1. Tema 6. LA NOVELA EN EL SIGLO XX
6.1 RENOVACIÓN NARRATIVA DE PRINCIPIOS DE SIGLO: KAFKA, PROUST, JOYCE,
THOMAS MANN
6.1.1. Introducción.
Lo que caracteriza a la novela del siglo XX es la emancipación de las fórmulas tradicionales a partir
de la incorporación de nuevas técnicas narrativas. La novela se convierte así en un complejo
instrumento de conocimiento y percepción, que cuestiona el modo de captar la realidad e incluso la
función del autor.
El género ha tratado de adaptarse a los nuevos tiempos: la teoría de la relatividad, el psicoanálisis,
las teorías socialistas y los grandes cambios estéticos de las vanguardias han proporcionado nuevas
maneras de ver el mundo y el hombre; en consecuencia serán necesarios nuevos procedimientos
narrativos para reflejarlo.
La renovación narrativa empieza a principios de siglo con Marcel Proust, James Joyce, Franz Kafka ,
Thomas Mann y, en EEUU, William Faulkner (al que suele incluirse dentro de la llamada
Generación perdida). Tras ellos, multitud de narradores. Todos han hecho de la novela el género
literario por excelencia del s. XX y la han trasformado de tal forma que, incluso, es difícil definir
este género.
A pesar de que también sea complicado enunciar unos rasgos caracterizadores, podemos destacar
los siguientes:
A) El argumento, cuestionado
Desaparece la preocupación por el argumento clásico, con su planteamiento, nudo y desenlace. En
ocasiones la historia llega a desaparecer o es sustituida por fragmentos que el lector deberá
reconstruir para comprenderla. Importará más cómo se cuenta que el argumento en sí; en la novela
prevalece la presentación de problemas y mundos interiores. Frente al realismo de la novela
decimonónica, la novela actual da entrada a lo imaginativo, lo alucinante, lo irracional y lo onírico;
la obra de Franz Kafka, de William Faulkner y la de los narradores hispanoamericanos son buenos
ejemplos.
B) Personajes colectivos
El personaje deja de ser el héroe central en tomo al cual gira el relato y se convierte en un elemento
más de éste. El narrador ofrece pocos rasgos del personaje; en algunas ocasiones no se conoce ni su
nombre o sólo se conserva de él la inicial, como en El castillo de Franz Kafka donde el protagonista
se llama K. El personaje colectivo interesa más a la nueva novela; el hombre masa ha sustituido al
antiguo héroe individual. John Dos Passos con su novela Manhattan Transfer y Thomas Mann
con La montaña mágica son pioneros en la incorporación del protagonista colectivo. En la narrativa
española hay que destacar La colmena (1951) de Camilo José Cela.
C) Tiempo y espacio
En la novela tradicional el relato seguía una presentación de los hechos cronológica y lineal. Los
novelistas del siglo xx han prestado gran atención a los aspectos temporales y en algunas novelas de
Marcel Proust, Thomas Mann y Virginia Woolf el tiempo es el protagonista. Según el crítico
Baquero Goyanes, «el desorden cronológico se ha convertido en uno de los rasgos estructurales más
característicos de la novela actual». Es decir, se ha roto la linealidad temporal, intercalando el pasado
en el presente, como consecuencia del funcionamiento, no siempre ordenado, de la memoria. En la
novela En busca del tiempo perdido de Marcel Proust o en ¡Absalón, Absalón! de William Faulkner,
las alteraciones temporales llegan a la fusión del pasado y presente en un único tiempo. Las técnicas
2. cinematográficas han facilitado esta nueva concepción del tiempo mediante recursos como la
fragmentación del relato en planos o secuencia casi independientes y el «flash back» (En narrativa,
se llama analepsis al salto al pasado de la narración y prolepsis, el salto hacia el futuro)
Otro aspecto que se ha modificado desde la aparición del Ulises de Joyce es el tiempo externo del
relato, que se ha concentrado en unos pocos días e incluso horas. La reducción da mayor complejidad
a la narración. La obra de Joyce dura escasamente un día.
Las innovaciones en el tratamiento del tiempo han determinado una modificación en el concepto de
espacio. En muchas novelas la ubicación también se reduce y en ocasiones el espacio es puramente
interior, el del propio protagonista.
