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SAFO
Grecia: 650 a.C - 580 a.C.
Y la noche entera con sus canciones
...
y la noche entera con sus canciones
celebrando pasan tu amor las virgenes
y el de tu mujer de florido seno,
junto a la puerta;
mas, despierta, novio, que los amigos
de tu edad te esperan; puese deseamos
ver hoy menos sueño que los pardales
gorgoriteantes.
WILLIAM SHAKESPEARE
Inglaterra: 1564-1616
De los hermosos el retoño ansiamos
para que su rosal no muera nunca,
pues cuando el tiempo su esplendor marchite
guardará su memoria su heredero.
Pero tú, que tus propios ojos amas,
para nutrir la luz, tu esencia quemas
y hambre produces en donde hay hartura,
demasiado cruel y hostil contigo.
Tú que eres hoy del mundo fresco adorno,
pregón de la radiante primavera,
sepultas tu poder en el capullo,
dulce egoísta que malgasta ahorrando.
Del mundo ten piedad: que tú y la tumba,
ávidos, lo que es suyo no devoren.
FRANCISCO DE QUEVEDO
Cerrar podrá mis ojos la postrera
Sombra que me llevare el blanco día,
Y podrá desatar esta alma mía
Hora, a su afán ansioso lisonjera;
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Y perder el respeto a ley severa.
Alma, a quien todo un Dios prisión ha sido,
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Médulas, que han gloriosamente ardido,
Su cuerpo dejará, no su cuidado;
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EDGAR ALLAN POE
A ...
Las enramadas donde veo
en sueños, las más variadas
aves cantoras, son labios y son
tus musicales palabras susurradas.
Tus ojos, entronizados en el cielo,
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FEDERICO GARCIA LORCA
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EL PARAÍSO PERDIDO (FRAGMENTO)
Canta celeste Musa la primera desobediencia del hombre.
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Trajo la muerte al mundo y todos nuestros males
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En la secreta cima del Oreb o del Sinaí tú inspiraste
A aquel pastor que fue el primero en enseñar a la escogida grey
Cómo en su principio salieron del caos los cielos y la tierra;
Y si te place más la colina de Sión o el arroyo de Siloé
Que se deslizaba rápido junto al oráculo de Dios,
Allí invocaré tu auxilio en favor de mi osado canto;
Que no con débil vuelo pretendo remontarme
Sobre el monte Aonio al empeñarme en un asunto
Que ni en prosa ni en verso nadie intentó jamás.
Y tú singularmente ¡Oh Espíritu! que prefieres
A todos los templos un corazón recto y puro,
Inspírame tu sabiduría. Tú estabas presente desde el principio
Y desplegando como una paloma tus poderosas alas
Cubriste el vasto abismo haciéndolo fecundo,
Ilumina mi oscuridad; realza y alienta mi bajeza
Para que desde la altura de este gran propósito
Pueda glorificar a la Providencia eterna
Justificando las miras de Dios para con los hombres.
Di ante todo, ya que ni la celestial esfera
Ni la profunda extensión del infierno ocultan nada a tu vista,
Di qué causa movió a nuestros primeros padres,
Tan favorecidos del cielo en su feliz estado,
A separarse de su Creador e incurrir en la única prohibición
Que les impuso siendo señores del mundo todo.
¿Quién fue el primero que los incitó a su infame rebelión?
La infernal Serpiente. Ella con su malicia animada
Por la envidia y el deseo de venganza
Engañó a la Madre del género humano.
Por su orgullo había sido arrojada del cielo
Con toda su hueste de ángeles rebeldes
Y con el auxilio de éstos, no bastándole eclipsar
La gloria de sus próceres, confiaba en igualarse
Al Altísimo si el Altísimo se le oponía.
CHARLES BAUDELAIRE
A la que es demasiado alegre
Tu cabeza, tu gesto, tu aire
Como un bello paisaje, son bellos;
Juguetea en tu cara la risa
Cual fresco viento en claro cielo.
El triste paseante al que rozas
Se deslumbra por la lozanía
Que brota como un resplandor
De tus espaldas y tus brazos.
El restallante colorido
De que salpicas tus tocados
Hace pensar a los poetas
En un vivo ballet de flores.
Tus locos trajes son emblema
De tu espíritu abigarrado;
Loca que me has enloquecido,
Tanto como te odio te amo.
