Psicología y pobreza: Revisión desde la perspectiva de la psicología social comunitaria
1. PSICOLOGÍA Y LUCHA CONTRA LA POBREZA: REVISIÓN Y PROPUESTAS DESDE LA
PSICOLOGÍA SOCIAL–COMUNITARIA 1
David Tarazona Cervantes 2
INTRODUCCIÓN
La pobreza es uno de los problemas más antiguos de la humanidad (Ardila, 1979) y en nuestro país se
constituye como uno de los cardinales (quizás el mayor) como lo hacen evidente las cifras oficiales: el
54 por ciento de la población nacional está debajo de la línea de la pobreza y el 24 por ciento vive en
miseria. Una primera pista plantea la necesidad de que los psicólogos presten atención a esto ya que la
pobreza siempre conlleva un bajo nivel de bienestar emocional (Rotondo, 1970a; Loli & López, 1999).
Una segunda premisa, en términos de la relación entre pobreza y salud mental, ha sido señalada por
Contreras (2001), quien nos dice “que la salud mental en el mundo es, ante todo, una cuestión de
bienestar económico y político” (p. 4), además de relevar la actualidad del tema ya que “el sufrimiento
psíquico de una gran mayoría de peruanos que vive en condiciones de pobreza y discriminación es
parte de la realidad de la salud mental del país” (p.4-5).
Existe gran cantidad de evidencia sobre la relación negativa entre salud y pobreza (Avendaño, 2000),
sin embargo las relaciones específicas entre pobreza, desarrollo personal y salud mental aún no han
recibido suficiente atención de los investigadores, reflejando, como sugieren Mocellin, Barreto & Gural
(1997), la poca importancia otorgada al impacto psicológico de los ambientes pobres y el predominio de
modelos económicos, sociológicos y antropológicos en el estudio de cómo afrontar la pobreza, y esto a
pesar que se reconocen en la pobreza componentes socioculturales-individuales y psicológicos más
allá de carencias económicas (Ardila, 1979; INEI, 1999; COSUDE, 2000) e incluso hasta una influencia
causal, como se desprende de las palabras de Perales (2005): “se ha señalado que la pobreza no
deriva exclusivamente de un factor económico; en otras palabras, que el pobre no es pobre sólo por
carecer de dinero”. Creemos que en esto, coincidiendo con Caballero (1989), jugarían un rol importante
los prejuicios y afectos de los psicólogos para afrontar este polémico tema.
Los estudios existentes o han buscado caracterizar la pobreza desde una perspectiva psicológica,
como experiencia subjetiva, o han explorado la influencia recibida de las condiciones de vida en
pobreza. Estos esfuerzos investigativos aún no consolidan un cuerpo teórico congruente que de
coherencia a los hallazgos obtenidos, menos bajo un enfoque de desarrollo, asimismo el nivel de las
investigaciones aún no alcanza a ser explicativo. En suma, es poco lo que se conoce científicamente
acerca de la pobreza desde una perspectiva psicológica (Ardila, 1979; Acevedo, 1996; Estefanía &
Tarazona, 2003).
En la presente revisión partimos del supuesto que la mayor parte de la evidencia científica demuestra
la fuerte relación negativa que existe entre el bienestar psicosocial y la extrema pobreza (Mocellin,
Barreto & Gural, 1997) y también que se requiere una actitud más abierta hacia los pobres por parte de
los psicólogos locales y de las instituciones formativas para generar estudios comprensivos-causales, y
no meramente descripciones de la forma de ser de las personas pobres o de los riesgos inherentes a
sus condiciones de vida (Caballero, 1989).
1
Referencia: Tarazona, D. (En preparación). Psicología y lucha contra la pobreza: Revisión y
propuestas desde la psicología social–comunitaria. En: V. Montero, C. Arenas, J. Vallejos y D.
Tarazona. Psicología comunitaria. Lima: Foro Peruano de Psicología Social.
El presente documento se encuentra en preparación, se agradecen comentarios y sugerencias.
2
Psicólogo. Instituto Psicología y Desarrollo (IPSIDE). Lima-Perú. E-mail: dtarazona@gmail.com
2. Considerando lo señalado, primero se revisan las definiciones de pobreza y sus formas de medición,
ensayando enlaces de comprensión con la psicología comunitaria, luego se formula un breve estado
del arte sobre psicología y pobreza, y, finalmente, se revisan estrategias de lucha contra la pobreza en
el trabajo de la psicología social-comunitaria (PSC) y la promoción del desarrollo social.
1. ¿QUÉ ES LA POBREZA?
