SlideShare ist ein Scribd-Unternehmen logo
1 von 50
Downloaden Sie, um offline zu lesen
A CASA DE LUCÍA Y TOMÁS VA A VIVIR
  UN NUEVO VECINO: EL SEÑOR LUCARDA.
  ALTO, DELGADO, DE UNOS CUARENTA
  AÑOS, SIEMPRE VISTE DE NEGRO Y NUN-
  CA HABLA CON NADIE. SUS OJOS OSCU-
  ROS Y PENETRANTES PARECEN ESCRU-
  TAR LOS PENSAMIENTOS DE LA GENTE.


HAY PERSONAS QUE VIVEN AISLADAS Y TIENEN
COSTUMBRES EXTRAÑAS. LA SOCIEDAD LAS
MARGINA POR ESO. ¿SON LOS VAMPIROS
GENTE ASÍ?


A PARTIR DE 9 AÑOS




                       OTROS LIBROS -
                       DE ESTE AUTOR:
                       • El Mundo Flotante     ■un
                       ■ El Mundo Inferior ■

                       El Mundo Pretérito
                                               n
                       ■ El Mundo Oscuro
— ESTO es un insulto, un atropello! -gritó Tomás-.
¡No puedes cuidar de mí, tenemos la misma edad!
   —Soy mayor que tú -replicó Lucía tran-
quilamente.
   —¡Solo tienes tres meses más que yo! -protestó
el niño.
   —Pero he aprendido mucho en esos tres meses
-dijo ella con una sonrisa de suficiencia-. Además,
las chicas maduramos antes.
   Los padres de Tomás; habían decidido acudir a
una cena a última hora y no habían encontrado
ninguna canguro disponible, de modo que le
habían pedido a Lucía, su vecina y amiga, que se
quedara con él para que no hiciera ningún
desastre la última vez que lo habían dejado solo,
el angelito había estado a punto de prenderle
fuego a Ha casa con su juego de química).
Tomás acababa de cumplir los diez años y se      asombrada, pues Tomás era un teleadicto fu-
creía todo un hombre, y consideraba una               ribundo-. Tienes permiso hasta las once.
humillación insoportable que lo hubieran dejado       —Todo lo que dan esta noche es una plasta.
al cuidado de Lucía.                                  Prefiero que mi canguro me cuente un cuento -
     —¿Ah, sí? Pues yo soy más grande y más           dijo él con tono burlón.
fuerte que tú -dijo el niño con tono amenazador-,     —Está bien, te contaré un cuento.
así que no puedes impedirme que haga lo que me        Lucía se sentó en el sofá de la sala de estar,
dé la gana.                                           frente al televisor apagado, y Tomás se repantigó
     —No eres más grande, sino solo más gordo -       en un sillón.
replicó Lucía-. Y no necesito la fuerza para          —Estoy listo. Empieza a contar, esclava.
controlarte. Tengo el teléfono de la casa en la que   —Érase una vez una princesa...
están cenando tus padres, y me han dicho que los      —¡Una princesa! -la interrumpió el niño-. ¡No
llame si te portas mal.                               pretenderás contarme una cursilada de cuento
     —Tú no harías eso, no te convertirías en una     con princesas, hadas y esas tonterías!
vulgar chivata...                                     —¿Cómo puedes decir que es una cursilada si
     —No, si no me obligas.                           aún no sabes de qué va, botarate? -a Lucía le
     Tomás estuvo a punto de tirarse al suelo y       gustaba usar insultos antiguos, de los que le oía a
empezar a gritar y a patalear; pero se daba cuenta    su abuela, aunque no sabía muy bien lo que
de que eso era propio de un niño pequeño y,           significaban.
aunque estaba furioso, su miedo al ridículo era       —Pues claro que sé de qué va —replicó Tomás-.
mayor que sus ganas de desahogarse. De modo           Va de princesas, y no voy a permitir que me
que se contuvo y dijo:                                cuentes un cuento para niñas. Quiero uno de
     —Está bien, puesto que tienes que cuidar de      terror.
mí, cuéntame un cuento.                               -     De acuerdo. Te contaré uno en el que tú
  —¿No quieres ver la tele? -preguntó Lucía           eres el protagonista.


 8                                                                                                    9
-¿Yo?                                                     Tal como te la he contado, sí -reconoció
—Sí, tú... Imagínate que te has quedado solo en       Lucía-, Pero estar solo en casa es parecido a estar
el mundo: eres el único ser humano sobre el           solo en el mundo... Imagínate que no estuviera
planeta...                                            yo, que ahora mismo estuvieras solo en casa...
—Oye, eso me gusta. Podría hacer lo que               Sabes que estás solo, has echado el cerrojo y ni
quisiera y todo sería mío...                          siquiera tus padres pueden entrar si no les
—Sí. Eres el único ser humano del mundo y estás       abres... Te vas a tu habitación tan tranquilo, y de
en tu habitación a punto de irte a la cama. Y de      pronto llaman a la puerta...
pronto llaman a la puerta.                            —Qué tontería, son mis padres que han vuelto
—¿Y? -preguntó Tomás visiblemente nervioso.           antes de lo previsto.
—Ya está.                                             —Llaman a la puerta de tu habitación -precisó ella
—¿Cómo que ya está?                                   con voz insinuante.
—Ya se ha terminado. Es un cuento corto.              —¡Aaaaah! -gritó Tomás-, ¿Por qué me asustas?
—¿Corto?    ¡Querrás    decir   cortísimo,   super-   Se supone que eres mi canguro.
cortísimo! No pasa nada, y no da ningún miedo -       —¿No querías un cuento de terror?
protestó él.                                          —Sí -tuvo que admitir él-, pero no te he dicho
—¿Estás seguro de que no da ningún miedo? -           que fuera de esos en los que tú eres el
replicó Lucía mirándolo fijamente-. Estás solo en     protagonista.
el mundo, no hay ninguna otra persona en todo         — Pues es una lástima que no te gusten, por-
el planeta. Y de pronto alguien llama a la puerta.    (|iie te iba a contar otro.
—Sí que da miedo -reconoció Tomás después de               ¡Cuéntamelo!
pensar un rato en el asunto . Menos mal que es             ¿No acabas de decir que no los quieres de
una situación imposible.                              esos de -tú eres el protagonista »?
                                                          Da igual, cuéntamelo.
                                                          -No, que luego te quejas de que te asusto.

10
—No me quejaré -le aseguró Tomás.                         —¿En qué señor has pensado mientras te contaba
   —Está bien... Pero antes dime una cosa: ¿tú               el cuento? -preguntó ella tras una pausa.
crees en los fantasmas?                                      —En uno cualquiera, ¿por qué?
   —Claro que no -contestó él-. Lo de los fan-               —¿No le has visto la cara?
tasmas es una tontería para asustar a los niños              —No tenía cara.
pequeños.                                                    —¿Te has imaginado a un hombre sin cara? Eso
   —Vale... Pues vas por un callejón oscuro y de             da aún más miedo.
pronto te cruzas con un señor, y el señor te                 —No es que me lo haya imaginado sin cara -
pregunta: «¿Crees en los fantasmas?», y tú le                explicó él-. Cuando te imaginas a una persona
contestas: «No», y entonces el señor te dice: «Pues          cualquiera, es como un bulto, sobre todo si te lo
yo sí», y desaparece.                                        imaginas de noche y en un callejón oscuro.
   —Qué chorrada -comentó Tomás-. Este sí que                —Eso es porque tienes poca imaginación. La
no da miedo.                                                 tienes atrofiada de tanto ver la tele. Yo, cuando
   —¿No? Piénsalo bien: el señor desaparece, se              me imagino a una persona, veo perfectamente su
vuelve invisible de pronto, pero sigue a tu lado, solo que   cara -dijo Lucía.
ahora ya no puedes verlo, estás a su merced...               —¿Ah, sí, listilla? ¿Y qué cara le veías tú al
   —¡Aaaaah! -volvió a gritar él mirando ner-                hombre del cuento mientras me lo estabas,
viosamente a derecha e izquierda; pero esta vez
                                                             contando?
no podía quejarse, puesto que se lo había buscado.
   —¿Por qué te asustas, si es una chorrada? -dijo           —La del señor Lucarda -contestó Lucía sini
Lucía con una maliciosa sonrisa.                             titubear.
   —No estoy asustado -replicó Tomás-, para                       —¡Aaaaah! -gritó Tomás por tercera vez-.. ¡Qué
nada. Grito por gritar, igual que cuando uno se ríe               mala idea tienes! ¡Ahora que había conseguido
después de un chiste: es lo que toca.                             olvidarme de él!




                                                                                                           13»
 12
El señor Lucarda era el nuevo vecino de la           —Tu madre me ha dicho que no te deje
planta baja. Alto, delgado, de unos cuarenta años,   desvalijar la nevera -le recordó Lucía siguiéndolo
vivía solo, siempre vestía de negro y nunca          hacia la cocina.
hablaba con nadie. Sus ojos oscuros y penetrantes      -—Solo voy a comer algo, un pequeño ten-
parecían escrutar los pensamientos de la gente, y    tempié -replicó Tomás.
Tomás estaba convencido de «pie era un asesino         —Además, te conviene adelgazar, pues cuanto
de niños.                                            más gordito estés, más se fijará en ti el señor
  —¡Serás miedica! -se burló ella-. ¿Cómo puedes     Lucarda.
tenerle miedo al pobre señor Lucarda?                  —¡Aaaaah, maldita! -gritó él-. ¡Tenías que
  —¿Pobre, has dicho? ¡Pobre del que caiga en
                                                     fastidiarme el tentempié!
sus manos! Si te hubiera mirado a ti como me miró
a mí el otro día... Seguro que es uno de esos
sacamantecas que hacen ungüentos mágicos con la
grasa de los niños.
  —Claro, por eso se ha fijado en ti. Con tu grasa
podría hacer al menos cien tarros de ungüento.
  Sin llegar a ser un niño obeso, a Tomás le
sobraban unos cuantos kilos.
  —Sí, tú ríete y verás lo que te pasa como no
tomes precauciones -le advirtió él-. Menos mal que
vive en la planta baja y no puedo coincidir en el
ascensor con ese chupóptero... No quiero pensar
más en eso; voy a ver si me distraigo comiendo
algo.



14                                                                                                    15
2                                                       —En la del señor Lucarda -contestó Lucía sin
                                                        vacilar.
                                                        —¿Cómo lo sabes, pequeña bruja? ¡Aún no se lo
                                                        he contado a nadie!
                                                        —Me lo ha dicho él.
                                                        —¡Eso no te lo crees ni tú! ¡Pero si no habla ni

A     la mañana siguiente, al ir a comprar el pan,
                                                        con su sombra, ni para dar los buenos días!
                                                        —Pues claro que no me lo ha dicho él -rió la
Lucía se encontró con Rosaura, la portera.
                                                        niña-. Lo he deducido porque si hubieras estado
    Rosaura era una mujer grandota y sonrosada,
                                                        en cualquier otra casa, no sería ninguna novedad.
extraordinariamente fuerte, de unos cincuenta
                                                        Elemental, querida Rosi.
años. Sus principales aficiones eran la peluquería y
                                                        —A ver, ya que eres tan lista, ¿y qué pasó? -le
el cotilleo. Llevaba el pelo rizado y teñido de rubio
                                                        preguntó la portera con los brazos en jarras.
platino, y a Lucía le recordaba a una actriz del cine
                                                        —Inteñtó seducirte -contestó Lucía muy seria.
mudo. Aunque de muda, precisamente, no tenía
                                                        —¡Demonio de niña! -exclamó Rosaura soltando
nada.
                                                        una carcajada-. ¡Lo que me faltaba a mí, a mis
    —Hola, Lulú -la saludó alegremente. Lucía y
                                                        años!
Tomás eran los únicos niños de la escalera, y
                                                        —No disimules, que aún estás de muy buen ver.
Rosaura, al contrario que la mayoría de las
                                                        —Ay, qué cosas tienes... Pues no, es todo un
porteras, era muy amable con ellos y nunca los
                                                        caballero y no se propasó para nada. Todo un
reñía. A Lucía la llamaba Lulú, y a Tomás, Tomi.
                                                        caballero, sí, pero más rarito... Quiere que 1c
    —Hola, Rosi -contestó la niña.
                                                        haga la limpieza una vez a la semana, y me
    —¿A que no sabes en qué casa estuve ayer? -
preguntó la portera con aire de misterio.



16                                                                                                      17
estuvo enseñando todas las cosas que no tengo que
tocar para nada, ni para quitarles el polv o a
S u escritorio, su armario, un arcón muy pande...
   —¿No será un ataúd?
   - ¡Qué cosas tienes! Pero, ahora que lo dices,
desde luego que cabría un fiambre
dentro...
   En ese momento bajaba Camila, la vecina del
primero izquierda. Lucía vivía en el primero
derecha, y el balcón de su habitación era contiguo
al del dormitorio de la bellísima Camila.
   A veces, al anochecer, se asomaban al balcón las
do¿ a la vez, y la hermosa joven, aunque casi nunca
hablaba, siempre le dedicaba a la niña una sonrisa
encantadora. Camila tenía el cabello de un rubio
dorado y unos preciosos ojos verdes. Lucía, que
tenía el pelo y los ojos castaños, pensaba teñirse de
                                                        jSlIfe
rubio y ponerse lentillas verdes cuando fuera
mayor, para parecerse a Camila.
   —Buenos días -saludó la joven luciendo su
deslumbrante sonrisa.
   —Buenos días, Camila -contestaron a coro
Rosaura y Lucía.
—Qué guapa estás -añadió la niña con ad-          es que ella es tan buena persona que se ere; que
miración.                                              toco el mundo es bueno.
  Y, realmente, con el largo cabello suelto sobre      —Ms gustaría ser como ella -suspiró Lucít.
los hombros y un vaporoso vestido de algodón           —Pues alégrate, porque de mayor serás igual de
blanco, Camila parecía un hada o una princesa de       guapa, pero más espabilada -le dijo la portera
cuento.                                                guiñándole un ojo.
  —Gracias, preciosa -dijo la joven acariciando        —No querrás decir que Camila es tonta.
suavemente la cabeza de Lucía.                         —Qué va, de tonta no tiene un pelo; pero es tan
     —Estábamos hablando del nuevo vecino, el          ingenua y tan despistada que no se entera de la
señor Lucarda -comentó la portera-. Es tan rarito...   mitad de la movida.
   —¿Tú crees? A mí me parece un hombre muy            —    Yo también seré ingenua y despistada de
agradable. Tan elegante, tan reservado... -dijo        mayor -dijo la niña-. Queda muy elegante.
Camila, y se fue grácilmente, saludando con un         —¿Despistada tú? -rió la portera-. Eso sí que no
leve gesto de la mano mientras salía a la calle.       me lo creo. A ti no se te escapa una.
   —Lo de reservado será porque no habla, pero         De pronto se oyó un portazo seguido de un
hay que ver cómo mira -replicó Rosaura, aunque         sordo retumbar en la escalera, como si un pe-
la joven ya no podía oírla.                            queño hipopótamo la estuviera bajando a
     —Eso dice Tomás -dijo Lucía con una risita.       trompicones.
     —Pues Tomi tiene razón. A veces mira de una       —Ahí llega Tomás -anunció Lucía.
forma que da miedo, como si quisiera hipnotizarte      Y, en efecto, a los pocos segundos apareció >el
o leerte el pensamiento. Y el otro día lo pesqué       niño muy sonriente. Saltó los últimos cinco es-
mirando así a Camila. Lo que pasa                      calones con cara de Tarzán y aterrizó junto a los
                                                       pies de Rosaura.
                                                       K ....... Vaya, estás animado esta mañana -co-
                                                       mento la portera.


20
—Siempre estoy animado los sábados por la        —Anda, acompáñame a comprar el pan.
 mañana -dijo el niño.                               —No debería, por meterte conmigo.
    —¿Has dormido bien? -preguntó Lucía con          —No te quejes, que anoche te dejé desvalijar la
 retintín-. ¿No has tenido pesadillas?               nevera, a pesar de las advertencias de tu madre.
    —Pues no, para que te fastidies -contestó él     —¿Desvalijar la nevera? ¡Qué morro! ¡Si solo me
 dedicándole a Lucía una de sus muecas más           dejaste hacerme un bocata!
 horribles-. He soñado con los angelitos.            —Sí, solo un bocata, con una barra de cuarto
    —¿Con los angelitos o con las Camilitas? -dijo   entera y medio pollo con mayonesa.
 la niña. A Tomás se le caía la baba cada vez que    —El pan se pone duro si no te lo comes el
 veía a Camila, y Lucía no perdía ocasión de         mismo día. Está feo desperdiciar comida.
 tomarle el pelo por ello.                           —Sí, sí, tú cébate bien cebado y verás qué
    La portera soltó una de sus ruidosas carca-      contento se pone el señor Lucarda -comentó
 jadas, y el niño las miró a las dos con expresión   Lucía echando a andar.
 feroz.                                              —¡Te tengo dicho que no me lo menciones! -
    —Ya podéis reíros -dijo poniéndose rojo hasta    exclamó Tomás yendo tras ella.
 la punta de las orejas-. De mayor me casaré con     —Está bien; si no quieres que te lo mencione, no
 ella. Y no sé si os invitaré a la boda.             te contaré lo que me ha dicho Rosi.
     —Pues tu novia acaba de salir en este mo-       —¡Cuéntamelo!
 mento -comentó Lucía conteniendo la risa-. Y,       —¿Me llevarás la bolsa del pan, como un
 por cierto, estaba guapísima, ¿verdad, Rosi?        perfecto caballero?
     —Y que lo digas -convino la portera-. Parecía   —Eres una vil chantajista... Está bien, está bien,
 la portada de una revista del corazón.              te llevaré la bolsa.
    Tomás corrió hacia la puerta y miró a derecha    — Pues resulta que ayer Rosi estuvo en su
                                                     CMSil.
 e izquierda; pero su adorada ya no estaba a la
 vista. Lucía fue junto a él y le dijo:

                                                                                                    23
22
—¿De verdad? ¿No te lo estás inventando? -        —O las dos cosas. Primero te chupa la sangre y
preguntó el niño con los ojos muy abiertos.          luego te saca las mantecas -dijo Lucía dándole un
   —Te lo prometo. El señor Lucarda quiere que       pellizco a Tomás en el michelín.
Rosi le haga la limpieza una vez a la semana, y le   —Sí, tú ríete, pero te advierto que los vampiros
estuvo enseñando la casa para decirle las cosas      prefieren a las chicas.
que no tiene que tocar.
   —Pero las señoras de la limpieza lo tocan todo.
   —Normalmente, sí; pero por lo visto él tiene
algunas cosas que no quiere que nadie toque.
   —¿Como qué?
   —Como un ataúd.
   —¡Anda ya! ¡Eso no me lo creo ni harto de
chocolate! -exclamó Tomás, aunque por la ex-
presión de su cara se veía que no las tenía todas
consigo.
   —Bueno, no es un ataúd con una cruz encima y
todo eso; pero es un cajón grande y alargado en el
que cabe un cadáver. Si no te lo crees,
pregúntaselo a Rosi.
   —¿Lo ves como yo tenía razón? No me negarás
que es todo muy sospechoso, sobre todo que le
diga a Rosi que no toque ese cajón. A lo mejor no
es un sacamantecas, sino un vampiro.




                                                                                                     25
24
I^SPUÉS de comer, Tomás llamó a Lucía por el
 balcón. El niño vivía en el segundo derecha, y su
 habitación quedaba justo encima de la de su
 amiga.
 —¿Qué quieres? -preguntó ella asomándose. —
 Velar por tu seguridad -contestó el niño-. Sube a
 ver una película.
 —Estoy leyendo -replicó la niña.
 —Es una película antigua, de esas que a ti te
 gustan tanto.
 —¿Muda?
 —Casi. Hablan muy poco, al menos en el trocito
 que ya he visto.
 —¿Qué película es?
 •—Drácula. Y el que hace de vampiro es un tal
 Bela Lugosi -contestó el niño leyendo el nombre
 en la caja de la cinta.
 —Vale, ahora subo.


26
                                                     ■
Los padres de Tomás estaban durmiendo la              —El señor Lucarda tiene la cara más alargada y
siesta, como solían hacer todos los sábados, así que   es más guapo; pero, desde luego, se parece a
los niños disponían del salón y el televisor para      Lugosi.
ellos solos.                                             —Igual es un descendiente suyo, y por eso
   A Lucía no le gustaban las películas de terror,     también es vampiro.
pero tuvo que reconocer que aquella era muy              —Cómo te pisas -le reprochó Lucía-. En primer
buena. Las imágenes en blanco y negro eran             lugar, el señor Lucarda no es ningún vampiro. Y
impresionantes, sin necesidad de sangre ni             en segundo lugar, Bela Lugosi tampoco lo era:
violencia, y sugerían un ambiente misterioso en el     simplemente hizo el papel de Drácula como podía
que todo era posible, como si de un sueño se           haber hecho el del capitán Garfio. También Brad
tratara.                                               Pitt ha hecho de vampiro en una peli, y eso no
   «Es como la pesadilla de un poeta», estuvo a
                                                       quiere decir que lo sea.
punto de decir la niña, pero se cortó por miedo a
                                                         —Pero a ti no te importaría que te diera un
las burlas de Tomás, que siempre la estaba
                                                       mordisquito, ¿eh? -bromeó Tomás. Sabía que Pitt
llamando cursi, redicha, marisabidilla, repelente y
cosas por el estilo.                                   era uno de los ídolos cinematográficos de Lucía.
   —No me negarás que se parece al señor Lu-             —Deja de decir tonterías y pon en marcha el
carda -dijo el niño parando la película en un          vídeo -dijo ella amagando un cachete que él
primer plano de Bela Lugosi. El famoso actor           esquivó rodando hacia el otro extremo del ■ofá. El
húngaro, muy convincente en su papel de Drácula,       niño le dio al play y Drácula volvió a moverse por la
parecía querer taladrarlos con la mirada.              pequeña pantalla, siniestro y majestuoso como un
   —Es verdad -admitió ella-. Sobre todo en los        auténtico príncipe de las tinieblas.
ojos.                                                    —Para que te* enteres, no es lo mismo -in-
   —Y que lo digas. Miran de la misma manera.