Frecuentemente en el jardín
Por donde arrastro mi atonía,
Como una ironía he sentido
Que el sol desgarraba mi pecho;
Y el verdor y la primavera
Tanto hirieron mi corazón,
Que castigué sobre una flor
La osadía de la Naturaleza.
Así, yo quisiera una noche,
Cuando la hora del placer llega,
Trepar sin ruido, como un cobarde,
A los tesoros que te adornan,
A fin de castigar tu carne,
De magullar tu seno absuelto
Y abrir a tu atónito flanco
Una larga y profunda herida.
Y, ¡vertiginosa dulzura!
A través de esos nuevos labios,
Más deslumbrantes y más bellos,
Mi veneno inocularte, hermana.
ARTHUR RIMBAUD
Cabeza de un fausno
En el follaje, estuche verde que el oro dora,
en el follaje, incierto y cuajado de flores
que florecen magníficas, donde un beso mora,
nervioso, mientras rasga los bordados primores,
un asustado fauno arquea su entrecejo,
mordiendo con sus dientes blancos las flores rojas.
Moreno, tinto en sangre, igual que un vino añejo,
su labio estalla en risas perdido por las hojas.
Y cuando, cual ardilla, por la fronda se espanta,
prendida de las ramas su risa se estremece;
y vemos, asustado por el pinzón que canta,
cómo El Beso de oro del Bosque se adormece.
PAUL VERLAINE
A una mujer
A usted, estos versos, por la consoladora gracia
De sus ojos grandes donde se ríe y llora un dulce sueño;
A su alma pura y buena, a usted
Estos versos desde el fondo de mi violenta miseria.
Y es que, ¡ay!, la horrible pesadilla que me visita
No me da tregua y, va, furiosa, loca, celosa,
Multiplicándose como un cortejo de lobos
Y se cuelga tras mi sino, que ensangrienta.
Oh, sufro, sufro espantosamente, de tal modo
Que el primer gemido del hombre
Arrojado del Edén es una égloga al lado del mío.
Y las penas que usted pueda tener son como
Las golondrinas que un cielo al mediodía,
Querida, en un bello día de septiembre tibio.
WILLIAM BLAKE
Canto para acunar
Dulces sueños, formad una pantalla
Sobre la linda cabeza de mi niño;
dulces sueños de agradables corrientes
bajo rayos de luna felices y silenciosos.
Dulce sueño, que tus cejas tejan
con suave felpa una corona infantil;
dulce sueño, Ángel terso,
fluctúa sobre mi niño dichoso.
Dulces sonrisas, durante la noche
meceos sobre mi encanto;
dulces sonrisas, sonrisas de Madre,
cautivad la noche interminable.
Dulces lamentos, suspiros de paloma,
no alejéis el letargo de tus ojos,
dulces lamentos, sonrisas aún más dulces,
cautivad todos los lamentos de paloma.
Duerme, duerme, niño afortunado,
que toda la creación duerme y sonríe;
duerme, duerme felices sueños,
mientras tu madre llora sobre ti.
Dulce bebé, en tu rostro
puedo discernir la santa imagen;
dulce bebé, otrora como tú
yacía tu hacedor y lloraba por mí.
Lloró por mí, por ti, por todos
cuando era apenas un pequeñito.
Su imagen siempre verás,
rostro celestial que sobre ti sonríe,
A ti, a mí, a todos les sonríe;
quien se volvió un pequeñito.
Las sonrisas infantiles son sus mismas
sonrisas;
y cautivan con paz el cielo y la tierra.
Constantino Cavafis
Griego: 1863-1933
La mesa del lado
Constantino Cavafis
Apenas tendría veintidós años.
Y sin embargo estoy seguro, que, hace casi esos
años, este mismo cuerpo lo gocé.
No es en absoluto una exaltación del erotismo.
Y sólo poco rato antes entré al casino:
no he tenido tiempo para beber mucho.
El mismo cuerpo yo lo gocé.
Y si no recuerdo dónde -un olvido mío no importa.
Ah mira, ahora que se sentó en la mesa del lado,
conozco cada movimiento que hace -y por debajo de la ropa
desnudos los miembros amados vuelvo a ver.
