia más importante de la segunda parte, la aventura con los Duques,
que a pesar de sus apariencias viven de engaños y préstamos.

     Los Duques montan un escenario imaginario para burlarse del Quijote. Pero en
realidad ellos se auto denigran porque no logran sus objetivos, porque Tosilos y Don
Quijote no se contra matan a palos porque el francés, decide casarse con la mujer
embarazada, para beneficio de doña Rodríguez y su hija, a quienes paradójicamente, el
caballero andante, objeto de la burla, les ha restituido el honor. No obstante el texto nos
remite a la realidad, pero por medio del contraste, entre los que es y lo que debe ser con
relación al poder.

        Cervantes se burla de este ideal varias veces en el Quijote. Recordemos que cuando
Sancho asume el gobierno de la Isla de Barataria lo hace vestido en parte de letrado y en parte de
capitán. Esta imagen del escudero ejerciendo el poder contrastaba con la realidad, ya que en
España había más de 100 mil esclavos domésticos, lacayos o pajes como Sancho (Bernard Vicente,
op cit p 293). Los galeotes y los trabajadores de las minas de Almaden y Guadalcanal . Pero
también fue la forma en que Felipe II asumió el poder, en España.

         En el Quijote encontramos la historia de un niño llamado Andrés a quien Juan Haldudo, el
rico habitante de Quintanar, esclaviza: “De qué obras es hijo pues me niega mi soldada y mi sudor
y trabajo. El discurso de las armas y las letras del Quijote interpreta la relación entre las armas y
las letras de forma distinta a Felipe II. Diferencia las armas de la guerra y postula que la única
guerra justificada es la para defender la fe, no la guerra entre cristianos. De tal manera que el
Quijote no defiende las armas cuando no están al servicio de los valores ideales del cristianismo
como lo fueron en Lepanto, tal como se desprende de la historia del cautivo, Ruy Pérez de Viedma,
uno de los dobles de Cervantes en la novela. Por eso el Quijote defiende las armas y no la guerra.
Esta distinción es importante porque España está sumida en una guerra religiosa desde 1520 hasta
1648.

El contraste entre la novela y la historia es evidente, cuando don Quijote le dice a Sancho en la
aventura del Yelmo de Membrino, Nunca acostumbro yo a despojar a los que venzo, esto es lo
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contrario a lo que sucede en la guerra, pues los soldados españoles, dice el historiador José María
de Mena, podían darse al saqueo de las ciudades para procurarse la paga. Al final el Oidor paga el
yelmo al barbero y las botijas de vino al ventero. Este era uno de los argumentos de Felipe II
usados para justificar la guerra. En la novela es significativa la discusión de si el yelmo del barbero
era de oro o de hierro, esta es una parodia a la búsqueda que realiza Felipe II contratando
alquimistas para convertir el hierro en oro, para poder financiar la guerra el Flandes, nos dice
Francisco Gómez Marín en su obra Felipe II y la Alquimia. En cuanto al bálsamo de Fierabrás, se
parodia al Duque de Lerma, quien por medio de un decreto pretende llevar de la pobreza a la
riqueza a todos los españoles. Lo mismo ocurre con la fiera batalla de don Quijote contra los
cueros de vino. El Duque de Lerma en 1604 obliga a las Cortes instaladas en Valencia a subir el
impuesto al vino. Se generan disturbios y los productores prefieren apuñalar los cueros de vino a
pagar el impuesto.

          Otro contraste entre la novela y la historia surge cuando don Quijote le da consejos para
gobernar a Sancho. En realidad Cervantes está burlándose de los consejos escritos por los reyes y
sus representantes para gobernar España. Carlos V le escribe a Felipe II un opúsculo de cómo se
debe gobernar en tiempos de Paz y Felipe II le escribe a su hijo Felipe III un texto con
recomendaciones para gobernar llamado Políticas de Dios y Gobierno de Cristo. Según el consejo
del Quijote, a Sancho este le dice que debe temerle a Dios (Capítulo XLII). Pero en la realidad Felipe
II llenó a España de espías, mazmorras y torturadores para que le temieran al Emperador. Según el
Quijote debe someterse a los hombres a la justicia, según Felipe II someter a la justicia a los
hombres era un problema del poder y no de la justicia. Haz gala Sancho de la humildad de tu
linaje, le dice el Quijote; en cambio el Emperador le dice a su hijo Felipe III que debe reunir en una
persona, la suya la virtud y el mérito de los otros.

        Don Quijote por su parte le pide a Sancho que tome como medio, la virtud. En las
recomendaciones el rey dice a su hijo que la virtud se puede superar de muchas maneras (Saiz
Rodríguez y otros Reivindicación Histórica del Siglo XVI, Madrid España 1928.p 171), (Julián Zarco
Cuevas. Ideales y normas del Gobierno de Felipe II). Cuando Sancho recurre a una receta de
sentencias y refranes para gobernar, está parodiando a Felipe II que gobernaba y hablaba por
medio de sentencias y refranes (Saiz op cit p 175). Por eso el Quijote le dice a Sancho que sesenta
mil satánases te lleven a ti y a tus refranes. Otro de los textos que parodia Cervantes, son las
Instrucciones secretas del Duque de Alba para el Virrey de Nápoles. El Quijote le dice a Sancho, si
algún culpado cae en tu jurisdicción muéstrate piadoso y clemente, en cambio el Duque de Alba
dice al virrey de Nápoles que se deben tener capellanes para ayudar al bien morir a los presos y
condenados.

       En síntesis, por medio de la ironía y la parodia, Cervantes en el Quijote usa la realidad
como analogía de la ficción, como cuando se burla de los consejos usados para gobernar España.
Tenemos así que el contraste entre la novela y la historia es uno de los mecanismos de la ironía de
Cervantes, por eso nos recuerda que la historia es la madre de la verdad.
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Para continuar el contraste entre la novela y la historia, debemos recordar que Felipe III elimina las
instituciones de la justicia mayor vitalicia, que no solo le permitían ser árbitro entre el rey y la
nobleza, sino que funcionaba como amparo de todos los perseguidos y de los sedientos de justicia.
Diego Hurtado de Mendoza, en su Guerra de Granada, escribió que El gobierno del Rey no es
gobierno de justicia sino de tiranía y venganza (John H. Elliott, La Monarquía Hispana en el
gobierno de Felipe II, recopilado en España en los tiempos del Quijote p 53).

Recordemos que el Quijote se vuelve caballero andante por falta de la justicia, mientras en la
España real la justicia queda en manos de bandoleros que roban al rico para dar al pobre, tal
como sucede con Roque Guinar, un bandido catalán, quien es un personaje histórico que aparece
en El Quijote; lo paradójico es que para cuando Cervantes publica la segunda parte de El Quijote,
el bandolero hacía cuatro años que había conseguido una amnistía y se había hecho capitán de
infantería en el reino de Nápoles, porque en España la inmunidad judicial era el mejor aliciente
para el alistamiento, dice AA Thompson en su ensayo La guerra y el soldado (España en los
tiempos del Quijote p194). Podemos añadir que el personaje histórico también está sometido a la
ley del cambio por las apariencias contrarias; por lo que este personaje es un bandido justiciero,
pero también es un capitán defensor de España. Por eso Cervantes lo pone en su novela y de esta
manera inserta la ficción en la realidad.

        Por otra parte, la ruta del caballero andante, que busca restaurar la justicia, pasa por los
lugares donde funcionaron las instituciones de la justicia regional, abolidas por el absolutismo.
Carlos Fuentes nos recuerda que en la España de Cervantes se rompe la tradición pluralista de
Alfonso VI de Castilla que se proclamó emperador de las tres religiones; se expulsan a los moros y
judíos de España. Se eliminan los fueros y privilegios que gozaban las comunas regionales, usados
como arma social para atraer a los españoles, que vivían en territorios controlados por los moros.
Lo cierto es que desde el punto de vista social, en España empezaron a surgir islas políticas,
producto de las sublevaciones populares que declaraban sus territorios libres del poder de la
corona, en particular en el país vasco y Castilla. También surgen islas políticas en los
repartimientos económicos que hacen los nobles. Por eso es significativo que Sancho, un rústico, sí
puede gobernar una ínsula bajo la protección de unos Duques, porque este juego de la ficción era
posible en la realidad, y de hecho se realizaba cuando los nobles, después de comprar el vasallaje
de los pobladores de una región, encargaban a alguno de sus testaferros para administrar el
condado, cobrar impuestos en los municipios o administrar la esclavitud y vender los cargos
públicos. Lo mismo hacia el Rey, encomendaba a un testaferro para gobernar a su nombre. Otra
forma de ínsula política era dada por los territorios que se declaraban independientes del poder
de la corona.

        En la España de Cervantes había 18 duques, 38 marqueses y 43 condes (Bernard Vicent La
sociedad española en la época del Quijote op cit p 290), los cuales ejercían autoridad sobre los
vasallos y obtenían ganancias económicas. Por eso el Duque le decía a Sancho que no hay ningún
género de oficio de estos que no se granjee con alguna suerte de cohecho. Lo cierto es que las
instrucciones del Quijote sobre la justicia, son mejores que la leyes del poder. Entre los cargos que
se vendían estaban el de Hidalgo y el de Conde, por eso Sancho arguye que para ser Conde le
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basta ser cristiano, a lo que el Quijote le replica y aún te sobra, y cuando no lo fueras porque
siendo yo el rey te puedo dar nobleza sin que la compres, ni me sirvas de nada (Capítulo 21 de la I
Parte). Por ende, otorgar el gobierno de la ínsula de Barataria era una parodia del reparto del
poder que realizaba la nobleza en España, lo que implica una crítica a la incapacidad de los reyes
de gobernar por sí mismos, porque los preceptos que el Quijote la de a Sancho para Gobernar, son
mejores que los que da Carlos V a Felipe II y mejores que los que les da Felipe II a su hijo Felipe III.

La parodia de la historia nos indica que Cervantes cuestiona la razón del poder por medio de la
sinrazón del Quijote; de esta forma se defienden los ideales democráticos en una época donde el
absolutismo elimina las instituciones de justicia regional. La Inquisición censura libros, quema
gente, despoja propiedades y autoriza cómo pensar y vivir. En una época, como dice Carlos
Fuentes en su obra Cervantes o La crítica de la lectura, donde los valores democráticos, son
sustituidos por el poder centralista, que sacrifica la justicia al orden; la virtud, al éxito; el diálogo es
sustituido por el monólogo del poder. Es una época donde se sustituyen los procesos judiciales por
la tortura y la verdad, por la confesión. Lo cual es diferente a los juicios guiados por la justicia que
realiza Sancho en El Quijote. La moral y la virtud son sustituidos por la conveniencia; los valores
del cristianismo, por las normas del Concilio de Trento. En esta época, cuando en España ya no
quedan judíos, ni protestantes para perseguir, el rey declara que la brujería es el azote de la raza
humana, lo cual desató la represión de las mujeres. El contraste se da en la novela porque el
Quijote realiza una defensa a la dignidad de las mujeres desde el principio hasta el final.

No olvidemos que solo en Toledo fueron torturados el 32 % de los acusados, entre ellos ancianas
de 90 años y niñas de 13. Al sustituir la investigación por la tortura, se pierde la verdad como
árbitro social; se somete la dignidad a la supervivencia; se sustituyen los confesos, por los
culpables. Por esta razón Cervantes recurre al doble sentido; al disimulo y a la ironía para poner en
contraste el ideal del caballero de la fe con la realidad de España. Podemos representar esta
época de locura con la expresión que usó Luis Vives: Vivimos tiempos muy difíciles en los cuales
no puede uno hablar, ni callar sin peligro.

En otras palabras, las fuerzas democráticas de España están como el Quijote al ser derribado en su
última batalla por el caballero de la Blanca Luna. Vencido sois caballero y aún muerto, sino confías
las condiciones de vuestro desafío. El andante molido y aturdido, sin alzarse la visera como si
hablara dentro de una tumba, con voz debilitada y enferma dijo: Dulcinea del Toboso, es la más
hermosa mujer del mundo y yo el más desdichado caballero de la tierra. Y no es que mi flaqueza
defraude esta verdad. Aprieta caballero la lanza y quítame la vida, pues me has quitado la honra.
Esta respuesta es parecida a la respuesta que le da el moro al cristiano en la Historia del
Abencerraje y de la hermosa Jarifa (1561). Su respuesta también es parecida a la respuesta que le
da el joven Bariato a los romanos, el último sobreviviente en la Numancia de Cervantes. Ellos le
ofrecen libertad y riquezas, pero él prefiere suicidarse debido a la pérdida de su honor.
Recordemos que Séneca decía que el suicidio era el último recurso de la dignidad.

Podemos decir que en la súplica del Quijote hay una verdad social: equipara al pueblo con la
nobleza; también, una verdad humana ¿Acaso el amor no le da sentido a la vida? Verdad que ha
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tratado de demostrar en la primera parte del Quijote. Y una verdad trágica: la precariedad de
toda voluntad del poder. Restaurar estos valores perdidos es lo que anima al caballero de la triste
figura, cuya utopía máxima era la de transformar la vida, cuando la sociedad se refugia en la utopía
mínima, que es sobrevivir.

Los personajes de Don Quijote son los antihéroes derrotados por la historia; son los hombres y
mujeres que protagonizaron la insurrección de los comuneros, los que desean restaurar el
cristianismo fragmentado por el fanatismo de la guerra religiosa. Ellos dialogan en la novela en
busca de la verdad; tratan de restaurar su honor; anhelan la virtud y la justicia a lo largo de la ruta
del andante, que es la ruta donde se encontraban las instituciones de justicia de la España
medieval, clausurada por el absolutismo. Pero el valor estético del Quijote no se queda en la
crítica de la historia, madre de la verdad, porque la aventura quijotesca implica también la
restauración de la dignidad de los personajes como principio vital de la novela. En esta
recuperación de la dignidad, es que se configura el valor estético de la novela de Cervantes.
Por eso el Quijote es algo más que una novela que narra las aventuras de un caballero desquiciado
que anda por España como caballero, enajenado por los libros de caballerías, El Quijote es la
historia de un pueblo en busca de su dignidad.

  De esta manera El Quijote es la crítica de la sociedad por medio de la lectura, es una forma de
recuperar la dignidad por medio de la risa, la parodia y el doble sentido. La novela de Cervantes es
una forma de contra historia. Michel Foucault nos recuerda en su obra Defender la sociedad, que
desde La Edad Media hasta el siglo XVII hay dos cambios en el discurso de la historia. En Roma el
discurso de la historia es para defender la soberanía, el cual evoluciona en defensa del poder.
En la España de Cervantes, en el discurso del poder el enemigo es el hombre de otra fe: el turco,
el judío o el mahometano. En este contexto la literatura de caballerías y la comedia de
entretenimiento, lo que hacían era ser rituales del poder. El Quijote cambia eso, la literatura ya no
es parte de los rituales del poder, es su ruptura en favor de la condición humana. ¿Quién es el
enemigo de clase ahora?, se pregunta Foucault, y responde que el enfermo, el desviado o el loco,
responde (p. 82). Por casualidad, eso fue lo que postuló Erasmo de Rotterdam, uno de los
promotores de la tercera fuerza del cristianismo, cuando describió este cambio en el discurso de la
historia en el Elogio de la Locura. Por eso Cervantes en El Quijote no solo cuestiona el discurso de
la historia, sino que nos describe los valores de la condición humana en el nuevo ciclo de la
historia que se inicia. El enemigo no es el otro, sino la falta de los valores humanos en la sociedad.
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IV Las apariencias contrarias.
Casi al final de la primera parte del Quijote, cuando están en la venta, hay una discusión sobre si la
bacía de latón del barbero es el Yelmo de Membrino o si las jáquimas son de caballo o jumento,
pues ha llegado el barbero, y las reclama. La contraposición entre lo que dice el Quijote y lo que
dice el barbero es en torno a las apariencias contrarias. Los otros personajes que están en la venta
someten a votación la disputa y resulta que según ellos, las cosas son como dice el Quijote,
aunque uno de los personajes le paga al barbero los objetos que le quita el andante. ¿Por qué
ocurre esto? Porque es una clave para el lector que le permite comprender lo que le ha sucedido a
los personajes que pernoctan en la venta; quienes han contado sus historias personales, lo que
conforma gran parte de la primera parte del Quijote, porque la novela no es solo la aventura del
andante, sino la historia de los personajes tipos que conforman el pueblo español. De esta
manera cada personaje, hombre o mujer, en El Quijote es hijo de sus hechos, su linaje y prosapia
no dependen de la genealogía o de su limpieza de sangre, sino de sus actos vitales, por medio de
los cuales son capaces de preservar su dignidad.

