1. DOMINGO I - Tiempo de Navidad El regresó con sus padres a Nazaret y vivía sujeto a ellos
La infancia de Jesús
«Los padres de Jesús iban todos los años a Jerusalén en la fiesta de la
Pascua. Cuando tuvo doce años, subieron ellos como de costumbre a la fiesta
y, al volverse, pasados los días, el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin
saberlo su padres. Pero creyendo que estaría en la caravana, hicieron un día
de camino, y le buscaban entre los parientes y conocidos; pero al no
encontrarle, se volvieron a Jerusalén en su busca.
Y sucedió que, al cabo de tres días, le encontraron en el Templo sentado en
medio de los maestros, escuchándoles y preguntándoles; todos los que le
oían, estaban estupefactos por su inteligencia y sus respuestas.
Cuando le vieron, quedaron sorprendidos, y su madre le dijo: «Hijo, ¿por qué
nos has hecho esto? Mira, tu padre y yo, angustiados, te andábamos
buscando».
El les dijo: «Y ¿por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la
casa de mi Padre?» Pero ellos no comprendieron la respuesta que les dio» (Lc
2,41-50).
Los relatos de la infancia constituyen un largo prólogo que precede a la
aparición pública de Jesús. Sólo el episodio de la conversación de Jesús con
los doctores del Templo de Jerusalén, a sus doce años, interrumpirá la vida
oculta del niño. Esta transcurrirá como la de cualquier otro, aunque Dios va
preparando el corazón de su mensajero:
«El regresó con sus padres a Nazaret y vivía sujeto a ellos. Su madre
conservaba estas cosas en su corazón. Jesús iba creciendo en sabiduría, en
estatura y en gracia, delante de Dios y de los hombres» (Lc 2,51-52).
2. DOMINGO I - Tiempo de Navidad El regresó con sus padres a Nazaret y vivía sujeto a ellos
Madre y padre
«Después de cumplir todo lo que ordenaba la Ley del Señor, volvieron a su
ciudad de Nazaret, en Galilea. El niño iba creciendo y se fortalecía, lleno de
sabiduría, y la gracia de Dios estaba con él» (Lc 2,39-40).
Los relatos de la infancia presentan un espacio doméstico idealizado con
su descripción de la casa familiar y de la familia en la que Jesús creció.
Dan una imagen de los ideales y modelos de comportamiento
Roles de género y de los modelos en las
María José
sociedades mediterráneas de la antigüedad
Ideal de obediencia y piedad. Mateo hace enfoque androcéntrico
No es presentada con voluntad (centrado en el varón): José es la figura
fuerte e independientes. principal.
Cumple los ideales Temor de José a la vergüenza de un
establecidos por el mundo hijo ilegítimo, miedo al deshonor porque
masculino para la mujer: escucha otro hombre haya invadido su
con temor y respeto. propiedad.
Se muestra como la «sierva» José encarna el ideal del varón justo
(doulé) del Señor (Lc 1,38). (dikaios: Mt 1,19).
Discípula ideal: oye la Palabra Legitima el nacimiento de Jesús y da
de Dios y la guarda (Lc 11,27-28) un nombre al niño (Mt 1,25).
3. DOMINGO I - Tiempo de Navidad El regresó con sus padres a Nazaret y vivía sujeto a ellos
Sujeto a sus padres
«El regresó con sus padres a Nazaret y vivía sujeto a ellos» (Lc 2,51).
La obediencia de Jesús a sus padres es parte de las expectativas culturales
de la sociedad del antiguo Mediterráneo
Es característica en la sociedad mediterránea la relación estrecha entre
MADRE e HIJO.
La crianza de los niños era la tarea de la madre
Cercanía emocional y relación simbiótica entre madre e hijo
Identificación de la madre con sus hijos a través del sufrimiento
María es retratada como madre sufriente
Profecía de Simeón «una espada te atravesará el corazón» (Lc 2,35)
Conversación con Jesús encontrado en el templo (Lc 2,48-50).
Falta en los Evangelios material sobre la relación entre José y Jesús, aunque muchas enseñanzas de
Jesús se centran en la relación PADRE - HIJO.. Sólo se dice:
«Tenía Jesús, al comenzar, unos treinta años y era, según se creía, hijo de José» (Lc 3,23).
«¿No es este el hijo del artesano [tekton]» (Mt 13,55) «Quien no le enseñe a su hijo un oficio
manual, le está enseñando a robar» (Talmud, Kidushín 30b).
La principal conexión entre Jesús y José parece ser la genealogía. Es a través de José y no de María
como se establece la descendencia de David. Es la principal preocupación del relato de Mateo, que
comienza su Evangelio con los ORIGENES (hebr. toledot; gr. genesis) de «Jesús, Mesías, hijo de David,
hijo de Abraham» (Mt 1,1).
