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Un día común

―Por si acaso, solo recordaré tu nombre… tu nombre, tu nombre y el mío,
nombres; tan solo son palabras, vocales, letras, sonidos, voces de tu voz, voces
pronunciadas de mi boca, estereotipos, recuerdos que se quedan en el aire y que
el viento trae consigo cuando las hojas de los árboles marchitos, caen al suelo
hasta convertirse en polvo, el polvo que antes fue tu sonrisa, el polvo que antes
fue caricia, caricias de esas manos grandes y de ese pecho erguido en el cual yo
me refugiaba, el cual yo besaba y entre juegos, mordía. Besos, por si acaso
recodaré un solo beso, aquel que probé de tu boca, cuando comía tus labios,
cuando bebía tu saliva, cuando jugaba con tu lengua, cuando disfrutaba tu cuello
y erizaba tu piel; por si acaso, solo por si acaso recordaré tu nombre, tu nombre y
el mío, solo eso‖.

(se escucha el azotón de una puerta y Victoria despierta de sopetón dando un
salto enorme de la cama al tocador, enciende la radio y al ver la hora en su reloj
despertador con un suspiro de resignación, sabe que nuevamente como en toda la
semana, llegará tarde a la oficina).

¡¿Dónde dejé el único pantalón que tengo limpio?! ¡¿ y mi blusa roja?! ¡¿Dónde
dejé mi cepillo de dientes?! ¡Dios! ¡No pierdo el trasero porque lo traigo
conmigo y si aun lo conservo, es porque no ha llegado alguien que haga uso de el
hasta acabarlo! ¡Gracias Dios que aun conservo mi trasero y se donde está!, no
hay ninguna llamada perdida en mi teléfono celular, tampoco hay ningún
mensaje recibido, ¿Qué acaso nadie tiene para comprar una miserable tarjeta de
cien pesos? Bueno, yo no, pero tratándose de mi no es raro, pero ¿y los demás?.
Es de buen ejercicio subir y bajar escaleras todos los días, pero no me causa nada
de gracia tener que hacerlo los fines de semana donde disfruto de una buena
parranda. No he comprado nada de despensa pero, que importa, tomaré prestado
algo de lo que hay aquí..Veamos..Un pedazo de queso entre fresco y seco, un par
de tortillas que mas bien parecen como tostadas por su condición de días dentro
del refrigerador y sin nada que las cubra, un poco de leche que vence
precisamente el día de hoy y una galleta de chocolate como postre, con esa
alimentación bien podría vivir hasta un siglo, no creo que nadie note que vaya a
tomar esto, ya que solo a mi se me ocurriría comerlo. ¿Qué estará pasando
arriba? (no hablo precisamente del cielo sino, del tercer piso de la casa), se
escucha música y risas, me uniría a la fiesta pero tengo que trabajar,que
barbaridad, que aguante de chicas!! ¿cuanto mas durará su desmadre? yo sí
trabajo (o hago como que trabajo). He estado pensando muy seriamente en
comprar un perico, si, de esos que se sueltan hablando como locos imitando tus
palabras, sobre todo las obscenas o groseras, lo pondré en la puerta principal de
la casa para cuando venga la señora que cobra la renta avise, y así esconderme de
ella cuando no tenga el dinero a tiempo, en lo personal me parece una muy buena
idea. Traigo mis ojos inflamados aun, eso pasa porque me gusta dormir boca
abajo, no enjuagué mi cara, apenas y alcancé a lavar mis dientes, medio peinarme
recogiendo mi cabello con una liga negra y pintarme la boca con el labial de
todos los días, que bueno que trabajo donde estoy y sé hacer lo que hago porque
solo en un oficio así, me permitirían ser y vestir como me gusta. A veces me da
flojera tener que caminar para llegar a la oficina, pero sé que tratándose de salud
me ayuda a no subir de peso y me mantiene en buenas condiciones. Ahí está la
señora a la cual saludo todos los días por la mañana, una ―hormiguita‖, se
encarga de barrer una buena parte de la colonia, es un poco mayor, tendrá unos
cincuenta y tantos, como la edad de mi madre, siempre anda con su escoba,
recogedor y un costal.

-Buenos días señora-

-Buenos días le de Dios seño-

Su piel está tostada por el sol y tiene manchas en la cara, aun usando una gorra
vieja, ésta no impide que se le obscurezca el cuerpo, hoy olvidé darle algo de
dinero, pienso que si por el momento a mi me va bien, podría ayudarle en algo,
aunque sea poco, quizá tenga familia, algún enfermo en casa, o tal vez no tenga a
nadie y por eso tiene que trabajar, mañana espero no ofenderla con mi ayuda. Ahí
está el chico morenito que me come con la mirada, me imagino que se ha de
aburrir de no tener con quien platicar en la tienda, sería mejor que comprara un
buen libro y leerlo cada vez que pueda, no se le haría tan pesado el día, no hay
muchos clientes que quieran proveerse de algo por ahora, menos si es temporada
vacacional. Subiendo este cerro, casi a la tercer casa esta la ―señora de los
perros‖, la bauticé con ese nombre porque vive acompañada de 6 perros entre los
cuales destaca una perra tipo bulldog, un día esta perra quiso morderme
llevándome tremendo susto, pero la señora la regañó, desde entonces ya ni
siquiera me toma en cuenta cuando paso por ahí. Ella es una ancianita que vive
en una humilde casucha de cartón, láminas y piedra. Siempre está hablando con
sus animales y los trata como si fuesen personas

-métete, tu no puedes ir porque estas chiquilla, ándale… ¿ y tu? ¡vago! ¡eres un
vago! Sáquese de aquí, me tienes muy enojada, me traen como su sirvienta..-
ésta ultima frase me recordó a mi madre ah?. Llegaré a comprar una naranja y un
plátano a la tortillería, el tipo de bigote negro y gorra hacia atrás me cobra por
ambas frutas un peso, creo que me saldría mas barato comprar aquí que en un
Soriana. He llegado, ¡al fín!, mi jefe está en su lugar y mis compañeras lucen
frescas como una lechuga en sus asientos, aun teniendo buenos ejemplos yo solo
me limito a sonreír y empezar con la primer frase del día.

-Buenos días-

me dirijo a mi cubículo, enciendo la computadora y antes de ponerme a hacer
cualquier cosa checo mi correo electrónico, quizá hayan buenas noticias, quizá
no, quizá tenga correos de nuevos galanes, o quizá de plano no haya ninguno en
la bandeja de entrada. Creo que cada quien tiene sus días y los vive de diferente
manera, pero en mi vida y para mi manera de vivirla todos los días son comunes,
mas no ordinarios, por cierto..me gustan los cacahuates que vende mi amiga, la
señora de la licorería que está enfrente de la oficina. Algo mas, mi nombre no es
precisamente Victoria, pero me gusta.


Inocencia

Tendría que pensarlo más... Todo mundo me observa como si fuera una
cucaracha, ¿qué es una cucaracha? Ese bicho color café rojizo que se encuentra
en los alcantarillados, en la basura y desperdicios, en cualquier parte donde haya
polvo y mugre, en la desolación. Me observas, insatisfecho y sin desviar la
mirada quedando momentáneamente consternado por mi estado, solo pasas de
largo fingiendo no haberme visto, es cabal tu ingratitud y pena, ¡que lástima que
no pueda hablar! ¡así pudiera mal decir cada uno de tus pasos! ¡es más indigna tu
actitud que mi apariencia! ¡mis palabras como fuego quemarían tus ropas y
dejarías de ser lo que ellos te hacen sentir ser! ¡pobre diablo, un mediocre!.
Afuera de este museo subsisto, la limosna del día me alcanza para comprarme
pan, un pedazo de queso, un litro de leche y medio litro de agua, nada mal para
un pobre mendigo que solo espera a que caiga la noche para así dormir en el
césped recién podado y ver las estrellas sin entender que después de ese cielo,
existen otras constelaciones y otros mundos menos decadentes.

