El mundo está ahora disfrutando de la actual Copa mundial de fútbol, celebrada en Brasil del 12 junio al 13 de julio de 2014. Sin embargo, detrás de la máxima fiesta del balompié yacen, invisibles, las manos migrantes que construyeron, modernizaron y finalizaron estadios, hoteles y toda clase de infraestructuras y servicios turísticos que Brasil ha requerido como anfitrión de este gran evento mundial. Manos que provinieron de países sudamericanos vecinos, del Caribe e incluso de otros continentes, como África. Manos de obra extranjeras que siguen afrontando momentos difíciles en Brasil.
1. Artículos: Otras caras de los negocios del fútbol
Manos migrantes invisibles detrás de la Copa mundial de
fútbol en Brasil
Wooldy Edson Louidor
ALAI AMLATINA, 25/06/2014.- El mundo está ahora disfrutando de la
actual Copa mundial de fútbol, celebrada en Brasil del 12 junio al 13
de julio de 2014. Sin embargo, detrás de la máxima fiesta del
balompié yacen, invisibles, las manos migrantes que construyeron,
modernizaron y finalizaron estadios, hoteles y toda clase de
infraestructuras y servicios turísticos que Brasil ha requerido como
anfitrión de este gran evento mundial. Manos que provinieron de
países sudamericanos vecinos, del Caribe e incluso de otros
continentes, como África. Manos de obra extranjeras que siguen
afrontando momentos difíciles en Brasil.
Pero si ni siquiera el momento ha sido favorable para que los
diferentes movimientos sociales de Brasil hagan escuchar sus
reivindicaciones a través de las olas de protestas en las grandes
ciudades brasileñas; mucho menos lo será para visibilizar la difícil
situación de los trabajadores extranjeros en el país. Todo parece
indicar que hoy día el mundo tiene oídos y ojos solamente para la
actual Copa mundial de fútbol.
A continuación les presentamos una crónica de las manos migrantes
haitianas y el resumen de una entrevista a Ernst Casséus, un joven
haitiano testigo de la reciente migración de sus compatriotas hacia
2. Brasil.
La reciente migración haitiana a Brasil
Los migrantes haitianos empezaron a llegar a Brasil a inicios del año
2010, inmediatamente después del terremoto que afectó su país en
enero del mismo año. En un primer momento, utilizaron Brasil como
país de tránsito para ir a Guyana Francesa, territorio de ultramar de
Francia adonde tradicionalmente (en parte, por afinidad lingüística)
vienen emigrando los haitianos desde los años 70.
A finales del 2010 el gobierno del presidente francés de entonces
Nicolas Sarkozy decidió cerrar la frontera de la Guyana Francesa con
Brasil; por lo que más de dos mil migrantes haitianos se quedaron
varados en el territorio brasileño. Desde entonces, la administración
de la presidenta de Brasil, Dilma Roussef, empezó a controlar sus
fronteras y a endurecer también sus políticas migratorias hacia los
migrantes haitianos.
A pesar de este endurecimiento, la migración haitiana a Brasil ha ido
creciendo; Tabatinga ubicada en la Amazonía (en la triple frontera de
Brasil con Colombia y Perú) y Acre (situado en la triple frontera del
país con Perú y Bolivia) se convirtieron en las principales localidades
receptoras de los haitianos.
2011, 2012 y 2013 fueron tres años muy difíciles para los migrantes
haitianos en Brasil, ya que varias veces se vieron varados en
Tabatinga y Acre, enfrentándose a serias crisis humanitarias ante la
negativa del gobierno federal de Brasil de dejarlos ingresar al interior
del territorio brasileño. En varias ocasiones las autoridades de Acre
han tenido que declarar el estado de emergencia y solicitar el apoyo
de Brasilia para atender de urgencia a los migrantes caribeños.
