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SEXISMO, LENGUAJE
    Y PRENSA:
  CASO VENEZUELA
 VALENTINA SALAS
SEXISMO,
LENGUAJE Y PRENSA:
CASO VENEZUELA
VALENTINA SALAS




Fondo de Desarrollo
de las Naciones Unidas para la Mujer
CONTENIDO




                                pág. 5     Introducción
SEXISMO,
LENGUAJE Y PRENSA:              pág. 21    1. Primacía y Precedencia
CASO VENEZUELA
                                pág. 31    2. Damas y Caballeros
Valentina Salas
                                pág. 39    3. Débil y bello
© Valentina Salas, 2005,        pág. 45    4. Señora y mujer de...
valentinasalas@telcel.net.ve    pág. 53    5. HOMO ¿hombre y mujer?
                                pág. 59    6. Marido y mujer
Gestión editorial:
Beatriz Bermúdez                pág. 65    7. Varón y hembra
beaberm@telcel.net.ve           pág. 69    8. Derechos
Diseño: ABV Taller de Diseño    pág. 77    9. El día que falta
Carolina Arnal
                                pág. 83    10. ¿Y las niñas?
abvtaller@cantv.net
Caracas, Venezuela              pág. 91    11. Mundo de Hombres. Masculino aunque sea femenino
Digitalización y                pág. 103   12. Masculino genérico. Sexo mata cantidad
retoque fotográfico:             pág. 119   13. Masculinización lingüística
Gady Alroy
                                pág. 143   14. Más sobre denominaciones imprecisas
Preprensa:
Desarrollos Compumedia          pág. 159   15. Buenas, féminas y faldas
Impresión:                      pág. 171   16. ¿Por qué el «la»?
Gráficas Acea                    pág. 191   17. Belleza y poder
Tiraje: 1000 ejemplares
                                pág. 207   18. Avisos, omisión, reparación y empleo
Impreso en Caracas, Venezuela
2005                            pág. 223   19. Insultos, anatomía y sexismo
                                pág. 231   20. Cosificación, posesión, selección de verbos
HECHO EL DEPÓSITO DE LEY        pág. 239   21. Embarazo y distorsión
Depósito Legal
                                pág. 253   22. Prensa y criaturas
If 25220050701612
ISBN 980-12-1405-8              pág. 267   23. Formularios, documentos y secundidad
                                pág. 277   24. Leyes, intención y redacción
                                pág. 293   25. Violencia física. Secundidad política. ¿Es inocente el
                                           lenguaje?

                                pág. 305   Bibliografía


                                           CONTENIDO
                                           3
INTRODUCCIÓN




El propósito de estas páginas es mostrar al mayor número posible
de hispanoparlantes hasta qué extremo uno de nuestros usos del
lenguaje incide en un hecho injusto y hacer ciertas sugerencias
sobre el modo como esto puede ser modificado. El uso al que me
refiero es el sexista; el hecho, la secundidad lingüística y extralin-
güística que afecta a la población humana femenina y por lo tan-
to a la vene zolana, y el modo, proponer e introducir en la co-
rriente del habla formas sustitutivas de las sexistas.
  De allí que siendo mi interés particular despertar conciencia so-
bre el grado de sexismo 1 en Venezuela, he creído conveniente
realizar este trabajo apoyándome en la fuerza de lo que salta a la
vista; es decir, en la imagen, esgrimida como argumento difícil de
rebatir o ignorar. Ilustro, pues, dicho grado mediante ejemplos
tomados en la medida de lo posible de nuestros medios escritos:
diarios, publicaciones, documentos y revistas; creo que de en-
trarle la evidencia por los ojos, un mayor número de personas
despertará al sentimiento de responsabilidad (y a la voluntad) de
disminuirlo, algo posible sin mucho esfuerzo con sólo detectar y
combatir las estrategias lingüísticas del sexismo.
  De hecho, a lo largo de mi trato con el tema he podido observar
que si atribuimos al «machismo» la violencia general contra el
sexo femenino, nadie parece extrañarse ni tiene inconveniente
en admitirlo, pero si achacamos parte de culpa por la implanta-
ción de esa violencia a la forma en que usamos el lenguaje, la
reacción suele ser, más aún que de sorpresa, de incredulidad. Su-
pongo que ello se debe a que el término «machismo» evoca lo
más obvio del fenómeno, es decir, los hechos, las costumbres o las
leyes cuyos efectos saltan en cierto modo a la vista, como, entre
otros, la lapidación de las adúlteras, la mutilación del clítoris, el
acoso sexual o la violencia doméstica, mientras que por «sexis-
mo lingüístico» nos referimos a algo nada fácil de advertir: el mo-

INTRODUCCIÓN
5
do como la lengua influye en que se conserve la situación deva-       posterior. Y también cabe admitir que «la práctica constante del
luada que vive y que padece la mujer.                                lenguaje» deriva de la constante puesta en práctica de las actitu -
  Cabe, pues, apuntar que por «sexismo lingüístico» voy a enten-     des, lo cual quiere decir que la actitud patriarcal produjo normas
der aquí, más que la codificación expresa de contenidos sexistas,     de lenguaje sexistas y que estas fueron, en nuestro caso, codifica-
el uso, en textos y contextos presuntamente neutros, de la sinta-    das y entronizadas por la gramática castellana. Así pues, en
xis, las palabras y las normas adecuadas para ayudar a afianzar el    cuanto a si el español facilita o no el sexismo, básteme decir que
predominio del hombre sobre el sexo femenino. Un uso que se          para formular estas reflexiones he tropezado con el mismo pro-
practica, por una parte, de forma subliminal, y por otra, al revés   blema de cuantos se han ocupado –en cualquier idioma– del se-
completamente: de forma tan descarada que no suscita cuestio-        xismo lingüístico: el de tener que combatirlo haciendo uso de sus
namientos. Buen ejemplo de lo cual es el que hombre2 signifique       propios términos, giros y normas gramaticales. No hay forma to-
«humanidad» sin protestas masivas femeninas.                         davía de no ceder ante muchas de éstas si queremos que el men-
  Ahora bien, siendo tan obvio que las palabras en sí no son ni      saje se reciba, razón por la cual defino en las referencias al fin de
buenas ni malas y que es justamente el modo en que las emplee-       esta introducción –junto con informaciones cuya lectura enca-
mos lo que puede conver tirlas en instrumentos dañinos para          rezco–, términos como «género»4 o «masculino genérico»5 para
cualquier grupo humano, debo aclarar que en estas reflexiones         que quienes hayan olvidado su gramática puedan recordarlas
–carentes de pretensiones científicas– me ocupo sólo de aquéllas      fácilmente: la meta es interesar al mayor número posible de lec-
que se usan, y de cómo se las usa, para discriminar a las mujeres.   tores en la eliminación de una injusticia.
  También debo aclarar que no proclamo la igualdad de los sexos        Por otra parte mi uso predominante de la prensa como fuente
ni que el lenguaje sexista responda mayoritariamente a una in-       de gráficas y textos no implica que le atribuya una especie de
tención consciente de perjudicarnos. Pero sí creo que éste respon-   conspiración sexista; es sólo que por su alcance espacial e ideoló-
de a intenciones inconscientes sobre cuyas posibles causas aporto    gico funciona, consciente o inconscientemente, como sustenta-
aquí diferentes opiniones. Para más, alerto sobre el modo como el    dora del sexismo y constituye un verdadero almácigo de ejem-
sexismo incide en la no igualdad de oportunidades para la mujer e    plos. De ella he venido extrayendo desde comienzos de 1980 casi
insto a indagar las causas de que exista; además, a cuestionar la    todos los que aquí presento como prueba de la continuidad y vi-
lógica e impugnabilidad de las normas gramaticales y semánticas      gencia de la actitud sexista entre nosotros: confío en que su
que lo sustentan, a rastrear las fuentes más directas de su tradi-   «edad», variedad y selección nos hagan concienciar esa actitud y
ción en Venezuela y a señalar su presencia tanto en nuestra for-     nos insten a luchar por superarla. Como fuere, por razones de es-
ma de hablar como en nuestros medios de comunicación escrita.        pacio he recortado –y ensamblado después– en varios de ellos
  De hecho, ante la afirmación de que las gramáticas no dictan        las partes más relevantes para sostener mi caso, pero la totalidad
for mas de lenguaje sino que registran las ya existentes en el       de cada uno y por lo tanto la fiabilidad de mi selección, pueden
habla común (lo que me lleva a preguntarme cuánto tardará en-        ser plenamente constatadas. Y en cuanto a su aparente sobredo-
tonces la aceptación académica del popular «dequeísmo»), y que       sis en algún capítulo, ella responde a la intención de subrayar
son, por lo tanto, productos de la práctica constante del lengua-    que en tales casos no se trata de manifestaciones esporádicas de
je3, cabe convenir en que al codificar dichas formas las gramáti-     sexismo, sino de patrones tan internalizados que de tanto resul-
cas las entronizan oficialmente haciendo más difícil su revisión      tarnos familiares se nos hacen invisibles.6

SEXISMO, LENGUAJE Y PRENSA                                           INTRODUCCIÓN
6                                                                    7
Se trata, además, de ejemplos que por cubrir tantas áreas de la          Como fuere, he dicho lo que he querido decir para que al menos
vida nacional ofrecen una visión panorámica del sexismo que la           parte de la población femenina venezolana caiga en cuenta de
aqueja. De allí que el incluir la imagen de hechos o de personas a       que el uso sexista de la lengua, amén de devaluar su humanidad,
que se alude en algunos de ellos me ha parecido efectivo: ver un         le resta confianza en sí y oportunidades en la práctica; por eso es
rostro o una escena nos hace captar mejor su respectiva vincula-         que quisiera, sobre todo, poder llegarle a las mujeres mismas,
ción a la vida real y advertir más claramente la presencia del se-       usualmente inadvertidas de que viven el problema del sexismo.
xismo en nuestro mundo. El que algunas personas mencionadas              La mayoría, porque la lucha por la supervivencia y las pocas po-
–como también ciertos hechos– dejen, con el tiempo, de tener su          sibilidades de superación las mantienen al margen de toda refle-
coyuntural importancia protagónica, no podrá desvirtuarlos co-           xión no imprescindible, las otras porque, a la inversa, con formas
mo ejemplos: si el día de mañana nuestros nietos nunca oyeran            menos precarias de vida y tal vez tan exitosas –o más– que sus co-
hablar de Irene Sáez, ya no supieran de Chernobyl ni de Afganis-         legas masculinos, no tienen conciencia real de que esa no es la si-
tán, y no tuvieran ni la menor idea de quiénes son (o fueron) Tony       tuación de todas. De hecho, son las que más se sorprenden ante
Blair o Noemí Sanín, ello no impediría que captaran los daños del        la revelación de que también a ellas les afecta el sexismo y de que,
sexismo que hoy por hoy, para ilustrarlo, relaciono con sus res-         al menos en lo lingüístico, las margina y subvalora. Nadie imagi-
pectivas existencias. Ellos y otros me han valido para apoyar esta       na lo difícil que resulta a este respecto perforar una estructura
voz de alerta que resulta, más aún, la denuncia de esos daños.           mental consolidada si no se cuenta con evidencias gráficas que
  Me gustaría, por supuesto, disponer de otras muchas herra-             ayuden a demoler la incredulidad inicial de los interpelados. Pero
mientas para dar solidez a esa denuncia por cuanto sé que a sus          lo cierto es que el condicionamiento patriarcal afecta individual
enunciados hay críticas formales, conceptuales y académicas              y colectivamen a todos los venezolanos, y que saberlo es el paso
que hacer con presumible justicia. Pero mi convicción de que su          inicial para enfrentarlo.
contenido es impor tante ha probado ser más fuerte que mi te-              El enfocar estas reflexiones principalmente en el sexismo lin-
mor a acarrearlas7. Por lo demás, quien quisiera ampliar alguno          güístico para mostrarlo como un afluente clave del sexismo ge-
de los puntos comentados podría confiar en mi bibliografía: no            neral constituye mi modesta pero solidaria contribución al es -
sólo puede ofrecer más argumentos de apoyo, sino muchos tam-             fuerzo que tantas vene zolanas responsables, preparadas y
bién contra los míos. Y en su material se incluye el de notables ve-     consagradas a la lucha antisexista realizan y han realizado, por
nezolanos que han estudiado, enseñado y enaltecido nuestro               la dignidad de todos, en sus respectivas áreas. Y digo que de todos
idioma en un constante ejercicio de identidad colectiva: venezo-         porque también los hombres querrán que en el futuro una socie-
lanos que como doctos y comprometidos tienen mi admiración               dad más justa proporcione a sus hijas las mismas oportunidades
aunque como mujer, venezolana también y también compro -                 con que, al menos en principio, pueden contar sus hijos. Hoy por
metida, me oponga aquí a varios de los puntos que sostienen.             hoy es evidente que el sexo femenino es lingüísticamente deva-
  De hecho, temas como los que planteo y/o analizo en, por ejem-         luado y algunas consecuencias de este hecho se pueden compro-
plo, los capítulos 2, 8, 9, 10, 15, 20, 21 y 22, y de los cuales hasta   bar en estas páginas.
prueba en contra presumo la autoría (la maternidad), son con-              Espero que ellas logren hacer reflexionar a quien las lea.
secuencia de las reflexiones suscitadas en mí por el ejercicio de su
cuestionamiento.

SEXISMO, LENGUAJE Y PRENSA                                               INTRODUCCIÓN
8                                                                        9
REFERENCIAS                               CIONAR LA LENGUA ES LA MÁS                  la del hombre-como-norma, una           la humanidad, dos términos equi-
1 Sexismo: término que no se              HONDA REVOLUCIÓN QUE PUEDE                  de las más perniciosas que se ha-       librados en cuanto al género gra-
conocía antes de 1960 y que aquí          HACERSE. SIN ELLA LA REVOLUCIÓN             yan codificado jamás. Y es que           matical: «ser humano» (género
alterno con «androcentrismo»              EN LAS IDEAS NO ES MÁS QUE                  donde hay un solo modelo, cuanto        masculino) y «persona» o «perso-
como es uso en contextos no espe-         APARENTE», (citado por Angel Rosem-         no responde a él es ubicado en una      na humana» (género femenino).
cializados. El primer diccionario         blat en La Primera Visión de América y      categoría de desviación. Así nuestro    Cada uno de ellos puede significar
que lo define es el «American Heri-        Otros Estudios»).                           esquema fundamental de clasifica-        la humanidad sin dejar de conser-
tage School Dictionary» en 1972, y     En todo caso el mismo García Me-               ción divide a la humanidad no en        var la visibilidad de ambos sexos
lo hace como «Una discrimina-          seguer estudia el «sexismo social»,            partes iguales, sino en dos catego-     en la medida en que todos los ha-
ción, por parte de los miembros de     que se da en el plano de la realidad,          rías determinantes: ‹hombre› y          blantes conocemos la existencia
un sexo, contra los del otro; en es-   y el «lingüístico», que se da en el            ‹menos hombre›». (Dale Spender, en      «simétrica» del otro.
pecial de hombres contra               plano de la lengua.Y en éste distin-           Man made Language, pág. 3).             Así mismo entre nosotros Márquez
mujeres». Según García Meseguer,       gue el «sexismo léxico», presente              En Venezuela el profesor Esteban        Rodríguez (en «Con la lengua», «Sexis-
(Lengua y Discriminación               cuando se usan vocablos que                    Emilio Mosonyi en su artículo           mo y lenguaje», El Nacional 22-1-1989),
Sexual, pág.33) : «es el hecho de con- debido a la forma de expresión es-             «Sexo y Gramática» (El Nacional A/6,    dice: a. «no es cierto que cuando
siderar, a nivel consciente o a nivel cogida resultan discriminatorios                24-3-1990) admite que: «la palabra      convencionalmente se le dio a
subconsciente, que uno de los          por razón de sexo, y el «sexismo               «hombre» –genéricamente consi-          «hombre» el significado genérico
sexos tiene una intrínseca superio- sintáctico», presente cuando se                   derada– (es decir, englobando a         de «ser humano» se hizo con el
ridad sobre el otro»; y según otra     construyen oraciones debido a la               «mujer»), podría sustituirse por        propósito de denigrar o de excluir
definición entre tantas como hay,       misma causa del anterior, y con                algo como «humanidad» o «el ser         a la mujer», y: b. « el hecho de que
se trata de un «mecanismo por el       los mismos resultados. Además,                 humano», pero tal subterfugio           sea un vocablo bisémico, que de -
que se concede privilegio a un sexo aclara que aunque una situación                   (subrayado mío) resultará chocan-       signa por una parte al ser humano
en detrimento del otro. La persona no sea sexista en sí, se la puede ex-              te o pesado en multitud de con-         en general y por otra a la persona
que lo utiliza es sexista».            presar de una manera sexista. (En              textos. Por otra parte, nada nos        de sexo masculino, no es sino una
Sin embargo, según A.Márquez           ¿Es sexista la lengua española?, págs.1-75).   impide atribuirle a «hombre» un         simple coincidencia.»
Rodríguez , (en «Con la lengua»,       Como fuere, el sexismo a que me                significado más amplio...»               Al respecto pienso que no pudién-
«Sexismo y Lengüaje», El Nacional 22-  refiero en estas páginas es el del              No sé si el profesor habrá pensado      dose probar la verdad de la
1-1989), «los vocablos «sexismo»,      hombre hacia la mujer y tanto                  en lo «chocante» o «pesado» que         aseveración «a», lo más que podría
«sexista», mírese como se mire, son en su aspecto general como en el                  resulta para una mujer ser com-         decirse es que no es cierto que se
neologismos de reciente data que       lingüístico.                                   prendida en la palabra «hombre» ,       hizo con el propósito consciente de
no pueden significar, conforme a                                                       o en el hecho de que tampoco nada       excluir a la mujer. (De hecho hay
sus componentes etimológicos,          2 Hombre: como sinónimo de                     impide realmente darle a «mujer»        quien contempla que plantear la
discriminación sexual» y más           Humanidad, la importancia de es-               un significado más amplio. Y mu-         intencionalidad es proponer una
adelante: «el sexismo en ningún        ta sinonimia es tal a efectos de la            cho menos en que si, de haberse         teoría de la conspiración no acredi-
caso es una cuestión de lenguaje,      situación de la mujer en la socie-             dado en nuestra lengua –como            tada en el enfoque sociológico).
sino de mentalidad. Cambiemos          dad, que, aunque a continuación                él dice que se da en el guajiro vene-   En todo caso resulta sospechosa la
ésta, sí, pero dejemos la lengua       incluyo y comento los argumentos               zolano– el femenino genérico,           elección de un término al que el
quieta, que ella, por sí misma, no     a su favor por parte de algunos es-             el sustituir «mujer» por «ser hu-      Consejo de Europa atribuye incer-
se mete con nadie».                    pecialistas masculinos en el área              mano» le hubiera parecido un            tidumbre en cuanto a las personas
Al respecto acoto que me es difícil    del lenguaje, doy primero la visión,           subterfugio.                            referidas y del que dice que «el uso
imaginar cómo se puede cambiar         que por supuesto comparto, de                  Y es que además, de hecho, el pro-      exclusivo de la palabra «hombre»
la mentalidad sin recurrir a la len- una especialista en dicha área:                  blema no tendría que presentarse        para referir a hombres y mujeres
gua, sobre todo porque coincido        «Entre ‹las reglas› semánticas                 ya que en español tenemos, para         establece una jerarquía entre
con Unamuno en que «REVOLU -           viciadas se destaca especialmente              referirnos a quienes conforman          los dos sexos». (Palabras con las