-Hola-

No puedo hablar, pero me gustaría que estuvieras en mi mente y escucharas lo
que ahora dentro de ella estoy respondiéndote, te digo que yo alguna vez también
fui joven como tu, que tuve una familia y que mis padres ancianos murieron poco
después de que yo cumplí los nueve, mi padre por alcohólico y mi madre de
tiricia por no tener a su lado al compañero de cabecera con el cual durmió mas de
medio siglo en vida, mi hermano mayor se quedó con la casa para después
venderla y largarse lejos sin importarle lo que habría de ser de mi vida, los
vecinos temporalmente se compadecieron de tan terrible desgracia y me
regalaban los trapos que ya no usarían mas, comía de sus sobras y bebía del agua
amarga de la desesperación… Al tiempo llegó una mujer acompañada de un
hombre, ambos con gestos amables y de buenos modales, me hacían preguntas
pero yo solo veía hacía ningún lado, ¿acaso nunca se percataron de que no podía
articular ni una sola palabra? Tomaron mi mano y me subieron a un coche color
gris oscuro, en el trayecto notaba como el hombre cubría con sus lentes negros
una cicatriz que se encontraba debajo del ojo derecho. La mujer que lucía
cómoda con un pantalón de vestir color café quemado y una blusa blanca de
manga larga me dio un chocolate. Comenzó a burlarse de mis fachas y del gesto
en mi cara que no expresaba nada. Pareciera como si nunca llegaríamos al lugar
donde temeroso imaginaba poder estar bien y retornar a mi pasado al lado de mis
viejitos y sentirme feliz. Al doblar por la acera del lado izquierdo donde se
encontraban anuncios de candidatos, refrescos, carteleras de cine, y esa chica
incitándote a que compres ropa interior, topamos con un callejón y fue ahí donde
nos detuvimos. Abrieron una puerta negra, el lugar era limpio pero desordenado,
subimos por unas escaleras hasta llegar a un cuarto, no era el único niño, había
mas niños y niñas de mi edad, quizá el mayor tendría unos trece y los más
pequeños como cinco, en total contándome éramos 12, todos en un cuarto
pequeño con dos literas y una colchoneta, olía mal y las sábanas y piso estaban
sucios, había platos en el suelo de comida que tenía tal vez semanas y podían
verse hongos en ella, no me extrañaba ya que yo estaba acostumbrado a vivir en
condiciones críticas. Ninguno de ellos me hablaba, solo se me quedaban viendo
de pies a cabeza como analizándome y su mirada era triste, quizá estaban
enfermos al igual que yo, tal vez ellos estaban ahí porque esa mujer y ese hombre
nos cuidarían de no estar en la calle dejando de ser un estorbo para la gente que
la transita. Estaba cansado, me dirigí hacia un rincón de la habitación y recosté
mi cabeza sobre las rodillas, creo que me quedé dormido de rato y me despertó el
ruido chillón de la puerta, el hombre de la cicatriz había entrado y en su mano
traía un vaso con agua, sacó de su bolsillo unas pastillas y me dio dos, me dijo
que ellas me harían sentir bien, que me curarían la fatiga y el cansancio. Apenas
y pude pasarlas, eran grandes y molestaban al rozar mi garganta, me cargó en sus
brazos y me llevó hasta una cama que se encontraba en otro cuarto, no había
nadie, ni la mujer ni otros niños, solo el y yo. Empezó a quitar una a una mis
ropas hasta dejarme desnudo, mientras tanto yo sentía que todo me daba vueltas y
era como si mis pies y mi cuerpo en sí flotaran, una sensación que jamás había
experimentado acelerando el ritmo de mis pulsaciones que lejos de desagradarme
me gustaba. El hombre bajó sus pantalones y empezó a tocar mis partes íntimas,
me besaba como loco y desesperado, me tiró a la cama y estando yo boca abajo,
sentí un fuerte dolor dentro del ano resultado de la penetración con su pene, no
podía gritar pero mis ojos y cara estaban bañados en lágrimas, creo que desmayé
pues cuando desperté estaba tirado en el cuarto junto a los demás, me levanté
adolorido y caminé rumbo al rincón que yo había elegido para mi, volví a
sentarme y aun sin saber porqué sentía vergüenza no quería que ellos me
siguieran observando, así que agaché de nuevo mi cabeza y procuré descansar.
La misma escena se repetía cada vez que al hombre de la cicatriz se le apetecía
tenerme a mi o a cualquiera de mis compañeros de cuarto, mientras tanto la
mujer ocupaba el tiempo que estaba en la casa filmando a parejas de niños
desnudos y drogados. Yo empecé a enfermar, tosía por las noches y no dejaba
dormir, mi apariencia era huesuda y mis ojos tenían un color opaco, las ojeras
llegaban hasta las rodillas. Dejé de gustarle al hombre y después de hartarlo me
echó de nuevo a la calle, me dejó en el mismo lugar donde me habían recogido,
metió en mi bolso unas monedas y se fue…

-¿Quieres un poco de refresco?-

Eres pequeño y débil, indefenso así como yo lo fui, tus padres deberían
procurarte porque en mi alma hay cicatrices y existe dentro ella la semilla del
odio que aun conservo por mis frustrados intentos de querer borrar aquel pasado.

-¿Eres mudo? ¿Porque no hablas?-

(tomó al niño entre sus brazos cubriéndole la boca, impidiendo que este pudiera
gritar y entre forcejeos lo llevó hasta la construcción deshabitada que estaba
detrás del museo).

-¡Quiero a mi mamá! ¡¿Dónde esta mi mamá?!

Mi vida es denigrante, mi pasado es resultado de mi presente y yo no hice nada
para cambiarlo, no se la razón pero tendré que contaminarte y compartir contigo
mi odio como ya tantas otras veces lo he hecho con chiquillos de tu edad… No
seré entonces el único miserable.




El Periódico
En el tiempo que ella solía estar recostada en su cama, el sonido del reloj llegaba
a serle indiferente. Afuera, donde el pasar de las multitudes ya no puede ver más
allá que sus intereses y gastar su dinero para alimentarse, la agotaba; con un
dolor tremendo en la boca del estómago, el indígena que toca su violín para
ganarse el pan de cada día, muere poco a poco al caer la noche. Bastaba no tocar
la puerta, te está prohibido entrar, los amantes deseosos de la carne, hambrientos,
sedientos, se embriagan de lo que el anciano en su juventud con energía
entregaba. Hoy viudo, cansado, flaco, mal comido, sereno, no hace otra cosa mas
que ver la tele en un viejo sofá, alimenta a sus pájaros con alpiste rancio, su
rostro arrugado y seño fruncido delatan su profunda amargura. Alguna vez tuvo
hijos, ellos ya no saben si el viejo vive o muere, todos se han ido, al asomarse por
esa ventana que da a la calle, la lujuria en su mirada aparece cuando la mujer que
trabaja en la esquina como tendera de una farmacia, contonea su cuerpo en un
viene y un va seduciendo a cualquiera, deleitándolos con sus formas. La mujer es
cuarentona y divorciada, su afán de buscar placer en sus tantos amantes no la
llenan y siempre estará insatisfecha. Su vientre nunca dio fruto, la maternidad
nunca llegó y por consiguiente su marido la dejó. Un caso mas de la impotencia
viril del sexo fuerte, ella seguirá gozando del sexo mientras pueda hacerlo, ¿y el?
el frecuenta los peores bares de la ciudad, es alcohólico engreído, goza viendo
mujeres desnudas mientras bailan encima de su cuerpo, el solo las tocará más no
se involucrará de lleno, es infeliz, pobre desdichado, al día siguiente, como cada
día que transcurre, el vómito entre las sabanas por la cruda de la noche anterior
harán que las moscas lo visiten y lo harten de zumbidos. En la nota del periódico
local el viejo lee en la sección policíaca un caso cotidiano y no se sorprende,
"encuentran a un hombre muerto en su departamento por cirrosis". Está cansado,
dejará el periódico a un lado y se sentará de nuevo en el sofá para ver la tele.
Alguna vez vio esa película con su amada María, ¡cuánto trabajo le costó el
rozarle la mano y poder después tenerlas entre las suyas! Sudaba frío cada vez
que ella se adentraba en sus ojos, su sonrisa era perfecta, ¿su cuerpo? Toda una
diosa, el cine es oscuro y la película era bastante aburrida, sus padres no están
presentes para arruinar el momento íntimo que sólo sería para los dos. No
vacilará en pasar su brazo sobre sus hombros, ella no hace ningún gesto de
incomodidad, pronto querrá probar la virginal miel de su boca, su lengua
recorrerá su largo cuello y la mano inquieta, explorará la suavidad de su pecho.
Ella goza de caricias y pronto caerá entre sus brazos, descubrirá la necesidad de
su propia naturaleza, y vivirá lo que sus padres llamarían "indecencia". Duele
gozarle, duele quererle, pero duele más aun el ya no tenerle y solo recordarla, así
fueron sus noches, las que alguna vez fueron húmedas ahora son como el frío
invierno o peor, el se está secando en vida. Ya compró su lápida y pidió que
grabaran en ella su nombre y el de su amor que hace mucho se fue, "Aquí yacen
los restos de Juan Evaristo, murió de soledad amando eternamente a María, su
único y verdadero amor". En el tiempo que ella falleció, se preocupó por comprar
un pedazo de tierra al lado donde estaban los restos de María. Todos los
domingos va a su tumba y le lee los poemas que en sus años solía recitarle, le
canta canciones y también le lleva rosas rojas, ¡cuánto le gustaban las rosas!
Lloraba, lloraba como un chiquillo y pedía al cielo y a Dios que lo llevasen con
ella, después sacaba toda la ira y rabia que escondía en su alma, maldecía al
Supremo, maldecía su suerte, maldiciéndola después a ella. ¿Tan injusto era
todo? ¿es esto una vida? Me has quitado mi vida porque es solo mía, interferiste
en mi felicidad, he de dejar de sufrir... Volvía cabizbajo y lánguido, la cama
descuidada y sucia no era buen sitio para dormir, regresaba de nuevo a su viejo
sofá. Tremendo dolor de cabeza no lo deja concebir por un instante a lo que se
denomina sueño, da un salto de desesperación y saca de su caja de ahorro algo de
dinero que tiene guardado gracias a su pensión. Se dirige rumbo a la farmacia,
comprará una caja de tabletas de aspirinas para calmar terrible jaqueca. Sus ojos
se postran en el rostro de la tendera, ese rostro maduro mas no marcado todavía
por la vejez como el de el. Ella sonríe, es amable y seductora, trae puesta una
blusa escotada haciendo, relucir sus grandes senos, su rostro está repleto de
maquillaje, el se pregunta para sí, ¿qué habrá detrás de tanto cosmético y polvo
en esa cara?, ella se acerca y el solo la observa,

-¿en que puedo servirle?-

como estruendos sonoros que se escuchan en las tormentas de la mar, así
palpitaba su corazón que no paraba de latir al ver imágenes creadas por su propia
mente y excitación, era la tendera desnuda haciéndole el amor, mojados de sudor,
bañados de besos, su semen escurriendo entre las piernas de ella, ¡que delirio!
¡que cansancio! pasión que tantas veces vivió... Ha despertado de tal fantasía,
vuelve en sí y recobra el aliento,

