1. DOMINGO X – Tiempo ordinario «Dios ha visitado a su pueblo»
«Jesús se dirigió a una ciudad llamada Naím, acompañado de sus discípulos
y de una gran multitud. Justamente cuando se acercaba a la puerta de la
ciudad, llevaban a enterrar al hijo único de una mujer viuda, y mucha gente
del lugar la acompañaba.
Al verla, el Señor se conmovió y le dijo: «No llores».
Después se acercó y tocó el féretro. Los que los llevaban se detuvieron y
Jesús dijo: «Joven, yo te lo ordeno, levántate».
El muerto se incorporó y empezó a hablar. Y Jesús se lo entregó a su madre.
Todos quedaron sobrecogidos de temor y alababan a Dios, diciendo: «Un
gran profeta ha aparecido en medio de nosotros y Dios ha visitado a su
Pueblo».
El rumor de lo que Jesús acababa de hacer se difundió por toda la Judea y
en toda la región vecina» (Lc 7,11-17).
¿Resurrección o vuelta a la vida?
El Nuevo Testamento distingue dos experiencias muy diversas de vivificación:
Una vuelta a la vida cotidiana con la perspectiva de una muerte posterior que hace concluir la existencia
terrena. Es el caso que nos ocupa en este relato, y el de la hija de Jairo (Mc 5,42-43) y de los
mencionados de modo general en Mt 11,5: «los muertos se despiertan».
Un ser levantado a una Vida nueva y definitiva: «Sabemos que Cristo, después de resucitar, no muere
más, porque la muerte ya no tiene poder sobre él. Al morir, él murió al pecado, una vez por todas; y ahora
que vive, vive para Dios. Así también ustedes, considérense muertos al pecado y vivos para Dios en
Cristo Jesús» (Rom 6,9-11). Aunque esto también se designa con el verbo despertar (egeiro), la acción de
ser levantado (anistemi) da origen al término teológico Resurrección (Anástasis).
2. DOMINGO X – Tiempo ordinario «Dios ha visitado a su pueblo»
«Jesús se dirigió a una ciudad llamada Naím, acompañado de sus discípulos
y de una gran multitud. Justamente cuando se acercaba a la puerta de la
ciudad, llevaban a enterrar al hijo único de una mujer viuda, y mucha gente
del lugar la acompañaba. Al verla, el Señor se conmovió…» (Lc 7,11-13).
Una mujer digna de compasión
El término hebreo traducido por «VIUDA» tiene el matiz de silencio. En
una sociedad en que los varores desempeñaban el rol público y donde las
mujeres no podían hablar por sí mismas, la mujer que quedaba sin marido
se encontraba en una situación muy vulnerable.
Si no tenía hijos, podía volver a la familia paterna, «como en su juventud,
para comer del pan de su padre» (Lv 22,13). Es lo que también Noemí dice
a su nuera Ruth, para «que el Señor tenga misericordia» de ella (Rut 1,8).
Si tenía hijos varones, ellos eran su apoyo en la vida y su firme seguridad
social. Especialmente frente a posibles situaciones de explotación, en las
que se transformaban en «presa de los que promulgan decretos inicuos y
redactan prescripciones onerosas» (Is 10,2-3).
Sin embargo, la Escritura anima la esperanza de que «Dios hace justicia
al huérfano y a la viuda» (Dt 10,18).
El único apoyo de esta mujer ha muerto. Ella es la principal causa de la
compasión de Jesús, mucho más que el joven muerto prematuramente.
Por eso ella será, entonces, la destinataria de la acción de Jesús, que le
«entrega» nuevamente el único apoyo con quien contaba (Lc 7,15).
3. DOMINGO X – Tiempo ordinario «Dios ha visitado a su pueblo»
«Jesús le dijo: «No llores».
Después se acercó y tocó el féretro. Los que los llevaban se detuvieron y
Jesús dijo: «Joven, yo te lo ordeno, levántate».
El muerto se incorporó y empezó a hablar. Y Jesús se lo entregó a su
madre» (Lc 7,13-15).
Siguiendo los pasos de Elías
La acción realizada por Jesús lo asemeja a uno de los más famosos
profetas, que también ejerció cerca de esa misma región su ministerio de
exhortación a la conversión, acompañado de llamativos prodigios:
«Elías invocó a YHWH, diciendo: «YHWH, Dios mío, ¿también a esta
viuda que me ha dado albergue la vas a afligir, haciendo morir a su
hijo?».
Después se tendió tres veces sobre el niño, invocó a YHWH y dijo:
«¡YHWH, Dios mío, que vuelve la vida a este niño!».
YHWH escuchó el clamor de Elías: el aliento vital volvió al niño, y éste
revivió.
Elías tomó al niño, lo bajó de la habitación alta de la casa y se lo
entregó a su madre. Luego dijo: «Mira, tu hijo vive».
La mujer dijo entonces a Elías: «Ahora sí reconozco que tú eres un
hombre de Dios y que la palabra de YHWH está verdaderamente en
tu boca» (1 Re 17,21-24).
4. DOMINGO X – Tiempo ordinario «Dios ha visitado a su pueblo»
«Todos quedaron sobrecogidos de temor y alababan a Dios, diciendo: «Un
gran profeta ha aparecido en medio de nosotros y Dios ha visitado a su
Pueblo».
El rumor de lo que Jesús acababa de hacer se difundió por toda la Judea y
en toda la región vecina» (Lc 7,16-17).
Un gran profeta y la visita de Dios
Como la viuda de Sarepta reconoció a Elías como portavoz de Dios,
también los habitantes de Naím reconocen a Jesús como «un gran profeta»,
tal vez como el Elías que debía retornar:
«los escribas dicen que antes [del Mesías] debe venir Elías» (cf. Mc
9,11).