Cada uno de los personajes está sometido a la norma de las apariencias contrarias. Por ejemplo
Zoraida, la mujer mora, abandona a su padre y huye con el cautivo, un caballero cristiano, por lo
que en la venta la mujer árabe se presenta como cristiana; pero sobre todo es una mujer que
ama por encima de las diferencias culturales. Este era un tópico de la literatura arábigo española.
Aparece en El Recontamiento de lo que le sucedió a una partida de sabios célibes donde un
anacoreta musulmán se enamora de una mujer cristiana por la cual renuncia a su religión, pero el
apostata arrepentido consigue el perdón y la conversión de la mujer cristiana al Islam. (Ángel
Sánchez Palencia Historia de la literatura Arábigo Española, Editorial Labor, Madrid España, 1928
p 308). Cervantes lo que hace es revertir la tradición, al parodiar la literatura de tradición arábiga,
uno de los pilares de la cultura española.

También tenemos la historia del cautivo, un soldado decepcionado que busca su libertad;
y cuando es prisionero no recibe ayuda de sus amigos, pero sí, de la hija de su enemigo; y en la
venta se hace pasar por cautivo de la mujer que ama para protegerla. Aquí escuchamos la historia
de su hermano, el Oidor, quien tiene que oír la historia de los otros para encontrar su verdad, la
verdad que busca. La verdad deja de ser el producto de su autoridad; su dignidad resurge de la
comprensión de la verdad revelada por el relato de los otros. En otras palabras, el Oidor Juez o
magistrado que en las audiencias del reino oía y sentenciaba las causas y los pleitos, tiene que oír;
el Oidor lleva a su hija Clara, quien tiene un criado de mulas a su cargo, quien la sigue. Ella es a su
vez doncella y es su mujer. El mozo de mulas es el hijo de un señor de alcurnia, quien se disfraza
por amor a la joven. El personaje también está sometido a la dualidad de las apariencias contrarias
al ser un mozo de mulas y ser a la vez, un hombre rico, tal como sucede con todos los personajes
que pernoctan en la venta.
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 Lo significativo de esto es que estas apariencias contrarias están motivadas por los prejuicios
sociales y se resuelven por el amor. El amor es la fuerza que hace cambiar a los hombres y
mujeres; la fuerza que los salva de la vorágine psicológica de la transformación, que los lleva a
superar las apariencias contrarias de los prejuicios para recuperar su dignidad; en la venta se
cuenta la historia de amor entre Maritornes, la hija del ventero, y el arriero, pero ella se
transforma en princesa, a la que el Quijote desea, de tal manera que se ponen en contraste el
deseo carnal del arriero y el deseo sublimado del Quijote por su princesa imaginaria. También está
Dorotea, quien se disfraza de hombre o es la princesa Micomicona; ella es un personaje clave en la
primera parte de la novela porque Cervantes la utiliza para resolver la trama de amores cruzados
entre Dorotea y Fernando; Cardenio y Lucinda, cuyas vidas están desechas por las apariencias
contrarias producidas por los prejuicios sociales. Los cuatro viven sometidos a la ley de las
apariencias contrarias, debido a que creen lo que no es, pero cuando Dorotea descubre la verdad
del amor, todos recuperan su dignidad.

         Tenemos entonces que los hombres y mujeres en la primera parte de Don Quijote
asumen una personalidad que no es la suya; como le sucede al Quijote. La paradoja es que el
Quijote lo hace debido a la lectura de libros de caballerías, pero ellos lo hacen por el peso de los
prejuicios sociales. Finalmente, la fuerza del amor los transforma en lo que son. Tenemos que el
Quijote es la historia del drama humano de su tiempo, el cual se soluciona por el amor; este
resuelve el drama social de las apariencias contrarias que viven los personajes de la novela.

Cuando el Quijote empieza la discusión sobre si se trata del Yelmo de Membrino o de la bacía del
barbero, lo que hace Cervantes es explicar al lector la manera de interpretar las apariencias
contrarias que afectan a los personajes de su novela. Por eso ellos someten a elección el asunto y
gana el Quijote, pues todos han resuelto el drama de las apariencias contrarias, pues llegaron a la
venta siendo lo que no son; ahora son lo que son. Por eso en El Quijote, Cervantes apela a esta
cualidad del discreto entendimiento, pues la verdad se encuentra tras las apariencias contrarias;
sobre todo, la verdad del amor que permite recuperar a todos los personajes su dignidad.

Esta es la gran verdad de la condición humana. Los personajes de Don Quijote tienen que superar,
las apariencias contrarias producidas por los prejuicios sociales por medio del amor. Al ser ellos
mismos superan las limitaciones de la cultura, de la sociedad y sus prejuicios. Solo así pueden ser
personas auténticas que preservan su dignidad por encima del poder protervo de los poderes
políticos que gobiernan la historia. Esta es la gran lección de Cervantes en El ingenioso Hidalgo
Don Quijote de la Mancha. Lección que tiene validez hoy día.

En este contexto, la historia del Curioso impertinente adquiere coherencia dentro de la novela.
En este aspecto hubo una discusión sobre la si era coherente o no, la interpolación de la historia
en la novela. Creemos que esta coherencia se da por dos razones: la primera, porque el cura dice
que la obra es de quien escribió Rinconete y Cortadillo es decir, de Cervantes; la segunda es que la
historia contiene una advertencia sobre las faltas al amor. Este tema es coherente con la trama
que viven los personajes en ese momento; ellos están contando una historia en la que tienen que
resolver un conflicto de amor, y para hacerlo todos recurren a la solución de las apariencias
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contrarias, como fórmula para recuperar su dignidad, lo cual está planteado en el curioso
impertinente.

 Conocer el ejemplo del Curioso impertinente, dado por la tragedia de quien pierde el amor de su
vida por los prejuicios, resuelve el conflicto de los personajes de la novela. La dignidad de las
personas es ahora un valor subrayado por Cervantes porque la defiende dos veces seguidas. La
primera contra Sancho, que ofende a Dorotea al llamarla prostituta. Dorotea interviene para
apaciguar la furia del andante porque asegura que Sancho hizo mención a un dicho, sin intención
de ofender; no obstante este muy contrito, le pide perdón a Don Quijote. El otro caso es la
historia contada por el cabrero, quien tiene a una cabra como su mejor amiga pues desconfía de
las mujeres; y para atestiguar su inquina cuenta la historia de Leandra, quien fue engañada por un
soldado farsante, quien le roba y la abandona en una cueva. Aunque la dama asegura que no ha
perdido la joya más preciada, la que acrisola su virtud, y en la que recae el honor de su padre,
nadie le cree, ni siquiera su padre, que se exilia para volver cuando haya pasado la ola especulativa
sobre la virtud menguada de su hija. El Quijote se enfurece y traba combate contra el cabrero
porque su historia no defiende la dignidad de la mujer. El doble de esta historia en la segunda
parte es la historia de la hija de Doña Rodríguez. Por esta razón decimos que la segunda parte de
El Quijote es espejo de la primera. La primera es el viaje de la locura, Alonso Quijano se
transforma en el Quijote; la segunda es el viaje a la recuperación de la cordura, que termina con
la transfiguración del Quijote, en Alonso Quijano Una vez resuelta la lógica de las apariencias
contrarias en los personajes, aparecen los agentes de la inquisición que buscan al Quijote por
haber liberado a los galeotes y ahora las apariencias contrarias se van hacia lo social.

        Las cuadrillas de la Inquisición no aceptan la verdad que surge de las apariencias
contrarias; no me den a entender a mí cuántos hoy viven en el mundo al revés de que esta no sea
bacía de barbero y esta albarda de asno, dijo uno de ellos. Acto seguido los inquisidores piden
ayuda para meter en prisión a aquel robador y salteador de sendas. El Quijote responde aplicando
la norma de las apariencias contrarias para descubrir la verdad: Venid Acá Gente Soez y mal
nacida. Saltear caminos llamáis al dar libertad a los encadenados, soltar a los presos, socorrer a los
miserables, alzar a los caídos, remediar a los menesterosos.

       Aquí la verdad del Loco redime la sociedad. Frente a la verdad del poder. Al someter los
hechos a las apariencias contrarias Quijote ataca de forma directa a las dos instituciones del poder
más importante de su tiempo, al Emperador y a la Inquisición. Pero ahora el lector está en
capacidad de comprender la loca verdad del andante, al compararla con la injusticia de sus
perseguidores, ya que pueden deducir por medio de las apariencias contrarias, las diferencias que
hay entre ser salteador de caminos o liberador de prisioneros, capturados de forma injusta. Tal
como sucedía en España de su tiempo.

El Quijote apela al estatuto social de los hidalgos para evitar el castigo, pues de acuerdo a las leyes
los hidalgos estaban exentos de cualquier forma de tormento (Georgina Dopico Black España en
Tiempos del Quijote p 25). El sacerdote por su parte apela a la locura, que no estaba codificada
como delito por la inquisición, pero los miembros de la cuadrilla de La Santa Hermandad insisten
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en que lo apresarán 300 veces aunque lo suelten por loco. Finalmente convienen, el cura y el
barbero en armar una farsa para llevarse al andante enjaulado a su aldea vigilado por La Santa
Hermandad. Tenemos entonces que la primera parte del Quijote está sometida al principio de las
apariencias contrarias y solo el amor es el que permite recuperar su dignidad a los personajes al
elegir ser lo que son, aunque para hacerlo simulen ser lo que no son, como Don Quijote de la
Mancha. Esta es la gran paradoja de la novela.
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V ¿Quién es el loco?
Si bien el caballero de la triste figura está loco, por leer libros de caballerías, también lo está la
sociedad debido a la guerra y al fanatismo religioso, por lo que el segundo mecanismo de la
retórica de las apariencias contrarias es contraponer la locura evidente del caballero andante con
la locura oculta de la sociedad. Debemos destacar que en el Manual de Inquisidores, de 1587, del
inquisidor Aragonés Nicolau Eimeric, la definición de hereje parte de aquel que es capaz de elegir
racionalmente un error de la fe que afecta la interpretación de los evangelios, al margen de la
interpretación oficial de la Iglesia católica. En este caso la locura no está dentro de la herejía,
porque el afectado no era capaz de discernir, por eso el cura en la primera parte de El Quijote
intercede por el caballero andante porque estaba loco; y aunque los inquisidores digan que se lo
llevaran preso, aunque lo suelten 300 veces, lo cierto es que el personaje podía darse el lujo de
decir su loca verdad y también como veremos, de contraponer su locura personal con la locura de
la sociedad.

Erasmo de Róterdam escribe en el Elogio de la locura que los insensatos tienen la cualidad
maravillosa de decir la verdad y de ser oída con agrado. Esta es la cualidad del Quijote. En la edad
dorada, dice el Quijote, No había fraude; el engaño, ni la malicia mezclándose con la verdad, como
ocurre en el presente. Las doncellas y la honestidad andaban como tengo dicho por donde quiera
sola y señera, sin temor que la desenvoltura y lascivo intento le menoscabasen. Pero en El Quijote
hay algo más, si lo vemos desde la perspectiva dada por el contraste de las apariencias contrarias.
Tenemos no solo que el loco dice la verdad, sino que su locura evidente se contrasta con la locura
oculta de la sociedad. Por eso los sacerdotes que se enfrentan con el caballero andante padecen
de un tipo de locura denominada por Erasmo de Róterdam el vescovi politicanti, es decir viven
enamorados más de la fastuosidad cortesana que de la simple vida pastoral.

         Otro de los aspectos que son vistos como locura en El Quijote son los relacionados con el
honor. Una de las paradojas de la literatura es que el honor puede defenderse por medios
perversos. En Otelo, de Shakespeare, el moro es el extranjero que ha recuperado su dignidad por
el amor de Desdémona, la rubia patricia de Venecia. Finalmente, debido a las intrigas de Yago,
motivadas por los celos y la creencia de que su esposa se acostó con el moro, lo cual es una
violación contra su honor, esto propicia la venganza. Esta se urde para llevar a Otelo a pensar que
Desdémona lo traiciona con otro; lo cual indica que ha sido violado su honor. Debido a la supuesta
traición, Otelo entra en una vorágine de celos delirantes, asesina a su esposa y luego se suicida.
Yago defiende su honor y Otelo también, pero ambos restauran su honor por medios perversos, lo
cual origina la tragedia. En este aspecto Shakespeare tiene una galería de delincuentes dedicados
a preservar el honor con medios perversos, como Yago en Otelo, Ricardo III, que decide vengarse
por ser contrahecho; Aaron, en Tito Andrógino, y Lachimo, de Cimbelino.

La diferencia es que en Cervantes la violación del honor no solo se genera por la intriga social,
sino que se genera por la iniciativa de la propia persona, que padece de un tipo de locura
denominada estupidez. Este es el caso del Curioso Impertinente, que induce a su mujer a estar
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con otro para probar si ella es fiel. Este es un caso de locura descrita por Erasmo. Loco es aquel
que prostituye a su propia esposa. El otro caso es el de las bodas de Camacho; hay que ser muy
estúpido para casar a tu novia con su antiguo pretendiente, con el cuento de que está por morirse
y quiere heredarle sus bienes.

Cuando se casan, el moribundo se recupera. Tenemos entonces que en la novela de Cervantes los
hombres pierden su honor debido a su propia locura. De esta forma la lanza de Don Quijote
apunta a la locura oculta de la sociedad, como lo son la guerra y la estupidez humana, ¿Quién es el
loco entonces? Podemos decir que las aventuras del Quijote no son más que la reiterada
contraposición entre la locura del Quijote y las formas de la locura social. El inmortal personaje de
Cervantes participa de un tipo particular de locura: la carnavalización de la realidad; de la ironía
producida por la loca verdad disfrazada por la risa y la ambigüedad, la parodia para enfrentar las
sinrazones del poder. Esta es la locura crítica descrita por Erasmo de Rótterdam, en El Elogio de la
locura: la locura como sabiduría de la inadaptación, como dice Carlos Fuentes.

Antes del Quijote Cervantes habla de la cordura loca en un soneto que aparece en La Gitanilla, no
olvidemos que hace énfasis en que el Quijote solamente disparataba en tocándole a la caballería;
y en los demás discursos mostraba tener claro y desenfadado entendimiento” por lo que el
contraste entre la locura del Quijote y la locura de la sociedad es la segunda clave para descifrar la
novela. Veamos otros ejemplos. Cuando el Quijote ataca a unos sacerdotes (capítulo XIX de la
primera parte) que cargan a un muerto en medio de una procesión fúnebre, porque los confunde
con unos encantadores que podían llevar prisionera a una princesa, como en los libros de
caballería. Recordemos que Erasmo de Rotherdam diferencia dos tipos de locura: la locura de la
ilusión; y la locura del género de la estulticia, es decir la estupidez humana: “padecen de estulticia
los que establecen pompas en los funerales y llegan a prescribir cuántas lámparas, cuántos
cantores, cuántas plañideras deben ir en el cortejo, como si los difuntos sintiesen vergüenza que
su cadáver no sea enterrado con magnificencia”. El Quijote sufre la locura de la ilusión, piensa que
los sacerdotes son unos demonios, que algún mal han cometido, y él tiene que vengarlo. Y como
los curas están desarmados son presas del andante. Don Quijote está loco porque ve lo que no es,
pero también lo están los sacerdotes, que piensan que el Quijote es el diablo que viene a quitarles
el muerto. Ellos también ven lo que no es. Cervantes equipara así la ideología religiosa con la
locura de Don Quijote.

Surge ahora, la ironía conceptual. Aquí el Quijote va a deshacer entuertos y deja tuerto al cura, es
decir torcido: va a deshacer agravios y lo que hace es agraviar al cura; ya que golpear a un
sacerdote era el primer agravio contra la fe instituido por el Concilio de Trento. Ambos personajes
dialogan, pero con criterios distintos. El lector tiene que descubrir la verdad debajo de las
apariencias contrarias. El sacerdote dice que el caballero debe ser condenado, pero el Quijote le
recuerda un caso parecido en el Mío Cid, héroe de España, y contrapone las normas del concilio a
los diez mandamientos, porque el sacerdote miente diciendo que es licenciado y defiende su vida,
no por el valor sagrado de su vida misma, sino por sus títulos. Por lo que el diálogo le demuestra
al lector que el Quijote no es el único loco, y esta es la segunda clave de la novela. Cervantes
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ridiculiza a un tipo particular de sacerdote porque el Concilio de Trento promulgaba la formación
de sacerdotes letrados, es decir que fuesen abogados.