                                                                                                          29
28
sistió el niño-. Bek Lugosi estaba tan compenetrado           —Con 1o fácil que les resultaría romper los
 con su papel de Drácula que dormía en un ataúd, y             cristales, siendo tan fuertes y tan invulnerables -
 cuando murió pidió que lo enterraran con su capa              comentó Lucía con su habitual sentido común.
 de vampiro.                                                   —A lo mejor también son alérgicos al cristal -
     —¿Cómo lo sabes?                                          opinó Tomás-. Como no se reflejan en los espejos,
    —Me lo ha dicho mi madre, que sabe mucho de                odian todo lo que es de cristal.
 cine antiguo -Tomás llamaba «cine antiguo» a                  —Puede ser -admitió ella-, A lo mejor en la novela
 todas las películas anteriores a La guerra de las galaxias.   le dice...
    —Aunque así fuera, no creo que el señor                    —¿Hay una novela de Drácula? -preguntó
 Lucarda sea descendiente de Bela Lugosi.                      el niño.
    —¿Por qué no? Se parece mucho a él, y su                   —Claro, todas las películas se basan en ella. Es
 apellido también empieza por «Lu», y además                   una novela muy antigua. Mi madre la tiene.
 suena a húngaro.                                              —¿Vamos a tu casa a leerla? -propuso Tomás.
                                                               —Es muy larga; no podríamos leerla ni en
    —A mí me suena más a italiano -replicó ella-, Y
                                                               Coda la tarde.
 déjame ver la peli, plasta.
                                                               —Pero podemos leer algunos trozos, donde
    —Sí, pero fíjate bien en todo lo que dicen qué
                                                               cuente lo que hay que hacer si a uno lo ataca un
 hay que hacer para librarse de los vampiros.
                                                               vampiro -insistió él.
 Podrías necesitarlo antes de lo que piensas...
                                                               —De acuerdo; pero te advierto que da mucho
    Lo único nuevo que aprendieron viendo la
                                                               miedo,» mucho más que la película. Yo empecé a
 película fue que había una planta llamada «lu-
                                                               leer-la y la tuve que dejar porque tenía potad i lias.
 paria* que detenía a los vampiros tanto como el ajo
                                                               —Siempre dará menos miedo que el señor
 o el crucifijo, y que no podían entrar en una
 habitación si la ventana estaba cerrada.                      Lucarda -replicó Tomás.




30                                                             ■                                                   31
De modo que bajaron a casa de Lucía, que le        un príncipe rumano del siglo XV famoso por su

pidió la novela a su madre.                             crueldad, llamado Vlad Tepes, que luchó contra los
     —No es una novela para niños -dijo ella-. No       turcos y disfrutaba torturando a sus prisionero». Era
creo que os guste.                                      tan malvado que le pusieron el sobrenombre de
     —Ya no somos niños -replicó Tomás-, somos casi     «Drákul», que significaba «hijo del diablo».
preadolescentes.                                            En la novela, de casi cuatrocientas páginas, habla
     —Pues tampoco creo que sea adecuada para           muchos trozos de «rollo», como llamaba Tomás a las
«casi preadolescentes» -insistió la madre de Lucía.     largas descripciones en las que no pasaba nada, y el
     —Acabamos de ver la peli y queremos leer           niño insistía en que se los •altaran en busca de acción.
algunos trozos para ver si coincide con la novela -     De este modo, saltando de susto en susto, lograron
explicó la niña.                                        terminar la novela, y también la caja de galletas.
     —Está bien, está bien; pero esta noche no quiero       Se enteraron, así, de que no bastaba con clavarles a
insomnios ni pesadillas escandalosas -advirtió la       los vampiros una estaca en el corazón, aino que luego
madre, dicho lo cual buscó la novela en una de las      había que cortarles la cabeza. También descubrieron
estanterías del salón y se la dio.                      que la película que acababan de ver era bastante
     Los niños se fueron a leer a la habitación de      distinta de la novela. Por ejemplo, en la película
Lucía, no sin antes pasar por la cocina para coger      mataban al conde Drácula en Londres, mientras que en
una caja de galletas. Se tumbaron en la alfombra con    la novela eI vampiro volvía a su castillo de Transilva-
el libro entre ambos y las galletas al alcance de la
                                                        lliu, y el profesor Van Helsing (experto vam- pirólogo)i
mano, y empezaron a leer.
                                                        y sus amigos tenían que perseguirlo allí».
     Por el prólogo se enteraron de que Bram Stoker,
el autor de Drácula, se había inspirado para escribir
su novela en un personaje real:




                                                        ■                                                     33
32
Con la lectura (y las galletas) se les había pasado
la tarde volando, y no hacía ni cinco minutos que
habían terminado la novela cuando la madre de
Tomás lo llamó por el balcón para que subiera a
cenar.
      Es un poco rollo, con tanta carta y tanto diario
-comentó el niño mientras iban hacia la puerta-,
pero tiene trozos chulísimos.
   —Sí -convino Lucía-, está muy bien.
   El rellano estaba oscuro, y el pulsador de la luz
quedaba en el centro, enfrente de la puerta del
ascensor.
      Buenas noches, y felices pesadi... -empezó a
decir Tomas mientras iba hacia el interruptor, pero
no pudo terminar la frase: al ir a pulsar el botón,
sintió una mano grande y peluda bajo la suya. Se
llevó tal susto que no pudo ni gritar.
   —¿Qué pasa? -preguntó Lucía desde la puerta de
su casa.
  En ese momento se encendió la luz, pues la
mano peluda había pulsado el interruptor, y ante
los niños, negro y siniestro, apareció el mismísimo
señor Lucarda.
  —Hola -dijo con una forzada sonrisa que puso al
descubierto sus dientes blancos y afi-



34
lados-. Estaba a punto de entrar en mi casa cuando        -—Tú misma has dicho que la estaba espiando.
he oído un ruido extraño y he subido a mirar.             —Bueno, sí, pero eso no significa que tuviera
¿Vosotros no habéis oído nada?                         malas    intenciones.     Puede   que   estuviera   es-
     Lucía y Tomás, incapaces de hablar, negaron       cuchando junto a su puerta para saber si está en
con la cabeza.                                         casa o no. Los admiradores de las chicas hacen ese
     —Me habré confundido -dijo entonces Lu- carda     tipo de cosas.
con un encogimiento de hombros-. Buenas noches,           —Y además tiene la mano peluda, como
niños. Y felices pesadillas -aña- dió con voz          Drácula -insistió el niño.
cavernosa, terminando la frase de Tomás.                  —Si todos los hombres peludos fueran vam-
     Cuando se hubo ido escaleras abajo, Lucía, que    piros... -replicó ella.
fue la primera en recobrar el habla, comentó:             —Vale, todavía no podemos estar seguros de
     —Estaba espiando a Camila.                        que sea un vampiro -admitió él-. Pero yo, en tu
     —O a nosotros -dijo Tomás con un hilo de voz.     lugar, esta noche bajaría la persiana del balcón.
     —-No -replicó la niña-. Por su posición en el
momento de encender la luz, está claro que venía
de la puerta de enfrente.
     —Sí, tienes razón -admitió él-. Es natural, los
vampiros prefieren a las chicas guapas.
     —No te pases, no tiene por qué ser un vampiro.
Puede que, simplemente, le guste Camila. A lo
mejor quería llamar a su puerta y no se ha atrevido
porque es tímido.




36                                                                                                         37
—Solo quiero estirar las piernas... ¿De verdad
                                                        que no estoy pálido, ni siquiera un poquito?
                                                           —No estás nada pálido -le aseguró su ma- dre-.
                                                        Ya me gustaría a mí tener ese color tan sonrosado
                                                        nada más levantarme...
                                                           El que sí estaba pálido, y mucho, era el señor
EL    domingo por la mañana, y en contra de su          Oliva, con quien Tomás coincidió en el rellano. El
costumbre de quedarse remoloneando en la cama           señor Oliva vivía en el segundo izquierda, y era el
hasta muy tarde, Tomás se levantó temprano. Se          propietario del edificio, es decir, el casero de todos
había pasado la noche soñando con escaleras             los demás inquilinos. Era un hombretón grande y
oscuras y manos peludas, y tenía unas ganas locas       gordo, calvo y coloradote, y muy antipático.
de salir al aire libre y ver el sol.                    Aquella mañana seguía siendo grande, gordo,
   Tantas ganas tenía de salir que, para sorpresa de    calvo y antipático, pero no coloradote. Estaba
sus padres, se ofreció a ir a comprar el periódico      blanco como la cera.
sin ni siquiera pedir nada a cambio.                       Al ver que Tomás lo miraba con insistencia, le
   —¿Te encuentras bien, cariño? -le preguntó su
                                                        preguntó de muy mal humor:
madre.                                                     —¿Y tú qué miras? ¿Tengo monos en la
   —Sí, ¿por qué? -dijo él tocándose nerviosamente      cara?
el cuello en busca de posibles orificios vampíricos-.      —No -contestó Tomás sin dejar de mirarlo
¿Estoy pálido?                                          fijamente-, pero está usted muy pálido.
   —No, hijo, tienes muy buen color -lo tranquilizó
                                                           —Estoy como me da la gana, ¿y a ti qué te
su padre-. Lo que pasa es que a mamá y a mí nos
                                                        Importa?
sorprende un poco que te levantes tan temprano y
estés tan servicial.                                    —No me importa, pero yo, si fuera usted, I
                                                        dormiría con la ventana cerrada.



38                                                                                                          39
Al oír aquello, el señor Oliva se puso aún
 más pálido. Había tenido una extraña pesadilla:
 algo o alguien, una informe sombra negra,
 entraba en su habitación por la ventana y se
 acercaba lentamente a su cama, donde él yacía
 boca arriba sin poder moverse, paralizado por el
 terror. Y luego la sombra negra se inclinaba
 sobre él...
     —¿Por qué dices eso, niño? -preguntó con
 voz temblorosa.
     —¿Tiene alguna marca en el cuello? -pre-
 guntó a su vez Tomás.
     —No... no creo -contestó el señor Oliva pa-
 sándose una manaza sudorosa por su cuello de
                                                     sin   rechistar. Bajo la correa del reloj, en la parte
 toro-. Antes, al afeitarme, no he visto nada. —¿Y
                                                     interior de la muñeca, apareció un punto rojo
 en los brazos?
                                                     justo encima de la vena, que estaba ligeramente
 El hombretón se remangó la camisa apre-
                                                     inflamada.
 suradamente y dejó que el niño le examinara los
                                                     —¿Cómo se ha hecho eso? -preguntó el
 brazos con mirada de experto.
                                                     mño.
 —¿Duerme con él puesto? -preguntó Tomás             —¡No lo sé! -exclamó el hombretón-. Pa... parece
 señalando el aparatoso reloj de oro que el señor
                                                     la picadura de un bicho.
 Oliva llevaba en la muñeca izquierda.
                                                     —Un    bicho capaz de quitarle el reloj, palpitadle
 —Sí, casi nunca me lo quito, ¿por qué?
                                                     en   la vena y luego volver a ponérselo. Yo, en su
 —Quíteselo.
 El casero estaba tan asustado que obedeció          lugar, dormiría con la ventana cerrada.



                                                                                                        41
40
Sin decir palabra, el señor Oliva miró al niAo         —Bueno, no es para tanto. Una picadura en la
©OH la cara desencajada por el terror y volvió t       muñeca no significa nada -dijo Lucía-. Además,
meterse corriendo en su casa.                          los vampiros muerden en el cuello.
   Tteás» por su parte, estaba tan asustado que           —¿No te acuerdas de Tom Cruise en Entrevista
no jftjílf« reaccionar. Como un autómata, fue a        con el vampiro? A veces chupan de la muñeca. Y te
comprar «I periódico y volvió a casa,                  digo que el señor Oliva estaba más pálido que el
   —Akora sí que estás un poco pálido, cariño -le      propio señor Lucarda, y cuando le he dicho lo de
«fijo stí madre-, ¿Te encuentras bien?                 que debería dormir con la ventana cerrada, se ha
   —De momento, sí -fue la enigmática res-             puesto como loco.
puesta.                                                   -¿Y qué?
   Una vez en su habitación, arrancó una hoja de          —¿Cómo que y qué? La gente que es atacada
m cuaderno escolar y escribió unas líneas. Luego       por un vampiro en la cama se cree que es un
la dobló cuidadosamente, se la metió en el             sueño, y a la mañana siguiente se olvida. Pero al
bolsillo, salió al balcón y lamó a Lucía. La niña *e   decirle yo lo de la ventana se ha vuelto a acordar,
asomó enseguida, muy sonriente.                        y por eso le ha entrado el canguelo.
   —Hola -lo saludó-, ¿Has visto qué buen día             —Bueno, aunque fuera verdad, deberías ale-
hace? Por fin ha salido el sol.                        grarte -bromeó Lucía-, siempre has detestado al
   —Baja a la portería -dijo él muy serio, sin ni      señor Oliva.
siquiera devolver el saludo-. Es una cuestión de          —Pues si ya es un palo aguantarle tal como es
vida o muerte.                                         ahora, imagínate si encima se convierte en
   Cuando ella bajó, cinco minutos después,            vampiro -replicó Tomás.
Tomás ya estaba esperándola junto a le» bu-               —¿Y ese papel? -preguntó la niña señalando
zones. Atropelladamente y en voz muy baja,             la hoja doblada que él tenía en la mano.
como si alguien pudiera oírles, el niño le contó •u       —Es una carta para Camila. Hay que ad
encuentro oon el casero.
vertirla del peligro. ¿Me la miras por si hay faltas             necesitará tomar aire -replicó él-. Y no se va a reír.
de ortografía?                                                   Es más lista que tú, y seguro que ya se ha dado
      —Trae -dijo ella cogiendo el papel-. Aunque,               cuenta de que el señor Lucarda es peligroso.
 más que las faltas de ortografía, me preocupan                    Dicho esto, Tomás volvió a doblar la nota y la
 los disparates que puedas haber escrito...                      metió en el buzón de Camila con el gesto solemne
     Lucía desdobló la hoja y leyó:                              de quien está haciendo algo de vital importancia.
                                                                   —Aprovecharé para ver si hay algo en mi
        Querida Camila:                                          buzón -dijo Lucía. Lo abrió y, viendo que no había
        Aunque te cueste creerlo, tu vida corre peligro. Debes   nada, volvió a cerrarlo, a la vez que la
     dormir con las ventanas cerradas y con una ristra de ajos   sobresaltaba un apagado grito de Tomás.
     alrededor del cuello, pero si no tienes ajos cuélgate una     —Aaaaah... ¡Mira! -exclamó el niño señalando
     cruz lo más grande que puedas.                              algo con mano temblorosa.
        Firmado: Alguien Que Te Quiere                             —¿Qué pasa? -preguntó Lucía, alarmada. Miró
                                                                 hacia donde señalaba el dedo del niño y vio el
 —¿Está bien? -preguntó Tomás ansiosamente.                      buzón del señor Lucarda, sobre el que había una
 —Vas mejorando, no hay faltas de ortografía -lo                 etiqueta negra con grandes letras mayúsculas
 felicitó ella-. Se podría añadir alguna coma para               doradas en       la   que     ponía,   simplemente,
 que la pobre Camila no se ahogue al leerla; pero                LUCARDA.
 como de todas formas se va a ahogar con el                        —¡Mira! -volvió a decir Tomás con la voz
 ataque de risa que le va a dar, no importa.                     entrecortada por el terror.
 —No la va a leer en voz alta, así que no                          —¿Tanto miedo le tienes que te pones a temblar
                                                                 con solo ver su nombre escrito? -preguntó la niña
                                                                 con tono burlón.




44                                                                                                                  45
precipitarnos. Puede que solo sea un chiflado
     —Vuelve a abrir tu buzón -pidió él.
                                                    que se divierte haciéndose el siniestro y asus-
     —¿Para qué?
                                                    tando a la gente. Como Bela Lugosi cuando le
     —Ábrelo y verás.
                                                    dio por dormir en un ataúd...
     —Está bien...
                                                      —Yo, por si acaso, voy a tomar precauciones -
     La niña volvió a abrir su buzón, y entonces
                                                    dijo Tomás bajando aún más la voz-. Y te aconsejo
comprendió por qué su amigo estaba tan asus-
                                                    que hagas lo mismo.
tado. Los buzones eran de acero y estaban re-
lucientes como espejos, pues Rosaura les sacaba
brillo continuamente. El buzón de Lucía estaba
al lado del de Lucarda, y el nombre de este, al
reflejarse en la portezuela abierta, se leía del
revés: ADRACUL. Sin más que poner la A del
principio al final, el nombre se convertía en
DRÁCULA.
 —¡Lucarda es un anagrama de Drácula! -ex-
clamó la niña sin poder evitar un estremeci-
miento.
     —¿Qué es un anagrama? -preguntó Tomás.
     —Una palabra que tiene las mismas letras que
otra, pero en distinto orden.
     —¿Y ahora, qué? ¿Sigues sin creer que es un
vampiro? ¡A lo mejor es el mismísimo Drácula
de incógnito!
     —Tengo que reconocer que son muchas
coincidencias -admitió ella-, pero no debemos
                                                                                                    47
46
Me ha dicho que es vegetariano y, además,
                                                       crudimano, o algo así.
                                                       —¿Crudívoro, tal vez?
                                                       —Eso, crudívoro. Que se lo come todo crudo,
                                                       vaya.
                                                       —Bueno, eso no es tan raro -comentó la niña-. Yo
                                                       tengo un profesor de matemáticas que también es
EL lunes por la tarde, al volver del colegio, Lucía    vegetariano y que dice que cocinar es perder el
se encontró en el portal con Rosaura, que la llamó
                                                       tiempo estropeando comida.
muy excitada:
                                                       —Más a mi favor -dijo la portera-. ¿Hay algo más
     —Ven, Lulú, que tengo que contarte una cosa
                                                       raro que un profesor de matemáticas?
que te vas a quedar patidifusa... Esta mañana he
                                                       —Eso también es verdad -rió Lucía.
hecho la limpieza en casa del señor Lucarda... El
                                                       —Además -prosiguió Rosaura-, tocto lo que tiene
otro día te dije que es rarito, ¿verdad?
                                                       es negro: las toallas, las sábanas, el batm, las
     —Sí.
                                                       zapatillas, las cortinas...
     —Pues me equivocaba. No es rarito: es rarísimo,
                                                       —¿Los calzoncillos también?
el más raro del mundo... Ha montado un
                                                       —No se los he visto. El armario es una de las
laboratorio en la cocina, todo lleno de tubos,
                                                       cosas que no quiere que toque. Y además está
frascos y esas cosas que se ven en las películas...
                                                       cerrado con llave.
     —¿Y dónde guisa? -preguntó la niña.
                                                       —¿Cómo sabes que está cerrado con llave si no
     —Eso es lo más gracioso: no guisa. Ni siquiera
                                                       puedes tocarlo? -preguntó la niña con una picara
tiene cacharros de cocina, y en la nevera solo había
                                                       sonrisa.
unos tomates y unas manzanas.
                                                       •^■¡Mírala qué lista es ella! -exclamó la portera
                                                       soltando una carcajada-. Pues sí, he inten-



48                                                                                                   49
yugular, no te convencerás, y entonces será
                                                           —Ya. Y la pistola de agua es para apagarlo -
 demasiado tarde. Ya lo dice el profesor Van
                                                           ironizó ella.
 Helsing en la peli: «La fuerza del vampiro es que
                                                          —Para que te enteres, está sargada con agua
 nadie cree en su existencia*. Menos mal que yo sí
                                                      bendita. Sí falla la lámpara, «sea lo parará. Bl , agua
 que creo, y estoy preparado.
     —¿Cómo te has preparado?                         bendita es como ácido sulfúrico para ellos. I —¿De
     —Ven a mi habitación y lo verás.                 dónde k has sacado?
     Fueron al cuarto de Tomás, que, con gran         I, —De la pila de la Iglesia. Por cierto, d cura casi me
 solemnidad, sacó de debajo de la cama todo su            pilla. No pensaba q»e un hombre con sotana
 arsenal antivampiros: una pequeña lámpara solar          pudiera correr tan deprisa.
 con su soporte, una pistola de agua, dos                 —¿No tienes ningún crucifijo?
 puntiagudas estacas de medio metro cada una              —Pues claro que lo tengo -contestó Tomás
 (hechas a partir de un viejo mango de escoba),           desabrochándose la camisa y mostrando un rosario
 una ristra de ajos y un abrecartas de plata.             que llevaba al cuello-. ¿Te crees que soy un vulgar
     —¿Para qué sirve esa lámpara? -preguntó              aficionado? Si a pesar de todo llega hasta mí, esto lo
 Luda.                                                    parará.
     —La usa mi madre en invierno para que se le      | —¿Y el abrecartas?
 ponga morena la cara -contestó él colocándola        M —Es de plata, y aunque no está, muy afila- I do, la
 sobre la mesita de noche, enfocada hacia el          punta pincha bastante. Lo pondré debajo
 balcón-. Esta noche la pondré aquí, y si entra       ■    de la almohada, por si acaso.
 quien tú ya sabes, zas, lo ilumino de sopetón y...
                                                           —Creía que la plata servía contra los hombres
     ~¿Y qué?
     —¿Cómo que y qué? Es una lámpara solar, y             lobo -comentó Lucía.
 los vampiros no soportan la luz del sol. En cuanto        —Bueno, sí, pero ya viste que en la novela dice
 lo ilumine, arderá como una tea.                          que los vampiros también pueden convertirse en
                                                           lobos... Por cierto, ¿qué pasaría si un vampiro
                                                           mordiera a un hombre lobo?
                                                           —Se le llenaría la boca de pelos -rió ella.
52
                                                                                                              53
—Muy graciosa... Sería vampiro y hombre lobo
         a la vez. Las noches de luna llena, primero
         chuparía la sangre, y luego se comería a sus
         víctimas.
            —Los hombres lobo no se comen a la gente -
         replicó Lucía-, solo muerden.
            —Menos mal. No me extrañaría que el señor
         Lucarda fuera las dos cosas. Y no me gustaría
                                                           LUCÍA no era muy miedosa, pero aquella noche
         terminar en su tripa.
                                                           cerró la puerta acristalada de su balcón antes de
                                                           acostarse. No creía que el señor Lucarda fuera un
                                                           vampiro (en realidad, ni siquiera creía en la
                                                           existencia de los vampiros); pero podía ser un loco
                                                           peligroso, y no era difícil trepar desde la planta
                                                           baja hasta el balcón.
                                                                 Estaba a punto de dormirse cuando le pareció
                                                           oír     un   gemido     ahogado   procedente   de    la
                                                           habitación de Camila. Se levantó corriendo y pegó
                                                           la oreja a la pared que separaba su dormitorio del
                                                           de su vecina. Y entonces oyó un ruido sordo e
                                                           inquietante, como de lucha.
                                                                 Sin pensárselo dos veces, salió al balcón, dis-
                                                           puesta a gritar, pero no pudo, como cuando en las
                                                           pesadillas quería llamar a su madre y no le salía la
                                                           voz.
í                                                                Los balcones estaban casi pegados. Era fácil

