PINTURA DEL RENACIMIENTO EN ESPAÑA (SIGLO XVI).ppt
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III Trimestre de 2015
Misioneros
Notas de Elena G. de White
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Lección 6
8 de agosto 2015
Ester y Mardoqueo:
Sábado 1 de agosto
Hay trabajo serio que hacer en este tiempo, y los padres deben educar a
sus hijos para que tomen parte en él. Las palabras de Mardoqueo pudieran
aplicarse a los hombres y jóvenes de hoy: "¿Y quién sabe si para una ocasión
como ésta has llegado a ser reina?" (Ester 4:14). Los jóvenes deben estar
adquiriendo solidez de carácter para que estén capacitados para ser útiles.
Daniel y José eran jóvenes de principios firmes a quienes Dios podía usar
para llevar a cabo sus propósitos. Fijaos bien en su historia y ved cómo obró
Dios en su favor. José hizo frente a diversas experiencias, las cuales pusieron
a prueba su valor y rectitud hasta lo máximo. Después de ser vendido en
Egipto, fue al principio favorecido y se le confiaron grandes responsabilida-
des: pero repentinamente, sin ser culpable, fue injustamente acusado y echa-
do en prisión. Pero no se desanimó. Confió en Dios: y salieron a relucir el
propósito de su corazón y la pureza de sus motivos. El ojo de Dios estaba
sobre él, una mano divina lo guiaba y pronto lo vemos salir de la prisión para
compartir el trono de Egipto...
Los talentos más brillantes no son de ningún valor a menos que sean me-
jorados: los hábitos de diligencia y fuerza de carácter moral y finas cualida-
des mentales no se logran al azar. Dios proporciona las oportunidades: el
éxito depende del uso que hagamos de ellas. Las oportunidades providencia-
les han de discernirse prontamente y aprovecharse con esmero...
Padres, si queréis educar a vuestros hijos para que sirvan a Dios y hagan
el bien en el mundo, haced de la Biblia vuestro libro de texto. Ella descubre
las tretas de Satanás. Es el gran medio para la elevación de la humanidad, la
reprobadora y correctora de males morales, la detectora que nos capacita para
distinguir entre lo verdadero y lo falso. No importa que otra cosa se enseñe
en el hogar o la escuela, la Biblia, como la gran educadora debe ocupar el
primer lugar. Si se le da su lugar, se honra a Dios y el obrará en vuestro favor
conviniendo a vuestros hijos. Hay una rica mina de verdad y belleza en este
Santo Libro, y los padres no tendrán a nadie sino a si mismos que culpar si
no la hacen intensamente interesante para sus hijos (Testimonios para la igle-
sia, tomo 5. pp. 300. 301).
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Dios pide a su pueblo que se una armoniosamente en el servicio que le
prestan, para que puedan trabajar siguiendo los métodos de Cristo. Este últi-
mo mensaje de amonestación debe darse al mundo, y se llama continuamente
a los que están dispuestos a ir para llevarlo a los campos misioneros que pi-
den ayuda. Hay quienes no pueden ir personalmente a esos campos, pero
pueden ayudar con sus recursos a sostener la obra. Dejemos que la luz brille
en el lugar donde nos encontramos. Distribuyamos revistas y folletos a las
personas con quienes nos relacionamos, en los medios de transporte público,
cuando visitamos a alguien, o bien cuando conversamos con los vecinos: y
aprovechemos toda ocasión para pronunciar palabras oportunas. El Espíritu
Santo hará que la semilla fructifique en algunos corazones. Como pueblo,
debemos cultivar la bondad y la cortesía en nuestra relación con la gente.
Evitemos toda brusquedad y esforcémonos siempre por presentar la verdad
en forma agradable. Esta verdad significa vida, vida eterna, para quien la
recibe. Por eso debemos aprender la forma de pasar con facilidad y cortesía
de los temas de naturaleza temporal a los de naturaleza espiritual y eterna. La
cortesía caracterizaba la obra del Salvador. Procuremos presentar nuestra
misión en la forma más suave posible. Mientras realizamos nuestras diversas
actividades debemos colocar las semillas de la verdad en los corazones (Con-
sejos sobre la salud, pp. 432.433).
