Jesús cura a un paralítico en Cafarnaún. Cuando la multitud no le deja acercarse, sus amigos suben al paralítico al tejado y lo bajan a través de un agujero para que Jesús lo cure. Jesús perdona primero los pecados del paralítico y luego le ordena levantarse, tomar su camilla y marcharse, lo que él hace para asombro de todos.
4. Unos días después, Jesús volvió a Cafarnaún y se difundió la noticia de que
estaba en la casa. Se reunió tanta gente, que no había más lugar ni siquiera
delante de la puerta, y él les anunciaba la Palabra.
Le trajeron entonces a un paralítico, llevándolo entre cuatro hombres.
Y como no podían acercarlo a él, a causa de la multitud, levantaron el techo
sobre el lugar donde Jesús estaba, y haciendo un agujero descolgaron la
camilla con el paralítico.
Al ver la fe de esos hombres, Jesús dijo al paralítico: "Hijo, tus pecados te son
perdonados".
Unos escribas que estaban sentados allí pensaban en su interior:
"¿Qué está diciendo este hombre? ¡Está blasfemando! ¿Quién puede perdonar
los pecados, sino sólo Dios?"
Jesús, advirtiendo en seguida que pensaban así, les dijo: "¿Qué están pensando?
¿Qué es más fácil, decir al paralítico: 'Tus pecados te son perdonados', o
'Levántate, toma tu camilla y camina'?
Para que ustedes sepan que el Hijo del hombre tiene sobre la tierra el poder de
perdonar los pecados -dijo al paralítico- yo te lo mando, levántate, toma tu
camilla y vete a tu casa".
El se levantó en seguida, tomó su camilla y salió a la vista de todos. La gente
quedó asombrada y glorificaba a Dios, diciendo: "Nunca hemos visto nada igual"
5. CURADOR DE LA VIDA
Jesús fue considerado por sus contemporáneos como
un curador singular. Nadie lo confunde con los magos
o curanderos de la época. Tiene su propio estilo de
curar. No recurre a fuerzas extrañas ni pronuncia
conjuros o fórmulas secretas. No emplea amuletos ni
hechizos. Pero cuando se comunica con los enfermos
contagia salud.
Los relatos evangélicos van dibujando de muchas
maneras su poder curador. Su amor apasionado a la
vida, su acogida entrañable a cada enfermo, su
fuerza para regenerar lo mejor de cada persona, su
capacidad de contagiar su fe en Dios creaban las
condiciones que hacían posible la curación.
6. Jesús libera de lo que bloquea la vida y la
deshumaniza. Ofrece gratuitamente el
perdón, la paz y la bendición de Dios. Los
enfermos encuentran en él algo especial: una
relación nueva con Dios que los ayudará a
vivir con más dignidad y confianza.
7. Jesús interrumpe su predicación y fija su mirada
en él. ¿Dónde está el origen de esa parálisis?
¿Qué miedos, heridas, fracasos y oscuras
culpabilidades están bloqueando su vida? El
enfermo no dice nada, no se mueve. Allí está,
ante Jesús, atado a su camilla.
¿Qué necesita este ser humano para ponerse en
pie y seguir caminando? Jesús le habla con
ternura: «Hijo, tus pecados quedan
perdonados». Deja de atormentarte. Confía en
Dios. Acoge su perdón y su paz. Atrévete a
levantarte de tus errores y tu pecado. Cuántas
personas necesitan ser curadas por dentro.
¿Quién les ayudará a ponerse en contacto con un
Jesús curador?