Para muchos, la respuesta a esta pregunta es obvia, está claramente delimitada y debiera dejarse de
lado para dar paso a la realización de análisis más complejos; sin embargo, desde una perspectiva
psicológica, creemos que lo ya definido, si bien es verdadero, resulta tan sólo la “punta de un iceberg”.
La respuesta a la pregunta planteada reviste muchísima complejidad y consideramos importante
ensayarla como punto de partida para la emergencia exitosa de una revisión psicológica positiva de la
pobreza.
La pobreza es el polo opuesto de la riqueza en términos conceptuales y de estructura social (COSUDE,
2000). A pesar de su carácter multidimensional y complejo, se define en forma precisa al basarse en
indicadores de "bienestar", definiéndose operacionalmente como “una condición en la cual una o más
personas tienen un nivel de bienestar inferior al mínimo necesario para la sobrevivencia” (INEI, 1999).
Este concepto es puntual y de fácil comprensión pero al fundamentarse en la carencia de bienes
materiales resulta siendo relativo por lo que vale complementar su abordaje considerándola “una
situación social en la cual existen carencias económicas, en un tiempo y espacio determinados, que
afectan el desarrollo integral del ser humano” (Estefanía & Tarazona, 2003; p. 22).
La pobreza puede clasificarse como (a) crónica: cuando resulta imposible romper el círculo vicioso de
la pobreza, esta es una forma de pobreza que se transmite generacionalmente, de familia en familia, o
(b) temporal: provocada por un retroceso momentáneo que es posible superar (Ardila, 1979). En
Psicología se presta mayor atención a la pobreza de tipo crónico debido a que genera una cultura de
subsistencia y a que tiene secuelas psicológicas difíciles de revertir por afectar infancia la temprana,
como p.e. la desnutrición crónica y su consecuente influencia negativa en los procesos neuro-
cognitivos y la socialización deficitaria y sus efectos en la constitución de una personalidad sana. Pero
en si ambas formas del fenómeno comparten dos características que la vinculan al marco de la
psicología social–comunitaria, por un lado su multi–dimensionalidad y por otro su relación con el
comportamiento social.
Primero, la pobreza es un constructo multidimensional con una fuerte carga en lo socioeconómico.
Social en cuanto se vincula directamente con categorías sociales, como clase, etnia y exclusión, y
económica al constituirse basándose en la cantidad de riqueza acumulada. La psicología (o el abordaje
psicológico) de la pobreza es reciente y sus inicios son atribuibles en gran parte al trabajo de Katona
(1965) -por lo menos de una forma más sistemática-, quien propone una psicología económica nutrida
por una psicología empírica y molar enfocada en la plasticidad de la conducta humana, y una economía
basada en aproximaciones a las decisiones individuales de consumo y alejada de modelos ideales.
Segundo, el comportamiento económico está en el dominio de los fenómenos sociales. Una posición
propone que las conductas económicas son fundamentalmente conductas sociales, estableciéndose
una relación inclusiva (Quintanilla, 1997). Por otro lado, se considera a los procesos económicos una
manifestación de la conducta humana, lo que establecería una relación causa-efecto (Katona, 1965).
En suma, sin ánimos de ahondar en la relación precisa que se establece, queda claro que el
3. comportamiento humano es parte esencial de los fenómenos económicos, como ha sido señalado
recientemente:
Si analizamos detenidamente la realidad de cada país, encontramos que en muchos
casos se han aplicado iguales fórmulas y hasta en similares circunstancias pero con
resultados opuestos. ¿Entonces, por qué continuamos asumiendo que la economía es
la responsable directa de los resultados obtenidos? Tal vez porque continuamos
creyendo que la economía es una ciencia exacta, cuyas formulas funcionan
independientemente de las personas. Lamentablemente, la realidad nos ha
demostrado que el elemento más importante en la validez de una teoría económica es
el comportamiento de las personas (Pérez, 2002).
2. MÉTODOS DE MEDICIÓN DE LA POBREZA.
Para cuantificar la pobreza en nuestro país se emplean tres métodos internacionalmente reconocidos
que se diferencian en los criterios que usan para determinar el "nivel de bienestar inferior al mínimo
necesario" considerado en su definición operacional. Estos métodos son: línea de pobreza,
necesidades básicas insatisfechas y el método integrado, que combina los dos anteriores (INEI, 1999).
2.1. Método de la líneas de pobreza (MLP).
Definición: Está basado en el ingreso o el gasto de consumo como medida del bienestar,
estableciéndose el valor de una canasta mínima de consumo necesario para la sobrevivencia que
permita la diferenciación de los niveles de pobreza. En su modalidad de línea de ingresos es el método
más utilizado mientras que como línea de gastos, es el menos popular.