-una caja de tabletas de aspirinas por favor—

vuelve a sonreírle, va en busca de lo requerido, cobra la medicina, el paga, voltea
el rostro y da las gracias con un resignado suspiro. María seguía ahí, el se había
guardado todo ese tiempo de juventud y vejez solo para ella, para el amor que se
había ido y que con un pacto dándole un último beso en sus labios en su lecho de
muerte, el mismo selló. Su corazón desde ese momento no dio pie a que ninguna
otra mujer, que no fuera María, amara, deseara, y se entregara. Solo en su salita,
recostado en su sofá y ahora, viendo por la ventana hacia la farmacia, juega con
imágenes y sin fin de fantasías que tiene con la tendera, piensa que sería infiel si
estuviese con ella en la realidad, justificándose y absolviéndose el mismo de todo
pecado que cayera, ya que vivía alimentándose de incansables encuentros
sexuales con la tendera, pero no haciendo el amor en carne propia con ella, el
pacto con María seguía siendo fiel. Es domingo y como cosa que está lejos de
creerse, por primera vez al viejo viudo, se le olvida ir a la tumba de su amada,
quedándose dormido hasta tarde y despertándose después para prepararse una
lata de frijol y rajas de queso, se vuelve a sentar frente al televisor y voltea de vez
en cuando hacia la ventana, donde puede verse el lugar donde trabaja la culpable
de sus tantas alucinaciones. Era raro, pero ya no se sentía viejo ni cansado, es
como si una fuente de energía lo hubiese llenado desde esa semana que fue por
sus aspirinas, el estaba cambiando. Frente al espejo, en el baño, peinaba sus
canas, afeitó su arrugada barbilla, y por primera vez usó ese perfume que hacía
años no usaba. De saco color azul oscuro y pantalón de vestir, se dirigió a la
farmacia, compraría nuevamente una tableta de aspirinas. Ahí estaba ella, falda al
cuerpo corta, la típica blusa escotada, ese maquillaje en su cara que hacía que
cayera en lo vulgar. El viejo pidió su medicina, ella fue en busca de lo pedido, el
ya no soportaba tener guardado en su pecho y cuerpo las ansias de tenerla, de
querer poseerla. Al regresar la tendera le da la caja con pastillas, ella lo ve
firmemente, ¡cuánto la desea! Amablemente el le da el dinero que debe pagar, se
acerca a ella, y con voz suave y muy quedito le confiesa...

-he de querer pasar contigo una sola noche, una sola te pido, te daré lo que
quieras, déjame en la calle si es posible, pero no me prives de lo que hasta hace
una semana me has hecho sentir-

ella suelta tremenda carcajada, se burla en su cara, lo desprecia y fanfarronea lo
absurdo que era su proposición, era un vetarrón rabo verde enfermo, un
vejestorio. El agacha la mirada, su semblante se vuelve opaco, está como muerto,
es mejor irse de ahí y regresar a casa. No quiere verse al espejo pero así tiene que
ser, ha de enfrentarse con el pasado y lo que alguna vez fue y dejó ir. Ve sus
lagrimas y sus ojos tristes reclamando volver hacía atrás, todo su cuerpo es
flácido, se siente inútil, toda su vida fue estar como parásito, nunca volvió a abrir
su corazón, estaba solo, siempre desde aquella muerte se volvió amargado y
abnegado. En la tina de su baño, lava su cuello, su pecho, su rostro, después
enjuaga también sus partes, aquello que hace mucho dejó de usar con una mujer.
No hace otra cosa que golpear su cabeza contra los azulejos, y quejarse. Llora,
llora, y vuelve a llorar. Es de noche y tocan a la puerta, el viejo sale en pijama y
pantúnflas, tiene los ojos inflamados de tanto haber lagrimeado y su aspecto es
por demás patético. Mudo y sorprendido, atónito, ve que en la puerta está parada
la tendera. Ella mal educada pasa y se sienta en su sofá muy quitada de la pena.
Masticaba su chicle de manera vulgar y lo miraba fijamente,

-he venido a darte lo que quieres, y espero y tu me pagues muy bien como para
yo no trabajar dentro de 2 meses-,

el viejo va en busca de sus ahorros y se los muestra, ella convencida de que tenía
el dinero suficiente lo acompaña hasta su cuarto. El está nervioso y ansioso, ella
empieza a desnudarse poco a poco, el sigue cada uno de sus movimientos,
saborea cada poro de su piel aun sin haberla probado, el está recostado en la
cama y ella encima de su cuerpo teniendo como resultado todo el control,
comienza a acariciarse ella misma los senos y sus pezones, se vuelve erótica,
toma la mano de el y la pone entre sus genitales, el la acaricia, puede sentir su
clítoris firme, se está excitando, empiezan a besarse, ella besa a mas no poder, se
hunde en su fuego, navega todo y cada parte de su cuerpo, mordisquea, lame,
succiona, estaba probando el placer en todos sus excesos, ella se mueve, disfruta,
goza, mientras el, aquel viejo del cual ella se había burlado la penetra una y otra
vez, haciéndola sentir la mujer que había tenido en ese momento mas de 20
orgasmos en una sola noche, se sentía satisfecha, lo deseaba una y otra vez,
acabó la noche y continuaron de la misma manera el día siguiente, no se
preocupaban de nada que no fuera estar así, haciendo incansablemente el amor...
Recostada en su cama, y poniendo por primera vez atención al sonido del reloj
con cierto interés y semblante de sorpresa, comenzó a leer una nota en el
periódico "Viejo se suicida después de haber hecho 3 días continuos el amor con
prostituta tendera" Las mismas multitudes como siempre dejaron pasar por
desapercibido el hecho, mientras el indígena del violín toca una melodía a des
tiempo para ganar unos pesos y comprar algo para alimentar su hambre y la de
sus hijos. Tras esa puerta, los amantes seguían embriagándose del amor que los
une sin que nadie los pudiese interrumpir. ..La tendera llega alas 9 en punto de la
mañana a la farmacia, luciendo un coche nuevo que compró una semana después
de lo sucedido y al bajarse del mismo, contonea en un viene y un va su trasero,
como burlándose de la ironía de la vida.


Anal

Viste sus ojos, desde ese momento comienza el juego de la seducción y ella se
obsesiona con tu mirada. El bar está regularmente lleno, unos amigos se sientan
en tu mesa y ella se acerca. Se presenta ante ti, su nombre es Claudia. Desde el
primer momento en que claudia comenzó a platicar sobre su vida, tu no hacías
otra cosa que seguir cuestionándola maravillado por el color claro de sus ojos y la
fluidez tan sorprendente de sus palabras. Ella pide una Cerveza y tu un Whisky.
La mayoría de las personas que frecuentan ese bar, juegan a ser los amantes por
una noche y tu tenías ya la certeza de encontrar sexo joven para olvidar las penas
guardadas de un antiguo amor.
-Bueno, pero no me has dicho tu nombre y yo no he parado de hablar toda la
noche-

-―me llamo Alejandro y soy Contador, es la primera vez que vengo aquí y para
mi buena suerte, estás tu ahora conmigo, tienes unos ojos hermosos..‖-

Claudia sonrió y mojándose los labios le dio un último trago a su cerveza, no dijo
nada, solo lo observaba, se acomodaba el cabello y cruzaba la pierna.

-―¿tienes novio?‖-

-si, tengo con el un año ocho meses, aunque por primera vez en nuestra relación
tuvimos un disgusto hace una semana-

-―pues tienes algo de tiempo‖-

-Si, vivimos en un departamento-

-―¿y donde está ahora?‖-

-Trabajando supongo, tiene que terminar un proyecto, el tipo es Arquitecto-

-―interesante‖-

-Aburrido diría yo, es como si ya no existiera-

-―¿pero cómo?‖-

-Está tan preocupado por sus cosas que a mi no me pone la atención de antes-

-―pues debe de estar ciego como para no darse cuenta de lo que está
descuidando‖-

-Me gustan tus manos, son grandes y proyectan mucha habilidad-

-―de hecho lo son‖-

-para creerte tendrías que demostrármelo-

-―la noche apenas empieza‖-
-Nunca he sido infiel, pero hoy podría llegar a ser la excepción, todo depende-

-―¿de qué?-

-De que tan dispuesto estés-

-―bastante dispuesto‖-

-Tu dices a que horas nos vamos -.

Mientras Alejandro pagaba la cuenta, ella se disponía ir al tocador, Alejandro
estaba algo mareado por las bebidas tan cargadas que había pedido toda la noche,
sacó un cigarrillo y empezó a fumar.

-¿nos vamos?-

-―después de ti‖-.

En el camino se toparon con un semáforo en rojo, se vieron a los ojos y
aprovecharon ese momento para besarse, –me encanta tu boca, me encantan tus
besos- Alejandro sonrió y lo único que pudo decir tartamudeando un poco fue
―gracias‖. Llegaron a un Motel a la salida de la ciudad, la habitación número 135;
ansioso y con temblorina en sus manos, torpemente logró abrir la puerta del
cuarto. Ella dejó su bolso en un mueble, tiró sus zapatillas, se recostó boca arriba
sobre la cama y el se acomodó encima de ella.

–quítate la camisa–

Claudia mientras el hacía a un lado la camisa mordió su pecho, el empezó a
desabrochar los botones de su blusa, después el sostén. Jugó la lengua con sus
pechos, sintió la dureza del pezón mientras lo mordía, sus manos fueron
recorriendo sus piernas subiendo poco a poco hasta llegar a sus muslos,
desabrochó su falda y desesperado pero conteniéndose, quitó por último su ropa
interior, pudo sentir el ardor y el deseo que desprendía el olor de su piel, la
excitación de Claudia mientras el la besaba y acariciaba. Ella en el acto se puso
de cunclillas y le dio la espalda, el estando detrás besaba su cuello, seguía
acariciando y apretando sus senos, después de eso la penetró gozando por
primera vez del sexo anal. Pasaron los minutos y mientras Claudia se quejaba de
placer llegaron al punto final y calleron rendidos abrazados en la cama.
Alejandro aun podía sentir su corazón latir de prisa y todavía el mareo provocado
por el cansancio y el alcohol.

–―déjame cubrirte con estas sábanas, hace frio‖-

-Me encantan tus besos, tu cuerpo, tus manos tienen fuego-

Al poco rato amaneció, y cuando Alejandro observó el cuerpo de Claudia al
destapar las sábanas para vestirse, notó por unos instantes algo anormal en el
sexo de la aventura por una noche, y la volvió a cubrir. Al salir del Motel
Alejandro no dijo una sola palabra, Claudia le pidió que la dejara en la esquina de
una gasolinera, se despidió de el dándole un beso en la mejilla. De camino a casa
mientras manejaba, Alejandro aun no podía creer que había tenido sexo con una
hermafrodita.


