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EL VÍDEO DE HOY:
Pueblo de Dios. La fábrica de sueños
En Camboya, el obispo Kike Figaredo ha bierto una fábrica textil, un internado, un taller de sillas de
ruedas y 18 escuelas de primaria, dentro del proyecto "Educación para Pueblos Lejanos". La ong española
Manos Unidas apoya estas iniciativas
Cinco años después del terremoto de
#Haití, en Manos Unidas seguimos allí
Lunes, 12 enero, 2015
Desde que un terremoto asolara el 12 de enero de 2010 Haití, Manos Unidas ha destinado un total de 7,5
millones de euros para financiar y llevar a cabo 90 proyectos, casi la mitad de ellos de emergencia,
postemergencia y reconstrucción.
"A pesar de todo, al cabo del tiempo el terremoto se ha convertido en una dramática anécdota que no ha
influenciado tanto en que se rompiera un proceso de desarrollo que no existía, ni en que lo impulsara
porque tampoco ha cambiado nada respecto a cómo era el país antes del terremoto", ha asegurado Jimena
Francos. Y es que de hecho, en Haití, la población sigue sufriendo sus pérdidas, tiene enfermedades y
hay una enorme cantidad de personas subnutridas, más de la mitad de la población, según ha
indicado citando datos de la FAO.
Manos Unidas ya trabajaba en el país 35 años antes del terremoto, pero tras el seísmo intensificó su
labor en el país y aunque los fondos que se recaudaron para la emergencia se han gastado, aún tienen un
presupuesto destinado al trabajo en el país. La primera solución para Haití que al menos "desharía
nudos", pasa por "una voluntad política de la comunidad internacional, no solo de los políticos haitianos"
que también "tienen que dar la talla", ha asegurado Jimena Francos en una entrevista concedida a Europa
Press (ver artículo completo aquí)
Desde Manos Unidas también llamamos la atención sobre las reglas del comercio internacional y otras
razones de carácter estructural e histórico, que han hecho que durante décadas se haya ido "expoliando el
país y le han dejado en una situación en la que apenas tiene elementos de los que pueda conseguir
ingresos para desarrollarse por sí mismo".
Conferencia en el Vaticano sobre Haití, cinco años después del terremoto
Este fin de semana, el Secretario General de Manos Unidas, Rafael Serrano y la Coordinadora de
Proyectos de Manos Unidas en Haití, Jimena Francos, han participado este fin de semana en Roma en una
reunión convocada por el Consejo Pontificio Cor Unum y la Comisión Pontificia de América Latina por
deseo expreso del Papa Franciscoen la Cuando se cumplen cinco años del terremoto.
Bajo el título ''La comunión de la Iglesia: memoria y esperanza para Haití cinco años después del
terremoto'' se celebró este sábado 10 de febrero una reunión especial organizada por el Consejo
Pontificio Cor Unum y la Comisión Pontificia para América Latina en colaboración con los obispos de
Haíti entre ellos el Cardenal Chibly Langlois, es Obispo de Les Cayes, presidente de la Conferencia
Episcopal de Haití y el primer cardenal haitiano de la historia, nombrado por el Papa Francisco el año
pasado coincidiendo con el 4 aniversario del terremoto.
Esta reunión en la que se ha podido realizar un balance de la situación actual del país y de los avances
alcanzados por los proyectos de cooperación puestos en marcha, ha sido fruto del expreso deseo del
Papa Francisco por mantener viva la atención sobre el paísque todavía sufre las consecuencias del
terremoto y para manifestar la cercanía de la Iglesia al pueblo de Haití, que sigue sufriendo las
consecuencias del devastador terremoto.
“No hay reconstrucción de un país sin reconstruir a la persona en su
plenitud”
Durante su intervención en esta reunión especial, el Papa Francisco explicó que lo realizado en Haití se
basa en tres pilares fundamentales: la persona humana, la comunión eclesial y la iglesia local.De este
modo, el Pontífice ha recordado que “la persona está al centro de la acción de la Iglesia”. Además,
“nuestra primera preocupación debe ser la de ayudar al hombre, a cada hombre, a vivir plenamente como
persona”, ha afirmado. A propósito ha añadido que “no hay verdadera reconstrucción de un país sin
reconstrucción de la persona en su plenitud”. (Zenit)
Así, el Papa ha pedido "que cada persona en Haití tenga lo necesario desde el punto de vista
material, pero que al mismo tiempo pueda vivir la propia libertad, las propias responsabilidades y
la propia vida espiritual y religiosa”. Además, ha recordado que la actividad humanitaria y la pastoral
no son competencia si no complementarias, “necesitan la una de la otra: contribuyen juntas a formar en
Haití personas maduras y cristianos, que a su vez podrán dedicarse al bien de sus hermanos”.
El segundo aspecto del que el Santo Padre ha hablado es la comunión eclesial. Cada uno en Haití --
instituciones eclesiales y fieles de forma particular-- con su peculiaridad, “ha prestado una importante
obra benéfica”, ha precisado. Y esta pluralidad es “un factor positivo, porque es signo de la vitalidad de la
Iglesia y de la generosidad de muchos. Al respecto, Francisco ha afirmado que “la caridad es aún más
verdadera y más incisiva si es vivida en la comunión”. Asimismo, “la comunión testimonia que la caridad
no es solo ayudar al otro, sino una dimensión que impregna toda la vida y rompe todas esas barreras del
individualismo que nos impiden encontrarnos”. De este modo, el Pontífice ha invitado a reforzar las
metodologías que consientan trabajar juntos.
Para finalizar su discurso, el Santo Padre ha subrayado la importancia de la Iglesia local, “porque es en
ella que la experiencia cristiana se hace tangible”. Por eso, ha recordado, “es necesario que la Iglesia en
Haití se haga cada vez más viva y fecunda, para testimoniar a Cristo y para dar su contribución al
progreso de ese país”. Y así, Francisco ha indicado que el testimonio de la caridad evangélica es eficaz
cuando está sostenida por la relación personal con Jesús en la oración, en la escucha de la Palabra de Dios
y en acercarse a los sacramentos”. Aquí esta la ‘fuerza’ de la Iglesia local, ha asegurado el Papa. En la
conclusión de su discurso, el Obispo de Roma ha renovado su agradecimiento a los presentes y les ha
animado a continuar en este camino. (Zenit)
Enlaces:
Discurso íntegro del Papa Francisco el 10/1/2015 en la reunión especial con motivo del 5 aniversario del
terremoto de Haití (En)
El perdón en Sierra Leona, 10 años
después de la guerra civil
13/01/2015
Muchos niños fueron autores de incontables atrocidades durante la guerra civil de Sierra Leona.
Mutilaron a hombres con sus machetes, violaron a mujeres, acribillaron a civiles desarmados…
Pero diez años después de que el Gobierno impulsase el Proceso de
Reconciliación, el país vive una paz verdadera. Ha perdonado a sus verdugos. Un
misionero javeriano que coordinaba un centro de rehabilitación para excombatientes
relata las claves del perdón.
Los niños que llegaban al centro St. Michael habían enmudecido. Nadie dudaba
de que supiesen hablar, pero, a su corta edad -todos tenían entre 6 y 18 años-, los
crímenes que habían cometido durante la guerra civil de Sierra Leona les pesaban
demasiado. En su cabeza escuchaban los alaridos de aquellos hombres a los que habían
mutilado con sus machetes, los gritos de las mujeres violadas, el impacto de las balas
perforando los cuerpos de los civiles... Sonidos que, debido a las drogas, recordaban
más como parte de una pesadilla que de la realidad.
“Así permanecían unos seis meses, hasta que rompían a llorar y se vaciaban.
Solo entonces dejaban de mirar atrás y comenzaban a soñar con un futuro”, recuerda
ahora Chema Caballero. Él, entoncesmisionero javeriano, coordinaba el centro St.
Michael, instalado en la localidad de Lakka, muy cerca de la capital, Freetown.
“Comenzamos con este proyecto en 1999, con la duda de si cabría algún tipo de
rehabilitación para estos chicos -explica Caballero a El Confidencial-. Había tratado con
algunos de ellos desde que se desató la guerra. Paraban nuestra furgoneta en los check-
points que salpicaban la carretera, nos metían el fusil por la ventanilla y nos pedían un
balón de fútbol. Nosotros debíamos encontrar un poco de humanidad detrás de todo eso
y trabajar con ella”.
El regreso a casa de los niños-soldado
En 2001, comenzaron a llegar algunos rumores al centro St. Michael. A pesar de
que no tenían mucho fundamento, cada vez era más frecuente escuchar que los rebeldes
estaban sitiados, que las tropas oficiales y las del ECOMOG (una suerte de unión de
países de África del Oeste) dominaban el país y que pronto se firmaría la ansiada paz.
Esta llegó de forma oficial en enero de 2002 y era el momento de hacer balance: Charles
Taylor, presidente del país vecino, Liberia, había hostigado el conflicto para hacerse con
el control de las codiciadas minas de diamantes de Sierra Leona, dejando tras de sí
un reguero de entre 20.000 y 75.000 muertos, y cientos de miles de desplazados.
La herida era muy profunda y dolorosa, pero los deseos de vivir en paz latían
incluso con más fuerza que el rencor y el odio. Así, el Gobierno de Sierra Leona
impulsó el Proceso de Paz y Reconciliación, encabezado por una Comisión de la
Verdad. No bastaba con echar tierra sobre lo sucedido y mirar hacia otro lado: era
necesario saber, profundizar y comprender para no repetir los mismos errores.
Durante dos años, la Comisión de la Verdad elaboró un informe que ahora,
comparado con otros proyectos similares, está considerado como uno de los más
exhaustivos y acertados. Además, se concertaron encuentros entre excombatientes y
víctimas: mientras los primeros pedían perdón y se echaban al suelo en señal de
arrepentimiento, los segundos tendían las manos sobre sus cabezas en señal de
clemencia. En el Museo de Historia de Sierra Leona, en Freetown, hay varios murales
que reflejan esta escena, a la vez memoria del pasado e inspiración de futuro.
Asimismo, el Gobierno prometió a los excombatientes que, a cambio de
entregar sus armas, estos recibirían herramientas y formación para desempeñar un
oficio. Muchos de los rebeldes, captados desde su infancia, solo sabían más matar para
ganarse el sustento. Para ellos, el valor de una vida era el mismo que el de un plato de
arroz o un trozo de pan. La mayoría aceptó la propuesta, no sin ciertas reticencias, y
comprobó que las promesas eran ciertas.
Fuente: elconfidencial.com ( * Extracto)
La desigualdad y los niños de EE UU
12/01/2015
EEUU tiene una imagen internacional de tierra de oportunidad. En cambio, esconde la realidad de la
desigualdad y las consecuencias sobre la infancia. Hay Estados, como por ejemplo California, que gastan
casi tanto en prisiones como en educación superior, y algunas veces más.
Hace ya mucho tiempo se reconoce que los niños conforman un grupo especial.
Ellos no eligen a sus padres, y mucho menos las condiciones generales en las que nacen.
No tienen las mismas capacidades que los adultos para protegerse o cuidar de sí
mismos. Es por ello que la Sociedad de Naciones aprobó la Declaración de Ginebra
sobre los Derechos del Niño en 1924, y la razón por la que la comunidad internacional
adoptó la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño y de la Niña en 1989.
Lamentablemente, Estados Unidos no está cumpliendo con sus obligaciones. De
hecho, ni siquiera ha ratificado la Convención sobre los Derechos del Niño y de la Niña.
EE UU, con su altamente valorada imagen de tierra de oportunidades, debería ser un
ejemplo a seguir en cuanto al tratamiento justo e ilustrado de los niños. En cambio,
emana la luz del fracaso —un fracaso que contribuye al aletargamiento global de los
derechos del niño en el ámbito internacional.
Si bien puede que una infancia estadounidense promedio no sea la peor del
mundo, la disparidad entre la riqueza del país y la condición en la que sus niños se
encuentran no tiene parangón. Cerca de 14,5% de la población estadounidense en
general es pobre, pero el 19,9% de los infantes —es decir, unos 15 millones de niños—
viven en condiciones de pobreza. Entre los países desarrollados, únicamente Rumanía
tiene un nivel de pobreza superior. La tasa de EE UU es dos tercios más alta que la del
Reino Unido, y hasta cuatro veces la tasa de los países nórdicos. Para algunos grupos, la
situación es mucho peor: más del 38% de los niños negros, y del 30% de los hispanos,
son pobres.
Nada de esto ocurre porque los estadounidenses no se preocupan por sus hijos.
Esto ocurre porque Estados Unidos durante las últimas décadas ha adoptado un
programa de políticas que ha causado que su economía se torne en salvajemente
desigual, dejando a los segmentos más vulnerables de la sociedad cada vez más y más
atrás. La creciente concentración de la riqueza —y una reducción significativa de los
impuestos sobre dicha riqueza— se tradujo en que se tiene menos dinero para gastar en
inversiones destinadas al bien público, como por ejemplo en educación y protección
para los niños.
Las dificultades en las primeras etapas de la vida están estrechamente ligadas
con la desigualdad de oportunidades
Como resultado, la situación de los niños en Estados Unidos empeora. Su
destino es un doloroso ejemplo de la forma como la desigualdad no solamente socava el
crecimiento económico y la estabilidad —tal como al fin lo reconocen economistas y
organizaciones, como el Fondo Monetario Internacional— sino que también viola
nuestras más preciadas nociones sobre cómo debería ser una sociedad justa.
La desigualdad de ingresos se correlaciona con inequidades en los ámbitos de
salud, acceso a la educación, y exposición a riesgos ambientales; todas estas
desigualdades agobian más a los niños en comparación con el resto de segmentos de la
población. De hecho, se diagnostica con asma casi a uno de cada cinco niños
estadounidenses pobres; esta es una tasa superior en un 60% a la de los niños que no son
pobres. Los problemas de aprendizaje son casi dos veces más frecuentes entre los niños
de las familias que ganan menos de 35.000 dólares al año en comparación a lo que
ocurre en los hogares que ganan más de 100.000. Y hay quien en el Congreso de
Estados Unidos quiere eliminar los cupones de alimentos —pese a que 23 millones de
hogares estadounidenses dependen de ellos— amenazando así con llevar al hambre a los
niños más pobres.
Dichas desigualdades en resultados están estrechamente ligadas a desigualdades
en oportunidades. Inevitablemente, en los países en los que los niños tienen una
alimentación inadecuada, un acceso insuficiente a los servicios de salud y educación, y
una mayor exposición a los riesgos ambientales, los hijos de los pobres tendrán
perspectivas de vida muy distintas que los hijos de quienes son ricos. Y, en parte debido
a que las perspectivas de la vida de un niño estadounidense dependen más de los
ingresos y educación de sus padres en comparación con lo que ocurre en otros países
avanzados, EE UU tiene la menor igualdad de oportunidades entre todos los países
avanzados. Por ejemplo, en las universidades estadounidenses de más alta categoría sólo
aproximadamente un 9% de los estudiantes proviene de la población con ingresos que
se ubican en la mitad inferior de la distribución de ingresos, mientras que el 74%
provienen de la población con ingresos ubicados en el cuarto superior.
La mayoría de las sociedades reconocen la obligación moral de ayudar a
garantizar que los jóvenes puedan alcanzar su potencial. Algunos países incluso
imponen un mandato constitucional de la igualdad de oportunidades educativas.
Sin embargo, en Estados Unidos se gasta más en la educación de los
estudiantes ricos que en la educación de los pobres. Como resultado, el país está
perdiendo algunos de sus activos más valiosos, y algunos jóvenes —al verse
desprovistos de habilidades— se dedican a actividades disfuncionales. Hay Estados,
como por ejemplo California, que gastan casi tanto en prisiones como en educación
superior, y algunas veces más.
Autor: Joseph E. Stiglitz ( * Extracto)
Papa: religiones de Sri Lanka y mundo
impulsen paz y solidaridad, nunca
violencia
2015-01-13 Radio Vaticana
(RV).- «Por el bien de todo el amado pueblo de Sri Lanka», que tanto ha sufrido y de «toda la
familia humana», el Papa Francisco renovó en Colombo su exhortación a la reconciliación y a impulsar
las relaciones interreligiosas y ecuménicas, que adquieren un significado particular y urgente, pues «lo
que se necesita ahora es la recuperación y la unidad, no nuevos enfrentamientos y divisiones». Junto con
su «gran alegría al tener la oportunidad de participar en el encuentro interreligioso y ecuménico - en el
Centro de Congresos Bandanaraike - con las cuatro comunidades religiosas más grandes que integran la
vida de Sri Lanka: budismo, hinduismo, islam y cristianismo», alentó a todas las religiones y a las
personas de buena voluntad a aunar esfuerzos en favor de la paz, condenando toda violencia con
claridad y sin equívocos, «pues por el bien de la paz, nunca se debe permitir que las creencias religiosas
sean utilizadas para justificar la violencia y la guerra».
Siguiendo las huellas de sus predecesores, Pablo VI y Juan Pablo II, el Papa Bergoglio manifestó el
gran amor y respeto de la Iglesia católica por Sri Lanka y señaló que es «una gracia especial visitar esta
comunidad católica, confirmarla en la fe, orar con ella y compartir sus alegrías y sufrimientos».
Y subrayó asimismo que «es una gracia poder estar también con los hombres y mujeres de las grandes
tradiciones religiosas, que comparten con nosotros un deseo de sabiduría, verdad y santidad».
Recordando que «el Concilio Vaticano II expresó el profundo y permanente respeto de la Iglesia
católica por las demás religiones», el Obispo de Roma hizo hincapié en que la Iglesia católica desea
colaborar con ellas por el bien de todos los esrilanqueses. Y en que la misma visita del Papa quiere
impulsar aún más las diversas formas de cooperación interreligiosa y ecuménica, así como el diálogo, el
encuentro, el aprecio y la amistad, afianzados «en una presentación completa y franca de nuestras
respectivas convicciones».
«Hay que atender con el bálsamo curativo de la solidaridad fraterna» las «necesidades materiales y
espirituales de los pobres, de los indigentes, de cuantos anhelan una palabra de consuelo y esperanza»,
exhortó el Papa pensando también en «tantas familias que han siguen llorando a sus seres queridos».
«Queridos amigos, - dijo el Papa al concluir su discurso - les doy las gracias una vez más por su
generosa acogida y su atención. Que este encuentro fraterno nos confirme a todos en nuestro
compromiso de vivir en armonía y difundir la bendición de la paz.
(CdM – RV)
Texto y audio completo del discurso del Papa Francisco:
Encuentro interreligioso y ecuménico
Colombo, Bandaranaike Memorial Conference Hall
13 enero de 2015
«Queridos amigos
Me alegro de tener la oportunidad de participar en este encuentro, que reúne a las cuatro comunidades
religiosas más grandes que integran la vida de Sri Lanka: el budismo, el hinduismo, el islam y el
cristianismo. Muchas gracias por su presencia y su calurosa bienvenida. También doy las gracias a
cuantos han ofrecido sus oraciones y peticiones, y de un modo particular expreso mi gratitud al Obispo
Cletus Chandrasiri Perera y al Venerable Vigithasiri Niyangoda Thero por sus amables palabras.
He llegado a Sri Lanka siguiendo las huellas de mis predecesores, los papas Pablo VI y Juan Pablo
II, para manifestar el gran amor y preocupación de la Iglesia católica por Sri Lanka. Es una gracia
especial para mí visitar esta comunidad católica, confirmarla en la fe cristiana, orar con ella y compartir
sus alegrías y sufrimientos. Es igualmente una gracia poder estar con todos ustedes, hombres y mujeres de
estas grandes tradiciones religiosas, que comparten con nosotros un deseo de sabiduría, verdad y santidad.
En el Concilio Vaticano II, la Iglesia católica declaró su profundo y permanente respeto por las
demás religiones. Dijo que ella «no rechaza nada de lo que en estas religiones hay de santo y verdadero.
Considera con sincero respeto los modos de obrar y de vivir, los preceptos y doctrinas» (Nostra aetate, 2).
Por mi parte, deseo reafirmar el sincero respeto de la Iglesia por ustedes, sus tradiciones y creencias.
Con este espíritu de respeto, la Iglesia católica desea cooperar con ustedes, y con todos los hombres
de buena voluntad, en la búsqueda de la prosperidad de todos los ciudadanos de Sri Lanka. Espero que mi
visita ayude a impulsar y profundizar en las diversas formas de cooperación interreligiosa y ecuménica
que se han emprendido en los últimos años.
Estas iniciativas loables han brindado oportunidades para el diálogo, que es esencial si queremos conocer,
comprender y respetar a los demás. Pero, como demuestra la experiencia, para que este diálogo y
encuentro sea eficaz, debe basarse en una presentación completa y franca de nuestras respectivas
convicciones. Ciertamente, ese diálogo pondrá de relieve la variedad de nuestras creencias, tradiciones y
prácticas. Pero si somos honestos en la presentación de nuestras convicciones, seremos capaces de ver
con más claridad lo que tenemos en común. Se abrirán nuevos caminos para el mutuo aprecio, la
cooperación y, ciertamente, la amistad.
Esos desarrollos positivos en las relaciones interreligiosas y ecuménicas adquieren un significado
particular y urgente en Sri Lanka. Durante muchos años, los hombres y mujeres de este país han sido
víctimas de conflictos civiles y violencia. Lo que se necesita ahora es la recuperación y la unidad, no
nuevos enfrentamientos y divisiones. Sin duda, el fomento de la curación y de la unidad es una noble
tarea que incumbe a todos los que se interesan por el bien de la nación y, en el fondo, por toda la familia
humana. Espero que la cooperación interreligiosa y ecuménica demuestre que los hombres y las mujeres
no tienen que renunciar a su identidad, ya sea étnica o religiosa, para vivir en armonía con sus hermanos y
hermanas.
De cuántos modos los creyentes de las diferentes religiones pueden llevar a cabo este servicio.
Cuántas son las necesidades que hay que atender con el bálsamo curativo de la solidaridad fraterna.
Pienso particularmente en las necesidades materiales y espirituales de los pobres, de los indigentes, de
cuantos anhelan una palabra de consuelo y esperanza. Pienso también en tantas familias que siguen
llorando la pérdida de sus seres queridos.
Especialmente en este momento de la historia de su nación, ¡cuántas personas de buena voluntad
están tratando de reconstruir los fundamentos morales de la sociedad en su conjunto! Que el creciente
espíritu de cooperación entre los líderes de las diferentes comunidades religiosas se exprese en el
compromiso de poner la reconciliación de todos los habitantes de Sri Lanka en el centro de los esfuerzos
por renovar la sociedad y sus instituciones. Por el bien de la paz, nunca se debe permitir que las creencias
religiosas sean utilizadas para justificar la violencia y la guerra. Tenemos que exigir a nuestras
comunidades, con claridad y sin equívocos, que vivan plenamente los principios de la paz y la
convivencia que se encuentran en cada religión, y denunciar los actos de violencia que se cometan.
Queridos amigos, les doy las gracias una vez más por su generosa acogida y su atención. Que este
encuentro fraterno nos confirme a todos en nuestro compromiso de vivir en armonía y difundir la
bendición de la paz».
El Papa habla ante el Cuerpo
Diplomático de la humanidad herida y
repite que la paz debe guiar el destino de
los pueblos
Ciudad del Vaticano, 12 enero 2015(VIS).-El Santo Padre ha encontrado esta mañana en la
Sala Clementina a los miembros del Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede para el
tradicional intercambio de saludos al inicio del nuevo año. Francisco agradeció al decano de los
embajadores, Jean-Claude Michel, representante de Mónaco, el compromiso del Cuerpo por
favorecer e incrementar, en espíritu de colaboración recíproca, las relaciones de los países y
las organizaciones internacionales que representan con la Santa Sede y que en este último
año, se han seguido consolidando, ya sea mediante el aumento del número de Embajadores
residentes en Roma, o mediante la firma de nuevos Acuerdos bilaterales de carácter general,
como el rubricado en enero con Camerún, y de interés específico, como los firmados con Malta
y Serbia.