    54                                                                                                          55
pasar de uno a otro, y Lucía era muy ágil. En           Camila corrió a abrazar a la niña. Entonces
cuestión de segundos saltó al balcón de Camila y     Lucía se dio cuenta de que la joven llevaba en la
entró en svi habitación, pues la puerta acris-       mano una larga boquilla de plata. No parecía lo
talada estaba abierta de par en par.                 más     adecuado     para     defenderse,    pero,
   Había luna llena, y además la lámpara de la       probablemente, atacada por sorpresa mientras
mesita de noche estaba encendida, por lo que k       estaba en la cama, había cogido instintivamente lo
niña vio la escena con toda claridad. Camila, con    primero que había podido. O tal vez la plata
un largo y vaporoso camisón blanco, hacía frente     también mantuviera a raya a los vampiros, como
al señor Lucarda, que parecía a punto de             creía Tomás.
abalanzarse sobre ella.                              !• —Pobrecita, qué susto te habrás llevado -dijo la
  Entonces, por fin, Lucía logró lanzar un grito     joven acariciando la cabeza de Lucía. I —Más
                                                     susto te habrás llevado tú -dijo la niña-. Pero
ahogado, y los dos se volvieron a mirarla. Eí
                                                     ¿cómo has podido dejarlo tieso de un golpe?
hombre tenía los ojos enrojecidos y los labios
                                                        —Una chica sola tiene que aprender a de-
manchados de sangre.
                                                     fenderse -contestó Camila con una de sus
   —¿Qué haces aquí, niña? -preguntó Lucarda
                                                     encantadoras sonrisas-, y yo sé un poco de kárate.
con una mezcla de ira y asombro en la mirada-.
                                                        —¿Y cuando vuelva en sí...?
¿Por dónde...?
                                                       —Yo me ocuparé de él. Ahora tienes que
   Pero no llegó a terminar la frase. Aprove-
chando que le estaba dando la espalda, Camila,       regresar a tu casa.
con una rapidez y una decisión admirables, dio        —¿No deberíamos llamar a la policía?
líh paso hacia él y le descargó un fuerte golpe en      —La policía no sabría qué hacer en un caso
la nuca con el canto de la mano. Lucarda se          como este -replicó la joven-. Yo sí. Anda, vuelve a
desplomó como un fardo y quedó tumbado en el         casa y no tengas miedo. Yo me ocuparé de todo.
suelo cuan largo era, sin sentido.
     •




56                                                                                                    57
Dicho esto, Camila cogió en brazos a Lucía y la
llevó a su balcón. Mientras la pasaba por encima de
la barandilla, le dio un beso en la frente y le dijo:
  —Me has salvado la vida. Nunca lo olvidaré.
Buenas noches, y dulces sueños.
  Pero la niña no logró dormir en toda la noche.
Estaba demasiado excitada con lo sucedido,
aunque, curiosamente, no tenía miedo. Ni siquiera
volvió a cerrar la puerta del balcón. Camila parecía
tan segura, tan dueña de la situación...
  ¿Qué haría con Lucarda?, se preguntó Lucía.
¿Clavarle una estaca en el corazón y cortarle la
cabeza? No podía imaginarse a la hermosa y dulce
Camila haciendo algo tan horrible; pero, por otra
parte, parecía saber que era un vampiro, pues
había dicho que la policía no podía hacer nada en
aquel caso. Y había añadido que ella sí sabía lo que
había que hacer...
  Varias veces estuvo a punto de levantarse de
l.i cama para pegar la oreja a la pared y estuchar
los ruidos de la habitación de su vecina, pero no se
atrevió a hacerlo. Tenía miedo
de oír los golpes secos del martillo y el crujido de
 la estaca al penetrar en el pecho del vampiro.
      Al amanecer salió al balcón, y en el suelo
 encontró un sobre con su nombre. Era una carta
 de Camila:

         Querida Lucía:
         Gracias una vez más por tu ayuda. Eres muy valiente,
     y siempre recordaré lo que has hecho por mí.
         La nota que me dejó Tomás en el buzón también me ha
     ayudado mucho, pues cuando Lucarda me ha atacado ya
     estaba prevenida. Dale las gracias de mi parte.
         Yo ahora tengo que irme por unos días. Volveré el
     domingo por la tarde, y os prepararé una opípara
     merienda; venid a mi casa hacia las seis: tengo muchas
                                                                  La persiana del balcón de su vecina estaba
     cosas que contaros.
                                                                bajada del todo. ¿Se habría ido para deshacerse del
         No tenéis nada que temer de Lucarda. Podéis dormir
                                                                cuerpo de Lucarda? Era lo más probable, pues no
     tranquilos y con las ventanas abiertas.
         Un cariñoso abrazo de vuestra amiga                    podía clavarle una estaca en el corazón y luego
                                                                llamar a la funeraria y decirles que se lo llevaran.
                                              Camila            Lucía se estremeció al pensar en la macabra
                                                                situación.
                                                                  Volvió a entrar en su cuarto, se tumbó en la
                                                                cama y se quedó profundamente dormida.




60
7                                                       — Tenemos que hablar -dijo ella escueta- [
                                                       mente-. Vamos al parque.
                                                          Había un pequeño parque cerca, que la niña
                                                           cruzaba iodos los días al ir y venir del colegio, y
                                                           hacia allí se dirigieron.
                                                       ■     —Voy a llegar tarde -comentó Tomás, aunque
                                                       sin excesiva preocupación-. Y tú más.
            ESPIERTA, dormilona, que vas a llegar          —-Vamos a hacer novillos.
 tarde al colé!                                            -—{No me lo puedo creer! -exclamó el niño-. ¡La
       Lucía no llevaba ni un par de horas dormida            superempollona haciendo novillos! —Es una
 cuando sp madre, sacudiéndola suave- menté, la                            emergencia -se justificó Lucía.
 despertó.                                                 Al poco rato llegaron al parque. Se sentaron en
       El Cansancio y las emociones de la noche            un banco, cerca de un estanque con patos, y
 anterior la habían dejado agotada, y tuvo que             Tomás preguntó:
 hacer un esfuerzo sobrehumano para levantarse             |¡' —¿Tiene que ver con... quien tú ya sabes?
 de la cama. Se lavó y desayunó a toda prisa, pero          —Sí -contestó la niña muy seria-. Tenías I razón:
 al llegar a la portería decidió esperar a Tomás. Lo   el señor Lucarda es un vampiro.
 que había ocurrido era demasiado importante, y            —¿Cómo estás tan segura? ¿No te habrá
 tenía que contárselo enseguida.                       atacado? Ahora que me fijo, estás muy pálida...
  Tomás no iba al mismo colegio que ella, y entraba        Lucía le contó su extraordinaria aventura B:
   un poco más tarde, por lo que no solían coincidir   nocturna, y luego le enseñó la carta de Camila.
por las mañanas. Cuando el niño bajó, se sorprendió    Cuando terminó de leerla, Tomás estaba tem-
                      al ver a su amiga esmerándolo.   blando.
       —¡Lucía! ¿Qué haces tú aquí a estas horas?          —¿Qué hacemos ahora? -preguntó con expres
                                                       ion de terror.

 62                                                                                                        63
7                                                     —Tenemos que hablar -dijo ella escuetamente-.
                                                         Vamos al parque.
                                                         Había un pequeño parque cerca, que la niña
                                                         cruzaba todos los días al ir y venir del colegio, y
                                                         hacia alla se dirigieron.
                                                         —Voy a llegar tarde -comentó Tomás, aunque sin
                                                         excesiva preocupación-. Y tú más.
             ESPIERTA, dormilona, que vas a llegar       —Vamos a hacer novillos.
 tarde al colé!                                          —    ¡No me lo puedo creer! -exclamó el niño-.
       Lucía no llevaba ni un par de horas dormida       ¡La superempollona haciendo novillos!
 cuando sp madre, sacudiéndola suavemente, la            —Es una emergencia -se justificó Lucía.
 despertó.                                               Al poco rato llegaron al parque. Se sentaron en
       El cansancio y las emociones de la noche          un banco, cerca de un estanque con patos, y
 anterior la habían dejado agotada, y tuvo que           Tomás preguntó:
 hacer un esfuerzo sobrehumano para levantarse de        —¿Tiene que ver con... quien tú ya sabes?
 la cama. Se lavó y desayunó a toda prisa, pero ál       —Sí -contestó la niña muy seria-. Tenías razón: el
 llegar a la portería decidió esperar a Tomás. Lo        señor Lucarda es un vampiro.
 que había ocurrido era demasiado importante, y          —¿Cómo estás tan segura? ¿No te habrá atacado?
 tenía que contárselo enseguida.                         Ahora que me fijo, estás muy pálida...
Tomás no iba al mismo colegio que ella, y entraba un     Lucía     le   contó su     extraordinaria   aventura
poco más tarde, por lo que no solían coincidir por las   nocturna, y luego le enseñó la carta de Camila.
mañanas. Cuando el niño bajó, se sorprendió al ver a     Cuando terminó de leerla, Tomás estaba tem-
                                 su amiga esperándolo.   blando.
       —¡Lucía! ¿Qué haces tú aquí a estas horas?        —¿Qué hacemos ahora? -preguntó con expresión
                                                         de terror.

 62                                                                                                        63
—No creo que podamos hacer nada -contestó la         —Es verdad. Por ayudarla, no me detendría
niña encogiéndose de hombros-. Camila dice que        ante nada. Y estoy muy contento de que mi nota la
no tenemos nada que temer, y yo confío en ella.       pusiera sobre aviso. ¿Lo ves, tanto que te reías de
   —Yo también. ¿Crees que habrá... ya sabes...       mí?
eliminado a Lucarda?                                    —Cuando tienes razón, tienes razón -admitió
   —Supongo que sí. Es muy valiente, y creo que       ella-. Y ahora será mejor que vayamos al colé.
no es la primera vez que tiene que vérselas con un      —¡Qué birria de novillos! -se quejó Tomás-.
vampiro. Parecía muy tranquila y muy segura de
                                                      ¡Solo voy a llegar una hora tarde!
sí misma.
   —Vaya, y yo que soñaba con salvarla de los
piratas, los leones y esas cosas -comentó Tomás-, y
resulta que es como una de esas heroínas de los
cómics.
   —Y que lo digas -convino Lucía-, Si hubieras
visto cómo lo dejó seco de un solo golpe...
   —Cómo siento habérmelo perdido -se quejó el
niño-. Podías haberme llamado.
   —Pero si no podía ni hablar... Ahora te lo
cuento como si tal cosa, pero anoche estaba
aterrorizada.
   —Tú también fuiste bastante valiente saltando a
su balcón -reconoció Tomás-. No sé si yo habría
sido capaz.
   —Claro que sí. Ten en cuenta que tu adorada
Camila estaba en peligro -bromeó Lucía.



64                                                                                                     65
El argumento era razonable. Además, Camila decía
                                                        en su carta que no tenían nada que temer de
                                                        Lucarda. ¿Le habría hecho algo a! vampiro que lo
                                                        dejaba impotente para atacarlos?
                                                        • —Está bien, le escucho -dijo Lucía-. Pero no se
                                                        acerque ni un centímetro más o gritaré. El parque
                                                        está lleno de gente, y además hay guardas. Y yo
LUCÍA se pasó toda la mañana enfrascada eh sus          puedo gritar tan fuerte como la sirena de los
pensamientos. Entre la excitación y el cart- sancio,    bomberos.
no podía concentrarse ni en los libros ni en las
                                                        —No te preocupes, solo quiero hacerte algunas
explicaciones de los profesores#
                                                        preguntas. En primer lugar, quisiera saber qué
   Al volver hacia casa, se sentó a descantar urt
                                                        piensas de mí.
momento en el mismo banco en que había estado
                                                        «¡Vaya morro!*, pensó la niña sin atreverse a decirlo
hablando con Tomás, y a punto estuvo de
                                                        en voz alta. «Lo pillo en la habitación de Camila, a
quedarse dormida. Pero una voz grave y pro-
                                                        punto de abalanzarse sobre ella, y me pregunta qué
funda la sacó de su sopor:
                                                        pienso de él...»
   —Hola, Lucía.
   La niña abrió los ojos sobresaltada y vio que en     —¿Crees que soy un violador, o un ladrón,
el otro extremo del banco se había sentado un           0 algo por el estilo? -preguntó Lucarda.
hombre. Un hombre pálido y vestido de negro             —No. No creo que sea un violador o un ladrón.
que la miraba fijamente.                                —¿Entonces...?
    —¡Señor Lucarda! -exclamó ella con horror. —        —Es usted un vampiro -dijo ella al fin.
     Tranquilízate -dijo él sin moverse-. Si quisiera   1 —Vaya, veo que sabes del asunto más de lo que
    hacerte daño, lo habría hecho mientras estabas      yo creía. ¿Te lo ha dicho Camila?
           adormilada. Solo quiero hablar contigo.      Al rememorar lo ocurrido, cayó en la cuen-
ta de que Camila nunca había usado la palabra        —¡Claro que los tenía manchados de sangre! -
 «vampiro» ni había dado a entender claramente     exclamó él-. ¡De mi propia sangre! Tu amiga
 que Lucarda lo fuera. De modo que respondió:      Camila me dio un puñetazo que casi me salta los
    —No, no me lo ha dicho ella. Pero hay mu-      dientes. Mira.
 chos datos que lo delatan.                           Lucarda se levantó el labio superior. Efec-
    —¿Ah, sí? ¿Cuáles?                             tivamente, lo tenía cortado y tumefacto.
    —Al señor Oliva le han estado chupando la         —Puede haberse hecho eso luego para disi-
 sangre. Usted es muy pálido, no come y tiene en   mular -objetó la niña.
 su casa un baúl que parece un ataúd. Y se coló       —¿Ah, sí? Pues mira esto.
 por el balcón en el cuarto de Camila.
                                                      Lucarda sacó un crucifijo del bolsillo de su
 Y su nombre es un anagrama de Drácula.
                                                   chaqueta, se lo mostró a Lucía y luego lo besó. L
    —Eres muy lista -admitió él con una mueca
                                                   —A lo mejor es un vampiro judío, o musulmán, y
 parecida a una sonrisa.
                                                   la cruz no significa nada para usted -conjeturó
    Lucía estuvo a punto de decirle que lo del
                                                   ella.
 anagrama lo había descubierto Tomás, para no
                                                      —Vaya, no hay manera de convencerte... Bien,
 atribuirse méritos ajenos, pero prefirió no im-
                                                   y si soy un vampiro, ¿por qué me dejó ir Camila?
 plicarlo, por si acaso.
    —-No es que yo sea muy lista -replicó-. Es     Podría haberme destruido mientras estaba
 que usted va dando el cante.                      inconsciente en el suelo, i, —Puede que se
    —Efectivamente, soy un Drácula -reconoció      escápara. Los vampiros son muy fuertes y tienen
 Lucarda-, descendiente por línea directa del      muchos recursos.
 mismísimo Vlad Tepes el Empalador. Pero no           —Si me hubiera escapado, ella te habría ad-
 soy un vampiro.                                   vertido.
    —Anoche tenía los labios manchados de             Lucía reflexionó unos instantes y se dio cuenta
 sangre -dijo Lucía con tono acusador.             de que había algo que no encajaba. Desconfiaba
                                                   de Lucarda, pero tampoco sabía muy


68                                                                                                69
bien a qué atenerse. Bien mirado, Camila no había
 dicho en ningún momento que fuese un                alguna vez a pleno sol, como estamos ahora tú y
 vampiro...                                          yo? Solo sale de noche o cuando está muy nublado,
     Bueno, pues, en vez de jugar a las adivi-       como el sábado por la mañana.
 nanzas, ¿por qué no me cuenta usted su versión? -     —Se asoma mucho al balcón... -empezó a decir
 propuso al fin la niña-. A lo mejor me la creo y    la niña, pero mientras lo decía cayó en la cuenta de
 todo -añadió intentando parecer tranquila y         que siempre la había visco asomarse al anochecer.
 segura.                                               —¿La has visto comer alguna vez, aunque solo
     Me parece una buena idea -convino Lu-           fuera un caramelo o una galleta?
 carda-. Creo que, tal como están las cosas, es        —No -tuvo que admitir Lucía. No solo no la
 mejor que sepas toda la verdad. No te has equi-     había visto comer nunca, sino que en más de una
 vocado al pensar que esta es una historia de        ocasión había rechazado las invitaciones de su
 vampiros. Solo que el vampiro no soy yo.            madre a merendar o a cenar, pretextando que
 —¿Y quién es entonces?                              seguía una dieta muy rigurosa.
 —¿No lo adivinas?                                     —Y tan rigurosa -comentó Lucarda-. Una
 —No tengo ni idea -admitió Lucía.                   rigurosísima dieta a base de sangre humana.
 —No te va a gustar lo que voy a decirte, mi           —¡Me ha leído el pensamiento! -exclamó la niña,
 querida niña. El vampiro, mejor dicho, la vam-      aterrorizada.
 pira, es Camila.                                      —Soy un Drácula y tengo algunas habilidades -
     ¡Eso es mentira! -exclamó Lucía, entre in-      dijo él con una aviesa sonrisa-, Pero no te
 dignada y horrorizada.                              preocupes, no puedo leer el pensamiento. A veces
 —Vamos a ver, ¿cuánto tiempo hace que la            movemos los labios al pensar, como si habláramos
 conoces? -preguntó Lucarda sin inmutarse.           para nosotros mismos, y yo sé interpretar el
     Hace más de dos años que es vecina mía.         movimiento de los labios, como los sordos. Ya ves
     Y, dime, en todo ese tiempo, ¿la has visto      que juego limpio contigo... ¿Sa-


70
                                                                                                      71
bes lo que es esto? -añadió sacando del bolsillo      hago notar que es una boquilla muy femenina,
un objeto largo y brillante.                          dirás que yo podría ser un vampiro afeminado.
   —Es la boquilla que Camila tenía en la mano          —No, no diría eso -replicó ella-. Diría que a lo
anoche.                                               mejor es un recuerdo de su madre, o de su abuela.
   —Exacto, es la boquilla de Camila. Solo que        Parece muy antigua.
no sirve para fumar, precisamente... Mira.
                                                        —Lo es -dijo Lucarda con una risita-, pero ni
   Lucarda retiró la trompetilla donde debían
                                                      mi madre ni mis abuelas eran vampiras. Mi
encajarse los cigarrillos y dejó al descubierto una
                                                      abuelo paterno sí, pero no usaba boquilla, y,
aguja del grosor de un fideo.
                                                      desde luego, no era nada afeminado. Parecía un
   —¿Qué es eso? -preguntó Lucía con un es-
                                                      ogro, más que un vampiro. A mí me daba pavor,
tremecimiento.
   —La aguja está hueca, como la de una je-           aunque debo reconocer que nunca me mordió...
ringuilla -explicó él acercándole la boquilla para    Pero me estoy yendo por las ramas...
que la viera mejor-; se clava en una vena del         Y es que ya no sé qué decirte para que me creas.
brazo o de la muñeca, o en la yugular, y por el         —Bueno -dijo Lucía tras una pausa-, su-
otro extremo se chupa la sangre como quien se         pongamos por un momento que dice usted la
toma una horchata con una pajita. Camila es           verdad, que la vampira es Camila... En ese caso,
muy fina y no le gusta ir por ahí mordiendo           ¿cómo es que estaba usted en su dormitorio?
cuellos.                                                —Muy sencillo. Yo llevaba tiempo vigilándola,
—Esa... boquilla podría ser de usted.                 y anoche, desde mi ventana, la sorprendí en el
—La tenía ella, tú misma acabas de decirlo. —         balcón del señor Oliva, el casero, intentando
Pudo arrebatársela mientras usted intentaba           colarse en su casa. En cuanto me vio, volvió
clavársela.                                           volando a su habitación...
—Sí, es verdad -admitió él tras una pausa-,             —¿Volando?
podría haber sido así. Y me temo que si te



                                                                                                      73
-A toda prisa, quiero decir... No, los vam         —Lo dice para asustarme.
 piros no vuelan, ni pueden convertirse en
                                                         —Desde luego. Para asustarte y que tomes las
 animales, eso es pura leyenda... Bajó por el tubo
                                                      precauciones necesarias.
 de desagüe de la lluvia, y yo fui tras ella por la
                                                         —¿Qué pasó después de que yo volviera a mi
 misma vía; ambos somos buenos trepa dores. La
                                                      casa? -preguntó la niña, deseosa de cambiar de
 alcancé cuar.do estaba a punto de cerrar la
                                                      tema. No podía soportar la idea de que su
 puerta de su balcón, luchamos y... ya sabes el
                                                      admirada Camila, la bellísima y dulce Camila,
 resto.
    —¿Y usted por qué estaba vigilándola?             fuera una vampira sedienta de sangre, dispuesta
    —Porque soy un cazador de vampiros -con-          a vampirizarla a ella también.
 testó Lucarda con orgullo.                              —Cuando recobré el conocimiento, Camila
    —Tero ¿no es usted un Drácula?                    estaba escribiendo una carta, que metió en un
    —Precisamente por eso. Mi familia ha sido,        sobre y dejó en tu balcón. Vi su boquilla en el
 durante siglos, un azore de la humanidad, y yo       suelo y me la metí en el bolsillo sin que se diera
 quiero reparar algo del daño que han hecho mis       cuenta... Luego me ató las manos a la espalda, me
 parientes.
                                                      amenazó con matarme si no me iba de la ciudad,
    —¿Y ha cazado a muchos vampiros?
                                                      me encerró en el ascensor y se fue.
    —Cazado, lo que se dice cazado, a ninguno -
                                                         —¿Y usted no se resistió?
 reconoció él con pesar-, Pero he desenmas-
                                                         —Estaba aturdido por el golpe que me dio en
 carado a varios, y he salvado a bastantes vic-
                                                      la nuca, y ella sacó una de esas dagas japonesas
 timas de un destino peor que la muerte. Y es
                                                      que cortan como navajas de afeitar. Además, a
 pero salvarte a ti también.
                                                      pesar de su aspecto frágil y delicado, es casi tan
 —¿A mí? -exclamó Lucía.
                                                      fuerte como yo, y mucho más ágil.
 —Sí. Ahora Camila te considera su amiga, y el
                                                         —¿Por qué no le mató, ni le chupó la sangre, si
 afecto de un vampiro» es peor que su odio, pues
                                                      es una vampira?
 querrá convertirte en una de los suyos.


74                                                                                                   75
N la portería se encontró con Rosaura, que

                                                    estaba excitadísima.
                                                    —Lulú, no te vas a creer lo que ha pasado esta
                                                    madrugada... -empezó a decir la portera.
                                                    ' —Te has encontrado al señor Lucarda ma-
                                                    niatado en el ascensor -la interrumpió la niña.
                                                    I —¿Cómo lo sabes, bruja, más que bruja, si
                                                    aún no se lo he contado a nadie?
cía obligó a                                        —Me lo ha dicho un pajarito -contestó Lucía
do del bolsillo y,                                  corriendo escaleras arriba-. Perdona, Rosi, tengo
dio un pellizco en ia pierna.                       prisa. Luego hablamos.
  El agudo dolor la hizo reaccionar. Logró          La comida ya estaba en la mesa desde hacía
apartar sus ojos de los de Lucarda, se levantó      rato, y su madre empezaba a preocuparse.
bruscamente y echó a correr a toda velocidad, sin   —Llegas media hora tarde, ¿qué te ha pasado? -
volverse a mirar hacia atrás.                       le preguntó.
                                                    —Me he entretenido charlando con el señor
                                                    Lucarda.
                                                    —¿Con el señor Lucarda? ¡Pero si nunca habla
                                                    con nadie!