WALT WHITMON
Dije que el alma no es superior al cuerpo,
y dije que el cuerpo no es superior al alma,
y nada, ni Dios siquiera, es más grande
para uno que lo uno mismo es,
y quien camina una cuadra sin amar al prójimo
camina amortajado hacia su propio funeral,
y yo o tú podemos comprar la flor y nata
de la Tierra sin un céntimo, sin un céntimo
en el bolsillo,
y mirar con un sólo ojo o mostrar un grano
en su vaina, desconcierta las enseñanzas
de todos los tiempos,
y no hay oficio ni empleo en el que un joven
no pueda convertirse en héroe,
y el objeto más delicado puede servir
de eje al universo,
y digo a cualquier hombre o mujer:
que tu alma se alce tranquila y serena
ante un millón de universos.
FERNANDO PESSOA
El guardador de rebaños
Desde la ventana más alta de mi casa,
con un pañuelo blanco digo adiós
a mis versos, que viajan hacia la humanidad.
Y no estoy alegre ni triste.
Ése es el destino de los versos.
Los escribí y debo enseñárselos a todos
porque no puedo hacer lo contrario,
como la flor no puede esconder el color,
ni el río ocultar que corre,
ni el árbol ocultar que da frutos.
He aquí que ya van lejos, como si fuesen en la diligencia,
y yo siento pena sin querer,
igual que un dolor en el cuerpo.
¿Quién sabe quién los leerá?
¿Quién sabe a qué manos irán?
Flor, me cogió el destino para los ojos.
Árbol, me arrancaron los frutos para las bocas.
Río, el destino de mi agua era no quedarse en mí.
Me resigno y me siento casi alegre,
casi tan alegre como quien se cansa de estar triste.
¡Idos, idos de mí!
Pasa el árbol y se queda disperso por la Naturaleza.
Se marchita la flor y su polvo dura siempre.
Corre el río y entra en el mar y su agua es siempre la
que fue suya.
Paso y me quedo, como el Universo.
ELIZABETH BARRET
Aléjate de mí...
Aléjate de mí. Mas sé que, para siempre,
he de estar en tu sombra. Ya nunca, solitaria,
irguiéndome en los mismos umbrales de mi vida
recóndita, podré gobernar los impulsos
de mi alma, ni alzar la mano como antaño,
al sol, serenamente, sin que perciba en ella
lo que intenté hasta ahora apartar: el contacto
de tu mano en la mía. Esta anchurosa tierra
con que quiso alejarnos el destino, en el mío
deja tu corazón, con latir doble. En todo
lo que hiciere o soñare estás presente, como
en el vino el sabor de las uvas. Y cuando
por mí rezo al Señor, en mis ruegos tu nombre
escucha y ve en mis ojos mezclarse nuestras lágrimas.
THOMAS STEAM ELIOT
Luna de miel
Han visto los Países Bajos, vuelven a Tierras Altas;
pero una noche de verano, helos aquí Ravena,
muy cómodos entre dos sábanas, donde doscientas pulgas;
el sudor estival y un fuerte olor a perra.
Están de espaldas, con las rodillas separadas,
cuatro piernas hinchadas de mordiscos.
Echan atrás las sábanas y usan mejor las uñas.
A menos de una legua está San Apolinario-
en -Clase, una basílica para conocedores,
capiteles de acanto que agita el viento.
Tomarán el tren horario a las ocho y de Padua
llevarán sus miserias a Milán,
donde se hallan la Cena y un restaurant barato.
Él piensa en las propinas, saca cuentas.
Habrán visto Suiza y atravesado Francia.
