1. EL MUNDO DE AGUSTÍN
PREFACIO
Trato en esta novela filosófica de dar a conocer aspectos de la vida y de
las reflexiones y sentimientos de Agustín de Hipona que, aunque
pueden ser conocidos en las obras académicas dedicadas a su
pensamiento teológico y filosófico así como en sus propios libros,
considero que a través de una trama expositiva que no sea compleja
pueden ser objeto de comprensión e interpretación.
El desarrollo más conveniente, a mi juicio, es la estructuración de la
trama o desarrollo expositivo a través de interpretaciones y
comentarios personales respecto a las cuestiones que, a mi juicio, son
más interesantes en la vida y obra de San Agustín. De este modo,
puedo elaborar no únicamente descripciones del mundo y la realidad
en la que vivió Agustín de Hipona, sino también comentarios e
interpretaciones al hilo de los motivos, sentimientos y pensamientos
que guiaron la vida del santo.
Existen numerosas facetas de su personalidad y de su pensamiento que
pueden ser objeto de interpretación. Además indagar en sus motivos o
incluso especular sobre ellos desde una base firme es también algo muy
positivo para el mundo contemporáneo. Porque en el fondo la
naturaleza humana en lo fundamental no ha cambiado a pesar de la
gran distancia temporal respecto a los siglos IV y V en los que vivió
Agustín. El estudio y conocimiento de su época nos abre a mundo
apasionante en el que están presentes ideas, sentimientos y emociones
que demuestran que el ser humano posee tantos aspectos que su
análisis es interminable. Como lo es también el de la época de Agustín
marcada por la desaparición progresiva del Imperio Romano de
Occidente. En la Ciudad de Dios Agustín que era profesor de Retórica
argumenta contra las afirmaciones que pretenden culpar a los
cristianos y al cristianismo de la decadencia de Roma.
En las Confesiones su libro más conocido Agustín expone en un relato
autobiográfico sus errores y sus circunstancias vitales en un texto que
conmueve por su profundidad y claridad.Muchos de los problemas que
afectan actualmente en la denominada sociedad del consumo ya los
conoció el mismo Agustín. En una inscripción de la época se lee algo
que Agustín compartiría en su juventud : «La caza, los baños, juegos y
risas, ¡eso es la vida para mí!».
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2. I
NORTE DE ÁFRICA
El nacimiento de Agustín en la ciudad de Tagaste que actualmente es
Souk Aharas en Argelia es un hecho confirmado. Ciertamente, es una
ciudad que era la expresión del esplendor económico que los romanos
habían extendido ya desde el siglo I a. C. en las territorios del norte de
África y que se prolongó en el tiempo hasta el siglo IV. En este siglo
comenzó de manera evidente el declive arquitectónico y civilizatorio de
estas extensas zonas romanizadas. La geometrización de los espacios
impuestos por los romanos fueron cediendo, y bosques de olivos
fueron surgiendo en las laderas de estos espacios norteafricanos. El
aceite del que se iluminaba la lámpara con la que Agustín trabajaba
por la noche provenía de ellos. La existencia en esta región de
Numidia meridional estaba habitada por campesinos con unas
costumbres que prácticamente no estaban influidas por la
romanización, ya que seguían viviendo y trabajando con unos hábitos
ancestrales. Uno de las señales de prosperidad para estos era
precisamente la cantidad de árboles plantados en su vida, por ejemplo,
4000.
