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Energía y política exterior
No es casual que después de más de 50 años Estados
Unidos haya decidido cambiar su política exterior respecto a
Cuba.
Los altos precios del petróleo han logrado grandes
inversiones en todo tipo de energías, poniendo en riesgo la
dependencia del combustible fósil utilizado como principal
fuente de energía. Las grandes reservas de petróleo de
esquisto que se han descubierto en Estados Unidos; que se
explota mediante el fracking o fractura hidráulica, han
generado un desbalance en el mundo energético
convirtiéndolo en un nuevo jugador de la oferta.
Desde la década del 70 no había logrado la mayor
producción doméstica de crudo, por lo que pasó de ser un
voraz comprador a un potencial vendedor de hidrocarburos, necesitando con urgencia abrir mercados.
El mercado natural de Estados Unidos es Latinoamérica, por lo que lo primero que necesita es cambiar su imagen
del “Imperio” por una más suave que le permita ofrecer shale gas o shale oil y poder competir con Petrocaribe;
empresa creada por el extinto presidente Hugo Chávez para controlar los votos de estos países en varios
organismos internacionales (ONU, OEA, etc.) a cambio de petróleo subsidiado por Venezuela.
La baja del precio del petróleo pone en riesgo que Petrocaribe pueda seguir subsidiando a estos países y los obliga
a pensar en la necesidad de sustituir esta fuente de energía, para lo cual necesitan cambiar sus políticas de
protección a inversiones privadas en especial en esta área.
Pensando en esto, Estados Unidos realizó la primera Cumbre de Seguridad Energética en el Caribe poco después
del anuncio del Presidente Obama de restablecer las relaciones diplomáticas con Cuba y pedir al Congreso
Norteamericano levantar el embargo a la isla.
El desarrollo de la industria y por ende el crecimiento económico de cualquier país son una variable dependiente de
la energía, por lo que sus relaciones exteriores están basadas en el balance energético interno y externo. Un
Estado serio, diseña principalmente su política exterior en función de su matriz energética y su dependencia
tecnológica.
Cuando un país es altamente dependiente de los ingresos generados por las materias primas; en especial de
combustibles fósiles, sin haber logrado procesos de industrialización y diversificación de su economía, está sujeto a
que los precios internacionales fluctúen en función de variables tecnológicas y políticas que no son controlables ni
predecibles.
En Bolivia hemos transitado modelos económicos, pero siempre hemos mantenido el mismo patrón monoexportador
de materias primas. La década de la bonanza de materias primas, parece haber concluido y lamentablemente no
hemos aprovechado nuestro potencial energético (solar, eólica, hidráulica, geotérmica, biomasa, gas natural y litio) y
nuestra posición geopolítica estratégica para convertirnos en el centro energético del cono sur.