SEXISMO, LENGUAJE Y PRENSA                                                            INTRODUCCIÓN
10                                                                                    11
cuales reconoce los efectos, en la  la mujer, aunque sea en sentido        y la palabra «género» alude a los        para cualquier mujer interesada
práctica, de la denominación que    «hombre-persona». ¿Y cómo dejar        fenómenos ligados a la sociología        en el tema, de informarse sobre la
«b» nos da como producto de «una    de preguntarme por qué no se           (las costumbres sociales). « Sin         diferencia entre género y sexo, en
simple coincidencia»). (http://www. escogió, en nuestra lengua,            embargo», añade, «hay un fre-            el artículo de Juan Nuño «El sexo
nodo50.org/mujeresred/feminismo-    «mujer-persona» más bien?. Inde-       cuente empleo de las expresiones         de las cosas» (El Nacional, A/6, 3- 2-
callamard.htm).                     pendientemente de que ello hubie-      «género masculino- género feme-          1990), se da por sentado que las
Entre dichos efectos, desde luego,  ra llevado, con toda probabilidad, a   nino» con el significado de               mujeres opuestas al sexismo lin -
están los de la confusión ontológi- un sexismo contra los hombres tan      «sexo-macho» y «sexo-hembra», y          güístico, es decir, «las insufribles
ca inconsciente que reduce la       reprobable como el que impugno,        así se habla, por ejemplo, de «géne-     feministas», «arremeten contra el
autoestima femenina y lleva al      ¿por qué, en efecto, no se escogió?    ro femenino» para referirse al           lenguaje, confundiendo, entre
acatamiento de la secundidad so-    ¿Por «simple coincidencia», o por      colectivo de mujeres.» Y en pág.         otras muchas cosas, «género» con
cial. Porque obviamente si «mujer» causa del dominio patriarcal?           82: «en nuestro subconsciente, los       «sexo» porque «ignoran que géne-
evoca siempre una connotación                                              conceptos de género y sexo apare-        ro es una categoría gramatical».
sexual porque el término está       3 MÁRQUEZ RODRÍGUEZ, Alexis, Co-       cen como casi sinónimos».                Aunque «lo de menos es que (...)
marcado, mientras que «hombre» lumna «Con la Lengua», Sexismo              Por su parte Márquez Rodríguez           desconozcan las complejidades
quiere decir «persona», «ser hu-    y Lenguaje. El Nacional, 22-1-         dice que la confusión entre «géne-       lingüísticas; lo grave es que no se
mano» (además de «hombre» y         1998.                                  ro» y «sexo» tiene su origen             percaten de la insensatez de sus
«mujer»), esta «lógica» da que, en                                         en el hecho de que en otros idio-        propuestas» ya que «lo divertido es
la medida en que son personas y     4 Género: Cuando hablamos de           mas sí existe sinonimia entre            que no sólo abominan del sexismo
seres humanos, las mujeres son      género gramatical el DRAE (Diccio -    ambos vocablos y en consecuencia         lingüístico, (sino) que proponen
hombres. De donde para ellas el     nario de la Real Academia              se da por la ignorancia de algunos       bobadas, tales como decir «ser
«ser mujer» sea constantemente      Española de la Lengua) dice que        traductores que traducen por             humano» en lugar de «hombre».
antagónico y contradictorio con     «género femenino» es el de los         «género» la palabra «gender» en          Como fuere, la «suma ignorancia»
su estatus de sujeto y de persona.  nombres sustantivos que significan      su acepción de «sexo» (ya que en         atribuida por Nuño a las mujeres
(Violi, 1991:150).                  personas y algunos animales de         inglés significa «género» pero tam -      que «arremeten contra el idioma»
Por su parte, García Meseguer       sexo femenino. También el de otros     bién «sexo»), lo cual hacen sin caer     haciendo «el más grande de los
(1994:45,46) dice que «una elemen- nombres de seres inanimados. Y          en cuenta de que en castellano           ridículos» parece haber sido una
tal sensibilidad aconseja manejar   que «género masculino» es el de        «género» y «sexo» son términos           exageración de su parte ya
con cuidado la palabra «hombre», los nombres que significan perso-          muy distintos y no se pueden usar        que, como dije, la misma prensa
dada la ocultación de la mujer a la nas y algunas veces animales de        como sinónimos. Además, explica,         que publicaba sus artículos infor-
que suele dar lugar» y «lo reco-    sexo masculino y también el de         entre las muchas acepciones de           maba prácticamente «gratis»,
mendable es emplear el vocablo      otros nombres de seres inanimados.     «género» que da el DRAE, ninguna         a cualquiera , sobre la diferencia
«hombre» lo menos posible y usar, En castellano la palabra «género»        justifica que en castellano se lo         sexo/género. De hecho, contempo -
a cambio, «persona» o «varón», se- es una categoría solamente gra-         identifique con «sexo» como sí            ráneamente, en el de «Sexo y
gún corresponda» (porque) «en la matical y no biológica: tienen            ocurre en inglés, ya que sólo en las     gramática» (El Nacional, 24-3-1990),
mente de los hablantes, la cone-    género sólo las palabras, pero no      que se refieren al género gramatical      Esteban Emilio Mosonyi comenta -
xión «hombre-varón» es más          las personas ni los animales.          puede hallarse una referencia al         ba: «Sabemos que género no es
fuerte que la conexión «hombre-     Dice García Meseguer (1994: 81),       sexo de las personas y los animales      sexo, sino una categoría gramati-
persona» (pág. 48) y «hoy día debe  que «sexo» es una variable de la       pero muy ligera e indirecta. (»Con       cal inmensamente arbitraria».
considerarse que (...) «hombre»     naturaleza y la palabra «sexo»         la Lengua», «Algo más sobre la palabra   Quiero insistir, pues, con esto, en
incluye a la mujer, so pena de fal- alude a aquellos fenómenos funda-      Género», El Nacional, 10-9-1995).        que incluso quien no contara con
sear la realidad» (pág. 46).        mentalmente ligados a la biología      Pues bien, pese a que lo accesible       bibliografía sobre el tema se podía
Pienso que se falsea la realidad    y a la psicología, mientras que «gé-   de las columnas de este autor ga-        informar muy fácilmente sobre
cada vez que «hombre» designe a     nero» es una variable de la cultura    rantizaría de por sí la posibilidad,     la diferencia en cuestión; pero

SEXISMO, LENGUAJE Y PRENSA                                                 INTRODUCCIÓN
12                                                                         13
también aclaro que si pese a tal fa-    bien, la voz PERSONA es de género           Ahora bien, pese a que en referen-       teístas, en que era lo femenino lo
cilidad las feministas de corazón       femenino (la persona) y no signifi-          cia a «hombre», (el término más          que se asociaba a la idea de fuerza
(aun si no de ilustración), se          ca persona de sexo femenino. (Citado        representativo del masculino gené-       y poder. Desde un punto de vista
confundían, ello no era tan escan-      de Lenguaje y Discriminación Sexual, Nota   rico), se diga que al dársele el         gramatical, en esta fase primitiva
daloso como el hecho de que a la        final). Y nota personal que añado:           significado convencional de «ser          el género femenino sería predomi-
propia Academia le ocurriera. Por-      aunque la última versión del DRAE           humano» no se actuó con el pro-          nante y estaría ligado al intensivo,
que a decir de un especialista como     no especifica «sustantivo», sí espe-         pósito de excluir a la mujer y que el    (Sigo a Violi en referencia a Wensinc-
García Meseguer, «la Academia           cifica «nombres» (y pronombres),             hecho de que pueda designar, por         ken); el paso al siguiente estado
continúa confundiendo el género         lo cual equivale a «sustantivos».           una parte, al ser humano en gene-        religioso y patriarcal estaría acom-
con el sexo, como demuestran las        En todo caso, en este trabajo evito         ral, y, por otra, a la persona de sexo   pañado en el plano lingüístico de
siguientes definiciones del DRAE:        confundir género y sexo. Espero             masculino, no es sino una simple         un desplazamiento del género fe-
Género femenino: el de los nombres      haberlo logrado.                            coincidencia, hay que tener en           menino al masculino que se
sustantivos que significan personas                                                  cuenta opiniones como la del nada        convertiría así en el dominante. La
y algunas veces animales de sexo        5 Masculino genérico: En castella-          feminista A. Meillet para quien no       primitiva religión de carácter má-
masculino. También el de otros          no, como en casi la totalidad de los        puede entenderse dicho hecho             gico quedaría relegada a la esfera
nombres de seres inanimados.            idiomas que tienen géneros gra-             más que remontándonos a la si-           femenina, a la que se contrapone
Género masculino: el de los nom -       maticales, lo masculino absorbe lo          tuación social respectiva del            la religión revelada fundada en el
bres sustantivos que significan          femenino. El término genérico               hombre y de la mujer en la época         patriarcado.
personas y algunas veces animales       «no marcado», que es el masculi-            en que se fijaron esas formas gra-        (...) Wensincken da numerosos
de sexo masculino. También el de        no, siempre denota sexo masculino,          maticales. Porque Meillet, como          ejemplos para demostrar que todas
otros nombres de seres inanimados.      pero puede igualmente denotar               otros, atribuye a la situación social    las palabras en un período más
La primera parte de las definicio-       sexo femenino. Así por ejemplo,             una influencia grande en la situa-        antiguo de las lenguas semitas se
nes identifica género con sexo,          términos como «abogado» o                   ción lingüística. Con ello, los          relacionaban con la esfera (...) de
cosa disparatada. LA VÍCTIMA, LA        «campesinos» pueden denotar                 cambios que se den en el lenguaje        lo sagrado (con el poder de lo feme-
RES, LA PROLE, LA PAREJA, LA FAMI-      indistintamente, en singular o plu-         no tienen por qué aparecer como          nino, finalmente desplazado).
LIA, etc, son todos ellos sustantivos   ral, hombre o mujer , mientras que          simples coincidencias ya que             Si traigo a cuento esta hipótesis es
de género femenino que escapan a        el término en femenino siempre              pueden ser reflejo de reglas que          para insistir en que muchos estu-
la definición dada, al aludir a per-     denota mujer y sólo mujer. El mas-          «secundizan» a la mujer.                 diosos han atribuido ciertos rasgos
sonas o animales de uno u otro          culino como término abstracto y             Por eso me parece interesante dar        y normas de lo lingüístico a la
sexo, es decir, no necesariamente       general se toma como la norma               un vistazo, hipotético primero y         situación social; lo cual puede ver -
de sexo femenino.                       respecto a la cual lo femenino              luego histórico, a la aparición, en      se más objetivamente, fuera ya
Análogamente y con respecto             constituye la desviación, el rasgo          algunas lenguas, del masculino           de lo hipotético, en el plano de
al género masculino, EL SER, EL         que se marca.                               genérico.                                la historia.
INDIVIDUO, EL REBAÑO, EL PUEBLO,        Y en la medida en que también se            Así, ya en 1927 la hipótesis de          Así tenemos que, citando Le
etc, son ejemplos que invalidan la      regula así la concordancia grama-           Wensincken («Some Aspects of Gender      Monde Diplomatique, «en el siglo
definición del DRAE.                     tical, (ya que si nos referimos a dos       in the Semitic Languages»), propone,     XVII (1647), el famoso gramático
Para mayor inri, la definición           términos, uno masculino y otro fe-          sobre el género gramatical en las        Vangelas declara que «la forma
de GÉNERO FEMENINO dada por el          menino, la concordancia siempre             lenguas semíticas, algo muy simi -       masculina tiene preponderancia
Diccionario contiene un nombre          se da con el masculino (Luis y Cla-         lar a lo que en 1972 sostendría          sobre la femenina, por ser más
sustantivo cuya existencia contra-      ra son dos alumnos, nunca dos               Markedale, (La Femme Celte), sobre       noble», por lo que será preciso
dice a la definición misma. Se nos       alumnas), tal como ocurre también           el indoeuropeo primitivo. Es decir,      escribir «los duraznos y las manza-
dice que el femenino es el género       con los pronombres tenemos que              que hubo un estado arcaico, prece-       nas están frescos» y procurar que
de los sustantivos que significan        «a falta de una prueba contraria, el        dente al patriarcado y al                el adjetivo tome el masculino,
personas de sexo femenino. Pues         ser humano es de sexo masculino».           nacimiento de las religiones mono-       en contra del uso corriente de la

SEXISMO, LENGUAJE Y PRENSA                                                          INTRODUCCIÓN
14                                                                                  15
época, que hubiera escogido el fe-       no tuviera el sitio de honor, sino     lamento insistió legalmente en que      debía al género masculino de los 3
menino. En efecto, en la Edad            que era lo apropiado, por ser el de    el «he» (él) incluía el «she» (ella),   primeros nombres, opuesta al gé-
Media era perfectamente correcto         más valía.                             con lo que la legitimación del con-     nero femenino de los otros tres.
escribir como lo hace Racine en          Sin embargo, la sanción oficial (y      cepto «hombre significa humanidad»       (Datos todos de la investigación de P Violi).
                                                                                                                                                             .
el siglo XVII: «estos tres días y esas   el subsiguiente uso general) de la     ( legitimación cuyos primeros in -      Y vale incluir aquí la cita de García
tres noches enteras» donde el adje-      absoluta preponderancia masculi-       tentos se remontan a las                Meseguer (1998: 251, 252) sobre el
tivo «enteras» remite a «noches»         na –tanto por la precedencia como      gramáticas del siglo XVI cuando         estudio efectuado para saber en
como también a «días». Igualmen-         por el masculino genérico–, sólo       tanto los gramáticos como su            qué grado las personas ligan a la
te en la Edad Media la forma             vino en 1746, cuando el gramático      público eran masivamente mascu-         idea de varón, de mujer, –o de
masculina no se consideraba sufi-         John Kirkby formuló sus «88 Re-        linos), quedó por fin codificada          cualquiera de los dos simultánea-
ciente: para dirigirse a hombres y       glas de la Gramática», de las cuales   como norma universal.                   mente– ciertas palabras teórica-
mujeres en los discursos pregona-        la número 21 determinaba que el        NO HABÍA MIEMBROS FEMENINOS             mente neutras como «hombre,
dos en las plazas públicas se decía      género masculino era más «com-         EN AQUEL PARLAMENTO. (Tomado            humanidad, individuo, ser huma -
«iceux et icelles» (aquellos y aque-     prehensive» (es decir, más amplio,     de D. Spender enMan Made Language,      no, persona y gente» siendo que a
llas) así como «tuit et toutes» todos    más incluyente) que el femenino.       pág. 147).                              tal fin se elaboraron 40 frases del
y todas). Se podía decir «mairesse»      Este hecho representó el ir un paso    Visto el proceso de introducción de     tipo: «el hombre debe confiar en
(alcaldesa) en el siglo XIII; «com-      más allá de la simple afirmación de     una norma como ésta en el cuerpo        sí mismo» y «un individuo sabio
mandante en chef» (comandanta)           que los hombres eran más impor-        de las lenguas, cabe sostener que       conoce sus límites», y que el expe-
e «inventeuse» (inventora» o «lieu-      tantes que las mujeres, pues           efectivamente la formulación de         rimento reveló que la palabra
tenante» (tenienta) en el XVI, etc.      estableció el concepto de que el       ciertas reglas gramaticales que se-     «hombre» se asocia en primera
También la lengua inglesa pasó           masculino es la categoría univer-      cundizan a la mujer no luce como        instancia a la imagen «hombre»,
por una evolución parecida. Dice         sal ; sencillamente, la norma.         simple coincidencia.                    así como también que ésta es evo-
Spender al respecto que la raciona-      Y es que en tanto el Oxford English    En cuanto al poder del masculino        cada de la misma forma en cual-
lización por la que el término           Dictionary define «comprehensive»       genérico para dar la impresión de       quier caso de masculino genérico y
«hombre» incluye al sexo femeni-         como «que incluye mucho» y el ar-      que «a falta de una prueba contra-      que ello en consecuencia «puebla»
no es relativamente reciente en          gumento de Kirkby era que el           ria el ser humano es de sexo            de imágenes masculinas el incons-
esa lengua. Como costumbre era           término «hombre» incluía mucho         masculino», valga señalar que           ciente de los hablantes sometidos
prácticamente desconocida en el si-      más que el de «mujer», se seguía la    A.P. Nilsen, en Investigaciones Ex-     a esta regla.
glo XV y el primer caso que aparece      necesidad de codificarlo así en la      perimentales (1973), ha mostrado        Por otra parte, como indica Phi-
documentado es el de un tal Tho -        lengua, formulando una regla gra-      que en frases genéricas tipo «el        lips, (Sex Difference and Language,
mas Wilson quien, en 1553, insistió      matical que impusiera su uso a los     hombre necesita la comida», los ni-     pg. 531), estos resultados se han es-
en que era «más natural» colocar al      hablantes. Un uso que secundaba        ños interpretan siempre «hombre»        grimido como evidencia de la hipó-
hombre antes que la mujer, como          el concepto.                           como «macho». Y el mismo resul-         tesis Sapir-Whorf en cuanto
por ejemplo en (...) esposo y esposa,    Por supuesto, las mujeres no parti-    tado pudo verse, ya en 1915,             a que la estructura del lenguaje
hermano y hermana, hijo e hija...»       ciparon en la producción de dicha      cuando el Instituto Psicológico de      afecta la estructura del pensa-
etc, con lo que resultaba implícita      regla. Y aunque sólo una élite         Moscú realizó un test a varios ru-      miento, de modo que allí donde
la idea de que el hombre está prime -    (masculina) se adhirió a ella –pues    sos en el que se demostró que, al       aparece el término «hombre», éste
ro que la mujer.                         no fue obedecida por el pueblo en-     pedirles que personificaran los días     evoca mucho más la idea de «hom-
Los records de 1646 revelan que el       tonces–, los gramáticos del siglo      de la semana, sistemáticamente re-      bre» que la idea de «humanidad»
concepto de la precedencia mascu-        XIX la pusieron a valer insistiendo    presentaban el lunes, el martes         o de «persona». Así, al oír o leer
lina natural había ganado terreno        en que fuera aplicada estrictamen-     y el miércoles como seres masculi-      «hombre», la gente tiene dificultad
para entonces. Un gramático, Jos-        te en nombre de la corrección          nos, y el jueves, el viernes y el       en imaginar a una mujer (o muje-
hua Poole, estableció que no sólo        gramatical.                            sábado como seres femeninos,            res) en la actividad que se describe.
era natural que el género masculi-       De hecho, en 1850 el Acta del Par-     sin advertir que esta distribución se   Con lo cual, valga aquí mi acota-