Un desconocido pensando por ella

Sueño I

Figúrate, he estado comiendo más chocolate de lo que acostumbraba comer y mi
pulso tiene un ritmo acelerado. Cuando salí del trabajo casi corriendo, tomar el
camión, y rentar una habitación como lo habíamos acordado, olvidé quien era yo
por un momento suponiendo después que tu tampoco lo recordarías. Uno, dos,
tres, cuatro cigarrillos no son suficientes para seguir intoxicándome los pulmones
y pensar en ti, mi torpeza la disfrazo de seguridad cuando te tomo por la cintura y
tu no haces otra cosa más que reír. Es tarde, ¿sabes cuanto tiempo me tomó el
poder decirte las palabras correctas y bonitas para que me dejaras desabrochar tu
blusa? Mi mano es temblorosa y tu piel serena. ¿porqué tenías que morir
precisamente hoy? ¿porqué cuando mas te amaba? ¿porqué cuando mas te
deseaba? La lluvia sigue cayendo y mirando tras la ventana, yo solo lloro, es
mejor dormir a tu lado y pensar que alguna vez te tuve. ¿realmente era necesario
que te marcharas hoy? Pudiste haberte quedado, no importa que tanto lloviera, te
irías en taxi, además de que yo te acompañaría como siempre lo hacía. Ya no
recuerdo tu mirada, esa, la misma que me diste antes de que te fueras, no quise
guardarla, mejor me quedé con la sombra de tu silueta cuando me diste la
espalda. Ya son las siete, mas tarde volveré a recordar la misma escena, la que
hasta el día de hoy sigue vigente. La habitación es bonita, claro, no tan bonita
como en la que estuvimos tu y yo aquellos días; enciendo la televisión, he pedido
que traigan una pizza, no se tú pero yo tengo hambre, dejaré arrullarme por el
escándalo de los videos musicales y dormiré. Nadie puede adivinar quienes
estamos entre estas cuatro paredes, nadie sabe lo que tu eres capaz de hacer sin
motivo alguno, tan solo lo haces. ¿Ya te platiqué lo que me ocurrió aquella vez
cuando caminaba por quién sabe donde? Fue una distancia tan larga que creía
que me quedaría ahí, que mis desaires de poca motivación me harían morir
enterrándome yo mismo en medio del camino, le daría de comer a esos gusanos
hambrientos del sudor y de la sangre, comerían la carne que hace mucho no
prueban, le daría vida a la vida y eso me hace sentir feliz. Te noto pálida, estás
muy callada, sé lo que vas a decirme, siempre me lo has dicho, pero antes de que
eso suceda quiero que me regales un beso, pero no quiero que sea un simple
beso, no, y es que quiero que esos besos se queden conmigo siempre, voy a
atraparlos y no los dejaré ir, mientras te pruebe iré guardándolos en mi para
tenerlos de reserva cuando decidas no darme mas, tu aliento lo tendré bien
escondido en mi pecho, cada suspiro me sabrá a ti, toda esta terapia de amor la he
estado llevando acabo cada día que transcurre antes de dormir, pero sobre todo
cuando tu imagen llega en esas noches donde nada se compara, solo somos tu, yo
y la oscuridad. Suena la alarma del despertador, tengo que preparar el desayuno,
El tiene que irse a trabajar desde muy temprano y no le gusta que demore, hasta
mañana.


Despertar de un vagabundo

Sueño II

Amor como el que se vive en un hotel de quinta, me aferraba a creer que disfruté
acostarme ayer con ese desconocido por unos cuantos pesos. Callada veo como
pasan los cerros que son gigantes y algunos otros mas pequeños, la carretera a
veces se torna angosta y mi acompañante recarga su cabeza en mi hombro
mientras yo, yo pienso en lo que hubieran sido de mis golosinas sino las hubiera
comido antes de subir a este autobús. Observo por el vidrio las señales de los
tantos kilómetros que aun faltan por recorrer y llegar hacía donde todavía no
estoy, ¿lo estuve alguna vez?. Después tomo ese cuaderno y escribo lo que ya
hace mucho dejé de escribir y sin vacilar quedo consternada al ver en frente mío
a ese niño pequeño que me regala una sonrisa, sus ojos desesperados me revelan
el hambre y la sed que tiene por conocer el mundo y yo con una mueca burlona,
le advierto que todo es irónico, loco y volátil. Acaricio tu rostro, sigues
durmiendo, hace frío, te cubro con esa sudadera gris que hace tiempo me habían
regalado y pienso, pienso, y vuelvo a pensar ¿a donde iré después de decidir que
cualquier lugar es mi estancia?. Tengo tu voz guardada en mi aliento, tus manos
hormigueando mi piel y tus ojos en los míos destellando el cielo cuando vuelo.
No escucho, no hablo, no veo, estoy inmóvil, espera... ni siquiera recuerdo,
¿sonrío? ¿lloro? ¿has caído tu igual que yo en este lugar donde no existe el
espacio ni el tiempo? Me agota pensarte, me agota tener que morir a diario, me
agota el peso que habita en mi pecho, me agota ser yo quien decida no serlo
más... Un día, una tarde, una noche, una madrugada quizás, pasaré por tu lado sin
que puedas imaginar que soy yo, rozaré tu cuerpo con mis dedos que serán en ese
momento solo gotas de humedad y lo recorrerán por completo mientras tomas tu
baño... Te sentiré, te tomaré como un ladrón y entraré en ti, a tus deseos más
escondidos, haré que me reveles cuanto amor has desperdiciado, cuanto amor has
guardado, cuanto me has pensado y al final, al final te beberé y robaré también tu
alma. Una voz me despierta, las luces de la terminal me hacen ver que ya estoy
aquí. A mi lado, la mochila y unos libros, es tarde, fue un trayecto largo y
cansado, es hora de volver a partir.


Incredulidad

¿En qué crees?

Le pregunta el Padre de la Parroquia que está a una cuadra de su casa a la mujer
pecadora,

-creo en lo que no veo-

le respondió y salió corriendo; es una joven bonita pero hay algo en ella que la
hace ser diferente a las demás personas, su diversión era ver pasar a parejas de
ancianos en alguna alameda o estar en un café tranquilo escuchando trova
mientras pensaba en un nuevo adiós... Sabía el final de su historia y quería
prepararse desde la noche anterior para enfrentar la mañana. Ozzyosborne, nada
que ver con la locura que vive en ella.

¿En qué crees?

Le preguntó su compañera de cuarto mientras la pecadora cepillaba su cabello,

-creo en lo que no puede ser-

sonrió, tomó después unas novelas y se puso a leer una de ellas antes de dormir.

-¿Ya probaste el sabor de esa manzana? Es dulce, muy dulce, tanto que ni
siquiera te empalaga, siempre quieres mas, nunca terminaría de comerla, lo raro
de esta fruta es que cuando llega a mi estómago me dan malestares, uno de esos
tantos achaques empieza desde la cabeza, llegando por último a mi corazón, es
como si me lo fuera rasgando poco a poco y duele, yo me aferro, me he hecho
dependiente de la jugosa manzana ¿alguna solución? No lo creo, no la hay, no
existe... ¿o si?.-

¿En qué crees?

Le preguntó la mañana a la joven pecadora después de haberse preparado la
noche anterior para enfrentar su final.

-Creo en que todavía no es tiempo para lidiar contigo, creo en que todavía me
falta más de una eternidad para dejar de soñar-.

¿Tu en que crees?

Le preguntó la pecadora a un perro que iba pasando por su lado,

-Creo que te esfuerzas demasiado en creer que un perro habla-

y se fue...




La carta

Hola mamá, te contaré una breve historia… No sé si has notado en tu rostro al
verte en ese espejo, el reflejo del tiempo que se ha quedado atrás, mientras el aire
de la mañana entra por esa habitación y si pones atención, se pueden escuchar
risas, llanto y susurros de los niños que fuimos y dormíamos en el. En las sábanas
de esas camas, por la noche, queda plasmado tu beso en mi mejilla antes de
dormir, tu voz como eco en mi memoria diciéndome "buenas noches" y tus
manos curando las tantas ocasiones en las cuales yo enfermaba, cuando forzabas
tu cuerpo a no dormir por estar siempre al pendiente de mi. El desayuno como
era ya costumbre mis hermanos y yo en la mesa, mientras tanto tu apurada
cocinando, preparando esos huevos estrellados acompañados de frijol, diego y
hery jugando; tu no te dabas cuenta pero yo te observaba y pensaba en ti, en tu
prisa por terminar para después lavar la ropa que habíamos ensuciado el día
anterior. Cuando planchabas mi uniforme para ir a la escuela, cuando me
peínabas, cuando me comprabas esos vestidos que, a decir verdad, me
incomodaban pero me hacían sentir la chiquilla de la casa, cuando jugábamos en
el callejón y tus gritos que se escuchaban en toda la cuadra, eran para mi truenos
que imponían toda autoridad obedeciéndote por temor a algo mas que un regaño.
Aquellas noches donde escuchaba que llorabas quedito por mis demás hermanos
que se fueron y por los que todavía viviendo contigo te dábamos dolores de
cabeza, Tu siempre tan fuerte, Tu siempre tan valiente, pero por dentro esa mujer
con una sensibilidad infinita, admirablemente sorprendente. Tantos años han
pasado ya y aunque tu mirada está cansada, aun mantienes el brillo especial que
tan grabado tengo en mi mente, agregando tu sonrisa que no se compara con
ninguna otra que yo haya visto sonreír. Como es de esperarse uno crece dejando
de ser los niños que tu viste en aquella mesa, los que discutían por pequeñeces,
los que no cuidaban su ropa al jugar haciéndote trabajar el doble, dejamos de ser
niños físicamente para luego llegar a compensarte el que nos hayas traído a este
mundo, en esta época, el agradecerte la mas de la mitad de toda una vida
dedicándola a tus hijos, a los problemáticos, inquietos, soñadores e idealistas que
ahora son casi adultos. Pero, por mas vueltas que le doy a tu gran labor me doy
cuenta que no tiene precio y ha llegado a dolerme la cabeza al no saber que
podría yo regalarte, si tu me regalaste la vida, ¿entonces? De todos tus hijos
quizás sea yo quien siempre fue la mas distante, apartada, callada y ¿porqué no?
hasta rebelde, pero ¿sabes? Dentro de esa niña que gustaba de la soledad está la
mujer que quiere verse en el espejo y verse en ti, porque aunque nunca te lo dije,
no hay nadie en este mundo a la cual admire con tanto fervor, como yo te admiro
a ti, con Amor, tu hija que te ama… Nimsy

