El documento presenta las lecturas de la misa del día, incluyendo una lectura del profeta Jeremías, un salmo responsorial y el Evangelio según san Mateo. La primera lectura habla de la desgracia del pueblo y la necesidad de confiar en Dios. El salmo pide a Dios que libre a su pueblo y perdone sus pecados. El Evangelio presenta la parábola de la cizaña y el trigo, explicando que al final sólo quedarán los justos en el Reino de Dios.
1. Primera Lectura: del profeta Jeremías (14,17-22):
Salmo Responsorial: Sal 78
R/. Líbranos, Señor, por el honor de tu nombre
Evangelio: san Mateo (13,36-43)
La semilla y la cizaña
Tiempo Ordinario. Cristo sembrador pasa
junto al surco de nuestra vida y deja caer
sus semillas.
Autor: P. Clemente González | Fuente: Catholic.net
2. Primera lectura
Lectura del profeta Jeremías (14,17-22):
Mis ojos se deshacen en lágrimas, día y noche no cesan: por la terrible
desgracia de la Doncella de mi pueblo, una herida de fuertes dolores.
Salgo al campo: muertos a espada; entro en la ciudad: desfallecidos de
hambre; tanto el profeta como el sacerdote vagan sin sentido por el
país.
«¿Por qué has rechazado del todo a Judá? ¿Tiene asco tu garganta de
Sión? ¿Por qué nos has herido sin remedio? Se espera la paz, y no hay
bienestar, al tiempo de la cura sucede la turbación.
Señor, reconocemos nuestra impiedad, la culpa de nuestros padres,
porque pecamos contra ti.
No nos rechaces, por tu nombre, no desprestigies tu trono glorioso;
recuerda y no rompas tu alianza con nosotros.
¿Existe entre los ídolos de los gentiles quien dé la lluvia? ¿Soltarán los
cielos aguas torrenciales? ¿No eres, Señor Dios nuestro, nuestra
esperanza, porque tú lo hiciste todo?»
¡Es palabra de Dios! ¡Te alabamos Señor !
3. Salmo 78
R/. Líbranos, Señor, por el honor de tu nombre
No recuerdes contra nosotros
las culpas de nuestros padres;
que tu compasión nos alcance pronto,
pues estamos agotados. R/.
Socórrenos, Dios salvador nuestro,
por el honor de tu nombre;
líbranos y perdona nuestros pecados,
a causa de tu nombre. R/.
Llegue a tu presencia el gemido del cautivo:
con tu brazo poderoso salva a los condenados a muerte.
Mientras, nosotros, pueblo tuyo, ovejas de tu rebaño,
te daremos gracias siempre,
contaremos tus alabanzas de generación en generación. R/.
4. Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Mateo (13,36-43):
En aquel tiempo, Jesús dejó a la gente y se fue a casa. Los discípulos
se acercaron a decirle: «Acláranos la parábola de la cizaña en el
campo.»
Él les contestó: «El que siembra la buena semilla es el Hijo del
Hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los ciudadanos
del Reino; la cizaña son los partidarios del Maligno; el enemigo que
la siembra es el diablo; la cosecha es el fin del tiempo, y los segadores
los ángeles.
Lo mismo que se arranca la cizaña y se quema: así será el fin del
tiempo: el Hijo del Hombre enviará a sus ángeles y arrancarán de su
Reino a todos los corruptores y malvados y los arrojarán al horno
encendido; allí será el llanto y el rechinar de dientes. Entonces los
justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre. El que tenga
oídos, que oiga.»
¡Es palabra del Señor! ¡Gloria a Ti, Señor Jesús!
5. Oración
Señor, ayúdame a oír y a creer en tu Palabra, para que esta oración sea
el inicio de mi transformación, de modo que Tú seas el principio y el
fin de todas las actividades de este día.
Petición
Padre Santo, permite que sea un instrumento fiel y eficaz de tu
Evangelio.
6. Meditación
Lo dirige no sólo a sus discípulos, sino a todos: "¡Velad!". Es una llamada
saludable a recordar que la vida no tiene sólo la dimensión terrena, sino que es
proyectada hacia un "más allá", como una plantita que germina de la tierra y
se abre hacia el cielo.
Una plantita pensante, el hombre, dotada de libertad y responsabilidad, por lo
que cada uno de nosotros será llamado a rendir cuentas de cómo ha vivido, de
cómo ha usado las propias capacidades: si las ha conservado para sí o las ha
hecho fructificar también para el bien de los hermanos. [...]
Parece reflejar ciertos panoramas del mundo postmoderno: las ciudades donde
la vida se hace anónima y horizontal, donde Dios parece ausente y el hombre
el único amo, como si fuera él el artífice y el director de todo: construcciones,
trabajo, economía, transportes, ciencias, técnica, todo parece depender sólo del
hombre.
Y a veces, en este mundo que parece casi perfecto, suceden cosas chocantes, o
en la naturaleza, o en la sociedad, por las que pensamos que Dios pareciera
haberse retirado, que nos hubiera, por así decir, abandonado a nosotros
mismos.
En realidad, el verdadero "dueño" del mundo no es el hombre, sino
Dios. (Benedicto XVI, 27 de noviembre de 2011.)
7. Reflexión
La semilla que el sembrador deposita en tierra, durante días, incluso semanas
o meses, permanece escondida mientras se fecunda y fertiliza. Después, poco
a poco, inicia una pequeña planta que con el tiempo acogerá a las aves del
cielo, dará sombra al caminante cansado y lo alimentará con sus sabrosos
frutos.
Cristo sembrador pasa junto al surco de nuestra vida y deja caer sus semillas
de variadas virtudes. Aunque para nosotros es imperceptible, Él deposita en
nuestros corazones el germen para ser caritativos, pacientes, humildes, fieles,
sencillos, generosos. Con el sucederse de los meses y de los años nuestra
personalidad se enriquece con las virtudes que afloran en nuestro
comportamiento cotidiano en beneficio de los que nos rodean, familiares
cercanos o personas con las que entramos en contacto.
Es inevitable que, junto con el buen fruto, surja en el campo de modo
espontáneo abrojos y plantas silvestres que el buen agricultor quitará
oportunamente para que los frutos se desarrollen con plenitud lozanía.
Discordias, malos entendidos, envidias, rencores, pereza, pasiones, deseos
desordenados son las plantas silvestres que anidan en nuestra naturaleza y que
afloran sin previo aviso. El buen cristiano acude a la confesión donde Cristo
jardinero toma todas nuestras hierbas y actos malos y los arroja fuera de
nuestra alma para que nuestro corazón brille como un campo limpio y
abundante de frutos.
8. Propósito
Renunciar a algo bueno que me gusta, pero que no necesito, para
crecer en el amor a Dios.
Diálogo con Cristo
Señor, creo que Tú siempre estás al pendiente de mi vida y que el mal
no tendrá el triunfo final. Renuevo mi confianza en que, con tu gracia
y misericordia, podré conquistar la santidad. Cuando sienta el poder
del mal en mi corazón, ayúdame a recordar que esta vida es corta y
que todo mi esfuerzo es precioso ante tus ojos. Sostenme permitiendo
que siempre recuerde la felicidad que estás preparando para mí.