1. “Elegía a Ramón Sijé”, de Miguel Hernández
Miguel Hernández nace en Orihuela, un pueblo de Alicante, en 1910 y muere en 1942
en una cárcel de Alicante, donde había sido recluido por su ideología política. Se
considera escritor de la Generación del 27, a pesar de escribir con posterioridad a los
mismos. El propio grupo lo acogió y denominó “genial epígono”. “Elegía a Ramón
Sijé” se encuentra en el poemario El rayo que no cesa, de 1936.
El título nos centra en el tema, elegía a su “amigo del alma”, por tanto, se trata de una
exaltación por la pérdida de su gran amigo. El poema está estructurado en dos partes:
en un primer momento el autor lamenta de forma bastante exagerada el dolor
inmenso por la pérdida de su amigo. En un segundo lugar, se consuela imaginando
que su amigo regresa a la vida.
“Elegía a Ramón Sijé” es un poema compuesto de 16 estrofas, cada una de ellas de 3
versos endecasílabos, excepto la última, que tiene 4. El verso par de cada estrofa rima
con la siguiente, con los impares de la siguiente, por tanto son tercetos encadenados.
Ahora bien, la última estrofa es un serventesio.
Se trata de un poema muy ornamentado. En la primera parte, el autor emplea
connotaciones negativas para emplear su estado de ánimo, y en la segunda, cambia
hacia imágenes más positivas. Se observa que para cada una de las partes
mencionadas, el autor utiliza un léxico diferente. Así podemos comprobar que en la
primera parte muestra palabras negativas para expresar su estado de ánimo de dolor,
sufrimiento o rabia (“un manotazo duro”, “un hachazo invisible”, “rastrojos de
difuntos”…). Por el contrario, existe una segunda parte en la que el autor se consuela y
el léxico cambia con palabras positivas u optimistas (“alegrarás la sombre de mis
cejas”, “pajareará tu alma colmenera”).
En cuanto a recursos estilísticos, debemos mencionar varios. Miguel Hernández
expresa el dolor profundo que siente mediante hipérboles (“que por doler me duele
hasta el aliento”, “no hay extensión más grande que mi herida”…). Se observan
anáforas que en su inmensa rabia (“no perdono…”/” no perdono… “/”no perdono…”).
En insisten en la muerte prematura de amigo (“temprano…”/”temprano…
“/”temprano…”) o este último caso, que además, presenta una estructura paralela,
encontramos antítesis (“vida desatenta”/” muerte enamorada”). A lo largo de todo el
poema aparecen varias repeticiones metafóricas relacionadas con la muerte (“un
manotazo duro”, “un golpe helado”…). Además aparece una llamativa metáfora con la
que muestra su gran rabia (“en mis manos levanto una tormenta”). Cabe añadir que
todo el poema se encuentra plagado de adjetivos epítetos que insisten en una cuidada
forma y una continua búsqueda de belleza expresiva (“enamorados labradores”,
“aladas almas”).
Carolina García Ramírez (2º BAC B)