Si algo nos dice este momento de incertidumbre es precisamente que la política, o mejor, las distintas manifestaciones de la política no se reducen a un voto electoral y que necesitaremos una fuerza de transformación de la izquierda que logre consolidar una unidad sólida de oposición que defienda, como hace años con determinación y firmeza, los intereses de los sectores sociales y populares del país.
Pronunciamiento de Mujeres en defensa de la Ley 348
Cuando la incertidumbre se hace política
1. CUANDOLAINCERTIDUMBRESEHACEPOLÍTICA
Fuente de la imagen: http://noticias.starmedia.com/
Si algo nos dice este momento de incertidumbre es precisamente que
la política, o mejor, las distintas manifestaciones de la política no se
reducen a un voto electoral y que necesitaremos una fuerza de
transformación de la izquierda que logre consolidar una unidad sólida
de oposición que defienda, como hace años con determinación y
firmeza, los intereses de los sectores sociales y populares del país.
Emilse Galvis. Jueves, 22 Mayo 2014
Ya mucho se ha dicho sobre el evidente video de Oscar Iván Zuluaga
con Andrés Sepúlveda y sobre las constantes agresiones y polémicas
entre el uribismo y el santismo. Ya también la izquierda ha
respondido y denunciado con razón el cinismo y la violencia que
generan las artimañas del uribismo y el miedo que se respira con el
aumento de poder de las grandes élites y paramilitares en el país.
Frente a esta polémica quisiera dar un paso al costado de toda esta
discusión para pensar en el momento de incertidumbre que vive el
país. Incertidumbre en su sentido literal: desasosiego, duda, falta de
certeza o falta de confianza en el marco de las elecciones
presidenciales.
Incertidumbre porque muchos colombianos no saben aún si votar o
no, otros no saben por quién votar, algunos afirman tímidamente que
votarán por el mal menor y habrán muchos otros que decidirán su
voto el día de las elecciones frente al tarjetón. Me pregunto si
realmente de todo este panorama no habría algo que rescatar, es
decir, si podemos recuperar algo de este ambiente de inquietud un
tanto abrumador que se ha creado en las últimas semanas como
efecto de las acusaciones de un candidato presidencial a otro. ¿No
2. habría que rescatar justamente este momento de incertidumbre y
decir que lo que pasa, en medio de tantos ires y venires, de fuertes
denuncias y acusaciones, es que los colombianos se enfrentan a
nuevos cuestionamientos, a nuevas decisiones frente a lo que se
considera político y se inventan y recrean nuevas formas de acción
política más allá de las urnas, más allá de una mera política electoral?
Lo que podría estar pasando en medio de tantas mentiras del
uribismo y en medio de tanta incertidumbre es que los electores se
pregunten si realmente alguien como Zuluaga considera que los
colombianos son tan ingenuos, son tan tontos, como para creer en
verdad que el famoso video es un montaje. ¿Montaje? Si llaman
montaje a lo que es, a lo que pasa, entonces queda en evidencia la
lógica del uribismo que consiste en pasarse por alto cualquier tipo de
ley (delinquir, infringir, asesinar) y luego manipular los hechos
diciendo con descaro que todo es un “montaje”. Así lo hizo todo el
tiempo el gobierno de Uribe y si no, recordemos lo que hicieron los
miembros del ejército con el asesinato de jóvenes inocentes para
hacerlos pasar como guerrilleros muertos en los conocidos “falsos
positivos”, o incluso recordemos la falsa desmovilización liderada por
Luis Carlos Retrepo. Es esta la lógica que hay que confrontar y si los
colombianos, en medio de tantas confusiones, logran hacerse este
tipo de preguntas, me parece que hemos ganado algo en términos
políticos.
Por supuesto que da miedo ver al uribismo otros ocho años en el
poder, sobretodo porque a sus espaldas llevan la sombra de la
muerte, la violencia y la expropiación, pero no por miedo o por
resignación vamos a votar este domingo por Juan Manuel Santos
como si nos olvidáramos de que él mismo, hasta hace unas semanas,
era fuertemente criticado por seguir el legado económico y social de
la confianza inversionista y de la seguridad democrática. Como si nos
olvidáramos de sus políticas de extracción minera y energética que
tantos daños sociales y ambientales han generado en los territorios
del país en los últimos meses. Tampoco por miedo o por resignación
vamos a olvidar ahora que la paz no se reduce a una mera
negociación entre el gobierno y las FARC en La Habana, sino que es
una construcción que requiere la participación política de
trabajadores, estudiantes, sectores populares, mujeres, indígenas,
afros y diversas y múltiples organizaciones sociales y políticas. La
paz, entonces, no es el resultado de una mera coyuntura, no puede
ser el botín de la re-elección de Santos. La paz es una necesidad y
una construcción que parte de las condiciones de vida de las
comunidades y que se extiende en todo el territorio nacional.
Más que miedo hay que asumir con coraje que las grandes
transformaciones que requiere el país y la construcción de la paz
implican cambios estructurales en materia de educación, de agro, de
3. salud, de inversión social o de cultura que van mucho más allá de las
elecciones. En efecto, que gane una candidata como Clara López nos
pone ante un panorama menos desolador y nos proyecta un Gobierno
que se preocuparía mucho más por la gente y las necesidades del
país. Sin embargo, votar por el Polo Democrático, como seguramente
lo haremos muchos, no resolvería uno de los problemas de fondo que
tiene que ver con la falta de un proyecto político sólido y de unidad
de la izquierda. Una izquierda que sigue envuelta en las lógicas de
una democracia representativa y que no se atreve a cuestionar las
políticas neoliberales y capitalistas que han destruido al país durante
años.
Es sabido que la izquierda a partir de los años 70 ha sido
profundamente golpeada y ha sufrido una serie de crisis y fuertes
derrotas políticas, ideológicas, etc. En esos años la izquierda era con
contundencia un referente fundamental por ser representante de la
clase obrera, trabajadora y campesina, y por defender los sindicatos
y la organización social. La izquierda hoy no tiene esos mismos
referentes y debe trabajar arduamente en un proyecto político de
largo alcance y de unidad para lograr incluso los cambios más
inmediatos. Por supuesto tenemos ahora una comprensión mucho
más compleja de lo que implica un proyecto político de izquierda, y
los movimientos sociales han asumido con decisión la configuración y
reconstrucción de una fuerza de transformación estructural de los
problemas del país, pero esto no es suficiente si los candidatos de la
izquierda siguen diciendo que “extracción de los recursos naturales sí,
pero no así”.
Si algo nos dice este momento de incertidumbre es precisamente que
la política, o mejor, las distintas manifestaciones de la política no se
reducen a un voto electoral y que necesitaremos una fuerza de
transformación de la izquierda que logre consolidar una unidad sólida
de oposición que defienda, como hace años con determinación y
firmeza, los intereses de los sectores sociales y populares del país.