78                                                                                                 79
—Debe de ser un poco tímido -dijo Lucía
                                                       —Baja y te lo cuento.
 sentándose a la mesa.
 —¿De qué habéis hablado?                              Tomás bajó en un santiamén, y estaba tan
 —Me ha contado un percance que tuvo anoche.        excitado que ni siquiera pidió nada para me-
 Lo maniataron y lo encerraron en el ascensor.      rendar. Se sentaron en el suelo del balcón, para
 Tuvo que sacarlo Rosaura. Supongo que luego te     disfrutar del sol de la tarde, y, en pocas palabras,
 lo contará ella con todo lujo de detalles.         Lucía le refirió su conversación en el parque con el
 —Vaya, pobre señor Lucarda, con lo distinguido     presunto vampiro.
 y lo estirado que es. Espero que no le hicieran       —Te has librado por los pelos -dijo el niño con
 daño.                                              un estremecimiento-. Si te llega a hipnotizar,
 —No, está perfectamente. Sólo tiene una he-
                                                    habría hecho contigo lo que hubiera querido. Lo
 ridita en el labio.
                                                    del pellizco ha sido buena idea. Lo tendré en
 —Hay cada salvaje por ahí suelto...
                                                    cuenta por si me pasa a mí...
 Esa tarde Lucía no fue al colegio. Le dijo a su
                                                       —¿Y qué opinas de todo este lío? -preguntó
 madre que había dormido muy poco y le dolía la
                                                    ella.
 cabeza, lo cual era totalmente cierto, y se echó
                                                       —Creo que se trata de un montaje de Lucarda
 una larga siesta. La despertó Tomás llamándola
                                                    para echarle el guante a Camila. Mejor dicho, para
 desde su balcón.
                                                    hincarle el diente. ¿Qué otra cosa puede ser?
 —¿Hay alguna novedad? -le preguntó su amigo
                                                       —Eso mismo pienso yo -convino Lucía-. Pero
 cuando ella se asomó.
 —Poca cosa -contestó la niña con afectada          hay cosas que no acabo de ver claras... ¿Por qué no
 indiferencia-. He estado charlando con el señor    lo ha matado Camila?
 Lucarda.                                              —No se puede matar a un vampiro -le recordó
 —¿Qué? -exclamó él-. ¿Te estás quedando            Tomás-. Ya está muerto.
 conmigo?                                              —Quiero decir que por qué no lo destruyó.
                                                    Seguro que sabe lo que hay que hacer en estos
                                                    casos.


80                                                                                                   81
-No es fácil clavarle a alguien una estaca en
el corazón y luego cortarle la cabeza, por muy
                                                     10
vampiro que sea y Camila parece incapaz de
matar a una mosca. Es tan dulce...
     Sí, pero en la carta dice que no tenemos
nada que temer de Lucarda.
—A lo mejor lo tiene dominado con algún tipo
de pacto o de encantamiento. No me extrañaría
que Camila fuera un hada o algo por el estilo -
                                                     A pesar de la siesta, Lucía estaba muy cansada
                                                     y esa noche se fue a la cama temprano.
dijo Tomás.
-Puede ser -admitió ella-. Realmente, parece un         Antes de acostarse bajó la persiana del balcón.
hada...                                              Camila le decía en la carta que no tenía nada que
                                                     temer, y la niña se fiaba de ella; pero tal vez
                                                     Lucarda tuviera recursos insospechados, y era
                                                     mejor no correr riesgos innecesarios.
                                                        Se durmió enseguida y tuvo un sueño muy
                                                     agradable. Estaba en un jardín precioso, lleno de
                                                     flores y blancas estatuas, que brillaban a la luz de
                                                     la luna. Como en los sueños las cosas nunca se
                                                     están quietas del todo, las estatuas fluctuaban, se
                                                     mecían sobre sus pedestales, parecían hacerle
                                                     señas...
                                                        De pronto, una de las estatuas, que brillaba
                                                     más que las otras y representaba a una mujer
                                                     bellísima, empezó a llamarla dulcemente: «Lu-
                                                     cía... Lucía...*.
—Lucía... Lucía...                                  —No exactamente. Algunos dirían incluso que
   No estaba soñando. La voz era real, y procedía
                                                       soy todo lo contrario.
del balcón.
   —Lucía...                                           —¿Una bruja?
   Aun medio dormida, la niña se levantó, se acercó    —Algo parecido -contestó Camila con una triste
a la persiana y, por entre las rendijas que quedaban   sonrisa.
en la mitad superior, vio a Camila. Llevaba un         —He hablado con el señor Lucarda. Me ha dado
vaporoso vestido blanco que, a la luz de la luna,      un susto terrible.
resplandecía como las estatuas de su sueño.            —Ya te he dicho que no tienes nada que temer de
  Lucía subió la persiana y Camila entró en la         él. Tiene un aspecto bastante siniestro, pero es
habitación. Estaba muy pálida y parecía cansada.       inofensivo. Incluso podría ayudarle, llegado el
  —Perdona que te despierte a estas horas -se          caso.
disculpó la joven acariciándole la cabeza-, pero e*    —Pero él dice que tú... -Lucía no se atrevió a
que ha habido un cambio de planes. No podré venir      seguir.
el domingo, tal como te decía en la carta. Estaré      —¿Qué es lo que dice?
bastante tiempo fuera, y no quería irme sin            —Que eres...
despedirme de ti.                                      -¿Sí?
  —¿Por qué te vas? -preguntó la niña, apenada.        —Una vampira -logró decir por fin la niña.
—Es un poco difícil de explicar, Lucía. Yo no soy      Camila la miró a los ojos durante un largo
una persona del todo normal, ¿sabes?                   instante, con una turbadora mezcla de tristeza y
                                                       ternura.
—¿Eres un hada, o algo así?
                                                       —Es cierto -dijo al fin.
                                                       Lucía no podía dar crédito a sus oídos. No era
                                                       posible que aquella encantadora joven, la más
                                                       dulce y hermosa que jamás había visto, fuera un
                                                       monstruo bebedor de sangre.
—No.., no puede ser... -balbuceó la niña.             —Eso dice también mi madre.
     —Hay cosas en la vida... y en la muerte... que        —Se merecería que lo dejara tan seco como su
no    se    eligen,   querida   Lucía   -dijo   Camila   corazón -dijo Camila, y su expresión se endureció
cogiéndole una mano y arrodillándose junto a ella        por un instante.
para quedar a su altura-. Yo no elegí ser lo que           —No lo hagas, por favor -rogó Lucía.
soy, y no puedo hacer nada para evitarlo.
                                                           —No, claro que no lo haré -la tranquilizó la
   —Lucarda dice que querrás convertirme en vampira a
                                                         vampira revolviéndole el pelo con un gesto
mí también.                                          ■
                                                         cariñoso-. Solo le he sacado medio litro de sangre,
   —En eso se equivoca. Nunca he matado a
nadie, y tú eres la última persona del mundo a la        lo mismo que se les saca a los donantes. Eso no
que haría daño.                                          hace ningún daño; hasta es saludable. Se puede
   —¿Nunca has matado a nadie?                           decir que le he hecho un favor -añadió riendo.
     —No.                                                  —Pues dice Tomás que está aterrorizado.
     —Pero los vampiros...                                 —Me alegro. Se merecía un buen susto. A ver si
     —Hay vampiros y vampiros -la interrumpió            aprende a tratar mejor a los demás.
Camila-. Es cierto, por desgracia, que algunos son         —Y entonces, si no matas ni conviertes a nadie
tan crueles y sanguinarios como los que aparecen         en vampiro, ¿por qué te persigue Lucarda? -
en las películas. Pero otros nos limitamos a             preguntó la niña tras una pausa.
sobrevivir, o sobremorir, procurando hacer el              -Él no sabe eso. Solo sabe que soy una vampira y
menor daño posible.                                      que me dedico a chuparle la sangre a la gente.
—¿Le has chupado la sangre al señor Oliva?                 — ¿Y por qué no se lo dices? Explícale que solo
—Sí. Escojo a mis víctimas entre las personas más
                                                         atacas a los malvados y que solo les chupas un
malvadas y egoístas, y te aseguro que el señor
                                                         poquito.
Oliva es un mal bicho.
— No me creería. Odia a los vampiros en            -bromeó Camila-. Y no sé cuánto tiempo dormiré,
general, y está convencido de que todos somos        pues no tengo a nadie que me pueda despertar.
monstruos sanguinarios. Y hay que reconocer              —¿Qué quieres decir?
que con los de su propia familia no se equivoca.         —Cuando un vampiro entra en letargo, suele
   —¿Es cierto que desciende del conde               encargar a alguien, generalmente a otro vampiro,
Drácula?                                             que le despierte al cabo de un tiempo. De lo
   —Sí.
                                                     contrario, se puede pasar años durmiendo, o
   —¿Y sucedió de verdad lo que cuenta la no-
vela?                                                incluso siglos.
                                                     I' -—Yo te puedo despertar -dijo la niña.
  —No, pero está inspirada en un personaje
                                                         —No, no puedes. Tengo que dormir en una
real. Se dice incluso que el autor de la novela
                                                     cripta del cementerio y...
llegó a conocer al auténtico Drácula, y por eso lo
                                                     |!: —No tengo miedo -la interrumpió Lucía-. Los
describió tan bien.
                                                     cementerios son lugares tristes, pero no pe-
Tras una pausa, Lucía preguntó:
                                                     ligrosos.
—¿Y adonde vas a ir?
                                                         —Eres muy valiente, y muy lista, pero sólo
—De vez en cuando, los vampiros nos tomamos          eres una niña. No puedo pedirte que vayas de
un descanso, una especie de vacaciones, y            noche al cementerio y entres en una cripta. Pocos
dormimos durante varios meses seguidos, como         adultos se atreverían a hacerlo.
los osos cuando entran en letargo. Por razones           —Pero yo no tengo miedo -insistió Lucía-, y no
que ahora mismo no te puedo explicar, tengo          quiero estar años sin volver a verte. Si eres mi
que tomarme una de esas vacaciones.                  amiga, tienes que dejarme que te ayude.
—¿Estarás fuera mucho tiempo?                          Camila la miró durante un largo instante antes
  -En realidad, no estaré fuera, sino dentro         de decir:
tapa yacía la estatua de una mujer con los brazos        La escalera llevaba a una cámara subterránea
cruzados sobre el pecho. Camila encendió una           bastante más amplia que el mausoleo, en la que
antorcha que cogió de un soporte fijado a la           había tres ataúdes, uno de ellos muy pequeño.
pared, y a la oscilante luz de las llamas la nina        —Como ves, no estaré sola -comentó Camila
pudo ver con claridad el rostro de la estatua          mientras abría uno de los ataúdes, que estaba
yacente.                                               vacío. El interior, forrado de raso blanco, parecía
   —¡Eres tú! -exclamó.                                muy confortable-. Los otros dos están ocupados
   —Sí -dijo Camila-. Es mi tumba. A ver si eres       por mi primo Ludolfo y mi sobrina Leticia. No
capaz de levantar la tapa. Cuando vengas a
                                                       puedo presentártelos ahora porque están en pleno
despertarme, tendrás que hacerlo sola.
                                                       letargo.
   —¡Es imposible! -protestó Lucía-. ¡Con esa
                                                         —¿Vas a... meterte ya? -preguntó Lucía se-
estatua a tamaño natural, debe de pesar más de
                                                       ñalando el ataúd abierto.
cien kilos!
                                                          —No. Primero voy a acompañarte de nuevo a
   —Tiene truco -explicó la vampira con una
sonrisa-. Anda, inténtalo.                             tu casa... Ahora ya sabes cómo llegar hasta aquí.
   La niña apoyó ambas manos bajo el borde de la       Cuando vengas a despertarme, dentro de un año,
tapa de mármol y empujó hacia arriba con todas         tienes que abrir este ataúd y ponerme un diente
sus fuerzas. Para su sorpresa, la tapa cedió y se      de ajo junto a la nariz.
abrió del todo como movida por un oculto                 —Pero yo creía que los vampiros no sopor-
mecanismo, dejando a la vista una empinada             tabais el ajo.
escalera que se hundía en la oscuridad.                   —Así es, y por eso precisamente sirve para
   —Muy bien -la felicitó Camila. Luego le dio la      despertarnos. Nos provoca un ataque de tos que
antorcha a la niña, la cogió en brazos y la depositó   nos saca del letargo -explicó Camila.
en el interior del falso sepulcro, sobre el primer       En ese momento, un leve ruido las hizo vol-
escalón, y acto seguido entró ella también de un       verse hacia la escalera, y un instante después
ágil salto.


92                                                                                                     93
apareció ante ellas un hombre alto y pálido, vestido     prontamente del suelo y corrió junto a la vam pira,
de negro.                                                cuya tos reverberaba en la cripta de tal forma que
   —¡Señor Lucarda! -exclamó Lucía.                      parecía que había varias personas tosiendo a la
   —¡Sabía que irías a buscar a la niña! -exclamó él     vez.
señalando a Camila con un dedo acusador.                   Y no solo lo parecía. Con un estremecí miento,
   —De modo que has estado vigilando su balcón           Lucía se dio cuenta de que del interior de los dos
y nos has seguido hasta aquí -dijo la vampira sin        ataúdes cerrados procedían sendas toses, una grave
perder la calma-. Más te valdría no haberlo hecho.       y profunda y la otra aguda como la de un niño.
   —No       te   tengo   miedo,   monstruo   -replicó     —¡Estúpido! -gritó Camila mirando a Lu carda
Lucarda sacándose del bolsillo un pulverizador de        con ojos de fuego-. ¡El ajo ha sacado a mis parientes
perfume-. Este frasco está lleno de esencia de ajo...    de su letargo! Márchate antes de que se levanten.
   —¡No se te ocurra usarlo aquí dentro! -exclamó        No sé si podría salvarte de sus iras.
Camila      levantando las    manos     en un    gesto     —No dejaré a una niña indefensa a merced de
desesperado, pero ya era tarde. Lucarda apretó un        tres inmundos vampiros -replicó él sujetándose la
par de veces la pera de goma del perfumador y un         mano herida. Los agudos caninos de la «niña
intenso olor a ajo se difundió por el enrarecido aire    indefensa» le habían abierto dos sangrantes
de la cripta.                                            orificios cerca de la muñeca.
   Mientras Camila tosía violentamente, como               Casi al unísono, las tapas de los dos ataúdes se
presa de un ataque de asma, Lucía corrió hacia           abrieron bruscamente, como impulsadas por un
Lucarda, le agarró la mano en la que tenía el            resorte, dejando a la vista a sus ocupantes.
perfumador y se la mordió. Con un grito de dolor,          En el ataúd grande yacía un hombre de edad
él dejó caer el frasco; la niña lo recogió               indefinida, pálido como la cera, completamente
                                                         calvo y de orejas puntiagudas. En el
Vampiro vegetariano
Vampiro vegetariano
Vampiro vegetariano
Vampiro vegetariano
Vampiro vegetariano
Vampiro vegetariano

Weitere ähnliche Inhalte

Was ist angesagt? (20)

O Urso Polar Que NãO Gostava Do Frio.
O Urso Polar Que NãO Gostava Do Frio.O Urso Polar Que NãO Gostava Do Frio.
O Urso Polar Que NãO Gostava Do Frio.
 
Como é a minha mãe
Como é a minha mãeComo é a minha mãe
Como é a minha mãe
 
CUENTO EL GRUFALO
CUENTO EL GRUFALOCUENTO EL GRUFALO
CUENTO EL GRUFALO
 
História desculpa ....
História desculpa ....História desculpa ....
História desculpa ....
 
¿A qué sabe la luna?
¿A qué sabe la luna?¿A qué sabe la luna?
¿A qué sabe la luna?
 
CUENTO: LOBO ROJO Y CAPERUCITA FEROZ
CUENTO: LOBO ROJO Y CAPERUCITA FEROZCUENTO: LOBO ROJO Y CAPERUCITA FEROZ
CUENTO: LOBO ROJO Y CAPERUCITA FEROZ
 
El Príncipe Ceniciento - Actividad didáctica para Infantil y Primaria.
El Príncipe Ceniciento - Actividad didáctica para Infantil y Primaria.El Príncipe Ceniciento - Actividad didáctica para Infantil y Primaria.
El Príncipe Ceniciento - Actividad didáctica para Infantil y Primaria.
 
La cebra camila
La cebra camilaLa cebra camila
La cebra camila
 
El Lobo Rodolfo 2º G
El Lobo Rodolfo 2º GEl Lobo Rodolfo 2º G
El Lobo Rodolfo 2º G
 
Rana estela grita_muy_fuerte_cuento
Rana estela grita_muy_fuerte_cuentoRana estela grita_muy_fuerte_cuento
Rana estela grita_muy_fuerte_cuento
 
Un papa a la medida
Un papa a la medidaUn papa a la medida
Un papa a la medida
 
Y llovieron ranas
Y llovieron ranasY llovieron ranas
Y llovieron ranas
 
Cuento: Besos y Achuchones
Cuento: Besos y AchuchonesCuento: Besos y Achuchones
Cuento: Besos y Achuchones
 
O casamento da gata
O casamento da gataO casamento da gata
O casamento da gata
 
A Formiga E A Neve
A Formiga E A NeveA Formiga E A Neve
A Formiga E A Neve
 
Ronquidos
Ronquidos Ronquidos
Ronquidos
 
EN LA BARRIGA DE PAPÁ
EN LA BARRIGA DE PAPÁEN LA BARRIGA DE PAPÁ
EN LA BARRIGA DE PAPÁ
 
Horrible melena
Horrible melenaHorrible melena
Horrible melena
 
Os ovos misteriosos
Os ovos misteriososOs ovos misteriosos
Os ovos misteriosos
 
X o patinho feio
X o patinho feioX o patinho feio
X o patinho feio
 

Andere mochten auch

96895804 vampiro-vegetariano
96895804 vampiro-vegetariano96895804 vampiro-vegetariano
96895804 vampiro-vegetarianoEvelyn Fornells
 
Lucia moñitos , corzon de melon
Lucia moñitos , corzon de melonLucia moñitos , corzon de melon
Lucia moñitos , corzon de melonfelipe Alarcon
 
El pequeño vampiro en peligro (2)
El pequeño vampiro en peligro (2)El pequeño vampiro en peligro (2)
El pequeño vampiro en peligro (2)paolarojasrojas
 
Seguiremos siendo amigos.pdf
Seguiremos siendo amigos.pdfSeguiremos siendo amigos.pdf
Seguiremos siendo amigos.pdfGustavo Ravest
 
Los hijos del vidriero
Los hijos del vidrieroLos hijos del vidriero
Los hijos del vidrierobicefala
 
Las medias de los flamencos
Las medias de los flamencosLas medias de los flamencos
Las medias de los flamencosxeborjesaredes
 
Papelucho historiador
Papelucho historiadorPapelucho historiador
Papelucho historiadorRebeca
 
PAPELUCHO Y MI HERMANO HIPPIE
PAPELUCHO Y MI HERMANO HIPPIE PAPELUCHO Y MI HERMANO HIPPIE
PAPELUCHO Y MI HERMANO HIPPIE Sara Garrido
 
El gran gigante bonachon
El gran gigante bonachon El gran gigante bonachon
El gran gigante bonachon Maddy889
 
¡Qué llega el lobo!
¡Qué llega el lobo!¡Qué llega el lobo!
¡Qué llega el lobo!trastolilllas
 
PAPELUCHO MISIONERO
PAPELUCHO MISIONEROPAPELUCHO MISIONERO
PAPELUCHO MISIONEROSara Garrido
 
Prueba de lectura complementaria 6°
Prueba de lectura complementaria 6°Prueba de lectura complementaria 6°
Prueba de lectura complementaria 6°Jocet_81
 
Prueba leng sueños magicos de bartolo 4° 2013
Prueba leng sueños magicos de bartolo 4° 2013Prueba leng sueños magicos de bartolo 4° 2013
Prueba leng sueños magicos de bartolo 4° 2013Graciela
 
17773790 julieta-estate-quieta
17773790 julieta-estate-quieta17773790 julieta-estate-quieta
17773790 julieta-estate-quietaclaudia saez
 

Andere mochten auch (20)

96895804 vampiro-vegetariano
96895804 vampiro-vegetariano96895804 vampiro-vegetariano
96895804 vampiro-vegetariano
 
Don macanudo macanear
Don macanudo macanearDon macanudo macanear
Don macanudo macanear
 
Lucia moñitos , corzon de melon
Lucia moñitos , corzon de melonLucia moñitos , corzon de melon
Lucia moñitos , corzon de melon
 
El pequeño vampiro en peligro (2)
El pequeño vampiro en peligro (2)El pequeño vampiro en peligro (2)
El pequeño vampiro en peligro (2)
 
Fray andrés otra_vez
Fray andrés otra_vezFray andrés otra_vez
Fray andrés otra_vez
 
Seguiremos siendo amigos.pdf
Seguiremos siendo amigos.pdfSeguiremos siendo amigos.pdf
Seguiremos siendo amigos.pdf
 
Los hijos del vidriero
Los hijos del vidrieroLos hijos del vidriero
Los hijos del vidriero
 
La niña azul - jose luis rosasco
La niña azul - jose luis rosascoLa niña azul - jose luis rosasco
La niña azul - jose luis rosasco
 
Una pollita bohemmia
Una pollita bohemmiaUna pollita bohemmia
Una pollita bohemmia
 
Cuentos de chile 1 floridor perez
Cuentos de chile 1 floridor perezCuentos de chile 1 floridor perez
Cuentos de chile 1 floridor perez
 
Las medias de los flamencos
Las medias de los flamencosLas medias de los flamencos
Las medias de los flamencos
 
Papelucho historiador
Papelucho historiadorPapelucho historiador
Papelucho historiador
 
Julieta estate quieta
Julieta estate quietaJulieta estate quieta
Julieta estate quieta
 
PAPELUCHO Y MI HERMANO HIPPIE
PAPELUCHO Y MI HERMANO HIPPIE PAPELUCHO Y MI HERMANO HIPPIE
PAPELUCHO Y MI HERMANO HIPPIE
 
El gran gigante bonachon
El gran gigante bonachon El gran gigante bonachon
El gran gigante bonachon
 
¡Qué llega el lobo!
¡Qué llega el lobo!¡Qué llega el lobo!
¡Qué llega el lobo!
 