Ante esta situación, el gobierno de Dilma Roussef adoptó una
estrategia ambivalente, que consiste en flexibilizar un poco sus
políticas migratorias para acoger parte de la mano de obra migrante,
al tiempo que ha reforzado el control de sus fronteras con los países
vecinos para contrarrestar el flujo extranjero numeroso (cerca de 10
mil haitianos llegaron a Brasil de 2010 a la fecha) y complejo
(integrado por migrantes económicos, solicitantes de refugiados,
trabajadores temporales, flujos mixtos) hacia su territorio.
En el marco de estas políticas de “flexibilización”, el gobierno
brasileño anunció a mitad de diciembre del año 2013 la regularización
migratoria de 4.482 trabajadores extranjeros, reconociendo que “la
gran mayoría de ellos buscan empleo y logran integrarse de forma
satisfactoria en nuestro país”, según el presidente del Consejo
3. Nacional de Inmigración, Paulo Sérgio Almeida[1].
El gobierno brasileño creó también desde 2012 un programa especial
para otorgar, desde su Consulado basado en la capital haitiana Puerto
Príncipe, 1.200 visas especiales por año a trabajadores haitianos, al
tiempo que decidió regularizar a todos los haitianos que llegaron al
país hasta el 11 de enero de 2012[2].
Sin embargo, un gran número de haitianos que quieren emigrar a
Brasil señalan que es muy difícil para ellos conseguir dicha visa desde
su país por la gran cantidad de solicitantes que la piden y toda una
serie de dificultades que enfrentan a la hora de tramitarla. Debido a
estas razones, varios siguen utilizando los “servicios” de coyotes
(traficantes ilegales de migrantes) para emprender el largo viaje de
Haití a Brasil pasando por Ecuador y Perú.
Con motivo de la Copa mundial, el gobierno brasileño se reunió en
diciembre de 2013 con su homólogo haitiano para emprender
acciones conjuntas orientadas a contrarrestar la migración irregular,
al tiempo que anunció la realización de una campaña informativa para
sensibilizar a los ciudadanos haitianos sobre los peligros de la
migración irregular, informó el canciller Luiz Alberto Figueiredo a
inicios del mes de mayo de 2014.
Todo parece indicar que Perú está jugando también un papel
importante en esta tarea de contener la migración indocumentada
hacia Brasil, ya que viene vigilando un poco más sus fronteras (con
Ecuador y Brasil) para aprehender a migrantes indocumentados.
Por ejemplo, recientemente la policía peruana aprehendió a 13
ciudadanos haitianos indocumentados en Piura y luego los llevaron a
la Embajada de Brasil en Lima para que ésta los deportara hacia su
país de origen, según lo que informaron medios locales[3].
Por su parte, Ecuador también viene retornando a Haití a migrantes
haitianos que llegan al aeropuerto de Quito. Por ejemplo, 17
migrantes haitianos fueron devueltos por las autoridades
ecuatorianas, entre el 9 y el 10 de enero de 2014, a Bogotá y luego a
Haití[4].
Paradójicamente el gobierno brasileño y el sector privado en el país
han reconocido en varias ocasiones la gran contribución de los
migrantes haitianos al sector de la construcción que ha venido
creciendo en los últimos tres años (4.8% en 2011), debido en gran
parte a las obras de infraestructuras realizadas en el contexto del
Mundial. Por ejemplo, el estadio de fútbol de Manaos en el estado
brasileño del Amazonas fue, en gran parte, construido por las manos
expertas, dóciles e incansables de los obreros haitianos.
4. Debido a los retrasos en la construcción de estadios, los haitianos
fueron contratados, por ejemplo, por la firma constructora Mendes
Junior para finalizar el estadio Arena Pantanal en Cuiabá[5].
Ernst Casséus: “La situación de los haitianos en Brasil es muy
difícil”
Tuvimos la oportunidad de entrevistar a Ernst Casséus, un haitiano
que ha sido testigo de la reciente migración haitiana a Brasil y de las
dificultades a las que muchos de sus compatriotas hacen frente en el
país durante los últimos años.
Este joven haitiano que vive desde hace aproximadamente tres años
en Brasil explica que si bien este país sudamericano ofrece muchas
oportunidades de empleo a sus compatriotas, sobre todo en el sector
de la construcción; sin embargo, se queja de que los salarios que les
pagan son bajos. Esto ha generado mucha desilusión y frustración,
sobre todo para los jóvenes haitianos que vinieron al país con la
ilusión de estudiar una carrera.