Criterio para identificar personas pobres: Con este método son considerados pobres extremos quienes
tienen ingresos o gastos por debajo del valor de la canasta mínima alimentaria; pobres no extremos
quienes tienen ingresos o gastos por arriba de la línea de pobreza extrema, pero por debajo de la línea
de pobreza total; es decir cuando pueden financiar el costo de una canasta mínima de alimentos pero
no el costo de una canasta mínima total; y no pobres a quienes tienen ingresos o gastos por arriba de
la línea de pobreza total. Cabe señalar que en encuestas domiciliarias con jefes de familias se emplea
este método tomando como unidad análisis a las familias por lo que en este caso se identifican hogares
pobres y no “personas”.
Uso en estudios psicológicos: No hemos encontrado algún estudio que emplee directamente preguntas
sobre ingresos o gastos pero si el uso frecuente de la variable “tipo de colegio”, que es una estrategia
vinculada al MLP por ser la mensualidad, escolaridad o pensión un gasto correspondiente a la canasta
familiar. En el estudio de Aguilar, García & Matamoros (1996) se analizó el efecto del refuerzo verbal y
social del profesor en el comportamiento cooperativo en niños de 6 y 7 años de edad, mediante un
diseño factorial de línea base múltiple con grupos conformados considerando la presencia o no de
tratamiento experimental y el nivel socioeconómico (NSE) de los colegios:
(…) el establecimiento de clase alta fue un colegio privado en el que las cuotas de
colegiatura son de las más altas en la ciudad de Guatemala; mientras que el de clase
baja fue una escuela pública cuya colegiatura es gratuita y subvencionada por el
estado (Aguilar, García & Matamoros, 1996; p. 27)
4. En nuestro país, siguiendo la misma lógica, Grimaldo (1999) exploró el juicio moral en grupos de
escolares de nivel socioeconómico bajo en colegios estatales de Surquillo y de nivel medio en colegios
particulares de Surco. Tarazona (2005a) empleó también este criterio para evaluar diferencias en
autoestima, satisfacción con la vida y locus de control pero con la diferencia que se trabajó con
colegios del distrito de La Molina, donde existen grandes brechas entre los estudiantes de colegios
privados (mensualidad mínima de 190 nuevos soles, aproximadamente 60 dólares) y estatales (sin
costo mensual por servicio educativo), además evaluó condiciones de habitabilidad de la vivienda
(acceso a servicios básicos, hacinamiento, estado y ubicación) hallando diferencias significativas
estadísticamente entre ambos tipos de colegio (t=9.92, p<0.001) con lo que se confirmó la diferencia
asumida.
2.2. Método de las necesidades básicas insatisfechas (MNBI).
Definición: Considera indicadores relacionados con la satisfacción de necesidades que permitan
alcanzar el mínimo de bienestar necesario (p.e. vivienda, educación, salud e infraestructura). A
diferencia del MLP, se refiere a la evolución de la pobreza estructural y no es sensible a los cambios de
la coyuntura económica, por lo que ofrece una visión específica del comportamiento de la pobreza. Los
indicadores de pobreza por el método de las Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI) son: a)
viviendas con características físicas inadecuadas, b) viviendas en hacinamiento, c) viviendas sin
desagüe de ningún tipo, d) hogares con al menos un/a niño/a de 6 a 12 años que no asiste a la
escuela, y e) hogares con alta dependencia económica. A los tres primeros se les conoce como
“condiciones de habitabilidad”.
Criterio para identificar personas pobres: Se considera población pobre a la que tiene al menos una
necesidad básica insatisfecha y como pobres extremos a los que presentan dos o más
indicadores en esa situación. Así, las personas pobres serían quienes viven en un hogar con la
menos una NBI insatisfechas, y pobre extremo quien tuviera dos o más indicadores de esta
situación.
Uso en estudios psicológicos: La referencia a barrios con necesidades básicas insatisfechas ha sido
usada en artículos como el de Cerruti & Perez (1997), quienes informan de una investigación-acción
con madres adolescentes con la finalidad de generar mecanismos saludables de adaptación
psicológica y un abordaje social que les permita alcanzar adecuadas condiciones de vida llevada a
cabo en un barrio pobre de Montevideo que tenía una “concentración de familias con necesidades
básicas insatisfechas”. Similarmente ha hecho Sogi (1997) en un estudio sobre el Trastorno de
Personalidad Antisocial en una comunidad pobre de Lima Norte. En Tarazona y Cols. (2005) y
Tarazona (2005b), ambos estudios sobre sexualidad en adolescentes escolarizados, se emplean
escalas de habitabilidad, básicamente condiciones y características de la vivienda, para determinar
diferencias en la muestra, en el primer caso para identificar a quienes viven en mejores y peores de
habitabilidad en zonas tugurizadas del Cercado de Lima, y en el segundo, para identificar condiciones
de habitabilidad entre adolescentes de colegios estatales y no estatales residentes en distritos de la
zona este de Lima.