D) Narrador y punto de vista
La novela del siglo XX ha intentado huir del narrador omnisciente. Se trata de dar una visión que
esté de acuerdo con los mecanismos humanos de percepción y captación del mundo. Algunos
novelistas han reivindicado la total imparcialidad del narrador, para evitar que se inmiscuya en el
relato. El narrador actúa como una cámara cinematográfica que limita el campo de sus
conocimientos y no cuenta más que lo que ve; no profundiza en la interioridad de los personajes, ya
que considera que sólo se les puede conocer desde fuera, por sus gestos, actos o palabras.
La nueva novela también ha empleado con frecuencia la narración en primera persona; de esta
manera se transmite una visión limitada de la realidad, algo parecido a lo que ocurre en la vida real.
En la segunda mitad del siglo XX se creó la narración en segunda persona, desde el «tú», y no desde
la primera o la tercera persona de la novela tradicional. Esta segunda persona suele aparecer en
novelas de carácter confesional, en las que el protagonista se dirige a sí mismo como si desdoblara su
personalidad.
Una estructura muy usada en el siglo XX es el multiperspectivismo: la visión del mismo hecho, o del
mismo personaje, desde diferentes perspectivas, no siempre coincidentes y a menudo divergentes.
Cada perspectiva puede diferenciarse de las restantes, no sólo por lo que el narrador sabe, sino por
cómo lo dice y por el tono de su voz.
Con las diferentes perspectivas se consigue hacer dudar al lector y que él mismo acabe adoptando su
propia visión sobre lo narrado. Un buen ejemplo de multiperspectivismo es El cuarteto de
Alejandría de Lawrence Durrell, novela que presenta el mismo hecho en cuatro libros diferentes,
cada uno de ellos narrado por un personaje; el autor intenta demostrar que no existe una verdad, sino
diversas verdades.
E) El monólogo interior
La eliminación del narrador y la desaparición del interés argumental (o al menos la disminución de
su importancia) traen como consecuencia el predominio de lo técnico sobre lo temático. Una de las
técnicas más usadas es el monólogo interior, que consiste en reproducir (usando la primera persona)
los pensamientos de un personaje, tal como brotarían de su conciencia, es decir, sin someterlos a un
orden racional o a una sintaxis lógica.
De esta manera, el lector entra en contacto directo con la vida psíquica del personaje. No hay que
confundirlo con el monólogo tradicional (soliloquio) que es un diálogo del personaje consigo mismo
y que se atiene a un orden racional y a una sintaxis lógica. Mediante el monólogo interior, los
novelistas indican el desordenado fluir de la conciencia eliminando en la escritura los signos de
puntuación y las estructuras gramaticales. El monólogo interior fue utilizado con gran maestría por
3. James Joyce en Ulises, por William Faulkner y por Virginia Woolf. En España lo han cultivado,
entre otros, Camilo José Cela, Miguel Delibes, Luis Martín-Santos y Juan Goytisolo.
F) Renovación estilística y nuevas estructuras
Se tiende a borrar la tradicional separación entre el lenguaje narrativo y el poético. Los límites de la
novela han desaparecido y en ella tienen cabida los textos periodísticos, los anuncios, los informes…
La tipografía se carga de valores expresivos, desaparece la puntuación ortográfica, se utilizan
diversos tipos de letra, distintos idiomas. Algunos autores han conseguido efectos singulares jugando
con los artificios tipográficos.
En la estructura externa se aprecian cambios como la desaparición en ocasiones de la división en
capítulos, surgiendo así la secuencia (fragmentos de texto separados por espacios en blanco). En la
estructura interna hay nuevas técnicas como el contrapunto, que consiste en presentar varias historias
que se combinan y alternan; un buen ejemplo es la novela Contrapunto de Huxley. Cuando son
muchas las anécdotas y los personajes, se habla de técnica caleidoscópica, por ejemplo Manhattan
Transfer de John Dos Passos y La colmena de Camilo José Cela.