Narra cómo los haitianos han hecho grandes sacrificios para llegar a
Brasil (pasando por República Dominicana, Ecuador, Perú y en
algunas ocasiones a Bolivia); varios de ellos pagan mucho dinero
(entre 3.000 y 5.000 dólares americanos) a traficantes ilegales de
migrantes durante toda la travesía para lograr el sueño brasileño.
Los que utilizan la vía legal compran muy caro las visas brasileñas
desde Puerto Príncipe (por culpa de redes de delincuencia organizada
que los engañan) o son víctimas de algunas agencias de viaje
(algunas de ellas ilegales) que les venden los tiquetes a un precio
exorbitante.
Los migrantes haitianos llegan prácticamente “con las manos vacías”
a Brasil; la mayoría de ellos se dirigen hacia las grandes ciudades del
país tales como Sao Paolo, Río de Janeiro y Brasilia, donde hay
oportunidades de trabajo, pero donde existe también más
competencia en el mercado laboral. Además, el costo de la vida es
muy caro en dichas ciudades; por lo que sus magros salarios no les
permiten cubrir todos sus gastos y enviar dinero a sus familias en
Haití.
Ernst Casséus, muy cercano a la comunidad haitiana en Brasil,
denuncia los abusos laborales y las violaciones de derechos humanos
de los que son víctimas sus compatriotas, debido a que no hablan el
portugués ni saben cómo defender sus derechos. Por ejemplo,
recuerda cómo una joven obrera haitiana fue despedida sin más de
5. su trabajo porque su empleador se dio cuenta de que ella estaba
embarazada.
Desconocimiento del portugués, discriminación racial, bajos salarios,
falta de asistencia por parte de las autoridades diplomáticas
haitianas, dificultades para regularizar su situación migratoria e
integrarse en Brasil figuran entre los principales problemas que
afrontan los haitianos en el país sudamericano.
Ernst Casséus recomienda al gobierno brasileño que otorgue más
visas a los haitianos desde su Consulado en Puerto Príncipe y facilite
de manera más ágil y transparente los trámites para conseguirlas, de
tal modo que más compatriotas suyos tengan la oportunidad de
ingresar al país sudamericano.
Argumenta que esta decisión podría contribuir eficazmente a prevenir
la migración irregular, el tráfico ilegal de migrantes y las sucesivas
crisis humanitarias que los migrantes haitianos han tenido que vivir
en las fronteras de la Amazonía y del Acre.
Finalmente critica la “indiferencia” de la representación diplomática
haitiana en Brasil que, según él, ha hecho muy poco para ayudar a la
comunidad haitiana y, sobre todo, para asistir a los migrantes
haitianos que hayan sido víctimas de abusos en el país y en
necesidad de protección.
Bogotá (Colombia), 25 de junio de 2014
Notas:
[1] Fuente: portal web del Ministerio da Justiça. Noticia: Brasil
anuncia a regularização de 4.482 trabalhadores estrangeiros. Fecha:
19 de diciembre de 2013.
Enlace: http://portal.mj.gov.br/main.asp?View={A5F550A5-5425-
49CE-8E88-E104614AB866}&BrowserType=NN&LangID=pt-
br¶ms=itemID%3D%7BA8870000-4A47-44A9-A05F-
7D914A3786A8%7D%3B&UIPartUID=%7B2218FAF9-5230-431C-
A9E3-E780D3E67DFE%7D
[2] Ver artículo de Wooldy Edson Louidor “Sobre la nueva política
migratoria de Brasil” (28 de enero de 2012).
Enlace: http://alainet.org/active/53049&lang=pt
[3]Ver esta noticia del PTV “Piura: Detienen a senegaleses y haitianos
indocumentados que iban para el Mundial” (16 de mayo de 2014).