SEXISMO, LENGUAJE Y PRENSA                                                      INTRODUCCIÓN
16                                                                              17
ción, el mundo es realmente perci-      que pueden suscitar ciertas pro-         • El lenguaje sexista atenta contra   • No hay sexismo en el lenguaje.
bido como un mundo de hombres.          puestas de cambio en relación al         la autoestima de la mujer y contra    • La evidencia lingüística, en espe -
Sobre los efectos del masculino ge-     empleo sexista de la lengua, parece      su imagen .                           cial la etimológica, prueba que
nérico tanto en la percepción del       bien informar que justamente so-         • Su uso provoca tensiones entre      las apreciaciones de sexismo en
mundo por parte de todos los vene-      bre la implementación de cambios         los sexos.                            el lenguaje son erradas.
zolanos como en la situación            para un lenguaje no sexista resulta      • En la práctica contribuye a la      • Otras formas de autoridad
específica de las venezolanas,           particularmente completa la infor-       ambigüedad y la confusión, provo -    también desaprueban la argumen -
hablan con bastante claridad los        mación de Pauwels (1998: 139-191).       cando imprecisiones.                  tación sobre la existencia de
ejemplos de mi texto.                   Se especifica allí la diferencia entre    b. Frente a esto, 10 de las razones   sexismo en el lenguaje.
                                        lo que en inglés se conoce como LP       que más se aducen para no elimi-      • El cambio es muy difícil y nada
6 Tan invisibles, de hecho, que ni      (language planning) y LR (langua-        nar el sexismo lingüístico:           práctico.
siquiera en el excelente Documen-       ge reform), cubriéndose puntos           • Los cambios en el lenguaje son      • Tanto la tradición histórica
to de Venezuela «Hacia la               claves, en ambas modalidades, co-        fútiles por cuanto no hay nexo        lingüística como la literaria serán
Conferencia Mundial de Mujeres»         mo la procedencia de la gestión –si      comprobado entre el grado de          destruidas por los cambios en el
realizada en Beijing hubo referen-      es Gubernamental y por tanto ofi-         sexismo lingüístico y el grado de     lenguaje.
cia explícita a la necesidad de         cialmente sancionada, o si obedece       sexismo «general» en la sociedad,     • La reforma antisexista del len-
combatir el sexismo en la prensa        a grupos no oficiales conformados         lo cual significa que dichos cam-      guaje afecta o destruye nuestra
escrita aunque sí se pidió la revi-     por académicos interdisciplinarios,      bios no afectarán la actitud hacia    creatividad lingüística.
sión del sexismo televisivo.            feministas, etc–. Así mismo, las         las mujeres.                          • Dichas reformas carecen de
Obviamente el que la incontestable      diferentes vías de difusión de las       • La pretensión de realizar cambios   atractivo estético.
importancia de la televisión acapa-     propuestas, las estrategias de con-      en el lenguaje es un punto trivial    (Ambos enfoques, así como los
ra la atención de quienes luchan        cientización y de adopción de los        en la búsqueda de igualdad entre      profusos argumentos que refutan
contra el sexismo es lo que puede       cambios, los Gobiernos y Universi-       los sexos.                            sus razones, pueden verse en
explicar la omisión en ese caso,        dades que participan en la sanción       • Las guías de lenguaje-no-sexista    Pauwels) (1998: 153 -172)
como también, por ejemplo, en el        e implementación de éstos, y las         constituyen una violación de la
del importante trabajo de G. Baena      reacciones de rechazo que más            libertad de expresión.
Paz «El Discurso Periodístico»          comúnmente suelen suscitarse
(Editorial Trillas, México 1999), que   a su respecto. Contra la incómoda
aunque proyectado por su autora         posibilidad de suscitarlas es que
«hacia el siguiente milenio» tam-       he hecho acopio de convicción al
poco incluye entre sus pertinentes      publicar estas páginas.
señalamientos el de la necesidad        A continuación, entre muchas
de combatir la presencia del sexis-     otras, justificaciones de los cam-
mo en dicha prensa. Y es que si a       bios (a); y , por otra parte, reaccio-
veces nos pueden chocar en ésta         nes en su contra (b):
las imágenes que reproducen             a.• El lenguaje sexista refleja un
estereotipos androcentristas, no        atraso con respecto a los cambios
percibimos con facilidad las fórmu-     de todo tipo que se han venido
las lingüísticas sexistas que todos     dando en la sociedad y a las medi-
manejamos al hablar y que ella          das legales que estos han
difunde exitosamente: de introyec-      generado.
tadas que están, se nos hacen en        • Hay legislación que prohíbe toda
verdad prácticamente invisibles.        clase de discriminación, incluso en
7 Cuando se piensa en la oposición      lo lingüístico.

SEXISMO, LENGUAJE Y PRENSA                                                       INTRODUCCIÓN
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CAPÍTULO 1
                            PRIMACÍA Y PRECEDENCIA



                            Dado que el sexismo masculino consiste en tener y mantener a
                            la mujer en segundo plano, empiezo estas reflexiones señalan-
                            do que entre las muchas fórmulas lingüísticas usadas para ha-
                            cerlo, una de las más eficaces es la de nombrar primero, cuando
                            aparecen en el enunciado elementos de ambos sexos, al de sexo
                            masculino. La razón implícita en este uso es que por lógica nom-
                            bramos en primer término –independientemente de su sexo– a la
                            persona (o el cargo) más importante, siendo inconcebible, por
                            ejemplo, decir que el Canciller y el Presidente de X país van a em-
                            prender una gira, que los cabos fulano y sutano y el General
                            mengano fueron testigos de la emboscada, o que el bedel y la De-
                            cana fueron asaltados en la Universidad. Aunque en la leyenda
                            de nuestro primer ejemplo se reconoce la secundidad social del
                            personaje masculino, vemos que de todas formas él aparece
                            nombrado en primer lugar: ambos hechos, el social y el lingüísti-
                            co responden a la lógica de «lo principal primero».




EL UNIVERSAL, 3-16, 22-8-1999.



                            1. PRIMACÍA Y PRECEDENCIA
                            21
En los 3 que siguen podemos observar que precede la mención
                            de quien tenga la más alta jerarquía aunque sea mujer. La norma
                            implícita, pues, es que lo principaldebe nombrarse primero:




                            EL NACIONAL, A/5,2-1-1998




                                                                                                 EL NACIONAL A/7, 17-5-2002


                                                                                                                                La persistencia de esta manera de jerarquizar puede ser com-
                                                                                                                               probada comúnmente en cualquier contexto:
                            EL UNIVERSAL 3-10, 25,5,2002




                                                                                                 EL NACIONAL, A/4, 12-1-1998

                                                                                                                                                           EL NACIONAL, 3-8-1997



EL NACIONAL A/8, 2-6-2002                                                                                                        Pues bien, es el peso de esta primacía convencional lo que apro-
                                                                                                                               vecha el sexismo lingüístico para nombrar primero –aun cuan-
                             Pero no sólo en el plano real (quizás el grado más alto de prece-
                                                                                                                               do ni siquiera la propia convención lo exija–, a los elementos
                            dencia modélica) rige la convención de que lo principal debe apa-
                                                                                                                               masculinos; admitimos así como normal la preponderancia de
                            recer primero:
                                                                                                                               locuciones encabezadas por éstos, («venezolanos y venezolanas,
                                                                                                                               el padre y la madre, hombres y mujeres», etc), y absorbemos en
                                                                                                                               forma subliminal la secundidad femenina.
                                                                                                                                 Para más, esta fórmula de precedencia demuestra la influencia
                                                                                                                               de la lengua en la realidad cognitiva por cuanto empieza a fun-
                                                                                                                               cionar desde la infancia, cuando las criaturas se oyen común-

                            SEXISMO, LENGUAJE Y PRENSA                                                                         1. PRIMACÍA Y PRECEDENCIA
                            22                                                                                                 23
mente mencionar como «niños y niñas», o leen en sus libros que           género masculino es más valioso que el femenino». (Cameron 1999:
«el hijo de la maestra y la niñita de al lado están en el mismo equi-    128-9), con lo cual nos damos una idea tanto de la objetividad de
po», etc, de donde aprenden a internalizar sus respectivos roles         esos gramáticos, como de la indiscutida autoridad con que se ha
de protagonistas o comparsas para el resto de la vida . Y ello sin       inculcado, a través de la historia , el uso de la fórmula en cuestión.
que dichos roles dependan de una categorización «racional» co-             Como fuere, una prueba contundente de hasta qué extremo di-
mo la de los grados militares, ni de condiciones específicas como         cho entrenamiento ha sido inter nalizado por el colectivo, la
podría ser la edad.                                                      constituye el que incluso cuando se lucha contra el sexismo en
  Pienso, así, que en el condicionamiento de subordinación sexo-         las más altas instancias, se refuerza la insistente precedencia.
social a que la mujer es sometida desde niña, esta precedencia           Así, aunque la «Convención sobre la Eliminación de todas las
masculina tiene incluso más efecto que la ocultación de que la           Formas de Discriminación contra la Mujer» basada sobre la Car-
hace víctima el masculino genérico. Porque si oye, por ejemplo,          ta de las Naciones Unidas y adoptada por la Asamblea General
que serán premiados los buenos alumnos, al menos mientras no             en 1979, representa uno de los pasos más impor tantes contra
sepa que ese alumnos implica también a las alumnas, no percibi-          dicha discriminación y el contenido de sus ar tículos es termi-
rá a éstas como silenciadas o, más aún, como correctamente si-           nante al respecto, su forma cae inadvertidamente en la preceden-
lenciadas, y, en consecuencia, como irrelevantes. Pensemos por           cia del término masculino en cada una de las 26 ocasiones donde
un momento en cuántas veces al día (¡por no calcular al año!) to-        aparece, tanto en plural como en singular, la secuencia inmedia-
pamos con esta fórmula que pone en primer lugar el elemento              ta hombre/mujer. Y este es un caso de sexismo lingüístico que de-
masculino, y en cómo su reiteración graba la importancia de és-          be ser corregido a causa, justamente, del contexto en que se da.
te en el cerebro. A la vez, advirtamos que justamente porque no          Corregirlo honraría la intención del apartado a) en el artículo 5:
nos oculta el femenino, también lo graba con igual fuerza... en          «modificar los patrones socioculturales de conducta de hombres y
segundo plano.                                                           mujeres, con miras a alcanzar la eliminación de los prejuicios y prác-
  Por otra parte, y en la medida en que para concienciar sobre el        ticas consuetudinarias y de cualquier otra índole que estén basados
sexismo y su vinculación al lenguaje hay que hacer referencia al         en la idea de la inferioridad o superioridad de cualquiera de los sexos
contexto general en que el español es sólo un elemento más, es           ....».La no alternancia de la precedencia va contra el espíritu de
interesante recordar la influencia de los especialistas en la oficia-      este ar tículo y demuestra, una vez más, hasta qué punto pasa
lización de esta precedencia y citar al respecto a Wilson, el gra-       inadvertida la discriminación lingüística.
mático inglés que en 1553 la propuso como expresión del orden              Y si esto le sucede a quienes luchan conscientemente contra el
social «natural» advirtiendo que «algunos quieren poner la carreta       sexismo, ¿qué efectos no va a tener sobre la mayoría de la gente el
por delante del caballo (...) pero «por decir lo menos, conservemos el   martilleo constante de esta fórmula sexista cuya aplicación po-
orden natural y coloquemos al hombre delante de la mujer porque lo       dría considerarse cínica en contextos de «igualdad» ante la ley?
más valioso es lo preferido y colocado delante, tal como el hombre con   Basta para ilustrarlo el siguiente ejemplo:
respecto a la mujer». Para más, esta justificación de la precedencia
masculina influiría a su vez en la devaluación de lo femenino
que en el siglo XVII Poole afianzó diciendo que « el relativo con -
cuerda en género con el antecedente del género más valioso (...). El

SEXISMO, LENGUAJE Y PRENSA                                               1. PRIMACÍA Y PRECEDENCIA
24                                                                       25
EL NACIONAL, H/10, 26-7-1998



                             Pero veámosla funcionar en el día a día no sólo con respecto a
                            personas, sino también con respecto a la combinación de perso-
                                                                                              EL NACIONAL, SIN FECHA
                            nas y animales y a sólo animales :
                                                                                                                        Pero sobre todo adviértase en el siguiente ejemplo extraído de la
                                                                                                                       columna «Con la Lengua» («Los Géneros Gramaticales»), la rigurosa
                                                                                                                       conservación de la precedencia masculina tanto en la enumera-
EL NACIONAL, A, 13-4-1998                                                                                              ción de personas y animales como en la posterior mención de los
                                                                                                                       miembros de ambos sexos:




EL NACIONAL, DIYEI 33, FEBRERO 1998




EL NACIONAL, TIME. PORTADA. 8-6-2002




                              Y atención particular en este ejemplo a la secuencia
                            jerarquizada:

                                                                                                                       EL NACIONAL, C/5, 19-12-1999




                                                                                                                         Por otra parte, en esto de la precedencia masculina cuando se
                                                                                                                       alude a parejas vale la pena constatar la forma acostumbrada de
EL NACIONAL, (SIN FECHA).
                                                                                                                       presentar a sus componentes y recordar algunos modelos histó-
                                                                                                                       ricos, literarios y legendarios, que la refuerzan culturalmente:
                                                                                                                       Adán y Eva, Sansón y Dalila, Tristán e Isolda, Abelardo y Eloísa,
                                                                                                                       Romeo y Julieta... Sólo hay que imaginar por un momento –co

                            SEXISMO, LENGUAJE Y PRENSA                                                                 1. PRIMACÍA Y PRECEDENCIA
                            26                                                                                         27
lino primero. Algo ante lo cual cabe preguntarnos si el significado
                                                                       del término variaría sustancialmente de invertirse la precedencia.
                                                                       Cier tamente no, al menos en este mismo caso, cuya primera
                                                                       acepción es: « Dicho de una persona culta o instruida».
                                                                         ¿No cabría una revisión desprejuiciada?
                                                                         Como fuere, aunque de hecho puede hallarse algún ejemplo
                                                                       que otro de precedencia femenina en nuestros medios, sugiero
                                                                       constatar en éstos la casi inexistente inversión de la fórmula «el
                                                                       masculino primero» con sólo dar un vistazo atento a nuestra
                                                                       prensa diaria: la experiencia puede, además de resultar entrete-
                                                                       nida, enriquecer por reveladora. Podría incluso dar comienzo a
EL NACIONAL, E/6, 26-1-1998
mo señalan los estudiosos–, el desconcierto inicial que experi-        un proceso individual de «descondicionamiento», encaminado a
mentaríamos si alguien nos hablara de Eva y Adán o de Julieta y        una mayor libertad de pensamiento crítico ante nuestra realidad
Romeo mientras no hiciéramos mentalmente la inversión ex-              sexista.
plicativa. Si el miembro más significativo del par es el masculino,       Por lo pronto el mensaje que se agazapa en el uso de esta fórmu-
bien que aparezca primero, pero en el caso de Adán, si tenemos         la penetra el inconsciente colectivo y ayuda desde allí a conservar
en cuenta todas las consecuencias determinantes para la huma-          la imagen de la mujer (de lo femenino) como elemento de poca
nidad que se hacen originar en el acto de Eva...¿no es ella la prin-   monta. Pero podemos neutralizarloy ya iremos viendo cómo.
cipal? ¿Y qué decir de Marco Antonio y Cleopatra? ¿Cuál de los
dos ha hecho correr más tinta?
 Como fuere, a raíz de estos ejemplos escogidos sin esfuerzo entre
tantísimos otros ¿cabe dudar de que la repetición constante de         REFERENCIA:
esta precedencia influye en que la mujer internalice su sugerida        8 Gramática de la Lengua Castellana.
                                                                       J. CUERVO, Andrés BELLO, Rufino
secundidad?
                                                                       CASTELLÁN. (1997: 37)
 Recuérdese que la gramática aprendida cuando niña la entre -
nó para aceptarla: «llamamos segundaterminación de los adjeti-
vos...a la singular en A...La otra se llama primera y ordinaria -
mente es en O...» 8.
 Y si de aprendizaje hablamos, es decir, de adquisición de conoci-
mientos, cada vez que ella haya consultado el Diccionario de la
Lengua Española de la Real Academia de la Lengua a fin de cono-
cer significados, habrá consumido su dosis subliminal de «entre-
namiento en secundidad» por parte de la máxima autoridad aca -
démica: todas las entradas de palabras de doble forma ( como en el
caso, tan pertinente aquí, de «ilustrado, da»), presentan el mascu-

SEXISMO, LENGUAJE Y PRENSA                                             1. PRIMACÍA Y PRECEDENCIA
28                                                                     29
CAPÍTULO 2
DAMAS Y CABALLEROS



Para que la presencia femenina se acercara progresivamente al
primer plano, un primer paso consistiría en alternar la preceden-
cia de los elementos femeninos y masculinos tanto al escribir co-
mo al hablar: algo muy fácil de hacer para desactivar esta especí-
fica forma de discriminación lingüística que incide en lo social, lo
psíquico y lo económico, ya que para nadie es un secreto la dife-
rencia de salario entre mujeres y hombres que desempeñen un
mismo cargo o hagan un mismo trabajo, bien documentada
mundialmente por el PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el
Desarrollo).
  Ahora bien, al denunciar los efectos de la constante preceden -
cia masculina habrá que salirle al paso a quien arguya que en
ciertas expresiones habituales sí se da la femenina, como sucede
en la muy formal «señoras y señores» y en la más formal aún
«damas y caballeros».
  Es necesario advertir que ambas son fórmulas de las llamadas
de cortesía, que en este caso le sirven al emisor para fingir que re-
conoce la principalidad de sus destinatarias . En expresando este
tipo de respeto a la mujer, la fuerza simula que se inclina ante la
debilidad: que en cierto modo la reconoce como superior en algo.
Y he hablado de fingir porque se trata, a mi juicio, de una ficción
que encarna todavía en nuestra época la del «amor cortés» de los
siglos XI y XII, cuando los trovadores provenzales desplazaron el
vasallaje feudal que debían rendirle a su señor, hacia la esposa de
éste. Es decir, a su señora. Y no debe olvidarse que aún entonces,
cuando el hombre empezaba a idealizar a la mujer para usarla
como un estímulo que hiciera de él un ser más noble y mejor, ha -
bituado como estaba por la cultura de siglos a no considerarla su-
perior, la llamaba midons en masculino (es decir, «mi señor»); no
«mi señora», porque pese a que dicha pleitesía era en el fondo un