Conclusión
La novela deja de ser puro entretenimiento para convertirse en testimonio de conocimiento,
preocupación intelectual y reflejo de profundos problemas humanos. Pero, más importante que el
enriquecimiento temático resultará la renovación técnica, el cambio radical de la estructura:
desplazamiento del punto de vista narrativo, enfoque de una acción desde distintas perspectivas,
ruptura de la secuencia temporal, contrapunto, monólogo interior, etc. El lustro que abarca desde
1920 hasta 1924, se mostró pródigo en la publicación de obras sumamente significativas. En esos
cinco años verán la luz El Castillo y El proceso, de Franz Kafka; El mundo de Guermantes, de
Marcel Proust; Ulises, de James Joyce y La montaña mágica, de Thomas Mann. En toda esta
narrativa se impone una poderosa introspección anudada a un mágico mundo subyacente. Una
consecuencia de este nuevo viraje es el autoanálisis intelectualista de Marcel Proust o la honda
penetración de Joyce en los menores secretos de sus protagonistas.
6.1.2. Los grandes innovadores de la novela: Joyce, Proust y Kafka, Thomas Mann
JAMES JOYCE
James Joyce (1882-1941) nació en Dublín en el seno de una acomodada familia numerosa que se
empobreció progresivamente. La ciudad de Dublín y la educación religiosa son claves de su obra.
Los problemas de vista, la creciente afición al vino y los trastornos mentales de su hija le sumieron
en una profunda tristeza.
Antes de publicar su obra cumbre, Ulises, en 1922, Joyce había escrito una colección de cuentos
titulada Dublineses (1914) y la novela Retrato del artista adolescente (1916), relato de aprendizaje
en el que ya aparecen temas y personajes recurrentes en su obra. El protagonista, Stephen Dedalus,
realiza un auténtico descubrimiento de sí mismo a través de las distintas etapas de su evolución vital.
La novela se compone de cinco capítulos con análoga estructura: cada uno de ellos inicia una nueva
experiencia que concluye con una caída; ahora bien, cada fracaso supone, sin embargo, un paso
adelante en el camino del autoconocimiento. Cuando Stephen acaba conociendo su condición de
artista, asume la soledad y el aislamiento que conlleva la creación. Esta obra es una reflexión sobre la
función del arte y del artista en el siglo xx.
4. Ulises, la novela rompecabezas
Ulises constituye una absoluta ruptura con la narrativa tradicional, acaso la más profunda revolución
jamás realizada en la novela. Narra un día en la intrascendente vida de tres personajes, Stephen
Dedalus (protagonista de la novela anterior), Leopold Bloom y la mujer infiel de este último, Molly.
La novela se desarrolla en un período de tiempo muy reducido, durante dieciocho horas de un 16 de
junio de 1904. El marco de la acción es Dublín. La trama principal se centra en el ir y venir del señor
Bloom mientras resuelve las pequeñas tareas de ese día, pero la acción se intensifica con la
incorporación de otros personajes. Conoce al joven Stephen (tratado con mucha ironía en esta
novela: ahora es la caricatura de un artista) en un prostíbulo y, desde ese momento, se entrecruzan
sus vidas, pues pasa a actuar en la novela como «padre» del joven. La obra funciona como una
parodia de la estructura de la Odisea de Homero:
Bloom sería un Ulises contemporáneo que cruza los mares de la vida cotidiana, es encontrado por su
hijo Telémaco ( Stephen) , que lo salva de Circe (en el burdel) ,vuelve, después de tan arriesgada
aventura, a los brazos de su esposa Molly, que le he sido infiel (en necesario contrapunto con la fiel
Penélope de la Odisea).
La experimentación lingüística se convierte en un elemento fundamental de la novela; abarca todos
los recursos posibles, pero sobre todo se centra en el monólogo interior. Con esta técnica capta y
transmite la acción interior del personaje ( sentimientos, ideas y recuerdos), su voz mental que nunca
cesa y que no tiene pudor ante nada. Al exponer los pensamientos de los personajes, está
desnudándolos como nunca se había hecho. Muestra que el hombre es humano por ser hablante y que
la vida mental sólo se desarrolla apoyándose en las palabras. En la novela se mezclan estilos y
registros diversos, desde el más culto al más vulgar; alterna géneros literarios y muestra diferentes
puntos de vista, en ocasiones opuestos.
MARCEL PROUST.
Marcel Proust (187] -1922) nació en París en una familia de la alta burguesía, lo que le permitió una
esmerada educación. Era un snob frecuentador de salones aristocráticos, con entreveladas
inclinaciones homosexuales. Tras la muerte de su madre en 1906, tiene una crisis que le lleva a
aislarse en un cuarto y refugiarse en la literatura.