En el discurso que dirigió a los diplomáticos, Francisco examinó la situación internacional bajo
la doble óptica de la esperanza de paz y la dimensión del rechazo, tanto personal como social,
que ''acaba por deshacer y disgregar toda la sociedad y generar violencia y muerte''. El Papa
citó entre otros eventos dramáticos la masacre de cien niños en Paquistán, la confrontación en
Ucrania, la tensión constante en Oriente Medio, los recientes atentados en París, la violencia
contra la población en Nigeria, los conflictos de carácter civil en Libia, República
Centroafricana, Sudán del Sur, la República Democrática del Congo y subrayó que las guerras
llevan consigo el horrible crimen de la violación de las mujeres. No olvidó la condición de los
enfermos del virus ébola, ni el problema de los inmigrantes y refugiados ni tampoco la falta de
ayuda a las familias. Sin embargo, el Pontífice no quiso que el panorama estuviese dominado
por el pesimismo y recordó el resurgir de Albania, los frutos del diálogo ecuménico en Turquía,
las expectativas de Jordania y Líbano, la decisión de Estados Unidos y Cuba de poner fin al
silencio recíproco, las transformaciones en Burkina Faso, los esfuerzos por la paz estable en
Colombia y Venezuela, la decisión de Estados Unidos de cerrar la cárcel de Guantánamo y, al
final, manifestó el deseo de que en 2015 se adopten los Objetivos de Desarrollo Sostenible y
se elabore un nuevo Acuerdo sobre el clima.
Ofrecemos a continuación el texto del discurso del Papa Francisco:
''Me gustaría hacer resonar hoy con fuerza una palabra que a nosotros nos gusta mucho: paz.
La anuncian los ángeles en la noche de la Navidad como don precioso de Dios y, al mismo
tiempo, como responsabilidad personal y social que reclama nuestra solicitud y diligencia. Pero,
junto a la paz, la Navidad nos habla también de otra dramática realidad: el rechazo. En algunas
representaciones iconográficas, tanto de Occidente como de Oriente –pienso, por ejemplo, en
el espléndido icono de la Natividad de Andréi Rubliov–, el Niño Jesús no aparece recostado en
una cuna sino en un sepulcro. Esta imagen, que pretende unir las dos fiestas cristianas
principales –la Navidad y la Pascua–, indica que, junto a la acogida gozosa del recién nacido,
está también todo el drama que sufre Jesús, despreciado y rechazado hasta la muerte en
Cruz''.
Los mismos relatos de Navidad nos permiten ver el corazón endurecido de la humanidad, a la
que le cuesta acoger al Niño. Desde el primer momento es rechazado, dejado fuera, al frío,
obligado a nacer en un establo porque no había sitio en la posada . Y, si así ha sido tratado el
Hijo de Dios, ¡cuánto más lo son tantos hermanos y hermanas nuestros! Hay un tipo de
rechazo que nos afecta a todos, que nos lleva a no ver al prójimo como a un hermano al que
acoger, sino a dejarlo fuera de nuestro horizonte personal de vida, a transformarlo más bien en
un adversario, en un súbdito al que dominar. Esa es la mentalidad que genera la cultura del
descarte que no respeta nada ni a nadie: desde los animales a los seres humanos, e incluso al
mismo Dios. De ahí nace la humanidad herida y continuamente dividida por tensiones y
conflictos de todo tipo.
En los relatos evangélicos de la infancia, es emblemático en este sentido el rey Herodes, que
viendo amenazada su autoridad por el Niño Jesús, hizo matar a todos los niños de Belén. La
mente vuela enseguida a Paquistán, donde hace un mes fueron asesinados cien niños con una
crueldad inaudita. Deseo expresar de nuevo mi pésame a sus familias y asegurarles mi oración
por los muchos inocentes que han perdido la vida.
Así pues, a la dimensión personal del rechazo, se une inevitablemente la dimensión social: una
cultura que rechaza al otro, que destruye los vínculos más íntimos y auténticos, acaba por
deshacer y disgregar toda la sociedad y generar violencia y muerte. Lo podemos comprobar
lamentablemente en numerosos acontecimientos diarios, entre los cuales la trágica masacre
que ha tenido lugar en París estos últimos días. Los otros ''ya no se ven como seres de la
misma dignidad, como hermanos y hermanas en la humanidad, sino como objetos'' . Y el ser
humano libre se convierte en esclavo, ya sea de las modas, del poder, del dinero, incluso a
veces de formas tergiversadas de religión. Sobre estos peligros, he pretendido alertar en el
Mensaje de la pasada Jornada Mundial de la Paz, dedicado al problema de las numerosas
esclavitudes modernas. Todas ellas nacen de un corazón corrompido, incapaz de ver y de
hacer el bien, de procurar la paz.
Constatamos con dolor las dramáticas consecuencias de esta mentalidad de rechazo y de la
''cultura de la esclavitud''en la constante proliferación de conflictos. Como una auténtica guerra
mundial combatida por partes, se extienden, con modalidades e intensidad diversas, a
diferentes zonas del planeta, como en la vecina Ucrania, convertida en un dramático escenario
de confrontación y para la que deseo que, mediante el diálogo, se consoliden los esfuerzos que
se están realizando para que cese la hostilidad, y las partes implicadas emprendan cuanto
antes, con un renovado espíritu de respeto a la legalidad internacional, un sincero camino de
confianza mutua y de reconciliación fraterna que permita superar la crisis actual.
Mi pensamiento se dirige, sobre todo, a Oriente Medio, comenzando por la amada tierra de
Jesús, que he tenido la alegría de visitar el pasado mes de mayo y a la que no nos cansaremos
nunca de desear la paz. Así lo hicimos, con extraordinaria intensidad, junto al entonces
Presidente israelí, Shimon Peres, y al Presidente palestino, Mahmud Abbas, con la esperanza
firme de que se puedan retomar las negociaciones entre las dos partes, para que cese la
violencia y se alcance una solución que permita, tanto al pueblo palestino como al israelí, vivir
finalmente en paz, dentro de unas fronteras claramente establecidas y reconocidas
internacionalmente, de modo que ''la solución de dos Estados'' se haga efectiva.
Desgraciadamente, Oriente Medio sufre otros conflictos, que se arrastran ya durante
demasiado tiempo y cuyas manifestaciones son escalofriantes también a causa de la
propagación del terrorismo de carácter fundamentalista en Siria e Iraq. Este fenómeno es
consecuencia de la cultura del descarte aplicada a Dios. De hecho, el fundamentalismo
religioso, antes incluso de descartar a seres humanos perpetrando horrendas masacres,
rechaza a Dios, relegándolo a mero pretexto ideológico. Ante esta injusta agresión, que afecta
también a los cristianos y a otros grupos étnicos de la Región,–los yazidíes, por ejemplo– es
necesaria una respuesta unánime que, en el marco del derecho internacional, impida que se
propague la violencia, restablezca la concordia y sane las profundas heridas que han
provocado los incesantes conflictos. Aprovecho esta oportunidad para hacer un llamamiento a
toda la comunidad internacional, así como a cada uno de los gobiernos implicados, para que
adopten medidas concretas en favor de la paz y la defensa de cuantos sufren las
consecuencias de la guerra y de la persecución y se ven obligados a abandonar sus casas y su
patria. Con una carta enviada poco antes de la Navidad, he querido manifestar personalmente
mi cercanía y asegurar mi oración a todas las comunidades cristianas de Oriente Medio, que
dan un testimonio valioso de fe y coraje, y tienen un papel fundamental como artífices de paz,
de reconciliación y de desarrollo en las sociedades civiles de las que forman parte. Un Oriente
Medio sin cristianos sería un Oriente Medio desfigurado y mutilado. A la vez que pido a la
comunidad internacional que no sea indiferente ante esta situación, espero que los dirigentes
religiosos, políticos e intelectuales, especialmente musulmanes, condenen cualquier
interpretación fundamentalista y extremista de la religión, que pretenda justificar tales actos de
violencia.
En otras partes del mundo, tampoco faltan parecidas formas de crueldad, que con frecuencia
generan víctimas entre los más pequeños e indefensos. Pienso especialmente en Nigeria,
donde no cesa la violencia que sufre indiscriminadamente la población, y crece cada vez más
el trágico fenómeno de los secuestros de personas, a menudo jóvenes raptadas para ser objeto
de trata. ¡Es un tráfico execrable que no puede continuar! Una plaga que hay que arrancar y
que afecta a todos, desde las familias a la comunidad mundial .
Sigo también con preocupación los no pocos conflictos de carácter civil que afectan a otras
partes de África, como Libia, devastada por una larga guerra intestina que causa incontables
sufrimientos entre la población y tiene graves repercusiones en el delicado equilibrio de la
Región. Pienso en la dramática situación de la República Centroafricana, en la que
constatamos con dolor cómo la buena voluntad que ha animado los trabajos de quienes
quieren construir un futuro de paz, seguridad y prosperidad, encuentra resistencias e intereses
egoístas de parte que ponen en peligro las expectativas de un pueblo que ha sufrido tanto y
desea construir libremente su futuro. Particularmente preocupante es también la situación de
Sudán del Sur y algunas regiones de Sudán, del Cuerno de África y de la República
Democrática del Congo, donde no deja de aumentar el número de víctimas entre la población
civil, y miles de personas, muchas de ellas mujeres y niños, se ven obligadas a huir y a vivir en
condiciones de extrema necesidad. A este respecto, espero que los gobiernos y la comunidad
internacional lleguen a un compromiso común para que se ponga fin a todo tipo de lucha, de
odio y de violencia y se apueste por la reconciliación, la paz y la defensa de la dignidad
transcendente de la persona.
No podemos olvidar que las guerras llevan consigo otro horrible crimen: la violación. Se trata
de una ofensa gravísima a la dignidad de la mujer, que no sólo es deshonrada en la intimidad
de su cuerpo, sino también en su alma, con un trauma que difícilmente desaparecerá y cuyas
consecuencias son también de carácter social. Lamentablemente, se constata que también allí
donde no hay guerras, muchas mujeres sufren violencia hoy.
Todos los conflictos bélicos son la manifestación más clara de la cultura del descarte, pues, en
ellos, las vidas son deliberadamente pisoteadas por quien ostenta la fuerza. Existen, sin
embargo, formas más sutiles y veladas de rechazo, que alimentan también esa cultura. Pienso
sobre todo en los enfermos, aislados y marginados, como los leprosos de los que habla el
Evangelio. Entre los leprosos de nuestro tiempo están también los afectados por esta nueva y
tremenda epidemia del Ébola, que, especialmente en Liberia, Sierra Leona y Guinea, ha
acabado con más de seis mil vidas. Quiero reconocer y agradecer hoy públicamente el trabajo
de los agentes sanitarios que, junto a religiosos y voluntarios, prestan todos los cuidados
posibles a los enfermos y a sus familiares, sobre todo a los niños que se han quedado
huérfanos. Al mismo tiempo, hago de nuevo un llamamiento a la comunidad internacional para
que se asegure una adecuada asistencia humanitaria a los pacientes y hagan un esfuerzo
común por erradicar el virus.
A la lista de las vidas descartadas a causa de las guerras y de las enfermedades, hay que
añadir las de los numerosos desplazados y refugiados. También en este caso podemos sacar
luz de la infancia de Jesús, que es testigo de otra forma de cultura del descarte que rompe las
relaciones y ''deshace'' la sociedad. Efectivamente, ante la crueldad de Herodes, la Sagrada
Familia se ve obligada a huir a Egipto, de donde regresará unos años más tarde . Las
situaciones de conflicto que acabamos de describir provocan con frecuencia la huida de miles
de personas de su lugar de origen. A veces ni siquiera en busca de un futuro mejor, sino
simplemente de un futuro, porque permanecer en su patria puede significar una muerte segura.
¿Cuántas personas pierden la vida en viajes inhumanos, sometidas a vejaciones por parte de
auténticos verdugos, ávidos de dinero? Ya me referí a esto en mi reciente visita al Parlamento
Europeo, indicando que ''no se puede tolerar que el mar Mediterráneo se convierta en un gran
cementerio'' . Hay también otro dato alarmante: muchos emigrantes, sobre todo en América,
son niños solos, más expuestos a los peligros y necesitados de mayor atención, cuidados y
protección.
Cuando llegan sin documentos a lugares desconocidos, cuya lengua no hablan, es difícil para
los inmigrantes situarse y encontrar trabajo. Además de los peligros de la huida, tienen que
afrontar también el drama del rechazo. Es necesario un cambio de actitud: pasar de la
indiferencia y del miedo a una sincera aceptación del otro. Esto requiere naturalmente ''poner
en práctica legislaciones adecuadas que sean capaces de tutelar los derechos de los
ciudadanos y de garantizar al mismo tiempo la acogida a los inmigrantes'' (ibid.). A la vez que
expreso mi agradecimiento a cuantos, incluso a costa de su propia vida, se dedican a prestar
asistencia a los refugiados y a los inmigrantes, exhorto tanto a los Estados como a las
Organizaciones internacionales a actuar decididamente para resolver estas graves situaciones
humanitarias y prestar la ayuda necesaria a los países de origen de los inmigrantes para
favorecer su desarrollo socio-político y la superación de los conflictos internos, que son la
causa principal de este fenómeno. ''Es necesario actuar sobre las causas y no solamente sobre
los efectos''. Además, esto consentirá a los inmigrantes volver un día a su patria y contribuir a
su crecimiento y desarrollo.
Junto a los inmigrantes, a los desplazados y a los refugiados, hay también tantos ''exiliados
ocultos'', que viven en el seno de nuestras casas y en nuestras mismas familias. Me refiero a
los ancianos y a los discapacitados, y también a los jóvenes. Los primeros son rechazados
cuando se convierten en un peso y en ''presencias que estorban'', mientras que los últimos son
descartados porque se les niega la posibilidad de trabajar para forjarse su propio futuro. No
existe peor pobreza que aquella que priva del trabajo y de la dignidad del trabajo , y que
convierte el trabajo en una forma de esclavitud. Ya me referí a esto en un reciente encuentro
con los Movimientos populares, que están fuertemente comprometidos en la búsqueda de
soluciones adecuadas a algunos problemas de nuestro tiempo, como la plaga cada vez más
extendida del desempleo juvenil y del trabajo negro, y el drama de tantos trabajadores,
especialmente niños, explotados por codicia. Todo esto es contrario a la dignidad humana y es
fruto de una mentalidad que pone en el centro el dinero, los beneficios y los intereses
económicos en detrimento del hombre.
No pocas veces, la misma familia es objeto de descarte, a causa de una cada vez más
extendida cultura individualista y egoísta que anula los vínculos y tiende a favorecer el
dramático fenómeno de la disminución de la natalidad, así como de leyes que privilegian
diversas formas de convivencia en lugar de sostener adecuadamente a la familia por el bien de
toda la sociedad.
Una de las causas de estos fenómenos es esa globalización uniformante que descarta incluso
a las culturas, acabando así con los factores propios de la identidad de cada pueblo que
constituyen la herencia imprescindible para un sano desarrollo social. En un mundo uniformado
y carente de identidad, es fácil percibir el drama y la frustración de tantas personas, que han
perdido literalmente el sentido de la vida. Este drama se ve agravado por la persistente crisis
económica, que provoca desconfianza y favorece la conflictividad social. He podido notar sus
consecuencias incluso aquí en Roma, donde me he encontrado con muchas personas que
viven situaciones difíciles, y en los diversos viajes realizados en Italia.
Precisamente a la querida nación italiana quiero dedicarle unas palabras llenas de esperanza
para que, en el continuo clima de incertidumbre social, política y económica, el pueblo italiano
no ceda al desaliento y a la tentación del enfrentamiento, sino que redescubra los valores de la
atención recíproca y la solidaridad sobre los que se funda su cultura y su convivencia
ciudadana, y que son fuente de confianza tanto en el prójimo como en el futuro, sobre todo
para los jóvenes.
Pensando en la juventud, deseo mencionar mi viaje a Corea, donde, el pasado mes de agosto,
me encontré con miles de jóvenes en la VI Jornada Mundial de la Juventud Asiática y donde
recordé que es necesario valorar a los jóvenes, ''intentando transmitirles el legado del pasado
aplicándolo a los retos del presente''. Para eso, es necesario reflexionar ''sobre el modo
adecuado de transmitir nuestros valores a la siguiente generación y sobre el tipo de mundo y
sociedad que estamos construyendo para ellos''.
Esta tarde tendré la alegría de volver a Asia, para visitar Sri Lanka y Filipinas, y mostrar así el
interés y la solicitud pastoral con que sigo los acontecimientos de los pueblos de ese vasto
continente. A ellos y a sus gobiernos, deseo manifestarles una vez más el deseo de la Santa
Sede de contribuir al bien común, a la armonía y a la concordia social. Especialmente, espero
que se retome el diálogo entre las dos Coreas, países hermanos, que hablan la misma lengua.
Al inicio del nuevo año, no queremos, sin embargo, que nuestra mirada quede dominada por el
pesimismo, los defectos y las deficiencias de nuestro tiempo. Queremos también dar las
gracias a Dios por lo que nos ha dado, por los beneficios que nos ha dispensado, por los
diálogos y los encuentros que nos ha concedido y por algunos frutos de paz que nos ha dado la
alegría de saborear.
Una clara demostración de que la cultura del encuentro es posible, la he experimentado
durante mi visita a Albania, una nación llena de jóvenes, que son esperanza de futuro. A pesar
de las heridas de su historia reciente, el país se caracteriza por ''la convivencia pacífica y la
colaboración entre los que pertenecen a diversas religiones'', en un clima de respeto y
confianza recíproca entre católicos, ortodoxos y musulmanes. Es un signo importante de que la
fe sincera en Dios abre al otro, genera diálogo y contribuye al bien, mientras que la violencia
nace siempre de una mistificación de la religión, tomada como pretexto para proyectos
ideológicos que tienen como único objetivo el dominio del hombre sobre el hombre. Asimismo,
en el reciente viaje a Turquía, puente histórico entre Oriente y Occidente, he podido constatar
los frutos del diálogo ecuménico e interreligioso, además del compromiso a favor de los
refugiados provenientes de otros países de Oriente Medio. He encontrado este mismo espíritu
de acogida en Jordania, país que visité al inicio de mi peregrinación a Tierra Santa, así como
en los testimonios que me llegan del Líbano, al que deseo que pueda superar las dificultades
políticas actuales.
Un ejemplo que aprecio particularmente de cómo el diálogo puede verdaderamente edificar y
construir puentes es la reciente decisión de los Estados Unidos de América y Cuba de poner fin
a un silencio recíproco que ha durado medio siglo y de acercarse por el bien de sus
ciudadanos. En este mismo sentido, dirijo un pensamiento al pueblo de Burkina Faso, que está
pasando por un período de importantes transformaciones políticas e institucionales, para que
un renovado espíritu de colaboración pueda contribuir al desarrollo de una sociedad más justa
y fraterna. Quiero destacar también con satisfacción la firma, el paso mes de mayo, del
Acuerdo que pone fin a largos años de tensión en Filipinas. Igualmente, animo los esfuerzos
realizados para lograr una paz estable en Colombia, así como las iniciativas encaminadas a
restablecer la concordia en la vida política y social de Venezuela. Sin olvidar los esfuerzos
realizados hasta el momento, espero que se pueda llegar cuanto antes a un entendimiento
definitivo entre Irán y el así llamado Grupo 5+1, sobre el uso de la energía nuclear para fines
pacíficos. Me llena de satisfacción también la decisión de los Estados Unidos de cerrar la
cárcel de Guantánamo, para lo cual algunos países han manifestado generosamente su
disponibilidad para acoger a los presos, lo cual les agradezco de corazón.Finalmente, deseo
expresar mi reconocimiento y animar a todos aquellos países que están comprometidos
activamente en la consecución del desarrollo humano, la estabilidad política y la convivencia
civil entre sus ciudadanos.
El 6 de agosto de 1945, la humanidad asistía a una de las catástrofes más tremendas de su
historia. De un modo nuevo y sin precedentes, el mundo experimentaba hasta qué punto podía
llegar el poder destructivo del hombre. De las cenizas de aquella terrible tragedia que ha sido la
segunda Guerra mundial surgió una voluntad nueva de diálogo y de encuentro entre las
naciones que dio vida a la Organización de las Naciones Unidas, cuyo 70º Aniversario
celebraremos este año. En la visita que realizó al Palacio de Cristal mi predecesor, el Beato
Pablo VI, hace ya cincuenta años, recordaba que ''la sangre de millones de hombres, que
sufrimientos inauditos e innumerables, que masacres inútiles y ruinas espantosas sancionan el
pacto que les une en un juramento que debe cambiar la historia futura del mundo. ¡Nunca
jamás guerra! ¡Nunca jamás guerra! Es la paz, la paz, la que debe guiar el destino de los
pueblos y de toda la humanidad''.
También yo pido lo mismo para el nuevo año, en el que además culminarán dos importantes
procesos: la redacción de la Agencia del Desarrollo post-2015, con la adopción de los Objetivos
del desarrollo sostenible, y la elaboración de un nuevo Acuerdo sobre el clima, que es algo
urgente. Su condición indispensable es la paz, que proviene de la conversión del corazón,
antes incluso que del final de las guerras.
Con estos sentimientos, les deseo de nuevo a cada uno de ustedes, a sus familias y a sus
conciudadanos, un año 2015 de esperanza y de paz''.
Papa, Ángelus: un cristiano sordo a la
voz del Espíritu es un cristiano mudo que
no evangeliza
2015-01-12 Radio Vaticana
(RV).- En el domingo del Bautismo del Señor, que concluye el tiempo de Navidad, el Papa
Francisco se refirió al pasaje del Evangelio que describe lo sucedido en la orilla del Jordán:
cuando Juan el Bautista bautiza a Jesús, el cielo se abre.
Con el evento del Bautismo de Jesús terminó el tiempo de los 'cielos cerrados' - explicó el Santo Padre
– que indican la separación entre Dios y el hombre como consecuencia del pecado. "Los 'cielos abiertos'
en cambio - dijo - indican que Dios ha donado su gracia para que la tierra de su fruto. De este modo la
tierra se transforma en la morada de Dios entre los hombres y cada uno de nosotros tiene la posibilidad
de encontrar al Hijo de Dios. Lo podemos encontrar realmente presente en los sacramentos,
especialmente en la Eucaristía. Lo podemos reconocer en el rostro de nuestros hermanos, en particular
en los pobres, en los enfermos, en los encarcelados, en los prófugos que son, la carne viva del Cristo
sufriente y la imagen visible del Dios invisible”.
El Papa Bergoglio destacó además que el Espíritu Santo, que animó la vida y el ministerio de Jesús, es el
mismo que guía la existencia cristiana y afirmó que “un cristiano y una comunidad "sordos" a la voz del
Espíritu Santo que nos impulsa a llevar el Evangelio hasta los confines de la tierra, se transforman
también en un cristiano y una comunidad “mudos” que no hablan y no evangelizan.
El Papa concluyó pidiendo a la Madre de Dios que acompañe el camino de todos los bautizados para
crecer en el amor hacia Dios y en la alegría de servir al Evangelio.
Y al saludar a los peregrinos presentes en la plaza de San Pedro, Francisco recordó que mañana inicia su
viaje apostólico a Sri Lanka y Filipinas y les pidió que lo acompañen con su oración.
(MCM-RV)
TEXTO COMPLETO DEL MENSAJE DEL PAPA
Queridos hermanos y hermanas, buenos días.