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leyenda

  • 1. Un día común ―Por si acaso, solo recordaré tu nombre… tu nombre, tu nombre y el mío, nombres; tan solo son palabras, vocales, letras, sonidos, voces de tu voz, voces pronunciadas de mi boca, estereotipos, recuerdos que se quedan en el aire y que el viento trae consigo cuando las hojas de los árboles marchitos, caen al suelo hasta convertirse en polvo, el polvo que antes fue tu sonrisa, el polvo que antes fue caricia, caricias de esas manos grandes y de ese pecho erguido en el cual yo me refugiaba, el cual yo besaba y entre juegos, mordía. Besos, por si acaso recodaré un solo beso, aquel que probé de tu boca, cuando comía tus labios, cuando bebía tu saliva, cuando jugaba con tu lengua, cuando disfrutaba tu cuello y erizaba tu piel; por si acaso, solo por si acaso recordaré tu nombre, tu nombre y el mío, solo eso‖. (se escucha el azotón de una puerta y Victoria despierta de sopetón dando un salto enorme de la cama al tocador, enciende la radio y al ver la hora en su reloj despertador con un suspiro de resignación, sabe que nuevamente como en toda la semana, llegará tarde a la oficina). ¡¿Dónde dejé el único pantalón que tengo limpio?! ¡¿ y mi blusa roja?! ¡¿Dónde dejé mi cepillo de dientes?! ¡Dios! ¡No pierdo el trasero porque lo traigo conmigo y si aun lo conservo, es porque no ha llegado alguien que haga uso de el hasta acabarlo! ¡Gracias Dios que aun conservo mi trasero y se donde está!, no hay ninguna llamada perdida en mi teléfono celular, tampoco hay ningún mensaje recibido, ¿Qué acaso nadie tiene para comprar una miserable tarjeta de cien pesos? Bueno, yo no, pero tratándose de mi no es raro, pero ¿y los demás?. Es de buen ejercicio subir y bajar escaleras todos los días, pero no me causa nada de gracia tener que hacerlo los fines de semana donde disfruto de una buena parranda. No he comprado nada de despensa pero, que importa, tomaré prestado algo de lo que hay aquí..Veamos..Un pedazo de queso entre fresco y seco, un par de tortillas que mas bien parecen como tostadas por su condición de días dentro del refrigerador y sin nada que las cubra, un poco de leche que vence precisamente el día de hoy y una galleta de chocolate como postre, con esa alimentación bien podría vivir hasta un siglo, no creo que nadie note que vaya a tomar esto, ya que solo a mi se me ocurriría comerlo. ¿Qué estará pasando arriba? (no hablo precisamente del cielo sino, del tercer piso de la casa), se escucha música y risas, me uniría a la fiesta pero tengo que trabajar,que barbaridad, que aguante de chicas!! ¿cuanto mas durará su desmadre? yo sí
  • 2. trabajo (o hago como que trabajo). He estado pensando muy seriamente en comprar un perico, si, de esos que se sueltan hablando como locos imitando tus palabras, sobre todo las obscenas o groseras, lo pondré en la puerta principal de la casa para cuando venga la señora que cobra la renta avise, y así esconderme de ella cuando no tenga el dinero a tiempo, en lo personal me parece una muy buena idea. Traigo mis ojos inflamados aun, eso pasa porque me gusta dormir boca abajo, no enjuagué mi cara, apenas y alcancé a lavar mis dientes, medio peinarme recogiendo mi cabello con una liga negra y pintarme la boca con el labial de todos los días, que bueno que trabajo donde estoy y sé hacer lo que hago porque solo en un oficio así, me permitirían ser y vestir como me gusta. A veces me da flojera tener que caminar para llegar a la oficina, pero sé que tratándose de salud me ayuda a no subir de peso y me mantiene en buenas condiciones. Ahí está la señora a la cual saludo todos los días por la mañana, una ―hormiguita‖, se encarga de barrer una buena parte de la colonia, es un poco mayor, tendrá unos cincuenta y tantos, como la edad de mi madre, siempre anda con su escoba, recogedor y un costal. -Buenos días señora- -Buenos días le de Dios seño- Su piel está tostada por el sol y tiene manchas en la cara, aun usando una gorra vieja, ésta no impide que se le obscurezca el cuerpo, hoy olvidé darle algo de dinero, pienso que si por el momento a mi me va bien, podría ayudarle en algo, aunque sea poco, quizá tenga familia, algún enfermo en casa, o tal vez no tenga a nadie y por eso tiene que trabajar, mañana espero no ofenderla con mi ayuda. Ahí está el chico morenito que me come con la mirada, me imagino que se ha de aburrir de no tener con quien platicar en la tienda, sería mejor que comprara un buen libro y leerlo cada vez que pueda, no se le haría tan pesado el día, no hay muchos clientes que quieran proveerse de algo por ahora, menos si es temporada vacacional. Subiendo este cerro, casi a la tercer casa esta la ―señora de los perros‖, la bauticé con ese nombre porque vive acompañada de 6 perros entre los cuales destaca una perra tipo bulldog, un día esta perra quiso morderme llevándome tremendo susto, pero la señora la regañó, desde entonces ya ni siquiera me toma en cuenta cuando paso por ahí. Ella es una ancianita que vive en una humilde casucha de cartón, láminas y piedra. Siempre está hablando con sus animales y los trata como si fuesen personas -métete, tu no puedes ir porque estas chiquilla, ándale… ¿ y tu? ¡vago! ¡eres un vago! Sáquese de aquí, me tienes muy enojada, me traen como su sirvienta..-
  • 3. ésta ultima frase me recordó a mi madre ah?. Llegaré a comprar una naranja y un plátano a la tortillería, el tipo de bigote negro y gorra hacia atrás me cobra por ambas frutas un peso, creo que me saldría mas barato comprar aquí que en un Soriana. He llegado, ¡al fín!, mi jefe está en su lugar y mis compañeras lucen frescas como una lechuga en sus asientos, aun teniendo buenos ejemplos yo solo me limito a sonreír y empezar con la primer frase del día. -Buenos días- me dirijo a mi cubículo, enciendo la computadora y antes de ponerme a hacer cualquier cosa checo mi correo electrónico, quizá hayan buenas noticias, quizá no, quizá tenga correos de nuevos galanes, o quizá de plano no haya ninguno en la bandeja de entrada. Creo que cada quien tiene sus días y los vive de diferente manera, pero en mi vida y para mi manera de vivirla todos los días son comunes, mas no ordinarios, por cierto..me gustan los cacahuates que vende mi amiga, la señora de la licorería que está enfrente de la oficina. Algo mas, mi nombre no es precisamente Victoria, pero me gusta. Inocencia Tendría que pensarlo más... Todo mundo me observa como si fuera una cucaracha, ¿qué es una cucaracha? Ese bicho color café rojizo que se encuentra en los alcantarillados, en la basura y desperdicios, en cualquier parte donde haya polvo y mugre, en la desolación. Me observas, insatisfecho y sin desviar la mirada quedando momentáneamente consternado por mi estado, solo pasas de largo fingiendo no haberme visto, es cabal tu ingratitud y pena, ¡que lástima que no pueda hablar! ¡así pudiera mal decir cada uno de tus pasos! ¡es más indigna tu actitud que mi apariencia! ¡mis palabras como fuego quemarían tus ropas y dejarías de ser lo que ellos te hacen sentir ser! ¡pobre diablo, un mediocre!. Afuera de este museo subsisto, la limosna del día me alcanza para comprarme pan, un pedazo de queso, un litro de leche y medio litro de agua, nada mal para un pobre mendigo que solo espera a que caiga la noche para así dormir en el césped recién podado y ver las estrellas sin entender que después de ese cielo, existen otras constelaciones y otros mundos menos decadentes. -Hola- No puedo hablar, pero me gustaría que estuvieras en mi mente y escucharas lo que ahora dentro de ella estoy respondiéndote, te digo que yo alguna vez también fui joven como tu, que tuve una familia y que mis padres ancianos murieron poco
  • 4. después de que yo cumplí los nueve, mi padre por alcohólico y mi madre de tiricia por no tener a su lado al compañero de cabecera con el cual durmió mas de medio siglo en vida, mi hermano mayor se quedó con la casa para después venderla y largarse lejos sin importarle lo que habría de ser de mi vida, los vecinos temporalmente se compadecieron de tan terrible desgracia y me regalaban los trapos que ya no usarían mas, comía de sus sobras y bebía del agua amarga de la desesperación… Al tiempo llegó una mujer acompañada de un hombre, ambos con gestos amables y de buenos modales, me hacían preguntas pero yo solo veía hacía ningún lado, ¿acaso nunca se percataron de que no podía articular ni una sola palabra? Tomaron mi mano y me subieron a un coche color gris oscuro, en el trayecto notaba como el hombre cubría con sus lentes negros una cicatriz que se encontraba debajo del ojo derecho. La mujer que lucía cómoda con un pantalón de vestir color café quemado y una blusa blanca de manga larga me dio un chocolate. Comenzó a burlarse de mis fachas y del gesto en mi cara que no expresaba nada. Pareciera como si nunca llegaríamos al lugar donde temeroso imaginaba poder estar bien y retornar a mi pasado al lado de mis viejitos y sentirme feliz. Al doblar por la acera del lado izquierdo donde se encontraban anuncios de candidatos, refrescos, carteleras de cine, y esa chica incitándote a que compres ropa interior, topamos con un callejón y fue ahí donde nos detuvimos. Abrieron una puerta negra, el lugar era limpio pero desordenado, subimos por unas escaleras hasta llegar a un cuarto, no era el único niño, había mas niños y niñas de mi edad, quizá el mayor tendría unos trece y los más pequeños como cinco, en total contándome éramos 12, todos en un cuarto pequeño con dos literas y una colchoneta, olía mal y las sábanas y piso estaban sucios, había platos en el suelo de comida que tenía tal vez semanas y podían verse hongos en ella, no me extrañaba ya que yo estaba acostumbrado a vivir en condiciones críticas. Ninguno de ellos me hablaba, solo se me quedaban viendo de pies a cabeza como analizándome y su mirada era triste, quizá estaban enfermos al igual que yo, tal vez ellos estaban ahí porque esa mujer y ese hombre nos cuidarían de no estar en la calle dejando de ser un estorbo para la gente que la transita. Estaba cansado, me dirigí hacia un rincón de la habitación y recosté mi cabeza sobre las rodillas, creo que me quedé dormido de rato y me despertó el ruido chillón de la puerta, el hombre de la cicatriz había entrado y en su mano traía un vaso con agua, sacó de su bolsillo unas pastillas y me dio dos, me dijo que ellas me harían sentir bien, que me curarían la fatiga y el cansancio. Apenas y pude pasarlas, eran grandes y molestaban al rozar mi garganta, me cargó en sus brazos y me llevó hasta una cama que se encontraba en otro cuarto, no había nadie, ni la mujer ni otros niños, solo el y yo. Empezó a quitar una a una mis ropas hasta dejarme desnudo, mientras tanto yo sentía que todo me daba vueltas y era como si mis pies y mi cuerpo en sí flotaran, una sensación que jamás había experimentado acelerando el ritmo de mis pulsaciones que lejos de desagradarme
