El documento discute el conflicto y la negociación como elementos inherentes a la naturaleza humana. Explica que el conflicto surge de diferencias de intereses, pero que los humanos tenemos la capacidad única de resolverlos de forma consensuada a través de la negociación, la mediación o el arbitraje. Además, señala que aunque estos procesos buscan soluciones justas, también involucran componentes ideológicos y emocionales propios de nuestra especie.
Jose prada ensayo acerca de la experiencia del curso de negociacion
1. Universidad Yacambú
Liderazgo y Negociación
Ing. José Prada
El conflicto y la negociación como elementos inherentes a la especie humana
Introducción
La capacidad de comunicar ideas del ser humano le confiere la posibilidad de relacionarse
a diferentes niveles y transmitir desde emociones hasta conocimiento con su entorno social. Si
bien el conflicto existe en especies sin extraordinarias capacidades de comunicación como las
nuestras, las soluciones consensuadas o basadas en alguna suerte de dialogo, quizá solo nos
pertenezcan como especie.
El autor expone al lector entonces a la convicción de que la negociación es tan humana
como el habla, derivada del conflicto, pero hermanada con nuestra situación privilegiada como
especie, siempre partiendo de que las diferencias entre humanos son dicotómicas: quizá nos
alejen por la presunción de la trasgresión a algún derecho personal, pero al mismo tiempo nos
acercan como actores sociales.
Origen del Conflicto
La forma más simple de plantear el conflicto es como un enfrentamiento de intereses. Así
de sencillo. Cuando alguien, o un grupo supone que las acciones de otra persona o grupo, afecta
sus intereses, surge el conflicto, sobre todo si el contrario, individual o colectivo, supone que se
ven afectados los propios al restituir la condición inicial antes del conflicto. Al ser el hombre un
animal social, y con capacidad de transmisión de conocimiento, puede convertir a los intereses
propios en intereses colectivos para sus fines personales. Esto es el origen de muchas guerras,
cuando una voz habla por muchas bocas. Incluso, aunque parezca absurdo, muchos líderes usan el
conflicto como una forma de aglutinar adeptos o de sostener una vía de relación con sus liderados,
como los casos históricos de Hitler o más contemporáneo, el de Hugo Chávez y su lucha perpetua
contra los oligarcas.
Sin embargo no es deseo del autor entrar en una discusión histórica compleja, sino mas
bien hacer ver lo humano del conflicto y la única forma es asociarlo con una lucha las ideas, que es
a la larga, los que nos define como especie. Como se mencionó arriba, el enfrentamiento de
intereses es el origen de las diferencias clásicas de los humanos. Apartando la territorialidad que
probablemente es una fuente de polémicas aun en especies inferiores, la creencia individual de
que otro debe actuar de manera diferente a como lo hace, o que algún derecho está siendo
vulnerado, es base de un conflicto basado en ideas.
Un ejemplo es el hecho de que un empleado no desee trabajar horas extras aun cuando
esto sea benéfico para un interés particular de la organización. El trabajador alegará que no está
obligado a hacerlo y lo que esgrimirá como alegatos es meramente ideológico, y lo que el
empleador usará como justificativos también está en el campo de las ideas. En ningún momento
hubo una ocupación física de espacio, o una trasgresión de un derecho, pero simplemente la
diferencia ideológica respecto a un tema generó el conflicto.
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La solución del Conflicto
Una vez surgido el conflicto, por siglos ha existido la posibilidad de que las partes busquen
apoyo en terceros para hacer valer sus supuestos derechos vulnerados, o emprenden la búsqueda
entre ambos de la solución. Existen entonces desde siempre varios caminos básicos, la
negociación, la mediación y la conciliación.
En la negociación, las dos partes enfrentadas acuerdan por sí mismas acabar con una
disputa: o bien uno de los involucrados transige y reconoce unilateralmente que la otra parte tiene
razón; o bien, lo más habitual, se trata de negociar, cediendo de mutuo acuerdo a partir de los
términos iniciales con el objetivo de alcanzar un equilibrio que satisfaga a ambos (en este proceso
son fundamentales la capacidad de comunicación y las dotes de persuasión de cada persona) y
encontrar una solución que procure no dejar un ganador y un perdedor.
Junto a la negociación, existen otras dos formas autocompositivas en las que interviene
una tercera persona, pero –a diferencia de un juez o un árbitro– ese tercero en discordia se
encuentra situado al mismo nivel que las partes, no por encima de ellas, porque carece de
autoridad para imponerles una solución (elemento que distingue la vía autocompositiva de la
heterocompositiva).i
En la mediación –que existe desde antiguo en todas las culturas– se recurre
voluntariamente a un tercero, un mediador imparcial y neutral, con formación específica y
conocimiento de las técnicas y métodos para proponer un acuerdo a las partes en función de los
hechos que le hayan proporcionado; como los litigantes pueden aceptar o no su propuesta, a
veces, se la considera una suerte de negociación asistida (Vaquero, 2011)
Por último, nos encontramos con la conciliación. El pequeño matiz que la diferencia de la
negociación es que el conciliador también ayuda a los sujetos con una propuesta de solución pero
ésta no se basa tan solo en la mera narración de los sujetos sino en la propia experiencia y
conocimientos del conciliador; es decir, que no se limita simplemente a acercar posturas sino que
realiza un juicio de valor, que los litigantes pueden aceptar o no (siempre tendrán abierta la
posibilidad de recurrir al proceso judicial). La conciliación puede ser judicial (como el supuesto en
el que una persona que ha sido despedida de su trabajo, acude a los juzgados de lo social con su
antigua empresa para celebrar un acto de conciliación previo a acudir a juicio) o extrajudicial (si no
se desarrolla en los juzgados). (Vaquero, 2011)
La necesidad de buscar cómo resolver un conflicto también es humano, tanto que ya en la
biblia se comentan varios procesos de negociación como aspecto fundamental en la vida del
hombre. Es famoso el caso de Salomón: dos mujeres se acuestan con sus hijos y al despertar uno
de los niños está muerto (posiblemente el primer caso documentado de síndrome de muerte
súbita). Las dos madres dicen que el niño que sobrevivió es el suyo y exigen al sabio rey que dirima
la cuestión. El rey hace que uno de sus soldados se acerque y le ordena cortar al niño en dos para
que cada madre reciba la mitad. En ese momento una de las madres, llorando, le dice al rey que le
entregue el niño a la otra. Salomón ordena que esa madre reciba el niño, ya que solamente la
verdadera madre habría estado dispuesta a tal sacrificio.