2.3. Método integrado (MI).
Definición: Este método combina los anteriormente revisados (MLP y MNBI) para generar una matriz
de 2x2 en la que se clasifica a la población en alguno de cuatro grupos: pobres crónicos, pobres
recientes, pobres inerciales e integrados socialmente. Es útil para la formulación de políticas públicas
ya que es sensible a las necesidades de cada grupo definido. La población objetivo identificada por el
5. método de la línea de pobreza requiere de políticas económicas (p. e. salariales, de empleo, de
generación de ingresos) mientras que la población objetivo identificada por el método de las
necesidades básicas insatisfechas requiere políticas sociales (p.e. acceso a servicios de agua,
educación, viviendas adecuadas) (INEI, 1999).
Tabla 2
Categorías de pobreza según el Método Integrado.
MNBI
MLP
Ninguna Una o más
Pobres Pobres crónicos
Por debajo
recientes
Integrados Pobres
Por arriba
socialmente inerciales
Criterio para identificar personas pobres: En esta clasificación, son personas pobres quienes forman
parte de cualquiera de las categorías opuestas a la integración social.
Uso en estudios psicológicos: No se han encontrado referencias al uso del método integrado o algún
otro que triangule más de un criterio para ofrecer una estimación de la pobreza.
Tabla 3
Ventajas y desventajas de cada método
VENTAJAS DESVENTAJAS
Método de la línea de la pobreza (MLP)
▪ Mide lo que realmente consume un hogar ▪ Es unidimensional por lo que aporta una visión
(gasto) o lo que potencialmente podría parcial y subestima los niveles de pobreza,
consumir (nivel de ingreso). independientemente de la forma como se haya
▪ El valor del consumo es una variable más construido la línea.
estable en el tiempo que el ingreso, lo que ▪ El concepto “ingreso” es entendido por
permite una mejor medición de la tendencia muchos encuestados como el trabajo principal,
del nivel de pobreza. por lo que no declaran los de otras fuentes
▪ El consumo o gasto permite conocer el (p.e. rentas de propiedad)
impacto de los programas sociales en los ▪ Existe la tendencia de los informantes a
hogares, lo que no es posible con la variable declarar sus ingresos por debajo de los niveles
ingreso. reales.
Método de las Necesidades Básicas Insatisfechas (MNBI)
▪ Este método permite la focalización de la ▪ Los indicadores utilizados tienen el mismo
pobreza y la elaboración de mapas de pobreza peso numérico aunque son diferentes
a escala local. cualitativamente.
▪ Brinda una caracterización relativamente ▪ Se considera igualmente pobre a hogares que
amplia de las condiciones de vida de los tienen una, dos ó tres NBI como a aquellos
informantes, más precisa que con el MLP. donde hay uno ó más niños que no asisten a
▪ Se basa en indicadores de vivienda (estado y la escuela
servicios) que suelen ser fácilmente ▪ En área rural, los indicadores de vivienda
identificables por los diferentes miembros de causan problemas conceptuales y una sub-
una familia. estimación con relación al área urbana.
6. Tabla 3
Ventajas y desventajas de cada método (Continuación)
Método integrado
▪ Reconoce segmentos diferenciados entre los ▪ El porcentaje total de pobres siempre resulta
pobres para así definir políticas económicas y mayor que el que proporciona cualquiera de
sociales específicas. los dos métodos que integra.
▪ En la medida que los indicadores utilizados
por los métodos precedentes tienen
comportamientos diferentes a lo largo del
tiempo, permite identificar situaciones de
pobreza estructural (MNBI) y de pobreza
coyuntural (MLP).
3. BREVE ESTADO DEL ARTE SOBRE PSICOLOGÍA Y POBREZA.
3.1. Macro-enfoques.
Los macro-enfoques vienen a ser dos perspectivas que establecen una relación entre pobreza y
psicología en un espectro más amplio que la visión sobre rasgos y comportamientos, a desarrollarse
posteriormente. Desde la perspectiva contemporánea de promoción de la salud, estos macro-enfoques
propondrían una relación causal de tipo estructural entre la pobreza y el bienestar: “el estilo de vida de
una persona corresponde a la estructura general de la sociedad en que vive” (Baca, 2005).