Este es el contraste entre lo ideal y lo real. Con esta equiparación de las locuras, Cervantes
describe un mundo de enajenados que se interrelacionan sin reconocerse. Lo mismo es lo que
leemos en El Eclesiastés; allí se promulga que el número de estúpidos es infinito. Cuando el
Quijote llega al palacio Ducal, doña Rodríguez crea una farsa para hacerle creer que su mundo es
real, pero en realidad ella cree en su causa; cree en la redención de la justicia, ya que la justicia se
perdió en la España absolutista. Aquí opera lo que dice Erasmo: las cosas no son solo lo que son,
sino lo que fueron y se desea, que sean. Ella muestra ante el Quijote su alma entristecida, presta
atención a sus palabras y cree que de él puede venirle la justicia, no importa que el combate entre
don Quijote y el criado francés Tosilos sea una bufonada, armado por los Duques para denigrarlo;
lo que importa es que el andante renueve su fe en la misión caballeresca, ya que se cree protector
de viudas y de atribuladas doncellas, que en la España de Cervantes eran abundantes.

Lo patético surge cuando el loco tiene razón, aunque el mundo que le quieren representar sea
teatral. Doña Rodríguez, quien está protegida por el poder ducal, está igual que Don Quijote,
cobijada por su locura, cobijada por su propio desamparo. Pues su hija ha sido ofendida, preñada
y abandonada. Aquí hay una referencia social a Felipe III. Los duques con la bufonada teatral se
proponen engañar al Quijote, que presumen loco, cuando este ya empieza a ver la realidad.
Lo mismo sucede en la historia de España cuando el Duque de Alba, organiza obras de teatro,
bufonadas, como la de Don Quijote para explicarle al Rey de España, que todo iba bien en España.
Lo cual es un indicio de la estulticia del soberano, o una prueba de la estulticia de los mecanismos
del poder usada por los Duques, lo cual justificaban diciendo que el rey estaba encantado, tal
como el Quijote justifica sus fracasos. Que esto valga en el Quijote vale, pero que esto valga en la
realidad política de España, entonces que Dios nos coja confesados ¿Quién es el loco entonces?
Ahora podemos comprender las palabras de Borges “Para Cervantes son antinomias lo real y lo
poético” ; así tenemos que los avatares del caballero andante se reiteran en distintas
circunstancias y con diversas variaciones para producir el contraste entre el poder y el ideal, entre
la locura de un caballero bueno y la locura perversa de la sociedad, ya sea para comprender con la
retórica de la ironía o para compadecernos de quienes padecen un arrebato de locura más cruel y
miserable que la locura quijotesca.

La ironía suprema se da cuando el Quijote visita una imprenta donde están publicando El Quijote;
el personaje se sabe leído, el lector comprende que se trata de la literatura, pero hay una ironía
adicional: los protagonistas de El Quijote son los lectores de El Quijote, así se transforma la
aventura fracasada, del caballero andante en la necesidad de ofrecer ideales al lector. Este
procedimiento está en el final del Ramayama, de Valmiki. Entonces la ironía de Cervantes no es la
burla de la persona. La ironía cervantina va dirigida a producir conciencia en el contraste que se
produce entre lo real y lo ideal. Entre la locura social y la locura del Quijote.

Esto es lo que hace al Quijote una novela moderna: es caballeresca, es picaresca, es metafísica, es
una novela bizantina; interpola, repite; transforma; es la novela del símbolo porque propende a
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renovar los problemas universales del hombre. Por eso el novelista Augusto Roa Bastos, dice que
Cuando Alonso Quijano muere acepta la derrota de los ideales caballerescos, admite el triunfo de
los estereotipos, anula toda rebeldía, las desmesuras de las locas y sabias aventuras del Quijote
bajo el resplandor del ideal heroico, pero no puede abolir la existencia del Quijote porque sus
ideales son necesarios y este seguirá cabalgando por la vida, la belleza, la lealtad, el valor, la
esperanza, y la libertad que son los valores que le faltan al poder.




VI La recuperación de la dignidad.
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Hemos visto que el Quijote crea un contraste entre la novela y la historia; entre las apariencias
contrarias de los personajes; entre la locura del Quijote y la locura de la sociedad para que el
lector tenga conciencia crítica de la realidad, sin embargo esto prefigura el tercer código estético
que hay en El Quijote: la recuperación de la dignidad. Para lograrlo Cervantes utiliza el contraste
entre la primera y la segunda parte. Si bien la primera parte alude a los romances y libros de
caballería para parodiarlos, en la segunda, pesa en el ánimo de Cervantes el Quijote de
Avellaneda, una parodia de su propia novela; pero en la segunda parte hay algo más: Sansón
Carrasco le presenta al Quijote la existencia de la novela y la naturaleza de ellos como personajes.
El único personaje real es el lector y la única realidad es la que parodia la novela. Esto hace que la
segunda parte sea un libro de victorias y la primera un libro de derrotas (Tobedy op cit p 99). En la
segunda parte la razón priva sobre la locura y prefigura la verdadera victoria de los personajes
sobre sí mismos. En la primera parte la venta se transforma en castillo, en la segunda, la aventura
sucede en el castillo ducal. En la primera parte Don Quijote combate con el cortejo fúnebre, y
recibe el apodo de Caballero de la triste figura, en la segunda parte Don Quijote combate con los
leones y recibe el apodo de El Caballero de los leones, y en este capítulo en particular Don Quijote
empieza a recobrar la razón y los Duques hacen lo inimaginable para que se mantenga en su
locura. La ironía es que ellos le hacen al Quijote lo mismo que el Duque de Alba le hace al Rey
Felipe III. Tenemos entonces que hay un contraste entre la locura de la primera parte y la cordura
de los personajes, en la segunda; pero en la medida en que recobran su cordura se acentúa la
locura de la sociedad; lo contrario sucede en la primera parte, la sociedad está cuerda y los
personajes, locos. En la primera parte tenemos el duelo con el barbero y en la segunda parte, el
duelo con el caballero de los espejos. Esto tiene un solo significado: la segunda parte del Quijote
es un reflejo de la primera parte, construida por medio de un paralelismo, entre la locura y la
razón. Donde sale la recuperación de los valores de la conciencia, donde los personajes se
reivindican a sí mismos. La locura es espejo de la razón y viceversa. En este contraste los
personajes recuperan su dignidad.

En el capítulo de los leones (II, 17) el Quijote razona que debe luchar a pie para que Rocinante no
se espante con los leones. Él ve leones porque son leones. Se abre la reja se espera un fiero
combate donde destripan al andante, pero como las teoría de las apariencias contrarias nos indica,
el león no es tan fiero como lo pintan. También lo hace con la piara de puercos y el tropel de
toros de lidia que representan la rastrera realidad que aplasta al ideal.

No como en la primera, donde ve monstruos y hay molinos de vientos. No se deja seducir por la
locura. En la primera parte la realidad es trágica porque implica el choque brutal de la locura con la
realidad. En la segunda, la realidad se hace comedia para que todos los personajes hagan que la
realidad coincida con la imaginación de don Quijote; en la segunda parte los capítulos se alternan
entre las aventuras de Sancho y Don Quijote, no así en la primera parte, que son las aventuras del
Quijote y Sancho. Este juego dialéctico pone a los personajes en el contexto de la historia real y en
contexto de la vida misma.