Hoy celebramos la fiesta del bautismo del Señor, con el cual concluye el tiempo de Navidad. El
Evangelio describe lo que sucede a orillas del Jordán. En el momento en el cual Juan el Bautista confiere
el bautismo a Jesús, el cielo se abre. «Enseguida – dice san Marcos – al salir del agua, vio que los cielos
se abrían» (1,10). Viene a la mente la dramática súplica del profeta Isaías: «Si tu abrieras los cielos y
bajaras» (Is 63,19). Esta invocación ha sido escuchada en el evento del Bautismo de Jesús. Así se ha
terminado el tiempo de los “cielos cerrados”, que indican la separación entre Dios y el hombre, como
consecuencia del pecado. El pecado nos aleja de Dios e interrumpe la relación entre la tierra y el cielo,
determinando así nuestra miseria y el fracaso de nuestra vida. Los cielos abiertos indican que Dios ha
donado su gracia para que la tierra de sus frutos (Cfr. Sal 85,13). Así la tierra se ha convertido en la
morada de Dios entre los hombres y cada uno de nosotros tiene la posibilidad de encontrar el Hijo de
Dios, experimentando todo el amor y la infinita misericordia. Lo podemos encontrar realmente presente
en los Sacramentos, especialmente en la Eucaristía. Lo podemos reconocer en el rostro de nuestros
hermanos, en especial en los pobres, en los enfermos, en los encarcelados, en los prófugos: ellos son la
carne viva de Cristo sufriente e imagen visible del Dios invisible.
Con el bautismo de Jesús no solo se abren los cielos, sino Dios habla nuevamente haciendo resonar su
voz: «Tu eres mi Hijo amado: en Ti me he complacido» (Mc 1,11). La voz del Padre proclama el misterio
que se esconde en el Hombre bautizado por el Precursor.
Luego, la venida del Espíritu Santo, en forma de paloma, esto consiente a Cristo, el Consagrado del
Señor, inaugurar su misión salvífica, que es nuestra salvación. El Espíritu Santo – el gran olvidado en
nuestras oraciones: nosotros frecuentemente rezamos a Jesús, oramos al Padre, especialmente cuando
rezamos el Padre Nuestro, pero no rezamos frecuentemente al Espíritu Santo, es verdad. ¿No? Es el
olvidado. Y tenemos necesidad de pedir su ayuda, su fortaleza, su inspiración – el Espíritu Santo que ha
animado enteramente la vida y el ministerio de Jesús, es el mismo Espíritu que hoy guía la existencia
cristiana, la existencia de un hombre y de una mujer que dicen y que quieren ser cristianos. Poner bajo la
acción del Espíritu Santo nuestra vida de cristianos y la misión, que todos hemos recibido en virtud del
bautismo, significa redescubrir el coraje apostólico necesario para superar fáciles comodidades mundanas.
En cambio, un cristiano y una comunidad “sordos” a la voz del Espíritu Santo, que nos impulsa a llevar el
Evangelio hasta los confines de la tierra y de la sociedad, se hacen también un cristiano y una comunidad
“mudos” que no hablan y no evangelizan. Pero, recuerden esto: rezar frecuentemente al Espíritu Santo
para que nos ayude, nos de la fuerza, nos de la inspiración y nos haga ir adelante.
María, Madre de Dios y de la Iglesia, acompañe el camino de todos nosotros bautizados; nos ayude a
crecer en el amor hacia Dios y en la alegría de servir al Evangelio, para dar así sentido pleno a nuestra
vida.
(Traducción del italiano: Renato Martinez - RV)
SALUDOS DEL PAPA AL FINALIZAR LA ORACIÓN MARIANA
Queridos hermanos y hermanas,
¡Los saludo a todos ustedes, romanos y peregrinos!
Con mucho gusto saludo al grupo de estudiantes de los Estados Unidos de América, como también a la
Asociación de Laicos Amor Misericordioso. Hay tanta necesidad hoy de misericordia, y es importante
que los fieles laicos lo vivan y lo lleven a los diversos ambientes sociales. Adelante, nosotros estamos
viviendo el tiempo de la misericordia, este es el tiempo de la misericordia.
Mañana por la tarde partiré para un viaje apostólico en Sri Lanka y en las Filipinas. Gracias de sus
saludos en ese cartel, muchas gracias. Y les pido por favor de acompañarme con la oración y pido
también a los esrilanqueses y a los filipinos que están aquí en Roma de orar especialmente por mí, por
este viaje. ¡Gracias!
Les deseo a todos buen domingo, a pesar de que el tiempo está un poco feo, pero un buen domingo. Y
también hoy es un día para recordar con alegría el bautismo. Recuerden aquello que les he pedido,
busquen la fecha de su Bautizo así cada uno de nosotros podrá decir: yo he sido bautizado en este día.
Que hoy sea la alegría del Bautismo. No se olviden de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta la vista!
(Traducción del italiano: Renato Martinez - RV)
BEUCHOT, Mauricio
Charles Sanders Peirce
Semiótica, iconicidad y analogía
En el presente estudio sobre Charles Sanders Peirce (Cambridge, 1839 - Milford, 1914), Mauricio
Beuchot (Torreón, 1950) interpreta los rasgos principales de la filosofía de este pensador estadounidense.
Aborda temas como su filosofía del lenguaje, su semiótica, su lógica, su ontología y algunos aspectos
más. Según hace notar Beuchot, Peirce es uno de los grandes genios de la filosofía moderna. De ahí la
importancia de señalar algunos puntos sobresalientes que indican la utilización del concepto de analogía,
por ejemplo, la iconicidad, es decir, lo propio del signo icónico. Esta obra no es sólo un estudio sobre la
actividad filosófica de Charles Sanders Peirce, es una reflexión desde la hermenéutica analógica de
Mauricio Beuchot. Por ello, el presente estudio cobra doble relevancia desde el punto de vista filosófico
contemporáneo.
LESSING, Gotthold Ephraim
Laocoonte
o sobre los límites de la pintura y la poesía
Esta obra trata sobre las fronteras de la pintura y la poesía, sobre sus posibilidades y sobre muchos otros
temas relativos al arte antiguo que Lessing plantea como “incidentales”, pero que, de hecho, le sirven para
realizar una crítica a varios de los grandes autores de su época, entre ellos a Winckelmann. En el
Laocoonte, Lessing cuestiona la identificación que algunos autores de su época hacían entre poesía y
pintura, que va, a su entender, en menoscabo de ambas. Las observaciones incidentales lo llevan a
mostrar por qué poesía y pintura se alejan una de otra al imitar, en razón de su propia naturaleza ‒–una
más apta para lo temporal y otra para lo espacial–‒, que impone límites a cada una de las artes. Para
ejemplificar sus argumentos se basa en el caso del Laocoonte, que da título al libro, comparando la
descripción de Virgilio con la estatua que lo representa. Lessing utiliza muchísimos otros ejemplos,
sumamente eruditos, para mostrar cuáles son las relaciones ideales entre poesía y pintura, y para subrayar
la idea de que, entre los antiguos, la belleza era la ley más alta de las artes plásticas, a la que había que
subordinar cualquier otra consideración, incluida la misma expresión.
La aportaciones de Teilhard forman ya
parte del patrimonio cultural humano
En abril se cumplen los 60 años del fallecimiento del
científico y filósofo que propuso una espiritualidad
cósmica
En abril de 2015, un nutrido grupo de entidades internacionales
recordarán la fecha del fallecimiento de Pierre Teilhard de Chardin
(1881-1955). El Teilhard Project pretende recuperar y potenciar aquellas
dimensiones de Teilhard que forman ya parte del patrimonio cultural de
la humanidad. Tal vez sea la propuesta de una espiritualidad cósmica el
rasgo más rompedor de Pierre Teilhard de Chardin, uno de los
personajes del siglo XX sobre el que se ha escrito más y sobre el que las
plumas apasionadas han descargado más alabanzas y más críticas. Por
Agustín Udías Vallina.
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Pierre Teilhard de Chardin en 1955. Fuente: Wikipedia.
El 10 de abril de 2015 fallecía en Nueva York de forma súbita Pierre Teilhard de Chardin (1881-1955).
Había nacido en 1881 y pasó una parte importante de su vida trabajando como geólogo y paleontólogo en
China. Científico innovador, filósofo heterodoxo, místico jesuita y poeta deslumbrante sigue siendo un
hombre discutido.
El llamado Teilhard Project, con ocasión de los 60 años de su fallecimiento, ha unificado muchos
esfuerzos humanos para recuperar su legado para el nuevo milenio. En este ensayo sintetizamos algunos
rasgos de la espiritualidad de este personaje histórico y recogemos materiales procedentes de un Master
en espiritualidad ignaciana, que con el título “La espiritualidad de Teilhard de Chardin. Una espiritualidad
desde la visión científica del mundo”, fue estudiado por los asistentes al mismo durante 2014.
Una cosmovisión evolutiva
Como sacerdote y como jesuita, la mayor preocupación de Teilhard fue siempre cómo integrar el
pensamiento cristiano dentro de la nueva cosmovisión presentada por las ciencias de un mundo en
evolución. Esta preocupación está ya presente en sus primeros escritos de juventud, continuará hasta las
últimas páginas escritas unos días antes de su muerte y se apoya en las dos columnas que soportan toda
su vida, su trabajo científico y su experiencia mística.
Pierre Teilhard de Chardin, después de su entrada en la Compañía de Jesús, mantuvo este interés por la
ciencia y la espiritualidad; y entre 1905 y 1908 fue profesor de ciencias en el colegio de los jesuitas en el
Cairo, donde empezó a realizar trabajos de campo de geología. Terminada su licenciatura en ciencias
naturales en París en 1919 empieza su docencia de geología en el Institut Catholique que tendrá que
interrumpir pronto.
En 1923 Teilhard realiza su primer viaje a China, donde trabaja en la geología del norte de China y
Mongolia. A partir de este primer viaje su vida queda vinculada al trabajo geológico y paleontológico en
China. A partir de 1939, Teilhard es ya una figura reconocida en los círculos científicos, realiza viajes a
Francia y Estados Unidos, y lleva a cabo en colaboración con otros científicos, trabajos de campo, además
de en China, en Cachemira, Java, Birmania y África del Sur, vinculando su trabajo cada vez a los
estudios sobre los orígenes del hombre.
Fuentes ignacianas
Teilhard separó claramente su trabajo científico de su reflexión religiosa, y de esta forma en sus más de
200 artículos científicos no se menciona para nada el problema religioso. Como científico fue un
verdadero científico, reconocido por sus trabajos de geología y paleontología. Sin embargo, para él el
trabajo científico constituía ya en sí mismo una forma de adoración y afirma que ciencia y religión
forman dos caras de un mismo movimiento de conocimiento de la realidad. El encontraba en el trabajo
científico una forma de alimento espiritual. Es al mismo tiempo que su trabajo científico que Teilhard
realiza una continua producción de su pensamiento filosófico y religioso, detrás del cual se encuentra una
verdadera experiencia mística.
Las notas de sus Ejercicios Espirituales, nos permiten constatar cómo estas ideas, son también las
constantes que año tras año forman el núcleo de su oración y meditación. En estas notas encontramos que
su visión de Cristo y del mundo no es solo un pensamiento teórico para presentarlo a los demás, sino el
motor y centro de toda su vida espiritual. Año tras año sus Ejercicios se centran en las mismas ideas. El
Cristo-Omega aparece ya en sus notas de 1922 y se repite en todos los demás años.
En 1940 aparece el término “omegalizar” para expresar la unión del universo con el Cristo total, y al año
siguiente presenta las dos perspectivas, que a partir de esa fecha se convierten en el resumen de su
actividad: “universalizar a Cristo y Cristificar el universo”.
Toda su vida la concibe Teilhard como una fidelidad al Cristo-Omega. Finalmente en 1950 expresa que
en su vida no debe entrar nada que no sea “Cristificable” y muestra su preocupación por “acabar bien, es
decir, en plena confesión y en plena fe al Cosmos y al Cristo-Omega. Terminar bien, es decir, haber
tenido tiempo y ocasión de formular mi mensaje esencial, la esencia de mi mensaje”. En el último día de
sus últimos ejercicios en 1954 resume toda su visión con una sola palabra “Pan-Cristismo ”.
Textos clave para entender la espiritualidad de Teilhard
El desarrollo de la espiritualidad de Teilhard puede seguirse a través de los textos claves que van desde el
primer escrito durante la guerra al último unos meses antes de su muerte.
Las líneas fundamentales están ya presentes en el primer escrito, pero no se desarrollarán con toda
claridad hasta el último y definitivo. Estos libros son: La Vie Cosmique (1916) (La Vida Cósmica), Mon
Universe (1918) (Mi Universo), La Messe sur le Monde (1923) (La Misa sobre el Mundo), Le Milieu
Divin (1927) (El Medio Divino); Comment je crois (1934) (Como yo Creo), Le Phenoméne Humain
(1947) (El fenómeno Humano); Le coeur de la matiere (1950) (El Corazón de la Materia) y Le
Christique (1955) (Lo Crístico).
Estos textos claves nos servirán para establecer las líneas generales de la espiritualidad de Teilhard y el
papel que en ellas juega la visión científica del mundo. En definitiva, una vida en búsqueda de Dios.
Hijo de la Tierra e hijo del Cielo
Teilhard repite a menudo que se siente al mismo tiempo un “hijo de la Tierra ” (la Tierra aparece siempre
en mayúsculas) y un “hijo del Cielo”. Así afirma: “Yo amo apasionadamente al Mundo, pero yo amo con
el mismo apasionamiento al Dios que se expresa a sí mismo en Cristo”.
La base de su espiritualidad está, por lo tanto, en la síntesis de estos dos amores que se realiza en el
Cristo-Universal en donde se unen los dos y cuyo sentido veremos más adelante. Estos dos polos están
siempre presentes en su vida y los intenta sintetizar.
Los dos procesos para realizar esta síntesis son Cristificar el Universo y Universalizar a Cristo . Por un
lado el universo necesita de Cristo para llegar a su última perfección. Sin Cristo el universo está sin
cabeza, le falta la pieza clave que culmine y aguante todo el edificio. Por otro lado Cristo solo puede
entenderse del todo como, precisamente, el Alfa y Omega de este Universo.
Es decir, Cristo está como creador y a través de su Encarnación como fin último o Punto Omega al que
tiende el universo y hacia el que el universo es atraído para su culminación. Cristo encarnado no puede
entenderse separado del universo material en el que se ha hecho presente.
El papel de la ciencia
Teilhard es consciente del papel que tiene en el mundo moderno la ciencia y la tecnología como las dos
grandes fuerzas que mueven hoy el progreso humano. Teilhard habla poco de la tecnología ya que la
considera incluida en la ciencia que el considera en un sentido amplio.
Por eso cuando Teilhard habla de la ciencia se ha de incluir también la tecnología. En el mundo moderno
la ciencia es, según él, el Grande Affaire du Monde, y constituye “una función humana tan vital como la
nutrición y la reproducción”. Esto hay que entenderlo dentro de su visión evolutiva del mundo. Para el la
evolución cómica que se prolonga en la biológica sobre la tierra tiene su continuación en la evolución
humana. Al nivel humano, es decir, de la “Noosfera ”, o capa consciente y pensante de la Tierra el
trabajo científico ocupa la punta de la evolución.
Es a través de la ciencia que hoy progresa la evolución humana. Vista la ciencia desde esta perspectiva y
teniendo en cuenta que la evolución va hacia el Punto Omega que Teilhard ha identificado con el Cristo
de la fe, él puede afirmar: “No hay un alimento natural más poderoso para la vida religiosa que el
contacto con las verdades científicas bien comprendidas”. Es decir, la ciencia misma es un factor
importante en la vida religiosa. Nos muestra el camino de búsqueda de los hombres que en realidad,
aunque inconscientemente va en la dirección de su convergencia en Cristo.
En un paso más adelante Teilhard afirma: “La investigación científica es una forma de adoración en ella
se esconde y opera alrededor nuestro el poder creador de Dios”. Este carácter de adoración de la ciencia
nace de ver como la ciencia nos va descubriendo la naturaleza del universo y la dinámica de su evolución
que tiene como fin último su perfección última por su unión en el divino Punto Omega que es el Cristo
Cósmico.
Desde el punto de la ciencia como trabajo de los hombres Teilhard la ve como el esfuerzo común de la
humanidad que consciente o inconscientemente la va llevando hacia su fin último. De esta manera puede
decir: En la ciencia se elabora “la sola mística humano-cristiana que puede hacer en el futuro una
unanimidad humana”. El esfuerzo común de la ciencia va llevando a la humanidad hacia su unificación, a
través del proceso que Teilhard llama de socialización. Así para él el trabajo científico en sí mismo tiene
un valor religioso.
Líneas maestras de una propuesta de espiritualidad
En su ensayo Comment je crois (1934) en el que Teilhard trata de formular las líneas generales de su
espiritualidad pone al principio como síntesis las siguientes líneas:
Je crois que l’Univers est une Évolution
Je crois que l’Évolution va vers l’Esprit
Je crois que l’Esprit s’achève en du Personnel
Je crois que le Personnel suprême est le Christ-Universel [Yo creo que el Universo es una Evolución/ Yo
creo que la Evolución se dirige hacia el Espíritu/Yo creo que el Espíritu se apoya en lo Personal/ Yo creo
que lo Personal supremo es el Cristo Universal].
En estas cuatro líneas está resumido todo su pensamiento. Comienza con la visión evolutiva del universo
que la ciencia ha descubierto, desde el big-bang a la vida inteligente sobre la tierra. Evolución que
continúa hoy a nivel de la noosfera. La evolución descubre la dirección de la materia al espíritu. El
espíritu tiene su culminación en lo personal, por eso el Punto Omega hacia el que la evolución progresa
debe tener una dimensión personal. Ese personal supremo culmen de toda la evolución es el Cristo-
Universal. Por ello, todo ser humano se siente inclinado a adorar y confiar.
Teilhard de Chardin en 1947. Fuente: Archivo de los jesuitas de Francia.
Materia y Espíritu
Teilhard rechaza todo dualismo materia-espíritu y presenta un concepto unificado de materia que incluye
en sí misma la dimensión espiritual. Esta dimensión está relacionada con la “complejidad”. A mayor
complejidad mayor dimensión espiritual.
El materialismo busca entender al hombre solo desde la materia. Teilhard sigue el camino contrario busca
entender la materia desde el hecho de la presencia de la consciencia en el ser material que es el hombre.
Si el hombre es un ser material autoconsciente, esta cualidad de la consciencia tiene que estar de alguna
manera también presente en toda la materia.
Esto le lleva a proponer la idea de que en la materia hay un “interior” además de un “exterior”. El
interior de la materia está ligado a la complejidad, de forma que al aumentar ésta, aumenta también su
grado de interioridad. La complejidad, a su vez, está relacionada con la consciencia y la dimensión
espiritual.
El incremento en complejidad en la evolución se identifica con una mayor dimensión espiritual. A este
doble carácter de la materia (interior y exterior) corresponden también dos tipos de energía: una energía
“tangencial”, que corresponde a la energía física con la que las cosas interaccionan unas con otras a su
mismo nivel y otra energía “radial” o “espiritual”, que es responsable de la convergencia de la evolución
de la materia en la línea de una mayor complejidad y una mayor consciencia, es decir, en la dirección del
espíritu.
Para Teilhard estos dos tipos de energía son en realidad los dos componentes de una sola energía
fundamental que incluye ambas. El camino de la evolución es el de lo múltiple a la unidad. La evolución
progresa hacia el espíritu. Esta dimensión puede seguirse en su famoso “Himno a la Materia”.
El Cristo Cósmico
Las ciencias han demostrado que el universo está sujeto a una evolución en la línea del incremento de
complejidad desde las partículas elementales a la vida y la conciencia en el hombre.
Según Teilhard esta evolución debe converger en un Punto Omega, que debe ser transcendente y
personal. Por otro lado, la fe nos dice que ese Punto Omega es Cristo por su encarnación y
resurrección. Cristo es así el centro cósmico de la creación.
El Dios transcendente que se ha formulado tradicionalmente como “el Dios en lo Alto” es también “el
Dios en Adelante”, es decir, el centro hacia el que tiende toda la evolución.
Si el universo es convergente y Cristo ocupa la función de Centro-Omega la cosmogénesis se convierte en
una Cristogénesis. Toda la evolución es, por lo tanto, un proceso por el cual se va construyendo el cuerpo
de Cristo. No se puede pensar en el universo sin su centro en Cristo, ni en Cristo sin formar el centro del
universo. Su acción cósmica es la que hace converger todo hacia sí mismo.
El Cristo universal
Otra formulación de Teilhard es la del “Cristo-Universal ”. En su ensayo Note sur le Christ universel
(1920) lo define de la siguiente forma:
“Yo entiendo por Cristo-Universal, el Cristo centro orgánico del universo entero- Centro orgánico, es
decir, del que dependen físicamente todos los desarrollos del universo entero… no solo de la tierra y la
humanidad, mas de Sirio y Adromeda y todas las realidades de las que dependemos físicamente; … no
solo los esfuerzos morales y religiosos, sino todo crecimiento del cuerpo y el espíritu. Este Cristo-
Universal es el que nos presentan los evangelios, en especial S. Pablo y S. Juan. Aquel del que han vivido
los grandes místicos”.
La divinización de las actividades
Desde su visión Cristocéntrica del universo y el hombre Teilhard reformula la ascética cristiana como un
proceso de divinización de las actividades y las pasividades. En esta formulación hay que superar el
esquema tradicional de la buena intención en la que los fines terrestres en sí no valen nada, sino solo
como ocasión de medios a un fin sobrenatural.
El esfuerzo hay que considerarlo ahora como cooperación a la realización del Mundo en Cristo. Por lo
tanto, las obras mismas tienen un valor en sí como parte de la evolución del mundo hacia su culminación
en Cristo. En virtud de la Encarnación por la que Dios entra en la evolución del universo y ocupa el lugar
del centro hacia el que todo tiende, nada es profano. Todas las acciones son partes de la construcción del
Cuerpo de Cristo. Pero la acción implica también el desprendimiento de lo que nos estorba o impide ese
proceso. (Le milieu Divin, 1927, pág. 31-65). Esta presentación, inspirada en un texto de Teilhard,
expresa esta aspiración:
La divinización de las pasividades
Las pasividades, es decir todo lo negativo que nos sucede, forman la mitad de la existencia humana. Las
pasividades de disminución que nos afectan pueden ser externas e internas. Ellas forman parte también
del proceso de la evolución hacia la formación del Cuerpo de Cristo. Lo que parece vacío y pluralidad es
en realidad instrumento de plenitud y unidad. En la vida hay un tiempo de crecer y un tiempo de
disminuir. Los dos colaboran a la construcción del Cristo Total. Hay una comunión por la acción y otra
por la disminución. En la segunda en lugar de actuar nosotros, es Dios el que actúa en nosotros.(Le Milieu
Divin, 1927, 71-101)
El Medio Divino. La diafanía de Dios
El Medio Divino es un Centro en el que se unen y tocan todos los elementos del Universo. En un mundo
animado por la Encarnación, el Medio Divino se nos descubre como una modificación del ser profundo de
las cosas. El mundo aparece bañado por una luz interna que le intensifica el relieve, la estructura y las
profundidades.
Por la síntesis en Jesús de todos los elementos del mundo por su Encarnación, se produce la Diafanía de
Dios en el Universo. El Medio Divino se nos manifiesta como una incandescencia de las capas interiores
del ser. Todo queda penetrado de la presencia de Cristo.
Así, la presencia del Medio Divino está por todas partes en torno nuestro, solo hace falta que le veamos
(Domine, fac ut videam). El camino dentro del Medio Divino se lleva a cabo por la pureza, fe y fidelidad.
El objetivo es la comunión en la caridad en la que todos formamos un solo cuerpo. (Le Milieu Divin,
1927, 133-191) Esta presentación incide en esta espiritualidad.
La Misa sobre el Mundo
En esta oración de Pierre Teilhard de Chardin, inspirada en su texto El Sacerdote (1918) y reelaborada en
1923 encontramos el aspecto eucarístico de la espiritualidad de Teilhard. Está en el Desierto de Ordos,
en Mongolia. Parece que era el día de la Transfiguración del Señor. No tiene pan ni vino para la
Eucaristía. Y ofrece en la patena del Universo todo lo que supone wel esfuerzo humano.