2. DAMAS Y CABALLEROS
31
juego literario, ¿no es pensable que hallara cuesta arriba rendír-                                 Tierra para el momento en que fue tomada: (Yeltsin, de Rusia), se
sela a una mujer por más «señora» que fuera?.                                                      inclina galantemente ante la frágil figura de una jovencita, me
  De hecho si el amor provenzal tomó elementos del árabe, cabe                                     parece que ilustra, sin querer, la ficción romántica a que me refie-
recordar que los árabes españoles llamaban a sus amadas Say -                                      ro; esa ficción que, aun si bella tal vez, no concuerda para nada
yide (mi Señor) y Mulaya (mi dueño), y que Al-Hakam, en Córdo-                                     con la realidad establecida por el sexismo lingüístico.
ba, decía que «la sumisión es bella para el hombre libre que                                         Y es que la fuerza de este mito de la fragilidad femenina «vene-
se enamora» siendo que esta expresión, en apariencia contra-                                       rada» hace difícil que reconozcamos lo que realmente sucede y,
dictoria, da en sí misma la clave de por qué se podía calificar la su-                              en consecuencia, que lo cuestionemos: se diría que en el fondo
misión de bella: porque en la medida en que el sumiso era un                                       necesitamos creer en dicho mito. ¿Por qué, si no, resultaría
hombre libre, ella constituía un acto voluntario, reversible, y                                    asombroso que alguien comenzara su discurso con la fórmula
prácticamente lúdico...                                                                            inversa de «señores y señoras» o «caballeros y damas», sino por-
  Así, nombrar primero a las damas cuando se habla en público o                                    que al hacerlo estaría abandonando la etiqueta que nos permite
lo requiere una etiqueta banal (por ejemplo, en las reseñas de bo-                                 creer en él?
das de las páginas sociales, donde el nombre de la novia, dado el                                    Y sin embargo, con todo y eso podemos ver que incluso en el
contexto «romántico» siempre antecede al del novio), es, insisto,                                  contexto diplomático puede no mencionarse a la dama en primer
un gesto superficial que ambos sexos fingen creer –o incluso has-                                    lugar aunque ella y su acompañante ostenten un mismo rango:
ta creen– sincero, pero que en el fondo lo que hace es exaltar la
«grandeza» de lo fuerte que se inclina ante lo «débil»: la mujer.
  Esta foto, aparecida en El Nacional, 1ª. pág. del día 7 de marzo de
1996, en que la cabeza de uno de los Estados más poderosos de la




                                                                        EL NACIONAL, A, 25, 5, 2000. SECCIÓN DE INFORMACIÓN Y DIPLOMACIA



                                                                                                     ¿No es obvio que «elevar» a la mujer con la palabra dama o la pa-
                                                                                                   labra señora será una far sa mientras no responda al empleo
                                                                                                   conscientemente sincero de ambas voces?

SEXISMO, LENGUAJE Y PRENSA                                                                         2. DAMAS Y CABALLEROS
32                                                                                                 33
Y de que se trata con mucha frecuencia de una farsa parece ser
                            buen indicio el llamar en nuestros diarios dama a las mujeres in-
                            cursas (o presuntamente incursas) en fechorías y delitos, mien-
                            tras que a los hombres en la misma situación nunca se les llama
                            caballeros.


                                                                                                                                                     AMBAS FOTOS EN EL NACIONAL, D,12-5-1998




EL NACIONAL, 20-12-1997




                                                                                                                              Igualmente en una misma página y un mismo día:




EL NACIONAL, D, 28-8-1996


                              Claro que cuando se trata de mujeres, también las páginas de
                            sucesos se refieren a éstas llamándolas mujer o ciudadana, igual
                            que llaman ciudadano u hombre al varón sospechoso o delincuen-
                            te, pero lo palmariamente hipócrita es que solamente a ellas les
                            dan el beneficio de la respetabilidad lingüística tan fuera de lugar
                            en tal contexto. Pero veamos cómo en una misma página se dan
                            los distintos tratamientos según el sexo de quien comete el delito:
                                                                                                  EL NACIONAL, D,16-6-1998



                            SEXISMO, LENGUAJE Y PRENSA                                                                       2. DAMAS Y CABALLEROS
                            34                                                                                               35
Además de lo prácticamente arcaico de este último ejemplo (de
                                                                                              El Mundo, 30 de abril de 1985) y apartando la identificación muerte-
                                                                                              /mujer que lo introduce, podemos observar lo insólito que resul-
                                                                                              ta el término dama en referencia a quien el titular nos dice que
                                                                                              asesinó a su marido.
                                                                                                ¿Escongruenteasociarlanocióndeasesinaalanocióndedama?
                                                                                                Intentemos recordar si, a la inversa, alguna vez hemos leído al-
                                                                                              go como «tras tomar a la niña de rehén, el caballero disparó con-
                                                                                              tra el anciano».
                                                                                                En todo caso, a mediados del año 2004 aún sigue en vigencia la
EL NACIONAL, D/7- 22-2-2000
                                                                                              ficción medieval de respeto al «sexo débil»:




EL NACIONAL, D, 22-2-1996



 Según puede observarse en estos ejemplos de esta página y de la
próxima, el tratamiento con que a veces se alude a indudables o    EL NACIONAL, B/25, 27-6-2004

presuntas delincuentes como señal de respeto al hecho de que
son mujeres, persiste en nuestros medios a través de los años.




SEXISMO, LENGUAJE Y PRENSA                                                                    2. DAMAS Y CABALLEROS
36                                                                                            37
CAPÍTULO 3
                              DÉBIL Y BELLO



                              Considero que en buena parte la imagen respetuosa y protectora
                              de los hombres se apoya precisamente en una clasificación falaz
                              que las mujeres hispanoparlantes hemos venido aceptando por
                              generaciones: aquélla que se atiene a la expresión «sexo débil»
                              para designarnos como grupo humano.
                                Al hacer uso de ella vemos que a veces denota (o admite) la su-
                              puesta condición de nuestro sexo y otras veces, aunque la niega,
                              la reitera, a la vez que la ironiza:




                                                       EL NACIONAL, A/4, 20-9-1998




EL NACIONAL, PANDORA, 12-3-1995




EL NACIONAL, E/19, 8-8-1997




                                                       EL UNIVERSAL, 3-4, 11-10-1999



                               ¿Es concebible que nosotras mismas hubiéramos escogido esta
                              etiqueta para identificar nos? ¿esta expresión que nos pone a
                              merced del otroy, en el mejor de los casos, bajo su tutela?
                               Es evidente que nos fue asignada por el otro como forma de
                              nombrarnos y evidente también que el poder que se origina del


                              3.DÉBIL Y BELLO
                              39
derecho a nombrar es aterrante. Recordemos que en el Génesis                                             poética y que no es lo mismo decir el prado verde que el verde prado
(por evocar solamente una tradición de tantas), el primer acto                                           porque donde la primera fórmula describe denotativamente, la
humano fue el de dar nombre a los animales y que a través de él                                          segunda nos predispone a la idealización de lo descrito y le resta
nuestra especie impondría su dominio sobre ellos.                                                        así fiabilidad objetiva.
  Se nos ha denominado sexo débil y es obvio que también en este                                          Como sea, ya respetuosa o irrespetuosamente, lo cierto es que
caso pudo haberse elegido, entre los muchos rasgos que nos ca-                                           se usa en todo tipo de contextos, valiendo la pena recordar de qué
racterizan, alguno de connotación positiva; pero se escogió, usó                                         modo la compensa, por oposición, el conocido refrán según el
e internalizó en el inconsciente de la mayoría éste con que se afir-                                      cual el hombre y el oso mientras más feos más hermosos.
ma «objetivamente» una debilidad que nos constituye. Nada pe-                                             Veámosla aparecer en los siguientes ejemplos, el primero de los
yorativo, se aducirá: la expresión se refiere solamente a nuestra                                         cuales es además interesante por presentar la visión de Francisco
constitución física en contraposición a la del sexo «fuerte».9                                           de Miranda sobre los derechos femeninos:
  Ahora bien, por cuanto el adjetivo fuerte puede connotar, ade-
más de fuerza física, fortaleza moral en su acepción más amplia,
bien pudo habérsele escogido para llamar sexo fuerte, con mucha
propiedad, al femenino. Pero no; este apelativo fue reservado pa-
ra designar al masculino y, en la medida en que no sugiere imper-
fección, enfatiza –por contraste–, la connotación de falla (física
y/o moral) que tiene débil en la expresión sexo débil.
  Sugiere, para más, una necesidad de protección que se asocia a
lo ya dicho de la fuerza «al servicio» de la fragilidad, y sitúa al sexo
«débil» en una relación de dependencia con respecto al tenido
por fuerte. Y digo que «tenido» por saberse que apartando el de la
fuerza muscular, en muchos otros aspecto las mujeres son más
fuertes que los hombres. 10
  De hecho la fortaleza de la mujer es un hecho tan notorio que
llamar a nuestro sexo «débil» parecería requerir una expresión
compensatoria capaz de satisfacernos sin por ello atenuar en el
colectivo los efectos sojuzgantes de ese débil.
  Así tal vez nacería esa otra expresión «caballerosa» con que el
sexo masculino nos halaga refiriéndose al nuestro como el bello
sexo (pero no, obsérvese bien, el sexo bello). Es decir, no afirmando
objetivamente de él un rasgo distintivo positivo, sino reconocién-         EL NACIONAL, A/6, 5-10-1999

dole a nivel galante –y otra vez como en los tiempos del amor cor-
tés– un atributo prácticamente literario: bien sabido es que ante -                                       Apartando el uso de la expresión «bello sexo» por quien comen-
poner el adjetivo al nombre es una de las formas de la expresión                                         tó estas palabras del Precursor, yo no puedo dejar de comentar la

SEXISMO, LENGUAJE Y PRENSA                                                                               3.DÉBIL Y BELLO
40                                                                                                       41
aper tura que en ellas se revela ni el contraste con la actitud de      Por lo pronto, se halaga a la mujer idealizándola a nivel de su-
aquellos legisladores que se conforman con reconocer injusta la       perficie y con ello la maniobra (porque pienso que lo es, aun si
discriminación femenina.                                              inconsciente), puede muy bien recordar la de los conquistado-
 Veamos otros ejemplos, en contextos diferentes:                      res españoles al trocar por cuentas y por espejos el oro de nues-
                                                                      tros indios.
                                                                        Porque a cambio de que la mujer acepte su debilidad –acepta-
                                                                      ción fundamental para el patriarcado–, se le concede el espejo lin-
ÁNGEL ROSEMBLAT, II, PÁG. 95
                                                                      güístico (la denominación bello sexo)– en que pueda contemplar
                                                                      la imagen halagadora que los miembros del «fuerte» tienen de
                                                                      ella y en consecuencia intente conservarla –o peor todavía, me-
                                                                      recerla–, dándole un valor y concediéndole un tiempo a su apa-
                                                                      riencia física que la distraigan de sondear en su interior para ha-
                                                                      llar no sólo sus capacidades, sino también la forma de aplicarlas.
                                                                        Deviene así una vez más víctima de la internalización aceptada
                                                                      que le ha impuesto la fuerza del lenguaje: éste, que supongo na-
                                                                      ció de la necesidad horizontal de comunicación y no de la verti-
                                                                      cal, de sojuzgamiento, ya en su evolución sexista la poetiza como
                                                                      bello sexo pero la afirma como sexo débil ante el no cuestionado se-
                                                                      xo fuerte masculino.
                                                                        Al cuestionar el planteamiento que sobre la «naturaleza» feme-
                                                                      nina hizo Gregorio Marañón aludiendo al masculino como: «el
                                                                      sexo llamado, con toda razón, fuerte», se pregunta Azorín :
                                                                        «¿Qué es lo fuerte? El concepto de fuerza, ¿no se transforma a lo lar-
                                                                        go del tiempo? Centenares de siglos ¿no han creado –desde la barba-
                                                                        rie primitiva– un concepto de fuerza absurdo hoy (...que) se halla
EL NACIONAL 18-8-1997
                                                                        apoyado en la idea de peso, de ímpetu, de resistencia, de impulsivi-
                                                                        dad? Pero a la idea de fuerza apoyada en la materia va sucediendo la
  Independientemente del contexto en que se use (y hay una              idea de fuerza apoyada en la inteligencia (...) La transformación se
gran diferencia entre el del planteamiento de Miranda y el de la        irá acentuando; el sentimiento, la idea, la reacción emotiva (...) se -
nota sobre el clítoris), la expresión «bello sexo» tiene doble filo:     rán las verdaderas fuerzas de mañana. En ese porvenir la mujer será
por una parte, aparece como lo que generalmente es: una mani -          tan fuerte como el hombre (...) la misma transformación social ha -
festación de galantería masculina sin más trasfondo que ese; pe -       brá ido borrando las desigualdades transitorias, adjetivas, que ac-
ro por otra, si examinamos su relación con la ya comentada «se-         tualmente existen entre la mujer y el hombre».11
xo débil», se le detecta una función de matiz sexista. Veamos qué       Pienso que para la población femenina hispanoparlante el
se logra con su uso.                                                  cumplimiento de esta profecía se ha frenado a causa, entre otras

SEXISMO, LENGUAJE Y PRENSA                                            3.DÉBIL Y BELLO
42                                                                    43
cosas, de expresiones «inocentes» como bello sexo: una designa-                                        CAPÍTULO 4
                              ción que disfraza, justificándola estéticamente, la subordinación                                       SEÑORA Y MUJER DE...
                              social de la mujer ya afirmada débil por la expresión sexo débil;
                              aunque a decir verdad ha sido débil en cuanto a no rechazar ésta
                              y no cuestionar aquélla. Obviamente en cualquier área persua-
                              dir al «otro bando» de su presunta debilidad constituye una exce-                                      La expresión bello sexo comentada en el capítulo anterior puede
                              lente estrategia. Y si el lograr que ésta pase inadvertida para quie-                                  ser vista como una especie de premio de consolación (lingüísti-
                              nes lo conforman indudablemente aumenta su probabilidad de                                             co) para la mitad «endeble» de la humanidad. Una mitad que,
                              éxito, no es de extrañar que el desviarles la atención hacia su pro-                                   justamente por débil, ha de estar al amparo –en el mejor de los
                              pio reflejo constituya un buen refuerzo estratégico.                                                    casos–, de la fuerte, y tener en ésta su valor referencial. Es lo que
                                Sugiero que de no creerse en la sinceridad de esta clasificación                                      vemos en la forma de abordarse entre nosotros el estatus social
                              lo que corresponde es usarla entre comillas como lo hace uno de                                        de la mujer en vida, e incluso en el contexto de su muerte como
                              nuestras importantes ensayistas en el siguiente título:                                                veremos en el próximo capítulo.
                                                                                                                                       Mientras vive, en efecto, varios son los elementos lingüísticos
                                                                                                                                     que la hacen depender del hombre. Entre ellos, el hecho tan co-
                                                                                                                                     mentado de que allí donde en español cualquier adulto varón
                                                                                                                                     puede ser tratado de señor, ha sido lo habitual que a las mujeres
EL NACIONAL, E/6, 26-1-1998                                                                                                          adultas se nos trate de señora o señorita dependiendo fundamen-
                                                                                                                                     talmente de la existencia –actual o no – de un esposo en cada una
                                                                                                                                     de nuestras respectivas existencias. Lo que equivale a una intro-
                              REFERENCIA:                             Ellos (los hombres) son biológica-                             misión en la privacidad no sólo de nuestro estado civil, sino tam-
                              9 Fuerte: en el DRAE la 1° acepción:    mente más débiles durante el pri-                              bién, por implicación, de nuestra vida afectiva. Una intromisión
                              « que tiene fuerza y resistencia» no    mer año de su vida y demuestran
                                                                                                                                     ciertamente violatoria si se compara con el hermetismo que se -
                              invalida su aplicación a sujetos fe-    serlo también al final de ésta. Más
                              meninos, pero la 10ª. dice:             hombres que mujeres sufren de                                  ñor guarda sobre la existencia o inexistencia de una esposa en la
                              «Poderoso» en masculino.                ataques cardíacos, gota, cáncer                                vida del señor, y siendo que en Venezuela no usamos el señorito
                                                                      pulmonar, diabetes y otras enfer-                              de España.
                              10 W.P. Fry, al comentar que el se-     medades degenerativas,
                              xismo surge del temor a un              deteriorándose (y muriendo) por
                              supuesto poder de la mujer como         regla general primero que ellas».
                              amenaza al poder del hombre, su-        Citado en Schultz, M.R,(1975:72).
                              giere que dicho temor se basaría
                              en la inferioridad biológica de éste,   11 AZORÍN, (José Martínez Ruiz), en
                              por cuanto «las chicas maduran          «Andando y Pensando, Notas de
                              antes que los chicos tanto física co-   un transeúnte», Citado por Castilla
                              mo sexual e intelectualmente.           del Pino, (1979:104).