Y San Apolinario, derecho y ascético,
vieja fábrica de Dios desvinculada, guarda
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  • 1. SAFO Grecia: 650 a.C - 580 a.C. Y la noche entera con sus canciones ... y la noche entera con sus canciones celebrando pasan tu amor las virgenes y el de tu mujer de florido seno, junto a la puerta; mas, despierta, novio, que los amigos de tu edad te esperan; puese deseamos ver hoy menos sueño que los pardales gorgoriteantes. WILLIAM SHAKESPEARE Inglaterra: 1564-1616 De los hermosos el retoño ansiamos para que su rosal no muera nunca,
  • 2. pues cuando el tiempo su esplendor marchite guardará su memoria su heredero. Pero tú, que tus propios ojos amas, para nutrir la luz, tu esencia quemas y hambre produces en donde hay hartura, demasiado cruel y hostil contigo. Tú que eres hoy del mundo fresco adorno, pregón de la radiante primavera, sepultas tu poder en el capullo, dulce egoísta que malgasta ahorrando. Del mundo ten piedad: que tú y la tumba, ávidos, lo que es suyo no devoren. FRANCISCO DE QUEVEDO Cerrar podrá mis ojos la postrera Sombra que me llevare el blanco día, Y podrá desatar esta alma mía Hora, a su afán ansioso lisonjera; Mas no de esotra parte en la ribera Dejará la memoria, en donde ardía: Nadar sabe mi llama el agua fría, Y perder el respeto a ley severa. Alma, a quien todo un Dios prisión ha sido, Venas, que humor a tanto fuego han dado, Médulas, que han gloriosamente ardido, Su cuerpo dejará, no su cuidado; Serán ceniza, mas tendrá sentido; Polvo serán, mas polvo enamorado.
  • 3. EDGAR ALLAN POE A ... Las enramadas donde veo en sueños, las más variadas aves cantoras, son labios y son tus musicales palabras susurradas. Tus ojos, entronizados en el cielo, caen al fin desesperadamente ¡oh Dios!, en mi funérea mente como luz de estrellas sobre un velo. Oh, tu corazón... suspiro al despertar y duermo para soñar hasta que raya el día en la verdad que el oro jamás podrá comprar y en las bagatelas que sí podría.
  • 4. GARCILAZO DE LA VEGA Un rato se levanta mi esperanza: mas, cansada de haberse levantado, torna a caer, que deja, mal mi grado, libre el lugar a la desconfianza. ¿Quién sufrirá tan áspera mudanza del bien al mal? ¡Oh corazón cansado! Esfuerza en la miseria de tu estado; que tras fortuna suele haber bonanza. Yo mesmo emprenderé a fuerza de brazos romper un monte, que otro no rompiera, de mil inconvenientes muy espeso. Muerte, prisión no pueden, ni embarazos, quitarme de ir a veros, como quiera, desnudo espirtu o hombre en carne y hueso. FEDERICO GARCIA LORCA
  • 5. Árbol de Sangre riega la mañana por donde gime la recién parida. Su voz deja cristales en la herida y un gráfico de hueso en la ventana. Mientras la luz que viene fija y gana blancas metas de fábula que olvida el tumulto de venas en la huida hacia el turbio frescor de la manzana, Adam sueña en la fiebre de la arcilla un niño que se acerca galopando por el doble latir de su mejilla. Pero otro Adán oscuro está soñando neutra luna de piedra sin semilla donde el niño de luz se irá quemando. EL PARAÍSO PERDIDO (FRAGMENTO) Canta celeste Musa la primera desobediencia del hombre. Y el fruto de aquel árbol prohibido cuyo funesto manjar Trajo la muerte al mundo y todos nuestros males Con la pérdida del Edén, hasta que un Hombre, más grande, Reconquistó para nosotros la mansión bienaventurada. En la secreta cima del Oreb o del Sinaí tú inspiraste A aquel pastor que fue el primero en enseñar a la escogida grey
  • 6. Cómo en su principio salieron del caos los cielos y la tierra; Y si te place más la colina de Sión o el arroyo de Siloé Que se deslizaba rápido junto al oráculo de Dios, Allí invocaré tu auxilio en favor de mi osado canto; Que no con débil vuelo pretendo remontarme Sobre el monte Aonio al empeñarme en un asunto Que ni en prosa ni en verso nadie intentó jamás. Y tú singularmente ¡Oh Espíritu! que prefieres A todos los templos un corazón recto y puro, Inspírame tu sabiduría. Tú estabas presente desde el principio Y desplegando como una paloma tus poderosas alas Cubriste el vasto abismo haciéndolo fecundo, Ilumina mi oscuridad; realza y alienta mi