 Y solo en este contexto cada uno de los personajes logra una victoria sobre sí mismo, uno se
cura de la locura y el otro, se cura de la estupidez producida por la ignorancia y el conformismo;
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  • 1. 1 CLAVES PARA LA INTERPRETACIÓN Del ingenioso Hidalgo DON QUIJOTE DE LA MANCHA RAFAEL RUILOBA
  • 2. 2
  • 3. 3
  • 4. 4 Índice I La poética del discreto entendimiento. 4 II ¿Quién era Alonso Fernández de Avellaneda? 10 III La historia madre de la verdad . 14 IV Las apariencias contrarias. 27 V ¿Quién es el loco? 32 VI La recuperación de la dignidad. 36 Bibliografía. 40
  • 5. 5 I La poética del discreto entendimiento como fundamento de la interpretación literaria. Miguel de Cervantes Saavedra, en el prólogo de la primera parte de El Ingenioso Hidalgo Don Quijote, de la mancha dice que su libro es hijo del discreto entendimiento. La tradición sobre el tema la encontramos en El Convivio, de Dante, quien lo presenta como una cualidad del lector, que tiene que comprender las diferencias producidas por las apariencias contrarias, para acrecentar su conciencia por medio del entendimiento. El tema de la discreción como cualidad del entendimiento también aparece en El Cortesano, de Baltasar de Castiglione, publicado en 1528 y traducido al español en 1534 por Boscán. Según Castiglione, la discreción tiene cuatro sentidos: el de la oportunidad, el de la moderación, el de la discriminación y el de la inteligencia. Son estas las cualidades que le pide Cervantes a su lector para comprender su estética de las apariencias contrarias ¿Por qué? Humberto Eco sostiene que el texto literario renacentista y barroco, recurría a normas retóricas denominadas sub alicua ratione (Umberto Eco, Los límites de la Interpretación. P 74). Significaba que existía otra cosa o asunto debajo de lo evidente o racional. Esto es precisamente lo que dice Cervantes en una obra adjunta al Viaje del Parnaso, texto en prosa fechado el 22 de julio de 1614 en la que el autor entabla un diálogo con un supuesto lector Pancracio Roncevalles, en la que propone una nueva función del lector, quien debe ver despacio lo que pasa aprisa y se disimula o no se entiende (Citado por Georgina Dopico Black España en los tiempos del Quijote. P 37). Por eso en el prólogo del Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha le exigía el discreto entendimiento al lector para comprender como dice Umberto Eco, lo que estaba debajo de la razón. Por eso Cervantes en los dos tomos del Quijote, se refiere al ingenioso hidalgo o al ingenioso caballero. Lo que implicaba la necesidad de un ingenioso lector. Este aspecto no pasó desapercibido por la tradición critica de la obra, Víctor Hugo, el célebre novelista francés, decía que a Cervantes hay que leerlo entre líneas porque tiene su aparte. Por lo que el lector del Quijote tiene que asistir a un teatro de la de-construcción en una novela que contrapone el texto con la realidad por medio de procedimientos retóricos como la sátira, la parodia y la ironía, las cuales existen en la medida en que debemos considerar los hechos narrados desde el punto de vista de la verdad. Cervantes escribe que su objetivo es “la verdad, cuya madre es la historia, émula del tiempo, depósito de las acciones, testigo de lo pasado, ejemplo y aviso de lo presente, advertencia de lo porvenir”. Si el primer aspecto de la verdad es el contraste entre la novela y la historia, un aspecto importante de la teoría literaria del renacimiento, el segundo es el contraste entre las apariencias contrarias, como dice Dante. El tercero es acrecentar la dignidad de la persona; todo esto, sometido a las normas del humor como le recomienda el lector en el prólogo de la primera parte del Quijote. Procurad que leyendo vuestra historia el melancólico se mueva a risa; el risueño la acreciente, el simple no se enfade, el discreto se admire de la invención, el grave no la desprecie,
  • 6. 6 ni el prudente deje de alabarla. Humor, dice Bernard Shaw, es una de las formas más complejas del trabajo intelectual, pero la ironía procede de una analogía con la realidad y su poder es la verdad. El filósofo francés Jean Baudrillard, nos recuerda que la ironía es la única forma espiritual del mundo moderno, que ha aniquilado a todas las demás. Lo que quiero destacar con estos criterios de autoridad es que todos los procedimientos de la ironía parten de la realidad y solo tiene fuerza en la medida en que se basen en a verdad, por eso decimos que la ironía procede de una analogía con la realidad. El discreto entendimiento como juego de la decontrucción del texto aparece en el poema que Urganda, la maga protectora del Amadis de Gaula, le dedica a Don Quijote, hay un juego irónico de interpretaciones donde el lector tiene que completar el sentido del texto. En el soneto que el escudero del Amadis de Gaula le dedica a Sancho, alude con ironía al doble sentido. Salve otra vez Oh Sancho que solo tú nuestro español Ovidio con buscorana te hace reverencia. La buscorana es un engaño en el cual se simula besar una mano, pero en realidad se da un golpe con ella. ¿Dónde está la simulación y dónde está el golpe en el Quijote? Esto es lo que tiene que descubrir el lector por medio del discreto entendimiento ¿Por qué Quevedo dice que Cervantes tira la piedra y esconde la mano? ¿Acaso porque era manco? ¿Por qué el lector modelo del Quijote dice que Cervantes bajo su manto al rey mata? Don Quijote al inicio de la segunda parte dice que su historia tendrá necesidad de comento para entenderla. Quizás la respuesta la podemos encontrar en un poema escrito contra Cervantes. Aplaudió España la obra no advirtiendo inadvertidos que era del honor de España su autor verdugo y cuchillo. Tenemos entonces que El Ingenioso Hidalgo don Quijote de la mancha de Cervantes se leyó como una obra crítica que iba más allá del entretenimiento, una obra que tenía su aparte, su doble sentido. Entonces debemos preguntarnos, cuáles son los procedimientos que utiliza Cervantes para lograr sus objetivos. Algunos postulan la tesis de que Cervantes era un ingenio Lego, por tanto todo era producto de la casualidad; sin embargo quienes pensamos que se tratan de algo más complicado debemos partir de las intenciones manifiestas del texto. Cervantes dice que su novela cuestiona los libros de caballerías. ¿Qué son los libros de caballerías? Según Irving Leonard (Los libros del Conquistador F.C.E México 1949, p 43) eran novelas de entretenimiento que representaban los valores ideológicos del poder. Valor individual ante los grandes obstáculos; aceptación estoica de las desventuras, exaltado sentido del honor y la dignidad personal, un concepto caballeresco del amor, el cual representaba los valores del carácter español forjado durante al largo batallar contra el extranjero infiel, el invasor de la península. Veamos un ejemplo de cómo se expresa esta crítica a los libros de Caballería en el texto del Ingenioso Hidalgo. En la primera parte, el canónigo y el ventero se disputan sobre dos tipos de libros; por una parte el ventero defiende a la novela Don Cirongilio de Tracia, de Bernardo de
  • 7. 7 Vargas, publicada en Sevilla en 1545, y el otro es Felixmarte de Hircania, de Melchor Ortega. En contraste con La Historia del Gran capitán Gonzalo Hernández de Córdoba y la vida del soldado Diego García de Paredes, uno los defiende porque son entretenidos y el otro los condena porque no dicen la verdad. El contraste está entre la ficción y la realidad. Estas son las apariencias contrarias y aquí cobra sentido lo que dice al lector modelo en el prólogo del Ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha que la novela de Cervantes es un libro entretenido, pero además dice la verdad. Debido a la ideología estética del Discreto entendimiento, Cervantes equilibra las apariencias contrarias; une los libros de caballerías con la historia por medio de la locura de Don Quijote. Su novela entretiene y a la vez produce conciencia de la realidad. Por eso para lograr el entendimiento del lector, Cervantes estructura al Quijote, de tal manera que en la medida que avanza la lectura de la obra, esta se auto explica. La misma crítica a los libros de caballerías que hacen los personajes del Quijote, la realiza Juan Sánchez Valdés de la Plata en su libro Crónica e historia general del hombre, publicada en Madrid en 1598 en la que dice: “Viendo yo benignísimo lector que los mancebos y doncellas y aun los varones ya en edad y estado gastan su tiempo en leer libros de vanidades enarboladas y blasones de caballerías de Amadises y Esplandianes con todos los de su bando de los cuales no sacan otro provecho, ni otra doctrina sino en hacer hábito en sus pensamientos y mentiras” (Citado por Francisco María Turbino en El Quijote y la estafeta de Urganda, Imprenta El Periódico. Sevilla 1862. p 190). La crítica de los personajes de la novela a los libros de caballería, también está en la realidad, de tal manera que Cervantes lo que propone es una nueva concepción de la literatura. Paradójicamente, Lope de Vega, en el prólogo de su comedia El desconfiado, defiende los libros de caballerías. Tenemos entonces que en la época de Cervantes hay dos concepciones sobre la función de la literatura en la sociedad: la de entretener, función encabezada por los libros de caballerías y las comedias de Lope de Vega; y la de entretener y criticar para producir conciencia de la realidad, función que Cervantes le atribuye al Ingenioso Hidalgo Quijote, ( El lector debe recordar que Cervantes antepone al Quijote el apelativo de Ingenioso. Porqué.) No obstante entretener y criticar también es la función de la novela picaresca. Por lo que sostenemos que la finalidad del ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha, no era solo el cuestionamiento de las susodichas novelas de caballerías, sino criticar la concepción de la literatura que se desprende de ellas, pues en la Novela de Cervantes, no solo cuestiona los libros de caballerías, sino que lo hace con la literatura en general porque no produce conciencia de la realidad; primero empieza con los romances, tal como lo ha demostrado Menéndez Pidal, quien indica que los primeros capítulos del Quijote están inspirados por el Entremés de los romances. Allí se cuenta la historia de Bartolo quien enloquece por leer romances y se embarca en una serie de aventuras cómicas, pero su locura, como nos dice Georgina Dopico Black, es diferente: “este se quita y pone identidades como si fuesen disfraces mientras Alonso Quijano inventa a Don Quijote para transformarse en él.”
  • 8. 8 Cervantes también cuestiona las autobiografías del culpable, obligadas a ser redactadas por la Inquisición,(El Publicatio Sui de San Agustín) cuando inserta en la novela su vida como prisionero en Argel o cuando cuestiona al aragonés Jerónimo de Pasamonte, un escritor amigo de Lope de Vega. Debemos recordar que Cervantes fue obligado por la Inquisición a escribir una de estas memorias o confesiones, sobre lo que hizo en Argel, como nos dice Manuel Turbino (Sevilla 1862). Este documento fue encontrado en los archivos de Indias. Según noticias de José de Armas que leemos en su libro El Quijote y su época (Madrid 1915), Mateo de Santiesteban y Gabriel de Castañeda, fueron los testigos de Cervantes en el juicio que le sigue la Inquisición por su conducta en Argel. Blanco de Paz malévolo e intrigante Dominico, lo malquistó con los que estaban en el poder. Nos dice Francisco María Turbino, (Sevilla 1862), podemos argüir como hipótesis que como parodia de estas crónicas autobiográficas, que los inquisidores obligaban a relatar a los acusados, nace la novela picaresca. Por eso El Lazarillo de Tormes, es condenada por la inquisición, por la parodia que hace de sus confesiones públicas y por eso era necesario el anonimato del autor, a quien podían perseguir para llevarlo a la hoguera o al patíbulo. Si bien Cervantes satiriza las confesiones con La historia del cautivo; también lo hace con la novela pastoril, con la historia del cabrero Eugenio, relato que critica el Quijote porque ofende la dignidad de la mujer. Cervantes también cuestiona el teatro, que al igual que los libros de caballerías ocultan la realidad porque habiendo de ser la comedia como dice Tulio, espejo de la vida humana, ejemplo de las costumbres e imagen de la verdad, las que ahora se representan son espejos de disparates, ejemplo de necedades e imágenes de lascivia. Podemos decir entonces que el Quijote es una comedia que es ejemplo de las costumbres; espejo de la vida humana, e imagen de la verdad. Por no decir la verdad, El ingenioso Hidalgo de Cervantes arremete contra los autos sacramentales, esto lo hace cuando el Quijote ataca a un carretero que anda disfrazado de diablo para representar el auto sacramental Las Corte de la muerte. La compañía teatral y la obra eran reales y pertenecían nada menos que a Lope de Vega. Su mayor crítica contra el teatro la configura en el episodio de Maese Pedro, en el que Cervantes suelta dardos contra la teoría de la comedia nueva de Lope de Vega. En el capítulo 64 de la primera parte ataca a Lope de Vega directamente quien defiende los libros de caballerías por ser entretenidos. Cuando el Titiritero pone a los moros a tocar campanas el Quijote los interrumpe porque esto le resta verosimilitud a la historia. Maese Pedro le responde que no se representan por ahí de ordinario, mil comedias llenas de impropiedades y disparates y no se escuchan no solo con aplauso y con admiración. Como respuesta el Quijote desenvaina la espada y destruye el retablo. Es significativo que toda alusión al teatro en el Quijote esté relacionada con los problemas del poder, los cuales son asuntos de la realidad y no de la ficción, tal como quería la doctrina de la comedia nueva. Entretener sin criticar. Pero en La España de Cervantes el teatro y el poder estaban bien coludidos porque paradójicamente era por medio de representaciones teatrales que el mismo Rey conocía la realidad de España. En síntesis, diremos que El Quijote cuestiona, no solo las novelas de caballerías sino a la literatura en general porque entretiene y no dice la verdad. Por eso la búsqueda de la verdad por parte del lector es el objetivo del discreto entendimiento. Su teoría de la literatura era que debía entretener y producir conciencia por
  • 9. 9 medio de la verdad y la verdad venía de la mano de la ironía y la parodia de la realidad, esta relación producía en el lector, el discreto entendimiento, porque el entretenimiento en sí, no aporta nada al entendimiento. Incluso este cuestionamiento, también va en contra de El segundo tomo del ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha escrito bajo el seudónimo de Alonso Fernández de Avellaneda conocido como el Quijote apócrifo, por respeto a Cervantes, esto se da cuando realiza una defensa burlesca de la calumniada reina de Navarra. En cambio el Quijote de Cervantes parodia este capítulo en la historia de Melisendra y Don Gaiteros. La diferencia es que Avellaneda es un misógino; ofende a las mujeres cuando parodia la historia del Curioso Impertinente de Cervantes, o cuando en uno de los relatos de su Quijote exagera episodios de la vida de Cervantes. Por ejemplo, cuando Cervantes, hiere a un sujeto frente a su casa, describe el hecho como una pelea de prostíbulo; en la novela de Avellaneda Sancho es un bruto mal hablado que ofende a su propia madre ( El Quijote Apócrifo, p 19 Editorial Sopena Buenos Aires 1941) sufre de gula y por avaricia quiere gobernar la isla de Chipre; el Quijote es un loco desaforado que anda atacando a quien se le ponga por delante. Por eso termina en un manicomio. No se trata entonces de criticar la realidad sino a las personas. Por ejemplo cuando el Quijote ataca a un tapiz en la novela de Avellaneda, porque lo cree un gigante, el espectador, el noble Álvaro Tarfe lo ve como un acto de locura a secas, de esta forma todos los actos del Quijote de Avellaneda son evaluados por el ojo del poder. En cambio cuando el Quijote ataca unos odres de vino parodia el conflicto entre los productores de vino y la Corona Española, por el aumento de los impuestos, pues los primeros prefirieron apuñalar los odres de vino antes de pagar los nuevos impuestos. La locura del Quijote es una parodia de la realidad, es un instrumento retórico de la novela, en cambio, la escena de Avellaneda solo subrayan la locura desaforada de Quijote, en síntesis su novela denigra al Quijote y a Cervantes. Las escenas de Avellaneda no se relacionan con hechos reales como las de Cervantes, por eso el texto del Quijote, es irónico, el de Avellaneda por el contrario, caustico, pues se dedica a denigrar la figura del Quijote y a tergiversar toda la crítica social que hace Cervantes en la primera parte. Porque en la novela de Avellaneda el Quijote lee la vida de los santos como conjuro de su locura, una vez que lo deja de hacer enloquece, la locura del Quijote de Avellaneda, se diferencia de la locura del Quijote de Cervantes porque la locura de Avellaneda se centra en el Quijote como violador de las normas sociales, por ejemplo el Quijote en el texto de Avellaneda, celebra el asesinato de un soldado, por un hombre que creía tener su honor mancillado, en cambio la locura de Cervantes sirve para contrastar la locura del Quijote con la locura de la sociedad. La lanza del Quijote apunta a la locura social como violadora de la condición humana. Y esto es lo que hace al Quijote, una obra vigente hoy día, porque aún se siguen violando la condición humana. Para Avellaneda, la locura de los hombres es una locura criminal porque viola las normas del poder. Y su única salvación es acogerse al castigo del poder, al castigo sádico de su conciencia por medio del cilicio, la contrición de la vida conventual o a los preceptos de las órdenes
  • 10. 10 religiosas. Tampoco están en su novela los temas básicos de la condición humana. El amor, la libertad, la verdad y la dignidad. En el Quijote de Avellaneda también se alude al entendimiento en casi todos los capítulos, pero para el autor el entendimiento se circunscribe a la fe y al acatamiento de las normas del Poder. Por ejemplo Avellaneda sustituye a la sobrina del Quijote Cervantes por una vieja, quien es espía de la inquisición, para que lo cuide, de esta manera la vida cotidiana del Quijote está vigilada como la vida de los españoles de su tiempo, y por eso el autor puede escribir la segunda parte del Quijote, porque se presume ha espiado su vida y la conoce con detalle. Cervantes parte del texto de Cide Hamete Benengeli. De esta manera el manuscrito de Cide Hamed Benenjeli es sustituido por los de los informes para la inquisición. Por eso el Quijote de Avellaneda tal como lo representa en su portada es un libro de caballería teológica. Sucede que la Inquisición, también criticaba los libros de caballerías (Irving Leonard, 1949) para sustituirlos por mamotretos propagandísticos como el Quijote de Avellaneda, o libros sobre las vidas de los santos, los únicos libros que lee el Quijote de Avellaneda. La ilusión creada en el Quijote de Cervantes por el encantamiento de los magos, lo lleva a la crítica de lo que no es por lo que es; es la crítica de los molinos de viento a los cuales ve como gigantes devoradores de hombres, pero en realidad lo eran porque fueron los promotores de la peste que asoló España y acabó con la tercera parte de la población; en cambio la ilusión creada en Avellaneda es por los milagros. La Virgen María suplanta a una priora de un convento mientras se escapa con un hombre que la abandona y la prostituye. La mujer se denigra buscando el amor. Cuando la pecadora regresa arrepentida descubre que nadie sabe que abandonó el convento porque La Virgen la ha suplantado. Por lo que el castigo y arrepentimiento son el valor final de la historia, en cambio el valor final de la novela de Cervantes es el cambio de la conciencia. Los hombres descubren lo que son, a pesar de los prejuicios sociales. La libertad humana creada por la verdad y los valores ecuménicos del cristianismo en Cervantes es transformada por Avellaneda por medio de la teología del Concilio de Trento. Avellaneda es la enajenación de la fe y Cervantes la conciencia de la realidad, por los valores del cristianismo. Por eso para el autor apócrifo Avellaneda, su Quijote es un Libro de caballería, tal como lo presenta en su portada, la que se parece a la del Amadis de Gaula.