Cultura de la pobreza
Esta es quizás la primera forma establecida formalmente para abordar la pobreza desde una
perspectiva psicológica. Se ha desarrollado en nuestro país desde los años 50 y en ella se toma como
punto de partida la fuerte relación entre cultura y personalidad (Alarcón, 1986)..
Es sabido que la cultura establece patrones de comportamiento en los grupos, además de sistemas de
valores, lenguaje y actitudes; estilos de pensar, sentir y reaccionar. Estas formas de conducta son
relativamente uniformes, estables y se transmiten de generación en generación. Con esa lógica se
propone que la pobreza es una subcultura que pone a los grupos pobres en franca diferencia, en
cuanto a su comportamiento, con respecto a los individuos de los estratos socioeconómicos medios y
elevados, lo cual ha sido constatado por varios autores, como señalara Rotondo (1970b) desde una
observación del entorno familiar:
Los que han estudiado esta cultura de la pobreza como sistema social, cultural y
psicológico, han observado una notable semejanza de la estructura familiar que se
caracterizaría por una cierta inestabilidad y matricentrismo, autoritarismo machista en
los hombres, lazos de parentesco amplio bastante extendidos y vigentes, una
orientación dirigida hacia el presente en cuanto al tiempo, gran urgencia para la
satisfacción de necesidades y apetitos, en cuanto al pensamiento una tendencia a lo
concreto, a lo personal y con respecto a la vida y a los demás una actitud indiferente,
escéptica, suspicaz y fatalista (p.103)
Recientemente Perales (2005) ha señalado que no todas las personas pobres poseerían una “cultura
de la pobreza” sino que esta sólo correspondería a los pobres crónicos y que más bien quienes no la
7. poseen hacen de su pobreza algo transitorio producto mayormente de cuestiones externas a ellos,
como la migración o la inflación económica, que son superadas por su propia acción constructiva.
Tabla 4
Rasgos de los pobres con y sin cultura de la pobreza
CON CULTURA DE LA POBREZA SIN CULTURA DE LA POBREZA
▪ Actitud derrotista y perdedora. ▪ Actitud de lucha.
▪ Carente de moral. ▪ Deseos de superación.
▪ Aceptación de su destino (impotencia). ▪ Empeño para triunfar o hacer triunfar a sus
▪ Sin ambiciones realistas. hijos.
▪ Estrategia vital de supervivencia. ▪ Estrategia vital orientada al desarrollo.
▪ Inconsistentes y faltos de planificación. ▪ Constantes, obstinados.
Fuente: Perales (2005)
Vulnerabilidad
Vulnerabilidad es un término influido por la teoría de sistemas. Al ser aplicado en personas y
comunidades considera que estas tienen entradas (recursos) y salidas (productos) que definen sus
relaciones. La vulnerabilidad es concebida como la carencia o limitado acceso a los recursos que les
permitan satisfacer necesidades básicas (Abarca, 1993; en Acevedo, 1996). En situación de pobreza
es común verse afectado por alguna forma de vulnerabilidad ya que la disminución del poder
adquisitivo y la insatisfacción de necesidades básicas es una barrera insuperable para acceder a
bienes y servicios considerados necesarios para vivir de manera adecuada y digna en una sociedad
(Acevedo, 1996).
La vulnerabilidad afecta a las personas en tres niveles: intra-familiar, socio-familiar y comunitario.
Tabla 5
Factores que inciden en la vulnerabilidad observada en sectores pobres.
NIVELES FACTORES
▪ Carencia o déficit de recursos económicos.
▪ Escasa participación en las redes comunitarias.
▪ Redes locales dependientes de organizaciones institucionales.
▪ Poca o deficiente comunicación entre líderes y bases.
Comunitario ▪ Cultura de producción de subsistencia
▪ Ingreso temprano de niños y jóvenes al trabajo
▪ Modelos negativos (delincuencia, drogadicción, alcoholismo, etc.)
▪ Contexto de “alto riesgo”
▪ Deterioro ecológico del espacio (basurales, terrenos baldíos, etc.)
▪ Carencia de una red social operante que apoye a las familias en crisis.
Socio-familiar ▪ Alta dispersión geográfica de la red familiar.
(Redes sociales ▪ Problemas de comunicación (comunicación no-afectiva).
de la familia) ▪ Redes sociales carentes de recursos de apoyo (Redes deficitarias)
▪ Escasa participación en las redes comunitarias.
8. Tabla 5
Factores que inciden en la vulnerabilidad observada en sectores pobres (Continuación)
▪ Conflictos conyugales.