Un día en que Jesús oraba a solas y sus discípulos estaban con él, les
preguntó: «¿Quién dice la gente que soy yo?». Ellos le
respondieron: «Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, Elías; y otros,
alguno de los antiguos profetas que ha resucitado» (Lc 9,19).
Por otro lado la exclamación de que «Dios ha visitado a su Pueblo» expresa que a través de las
acciones de Jesús, que vence las diversas formas de mal, sobre todo la muerte, se manifiesta la
intervención definitiva de Dios, como Juez y Salvador. Así se esperaba la «VISITA de Dios»:
«Antes de juzgar, examínate a ti mismo, y hallarás perdón cuando el Señor te visite» (Eclo
18,20).
«Los justos brillarán cuando Dios los visite, y se extenderán como chispas por los rastrojos.
Juzgarán a las naciones y dominarán a los pueblos, y YHWH será su rey para siempre» (Sab 3,7-
8).
5. DOMINGO X – Tiempo ordinario «Dios ha visitado a su pueblo»
«Todos quedaron sobrecogidos de temor y alababan a Dios, diciendo: «Un
gran profeta ha aparecido en medio de nosotros y Dios ha visitado a su
Pueblo».
El rumor de lo que Jesús acababa de hacer se difundió por toda la Judea y
en toda la región vecina» (Lc 7,16-17).
Jesús visita al pueblo de parte de Dios
También el Nuevo Testamento hablará de la visita de Dios al final de los
tiempos:
«Observen una buena conducta en medio de los paganos y así, los
mismos que ahora calumnian como a malhechores, al ver sus buenas
obras, tendrán que glorificar a Dios el día de su Visita» (1 Pe 2,12).
Pero sólo Lucas muestra que Dios ha realizado ya en el presenta su
visita a través de Jesús:
«Bendito sea el Señor, el Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su Pueblo, y nos ha dado un
poderoso Salvador en la casa de David, su servidor» (Lc 1,68-69).
«Gracias a la misericordiosa ternura de nuestro Dios, que nos traerá del cielo la visita del Sol naciente,
para iluminar a los que están en las tinieblas y en la sombra de la muerte, y guiar nuestros pasos por el
camino de la paz» (Lc 1,78-79).
«Jesús vio la ciudad [de Jerusalén], se puso a llorar por ella, diciendo: «¡Si tú también hubieras
comprendido en ese día el mensaje de paz! … Te arrasarán junto con tus hijos, que están dentro de ti, y no
dejarán en ti piedra sobre piedra, porque no has sabido reconocer el tiempo en que fuiste visitada por
Dios» (Lc 19,41- 44).
6. DOMINGO X – Tiempo ordinario «Dios ha visitado a su pueblo»
La misericordia de Dios
Según Lucas, Dios visita a su pueblo por gracia, para salvarlo a través del
ministerio de Jesús.
El pueblo enfermo y pecador recibe esa salvación mediante la curación,
como en el caso del siervo del centurión (Lc 7,1-10), y mediante una vuelta
a la vida (Lc 7,11-17). También mediante el perdón (Lc 7,36-50), que es el
equivalente espiritual de la sanación y resurrección física. Ése sera el tema
del próximo domingo.
Los milagros y el perdón envuelven la pregunta del Bautista. Las
acciones de Jesús lo señalan como «el que ha de venir» (Lc 7,19):
Pero han sido sólo los sencillos y los marginados sociales (publicanos y pecadores) quienes
reconocieron la visita misericordiosa de Dios, mientras que los seguros de si mismos la han despreciado:
«Vayan a contar a Juan lo que han visto y oído: los ciegos ven, los
paralíticos caminan, los leprosos son purificados y los sordos oyen, los
muertos resucitan, la Buena Noticia es anunciada a los pobres. ¡Y feliz
aquel para quien yo no sea motivo de escándalo!» (7,22-23).
«Todo el pueblo que lo escuchaba, incluso los publicanos, reconocieron la justicia de Dios,
recibiendo el bautismo de Juan. Pero los fariseos y los doctores de la Ley, al no hacerse bautizar
por él, frustraron el designio de Dios para con ellos» (Lc 7,29-30).
7. DOMINGO X – Tiempo ordinario «Dios ha visitado a su pueblo»
La misericordia de Dios
Según Lucas, Dios visita a su pueblo por gracia, para salvarlo a través del
ministerio de Jesús.
El pueblo enfermo y pecador recibe esa salvación mediante la curación,
como en el caso del siervo del centurión (Lc 7,1-10), y mediante una vuelta
a la vida (Lc 7,11-17). También mediante el perdón (Lc 7,36-50), que es el
equivalente espiritual de la sanación y resurrección física. Ése sera el tema
del próximo domingo.
Los milagros y el perdón envuelven la pregunta del Bautista. Las
acciones de Jesús lo señalan como «el que ha de venir» (Lc 7,19):
Pero han sido sólo los sencillos y los marginados sociales (publicanos y pecadores) quienes
reconocieron la visita misericordiosa de Dios, mientras que los seguros de si mismos la han despreciado:
«Vayan a contar a Juan lo que han visto y oído: los ciegos ven, los
paralíticos caminan, los leprosos son purificados y los sordos oyen, los
muertos resucitan, la Buena Noticia es anunciada a los pobres. ¡Y feliz
aquel para quien yo no sea motivo de escándalo!» (7,22-23).
«Todo el pueblo que lo escuchaba, incluso los publicanos, reconocieron la justicia de Dios,
recibiendo el bautismo de Juan. Pero los fariseos y los doctores de la Ley, al no hacerse bautizar
por él, frustraron el designio de Dios para con ellos» (Lc 7,29-30).