  • 11. 11
  • 12. 12 II ¿Quién era Alonso Fernández de Avellaneda? No se sabe a Ciencia cierta, pero Martin de Riquer sostiene que fue Gines de Pasmanonte, un personaje que aparece en el Quijote, capítulo 22 de la primera parte, y que en la vida real fue un soldado español del mismo nombre Gines de Pasamonte, cautivo, como Cervantes en Argel. También participó en la batalla Lepanto (1571), Navarino (1572) y Túnez (1573), donde fue capturado por los turcos en 1574. Su liberación se produjo en 1592, 18 años después. La primera parte de sus memorias se concentra en narrar las penalidades sufridas durante aquel larguísimo cautiverio y sus fracasados intentos de fuga. En una versión "electrónica" de la Biblioteca de Autores Españoles (BAE) en el tomo Autobiografías de soldados (Tomo XC; 1956; pags. 5 a 73). Aparece una versión del manuscrito de la autobiografía de Gines de Pasamonte, que se conserva en la Biblioteca Nacional de Nápoles, los compiladores sostienen que se obtuvo a partir del texto que (ya con título) publicó Foulché-Delbosc en 1922 en la Revue Hispanique (LV; pags. 311 a 446) y que reproducía la grafía del manuscrito. Si buscamos coincidencias entre este texto y el Quijote Apócrifo de Avellaneda veremos que el estilo, el tipo de frases, y el intercalado de refranes es semejante; ambos autores son misóginos, odian a las mujeres, según Pasamonte su mujer lo atosiga, le pone veneno y vidrio molido en la comida, lo mismo dice de una mujer mora, a quien recuerda con odio por su largo cautiverio en Argel, la cual lo envenena con sesos de gato y otras bellaquerías, puestas en la comida; por lo que escapa de ella y es acogido por un hombre casado. Este hombre obliga a su mujer a que haga “lo que sea necesario” para que el soldado Pasamonte se sienta a gusto, y no se fuera de su casa, pues viven de la renta que paga, esta propuesta se hace bajo amenaza pues, si no cumple, la mata. En efecto Pasamonte confiesa el drama al sacerdote y de todas formas se va de la casa, por lo que la mujer es apuñalada por el marido como castigo por su falta de empeño e lograr que elk inquilkino se quedase; pero la mujer herida escapa y según Pasamonte, los médicos que la curan le dicen que cuando le cosían la herida, de ella salieron unos gusanos enormes, con esto Pasamonte, insinúa que la mujer era diabólica. Avellaneda por su parte, en su Quijote relata una escena del mismo tenor, pero en la novela, el marido asesina al soldado, por supuestamente, aprovecharse de la esposa de quien lo acoge. Este hombre lo persigue y lo atraviesa con una lanza. En la novela de Avellaneda esta versión de su propia vida la encontramos en “La historia de un rico desesperado” Don Quijote y Sancho se encuentran a un estudiante rico llamado Japelin, quien cansado de la vida disipada decide tomar los hábitos, pero por seguir el consejo del Quijote, se casa tiene un hijo, es entonces que recibe a un soldado, de apellido Bracamonte en su casa, quien se aprovecha de su mujer. Este los persigue y lo asesina, luego regresa a su casa y asesina a su hijo. De esta manera Avellaneda tergiversa el ideal de Cervantes de acrecentar la dignidad del personaje, pues Avellaneda lo denigra con el asesinato. Lo importante para la tesis de este ensayo es destacar que hay un paralelismo significativo entre la vida de Pasamonte y la Novela de Avellaneda, por lo que es plausible aceptar la tesis de Martin de Riquer de que este fue el autor del Quijote apócrifo.
  • 13. 13 No obstante, la tesis de Riquer tiene sus debilidades, pues Pasamonte, no era un literato, hay en su novela una parodia de tres capítulos del Buscón de Quevedo, de acuerdo a la tesis presentada por Marcela Ochoa Pernoz, quien los identifica como el capítulo, XXII, XXV y el XXXVII del Quijote Apócrifo. Lo importante aquí es destacar que Avellaneda, postula una teoría de la literatura, donde defiende a Lope de Vega, y su visión del mundo es acorde con las necesidades de la inquisición, por lo que es probable que Pasamonte recibiera ayuda de un corrector interesado. La tesis de Riquer también tiene sus fortalezas, las cuales provienen del mismo Cervantes quien asegura en cuatro ocasiones que Avellaneda era aragonés como Ginés de Pasamonte. (II, 59; 471).12 (II, 59; 472) (II, 61; 477). Y en el capítulo 70 uno de (II, 70; 496–97). Lo que si queda claro es que el autor del prólogo desata un virulento ataque personal contra Cervantes. También pudo ocurrir que Lope de Vega haya hecho el prólogo o corregido el texto de Pasamonte, pero esto ya son conjeturas. Lo que sí es un enigma es saber cómo Pasamonte puede parodiar al Buscón de Quevedo, si este libro no había sido publicado todavía. Lo importante aquí es que Avellaneda elabora su historia para oponerse a la noción de la literatura que hay en el Quijote de Cervantes. Por eso la obra de Avellaneda es diferente a su vez de otras continuaciones del Quijote como Las nuevas aventuras de Don Quijote de la Mancha De Alain Rene Lassage o la Historia del admirable don Quijote de la Mancha del escritor francés, Robert Challe, escritas en la época de Cervantes. La intención de la obra de Avellaneda es la de oponer otra visión de la literatura, tergiversando los valores del ingenioso hidalgo de Cervantes. Tenemos entonces que Cervantes, no solo cuestiona a las novelas de caballerías, sino a todos los géneros literarios de su época, por no establecer una relación entre la conciencia del lector y la realidad. En El Quijote Cervantes reutiliza todos los géneros literarios de su época para ponerlos en relación con el contraste entre el texto y la historia; la verdad oculta tras las apariencias contrarias, lo que permite a los personajes recuperar su dignidad. Por eso decimos que El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, es en sí mismo, una literatura. Por eso una de las lecciones de Cervantes es que la función de la literatura, ya no es ofrecernos la imagen ideal de la realidad como una doble moral del mundo, como ocurre en las novelas de caballerías, sino la visión crítica del hombre y de su tiempo; por eso el Quijote es una novela enciclopédica, que parodia a todos los géneros literarios vigentes en su época para proponer un nuevo modelo de literatura. ¿Por qué era necesaria la crítica del discreto entendimiento? Uno debe preguntarse cómo se podía criticar el orden social si hay 30 mil inspectores del Santo Oficio dispuestos a preguntarte ¿Te corto o te quemo? La única forma era que su texto aludiera a la verdad de forma indirecta, por medio del discreto entendimiento. Según el Manual del Inquisidor, de Nicolau Eimeric, no hay que temer que el acusado muera por efecto de la tortura,
  • 14. 14 pues la finalidad del proceso y condena no era salvar el alma del acusado, sino procurar el bien público y aterrorizar al pueblo (p 151), de tal manera que la única crítica posible era la crítica que producía la lectura de una novela cifrada, que le exigía al lector, el discreto entendimiento para comprender las contradicciones de su sociedad en la parodia, la sátira, la ironía y el doble sentido oculto en las aventuras del Ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha. El ideal estético del discreto entendimiento era descubrir la verdad, este ideal también lo asume Góngora, pero él no recurrió a la ironía cervantina, sino a la oscuridad conceptual “Como el fin del entendimiento es hacer presa en verdades”, dice Góngora, esta se logra “obligando a la especulación por la obscuridad.” De tal manera que el discreto entendimiento se debe ahora a la interpretación del lector, de esta manera Góngora subvierte la referencialidad del lenguaje como acto del poder para convertirlo en acto de la imaginación. Góngora, al igual que Cervantes, cree que el entendimiento debe hacer presa en verdades. Estos criterios no solo estaban en el Viaje al Parnaso, como vimos anteriormente, sino en varias obras anteriores al Quijote. La crítica que Cervantes hace a los escritores de su tiempo se basa en la falta de ingenio para producir el entendimiento de la realidad, a través de sus obras literarias. En El licenciado Vidriera Cervantes critica a los poetas que desean agradar al poder o a los que tienen una retórica gastada y superficial llena de lugares comunes, sin producir conciencia de la realidad. En La ilustre fregona cuestiona a los quienes dirigen sus críticas contra el pueblo o se burlan de él “trovador de judas que pulgas te coman los ojos”. En el Quijote Cervantes escribe que el escritor no debe tratar de truhanes e ignorantes al vulgo, ni criticarlos en términos personales, porque la poesía no está en las manos, sino en el entendimiento. Esto lo decía contra los que se burlaban de los pies, las narices o la calvicie de las personas y se olvidaban de criticar las transgresiones del poder o las limitaciones de la condición humana. Por eso Quevedo en el Chitón de tarabillas, lo acusa de tirar la piedra y esconder la mano, no solo porque era manco, sino por la crítica producida por la verdad que surge del doble sentido y la ironía de sus obras. Diremos entonces que Cervantes le pide a su lector que lea la novela guiado por los tres valores del discreto entendimiento, a los que alude de forma reiterada en sus obras y en diversos contextos del Quijote, mientras avanza la lectura. El primero es la relación entre la novela y la historia; el segundo es la búsqueda de la verdad en medio de las apariencias contrarias; y el tercero es la defensa de la dignidad como principal valor de la condición humana. Analicemos el Quijote a partir de estas tres perspectivas.
  • 15. 15 III La historia madre de la verdad Entre 1520 y 1648, época en la que se gestó y publicó la primera y segunda parte del Quijote, el centro dinámico de la historia en Europa es el desastre producido por las guerras religiosas; ya sea entre los enemigos de la fe o entre facciones contrarias, dentro del cristianismo. Durante ese periodo surge una tercera fuerza, que busca unificar al cristianismo por medio de valores ecuménicos como la verdad, la dignidad, el amor, el honor, la justicia. Regidos por estos principios, intelectuales como Erasmo de Rótterdam y Giordano Bruno imaginaban una República Católica Ecuménica y Universal, que debía producir una renovación del cristianismo. Lo ecuménico se debe a que estos valores básicos deben ser usados para unificar el cristianismo. Dicho sea de paso, estos son los valores que defiende el Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha en la novela de Cervantes. La principal acusación contra los católicos y los protestantes era que ninguno tenía la verdad. El ensayista Inglés Miguel de Montaigne, dice que la arrogancia de ambos grupos era la nodriza de la opinión falsa. (citado por Paul Johnson en la Historia del Cristianismo op. cit p 435) Apegarse a la verdad y a la tolerancia eran valores ecuménicos originarios del catolicismo como una forma del cristianismo. “Nuestra religión ha sido creada para extirpar los vicios y de hecho los protege, los promueve y los incita”. “Una religión no puede constreñir a otra, pues la religión debe ser acogida con libertad, no por la fuerza”, decía Tertuliano, uno de los padres de la Iglesia Católica. Paradójicamente, la humanidad tuvo que esperar hasta la Revolución francesa para que este ideal católico fuese una realidad impuesta por los no creyentes. Las luchas por estos valores la habían iniciado los comuneros, grupos de campesinos que protagonizaron en la Edad Media, una insurrección en nombre del cristianismo verdadero; decían que los reyes habían tergiversado La Epístola de San Pablo a los Efesios cuando dice: Siervos, servid a vuestros amos, como a Cristo. Ellos aducían que tenían el original de esta carta, la cual decía no servir a los amos sino a Cristo. Esta sospecha de tergiversación de los evangelios obliga a los intelectuales a realizar sus propias traducciones para verificar si no existían versiones interesadas de los textos religiosos, como denunciaban los comuneros. Erasmo de Rotterdam traduce del griego su propia versión del Nuevo Testamento y postula la tesis de que el hombre solo se salva por la verdad, tal como postula Cervantes en el Quijote. No obstante, traducir los textos religiosos fue prohibido por el Concilio de Trento ( en 1545 y el 1563), Concilio donde se crea la Inquisición, se prohíbe la publicación y tenencia de libros, sino están autorizados por la iglesia; se crea además un índice de libros prohibidos, y se abrogan el derecho de interpretar los textos religiosos, entre otras cosas, representadas en el Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha de Cervantes. Veamos lo que dice el Concilio “ Decreta además, con el fin de contener los ingenios insolentes, que ninguno fiado en su propia sabiduría, se atreva a interpretar la misma sagrada Escritura en cosas pertenecientes a la fe, y a las costumbres que miran a la propagación de la doctrina cristiana, violentando la sagrada Escritura para apoyar sus dictámenes, contra el sentido que le ha dado y da la santa
  • 16. 16 madre Iglesia, a la que privativamente toca determinar el verdadero sentido, e interpretación de las sagradas letras” En los 128 años de guerra religiosa, escribe Paul Johnson en la Historia del Cristianismo, solo podía tolerarse una sociedad unitaria y quienes no se ajustaban a la norma debían ser aterrorizados expulsados o muertos (p 412). En esta guerra la primera baja de los valores cristianos fue la verdad. La Inquisición se financiaba con las confesiones bajo tortura, las confiscaciones de bienes y la venta de cargos de espías, por lo que la indagación es sustituida por la tortura y la verdad, por la confesión. El Santo Oficio se adueñaba de las propiedades de los condenados y los inquisidores recibían un pago adicional por cada uno de los confesos, por eso la verdad estorbaba y era necesaria la tortura. Incluso el V Concilio de Letrán ( 1571) les permitió acusar de herejes a los muertos, para expropiar la herencia de sus hijos. Tenemos entonces que en La España de Cervantes, ni siquiera los muertos estaban a salvo. Por eso en la primera parte del ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, los personajes se salvan por la verdad, la cual se encuentra al superar las apariencias contrarias. En el contexto de la realidad, la verdad había perdido valor, pero en la novela es el principio rector de la lectura. La segunda baja de la guerra fue la libertad. Rodrigo Manrique en la época de Cervantes escribe que en España no puede producirse ninguna forma de cultura sin hacerse sospechoso de herejía, error o judaísmo. En España de Cervantes hay algunos ejemplos polémicos, pero sensibles que ilustran al lector sobre la pérdida de la libertad. En 1559 la Inquisición capturó a Bartolomé de Carranza, arzobispo de Toledo y lo mantuvo en las mazmorras hasta su muerte. Una delegación Papal que intercedió a su favor concluyó que los defensores de la libertad y la justicia consideran que es mejor que un inocente sea condenado a que la Inquisición sea avergonzada (Paul Johnson op cit. 415) Por eso el Quijote le dice a Sancho, que la libertad es uno de los más preciados bienes que tiene el hombre y cuando en una noche oscura se topan con un muro, el Quijote exclama: “Tened cuidado Sancho que con la Iglesia hemos topado.” El segundo ejemplo relevante sobre la pérdida de la libertad es el que nos da el historiador Carlos Ratti, quien nos recuerda que Felipe II encarceló a su hijo Don Carlos de por vida porque quería tener un reino en Flandes. Para lograrlo lo declaran loco y lo encierran en las mazmorras hasta su muerte (Carlos Ratti, Felipe II Rey de España, Madrid 1927) En cambio Evaristo de San Miguel, en Historia de Felipe II Rey de España, Barcelona, 1868, Asegura sin evidencias que el Príncipe Carlos fue asesinado, pues hubo una asignación torcida al remedio que se le recetó. Es una lástima que sea demasiado tarde para verificar esta aseveración. El tercer ejemplo sobre la pérdida de la libertad en España nos lo da Louis de Bertrand en su libro Felipe II, Madrid 1931. Según el autor El rey, para encubrir el asesinato de Juan de Escobedo, secretario personal de Don Juan de Austria, Hijo de Carlos V y hermanastro del Rey Felipe II, quien alcanzó fama por ser quien dirigió la coalición armada contra los Turcos en la batalla de Lepanto, por lo que fue nombrado por su hermanastro Felipe II, gobernador de los Países Bajos con el objeto de ganar la guerra de Flandes.
  • 17. 17 Durante esta etapa Escobedo reunió pruebas de los negocios ilícitos y apoyo a los rebeldes flamencos realizado por Antonio Pérez y Ana de Mendoza de la Cerda, princesa de Éboli; por lo que temiendo éste ser denunciado, ordenó su asesinato, de Escobedo el 31 de marzo de 1578. Posteriormente se ha llegado a involucrar al propio rey, en el asunto y se especula que para encubrir su participación se encarcela a Ana de Mendoza, para tenerla como rehén de tal manera que Antonio Pérez no involucrase al Rey en esta sórdida intriga. Oreas fuentes aseguran que Doña Ana se vio involucrada y en 1579, el rey la mandó encarcelar, al igual que a Antonio Pérez, pero él escapó y ella acabó sus días confinada en la villa de Pastrana perdiendo incluso la tutoría de sus hijos. De esta manera Felipe II encierra a Ana de Mendoza, dice Bertrand, una de las mujeres más ricas de España, hasta el fin de sus días en el castillo de pastrana (p 20) bajo la sospecha de que lo hace ´para para encubrir sus propios crímenes. En este contexto histórico adquiere sentido el discurso de la edad dorada donde El Ingenioso Hidalgo, don Quijote dice: “En la edad dorada la justicia estaba en sus propios términos. Sin que osasen turbar ni ofender los del favor y los de los intereses que tanto ahora la menoscaban, turban y persiguen. La ley del encaje (de las sentencias arbitrarias) no se había sentado en el entendimiento del juez. La libertad y la justicia En la España de Cervantes también se perdieron porque el Estado necesitaba culpables para reclutar mano esclava para la fortificación de las obras del Rey. Por eso en la España de Cervantes la libertad no era un derecho, sino un privilegio. Nunca fue tan crecida en España la necesidad de Galeotes, dice Fernando Cadalso en su estudio Instituciones jurídicas del Siglo XVI, pues pagaban carcelaje para incrementar las rentas del Estado. Estar preso no era un problema de la justicia, sino una necesidad del poder. Gregorio Marañón, en su libro Vida e Historia (Madrid – España, Espasa Calpe 1955), nos dice que en 1530 Carlos V decretó pena de galera para los criminales y que posteriormente “se cazaba por los pueblos y los caminos a quienes no tenían trabajo y a los pobres gitanos para llevarlos a las galeras” (p 108.) Esto lo hace evidente Cervantes en el capítulo de los galeotes. Cuando el condenado a las galeras le dice al Quijote que su compañero va preso por canario, es decir por músico y cantor ¿Pues cómo? Replicó Don Quijote ¿Por músicos y cantores van también a las galeras? -Sí señor respondió el galeote que no hay peor cosa que cantar en el ansia. Antes he oído yo decir, dijo el Quijote, que quien canta sus males, espanta. - Acá es al revés dijo el galeote- quien canta una vez, llora toda la vida. –No, lo entiendo- dijo don Quijote, mas, uno de las guardas le dijo: Señor caballero cantar en el ansia se dice entre esta gente non sancta, confesar en el tormento. A este pecador le dieron tormento y confesó su delito que era ser cuatrero, que es ser ladrón de bestias y por haber confesado le condenaron por seis años a las galeras, amén de los doscientos azotes que ya lleva en las espaldas y va siempre pensativo y triste porque los demás ladrones que allí quedan y aquí van le maltratan y aniquilan, y escarnecen y tienen en poco, porque confesó y no tuvo ánimos de decir nones. Porque dicen ellos que tantas letras tiene un no como un sí y que harta ventura tiene un delincuente, que está en su lengua, su vida o su muerte y no en la de testigos y probanzas y para mí tengo que no van muy fuera del camino y yo lo entiendo así le respondió el Quijote.