                                                                                                            EL NACIONAL – 16,2,2002. PUBLICIDAD DE CANADIAN OVERSEAS MARKETING




                              SEXISMO, LENGUAJE Y PRENSA                                                                             4. SEÑORA Y MUJER DE...
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Tal conducta obviamente dice que la mujer no tiene personali-         Aunque ninguno de estos términos ha tenido la suerte de impo-
dad social por sí misma pues ésta sólo le viene de su situación re-   nerse como progresivamente lo ha venido haciendo Ms, la pre-
lativa respecto del varón; pero es importante cobrar conciencia       sencia de éste, aun si sólo representa la punta del iceberg, puede
de que es un hecho modifica ble: en Los Estados Unidos, aun            darnos una idea de cómo en cualquier idioma se lucha contra el
cuando en la identificación de una pareja casada el sexismo llega      sexismo con elementos lingüísticos. De allí que el proponer «señi-
a desaparecer de un todo el nombre de la mujer (Mr. and Mrs           ra» ¿sería algo absurdo y estrafalario?
John Brown, por ejemplo), se ha logrado introducir el término           ¿Por qué? ¿Porque en español sólo se puede crear una palabra
Ms. para aludir o dirigirse a cualquier mujer adulta indepen-         por composición, derivación o parasíntesis, y «señira» no res-
dientemente de su estado civil y a fin de que sustituya totalmen-      ponde a ninguno de los tres procedimientos? ¿Pondría esto en pe-
te, con el tiempo, a los enraizados Mrs. y Miss. del androcentris-    ligro a nuestra lengua? Aunque teóricamente sea verdad que pa-
mo anglosajón.                                                        ra añadirle un término hay que seguir ciertas reglas, también es
  Para caer en cuenta de hasta qué punto están petrificadas en         empíricamente verdad que a grandes males grandes remedios y
nosotros las expresiones sexistas bastaría con imaginar la reac-      que el sexismo es un inmenso mal.
ción ante la propuesta de un término que aun sin apartarse de-          Así, para evitar que el estatus civil de la mujer (que no el del
masiado, por razones prácticas, de los internalizados, sirviera de    hombre), sea revelado por los términos lingüísticos que se em-
tratamiento indiferenciado para casadas y solteras; podría, por       plean según el caso, no parece un atentado contra el castellano el
ejemplo, ser «señira» y usarse la abreviatura «Sñ».                   crear para solteras y casadas un tratamiento común aunque és-
  ¿Una idea estrafalaria? Pero sígase leyendo y advirtamos que en     te no derive directa y «correctamente» del masculino señor.
1605 el gramático Richard Verstegan, al señalar la necesidad de         De hecho en España el Ministerio de Asuntos Sociales –a través
un término que denotara en inglés una criatura humana en gene-        del Instituto de la Mujer y según datos que extraigo de Temas y
ral, inventó y propuso el neologismo mensca y restringió el uso de    Debates, (http://www,webcom.com/rsoca/sexismo.html)–, recomien-
man a su significado específico de hombre. Con ello abrió las puer-     da entre sus medidas contra el sexismo en el lenguaje la modifi-
tas a una larga serie de acuñaciones de términos que pudieran         cación de los tratamientos.
sustituir al man genérico, contándose entre éstos «wo/man» co -         Este punto, del cual me ocupo luego más a fondo, ha sido am-
mo representativo de ambos sexos.                                     pliamente trabajado por la lingüística anti-sexista de que se va-
  En la medida en que conviene enfatizar el movimiento general        len las feministas norteamericanas, pero es con las palabras em-
contra el sexismo lingüístico, cabe informar sobre su desarrollo      pleadas por el mencionado Instituto Español de la Mujer que lo
en otras lenguas, como por ejemplo en este caso específico dirigi-     transcribo: creo probable que el término que éste ha sugerido pa-
do a combatir el masculino genérico del inglés. Una moción que        ra el caso tenga más acogida que el de señira mencionado a ma-
de sobra ilustran las incontables propuestas, discusiones y elabo -   nera de «shock» (para sacudir la inercia de la inventiva lingüísti-
raciones de pronombres epicenos para eliminar su he inclusivo,        ca femenina), justamente porque ése sí deriva de «señor»12
habiendo mostrado más ingenio hasta el momento el she de              Veámosla en esta nota:
Densmore (por incluir en un mismo término el he y el she favora -
bles al sexismo, y a causa de ello desaconsejados por el famoso
Otto Jespersen. (Baron. 1986:202).

SEXISMO, LENGUAJE Y PRENSA                                            4. SEÑORA Y MUJER DE...
46                                                                    47
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Sexismo, lenguaje y prensa

