Índigo Energía e Industria No. 15 - digitalización en industria farmacéutica
El tpp un proyecto neoliberal
1. El TPP: un proyecto neoliberal a ultranza
Sally Burch
ALAI AMLATINA, 21/09/2012.- El 6 de septiembre de este año inició la 14ª
ronda de negociaciones de la Asociación Transpacífico (TPP por sus siglas en
inglés) que, según el presidente Obama, constituiría el modelo de acuerdo
comercial “de alto nivel” para el nuevo siglo, que pronto podría aplicarse en
todo el mundo. En estas negociaciones han venido participando nueve países
que bordean el océano Pacífico: Estados Unidos, Perú, Chile, Australia, Nueva
Zelandia, Brunei, Malasia, Singapur y Vietnam. En la última ronda, en julio, se
aceptó en principio el ingreso de los otros dos socios del Tratado de Libre
Comercio de América del Norte -Canadá y México- con lo cual el TPP podría
convertirse en una especie de TLCAN ampliado y reforzado. Japón también ha
expresado interés por ingresar, pero no ha realizado aún un pedido formal,
debido, entre otras razones, a la oposición que enfrenta internamente. Toda
vez, estos tres países –como otros que se sumen luego- no podrán incidir en el
contenido de las negociaciones.
De lo poco que se conoce al respecto –pues los documentos de negociación se
mantienen bajo estricta reserva- el TPP es un modelo altamente preocupante,
pues va aún más allá de la mayoría de tratados precedentes. Exigirá la
modificación de numerosas leyes internas de los países signatarios respecto a
derechos de propiedad intelectual, inversión y protección ambiental y otros
temas. Permitiría a las empresas extranjeras enjuiciar a países soberanos si
imponen restricciones que afecten sus intereses. Amenazaría el acceso a
medicamentos esenciales en los países en desarrollo, y haría peligrar el libre
acceso a la información en Internet. Pero sobre todo, el TPP se negocia con
una falta total de transparencia, que hace que la ciudadanía no pueda opinar
sobre decisiones fundamentales que comprometerían a sus respectivos países
y su soberanía durante las próximas décadas.
2. ¿Fomentar el comercio o liberalizar el marco regulatorio?
El TPP inició como un modesto acuerdo comercial entre Singapur, Nueva
Zelandia y Chile. Los países ahora participantes lo ven como una oportunidad
para ampliar sus intercambios comerciales, con costos reducidos, debido al
enredo actual de acuerdos comerciales múltiples que -según un análisis
publicado por la Council on Hemispheric Affairs –COHA- (1)- incrementan el
costo de las transacciones en un promedio de 5%. Con la entrada de EEUU,
evidentemente el TPP cambió de carácter y de dimensión.
En 2011, los nueve países parte del TPP generaron un PIB total de US$ 17,8
billones, del cual el 85% corresponde a EEUU, un 5% de cuyos flujos
comerciales es con los demás países del bloque. Si se suman México, Canadá
y Japón, el TPP-12 se convertiría en el bloque comercial más grande del
mundo, con una población de unas 700 millones de personas y una actividad
económica que actualmente suma alrededor de US$ 26,6 billones, informa
COHA. Se ha hablado incluso de un acercamiento con China y Corea del Sur.
No obstante, EEUU ya mantiene tratados de libre comercio (TLCs) con la
mayoría de los países parte del TPP, entonces para este país, no significaría
mucha ganancia en términos comerciales. Más bien, hay fuertes indicios de
que Washington busca aprovechar el tratado para introducir aspectos que no
ha logrado conseguir por otras vías, tanto de los países contrapartes, como en
su propio sistema legislativo.
Es más, en los últimos meses se ha tratado de acelerar las negociaciones con
miras a concluirlas este año, si bien este plazo ya parece poco factible, debido
a la resistencia de algunos países frente a varias de las condiciones que EEUU
justamente está proponiendo.