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En el antecedente salomónico, también se plantea la idea de que a veces no es suficiente
un mediador, una tercera persona al mismo nivel de los contrincantes, sino eventualmente un
árbitro con una autoridad reconocida por ambas partes. Así, como en la anécdota de la naranja,
donde dos mujeres pelean por esta fruta y la madre las manda a compartirla a la mitad, la
mediación presume que la mejor forma de resolver un problema es recurrir a lo justo. Sin
embargo a veces la justicia puede ser injusta en la solución de un conflicto.
Arbitraje y Mediación
De acuerdo a Figueroaii citando a Fernández Ríos (1999) el arbitraje es el “procedimiento
de solución pacífica de conflictos laborales, individuales o colectivos, que supone la intervención
de un tercero, denominado arbitro, a quien se somete la decisión de aquéllos, dictando un laudo
arbitral. El arbitraje es voluntario para las partes, salvo que se haya establecido su obligatoriedad
en convenio colectivo, en cuyo caso sólo podrá acudirse a la vía judicial una vez intentado el
mismo. Lo que no es voluntario es la aceptación y cumplimiento por las partes de lo que resulte
del arbitraje y que queda reflejado en el laudo arbitral”.
Si bien el arbitraje posee igual un componente humano, se diferencia de la mediación en
que ambas partes le reconocen una autoridad, para que ambos se sometan luego a la decisión
final. El árbitro puede poner las reglas o simplemente recurrir a unas previamente establecidas,
pero al final su decisión será meramente un “juicio”, y el autor se permite las comillas para resaltar
el carácter ideológico de la decisión.
El carácter ideológico y emocional de la solución de conflictos
El autor ha invertido tiempo en entender durante el ejercicio de su carrera, y en el
desempeño de sus labores como gerente, que todo proceso de manejo de conflictos se hace a
partir de elementos emocionales. Por más calculador que se pueda llegar a ser, a la final, todos los
caminos y argumentos seguidos, solo caen en el plano de lo ideológico y lo emocional, o una
combinación de ambos. Cuando se afirma que la solución es ideológica, es porque se deriva de la
concepción personal de cada quien, de sus ideas. La posición que pueda tener alguien sobre una
diferencia de intereses se fundamenta en un sistema canónico de ideas, que se deriva de lo
cultural y lo social. Igualmente, las posiciones frente a la trasgresión que degenera en conflicto se
ve afectada, aumentada, modificada, por lo emocional. De ahí que no existan mediadores ni
árbitros 100% imparciales, porque en alguna medida tendrá ascendencia sobre sus sugerencias o
decisiones la compatibilidad que tengan con las ideas de algunos o ambos de los involucrados en
el conflicto o de cómo impacte el caso en sus sentimientos.
El humano como especie basada en ideas y emociones
Como se comentó arriba, lo que verdaderamente nos separa de las bestias es la capacidad
cognoscitiva y las emociones. El que cada quien tenga una posición acerca de un tema, implica que
en algún momento habrá diferencias, incluso, estadísticamente hablando, siempre habrá la
probabilidad cierta de que al menos 2 entes de un conjunto social no estén de acuerdo, o que
siendo más severos en nuestra hipótesis, el uno crea que el otro trasgredió un derecho.
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Igualmente, la vehemencia o indiferencia con la cual se asume una situación es meramente
pasional, basada en emociones, y eso no es estocástico, ni inferencial ni estadístico. Solo será
heurísticamente aproximado el resultado basado en el conocimiento pasado de los actores.
Al aprobar el humano la diferenciación basada en pasión e ideas, los conflictos y sus
soluciones, las tareas que aborda el mediador o el árbitro, la evaluación de los elementos de juicio
del proceso, entre otros, se verán siempre afectados por la subjetividad, y por ende los conflictos y
sus mediaciones se verán siempre asociados a nosotros como especie.
Conclusiones
No se puede pretender entender el manejo de conflictos sin apartar el componente
humano, pues radica en el hombre, como eventualmente la bondad, la tendencia a estar en
desacuerdo, o sentirse vulnerado en sus intereses. Si bien un león protege su territorio y dirime
una ofensa con agresividad, el hombre puede ver la agresión de diferentes maneras, con
diferentes intensidades, dependiendo del conjunto de valores y preceptos ideológicos con los
cuales asuma la diferencia que crea conflicto. Igualmente el proceso de mediación y arbitraje se
verá afectado por lo emocional, en cómo se entienda desde el punto de vista pasional el asunto.
La combinación de estos elementos, relega al plano humano tanto la existencia del conflicto como
las tareas encomendadas para resolverlos.
i
Carlos Pérez Vaquero . Anécdotas y curiosidades jurídicas. http://archivodeinalbis.blogspot.com/2011/10/las‐adr‐alternativas‐de‐
solucion‐de.html
ii Luis Ahumada Figueroa. Conflicto, negociación, mediación y arbitraje: un acercamiento desde el ámbito laboral. 2002. Pag 14