El nin o que queria atrapar el viento final delfos1. Un cuento sobre la vida, la muerte y la impermanencia.
Walter Kühne Covarrubias
ilustrado por Carolina Vergara Junge
DelfosE D I C I O N E S
5. Había una vez
un niño al que le encantaba el viento.
¡Era tan mágico!
No podía verse y sin embargo,
hacia tantas cosas:
Acariciaba sus cabellos,
empujaba las nubes,
volaba las hojas del otoño,
hinchaba las velas de los barcos,
subía las faldas y volaba paraguas.
Al niño le gustaba imaginar que él era el viento, o que lo
controlaba. Así podría volar, mover las copas de los árboles, mojar
su mano en las nubes, hacer remolinos de hojas en otoño.
¡Tantas cosas serían posibles si fuera el viento!
Entonces, un día, decidió que atraparía un poco de viento y lo
llevaría a casa.
“Si junto suficiente –pensó– tal vez pueda volar a la Luna.”
13. A la mañana siguiente miró el vaso y… ¡estaba vacío!
- Rápido, vamos donde papá – urgió a su perro, que lo miró
somnoliento y permaneció acostado.
Nicolás salió corriendo con el vaso y se tiró sobre la cama
de su papá.
- Papá, papá, ¡mi lágrima desapareció!
- Qué bueno – dijo él- supongo que la pena también.
- Sí - sonrió el niño -, pero ahora estoy preocupado.
¿Qué pasó con mi lágrima? ¿De qué sirve que la haya
atrapado si desapareció?
- A ver, - dijo el papá - piensa,
¿qué puede haber pasado con tu lágrima?
- Alguien se la robó.
- No.
- O quizás escapó.
- No.
- O quizás vinieron otras lágrimas y la rescataron.
- Tampoco.
- O quizás mi perro se la comió.
- Nada de eso –dijo el papá riendo- simplemente se
evaporó. ¿Recuerdas cómo se evapora el agua del mar
y se forman las nubes?
- Sí, pero ¿y mi lágrima?
- Las lágrimas también son agua y si la dejas un rato en un
vaso, se evaporará. Puedes hacer el experimento poniendo una
sola gota de agua en un vaso y esperar. Verás que después de
un rato habrá desaparecido, ¡simplemente se evapora!
15. Nicolás fue a su cuarto y estuvo mucho rato
pensando mientras miraba su reloj. Veía el tiempo
pasar, segundo tras segundo, el reloj avanzaba
indiferente. “Ya sé” – pensó - “el modo de
detenerlo es sacándole las pilas”.
Esa era la solución, el segundero se detuvo y el
reloj quedó inmóvil. Saltando de gozo se fue a
jugar con su perro.
Pero, pronto se dio cuenta que el tiempo seguía pasando, la
tarde avanzaba. Obvio, se había olvidado de sacar las pilas del
despertador de su papá y del reloj de la sala de estar. ¡Uf!
Había muchos relojes en el mundo, ¡no terminaría nunca de
detenerlos a todos! Debía haber otro modo.
De pronto, le pareció lógico que tal vez no era el reloj el que
debía quedarse quieto para detener el tiempo, quizás era él
quien debía quedarse inmóvil.
Así lo hizo, se tiró sobre la cama y se quedó muy, muy
quieto. Pero como estaba cansado, la inmovilidad rápidamente
se transformó en modorra y se quedó dormido.
Cuando despertó ya atardecía y le llamaban a cenar.
16. Le explicó a su papá los intentos que había hecho.
Él le contestó que quedarse inmóvil había sido una excelente
idea. De hecho, según él creía, esa era la solución.
- Entonces, ¿qué falló? – preguntó el niño.
El papá le explicó que la velocidad a la que transcurre el
tiempo depende de la velocidad a la que nos desplazamos por
el espacio. Si uno se quedara inmóvil, el tiempo podría detenerse.
El problema es que nosotros estamos sobre la Tierra y nos
movemos con ella. Esta gira sobre sí misma y también gira
alrededor del Sol. Nuestro Sol gira en torno al centro de
nuestra galaxia, la Vía Láctea. Y nuestra galaxia, al igual que
todas las galaxias, se mueve a través del espacio alejándose
de un punto del cual surgió todo el Universo
en una gigantesca explosión, llamada “Big Bang”.
- ¡Guau! – soltó el niño, era una explicación
realmente grande. Tras una pausa agregó -
o sea que si me bajara de la tierra y dejara
de avanzar con la galaxia y me quedara
donde mismo, ¿el tiempo se detendría?
19. Fue todo muy triste. Desde que recordaba su perro había
estado con él. Su papá le explicó que Roberto ya estaba
viejito. Sin embargo, cuando lo enterraban, Nicolás preguntó:
- ¿Hay algo que pueda hacer para que viva otra vez?
- No, hijo, nada.
- Por favor, papi –imploró- ¡haz algo para que esté con
nosotros otra vez! Quiero jugar de nuevo con él, quiero
hacerle cariño otra vez.
- No se puede.
- El otro día lo reté porque pensé que se había comido mi
lágrima, quiero pedirle perdón. Por favor, ¡haz que venga una
última vez! –lloraba desgarradoramente.
- Hijo – dijo el papá muy serio mientras lo abrazaba- no
hay manera de hacerlo volver, nadie puede. Lo siento, a mí
también me da pena y si pudiera hacer algo para traerlo
de vuelta te aseguro que lo haría. Pero no se puede.
Roberto estaba muy, muy viejito. Él ahora está con Dios y
ya cumplió su tiempo con nosotros.
El niño lloraba desconsoladamente.
28. Un cuento sobre la vida, la muerte y la impermanencia.
Esta es la historia de Nicolás, un niño inquieto que
desea lograr un imposible, atrapar el viento. Junto a
su perrito Roberto recorrerá un viaje de búsqueda que
lo llevará inesperadamente a aprender sobre la vida.
Este libro busca explicar a niños de toda edad la
relación entre la vida y la muerte. De un modo sencillo
y con hermosas ilustraciones, el cuento puede ser útil
para facilitar la conversación sobre un tema tan
natural como complejo y poco abordado, la muerte.
A veces pequeñas preguntas pueden llevar a grandes respuestas.
DelfosE D I C I O N E S