Su gran obra En busca del tiempo perdido fue publicada entre 1912 y 1927. Está dividida en siete
libros: Por el camino de Swann, A la sombra de las muchachas en flor, El mundo de Guermantes,
Sodoma y Gomorra, La Prisionera, La fugitiva y El tiempo recobrado. Es uno de los monumentos de
la literatura moderna. Es, en cierto modo, una novela circular: narra la infancia, adolescencia,
juventud y madurez de un hombre que quiere escribir una novela, pero no se considera capaz, o
siente pereza y lo va dejando para más tarde. Al final del último libro comprenderá que ha llegado el
momento de ponerse a escribir.
Tras múltiples desilusiones y decepciones, el protagonista-narrador se dedicará a la única actividad
que no puede decepcionarle: la literatura y el arte. Considera la creación literaria como la actividad
más sublime del espíritu, puesto que ordena el pasado y saca a la luz la esencia y la verdad del
mundo. Uno de los grandes méritos de Proust es la creación de numerosos personajes; algunos son
secundarios y episódicos pero otros están perfectamente caracterizados. Crea hablas individuales
características de cada persona, mediante las cuales consigue plasmar una dicción particular, un
léxico, unos tics. Como la acción de la novela tiene lugar a lo largo de muchos años, se ve cómo
cambian de aspecto físico, de forma de hablar y de pensar.
5. El narrador: héroe, actor y espectador
La novela, salvo raras excepciones, está escrita en primera persona, pero no debe ser identificada con
el autor. Proust pretendía que su novela no fuera entendida como una autobiografía. Del narrador-
personaje de la novela sabemos que no tiene ocupación alguna, que lleva una vida mundana
asistiendo a los más conocidos salones aristocráticos y burgueses de su época, que intenta escribir
una novela y que presenta como únicas condiciones físicas un aspecto pálido y una salud débil. A lo
largo del extenso relato el narrador muestra cómo cambia su visión del mundo desde la niñez hasta la
madurez. Acaba decepcionándose del amor y de la sociedad aristocrática.
La búsqueda de un tiempo subjetivo
El tiempo constituye uno de los elementos principales de la obra. Proust, guiado por la filosofía de
Henri Bergson, se dedicó a conquistar el tiempo pasado. En el recuerdo, en la contemplación y en el
arte Proust encontró la única manera de poseer la vida. Distingue entre memoria voluntaria, mediante
la que reclamamos a nuestra inteligencia elementos o datos del pasado, pero que sólo proporciona
imágenes aisladas, y la memoria involuntaria, que brota espontáneamente por una sensación, vivida
anteriormente, que actúa de estímulo. El narrador llega a descubrir que todo nuestro pasado
permanece vivo, oculto de una forma u otra dentro de nosotros, y puede ser rescatado,
involuntariamente, mediante percepciones sensoriales, o por la intervención del arte. Por ejemplo, el
narrador siente una gran felicidad cuando moja una magdalena en el té; analizando las causas de este
sentimiento recuerda cuando en su niñez realizaba este acto y vuelve a revivir el pasado.
Además de la crónica de una vocación literaria, la obra es una comedia social en la que la
aristocracia decadente termina por rendirse ante la clase media, y donde los vicios y falsedades de
uno y otro grupo aparecen revelados implacablemente. El amor, heterosexual y homosexual, es
analizado con crueldad en varias ocasiones y también acaba decepcionando al narrador. Su único
refugio, al final, es la literatura.
KAFKA: UN MUNDO ABSURDO Y ANGUSTIOSO
Franz Kafka (Praga; 1883-1924) refleja la distancia que existe entre el mundo y el hombre. Su
concepción del mundo, basada en la minuciosa descripción del absurdo y el horror, inspiró a los
existencialistas, que aparecieron tras la Segunda Guerra Mundial, y al teatro del absurdo, que surgió
en los años cincuenta.