▪ Violencia intrafamiliar y maltrato.
▪ Ausencia de uno o ambos progenitores.
Conyugales
▪ Madre y/o padre adolescente.
▪ Padres que dejan hijos solos por irse a trabajar.
▪ Dificultades en el control de los hijos.
▪ Ausentismo, deserción y abandono escolar.
▪ Expresión ofensiva de trastornos psicológicos (vagancia,
fugas, conflictos)
Conductas de riesgo ▪ Participación en pandillas
Intra-familiar ▪ Drogadicción, alcoholismo.
▪ Trabajo a edades prematuras.
▪ Inadecuada utilización del tiempo libre.
▪ Viviendas exiguas o de pequeño tamaño.
Vivienda ▪ Hacinamiento.
▪ Vivienda como lugar de trabajo (talleres, etc.).
Nivel ▪ Bajos ingresos
socioeconómico ▪ Jubilación.
▪ Locus de control externo.
Mapas mentales ▪ Se valora la institucionalización.
▪ Cultura de producción de subsistencia.
Fuente: Acevedo (1996)
3.2. Rasgos y recursos psicológicos.
A diferencia de los macro-enfoques, en esta sección, y también en las subsiguientes, se presenta
vínculos específicos entre pobreza y recursos psicológicos de tipo funcional (“el estilo de vida de una
persona está en función de sus niveles de bienestar”) o estadístico (calculo de probabilidades mediante
métodos matemáticos). El análisis presentado se nutre de estudios comparativos-diferenciales en
muestras pobres y no pobres y de exploraciones de la vivencia subjetiva de las personas pobres, y en
ambos se señala que los efectos psicológicos de la pobreza en las personas afectan su calidad de vida
y el desarrollo de una personalidad sana que les permita enfrentar y mejorar sus condiciones (Ardila,
1979; Alarcón, 1986; Acevedo, 1996; Estefanía & Tarazona, 2003).
Uno de los aspectos más afectados por la pobreza es la constitución de recursos psicológicos empero,
debido a que corrientemente se tienen muchas ideas negativas en los profesionales cabe referir que
los recursos de orientación positiva si son observados en personas pobres sólo que en significativa
menor intensidad que en personas no pobres, como p.e. lo muestra el estudio de Undurraga &
Avendaño (1998), mientras que los de orientación negativa serían más frecuentes entre las personas
pobres no por ser personas “malas” o faltas de ética si no debido a que les permitirían adaptarse más
eficazmente a sus desfavorables condiciones de vida, como han documentado Cerruti & Pérez (1997) y
Vasallo (1997).
Las características psicológicas estudiadas en poblaciones pobres suelen ser rasgos o recursos,
ambos constructos comparten la constancia en el tiempo como elemento clave. Entendemos rasgo
como “una tendencia a comportarse de una forma determinada, tal como se manifiesta en la conducta
de una persona a través de una serie de situaciones” (Pervin, 1998; p. 28) en tanto recursos
9. psicológicos serían las “potencialidades afectivas y cognitivas de las personas que les permiten
desarrollarse y cambiar su vida” (Undurraga & Avendaño, 1998, p. 57)
Lenguaje
Alarcón (1986) y Ardila (1979) coinciden en señalar que entre los pobres predomina el lenguaje no
verbal: amplio, complejo y simbólico, rico en movimientos de brazos, mímicas y entonaciones de voz; el
lenguaje verbal sería, al contrario, limitado, simple y directo, con una fuerte carga de modismos y
jergas. Incluso, según constató Caballero (1989) en un estudio de campo con familias pobres de
Asunción (Paraguay), se produciría este predominio también en cuestiones de ajuste psicológico ya
que en cuanto a las formas de manifestación de la tensión, la agresión verbal parece predominar sobre
la agresión física.
En un estudio sobre el desarrollo del lenguaje, llevado a cabo por Majluf & Quesada (2000) en 158
infantes con edades entre los 8 y 30 meses, donde el número de varones y mujeres fue igual y cuyas
madres en un 90% provenían de un estrato socioeconómico bajo siendo todas monolingües español,
se encontró cierto retraso en la adquisición del lenguaje por parte de los infantes peruanos, en
comparación a grupos equivalentes en México e Inglaterra, lo que ya había sido detectado en estudios
previos, considerándose como posible explicación a estos hallazgos que la diferencia en el desarrollo
del lenguaje estaría en que las madres por su situación económica se verían obligadas a dejar al bebé
al cuidado de otras personas, descuidándose la frecuencia y duración de la interacción madre-niño,
espacio fundamental para el desarrollo del lenguaje como anteriormente habría propuesto González
(1995, citado por Majluf & Quesada, 2000).
