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Pero ¿quién me dará la respuesta jamás usada?
Alejandra Pizarnik
La crisis económica ha intensificado la preocupación de
las administraciones por el control del gasto sanitario pú-
blico, siendo objeto de este control especialmente el gas-
to farmacéutico. En los últimos meses hemos podido ver
cómo se han instaurado tres medidas de mayor relevan-
cia: a) modificación del copago farmacéutico previamente
existente (cuya novedad principal fue la eliminación de la
gratuidad de los medicamentos para los pensionistas);
b) desfinanciación de más de 400 medicamentos desti-
nados a tratar «síntomas menores», y c) instauración de
la tasa de 1 euro por receta en Cataluña.
Antes de analizar estas medidas, es bueno conocer algu-
nos datos sobre el consumo y el coste de los medicamen-
tos en España y su relación con los países de nuestro
entorno, para situarnos en el contexto adecuado. Según
datos del informe de la OMS de 2011 sobre consumo de
medicamentos, España es el segundo país del mundo en
consumo de medicamentos por habitante (tras EE.UU.) y
ocupa ese mismo lugar en gasto farmacéutico por habi-
tante (detrás de Francia); los precios de los medicamen-
tos en España se encuentran cerca de la media de los paí-
ses de nuestro entorno. Teniendo en cuenta estos datos,
podemos afirmar que el gasto farmacéutico en nuestro
país no está lastrado por los precios (a pesar de ser este
el factor sobre el que siempre se incide), sino por el con-
sumo de medicamentos, aspecto sobre el que se debería
actuar para obtener un mayor beneficio potencial.
Existen dos aspectos que deberíamos tener en cuenta a la
hora de analizar las decisiones que se han tomado recien-
temente: el efecto que prevemos que tengan sobre el
gasto farmacéutico y sus efectos sobre la salud de la po-
blación (modificaciones de la adherencia al tratamiento y
la posible aparición de desigualdades evitables en salud,
entre otros).
En el lado de los costes, el efecto esperable de las diferen-
tes medidas tomadas es desigual; tanto la modificación
del copago de medicamentos como la instauración del
euro por receta en Cataluña tendrán, previsiblemente,
efectos de disminución del gasto farmacéutico público
(aumento del privado), pudiendo repercutir, al menos en
el corto plazo, disminuyendo levemente el número de re-
cetas expedidas. La desfinanciación de medicamentos
para síntomas menores es algo que se ha realizado en
otros países1
(Turquía en 2007 y Francia en 2006), con
una disminución inmediata del gasto farmacéutico y una
recuperación parcial que puede llegar incluso a niveles su-
periores a los de antes de dicha medida, como conse-
cuencia del llamado efecto de sustitución (que consiste en
el desplazamiento de la prescripción desde medicamen-
tos previamente financiados hacia otros con una indica-
ción similar, con frecuencia más caros, y que permanecen
dentro de la financiación). En el caso de Turquía, este
efecto de sustitución produjo que, con la desfinanciación
de antitusivos, aumentara la prescripción de salbutamol
para tratar la tos.
En lo que se refiere a la influencia que puedan tener las
medidas adoptadas sobre la salud, existen pruebas de
que los incrementos en los copagos de medicamen-
tos (lo que incluiría la desfinanciación de medicamentos,
suponiendo un «copago» del 100% por parte del pa-
ciente) disminuyen la adherencia al tratamiento e incre-
mentan las tasas de interrupción en la toma de medi-
cación2
. Las pruebas científicas acerca de la influencia
de los copagos moderados de medicamentos sobre re-
sultados clínicos son poco consistentes si se analizan
desde un punto de vista global, pero existen datos que
indicarían un impacto negativo de estos copagos en la
salud de los pacientes con patologías crónicas y aque-
llos pertenecientes a clases sociales bajas (aumento de
reingresos, mayor número de visitas a dispositivos sa-
nitarios, etc.)2,3
.
Es complicado predecir cómo afectarán estas medidas a la
equidad en salud. Existen datos que parecen indicar que
los copagos en medicamentos (aunque sean cantidades
moderadas) hacen que las personas con rentas inferiores
tomen menos tratamientos que aquellos con rentas su-
periores, existiendo cierto gradiente social en esta falta de
adherencia terapéutica3
.
Desbarajuste farmacológico:
contra cada ocurrencia, ciencia
Javier Padilla Bernáldez
Especialista en Medicina Familiar y Comunitaria. Máster en Economía de la Salud.
Editorial
2. Javier Padilla Bernáldez Desbarajuste farmacológico: contra cada ocurrencia, ciencia
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En resumen, tenemos unas decisiones recientes en ma-
teria de medicamentos que convierten el gasto farmacéu-
tico público en gasto farmacéutico privado, sin que se
prevea que puedan disminuir notablemente el consumo
total de medicamentos y con posibles efectos sobre la
adherencia terapéutica.
Más allá de los efectos inmediatos de las medidas que se
están tomando, deberían preocuparnos los criterios utili-
zados para ello. En el RD 16/2012 se contemplan como
supuestos para la desfinanciación de medicamentos los
siguientes (entre otros):
• Que el principio activo cuente con un perfil de segu-
ridad y eficacia favorable y suficientemente docu-
mentado a través de años de experiencia y un uso ex-
tenso.
• (Por) estar indicados en el tratamiento de síntomas
menores.
Todas estas reformas deberían aprovecharse para instau-
rar criterios de financiación y desfinanciación (ambos
procesos son las dos caras de una misma moneda y no
debería concebirse el uno sin el otro) basados en los es-
tudios de evaluación económica de medicamentos, el
análisis de impacto presupuestario y el análisis marginal,
con criterios de transparencia y objetividad en la toma de
decisiones4
. El uso de variables como la magnitud del sín-
toma tratado (clasificación que intenta eliminar la subje-
tividad de algo tan personal como la vivencia de la inten-
sidad de un síntoma) es un paso atrás en la financiación
selectiva de medicamentos basada en el valor terapéuti-
co añadido5
, que sentaría las bases de una política far-
macéutica racional y sostenible. Para que esto fuera po-
sible deberían considerarse algunos de los siguientes
aspectos:
• Instauración de un sistema de financiación y desfi-
nanciación de medicamentos basado en el valor tera-
péutico añadido y la relación coste-efectividad incre-
mental.
• Modificación del copago existente, convirtiéndolo en
un copago progresivo que no se aplique a los ciudada-
nos con menor poder adquisitivo y que no grave la en-
fermedad, sino la renta.
• Llevar a cabo estrategias de gestión de profesionales
sanitarios que vayan más allá de las bajadas de suel-
dos y la instauración de incentivos económicos, consi-
guiendo que los clínicos podamos sentirnos implica-
dos e identificados con las tareas de optimización de
los recursos, por el bien del sistema sanitario, de nues-
tros pacientes y de la sociedad en su conjunto. Ignorar
el papel de los profesionales sanitarios en la ejecución
del gasto sanitario es ignorar el funcionamiento de
nuestro sistema.
En tiempos de crisis las reformas se multiplican, es nece-
sario que no nos dejemos cegar por la simpleza y apa-
rente rentabilidad inmediata de algunas opciones y que
pongamos en marcha alternativas efectivas, eficientes y
duraderas que tengan en cuenta, ahora más que nunca,
que los grupos de población más desfavorecidos no pue-
den ser doblemente afectados, por la crisis y por las re-
formas que de ella se derivan.
Bibliografía
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