La biografía de Kafka es un factor primordial para comprender su obra. Perteneció a una familia
judía acomodada que se había asimilado a la burguesía alemana. Kafka creció en una encrucijada de
culturas -eslava, alemana y judía-, sin identificarse del todo con ninguna. Criticará a su padre la
pérdida de identidad, el no haber crecido en un terreno firme que pisar. Todos estos reproches se
encuentran en Carta al padre. Tras doctorarse en derecho, se convierte en empleado de una
compañía de seguros, trabajo que no le gustaba porque entorpecía su vocación literaria. Kafka fue un
inadaptado que vivió completamente volcado en la escritura.
Antes de morir ordenó que toda su obra fuera destruida, pero su amigo Max Brod no cumplió sus
deseos y llegó a publicar incluso sus cartas y diarios. Hay que destacar Cartas a Felice (mujer con la
que se comprometió dos veces aunque en ambas ocasiones Kafka anuló el compromiso) y Cartas a
Milena (la mujer que tradujo algunos relatos de Kafka),
En sus novelas los personajes son entidades simbólicas, ficciones o parábolas, siempre
sorprendentes. Sus obras reflejan las angustias del hombre contemporáneo. El sentimiento que se
transmite es el de hallarse en un mundo sin explicación, regido por no se sabe quién; un mundo que
somete, condena o degrada a la persona.
6. En 1913 publica La metamorfosis, novela cuyo protagonista despierta convertido en un insecto,
condición monstruosa y absurda que tendrá que aceptar como algo inevitable. Al año siguiente
comienza a escribir la angustiosa novela de El proceso, en la que un tal Joseph K. se ve procesado
sin llegar a saber nunca por qué, perdido en un laberinto de leyes y procedimientos enigmáticos. De
esta novela hizo una magnífica adaptación cinematográfica Orson Wells en 1962, en la que capta
perfectamente el complejo de culpa del personaje kafkiano. No menos angustiosa es El
castillo (1921): un agrimensor llamado también K. ha sido contratado para trabajar en un castillo en
el que nunca podrá entrar; tampoco sabrá qué trabajo se le pedía, ni quién es el terrible señor que
domina a las gentes del lugar. Esta novela también fue llevada al cine en 1968 con Maximilian Shell.
El proceso
En El Proceso, el protagonista se despierta y se ve acusado por dos policías que no le explican cuál
es su delito. Él asume que está procesado y hace todo lo posible por defenderse de algo que nunca se
sabe y en un ambiente de situaciones absurdas y terroríficas a la vez. Mientras tanto, sigue viviendo
un año: se ocupa de su trabajo, tiene aventuras amorosas…Parece que sus jueces le condenan en una
sala oscura y cercana al mundo de los sueños. Al final, dos señores bien vestidos y educados van a
buscarle y le invitan a que les siga. Con la mayor cortesía le o Kafcondenado dice solamente: como
un perro .
José K. es detenido en las vísperas de cumplir treinta años y es asesinado justo antes de cumplir los
treinta y uno. En ese mismo intervalo de tiempo Kafka contrajo, para luego romperlo, compromiso
matrimonial con Felice Bauer. Los paralelismos existentes entre este noviazgo y el proceso de José
K. han sido puestos de manifiesto por distintos autores. De hecho, la ruptura del compromiso fue
siempre vivida por Kafka como la comparecencia ante un tribunal. Así lo puso de manifiesto el
propio Kafka en sus diarios: Estaba cogido como un delincuente. Si me hubieran sentado en un
rincón con cadenas de verdad y hubieran puesto guardianes ante mí y hubieran dejado que me viera
únicamente de esa forma, no habría sido peor. Y así era mi compromiso…
Pero el significado de esta novela inacabada va mucho más allá de una interpretación biográfica: un
ser humano se siente atrapado por una serie de circunstancias que no puede controlar, por unos
aparatos represivos que le dominan y por su propia conciencia de culpa.
La metamorfosis o La transformación
Friedrich Thieberger, escribe en sus recuerdos sobre Kafka: «Una noche, cuando me encontraba con
mi padre justo delante del portal cerrado (debía de ser por tanto después de las diez de la noche,
cuando en Praga se cierran todos los portales de las casas de alquiler), llegó Kafka con mis dos
hermanas, a las que acompañaba hasta casa. Mi padre había leído unos días antes La transformación,
y por más que Kafka se envolviera en una reservada sonrisa cuando se hablaba de sus trabajos, dejó
que mi padre le dijera algunas palabras sobre aquella transformación de un ser humano en un
escarabajo. Entonces Kafka retrocedió un paso y, con una seriedad espantosa, sacudiendo la cabeza
como si se hubiera tratado de un suceso real, dijo: “Hay que ver lo que ocurre en nuestra casa”».