Proteger las inversiones
Similar al fallido proyecto del ALCA (Área de Libre Comercio de las Américas),
este tratado abarca mucho más que solo aspectos comerciales. Contiene unos
26 capítulos que incluyen, entre otros: aduanas, servicios transfronterizos,
telecomunicaciones, compras públicas, políticas de competencia, cooperación
y desarrollo de capacidades, inversiones, servicios financieros, regulaciones
ambientales y derechos de propiedad intelectual.
No obstante el sigilo que recubre los textos en negociación, dos capítulos han
sido filtrados a la luz pública, que permiten apreciar el tenor de los contenidos.
Se trata de los capítulos de inversiones y de propiedad intelectual.
3. En junio de 2012 se filtró el capítulo de inversiones (2), uno de los más
controvertidos. En el documento se hace una definición muy amplia de la
inversión, y se propone cláusulas de protección que cubrirían no solo las
inversiones extranjeras existentes, sino también acciones y derivados,
asociaciones público-privadas, minería, licencias y permisos de manufactura, e
incluso las ganancias futuras estimadas. Prevé nuevas salvaguardas para
inversores que podrían limitar severamente la capacidad de regulación de los
Estados parte.
Adicionalmente, el capítulo de inversiones prevé el recurso a un tribunal
internacional de arbitración –como el CIADI u otro- para resolver litigios entre
inversores privados y Estados nacionales. Implica expandir la experiencia del
TLCAN y otros tratados similares, que permiten a las empresas cuestionar
leyes nacionales -incluso las que protegen el interés público- y exigir una
compensación si consideran que afectan sus intereses.
Hasta ahora, como resultado de juicios de este tipo bajo los parámetros de
TLCs existentes, los países en desarrollo han tenido que desembolsar más de
$350 millones de dólares en compensación a corporaciones privadas. En otros
17 reclamos pendientes, por un valor total de más de US$ 12 mil millones,
todos tienen relación con políticas de medio ambiente, salud pública o
transportación, y no con asuntos de comercio internacional (3). Solo Australia,
hasta ahora, ha puesto una cláusula de excepción al acápite sobre arbitraje,
que le eximiría de someterse a estos tribunales.
Otro tema polémico son las propuestas que limitarían la capacidad de los
países de adoptar medidas precautelarías contra la especulación financiera.
Chile, en particular, rechaza tales propuestas.
Propiedad intelectual
El capítulo de propiedad intelectual (4) se filtró en febrero de 2011, y desde
entonces desató fuertes cuestionamientos. Según el análisis publicado por
COHA, de todo el TPP, este capítulo parece ser el que "incorpora los cambios
más sustantivos al derecho internacional”. Los derechos de autor propuestos
son desmedidos, superando incluso lo ya existente en EEUU: se extiende el
periodo de protección a un mínimo de 70 años luego de la muerte del autor, o a
no menos de 95 años desde la primera publicación autorizada. En la ley
estadounidense, los 70 años es el tope, mientras que el acuerdo TRIPS de la
OMC fija ambos plazos en 50 años.
Es más, el documento retoma contenidos que podrían limitar el libre acceso a
información en Internet, como se lo intentó con SOPA –el Stop Online Piracy
Act o ley contra la piratería en línea- que no pasó en el Congreso
4. estadounidense debido a la fuerte oposición ciudadana. Si cláusulas similares
se insertan en el marco de un tratado internacional como el TPP, podría
permitir circunvalar el proceso legislativo nacional.
Otro aspecto cuestionado de este capítulo del TPP se refiere a la facilitación y
expansión de estándares de patentabilidad. Por ejemplo, permitiría patentar
pequeñas modificaciones a una invención existente, un subterfugio que las
empresas farmacéuticas utilizan para poder renovar indefinidamente las
patentes de los medicamentos y demorar la introducción de versiones
genéricas. El documento especifica también que se podrá patentar plantas y
animales –algo que muchos países prohíben-, como también métodos de
diagnóstico, terapia y cirugía para el tratamiento de seres humanos o animales.
