1. DOMINGO XXXIV – Tiempo ordinario Nacido para dar testimonio
¿Tú eres rey?
Pilato volvió a entrar en el pretorio, llamó a Jesús y le preguntó: «¿Eres tú el
rey de los judíos?».
Jesús le respondió: «¿Dices esto por ti mismo u otros te lo han dicho de
mí?».
Pilato explicó: «¿Acaso yo soy judío? Tus compatriotas y los sumos
sacerdotes te han puesto en mis manos. ¿Qué es lo que has hecho».
Jesús respondió: «Mi realeza no es de este mundo. Si mi realeza fuera de
este mundo, los que están a mi servicio habrían combatido para que yo no
fuera entregado a los judíos. Pero mi realeza no es de aquí».
Pilato le dijo: «¿Entonces tú eres rey». Jesús respondió: «Tú dices que soy
rey. Para esto he nacido y he venido al mundo: para dar testimonio de la
verdad. El que es de la verdad, escucha mi voz» .
Evangelio de Juan 18,33-37
El último domingo del Tiempo ordinario está dedicado a la Realeza de Jesús. Cada ciclo litúrgico
tiene un enfoque diferente sobre la naturaleza y finalidad del Reino de Jesús:
ciclo A (Justicia): En el último día el Rey dirá a los que tenga a su derecha: "Vengan, benditos
de mi Padre, y reciban en herencia el Reino que les fue preparado desde el comienzo del mundo,
porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer» (Mt 25,34-35).
ciclo B (Verdad): «Jesús respondió a Pilato: «Tú dices que soy Rey. Para esto he nacido y he
venido al mundo: para dar testimonio de la verdad» (Jn 18,37).
ciclo C (Perdón): «Jesús, acuérdate de mí cuando vengas a establecer tu Reino» (Lc 23,42).
2. DOMINGO XXXIV – Tiempo ordinario Nacido para dar testimonio
Sólo reina a quien Roma elige
«El que se hace rey se opone al César» (Jn 19,12).
Desde la época de la República el dominio de Roma sobre Oriente y
Occidente se fue afirmando hasta establecerse como un poder hegemónico
en todo el Mediterráneo.
«[Los Romanos] Tienen bajo su dominio a los reyes vecinos y lejanos y son
temidos por todos los que oyen en hablar de ellos. Sólo reinan los que ellos
quieren ayudar a reinar, y deponen a los que quieren. Están en el apogeo de
su poder» (1 Macabeos 8,12-13).
«A Marco Antonio le resultaría provechoso en la guerra contra los partos que Herodes fuera rey. Esto
pareció bien a todos los senadores, y así ellos hicieron un decreto de común acuerdo» (Flavio Josefo
Antigüedades Judías XIV,381).
«Recuerda, romano, que te corresponde regir a los pueblos con estos recursos: imponer los caminos de la
paz, perdonar a los sometidos y destrozar a los arrogantes por medio de la guerra» (Virgilio, Eneida VI,851-
853).
La aclamación de un REY en Judea por parte del pueblo solía ser el preludio de una rebelión:
«Menahem, el hijo de Judas, aquel llamado el Galileo [cf. Hech 5,37], tomó algunos hombres importantes
con él y se retiró a Masada, donde forzó el ingreso a la armería de rey Herodes y dio armas no sólo a su
propia gente, sino también a otros bandidos. Con ellos organizó una guardia y regresó en condición de
REY a Jerusalem. Y constituido en líder de la sedición dio órdenes de continuar con el asedio» (Guerra
Judía II,433).
3. DOMINGO XXXIV – Tiempo ordinario Nacido para dar testimonio
Condena por rebeldía
«La gran multitud que había venido para la fiesta, se enteró de que Jesús se
dirigía a Jerusalén. Y, tomando hojas de palmera, salieron a su encuentro y
lo aclamaban diciendo: «¡Hosana! ¡Bendito el que viene en nombre del
Señor, el REY de Israel!»» (Jn 12,12-13).
Las esperanzas despertadas por Jesús sobre la restauración del REINO de
Israel [Hech 1,6-8] debieron provocar alarma entre las autoridades romanas
por ser predicadas por un profeta con gran poder de convocatoria.
Para ellos Jesús estaría incurriendo en el delito contra la Ley JULIA que
buscaba que no se lesionara la MAJESTAD del Estado Romano.