  • 18. 18 Cervantes ha dicho que don Quijote desvaría en lo tocante a los libros de caballerías, pero que en lo demás no se equivoca. Esta afirmación la podemos confirmar cuando el Quijote después de oír los motivos del cautiverio de los prisioneros concluye que es una gran injusticia su pena y por eso arremete contra los guardas y esto facilita la huida de los prisioneros. Este es el delito por el cual la Inquisición apresa a don Quijote y se lo llevan enjaulado a su casa. Sucede entonces que la sinrazón del loco denuncia la injusticia como la locura del poder, en una época donde no hay justicia y la verdad ha sido sustituida por la confesión; la investigación de los hechos, por la tortura. De esta manera El Quijote defiende la verdad, la justicia y la libertad del humanismo cristiano, lo que en la vida real no solo es un acto de locura, sino una tragedia social. Tenemos entonces que todas las escenas del Quijote son parodia de la realidad, y esto lo debía descubrir el discreto entendimiento del lector. Otro de los valores que perdió el cristianismo en las guerras religiosas fue virtud, baja producida por la ambigüedad moral. Por ejemplo, en la época de Cervantes, según los Jesuitas el código moral podía quedar en suspenso cuando estaban en juego los intereses católicos. Esta es la moral del poder. Esto no era nuevo. El padre Bartolomé de las Casas dice que la “projimidad” les valió madre a los españoles durante la conquista, porque para ellos el indio no era el prójimo. Un teólogo jesuita Herman Busembaum en su libro Medula tehología moralis en 1650 escribió quia cun finisest licitus etiam media sunt licita. El fin es el que hace lícito los medios. El teólogo Antonio Escobar Y Mendoza. En Theologia moralis vigenti , impreso en Lyon en 1663 escribe finis enim dat espicificationes actibus et ex bono vel malo fine boni vel mali redduntur “ el fin es lo que hace a las acciones buenas o malas” que la pureza de la intención puede justificar actos contrarios al código moral y la ley humana. ( citados por Fernando Ortiz en el más destacado ensayo de la cultura hispanoamericana colonial Historia Cubana de una lucha contra el demonio, La Habana, Cuba, Editorial ciencias sociales 1975 ) Lo singular es que estos libelos morales fueron escritos en la época de Cervantes, por tanto es plausible considerar que la respuesta de Cervantes en el Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, a esta moral falsaria y oportunista, fuese la siguiente: «mis intenciones siempre las enderezo a buenos fines», dice Don Quijote (III, 391, 2-3) Paradójicamente esta tergiversación moral del Cristianismo del siglo XVI, sigue vigente, en cuanto a las necesidades del poder. La usaron los dictadores latinoamericanos, para asesinar en nombre de la libertad y el capitalismo; la usan los aparatos de seguridad del Estado, para espiar al ciudadano en nombre de la democracia; las usó Mister Busch en nombre de la guerra contra el terrorismo; la usan las bandas criminales, en nombre de sus intereses y los medios de comunicación, en nombre de la libertad de expresión. Esta es la lógica fanática de la fe instituida por el Concilio de Trento: Si mi padre fuera hereje, yo juntaría leña para quemarlo, dijo el Papa Pablo IV. La locura de los teólogos, dice Erasmo de Róterdam, es aterrorizar a aquellos que no le son propicios. De esta manera la sociedad española vivía una doble moral instituida por las necesidades políticas del poder, también existía la Bula de la Santa Cruzada, por medio de la cual el ciudadano podía pagar por sus pecados; de
  • 19. 19 esta manera, la iglesia vendía tranquilidad de conciencia. Incluso las mujeres, que tenían relaciones sexuales sin casarse, tenían que pagar un impuesto a la iglesia, para no ser consideradas prostitutas; en otras palabras, compraban la virtud. En realidad, solo la sospecha de que una mujer haya perdido el velo de su honra, era óbice para que fuese condenada al exilio en las Indias. Uno de los personajes del Quijote huye de su pueblo porque se sospecha que su hija perdió la virginidad, en manos de un soldado oportunista que la abandonó. ¿Por qué huye el hombre? Por temor a que fuese enviado a las galeras, porque su hija estaba bajo sospecha de no ser virgen. En aquella época intolerante, los portugueses enviaban a las mujeres nom santas a Angola a blanquear la población; los ingleses, las enviaban a Jamaica, a blanquear la población, y los españoles las enviaban a Panamá, a blanquear la población, lo cual fue sin lugar a dudas, una tarea titánica, que no cumplieron a cabalidad. Poe eso el velo de la honra es uno de los temas tratados en del Quijote de Cervantes. Por eso la virtud es uno de los principios cristianos que defiende Cervantes en El Quijote y en las Novelas Ejemplares como La Española Inglesa o La Gitanilla. Para el autor de El Quijote la fe estaba enajenada, y para restaurarla, imaginó a un Quijote, solo y viejo, sin más auxilio que un escudero reacio y un jamelgo escuálido, que hace Caballero Andante y va por toda España deshaciendo entuertos, para defender los verdaderos valores de la fe cristiana, entre defendiendo, la honra y la dignidad de las mujeres. Por eso cuestiona a Sancho y lucha contra el cabrero, para defender la dignidad de las mujeres. Si observamos bien, todas las mujeres que aparecen en la primera y segunda parte de El Ingenioso Hidalgo don Quijote de la mancha, recuperan su dignidad. Cito un solo caso relevante: el de la hija de Doña Rodríguez. La cual fue embarazada y abandonada. El Duque quiere ridiculizar al Quijote e inventa un duelo con el lacayo francés Tosilos, quien asume la personalidad del ofensor de la dama y disfrazado bajo una reluciente armadura convoca al andante a un duelo paródico para defender la honra de la mujer. La condición es que si pierde, el ofensor debe casarse, pero si gana, queda libre del compromiso. En el fondo los malvados duques quieren que el francés muela a palos al Don Quijote, y la honra de la dama quede mancillada, pero en medio de la bufonada, el francés descubre la belleza de la ofendida y decide no combatir para casarse con la mujer embarazada. Convirtiendo la escena en una de las grandes victorias de don Quijote, quien defiende con éxito, la dignidad de la mujer como uno de los valores ecuménicos del cristianismo, por los cuales luchaba la tercera fuerza, la cual buscaba la paz entre protestantes y católicos. “La tercera fuerza del cristianismo, dice Paul Johnson en La Historia del Cristianismo, necesitaba un defensor real, la figura carismática y catalítica que desencadenaría personalmente el proceso promotor de la Edad de oro. (p 434). Pero esto no sucede en la historia real, porque Enrique de Borbón, Enrique IV de Francia y tercero de Navarra, uno de los reyes que tenía la posibilidad de hacerlo, porque había decretado la reconciliación de las religiones con el edicto de Nantes, fue asesinado por los Jesuitas. El 14 de mayo de 1610 el jesuita fanático François Ravaillac le propinó tres jesuíticas puñaladas, que lo enviaron al más allá de los jesuitas.
  • 20. 20 Litografía de la época que representa el asesinado de Enrique IV. El buen rey, bautizado como católico, educado como calvinista, se convirtió al catolicismo para acceder a la corona de Francia, porque París bien vale una misa. Durante su reinado terminó con las guerras religiosas, prohibió la venganza y la retaliación religiosa, además se preocupó por el bienestar del pueblo. Por eso fue asesinado por los Jesuitas. En contraste con la historia, Cervantes crea un defensor de la edad de oro promulgada por el cristianismo ecuménico, con el Quijote, produciendo así la antítesis entre la novela y la historia. En el discurso de las armas y las letras el Quijote hace evidente el fracaso del ideal ante la historia: “me pesa de haber tomado este ejercicio de caballero andante en edad tan detestable como en esta en que ahora vivimos.” Lo mismo sucede en la segunda parte cuando tres campesinas han decido vivir de acuerdo a la edad de oro, por lo que don Quijote sale a los caminos a defender el ideal, pero es aplastado por una piara de puercos y una manada de toros de lidia como imagen del poder de la realidad ante los ideales, y como todos los capítulos de la segunda parte, son un proceso de recuperación de la razón, El Ingenioso Hidalgo llega a la conclusión de que no fracasan los ideales, sino los medios con los que trató de imponerlos. La aventura de los molinos de viento, el epítome de la locura de don Quijote en la primera parte, y el emblema más recordado de su obra, sobre todo por los que no han leído al Quijote, también se rige por el código de las apariencias contrarias. En la España de Felipe II la producción agrícola fracasa y el Estado cae en una profunda crisis económica, la cual llevó al rey a declararse en bancarrota, y para enfrentar la crisis, se crea un sistema de molinos de vientos donde se almacenan, procesan y distribuyen cereales. El Quijote se topa con ellos y los ve como monstruos. Los molinos de viento eran el símbolo del mal en la Divina Comedia. Lucifer tiene alas como aspas de molinos de viento, tal como los percibe el Caballero Andante. Pero ¿Qué sucedió en España con los molinos de viento para que el Quijote los viese como si fueran demonios? La respuesta es sencilla. Fueron el foco de infección de la peste que asoló España entre 1596 y 1602; azotó con gran virulencia las zonas centrales de Castilla.
  • 21. 21 Esta peste, según A. Thompson, en España en los tiempos del Quijote (p 166), “supuso la crisis de mortalidad más intensa de la que se tiene constancia en España”, pues terminó con la tercera parte de la población. Entonces la analogía de Cervantes en el Ingenioso Hidalgo tiene un fundamento en la realidad, como todo el texto del Quijote, porque los molinos de viento sí eran monstruos devoradores de hombres, tal como los veía el Quijote. Y es gran servicio a Dios quitar tan mala simiente sobre la faz de la tierra, le dice el Quijote a Sancho. La mala simiente de los molinos fue la que contagió a los españoles con la peste. Por eso después del estropicio, el Quijote ve molinos de viento donde hay molinos de viento. Porque la experiencia revierte la imagen, espejo de su locura, los molinos de vientos son en realidad los monstruos que devoraron la tercera parte de la población española. De esta manera Cervantes equipara la locura del Quijote con la locura de la sociedad, para criticar la mala decisión del rey de usar molinos de vientos para suplir la falta de cosecha, lo cual generó la peste. ¿Quién es el loco entonces? Esta es otra de las formas de las apariencias contrarias, que debía reconocer el lector. imagen de Gustavo Dore 1
  • 22. 22 Otro tema que se presenta como antítesis entre la novela y la historia, es el tema de la guerra. Don Quijote en la aventura de los rebaños confunde carneros con ejércitos y los describe con signos que identifican a los que beben en el olifero betis (los andaluces); los que beben del licor del tajo (los toledanos); los que gozan las aguas del divino Genil (los granadinos); los que alegran los jerezanos campos (los de Jerez ); los manchegos coronados de ricas espigas (los de La Mancha); los de sangre goda (León Asturias y Santander); los que en Pisuerga se bañan (los vallisoletanos). Si buscamos la relación con la historia, veremos que eran las comunidades en las que reclutaban soldados del ejército español, como nos indica el historiador José María de Mena (Así fue el Imperio Español. Plaza Janes Editores Madrid 1991) La tercera parte de los soldados proceden de Cataluña y Aragón, otra parte de Castilla, y otra de Andalucía y Extremadura (p.122). De tal manera que Los borregos que ve el Quijote provienen de los lugares donde España reclutaba a sus soldados. Por lo que la analogía se vincula con la realidad. Tenemos entonces, que cuando el Quijote ve ejércitos cuando hay rebaños, de acuerdo a la teoría del discreto entendimiento sobre las apariencias contrarias, realiza una clara alusión a los soldados españoles llevados como borregos a la guerra. Esta analogía también la utiliza Quevedo cuando los llama lanudos. El historiador José María de Mena nos dice que en la guerra de Flandes, en una sola batalla, 20 mil soldados españoles fueron degollados como borregos. No olvidemos que el hermano de Cervantes, Rodrigo, muere en la batalla de las Dunas, en 1600, en la guerra de Flandes; cinco años después su hermano publica una novela donde el Oidor busca a un hermano que cree muerto en la guerra, pero lo encuentra en la venta como cautivo de la mujer que ama. El encuentro de los hermanos es una proyección del deseo de Cervantes de encontrar a su hermano perdido en la guerra. ¿Otra forma de las apariencias contrarias? Por lo que el soldado de Lepanto escribe una novela donde don Quijote parodia a Felipe II quien se presentaba como el representante de las armas y de las letras. John Elliott, en su ensayo La Monarquía Hispana en el reinado de Felipe II, dice que Felipe II se presentaba como un monarca cuyo estilo de gobierno suponía la perfecta unión de las armas y las letras (España en los tiempos del Quijote. p 51). Otro factor que hace evidente la ironía de Cervantes es lo relacionado con los Duques. En la historia real Felipe III le entrega el gobierno de España al Duque de Lerma; Felipe IV, al conde Duque de Olivares, mientras en la novela los duques le entregan el gobierno de la ínsula de Barataria a Sancho. Los valores de la historia están al revés. Los duques representan en la novela el poder de la corona como sucede en la realidad. Gregorio Marañón en su Biografía del Conde Duque de Olivares, dice que el Conde le explicaba al rey Felipe IV los problemas sociales de España por medio de comedias y representaciones teatrales, tal como hicieron los duques en la novela para reiterar la insania del Quijote. ¿Estaba loco el rey? “La mesma comedia, con la que quiero, Sancho que estés bien, teniéndola en tu gracia y por el mismo consiguiente a los que las representan y a los que las componen porque todos son instrumentos para hacer un gran bien a la república,( …) pero Sancho le responde “Nunca los cetros y coronas de los emperadores farsantes,
  • 23. 23 respondió Sancho Panza fueron de oro puro, sino de oropel o de hoja de lata, así es verdad replicó Don Quijote “ ( II , 12 ) Resulta que la verdad resultante del diálogo es que la comedia no es más que la patética realidad del poder. De esta manera Cervantes equipara la comedia a la realidad para relacionar el texto con la historia; pero en la novela sucede al contrario de lo que hace el Conde Duque de Olivares, usar la comedia para ocultarle la realidad al monarca español. Cervantes recurre a la comedia para mostrarle la precariedad del poder al lector. En el palacio de los duques se desprenden muchos aspectos de las apariencias contrarias en plan divertido. Don Quijote no se da cuenta de que las damas barbudas (IV, 8, 22-24), son en realidad hombres, que el caballo que se mueve tan suavemente que parece que no se mueva, no se mueve (IV, 39, 1-4; IV, 70, 5-7) Esto lo lleva al contraste básico de la secuencia más importante de la segunda parte, la aventura con los Duques, que a pesar de sus apariencias viven de engaños y préstamos. Los Duques montan un escenario imaginario para burlarse del Quijote. Pero en realidad ellos se auto denigran porque no logran sus objetivos, porque Tosilos y Don Quijote no se contra matan a palos porque el francés, decide casarse con la mujer embarazada, para beneficio de doña Rodríguez y su hija, a quienes paradójicamente, el caballero andante, objeto de la burla, les ha restituido el honor. No obstante el texto nos remite a la realidad, pero por medio del contraste, entre los que es y lo que debe ser con relación al poder. Cervantes se burla de este ideal varias veces en el Quijote. Recordemos que cuando Sancho asume el gobierno de la Isla de Barataria lo hace vestido en parte de letrado y en parte de capitán. Esta imagen del escudero ejerciendo el poder contrastaba con la realidad, ya que en España había más de 100 mil esclavos domésticos, lacayos o pajes como Sancho (Bernard Vicente, op cit p 293). Los galeotes y los trabajadores de las minas de Almaden y Guadalcanal . Pero también fue la forma en que Felipe II asumió el poder, en España. En el Quijote encontramos la historia de un niño llamado Andrés a quien Juan Haldudo, el rico habitante de Quintanar, esclaviza: “De qué obras es hijo pues me niega mi soldada y mi sudor y trabajo. El discurso de las armas y las letras del Quijote interpreta la relación entre las armas y las letras de forma distinta a Felipe II. Diferencia las armas de la guerra y postula que la única guerra justificada es la para defender la fe, no la guerra entre cristianos. De tal manera que el Quijote no defiende las armas cuando no están al servicio de los valores ideales del cristianismo como lo fueron en Lepanto, tal como se desprende de la historia del cautivo, Ruy Pérez de Viedma, uno de los dobles de Cervantes en la novela. Por eso el Quijote defiende las armas y no la guerra. Esta distinción es importante porque España está sumida en una guerra religiosa desde 1520 hasta 1648. El contraste entre la novela y la historia es evidente, cuando don Quijote le dice a Sancho en la aventura del Yelmo de Membrino, Nunca acostumbro yo a despojar a los que venzo, esto es lo
