2. INVOCACIÓN AL ESPÍRITU SANTO Todo encuentro con la Palabra parte por la invocación del Espíritu Santo, porque es Él quien abre nuestra inteligencia para comprender lo que Dios quiere comunicarnos, y es él quien nos fortalece para hacer realidad el querer de Dios en nuestra vida cotidiana.

3. Ven, Espíritu de Santidad, ven espíritu de luz, ven espíritu de fuego, ven abrásanos (bis). Ven Espíritu del Padre, se nuestra luz, derrama del cielo tu esplendor de gloria. Testimonio cierto, tu nos enseñas a proclamar que Jesús Resucitó. Eres la alegría, fuego de la Iglesia, pon en nuestro ojos, la mirada del Señor Fuego que nos quema hasta las entrañas, por ti resplandece, la Luz del Amor.

5. Se dirigió a una ciudad llamada Naín, acompañado de los discípulos y de un gran gentío. Justo cuando se acercaba a la puerta de la ciudad, sacaban a un muerto, hijo único de una viuda; la acompañaba un grupo considerable de vecinos. Al verla, el Señor sintió compasión y le dijo: no llores. Se acercó, toco el féretro, y los portadores se detuvieron. Entonces dijo: Muchacho, yo te lo ordeno, levántate. El muerto se incorporó y empezó hablar. Se lo entregó a su madre. Todos quedaron sobrecogidos y daban gloria a Dios diciendo: un gran profeta ha surgido entre nosotros, Dios se ha ocupado de su pueblo. La noticia de lo que había hecho se divulgo por toda región y por Judea.

6. Terminado de leer el texto de la Palabra de Dios, recordamos elementos propios de él, tales como: personajes, ambiente del texto, lugares, Etc.

8. ¿Qué me dice el texto como Palabra de Dios? ¿Que me enseña el texto? REFLEXIÓN

10. ¿Qué me hace decir el texto bíblico al Señor, como camino de oración?

12. ¿A qué me invita la Palabra de Dios?