El Mundo es ahora la Hostia total que se transforma en cada celebración Eucarística en el Cuerpo y
Sangre de Cristo. Esta oración puede considerarse como resumen de toda su espiritualidad.
Ofrenda : Recibe, Señor, esta Hostia total que la Creación transformada por vuestra atracción te ofrece en
la nueva aurora. Este pan, nuestro esfuerzo. Este vino nuestro dolor.
Consagración : El Fuego, una vez más ha penetrado la Tierra. El Universo, hostia inmensa se ha
convertido en Carne. Toda la materia está desde ahora encarnada, Dios mío, por vuestra encarnación.
Comunión : Yo extenderé la mano hacia el pan ardiente que me presentas. Señor Jesús, yo acepto ser
poseído por ti. Cómo rehusaré este cáliz, Señor, cuando por el pan ha entrado en mi la pasión por unirme
a ti más lejos de la vida, a través de la muerte.
Oración : Maestro, por fin, a través de todos los poderes de la Tierra te reconozco como mi soberano y
me entrego a ti. Cristo glorioso, influencia difusa en el seno de la Materia y Centro deslumbrador donde
se unen la fibras sin número de lo Multiple .. Es a ti a quien mi ser llama con un deseo tan grande como el
Universo.
Lo Crístico
El último ensayo escrito antes de su muerte Le Cristique (1955) representa una última versión de su
visión sobre el Mundo y Cristo. Es una síntesis entre la convergencia cósmica y la emergencia crística.
Por un lado la ciencia ha descubierto la evolución cósmica en la dirección de Complejidad-Conciencia de
dimensiones planetarias que continúa a nivel humano y debe ser convergente. La fe cristiana descubre la
inserción de Cristo en el proceso de la evolución por la encarnación que se expande por su resurrección
para integrar en un solo cuerpo toda la humanidad. El universo y Cristo se completan y conjugan en un
universo cristificado.
Se realiza así la consumación del Universo por Cristo y la de Cristo por el Universo. Con un Universo
cristificado o un Cristo universalizado aparece un super-medio evolutivo, el Medio Divino. Lo Crístico es
la unión y síntesis de las exigencias cósmicas de un Verbo encarnado y las potencialidades de un
Universo convergente.
Conclusión: Teilhard místico
La espiritualidad de Teilhard no era solo el resultado de una reflexión teológica, sino sobre todo el fruto
de una experiencia mística, en la que la presencia y acción de Cristo llenan el universo evolutivo. Para él
ni Cristo puede concebirse separado del universo, ni el universo separado de Cristo. Teilhard vivió con
pasión esta presencia y acción de Cristo en el mundo y se esforzó por comunicarla desde su trabajo
científico, de todas las formas posibles, a pesar de todos los obstáculos e incomprensiones que encontró.
Bibliografía:
Boudignon, P. (2008), Pierre Teilhard de Chardin. Sa vie, son oeuvre, sa reflexión. Paris: Cerf.
Crespy, P. (1961). La pensée théologique de Teilhard de Chardin, Paris : Éditions Universitaires;
Cuenot, C. (1967), Pierre Teilhard de Chardin, las grandes etapas de su evolución. Madrid: Taurus;
De Lubac, H. (1962), La pensée religieuse du Père Pierre Teilhard de Chardin. Paris: Aubier;
Héronnière, E. de la (2003). Teilhard de Chardin, une mystique de la traversée. París :Albin Michel ;
King, T. M. (1988). The way of the Christian mystics: Teilhard de Chardin. Wilmington : Michael
Glazier ;
Martelet, G. (2005), Teilhard de Chardin, prophète d’un Christ toujours plus grande. Bruselas : Lessius.
Mooney, C. F. (1968). Teilhard de Chardin and the mystery of Christ. Garden City, N.Y. : Doubleday-
Image,
Rideau, E. (1965). La pensée du Père Teilhard de Chardin. Paris : Éditions du Seuil.
Teilhard de Chardin, P. Oeuvres de; Vol. 1 – 13, (1955-1976). Paris: Éditions du Seuil.
Teilhard de Chardin, P. Notes de retraites, 1919-1954. Paris : Éditions du Seuil
Agustín Udías Vallina, Catedrático de Geofísica en la Universidad Complutense de Madrid, es
colaborador de la Cátedra Ciencia, Tecnología y Religión y de Tendencias21 de las Religiones.
James Joyce: la esencia de la escritura
Carlos Javier González Serrano
13 enero, 2015
Escritor polifacético, en ocasiones incomprendido (la mismísima Virginia Woolf desestimó el
manuscrito de una de sus obras cumbre, e incomprensiblemente nunca estuvo nominado al Nobel), James
Joyce (1882-1941) fue sin duda una de las plumas más importantes del siglo XX literario.
¿Qué sabemos de nuestras obras? La gente puede atribuir a Ulises cosas en las que no pensé nunca, pero
nadie es quien para decir que esas interpretaciones son erróneas: ¿alguno de nosotros es consciente de lo
que está creando?
James Joyce
Alba, prolífica editorial barcelonesa comprometida con la publicación no sólo de buena literatura (os
recomiendo echar un ojo a su inmenso catálogo, que sin duda os tentará), sino también con todo lo que
con ella tenga que ver, nos presentó a mediados del pasa año una novedad original y muy actual. Se trata
de una brillante y muy bien escogida recopilación de citas de James Joyce, a través de cuya lectura se nos
invita a trazar un apasionante recorrido a lo largo y ancho de su concepción sobre temas tan diversos
como el proceso de escritura, el influjo de la imaginación y la inspiración, los estilos literarios o el arte.
Una colección de reflexiones -extraída de los libros, conversaciones, biografías y cartas de y sobre
Joyce- que hará las delicias de cualquier lector interesado en la creación literaria.
En estos tiempos de crisis social y económica, pero también editorial (y cultural en general, si tenemos
en cuenta la considerable reducción, por ejemplo, que ha sufrido la inversión de fondos públicos para
tales menesteres), se habla de una decadencia en el modo de escribir y leer. Se publican demasiados
libros, muchos de ellos de dudosa calidad, y el lector se ve perdido en un marasmo editorial que en
ocasiones es difícil de eludir sin caer presa de algún que otro trastorno psicótico. Y es que, como
explicaba el inmortal autor irlandés, cada momento histórico entrega un tipo de literatura. Y cada
literatura, a su vez, posee un olor característico:
Para crear literatura, un país tiene que tener cierto olor. ¿Qué es lo primero que uno percibe cuando llega
a un país? Su olor, que da una idea exacta de su cultura y penetra en su literatura. Así como Rabelais
huele a Francia en la Edad Media y Don Quijote a la España de la época, Ulises huele al Dublín de mi
tiempo.
En Sobre la escritura, volumen editado por el prestigioso profesor de Lengua y Literatura Inglesa de los
siglos XIX y XX en la Universidad de Turín, Federico Sabatini, encontraremos el parecer de James
Joyce al respecto de asuntos tan peliagudos como los que acabo de mencionar: ¿se hace en la actualidad
buena literatura?, ¿qué es la “buena literatura”?, ¿y la mala?, ¿el escritor nace o se hace?, ¿en qué se
traduce un exceso de publicación de libros para una época y su sociedad?, etc.
El propio Joyce explicaba su cometido de este singular modo en el siguiente fragmento, en el que parece
dividir la creación artística en dos componentes (emocional e intelectual):
En la embriaguez […] en estar siempre ebrio de vida, como dice Rimbaud, […] radica el aspecto
emocional del arte; pero luego está la disposición intelectual, la que lleva a diseccionar la vida. Esto es lo
que más me interesa ahora: llegar al residuo de la verdad sobre la vida, en lugar de magnificar ésta a base
de sentimentalismo, actitud esencialmente falsa. En Ulises he pretendido crear literatura a partir de mi
experiencia, no de un concepto ni de una emoción fugaz.
En el prólogo de esta publicación de Alba, a cargo del profesor Sabatini, éste explica que Sobre la
escritura “pretende ofrecer una panorámica de [las reflexiones de Joyce] en torno al arte y la
literatura, y brindar a los lectores una introducción a sus obras capitales mostrándoles sus opiniones más
personales sobre la escritura y la figura del escritor”.
Cuanto más sujetos estamos a los hechos -escribía Joyce-, cuanto más intentamos causar la impresión
correcta, tanto más nos alejamos de lo fundamental. […] Lo que importa, sin embargo, no es lo que uno
escribe, sino cómo escribe; a mi entender, el escritor moderno debe ser ante todo un aventurero y estar
dispuesto a correr cualquier riesgo y a fracasar en su empeño si hace falta.
Joyce estaba convencido de que si el oficio de escritor estaba expuesto a tan diversas -y a veces
furibundas- críticas, es por su condición dual de arte y ciencia. Por ejemplo, llegó a asegurar que la
literatura, en sus fundamentos mismos, es una ciencia, “es decir -apuntalaba-, si atendemos a la
gramática y a los personajes”. Pero a la vez era consciente de su componente imaginativo y sensitivo:
“Nuestro objeto es la sensación, intensificada hasta lo alucinatorio”. Es por ello que Joyce consideraba
que “un libro no se debe proyectar de antemano: a medida que uno escribe irá tomando forma, sometido a
los impulsos emocionales de cada uno”.
La belleza expresada por el artista no puede causarnos una emoción cinética ni una sensación puramente
física: produce o ha de producir un estado de quietud estética, un terror o una piedad perfecta, una
inmovilidad creada, prolongada y desvanecida por lo que llamo el ritmo de la belleza.
Un volumen imprescindible para los iniciados (y expertos) en las obras del genio irlandés, pero también
para aquellos que deseen conocer -a hombros de gigante- a uno de los creadores más originales del siglo
pasado. Un autor que, a juicio de Sabatini, desarrolló “un lenguaje propio que desdeña las reglas
gramaticales, el orden sintáctico y la puntuación, y crea palabras nuevas combinando diferentes unidades
etimológicas y semánticas en construcciones que encierran infinitos significados”
Las religiones políticas Juan Antonio Martínez de
la Fe
Ficha Técnica
Título: Las religiones políticas
Autor: Eric Voegelin
Autores de la Presentación: Guillermo Graíño y José María Carabante
Edita: Editorial Trotta, Madrid, 2014
Colección: Estructuras y Procesos
Serie: Filosofía
Traducción: Manuel Abella y Pedro García Guirao
Encuadernación: Tapa blanda con solapas
Número de páginas: 143
ISBN: 978-84-9879-534-9
Precio: 13 euros
Nos encontramos ante un libro que, sin ser nuevo en su contenido (su autor falleció en 1985), sí nos
ofrece textos en nuestro idioma, lo que, sin duda, los hace más asequibles, y, lo que es más destacable, la
oportunidad de releerlos en momentos en los que la reflexión que nos aportan es más necesaria.
Guillermo Graíño y José María Carabante son los introductores de la edición. Y son ellos quienes nos
ofrecen el pórtico necesario para acceder, de la mejor manera posible, a la lectura de estos ensayos de
Voegelin, a través de la Presentación que llena las primeras páginas del libro. La titulan Eric Voegelin,
filósofo del orden. Es la mejor descripción de lo que viene a continuación.
¿Qué movió a Voegelin a indagar, filosóficamente, en el entramado de ciertas propuestas políticas y
superar sus paradigmas? Tres conceptos que revisten una indiscutible actualidad: la devaluación del
lenguaje, la manipulación y el desorden social. Eso sí: no hay que olvidar que su trayectoria intelectual se
vertebra sobre su experiencia personal.
En un primer apartado, nos desvelan la postura del autor sobre El totalitarismo como religión. “Voegelin
concluirá que las derivas totalitarias son consecuencia de una ruptura de la tensión hacia lo trascendente,
ruptura que ha volcado la sacralidad dentro de comunidades cerradas.” Para el filósofo, nos dicen, solo se
puede entender cabalmente la historia aprehendiendo en toda su oculta amplitud las enormes
repercusiones acaecidas por los cambios en el equilibrio entre el ámbito de lo sagrado y la esfera de lo
profano.
Aborda un segundo apartado la relación entre Gnosticismo y Modernidad. El interés de Voegelin por el
Gnosticismo nace por la necesidad de ampliar el horizonte simbólico e interpretativo con el que hacer
inteligibles la política y la filosofía de nuestro tiempo. Su tesis sobre esta doctrina se hizo popular en el
pensamiento político neoconservador y en sus doctrinas de la guerra fría.
Los símbolos del orden constituye el tercer apartado de esta Presentación. Fue proyecto de Voegelin la
confección de una historia de los símbolos en los que se apoyan las vivencias humanas de orden, un
repaso por las formas en que el ser humano ha intentado hacer inteligible la estructura de la realidad.
Cuando Voegelin habla de orden, ¿a qué alude realmente? Nos dicen: “El orden, tanto como su antítesis,
el desorden, apunta a la relación del hombre con el fundamento trascendente de su existencia, que puede
configurarse en armonía o disonancia con aquel.”
Finalmente, un último apartado: Hacia una teoría de la conciencia. Voegelin alcanzó a comprender la
imposibilidad de su proyecto inicial de confeccionar una historia de los símbolos, dada la amplitud de las
simbolizaciones culturales, lo que la haría incompleta y fragmentaria; por lo que empeñó sus esfuerzos
intelectuales en delimitar una teoría de la conciencia, resultado final de todas sus inquietudes políticas,
filosóficas e históricas.
Unas líneas de estos autores, muy esclarecedoras, nos compendiarán bien lo que se ha venido exponiendo
hasta aquí: “Es precisamente la tensión entre lo mundano y lo trascendente, elevada a conciencia por el
filósofo, la que engendra el orden y la armonía, tanto espiritual como política.” Y: “en el agnosticismo la
tensión se cancela y aflora esa conciencia servil de alienación que precede a la revuelta contra lo
trascendente.”
Las religiones políticas
Tras esta necesaria Presentación, el libro aborda el primero de los ensayos de su contenido, aquel que le
da título: Las religiones políticas. Se abre con un Prólogo del autor, Eric Voegelin, fechado en
Massachussets durante la primavera de 1938, en el que, ante las posturas de diferentes personalidades
sobre sus planteamientos, explica las causas que originaron el nacionalsocialismo y las razones de su
postura personal en contra de esta teoría.
Un apretado resumen del contenido sería que el poder viene de Dios y el pueblo lo acepta; un poder que
viene manifestado por los gobernantes, hasta que el pueblo entiende que tal poder emana de sí mismo,
sustituyendo a Dios por la ciencia; pero, no puede eludir seguir haciendo uso de la simbología religiosa
presente en aquel primer estadio.
Y entra en materia, explicando desde el inicio El problema, que no es otro que el considerar que religión
y política son organizaciones de diferente índole, cuando no es así ya que los conceptos de lo religioso y
lo político han ido a la zaga de las instituciones y sus símbolos. Y aclara que “para entender
adecuadamente qué son las religiones políticas, debemos ampliar el concepto de religión, de forma tal que
bajo él no solo caigan las religiones de salvación, sino también aquellos otros fenómenos que, en el
desarrollo del Estado, creemos reconocer como religiosos.” Y, simultáneamente, hay que analizar el
concepto de Estado, de manera que no solo recoja la idea de organización secular y humana, sino aspectos
que corresponden al ámbito de lo religioso.
Define Estado: “es la unidad organizativa de un grupo de seres humanos sedentarios, dotada de poder
soberano originario.” Y se extiende en ir aclarando cada uno de los términos de esta definición; una
definición que, a su juicio, es incompleta si no se recurre a las fuentes históricas de las que surge,
profundizando en las concepciones de Hegel.
No es tan concreto a la hora de referirse a la religión, a la que considera fruto de una experiencia vivencial
íntima, basada en las emociones que tienen que ver con la condición de criatura; unas emociones, eso sí,
que son profundas a diferencia de las más habituales, que son superficiales.
Así, pues, hace un recorrido histórico sobre los vínculos entre religión y estado, remontándose a la
primera religión política profesada por un gran pueblo civilizado: el culto al sol, del que su principal
figura es Akhenatón.
Partiendo de este análisis histórico, caracteriza alguno de los principales símbolos sacrales que
permitieron poner en contacto el ámbito humano político con el divino. Es el primero la jerarquía. ¿Por
qué? Porque es en ella donde se manifiesta “el símbolo de la irradiación que, desde la cúspide de la
divinidad, recorre toda la jerarquía de los poderosos y sus subordinados y desciende hasta el último
súbdito sometido a obediencia.”
El segundo símbolo es la ekklesía, el sentido de comunidad de un pueblo sujeto a la jerarquía que tiene
origen divino. “El cierre de una comunidad organizada como estructura de poder requiere, ante todo, que
dicha comunidad se perciba como unidad dotada de un centro existencial situado dentro de ella misma.”
Afirma el autor que la ekklesía formada por Cristo se ha transformado en muchos sentidos, pero, en todos
ellos subsiste una misma armazón fundamental, de la que proceden, por línea directa, todas las iglesias
cristianas; pero, no solo encontramos esa armazón en ellas, sino que algunos de sus componentes
fundamentales los hallamos en las comunidades estatales.
Ahora bien: tal ekklesía se ha visto sujeta a un doble ámbito, el espiritual y el terrenal, como lo atestiguan
los escritos de San Agustín y Santo Tomás de Aquino, hasta que, con la excomunión decretada por
Gregorio IX sobre Federico II, que se había proclamado rey-mesías, surge la primera religión política
intramundana dentro de la ekklesía cristiana; pues, no en vano, el emperador se había apropiado de un
simbolismo religioso hasta entonces cuasi exclusivo de la Iglesia. Es su apocalipsis, como revelación del
reino; y la aparición de los reyes sagrados como mediadores de Dios y portadores de la personalidad
comunitaria.
Hasta ahora, el autor se ha situado para su estudio desde una posición exterior. Pasa, seguidamente, a
situarse en una nueva dimensión simbólica, para analizar interpretaciones de aquellos símbolos religiosos,
desde dentro, por parte de los hombres y poderes involucrados.
“El proceso de disolución de la ekklesía occidental en las diferentes comunidades parciales de carácter
estatal recorre toda la Edad Media y alcanza una clara eclosión en la época del absolutismo, cuando los
estados se configuran desde la contraposición mutua.” Evidentemente, no es un proceso simultáneo en
todas las regiones de Europa, pero fue en estos estados donde se desarrolló una teología de esta nueva
ekklesía, en la que se compenetran aspectos político-seculares y sacrales y en la que estado e Iglesia se
funden. Y el gran teólogo de esta particular ekklesía fue Hobbes, cuya teoría analiza detenidamente
Voegelin.
En su desarrollo histórico, la comunidad intramundana deja de ser resultado de una emanación sacral
desde una fuente suprema; pasa a convertirse ella misma en sustancia sacral originaria. La cosmovisión
del hombre frente al mundo también varía, apoyándose en el avance de la ciencia. Pero, aunque el hombre
pueda dejar que los contenidos mundanos se desarrollen hasta borrar del horizonte los conceptos de
mundo y Dios, no puede eliminar la problemática de su propia existencia. A partir de aquí, el autor nos
guía a través de Kant, Fichte, Comte, Marx, Gobineau, etc., concluyendo que el rasgo común de la nueva
y surgente simbología es su pretendido carácter de ciencia. Aunque advierte de que, cuando la entidad
colectiva intramundana ocupa el lugar de Dios, la persona deviene en miembro al servicio del contenido
mundano sacralizado, es decir, en un instrumento: su modo de vida, de su existencia física y espiritual
solo es importante en relación con la comunidad a la que pertenece. Lo que relaciona, entre otras cosas,
con las situaciones que se dan en el nacionalsocialismo y el fascismo, alemán el primero e italiano el
segundo. Es, en definitiva, la aparición del mal, encarnado en estas doctrinas. Dentro de la creación
divina, existe el mal, “la magnificencia del ser queda empañada por la miseria de la criatura, el orden de
la comunidad se construye a fuerza de odio y sangre, de dolor y apostasía.”
Un Epílogo cierra tan interesante ensayo, en el que, en dos páginas, resume el autor el planteamiento y
curso de sus reflexiones en las hojas que las preceden.
Ciencia política y gnosticismo
La segunda parte del libro contiene dos nuevos ensayos; el primero, Ciencia, política y gnosticismo, en el
que éste aparece como una categoría interpretativa para analizar el desarrollo intelectual y político de la
Modernidad; el segundo, El sucedáneo de la religión: los movimientos gnósticos de masas de nuestros
tiempos.
Antes de entrar en materia, el autor ofrece un Prefacio a la edición americana, en el que expresa que el
primero de estos dos ensayos tuvo su génesis en una conferencia, pronunciada en la universidad de
Munich en 1958, con la idea de aplicar al gnosticismo de Hegel, Marx, Nietzsche y Heidegger la visión
de Von Balthasar, Hans Jonas o Albert Camus.
Comienza con una Introducción en la que intenta explicar la presencia del gnosticismo en la actualidad,
basándose en los orígenes y significado de esta doctrina. Aduce que el desmoronamiento de los imperios
ecuménicos sumergió al hombre en el desconcierto existencial, en el que se encontraba aherrojado como
un prisionero; buscaba, pues, el ser humano una liberación de esa cárcel a través de una interpretación
estoica de sí mismo, o de la visión de la ecúmene pragmática de Polibio, de las religiones mistéricas, de
los cultos heliopolitanos de esclavos, de la apocalíptica hebrea, del cristianismo, del maniqueísmo y,
cómo no, del agnosticismo. De este último aparecen diversas expresiones simbólicas, todas con una
característica central: la experiencia del mundo como un lugar extraño, en el que el hombre se ha
extraviado y en el que ha de encontrar el camino de vuelta a casa, de vuelta a aquel mundo distinto del
que procede. Tanto Hegel como Heidegger utilizan la simbología gnóstica de “arrojado” a este mundo o
“alienado” en él, para representar una situación similar de incertidumbre de la existencia humana; y nacen
diferentes doctrinas que pretenden liberarlo de esas cadenas, mediante, por ejemplo, la suposición de un
espíritu absoluto, o de una dialéctica materialista de la naturaleza, etc. En todo caso, su pretensión es
siempre la de destruir el viejo mundo para inaugurar uno nuevo, cuyo instrumento de salvación es la
gnosis, el conocimiento.
Concluye: “La autosalvación por medio del conocimiento tiene su propia magia, y esta magia no es
inofensiva. […] El intento por destruir el mundo no destruye el mundo, sino que aumenta el desorden de
la sociedad.”
Seguidamente, entra de lleno en el tema central de su estudio: Ciencia, política y gnosticismo. Son las
fuentes históricas las que le dan pie a su argumentación. Fueron Platón y Aristóteles los fundadores de la
ciencia política, aunque en ella había diferentes opciones (acerca del orden correcto del alma y de la
sociedad) por lo que la cuestión fundamental era estudiar la posibilidad de que hubiese una opción que
careciese de la huella del subjetivismo o la arbitrariedad.
Para Voegelin, las bases de la ciencia política clásica mantienen hoy su vigencia y la perfila a través del
contenido, el método analítico y sus presupuestos antropológicos.
En cuanto al contenido, afirma que no es esotérico, sino que, muy al contrario, está próximo a las
cuestiones cotidianas, interesándose por descubrir la verdad de las cosas de las que todo el mundo habla,
como, por ejemplo, qué es la felicidad, qué tamaño de territorio y de población son mejores para una
sociedad, qué clase de educación es preferible, etc. Es aquí donde interviene el filósofo, en su intento por
superar la opinión y alcanzar la verdad a través del análisis científico.
El análisis científico difiere del formal, pues el primero es el que permite juzgar sobre la vedad de las
premisas que sirven de base a la opinión.
Finalmente, por lo que respecta a los presupuestos antropológicos, el autor nos plantea que el análisis
platónico-aristotélico no comenzaba con especulaciones sobre su propia posibilidad, sino que se basaba
en la comprensión auténtica del ser, concluyendo que la ciencia política supera el simple examen de la
validez de las proposiciones, encontrándose más relacionada con la verdad de la existencia. Añade, como
cierre del apartado de su estudio con unas palabras que gozan de total actualidad: “Nos enfrentamos aquí,
más bien, con personas que saben que sus opiniones no pueden sostenerse tras un análisis crítico, y por
qué y que, por ello, prohíben que se analicen las premisas de sus dogmas.” Es el negarse a que se hagan
preguntas.
