Y para empezar, una aclaración. Un analfabeto digital no es aquel que no sabe programar el vídeo o enviar un correo electrónico desde el teléfono móvil. Es aquella persona que no es capaz de intuir y entender los profundos cambios que la red aporta a modelos de relación entre personas, empresas y administraciones. Como tampoco es un nativo digital quién sabe la diferencia entre WhatsApp y Telegram o es capaz de crear un perfil en Twitter.
Autor y origen: : Odón Martí
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1. Blogs
¿Estamos formando analfabetos digitales?
Y para empezar, una aclaración. Un analfabeto digital no es aquel que no sabe programar el vídeo o
enviar un correo electrónico desde el teléfono móvil. Es aquella persona que no es capaz de intuir y
entender los profundos cambios que la red aporta a modelos de relación entre personas, empresas y
administraciones. Como tampoco es un nativo digital quién sabe la diferencia entre WhatsApp y
Telegram o es capaz de crear un perfil en Twitter.
Es algo evidente y fuera de discusión que la red está cambiando a enorme velocidad nuestra forma
de comunicar y consumir. De eso hablamos en este Blog porque el reto de cualquier profesional y
empresa, del sector que sea, es adaptarse a esos cambios para mantener y aumentar una notoriedad
que garantice la expansión del negocio y su supervivencia.
Hay muchos factores a tener en cuenta; la opinión de un sólo individuo puede tener tanta fuerza
como una gran campaña publicitaria, cada persona lleva una imprenta en el bolsillo, y el consumidor
se ha convertido en un prosumer que puede generar más información y opinión de la que recibe. Las
empresas empiezan a tenerlo muy presente y los que trabajamos por cuenta propia, debemos hacer lo
mismo. Y como ejemplo, una batallita.
2. Cuando empecé a informar sobre el mundial de motociclismo, a principios de los 80, tecleaba mis
crónicas en una Olivetti y las dictaba al periódico a través del teléfono, o con un poco de suerte, con
un telex. El fax nos parecía un objeto de ciencia ficción y a continuación llegaron los primeros
ordenadores portátiles, las cámaras digitales, los teléfonos móviles, Internet, los canales sociales y
todo lo que Vds. quieran. Tuve que adaptarme a nuevos dispositivos y canales, emitir distintos
mensajes en función de cada uno de ellos , y sobre todo, pasar de una comunicación unidireccional a
tener muy en cuenta la opinión y reacción de mis lectores.
Antes, sólo yo podía contar una noticia, pero con la red social me convertí en una pieza más de un
enorme intercambio de información y pasé de actor principal a secundario. Internet lo había
cambiado todo por completo y como profesional, o me adaptaba o desaparecía. Y lo que me queda
por ver, porque estoy convencido que este gobierno, y los que vendrán, me obligarán a picar piedra
hasta que cumpla setenta años. Mi única alternativa es una renovación continua. Y hablo de una
renovación cultural, no tecnológica.
Los adultos tenemos claro este fenómeno, o deberíamos tenerlo. Pero pensamos que nuestros hijos
no tendrán ese problema porque son nativos digitales, un concepto que hemos leído en los periódicos
sin saber exactamente que es, y creemos que sabrán utilizar la red para su proyección profesional
con toda naturalidad. Y eso, desgraciadamente, es falso. Es una teoría irreal.
Sobre el uso lúdico de la red, los jóvenes y adolescentes no necesitan ninguna enseñanza. Lo saben
prácticamente todo y renuevan sus conocimientos y preferencias casi a diario. Sin embargo, no
saben nada más que eso e ignoran por completo las capacidades de la red para potenciar su vida
profesional, que les serán fundamentales para sobrevivir en un entorno muy cambiante y en el que
intervienen de forma decisiva conceptos sobre los que nunca han oído hablar.
Sobre esta cuestión escribí en mi blog en mayo de 2013: Formación en redes, la asignatura pendiente
en los programas educativos, y la mayor parte de reflexiones siguen vigentes.