Domingo 2 de agosto:
Ester en Persía
Vasti rehusó obedecer la orden del rey. Pensó que cuando él recobrara la
lucidez, alabaría la conducta de ella. Pero el rey tenía consejeros insensatos,
los cuales argüyeron que así se daría poder a una mujer, lo que sería perjudi-
cial para ella...
Si el rey hubiese mantenido su dignidad real practicando hábitos de tem-
perancia, nunca habría dado esta orden: pero tenía la mente afectada por el
vino, y no pudo proceder sabiamente.
Cuando llegó esa orden del rey. Vasti no la obedeció porque sabía que se
había bebido mucho vino, y que Asuero estaba bajo su influencia embriaga-
dora. Por el bien de su esposo, asi como por el de ella misma, decidió no
retirarse de su puesto a la cabeza de las damas de la corte. Hay poca duda de
que el rey, una vez que hubo considerado el asunto, comprendió que Vasti
merecía recibir honores y no el trato que se le había dado.
Ninguna ley de divorcio dada por hombres que durante muchos días se
habían entregado a beber vino, hombres que estaban incapacitados para con-
trolar el apetito, podía ser de valor alguno a los ojos del Rey de reyes. Esos
hombres no podían razonar sensata ni noblemente. No podían discernir la
verdadera situación (Comentario bíblico adventista, tomo 3. p. 1157).
Jesús mismo nunca compró la paz por la transigencia. Su corazón rebosa-
ba de amor por toda la familia humana, pero nunca fue indulgente con sus
pecados. Amaba demasiado a los seres humanos para guardar silencio mien-
tras éstos seguían una conducta funesta para sus almas, las almas que él había
comprado con su propia sangre. Él trabajaba para que el hombre fuese fiel a
sí mismo, fiel a su más elevado y eterno interés. Los siervos de Cristo son
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llamados a hacer la misma obra, y deben velar, no sea que al tratar de evitar
la discordia, traicionen la verdad. Han de seguir "lo que hace a la paz", pero
la verdadera paz no puede obtenerse traicionando los buenos principios. Y
ningún hombre puede ser fiel a estos principios sin excitar oposición. Un
cristianismo espiritual recibirá la oposición de los hijos de la desobediencia.
Pero Jesús dijo a sus discípulos: "No temáis a los que matan el cuerpo, mas
el alma no pueden matar". Los que son fieles a Dios no necesitan temer el
poder de los hombres ni la enemistad de Satanás. En Cristo está segura su
vida eterna. Lo único que han de temer es traicionar la verdad, y así el come-
tido con que Dios los honró (El Deseado de todas las gentes, pp. 322.323).
Lunes 3 de agosto:
Ester en la corte del rey
El mensaje de Cristo a la samaritana con la cual había hablado junto al
pozo de Jacob, había producido fruto. Después de escuchar sus palabras, la
mujer había ido a los hombres de la ciudad, y les había dicho: "Venid, ved un
hombre que me ha dicho todo lo que he hecho: ¿si quizá es éste el Cristo?"
Ellos fueron con ella, oyeron a Jesús, y creyeron en él. Ansiosos de oír más,
le rogaron a Jesús que se quedase con ellos. Por dos días él se detuvo allí, "y
creyeron muchos más por la palabra de él" (Juan 4:29.41).
Y cuando sus discípulos fueron expulsados de Jerusalén, algunos hallaron
seguro asilo en Samaría. Los samaritanos dieron la bienvenida a estos mensa-
jeros del evangelio, y los judíos convertidos recogieron una preciosa mies
entre aquellos que habían sido antes sus más acerbos enemigos (Los hechos
de los apóstoles, pp. 87. 88).