Hay suficientes motivos para interpretar esta obra como autobiográfica, lo que se echa de ver
suficientemente en la Carta al padre, que escribió el mismo Kafka. Pero, igual que sucede en El
proceso, la significación de esta obra supera en mucho lo biográfico para convertirse en una metáfora
de la opresión y de la soledad, de la incomunicación humana, y en una denuncia del autoritarismo.
El realismo minucioso que aparece en el relato, como marco de un hecho fantástico (las relaciones
laborales y familiares, la situación económica, los detalles domésticos, etc.) refuerzan la
interpretación existencial de la obra. Por otra parte, el hecho de que el relato comience al despertar,
como el relato de El proceso nos introduce en el mundo onírico, de pesadilla, que es una importante
característica de la literatura de este autor.
7. THOMAS MANNN
Construyó toda su obra partiendo de sus decisivas experiencias espirituales con Nietzsche,
Schopenhauer y Wagner. Su compromiso le llevó a la pérdida de la nacionalidad alemana en 1936
—a pesar de que había recibido en 1929 el Premio Nobel de Literatura—, y eso que desde 1933 se
exilió de Alemania, con la llegada de Adolf Hitler. Mann se refugió primero en Suiza y después en
los Estados Unidos (1938), de donde se hizo ciudadano en 1944. En 1953 se estableció cerca de
Zurich (Suiza), donde murió el 12 de agosto de 1955.
Desde su primer trabajo Mann apuntaba a la crítica del orden burgués a través de un romanticismo
decadente de estilo muy bien cuidado y que basó en el conflicto entre la inteligencia y la vida. Y esta
será la constante de sus obras futuras, la perenne lucha entre el arte y la vida.
Las novelas de Mann se caracterizan por una reproducción precisa de los detalles de la vida moderna
y antigua, por un profundo y sutil análisis intelectual de las ideas y los personajes, por un punto de
vista distanciado e irónico, combinado con un profundo sentido trágico. Sus héroes son con
frecuencia personajes burgueses que sobrellevan un conflicto espiritual. Su primera novela
importante y que determinó su reputación literaria es de 1901, Los Buddenbrook. El tema de este
libro, el conflicto entre el hombre de temperamento artístico y su entorno de clase media burguesa,
volverá a reaparecer en Muerte en Venecia (1912), llevado al cine por Visconti. En 1924 publica La
montaña mágica, su obra más destacable, tanto por la densidad de sus indagaciones filosóficas
(tiempo, muerte, dolor, pasión, etc) como por la pulcritud de su lenguaje puede considerarse una
novela total: filosófica, psicológica, del tiempo…
Otros autores:
Virginia Woolf:
(Londres 1882-1941) Coetánea de Joyce, su nombre está ligado al grupo de Bloomsbury, del que
formaban parte connotados nombres de la filosofía y de la literatura que marcaron el siglo
XX( Además de su esposo, Leonard Woolf, estaban el filósofo Bertrand Russell y el poeta
T.S.Eliot entre otros) Fue autora de relatos cortos, cuentos, biografías, escritos autobiográficos,
ensayos y novelas, entre las que destacan Al faro y Las olas (de esta última se hizo en el año 2002
una adaptación cinematográfica, LAS HORAS de Stephen Daldry). Su obra, de gran intensidad lírica,
presta más atención a las emociones y sensaciones que a las propias descripciones: algunas están
impregnadas de un alto sentido feminista.
En la narrativa en lengua inglesa, además de Joyce y Woolf, podemos mencionar a D.H. Lawrence
(El amante de Lady Chatterley), George Orwell (1984, Rebelión en la granja), Aldous Huxley (Un
mundo feliz), J.R Tolkien (El señor de los anillos), C.S.Lewis (Crónicas de Narnia)…
En lengua alemana, junto a Kafka y a Mann, destaca Robert Musil, autor indispensable para
comprender la crisis espiritual de primeros de siglo. Sus obras, entre las que destacan Las
tribulaciones del joven Törless y El hombre sin atributos, son pesimistas y muestran su
desconfianza hacia el individuo y la sociedad.