No saben nada porque nadie se lo ha enseñado y visto lo visto nadie se lo va a enseñar. El sistema
que forma a nuestros hijos incurre en una grave dejación de responsabilidad creando graduados y
licenciados que cuando pisen la calle con un diploma bajo el brazo, no tendrán ni idea de como
utilizar la red para su proyección profesional. En realidad, el actual modelo educativo está formando
analfabetos digitales.
Sin que a nadie parezca importarle lo más mínimo. Y es una cuestión urgente comenzar cuanto antes
a reparar este error sin esperar a que los cambios que experimenta nuestra forma de vida atropellen
literalmente a gobernantes, docentes y alumnos. Como sucede siempre que se produce un proceso
disruptivo, la sociedad, o buena parte de ella, ha de poner sus conocimientos a cero en algunas
cuestiones y empezar de nuevo.
Es un aprendizaje difícil y a determinadas edades incluso molesto, pero absolutamente
imprescindible. Y hay mucho trabajo pendiente. Hace unos días, tuve ocasión de poner en práctica
estas ideas participando como ponente en la asignatura Estrategias de Conocimiento y
Comunicación que cursan los alumnos/as de primer curso de la Escuela de Ingenieros Tecnun de la
Universidad de Navarra, en San Sebastián.
Para mí, estas charlas, impartidas a dos grupos de 80 alumnos/as, resultaron especialmente
interesantes porque tuve la ocasión de comprobar el impacto de ciertos mensajes ante una audiencia
poco habitual. Normalmente, intervengo en sesiones de formación dirigidas a público adulto, pero en
esta ocasión, se trataba de jóvenes de 18/19 años, que apenas son conscientes de que hasta qué punto
tendrán que utilizar la red para dar a conocer sus capacidades y estudios.
Por eso fue curioso ver como recibían mensajes y conceptos de los que jamás habían oído hablar y la
forma en que acogían ciertas ideas. El resultado, una atención y un silencio notable, mayor del que
yo esperaba, durante una hora entera. Hablé de la importancia de la presencia digital, de reputación
3. online, de los procesos de conversión que permiten transformar visitas anónimas en clientes, la
importancia del Blog como vehículo de difusión de ideas y de técnicas cómo el SEO que permite
posicionar contenidos en los buscadores.
Temas que son complejos y que precisan ser madurados con tiempo. Insistí en ello explicando que el
primer curso es el momento ideal para empezar a trabajar una reputación digital que será
imprescindible una vez finalizados los estudios. Y también, algunas reflexiones que provocaron
sonrisas, y más de una cara de preocupación, ante la advertencia que todo lo que se publica en la red,
queda para siempre en la red y que por ello es conveniente una revisión a fondo de lo que cada
persona ha compartido a través de diversos canales teniendo muy en cuenta que en un futuro muy
cercano eso puede afectar a la credibilidad profesional.
La conclusión: la gente joven ignora absolutamente a lo que se enfrentará cuando necesite usar
Internet para su crecimiento profesional. Navegan por la red con la mayor inocencia y desconocen
algunos términos y procesos clave para conseguir reputación y notoriedad. Los desconocen porqué
no saben ni que existen. Lancé al vuelo determinadas preguntas sobre temas que en mi opinión
deberían conocerse y en algunos momentos el silencio fue estruendoso.
Pero las preguntas posteriores y la evidente sensación que tenían algunos de ellos de haber
descubierto algo que de alguna forma se les había escondido, confirma que hay graves fallos de
adaptación de los programas educativos a la realidad social.
La situación es preocupante. La falta de respuesta, no tiene justificación. Y es un error por el que
miles de jóvenes pagarán a corto plazo un precio probablemente demasiado elevado.
Autor: Odón Martí. Periodista y consultor de estrategia en redes y reputación online. Asesora a
empresas de diversos sectores en la gestión de proyectos de comunicación en Internet.
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Publicado
en
Noticias
y
Actualidad
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Publicado
el
13
marzo,
2014
por
Odón
Martí