TUTORIA II - CIRCULO DORADO UNIVERSIDAD CESAR VALLEJO
La gracia de Dios en acción
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El sábado enseñaré...
Texto clave: Lucas 15:11- 24.
Enseña a tu clase a:
Saber reconocer que la parábola del hijo perdido revela la gracia en acción de Dios
hacia sus hijos descarriados.
Sentir gozo al abrazar de todo corazón los dones divinos de misericordia y gracia.
Hacer: Relacionarse con Dios como con un Padre amante, que siempre está
esperando con los brazos abiertos para recibir a sus hijos arrepentidos de vuelta
en casa.
Bosquejo de la lección:
I. Saber: El dolor de un hijo.
A. Explica de qué manera la historia del hijo perdido revela la naturaleza de la
gracia de Dios hacia nosotros.
B. ¿Qué debe suceder en el corazón del hijo pródigo antes de que pueda regresar
a casa, y por qué?
II. Sentir: El amor de un Padre.
A. ¿Qué te revela la reacción del padre ante su hijo perdido, que regresó a casa,
acerca de la profundidad y la pasión del amor de Dios por ti?
B. ¿Cómo puedes permitir que Dios viva su vida dentro de ti, de modo que seas
un canal para amar y bendecir a otros?
III. Hacer: El enojo de un hermano.
A. Cuando aquellos en quien confiamos se desvían de Dios, y luego regresan, ¿de
qué forma puedes evitar ceder a la tentación de sentir amargura, como la que
experimentó el hermano mayor que se creía muy justo y bueno?
B. ¿De qué manera la historia del hijo perdido te puede ayudar a amar a otros
como Dios te ama a ti?
Resumen: Cada segundo de nuestra vida, Dios ejerce todo su poder, gracia y misericordia
para reconciliarnos con su gran corazón de amor.
Ciclo de aprendizaje
Pasaje destacado: Lucas 11:15 - 24.
Concepto clave para el crecimiento espiritual: Cada segundo de nuestra vida, Dios
ejerce todo su poder, gracia y misericordia para reconciliarnos con su gran corazón de
amor.
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{ 1: ¡Motiva!}
• Solo para los maestros: Enfatiza a los miembros de tu clase la importancia de
relacionarse con Dios como con un Padre amante, que siempre está esperando con los
brazos abiertos para recibirnos de regreso.
Actividad inicial: Piensa en una ocasión en que dejaste tu hogar por un período más o
menos largo. ¿Cuál fue la razón? Tal vez fue para una vacación con la familia, un viaje
de negocios o para estudiar en el extranjero. Usando tantos sentidos como sea posible,
describe cómo te sentiste cuando por fin regresaste a casa.
Considera: ¿De qué manera esta experiencia de volver al hogar puede ayudarte a
imaginar cómo se habrá sentido el hijo pródigo en el momento de reunirse con su padre?
¿En qué forma te ayuda esto a comprender más plenamente el amor incondicional que el
Padre tiene por ti?
{ 2: ¡Explora!}
• Solo para los maestros: En la historia del regreso del hijo pródigo, resalta la imagen
del padre corriendo al encuentro de su hijo. Enfatiza que Dios siempre está listo para
abrazarnos con compasión, vestirnos con perdón y sanar nos con su misericordia.
Comentario de la Biblia
I. El hijo perdido (Repasa, con tu clase, Luc. 15:11-24; Rom. 3:24-26.)
Como seres caídos, con pasados llenos de cicatrices de pecado y con pro- pensión a volver
a caer en el pecado, necesitamos profunda y diariamente los poderes restauradores y
regeneradores de la gracia. La historia del hijo perdido en Lucas 15 toma la exégesis de
la gracia –como se bosqueja en Romanos 3:24 al 26– y le da forma en la emocionante
narración de lo que significa, para Dios, otorgar gracia al pecador arrepentido y, para el
pecador, recibirla. Como señala la lección, la relación entre el padre y su hijo descarriado
no solo se restaura: se transforma. Consideremos los puntos clave de la historia para
identificar esos elementos de transformación de la gracia en acción, y para entender mejor
cómo Dios anhela sanar nuestra relación con él que está rota, transformar nuestra vida y
restaurarnos a una comunión con él.
Desde el comienzo, es importante notar dos cosas: 1) dónde comienza la acción, y 2) qué
relación hay entre ambos personajes. Notamos que el escenario es una propiedad, y que
la relación entre el pródigo, o joven heredero, y el hombre mayor es la de padre e hijo.
Esta relación paternal revela que el joven no es un extraño; más bien, este reconoce la
autoridad sobre él y su relación con su padre. El problema no es que el joven no sepa
quién es el padre, sino que lo sabe, pero no aprecia la relación.
Nota, además, que el hijo joven no da una razón para sus demandas; ni el padre se las
pide. Sencillamente, el padre divide la propiedad y le da al hijo lo que pide. Si nosotros
elegimos abandonarlo, por más que eso rompe su corazón, Dios no nos obligará a
quedarnos. La prueba de que Dios no es indiferente a nuestro abandono se ve en el hecho
de que, cuando el hijo vuelve pero todavía está lejos, el padre corre a recibirlo.