El mayor desarrollo del componente no verbal podría ser tomado en cuenta al buscarse explicar el éxito
que tienen las artes escénicas como estrategias de promoción social en las zonas pobres de nuestro
país, p. e. las experiencias teatrales y circenses promovidas por La Tarumba, el exitoso festival de
teatro callejero de Comas o experiencias como la informada por Paredes (1999) en donde niños de
entre 5 y 12 años de la Comunidad Urbana Autogestionaria de Huaycán (Lima), de condición
socioeconómica baja, lograron una apertura emocional hacia los adultos y desarrollar su autonomía,
creatividad y fantasía a partir de un trabajo basado en técnicas teatrales.
Dimensión temporal (o sentido del tiempo)
Se propone que la orientación en el tiempo de las personas pobres está dirigida mayormente al
presente, sin considerar al pasado y futuro porque generarían incertidumbre, reflejándose en la falta de
planes para el futuro (Ardila, 1979). Siguiendo a Strumpel (1979) vinculamos el sentido del tiempo a la
socialización en condiciones de pobreza ya que se sabe que el nivel específico de aspiración de una
persona puede estar relacionado con los antecedentes sociales y familiares, las normas sociales de
grupos de referencia, las realizaciones anteriores, la situación económica actual y otras variables
ambientales. Sin embargo, Undurraga & Avendaño (1998) hallaron que tanto personas pobres como de
clase media tenían proyectos de corto y mediano plazo para mejorar algún aspecto de su vida, por otro
lado
Caballero (1985) halló optimismo frente al futuro en familias pobres, así queda en duda si realmente la
orientación al presente es un aspecto característico de este grupo, empero si queda claro que las
personas pobres no tienen las mismas condiciones para llevar a cabo los planes que puedan tener, lo
que creemos marcaría una diferencia sustancial.
10. Externalidad (o locus de control externo)
Según Ardila (1979), entre los pobres es común la creencia que no es posible controlar el destino ya
que este depende de factores “incontrolables” como la suerte o la desgracia, despreciándose factores
internos como el esfuerzo y la habilidad; en suma su locus de control sería externo, lo que afectaría el
grado en que las persona trata de mejorar su condición de vida, como señalara Escovar (1979). La
externalidad se vería condicionada de alguna forma por los medios económicos desfavorables, p. e. si
el medio se juzga como desfavorable o amenazador, la expectativa de éxito al realizar las propias
metas y aspiraciones disminuye en la adquisición y asignación del ingreso (Strumpel, 1979). Undurraga
& Avendaño (1998) exploraron diferentes recursos psicológicos en jefes de familia de hogares pobres y
de estratos medios de la Región Metropolitana de Santiago de Chile, hallando en cuanto a las
creencias de control sobre el ambiente que habría una ligera diferencia a favor de las capas medias en
la importancia dada al esfuerzo personal para surgir en la vida (p<0.003) pero que no habría
diferencias significativas en cuanto a la importancia de las oportunidades para surgir ni en la
importancia otorgada a la suerte para surgir en la vida.
Actitud fatalista
Consiste en creer que las cosas no van a mejorar, careciéndose de energía y empuje para modificar
esta situación; según Alarcón (1986), la actitud fatalista sería empleada como un mecanismo de
evitación de la sensación de responsabilidad por la situación de pobreza en que se vive. Resultados
informados por Undurraga & Avendaño (1998) ponen en duda que los pobres sean fatalistas ya que no
se hallaron diferencias significativas en la motivación de logro entre pobres y personas de clase media
y alta, a pesar de ser ligeramente inferior en los primeros, además, Caballero (1985) señaló en su
estudio con familias paraguayas pobres “llama la atención el hecho que aún después de tantas
frustraciones, decepciones y penalidades, hay un predominio de optimismo hacia el futuro en los
pobres” (p. 158). Por ambas evidencias podríamos señalar que cabe observar cuidadosamente este
punto.
Depresión
Al parecer, los estados afectivos negativos son frecuentes en adolescentes de bajo nivel
socioeconómico, quienes tendrían una mayor inclinación a la depresión, al pesimismo y a la
tristeza según un estudio de Perales et. al. (1999), quienes también señalan que existen
observaciones no cuantificadas que corroboran la presencia de estados frecuentes de tristeza,
sufrimiento y abandono también en adultos. El estudio citado fue sobre las conductas de riesgo en
adolescentes de Lima, trabajando con una muestra de 622 adolescentes seleccionados de tres
localidades, dos urbano-marginales (n1=221 y n2=201) y una urbana (n3=200); la población de
ambas comunidades urbano-populares era mayoritariamente de los niveles socioeconómicos
medio bajo (65%) y bajo (29%), mientras que la población urbana con la que se comparó los
resultados tenía mayoritariamente un nivel socioeconómico medio. Como se señaló al inicio del
presente documento, a lo largo de los años la mayor parte de la evidencia científica demostraría
una fuerte relación negativa entre bienestar psicosocial percibido y extrema pobreza (Rotondo,
1970a; Mocellin, Barreto & Gural; 1997).