PAPELUCHO MISIONERO
PAPELUCHO MISIONEROPAPELUCHO MISIONERO
PAPELUCHO MISIONERO
 
Prueba de lectura complementaria 6°
Prueba de lectura complementaria 6°Prueba de lectura complementaria 6°
Prueba de lectura complementaria 6°
 
Prueba leng sueños magicos de bartolo 4° 2013
Prueba leng sueños magicos de bartolo 4° 2013Prueba leng sueños magicos de bartolo 4° 2013
Prueba leng sueños magicos de bartolo 4° 2013
 
17773790 julieta-estate-quieta
17773790 julieta-estate-quieta17773790 julieta-estate-quieta
17773790 julieta-estate-quieta
 

Ähnlich wie Vampiro vegetariano

Dulce pesadilla de varios
Dulce pesadilla de variosDulce pesadilla de varios
Dulce pesadilla de variosCruella Devil
 
2º medio-género-narrativo-la-intertextualidad-el-bosque-era-mi-hogar
2º medio-género-narrativo-la-intertextualidad-el-bosque-era-mi-hogar2º medio-género-narrativo-la-intertextualidad-el-bosque-era-mi-hogar
2º medio-género-narrativo-la-intertextualidad-el-bosque-era-mi-hogarjorge avalos stefanin
 
193173031 tom-sawyer
193173031 tom-sawyer193173031 tom-sawyer
193173031 tom-sawyerJuan Martinez
 
Tercer itinerario de lectura
Tercer itinerario de lecturaTercer itinerario de lectura
Tercer itinerario de lecturaJery Sanchez
 
Tercer itinerario de lectura
Tercer itinerario de lecturaTercer itinerario de lectura
Tercer itinerario de lecturaJery Sanchez
 
Tercer itinerario de lectura
Tercer itinerario de lecturaTercer itinerario de lectura
Tercer itinerario de lecturaJery Sanchez
 
Tercer itinerario de lectura
Tercer itinerario de lecturaTercer itinerario de lectura
Tercer itinerario de lecturaJery Sanchez
 
Tercer itinerario de lectura
Tercer itinerario de lecturaTercer itinerario de lectura
Tercer itinerario de lecturaJery Sanchez
 
09papeluchoyelmarciano marcelapaz-130215162305-phpappappeek01
09papeluchoyelmarciano marcelapaz-130215162305-phpappappeek0109papeluchoyelmarciano marcelapaz-130215162305-phpappappeek01
09papeluchoyelmarciano marcelapaz-130215162305-phpappappeek01Jaavo Lara
 
Diez cuentos imprescindibles
Diez cuentos imprescindiblesDiez cuentos imprescindibles
Diez cuentos imprescindiblesEditorial Imago
 
El mal detras de la cerca
El mal detras de la cercaEl mal detras de la cerca
El mal detras de la cercaDean Frederick
 
Novela amor adolecente
Novela amor adolecenteNovela amor adolecente
Novela amor adolecenteMiguel Roa
 
LA LUZ PESA (1951) Manuel San Martín
LA LUZ PESA (1951) Manuel San MartínLA LUZ PESA (1951) Manuel San Martín
LA LUZ PESA (1951) Manuel San MartínJulioPollinoTamayo
 

Ähnlich wie Vampiro vegetariano (20)

Parte02
Parte02Parte02
Parte02
 
Dulce pesadilla de varios
Dulce pesadilla de variosDulce pesadilla de varios
Dulce pesadilla de varios
 
Mark twain las-aventuras_de_tom_sawyer
Mark twain las-aventuras_de_tom_sawyerMark twain las-aventuras_de_tom_sawyer
Mark twain las-aventuras_de_tom_sawyer
 
Tom sawyer
Tom sawyerTom sawyer
Tom sawyer
 
2º medio-género-narrativo-la-intertextualidad-el-bosque-era-mi-hogar
2º medio-género-narrativo-la-intertextualidad-el-bosque-era-mi-hogar2º medio-género-narrativo-la-intertextualidad-el-bosque-era-mi-hogar
2º medio-género-narrativo-la-intertextualidad-el-bosque-era-mi-hogar
 
193173031 tom-sawyer
193173031 tom-sawyer193173031 tom-sawyer
193173031 tom-sawyer
 
Tercer itinerario de lectura
Tercer itinerario de lecturaTercer itinerario de lectura
Tercer itinerario de lectura
 
Tercer itinerario de lectura
Tercer itinerario de lecturaTercer itinerario de lectura
Tercer itinerario de lectura
 
Tercer itinerario de lectura
Tercer itinerario de lecturaTercer itinerario de lectura
Tercer itinerario de lectura
 
Tercer itinerario de lectura
Tercer itinerario de lecturaTercer itinerario de lectura
Tercer itinerario de lectura
 
Tercer itinerario de lectura
Tercer itinerario de lecturaTercer itinerario de lectura
Tercer itinerario de lectura
 
La narración
La narraciónLa narración
La narración
 
Novelacamushacker1
Novelacamushacker1Novelacamushacker1
Novelacamushacker1
 
09papeluchoyelmarciano marcelapaz-130215162305-phpappappeek01
09papeluchoyelmarciano marcelapaz-130215162305-phpappappeek0109papeluchoyelmarciano marcelapaz-130215162305-phpappappeek01
09papeluchoyelmarciano marcelapaz-130215162305-phpappappeek01
 
Diez cuentos imprescindibles
Diez cuentos imprescindiblesDiez cuentos imprescindibles
Diez cuentos imprescindibles
 
El mal detras de la cerca
El mal detras de la cercaEl mal detras de la cerca
El mal detras de la cerca
 
Novela amor adolecente
Novela amor adolecenteNovela amor adolecente
Novela amor adolecente
 
La celda
La celda La celda
La celda
 
Adriana
AdrianaAdriana
Adriana
 
LA LUZ PESA (1951) Manuel San Martín
LA LUZ PESA (1951) Manuel San MartínLA LUZ PESA (1951) Manuel San Martín
LA LUZ PESA (1951) Manuel San Martín
 

Kürzlich hochgeladen

5.- Doerr-Mide-lo-que-importa-DESARROLLO PERSONAL
5.- Doerr-Mide-lo-que-importa-DESARROLLO PERSONAL5.- Doerr-Mide-lo-que-importa-DESARROLLO PERSONAL
5.- Doerr-Mide-lo-que-importa-DESARROLLO PERSONALMiNeyi1
 
LA LITERATURA DEL BARROCO 2023-2024pptx.pptx
LA LITERATURA DEL BARROCO 2023-2024pptx.pptxLA LITERATURA DEL BARROCO 2023-2024pptx.pptx
LA LITERATURA DEL BARROCO 2023-2024pptx.pptxlclcarmen
 
2 REGLAMENTO RM 0912-2024 DE MODALIDADES DE GRADUACIÓN_.pptx
2 REGLAMENTO RM 0912-2024 DE MODALIDADES DE GRADUACIÓN_.pptx2 REGLAMENTO RM 0912-2024 DE MODALIDADES DE GRADUACIÓN_.pptx
2 REGLAMENTO RM 0912-2024 DE MODALIDADES DE GRADUACIÓN_.pptxRigoTito
 
Feliz Día de la Madre - 5 de Mayo, 2024.pdf
Feliz Día de la Madre - 5 de Mayo, 2024.pdfFeliz Día de la Madre - 5 de Mayo, 2024.pdf
Feliz Día de la Madre - 5 de Mayo, 2024.pdfMercedes Gonzalez
 
Lecciones 05 Esc. Sabática. Fe contra todo pronóstico.
Lecciones 05 Esc. Sabática. Fe contra todo pronóstico.Lecciones 05 Esc. Sabática. Fe contra todo pronóstico.
Lecciones 05 Esc. Sabática. Fe contra todo pronóstico.Alejandrino Halire Ccahuana
 
Caja de herramientas de inteligencia artificial para la academia y la investi...
Caja de herramientas de inteligencia artificial para la academia y la investi...Caja de herramientas de inteligencia artificial para la academia y la investi...
Caja de herramientas de inteligencia artificial para la academia y la investi...Lourdes Feria
 
6.-Como-Atraer-El-Amor-01-Lain-Garcia-Calvo.pdf
6.-Como-Atraer-El-Amor-01-Lain-Garcia-Calvo.pdf6.-Como-Atraer-El-Amor-01-Lain-Garcia-Calvo.pdf
6.-Como-Atraer-El-Amor-01-Lain-Garcia-Calvo.pdfMiNeyi1
 
Qué es la Inteligencia artificial generativa
Qué es la Inteligencia artificial generativaQué es la Inteligencia artificial generativa
Qué es la Inteligencia artificial generativaDecaunlz
 
proyecto de mayo inicial 5 añitos aprender es bueno para tu niño
proyecto de mayo inicial 5 añitos aprender es bueno para tu niñoproyecto de mayo inicial 5 añitos aprender es bueno para tu niño
proyecto de mayo inicial 5 añitos aprender es bueno para tu niñotapirjackluis
 
SESION DE PERSONAL SOCIAL. La convivencia en familia 22-04-24 -.doc
SESION DE PERSONAL SOCIAL.  La convivencia en familia 22-04-24  -.docSESION DE PERSONAL SOCIAL.  La convivencia en familia 22-04-24  -.doc
SESION DE PERSONAL SOCIAL. La convivencia en familia 22-04-24 -.docRodneyFrankCUADROSMI
 
La empresa sostenible: Principales Características, Barreras para su Avance y...
La empresa sostenible: Principales Características, Barreras para su Avance y...La empresa sostenible: Principales Características, Barreras para su Avance y...
La empresa sostenible: Principales Características, Barreras para su Avance y...JonathanCovena1
 
ACERTIJO DE LA BANDERA OLÍMPICA CON ECUACIONES DE LA CIRCUNFERENCIA. Por JAVI...
ACERTIJO DE LA BANDERA OLÍMPICA CON ECUACIONES DE LA CIRCUNFERENCIA. Por JAVI...ACERTIJO DE LA BANDERA OLÍMPICA CON ECUACIONES DE LA CIRCUNFERENCIA. Por JAVI...
ACERTIJO DE LA BANDERA OLÍMPICA CON ECUACIONES DE LA CIRCUNFERENCIA. Por JAVI...JAVIER SOLIS NOYOLA
 
GUIA DE CIRCUNFERENCIA Y ELIPSE UNDÉCIMO 2024.pdf
GUIA DE CIRCUNFERENCIA Y ELIPSE UNDÉCIMO 2024.pdfGUIA DE CIRCUNFERENCIA Y ELIPSE UNDÉCIMO 2024.pdf
GUIA DE CIRCUNFERENCIA Y ELIPSE UNDÉCIMO 2024.pdfPaolaRopero2
 
LABERINTOS DE DISCIPLINAS DEL PENTATLÓN OLÍMPICO MODERNO. Por JAVIER SOLIS NO...
LABERINTOS DE DISCIPLINAS DEL PENTATLÓN OLÍMPICO MODERNO. Por JAVIER SOLIS NO...LABERINTOS DE DISCIPLINAS DEL PENTATLÓN OLÍMPICO MODERNO. Por JAVIER SOLIS NO...
LABERINTOS DE DISCIPLINAS DEL PENTATLÓN OLÍMPICO MODERNO. Por JAVIER SOLIS NO...JAVIER SOLIS NOYOLA
 
Dinámica florecillas a María en el mes d
Dinámica florecillas a María en el mes dDinámica florecillas a María en el mes d
Dinámica florecillas a María en el mes dstEphaniiie
 
Criterios ESG: fundamentos, aplicaciones y beneficios
Criterios ESG: fundamentos, aplicaciones y beneficiosCriterios ESG: fundamentos, aplicaciones y beneficios
Criterios ESG: fundamentos, aplicaciones y beneficiosJonathanCovena1
 
Abril 2024 - Maestra Jardinera Ediba.pdf
Abril 2024 -  Maestra Jardinera Ediba.pdfAbril 2024 -  Maestra Jardinera Ediba.pdf
Abril 2024 - Maestra Jardinera Ediba.pdfValeriaCorrea29
 

Kürzlich hochgeladen (20)

Fe contra todo pronóstico. La fe es confianza.
Fe contra todo pronóstico. La fe es confianza.Fe contra todo pronóstico. La fe es confianza.
Fe contra todo pronóstico. La fe es confianza.
 
5.- Doerr-Mide-lo-que-importa-DESARROLLO PERSONAL
5.- Doerr-Mide-lo-que-importa-DESARROLLO PERSONAL5.- Doerr-Mide-lo-que-importa-DESARROLLO PERSONAL
5.- Doerr-Mide-lo-que-importa-DESARROLLO PERSONAL
 
LA LITERATURA DEL BARROCO 2023-2024pptx.pptx
LA LITERATURA DEL BARROCO 2023-2024pptx.pptxLA LITERATURA DEL BARROCO 2023-2024pptx.pptx
LA LITERATURA DEL BARROCO 2023-2024pptx.pptx
 
2 REGLAMENTO RM 0912-2024 DE MODALIDADES DE GRADUACIÓN_.pptx
2 REGLAMENTO RM 0912-2024 DE MODALIDADES DE GRADUACIÓN_.pptx2 REGLAMENTO RM 0912-2024 DE MODALIDADES DE GRADUACIÓN_.pptx
2 REGLAMENTO RM 0912-2024 DE MODALIDADES DE GRADUACIÓN_.pptx
 
Feliz Día de la Madre - 5 de Mayo, 2024.pdf
Feliz Día de la Madre - 5 de Mayo, 2024.pdfFeliz Día de la Madre - 5 de Mayo, 2024.pdf
Feliz Día de la Madre - 5 de Mayo, 2024.pdf
 
Lecciones 05 Esc. Sabática. Fe contra todo pronóstico.
Lecciones 05 Esc. Sabática. Fe contra todo pronóstico.Lecciones 05 Esc. Sabática. Fe contra todo pronóstico.
Lecciones 05 Esc. Sabática. Fe contra todo pronóstico.
 
Caja de herramientas de inteligencia artificial para la academia y la investi...
Caja de herramientas de inteligencia artificial para la academia y la investi...Caja de herramientas de inteligencia artificial para la academia y la investi...
Caja de herramientas de inteligencia artificial para la academia y la investi...
 
6.-Como-Atraer-El-Amor-01-Lain-Garcia-Calvo.pdf
6.-Como-Atraer-El-Amor-01-Lain-Garcia-Calvo.pdf6.-Como-Atraer-El-Amor-01-Lain-Garcia-Calvo.pdf
6.-Como-Atraer-El-Amor-01-Lain-Garcia-Calvo.pdf
 
Qué es la Inteligencia artificial generativa
Qué es la Inteligencia artificial generativaQué es la Inteligencia artificial generativa
Qué es la Inteligencia artificial generativa
 
Sesión de clase: Fe contra todo pronóstico
Sesión de clase: Fe contra todo pronósticoSesión de clase: Fe contra todo pronóstico
Sesión de clase: Fe contra todo pronóstico
 
proyecto de mayo inicial 5 añitos aprender es bueno para tu niño
proyecto de mayo inicial 5 añitos aprender es bueno para tu niñoproyecto de mayo inicial 5 añitos aprender es bueno para tu niño
proyecto de mayo inicial 5 añitos aprender es bueno para tu niño
 
SESION DE PERSONAL SOCIAL. La convivencia en familia 22-04-24 -.doc
SESION DE PERSONAL SOCIAL.  La convivencia en familia 22-04-24  -.docSESION DE PERSONAL SOCIAL.  La convivencia en familia 22-04-24  -.doc
SESION DE PERSONAL SOCIAL. La convivencia en familia 22-04-24 -.doc
 
La empresa sostenible: Principales Características, Barreras para su Avance y...
La empresa sostenible: Principales Características, Barreras para su Avance y...La empresa sostenible: Principales Características, Barreras para su Avance y...
La empresa sostenible: Principales Características, Barreras para su Avance y...
 
ACERTIJO DE LA BANDERA OLÍMPICA CON ECUACIONES DE LA CIRCUNFERENCIA. Por JAVI...
ACERTIJO DE LA BANDERA OLÍMPICA CON ECUACIONES DE LA CIRCUNFERENCIA. Por JAVI...ACERTIJO DE LA BANDERA OLÍMPICA CON ECUACIONES DE LA CIRCUNFERENCIA. Por JAVI...
ACERTIJO DE LA BANDERA OLÍMPICA CON ECUACIONES DE LA CIRCUNFERENCIA. Por JAVI...
 
GUIA DE CIRCUNFERENCIA Y ELIPSE UNDÉCIMO 2024.pdf
GUIA DE CIRCUNFERENCIA Y ELIPSE UNDÉCIMO 2024.pdfGUIA DE CIRCUNFERENCIA Y ELIPSE UNDÉCIMO 2024.pdf
GUIA DE CIRCUNFERENCIA Y ELIPSE UNDÉCIMO 2024.pdf
 
LABERINTOS DE DISCIPLINAS DEL PENTATLÓN OLÍMPICO MODERNO. Por JAVIER SOLIS NO...
LABERINTOS DE DISCIPLINAS DEL PENTATLÓN OLÍMPICO MODERNO. Por JAVIER SOLIS NO...LABERINTOS DE DISCIPLINAS DEL PENTATLÓN OLÍMPICO MODERNO. Por JAVIER SOLIS NO...
LABERINTOS DE DISCIPLINAS DEL PENTATLÓN OLÍMPICO MODERNO. Por JAVIER SOLIS NO...
 
Tema 8.- PROTECCION DE LOS SISTEMAS DE INFORMACIÓN.pdf
Tema 8.- PROTECCION DE LOS SISTEMAS DE INFORMACIÓN.pdfTema 8.- PROTECCION DE LOS SISTEMAS DE INFORMACIÓN.pdf
Tema 8.- PROTECCION DE LOS SISTEMAS DE INFORMACIÓN.pdf
 
Dinámica florecillas a María en el mes d
Dinámica florecillas a María en el mes dDinámica florecillas a María en el mes d
Dinámica florecillas a María en el mes d
 
Criterios ESG: fundamentos, aplicaciones y beneficios
Criterios ESG: fundamentos, aplicaciones y beneficiosCriterios ESG: fundamentos, aplicaciones y beneficios
Criterios ESG: fundamentos, aplicaciones y beneficios
 
Abril 2024 - Maestra Jardinera Ediba.pdf
Abril 2024 -  Maestra Jardinera Ediba.pdfAbril 2024 -  Maestra Jardinera Ediba.pdf
Abril 2024 - Maestra Jardinera Ediba.pdf
 