  • 1. SEXISMO, LENGUAJE Y PRENSA: CASO VENEZUELA VALENTINA SALAS
  • 2. SEXISMO, LENGUAJE Y PRENSA: CASO VENEZUELA VALENTINA SALAS Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer
  • 3. CONTENIDO pág. 5 Introducción SEXISMO, LENGUAJE Y PRENSA: pág. 21 1. Primacía y Precedencia CASO VENEZUELA pág. 31 2. Damas y Caballeros Valentina Salas pág. 39 3. Débil y bello © Valentina Salas, 2005, pág. 45 4. Señora y mujer de... valentinasalas@telcel.net.ve pág. 53 5. HOMO ¿hombre y mujer? pág. 59 6. Marido y mujer Gestión editorial: Beatriz Bermúdez pág. 65 7. Varón y hembra beaberm@telcel.net.ve pág. 69 8. Derechos Diseño: ABV Taller de Diseño pág. 77 9. El día que falta Carolina Arnal pág. 83 10. ¿Y las niñas? abvtaller@cantv.net Caracas, Venezuela pág. 91 11. Mundo de Hombres. Masculino aunque sea femenino Digitalización y pág. 103 12. Masculino genérico. Sexo mata cantidad retoque fotográfico: pág. 119 13. Masculinización lingüística Gady Alroy pág. 143 14. Más sobre denominaciones imprecisas Preprensa: Desarrollos Compumedia pág. 159 15. Buenas, féminas y faldas Impresión: pág. 171 16. ¿Por qué el «la»? Gráficas Acea pág. 191 17. Belleza y poder Tiraje: 1000 ejemplares pág. 207 18. Avisos, omisión, reparación y empleo Impreso en Caracas, Venezuela 2005 pág. 223 19. Insultos, anatomía y sexismo pág. 231 20. Cosificación, posesión, selección de verbos HECHO EL DEPÓSITO DE LEY pág. 239 21. Embarazo y distorsión Depósito Legal pág. 253 22. Prensa y criaturas If 25220050701612 ISBN 980-12-1405-8 pág. 267 23. Formularios, documentos y secundidad pág. 277 24. Leyes, intención y redacción pág. 293 25. Violencia física. Secundidad política. ¿Es inocente el lenguaje? pág. 305 Bibliografía CONTENIDO 3
  • 4. INTRODUCCIÓN El propósito de estas páginas es mostrar al mayor número posible de hispanoparlantes hasta qué extremo uno de nuestros usos del lenguaje incide en un hecho injusto y hacer ciertas sugerencias sobre el modo como esto puede ser modificado. El uso al que me refiero es el sexista; el hecho, la secundidad lingüística y extralin- güística que afecta a la población humana femenina y por lo tan- to a la vene zolana, y el modo, proponer e introducir en la co- rriente del habla formas sustitutivas de las sexistas. De allí que siendo mi interés particular despertar conciencia so- bre el grado de sexismo 1 en Venezuela, he creído conveniente realizar este trabajo apoyándome en la fuerza de lo que salta a la vista; es decir, en la imagen, esgrimida como argumento difícil de rebatir o ignorar. Ilustro, pues, dicho grado mediante ejemplos tomados en la medida de lo posible de nuestros medios escritos: diarios, publicaciones, documentos y revistas; creo que de en- trarle la evidencia por los ojos, un mayor número de personas despertará al sentimiento de responsabilidad (y a la voluntad) de disminuirlo, algo posible sin mucho esfuerzo con sólo detectar y combatir las estrategias lingüísticas del sexismo. De hecho, a lo largo de mi trato con el tema he podido observar que si atribuimos al «machismo» la violencia general contra el sexo femenino, nadie parece extrañarse ni tiene inconveniente en admitirlo, pero si achacamos parte de culpa por la implanta- ción de esa violencia a la forma en que usamos el lenguaje, la reacción suele ser, más aún que de sorpresa, de incredulidad. Su- pongo que ello se debe a que el término «machismo» evoca lo más obvio del fenómeno, es decir, los hechos, las costumbres o las leyes cuyos efectos saltan en cierto modo a la vista, como, entre otros, la lapidación de las adúlteras, la mutilación del clítoris, el acoso sexual o la violencia doméstica, mientras que por «sexis- mo lingüístico» nos referimos a algo nada fácil de advertir: el mo- INTRODUCCIÓN 5
  • 5. do como la lengua influye en que se conserve la situación deva- posterior. Y también cabe admitir que «la práctica constante del luada que vive y que padece la mujer. lenguaje» deriva de la constante puesta en práctica de las actitu - Cabe, pues, apuntar que por «sexismo lingüístico» voy a enten- des, lo cual quiere decir que la actitud patriarcal produjo normas der aquí, más que la codificación expresa de contenidos sexistas, de lenguaje sexistas y que estas fueron, en nuestro caso, codifica- el uso, en textos y contextos presuntamente neutros, de la sinta- das y entronizadas por la gramática castellana. Así pues, en xis, las palabras y las normas adecuadas para ayudar a afianzar el cuanto a si el español facilita o no el sexismo, básteme decir que predominio del hombre sobre el sexo femenino. Un uso que se para formular estas reflexiones he tropezado con el mismo pro- practica, por una parte, de forma subliminal, y por otra, al revés blema de cuantos se han ocupado –en cualquier idioma– del se- completamente: de forma tan descarada que no suscita cuestio- xismo lingüístico: el de tener que combatirlo haciendo uso de sus namientos. Buen ejemplo de lo cual es el que hombre2 signifique propios términos, giros y normas gramaticales. No hay forma to- «humanidad» sin protestas masivas femeninas. davía de no ceder ante muchas de éstas si queremos que el men- Ahora bien, siendo tan obvio que las palabras en sí no son ni saje se reciba, razón por la cual defino en las referencias al fin de buenas ni malas y que es justamente el modo en que las emplee- esta introducción –junto con informaciones cuya lectura enca- mos lo que puede conver tirlas en instrumentos dañinos para rezco–, términos como «género»4 o «masculino genérico»5 para cualquier grupo humano, debo aclarar que en estas reflexiones que quienes hayan olvidado su gramática puedan recordarlas –carentes de pretensiones científicas– me ocupo sólo de aquéllas fácilmente: la meta es interesar al mayor número posible de lec- que se usan, y de cómo se las usa, para discriminar a las mujeres. tores en la eliminación de una injusticia. También debo aclarar que no proclamo la igualdad de los sexos Por otra parte mi uso predominante de la prensa como fuente ni que el lenguaje sexista responda mayoritariamente a una in- de gráficas y textos no implica que le atribuya una especie de tención consciente de perjudicarnos. Pero sí creo que éste respon- conspiración sexista; es sólo que por su alcance espacial e ideoló- de a intenciones inconscientes sobre cuyas posibles causas aporto gico funciona, consciente o inconscientemente, como sustenta- aquí diferentes opiniones. Para más, alerto sobre el modo como el dora del sexismo y constituye un verdadero almácigo de ejem- sexismo incide en la no igualdad de oportunidades para la mujer e plos. De ella he venido extrayendo desde comienzos de 1980 casi insto a indagar las causas de que exista; además, a cuestionar la todos los que aquí presento como prueba de la continuidad y vi- lógica e impugnabilidad de las normas gramaticales y semánticas gencia de la actitud sexista entre nosotros: confío en que su que lo sustentan, a rastrear las fuentes más directas de su tradi- «edad», variedad y selección nos hagan concienciar esa actitud y ción en Venezuela y a señalar su presencia tanto en nuestra for- nos insten a luchar por superarla. Como fuere, por razones de es- ma de hablar como en nuestros medios de comunicación escrita. pacio he recortado –y ensamblado después– en varios de ellos De hecho, ante la afirmación de que las gramáticas no dictan las partes más relevantes para sostener mi caso, pero la totalidad for mas de lenguaje sino que registran las ya existentes en el de cada uno y por lo tanto la fiabilidad de mi selección, pueden habla común (lo que me lleva a preguntarme cuánto tardará en- ser plenamente constatadas. Y en cuanto a su aparente sobredo- tonces la aceptación académica del popular «dequeísmo»), y que sis en algún capítulo, ella responde a la intención de subrayar son, por lo tanto, productos de la práctica constante del lengua- que en tales casos no se trata de manifestaciones esporádicas de je3, cabe convenir en que al codificar dichas formas las gramáti- sexismo, sino de patrones tan internalizados que de tanto resul- cas las entronizan oficialmente haciendo más difícil su revisión tarnos familiares se nos hacen invisibles.6 SEXISMO, LENGUAJE Y PRENSA INTRODUCCIÓN 6 7
  • 6. Se trata, además, de ejemplos que por cubrir tantas áreas de la Como fuere, he dicho lo que he querido decir para que al menos vida nacional ofrecen una visión panorámica del sexismo que la parte de la población femenina venezolana caiga en cuenta de aqueja. De allí que el incluir la imagen de hechos o de personas a que el uso sexista de la lengua, amén de devaluar su humanidad, que se alude en algunos de ellos me ha parecido efectivo: ver un le resta confianza en sí y oportunidades en la práctica; por eso es rostro o una escena nos hace captar mejor su respectiva vincula- que quisiera, sobre todo, poder llegarle a las mujeres mismas, ción a la vida real y advertir más claramente la presencia del se- usualmente inadvertidas de que viven el problema del sexismo. xismo en nuestro mundo. El que algunas personas mencionadas La mayoría, porque la lucha por la supervivencia y las pocas po- –como también ciertos hechos– dejen, con el tiempo, de tener su sibilidades de superación las mantienen al margen de toda refle- coyuntural importancia protagónica, no podrá desvirtuarlos co- xión no imprescindible, las otras porque, a la inversa, con formas mo ejemplos: si el día de mañana nuestros nietos nunca oyeran menos precarias de vida y tal vez tan exitosas –o más– que sus co- hablar de Irene Sáez, ya no supieran de Chernobyl ni de Afganis- legas masculinos, no tienen conciencia real de que esa no es la si- tán, y no tuvieran ni la menor idea de quiénes son (o fueron) Tony tuación de todas. De hecho, son las que más se sorprenden ante Blair o Noemí Sanín, ello no impediría que captaran los daños del la revelación de que también a ellas les afecta el sexismo y de que, sexismo que hoy por hoy, para ilustrarlo, relaciono con sus res- al menos en lo lingüístico, las margina y subvalora. Nadie imagi- pectivas existencias. Ellos y otros me han valido para apoyar esta na lo difícil que resulta a este respecto perforar una estructura voz de alerta que resulta, más aún, la denuncia de esos daños. mental consolidada si no se cuenta con evidencias gráficas que Me gustaría, por supuesto, disponer de otras muchas herra- ayuden a demoler la incredulidad inicial de los interpelados. Pero mientas para dar solidez a esa denuncia por cuanto sé que a sus lo cierto es que el condicionamiento patriarcal afecta individual enunciados hay críticas formales, conceptuales y académicas y colectivamen a todos los venezolanos, y que saberlo es el paso que hacer con presumible justicia. Pero mi convicción de que su inicial para enfrentarlo. contenido es impor tante ha probado ser más fuerte que mi te- El enfocar estas reflexiones principalmente en el sexismo lin- mor a acarrearlas7. Por lo demás, quien quisiera ampliar alguno güístico para mostrarlo como un afluente clave del sexismo ge- de los puntos comentados podría confiar en mi bibliografía: no neral constituye mi modesta pero solidaria contribución al es - sólo puede ofrecer más argumentos de apoyo, sino muchos tam- fuerzo que tantas vene zolanas responsables, preparadas y bién contra los míos. Y en su material se incluye el de notables ve- consagradas a la lucha antisexista realizan y han realizado, por nezolanos que han estudiado, enseñado y enaltecido nuestro la dignidad de todos, en sus respectivas áreas. Y digo que de todos idioma en un constante ejercicio de identidad colectiva: venezo- porque también los hombres querrán que en el futuro una socie- lanos que como doctos y comprometidos tienen mi admiración dad más justa proporcione a sus hijas las mismas oportunidades aunque como mujer, venezolana también y también compro - con que, al menos en principio, pueden contar sus hijos. Hoy por metida, me oponga aquí a varios de los puntos que sostienen. hoy es evidente que el sexo femenino es lingüísticamente deva- De hecho, temas como los que planteo y/o analizo en, por ejem- luado y algunas consecuencias de este hecho se pueden compro- plo, los capítulos 2, 8, 9, 10, 15, 20, 21 y 22, y de los cuales hasta bar en estas páginas. prueba en contra presumo la autoría (la maternidad), son con- Espero que ellas logren hacer reflexionar a quien las lea. secuencia de las reflexiones suscitadas en mí por el ejercicio de su cuestionamiento. SEXISMO, LENGUAJE Y PRENSA INTRODUCCIÓN 8 9
  • 7. REFERENCIAS CIONAR LA LENGUA ES LA MÁS la del hombre-como-norma, una la humanidad, dos términos equi- 1 Sexismo: término que no se HONDA REVOLUCIÓN QUE PUEDE de las más perniciosas que se ha- librados en cuanto al género gra- conocía antes de 1960 y que aquí HACERSE. SIN ELLA LA REVOLUCIÓN yan codificado jamás. Y es que matical: «ser humano» (género alterno con «androcentrismo» EN LAS IDEAS NO ES MÁS QUE donde hay un solo modelo, cuanto masculino) y «persona» o «perso- como es uso en contextos no espe- APARENTE», (citado por Angel Rosem- no responde a él es ubicado en una na humana» (género femenino). cializados. El primer diccionario blat en La Primera Visión de América y categoría de desviación. Así nuestro Cada uno de ellos puede significar que lo define es el «American Heri- Otros Estudios»). esquema fundamental de clasifica- la humanidad sin dejar de conser- tage School Dictionary» en 1972, y En todo caso el mismo García Me- ción divide a la humanidad no en var la visibilidad de ambos sexos lo hace como «Una discrimina- seguer estudia el «sexismo social», partes iguales, sino en dos catego- en la medida en que todos los ha- ción, por parte de los miembros de que se da en el plano de la realidad, rías determinantes: ‹hombre› y blantes conocemos la existencia un sexo, contra los del otro; en es- y el «lingüístico», que se da en el ‹menos hombre›». (Dale Spender, en «simétrica» del otro. pecial de hombres contra plano de la lengua.Y en éste distin- Man made Language, pág. 3). Así mismo entre nosotros Márquez mujeres». Según García Meseguer, gue el «sexismo léxico», presente En Venezuela el profesor Esteban Rodríguez (en «Con la lengua», «Sexis- (Lengua y Discriminación cuando se usan vocablos que Emilio Mosonyi en su artículo mo y lenguaje», El Nacional 22-1-1989), Sexual, pág.33) : «es el hecho de con- debido a la forma de expresión es- «Sexo y Gramática» (El Nacional A/6, dice: a. «no es cierto que cuando siderar, a nivel consciente o a nivel cogida resultan discriminatorios 24-3-1990) admite que: «la palabra convencionalmente se le dio a subconsciente, que uno de los por razón de sexo, y el «sexismo «hombre» –genéricamente consi- «hombre» el significado genérico sexos tiene una intrínseca superio- sintáctico», presente cuando se derada– (es decir, englobando a de «ser humano» se hizo con el ridad sobre el otro»; y según otra construyen oraciones debido a la «mujer»), podría sustituirse por propósito de denigrar o de excluir definición entre tantas como hay, misma causa del anterior, y con algo como «humanidad» o «el ser a la mujer», y: b. « el hecho de que se trata de un «mecanismo por el los mismos resultados. Además, humano», pero tal subterfugio sea un vocablo bisémico, que de - que se concede privilegio a un sexo aclara que aunque una situación (subrayado mío) resultará chocan- signa por una parte al ser humano en detrimento del otro. La persona no sea sexista en sí, se la puede ex- te o pesado en multitud de con- en general y por otra a la persona que lo utiliza es sexista». presar de una manera sexista. (En textos. Por otra parte, nada nos de sexo masculino, no es sino una Sin embargo, según A.Márquez ¿Es sexista la lengua española?, págs.1-75). impide atribuirle a «hombre» un simple coincidencia.» Rodríguez , (en «Con la lengua», Como fuere, el sexismo a que me significado más amplio...» Al respecto pienso que no pudién- «Sexismo y Lengüaje», El Nacional 22- refiero en estas páginas es el del No sé si el profesor habrá pensado dose probar la verdad de la 1-1989), «los vocablos «sexismo», hombre hacia la mujer y tanto en lo «chocante» o «pesado» que aseveración «a», lo más que podría «sexista», mírese como se mire, son en su aspecto general como en el resulta para una mujer ser com- decirse es que no es cierto que se neologismos de reciente data que lingüístico. prendida en la palabra «hombre» , hizo con el propósito consciente de no pueden significar, conforme a o en el hecho de que tampoco nada excluir a la mujer. (De hecho hay sus componentes etimológicos, 2 Hombre: como sinónimo de impide realmente darle a «mujer» quien contempla que plantear la discriminación sexual» y más Humanidad, la importancia de es- un significado más amplio. Y mu- intencionalidad es proponer una adelante: «el sexismo en ningún ta sinonimia es tal a efectos de la cho menos en que si, de haberse teoría de la conspiración no acredi- caso es una cuestión de lenguaje, situación de la mujer en la socie- dado en nuestra lengua –como tada en el enfoque sociológico). sino de mentalidad. Cambiemos dad, que, aunque a continuación él dice que se da en el guajiro vene- En todo caso resulta sospechosa la ésta, sí, pero dejemos la lengua incluyo y comento los argumentos zolano– el femenino genérico, elección de un término al que el quieta, que ella, por sí misma, no a su favor por parte de algunos es- el sustituir «mujer» por «ser hu- Consejo de Europa atribuye incer- se mete con nadie». pecialistas masculinos en el área mano» le hubiera parecido un tidumbre en cuanto a las personas Al respecto acoto que me es difícil del lenguaje, doy primero la visión, subterfugio. referidas y del que dice que «el uso imaginar cómo se puede cambiar que por supuesto comparto, de Y es que además, de hecho, el pro- exclusivo de la palabra «hombre» la mentalidad sin recurrir a la len- una especialista en dicha área: blema no tendría que presentarse para referir a hombres y mujeres gua, sobre todo porque coincido «Entre ‹las reglas› semánticas ya que en español tenemos, para establece una jerarquía entre con Unamuno en que «REVOLU - viciadas se destaca especialmente referirnos a quienes conforman los dos sexos». (Palabras con las SEXISMO, LENGUAJE Y PRENSA INTRODUCCIÓN 10 11
  • 8. cuales reconoce los efectos, en la la mujer, aunque sea en sentido y la palabra «género» alude a los para cualquier mujer interesada práctica, de la denominación que «hombre-persona». ¿Y cómo dejar fenómenos ligados a la sociología en el tema, de informarse sobre la «b» nos da como producto de «una de preguntarme por qué no se (las costumbres sociales). « Sin diferencia entre género y sexo, en simple coincidencia»). (http://www. escogió, en nuestra lengua, embargo», añade, «hay un fre- el artículo de Juan Nuño «El sexo nodo50.org/mujeresred/feminismo- «mujer-persona» más bien?. Inde- cuente empleo de las expresiones de las cosas» (El Nacional, A/6, 3- 2- callamard.htm). pendientemente de que ello hubie- «género masculino- género feme- 1990), se da por sentado que las Entre dichos efectos, desde luego, ra llevado, con toda probabilidad, a nino» con el significado de mujeres opuestas al sexismo lin - están los de la confusión ontológi- un sexismo contra los hombres tan «sexo-macho» y «sexo-hembra», y güístico, es decir, «las insufribles ca inconsciente que reduce la reprobable como el que impugno, así se habla, por ejemplo, de «géne- feministas», «arremeten contra el autoestima femenina y lleva al ¿por qué, en efecto, no se escogió? ro femenino» para referirse al lenguaje, confundiendo, entre acatamiento de la secundidad so- ¿Por «simple coincidencia», o por colectivo de mujeres.» Y en pág. otras muchas cosas, «género» con cial. Porque obviamente si «mujer» causa del dominio patriarcal? 82: «en nuestro subconsciente, los «sexo» porque «ignoran que géne- evoca siempre una connotación conceptos de género y sexo apare- ro es una categoría gramatical». sexual porque el término está 3 MÁRQUEZ RODRÍGUEZ, Alexis, Co- cen como casi sinónimos». Aunque «lo de menos es que (...) marcado, mientras que «hombre» lumna «Con la Lengua», Sexismo Por su parte Márquez Rodríguez desconozcan las complejidades quiere decir «persona», «ser hu- y Lenguaje. El Nacional, 22-1- dice que la confusión entre «géne- lingüísticas; lo grave es que no se mano» (además de «hombre» y 1998. ro» y «sexo» tiene su origen percaten de la insensatez de sus «mujer»), esta «lógica» da que, en en el hecho de que en otros idio- propuestas» ya que «lo divertido es la medida en que son personas y 4 Género: Cuando hablamos de mas sí existe sinonimia entre que no sólo abominan del sexismo seres humanos, las mujeres son género gramatical el DRAE (Diccio - ambos vocablos y en consecuencia lingüístico, (sino) que proponen hombres. De donde para ellas el nario de la Real Academia se da por la ignorancia de algunos bobadas, tales como decir «ser «ser mujer» sea constantemente Española de la Lengua) dice que traductores que traducen por humano» en lugar de «hombre». antagónico y contradictorio con «género femenino» es el de los «género» la palabra «gender» en Como fuere, la «suma ignorancia» su estatus de sujeto y de persona. nombres sustantivos que significan su acepción de «sexo» (ya que en atribuida por Nuño a las mujeres (Violi, 1991:150). personas y algunos animales de inglés significa «género» pero tam - que «arremeten contra el idioma» Por su parte, García Meseguer sexo femenino. También el de otros bién «sexo»), lo cual hacen sin caer haciendo «el más grande de los (1994:45,46) dice que «una elemen- nombres de seres inanimados. Y en cuenta de que en castellano ridículos» parece haber sido una tal sensibilidad aconseja manejar que «género masculino» es el de «género» y «sexo» son términos exageración de su parte ya con cuidado la palabra «hombre», los nombres que significan perso- muy distintos y no se pueden usar que, como dije, la misma prensa dada la ocultación de la mujer a la nas y algunas veces animales de como sinónimos. Además, explica, que publicaba sus artículos infor- que suele dar lugar» y «lo reco- sexo masculino y también el de entre las muchas acepciones de maba prácticamente «gratis», mendable es emplear el vocablo otros nombres de seres inanimados. «género» que da el DRAE, ninguna a cualquiera , sobre la diferencia «hombre» lo menos posible y usar, En castellano la palabra «género» justifica que en castellano se lo sexo/género. De hecho, contempo - a cambio, «persona» o «varón», se- es una categoría solamente gra- identifique con «sexo» como sí ráneamente, en el de «Sexo y gún corresponda» (porque) «en la matical y no biológica: tienen ocurre en inglés, ya que sólo en las gramática» (El Nacional, 24-3-1990), mente de los hablantes, la cone- género sólo las palabras, pero no que se refieren al género gramatical Esteban Emilio Mosonyi comenta - xión «hombre-varón» es más las personas ni los animales. puede hallarse una referencia al ba: «Sabemos que género no es fuerte que la conexión «hombre- Dice García Meseguer (1994: 81), sexo de las personas y los animales sexo, sino una categoría gramati- persona» (pág. 48) y «hoy día debe que «sexo» es una variable de la pero muy ligera e indirecta. (»Con cal inmensamente arbitraria». considerarse que (...) «hombre» naturaleza y la palabra «sexo» la Lengua», «Algo más sobre la palabra Quiero insistir, pues, con esto, en incluye a la mujer, so pena de fal- alude a aquellos fenómenos funda- Género», El Nacional, 10-9-1995). que incluso quien no contara con sear la realidad» (pág. 46). mentalmente ligados a la biología Pues bien, pese a que lo accesible bibliografía sobre el tema se podía Pienso que se falsea la realidad y a la psicología, mientras que «gé- de las columnas de este autor ga- informar muy fácilmente sobre cada vez que «hombre» designe a nero» es una variable de la cultura rantizaría de por sí la posibilidad, la diferencia en cuestión; pero SEXISMO, LENGUAJE Y PRENSA INTRODUCCIÓN 12 13