4. DOMINGO I - Tiempo de Navidad El regresó con sus padres a Nazaret y vivía sujeto a ellos
Angustia e incomprensión
[Cuando Jesús fue presentado en el Templo al octavo día de su nacimiento]
«Simeón, después de bendecirlos, dijo a María, la madre: «Este niño será
causa de caída y de elevación para muchos en Israel; será signo de
contradicción, y a ti misma una espada te atravesará el corazón. Así se
manifestarán claramente los pensamientos íntimos de muchos» (Lc 2,34-35)
Lo que había sido anunciado proféticamente por Simeón comienza a
realizarse cuando los padres de Jesús suben de nuevo a Jerusalén.
Esta peregrinación con ocasión de la fiesta de la Pascua judía da lugar a
un giro imprevisto. Los padres buscan a su hijo que se les ha escapado y, en
boca de María, dan testimonio de su angustia e incomprensión.
«Cuando lo vieron, quedaron sorprendidos, y su madre le dijo: «Hijo, ¿por qué
nos has hecho esto? Mira, tu padre y yo, angustiados, te andábamos
buscando» (Lc 2,48).
Pero el niño, hallado entre los maestros, se revela a María y a José, sus padres, como el Hijo mismo de
Dios, su Padre. Llama a sus padres a un camino de CONVERSIÓN: reconocer la verdadera identidad del
que debe ocuparse de los asuntos de su Padre.
Como antes, María “guardaba” estos acontecimientos en su corazón -aún sin comprenderlos-; en un
corazón ya tocado por el desgarrón de la espada.
«Jesús les respondió: «¿Por qué me buscaban? ¿No sabían que yo debo ocuparme de los asuntos de mi
Padre?». Ellos no entendieron lo que les decía» (Lc 2,49-50).
5. DOMINGO I - Tiempo de Navidad El regresó con sus padres a Nazaret y vivía sujeto a ellos
Creciendo en sabiduría, estatura y gracia
«El regresó con sus padres a Nazaret y vivía sujeto a ellos. Su madre
conservaba estas cosas en su corazón. Jesús iba creciendo en sabiduría, en
estatura y en gracia, delante de Dios y de los hombres» (Lc 2,51-52).
Este relato sobre Jesús desarrolla el tópico, tan difundido en la antigüedad, del
héroe que ya en la infancia ofrece pruebas asombrosas de su saber.
«De todas las regiones llegaron pronto maestros; algunos, de los países
limítrofes y de áreas de Egipto; otros, invitados desde Grecia con gran
dispendio. Pero, al poco tiempo, él sobresalió por sus dotes, pues con su
inteligencia natural anticipaba las enseñanzas de los maestros, de suerte que
lo suyo parecía ser un recordar y no un aprender, y planteaba también
cuestiones difíciles» (Filón de Alejandría, Vida de Moisés 1,21).
«Fui educado con otro hermano llamado Matías, nacido de los mismos padres.
Como yo descollaba, al parecer, en memoria y entendimiento, me aventajé en
los conocimientos. Y todavía niño, con apenas 14 años, todos me elogiaban
por mi amor al estudio, y de todas partes se acercaban los sumos sacerdotes y
notables de nuestra ciudad a mi casa, porque yo poseía un conocimiento más
exacto de nuestras leyes» (Josefo, Autobiografía, 8-9)
La SABIDURÍA de Jesús es el núcleo de este relato, que anticipa la actividad del anunciador del Evangelio:
«El niño iba creciendo y se «todos los que los oían estaban «Jesús iba creciendo en
fortalecía, lleno de sabiduría, asombrados de su inteligencia y sabiduría, en estatura y en
y la gracia de Dios estaba con sus respuestas» (2,47) gracia, delante de Dios y de
él» (Lc 2,40) los hombres» (2,52)
6. DOMINGO I - Tiempo de Navidad El regresó con sus padres a Nazaret y vivía sujeto a ellos
Creciendo en sabiduría, estatura y gracia
Jesús estuvo fuertemente enraizado en una casa y en un grupo familiar,
que fueron la localización primaria de su identidad.
Pero Jesús dejó su casa para anunciar la Buena Nueva de Dios (Mc 1,14).
Así Jesús subordina la familia al Reino de Dios y a su seguimiento. La
necesidad de romper los vínculos familiares para quedar completamente
libres para el Reino ya presente, fue planteada por Jesús con palabras tan
duras que muy difícilmente podían ser toleradas:
«Si alguno viene donde mí y no odia a su padre, a su madre, a su mujer, a
sus hijos, a sus hermanos, a sus hermanas y hasta su propia vida, no puede
ser discípulo mío» (Lc 14,26).
Pero Jesús expresa en términos de nueva familia los lazos que se forman
entre los que acogen el anuncio del Reino:
«Mi madre y mis hermanos son aquellos que oyen la Palabra de Dios y la
cumplen» (Lc 8,21).
Más allá de los límites de la consanguinidad, Jesús amplía el ámbito de
relaciones mediante una familia de Dios que puede vivirse ya en el presente:
«Les aseguro que el que haya dejado casa, mujer, hermanos, padres o hijos,
por el Reino de Dios, recibirá mucho más en ese mundo; y en el mundo
futuro, recibirá la Vida eterna» (Lc 18,29-30).