Vampiro vegetariano

  • 1. A CASA DE LUCÍA Y TOMÁS VA A VIVIR UN NUEVO VECINO: EL SEÑOR LUCARDA. ALTO, DELGADO, DE UNOS CUARENTA AÑOS, SIEMPRE VISTE DE NEGRO Y NUN- CA HABLA CON NADIE. SUS OJOS OSCU- ROS Y PENETRANTES PARECEN ESCRU- TAR LOS PENSAMIENTOS DE LA GENTE. HAY PERSONAS QUE VIVEN AISLADAS Y TIENEN COSTUMBRES EXTRAÑAS. LA SOCIEDAD LAS MARGINA POR ESO. ¿SON LOS VAMPIROS GENTE ASÍ? A PARTIR DE 9 AÑOS OTROS LIBROS - DE ESTE AUTOR: • El Mundo Flotante ■un ■ El Mundo Inferior ■ El Mundo Pretérito n ■ El Mundo Oscuro
  • 2. — ESTO es un insulto, un atropello! -gritó Tomás-. ¡No puedes cuidar de mí, tenemos la misma edad! —Soy mayor que tú -replicó Lucía tran- quilamente. —¡Solo tienes tres meses más que yo! -protestó el niño. —Pero he aprendido mucho en esos tres meses -dijo ella con una sonrisa de suficiencia-. Además, las chicas maduramos antes. Los padres de Tomás; habían decidido acudir a una cena a última hora y no habían encontrado ninguna canguro disponible, de modo que le habían pedido a Lucía, su vecina y amiga, que se quedara con él para que no hiciera ningún desastre la última vez que lo habían dejado solo, el angelito había estado a punto de prenderle fuego a Ha casa con su juego de química).
  • 3. Tomás acababa de cumplir los diez años y se asombrada, pues Tomás era un teleadicto fu- creía todo un hombre, y consideraba una ribundo-. Tienes permiso hasta las once. humillación insoportable que lo hubieran dejado —Todo lo que dan esta noche es una plasta. al cuidado de Lucía. Prefiero que mi canguro me cuente un cuento - —¿Ah, sí? Pues yo soy más grande y más dijo él con tono burlón. fuerte que tú -dijo el niño con tono amenazador-, —Está bien, te contaré un cuento. así que no puedes impedirme que haga lo que me Lucía se sentó en el sofá de la sala de estar, dé la gana. frente al televisor apagado, y Tomás se repantigó —No eres más grande, sino solo más gordo - en un sillón. replicó Lucía-. Y no necesito la fuerza para —Estoy listo. Empieza a contar, esclava. controlarte. Tengo el teléfono de la casa en la que —Érase una vez una princesa... están cenando tus padres, y me han dicho que los —¡Una princesa! -la interrumpió el niño-. ¡No llame si te portas mal. pretenderás contarme una cursilada de cuento —Tú no harías eso, no te convertirías en una con princesas, hadas y esas tonterías! vulgar chivata... —¿Cómo puedes decir que es una cursilada si —No, si no me obligas. aún no sabes de qué va, botarate? -a Lucía le Tomás estuvo a punto de tirarse al suelo y gustaba usar insultos antiguos, de los que le oía a empezar a gritar y a patalear; pero se daba cuenta su abuela, aunque no sabía muy bien lo que de que eso era propio de un niño pequeño y, significaban. aunque estaba furioso, su miedo al ridículo era —Pues claro que sé de qué va —replicó Tomás-. mayor que sus ganas de desahogarse. De modo Va de princesas, y no voy a permitir que me que se contuvo y dijo: cuentes un cuento para niñas. Quiero uno de —Está bien, puesto que tienes que cuidar de terror. mí, cuéntame un cuento. - De acuerdo. Te contaré uno en el que tú —¿No quieres ver la tele? -preguntó Lucía eres el protagonista. 8 9
  • 4. -¿Yo? Tal como te la he contado, sí -reconoció —Sí, tú... Imagínate que te has quedado solo en Lucía-, Pero estar solo en casa es parecido a estar el mundo: eres el único ser humano sobre el solo en el mundo... Imagínate que no estuviera planeta... yo, que ahora mismo estuvieras solo en casa... —Oye, eso me gusta. Podría hacer lo que Sabes que estás solo, has echado el cerrojo y ni quisiera y todo sería mío... siquiera tus padres pueden entrar si no les —Sí. Eres el único ser humano del mundo y estás abres... Te vas a tu habitación tan tranquilo, y de en tu habitación a punto de irte a la cama. Y de pronto llaman a la puerta... pronto llaman a la puerta. —Qué tontería, son mis padres que han vuelto —¿Y? -preguntó Tomás visiblemente nervioso. antes de lo previsto. —Ya está. —Llaman a la puerta de tu habitación -precisó ella —¿Cómo que ya está? con voz insinuante. —Ya se ha terminado. Es un cuento corto. —¡Aaaaah! -gritó Tomás-, ¿Por qué me asustas? —¿Corto? ¡Querrás decir cortísimo, super- Se supone que eres mi canguro. cortísimo! No pasa nada, y no da ningún miedo - —¿No querías un cuento de terror? protestó él. —Sí -tuvo que admitir él-, pero no te he dicho —¿Estás seguro de que no da ningún miedo? - que fuera de esos en los que tú eres el replicó Lucía mirándolo fijamente-. Estás solo en protagonista. el mundo, no hay ninguna otra persona en todo — Pues es una lástima que no te gusten, por- el planeta. Y de pronto alguien llama a la puerta. (|iie te iba a contar otro. —Sí que da miedo -reconoció Tomás después de ¡Cuéntamelo! pensar un rato en el asunto . Menos mal que es ¿No acabas de decir que no los quieres de una situación imposible. esos de -tú eres el protagonista »? Da igual, cuéntamelo. -No, que luego te quejas de que te asusto. 10
  • 5. —No me quejaré -le aseguró Tomás. —¿En qué señor has pensado mientras te contaba —Está bien... Pero antes dime una cosa: ¿tú el cuento? -preguntó ella tras una pausa. crees en los fantasmas? —En uno cualquiera, ¿por qué? —Claro que no -contestó él-. Lo de los fan- —¿No le has visto la cara? tasmas es una tontería para asustar a los niños —No tenía cara. pequeños. —¿Te has imaginado a un hombre sin cara? Eso —Vale... Pues vas por un callejón oscuro y de da aún más miedo. pronto te cruzas con un señor, y el señor te —No es que me lo haya imaginado sin cara - pregunta: «¿Crees en los fantasmas?», y tú le explicó él-. Cuando te imaginas a una persona contestas: «No», y entonces el señor te dice: «Pues cualquiera, es como un bulto, sobre todo si te lo yo sí», y desaparece. imaginas de noche y en un callejón oscuro. —Qué chorrada -comentó Tomás-. Este sí que —Eso es porque tienes poca imaginación. La no da miedo. tienes atrofiada de tanto ver la tele. Yo, cuando —¿No? Piénsalo bien: el señor desaparece, se me imagino a una persona, veo perfectamente su vuelve invisible de pronto, pero sigue a tu lado, solo que cara -dijo Lucía. ahora ya no puedes verlo, estás a su merced... —¿Ah, sí, listilla? ¿Y qué cara le veías tú al —¡Aaaaah! -volvió a gritar él mirando ner- hombre del cuento mientras me lo estabas, viosamente a derecha e izquierda; pero esta vez contando? no podía quejarse, puesto que se lo había buscado. —¿Por qué te asustas, si es una chorrada? -dijo —La del señor Lucarda -contestó Lucía sini Lucía con una maliciosa sonrisa. titubear. —No estoy asustado -replicó Tomás-, para —¡Aaaaah! -gritó Tomás por tercera vez-.. ¡Qué nada. Grito por gritar, igual que cuando uno se ríe mala idea tienes! ¡Ahora que había conseguido después de un chiste: es lo que toca. olvidarme de él! 13» 12
  • 6. El señor Lucarda era el nuevo vecino de la —Tu madre me ha dicho que no te deje planta baja. Alto, delgado, de unos cuarenta años, desvalijar la nevera -le recordó Lucía siguiéndolo vivía solo, siempre vestía de negro y nunca hacia la cocina. hablaba con nadie. Sus ojos oscuros y penetrantes -—Solo voy a comer algo, un pequeño ten- parecían escrutar los pensamientos de la gente, y tempié -replicó Tomás. Tomás estaba convencido de «pie era un asesino —Además, te conviene adelgazar, pues cuanto de niños. más gordito estés, más se fijará en ti el señor —¡Serás miedica! -se burló ella-. ¿Cómo puedes Lucarda. tenerle miedo al pobre señor Lucarda? —¡Aaaaah, maldita! -gritó él-. ¡Tenías que —¿Pobre, has dicho? ¡Pobre del que caiga en fastidiarme el tentempié! sus manos! Si te hubiera mirado a ti como me miró a mí el otro día... Seguro que es uno de esos sacamantecas que hacen ungüentos mágicos con la grasa de los niños. —Claro, por eso se ha fijado en ti. Con tu grasa podría hacer al menos cien tarros de ungüento. Sin llegar a ser un niño obeso, a Tomás le sobraban unos cuantos kilos. —Sí, tú ríete y verás lo que te pasa como no tomes precauciones -le advirtió él-. Menos mal que vive en la planta baja y no puedo coincidir en el ascensor con ese chupóptero... No quiero pensar más en eso; voy a ver si me distraigo comiendo algo. 14 15
  • 7. 2 —En la del señor Lucarda -contestó Lucía sin vacilar. —¿Cómo lo sabes, pequeña bruja? ¡Aún no se lo he contado a nadie! —Me lo ha dicho él. —¡Eso no te lo crees ni tú! ¡Pero si no habla ni A la mañana siguiente, al ir a comprar el pan, con su sombra, ni para dar los buenos días! —Pues claro que no me lo ha dicho él -rió la Lucía se encontró con Rosaura, la portera. niña-. Lo he deducido porque si hubieras estado Rosaura era una mujer grandota y sonrosada, en cualquier otra casa, no sería ninguna novedad. extraordinariamente fuerte, de unos cincuenta Elemental, querida Rosi. años. Sus principales aficiones eran la peluquería y —A ver, ya que eres tan lista, ¿y qué pasó? -le el cotilleo. Llevaba el pelo rizado y teñido de rubio preguntó la portera con los brazos en jarras. platino, y a Lucía le recordaba a una actriz del cine —Inteñtó seducirte -contestó Lucía muy seria. mudo. Aunque de muda, precisamente, no tenía —¡Demonio de niña! -exclamó Rosaura soltando nada. una carcajada-. ¡Lo que me faltaba a mí, a mis —Hola, Lulú -la saludó alegremente. Lucía y años! Tomás eran los únicos niños de la escalera, y —No disimules, que aún estás de muy buen ver. Rosaura, al contrario que la mayoría de las —Ay, qué cosas tienes... Pues no, es todo un porteras, era muy amable con ellos y nunca los caballero y no se propasó para nada. Todo un reñía. A Lucía la llamaba Lulú, y a Tomás, Tomi. caballero, sí, pero más rarito... Quiere que 1c —Hola, Rosi -contestó la niña. haga la limpieza una vez a la semana, y me —¿A que no sabes en qué casa estuve ayer? - preguntó la portera con aire de misterio. 16 17
  • 8. estuvo enseñando todas las cosas que no tengo que tocar para nada, ni para quitarles el polv o a S u escritorio, su armario, un arcón muy pande... —¿No será un ataúd? - ¡Qué cosas tienes! Pero, ahora que lo dices, desde luego que cabría un fiambre dentro... En ese momento bajaba Camila, la vecina del primero izquierda. Lucía vivía en el primero derecha, y el balcón de su habitación era contiguo al del dormitorio de la bellísima Camila. A veces, al anochecer, se asomaban al balcón las do¿ a la vez, y la hermosa joven, aunque casi nunca hablaba, siempre le dedicaba a la niña una sonrisa encantadora. Camila tenía el cabello de un rubio dorado y unos preciosos ojos verdes. Lucía, que tenía el pelo y los ojos castaños, pensaba teñirse de jSlIfe rubio y ponerse lentillas verdes cuando fuera mayor, para parecerse a Camila. —Buenos días -saludó la joven luciendo su deslumbrante sonrisa. —Buenos días, Camila -contestaron a coro Rosaura y Lucía.
  • 9. —Qué guapa estás -añadió la niña con ad- es que ella es tan buena persona que se ere; que miración. toco el mundo es bueno. Y, realmente, con el largo cabello suelto sobre —Ms gustaría ser como ella -suspiró Lucít. los hombros y un vaporoso vestido de algodón —Pues alégrate, porque de mayor serás igual de blanco, Camila parecía un hada o una princesa de guapa, pero más espabilada -le dijo la portera cuento. guiñándole un ojo. —Gracias, preciosa -dijo la joven acariciando —No querrás decir que Camila es tonta. suavemente la cabeza de Lucía. —Qué va, de tonta no tiene un pelo; pero es tan —Estábamos hablando del nuevo vecino, el ingenua y tan despistada que no se entera de la señor Lucarda -comentó la portera-. Es tan rarito... mitad de la movida. —¿Tú crees? A mí me parece un hombre muy — Yo también seré ingenua y despistada de agradable. Tan elegante, tan reservado... -dijo mayor -dijo la niña-. Queda muy elegante. Camila, y se fue grácilmente, saludando con un —¿Despistada tú? -rió la portera-. Eso sí que no leve gesto de la mano mientras salía a la calle. me lo creo. A ti no se te escapa una. —Lo de reservado será porque no habla, pero De pronto se oyó un portazo seguido de un hay que ver cómo mira -replicó Rosaura, aunque sordo retumbar en la escalera, como si un pe- la joven ya no podía oírla. queño hipopótamo la estuviera bajando a —Eso dice Tomás -dijo Lucía con una risita. trompicones. —Pues Tomi tiene razón. A veces mira de una —Ahí llega Tomás -anunció Lucía. forma que da miedo, como si quisiera hipnotizarte Y, en efecto, a los pocos segundos apareció >el o leerte el pensamiento. Y el otro día lo pesqué niño muy sonriente. Saltó los últimos cinco es- mirando así a Camila. Lo que pasa calones con cara de Tarzán y aterrizó junto a los pies de Rosaura. K ....... Vaya, estás animado esta mañana -co- mento la portera. 20
  • 10. —Siempre estoy animado los sábados por la —Anda, acompáñame a comprar el pan. mañana -dijo el niño. —No debería, por meterte conmigo. —¿Has dormido bien? -preguntó Lucía con —No te quejes, que anoche te dejé desvalijar la retintín-. ¿No has tenido pesadillas? nevera, a pesar de las advertencias de tu madre. —Pues no, para que te fastidies -contestó él —¿Desvalijar la nevera? ¡Qué morro! ¡Si solo me dedicándole a Lucía una de sus muecas más dejaste hacerme un bocata! horribles-. He soñado con los angelitos. —Sí, solo un bocata, con una barra de cuarto —¿Con los angelitos o con las Camilitas? -dijo entera y medio pollo con mayonesa. la niña. A Tomás se le caía la baba cada vez que —El pan se pone duro si no te lo comes el veía a Camila, y Lucía no perdía ocasión de mismo día. Está feo desperdiciar comida. tomarle el pelo por ello. —Sí, sí, tú cébate bien cebado y verás qué La portera soltó una de sus ruidosas carca- contento se pone el señor Lucarda -comentó jadas, y el niño las miró a las dos con expresión Lucía echando a andar. feroz. —¡Te tengo dicho que no me lo menciones! - —Ya podéis reíros -dijo poniéndose rojo hasta exclamó Tomás yendo tras ella. la punta de las orejas-. De mayor me casaré con —Está bien; si no quieres que te lo mencione, no ella. Y no sé si os invitaré a la boda. te contaré lo que me ha dicho Rosi. —Pues tu novia acaba de salir en este mo- —¡Cuéntamelo! mento -comentó Lucía conteniendo la risa-. Y, —¿Me llevarás la bolsa del pan, como un por cierto, estaba guapísima, ¿verdad, Rosi? perfecto caballero? —Y que lo digas -convino la portera-. Parecía —Eres una vil chantajista... Está bien, está bien, la portada de una revista del corazón. te llevaré la bolsa. Tomás corrió hacia la puerta y miró a derecha — Pues resulta que ayer Rosi estuvo en su CMSil. e izquierda; pero su adorada ya no estaba a la vista. Lucía fue junto a él y le dijo: 23 22
  • 11. —¿De verdad? ¿No te lo estás inventando? - —O las dos cosas. Primero te chupa la sangre y preguntó el niño con los ojos muy abiertos. luego te saca las mantecas -dijo Lucía dándole un —Te lo prometo. El señor Lucarda quiere que pellizco a Tomás en el michelín. Rosi le haga la limpieza una vez a la semana, y le —Sí, tú ríete, pero te advierto que los vampiros estuvo enseñando la casa para decirle las cosas prefieren a las chicas. que no tiene que tocar. —Pero las señoras de la limpieza lo tocan todo. —Normalmente, sí; pero por lo visto él tiene algunas cosas que no quiere que nadie toque. —¿Como qué? —Como un ataúd. —¡Anda ya! ¡Eso no me lo creo ni harto de chocolate! -exclamó Tomás, aunque por la ex- presión de su cara se veía que no las tenía todas consigo. —Bueno, no es un ataúd con una cruz encima y todo eso; pero es un cajón grande y alargado en el que cabe un cadáver. Si no te lo crees, pregúntaselo a Rosi. —¿Lo ves como yo tenía razón? No me negarás que es todo muy sospechoso, sobre todo que le diga a Rosi que no toque ese cajón. A lo mejor no es un sacamantecas, sino un vampiro. 25 24
  • 12. I^SPUÉS de comer, Tomás llamó a Lucía por el balcón. El niño vivía en el segundo derecha, y su habitación quedaba justo encima de la de su amiga. —¿Qué quieres? -preguntó ella asomándose. — Velar por tu seguridad -contestó el niño-. Sube a ver una película. —Estoy leyendo -replicó la niña. —Es una película antigua, de esas que a ti te gustan tanto. —¿Muda? —Casi. Hablan muy poco, al menos en el trocito que ya he visto. —¿Qué película es? •—Drácula. Y el que hace de vampiro es un tal Bela Lugosi -contestó el niño leyendo el nombre en la caja de la cinta. —Vale, ahora subo. 26 ■
  • 13. Los padres de Tomás estaban durmiendo la —El señor Lucarda tiene la cara más alargada y siesta, como solían hacer todos los sábados, así que es más guapo; pero, desde luego, se parece a los niños disponían del salón y el televisor para Lugosi. ellos solos. —Igual es un descendiente suyo, y por eso A Lucía no le gustaban las películas de terror, también es vampiro. pero tuvo que reconocer que aquella era muy —Cómo te pisas -le reprochó Lucía-. En primer buena. Las imágenes en blanco y negro eran lugar, el señor Lucarda no es ningún vampiro. Y impresionantes, sin necesidad de sangre ni en segundo lugar, Bela Lugosi tampoco lo era: violencia, y sugerían un ambiente misterioso en el simplemente hizo el papel de Drácula como podía que todo era posible, como si de un sueño se haber hecho el del capitán Garfio. También Brad tratara. Pitt ha hecho de vampiro en una peli, y eso no «Es como la pesadilla de un poeta», estuvo a quiere decir que lo sea. punto de decir la niña, pero se cortó por miedo a —Pero a ti no te importaría que te diera un las burlas de Tomás, que siempre la estaba mordisquito, ¿eh? -bromeó Tomás. Sabía que Pitt llamando cursi, redicha, marisabidilla, repelente y cosas por el estilo. era uno de los ídolos cinematográficos de Lucía. —No me negarás que se parece al señor Lu- —Deja de decir tonterías y pon en marcha el carda -dijo el niño parando la película en un vídeo -dijo ella amagando un cachete que él primer plano de Bela Lugosi. El famoso actor esquivó rodando hacia el otro extremo del ■ofá. El húngaro, muy convincente en su papel de Drácula, niño le dio al play y Drácula volvió a moverse por la parecía querer taladrarlos con la mirada. pequeña pantalla, siniestro y majestuoso como un —Es verdad -admitió ella-. Sobre todo en los auténtico príncipe de las tinieblas. ojos. —Para que te* enteres, no es lo mismo -in- —Y que lo digas. Miran de la misma manera. 29 28
  • 14. sistió el niño-. Bek Lugosi estaba tan compenetrado —Con 1o fácil que les resultaría romper los con su papel de Drácula que dormía en un ataúd, y cristales, siendo tan fuertes y tan invulnerables - cuando murió pidió que lo enterraran con su capa comentó Lucía con su habitual sentido común. de vampiro. —A lo mejor también son alérgicos al cristal - —¿Cómo lo sabes? opinó Tomás-. Como no se reflejan en los espejos, —Me lo ha dicho mi madre, que sabe mucho de odian todo lo que es de cristal. cine antiguo -Tomás llamaba «cine antiguo» a —Puede ser -admitió ella-, A lo mejor en la novela todas las películas anteriores a La guerra de las galaxias. le dice... —Aunque así fuera, no creo que el señor —¿Hay una novela de Drácula? -preguntó Lucarda sea descendiente de Bela Lugosi. el niño. —¿Por qué no? Se parece mucho a él, y su —Claro, todas las películas se basan en ella. Es apellido también empieza por «Lu», y además una novela muy antigua. Mi madre la tiene. suena a húngaro. —¿Vamos a tu casa a leerla? -propuso Tomás. —Es muy larga; no podríamos leerla ni en —A mí me suena más a italiano -replicó ella-, Y Coda la tarde. déjame ver la peli, plasta. —Pero podemos leer algunos trozos, donde —Sí, pero fíjate bien en todo lo que dicen qué cuente lo que hay que hacer si a uno lo ataca un hay que hacer para librarse de los vampiros. vampiro -insistió él. Podrías necesitarlo antes de lo que piensas... —De acuerdo; pero te advierto que da mucho Lo único nuevo que aprendieron viendo la miedo,» mucho más que la película. Yo empecé a película fue que había una planta llamada «lu- leer-la y la tuve que dejar porque tenía potad i lias. paria* que detenía a los vampiros tanto como el ajo —Siempre dará menos miedo que el señor o el crucifijo, y que no podían entrar en una habitación si la ventana estaba cerrada. Lucarda -replicó Tomás. 30 ■ 31
  • 15. De modo que bajaron a casa de Lucía, que le un príncipe rumano del siglo XV famoso por su pidió la novela a su madre. crueldad, llamado Vlad Tepes, que luchó contra los —No es una novela para niños -dijo ella-. No turcos y disfrutaba torturando a sus prisionero». Era creo que os guste. tan malvado que le pusieron el sobrenombre de —Ya no somos niños -replicó Tomás-, somos casi «Drákul», que significaba «hijo del diablo». preadolescentes. En la novela, de casi cuatrocientas páginas, habla —Pues tampoco creo que sea adecuada para muchos trozos de «rollo», como llamaba Tomás a las «casi preadolescentes» -insistió la madre de Lucía. largas descripciones en las que no pasaba nada, y el —Acabamos de ver la peli y queremos leer niño insistía en que se los •altaran en busca de acción. algunos trozos para ver si coincide con la novela - De este modo, saltando de susto en susto, lograron explicó la niña. terminar la novela, y también la caja de galletas. —Está bien, está bien; pero esta noche no quiero Se enteraron, así, de que no bastaba con clavarles a insomnios ni pesadillas escandalosas -advirtió la los vampiros una estaca en el corazón, aino que luego madre, dicho lo cual buscó la novela en una de las había que cortarles la cabeza. También descubrieron estanterías del salón y se la dio. que la película que acababan de ver era bastante Los niños se fueron a leer a la habitación de distinta de la novela. Por ejemplo, en la película Lucía, no sin antes pasar por la cocina para coger mataban al conde Drácula en Londres, mientras que en una caja de galletas. Se tumbaron en la alfombra con la novela eI vampiro volvía a su castillo de Transilva- el libro entre ambos y las galletas al alcance de la lliu, y el profesor Van Helsing (experto vam- pirólogo)i mano, y empezaron a leer. y sus amigos tenían que perseguirlo allí». Por el prólogo se enteraron de que Bram Stoker, el autor de Drácula, se había inspirado para escribir su novela en un personaje real: ■ 33 32
  • 16. Con la lectura (y las galletas) se les había pasado la tarde volando, y no hacía ni cinco minutos que habían terminado la novela cuando la madre de Tomás lo llamó por el balcón para que subiera a cenar. Es un poco rollo, con tanta carta y tanto diario -comentó el niño mientras iban hacia la puerta-, pero tiene trozos chulísimos. —Sí -convino Lucía-, está muy bien. El rellano estaba oscuro, y el pulsador de la luz quedaba en el centro, enfrente de la puerta del ascensor. Buenas noches, y felices pesadi... -empezó a decir Tomas mientras iba hacia el interruptor, pero no pudo terminar la frase: al ir a pulsar el botón, sintió una mano grande y peluda bajo la suya. Se llevó tal susto que no pudo ni gritar. —¿Qué pasa? -preguntó Lucía desde la puerta de su casa. En ese momento se encendió la luz, pues la mano peluda había pulsado el interruptor, y ante los niños, negro y siniestro, apareció el mismísimo señor Lucarda. —Hola -dijo con una forzada sonrisa que puso al descubierto sus dientes blancos y afi- 34