  • 24. 24 contrario a lo que sucede en la guerra, pues los soldados españoles, dice el historiador José María de Mena, podían darse al saqueo de las ciudades para procurarse la paga. Al final el Oidor paga el yelmo al barbero y las botijas de vino al ventero. Este era uno de los argumentos de Felipe II usados para justificar la guerra. En la novela es significativa la discusión de si el yelmo del barbero era de oro o de hierro, esta es una parodia a la búsqueda que realiza Felipe II contratando alquimistas para convertir el hierro en oro, para poder financiar la guerra el Flandes, nos dice Francisco Gómez Marín en su obra Felipe II y la Alquimia. En cuanto al bálsamo de Fierabrás, se parodia al Duque de Lerma, quien por medio de un decreto pretende llevar de la pobreza a la riqueza a todos los españoles. Lo mismo ocurre con la fiera batalla de don Quijote contra los cueros de vino. El Duque de Lerma en 1604 obliga a las Cortes instaladas en Valencia a subir el impuesto al vino. Se generan disturbios y los productores prefieren apuñalar los cueros de vino a pagar el impuesto. Otro contraste entre la novela y la historia surge cuando don Quijote le da consejos para gobernar a Sancho. En realidad Cervantes está burlándose de los consejos escritos por los reyes y sus representantes para gobernar España. Carlos V le escribe a Felipe II un opúsculo de cómo se debe gobernar en tiempos de Paz y Felipe II le escribe a su hijo Felipe III un texto con recomendaciones para gobernar llamado Políticas de Dios y Gobierno de Cristo. Según el consejo del Quijote, a Sancho este le dice que debe temerle a Dios (Capítulo XLII). Pero en la realidad Felipe II llenó a España de espías, mazmorras y torturadores para que le temieran al Emperador. Según el Quijote debe someterse a los hombres a la justicia, según Felipe II someter a la justicia a los hombres era un problema del poder y no de la justicia. Haz gala Sancho de la humildad de tu linaje, le dice el Quijote; en cambio el Emperador le dice a su hijo Felipe III que debe reunir en una persona, la suya la virtud y el mérito de los otros. Don Quijote por su parte le pide a Sancho que tome como medio, la virtud. En las recomendaciones el rey dice a su hijo que la virtud se puede superar de muchas maneras (Saiz Rodríguez y otros Reivindicación Histórica del Siglo XVI, Madrid España 1928.p 171), (Julián Zarco Cuevas. Ideales y normas del Gobierno de Felipe II). Cuando Sancho recurre a una receta de sentencias y refranes para gobernar, está parodiando a Felipe II que gobernaba y hablaba por medio de sentencias y refranes (Saiz op cit p 175). Por eso el Quijote le dice a Sancho que sesenta mil satánases te lleven a ti y a tus refranes. Otro de los textos que parodia Cervantes, son las Instrucciones secretas del Duque de Alba para el Virrey de Nápoles. El Quijote le dice a Sancho, si algún culpado cae en tu jurisdicción muéstrate piadoso y clemente, en cambio el Duque de Alba dice al virrey de Nápoles que se deben tener capellanes para ayudar al bien morir a los presos y condenados. En síntesis, por medio de la ironía y la parodia, Cervantes en el Quijote usa la realidad como analogía de la ficción, como cuando se burla de los consejos usados para gobernar España. Tenemos así que el contraste entre la novela y la historia es uno de los mecanismos de la ironía de Cervantes, por eso nos recuerda que la historia es la madre de la verdad.
  • 25. 25 Para continuar el contraste entre la novela y la historia, debemos recordar que Felipe III elimina las instituciones de la justicia mayor vitalicia, que no solo le permitían ser árbitro entre el rey y la nobleza, sino que funcionaba como amparo de todos los perseguidos y de los sedientos de justicia. Diego Hurtado de Mendoza, en su Guerra de Granada, escribió que El gobierno del Rey no es gobierno de justicia sino de tiranía y venganza (John H. Elliott, La Monarquía Hispana en el gobierno de Felipe II, recopilado en España en los tiempos del Quijote p 53). Recordemos que el Quijote se vuelve caballero andante por falta de la justicia, mientras en la España real la justicia queda en manos de bandoleros que roban al rico para dar al pobre, tal como sucede con Roque Guinar, un bandido catalán, quien es un personaje histórico que aparece en El Quijote; lo paradójico es que para cuando Cervantes publica la segunda parte de El Quijote, el bandolero hacía cuatro años que había conseguido una amnistía y se había hecho capitán de infantería en el reino de Nápoles, porque en España la inmunidad judicial era el mejor aliciente para el alistamiento, dice AA Thompson en su ensayo La guerra y el soldado (España en los tiempos del Quijote p194). Podemos añadir que el personaje histórico también está sometido a la ley del cambio por las apariencias contrarias; por lo que este personaje es un bandido justiciero, pero también es un capitán defensor de España. Por eso Cervantes lo pone en su novela y de esta manera inserta la ficción en la realidad. Por otra parte, la ruta del caballero andante, que busca restaurar la justicia, pasa por los lugares donde funcionaron las instituciones de la justicia regional, abolidas por el absolutismo. Carlos Fuentes nos recuerda que en la España de Cervantes se rompe la tradición pluralista de Alfonso VI de Castilla que se proclamó emperador de las tres religiones; se expulsan a los moros y judíos de España. Se eliminan los fueros y privilegios que gozaban las comunas regionales, usados como arma social para atraer a los españoles, que vivían en territorios controlados por los moros. Lo cierto es que desde el punto de vista social, en España empezaron a surgir islas políticas, producto de las sublevaciones populares que declaraban sus territorios libres del poder de la corona, en particular en el país vasco y Castilla. También surgen islas políticas en los repartimientos económicos que hacen los nobles. Por eso es significativo que Sancho, un rústico, sí puede gobernar una ínsula bajo la protección de unos Duques, porque este juego de la ficción era posible en la realidad, y de hecho se realizaba cuando los nobles, después de comprar el vasallaje de los pobladores de una región, encargaban a alguno de sus testaferros para administrar el condado, cobrar impuestos en los municipios o administrar la esclavitud y vender los cargos públicos. Lo mismo hacia el Rey, encomendaba a un testaferro para gobernar a su nombre. Otra forma de ínsula política era dada por los territorios que se declaraban independientes del poder de la corona. En la España de Cervantes había 18 duques, 38 marqueses y 43 condes (Bernard Vicent La sociedad española en la época del Quijote op cit p 290), los cuales ejercían autoridad sobre los vasallos y obtenían ganancias económicas. Por eso el Duque le decía a Sancho que no hay ningún género de oficio de estos que no se granjee con alguna suerte de cohecho. Lo cierto es que las instrucciones del Quijote sobre la justicia, son mejores que la leyes del poder. Entre los cargos que se vendían estaban el de Hidalgo y el de Conde, por eso Sancho arguye que para ser Conde le
  • 26. 26 basta ser cristiano, a lo que el Quijote le replica y aún te sobra, y cuando no lo fueras porque siendo yo el rey te puedo dar nobleza sin que la compres, ni me sirvas de nada (Capítulo 21 de la I Parte). Por ende, otorgar el gobierno de la ínsula de Barataria era una parodia del reparto del poder que realizaba la nobleza en España, lo que implica una crítica a la incapacidad de los reyes de gobernar por sí mismos, porque los preceptos que el Quijote la de a Sancho para Gobernar, son mejores que los que da Carlos V a Felipe II y mejores que los que les da Felipe II a su hijo Felipe III. La parodia de la historia nos indica que Cervantes cuestiona la razón del poder por medio de la sinrazón del Quijote; de esta forma se defienden los ideales democráticos en una época donde el absolutismo elimina las instituciones de justicia regional. La Inquisición censura libros, quema gente, despoja propiedades y autoriza cómo pensar y vivir. En una época, como dice Carlos Fuentes en su obra Cervantes o La crítica de la lectura, donde los valores democráticos, son sustituidos por el poder centralista, que sacrifica la justicia al orden; la virtud, al éxito; el diálogo es sustituido por el monólogo del poder. Es una época donde se sustituyen los procesos judiciales por la tortura y la verdad, por la confesión. Lo cual es diferente a los juicios guiados por la justicia que realiza Sancho en El Quijote. La moral y la virtud son sustituidos por la conveniencia; los valores del cristianismo, por las normas del Concilio de Trento. En esta época, cuando en España ya no quedan judíos, ni protestantes para perseguir, el rey declara que la brujería es el azote de la raza humana, lo cual desató la represión de las mujeres. El contraste se da en la novela porque el Quijote realiza una defensa a la dignidad de las mujeres desde el principio hasta el final. No olvidemos que solo en Toledo fueron torturados el 32 % de los acusados, entre ellos ancianas de 90 años y niñas de 13. Al sustituir la investigación por la tortura, se pierde la verdad como árbitro social; se somete la dignidad a la supervivencia; se sustituyen los confesos, por los culpables. Por esta razón Cervantes recurre al doble sentido; al disimulo y a la ironía para poner en contraste el ideal del caballero de la fe con la realidad de España. Podemos representar esta época de locura con la expresión que usó Luis Vives: Vivimos tiempos muy difíciles en los cuales no puede uno hablar, ni callar sin peligro. En otras palabras, las fuerzas democráticas de España están como el Quijote al ser derribado en su última batalla por el caballero de la Blanca Luna. Vencido sois caballero y aún muerto, sino confías las condiciones de vuestro desafío. El andante molido y aturdido, sin alzarse la visera como si hablara dentro de una tumba, con voz debilitada y enferma dijo: Dulcinea del Toboso, es la más hermosa mujer del mundo y yo el más desdichado caballero de la tierra. Y no es que mi flaqueza defraude esta verdad. Aprieta caballero la lanza y quítame la vida, pues me has quitado la honra. Esta respuesta es parecida a la respuesta que le da el moro al cristiano en la Historia del Abencerraje y de la hermosa Jarifa (1561). Su respuesta también es parecida a la respuesta que le da el joven Bariato a los romanos, el último sobreviviente en la Numancia de Cervantes. Ellos le ofrecen libertad y riquezas, pero él prefiere suicidarse debido a la pérdida de su honor. Recordemos que Séneca decía que el suicidio era el último recurso de la dignidad. Podemos decir que en la súplica del Quijote hay una verdad social: equipara al pueblo con la nobleza; también, una verdad humana ¿Acaso el amor no le da sentido a la vida? Verdad que ha
  • 27. 27 tratado de demostrar en la primera parte del Quijote. Y una verdad trágica: la precariedad de toda voluntad del poder. Restaurar estos valores perdidos es lo que anima al caballero de la triste figura, cuya utopía máxima era la de transformar la vida, cuando la sociedad se refugia en la utopía mínima, que es sobrevivir. Los personajes de Don Quijote son los antihéroes derrotados por la historia; son los hombres y mujeres que protagonizaron la insurrección de los comuneros, los que desean restaurar el cristianismo fragmentado por el fanatismo de la guerra religiosa. Ellos dialogan en la novela en busca de la verdad; tratan de restaurar su honor; anhelan la virtud y la justicia a lo largo de la ruta del andante, que es la ruta donde se encontraban las instituciones de justicia de la España medieval, clausurada por el absolutismo. Pero el valor estético del Quijote no se queda en la crítica de la historia, madre de la verdad, porque la aventura quijotesca implica también la restauración de la dignidad de los personajes como principio vital de la novela. En esta recuperación de la dignidad, es que se configura el valor estético de la novela de Cervantes. Por eso el Quijote es algo más que una novela que narra las aventuras de un caballero desquiciado que anda por España como caballero, enajenado por los libros de caballerías, El Quijote es la historia de un pueblo en busca de su dignidad. De esta manera El Quijote es la crítica de la sociedad por medio de la lectura, es una forma de recuperar la dignidad por medio de la risa, la parodia y el doble sentido. La novela de Cervantes es una forma de contra historia. Michel Foucault nos recuerda en su obra Defender la sociedad, que desde La Edad Media hasta el siglo XVII hay dos cambios en el discurso de la historia. En Roma el discurso de la historia es para defender la soberanía, el cual evoluciona en defensa del poder. En la España de Cervantes, en el discurso del poder el enemigo es el hombre de otra fe: el turco, el judío o el mahometano. En este contexto la literatura de caballerías y la comedia de entretenimiento, lo que hacían era ser rituales del poder. El Quijote cambia eso, la literatura ya no es parte de los rituales del poder, es su ruptura en favor de la condición humana. ¿Quién es el enemigo de clase ahora?, se pregunta Foucault, y responde que el enfermo, el desviado o el loco, responde (p. 82). Por casualidad, eso fue lo que postuló Erasmo de Rotterdam, uno de los promotores de la tercera fuerza del cristianismo, cuando describió este cambio en el discurso de la historia en el Elogio de la Locura. Por eso Cervantes en El Quijote no solo cuestiona el discurso de la historia, sino que nos describe los valores de la condición humana en el nuevo ciclo de la historia que se inicia. El enemigo no es el otro, sino la falta de los valores humanos en la sociedad.
  • 28. 28 IV Las apariencias contrarias. Casi al final de la primera parte del Quijote, cuando están en la venta, hay una discusión sobre si la bacía de latón del barbero es el Yelmo de Membrino o si las jáquimas son de caballo o jumento, pues ha llegado el barbero, y las reclama. La contraposición entre lo que dice el Quijote y lo que dice el barbero es en torno a las apariencias contrarias. Los otros personajes que están en la venta someten a votación la disputa y resulta que según ellos, las cosas son como dice el Quijote, aunque uno de los personajes le paga al barbero los objetos que le quita el andante. ¿Por qué ocurre esto? Porque es una clave para el lector que le permite comprender lo que le ha sucedido a los personajes que pernoctan en la venta; quienes han contado sus historias personales, lo que conforma gran parte de la primera parte del Quijote, porque la novela no es solo la aventura del andante, sino la historia de los personajes tipos que conforman el pueblo español. De esta manera cada personaje, hombre o mujer, en El Quijote es hijo de sus hechos, su linaje y prosapia no dependen de la genealogía o de su limpieza de sangre, sino de sus actos vitales, por medio de los cuales son capaces de preservar su dignidad. Cada uno de los personajes está sometido a la norma de las apariencias contrarias. Por ejemplo Zoraida, la mujer mora, abandona a su padre y huye con el cautivo, un caballero cristiano, por lo que en la venta la mujer árabe se presenta como cristiana; pero sobre todo es una mujer que ama por encima de las diferencias culturales. Este era un tópico de la literatura arábigo española. Aparece en El Recontamiento de lo que le sucedió a una partida de sabios célibes donde un anacoreta musulmán se enamora de una mujer cristiana por la cual renuncia a su religión, pero el apostata arrepentido consigue el perdón y la conversión de la mujer cristiana al Islam. (Ángel Sánchez Palencia Historia de la literatura Arábigo Española, Editorial Labor, Madrid España, 1928 p 308). Cervantes lo que hace es revertir la tradición, al parodiar la literatura de tradición arábiga, uno de los pilares de la cultura española. También tenemos la historia del cautivo, un soldado decepcionado que busca su libertad; y cuando es prisionero no recibe ayuda de sus amigos, pero sí, de la hija de su enemigo; y en la venta se hace pasar por cautivo de la mujer que ama para protegerla. Aquí escuchamos la historia de su hermano, el Oidor, quien tiene que oír la historia de los otros para encontrar su verdad, la verdad que busca. La verdad deja de ser el producto de su autoridad; su dignidad resurge de la comprensión de la verdad revelada por el relato de los otros. En otras palabras, el Oidor Juez o magistrado que en las audiencias del reino oía y sentenciaba las causas y los pleitos, tiene que oír; el Oidor lleva a su hija Clara, quien tiene un criado de mulas a su cargo, quien la sigue. Ella es a su vez doncella y es su mujer. El mozo de mulas es el hijo de un señor de alcurnia, quien se disfraza por amor a la joven. El personaje también está sometido a la dualidad de las apariencias contrarias al ser un mozo de mulas y ser a la vez, un hombre rico, tal como sucede con todos los personajes que pernoctan en la venta.
  • 29. 29 Lo significativo de esto es que estas apariencias contrarias están motivadas por los prejuicios sociales y se resuelven por el amor. El amor es la fuerza que hace cambiar a los hombres y mujeres; la fuerza que los salva de la vorágine psicológica de la transformación, que los lleva a superar las apariencias contrarias de los prejuicios para recuperar su dignidad; en la venta se cuenta la historia de amor entre Maritornes, la hija del ventero, y el arriero, pero ella se transforma en princesa, a la que el Quijote desea, de tal manera que se ponen en contraste el deseo carnal del arriero y el deseo sublimado del Quijote por su princesa imaginaria. También está Dorotea, quien se disfraza de hombre o es la princesa Micomicona; ella es un personaje clave en la primera parte de la novela porque Cervantes la utiliza para resolver la trama de amores cruzados entre Dorotea y Fernando; Cardenio y Lucinda, cuyas vidas están desechas por las apariencias contrarias producidas por los prejuicios sociales. Los cuatro viven sometidos a la ley de las apariencias contrarias, debido a que creen lo que no es, pero cuando Dorotea descubre la verdad del amor, todos recuperan su dignidad. Tenemos entonces que los hombres y mujeres en la primera parte de Don Quijote asumen una personalidad que no es la suya; como le sucede al Quijote. La paradoja es que el Quijote lo hace debido a la lectura de libros de caballerías, pero ellos lo hacen por el peso de los prejuicios sociales. Finalmente, la fuerza del amor los transforma en lo que son. Tenemos que el Quijote es la historia del drama humano de su tiempo, el cual se soluciona por el amor; este resuelve el drama social de las apariencias contrarias que viven los personajes de la novela. Cuando el Quijote empieza la discusión sobre si se trata del Yelmo de Membrino o de la bacía del barbero, lo que hace Cervantes es explicar al lector la manera de interpretar las apariencias contrarias que afectan a los personajes de su novela. Por eso ellos someten a elección el asunto y gana el Quijote, pues todos han resuelto el drama de las apariencias contrarias, pues llegaron a la venta siendo lo que no son; ahora son lo que son. Por eso en El Quijote, Cervantes apela a esta cualidad del discreto entendimiento, pues la verdad se encuentra tras las apariencias contrarias; sobre todo, la verdad del amor que permite recuperar a todos los personajes su dignidad. Esta es la gran verdad de la condición humana. Los personajes de Don Quijote tienen que superar, las apariencias contrarias producidas por los prejuicios sociales por medio del amor. Al ser ellos mismos superan las limitaciones de la cultura, de la sociedad y sus prejuicios. Solo así pueden ser personas auténticas que preservan su dignidad por encima del poder protervo de los poderes políticos que gobiernan la historia. Esta es la gran lección de Cervantes en El ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha. Lección que tiene validez hoy día. En este contexto, la historia del Curioso impertinente adquiere coherencia dentro de la novela. En este aspecto hubo una discusión sobre la si era coherente o no, la interpolación de la historia en la novela. Creemos que esta coherencia se da por dos razones: la primera, porque el cura dice que la obra es de quien escribió Rinconete y Cortadillo es decir, de Cervantes; la segunda es que la historia contiene una advertencia sobre las faltas al amor. Este tema es coherente con la trama que viven los personajes en ese momento; ellos están contando una historia en la que tienen que resolver un conflicto de amor, y para hacerlo todos recurren a la solución de las apariencias