Enlace:https://www.youtube.com/watch?v=7phnh8ksHUI
[4]Ver el artículo de Wooldy Edson Louidor publicado en AlterPresse
“Amérique latine: 17 migrants haïtiens, préalablement non admis en
Équateur, refoulés par la Colombie vers Haïti” (21 de enero de 2014).
Enlace: http://www.alterpresse.org/spip.php?article15846#.U3-
IUfl5MvY
6. [5] Ver el artículo “Inmigrantes haitianos realizan obras para Copa
del Mundo” en el siguiente enlace
: http://m.portafolio.co/economia/obras-el-mundial-brasil-2014
- Wooldy Edson Louidor es docente e investigador en la Pontificia
Universidad Javeriana (PUJ) y la Universidad Santo Tomás (USTA),
basadas ambas en Bogotá, Colombia.
URL de este artículo: http://alainet.org/active/74870
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Pasión y negocios del fútbol
Manuel Humberto Restrepo Domínguez
ALAI AMLATINA, 24/06/2014.- La indiferencia que era la gran pasión
colectiva, ha sido desplazada por la pasión misma como un
sentimiento de entusiasmo profundo por lo que se siente con toda
intensidad. El llamado sujeto de mercado, se pone a prueba para
consumir, olvidar, soñar, entrar en éxtasis. Esa pasión la produce el
futbol que según los indicadores del raiting la vive hoy en todos los
espacios cotidianos uno de cada cuatro humanos del planeta. No hay
tiempo para largas conversaciones, complejos discursos, argumentos
extensos, tampoco para el aburrimiento o la soledad, la pasión es el
tiempo mismo, la emoción plena del presente inmediato.
El futbol, ese juego simple de reglas matemáticas y sentido común
del siglo anterior, que permitió conocer países olvidados y
geopolíticas excluidas de las Naciones Unidas, pero a la vez saber los
humildes orígenes de jugadores criados en barriadas populares que
los empresarios compraban para hacer dinero, ha muerto. Ese futbol
dejó de existir, para dar paso al juego complejo, de empresarios que
se enriquecen y pueblos enteros que viven la pasión o lo padecen.
Hoy el futbol es una mercancía, creada, calculada, una mezcla de
capital trasnacional e identidades colectivas que producen ganancias,
es una vía del despojo por otros medios.
Africanos, europeos, asiáticos, australianos y latinos, igualados por
7. un instante, pintados o disfrazados no reparan en el color de la piel o
el lenguaje. Los une la pasión, los separa la bandera a la que siguen.
En el estadio ocurren cosas impensables en la política. Un país
escondido en el mapamundi como Ghana que hace sufrir a la
invencible Alemania, que a la vez tiene bajo control a Grecia entera
hipotecada por el Bundesbank y ahora es derrotada por Colombia.
Costa Rica que saca del camino a Italia, el mismo día que el papa
Francisco de Argentina excomulga a la mafia calabresa. España la
mejor de Europa destronada por Chile al tiempo que abdicaba el rey.
La pequeña Uruguay antiimperialista derrotando a la temible
Inglaterra victoriosa en la guerra de las Malvinas.
Los estadios y las pantallas son por estos días un Vaticano, una Meca,
un Wall Street, en síntesis un centro de pasiones y negocios donde se
combinan jugadas que alegran a unos y enriquecen a otros. Los
estadios son en sí mismos una bienal de arquitectura, escenarios
imponentes, con alta tecnología, vigilados y controlados, a los que
asisten entre 50 o 70 mil personas pagando cientos de dólares por
una entrada. Son zonas de distensión real y simbólica del poder en la
que gracias a la masa sin forma se puede -como solo puede ocurrir
allí- expresar afectos y entusiasmo por Irán o Argelia, sin el temor a
ser asesinados por drones o espías americanos. Los estadios
adelantan tiempos, el de Manaos –Arena Amazonia- es el primero
construido en mitad de la selva más espesa y rica del mundo,
apetecida por financistas y mafiosos y por ambos a la vez. El futbol
los traerá de vuelta a implantar bases y trasladar la muerte del
desierto al verde amazónico, traen futbol después guerra.