bajeza Para que desde la altura de este gran propósito Pueda glorificar a la Providencia eterna Justificando las miras de Dios para con los hombres. Di ante todo, ya que ni la celestial esfera Ni la profunda extensión del infierno ocultan nada a tu vista, Di qué causa movió a nuestros primeros padres, Tan favorecidos del cielo en su feliz estado, A separarse de su Creador e incurrir en la única prohibición Que les impuso siendo señores del mundo todo. ¿Quién fue el primero que los incitó a su infame rebelión? La infernal Serpiente. Ella con su malicia animada Por la envidia y el deseo de venganza Engañó a la Madre del género humano. Por su orgullo había sido arrojada del cielo Con toda su hueste de ángeles rebeldes Y con el auxilio de éstos, no bastándole eclipsar La gloria de sus próceres, confiaba en igualarse Al Altísimo si el Altísimo se le oponía. CHARLES BAUDELAIRE
  • 7. A la que es demasiado alegre Tu cabeza, tu gesto, tu aire Como un bello paisaje, son bellos; Juguetea en tu cara la risa Cual fresco viento en claro cielo. El triste paseante al que rozas Se deslumbra por la lozanía Que brota como un resplandor De tus espaldas y tus brazos. El restallante colorido De que salpicas tus tocados Hace pensar a los poetas En un vivo ballet de flores. Tus locos trajes son emblema De tu espíritu abigarrado; Loca que me has enloquecido, Tanto como te odio te amo. Frecuentemente en el jardín Por donde arrastro mi atonía, Como una ironía he sentido Que el sol desgarraba mi pecho; Y el verdor y la primavera Tanto hirieron mi corazón, Que castigué sobre una flor La osadía de la Naturaleza. Así, yo quisiera una noche,
  • 8. Cuando la hora del placer llega, Trepar sin ruido, como un cobarde, A los tesoros que te adornan, A fin de castigar tu carne, De magullar tu seno absuelto Y abrir a tu atónito flanco Una larga y profunda herida. Y, ¡vertiginosa dulzura! A través de esos nuevos labios, Más deslumbrantes y más bellos, Mi veneno inocularte, hermana. ARTHUR RIMBAUD Cabeza de un fausno En el follaje, estuche verde que el oro dora, en el follaje, incierto y cuajado de flores que florecen magníficas, donde un beso mora, nervioso, mientras rasga los bordados primores, un asustado fauno arquea su entrecejo, mordiendo con sus dientes blancos las flores rojas. Moreno, tinto en sangre, igual que un vino añejo, su labio estalla en risas perdido por las hojas. Y cuando, cual ardilla, por la fronda se espanta, prendida de las ramas su risa se estremece; y vemos, asustado por el pinzón que canta, cómo El Beso de oro del Bosque se adormece.
  • 9. PAUL VERLAINE A una mujer A usted, estos versos, por la consoladora gracia De sus ojos grandes donde se ríe y llora un dulce sueño; A su alma pura y buena, a usted Estos versos desde el fondo de mi violenta miseria. Y es que, ¡ay!, la horrible pesadilla que me visita No me da tregua y, va, furiosa, loca, celosa, Multiplicándose como un cortejo de lobos Y se cuelga tras mi sino, que ensangrienta. Oh, sufro, sufro espantosamente, de tal modo Que el primer gemido del hombre Arrojado del Edén es una égloga al lado del mío. Y las penas que usted pueda tener son como Las golondrinas que un cielo al mediodía, Querida, en un bello día de septiembre tibio. WILLIAM BLAKE
  • 10. Canto para acunar Dulces sueños, formad una pantalla Sobre la linda cabeza de mi niño; dulces sueños de agradables corrientes bajo rayos de luna felices y silenciosos. Dulce sueño, que tus cejas tejan con suave felpa una corona infantil; dulce sueño, Ángel terso, fluctúa sobre mi niño dichoso. Dulces sonrisas, durante la noche meceos sobre mi encanto; dulces sonrisas, sonrisas de Madre, cautivad la noche interminable. Dulces lamentos, suspiros de paloma, no alejéis el letargo de tus ojos, dulces lamentos, sonrisas aún más dulces, cautivad todos los lamentos de paloma. Duerme, duerme, niño afortunado, que toda la creación duerme y sonríe; duerme, duerme felices sueños, mientras tu madre llora sobre ti. Dulce bebé, en tu rostro puedo discernir la santa imagen; dulce bebé, otrora como tú yacía tu hacedor y lloraba por mí. Lloró por mí, por ti, por todos cuando era apenas un pequeñito.