  • 9. también aclaro que si pese a tal fa- bien, la voz PERSONA es de género Ahora bien, pese a que en referen- teístas, en que era lo femenino lo cilidad las feministas de corazón femenino (la persona) y no signifi- cia a «hombre», (el término más que se asociaba a la idea de fuerza (aun si no de ilustración), se ca persona de sexo femenino. (Citado representativo del masculino gené- y poder. Desde un punto de vista confundían, ello no era tan escan- de Lenguaje y Discriminación Sexual, Nota rico), se diga que al dársele el gramatical, en esta fase primitiva daloso como el hecho de que a la final). Y nota personal que añado: significado convencional de «ser el género femenino sería predomi- propia Academia le ocurriera. Por- aunque la última versión del DRAE humano» no se actuó con el pro- nante y estaría ligado al intensivo, que a decir de un especialista como no especifica «sustantivo», sí espe- pósito de excluir a la mujer y que el (Sigo a Violi en referencia a Wensinc- García Meseguer, «la Academia cifica «nombres» (y pronombres), hecho de que pueda designar, por ken); el paso al siguiente estado continúa confundiendo el género lo cual equivale a «sustantivos». una parte, al ser humano en gene- religioso y patriarcal estaría acom- con el sexo, como demuestran las En todo caso, en este trabajo evito ral, y, por otra, a la persona de sexo pañado en el plano lingüístico de siguientes definiciones del DRAE: confundir género y sexo. Espero masculino, no es sino una simple un desplazamiento del género fe- Género femenino: el de los nombres haberlo logrado. coincidencia, hay que tener en menino al masculino que se sustantivos que significan personas cuenta opiniones como la del nada convertiría así en el dominante. La y algunas veces animales de sexo 5 Masculino genérico: En castella- feminista A. Meillet para quien no primitiva religión de carácter má- masculino. También el de otros no, como en casi la totalidad de los puede entenderse dicho hecho gico quedaría relegada a la esfera nombres de seres inanimados. idiomas que tienen géneros gra- más que remontándonos a la si- femenina, a la que se contrapone Género masculino: el de los nom - maticales, lo masculino absorbe lo tuación social respectiva del la religión revelada fundada en el bres sustantivos que significan femenino. El término genérico hombre y de la mujer en la época patriarcado. personas y algunas veces animales «no marcado», que es el masculi- en que se fijaron esas formas gra- (...) Wensincken da numerosos de sexo masculino. También el de no, siempre denota sexo masculino, maticales. Porque Meillet, como ejemplos para demostrar que todas otros nombres de seres inanimados. pero puede igualmente denotar otros, atribuye a la situación social las palabras en un período más La primera parte de las definicio- sexo femenino. Así por ejemplo, una influencia grande en la situa- antiguo de las lenguas semitas se nes identifica género con sexo, términos como «abogado» o ción lingüística. Con ello, los relacionaban con la esfera (...) de cosa disparatada. LA VÍCTIMA, LA «campesinos» pueden denotar cambios que se den en el lenguaje lo sagrado (con el poder de lo feme- RES, LA PROLE, LA PAREJA, LA FAMI- indistintamente, en singular o plu- no tienen por qué aparecer como nino, finalmente desplazado). LIA, etc, son todos ellos sustantivos ral, hombre o mujer , mientras que simples coincidencias ya que Si traigo a cuento esta hipótesis es de género femenino que escapan a el término en femenino siempre pueden ser reflejo de reglas que para insistir en que muchos estu- la definición dada, al aludir a per- denota mujer y sólo mujer. El mas- «secundizan» a la mujer. diosos han atribuido ciertos rasgos sonas o animales de uno u otro culino como término abstracto y Por eso me parece interesante dar y normas de lo lingüístico a la sexo, es decir, no necesariamente general se toma como la norma un vistazo, hipotético primero y situación social; lo cual puede ver - de sexo femenino. respecto a la cual lo femenino luego histórico, a la aparición, en se más objetivamente, fuera ya Análogamente y con respecto constituye la desviación, el rasgo algunas lenguas, del masculino de lo hipotético, en el plano de al género masculino, EL SER, EL que se marca. genérico. la historia. INDIVIDUO, EL REBAÑO, EL PUEBLO, Y en la medida en que también se Así, ya en 1927 la hipótesis de Así tenemos que, citando Le etc, son ejemplos que invalidan la regula así la concordancia grama- Wensincken («Some Aspects of Gender Monde Diplomatique, «en el siglo definición del DRAE. tical, (ya que si nos referimos a dos in the Semitic Languages»), propone, XVII (1647), el famoso gramático Para mayor inri, la definición términos, uno masculino y otro fe- sobre el género gramatical en las Vangelas declara que «la forma de GÉNERO FEMENINO dada por el menino, la concordancia siempre lenguas semíticas, algo muy simi - masculina tiene preponderancia Diccionario contiene un nombre se da con el masculino (Luis y Cla- lar a lo que en 1972 sostendría sobre la femenina, por ser más sustantivo cuya existencia contra- ra son dos alumnos, nunca dos Markedale, (La Femme Celte), sobre noble», por lo que será preciso dice a la definición misma. Se nos alumnas), tal como ocurre también el indoeuropeo primitivo. Es decir, escribir «los duraznos y las manza- dice que el femenino es el género con los pronombres tenemos que que hubo un estado arcaico, prece- nas están frescos» y procurar que de los sustantivos que significan «a falta de una prueba contraria, el dente al patriarcado y al el adjetivo tome el masculino, personas de sexo femenino. Pues ser humano es de sexo masculino». nacimiento de las religiones mono- en contra del uso corriente de la SEXISMO, LENGUAJE Y PRENSA INTRODUCCIÓN 14 15
  • 10. época, que hubiera escogido el fe- no tuviera el sitio de honor, sino lamento insistió legalmente en que debía al género masculino de los 3 menino. En efecto, en la Edad que era lo apropiado, por ser el de el «he» (él) incluía el «she» (ella), primeros nombres, opuesta al gé- Media era perfectamente correcto más valía. con lo que la legitimación del con- nero femenino de los otros tres. escribir como lo hace Racine en Sin embargo, la sanción oficial (y cepto «hombre significa humanidad» (Datos todos de la investigación de P Violi). . el siglo XVII: «estos tres días y esas el subsiguiente uso general) de la ( legitimación cuyos primeros in - Y vale incluir aquí la cita de García tres noches enteras» donde el adje- absoluta preponderancia masculi- tentos se remontan a las Meseguer (1998: 251, 252) sobre el tivo «enteras» remite a «noches» na –tanto por la precedencia como gramáticas del siglo XVI cuando estudio efectuado para saber en como también a «días». Igualmen- por el masculino genérico–, sólo tanto los gramáticos como su qué grado las personas ligan a la te en la Edad Media la forma vino en 1746, cuando el gramático público eran masivamente mascu- idea de varón, de mujer, –o de masculina no se consideraba sufi- John Kirkby formuló sus «88 Re- linos), quedó por fin codificada cualquiera de los dos simultánea- ciente: para dirigirse a hombres y glas de la Gramática», de las cuales como norma universal. mente– ciertas palabras teórica- mujeres en los discursos pregona- la número 21 determinaba que el NO HABÍA MIEMBROS FEMENINOS mente neutras como «hombre, dos en las plazas públicas se decía género masculino era más «com- EN AQUEL PARLAMENTO. (Tomado humanidad, individuo, ser huma - «iceux et icelles» (aquellos y aque- prehensive» (es decir, más amplio, de D. Spender enMan Made Language, no, persona y gente» siendo que a llas) así como «tuit et toutes» todos más incluyente) que el femenino. pág. 147). tal fin se elaboraron 40 frases del y todas). Se podía decir «mairesse» Este hecho representó el ir un paso Visto el proceso de introducción de tipo: «el hombre debe confiar en (alcaldesa) en el siglo XIII; «com- más allá de la simple afirmación de una norma como ésta en el cuerpo sí mismo» y «un individuo sabio mandante en chef» (comandanta) que los hombres eran más impor- de las lenguas, cabe sostener que conoce sus límites», y que el expe- e «inventeuse» (inventora» o «lieu- tantes que las mujeres, pues efectivamente la formulación de rimento reveló que la palabra tenante» (tenienta) en el XVI, etc. estableció el concepto de que el ciertas reglas gramaticales que se- «hombre» se asocia en primera También la lengua inglesa pasó masculino es la categoría univer- cundizan a la mujer no luce como instancia a la imagen «hombre», por una evolución parecida. Dice sal ; sencillamente, la norma. simple coincidencia. así como también que ésta es evo- Spender al respecto que la raciona- Y es que en tanto el Oxford English En cuanto al poder del masculino cada de la misma forma en cual- lización por la que el término Dictionary define «comprehensive» genérico para dar la impresión de quier caso de masculino genérico y «hombre» incluye al sexo femeni- como «que incluye mucho» y el ar- que «a falta de una prueba contra- que ello en consecuencia «puebla» no es relativamente reciente en gumento de Kirkby era que el ria el ser humano es de sexo de imágenes masculinas el incons- esa lengua. Como costumbre era término «hombre» incluía mucho masculino», valga señalar que ciente de los hablantes sometidos prácticamente desconocida en el si- más que el de «mujer», se seguía la A.P. Nilsen, en Investigaciones Ex- a esta regla. glo XV y el primer caso que aparece necesidad de codificarlo así en la perimentales (1973), ha mostrado Por otra parte, como indica Phi- documentado es el de un tal Tho - lengua, formulando una regla gra- que en frases genéricas tipo «el lips, (Sex Difference and Language, mas Wilson quien, en 1553, insistió matical que impusiera su uso a los hombre necesita la comida», los ni- pg. 531), estos resultados se han es- en que era «más natural» colocar al hablantes. Un uso que secundaba ños interpretan siempre «hombre» grimido como evidencia de la hipó- hombre antes que la mujer, como el concepto. como «macho». Y el mismo resul- tesis Sapir-Whorf en cuanto por ejemplo en (...) esposo y esposa, Por supuesto, las mujeres no parti- tado pudo verse, ya en 1915, a que la estructura del lenguaje hermano y hermana, hijo e hija...» ciparon en la producción de dicha cuando el Instituto Psicológico de afecta la estructura del pensa- etc, con lo que resultaba implícita regla. Y aunque sólo una élite Moscú realizó un test a varios ru- miento, de modo que allí donde la idea de que el hombre está prime - (masculina) se adhirió a ella –pues sos en el que se demostró que, al aparece el término «hombre», éste ro que la mujer. no fue obedecida por el pueblo en- pedirles que personificaran los días evoca mucho más la idea de «hom- Los records de 1646 revelan que el tonces–, los gramáticos del siglo de la semana, sistemáticamente re- bre» que la idea de «humanidad» concepto de la precedencia mascu- XIX la pusieron a valer insistiendo presentaban el lunes, el martes o de «persona». Así, al oír o leer lina natural había ganado terreno en que fuera aplicada estrictamen- y el miércoles como seres masculi- «hombre», la gente tiene dificultad para entonces. Un gramático, Jos- te en nombre de la corrección nos, y el jueves, el viernes y el en imaginar a una mujer (o muje- hua Poole, estableció que no sólo gramatical. sábado como seres femeninos, res) en la actividad que se describe. era natural que el género masculi- De hecho, en 1850 el Acta del Par- sin advertir que esta distribución se Con lo cual, valga aquí mi acota- SEXISMO, LENGUAJE Y PRENSA INTRODUCCIÓN 16 17
  • 11. ción, el mundo es realmente perci- que pueden suscitar ciertas pro- • El lenguaje sexista atenta contra • No hay sexismo en el lenguaje. bido como un mundo de hombres. puestas de cambio en relación al la autoestima de la mujer y contra • La evidencia lingüística, en espe - Sobre los efectos del masculino ge- empleo sexista de la lengua, parece su imagen . cial la etimológica, prueba que nérico tanto en la percepción del bien informar que justamente so- • Su uso provoca tensiones entre las apreciaciones de sexismo en mundo por parte de todos los vene- bre la implementación de cambios los sexos. el lenguaje son erradas. zolanos como en la situación para un lenguaje no sexista resulta • En la práctica contribuye a la • Otras formas de autoridad específica de las venezolanas, particularmente completa la infor- ambigüedad y la confusión, provo - también desaprueban la argumen - hablan con bastante claridad los mación de Pauwels (1998: 139-191). cando imprecisiones. tación sobre la existencia de ejemplos de mi texto. Se especifica allí la diferencia entre b. Frente a esto, 10 de las razones sexismo en el lenguaje. lo que en inglés se conoce como LP que más se aducen para no elimi- • El cambio es muy difícil y nada 6 Tan invisibles, de hecho, que ni (language planning) y LR (langua- nar el sexismo lingüístico: práctico. siquiera en el excelente Documen- ge reform), cubriéndose puntos • Los cambios en el lenguaje son • Tanto la tradición histórica to de Venezuela «Hacia la claves, en ambas modalidades, co- fútiles por cuanto no hay nexo lingüística como la literaria serán Conferencia Mundial de Mujeres» mo la procedencia de la gestión –si comprobado entre el grado de destruidas por los cambios en el realizada en Beijing hubo referen- es Gubernamental y por tanto ofi- sexismo lingüístico y el grado de lenguaje. cia explícita a la necesidad de cialmente sancionada, o si obedece sexismo «general» en la sociedad, • La reforma antisexista del len- combatir el sexismo en la prensa a grupos no oficiales conformados lo cual significa que dichos cam- guaje afecta o destruye nuestra escrita aunque sí se pidió la revi- por académicos interdisciplinarios, bios no afectarán la actitud hacia creatividad lingüística. sión del sexismo televisivo. feministas, etc–. Así mismo, las las mujeres. • Dichas reformas carecen de Obviamente el que la incontestable diferentes vías de difusión de las • La pretensión de realizar cambios atractivo estético. importancia de la televisión acapa- propuestas, las estrategias de con- en el lenguaje es un punto trivial (Ambos enfoques, así como los ra la atención de quienes luchan cientización y de adopción de los en la búsqueda de igualdad entre profusos argumentos que refutan contra el sexismo es lo que puede cambios, los Gobiernos y Universi- los sexos. sus razones, pueden verse en explicar la omisión en ese caso, dades que participan en la sanción • Las guías de lenguaje-no-sexista Pauwels) (1998: 153 -172) como también, por ejemplo, en el e implementación de éstos, y las constituyen una violación de la del importante trabajo de G. Baena reacciones de rechazo que más libertad de expresión. Paz «El Discurso Periodístico» comúnmente suelen suscitarse (Editorial Trillas, México 1999), que a su respecto. Contra la incómoda aunque proyectado por su autora posibilidad de suscitarlas es que «hacia el siguiente milenio» tam- he hecho acopio de convicción al poco incluye entre sus pertinentes publicar estas páginas. señalamientos el de la necesidad A continuación, entre muchas de combatir la presencia del sexis- otras, justificaciones de los cam- mo en dicha prensa. Y es que si a bios (a); y , por otra parte, reaccio- veces nos pueden chocar en ésta nes en su contra (b): las imágenes que reproducen a.• El lenguaje sexista refleja un estereotipos androcentristas, no atraso con respecto a los cambios percibimos con facilidad las fórmu- de todo tipo que se han venido las lingüísticas sexistas que todos dando en la sociedad y a las medi- manejamos al hablar y que ella das legales que estos han difunde exitosamente: de introyec- generado. tadas que están, se nos hacen en • Hay legislación que prohíbe toda verdad prácticamente invisibles. clase de discriminación, incluso en 7 Cuando se piensa en la oposición lo lingüístico. SEXISMO, LENGUAJE Y PRENSA INTRODUCCIÓN 18 19
  • 12. CAPÍTULO 1 PRIMACÍA Y PRECEDENCIA Dado que el sexismo masculino consiste en tener y mantener a la mujer en segundo plano, empiezo estas reflexiones señalan- do que entre las muchas fórmulas lingüísticas usadas para ha- cerlo, una de las más eficaces es la de nombrar primero, cuando aparecen en el enunciado elementos de ambos sexos, al de sexo masculino. La razón implícita en este uso es que por lógica nom- bramos en primer término –independientemente de su sexo– a la persona (o el cargo) más importante, siendo inconcebible, por ejemplo, decir que el Canciller y el Presidente de X país van a em- prender una gira, que los cabos fulano y sutano y el General mengano fueron testigos de la emboscada, o que el bedel y la De- cana fueron asaltados en la Universidad. Aunque en la leyenda de nuestro primer ejemplo se reconoce la secundidad social del personaje masculino, vemos que de todas formas él aparece nombrado en primer lugar: ambos hechos, el social y el lingüísti- co responden a la lógica de «lo principal primero». EL UNIVERSAL, 3-16, 22-8-1999. 1. PRIMACÍA Y PRECEDENCIA 21
  • 13. En los 3 que siguen podemos observar que precede la mención de quien tenga la más alta jerarquía aunque sea mujer. La norma implícita, pues, es que lo principaldebe nombrarse primero: EL NACIONAL, A/5,2-1-1998 EL NACIONAL A/7, 17-5-2002 La persistencia de esta manera de jerarquizar puede ser com- probada comúnmente en cualquier contexto: EL UNIVERSAL 3-10, 25,5,2002 EL NACIONAL, A/4, 12-1-1998 EL NACIONAL, 3-8-1997 EL NACIONAL A/8, 2-6-2002 Pues bien, es el peso de esta primacía convencional lo que apro- vecha el sexismo lingüístico para nombrar primero –aun cuan- Pero no sólo en el plano real (quizás el grado más alto de prece- do ni siquiera la propia convención lo exija–, a los elementos dencia modélica) rige la convención de que lo principal debe apa- masculinos; admitimos así como normal la preponderancia de recer primero: locuciones encabezadas por éstos, («venezolanos y venezolanas, el padre y la madre, hombres y mujeres», etc), y absorbemos en forma subliminal la secundidad femenina. Para más, esta fórmula de precedencia demuestra la influencia de la lengua en la realidad cognitiva por cuanto empieza a fun- cionar desde la infancia, cuando las criaturas se oyen común- SEXISMO, LENGUAJE Y PRENSA 1. PRIMACÍA Y PRECEDENCIA 22 23
  • 14. mente mencionar como «niños y niñas», o leen en sus libros que género masculino es más valioso que el femenino». (Cameron 1999: «el hijo de la maestra y la niñita de al lado están en el mismo equi- 128-9), con lo cual nos damos una idea tanto de la objetividad de po», etc, de donde aprenden a internalizar sus respectivos roles esos gramáticos, como de la indiscutida autoridad con que se ha de protagonistas o comparsas para el resto de la vida . Y ello sin inculcado, a través de la historia , el uso de la fórmula en cuestión. que dichos roles dependan de una categorización «racional» co- Como fuere, una prueba contundente de hasta qué extremo di- mo la de los grados militares, ni de condiciones específicas como cho entrenamiento ha sido inter nalizado por el colectivo, la podría ser la edad. constituye el que incluso cuando se lucha contra el sexismo en Pienso, así, que en el condicionamiento de subordinación sexo- las más altas instancias, se refuerza la insistente precedencia. social a que la mujer es sometida desde niña, esta precedencia Así, aunque la «Convención sobre la Eliminación de todas las masculina tiene incluso más efecto que la ocultación de que la Formas de Discriminación contra la Mujer» basada sobre la Car- hace víctima el masculino genérico. Porque si oye, por ejemplo, ta de las Naciones Unidas y adoptada por la Asamblea General que serán premiados los buenos alumnos, al menos mientras no en 1979, representa uno de los pasos más impor tantes contra sepa que ese alumnos implica también a las alumnas, no percibi- dicha discriminación y el contenido de sus ar tículos es termi- rá a éstas como silenciadas o, más aún, como correctamente si- nante al respecto, su forma cae inadvertidamente en la preceden- lenciadas, y, en consecuencia, como irrelevantes. Pensemos por cia del término masculino en cada una de las 26 ocasiones donde un momento en cuántas veces al día (¡por no calcular al año!) to- aparece, tanto en plural como en singular, la secuencia inmedia- pamos con esta fórmula que pone en primer lugar el elemento ta hombre/mujer. Y este es un caso de sexismo lingüístico que de- masculino, y en cómo su reiteración graba la importancia de és- be ser corregido a causa, justamente, del contexto en que se da. te en el cerebro. A la vez, advirtamos que justamente porque no Corregirlo honraría la intención del apartado a) en el artículo 5: nos oculta el femenino, también lo graba con igual fuerza... en «modificar los patrones socioculturales de conducta de hombres y segundo plano. mujeres, con miras a alcanzar la eliminación de los prejuicios y prác- Por otra parte, y en la medida en que para concienciar sobre el ticas consuetudinarias y de cualquier otra índole que estén basados sexismo y su vinculación al lenguaje hay que hacer referencia al en la idea de la inferioridad o superioridad de cualquiera de los sexos contexto general en que el español es sólo un elemento más, es ....».La no alternancia de la precedencia va contra el espíritu de interesante recordar la influencia de los especialistas en la oficia- este ar tículo y demuestra, una vez más, hasta qué punto pasa lización de esta precedencia y citar al respecto a Wilson, el gra- inadvertida la discriminación lingüística. mático inglés que en 1553 la propuso como expresión del orden Y si esto le sucede a quienes luchan conscientemente contra el social «natural» advirtiendo que «algunos quieren poner la carreta sexismo, ¿qué efectos no va a tener sobre la mayoría de la gente el por delante del caballo (...) pero «por decir lo menos, conservemos el martilleo constante de esta fórmula sexista cuya aplicación po- orden natural y coloquemos al hombre delante de la mujer porque lo dría considerarse cínica en contextos de «igualdad» ante la ley? más valioso es lo preferido y colocado delante, tal como el hombre con Basta para ilustrarlo el siguiente ejemplo: respecto a la mujer». Para más, esta justificación de la precedencia masculina influiría a su vez en la devaluación de lo femenino que en el siglo XVII Poole afianzó diciendo que « el relativo con - cuerda en género con el antecedente del género más valioso (...). El SEXISMO, LENGUAJE Y PRENSA 1. PRIMACÍA Y PRECEDENCIA 24 25
  • 15. EL NACIONAL, H/10, 26-7-1998 Pero veámosla funcionar en el día a día no sólo con respecto a personas, sino también con respecto a la combinación de perso- EL NACIONAL, SIN FECHA nas y animales y a sólo animales : Pero sobre todo adviértase en el siguiente ejemplo extraído de la columna «Con la Lengua» («Los Géneros Gramaticales»), la rigurosa conservación de la precedencia masculina tanto en la enumera- EL NACIONAL, A, 13-4-1998 ción de personas y animales como en la posterior mención de los miembros de ambos sexos: EL NACIONAL, DIYEI 33, FEBRERO 1998 EL NACIONAL, TIME. PORTADA. 8-6-2002 Y atención particular en este ejemplo a la secuencia jerarquizada: EL NACIONAL, C/5, 19-12-1999 Por otra parte, en esto de la precedencia masculina cuando se alude a parejas vale la pena constatar la forma acostumbrada de EL NACIONAL, (SIN FECHA). presentar a sus componentes y recordar algunos modelos histó- ricos, literarios y legendarios, que la refuerzan culturalmente: Adán y Eva, Sansón y Dalila, Tristán e Isolda, Abelardo y Eloísa, Romeo y Julieta... Sólo hay que imaginar por un momento –co SEXISMO, LENGUAJE Y PRENSA 1. PRIMACÍA Y PRECEDENCIA 26 27