  • 5. me gustaba. El hombre bajó sus pantalones y empezó a tocar mis partes íntimas, me besaba como loco y desesperado, me tiró a la cama y estando yo boca abajo, sentí un fuerte dolor dentro del ano resultado de la penetración con su pene, no podía gritar pero mis ojos y cara estaban bañados en lágrimas, creo que desmayé pues cuando desperté estaba tirado en el cuarto junto a los demás, me levanté adolorido y caminé rumbo al rincón que yo había elegido para mi, volví a sentarme y aun sin saber porqué sentía vergüenza no quería que ellos me siguieran observando, así que agaché de nuevo mi cabeza y procuré descansar. La misma escena se repetía cada vez que al hombre de la cicatriz se le apetecía tenerme a mi o a cualquiera de mis compañeros de cuarto, mientras tanto la mujer ocupaba el tiempo que estaba en la casa filmando a parejas de niños desnudos y drogados. Yo empecé a enfermar, tosía por las noches y no dejaba dormir, mi apariencia era huesuda y mis ojos tenían un color opaco, las ojeras llegaban hasta las rodillas. Dejé de gustarle al hombre y después de hartarlo me echó de nuevo a la calle, me dejó en el mismo lugar donde me habían recogido, metió en mi bolso unas monedas y se fue… -¿Quieres un poco de refresco?- Eres pequeño y débil, indefenso así como yo lo fui, tus padres deberían procurarte porque en mi alma hay cicatrices y existe dentro ella la semilla del odio que aun conservo por mis frustrados intentos de querer borrar aquel pasado. -¿Eres mudo? ¿Porque no hablas?- (tomó al niño entre sus brazos cubriéndole la boca, impidiendo que este pudiera gritar y entre forcejeos lo llevó hasta la construcción deshabitada que estaba detrás del museo). -¡Quiero a mi mamá! ¡¿Dónde esta mi mamá?! Mi vida es denigrante, mi pasado es resultado de mi presente y yo no hice nada para cambiarlo, no se la razón pero tendré que contaminarte y compartir contigo mi odio como ya tantas otras veces lo he hecho con chiquillos de tu edad… No seré entonces el único miserable. El Periódico
  • 6. En el tiempo que ella solía estar recostada en su cama, el sonido del reloj llegaba a serle indiferente. Afuera, donde el pasar de las multitudes ya no puede ver más allá que sus intereses y gastar su dinero para alimentarse, la agotaba; con un dolor tremendo en la boca del estómago, el indígena que toca su violín para ganarse el pan de cada día, muere poco a poco al caer la noche. Bastaba no tocar la puerta, te está prohibido entrar, los amantes deseosos de la carne, hambrientos, sedientos, se embriagan de lo que el anciano en su juventud con energía entregaba. Hoy viudo, cansado, flaco, mal comido, sereno, no hace otra cosa mas que ver la tele en un viejo sofá, alimenta a sus pájaros con alpiste rancio, su rostro arrugado y seño fruncido delatan su profunda amargura. Alguna vez tuvo hijos, ellos ya no saben si el viejo vive o muere, todos se han ido, al asomarse por esa ventana que da a la calle, la lujuria en su mirada aparece cuando la mujer que trabaja en la esquina como tendera de una farmacia, contonea su cuerpo en un viene y un va seduciendo a cualquiera, deleitándolos con sus formas. La mujer es cuarentona y divorciada, su afán de buscar placer en sus tantos amantes no la llenan y siempre estará insatisfecha. Su vientre nunca dio fruto, la maternidad nunca llegó y por consiguiente su marido la dejó. Un caso mas de la impotencia viril del sexo fuerte, ella seguirá gozando del sexo mientras pueda hacerlo, ¿y el? el frecuenta los peores bares de la ciudad, es alcohólico engreído, goza viendo mujeres desnudas mientras bailan encima de su cuerpo, el solo las tocará más no se involucrará de lleno, es infeliz, pobre desdichado, al día siguiente, como cada día que transcurre, el vómito entre las sabanas por la cruda de la noche anterior harán que las moscas lo visiten y lo harten de zumbidos. En la nota del periódico local el viejo lee en la sección policíaca un caso cotidiano y no se sorprende, "encuentran a un hombre muerto en su departamento por cirrosis". Está cansado, dejará el periódico a un lado y se sentará de nuevo en el sofá para ver la tele. Alguna vez vio esa película con su amada María, ¡cuánto trabajo le costó el rozarle la mano y poder después tenerlas entre las suyas! Sudaba frío cada vez que ella se adentraba en sus ojos, su sonrisa era perfecta, ¿su cuerpo? Toda una diosa, el cine es oscuro y la película era bastante aburrida, sus padres no están presentes para arruinar el momento íntimo que sólo sería para los dos. No vacilará en pasar su brazo sobre sus hombros, ella no hace ningún gesto de incomodidad, pronto querrá probar la virginal miel de su boca, su lengua recorrerá su largo cuello y la mano inquieta, explorará la suavidad de su pecho. Ella goza de caricias y pronto caerá entre sus brazos, descubrirá la necesidad de su propia naturaleza, y vivirá lo que sus padres llamarían "indecencia". Duele gozarle, duele quererle, pero duele más aun el ya no tenerle y solo recordarla, así fueron sus noches, las que alguna vez fueron húmedas ahora son como el frío invierno o peor, el se está secando en vida. Ya compró su lápida y pidió que grabaran en ella su nombre y el de su amor que hace mucho se fue, "Aquí yacen los restos de Juan Evaristo, murió de soledad amando eternamente a María, su
  • 7. único y verdadero amor". En el tiempo que ella falleció, se preocupó por comprar un pedazo de tierra al lado donde estaban los restos de María. Todos los domingos va a su tumba y le lee los poemas que en sus años solía recitarle, le canta canciones y también le lleva rosas rojas, ¡cuánto le gustaban las rosas! Lloraba, lloraba como un chiquillo y pedía al cielo y a Dios que lo llevasen con ella, después sacaba toda la ira y rabia que escondía en su alma, maldecía al Supremo, maldecía su suerte, maldiciéndola después a ella. ¿Tan injusto era todo? ¿es esto una vida? Me has quitado mi vida porque es solo mía, interferiste en mi felicidad, he de dejar de sufrir... Volvía cabizbajo y lánguido, la cama descuidada y sucia no era buen sitio para dormir, regresaba de nuevo a su viejo sofá. Tremendo dolor de cabeza no lo deja concebir por un instante a lo que se denomina sueño, da un salto de desesperación y saca de su caja de ahorro algo de dinero que tiene guardado gracias a su pensión. Se dirige rumbo a la farmacia, comprará una caja de tabletas de aspirinas para calmar terrible jaqueca. Sus ojos se postran en el rostro de la tendera, ese rostro maduro mas no marcado todavía por la vejez como el de el. Ella sonríe, es amable y seductora, trae puesta una blusa escotada haciendo, relucir sus grandes senos, su rostro está repleto de maquillaje, el se pregunta para sí, ¿qué habrá detrás de tanto cosmético y polvo en esa cara?, ella se acerca y el solo la observa, -¿en que puedo servirle?- como estruendos sonoros que se escuchan en las tormentas de la mar, así palpitaba su corazón que no paraba de latir al ver imágenes creadas por su propia mente y excitación, era la tendera desnuda haciéndole el amor, mojados de sudor, bañados de besos, su semen escurriendo entre las piernas de ella, ¡que delirio! ¡que cansancio! pasión que tantas veces vivió... Ha despertado de tal fantasía, vuelve en sí y recobra el aliento, -una caja de tabletas de aspirinas por favor— vuelve a sonreírle, va en busca de lo requerido, cobra la medicina, el paga, voltea el rostro y da las gracias con un resignado suspiro. María seguía ahí, el se había guardado todo ese tiempo de juventud y vejez solo para ella, para el amor que se había ido y que con un pacto dándole un último beso en sus labios en su lecho de muerte, el mismo selló. Su corazón desde ese momento no dio pie a que ninguna otra mujer, que no fuera María, amara, deseara, y se entregara. Solo en su salita, recostado en su sofá y ahora, viendo por la ventana hacia la farmacia, juega con imágenes y sin fin de fantasías que tiene con la tendera, piensa que sería infiel si estuviese con ella en la realidad, justificándose y absolviéndose el mismo de todo pecado que cayera, ya que vivía alimentándose de incansables encuentros