Agustín ya desde niño sentía la luminosidad especial de África. En
cambio, creció a más de 300 kilómetros del mar y a una altura de 600
metros sobre el nivel del Mediterráneo. De todas formas, este gran
teólogo y filósofo disponía de medios económicos suficientes en la
ciudad en la que vivía, y no conoció en su propia existencia la miseria y
la pobreza del campesinado. El padre de Agustín era pobre, pero eso
no impedirá que ofrezca a su hijo una educación clásica que le permita
una vida de éxito, libre y civilizada en el ámbito de cultura romana en
la que se formaba. Incluso, como se sabe, Patricio el padre de Agustín
realizo tan notables sacrificios económicos que él y su familia tuvieron
que ir pobremente vestidos durante un cierto tiempo para pagar los
estudios del filósofo. Además, los cambios de fortuna y la mala suerte
también hicieron acto de presencia en el curso del periodo de
aprendizaje de Agustín, puesto que tuvo que dejar de estudiar en
Madaura durante un año por problemas económicos.
El mundo en el que vivió Agustín era muy duro y competitivo con lo
que la tenacidad, perseverancia, fortaleza e ingenio eran valores muy
apreciados y útiles para alcanzar las metas pensadas y deseadas. De
todos modos, conviene poner de manifiesto que nuestro filósofo y
teólogo contaba también con el mecenazgo de un personaje, quizás
pariente, que se llamaba Romaniano. Se encargó de defender la
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3. propiedad de la familia de Agustín ante el tribunal imperial. La verdad
es que el cultivo de la literatura y la filosofía le proporcionó a Agustín
un crecimiento personal, que se plasmó también en un progreso
indudable, en relación con su carrera profesional como profesor e
investigador de primer nivel. En el año 385 llegó a ser profesor de
Retórica en Milán.
Parece ser según lo que se sabe a través de las más profundas
investigaciones que Agustín hablaba en latín. Esto se explica por varias
razones, ya que la formación de este sabio norteafricano se desarrolla
dentro de la cultura latina que era la preponderante en el África
romanizada en la que vivió. Aunque conviene tener presente que desde
la capital del imperio se pensaba de forma general que Numidia y todo
el norte de África era un territorio extranjero, si bien estaba bajo el
dominio romano.
De todos modos, es evidente que Agustín al igual que otros coetáneos
de talento se deleitaba con su habilidad en el uso del lenguaje, con
complicados juegos de palabras, con excéntricos giros verbales, etc. Ya
siendo obispo era muy admirado por su excepcional habilidad
argumentativa y por su capacidad retórica. Se sabe una anécdota que
revela un aspecto de la fuerza especulativa de Agustín: a la edad de
setenta años ante la duda de un antagonista con el que se está
enfrentando dialécticamente ante una duda del opositor dice: «Vaya
parece que su tinta se ha vuelto roja».La emoción ante determinados
escritos literarios también aflora en Agustín porque reconoce haber
derramado lágrimas con la magnífica y gloriosa historia de Dido y
Eneas.
Agustín ya desde joven quiso dedicarse a la enseñanza y ser profesor.
Porque en el ambiente en el que vivía se veneraba la educación, y esto
también influyo de alguna manera en la conformación de su interés
por el estudio y el aprendizaje. Una cuestión que quizás no es
suficientemente destacada es que Agustín tenía un grupo de amigos
que, pasado el tiempo, también se convertirían en obispos que como él
dirigirían la iglesia católica en África.
En relación con la situación social y política en el siglo IV cabe decir,
que era la de un estado continuo de guerra en muchas partes del
imperio. Los impuestos se duplicaron y hasta triplicaron en una sola
generación. El poder de los emperadores se convirtió en algo temible.
Los pobres cada vez lo eran más por la loca inflación que sufrían,
mientras los ricos aumentaban sus posesiones de forma desmesurada.
Además las leyes penales impuestas por el poder romano eran
desproporcionadas. La sociedad se encontraba sometida al poder y la
fuerza de los oficiales imperiales, y por el propio emperador.
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4. A pesar de esta situación que era la expresión del acelerado declive del
Imperio Romano de Occidente, la población y los sabios pensaban que
Roma y su poder durarían eternamente. De hecho, existía en los
tiempos de la juventud de Agustín un cierto optimismo general de la
gente e incluso un obispo cristiano consideraba la equivalencia de la
civilización romana y el cristianismo.
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