Mientras Jesús estaba todavía sentado a orillas del pozo, miró los campos
de la mies que se extendían delante de él, y cuyo suave verdor parecía dorado
por la luz del sol. Señalando la escena a sus discípulos, la usó como símbolo:
"¿No decís vosotros: Aún hay cuatro meses hasta que llegue la siega? He
aquí os digo: Alzad vuestros ojos, y mirad las regiones, porque ya están
blancas para la siega". Y mientras hablaba, miraba a los grupos que se acer-
caban al pozo. Faltaban cuatro meses para la siega, pero allí había una mies
ya lista para la cosecha (El Deseado de todas las gentes, p. 162).
En todo vuestro trabajo, recordad que estáis unidos con Cristo y que sois
parte del gran plan de la redención. El amor de Cristo debe fluir por vuestra
conducta como un rio de salud y vida. Mientras procuráis atraer a otros al
círculo del amor de Cristo, la pureza de vuestro lenguaje, el desprendimiento
de vuestro servicio, y vuestro comportamiento gozoso han de atestiguar el
poder de su gracia. Dad al mundo una representación de Cristo tan pura y
justa, que los hombres puedan contemplarle en su hermosura (El ministerio
de curación, p. 113).
Martes 4 de agosto:
"SI para esta hora" (Ester 2:19-5:8)
En la providencia de Dios, la joven judía Ester, quien temía al Altísimo,
había sido hecha reina de los dominios medo-persas. Mardoqueo era pariente
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cercano de ella. En su necesidad extrema, decidió apelar a Jerjes en favor de
su pueblo. Ester iba a presentarse a él como intercesora. Dijo Mardoqueo:
"¿Y quién sabe si para esta hora te han hecho llegar al reino?" La crisis que
arrostró Ester exigía presta y fervorosa acción: pero tanto ella como Mardo-
queo se daban cuenta de que a menos que Dios obrase poderosamente en su
favor, de nada valdrían sus propios esfuerzos. De manera que Ester tomó
tiempo para comulgar con Dios, fuente de su fuerza. Indicó a Mardoqueo:
"Ve, y junta a todos los judíos que se hallan en Susán. y ayunad por mí... yo
también con mis doncellas ayunaré igualmente, y así entraré al rey, aunque
no sea conforme a la ley; y si perezco, que perezca".
A toda casa y toda escuela, a todo padre, maestro y niño sobre los cuales
ha brillado la luz del evangelio, se hace en esta crisis la pregunta hecha a
Ester en aquella crisis decisiva de la historia de Israel: "¿Quién sabe si para
esta hora te han hecho llegar al reino?" (Conflicto y valor, p. 244).
El mismo espíritu que en siglos pasados indujo a los hombres a perseguir
la iglesia verdadera, los inducirá en el futuro a seguir una conducta similar
para con aquellos que se mantienen leales a Dios... El decreto que se promul-
gará finalmente contra el pueblo remanente de Dios será muy semejante al
que promulgó Asuero contra los judíos. Hoy los enemigos de la verdadera
iglesia ven en el pequeño grupo que observa el mandamiento del sábado, un
Mardoqueo a la puerta. La reverencia que el pueblo de Dios manifiesta hacia
su ley, es una reprensión constante para aquellos que han desechado el temor
del Señor y pisotean su sábado... Hombres encumbra¬dos y célebres se uni-
rán con los inicuos y los viles para concertarse contra el pueblo de Dios. Las
riquezas, el genio y la educación se combinarán para cubrirlo de desprecio.
Gobernantes, ministros y miembros de la iglesia, llenos de un espíritu perse-
guidor, conspirarán contra ellos.
De viva voz y por la pluma, mediante jactancias, amenazas y el ridículo,
procurarán destruir su fe. Por calumnias y apelando a la ira, algunos desper-
tarán las pasiones del pueblo. No pudiendo presentar un "Así dicen las Escri-
turas" contra los que defienden el día de reposo bíblico, recurrirán a decretos
opresivos para suplir la falta. A fin de obtener popularidad y apoyo, los legis-
ladores cederán a la demanda por leyes dominicales. Pero los que temen a
Dios no pueden aceptar una institución que viola un precepto del Decálogo.
En este campo de batalla se peleará el último gran conflicto en la controver-
sia entre la verdad y el error. Y no se nos deja en la duda en cuanto al resul-
tado. Hoy, como en los días de Ester y Mardoqueo, el Señor vindicará su
verdad y a su pueblo (Conflicto v valor, p. 245).
