la revelacion de jesucristo, estudio del libro Apocalipsis
Taller sobre la virgen maria
1.
2. Juan Pablo II, Audiencia general, 4 de
diciembre de 1996. MARIA MADRE DE DIOS
1. Aunque se realizó por obra del Espíritu
Santo y de una Madre Virgen, la generación
de Jesús, como la de todos los hombres paso
por las fases de la concepción, la gestación y
el parto. Además, la maternidad de María
no se limitó exclusivamente al proceso
biológico de la generación, sino que, al igual
que sucede en el caso de cualquier otra
madre, también contribuyó de forma
esencial al crecimiento y desarrollo de su
hijo.
No sólo es madre la mujer que da a luz un
niño, sino también la que lo cría y lo educa;
más aún, podemos muy bien decir que la
misión de educar es según el plan divino,
una prolongación natural de la
procreación.
3. 3. Los dones especiales, con los que Dios había colmado a
María, la hacían especialmente apta para desempeñar la
misión de madre y educadora. En las circunstancias
concretas de cada día, Jesús podía encontrar en ella un
modelo para seguir e imitar, y un ejemplo de amor perfecto
a Dios y a los hermanos. Además de la presencia materna de
María, Jesús podía contar con la figura paterna de José,
hombre justo (cf. Mt 1, 19), que garantizaba el necesario
equilibrio de la acción educadora. Desempeñando la función
de padre, José cooperó con su esposa para que la casa de
Nazaret fuera un ambiente favorable al crecimiento y a la
maduración personal del Salvador de la humanidad. Luego,
al enseñarle el duro trabajo de carpintero, José permitió a
Jesús insertarse en el mundo del trabajo y en la vida social.
4. Permanece la grandeza de la tarea encomendada a
la Virgen Madre: ayuda a su Hijo Jesús a crecer,
desde la infancia hasta la edad adulta, «en sabiduría,
en estatura y en gracia» (Lc 2, 52) y a formarse para
su misión. María y José aparecen, por tanto, como
modelos de todos los educadores. Los sostienen en
las grandes dificultades que encuentra hoy la familia
y les muestran el camino para lograr una formación
profunda y eficaz de los hijos. Su experiencia
educadora constituye un punto de referencia seguro
para los padres cristianos, que están llamados, en
condiciones cada vez más complejas y difíciles, a
ponerse al servicio del desarrollo integral de la
persona de sus hijos, para que lleven una vida digna
del hombre y que corresponda al proyecto de Dios.
6. 2. Prometo mi protección
y las gracias más grandes
a aquellos que recen el
Rosario.
3. El Rosario es una arma
poderosa para no ir al
infierno, destruirá los
vicios, disminuirá los
pecados, y defendernos
de las herejías.
7. 4. Se otorgará la virtud
y las buenas obras
abundarán, se
otorgará la piedad de
Dios para las almas,
rescatará a los
corazones de la gente
de su amor terrenal y
vanidades, y los
elevará en su dedeo por
las cosas eternas. Las
mismas almas se
santificarán por este
medio.
8. 5. El alma que se
encomiende a mi en el
Rosario no perecerá.
6. Quien rece el Rosario
devotamente, y lleve los
misterios como testimonio de
vida no conocerá la
desdicha. Dios no lo
castigará en su justicia, no
tendrá una muerte
violenta, y si es
justo, permanecerá en la
gracia de Dios, y tendrá la
recompensa de la vida
9. 7. Aquel que sea
verdadero devoto del
Rosario no perecerá sin
los Sagrados
Sacramentos.
8. Aquellos que recen
con mucha fe el Santo
Rosario en vida y en la
hora de su muerte
encontrarán la luz de
Dios y la plenitud de su
gracia, en la hora de la
muerte participarán en
el paraíso por los
méritos de los Santos.
10. 9. Libraré del
purgatorio a
quienes recen el
Rosario
devotamente.
10. Los niños
devotos al Rosario
merecerán un alto
grado de Gloria en
el cielo.
11. 11. Obtendrán todo lo
que me pidan
mediante el Rosario.
12. Aquellos que
propaguen mi Rosario
serán asistidos por mí
en sus necesidades.
12. 13. Mi hijo me ha
concedido que todo
aquel que se encomiende
a mi al rezar el Rosario
tendrá como intercesores
a toda la corte celestial
en vida y a la hora de la
muerte.
14. Son mis niños aquellos
que recitan el Rosario, y
hermanos y hermanas de
mi único hijo, Jesucristo.
14. Los beneficios del Rosario
1. Nos otorga gradualmente un conocimiento
completo de Jesucristo.
2. Purifica nuestras almas, lavando nuestras
culpas.
3. Nos da la victoria sobre nuestros enemigos.
4. Nos facilita practicar la virtud.
5. Nos enciende el amor a Nuestro Señor.
6. Nos enriquece con gracias y méritos.
7. Nos provee con lo necesario para pagar
nuestras deudas a Dios y a nuestros familiares
cercanos, y finalmente, se obtiene toda clase
de gracia de nuestro Dios todopoderoso.