Sin embargo, antes de que pueda suceder ese momento en la historia, el hijo tiene que
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llegar a reconocer su condición perdida y caída. Y, a fin de darse cuenta de que está
perdido, tiene que perder todo. Ocurre un período de hambre y, en ese sentido, el paisaje
de la historia es un espejo del paisaje interior del corazón: hay tanto hambre espiritual
como literal. El hijo está muriendo de hambre, literalmente, así como figuradamente tiene
hambre de la gracia de Dios. No obstante, el hambre es solo el comienzo de sus pesares,
o el catalizador, y es lo que el hijo debe soportar para ser transformado. A fin de darse
cuenta de que está caído, debe llegar a la ruina y la desesperación totales. Cuando se le
termina el dinero, pierde a sus amigos; también pierde su estatus y su respeto propio, al
punto de que deseaba “llenar su vientre de las algarrobas que comían los cerdos” (vers.
16, énfasis añadido).
Revolcándose en la miseria y en el barro con los cerdos, el hijo menor “volviendo en sí,
dijo: [...] Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra
ti. Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros. Y
levantándose, vino a su padre” (vers. 17-20). Nota que la historia dice dos veces que el
joven literalmente “se levantó”. Hundidos en el pecado, solo podemos ir en una dirección:
hacia arriba.
Romanos 3:24 al 26, en su explicación de lo que es la gracia, usa un lenguaje similar para
describir nuestra restauración, o ascenso, mediante la gracia inmerecida de Dios: “siendo
justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús”
(vers. 24). El uso de la expresión levantarse, en la historia del hijo perdido, para describir
su retorno a su padre, es un eco de la idea más profunda de lo que hace la gracia en acción,
como lo bosqueja Romanos: son la misericordia y la gracia divinas las que nos limpian,
nos elevan del pantano del pecado, nos justifican ante Dios, y nos permiten pararnos en
su presencia libres de pecado y de condenación.
Pero, así como la gracia fue posible solo por medio del sacrificio de Jesús, según
Romanos, la historia del hijo perdido también muestra que no puede haber restauración
sin sacrificio. El ternero engordado debe morir. Lo degüellan para la celebración y se
satisfacen con su carne. Y, aunque muere para que la familia reunida pueda celebrar, su
muerte es un recordativo solemne de que nuestro regreso gozoso al Padre celestial
depende de la muerte de su Hijo en esta Tierra.
Otro detalle notable en la historia no debe pasarse por alto: la furia del hijo mayor por el
regreso de su hermano. Nota el lenguaje que usa el heredero mayor para describir al
pródigo: no lo llama “mi hermano”, sino “tu hijo”. Adán usó un lenguaje similar acerca
de Eva cuando respondió a Dios por su transgresión. No se refirió a ella como “mi
esposa”, sino como “la mujer que me diste por compañera” (Gén. 3:12).
Este lenguaje aleja y acusa intencionalmente. Tiene el objetivo de separar a los demás
pecadores de uno mismo, olvidando nuestra relación mutua y nuestra responsabilidad
hacia nuestros hermanos (la iglesia) y vecinos (el mundo). Es el lenguaje de la
autojustificación. El heredero está furioso porque el padre restaura al hijo menor y, con
eso, destruye completamente su creencia de que, de algún modo, él ha “ganado” su
herencia mediante sus buenas obras, mediante su registro de servicio sin manchas. El
hecho de que el hijo menor regresara y recibiera los elementos que indican que otra vez
es heredero, después de despilfarrar su parte completa, aleja para siempre la idea
equivocada de que la salvación es por las obras.
Considera: ¿Qué representa la separación del joven de su padre? ¿Qué debe ocurrir
primero antes de que vuelva en sí y retorne a su hogar? ¿Cuál es la reacción del padre
cuando el hijo regresa? ¿De qué manera esta reunión demuestra gracia? ¿Cuál es la
reacción del hermano frente al regreso del menor, y de qué modo expone el peligro de
pensar que la salvación se merece por obras?
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{ 3: ¡Aplica!}
• Solo para los maestros: Ayuda a los miembros de tu clase a aplicar, a las situaciones
prácticas de su propia vida, los principios de la gracia como se bosquejan en la historia
del hijo pródigo.
Preguntas de aplicación:
1. La historia del hijo perdido no trata, sencillamente, sobre el amor de Dios por
nosotros, sino también es una reprensión contra la dureza de corazón de un
hermano o creyente respecto de otro. ¿Cómo pueden tus propias experiencias de
regreso y arrepentimiento prevenirte contra la clase de dureza de corazón que
mostró el hermano mayor?
2. ¿Cuáles son algunas maneras en que te encuentras actuando hacia Dios como lo
hizo el joven imprudente? ¿De qué forma estás actuando contra tus hermanos
creyentes usando la autojustificación del hermano mayor? ¿Qué principios enseña
la historia que te ayudan a volver al Padre y permitirle que viva su vida por medio
de ti, amando a otros como él te ama?
{ 4: ¡Crea!}
• Solo para los maestros: Anima a los miembros de tu clase a recordar que, no importa
cuánto nos hayamos hundido en el pecado, nunca estaremos tan bajo que Dios no nos
pueda levantar, y que él nunca dejará de anhelar que regresemos a él.
Actividad 1: Concluye cantando “Tierno y amante, Jesús nos invita”, o algún otro himno
que transmita la invitación de Cristo a regresar a él.
Actividad 2: Termina la historia: aun cuando en la casa se celebra el regreso del hijo
perdido, no todo sigue con felicidad. El hijo mayor, por lo menos, no muestra deseos de
unirse al festejo, y las últimas palabras son las del padre. Imagínate el resto de la historia,
cuando ambos hermanos se reúnen. Teniendo en cuenta que el hijo mayor está lleno de
resentimiento, ¿de qué forma podrían las palabras del padre comenzar a ablandar su
corazón y producir la reconciliación? ¿Cómo la contarías?