Luego, se dedica Voegelin a presentar el fenómeno de la prohibición de las preguntas analizando algunas
opiniones representativas, como son las de Marx, Nietzsche, Hegel y Heidegger. Con lo que da por
completado su análisis, definiendo luego conceptual y terminológicamente sus resultados; para ello, toma
de la interpretación de Heidegger del ser, el término parusía y habla de parusismo para referirse a la
actitud que espera la liberación de los demonios del tiempo en el advenimiento, es decir, en la venida en
toda su plenitud del ser concebido en términos inmanentes.
Antes de dedicar unas líneas sobre La filosofía de la Historia Universal, de Hegel y la correspondiente
bibliografía, el autor incorpora unas páginas para tratar del asesinato de Dios. En ellas, parte de la
proposición de que el objetivo del gnosticismo parusístico, en el sentido recogido en el párrafo
precedente, es destruir el orden del ser, que se experimenta como imperfecto e injusto, y reemplazarlo don
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  • 1. EL VÍDEO DE HOY: Pueblo de Dios. La fábrica de sueños En Camboya, el obispo Kike Figaredo ha bierto una fábrica textil, un internado, un taller de sillas de ruedas y 18 escuelas de primaria, dentro del proyecto "Educación para Pueblos Lejanos". La ong española Manos Unidas apoya estas iniciativas Cinco años después del terremoto de #Haití, en Manos Unidas seguimos allí Lunes, 12 enero, 2015 Desde que un terremoto asolara el 12 de enero de 2010 Haití, Manos Unidas ha destinado un total de 7,5 millones de euros para financiar y llevar a cabo 90 proyectos, casi la mitad de ellos de emergencia, postemergencia y reconstrucción. "A pesar de todo, al cabo del tiempo el terremoto se ha convertido en una dramática anécdota que no ha influenciado tanto en que se rompiera un proceso de desarrollo que no existía, ni en que lo impulsara porque tampoco ha cambiado nada respecto a cómo era el país antes del terremoto", ha asegurado Jimena Francos. Y es que de hecho, en Haití, la población sigue sufriendo sus pérdidas, tiene enfermedades y hay una enorme cantidad de personas subnutridas, más de la mitad de la población, según ha indicado citando datos de la FAO. Manos Unidas ya trabajaba en el país 35 años antes del terremoto, pero tras el seísmo intensificó su labor en el país y aunque los fondos que se recaudaron para la emergencia se han gastado, aún tienen un presupuesto destinado al trabajo en el país. La primera solución para Haití que al menos "desharía nudos", pasa por "una voluntad política de la comunidad internacional, no solo de los políticos haitianos" que también "tienen que dar la talla", ha asegurado Jimena Francos en una entrevista concedida a Europa Press (ver artículo completo aquí) Desde Manos Unidas también llamamos la atención sobre las reglas del comercio internacional y otras razones de carácter estructural e histórico, que han hecho que durante décadas se haya ido "expoliando el país y le han dejado en una situación en la que apenas tiene elementos de los que pueda conseguir ingresos para desarrollarse por sí mismo".
  • 2. Conferencia en el Vaticano sobre Haití, cinco años después del terremoto Este fin de semana, el Secretario General de Manos Unidas, Rafael Serrano y la Coordinadora de Proyectos de Manos Unidas en Haití, Jimena Francos, han participado este fin de semana en Roma en una reunión convocada por el Consejo Pontificio Cor Unum y la Comisión Pontificia de América Latina por deseo expreso del Papa Franciscoen la Cuando se cumplen cinco años del terremoto. Bajo el título ''La comunión de la Iglesia: memoria y esperanza para Haití cinco años después del terremoto'' se celebró este sábado 10 de febrero una reunión especial organizada por el Consejo Pontificio Cor Unum y la Comisión Pontificia para América Latina en colaboración con los obispos de Haíti entre ellos el Cardenal Chibly Langlois, es Obispo de Les Cayes, presidente de la Conferencia Episcopal de Haití y el primer cardenal haitiano de la historia, nombrado por el Papa Francisco el año pasado coincidiendo con el 4 aniversario del terremoto. Esta reunión en la que se ha podido realizar un balance de la situación actual del país y de los avances alcanzados por los proyectos de cooperación puestos en marcha, ha sido fruto del expreso deseo del Papa Francisco por mantener viva la atención sobre el paísque todavía sufre las consecuencias del terremoto y para manifestar la cercanía de la Iglesia al pueblo de Haití, que sigue sufriendo las consecuencias del devastador terremoto. “No hay reconstrucción de un país sin reconstruir a la persona en su plenitud” Durante su intervención en esta reunión especial, el Papa Francisco explicó que lo realizado en Haití se basa en tres pilares fundamentales: la persona humana, la comunión eclesial y la iglesia local.De este modo, el Pontífice ha recordado que “la persona está al centro de la acción de la Iglesia”. Además, “nuestra primera preocupación debe ser la de ayudar al hombre, a cada hombre, a vivir plenamente como persona”, ha afirmado. A propósito ha añadido que “no hay verdadera reconstrucción de un país sin reconstrucción de la persona en su plenitud”. (Zenit) Así, el Papa ha pedido "que cada persona en Haití tenga lo necesario desde el punto de vista material, pero que al mismo tiempo pueda vivir la propia libertad, las propias responsabilidades y la propia vida espiritual y religiosa”. Además, ha recordado que la actividad humanitaria y la pastoral no son competencia si no complementarias, “necesitan la una de la otra: contribuyen juntas a formar en Haití personas maduras y cristianos, que a su vez podrán dedicarse al bien de sus hermanos”. El segundo aspecto del que el Santo Padre ha hablado es la comunión eclesial. Cada uno en Haití -- instituciones eclesiales y fieles de forma particular-- con su peculiaridad, “ha prestado una importante obra benéfica”, ha precisado. Y esta pluralidad es “un factor positivo, porque es signo de la vitalidad de la Iglesia y de la generosidad de muchos. Al respecto, Francisco ha afirmado que “la caridad es aún más verdadera y más incisiva si es vivida en la comunión”. Asimismo, “la comunión testimonia que la caridad no es solo ayudar al otro, sino una dimensión que impregna toda la vida y rompe todas esas barreras del individualismo que nos impiden encontrarnos”. De este modo, el Pontífice ha invitado a reforzar las metodologías que consientan trabajar juntos. Para finalizar su discurso, el Santo Padre ha subrayado la importancia de la Iglesia local, “porque es en ella que la experiencia cristiana se hace tangible”. Por eso, ha recordado, “es necesario que la Iglesia en Haití se haga cada vez más viva y fecunda, para testimoniar a Cristo y para dar su contribución al progreso de ese país”. Y así, Francisco ha indicado que el testimonio de la caridad evangélica es eficaz cuando está sostenida por la relación personal con Jesús en la oración, en la escucha de la Palabra de Dios y en acercarse a los sacramentos”. Aquí esta la ‘fuerza’ de la Iglesia local, ha asegurado el Papa. En la conclusión de su discurso, el Obispo de Roma ha renovado su agradecimiento a los presentes y les ha animado a continuar en este camino. (Zenit) Enlaces: Discurso íntegro del Papa Francisco el 10/1/2015 en la reunión especial con motivo del 5 aniversario del terremoto de Haití (En) El perdón en Sierra Leona, 10 años después de la guerra civil
  • 3. 13/01/2015 Muchos niños fueron autores de incontables atrocidades durante la guerra civil de Sierra Leona. Mutilaron a hombres con sus machetes, violaron a mujeres, acribillaron a civiles desarmados… Pero diez años después de que el Gobierno impulsase el Proceso de Reconciliación, el país vive una paz verdadera. Ha perdonado a sus verdugos. Un misionero javeriano que coordinaba un centro de rehabilitación para excombatientes relata las claves del perdón. Los niños que llegaban al centro St. Michael habían enmudecido. Nadie dudaba de que supiesen hablar, pero, a su corta edad -todos tenían entre 6 y 18 años-, los crímenes que habían cometido durante la guerra civil de Sierra Leona les pesaban demasiado. En su cabeza escuchaban los alaridos de aquellos hombres a los que habían mutilado con sus machetes, los gritos de las mujeres violadas, el impacto de las balas perforando los cuerpos de los civiles... Sonidos que, debido a las drogas, recordaban más como parte de una pesadilla que de la realidad. “Así permanecían unos seis meses, hasta que rompían a llorar y se vaciaban. Solo entonces dejaban de mirar atrás y comenzaban a soñar con un futuro”, recuerda ahora Chema Caballero. Él, entoncesmisionero javeriano, coordinaba el centro St. Michael, instalado en la localidad de Lakka, muy cerca de la capital, Freetown. “Comenzamos con este proyecto en 1999, con la duda de si cabría algún tipo de rehabilitación para estos chicos -explica Caballero a El Confidencial-. Había tratado con algunos de ellos desde que se desató la guerra. Paraban nuestra furgoneta en los check- points que salpicaban la carretera, nos metían el fusil por la ventanilla y nos pedían un balón de fútbol. Nosotros debíamos encontrar un poco de humanidad detrás de todo eso y trabajar con ella”. El regreso a casa de los niños-soldado En 2001, comenzaron a llegar algunos rumores al centro St. Michael. A pesar de que no tenían mucho fundamento, cada vez era más frecuente escuchar que los rebeldes estaban sitiados, que las tropas oficiales y las del ECOMOG (una suerte de unión de países de África del Oeste) dominaban el país y que pronto se firmaría la ansiada paz. Esta llegó de forma oficial en enero de 2002 y era el momento de hacer balance: Charles Taylor, presidente del país vecino, Liberia, había hostigado el conflicto para hacerse con el control de las codiciadas minas de diamantes de Sierra Leona, dejando tras de sí un reguero de entre 20.000 y 75.000 muertos, y cientos de miles de desplazados.
  • 4. La herida era muy profunda y dolorosa, pero los deseos de vivir en paz latían incluso con más fuerza que el rencor y el odio. Así, el Gobierno de Sierra Leona impulsó el Proceso de Paz y Reconciliación, encabezado por una Comisión de la Verdad. No bastaba con echar tierra sobre lo sucedido y mirar hacia otro lado: era necesario saber, profundizar y comprender para no repetir los mismos errores. Durante dos años, la Comisión de la Verdad elaboró un informe que ahora, comparado con otros proyectos similares, está considerado como uno de los más exhaustivos y acertados. Además, se concertaron encuentros entre excombatientes y víctimas: mientras los primeros pedían perdón y se echaban al suelo en señal de arrepentimiento, los segundos tendían las manos sobre sus cabezas en señal de clemencia. En el Museo de Historia de Sierra Leona, en Freetown, hay varios murales que reflejan esta escena, a la vez memoria del pasado e inspiración de futuro. Asimismo, el Gobierno prometió a los excombatientes que, a cambio de entregar sus armas, estos recibirían herramientas y formación para desempeñar un oficio. Muchos de los rebeldes, captados desde su infancia, solo sabían más matar para ganarse el sustento. Para ellos, el valor de una vida era el mismo que el de un plato de arroz o un trozo de pan. La mayoría aceptó la propuesta, no sin ciertas reticencias, y comprobó que las promesas eran ciertas. Fuente: elconfidencial.com ( * Extracto) La desigualdad y los niños de EE UU 12/01/2015 EEUU tiene una imagen internacional de tierra de oportunidad. En cambio, esconde la realidad de la desigualdad y las consecuencias sobre la infancia. Hay Estados, como por ejemplo California, que gastan casi tanto en prisiones como en educación superior, y algunas veces más. Hace ya mucho tiempo se reconoce que los niños conforman un grupo especial. Ellos no eligen a sus padres, y mucho menos las condiciones generales en las que nacen. No tienen las mismas capacidades que los adultos para protegerse o cuidar de sí mismos. Es por ello que la Sociedad de Naciones aprobó la Declaración de Ginebra sobre los Derechos del Niño en 1924, y la razón por la que la comunidad internacional adoptó la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño y de la Niña en 1989. Lamentablemente, Estados Unidos no está cumpliendo con sus obligaciones. De hecho, ni siquiera ha ratificado la Convención sobre los Derechos del Niño y de la Niña. EE UU, con su altamente valorada imagen de tierra de oportunidades, debería ser un ejemplo a seguir en cuanto al tratamiento justo e ilustrado de los niños. En cambio,
  • 5. emana la luz del fracaso —un fracaso que contribuye al aletargamiento global de los derechos del niño en el ámbito internacional. Si bien puede que una infancia estadounidense promedio no sea la peor del mundo, la disparidad entre la riqueza del país y la condición en la que sus niños se encuentran no tiene parangón. Cerca de 14,5% de la población estadounidense en general es pobre, pero el 19,9% de los infantes —es decir, unos 15 millones de niños— viven en condiciones de pobreza. Entre los países desarrollados, únicamente Rumanía tiene un nivel de pobreza superior. La tasa de EE UU es dos tercios más alta que la del Reino Unido, y hasta cuatro veces la tasa de los países nórdicos. Para algunos grupos, la situación es mucho peor: más del 38% de los niños negros, y del 30% de los hispanos, son pobres. Nada de esto ocurre porque los estadounidenses no se preocupan por sus hijos. Esto ocurre porque Estados Unidos durante las últimas décadas ha adoptado un programa de políticas que ha causado que su economía se torne en salvajemente desigual, dejando a los segmentos más vulnerables de la sociedad cada vez más y más atrás. La creciente concentración de la riqueza —y una reducción significativa de los impuestos sobre dicha riqueza— se tradujo en que se tiene menos dinero para gastar en inversiones destinadas al bien público, como por ejemplo en educación y protección para los niños. Las dificultades en las primeras etapas de la vida están estrechamente ligadas con la desigualdad de oportunidades Como resultado, la situación de los niños en Estados Unidos empeora. Su destino es un doloroso ejemplo de la forma como la desigualdad no solamente socava el crecimiento económico y la estabilidad —tal como al fin lo reconocen economistas y organizaciones, como el Fondo Monetario Internacional— sino que también viola nuestras más preciadas nociones sobre cómo debería ser una sociedad justa. La desigualdad de ingresos se correlaciona con inequidades en los ámbitos de salud, acceso a la educación, y exposición a riesgos ambientales; todas estas desigualdades agobian más a los niños en comparación con el resto de segmentos de la población. De hecho, se diagnostica con asma casi a uno de cada cinco niños estadounidenses pobres; esta es una tasa superior en un 60% a la de los niños que no son pobres. Los problemas de aprendizaje son casi dos veces más frecuentes entre los niños de las familias que ganan menos de 35.000 dólares al año en comparación a lo que ocurre en los hogares que ganan más de 100.000. Y hay quien en el Congreso de Estados Unidos quiere eliminar los cupones de alimentos —pese a que 23 millones de hogares estadounidenses dependen de ellos— amenazando así con llevar al hambre a los niños más pobres. Dichas desigualdades en resultados están estrechamente ligadas a desigualdades en oportunidades. Inevitablemente, en los países en los que los niños tienen una alimentación inadecuada, un acceso insuficiente a los servicios de salud y educación, y una mayor exposición a los riesgos ambientales, los hijos de los pobres tendrán perspectivas de vida muy distintas que los hijos de quienes son ricos. Y, en parte debido a que las perspectivas de la vida de un niño estadounidense dependen más de los ingresos y educación de sus padres en comparación con lo que ocurre en otros países avanzados, EE UU tiene la menor igualdad de oportunidades entre todos los países
  • 6. avanzados. Por ejemplo, en las universidades estadounidenses de más alta categoría sólo aproximadamente un 9% de los estudiantes proviene de la población con ingresos que se ubican en la mitad inferior de la distribución de ingresos, mientras que el 74% provienen de la población con ingresos ubicados en el cuarto superior. La mayoría de las sociedades reconocen la obligación moral de ayudar a garantizar que los jóvenes puedan alcanzar su potencial. Algunos países incluso imponen un mandato constitucional de la igualdad de oportunidades educativas. Sin embargo, en Estados Unidos se gasta más en la educación de los estudiantes ricos que en la educación de los pobres. Como resultado, el país está perdiendo algunos de sus activos más valiosos, y algunos jóvenes —al verse desprovistos de habilidades— se dedican a actividades disfuncionales. Hay Estados, como por ejemplo California, que gastan casi tanto en prisiones como en educación superior, y algunas veces más. Autor: Joseph E. Stiglitz ( * Extracto) Papa: religiones de Sri Lanka y mundo impulsen paz y solidaridad, nunca violencia 2015-01-13 Radio Vaticana (RV).- «Por el bien de todo el amado pueblo de Sri Lanka», que tanto ha sufrido y de «toda la familia humana», el Papa Francisco renovó en Colombo su exhortación a la reconciliación y a impulsar las relaciones interreligiosas y ecuménicas, que adquieren un significado particular y urgente, pues «lo que se necesita ahora es la recuperación y la unidad, no nuevos enfrentamientos y divisiones». Junto con su «gran alegría al tener la oportunidad de participar en el encuentro interreligioso y ecuménico - en el Centro de Congresos Bandanaraike - con las cuatro comunidades religiosas más grandes que integran la vida de Sri Lanka: budismo, hinduismo, islam y cristianismo», alentó a todas las religiones y a las personas de buena voluntad a aunar esfuerzos en favor de la paz, condenando toda violencia con claridad y sin equívocos, «pues por el bien de la paz, nunca se debe permitir que las creencias religiosas sean utilizadas para justificar la violencia y la guerra». Siguiendo las huellas de sus predecesores, Pablo VI y Juan Pablo II, el Papa Bergoglio manifestó el gran amor y respeto de la Iglesia católica por Sri Lanka y señaló que es «una gracia especial visitar esta comunidad católica, confirmarla en la fe, orar con ella y compartir sus alegrías y sufrimientos». Y subrayó asimismo que «es una gracia poder estar también con los hombres y mujeres de las grandes tradiciones religiosas, que comparten con nosotros un deseo de sabiduría, verdad y santidad». Recordando que «el Concilio Vaticano II expresó el profundo y permanente respeto de la Iglesia católica por las demás religiones», el Obispo de Roma hizo hincapié en que la Iglesia católica desea colaborar con ellas por el bien de todos los esrilanqueses. Y en que la misma visita del Papa quiere impulsar aún más las diversas formas de cooperación interreligiosa y ecuménica, así como el diálogo, el encuentro, el aprecio y la amistad, afianzados «en una presentación completa y franca de nuestras respectivas convicciones». «Hay que atender con el bálsamo curativo de la solidaridad fraterna» las «necesidades materiales y espirituales de los pobres, de los indigentes, de cuantos anhelan una palabra de consuelo y esperanza»,
  • 7. exhortó el Papa pensando también en «tantas familias que han siguen llorando a sus seres queridos». «Queridos amigos, - dijo el Papa al concluir su discurso - les doy las gracias una vez más por su generosa acogida y su atención. Que este encuentro fraterno nos confirme a todos en nuestro compromiso de vivir en armonía y difundir la bendición de la paz. (CdM – RV) Texto y audio completo del discurso del Papa Francisco: Encuentro interreligioso y ecuménico Colombo, Bandaranaike Memorial Conference Hall 13 enero de 2015 «Queridos amigos Me alegro de tener la oportunidad de participar en este encuentro, que reúne a las cuatro comunidades religiosas más grandes que integran la vida de Sri Lanka: el budismo, el hinduismo, el islam y el cristianismo. Muchas gracias por su presencia y su calurosa bienvenida. También doy las gracias a cuantos han ofrecido sus oraciones y peticiones, y de un modo particular expreso mi gratitud al Obispo Cletus Chandrasiri Perera y al Venerable Vigithasiri Niyangoda Thero por sus amables palabras. He llegado a Sri Lanka siguiendo las huellas de mis predecesores, los papas Pablo VI y Juan Pablo II, para manifestar el gran amor y preocupación de la Iglesia católica por Sri Lanka. Es una gracia especial para mí visitar esta comunidad católica, confirmarla en la fe cristiana, orar con ella y compartir sus alegrías y sufrimientos. Es igualmente una gracia poder estar con todos ustedes, hombres y mujeres de estas grandes tradiciones religiosas, que comparten con nosotros un deseo de sabiduría, verdad y santidad. En el Concilio Vaticano II, la Iglesia católica declaró su profundo y permanente respeto por las demás religiones. Dijo que ella «no rechaza nada de lo que en estas religiones hay de santo y verdadero. Considera con sincero respeto los modos de obrar y de vivir, los preceptos y doctrinas» (Nostra aetate, 2). Por mi parte, deseo reafirmar el sincero respeto de la Iglesia por ustedes, sus tradiciones y creencias. Con este espíritu de respeto, la Iglesia católica desea cooperar con ustedes, y con todos los hombres de buena voluntad, en la búsqueda de la prosperidad de todos los ciudadanos de Sri Lanka. Espero que mi visita ayude a impulsar y profundizar en las diversas formas de cooperación interreligiosa y ecuménica que se han emprendido en los últimos años. Estas iniciativas loables han brindado oportunidades para el diálogo, que es esencial si queremos conocer, comprender y respetar a los demás. Pero, como demuestra la experiencia, para que este diálogo y encuentro sea eficaz, debe basarse en una presentación completa y franca de nuestras respectivas convicciones. Ciertamente, ese diálogo pondrá de relieve la variedad de nuestras creencias, tradiciones y prácticas. Pero si somos honestos en la presentación de nuestras convicciones, seremos capaces de ver con más claridad lo que tenemos en común. Se abrirán nuevos caminos para el mutuo aprecio, la cooperación y, ciertamente, la amistad. Esos desarrollos positivos en las relaciones interreligiosas y ecuménicas adquieren un significado particular y urgente en Sri Lanka. Durante muchos años, los hombres y mujeres de este país han sido víctimas de conflictos civiles y violencia. Lo que se necesita ahora es la recuperación y la unidad, no nuevos enfrentamientos y divisiones. Sin duda, el fomento de la curación y de la unidad es una noble tarea que incumbe a todos los que se interesan por el bien de la nación y, en el fondo, por toda la familia humana. Espero que la cooperación interreligiosa y ecuménica demuestre que los hombres y las mujeres no tienen que renunciar a su identidad, ya sea étnica o religiosa, para vivir en armonía con sus hermanos y hermanas. De cuántos modos los creyentes de las diferentes religiones pueden llevar a cabo este servicio. Cuántas son las necesidades que hay que atender con el bálsamo curativo de la solidaridad fraterna. Pienso particularmente en las necesidades materiales y espirituales de los pobres, de los indigentes, de cuantos anhelan una palabra de consuelo y esperanza. Pienso también en tantas familias que siguen llorando la pérdida de sus seres queridos. Especialmente en este momento de la historia de su nación, ¡cuántas personas de buena voluntad están tratando de reconstruir los fundamentos morales de la sociedad en su conjunto! Que el creciente espíritu de cooperación entre los líderes de las diferentes comunidades religiosas se exprese en el compromiso de poner la reconciliación de todos los habitantes de Sri Lanka en el centro de los esfuerzos por renovar la sociedad y sus instituciones. Por el bien de la paz, nunca se debe permitir que las creencias religiosas sean utilizadas para justificar la violencia y la guerra. Tenemos que exigir a nuestras comunidades, con claridad y sin equívocos, que vivan plenamente los principios de la paz y la convivencia que se encuentran en cada religión, y denunciar los actos de violencia que se cometan. Queridos amigos, les doy las gracias una vez más por su generosa acogida y su atención. Que este encuentro fraterno nos confirme a todos en nuestro compromiso de vivir en armonía y difundir la
  • 8. bendición de la paz». El Papa habla ante el Cuerpo Diplomático de la humanidad herida y repite que la paz debe guiar el destino de los pueblos Ciudad del Vaticano, 12 enero 2015(VIS).-El Santo Padre ha encontrado esta mañana en la Sala Clementina a los miembros del Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede para el tradicional intercambio de saludos al inicio del nuevo año. Francisco agradeció al decano de los embajadores, Jean-Claude Michel, representante de Mónaco, el compromiso del Cuerpo por favorecer e incrementar, en espíritu de colaboración recíproca, las relaciones de los países y las organizaciones internacionales que representan con la Santa Sede y que en este último año, se han seguido consolidando, ya sea mediante el aumento del número de Embajadores residentes en Roma, o mediante la firma de nuevos Acuerdos bilaterales de carácter general, como el rubricado en enero con Camerún, y de interés específico, como los firmados con Malta y Serbia. En el discurso que dirigió a los diplomáticos, Francisco examinó la situación internacional bajo la doble óptica de la esperanza de paz y la dimensión del rechazo, tanto personal como social, que ''acaba por deshacer y disgregar toda la sociedad y generar violencia y muerte''. El Papa citó entre otros eventos dramáticos la masacre de cien niños en Paquistán, la confrontación en Ucrania, la tensión constante en Oriente Medio, los recientes atentados en París, la violencia contra la población en Nigeria, los conflictos de carácter civil en Libia, República Centroafricana, Sudán del Sur, la República Democrática del Congo y subrayó que las guerras llevan consigo el horrible crimen de la violación de las mujeres. No olvidó la condición de los enfermos del virus ébola, ni el problema de los inmigrantes y refugiados ni tampoco la falta de ayuda a las familias. Sin embargo, el Pontífice no quiso que el panorama estuviese dominado por el pesimismo y recordó el resurgir de Albania, los frutos del diálogo ecuménico en Turquía, las expectativas de Jordania y Líbano, la decisión de Estados Unidos y Cuba de poner fin al silencio recíproco, las transformaciones en Burkina Faso, los esfuerzos por la paz estable en Colombia y Venezuela, la decisión de Estados Unidos de cerrar la cárcel de Guantánamo y, al final, manifestó el deseo de que en 2015 se adopten los Objetivos de Desarrollo Sostenible y se elabore un nuevo Acuerdo sobre el clima. Ofrecemos a continuación el texto del discurso del Papa Francisco: ''Me gustaría hacer resonar hoy con fuerza una palabra que a nosotros nos gusta mucho: paz. La anuncian los ángeles en la noche de la Navidad como don precioso de Dios y, al mismo tiempo, como responsabilidad personal y social que reclama nuestra solicitud y diligencia. Pero, junto a la paz, la Navidad nos habla también de otra dramática realidad: el rechazo. En algunas representaciones iconográficas, tanto de Occidente como de Oriente –pienso, por ejemplo, en el espléndido icono de la Natividad de Andréi Rubliov–, el Niño Jesús no aparece recostado en una cuna sino en un sepulcro. Esta imagen, que pretende unir las dos fiestas cristianas principales –la Navidad y la Pascua–, indica que, junto a la acogida gozosa del recién nacido, está también todo el drama que sufre Jesús, despreciado y rechazado hasta la muerte en Cruz''.