Una mayoría de los países parte se resisten también a extender los monopolios
farmacéuticos, como lo propone EEUU. Además, Australia y Nueva Zelandia no
aceptan medidas que permitirían a tales empresas objetar su práctica de fijar
los precios de medicamentos para su sistema de salud pública.
Un atentado al proceso democrático
El comercio entre Latinoamérica y Asia ha aumentado considerablemente en
las últimas dos décadas y hay interés por fomentarlo. No obstante, para los tres
países latinoamericanos participantes –Perú, Chile y México-, que ya
mantienen TLCs con EEUU., las pretendidas ventajas de estar en el TPP, dado
su fuerte énfasis en el eje Asia-EEUU, son poco evidentes y representan
riesgos grandes. De hecho, Chile, antes considerado un signatario seguro, ha
puesto en duda su firma si no se flexibilizan las provisiones en propiedad
intelectual. Toda vez, llama la atención que, en estos países, hasta ahora el
TPP no ha sido objeto de mayores manifestaciones de rechazo por parte de los
actores sociales que se movilizaron contra los anteriores TLCs, hecho que sin
duda va de la mano con el casi total desconocimiento público del proceso de
negociación en curso.
De hecho, en 2010, los países participantes habrían acordado no divulgar los
textos de negociación, sino solo cuatro años después de cerrar las
negociaciones, sea o no que éstas culminen en un acuerdo (5). Únicamente los
propios negociadores –y según parece un grupo selecto de socios
corporativos- tienen acceso a los documentos. Ni siquiera los comités
parlamentarios concernidos pueden conocerlos. Las entidades ciudadanas o
empresariales pueden someter propuestas -y de hecho varias lo han hecho-
pero no están en capacidad de reaccionar frente a lo que realmente se está
negociando.
Siendo un texto que comprometería la soberanía y cambiaría las legislaciones
5. nacionales, ello constituye un verdadero atentado al proceso democrático.
EEUU apuesta a que este tratado podría ser el último que tenga que negociar,
pues a futuro otros países simplemente tendrían que sumarse a lo ya
negociado. Siendo así, resulta aún más aberrante la falta de transparencia en
el proceso de negociación. Y sin embargo, ese es el tratado “modelo” que nos
propone Obama…
Con estas inquietudes, la red estadounidense Just Foreign Policy ha lanzado
una campaña de financiamiento (bajo la modalidad de “crowdsourcing”), para
recompensar a Wikileaks en el caso de que logre filtrar al público todo el
documento de negociación del TPP. Su publicación, según la organización,
“demostraría que Wikileaks sigue siendo relevante a la demanda ciudadana de
transparencia gubernamental… y que la campaña de Wikileaks a favor de la
transparencia gubernamental no concierne únicamente a asuntos relacionados
con la guerra, sino que se extiende a todas las áreas donde la acción secreta
de los gobiernos amenaza el interés público”.
Sally Burch, periodista, es integrante de ALAI.
Notas:
(1) Stadius, Eric y Briggs, Elizabeth. The Trans-Pacific Partnership: Free Trade
at What Costs? COHA, Washington http://www.alainet.org/active/57406
(2) TPP investment chapter: http://www.citizenstrade.org/ctc/wp-
content/uploads/2012/06/tppinvestment.pdf, versión junio 2012
(3) Earth Justice et al. Key Elements of Damaging U.S. Trade Agreement
Investment Rules that Must Not Be Replicated in
TPP, http://www.citizen.org/documents/tpp-investment-fixes.pdf, febrero 2012
(4) TPP Intellectual Property Chapter: http://keepthewebopen.com/tpp, version
febrero 2011.
(5) Wallach, Lori. NAFTA on Steroids. Public Citizen,
Washington. http://www.alainet.org/active/56280
* Este texto es parte de la revista América Latina en Movimiento No.478, sobre
el tema en "La ruleta de los TLCs" (http://alainet.org/publica/478.phtml)
URL de este artículo: http://alainet.org/active/58111