Diariamente queda comprobado el amor de Dios hacia nosotros: y sin
embargo, no pensamos en sus favores y somos indiferentes a sus súplicas. Él
trata de impresionamos con su espíritu de ternura, su amor y tolerancia: pero
apenas si reconocemos los indicios de su bondad y poco nos percatamos de
la lección de amor que él desea que aprendamos. Algunos, como Aman, ol-
vidan todos los favores de Dios, porque Mardoqueo está delante de ellos y no
es castigado: porque sus corazones están llenos de enemistad y odio, más
bien que de amor, el espíritu de nuestro amado Redentor, que dio su preciosa
vida por sus enemigos. Profesamos tener el mismo Padre, estar dirigiéndonos
a la misma patria inmortal, disfrutar de la misma solemne fe y creer el mismo
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mensaje de prueba, y sin embargo, muchos están en disensión unos con otros
como niños rencillosos...
Los que aman a Dios no pueden abrigar odio o envidia. Mientras que el
principio celestial del amor eterno llena el corazón, fluirá a los demás, no
simplemente porque se reciban favores de ellos, sino porque el amor es el
principio de acción, y modifica el carácter, gobierna los impulsos, domina las
pasiones, subyuga la enemistad y eleva y ennoblece los afectos (Testimonios
selectos, tomo 3. pp. 264, 265).
Miércoles 5 de agosto:
Mardoqueo y Amán
El decreto que ha de proclamarse contra el pueblo de Dios será muy simi-
lar al que promulgó Asuero contra los judíos en el tiempo de Ester. El edicto
persa brotó de la malicia de Amán hacia Mardoqueo. No porque Mardoqueo
le hubiese hecho daño, sino porque se negaba a mostrarle la reverencia que
pertenece solamente a Dios...
Dios ha revelado lo que ha de acontecer en los postreros días, a fin de que
su pueblo esté preparado para resistir la tempestad de oposición e ira. Aque-
llos a quienes se les han anunciado los sucesos que les esperan, no han de
permanecer sentados en tranquila expectación de la venidera tormenta, con-
solándose con el pensamiento de que el Señor protegerá a sus fieles en el día
de la tribulación. Hemos de ser como hombres que aguardan a su Señor, no
en ociosa expectativa, sino trabajando fervientemente, con fe inquebrantable.
No es ahora el momento de permitir que nuestras mentes se enfrasquen en
cosas de menor importancia. Mientras los hombres están durmiendo. Satanás
arregla activamente los asuntos de tal manera que el pueblo de Dios no ob-
tenga ni misericordia ni justicia. El movimiento dominical se está abriendo
paso en las tinieblas. Los dirigentes están ocultando el fin verdadero, y mu-
chos de los que se unen al movimiento no ven hacia donde tiende la corriente
que se hace sentir por debajo. Los fines que profesan son benignos y aparen-
temente cristianos: pero cuando hablen, se revelará el espíritu del dragón.
Es nuestro deber hacer todo lo que está en nuestro poder para evitar el pe-
ligro que nos amenaza. Debemos esforzamos por desarmar el prejuicio y
colocamos en la debida luz delante de la gente. Debemos presentarles real-
mente lo que está en cuestión, e interponer así la protesta más eficaz contra
las medidas destinadas a restringir la libertad de conciencia. Debemos escu-
driñar las Escrituras para poder dar razón de nuestra fe.
Dios obró siempre en favor de su pueblo en su más extrema necesidad,
cuando parecía haber menos esperanza de que se pudiese evitar la mina. Los
designios de los impíos enemigos de la iglesia están sujetos a su poder y su
providencia es capaz de predominar sobre ellos. Él puede obrar sobre los
corazones de los estadistas: la ira de los turbulentos y desafectos aborrecedo-
res de Dios, de su verdad y de su pueblo puede ser desviada, como se desvían
los ríos cuando él lo ordena. La oración mueve el brazo de la Omnipotencia
(Joyas de los testimonios. tomo 2. pp. 149-153).