  • 8. sexuales con la tendera, pero no haciendo el amor en carne propia con ella, el pacto con María seguía siendo fiel. Es domingo y como cosa que está lejos de creerse, por primera vez al viejo viudo, se le olvida ir a la tumba de su amada, quedándose dormido hasta tarde y despertándose después para prepararse una lata de frijol y rajas de queso, se vuelve a sentar frente al televisor y voltea de vez en cuando hacia la ventana, donde puede verse el lugar donde trabaja la culpable de sus tantas alucinaciones. Era raro, pero ya no se sentía viejo ni cansado, es como si una fuente de energía lo hubiese llenado desde esa semana que fue por sus aspirinas, el estaba cambiando. Frente al espejo, en el baño, peinaba sus canas, afeitó su arrugada barbilla, y por primera vez usó ese perfume que hacía años no usaba. De saco color azul oscuro y pantalón de vestir, se dirigió a la farmacia, compraría nuevamente una tableta de aspirinas. Ahí estaba ella, falda al cuerpo corta, la típica blusa escotada, ese maquillaje en su cara que hacía que cayera en lo vulgar. El viejo pidió su medicina, ella fue en busca de lo pedido, el ya no soportaba tener guardado en su pecho y cuerpo las ansias de tenerla, de querer poseerla. Al regresar la tendera le da la caja con pastillas, ella lo ve firmemente, ¡cuánto la desea! Amablemente el le da el dinero que debe pagar, se acerca a ella, y con voz suave y muy quedito le confiesa... -he de querer pasar contigo una sola noche, una sola te pido, te daré lo que quieras, déjame en la calle si es posible, pero no me prives de lo que hasta hace una semana me has hecho sentir- ella suelta tremenda carcajada, se burla en su cara, lo desprecia y fanfarronea lo absurdo que era su proposición, era un vetarrón rabo verde enfermo, un vejestorio. El agacha la mirada, su semblante se vuelve opaco, está como muerto, es mejor irse de ahí y regresar a casa. No quiere verse al espejo pero así tiene que ser, ha de enfrentarse con el pasado y lo que alguna vez fue y dejó ir. Ve sus lagrimas y sus ojos tristes reclamando volver hacía atrás, todo su cuerpo es flácido, se siente inútil, toda su vida fue estar como parásito, nunca volvió a abrir su corazón, estaba solo, siempre desde aquella muerte se volvió amargado y abnegado. En la tina de su baño, lava su cuello, su pecho, su rostro, después enjuaga también sus partes, aquello que hace mucho dejó de usar con una mujer. No hace otra cosa que golpear su cabeza contra los azulejos, y quejarse. Llora, llora, y vuelve a llorar. Es de noche y tocan a la puerta, el viejo sale en pijama y pantúnflas, tiene los ojos inflamados de tanto haber lagrimeado y su aspecto es por demás patético. Mudo y sorprendido, atónito, ve que en la puerta está parada la tendera. Ella mal educada pasa y se sienta en su sofá muy quitada de la pena. Masticaba su chicle de manera vulgar y lo miraba fijamente, -he venido a darte lo que quieres, y espero y tu me pagues muy bien como para
  • 9. yo no trabajar dentro de 2 meses-, el viejo va en busca de sus ahorros y se los muestra, ella convencida de que tenía el dinero suficiente lo acompaña hasta su cuarto. El está nervioso y ansioso, ella empieza a desnudarse poco a poco, el sigue cada uno de sus movimientos, saborea cada poro de su piel aun sin haberla probado, el está recostado en la cama y ella encima de su cuerpo teniendo como resultado todo el control, comienza a acariciarse ella misma los senos y sus pezones, se vuelve erótica, toma la mano de el y la pone entre sus genitales, el la acaricia, puede sentir su clítoris firme, se está excitando, empiezan a besarse, ella besa a mas no poder, se hunde en su fuego, navega todo y cada parte de su cuerpo, mordisquea, lame, succiona, estaba probando el placer en todos sus excesos, ella se mueve, disfruta, goza, mientras el, aquel viejo del cual ella se había burlado la penetra una y otra vez, haciéndola sentir la mujer que había tenido en ese momento mas de 20 orgasmos en una sola noche, se sentía satisfecha, lo deseaba una y otra vez, acabó la noche y continuaron de la misma manera el día siguiente, no se preocupaban de nada que no fuera estar así, haciendo incansablemente el amor... Recostada en su cama, y poniendo por primera vez atención al sonido del reloj con cierto interés y semblante de sorpresa, comenzó a leer una nota en el periódico "Viejo se suicida después de haber hecho 3 días continuos el amor con prostituta tendera" Las mismas multitudes como siempre dejaron pasar por desapercibido el hecho, mientras el indígena del violín toca una melodía a des tiempo para ganar unos pesos y comprar algo para alimentar su hambre y la de sus hijos. Tras esa puerta, los amantes seguían embriagándose del amor que los une sin que nadie los pudiese interrumpir. ..La tendera llega alas 9 en punto de la mañana a la farmacia, luciendo un coche nuevo que compró una semana después de lo sucedido y al bajarse del mismo, contonea en un viene y un va su trasero, como burlándose de la ironía de la vida. Anal Viste sus ojos, desde ese momento comienza el juego de la seducción y ella se obsesiona con tu mirada. El bar está regularmente lleno, unos amigos se sientan en tu mesa y ella se acerca. Se presenta ante ti, su nombre es Claudia. Desde el primer momento en que claudia comenzó a platicar sobre su vida, tu no hacías otra cosa que seguir cuestionándola maravillado por el color claro de sus ojos y la fluidez tan sorprendente de sus palabras. Ella pide una Cerveza y tu un Whisky. La mayoría de las personas que frecuentan ese bar, juegan a ser los amantes por una noche y tu tenías ya la certeza de encontrar sexo joven para olvidar las penas guardadas de un antiguo amor.
  • 10. -Bueno, pero no me has dicho tu nombre y yo no he parado de hablar toda la noche- -―me llamo Alejandro y soy Contador, es la primera vez que vengo aquí y para mi buena suerte, estás tu ahora conmigo, tienes unos ojos hermosos..‖- Claudia sonrió y mojándose los labios le dio un último trago a su cerveza, no dijo nada, solo lo observaba, se acomodaba el cabello y cruzaba la pierna. -―¿tienes novio?‖- -si, tengo con el un año ocho meses, aunque por primera vez en nuestra relación tuvimos un disgusto hace una semana- -―pues tienes algo de tiempo‖- -Si, vivimos en un departamento- -―¿y donde está ahora?‖- -Trabajando supongo, tiene que terminar un proyecto, el tipo es Arquitecto- -―interesante‖- -Aburrido diría yo, es como si ya no existiera- -―¿pero cómo?‖- -Está tan preocupado por sus cosas que a mi no me pone la atención de antes- -―pues debe de estar ciego como para no darse cuenta de lo que está descuidando‖- -Me gustan tus manos, son grandes y proyectan mucha habilidad- -―de hecho lo son‖- -para creerte tendrías que demostrármelo- -―la noche apenas empieza‖-
  • 11. -Nunca he sido infiel, pero hoy podría llegar a ser la excepción, todo depende- -―¿de qué?- -De que tan dispuesto estés- -―bastante dispuesto‖- -Tu dices a que horas nos vamos -. Mientras Alejandro pagaba la cuenta, ella se disponía ir al tocador, Alejandro estaba algo mareado por las bebidas tan cargadas que había pedido toda la noche, sacó un cigarrillo y empezó a fumar. -¿nos vamos?- -―después de ti‖-. En el camino se toparon con un semáforo en rojo, se vieron a los ojos y aprovecharon ese momento para besarse, –me encanta tu boca, me encantan tus besos- Alejandro sonrió y lo único que pudo decir tartamudeando un poco fue ―gracias‖. Llegaron a un Motel a la salida de la ciudad, la habitación número 135; ansioso y con temblorina en sus manos, torpemente logró abrir la puerta del cuarto. Ella dejó su bolso en un mueble, tiró sus zapatillas, se recostó boca arriba sobre la cama y el se acomodó encima de ella. –quítate la camisa– Claudia mientras el hacía a un lado la camisa mordió su pecho, el empezó a desabrochar los botones de su blusa, después el sostén. Jugó la lengua con sus pechos, sintió la dureza del pezón mientras lo mordía, sus manos fueron recorriendo sus piernas subiendo poco a poco hasta llegar a sus muslos, desabrochó su falda y desesperado pero conteniéndose, quitó por último su ropa interior, pudo sentir el ardor y el deseo que desprendía el olor de su piel, la excitación de Claudia mientras el la besaba y acariciaba. Ella en el acto se puso de cunclillas y le dio la espalda, el estando detrás besaba su cuello, seguía acariciando y apretando sus senos, después de eso la penetró gozando por primera vez del sexo anal. Pasaron los minutos y mientras Claudia se quejaba de placer llegaron al punto final y calleron rendidos abrazados en la cama. Alejandro aun podía sentir su corazón latir de prisa y todavía el mareo provocado