  • 16. lino primero. Algo ante lo cual cabe preguntarnos si el significado del término variaría sustancialmente de invertirse la precedencia. Cier tamente no, al menos en este mismo caso, cuya primera acepción es: « Dicho de una persona culta o instruida». ¿No cabría una revisión desprejuiciada? Como fuere, aunque de hecho puede hallarse algún ejemplo que otro de precedencia femenina en nuestros medios, sugiero constatar en éstos la casi inexistente inversión de la fórmula «el masculino primero» con sólo dar un vistazo atento a nuestra prensa diaria: la experiencia puede, además de resultar entrete- nida, enriquecer por reveladora. Podría incluso dar comienzo a EL NACIONAL, E/6, 26-1-1998 mo señalan los estudiosos–, el desconcierto inicial que experi- un proceso individual de «descondicionamiento», encaminado a mentaríamos si alguien nos hablara de Eva y Adán o de Julieta y una mayor libertad de pensamiento crítico ante nuestra realidad Romeo mientras no hiciéramos mentalmente la inversión ex- sexista. plicativa. Si el miembro más significativo del par es el masculino, Por lo pronto el mensaje que se agazapa en el uso de esta fórmu- bien que aparezca primero, pero en el caso de Adán, si tenemos la penetra el inconsciente colectivo y ayuda desde allí a conservar en cuenta todas las consecuencias determinantes para la huma- la imagen de la mujer (de lo femenino) como elemento de poca nidad que se hacen originar en el acto de Eva...¿no es ella la prin- monta. Pero podemos neutralizarloy ya iremos viendo cómo. cipal? ¿Y qué decir de Marco Antonio y Cleopatra? ¿Cuál de los dos ha hecho correr más tinta? Como fuere, a raíz de estos ejemplos escogidos sin esfuerzo entre tantísimos otros ¿cabe dudar de que la repetición constante de REFERENCIA: esta precedencia influye en que la mujer internalice su sugerida 8 Gramática de la Lengua Castellana. J. CUERVO, Andrés BELLO, Rufino secundidad? CASTELLÁN. (1997: 37) Recuérdese que la gramática aprendida cuando niña la entre - nó para aceptarla: «llamamos segundaterminación de los adjeti- vos...a la singular en A...La otra se llama primera y ordinaria - mente es en O...» 8. Y si de aprendizaje hablamos, es decir, de adquisición de conoci- mientos, cada vez que ella haya consultado el Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia de la Lengua a fin de cono- cer significados, habrá consumido su dosis subliminal de «entre- namiento en secundidad» por parte de la máxima autoridad aca - démica: todas las entradas de palabras de doble forma ( como en el caso, tan pertinente aquí, de «ilustrado, da»), presentan el mascu- SEXISMO, LENGUAJE Y PRENSA 1. PRIMACÍA Y PRECEDENCIA 28 29
  • 17. CAPÍTULO 2 DAMAS Y CABALLEROS Para que la presencia femenina se acercara progresivamente al primer plano, un primer paso consistiría en alternar la preceden- cia de los elementos femeninos y masculinos tanto al escribir co- mo al hablar: algo muy fácil de hacer para desactivar esta especí- fica forma de discriminación lingüística que incide en lo social, lo psíquico y lo económico, ya que para nadie es un secreto la dife- rencia de salario entre mujeres y hombres que desempeñen un mismo cargo o hagan un mismo trabajo, bien documentada mundialmente por el PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo). Ahora bien, al denunciar los efectos de la constante preceden - cia masculina habrá que salirle al paso a quien arguya que en ciertas expresiones habituales sí se da la femenina, como sucede en la muy formal «señoras y señores» y en la más formal aún «damas y caballeros». Es necesario advertir que ambas son fórmulas de las llamadas de cortesía, que en este caso le sirven al emisor para fingir que re- conoce la principalidad de sus destinatarias . En expresando este tipo de respeto a la mujer, la fuerza simula que se inclina ante la debilidad: que en cierto modo la reconoce como superior en algo. Y he hablado de fingir porque se trata, a mi juicio, de una ficción que encarna todavía en nuestra época la del «amor cortés» de los siglos XI y XII, cuando los trovadores provenzales desplazaron el vasallaje feudal que debían rendirle a su señor, hacia la esposa de éste. Es decir, a su señora. Y no debe olvidarse que aún entonces, cuando el hombre empezaba a idealizar a la mujer para usarla como un estímulo que hiciera de él un ser más noble y mejor, ha - bituado como estaba por la cultura de siglos a no considerarla su- perior, la llamaba midons en masculino (es decir, «mi señor»); no «mi señora», porque pese a que dicha pleitesía era en el fondo un 2. DAMAS Y CABALLEROS 31
  • 18. juego literario, ¿no es pensable que hallara cuesta arriba rendír- Tierra para el momento en que fue tomada: (Yeltsin, de Rusia), se sela a una mujer por más «señora» que fuera?. inclina galantemente ante la frágil figura de una jovencita, me De hecho si el amor provenzal tomó elementos del árabe, cabe parece que ilustra, sin querer, la ficción romántica a que me refie- recordar que los árabes españoles llamaban a sus amadas Say - ro; esa ficción que, aun si bella tal vez, no concuerda para nada yide (mi Señor) y Mulaya (mi dueño), y que Al-Hakam, en Córdo- con la realidad establecida por el sexismo lingüístico. ba, decía que «la sumisión es bella para el hombre libre que Y es que la fuerza de este mito de la fragilidad femenina «vene- se enamora» siendo que esta expresión, en apariencia contra- rada» hace difícil que reconozcamos lo que realmente sucede y, dictoria, da en sí misma la clave de por qué se podía calificar la su- en consecuencia, que lo cuestionemos: se diría que en el fondo misión de bella: porque en la medida en que el sumiso era un necesitamos creer en dicho mito. ¿Por qué, si no, resultaría hombre libre, ella constituía un acto voluntario, reversible, y asombroso que alguien comenzara su discurso con la fórmula prácticamente lúdico... inversa de «señores y señoras» o «caballeros y damas», sino por- Así, nombrar primero a las damas cuando se habla en público o que al hacerlo estaría abandonando la etiqueta que nos permite lo requiere una etiqueta banal (por ejemplo, en las reseñas de bo- creer en él? das de las páginas sociales, donde el nombre de la novia, dado el Y sin embargo, con todo y eso podemos ver que incluso en el contexto «romántico» siempre antecede al del novio), es, insisto, contexto diplomático puede no mencionarse a la dama en primer un gesto superficial que ambos sexos fingen creer –o incluso has- lugar aunque ella y su acompañante ostenten un mismo rango: ta creen– sincero, pero que en el fondo lo que hace es exaltar la «grandeza» de lo fuerte que se inclina ante lo «débil»: la mujer. Esta foto, aparecida en El Nacional, 1ª. pág. del día 7 de marzo de 1996, en que la cabeza de uno de los Estados más poderosos de la EL NACIONAL, A, 25, 5, 2000. SECCIÓN DE INFORMACIÓN Y DIPLOMACIA ¿No es obvio que «elevar» a la mujer con la palabra dama o la pa- labra señora será una far sa mientras no responda al empleo conscientemente sincero de ambas voces? SEXISMO, LENGUAJE Y PRENSA 2. DAMAS Y CABALLEROS 32 33
  • 19. Y de que se trata con mucha frecuencia de una farsa parece ser buen indicio el llamar en nuestros diarios dama a las mujeres in- cursas (o presuntamente incursas) en fechorías y delitos, mien- tras que a los hombres en la misma situación nunca se les llama caballeros. AMBAS FOTOS EN EL NACIONAL, D,12-5-1998 EL NACIONAL, 20-12-1997 Igualmente en una misma página y un mismo día: EL NACIONAL, D, 28-8-1996 Claro que cuando se trata de mujeres, también las páginas de sucesos se refieren a éstas llamándolas mujer o ciudadana, igual que llaman ciudadano u hombre al varón sospechoso o delincuen- te, pero lo palmariamente hipócrita es que solamente a ellas les dan el beneficio de la respetabilidad lingüística tan fuera de lugar en tal contexto. Pero veamos cómo en una misma página se dan los distintos tratamientos según el sexo de quien comete el delito: EL NACIONAL, D,16-6-1998 SEXISMO, LENGUAJE Y PRENSA 2. DAMAS Y CABALLEROS 34 35
  • 20. Además de lo prácticamente arcaico de este último ejemplo (de El Mundo, 30 de abril de 1985) y apartando la identificación muerte- /mujer que lo introduce, podemos observar lo insólito que resul- ta el término dama en referencia a quien el titular nos dice que asesinó a su marido. ¿Escongruenteasociarlanocióndeasesinaalanocióndedama? Intentemos recordar si, a la inversa, alguna vez hemos leído al- go como «tras tomar a la niña de rehén, el caballero disparó con- tra el anciano». En todo caso, a mediados del año 2004 aún sigue en vigencia la EL NACIONAL, D/7- 22-2-2000 ficción medieval de respeto al «sexo débil»: EL NACIONAL, D, 22-2-1996 Según puede observarse en estos ejemplos de esta página y de la próxima, el tratamiento con que a veces se alude a indudables o EL NACIONAL, B/25, 27-6-2004 presuntas delincuentes como señal de respeto al hecho de que son mujeres, persiste en nuestros medios a través de los años. SEXISMO, LENGUAJE Y PRENSA 2. DAMAS Y CABALLEROS 36 37
  • 21. CAPÍTULO 3 DÉBIL Y BELLO Considero que en buena parte la imagen respetuosa y protectora de los hombres se apoya precisamente en una clasificación falaz que las mujeres hispanoparlantes hemos venido aceptando por generaciones: aquélla que se atiene a la expresión «sexo débil» para designarnos como grupo humano. Al hacer uso de ella vemos que a veces denota (o admite) la su- puesta condición de nuestro sexo y otras veces, aunque la niega, la reitera, a la vez que la ironiza: EL NACIONAL, A/4, 20-9-1998 EL NACIONAL, PANDORA, 12-3-1995 EL NACIONAL, E/19, 8-8-1997 EL UNIVERSAL, 3-4, 11-10-1999 ¿Es concebible que nosotras mismas hubiéramos escogido esta etiqueta para identificar nos? ¿esta expresión que nos pone a merced del otroy, en el mejor de los casos, bajo su tutela? Es evidente que nos fue asignada por el otro como forma de nombrarnos y evidente también que el poder que se origina del 3.DÉBIL Y BELLO 39
  • 22. derecho a nombrar es aterrante. Recordemos que en el Génesis poética y que no es lo mismo decir el prado verde que el verde prado (por evocar solamente una tradición de tantas), el primer acto porque donde la primera fórmula describe denotativamente, la humano fue el de dar nombre a los animales y que a través de él segunda nos predispone a la idealización de lo descrito y le resta nuestra especie impondría su dominio sobre ellos. así fiabilidad objetiva. Se nos ha denominado sexo débil y es obvio que también en este Como sea, ya respetuosa o irrespetuosamente, lo cierto es que caso pudo haberse elegido, entre los muchos rasgos que nos ca- se usa en todo tipo de contextos, valiendo la pena recordar de qué racterizan, alguno de connotación positiva; pero se escogió, usó modo la compensa, por oposición, el conocido refrán según el e internalizó en el inconsciente de la mayoría éste con que se afir- cual el hombre y el oso mientras más feos más hermosos. ma «objetivamente» una debilidad que nos constituye. Nada pe- Veámosla aparecer en los siguientes ejemplos, el primero de los yorativo, se aducirá: la expresión se refiere solamente a nuestra cuales es además interesante por presentar la visión de Francisco constitución física en contraposición a la del sexo «fuerte».9 de Miranda sobre los derechos femeninos: Ahora bien, por cuanto el adjetivo fuerte puede connotar, ade- más de fuerza física, fortaleza moral en su acepción más amplia, bien pudo habérsele escogido para llamar sexo fuerte, con mucha propiedad, al femenino. Pero no; este apelativo fue reservado pa- ra designar al masculino y, en la medida en que no sugiere imper- fección, enfatiza –por contraste–, la connotación de falla (física y/o moral) que tiene débil en la expresión sexo débil. Sugiere, para más, una necesidad de protección que se asocia a lo ya dicho de la fuerza «al servicio» de la fragilidad, y sitúa al sexo «débil» en una relación de dependencia con respecto al tenido por fuerte. Y digo que «tenido» por saberse que apartando el de la fuerza muscular, en muchos otros aspecto las mujeres son más fuertes que los hombres. 10 De hecho la fortaleza de la mujer es un hecho tan notorio que llamar a nuestro sexo «débil» parecería requerir una expresión compensatoria capaz de satisfacernos sin por ello atenuar en el colectivo los efectos sojuzgantes de ese débil. Así tal vez nacería esa otra expresión «caballerosa» con que el sexo masculino nos halaga refiriéndose al nuestro como el bello sexo (pero no, obsérvese bien, el sexo bello). Es decir, no afirmando objetivamente de él un rasgo distintivo positivo, sino reconocién- EL NACIONAL, A/6, 5-10-1999 dole a nivel galante –y otra vez como en los tiempos del amor cor- tés– un atributo prácticamente literario: bien sabido es que ante - Apartando el uso de la expresión «bello sexo» por quien comen- poner el adjetivo al nombre es una de las formas de la expresión tó estas palabras del Precursor, yo no puedo dejar de comentar la SEXISMO, LENGUAJE Y PRENSA 3.DÉBIL Y BELLO 40 41
  • 23. aper tura que en ellas se revela ni el contraste con la actitud de Por lo pronto, se halaga a la mujer idealizándola a nivel de su- aquellos legisladores que se conforman con reconocer injusta la perficie y con ello la maniobra (porque pienso que lo es, aun si discriminación femenina. inconsciente), puede muy bien recordar la de los conquistado- Veamos otros ejemplos, en contextos diferentes: res españoles al trocar por cuentas y por espejos el oro de nues- tros indios. Porque a cambio de que la mujer acepte su debilidad –acepta- ción fundamental para el patriarcado–, se le concede el espejo lin- ÁNGEL ROSEMBLAT, II, PÁG. 95 güístico (la denominación bello sexo)– en que pueda contemplar la imagen halagadora que los miembros del «fuerte» tienen de ella y en consecuencia intente conservarla –o peor todavía, me- recerla–, dándole un valor y concediéndole un tiempo a su apa- riencia física que la distraigan de sondear en su interior para ha- llar no sólo sus capacidades, sino también la forma de aplicarlas. Deviene así una vez más víctima de la internalización aceptada que le ha impuesto la fuerza del lenguaje: éste, que supongo na- ció de la necesidad horizontal de comunicación y no de la verti- cal, de sojuzgamiento, ya en su evolución sexista la poetiza como bello sexo pero la afirma como sexo débil ante el no cuestionado se- xo fuerte masculino. Al cuestionar el planteamiento que sobre la «naturaleza» feme- nina hizo Gregorio Marañón aludiendo al masculino como: «el sexo llamado, con toda razón, fuerte», se pregunta Azorín : «¿Qué es lo fuerte? El concepto de fuerza, ¿no se transforma a lo lar- go del tiempo? Centenares de siglos ¿no han creado –desde la barba- rie primitiva– un concepto de fuerza absurdo hoy (...que) se halla EL NACIONAL 18-8-1997 apoyado en la idea de peso, de ímpetu, de resistencia, de impulsivi- dad? Pero a la idea de fuerza apoyada en la materia va sucediendo la Independientemente del contexto en que se use (y hay una idea de fuerza apoyada en la inteligencia (...) La transformación se gran diferencia entre el del planteamiento de Miranda y el de la irá acentuando; el sentimiento, la idea, la reacción emotiva (...) se - nota sobre el clítoris), la expresión «bello sexo» tiene doble filo: rán las verdaderas fuerzas de mañana. En ese porvenir la mujer será por una parte, aparece como lo que generalmente es: una mani - tan fuerte como el hombre (...) la misma transformación social ha - festación de galantería masculina sin más trasfondo que ese; pe - brá ido borrando las desigualdades transitorias, adjetivas, que ac- ro por otra, si examinamos su relación con la ya comentada «se- tualmente existen entre la mujer y el hombre».11 xo débil», se le detecta una función de matiz sexista. Veamos qué Pienso que para la población femenina hispanoparlante el se logra con su uso. cumplimiento de esta profecía se ha frenado a causa, entre otras SEXISMO, LENGUAJE Y PRENSA 3.DÉBIL Y BELLO 42 43
  • 24. cosas, de expresiones «inocentes» como bello sexo: una designa- CAPÍTULO 4 ción que disfraza, justificándola estéticamente, la subordinación SEÑORA Y MUJER DE... social de la mujer ya afirmada débil por la expresión sexo débil; aunque a decir verdad ha sido débil en cuanto a no rechazar ésta y no cuestionar aquélla. Obviamente en cualquier área persua- dir al «otro bando» de su presunta debilidad constituye una exce- La expresión bello sexo comentada en el capítulo anterior puede lente estrategia. Y si el lograr que ésta pase inadvertida para quie- ser vista como una especie de premio de consolación (lingüísti- nes lo conforman indudablemente aumenta su probabilidad de co) para la mitad «endeble» de la humanidad. Una mitad que, éxito, no es de extrañar que el desviarles la atención hacia su pro- justamente por débil, ha de estar al amparo –en el mejor de los pio reflejo constituya un buen refuerzo estratégico. casos–, de la fuerte, y tener en ésta su valor referencial. Es lo que Sugiero que de no creerse en la sinceridad de esta clasificación vemos en la forma de abordarse entre nosotros el estatus social lo que corresponde es usarla entre comillas como lo hace uno de de la mujer en vida, e incluso en el contexto de su muerte como nuestras importantes ensayistas en el siguiente título: veremos en el próximo capítulo. Mientras vive, en efecto, varios son los elementos lingüísticos que la hacen depender del hombre. Entre ellos, el hecho tan co- mentado de que allí donde en español cualquier adulto varón puede ser tratado de señor, ha sido lo habitual que a las mujeres EL NACIONAL, E/6, 26-1-1998 adultas se nos trate de señora o señorita dependiendo fundamen- talmente de la existencia –actual o no – de un esposo en cada una de nuestras respectivas existencias. Lo que equivale a una intro- REFERENCIA: Ellos (los hombres) son biológica- misión en la privacidad no sólo de nuestro estado civil, sino tam- 9 Fuerte: en el DRAE la 1° acepción: mente más débiles durante el pri- bién, por implicación, de nuestra vida afectiva. Una intromisión « que tiene fuerza y resistencia» no mer año de su vida y demuestran ciertamente violatoria si se compara con el hermetismo que se - invalida su aplicación a sujetos fe- serlo también al final de ésta. Más meninos, pero la 10ª. dice: hombres que mujeres sufren de ñor guarda sobre la existencia o inexistencia de una esposa en la «Poderoso» en masculino. ataques cardíacos, gota, cáncer vida del señor, y siendo que en Venezuela no usamos el señorito pulmonar, diabetes y otras enfer- de España. 10 W.P. Fry, al comentar que el se- medades degenerativas, xismo surge del temor a un deteriorándose (y muriendo) por supuesto poder de la mujer como regla general primero que ellas». amenaza al poder del hombre, su- Citado en Schultz, M.R,(1975:72). giere que dicho temor se basaría en la inferioridad biológica de éste, 11 AZORÍN, (José Martínez Ruiz), en por cuanto «las chicas maduran «Andando y Pensando, Notas de antes que los chicos tanto física co- un transeúnte», Citado por Castilla mo sexual e intelectualmente. del Pino, (1979:104). EL NACIONAL – 16,2,2002. PUBLICIDAD DE CANADIAN OVERSEAS MARKETING SEXISMO, LENGUAJE Y PRENSA 4. SEÑORA Y MUJER DE... 44 45
  • 25. Tal conducta obviamente dice que la mujer no tiene personali- Aunque ninguno de estos términos ha tenido la suerte de impo- dad social por sí misma pues ésta sólo le viene de su situación re- nerse como progresivamente lo ha venido haciendo Ms, la pre- lativa respecto del varón; pero es importante cobrar conciencia sencia de éste, aun si sólo representa la punta del iceberg, puede de que es un hecho modifica ble: en Los Estados Unidos, aun darnos una idea de cómo en cualquier idioma se lucha contra el cuando en la identificación de una pareja casada el sexismo llega sexismo con elementos lingüísticos. De allí que el proponer «señi- a desaparecer de un todo el nombre de la mujer (Mr. and Mrs ra» ¿sería algo absurdo y estrafalario? John Brown, por ejemplo), se ha logrado introducir el término ¿Por qué? ¿Porque en español sólo se puede crear una palabra Ms. para aludir o dirigirse a cualquier mujer adulta indepen- por composición, derivación o parasíntesis, y «señira» no res- dientemente de su estado civil y a fin de que sustituya totalmen- ponde a ninguno de los tres procedimientos? ¿Pondría esto en pe- te, con el tiempo, a los enraizados Mrs. y Miss. del androcentris- ligro a nuestra lengua? Aunque teóricamente sea verdad que pa- mo anglosajón. ra añadirle un término hay que seguir ciertas reglas, también es Para caer en cuenta de hasta qué punto están petrificadas en empíricamente verdad que a grandes males grandes remedios y nosotros las expresiones sexistas bastaría con imaginar la reac- que el sexismo es un inmenso mal. ción ante la propuesta de un término que aun sin apartarse de- Así, para evitar que el estatus civil de la mujer (que no el del masiado, por razones prácticas, de los internalizados, sirviera de hombre), sea revelado por los términos lingüísticos que se em- tratamiento indiferenciado para casadas y solteras; podría, por plean según el caso, no parece un atentado contra el castellano el ejemplo, ser «señira» y usarse la abreviatura «Sñ». crear para solteras y casadas un tratamiento común aunque és- ¿Una idea estrafalaria? Pero sígase leyendo y advirtamos que en te no derive directa y «correctamente» del masculino señor. 1605 el gramático Richard Verstegan, al señalar la necesidad de De hecho en España el Ministerio de Asuntos Sociales –a través un término que denotara en inglés una criatura humana en gene- del Instituto de la Mujer y según datos que extraigo de Temas y ral, inventó y propuso el neologismo mensca y restringió el uso de Debates, (http://www,webcom.com/rsoca/sexismo.html)–, recomien- man a su significado específico de hombre. Con ello abrió las puer- da entre sus medidas contra el sexismo en el lenguaje la modifi- tas a una larga serie de acuñaciones de términos que pudieran cación de los tratamientos. sustituir al man genérico, contándose entre éstos «wo/man» co - Este punto, del cual me ocupo luego más a fondo, ha sido am- mo representativo de ambos sexos. pliamente trabajado por la lingüística anti-sexista de que se va- En la medida en que conviene enfatizar el movimiento general len las feministas norteamericanas, pero es con las palabras em- contra el sexismo lingüístico, cabe informar sobre su desarrollo pleadas por el mencionado Instituto Español de la Mujer que lo en otras lenguas, como por ejemplo en este caso específico dirigi- transcribo: creo probable que el término que éste ha sugerido pa- do a combatir el masculino genérico del inglés. Una moción que ra el caso tenga más acogida que el de señira mencionado a ma- de sobra ilustran las incontables propuestas, discusiones y elabo - nera de «shock» (para sacudir la inercia de la inventiva lingüísti- raciones de pronombres epicenos para eliminar su he inclusivo, ca femenina), justamente porque ése sí deriva de «señor»12 habiendo mostrado más ingenio hasta el momento el she de Veámosla en esta nota: Densmore (por incluir en un mismo término el he y el she favora - bles al sexismo, y a causa de ello desaconsejados por el famoso Otto Jespersen. (Baron. 1986:202). SEXISMO, LENGUAJE Y PRENSA 4. SEÑORA Y MUJER DE... 46 47