  • 17. lados-. Estaba a punto de entrar en mi casa cuando -—Tú misma has dicho que la estaba espiando. he oído un ruido extraño y he subido a mirar. —Bueno, sí, pero eso no significa que tuviera ¿Vosotros no habéis oído nada? malas intenciones. Puede que estuviera es- Lucía y Tomás, incapaces de hablar, negaron cuchando junto a su puerta para saber si está en con la cabeza. casa o no. Los admiradores de las chicas hacen ese —Me habré confundido -dijo entonces Lu- carda tipo de cosas. con un encogimiento de hombros-. Buenas noches, —Y además tiene la mano peluda, como niños. Y felices pesadillas -aña- dió con voz Drácula -insistió el niño. cavernosa, terminando la frase de Tomás. —Si todos los hombres peludos fueran vam- Cuando se hubo ido escaleras abajo, Lucía, que piros... -replicó ella. fue la primera en recobrar el habla, comentó: —Vale, todavía no podemos estar seguros de —Estaba espiando a Camila. que sea un vampiro -admitió él-. Pero yo, en tu —O a nosotros -dijo Tomás con un hilo de voz. lugar, esta noche bajaría la persiana del balcón. —-No -replicó la niña-. Por su posición en el momento de encender la luz, está claro que venía de la puerta de enfrente. —Sí, tienes razón -admitió él-. Es natural, los vampiros prefieren a las chicas guapas. —No te pases, no tiene por qué ser un vampiro. Puede que, simplemente, le guste Camila. A lo mejor quería llamar a su puerta y no se ha atrevido porque es tímido. 36 37
  • 18. —Solo quiero estirar las piernas... ¿De verdad que no estoy pálido, ni siquiera un poquito? —No estás nada pálido -le aseguró su ma- dre-. Ya me gustaría a mí tener ese color tan sonrosado nada más levantarme... El que sí estaba pálido, y mucho, era el señor EL domingo por la mañana, y en contra de su Oliva, con quien Tomás coincidió en el rellano. El costumbre de quedarse remoloneando en la cama señor Oliva vivía en el segundo izquierda, y era el hasta muy tarde, Tomás se levantó temprano. Se propietario del edificio, es decir, el casero de todos había pasado la noche soñando con escaleras los demás inquilinos. Era un hombretón grande y oscuras y manos peludas, y tenía unas ganas locas gordo, calvo y coloradote, y muy antipático. de salir al aire libre y ver el sol. Aquella mañana seguía siendo grande, gordo, Tantas ganas tenía de salir que, para sorpresa de calvo y antipático, pero no coloradote. Estaba sus padres, se ofreció a ir a comprar el periódico blanco como la cera. sin ni siquiera pedir nada a cambio. Al ver que Tomás lo miraba con insistencia, le —¿Te encuentras bien, cariño? -le preguntó su preguntó de muy mal humor: madre. —¿Y tú qué miras? ¿Tengo monos en la —Sí, ¿por qué? -dijo él tocándose nerviosamente cara? el cuello en busca de posibles orificios vampíricos-. —No -contestó Tomás sin dejar de mirarlo ¿Estoy pálido? fijamente-, pero está usted muy pálido. —No, hijo, tienes muy buen color -lo tranquilizó —Estoy como me da la gana, ¿y a ti qué te su padre-. Lo que pasa es que a mamá y a mí nos Importa? sorprende un poco que te levantes tan temprano y estés tan servicial. —No me importa, pero yo, si fuera usted, I dormiría con la ventana cerrada. 38 39
  • 19. Al oír aquello, el señor Oliva se puso aún más pálido. Había tenido una extraña pesadilla: algo o alguien, una informe sombra negra, entraba en su habitación por la ventana y se acercaba lentamente a su cama, donde él yacía boca arriba sin poder moverse, paralizado por el terror. Y luego la sombra negra se inclinaba sobre él... —¿Por qué dices eso, niño? -preguntó con voz temblorosa. —¿Tiene alguna marca en el cuello? -pre- guntó a su vez Tomás. —No... no creo -contestó el señor Oliva pa- sándose una manaza sudorosa por su cuello de sin rechistar. Bajo la correa del reloj, en la parte toro-. Antes, al afeitarme, no he visto nada. —¿Y interior de la muñeca, apareció un punto rojo en los brazos? justo encima de la vena, que estaba ligeramente El hombretón se remangó la camisa apre- inflamada. suradamente y dejó que el niño le examinara los —¿Cómo se ha hecho eso? -preguntó el brazos con mirada de experto. mño. —¿Duerme con él puesto? -preguntó Tomás —¡No lo sé! -exclamó el hombretón-. Pa... parece señalando el aparatoso reloj de oro que el señor la picadura de un bicho. Oliva llevaba en la muñeca izquierda. —Un bicho capaz de quitarle el reloj, palpitadle —Sí, casi nunca me lo quito, ¿por qué? en la vena y luego volver a ponérselo. Yo, en su —Quíteselo. El casero estaba tan asustado que obedeció lugar, dormiría con la ventana cerrada. 41 40
  • 20. Sin decir palabra, el señor Oliva miró al niAo —Bueno, no es para tanto. Una picadura en la ©OH la cara desencajada por el terror y volvió t muñeca no significa nada -dijo Lucía-. Además, meterse corriendo en su casa. los vampiros muerden en el cuello. Tteás» por su parte, estaba tan asustado que —¿No te acuerdas de Tom Cruise en Entrevista no jftjílf« reaccionar. Como un autómata, fue a con el vampiro? A veces chupan de la muñeca. Y te comprar «I periódico y volvió a casa, digo que el señor Oliva estaba más pálido que el —Akora sí que estás un poco pálido, cariño -le propio señor Lucarda, y cuando le he dicho lo de «fijo stí madre-, ¿Te encuentras bien? que debería dormir con la ventana cerrada, se ha —De momento, sí -fue la enigmática res- puesto como loco. puesta. -¿Y qué? Una vez en su habitación, arrancó una hoja de —¿Cómo que y qué? La gente que es atacada m cuaderno escolar y escribió unas líneas. Luego por un vampiro en la cama se cree que es un la dobló cuidadosamente, se la metió en el sueño, y a la mañana siguiente se olvida. Pero al bolsillo, salió al balcón y lamó a Lucía. La niña *e decirle yo lo de la ventana se ha vuelto a acordar, asomó enseguida, muy sonriente. y por eso le ha entrado el canguelo. —Hola -lo saludó-, ¿Has visto qué buen día —Bueno, aunque fuera verdad, deberías ale- hace? Por fin ha salido el sol. grarte -bromeó Lucía-, siempre has detestado al —Baja a la portería -dijo él muy serio, sin ni señor Oliva. siquiera devolver el saludo-. Es una cuestión de —Pues si ya es un palo aguantarle tal como es vida o muerte. ahora, imagínate si encima se convierte en Cuando ella bajó, cinco minutos después, vampiro -replicó Tomás. Tomás ya estaba esperándola junto a le» bu- —¿Y ese papel? -preguntó la niña señalando zones. Atropelladamente y en voz muy baja, la hoja doblada que él tenía en la mano. como si alguien pudiera oírles, el niño le contó •u —Es una carta para Camila. Hay que ad encuentro oon el casero.
  • 21. vertirla del peligro. ¿Me la miras por si hay faltas necesitará tomar aire -replicó él-. Y no se va a reír. de ortografía? Es más lista que tú, y seguro que ya se ha dado —Trae -dijo ella cogiendo el papel-. Aunque, cuenta de que el señor Lucarda es peligroso. más que las faltas de ortografía, me preocupan Dicho esto, Tomás volvió a doblar la nota y la los disparates que puedas haber escrito... metió en el buzón de Camila con el gesto solemne Lucía desdobló la hoja y leyó: de quien está haciendo algo de vital importancia. —Aprovecharé para ver si hay algo en mi Querida Camila: buzón -dijo Lucía. Lo abrió y, viendo que no había Aunque te cueste creerlo, tu vida corre peligro. Debes nada, volvió a cerrarlo, a la vez que la dormir con las ventanas cerradas y con una ristra de ajos sobresaltaba un apagado grito de Tomás. alrededor del cuello, pero si no tienes ajos cuélgate una —Aaaaah... ¡Mira! -exclamó el niño señalando cruz lo más grande que puedas. algo con mano temblorosa. Firmado: Alguien Que Te Quiere —¿Qué pasa? -preguntó Lucía, alarmada. Miró hacia donde señalaba el dedo del niño y vio el —¿Está bien? -preguntó Tomás ansiosamente. buzón del señor Lucarda, sobre el que había una —Vas mejorando, no hay faltas de ortografía -lo etiqueta negra con grandes letras mayúsculas felicitó ella-. Se podría añadir alguna coma para doradas en la que ponía, simplemente, que la pobre Camila no se ahogue al leerla; pero LUCARDA. como de todas formas se va a ahogar con el —¡Mira! -volvió a decir Tomás con la voz ataque de risa que le va a dar, no importa. entrecortada por el terror. —No la va a leer en voz alta, así que no —¿Tanto miedo le tienes que te pones a temblar con solo ver su nombre escrito? -preguntó la niña con tono burlón. 44 45
  • 22. precipitarnos. Puede que solo sea un chiflado —Vuelve a abrir tu buzón -pidió él. que se divierte haciéndose el siniestro y asus- —¿Para qué? tando a la gente. Como Bela Lugosi cuando le —Ábrelo y verás. dio por dormir en un ataúd... —Está bien... —Yo, por si acaso, voy a tomar precauciones - La niña volvió a abrir su buzón, y entonces dijo Tomás bajando aún más la voz-. Y te aconsejo comprendió por qué su amigo estaba tan asus- que hagas lo mismo. tado. Los buzones eran de acero y estaban re- lucientes como espejos, pues Rosaura les sacaba brillo continuamente. El buzón de Lucía estaba al lado del de Lucarda, y el nombre de este, al reflejarse en la portezuela abierta, se leía del revés: ADRACUL. Sin más que poner la A del principio al final, el nombre se convertía en DRÁCULA. —¡Lucarda es un anagrama de Drácula! -ex- clamó la niña sin poder evitar un estremeci- miento. —¿Qué es un anagrama? -preguntó Tomás. —Una palabra que tiene las mismas letras que otra, pero en distinto orden. —¿Y ahora, qué? ¿Sigues sin creer que es un vampiro? ¡A lo mejor es el mismísimo Drácula de incógnito! —Tengo que reconocer que son muchas coincidencias -admitió ella-, pero no debemos 47 46
  • 23. Me ha dicho que es vegetariano y, además, crudimano, o algo así. —¿Crudívoro, tal vez? —Eso, crudívoro. Que se lo come todo crudo, vaya. —Bueno, eso no es tan raro -comentó la niña-. Yo tengo un profesor de matemáticas que también es EL lunes por la tarde, al volver del colegio, Lucía vegetariano y que dice que cocinar es perder el se encontró en el portal con Rosaura, que la llamó tiempo estropeando comida. muy excitada: —Más a mi favor -dijo la portera-. ¿Hay algo más —Ven, Lulú, que tengo que contarte una cosa raro que un profesor de matemáticas? que te vas a quedar patidifusa... Esta mañana he —Eso también es verdad -rió Lucía. hecho la limpieza en casa del señor Lucarda... El —Además -prosiguió Rosaura-, tocto lo que tiene otro día te dije que es rarito, ¿verdad? es negro: las toallas, las sábanas, el batm, las —Sí. zapatillas, las cortinas... —Pues me equivocaba. No es rarito: es rarísimo, —¿Los calzoncillos también? el más raro del mundo... Ha montado un —No se los he visto. El armario es una de las laboratorio en la cocina, todo lleno de tubos, cosas que no quiere que toque. Y además está frascos y esas cosas que se ven en las películas... cerrado con llave. —¿Y dónde guisa? -preguntó la niña. —¿Cómo sabes que está cerrado con llave si no —Eso es lo más gracioso: no guisa. Ni siquiera puedes tocarlo? -preguntó la niña con una picara tiene cacharros de cocina, y en la nevera solo había sonrisa. unos tomates y unas manzanas. •^■¡Mírala qué lista es ella! -exclamó la portera soltando una carcajada-. Pues sí, he inten- 48 49
  • 24. yugular, no te convencerás, y entonces será —Ya. Y la pistola de agua es para apagarlo - demasiado tarde. Ya lo dice el profesor Van ironizó ella. Helsing en la peli: «La fuerza del vampiro es que —Para que te enteres, está sargada con agua nadie cree en su existencia*. Menos mal que yo sí bendita. Sí falla la lámpara, «sea lo parará. Bl , agua que creo, y estoy preparado. —¿Cómo te has preparado? bendita es como ácido sulfúrico para ellos. I —¿De —Ven a mi habitación y lo verás. dónde k has sacado? Fueron al cuarto de Tomás, que, con gran I, —De la pila de la Iglesia. Por cierto, d cura casi me solemnidad, sacó de debajo de la cama todo su pilla. No pensaba q»e un hombre con sotana arsenal antivampiros: una pequeña lámpara solar pudiera correr tan deprisa. con su soporte, una pistola de agua, dos —¿No tienes ningún crucifijo? puntiagudas estacas de medio metro cada una —Pues claro que lo tengo -contestó Tomás (hechas a partir de un viejo mango de escoba), desabrochándose la camisa y mostrando un rosario una ristra de ajos y un abrecartas de plata. que llevaba al cuello-. ¿Te crees que soy un vulgar —¿Para qué sirve esa lámpara? -preguntó aficionado? Si a pesar de todo llega hasta mí, esto lo Luda. parará. —La usa mi madre en invierno para que se le | —¿Y el abrecartas? ponga morena la cara -contestó él colocándola M —Es de plata, y aunque no está, muy afila- I do, la sobre la mesita de noche, enfocada hacia el punta pincha bastante. Lo pondré debajo balcón-. Esta noche la pondré aquí, y si entra ■ de la almohada, por si acaso. quien tú ya sabes, zas, lo ilumino de sopetón y... —Creía que la plata servía contra los hombres ~¿Y qué? —¿Cómo que y qué? Es una lámpara solar, y lobo -comentó Lucía. los vampiros no soportan la luz del sol. En cuanto —Bueno, sí, pero ya viste que en la novela dice lo ilumine, arderá como una tea. que los vampiros también pueden convertirse en lobos... Por cierto, ¿qué pasaría si un vampiro mordiera a un hombre lobo? —Se le llenaría la boca de pelos -rió ella. 52 53
  • 25. —Muy graciosa... Sería vampiro y hombre lobo a la vez. Las noches de luna llena, primero chuparía la sangre, y luego se comería a sus víctimas. —Los hombres lobo no se comen a la gente - replicó Lucía-, solo muerden. —Menos mal. No me extrañaría que el señor Lucarda fuera las dos cosas. Y no me gustaría LUCÍA no era muy miedosa, pero aquella noche terminar en su tripa. cerró la puerta acristalada de su balcón antes de acostarse. No creía que el señor Lucarda fuera un vampiro (en realidad, ni siquiera creía en la existencia de los vampiros); pero podía ser un loco peligroso, y no era difícil trepar desde la planta baja hasta el balcón. Estaba a punto de dormirse cuando le pareció oír un gemido ahogado procedente de la habitación de Camila. Se levantó corriendo y pegó la oreja a la pared que separaba su dormitorio del de su vecina. Y entonces oyó un ruido sordo e inquietante, como de lucha. Sin pensárselo dos veces, salió al balcón, dis- puesta a gritar, pero no pudo, como cuando en las pesadillas quería llamar a su madre y no le salía la voz. í Los balcones estaban casi pegados. Era fácil 54 55
  • 26. pasar de uno a otro, y Lucía era muy ágil. En Camila corrió a abrazar a la niña. Entonces cuestión de segundos saltó al balcón de Camila y Lucía se dio cuenta de que la joven llevaba en la entró en svi habitación, pues la puerta acris- mano una larga boquilla de plata. No parecía lo talada estaba abierta de par en par. más adecuado para defenderse, pero, Había luna llena, y además la lámpara de la probablemente, atacada por sorpresa mientras mesita de noche estaba encendida, por lo que k estaba en la cama, había cogido instintivamente lo niña vio la escena con toda claridad. Camila, con primero que había podido. O tal vez la plata un largo y vaporoso camisón blanco, hacía frente también mantuviera a raya a los vampiros, como al señor Lucarda, que parecía a punto de creía Tomás. abalanzarse sobre ella. !• —Pobrecita, qué susto te habrás llevado -dijo la Entonces, por fin, Lucía logró lanzar un grito joven acariciando la cabeza de Lucía. I —Más susto te habrás llevado tú -dijo la niña-. Pero ahogado, y los dos se volvieron a mirarla. Eí ¿cómo has podido dejarlo tieso de un golpe? hombre tenía los ojos enrojecidos y los labios —Una chica sola tiene que aprender a de- manchados de sangre. fenderse -contestó Camila con una de sus —¿Qué haces aquí, niña? -preguntó Lucarda encantadoras sonrisas-, y yo sé un poco de kárate. con una mezcla de ira y asombro en la mirada-. —¿Y cuando vuelva en sí...? ¿Por dónde...? —Yo me ocuparé de él. Ahora tienes que Pero no llegó a terminar la frase. Aprove- chando que le estaba dando la espalda, Camila, regresar a tu casa. con una rapidez y una decisión admirables, dio —¿No deberíamos llamar a la policía? líh paso hacia él y le descargó un fuerte golpe en —La policía no sabría qué hacer en un caso la nuca con el canto de la mano. Lucarda se como este -replicó la joven-. Yo sí. Anda, vuelve a desplomó como un fardo y quedó tumbado en el casa y no tengas miedo. Yo me ocuparé de todo. suelo cuan largo era, sin sentido. • 56 57
  • 27. Dicho esto, Camila cogió en brazos a Lucía y la llevó a su balcón. Mientras la pasaba por encima de la barandilla, le dio un beso en la frente y le dijo: —Me has salvado la vida. Nunca lo olvidaré. Buenas noches, y dulces sueños. Pero la niña no logró dormir en toda la noche. Estaba demasiado excitada con lo sucedido, aunque, curiosamente, no tenía miedo. Ni siquiera volvió a cerrar la puerta del balcón. Camila parecía tan segura, tan dueña de la situación... ¿Qué haría con Lucarda?, se preguntó Lucía. ¿Clavarle una estaca en el corazón y cortarle la cabeza? No podía imaginarse a la hermosa y dulce Camila haciendo algo tan horrible; pero, por otra parte, parecía saber que era un vampiro, pues había dicho que la policía no podía hacer nada en aquel caso. Y había añadido que ella sí sabía lo que había que hacer... Varias veces estuvo a punto de levantarse de l.i cama para pegar la oreja a la pared y estuchar los ruidos de la habitación de su vecina, pero no se atrevió a hacerlo. Tenía miedo
  • 28. de oír los golpes secos del martillo y el crujido de la estaca al penetrar en el pecho del vampiro. Al amanecer salió al balcón, y en el suelo encontró un sobre con su nombre. Era una carta de Camila: Querida Lucía: Gracias una vez más por tu ayuda. Eres muy valiente, y siempre recordaré lo que has hecho por mí. La nota que me dejó Tomás en el buzón también me ha ayudado mucho, pues cuando Lucarda me ha atacado ya estaba prevenida. Dale las gracias de mi parte. Yo ahora tengo que irme por unos días. Volveré el domingo por la tarde, y os prepararé una opípara merienda; venid a mi casa hacia las seis: tengo muchas La persiana del balcón de su vecina estaba cosas que contaros. bajada del todo. ¿Se habría ido para deshacerse del No tenéis nada que temer de Lucarda. Podéis dormir cuerpo de Lucarda? Era lo más probable, pues no tranquilos y con las ventanas abiertas. Un cariñoso abrazo de vuestra amiga podía clavarle una estaca en el corazón y luego llamar a la funeraria y decirles que se lo llevaran. Camila Lucía se estremeció al pensar en la macabra situación. Volvió a entrar en su cuarto, se tumbó en la cama y se quedó profundamente dormida. 60
  • 29. 7 — Tenemos que hablar -dijo ella escueta- [ mente-. Vamos al parque. Había un pequeño parque cerca, que la niña cruzaba iodos los días al ir y venir del colegio, y hacia allí se dirigieron. ■ —Voy a llegar tarde -comentó Tomás, aunque sin excesiva preocupación-. Y tú más. ESPIERTA, dormilona, que vas a llegar —-Vamos a hacer novillos. tarde al colé! -—{No me lo puedo creer! -exclamó el niño-. ¡La Lucía no llevaba ni un par de horas dormida superempollona haciendo novillos! —Es una cuando sp madre, sacudiéndola suave- menté, la emergencia -se justificó Lucía. despertó. Al poco rato llegaron al parque. Se sentaron en El Cansancio y las emociones de la noche un banco, cerca de un estanque con patos, y anterior la habían dejado agotada, y tuvo que Tomás preguntó: hacer un esfuerzo sobrehumano para levantarse |¡' —¿Tiene que ver con... quien tú ya sabes? de la cama. Se lavó y desayunó a toda prisa, pero —Sí -contestó la niña muy seria-. Tenías I razón: al llegar a la portería decidió esperar a Tomás. Lo el señor Lucarda es un vampiro. que había ocurrido era demasiado importante, y —¿Cómo estás tan segura? ¿No te habrá tenía que contárselo enseguida. atacado? Ahora que me fijo, estás muy pálida... Tomás no iba al mismo colegio que ella, y entraba Lucía le contó su extraordinaria aventura B: un poco más tarde, por lo que no solían coincidir nocturna, y luego le enseñó la carta de Camila. por las mañanas. Cuando el niño bajó, se sorprendió Cuando terminó de leerla, Tomás estaba tem- al ver a su amiga esmerándolo. blando. —¡Lucía! ¿Qué haces tú aquí a estas horas? —¿Qué hacemos ahora? -preguntó con expres ion de terror. 62 63
  • 30. 7 —Tenemos que hablar -dijo ella escuetamente-. Vamos al parque. Había un pequeño parque cerca, que la niña cruzaba todos los días al ir y venir del colegio, y hacia alla se dirigieron. —Voy a llegar tarde -comentó Tomás, aunque sin excesiva preocupación-. Y tú más. ESPIERTA, dormilona, que vas a llegar —Vamos a hacer novillos. tarde al colé! — ¡No me lo puedo creer! -exclamó el niño-. Lucía no llevaba ni un par de horas dormida ¡La superempollona haciendo novillos! cuando sp madre, sacudiéndola suavemente, la —Es una emergencia -se justificó Lucía. despertó. Al poco rato llegaron al parque. Se sentaron en El cansancio y las emociones de la noche un banco, cerca de un estanque con patos, y anterior la habían dejado agotada, y tuvo que Tomás preguntó: hacer un esfuerzo sobrehumano para levantarse de —¿Tiene que ver con... quien tú ya sabes? la cama. Se lavó y desayunó a toda prisa, pero ál —Sí -contestó la niña muy seria-. Tenías razón: el llegar a la portería decidió esperar a Tomás. Lo señor Lucarda es un vampiro. que había ocurrido era demasiado importante, y —¿Cómo estás tan segura? ¿No te habrá atacado? tenía que contárselo enseguida. Ahora que me fijo, estás muy pálida... Tomás no iba al mismo colegio que ella, y entraba un Lucía le contó su extraordinaria aventura poco más tarde, por lo que no solían coincidir por las nocturna, y luego le enseñó la carta de Camila. mañanas. Cuando el niño bajó, se sorprendió al ver a Cuando terminó de leerla, Tomás estaba tem- su amiga esperándolo. blando. —¡Lucía! ¿Qué haces tú aquí a estas horas? —¿Qué hacemos ahora? -preguntó con expresión de terror. 62 63
  • 31. —No creo que podamos hacer nada -contestó la —Es verdad. Por ayudarla, no me detendría niña encogiéndose de hombros-. Camila dice que ante nada. Y estoy muy contento de que mi nota la no tenemos nada que temer, y yo confío en ella. pusiera sobre aviso. ¿Lo ves, tanto que te reías de —Yo también. ¿Crees que habrá... ya sabes... mí? eliminado a Lucarda? —Cuando tienes razón, tienes razón -admitió —Supongo que sí. Es muy valiente, y creo que ella-. Y ahora será mejor que vayamos al colé. no es la primera vez que tiene que vérselas con un —¡Qué birria de novillos! -se quejó Tomás-. vampiro. Parecía muy tranquila y muy segura de ¡Solo voy a llegar una hora tarde! sí misma. —Vaya, y yo que soñaba con salvarla de los piratas, los leones y esas cosas -comentó Tomás-, y resulta que es como una de esas heroínas de los cómics. —Y que lo digas -convino Lucía-, Si hubieras visto cómo lo dejó seco de un solo golpe... —Cómo siento habérmelo perdido -se quejó el niño-. Podías haberme llamado. —Pero si no podía ni hablar... Ahora te lo cuento como si tal cosa, pero anoche estaba aterrorizada. —Tú también fuiste bastante valiente saltando a su balcón -reconoció Tomás-. No sé si yo habría sido capaz. —Claro que sí. Ten en cuenta que tu adorada Camila estaba en peligro -bromeó Lucía. 64 65