  • 9. Los mismos relatos de Navidad nos permiten ver el corazón endurecido de la humanidad, a la que le cuesta acoger al Niño. Desde el primer momento es rechazado, dejado fuera, al frío, obligado a nacer en un establo porque no había sitio en la posada . Y, si así ha sido tratado el Hijo de Dios, ¡cuánto más lo son tantos hermanos y hermanas nuestros! Hay un tipo de rechazo que nos afecta a todos, que nos lleva a no ver al prójimo como a un hermano al que acoger, sino a dejarlo fuera de nuestro horizonte personal de vida, a transformarlo más bien en un adversario, en un súbdito al que dominar. Esa es la mentalidad que genera la cultura del descarte que no respeta nada ni a nadie: desde los animales a los seres humanos, e incluso al mismo Dios. De ahí nace la humanidad herida y continuamente dividida por tensiones y conflictos de todo tipo. En los relatos evangélicos de la infancia, es emblemático en este sentido el rey Herodes, que viendo amenazada su autoridad por el Niño Jesús, hizo matar a todos los niños de Belén. La mente vuela enseguida a Paquistán, donde hace un mes fueron asesinados cien niños con una crueldad inaudita. Deseo expresar de nuevo mi pésame a sus familias y asegurarles mi oración por los muchos inocentes que han perdido la vida. Así pues, a la dimensión personal del rechazo, se une inevitablemente la dimensión social: una cultura que rechaza al otro, que destruye los vínculos más íntimos y auténticos, acaba por deshacer y disgregar toda la sociedad y generar violencia y muerte. Lo podemos comprobar lamentablemente en numerosos acontecimientos diarios, entre los cuales la trágica masacre que ha tenido lugar en París estos últimos días. Los otros ''ya no se ven como seres de la misma dignidad, como hermanos y hermanas en la humanidad, sino como objetos'' . Y el ser humano libre se convierte en esclavo, ya sea de las modas, del poder, del dinero, incluso a veces de formas tergiversadas de religión. Sobre estos peligros, he pretendido alertar en el Mensaje de la pasada Jornada Mundial de la Paz, dedicado al problema de las numerosas esclavitudes modernas. Todas ellas nacen de un corazón corrompido, incapaz de ver y de hacer el bien, de procurar la paz. Constatamos con dolor las dramáticas consecuencias de esta mentalidad de rechazo y de la ''cultura de la esclavitud''en la constante proliferación de conflictos. Como una auténtica guerra mundial combatida por partes, se extienden, con modalidades e intensidad diversas, a diferentes zonas del planeta, como en la vecina Ucrania, convertida en un dramático escenario de confrontación y para la que deseo que, mediante el diálogo, se consoliden los esfuerzos que se están realizando para que cese la hostilidad, y las partes implicadas emprendan cuanto antes, con un renovado espíritu de respeto a la legalidad internacional, un sincero camino de confianza mutua y de reconciliación fraterna que permita superar la crisis actual. Mi pensamiento se dirige, sobre todo, a Oriente Medio, comenzando por la amada tierra de Jesús, que he tenido la alegría de visitar el pasado mes de mayo y a la que no nos cansaremos nunca de desear la paz. Así lo hicimos, con extraordinaria intensidad, junto al entonces Presidente israelí, Shimon Peres, y al Presidente palestino, Mahmud Abbas, con la esperanza firme de que se puedan retomar las negociaciones entre las dos partes, para que cese la violencia y se alcance una solución que permita, tanto al pueblo palestino como al israelí, vivir finalmente en paz, dentro de unas fronteras claramente establecidas y reconocidas internacionalmente, de modo que ''la solución de dos Estados'' se haga efectiva. Desgraciadamente, Oriente Medio sufre otros conflictos, que se arrastran ya durante demasiado tiempo y cuyas manifestaciones son escalofriantes también a causa de la propagación del terrorismo de carácter fundamentalista en Siria e Iraq. Este fenómeno es consecuencia de la cultura del descarte aplicada a Dios. De hecho, el fundamentalismo religioso, antes incluso de descartar a seres humanos perpetrando horrendas masacres, rechaza a Dios, relegándolo a mero pretexto ideológico. Ante esta injusta agresión, que afecta también a los cristianos y a otros grupos étnicos de la Región,–los yazidíes, por ejemplo– es necesaria una respuesta unánime que, en el marco del derecho internacional, impida que se propague la violencia, restablezca la concordia y sane las profundas heridas que han provocado los incesantes conflictos. Aprovecho esta oportunidad para hacer un llamamiento a toda la comunidad internacional, así como a cada uno de los gobiernos implicados, para que adopten medidas concretas en favor de la paz y la defensa de cuantos sufren las
  • 10. consecuencias de la guerra y de la persecución y se ven obligados a abandonar sus casas y su patria. Con una carta enviada poco antes de la Navidad, he querido manifestar personalmente mi cercanía y asegurar mi oración a todas las comunidades cristianas de Oriente Medio, que dan un testimonio valioso de fe y coraje, y tienen un papel fundamental como artífices de paz, de reconciliación y de desarrollo en las sociedades civiles de las que forman parte. Un Oriente Medio sin cristianos sería un Oriente Medio desfigurado y mutilado. A la vez que pido a la comunidad internacional que no sea indiferente ante esta situación, espero que los dirigentes religiosos, políticos e intelectuales, especialmente musulmanes, condenen cualquier interpretación fundamentalista y extremista de la religión, que pretenda justificar tales actos de violencia. En otras partes del mundo, tampoco faltan parecidas formas de crueldad, que con frecuencia generan víctimas entre los más pequeños e indefensos. Pienso especialmente en Nigeria, donde no cesa la violencia que sufre indiscriminadamente la población, y crece cada vez más el trágico fenómeno de los secuestros de personas, a menudo jóvenes raptadas para ser objeto de trata. ¡Es un tráfico execrable que no puede continuar! Una plaga que hay que arrancar y que afecta a todos, desde las familias a la comunidad mundial . Sigo también con preocupación los no pocos conflictos de carácter civil que afectan a otras partes de África, como Libia, devastada por una larga guerra intestina que causa incontables sufrimientos entre la población y tiene graves repercusiones en el delicado equilibrio de la Región. Pienso en la dramática situación de la República Centroafricana, en la que constatamos con dolor cómo la buena voluntad que ha animado los trabajos de quienes quieren construir un futuro de paz, seguridad y prosperidad, encuentra resistencias e intereses egoístas de parte que ponen en peligro las expectativas de un pueblo que ha sufrido tanto y desea construir libremente su futuro. Particularmente preocupante es también la situación de Sudán del Sur y algunas regiones de Sudán, del Cuerno de África y de la República Democrática del Congo, donde no deja de aumentar el número de víctimas entre la población civil, y miles de personas, muchas de ellas mujeres y niños, se ven obligadas a huir y a vivir en condiciones de extrema necesidad. A este respecto, espero que los gobiernos y la comunidad internacional lleguen a un compromiso común para que se ponga fin a todo tipo de lucha, de odio y de violencia y se apueste por la reconciliación, la paz y la defensa de la dignidad transcendente de la persona. No podemos olvidar que las guerras llevan consigo otro horrible crimen: la violación. Se trata de una ofensa gravísima a la dignidad de la mujer, que no sólo es deshonrada en la intimidad de su cuerpo, sino también en su alma, con un trauma que difícilmente desaparecerá y cuyas consecuencias son también de carácter social. Lamentablemente, se constata que también allí donde no hay guerras, muchas mujeres sufren violencia hoy. Todos los conflictos bélicos son la manifestación más clara de la cultura del descarte, pues, en ellos, las vidas son deliberadamente pisoteadas por quien ostenta la fuerza. Existen, sin embargo, formas más sutiles y veladas de rechazo, que alimentan también esa cultura. Pienso sobre todo en los enfermos, aislados y marginados, como los leprosos de los que habla el Evangelio. Entre los leprosos de nuestro tiempo están también los afectados por esta nueva y tremenda epidemia del Ébola, que, especialmente en Liberia, Sierra Leona y Guinea, ha acabado con más de seis mil vidas. Quiero reconocer y agradecer hoy públicamente el trabajo de los agentes sanitarios que, junto a religiosos y voluntarios, prestan todos los cuidados posibles a los enfermos y a sus familiares, sobre todo a los niños que se han quedado huérfanos. Al mismo tiempo, hago de nuevo un llamamiento a la comunidad internacional para que se asegure una adecuada asistencia humanitaria a los pacientes y hagan un esfuerzo común por erradicar el virus. A la lista de las vidas descartadas a causa de las guerras y de las enfermedades, hay que añadir las de los numerosos desplazados y refugiados. También en este caso podemos sacar luz de la infancia de Jesús, que es testigo de otra forma de cultura del descarte que rompe las relaciones y ''deshace'' la sociedad. Efectivamente, ante la crueldad de Herodes, la Sagrada Familia se ve obligada a huir a Egipto, de donde regresará unos años más tarde . Las situaciones de conflicto que acabamos de describir provocan con frecuencia la huida de miles
  • 11. de personas de su lugar de origen. A veces ni siquiera en busca de un futuro mejor, sino simplemente de un futuro, porque permanecer en su patria puede significar una muerte segura. ¿Cuántas personas pierden la vida en viajes inhumanos, sometidas a vejaciones por parte de auténticos verdugos, ávidos de dinero? Ya me referí a esto en mi reciente visita al Parlamento Europeo, indicando que ''no se puede tolerar que el mar Mediterráneo se convierta en un gran cementerio'' . Hay también otro dato alarmante: muchos emigrantes, sobre todo en América, son niños solos, más expuestos a los peligros y necesitados de mayor atención, cuidados y protección. Cuando llegan sin documentos a lugares desconocidos, cuya lengua no hablan, es difícil para los inmigrantes situarse y encontrar trabajo. Además de los peligros de la huida, tienen que afrontar también el drama del rechazo. Es necesario un cambio de actitud: pasar de la indiferencia y del miedo a una sincera aceptación del otro. Esto requiere naturalmente ''poner en práctica legislaciones adecuadas que sean capaces de tutelar los derechos de los ciudadanos y de garantizar al mismo tiempo la acogida a los inmigrantes'' (ibid.). A la vez que expreso mi agradecimiento a cuantos, incluso a costa de su propia vida, se dedican a prestar asistencia a los refugiados y a los inmigrantes, exhorto tanto a los Estados como a las Organizaciones internacionales a actuar decididamente para resolver estas graves situaciones humanitarias y prestar la ayuda necesaria a los países de origen de los inmigrantes para favorecer su desarrollo socio-político y la superación de los conflictos internos, que son la causa principal de este fenómeno. ''Es necesario actuar sobre las causas y no solamente sobre los efectos''. Además, esto consentirá a los inmigrantes volver un día a su patria y contribuir a su crecimiento y desarrollo. Junto a los inmigrantes, a los desplazados y a los refugiados, hay también tantos ''exiliados ocultos'', que viven en el seno de nuestras casas y en nuestras mismas familias. Me refiero a los ancianos y a los discapacitados, y también a los jóvenes. Los primeros son rechazados cuando se convierten en un peso y en ''presencias que estorban'', mientras que los últimos son descartados porque se les niega la posibilidad de trabajar para forjarse su propio futuro. No existe peor pobreza que aquella que priva del trabajo y de la dignidad del trabajo , y que convierte el trabajo en una forma de esclavitud. Ya me referí a esto en un reciente encuentro con los Movimientos populares, que están fuertemente comprometidos en la búsqueda de soluciones adecuadas a algunos problemas de nuestro tiempo, como la plaga cada vez más extendida del desempleo juvenil y del trabajo negro, y el drama de tantos trabajadores, especialmente niños, explotados por codicia. Todo esto es contrario a la dignidad humana y es fruto de una mentalidad que pone en el centro el dinero, los beneficios y los intereses económicos en detrimento del hombre. No pocas veces, la misma familia es objeto de descarte, a causa de una cada vez más extendida cultura individualista y egoísta que anula los vínculos y tiende a favorecer el dramático fenómeno de la disminución de la natalidad, así como de leyes que privilegian diversas formas de convivencia en lugar de sostener adecuadamente a la familia por el bien de toda la sociedad. Una de las causas de estos fenómenos es esa globalización uniformante que descarta incluso a las culturas, acabando así con los factores propios de la identidad de cada pueblo que constituyen la herencia imprescindible para un sano desarrollo social. En un mundo uniformado y carente de identidad, es fácil percibir el drama y la frustración de tantas personas, que han perdido literalmente el sentido de la vida. Este drama se ve agravado por la persistente crisis económica, que provoca desconfianza y favorece la conflictividad social. He podido notar sus consecuencias incluso aquí en Roma, donde me he encontrado con muchas personas que viven situaciones difíciles, y en los diversos viajes realizados en Italia. Precisamente a la querida nación italiana quiero dedicarle unas palabras llenas de esperanza para que, en el continuo clima de incertidumbre social, política y económica, el pueblo italiano no ceda al desaliento y a la tentación del enfrentamiento, sino que redescubra los valores de la atención recíproca y la solidaridad sobre los que se funda su cultura y su convivencia ciudadana, y que son fuente de confianza tanto en el prójimo como en el futuro, sobre todo para los jóvenes.
  • 12. Pensando en la juventud, deseo mencionar mi viaje a Corea, donde, el pasado mes de agosto, me encontré con miles de jóvenes en la VI Jornada Mundial de la Juventud Asiática y donde recordé que es necesario valorar a los jóvenes, ''intentando transmitirles el legado del pasado aplicándolo a los retos del presente''. Para eso, es necesario reflexionar ''sobre el modo adecuado de transmitir nuestros valores a la siguiente generación y sobre el tipo de mundo y sociedad que estamos construyendo para ellos''. Esta tarde tendré la alegría de volver a Asia, para visitar Sri Lanka y Filipinas, y mostrar así el interés y la solicitud pastoral con que sigo los acontecimientos de los pueblos de ese vasto continente. A ellos y a sus gobiernos, deseo manifestarles una vez más el deseo de la Santa Sede de contribuir al bien común, a la armonía y a la concordia social. Especialmente, espero que se retome el diálogo entre las dos Coreas, países hermanos, que hablan la misma lengua. Al inicio del nuevo año, no queremos, sin embargo, que nuestra mirada quede dominada por el pesimismo, los defectos y las deficiencias de nuestro tiempo. Queremos también dar las gracias a Dios por lo que nos ha dado, por los beneficios que nos ha dispensado, por los diálogos y los encuentros que nos ha concedido y por algunos frutos de paz que nos ha dado la alegría de saborear. Una clara demostración de que la cultura del encuentro es posible, la he experimentado durante mi visita a Albania, una nación llena de jóvenes, que son esperanza de futuro. A pesar de las heridas de su historia reciente, el país se caracteriza por ''la convivencia pacífica y la colaboración entre los que pertenecen a diversas religiones'', en un clima de respeto y confianza recíproca entre católicos, ortodoxos y musulmanes. Es un signo importante de que la fe sincera en Dios abre al otro, genera diálogo y contribuye al bien, mientras que la violencia nace siempre de una mistificación de la religión, tomada como pretexto para proyectos ideológicos que tienen como único objetivo el dominio del hombre sobre el hombre. Asimismo, en el reciente viaje a Turquía, puente histórico entre Oriente y Occidente, he podido constatar los frutos del diálogo ecuménico e interreligioso, además del compromiso a favor de los refugiados provenientes de otros países de Oriente Medio. He encontrado este mismo espíritu de acogida en Jordania, país que visité al inicio de mi peregrinación a Tierra Santa, así como en los testimonios que me llegan del Líbano, al que deseo que pueda superar las dificultades políticas actuales. Un ejemplo que aprecio particularmente de cómo el diálogo puede verdaderamente edificar y construir puentes es la reciente decisión de los Estados Unidos de América y Cuba de poner fin a un silencio recíproco que ha durado medio siglo y de acercarse por el bien de sus ciudadanos. En este mismo sentido, dirijo un pensamiento al pueblo de Burkina Faso, que está pasando por un período de importantes transformaciones políticas e institucionales, para que un renovado espíritu de colaboración pueda contribuir al desarrollo de una sociedad más justa y fraterna. Quiero destacar también con satisfacción la firma, el paso mes de mayo, del Acuerdo que pone fin a largos años de tensión en Filipinas. Igualmente, animo los esfuerzos realizados para lograr una paz estable en Colombia, así como las iniciativas encaminadas a restablecer la concordia en la vida política y social de Venezuela. Sin olvidar los esfuerzos realizados hasta el momento, espero que se pueda llegar cuanto antes a un entendimiento definitivo entre Irán y el así llamado Grupo 5+1, sobre el uso de la energía nuclear para fines pacíficos. Me llena de satisfacción también la decisión de los Estados Unidos de cerrar la cárcel de Guantánamo, para lo cual algunos países han manifestado generosamente su disponibilidad para acoger a los presos, lo cual les agradezco de corazón.Finalmente, deseo expresar mi reconocimiento y animar a todos aquellos países que están comprometidos activamente en la consecución del desarrollo humano, la estabilidad política y la convivencia civil entre sus ciudadanos. El 6 de agosto de 1945, la humanidad asistía a una de las catástrofes más tremendas de su historia. De un modo nuevo y sin precedentes, el mundo experimentaba hasta qué punto podía llegar el poder destructivo del hombre. De las cenizas de aquella terrible tragedia que ha sido la segunda Guerra mundial surgió una voluntad nueva de diálogo y de encuentro entre las naciones que dio vida a la Organización de las Naciones Unidas, cuyo 70º Aniversario celebraremos este año. En la visita que realizó al Palacio de Cristal mi predecesor, el Beato
  • 13. Pablo VI, hace ya cincuenta años, recordaba que ''la sangre de millones de hombres, que sufrimientos inauditos e innumerables, que masacres inútiles y ruinas espantosas sancionan el pacto que les une en un juramento que debe cambiar la historia futura del mundo. ¡Nunca jamás guerra! ¡Nunca jamás guerra! Es la paz, la paz, la que debe guiar el destino de los pueblos y de toda la humanidad''. También yo pido lo mismo para el nuevo año, en el que además culminarán dos importantes procesos: la redacción de la Agencia del Desarrollo post-2015, con la adopción de los Objetivos del desarrollo sostenible, y la elaboración de un nuevo Acuerdo sobre el clima, que es algo urgente. Su condición indispensable es la paz, que proviene de la conversión del corazón, antes incluso que del final de las guerras. Con estos sentimientos, les deseo de nuevo a cada uno de ustedes, a sus familias y a sus conciudadanos, un año 2015 de esperanza y de paz''. Papa, Ángelus: un cristiano sordo a la voz del Espíritu es un cristiano mudo que no evangeliza 2015-01-12 Radio Vaticana (RV).- En el domingo del Bautismo del Señor, que concluye el tiempo de Navidad, el Papa Francisco se refirió al pasaje del Evangelio que describe lo sucedido en la orilla del Jordán: cuando Juan el Bautista bautiza a Jesús, el cielo se abre. Con el evento del Bautismo de Jesús terminó el tiempo de los 'cielos cerrados' - explicó el Santo Padre – que indican la separación entre Dios y el hombre como consecuencia del pecado. "Los 'cielos abiertos' en cambio - dijo - indican que Dios ha donado su gracia para que la tierra de su fruto. De este modo la tierra se transforma en la morada de Dios entre los hombres y cada uno de nosotros tiene la posibilidad de encontrar al Hijo de Dios. Lo podemos encontrar realmente presente en los sacramentos, especialmente en la Eucaristía. Lo podemos reconocer en el rostro de nuestros hermanos, en particular en los pobres, en los enfermos, en los encarcelados, en los prófugos que son, la carne viva del Cristo sufriente y la imagen visible del Dios invisible”. El Papa Bergoglio destacó además que el Espíritu Santo, que animó la vida y el ministerio de Jesús, es el mismo que guía la existencia cristiana y afirmó que “un cristiano y una comunidad "sordos" a la voz del Espíritu Santo que nos impulsa a llevar el Evangelio hasta los confines de la tierra, se transforman también en un cristiano y una comunidad “mudos” que no hablan y no evangelizan. El Papa concluyó pidiendo a la Madre de Dios que acompañe el camino de todos los bautizados para crecer en el amor hacia Dios y en la alegría de servir al Evangelio. Y al saludar a los peregrinos presentes en la plaza de San Pedro, Francisco recordó que mañana inicia su viaje apostólico a Sri Lanka y Filipinas y les pidió que lo acompañen con su oración. (MCM-RV) TEXTO COMPLETO DEL MENSAJE DEL PAPA Queridos hermanos y hermanas, buenos días. Hoy celebramos la fiesta del bautismo del Señor, con el cual concluye el tiempo de Navidad. El Evangelio describe lo que sucede a orillas del Jordán. En el momento en el cual Juan el Bautista confiere el bautismo a Jesús, el cielo se abre. «Enseguida – dice san Marcos – al salir del agua, vio que los cielos se abrían» (1,10). Viene a la mente la dramática súplica del profeta Isaías: «Si tu abrieras los cielos y bajaras» (Is 63,19). Esta invocación ha sido escuchada en el evento del Bautismo de Jesús. Así se ha terminado el tiempo de los “cielos cerrados”, que indican la separación entre Dios y el hombre, como consecuencia del pecado. El pecado nos aleja de Dios e interrumpe la relación entre la tierra y el cielo,
  • 14. determinando así nuestra miseria y el fracaso de nuestra vida. Los cielos abiertos indican que Dios ha donado su gracia para que la tierra de sus frutos (Cfr. Sal 85,13). Así la tierra se ha convertido en la morada de Dios entre los hombres y cada uno de nosotros tiene la posibilidad de encontrar el Hijo de Dios, experimentando todo el amor y la infinita misericordia. Lo podemos encontrar realmente presente en los Sacramentos, especialmente en la Eucaristía. Lo podemos reconocer en el rostro de nuestros hermanos, en especial en los pobres, en los enfermos, en los encarcelados, en los prófugos: ellos son la carne viva de Cristo sufriente e imagen visible del Dios invisible. Con el bautismo de Jesús no solo se abren los cielos, sino Dios habla nuevamente haciendo resonar su voz: «Tu eres mi Hijo amado: en Ti me he complacido» (Mc 1,11). La voz del Padre proclama el misterio que se esconde en el Hombre bautizado por el Precursor. Luego, la venida del Espíritu Santo, en forma de paloma, esto consiente a Cristo, el Consagrado del Señor, inaugurar su misión salvífica, que es nuestra salvación. El Espíritu Santo – el gran olvidado en nuestras oraciones: nosotros frecuentemente rezamos a Jesús, oramos al Padre, especialmente cuando rezamos el Padre Nuestro, pero no rezamos frecuentemente al Espíritu Santo, es verdad. ¿No? Es el olvidado. Y tenemos necesidad de pedir su ayuda, su fortaleza, su inspiración – el Espíritu Santo que ha animado enteramente la vida y el ministerio de Jesús, es el mismo Espíritu que hoy guía la existencia cristiana, la existencia de un hombre y de una mujer que dicen y que quieren ser cristianos. Poner bajo la acción del Espíritu Santo nuestra vida de cristianos y la misión, que todos hemos recibido en virtud del bautismo, significa redescubrir el coraje apostólico necesario para superar fáciles comodidades mundanas. En cambio, un cristiano y una comunidad “sordos” a la voz del Espíritu Santo, que nos impulsa a llevar el Evangelio hasta los confines de la tierra y de la sociedad, se hacen también un cristiano y una comunidad “mudos” que no hablan y no evangelizan. Pero, recuerden esto: rezar frecuentemente al Espíritu Santo para que nos ayude, nos de la fuerza, nos de la inspiración y nos haga ir adelante. María, Madre de Dios y de la Iglesia, acompañe el camino de todos nosotros bautizados; nos ayude a crecer en el amor hacia Dios y en la alegría de servir al Evangelio, para dar así sentido pleno a nuestra vida. (Traducción del italiano: Renato Martinez - RV) SALUDOS DEL PAPA AL FINALIZAR LA ORACIÓN MARIANA Queridos hermanos y hermanas, ¡Los saludo a todos ustedes, romanos y peregrinos! Con mucho gusto saludo al grupo de estudiantes de los Estados Unidos de América, como también a la Asociación de Laicos Amor Misericordioso. Hay tanta necesidad hoy de misericordia, y es importante que los fieles laicos lo vivan y lo lleven a los diversos ambientes sociales. Adelante, nosotros estamos viviendo el tiempo de la misericordia, este es el tiempo de la misericordia. Mañana por la tarde partiré para un viaje apostólico en Sri Lanka y en las Filipinas. Gracias de sus saludos en ese cartel, muchas gracias. Y les pido por favor de acompañarme con la oración y pido también a los esrilanqueses y a los filipinos que están aquí en Roma de orar especialmente por mí, por este viaje. ¡Gracias! Les deseo a todos buen domingo, a pesar de que el tiempo está un poco feo, pero un buen domingo. Y también hoy es un día para recordar con alegría el bautismo. Recuerden aquello que les he pedido, busquen la fecha de su Bautizo así cada uno de nosotros podrá decir: yo he sido bautizado en este día. Que hoy sea la alegría del Bautismo. No se olviden de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta la vista! (Traducción del italiano: Renato Martinez - RV) BEUCHOT, Mauricio Charles Sanders Peirce Semiótica, iconicidad y analogía En el presente estudio sobre Charles Sanders Peirce (Cambridge, 1839 - Milford, 1914), Mauricio Beuchot (Torreón, 1950) interpreta los rasgos principales de la filosofía de este pensador estadounidense. Aborda temas como su filosofía del lenguaje, su semiótica, su lógica, su ontología y algunos aspectos más. Según hace notar Beuchot, Peirce es uno de los grandes genios de la filosofía moderna. De ahí la importancia de señalar algunos puntos sobresalientes que indican la utilización del concepto de analogía,