  • 12. por el cansancio y el alcohol. –―déjame cubrirte con estas sábanas, hace frio‖- -Me encantan tus besos, tu cuerpo, tus manos tienen fuego- Al poco rato amaneció, y cuando Alejandro observó el cuerpo de Claudia al destapar las sábanas para vestirse, notó por unos instantes algo anormal en el sexo de la aventura por una noche, y la volvió a cubrir. Al salir del Motel Alejandro no dijo una sola palabra, Claudia le pidió que la dejara en la esquina de una gasolinera, se despidió de el dándole un beso en la mejilla. De camino a casa mientras manejaba, Alejandro aun no podía creer que había tenido sexo con una hermafrodita. Un desconocido pensando por ella Sueño I Figúrate, he estado comiendo más chocolate de lo que acostumbraba comer y mi pulso tiene un ritmo acelerado. Cuando salí del trabajo casi corriendo, tomar el camión, y rentar una habitación como lo habíamos acordado, olvidé quien era yo por un momento suponiendo después que tu tampoco lo recordarías. Uno, dos, tres, cuatro cigarrillos no son suficientes para seguir intoxicándome los pulmones y pensar en ti, mi torpeza la disfrazo de seguridad cuando te tomo por la cintura y tu no haces otra cosa más que reír. Es tarde, ¿sabes cuanto tiempo me tomó el poder decirte las palabras correctas y bonitas para que me dejaras desabrochar tu blusa? Mi mano es temblorosa y tu piel serena. ¿porqué tenías que morir precisamente hoy? ¿porqué cuando mas te amaba? ¿porqué cuando mas te deseaba? La lluvia sigue cayendo y mirando tras la ventana, yo solo lloro, es mejor dormir a tu lado y pensar que alguna vez te tuve. ¿realmente era necesario que te marcharas hoy? Pudiste haberte quedado, no importa que tanto lloviera, te irías en taxi, además de que yo te acompañaría como siempre lo hacía. Ya no recuerdo tu mirada, esa, la misma que me diste antes de que te fueras, no quise guardarla, mejor me quedé con la sombra de tu silueta cuando me diste la espalda. Ya son las siete, mas tarde volveré a recordar la misma escena, la que hasta el día de hoy sigue vigente. La habitación es bonita, claro, no tan bonita como en la que estuvimos tu y yo aquellos días; enciendo la televisión, he pedido que traigan una pizza, no se tú pero yo tengo hambre, dejaré arrullarme por el escándalo de los videos musicales y dormiré. Nadie puede adivinar quienes estamos entre estas cuatro paredes, nadie sabe lo que tu eres capaz de hacer sin
  • 13. motivo alguno, tan solo lo haces. ¿Ya te platiqué lo que me ocurrió aquella vez cuando caminaba por quién sabe donde? Fue una distancia tan larga que creía que me quedaría ahí, que mis desaires de poca motivación me harían morir enterrándome yo mismo en medio del camino, le daría de comer a esos gusanos hambrientos del sudor y de la sangre, comerían la carne que hace mucho no prueban, le daría vida a la vida y eso me hace sentir feliz. Te noto pálida, estás muy callada, sé lo que vas a decirme, siempre me lo has dicho, pero antes de que eso suceda quiero que me regales un beso, pero no quiero que sea un simple beso, no, y es que quiero que esos besos se queden conmigo siempre, voy a atraparlos y no los dejaré ir, mientras te pruebe iré guardándolos en mi para tenerlos de reserva cuando decidas no darme mas, tu aliento lo tendré bien escondido en mi pecho, cada suspiro me sabrá a ti, toda esta terapia de amor la he estado llevando acabo cada día que transcurre antes de dormir, pero sobre todo cuando tu imagen llega en esas noches donde nada se compara, solo somos tu, yo y la oscuridad. Suena la alarma del despertador, tengo que preparar el desayuno, El tiene que irse a trabajar desde muy temprano y no le gusta que demore, hasta mañana. Despertar de un vagabundo Sueño II Amor como el que se vive en un hotel de quinta, me aferraba a creer que disfruté acostarme ayer con ese desconocido por unos cuantos pesos. Callada veo como pasan los cerros que son gigantes y algunos otros mas pequeños, la carretera a veces se torna angosta y mi acompañante recarga su cabeza en mi hombro mientras yo, yo pienso en lo que hubieran sido de mis golosinas sino las hubiera comido antes de subir a este autobús. Observo por el vidrio las señales de los tantos kilómetros que aun faltan por recorrer y llegar hacía donde todavía no estoy, ¿lo estuve alguna vez?. Después tomo ese cuaderno y escribo lo que ya hace mucho dejé de escribir y sin vacilar quedo consternada al ver en frente mío a ese niño pequeño que me regala una sonrisa, sus ojos desesperados me revelan el hambre y la sed que tiene por conocer el mundo y yo con una mueca burlona, le advierto que todo es irónico, loco y volátil. Acaricio tu rostro, sigues durmiendo, hace frío, te cubro con esa sudadera gris que hace tiempo me habían regalado y pienso, pienso, y vuelvo a pensar ¿a donde iré después de decidir que cualquier lugar es mi estancia?. Tengo tu voz guardada en mi aliento, tus manos hormigueando mi piel y tus ojos en los míos destellando el cielo cuando vuelo. No escucho, no hablo, no veo, estoy inmóvil, espera... ni siquiera recuerdo, ¿sonrío? ¿lloro? ¿has caído tu igual que yo en este lugar donde no existe el
  • 14. espacio ni el tiempo? Me agota pensarte, me agota tener que morir a diario, me agota el peso que habita en mi pecho, me agota ser yo quien decida no serlo más... Un día, una tarde, una noche, una madrugada quizás, pasaré por tu lado sin que puedas imaginar que soy yo, rozaré tu cuerpo con mis dedos que serán en ese momento solo gotas de humedad y lo recorrerán por completo mientras tomas tu baño... Te sentiré, te tomaré como un ladrón y entraré en ti, a tus deseos más escondidos, haré que me reveles cuanto amor has desperdiciado, cuanto amor has guardado, cuanto me has pensado y al final, al final te beberé y robaré también tu alma. Una voz me despierta, las luces de la terminal me hacen ver que ya estoy aquí. A mi lado, la mochila y unos libros, es tarde, fue un trayecto largo y cansado, es hora de volver a partir. Incredulidad ¿En qué crees? Le pregunta el Padre de la Parroquia que está a una cuadra de su casa a la mujer pecadora, -creo en lo que no veo- le respondió y salió corriendo; es una joven bonita pero hay algo en ella que la hace ser diferente a las demás personas, su diversión era ver pasar a parejas de ancianos en alguna alameda o estar en un café tranquilo escuchando trova mientras pensaba en un nuevo adiós... Sabía el final de su historia y quería prepararse desde la noche anterior para enfrentar la mañana. Ozzyosborne, nada que ver con la locura que vive en ella. ¿En qué crees? Le preguntó su compañera de cuarto mientras la pecadora cepillaba su cabello, -creo en lo que no puede ser- sonrió, tomó después unas novelas y se puso a leer una de ellas antes de dormir. -¿Ya probaste el sabor de esa manzana? Es dulce, muy dulce, tanto que ni siquiera te empalaga, siempre quieres mas, nunca terminaría de comerla, lo raro de esta fruta es que cuando llega a mi estómago me dan malestares, uno de esos tantos achaques empieza desde la cabeza, llegando por último a mi corazón, es
  • 15. como si me lo fuera rasgando poco a poco y duele, yo me aferro, me he hecho dependiente de la jugosa manzana ¿alguna solución? No lo creo, no la hay, no existe... ¿o si?.- ¿En qué crees? Le preguntó la mañana a la joven pecadora después de haberse preparado la noche anterior para enfrentar su final. -Creo en que todavía no es tiempo para lidiar contigo, creo en que todavía me falta más de una eternidad para dejar de soñar-. ¿Tu en que crees? Le preguntó la pecadora a un perro que iba pasando por su lado, -Creo que te esfuerzas demasiado en creer que un perro habla- y se fue... La carta Hola mamá, te contaré una breve historia… No sé si has notado en tu rostro al verte en ese espejo, el reflejo del tiempo que se ha quedado atrás, mientras el aire de la mañana entra por esa habitación y si pones atención, se pueden escuchar risas, llanto y susurros de los niños que fuimos y dormíamos en el. En las sábanas de esas camas, por la noche, queda plasmado tu beso en mi mejilla antes de dormir, tu voz como eco en mi memoria diciéndome "buenas noches" y tus manos curando las tantas ocasiones en las cuales yo enfermaba, cuando forzabas tu cuerpo a no dormir por estar siempre al pendiente de mi. El desayuno como era ya costumbre mis hermanos y yo en la mesa, mientras tanto tu apurada cocinando, preparando esos huevos estrellados acompañados de frijol, diego y hery jugando; tu no te dabas cuenta pero yo te observaba y pensaba en ti, en tu prisa por terminar para después lavar la ropa que habíamos ensuciado el día anterior. Cuando planchabas mi uniforme para ir a la escuela, cuando me peínabas, cuando me comprabas esos vestidos que, a decir verdad, me incomodaban pero me hacían sentir la chiquilla de la casa, cuando jugábamos en el callejón y tus gritos que se escuchaban en toda la cuadra, eran para mi truenos
  • 16. que imponían toda autoridad obedeciéndote por temor a algo mas que un regaño. Aquellas noches donde escuchaba que llorabas quedito por mis demás hermanos que se fueron y por los que todavía viviendo contigo te dábamos dolores de cabeza, Tu siempre tan fuerte, Tu siempre tan valiente, pero por dentro esa mujer con una sensibilidad infinita, admirablemente sorprendente. Tantos años han pasado ya y aunque tu mirada está cansada, aun mantienes el brillo especial que tan grabado tengo en mi mente, agregando tu sonrisa que no se compara con ninguna otra que yo haya visto sonreír. Como es de esperarse uno crece dejando de ser los niños que tu viste en aquella mesa, los que discutían por pequeñeces, los que no cuidaban su ropa al jugar haciéndote trabajar el doble, dejamos de ser niños físicamente para luego llegar a compensarte el que nos hayas traído a este mundo, en esta época, el agradecerte la mas de la mitad de toda una vida dedicándola a tus hijos, a los problemáticos, inquietos, soñadores e idealistas que ahora son casi adultos. Pero, por mas vueltas que le doy a tu gran labor me doy cuenta que no tiene precio y ha llegado a dolerme la cabeza al no saber que podría yo regalarte, si tu me regalaste la vida, ¿entonces? De todos tus hijos quizás sea yo quien siempre fue la mas distante, apartada, callada y ¿porqué no? hasta rebelde, pero ¿sabes? Dentro de esa niña que gustaba de la soledad está la mujer que quiere verse en el espejo y verse en ti, porque aunque nunca te lo dije, no hay nadie en este mundo a la cual admire con tanto fervor, como yo te admiro a ti, con Amor, tu hija que te ama… Nimsy