Afuera de los estadios la política suma inconformidades con
oportunismos. Las calles de Brasil muestran lecturas de la realidad:
La del Partido de los Trabajadores que llegó al poder con Lula y tiene
al país como sexta potencia económica del mundo y cuya presidenta
podrá ser reelegida en octubre; la socialdemocracia que quiere el
poder y aúpa un no al mundial acusando cuantiosas inversiones que
alientan movilizaciones con disturbios; los socialistas que apoyaron al
PT que buscan ser gobierno pero no quieren disturbios, su consigna
es si al mundial pero no a la FIFA. El gobierno del PT afirma que
invirtió en educación 236 veces más que en estadios y que esperan
recibir ingresos por 8 veces más de lo invertido. La mercancía futbol
la vende la FIFA convertida en un poderoso para-estado privado que
cogobierna al mundo. Coca cola, McDonald y otras trasnacionales a
8. su alcance, controlan el mercado informal que por necesidad habían
creado los necesitados y que ellas consideraban despreciable y
perseguían. En todo caso nada de este debate y enfrentamiento
detiene la pasión ni el consumo.
Por fuera de Brasil, en miles de ciudades del mundo el futbol llena
plazas, como lo hace el Papa cada domingo para anunciar milagros y
beatos. La pasión del futbol también saca milagros de los pies de los
jugadores, gente que dice alentarse, amores que se sellan o se
rompen, soldados que desertan de sus filas, enfermos que caminan,
maldiciones que se van. Las pantallas públicas complacen a
funcionarios de jornada continua, taxistas, vendedores informales,
profesionales, desempleados, universitarios, colegiales, turistas,
vagabundos y transeúntes de todas las nacionalidades. Por suerte o
desgracia la mejor manera de pasar la vida para cientos de millones
es dejarse llevar por la multitud alegre y ruidosa que grita, que
delira. La pasión se preparó, se adecuaron lugares, bares, tiendas,
calles, plazas, salas. Se acomodaron horarios, vestuarios, comidas.
La pantalla traslada modos de vida, costumbres y necesidades de una
clase social a otra al ritmo de una globalización que se muestra
natural, seductora. Todo lo imaginable ocurre gracias a un juego de
pelota que mueve pasiones para acumular millones.
Como en un mercado de bienes los jugadores tienen precios que
suben y bajan en un parpadeo, en una patada. Messi llegó costando
137 millones de euros, Cristiano Ronaldo 105 y Neymar 87. En una
hora ganan lo que cuesta un plan de sanidad para millones de
enfermos o miles de becas para estudiantes universitarios. Los
resultados hablan por países y geopolíticas, llevan supersticiones,
producen afectos y rabias. Los racistas sufren los triunfos africanos,
los homofóbicos los besos y cariños entre jugadores, los dueños
sudan e infartan su jugador falla y la bolsa se deprime, los
gobernantes preparan alocuciones, los generales revisan estrategias
para eliminar a sus contrarios en cambio de vencerlos. La pasión por
el futbol mercancía exalta un patriotismo que se traduce en ganancias
para los financistas. Los pobres del mundo se divierten, festejan y al
ritmo de solidaridades y pasión aceleran la fluidez del mercado en
todos sus flancos aunque haya que vender un poco de sangre, un
riñón o alquilar su cuarto para comprar un televisor. En Colombia
para las mayorías la pasión es euforia, color, banderas, cantos,
abrazos y gritos incontenibles. Otros pocos siguen la estética mafiosa
9. y camorrera de la patria dividida por el régimen del odio, celebran
con estridencia, a balazos y actuaciones de venganza e irrespeto
contra el otro sea hincha o adversario, si el equipo gana celebran
inclusive hasta matar o morir, si pierde también. Comentaristas
irresponsables exaltan a esta especie vengativa con: somos verracos,
únicos, invencibles, matadores, machos, los que no se humillan ni
perdonan, los asesinos del balón… Viene ahora la pasión por la paz, la
que no es mercancía ni negocio, trae con pueblo pero no trae
milagros, odios, ni comentaristas.
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