  • 15. por ejemplo, la iconicidad, es decir, lo propio del signo icónico. Esta obra no es sólo un estudio sobre la actividad filosófica de Charles Sanders Peirce, es una reflexión desde la hermenéutica analógica de Mauricio Beuchot. Por ello, el presente estudio cobra doble relevancia desde el punto de vista filosófico contemporáneo. LESSING, Gotthold Ephraim Laocoonte o sobre los límites de la pintura y la poesía Esta obra trata sobre las fronteras de la pintura y la poesía, sobre sus posibilidades y sobre muchos otros temas relativos al arte antiguo que Lessing plantea como “incidentales”, pero que, de hecho, le sirven para realizar una crítica a varios de los grandes autores de su época, entre ellos a Winckelmann. En el Laocoonte, Lessing cuestiona la identificación que algunos autores de su época hacían entre poesía y pintura, que va, a su entender, en menoscabo de ambas. Las observaciones incidentales lo llevan a mostrar por qué poesía y pintura se alejan una de otra al imitar, en razón de su propia naturaleza ‒–una más apta para lo temporal y otra para lo espacial–‒, que impone límites a cada una de las artes. Para ejemplificar sus argumentos se basa en el caso del Laocoonte, que da título al libro, comparando la descripción de Virgilio con la estatua que lo representa. Lessing utiliza muchísimos otros ejemplos, sumamente eruditos, para mostrar cuáles son las relaciones ideales entre poesía y pintura, y para subrayar la idea de que, entre los antiguos, la belleza era la ley más alta de las artes plásticas, a la que había que subordinar cualquier otra consideración, incluida la misma expresión. La aportaciones de Teilhard forman ya parte del patrimonio cultural humano
  • 16. En abril se cumplen los 60 años del fallecimiento del científico y filósofo que propuso una espiritualidad cósmica En abril de 2015, un nutrido grupo de entidades internacionales recordarán la fecha del fallecimiento de Pierre Teilhard de Chardin (1881-1955). El Teilhard Project pretende recuperar y potenciar aquellas dimensiones de Teilhard que forman ya parte del patrimonio cultural de la humanidad. Tal vez sea la propuesta de una espiritualidad cósmica el rasgo más rompedor de Pierre Teilhard de Chardin, uno de los personajes del siglo XX sobre el que se ha escrito más y sobre el que las plumas apasionadas han descargado más alabanzas y más críticas. Por Agustín Udías Vallina. inShare Pierre Teilhard de Chardin en 1955. Fuente: Wikipedia. El 10 de abril de 2015 fallecía en Nueva York de forma súbita Pierre Teilhard de Chardin (1881-1955). Había nacido en 1881 y pasó una parte importante de su vida trabajando como geólogo y paleontólogo en China. Científico innovador, filósofo heterodoxo, místico jesuita y poeta deslumbrante sigue siendo un hombre discutido. El llamado Teilhard Project, con ocasión de los 60 años de su fallecimiento, ha unificado muchos esfuerzos humanos para recuperar su legado para el nuevo milenio. En este ensayo sintetizamos algunos rasgos de la espiritualidad de este personaje histórico y recogemos materiales procedentes de un Master en espiritualidad ignaciana, que con el título “La espiritualidad de Teilhard de Chardin. Una espiritualidad desde la visión científica del mundo”, fue estudiado por los asistentes al mismo durante 2014. Una cosmovisión evolutiva Como sacerdote y como jesuita, la mayor preocupación de Teilhard fue siempre cómo integrar el pensamiento cristiano dentro de la nueva cosmovisión presentada por las ciencias de un mundo en evolución. Esta preocupación está ya presente en sus primeros escritos de juventud, continuará hasta las últimas páginas escritas unos días antes de su muerte y se apoya en las dos columnas que soportan toda su vida, su trabajo científico y su experiencia mística. Pierre Teilhard de Chardin, después de su entrada en la Compañía de Jesús, mantuvo este interés por la ciencia y la espiritualidad; y entre 1905 y 1908 fue profesor de ciencias en el colegio de los jesuitas en el Cairo, donde empezó a realizar trabajos de campo de geología. Terminada su licenciatura en ciencias naturales en París en 1919 empieza su docencia de geología en el Institut Catholique que tendrá que interrumpir pronto. En 1923 Teilhard realiza su primer viaje a China, donde trabaja en la geología del norte de China y Mongolia. A partir de este primer viaje su vida queda vinculada al trabajo geológico y paleontológico en China. A partir de 1939, Teilhard es ya una figura reconocida en los círculos científicos, realiza viajes a Francia y Estados Unidos, y lleva a cabo en colaboración con otros científicos, trabajos de campo, además de en China, en Cachemira, Java, Birmania y África del Sur, vinculando su trabajo cada vez a los estudios sobre los orígenes del hombre. Fuentes ignacianas Teilhard separó claramente su trabajo científico de su reflexión religiosa, y de esta forma en sus más de 200 artículos científicos no se menciona para nada el problema religioso. Como científico fue un
  • 17. verdadero científico, reconocido por sus trabajos de geología y paleontología. Sin embargo, para él el trabajo científico constituía ya en sí mismo una forma de adoración y afirma que ciencia y religión forman dos caras de un mismo movimiento de conocimiento de la realidad. El encontraba en el trabajo científico una forma de alimento espiritual. Es al mismo tiempo que su trabajo científico que Teilhard realiza una continua producción de su pensamiento filosófico y religioso, detrás del cual se encuentra una verdadera experiencia mística. Las notas de sus Ejercicios Espirituales, nos permiten constatar cómo estas ideas, son también las constantes que año tras año forman el núcleo de su oración y meditación. En estas notas encontramos que su visión de Cristo y del mundo no es solo un pensamiento teórico para presentarlo a los demás, sino el motor y centro de toda su vida espiritual. Año tras año sus Ejercicios se centran en las mismas ideas. El Cristo-Omega aparece ya en sus notas de 1922 y se repite en todos los demás años. En 1940 aparece el término “omegalizar” para expresar la unión del universo con el Cristo total, y al año siguiente presenta las dos perspectivas, que a partir de esa fecha se convierten en el resumen de su actividad: “universalizar a Cristo y Cristificar el universo”. Toda su vida la concibe Teilhard como una fidelidad al Cristo-Omega. Finalmente en 1950 expresa que en su vida no debe entrar nada que no sea “Cristificable” y muestra su preocupación por “acabar bien, es decir, en plena confesión y en plena fe al Cosmos y al Cristo-Omega. Terminar bien, es decir, haber tenido tiempo y ocasión de formular mi mensaje esencial, la esencia de mi mensaje”. En el último día de sus últimos ejercicios en 1954 resume toda su visión con una sola palabra “Pan-Cristismo ”. Textos clave para entender la espiritualidad de Teilhard El desarrollo de la espiritualidad de Teilhard puede seguirse a través de los textos claves que van desde el primer escrito durante la guerra al último unos meses antes de su muerte. Las líneas fundamentales están ya presentes en el primer escrito, pero no se desarrollarán con toda claridad hasta el último y definitivo. Estos libros son: La Vie Cosmique (1916) (La Vida Cósmica), Mon Universe (1918) (Mi Universo), La Messe sur le Monde (1923) (La Misa sobre el Mundo), Le Milieu Divin (1927) (El Medio Divino); Comment je crois (1934) (Como yo Creo), Le Phenoméne Humain (1947) (El fenómeno Humano); Le coeur de la matiere (1950) (El Corazón de la Materia) y Le Christique (1955) (Lo Crístico). Estos textos claves nos servirán para establecer las líneas generales de la espiritualidad de Teilhard y el papel que en ellas juega la visión científica del mundo. En definitiva, una vida en búsqueda de Dios. Hijo de la Tierra e hijo del Cielo Teilhard repite a menudo que se siente al mismo tiempo un “hijo de la Tierra ” (la Tierra aparece siempre en mayúsculas) y un “hijo del Cielo”. Así afirma: “Yo amo apasionadamente al Mundo, pero yo amo con el mismo apasionamiento al Dios que se expresa a sí mismo en Cristo”. La base de su espiritualidad está, por lo tanto, en la síntesis de estos dos amores que se realiza en el Cristo-Universal en donde se unen los dos y cuyo sentido veremos más adelante. Estos dos polos están siempre presentes en su vida y los intenta sintetizar. Los dos procesos para realizar esta síntesis son Cristificar el Universo y Universalizar a Cristo . Por un lado el universo necesita de Cristo para llegar a su última perfección. Sin Cristo el universo está sin cabeza, le falta la pieza clave que culmine y aguante todo el edificio. Por otro lado Cristo solo puede entenderse del todo como, precisamente, el Alfa y Omega de este Universo. Es decir, Cristo está como creador y a través de su Encarnación como fin último o Punto Omega al que tiende el universo y hacia el que el universo es atraído para su culminación. Cristo encarnado no puede entenderse separado del universo material en el que se ha hecho presente. El papel de la ciencia Teilhard es consciente del papel que tiene en el mundo moderno la ciencia y la tecnología como las dos
  • 18. grandes fuerzas que mueven hoy el progreso humano. Teilhard habla poco de la tecnología ya que la considera incluida en la ciencia que el considera en un sentido amplio. Por eso cuando Teilhard habla de la ciencia se ha de incluir también la tecnología. En el mundo moderno la ciencia es, según él, el Grande Affaire du Monde, y constituye “una función humana tan vital como la nutrición y la reproducción”. Esto hay que entenderlo dentro de su visión evolutiva del mundo. Para el la evolución cómica que se prolonga en la biológica sobre la tierra tiene su continuación en la evolución humana. Al nivel humano, es decir, de la “Noosfera ”, o capa consciente y pensante de la Tierra el trabajo científico ocupa la punta de la evolución. Es a través de la ciencia que hoy progresa la evolución humana. Vista la ciencia desde esta perspectiva y teniendo en cuenta que la evolución va hacia el Punto Omega que Teilhard ha identificado con el Cristo de la fe, él puede afirmar: “No hay un alimento natural más poderoso para la vida religiosa que el contacto con las verdades científicas bien comprendidas”. Es decir, la ciencia misma es un factor importante en la vida religiosa. Nos muestra el camino de búsqueda de los hombres que en realidad, aunque inconscientemente va en la dirección de su convergencia en Cristo. En un paso más adelante Teilhard afirma: “La investigación científica es una forma de adoración en ella se esconde y opera alrededor nuestro el poder creador de Dios”. Este carácter de adoración de la ciencia nace de ver como la ciencia nos va descubriendo la naturaleza del universo y la dinámica de su evolución que tiene como fin último su perfección última por su unión en el divino Punto Omega que es el Cristo Cósmico. Desde el punto de la ciencia como trabajo de los hombres Teilhard la ve como el esfuerzo común de la humanidad que consciente o inconscientemente la va llevando hacia su fin último. De esta manera puede decir: En la ciencia se elabora “la sola mística humano-cristiana que puede hacer en el futuro una unanimidad humana”. El esfuerzo común de la ciencia va llevando a la humanidad hacia su unificación, a través del proceso que Teilhard llama de socialización. Así para él el trabajo científico en sí mismo tiene un valor religioso. Líneas maestras de una propuesta de espiritualidad En su ensayo Comment je crois (1934) en el que Teilhard trata de formular las líneas generales de su espiritualidad pone al principio como síntesis las siguientes líneas: Je crois que l’Univers est une Évolution Je crois que l’Évolution va vers l’Esprit Je crois que l’Esprit s’achève en du Personnel Je crois que le Personnel suprême est le Christ-Universel [Yo creo que el Universo es una Evolución/ Yo creo que la Evolución se dirige hacia el Espíritu/Yo creo que el Espíritu se apoya en lo Personal/ Yo creo que lo Personal supremo es el Cristo Universal]. En estas cuatro líneas está resumido todo su pensamiento. Comienza con la visión evolutiva del universo que la ciencia ha descubierto, desde el big-bang a la vida inteligente sobre la tierra. Evolución que continúa hoy a nivel de la noosfera. La evolución descubre la dirección de la materia al espíritu. El espíritu tiene su culminación en lo personal, por eso el Punto Omega hacia el que la evolución progresa debe tener una dimensión personal. Ese personal supremo culmen de toda la evolución es el Cristo- Universal. Por ello, todo ser humano se siente inclinado a adorar y confiar. Teilhard de Chardin en 1947. Fuente: Archivo de los jesuitas de Francia. Materia y Espíritu Teilhard rechaza todo dualismo materia-espíritu y presenta un concepto unificado de materia que incluye en sí misma la dimensión espiritual. Esta dimensión está relacionada con la “complejidad”. A mayor complejidad mayor dimensión espiritual. El materialismo busca entender al hombre solo desde la materia. Teilhard sigue el camino contrario busca entender la materia desde el hecho de la presencia de la consciencia en el ser material que es el hombre. Si el hombre es un ser material autoconsciente, esta cualidad de la consciencia tiene que estar de alguna
  • 19. manera también presente en toda la materia. Esto le lleva a proponer la idea de que en la materia hay un “interior” además de un “exterior”. El interior de la materia está ligado a la complejidad, de forma que al aumentar ésta, aumenta también su grado de interioridad. La complejidad, a su vez, está relacionada con la consciencia y la dimensión espiritual. El incremento en complejidad en la evolución se identifica con una mayor dimensión espiritual. A este doble carácter de la materia (interior y exterior) corresponden también dos tipos de energía: una energía “tangencial”, que corresponde a la energía física con la que las cosas interaccionan unas con otras a su mismo nivel y otra energía “radial” o “espiritual”, que es responsable de la convergencia de la evolución de la materia en la línea de una mayor complejidad y una mayor consciencia, es decir, en la dirección del espíritu. Para Teilhard estos dos tipos de energía son en realidad los dos componentes de una sola energía fundamental que incluye ambas. El camino de la evolución es el de lo múltiple a la unidad. La evolución progresa hacia el espíritu. Esta dimensión puede seguirse en su famoso “Himno a la Materia”. El Cristo Cósmico Las ciencias han demostrado que el universo está sujeto a una evolución en la línea del incremento de complejidad desde las partículas elementales a la vida y la conciencia en el hombre. Según Teilhard esta evolución debe converger en un Punto Omega, que debe ser transcendente y personal. Por otro lado, la fe nos dice que ese Punto Omega es Cristo por su encarnación y resurrección. Cristo es así el centro cósmico de la creación. El Dios transcendente que se ha formulado tradicionalmente como “el Dios en lo Alto” es también “el Dios en Adelante”, es decir, el centro hacia el que tiende toda la evolución. Si el universo es convergente y Cristo ocupa la función de Centro-Omega la cosmogénesis se convierte en una Cristogénesis. Toda la evolución es, por lo tanto, un proceso por el cual se va construyendo el cuerpo de Cristo. No se puede pensar en el universo sin su centro en Cristo, ni en Cristo sin formar el centro del universo. Su acción cósmica es la que hace converger todo hacia sí mismo. El Cristo universal Otra formulación de Teilhard es la del “Cristo-Universal ”. En su ensayo Note sur le Christ universel (1920) lo define de la siguiente forma: “Yo entiendo por Cristo-Universal, el Cristo centro orgánico del universo entero- Centro orgánico, es decir, del que dependen físicamente todos los desarrollos del universo entero… no solo de la tierra y la humanidad, mas de Sirio y Adromeda y todas las realidades de las que dependemos físicamente; … no solo los esfuerzos morales y religiosos, sino todo crecimiento del cuerpo y el espíritu. Este Cristo- Universal es el que nos presentan los evangelios, en especial S. Pablo y S. Juan. Aquel del que han vivido los grandes místicos”. La divinización de las actividades Desde su visión Cristocéntrica del universo y el hombre Teilhard reformula la ascética cristiana como un proceso de divinización de las actividades y las pasividades. En esta formulación hay que superar el esquema tradicional de la buena intención en la que los fines terrestres en sí no valen nada, sino solo como ocasión de medios a un fin sobrenatural. El esfuerzo hay que considerarlo ahora como cooperación a la realización del Mundo en Cristo. Por lo tanto, las obras mismas tienen un valor en sí como parte de la evolución del mundo hacia su culminación en Cristo. En virtud de la Encarnación por la que Dios entra en la evolución del universo y ocupa el lugar del centro hacia el que todo tiende, nada es profano. Todas las acciones son partes de la construcción del Cuerpo de Cristo. Pero la acción implica también el desprendimiento de lo que nos estorba o impide ese proceso. (Le milieu Divin, 1927, pág. 31-65). Esta presentación, inspirada en un texto de Teilhard,
  • 20. expresa esta aspiración: La divinización de las pasividades Las pasividades, es decir todo lo negativo que nos sucede, forman la mitad de la existencia humana. Las pasividades de disminución que nos afectan pueden ser externas e internas. Ellas forman parte también del proceso de la evolución hacia la formación del Cuerpo de Cristo. Lo que parece vacío y pluralidad es en realidad instrumento de plenitud y unidad. En la vida hay un tiempo de crecer y un tiempo de disminuir. Los dos colaboran a la construcción del Cristo Total. Hay una comunión por la acción y otra por la disminución. En la segunda en lugar de actuar nosotros, es Dios el que actúa en nosotros.(Le Milieu Divin, 1927, 71-101) El Medio Divino. La diafanía de Dios El Medio Divino es un Centro en el que se unen y tocan todos los elementos del Universo. En un mundo animado por la Encarnación, el Medio Divino se nos descubre como una modificación del ser profundo de las cosas. El mundo aparece bañado por una luz interna que le intensifica el relieve, la estructura y las profundidades. Por la síntesis en Jesús de todos los elementos del mundo por su Encarnación, se produce la Diafanía de Dios en el Universo. El Medio Divino se nos manifiesta como una incandescencia de las capas interiores del ser. Todo queda penetrado de la presencia de Cristo. Así, la presencia del Medio Divino está por todas partes en torno nuestro, solo hace falta que le veamos (Domine, fac ut videam). El camino dentro del Medio Divino se lleva a cabo por la pureza, fe y fidelidad. El objetivo es la comunión en la caridad en la que todos formamos un solo cuerpo. (Le Milieu Divin, 1927, 133-191) Esta presentación incide en esta espiritualidad. La Misa sobre el Mundo En esta oración de Pierre Teilhard de Chardin, inspirada en su texto El Sacerdote (1918) y reelaborada en 1923 encontramos el aspecto eucarístico de la espiritualidad de Teilhard. Está en el Desierto de Ordos, en Mongolia. Parece que era el día de la Transfiguración del Señor. No tiene pan ni vino para la Eucaristía. Y ofrece en la patena del Universo todo lo que supone wel esfuerzo humano. El Mundo es ahora la Hostia total que se transforma en cada celebración Eucarística en el Cuerpo y Sangre de Cristo. Esta oración puede considerarse como resumen de toda su espiritualidad. Ofrenda : Recibe, Señor, esta Hostia total que la Creación transformada por vuestra atracción te ofrece en la nueva aurora. Este pan, nuestro esfuerzo. Este vino nuestro dolor. Consagración : El Fuego, una vez más ha penetrado la Tierra. El Universo, hostia inmensa se ha convertido en Carne. Toda la materia está desde ahora encarnada, Dios mío, por vuestra encarnación. Comunión : Yo extenderé la mano hacia el pan ardiente que me presentas. Señor Jesús, yo acepto ser poseído por ti. Cómo rehusaré este cáliz, Señor, cuando por el pan ha entrado en mi la pasión por unirme a ti más lejos de la vida, a través de la muerte. Oración : Maestro, por fin, a través de todos los poderes de la Tierra te reconozco como mi soberano y me entrego a ti. Cristo glorioso, influencia difusa en el seno de la Materia y Centro deslumbrador donde se unen la fibras sin número de lo Multiple .. Es a ti a quien mi ser llama con un deseo tan grande como el Universo. Lo Crístico El último ensayo escrito antes de su muerte Le Cristique (1955) representa una última versión de su visión sobre el Mundo y Cristo. Es una síntesis entre la convergencia cósmica y la emergencia crística. Por un lado la ciencia ha descubierto la evolución cósmica en la dirección de Complejidad-Conciencia de dimensiones planetarias que continúa a nivel humano y debe ser convergente. La fe cristiana descubre la inserción de Cristo en el proceso de la evolución por la encarnación que se expande por su resurrección
  • 21. para integrar en un solo cuerpo toda la humanidad. El universo y Cristo se completan y conjugan en un universo cristificado. Se realiza así la consumación del Universo por Cristo y la de Cristo por el Universo. Con un Universo cristificado o un Cristo universalizado aparece un super-medio evolutivo, el Medio Divino. Lo Crístico es la unión y síntesis de las exigencias cósmicas de un Verbo encarnado y las potencialidades de un Universo convergente. Conclusión: Teilhard místico La espiritualidad de Teilhard no era solo el resultado de una reflexión teológica, sino sobre todo el fruto de una experiencia mística, en la que la presencia y acción de Cristo llenan el universo evolutivo. Para él ni Cristo puede concebirse separado del universo, ni el universo separado de Cristo. Teilhard vivió con pasión esta presencia y acción de Cristo en el mundo y se esforzó por comunicarla desde su trabajo científico, de todas las formas posibles, a pesar de todos los obstáculos e incomprensiones que encontró. Bibliografía: Boudignon, P. (2008), Pierre Teilhard de Chardin. Sa vie, son oeuvre, sa reflexión. Paris: Cerf. Crespy, P. (1961). La pensée théologique de Teilhard de Chardin, Paris : Éditions Universitaires; Cuenot, C. (1967), Pierre Teilhard de Chardin, las grandes etapas de su evolución. Madrid: Taurus; De Lubac, H. (1962), La pensée religieuse du Père Pierre Teilhard de Chardin. Paris: Aubier; Héronnière, E. de la (2003). Teilhard de Chardin, une mystique de la traversée. París :Albin Michel ; King, T. M. (1988). The way of the Christian mystics: Teilhard de Chardin. Wilmington : Michael Glazier ; Martelet, G. (2005), Teilhard de Chardin, prophète d’un Christ toujours plus grande. Bruselas : Lessius. Mooney, C. F. (1968). Teilhard de Chardin and the mystery of Christ. Garden City, N.Y. : Doubleday- Image, Rideau, E. (1965). La pensée du Père Teilhard de Chardin. Paris : Éditions du Seuil. Teilhard de Chardin, P. Oeuvres de; Vol. 1 – 13, (1955-1976). Paris: Éditions du Seuil. Teilhard de Chardin, P. Notes de retraites, 1919-1954. Paris : Éditions du Seuil Agustín Udías Vallina, Catedrático de Geofísica en la Universidad Complutense de Madrid, es colaborador de la Cátedra Ciencia, Tecnología y Religión y de Tendencias21 de las Religiones. James Joyce: la esencia de la escritura Carlos Javier González Serrano 13 enero, 2015 Escritor polifacético, en ocasiones incomprendido (la mismísima Virginia Woolf desestimó el manuscrito de una de sus obras cumbre, e incomprensiblemente nunca estuvo nominado al Nobel), James Joyce (1882-1941) fue sin duda una de las plumas más importantes del siglo XX literario. ¿Qué sabemos de nuestras obras? La gente puede atribuir a Ulises cosas en las que no pensé nunca, pero nadie es quien para decir que esas interpretaciones son erróneas: ¿alguno de nosotros es consciente de lo que está creando? James Joyce Alba, prolífica editorial barcelonesa comprometida con la publicación no sólo de buena literatura (os recomiendo echar un ojo a su inmenso catálogo, que sin duda os tentará), sino también con todo lo que con ella tenga que ver, nos presentó a mediados del pasa año una novedad original y muy actual. Se trata de una brillante y muy bien escogida recopilación de citas de James Joyce, a través de cuya lectura se nos invita a trazar un apasionante recorrido a lo largo y ancho de su concepción sobre temas tan diversos como el proceso de escritura, el influjo de la imaginación y la inspiración, los estilos literarios o el arte. Una colección de reflexiones -extraída de los libros, conversaciones, biografías y cartas de y sobre Joyce- que hará las delicias de cualquier lector interesado en la creación literaria.