  • 11. Su imagen siempre verás, rostro celestial que sobre ti sonríe, A ti, a mí, a todos les sonríe; quien se volvió un pequeñito. Las sonrisas infantiles son sus mismas sonrisas; y cautivan con paz el cielo y la tierra. Constantino Cavafis Griego: 1863-1933 La mesa del lado Constantino Cavafis Apenas tendría veintidós años. Y sin embargo estoy seguro, que, hace casi esos años, este mismo cuerpo lo gocé. No es en absoluto una exaltación del erotismo. Y sólo poco rato antes entré al casino: no he tenido tiempo para beber mucho. El mismo cuerpo yo lo gocé. Y si no recuerdo dónde -un olvido mío no importa. Ah mira, ahora que se sentó en la mesa del lado, conozco cada movimiento que hace -y por debajo de la ropa desnudos los miembros amados vuelvo a ver. WALT WHITMON
  • 12. Dije que el alma no es superior al cuerpo, y dije que el cuerpo no es superior al alma, y nada, ni Dios siquiera, es más grande para uno que lo uno mismo es, y quien camina una cuadra sin amar al prójimo camina amortajado hacia su propio funeral, y yo o tú podemos comprar la flor y nata de la Tierra sin un céntimo, sin un céntimo en el bolsillo, y mirar con un sólo ojo o mostrar un grano en su vaina, desconcierta las enseñanzas de todos los tiempos, y no hay oficio ni empleo en el que un joven no pueda convertirse en héroe, y el objeto más delicado puede servir de eje al universo, y digo a cualquier hombre o mujer: que tu alma se alce tranquila y serena ante un millón de universos. FERNANDO PESSOA
  • 13. El guardador de rebaños Desde la ventana más alta de mi casa, con un pañuelo blanco digo adiós a mis versos, que viajan hacia la humanidad. Y no estoy alegre ni triste. Ése es el destino de los versos. Los escribí y debo enseñárselos a todos porque no puedo hacer lo contrario, como la flor no puede esconder el color, ni el río ocultar que corre, ni el árbol ocultar que da frutos. He aquí que ya van lejos, como si fuesen en la diligencia, y yo siento pena sin querer, igual que un dolor en el cuerpo. ¿Quién sabe quién los leerá? ¿Quién sabe a qué manos irán? Flor, me cogió el destino para los ojos. Árbol, me arrancaron los frutos para las bocas. Río, el destino de mi agua era no quedarse en mí. Me resigno y me siento casi alegre, casi tan alegre como quien se cansa de estar triste.
  • 14. ¡Idos, idos de mí! Pasa el árbol y se queda disperso por la Naturaleza. Se marchita la flor y su polvo dura siempre. Corre el río y entra en el mar y su agua es siempre la que fue suya. Paso y me quedo, como el Universo. ELIZABETH BARRET Aléjate de mí... Aléjate de mí. Mas sé que, para siempre, he de estar en tu sombra. Ya nunca, solitaria, irguiéndome en los mismos umbrales de mi vida recóndita, podré gobernar los impulsos de mi alma, ni alzar la mano como antaño, al sol, serenamente, sin que perciba en ella lo que intenté hasta ahora apartar: el contacto de tu mano en la mía. Esta anchurosa tierra con que quiso alejarnos el destino, en el mío
  • 15. deja tu corazón, con latir doble. En todo lo que hiciere o soñare estás presente, como en el vino el sabor de las uvas. Y cuando por mí rezo al Señor, en mis ruegos tu nombre escucha y ve en mis ojos mezclarse nuestras lágrimas. THOMAS STEAM ELIOT Luna de miel Han visto los Países Bajos, vuelven a Tierras Altas; pero una noche de verano, helos aquí Ravena, muy cómodos entre dos sábanas, donde doscientas pulgas; el sudor estival y un fuerte olor a perra. Están de espaldas, con las rodillas separadas, cuatro piernas hinchadas de mordiscos. Echan atrás las sábanas y usan mejor las uñas. A menos de una legua está San Apolinario- en -Clase, una basílica para conocedores, capiteles de acanto que agita el viento. Tomarán el tren horario a las ocho y de Padua llevarán sus miserias a Milán, donde se hallan la Cena y un restaurant barato. Él piensa en las propinas, saca cuentas. Habrán visto Suiza y atravesado Francia. Y San Apolinario, derecho y ascético, vieja fábrica de Dios desvinculada, guarda
  • 16. todavía en sus piedras derrumbándose la forma precisa de Bizancio.