2. Etica cívica y ética
religiosa
• Se ha sentido la
necesidad de una
ética pública o
cívica como en este
momento de nuestra
historia, tras la
experiencia de
corrupción
sistémica y
progresiva;
preocupa la
persistencia de las
redes de la
corrupción y la
inercia de
mentalidades y
costumbres
fuertemente
ancladas que la
favorecen.
• Se toma conciencia
de la ética
ciudadana como
condición
indispensable para
nuestro desarrollo y
para nuestra
convivencia
democrática
3. • Debemos tomar
conciencia de que
una ética ciudadana
es una condición
indispensable para
nuestro desarrollo y
para nuestra
convivencia
democrática
• La ética no es
puramente racional,
pues hay en la
acción humana un
mundo de afectos,
de sentimientos y
experiencias que se
entrecruzan con las
razones, y que
motivan a
reaccionar de tal o
cual manera ante un
hecho; es allí donde
se revela el
carácter de una
persona.
4. • Este carácter
humano de la
ética es el que
permite que en
ella podamos
coincidir
creyentes y los
que llamamos “no
creyentes”, ya que
tenemos las
mismas
obligaciones
morales básicas.
• Hay que recordar
a veces algo que
es de Perogrullo:
se puede ser
moral sin ser
religioso –y
viceversa,
lamentablemente;
los creyentes no
tenemos el
monopolio de la
moral, como a
veces estamos
inclinados a
pensar.