  • 30. 30 contrarias, como fórmula para recuperar su dignidad, lo cual está planteado en el curioso impertinente. Conocer el ejemplo del Curioso impertinente, dado por la tragedia de quien pierde el amor de su vida por los prejuicios, resuelve el conflicto de los personajes de la novela. La dignidad de las personas es ahora un valor subrayado por Cervantes porque la defiende dos veces seguidas. La primera contra Sancho, que ofende a Dorotea al llamarla prostituta. Dorotea interviene para apaciguar la furia del andante porque asegura que Sancho hizo mención a un dicho, sin intención de ofender; no obstante este muy contrito, le pide perdón a Don Quijote. El otro caso es la historia contada por el cabrero, quien tiene a una cabra como su mejor amiga pues desconfía de las mujeres; y para atestiguar su inquina cuenta la historia de Leandra, quien fue engañada por un soldado farsante, quien le roba y la abandona en una cueva. Aunque la dama asegura que no ha perdido la joya más preciada, la que acrisola su virtud, y en la que recae el honor de su padre, nadie le cree, ni siquiera su padre, que se exilia para volver cuando haya pasado la ola especulativa sobre la virtud menguada de su hija. El Quijote se enfurece y traba combate contra el cabrero porque su historia no defiende la dignidad de la mujer. El doble de esta historia en la segunda parte es la historia de la hija de Doña Rodríguez. Por esta razón decimos que la segunda parte de El Quijote es espejo de la primera. La primera es el viaje de la locura, Alonso Quijano se transforma en el Quijote; la segunda es el viaje a la recuperación de la cordura, que termina con la transfiguración del Quijote, en Alonso Quijano Una vez resuelta la lógica de las apariencias contrarias en los personajes, aparecen los agentes de la inquisición que buscan al Quijote por haber liberado a los galeotes y ahora las apariencias contrarias se van hacia lo social. Las cuadrillas de la Inquisición no aceptan la verdad que surge de las apariencias contrarias; no me den a entender a mí cuántos hoy viven en el mundo al revés de que esta no sea bacía de barbero y esta albarda de asno, dijo uno de ellos. Acto seguido los inquisidores piden ayuda para meter en prisión a aquel robador y salteador de sendas. El Quijote responde aplicando la norma de las apariencias contrarias para descubrir la verdad: Venid Acá Gente Soez y mal nacida. Saltear caminos llamáis al dar libertad a los encadenados, soltar a los presos, socorrer a los miserables, alzar a los caídos, remediar a los menesterosos. Aquí la verdad del Loco redime la sociedad. Frente a la verdad del poder. Al someter los hechos a las apariencias contrarias Quijote ataca de forma directa a las dos instituciones del poder más importante de su tiempo, al Emperador y a la Inquisición. Pero ahora el lector está en capacidad de comprender la loca verdad del andante, al compararla con la injusticia de sus perseguidores, ya que pueden deducir por medio de las apariencias contrarias, las diferencias que hay entre ser salteador de caminos o liberador de prisioneros, capturados de forma injusta. Tal como sucedía en España de su tiempo. El Quijote apela al estatuto social de los hidalgos para evitar el castigo, pues de acuerdo a las leyes los hidalgos estaban exentos de cualquier forma de tormento (Georgina Dopico Black España en Tiempos del Quijote p 25). El sacerdote por su parte apela a la locura, que no estaba codificada como delito por la inquisición, pero los miembros de la cuadrilla de La Santa Hermandad insisten
  • 31. 31 en que lo apresarán 300 veces aunque lo suelten por loco. Finalmente convienen, el cura y el barbero en armar una farsa para llevarse al andante enjaulado a su aldea vigilado por La Santa Hermandad. Tenemos entonces que la primera parte del Quijote está sometida al principio de las apariencias contrarias y solo el amor es el que permite recuperar su dignidad a los personajes al elegir ser lo que son, aunque para hacerlo simulen ser lo que no son, como Don Quijote de la Mancha. Esta es la gran paradoja de la novela.
  • 32. 32
  • 33. 33 V ¿Quién es el loco? Si bien el caballero de la triste figura está loco, por leer libros de caballerías, también lo está la sociedad debido a la guerra y al fanatismo religioso, por lo que el segundo mecanismo de la retórica de las apariencias contrarias es contraponer la locura evidente del caballero andante con la locura oculta de la sociedad. Debemos destacar que en el Manual de Inquisidores, de 1587, del inquisidor Aragonés Nicolau Eimeric, la definición de hereje parte de aquel que es capaz de elegir racionalmente un error de la fe que afecta la interpretación de los evangelios, al margen de la interpretación oficial de la Iglesia católica. En este caso la locura no está dentro de la herejía, porque el afectado no era capaz de discernir, por eso el cura en la primera parte de El Quijote intercede por el caballero andante porque estaba loco; y aunque los inquisidores digan que se lo llevaran preso, aunque lo suelten 300 veces, lo cierto es que el personaje podía darse el lujo de decir su loca verdad y también como veremos, de contraponer su locura personal con la locura de la sociedad. Erasmo de Róterdam escribe en el Elogio de la locura que los insensatos tienen la cualidad maravillosa de decir la verdad y de ser oída con agrado. Esta es la cualidad del Quijote. En la edad dorada, dice el Quijote, No había fraude; el engaño, ni la malicia mezclándose con la verdad, como ocurre en el presente. Las doncellas y la honestidad andaban como tengo dicho por donde quiera sola y señera, sin temor que la desenvoltura y lascivo intento le menoscabasen. Pero en El Quijote hay algo más, si lo vemos desde la perspectiva dada por el contraste de las apariencias contrarias. Tenemos no solo que el loco dice la verdad, sino que su locura evidente se contrasta con la locura oculta de la sociedad. Por eso los sacerdotes que se enfrentan con el caballero andante padecen de un tipo de locura denominada por Erasmo de Róterdam el vescovi politicanti, es decir viven enamorados más de la fastuosidad cortesana que de la simple vida pastoral. Otro de los aspectos que son vistos como locura en El Quijote son los relacionados con el honor. Una de las paradojas de la literatura es que el honor puede defenderse por medios perversos. En Otelo, de Shakespeare, el moro es el extranjero que ha recuperado su dignidad por el amor de Desdémona, la rubia patricia de Venecia. Finalmente, debido a las intrigas de Yago, motivadas por los celos y la creencia de que su esposa se acostó con el moro, lo cual es una violación contra su honor, esto propicia la venganza. Esta se urde para llevar a Otelo a pensar que Desdémona lo traiciona con otro; lo cual indica que ha sido violado su honor. Debido a la supuesta traición, Otelo entra en una vorágine de celos delirantes, asesina a su esposa y luego se suicida. Yago defiende su honor y Otelo también, pero ambos restauran su honor por medios perversos, lo cual origina la tragedia. En este aspecto Shakespeare tiene una galería de delincuentes dedicados a preservar el honor con medios perversos, como Yago en Otelo, Ricardo III, que decide vengarse por ser contrahecho; Aaron, en Tito Andrógino, y Lachimo, de Cimbelino. La diferencia es que en Cervantes la violación del honor no solo se genera por la intriga social, sino que se genera por la iniciativa de la propia persona, que padece de un tipo de locura denominada estupidez. Este es el caso del Curioso Impertinente, que induce a su mujer a estar
  • 34. 34 con otro para probar si ella es fiel. Este es un caso de locura descrita por Erasmo. Loco es aquel que prostituye a su propia esposa. El otro caso es el de las bodas de Camacho; hay que ser muy estúpido para casar a tu novia con su antiguo pretendiente, con el cuento de que está por morirse y quiere heredarle sus bienes. Cuando se casan, el moribundo se recupera. Tenemos entonces que en la novela de Cervantes los hombres pierden su honor debido a su propia locura. De esta forma la lanza de Don Quijote apunta a la locura oculta de la sociedad, como lo son la guerra y la estupidez humana, ¿Quién es el loco entonces? Podemos decir que las aventuras del Quijote no son más que la reiterada contraposición entre la locura del Quijote y las formas de la locura social. El inmortal personaje de Cervantes participa de un tipo particular de locura: la carnavalización de la realidad; de la ironía producida por la loca verdad disfrazada por la risa y la ambigüedad, la parodia para enfrentar las sinrazones del poder. Esta es la locura crítica descrita por Erasmo de Rótterdam, en El Elogio de la locura: la locura como sabiduría de la inadaptación, como dice Carlos Fuentes. Antes del Quijote Cervantes habla de la cordura loca en un soneto que aparece en La Gitanilla, no olvidemos que hace énfasis en que el Quijote solamente disparataba en tocándole a la caballería; y en los demás discursos mostraba tener claro y desenfadado entendimiento” por lo que el contraste entre la locura del Quijote y la locura de la sociedad es la segunda clave para descifrar la novela. Veamos otros ejemplos. Cuando el Quijote ataca a unos sacerdotes (capítulo XIX de la primera parte) que cargan a un muerto en medio de una procesión fúnebre, porque los confunde con unos encantadores que podían llevar prisionera a una princesa, como en los libros de caballería. Recordemos que Erasmo de Rotherdam diferencia dos tipos de locura: la locura de la ilusión; y la locura del género de la estulticia, es decir la estupidez humana: “padecen de estulticia los que establecen pompas en los funerales y llegan a prescribir cuántas lámparas, cuántos cantores, cuántas plañideras deben ir en el cortejo, como si los difuntos sintiesen vergüenza que su cadáver no sea enterrado con magnificencia”. El Quijote sufre la locura de la ilusión, piensa que los sacerdotes son unos demonios, que algún mal han cometido, y él tiene que vengarlo. Y como los curas están desarmados son presas del andante. Don Quijote está loco porque ve lo que no es, pero también lo están los sacerdotes, que piensan que el Quijote es el diablo que viene a quitarles el muerto. Ellos también ven lo que no es. Cervantes equipara así la ideología religiosa con la locura de Don Quijote. Surge ahora, la ironía conceptual. Aquí el Quijote va a deshacer entuertos y deja tuerto al cura, es decir torcido: va a deshacer agravios y lo que hace es agraviar al cura; ya que golpear a un sacerdote era el primer agravio contra la fe instituido por el Concilio de Trento. Ambos personajes dialogan, pero con criterios distintos. El lector tiene que descubrir la verdad debajo de las apariencias contrarias. El sacerdote dice que el caballero debe ser condenado, pero el Quijote le recuerda un caso parecido en el Mío Cid, héroe de España, y contrapone las normas del concilio a los diez mandamientos, porque el sacerdote miente diciendo que es licenciado y defiende su vida, no por el valor sagrado de su vida misma, sino por sus títulos. Por lo que el diálogo le demuestra al lector que el Quijote no es el único loco, y esta es la segunda clave de la novela. Cervantes
  • 35. 35 ridiculiza a un tipo particular de sacerdote porque el Concilio de Trento promulgaba la formación de sacerdotes letrados, es decir que fuesen abogados. Este es el contraste entre lo ideal y lo real. Con esta equiparación de las locuras, Cervantes describe un mundo de enajenados que se interrelacionan sin reconocerse. Lo mismo es lo que leemos en El Eclesiastés; allí se promulga que el número de estúpidos es infinito. Cuando el Quijote llega al palacio Ducal, doña Rodríguez crea una farsa para hacerle creer que su mundo es real, pero en realidad ella cree en su causa; cree en la redención de la justicia, ya que la justicia se perdió en la España absolutista. Aquí opera lo que dice Erasmo: las cosas no son solo lo que son, sino lo que fueron y se desea, que sean. Ella muestra ante el Quijote su alma entristecida, presta atención a sus palabras y cree que de él puede venirle la justicia, no importa que el combate entre don Quijote y el criado francés Tosilos sea una bufonada, armado por los Duques para denigrarlo; lo que importa es que el andante renueve su fe en la misión caballeresca, ya que se cree protector de viudas y de atribuladas doncellas, que en la España de Cervantes eran abundantes. Lo patético surge cuando el loco tiene razón, aunque el mundo que le quieren representar sea teatral. Doña Rodríguez, quien está protegida por el poder ducal, está igual que Don Quijote, cobijada por su locura, cobijada por su propio desamparo. Pues su hija ha sido ofendida, preñada y abandonada. Aquí hay una referencia social a Felipe III. Los duques con la bufonada teatral se proponen engañar al Quijote, que presumen loco, cuando este ya empieza a ver la realidad. Lo mismo sucede en la historia de España cuando el Duque de Alba, organiza obras de teatro, bufonadas, como la de Don Quijote para explicarle al Rey de España, que todo iba bien en España. Lo cual es un indicio de la estulticia del soberano, o una prueba de la estulticia de los mecanismos del poder usada por los Duques, lo cual justificaban diciendo que el rey estaba encantado, tal como el Quijote justifica sus fracasos. Que esto valga en el Quijote vale, pero que esto valga en la realidad política de España, entonces que Dios nos coja confesados ¿Quién es el loco entonces? Ahora podemos comprender las palabras de Borges “Para Cervantes son antinomias lo real y lo poético” ; así tenemos que los avatares del caballero andante se reiteran en distintas circunstancias y con diversas variaciones para producir el contraste entre el poder y el ideal, entre la locura de un caballero bueno y la locura perversa de la sociedad, ya sea para comprender con la retórica de la ironía o para compadecernos de quienes padecen un arrebato de locura más cruel y miserable que la locura quijotesca. La ironía suprema se da cuando el Quijote visita una imprenta donde están publicando El Quijote; el personaje se sabe leído, el lector comprende que se trata de la literatura, pero hay una ironía adicional: los protagonistas de El Quijote son los lectores de El Quijote, así se transforma la aventura fracasada, del caballero andante en la necesidad de ofrecer ideales al lector. Este procedimiento está en el final del Ramayama, de Valmiki. Entonces la ironía de Cervantes no es la burla de la persona. La ironía cervantina va dirigida a producir conciencia en el contraste que se produce entre lo real y lo ideal. Entre la locura social y la locura del Quijote. Esto es lo que hace al Quijote una novela moderna: es caballeresca, es picaresca, es metafísica, es una novela bizantina; interpola, repite; transforma; es la novela del símbolo porque propende a
  • 36. 36 renovar los problemas universales del hombre. Por eso el novelista Augusto Roa Bastos, dice que Cuando Alonso Quijano muere acepta la derrota de los ideales caballerescos, admite el triunfo de los estereotipos, anula toda rebeldía, las desmesuras de las locas y sabias aventuras del Quijote bajo el resplandor del ideal heroico, pero no puede abolir la existencia del Quijote porque sus ideales son necesarios y este seguirá cabalgando por la vida, la belleza, la lealtad, el valor, la esperanza, y la libertad que son los valores que le faltan al poder. VI La recuperación de la dignidad.
  • 37. 37 Hemos visto que el Quijote crea un contraste entre la novela y la historia; entre las apariencias contrarias de los personajes; entre la locura del Quijote y la locura de la sociedad para que el lector tenga conciencia crítica de la realidad, sin embargo esto prefigura el tercer código estético que hay en El Quijote: la recuperación de la dignidad. Para lograrlo Cervantes utiliza el contraste entre la primera y la segunda parte. Si bien la primera parte alude a los romances y libros de caballería para parodiarlos, en la segunda, pesa en el ánimo de Cervantes el Quijote de Avellaneda, una parodia de su propia novela; pero en la segunda parte hay algo más: Sansón Carrasco le presenta al Quijote la existencia de la novela y la naturaleza de ellos como personajes. El único personaje real es el lector y la única realidad es la que parodia la novela. Esto hace que la segunda parte sea un libro de victorias y la primera un libro de derrotas (Tobedy op cit p 99). En la segunda parte la razón priva sobre la locura y prefigura la verdadera victoria de los personajes sobre sí mismos. En la primera parte la venta se transforma en castillo, en la segunda, la aventura sucede en el castillo ducal. En la primera parte Don Quijote combate con el cortejo fúnebre, y recibe el apodo de Caballero de la triste figura, en la segunda parte Don Quijote combate con los leones y recibe el apodo de El Caballero de los leones, y en este capítulo en particular Don Quijote empieza a recobrar la razón y los Duques hacen lo inimaginable para que se mantenga en su locura. La ironía es que ellos le hacen al Quijote lo mismo que el Duque de Alba le hace al Rey Felipe III. Tenemos entonces que hay un contraste entre la locura de la primera parte y la cordura de los personajes, en la segunda; pero en la medida en que recobran su cordura se acentúa la locura de la sociedad; lo contrario sucede en la primera parte, la sociedad está cuerda y los personajes, locos. En la primera parte tenemos el duelo con el barbero y en la segunda parte, el duelo con el caballero de los espejos. Esto tiene un solo significado: la segunda parte del Quijote es un reflejo de la primera parte, construida por medio de un paralelismo, entre la locura y la razón. Donde sale la recuperación de los valores de la conciencia, donde los personajes se reivindican a sí mismos. La locura es espejo de la razón y viceversa. En este contraste los personajes recuperan su dignidad. En el capítulo de los leones (II, 17) el Quijote razona que debe luchar a pie para que Rocinante no se espante con los leones. Él ve leones porque son leones. Se abre la reja se espera un fiero combate donde destripan al andante, pero como las teoría de las apariencias contrarias nos indica, el león no es tan fiero como lo pintan. También lo hace con la piara de puercos y el tropel de toros de lidia que representan la rastrera realidad que aplasta al ideal. No como en la primera, donde ve monstruos y hay molinos de vientos. No se deja seducir por la locura. En la primera parte la realidad es trágica porque implica el choque brutal de la locura con la realidad. En la segunda, la realidad se hace comedia para que todos los personajes hagan que la realidad coincida con la imaginación de don Quijote; en la segunda parte los capítulos se alternan entre las aventuras de Sancho y Don Quijote, no así en la primera parte, que son las aventuras del Quijote y Sancho. Este juego dialéctico pone a los personajes en el contexto de la historia real y en contexto de la vida misma. Y solo en este contexto cada uno de los personajes logra una victoria sobre sí mismo, uno se cura de la locura y el otro, se cura de la estupidez producida por la ignorancia y el conformismo;