  • 32. El argumento era razonable. Además, Camila decía en su carta que no tenían nada que temer de Lucarda. ¿Le habría hecho algo a! vampiro que lo dejaba impotente para atacarlos? • —Está bien, le escucho -dijo Lucía-. Pero no se acerque ni un centímetro más o gritaré. El parque está lleno de gente, y además hay guardas. Y yo LUCÍA se pasó toda la mañana enfrascada eh sus puedo gritar tan fuerte como la sirena de los pensamientos. Entre la excitación y el cart- sancio, bomberos. no podía concentrarse ni en los libros ni en las —No te preocupes, solo quiero hacerte algunas explicaciones de los profesores# preguntas. En primer lugar, quisiera saber qué Al volver hacia casa, se sentó a descantar urt piensas de mí. momento en el mismo banco en que había estado «¡Vaya morro!*, pensó la niña sin atreverse a decirlo hablando con Tomás, y a punto estuvo de en voz alta. «Lo pillo en la habitación de Camila, a quedarse dormida. Pero una voz grave y pro- punto de abalanzarse sobre ella, y me pregunta qué funda la sacó de su sopor: pienso de él...» —Hola, Lucía. La niña abrió los ojos sobresaltada y vio que en —¿Crees que soy un violador, o un ladrón, el otro extremo del banco se había sentado un 0 algo por el estilo? -preguntó Lucarda. hombre. Un hombre pálido y vestido de negro —No. No creo que sea un violador o un ladrón. que la miraba fijamente. —¿Entonces...? —¡Señor Lucarda! -exclamó ella con horror. — —Es usted un vampiro -dijo ella al fin. Tranquilízate -dijo él sin moverse-. Si quisiera 1 —Vaya, veo que sabes del asunto más de lo que hacerte daño, lo habría hecho mientras estabas yo creía. ¿Te lo ha dicho Camila? adormilada. Solo quiero hablar contigo. Al rememorar lo ocurrido, cayó en la cuen-
  • 33. ta de que Camila nunca había usado la palabra —¡Claro que los tenía manchados de sangre! - «vampiro» ni había dado a entender claramente exclamó él-. ¡De mi propia sangre! Tu amiga que Lucarda lo fuera. De modo que respondió: Camila me dio un puñetazo que casi me salta los —No, no me lo ha dicho ella. Pero hay mu- dientes. Mira. chos datos que lo delatan. Lucarda se levantó el labio superior. Efec- —¿Ah, sí? ¿Cuáles? tivamente, lo tenía cortado y tumefacto. —Al señor Oliva le han estado chupando la —Puede haberse hecho eso luego para disi- sangre. Usted es muy pálido, no come y tiene en mular -objetó la niña. su casa un baúl que parece un ataúd. Y se coló —¿Ah, sí? Pues mira esto. por el balcón en el cuarto de Camila. Lucarda sacó un crucifijo del bolsillo de su Y su nombre es un anagrama de Drácula. chaqueta, se lo mostró a Lucía y luego lo besó. L —Eres muy lista -admitió él con una mueca —A lo mejor es un vampiro judío, o musulmán, y parecida a una sonrisa. la cruz no significa nada para usted -conjeturó Lucía estuvo a punto de decirle que lo del ella. anagrama lo había descubierto Tomás, para no —Vaya, no hay manera de convencerte... Bien, atribuirse méritos ajenos, pero prefirió no im- y si soy un vampiro, ¿por qué me dejó ir Camila? plicarlo, por si acaso. —-No es que yo sea muy lista -replicó-. Es Podría haberme destruido mientras estaba que usted va dando el cante. inconsciente en el suelo, i, —Puede que se —Efectivamente, soy un Drácula -reconoció escápara. Los vampiros son muy fuertes y tienen Lucarda-, descendiente por línea directa del muchos recursos. mismísimo Vlad Tepes el Empalador. Pero no —Si me hubiera escapado, ella te habría ad- soy un vampiro. vertido. —Anoche tenía los labios manchados de Lucía reflexionó unos instantes y se dio cuenta sangre -dijo Lucía con tono acusador. de que había algo que no encajaba. Desconfiaba de Lucarda, pero tampoco sabía muy 68 69
  • 34. bien a qué atenerse. Bien mirado, Camila no había dicho en ningún momento que fuese un alguna vez a pleno sol, como estamos ahora tú y vampiro... yo? Solo sale de noche o cuando está muy nublado, Bueno, pues, en vez de jugar a las adivi- como el sábado por la mañana. nanzas, ¿por qué no me cuenta usted su versión? - —Se asoma mucho al balcón... -empezó a decir propuso al fin la niña-. A lo mejor me la creo y la niña, pero mientras lo decía cayó en la cuenta de todo -añadió intentando parecer tranquila y que siempre la había visco asomarse al anochecer. segura. —¿La has visto comer alguna vez, aunque solo Me parece una buena idea -convino Lu- fuera un caramelo o una galleta? carda-. Creo que, tal como están las cosas, es —No -tuvo que admitir Lucía. No solo no la mejor que sepas toda la verdad. No te has equi- había visto comer nunca, sino que en más de una vocado al pensar que esta es una historia de ocasión había rechazado las invitaciones de su vampiros. Solo que el vampiro no soy yo. madre a merendar o a cenar, pretextando que —¿Y quién es entonces? seguía una dieta muy rigurosa. —¿No lo adivinas? —Y tan rigurosa -comentó Lucarda-. Una —No tengo ni idea -admitió Lucía. rigurosísima dieta a base de sangre humana. —No te va a gustar lo que voy a decirte, mi —¡Me ha leído el pensamiento! -exclamó la niña, querida niña. El vampiro, mejor dicho, la vam- aterrorizada. pira, es Camila. —Soy un Drácula y tengo algunas habilidades - ¡Eso es mentira! -exclamó Lucía, entre in- dijo él con una aviesa sonrisa-, Pero no te dignada y horrorizada. preocupes, no puedo leer el pensamiento. A veces —Vamos a ver, ¿cuánto tiempo hace que la movemos los labios al pensar, como si habláramos conoces? -preguntó Lucarda sin inmutarse. para nosotros mismos, y yo sé interpretar el Hace más de dos años que es vecina mía. movimiento de los labios, como los sordos. Ya ves Y, dime, en todo ese tiempo, ¿la has visto que juego limpio contigo... ¿Sa- 70 71
  • 35. bes lo que es esto? -añadió sacando del bolsillo hago notar que es una boquilla muy femenina, un objeto largo y brillante. dirás que yo podría ser un vampiro afeminado. —Es la boquilla que Camila tenía en la mano —No, no diría eso -replicó ella-. Diría que a lo anoche. mejor es un recuerdo de su madre, o de su abuela. —Exacto, es la boquilla de Camila. Solo que Parece muy antigua. no sirve para fumar, precisamente... Mira. —Lo es -dijo Lucarda con una risita-, pero ni Lucarda retiró la trompetilla donde debían mi madre ni mis abuelas eran vampiras. Mi encajarse los cigarrillos y dejó al descubierto una abuelo paterno sí, pero no usaba boquilla, y, aguja del grosor de un fideo. desde luego, no era nada afeminado. Parecía un —¿Qué es eso? -preguntó Lucía con un es- ogro, más que un vampiro. A mí me daba pavor, tremecimiento. —La aguja está hueca, como la de una je- aunque debo reconocer que nunca me mordió... ringuilla -explicó él acercándole la boquilla para Pero me estoy yendo por las ramas... que la viera mejor-; se clava en una vena del Y es que ya no sé qué decirte para que me creas. brazo o de la muñeca, o en la yugular, y por el —Bueno -dijo Lucía tras una pausa-, su- otro extremo se chupa la sangre como quien se pongamos por un momento que dice usted la toma una horchata con una pajita. Camila es verdad, que la vampira es Camila... En ese caso, muy fina y no le gusta ir por ahí mordiendo ¿cómo es que estaba usted en su dormitorio? cuellos. —Muy sencillo. Yo llevaba tiempo vigilándola, —Esa... boquilla podría ser de usted. y anoche, desde mi ventana, la sorprendí en el —La tenía ella, tú misma acabas de decirlo. — balcón del señor Oliva, el casero, intentando Pudo arrebatársela mientras usted intentaba colarse en su casa. En cuanto me vio, volvió clavársela. volando a su habitación... —Sí, es verdad -admitió él tras una pausa-, —¿Volando? podría haber sido así. Y me temo que si te 73
  • 36. -A toda prisa, quiero decir... No, los vam —Lo dice para asustarme. piros no vuelan, ni pueden convertirse en —Desde luego. Para asustarte y que tomes las animales, eso es pura leyenda... Bajó por el tubo precauciones necesarias. de desagüe de la lluvia, y yo fui tras ella por la —¿Qué pasó después de que yo volviera a mi misma vía; ambos somos buenos trepa dores. La casa? -preguntó la niña, deseosa de cambiar de alcancé cuar.do estaba a punto de cerrar la tema. No podía soportar la idea de que su puerta de su balcón, luchamos y... ya sabes el admirada Camila, la bellísima y dulce Camila, resto. —¿Y usted por qué estaba vigilándola? fuera una vampira sedienta de sangre, dispuesta —Porque soy un cazador de vampiros -con- a vampirizarla a ella también. testó Lucarda con orgullo. —Cuando recobré el conocimiento, Camila —Tero ¿no es usted un Drácula? estaba escribiendo una carta, que metió en un —Precisamente por eso. Mi familia ha sido, sobre y dejó en tu balcón. Vi su boquilla en el durante siglos, un azore de la humanidad, y yo suelo y me la metí en el bolsillo sin que se diera quiero reparar algo del daño que han hecho mis cuenta... Luego me ató las manos a la espalda, me parientes. amenazó con matarme si no me iba de la ciudad, —¿Y ha cazado a muchos vampiros? me encerró en el ascensor y se fue. —Cazado, lo que se dice cazado, a ninguno - —¿Y usted no se resistió? reconoció él con pesar-, Pero he desenmas- —Estaba aturdido por el golpe que me dio en carado a varios, y he salvado a bastantes vic- la nuca, y ella sacó una de esas dagas japonesas timas de un destino peor que la muerte. Y es que cortan como navajas de afeitar. Además, a pero salvarte a ti también. pesar de su aspecto frágil y delicado, es casi tan —¿A mí? -exclamó Lucía. fuerte como yo, y mucho más ágil. —Sí. Ahora Camila te considera su amiga, y el —¿Por qué no le mató, ni le chupó la sangre, si afecto de un vampiro» es peor que su odio, pues es una vampira? querrá convertirte en una de los suyos. 74 75
  • 37. N la portería se encontró con Rosaura, que estaba excitadísima. —Lulú, no te vas a creer lo que ha pasado esta madrugada... -empezó a decir la portera. ' —Te has encontrado al señor Lucarda ma- niatado en el ascensor -la interrumpió la niña. I —¿Cómo lo sabes, bruja, más que bruja, si aún no se lo he contado a nadie? cía obligó a —Me lo ha dicho un pajarito -contestó Lucía do del bolsillo y, corriendo escaleras arriba-. Perdona, Rosi, tengo dio un pellizco en ia pierna. prisa. Luego hablamos. El agudo dolor la hizo reaccionar. Logró La comida ya estaba en la mesa desde hacía apartar sus ojos de los de Lucarda, se levantó rato, y su madre empezaba a preocuparse. bruscamente y echó a correr a toda velocidad, sin —Llegas media hora tarde, ¿qué te ha pasado? - volverse a mirar hacia atrás. le preguntó. —Me he entretenido charlando con el señor Lucarda. —¿Con el señor Lucarda? ¡Pero si nunca habla con nadie! 78 79
  • 38. —Debe de ser un poco tímido -dijo Lucía —Baja y te lo cuento. sentándose a la mesa. —¿De qué habéis hablado? Tomás bajó en un santiamén, y estaba tan —Me ha contado un percance que tuvo anoche. excitado que ni siquiera pidió nada para me- Lo maniataron y lo encerraron en el ascensor. rendar. Se sentaron en el suelo del balcón, para Tuvo que sacarlo Rosaura. Supongo que luego te disfrutar del sol de la tarde, y, en pocas palabras, lo contará ella con todo lujo de detalles. Lucía le refirió su conversación en el parque con el —Vaya, pobre señor Lucarda, con lo distinguido presunto vampiro. y lo estirado que es. Espero que no le hicieran —Te has librado por los pelos -dijo el niño con daño. un estremecimiento-. Si te llega a hipnotizar, —No, está perfectamente. Sólo tiene una he- habría hecho contigo lo que hubiera querido. Lo ridita en el labio. del pellizco ha sido buena idea. Lo tendré en —Hay cada salvaje por ahí suelto... cuenta por si me pasa a mí... Esa tarde Lucía no fue al colegio. Le dijo a su —¿Y qué opinas de todo este lío? -preguntó madre que había dormido muy poco y le dolía la ella. cabeza, lo cual era totalmente cierto, y se echó —Creo que se trata de un montaje de Lucarda una larga siesta. La despertó Tomás llamándola para echarle el guante a Camila. Mejor dicho, para desde su balcón. hincarle el diente. ¿Qué otra cosa puede ser? —¿Hay alguna novedad? -le preguntó su amigo —Eso mismo pienso yo -convino Lucía-. Pero cuando ella se asomó. —Poca cosa -contestó la niña con afectada hay cosas que no acabo de ver claras... ¿Por qué no indiferencia-. He estado charlando con el señor lo ha matado Camila? Lucarda. —No se puede matar a un vampiro -le recordó —¿Qué? -exclamó él-. ¿Te estás quedando Tomás-. Ya está muerto. conmigo? —Quiero decir que por qué no lo destruyó. Seguro que sabe lo que hay que hacer en estos casos. 80 81
  • 39. -No es fácil clavarle a alguien una estaca en el corazón y luego cortarle la cabeza, por muy 10 vampiro que sea y Camila parece incapaz de matar a una mosca. Es tan dulce... Sí, pero en la carta dice que no tenemos nada que temer de Lucarda. —A lo mejor lo tiene dominado con algún tipo de pacto o de encantamiento. No me extrañaría que Camila fuera un hada o algo por el estilo - A pesar de la siesta, Lucía estaba muy cansada y esa noche se fue a la cama temprano. dijo Tomás. -Puede ser -admitió ella-. Realmente, parece un Antes de acostarse bajó la persiana del balcón. hada... Camila le decía en la carta que no tenía nada que temer, y la niña se fiaba de ella; pero tal vez Lucarda tuviera recursos insospechados, y era mejor no correr riesgos innecesarios. Se durmió enseguida y tuvo un sueño muy agradable. Estaba en un jardín precioso, lleno de flores y blancas estatuas, que brillaban a la luz de la luna. Como en los sueños las cosas nunca se están quietas del todo, las estatuas fluctuaban, se mecían sobre sus pedestales, parecían hacerle señas... De pronto, una de las estatuas, que brillaba más que las otras y representaba a una mujer bellísima, empezó a llamarla dulcemente: «Lu- cía... Lucía...*.
  • 40. —Lucía... Lucía... —No exactamente. Algunos dirían incluso que No estaba soñando. La voz era real, y procedía soy todo lo contrario. del balcón. —Lucía... —¿Una bruja? Aun medio dormida, la niña se levantó, se acercó —Algo parecido -contestó Camila con una triste a la persiana y, por entre las rendijas que quedaban sonrisa. en la mitad superior, vio a Camila. Llevaba un —He hablado con el señor Lucarda. Me ha dado vaporoso vestido blanco que, a la luz de la luna, un susto terrible. resplandecía como las estatuas de su sueño. —Ya te he dicho que no tienes nada que temer de Lucía subió la persiana y Camila entró en la él. Tiene un aspecto bastante siniestro, pero es habitación. Estaba muy pálida y parecía cansada. inofensivo. Incluso podría ayudarle, llegado el —Perdona que te despierte a estas horas -se caso. disculpó la joven acariciándole la cabeza-, pero e* —Pero él dice que tú... -Lucía no se atrevió a que ha habido un cambio de planes. No podré venir seguir. el domingo, tal como te decía en la carta. Estaré —¿Qué es lo que dice? bastante tiempo fuera, y no quería irme sin —Que eres... despedirme de ti. -¿Sí? —¿Por qué te vas? -preguntó la niña, apenada. —Una vampira -logró decir por fin la niña. —Es un poco difícil de explicar, Lucía. Yo no soy Camila la miró a los ojos durante un largo una persona del todo normal, ¿sabes? instante, con una turbadora mezcla de tristeza y ternura. —¿Eres un hada, o algo así? —Es cierto -dijo al fin. Lucía no podía dar crédito a sus oídos. No era posible que aquella encantadora joven, la más dulce y hermosa que jamás había visto, fuera un monstruo bebedor de sangre.
  • 41. —No.., no puede ser... -balbuceó la niña. —Eso dice también mi madre. —Hay cosas en la vida... y en la muerte... que —Se merecería que lo dejara tan seco como su no se eligen, querida Lucía -dijo Camila corazón -dijo Camila, y su expresión se endureció cogiéndole una mano y arrodillándose junto a ella por un instante. para quedar a su altura-. Yo no elegí ser lo que —No lo hagas, por favor -rogó Lucía. soy, y no puedo hacer nada para evitarlo. —No, claro que no lo haré -la tranquilizó la —Lucarda dice que querrás convertirme en vampira a vampira revolviéndole el pelo con un gesto mí también. ■ cariñoso-. Solo le he sacado medio litro de sangre, —En eso se equivoca. Nunca he matado a nadie, y tú eres la última persona del mundo a la lo mismo que se les saca a los donantes. Eso no que haría daño. hace ningún daño; hasta es saludable. Se puede —¿Nunca has matado a nadie? decir que le he hecho un favor -añadió riendo. —No. —Pues dice Tomás que está aterrorizado. —Pero los vampiros... —Me alegro. Se merecía un buen susto. A ver si —Hay vampiros y vampiros -la interrumpió aprende a tratar mejor a los demás. Camila-. Es cierto, por desgracia, que algunos son —Y entonces, si no matas ni conviertes a nadie tan crueles y sanguinarios como los que aparecen en vampiro, ¿por qué te persigue Lucarda? - en las películas. Pero otros nos limitamos a preguntó la niña tras una pausa. sobrevivir, o sobremorir, procurando hacer el -Él no sabe eso. Solo sabe que soy una vampira y menor daño posible. que me dedico a chuparle la sangre a la gente. —¿Le has chupado la sangre al señor Oliva? — ¿Y por qué no se lo dices? Explícale que solo —Sí. Escojo a mis víctimas entre las personas más atacas a los malvados y que solo les chupas un malvadas y egoístas, y te aseguro que el señor poquito. Oliva es un mal bicho.
  • 42. — No me creería. Odia a los vampiros en -bromeó Camila-. Y no sé cuánto tiempo dormiré, general, y está convencido de que todos somos pues no tengo a nadie que me pueda despertar. monstruos sanguinarios. Y hay que reconocer —¿Qué quieres decir? que con los de su propia familia no se equivoca. —Cuando un vampiro entra en letargo, suele —¿Es cierto que desciende del conde encargar a alguien, generalmente a otro vampiro, Drácula? que le despierte al cabo de un tiempo. De lo —Sí. contrario, se puede pasar años durmiendo, o —¿Y sucedió de verdad lo que cuenta la no- vela? incluso siglos. I' -—Yo te puedo despertar -dijo la niña. —No, pero está inspirada en un personaje —No, no puedes. Tengo que dormir en una real. Se dice incluso que el autor de la novela cripta del cementerio y... llegó a conocer al auténtico Drácula, y por eso lo |!: —No tengo miedo -la interrumpió Lucía-. Los describió tan bien. cementerios son lugares tristes, pero no pe- Tras una pausa, Lucía preguntó: ligrosos. —¿Y adonde vas a ir? —Eres muy valiente, y muy lista, pero sólo —De vez en cuando, los vampiros nos tomamos eres una niña. No puedo pedirte que vayas de un descanso, una especie de vacaciones, y noche al cementerio y entres en una cripta. Pocos dormimos durante varios meses seguidos, como adultos se atreverían a hacerlo. los osos cuando entran en letargo. Por razones —Pero yo no tengo miedo -insistió Lucía-, y no que ahora mismo no te puedo explicar, tengo quiero estar años sin volver a verte. Si eres mi que tomarme una de esas vacaciones. amiga, tienes que dejarme que te ayude. —¿Estarás fuera mucho tiempo? Camila la miró durante un largo instante antes -En realidad, no estaré fuera, sino dentro de decir:
  • 43. tapa yacía la estatua de una mujer con los brazos La escalera llevaba a una cámara subterránea cruzados sobre el pecho. Camila encendió una bastante más amplia que el mausoleo, en la que antorcha que cogió de un soporte fijado a la había tres ataúdes, uno de ellos muy pequeño. pared, y a la oscilante luz de las llamas la nina —Como ves, no estaré sola -comentó Camila pudo ver con claridad el rostro de la estatua mientras abría uno de los ataúdes, que estaba yacente. vacío. El interior, forrado de raso blanco, parecía —¡Eres tú! -exclamó. muy confortable-. Los otros dos están ocupados —Sí -dijo Camila-. Es mi tumba. A ver si eres por mi primo Ludolfo y mi sobrina Leticia. No capaz de levantar la tapa. Cuando vengas a puedo presentártelos ahora porque están en pleno despertarme, tendrás que hacerlo sola. letargo. —¡Es imposible! -protestó Lucía-. ¡Con esa —¿Vas a... meterte ya? -preguntó Lucía se- estatua a tamaño natural, debe de pesar más de ñalando el ataúd abierto. cien kilos! —No. Primero voy a acompañarte de nuevo a —Tiene truco -explicó la vampira con una sonrisa-. Anda, inténtalo. tu casa... Ahora ya sabes cómo llegar hasta aquí. La niña apoyó ambas manos bajo el borde de la Cuando vengas a despertarme, dentro de un año, tapa de mármol y empujó hacia arriba con todas tienes que abrir este ataúd y ponerme un diente sus fuerzas. Para su sorpresa, la tapa cedió y se de ajo junto a la nariz. abrió del todo como movida por un oculto —Pero yo creía que los vampiros no sopor- mecanismo, dejando a la vista una empinada tabais el ajo. escalera que se hundía en la oscuridad. —Así es, y por eso precisamente sirve para —Muy bien -la felicitó Camila. Luego le dio la despertarnos. Nos provoca un ataque de tos que antorcha a la niña, la cogió en brazos y la depositó nos saca del letargo -explicó Camila. en el interior del falso sepulcro, sobre el primer En ese momento, un leve ruido las hizo vol- escalón, y acto seguido entró ella también de un verse hacia la escalera, y un instante después ágil salto. 92 93
  • 44. apareció ante ellas un hombre alto y pálido, vestido prontamente del suelo y corrió junto a la vam pira, de negro. cuya tos reverberaba en la cripta de tal forma que —¡Señor Lucarda! -exclamó Lucía. parecía que había varias personas tosiendo a la —¡Sabía que irías a buscar a la niña! -exclamó él vez. señalando a Camila con un dedo acusador. Y no solo lo parecía. Con un estremecí miento, —De modo que has estado vigilando su balcón Lucía se dio cuenta de que del interior de los dos y nos has seguido hasta aquí -dijo la vampira sin ataúdes cerrados procedían sendas toses, una grave perder la calma-. Más te valdría no haberlo hecho. y profunda y la otra aguda como la de un niño. —No te tengo miedo, monstruo -replicó —¡Estúpido! -gritó Camila mirando a Lu carda Lucarda sacándose del bolsillo un pulverizador de con ojos de fuego-. ¡El ajo ha sacado a mis parientes perfume-. Este frasco está lleno de esencia de ajo... de su letargo! Márchate antes de que se levanten. —¡No se te ocurra usarlo aquí dentro! -exclamó No sé si podría salvarte de sus iras. Camila levantando las manos en un gesto —No dejaré a una niña indefensa a merced de desesperado, pero ya era tarde. Lucarda apretó un tres inmundos vampiros -replicó él sujetándose la par de veces la pera de goma del perfumador y un mano herida. Los agudos caninos de la «niña intenso olor a ajo se difundió por el enrarecido aire indefensa» le habían abierto dos sangrantes de la cripta. orificios cerca de la muñeca. Mientras Camila tosía violentamente, como Casi al unísono, las tapas de los dos ataúdes se presa de un ataque de asma, Lucía corrió hacia abrieron bruscamente, como impulsadas por un Lucarda, le agarró la mano en la que tenía el resorte, dejando a la vista a sus ocupantes. perfumador y se la mordió. Con un grito de dolor, En el ataúd grande yacía un hombre de edad él dejó caer el frasco; la niña lo recogió indefinida, pálido como la cera, completamente calvo y de orejas puntiagudas. En el