«[Tiberio] «había vuelto a introducir la ley de LAESA MAIESTATIS, conocida también por los antiguos por
este mismo nombre. Mas los jueces de aquel tiempo juzgaban por ella diferentes cosas, como si alguno
hacía traición al ejército, movía sedición, o por haber administrado mal su cargo disminuía la majestad del
pueblo romano; finalmente, se castigaban entonces por esta ley los hechos, sin hacer caso de las palabras»
(Tacito, Anales I,72,2-4)
La inscripción (lat. Titulus) informaba al público el motivo de la condena. En el caso de Jesús declara el
delito de Lesa Majestad. También Pablo será acusado del mismo cargo:
«Pilato redactó una inscripción que decía: "Jesús el Nazareno, REY de los judíos", y la hizo poner sobre
la cruz» (Jn 19,19).
«Esos que han revolucionado todo el mundo se han presentado también aquí, y Jasón les ha hospedado.
Además ellos van contra los decretos del César y afirman que hay otro REY, JESÚS» (Hech 17,6-7).
4. DOMINGO XXXIV – Tiempo ordinario Nacido para dar testimonio
Mi realeza no es de este mundo
Jesús respondió: «Mi realeza no es de este mundo. Si mi realeza fuera de
este mundo, los que están a mi servicio habrían combatido para que yo no
fuera entregado a los judíos. Pero mi realeza no es de aquí» (Jn 18,36)
Jesús explica a Pilato la naturaleza diferente del Reino de Dios. No se
impone, como el dominio romano, mediante el combate.
Los cristianos posteriormente terminaron confundiendo el Reinado de
Cristo con el Imperio de Roma. Es significativa la satisfacción con que se
describe él banquete que celebraba la clausura del Concilio de Nicea:
«Destacamento de soldados custodiaban la entrada del palacio con espadas en las manos, y en medio de
ellos los hombres de Dios [los obispos] ingresaban sin miedo hacia el interior de los salones imperiales,
donde algunos acompañaban al Emperador en la mesa, mientras que otros se reclinaban en sillones a
ambos lados. Se podría pensar que se encontraba allí simbolizando un retrato del Reino de Cristo»
(Eusebio de Cesarea, Vida de Constantino 3,15).
El Reinado de Dios anunciado y comenzado por Jesús «no es de este mundo» porque no se establece a
partir de los criterios de la cultura dominante, sino con los valores alternativos enseñados en el Sermón de
la Montaña.
Pero se realiza ya en este mundo cuando se hace, de acuerdo al mensaje evangélico, «la voluntad de
Dios en la tierra como en el Cielo» (Mt 6,10). Como afirma el Apóstol:
«El Reino de Dios es JUSTICIA y PAZ y GOZO en el Espíritu Santo» (Rom 14,17).
5. DOMINGO XXXIV – Tiempo ordinario Nacido para dar testimonio
Testigo de la Verdad
Pilato le dijo: «¿Entonces tú eres rey». Jesús respondió: «Tú dices que soy
rey. Para esto he nacido y he venido al mundo: para dar testimonio de la
verdad. El que es de la verdad, escucha mi voz» (Jn 18,37).
Jesús no se proclama a sí mismo REY. Prefiere hablar del REINO.
En el Evangelio de Juan la única mención anterior del Reino había sido
hecha ante Nicodemo.
«Te aseguro que el que no nace del agua y del Espíritu no puede entrar
en el Reino de Dios» (Jn 3,5).
También en esa ocasión se refirió a la necesidad de escuchar una voz
procedente de Dios, que habla en el interior, y que transmite criterios muy
diversos que aquellos que guían habitualmente el comportamiento humano:
«No te extrañes de que te haya dicho: «Ustedes tienen que renacer de lo alto». El viento sopla donde
quiere: tú oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Lo mismo sucede con todo el que ha
nacido del Espíritu» (Jn 3,7-8).
Jesús nació para ser TESTIGO (mártyr) de la realidad del Reino, e invita a sus discípulos a compartir la
misma misión:
«Te aseguro que nosotros hablamos de lo que hablamos de lo que sabemos y damos testimonio de lo que
hemos visto, pero ustedes no aceptan nuestro testimonio» (Jn 3,11).