  • 22. En estos tiempos de crisis social y económica, pero también editorial (y cultural en general, si tenemos en cuenta la considerable reducción, por ejemplo, que ha sufrido la inversión de fondos públicos para tales menesteres), se habla de una decadencia en el modo de escribir y leer. Se publican demasiados libros, muchos de ellos de dudosa calidad, y el lector se ve perdido en un marasmo editorial que en ocasiones es difícil de eludir sin caer presa de algún que otro trastorno psicótico. Y es que, como explicaba el inmortal autor irlandés, cada momento histórico entrega un tipo de literatura. Y cada literatura, a su vez, posee un olor característico: Para crear literatura, un país tiene que tener cierto olor. ¿Qué es lo primero que uno percibe cuando llega a un país? Su olor, que da una idea exacta de su cultura y penetra en su literatura. Así como Rabelais huele a Francia en la Edad Media y Don Quijote a la España de la época, Ulises huele al Dublín de mi tiempo. En Sobre la escritura, volumen editado por el prestigioso profesor de Lengua y Literatura Inglesa de los siglos XIX y XX en la Universidad de Turín, Federico Sabatini, encontraremos el parecer de James Joyce al respecto de asuntos tan peliagudos como los que acabo de mencionar: ¿se hace en la actualidad buena literatura?, ¿qué es la “buena literatura”?, ¿y la mala?, ¿el escritor nace o se hace?, ¿en qué se traduce un exceso de publicación de libros para una época y su sociedad?, etc. El propio Joyce explicaba su cometido de este singular modo en el siguiente fragmento, en el que parece dividir la creación artística en dos componentes (emocional e intelectual): En la embriaguez […] en estar siempre ebrio de vida, como dice Rimbaud, […] radica el aspecto emocional del arte; pero luego está la disposición intelectual, la que lleva a diseccionar la vida. Esto es lo que más me interesa ahora: llegar al residuo de la verdad sobre la vida, en lugar de magnificar ésta a base de sentimentalismo, actitud esencialmente falsa. En Ulises he pretendido crear literatura a partir de mi experiencia, no de un concepto ni de una emoción fugaz. En el prólogo de esta publicación de Alba, a cargo del profesor Sabatini, éste explica que Sobre la escritura “pretende ofrecer una panorámica de [las reflexiones de Joyce] en torno al arte y la literatura, y brindar a los lectores una introducción a sus obras capitales mostrándoles sus opiniones más personales sobre la escritura y la figura del escritor”. Cuanto más sujetos estamos a los hechos -escribía Joyce-, cuanto más intentamos causar la impresión correcta, tanto más nos alejamos de lo fundamental. […] Lo que importa, sin embargo, no es lo que uno escribe, sino cómo escribe; a mi entender, el escritor moderno debe ser ante todo un aventurero y estar dispuesto a correr cualquier riesgo y a fracasar en su empeño si hace falta. Joyce estaba convencido de que si el oficio de escritor estaba expuesto a tan diversas -y a veces furibundas- críticas, es por su condición dual de arte y ciencia. Por ejemplo, llegó a asegurar que la literatura, en sus fundamentos mismos, es una ciencia, “es decir -apuntalaba-, si atendemos a la
  • 23. gramática y a los personajes”. Pero a la vez era consciente de su componente imaginativo y sensitivo: “Nuestro objeto es la sensación, intensificada hasta lo alucinatorio”. Es por ello que Joyce consideraba que “un libro no se debe proyectar de antemano: a medida que uno escribe irá tomando forma, sometido a los impulsos emocionales de cada uno”. La belleza expresada por el artista no puede causarnos una emoción cinética ni una sensación puramente física: produce o ha de producir un estado de quietud estética, un terror o una piedad perfecta, una inmovilidad creada, prolongada y desvanecida por lo que llamo el ritmo de la belleza. Un volumen imprescindible para los iniciados (y expertos) en las obras del genio irlandés, pero también para aquellos que deseen conocer -a hombros de gigante- a uno de los creadores más originales del siglo pasado. Un autor que, a juicio de Sabatini, desarrolló “un lenguaje propio que desdeña las reglas gramaticales, el orden sintáctico y la puntuación, y crea palabras nuevas combinando diferentes unidades etimológicas y semánticas en construcciones que encierran infinitos significados” Las religiones políticas Juan Antonio Martínez de la Fe Ficha Técnica Título: Las religiones políticas Autor: Eric Voegelin Autores de la Presentación: Guillermo Graíño y José María Carabante Edita: Editorial Trotta, Madrid, 2014 Colección: Estructuras y Procesos Serie: Filosofía Traducción: Manuel Abella y Pedro García Guirao Encuadernación: Tapa blanda con solapas Número de páginas: 143 ISBN: 978-84-9879-534-9 Precio: 13 euros Nos encontramos ante un libro que, sin ser nuevo en su contenido (su autor falleció en 1985), sí nos ofrece textos en nuestro idioma, lo que, sin duda, los hace más asequibles, y, lo que es más destacable, la oportunidad de releerlos en momentos en los que la reflexión que nos aportan es más necesaria. Guillermo Graíño y José María Carabante son los introductores de la edición. Y son ellos quienes nos ofrecen el pórtico necesario para acceder, de la mejor manera posible, a la lectura de estos ensayos de Voegelin, a través de la Presentación que llena las primeras páginas del libro. La titulan Eric Voegelin, filósofo del orden. Es la mejor descripción de lo que viene a continuación. ¿Qué movió a Voegelin a indagar, filosóficamente, en el entramado de ciertas propuestas políticas y superar sus paradigmas? Tres conceptos que revisten una indiscutible actualidad: la devaluación del lenguaje, la manipulación y el desorden social. Eso sí: no hay que olvidar que su trayectoria intelectual se vertebra sobre su experiencia personal. En un primer apartado, nos desvelan la postura del autor sobre El totalitarismo como religión. “Voegelin concluirá que las derivas totalitarias son consecuencia de una ruptura de la tensión hacia lo trascendente, ruptura que ha volcado la sacralidad dentro de comunidades cerradas.” Para el filósofo, nos dicen, solo se puede entender cabalmente la historia aprehendiendo en toda su oculta amplitud las enormes repercusiones acaecidas por los cambios en el equilibrio entre el ámbito de lo sagrado y la esfera de lo profano. Aborda un segundo apartado la relación entre Gnosticismo y Modernidad. El interés de Voegelin por el
  • 24. Gnosticismo nace por la necesidad de ampliar el horizonte simbólico e interpretativo con el que hacer inteligibles la política y la filosofía de nuestro tiempo. Su tesis sobre esta doctrina se hizo popular en el pensamiento político neoconservador y en sus doctrinas de la guerra fría. Los símbolos del orden constituye el tercer apartado de esta Presentación. Fue proyecto de Voegelin la confección de una historia de los símbolos en los que se apoyan las vivencias humanas de orden, un repaso por las formas en que el ser humano ha intentado hacer inteligible la estructura de la realidad. Cuando Voegelin habla de orden, ¿a qué alude realmente? Nos dicen: “El orden, tanto como su antítesis, el desorden, apunta a la relación del hombre con el fundamento trascendente de su existencia, que puede configurarse en armonía o disonancia con aquel.” Finalmente, un último apartado: Hacia una teoría de la conciencia. Voegelin alcanzó a comprender la imposibilidad de su proyecto inicial de confeccionar una historia de los símbolos, dada la amplitud de las simbolizaciones culturales, lo que la haría incompleta y fragmentaria; por lo que empeñó sus esfuerzos intelectuales en delimitar una teoría de la conciencia, resultado final de todas sus inquietudes políticas, filosóficas e históricas. Unas líneas de estos autores, muy esclarecedoras, nos compendiarán bien lo que se ha venido exponiendo hasta aquí: “Es precisamente la tensión entre lo mundano y lo trascendente, elevada a conciencia por el filósofo, la que engendra el orden y la armonía, tanto espiritual como política.” Y: “en el agnosticismo la tensión se cancela y aflora esa conciencia servil de alienación que precede a la revuelta contra lo trascendente.” Las religiones políticas Tras esta necesaria Presentación, el libro aborda el primero de los ensayos de su contenido, aquel que le da título: Las religiones políticas. Se abre con un Prólogo del autor, Eric Voegelin, fechado en Massachussets durante la primavera de 1938, en el que, ante las posturas de diferentes personalidades sobre sus planteamientos, explica las causas que originaron el nacionalsocialismo y las razones de su postura personal en contra de esta teoría. Un apretado resumen del contenido sería que el poder viene de Dios y el pueblo lo acepta; un poder que viene manifestado por los gobernantes, hasta que el pueblo entiende que tal poder emana de sí mismo, sustituyendo a Dios por la ciencia; pero, no puede eludir seguir haciendo uso de la simbología religiosa presente en aquel primer estadio. Y entra en materia, explicando desde el inicio El problema, que no es otro que el considerar que religión y política son organizaciones de diferente índole, cuando no es así ya que los conceptos de lo religioso y lo político han ido a la zaga de las instituciones y sus símbolos. Y aclara que “para entender adecuadamente qué son las religiones políticas, debemos ampliar el concepto de religión, de forma tal que bajo él no solo caigan las religiones de salvación, sino también aquellos otros fenómenos que, en el desarrollo del Estado, creemos reconocer como religiosos.” Y, simultáneamente, hay que analizar el concepto de Estado, de manera que no solo recoja la idea de organización secular y humana, sino aspectos que corresponden al ámbito de lo religioso. Define Estado: “es la unidad organizativa de un grupo de seres humanos sedentarios, dotada de poder soberano originario.” Y se extiende en ir aclarando cada uno de los términos de esta definición; una definición que, a su juicio, es incompleta si no se recurre a las fuentes históricas de las que surge, profundizando en las concepciones de Hegel. No es tan concreto a la hora de referirse a la religión, a la que considera fruto de una experiencia vivencial íntima, basada en las emociones que tienen que ver con la condición de criatura; unas emociones, eso sí, que son profundas a diferencia de las más habituales, que son superficiales. Así, pues, hace un recorrido histórico sobre los vínculos entre religión y estado, remontándose a la primera religión política profesada por un gran pueblo civilizado: el culto al sol, del que su principal figura es Akhenatón. Partiendo de este análisis histórico, caracteriza alguno de los principales símbolos sacrales que permitieron poner en contacto el ámbito humano político con el divino. Es el primero la jerarquía. ¿Por
  • 25. qué? Porque es en ella donde se manifiesta “el símbolo de la irradiación que, desde la cúspide de la divinidad, recorre toda la jerarquía de los poderosos y sus subordinados y desciende hasta el último súbdito sometido a obediencia.” El segundo símbolo es la ekklesía, el sentido de comunidad de un pueblo sujeto a la jerarquía que tiene origen divino. “El cierre de una comunidad organizada como estructura de poder requiere, ante todo, que dicha comunidad se perciba como unidad dotada de un centro existencial situado dentro de ella misma.” Afirma el autor que la ekklesía formada por Cristo se ha transformado en muchos sentidos, pero, en todos ellos subsiste una misma armazón fundamental, de la que proceden, por línea directa, todas las iglesias cristianas; pero, no solo encontramos esa armazón en ellas, sino que algunos de sus componentes fundamentales los hallamos en las comunidades estatales. Ahora bien: tal ekklesía se ha visto sujeta a un doble ámbito, el espiritual y el terrenal, como lo atestiguan los escritos de San Agustín y Santo Tomás de Aquino, hasta que, con la excomunión decretada por Gregorio IX sobre Federico II, que se había proclamado rey-mesías, surge la primera religión política intramundana dentro de la ekklesía cristiana; pues, no en vano, el emperador se había apropiado de un simbolismo religioso hasta entonces cuasi exclusivo de la Iglesia. Es su apocalipsis, como revelación del reino; y la aparición de los reyes sagrados como mediadores de Dios y portadores de la personalidad comunitaria. Hasta ahora, el autor se ha situado para su estudio desde una posición exterior. Pasa, seguidamente, a situarse en una nueva dimensión simbólica, para analizar interpretaciones de aquellos símbolos religiosos, desde dentro, por parte de los hombres y poderes involucrados. “El proceso de disolución de la ekklesía occidental en las diferentes comunidades parciales de carácter estatal recorre toda la Edad Media y alcanza una clara eclosión en la época del absolutismo, cuando los estados se configuran desde la contraposición mutua.” Evidentemente, no es un proceso simultáneo en todas las regiones de Europa, pero fue en estos estados donde se desarrolló una teología de esta nueva ekklesía, en la que se compenetran aspectos político-seculares y sacrales y en la que estado e Iglesia se funden. Y el gran teólogo de esta particular ekklesía fue Hobbes, cuya teoría analiza detenidamente Voegelin. En su desarrollo histórico, la comunidad intramundana deja de ser resultado de una emanación sacral desde una fuente suprema; pasa a convertirse ella misma en sustancia sacral originaria. La cosmovisión del hombre frente al mundo también varía, apoyándose en el avance de la ciencia. Pero, aunque el hombre pueda dejar que los contenidos mundanos se desarrollen hasta borrar del horizonte los conceptos de mundo y Dios, no puede eliminar la problemática de su propia existencia. A partir de aquí, el autor nos guía a través de Kant, Fichte, Comte, Marx, Gobineau, etc., concluyendo que el rasgo común de la nueva y surgente simbología es su pretendido carácter de ciencia. Aunque advierte de que, cuando la entidad colectiva intramundana ocupa el lugar de Dios, la persona deviene en miembro al servicio del contenido mundano sacralizado, es decir, en un instrumento: su modo de vida, de su existencia física y espiritual solo es importante en relación con la comunidad a la que pertenece. Lo que relaciona, entre otras cosas, con las situaciones que se dan en el nacionalsocialismo y el fascismo, alemán el primero e italiano el segundo. Es, en definitiva, la aparición del mal, encarnado en estas doctrinas. Dentro de la creación divina, existe el mal, “la magnificencia del ser queda empañada por la miseria de la criatura, el orden de la comunidad se construye a fuerza de odio y sangre, de dolor y apostasía.” Un Epílogo cierra tan interesante ensayo, en el que, en dos páginas, resume el autor el planteamiento y curso de sus reflexiones en las hojas que las preceden. Ciencia política y gnosticismo La segunda parte del libro contiene dos nuevos ensayos; el primero, Ciencia, política y gnosticismo, en el que éste aparece como una categoría interpretativa para analizar el desarrollo intelectual y político de la Modernidad; el segundo, El sucedáneo de la religión: los movimientos gnósticos de masas de nuestros tiempos. Antes de entrar en materia, el autor ofrece un Prefacio a la edición americana, en el que expresa que el primero de estos dos ensayos tuvo su génesis en una conferencia, pronunciada en la universidad de Munich en 1958, con la idea de aplicar al gnosticismo de Hegel, Marx, Nietzsche y Heidegger la visión
  • 26. de Von Balthasar, Hans Jonas o Albert Camus. Comienza con una Introducción en la que intenta explicar la presencia del gnosticismo en la actualidad, basándose en los orígenes y significado de esta doctrina. Aduce que el desmoronamiento de los imperios ecuménicos sumergió al hombre en el desconcierto existencial, en el que se encontraba aherrojado como un prisionero; buscaba, pues, el ser humano una liberación de esa cárcel a través de una interpretación estoica de sí mismo, o de la visión de la ecúmene pragmática de Polibio, de las religiones mistéricas, de los cultos heliopolitanos de esclavos, de la apocalíptica hebrea, del cristianismo, del maniqueísmo y, cómo no, del agnosticismo. De este último aparecen diversas expresiones simbólicas, todas con una característica central: la experiencia del mundo como un lugar extraño, en el que el hombre se ha extraviado y en el que ha de encontrar el camino de vuelta a casa, de vuelta a aquel mundo distinto del que procede. Tanto Hegel como Heidegger utilizan la simbología gnóstica de “arrojado” a este mundo o “alienado” en él, para representar una situación similar de incertidumbre de la existencia humana; y nacen diferentes doctrinas que pretenden liberarlo de esas cadenas, mediante, por ejemplo, la suposición de un espíritu absoluto, o de una dialéctica materialista de la naturaleza, etc. En todo caso, su pretensión es siempre la de destruir el viejo mundo para inaugurar uno nuevo, cuyo instrumento de salvación es la gnosis, el conocimiento. Concluye: “La autosalvación por medio del conocimiento tiene su propia magia, y esta magia no es inofensiva. […] El intento por destruir el mundo no destruye el mundo, sino que aumenta el desorden de la sociedad.” Seguidamente, entra de lleno en el tema central de su estudio: Ciencia, política y gnosticismo. Son las fuentes históricas las que le dan pie a su argumentación. Fueron Platón y Aristóteles los fundadores de la ciencia política, aunque en ella había diferentes opciones (acerca del orden correcto del alma y de la sociedad) por lo que la cuestión fundamental era estudiar la posibilidad de que hubiese una opción que careciese de la huella del subjetivismo o la arbitrariedad. Para Voegelin, las bases de la ciencia política clásica mantienen hoy su vigencia y la perfila a través del contenido, el método analítico y sus presupuestos antropológicos. En cuanto al contenido, afirma que no es esotérico, sino que, muy al contrario, está próximo a las cuestiones cotidianas, interesándose por descubrir la verdad de las cosas de las que todo el mundo habla, como, por ejemplo, qué es la felicidad, qué tamaño de territorio y de población son mejores para una sociedad, qué clase de educación es preferible, etc. Es aquí donde interviene el filósofo, en su intento por superar la opinión y alcanzar la verdad a través del análisis científico. El análisis científico difiere del formal, pues el primero es el que permite juzgar sobre la vedad de las premisas que sirven de base a la opinión. Finalmente, por lo que respecta a los presupuestos antropológicos, el autor nos plantea que el análisis platónico-aristotélico no comenzaba con especulaciones sobre su propia posibilidad, sino que se basaba en la comprensión auténtica del ser, concluyendo que la ciencia política supera el simple examen de la validez de las proposiciones, encontrándose más relacionada con la verdad de la existencia. Añade, como cierre del apartado de su estudio con unas palabras que gozan de total actualidad: “Nos enfrentamos aquí, más bien, con personas que saben que sus opiniones no pueden sostenerse tras un análisis crítico, y por qué y que, por ello, prohíben que se analicen las premisas de sus dogmas.” Es el negarse a que se hagan preguntas. Luego, se dedica Voegelin a presentar el fenómeno de la prohibición de las preguntas analizando algunas opiniones representativas, como son las de Marx, Nietzsche, Hegel y Heidegger. Con lo que da por completado su análisis, definiendo luego conceptual y terminológicamente sus resultados; para ello, toma de la interpretación de Heidegger del ser, el término parusía y habla de parusismo para referirse a la actitud que espera la liberación de los demonios del tiempo en el advenimiento, es decir, en la venida en toda su plenitud del ser concebido en términos inmanentes. Antes de dedicar unas líneas sobre La filosofía de la Historia Universal, de Hegel y la correspondiente bibliografía, el autor incorpora unas páginas para tratar del asesinato de Dios. En ellas, parte de la proposición de que el objetivo del gnosticismo parusístico, en el sentido recogido en el párrafo precedente, es destruir el orden del ser, que se experimenta como imperfecto e injusto, y reemplazarlo don