Angustia
Los estados de angustia se caracterizan por la existencia de preocupaciones que trascienden los
límites de tolerancia al estrés, frustración o fracaso en las personas. En el informe de una experiencia
brasileña de terapia integrante sistémica que buscaba prevenir y curar la angustia en las barriadas,
11. Mocellin, Barreto & Gural (1997) hallaron que la mayor preocupación de los pobladores era para el 40%
su familia (los hijos, la felicidad, el futuro de sus hijos); para el 18.2% la salud (el dolor, las
enfermedades); y para el 15.9% el trabajo y los asuntos económicos; en cuanto a las fuentes de apoyo,
el 31.8% de los entrevistados manifestó apoyarse principalmente en su fe religiosa, el 27.3% en sus
amistades, el 22.7% en otras fuentes de apoyo, y el 18.2% en sus cónyuges; con relación al alto
porcentaje de entrevistados que mencionó a la religión como su principal fuente de apoyo, el 86.4% de
ellos sigue la fe católica, 4.5% son espiritualistas y el 6.8% no indicó su religión; en cuanto a sus
aspiraciones personales más importantes, el 20.5% guarda relación con la familia (un futuro feliz para
sus hijos y esposa), el 20.5% apuntaba a tener casa propia; el 13.6% se vincula al empleo y la
situación económica; el 18.2% a la salud (llegar a la vejez gozando de buena salud); y un 10%
mencionó otras aspiraciones.
Desesperanza (o indefensión) aprendida
Es una variable clásica en la literatura psicológica y consiste en la creencia de que los eventos futuros
son inevitables, que no hay esperanzas de cambio y que no se puede hacer nada para escapar
del destino (Ardila, 1979). Acevedo (1996) lo identifica como rasgo motivacional y señala que se
ve determinado con mayor intensidad mientras las experiencias de indefensión sean más intensas
y tempranas. Undurraga & Avendaño (1998) exploraron las expectativas acerca del futuro y
hallaron que si bien en síntesis la mayoría de personas manifiestan esperanzas de mejoramiento,
entre los pobres están quienes manifiestan mayores esperanzas de mejora y también quienes
muestran mayor desesperanza.
Trastorno de personalidad antisocial (TPA)
En noticias recientes pareciera ser claro que en la actualidad la mayor cantidad de casos de TPA
proviene de zonas pobres. Sogi publicó, en 1997, un estudio epidemiológico transversal y descriptivo
cuyo objetivo fue contribuir al conocimiento del TPA en una localidad urbano marginal de Lima, la cual
posee un gran porcentaje de población sin satisfacer necesidades básicas. Se trabajó con una muestra
conformada por 815 adultos mayores de 18 años, de los cuales 42 personas fueron diagnosticadas con
TPA, siendo el 85.7% de sexo masculino; el 47.6% con edades entre los 18 y 24 años, el rango de
edades fue de 18 a más de 50 años; el 64.3 % casados; el 38.1% con más de 3 hijos y el 33.3% sin
hijos. La edad promedio de inicio de las conductas antisociales fue de 8.3 años (8.3 en varones y 8.8
en mujeres) y el trastorno fue predominante en varones, siendo la relación hombre / mujer de nueve a
uno (9 / 1). El estudio indicó que en esta comunidad urbano marginal, el TPA es relativamente común,
con una tasa de prevalencia en varones de 12.7% y en mujeres de 1.5%, siendo la prevalencia global
de 7.1%. Al compararse estos resultados con estudios realizados en ciudades de los EE.UU. se halla
que la prevalencia es mayor en nuestro país, planteándose como posibles factores contributorios la
estructura etárea de la población y el significativo porcentaje de población con escasos recursos
económicos en la localidad evaluada, este segundo factor ha sido señalado por Dohrenwend y
Dohrenwend, junto a la urbanización, como frecuentemente relacionado con el TPA (1974; referido por
Sogi, 1997).
Algunos autores sugieren que esta podría ser una de las causas de la existencia de pandillas en zonas
de bajo nivel pobres (ver Tarazona, 2004a), sin embargo esto no estaría esclarecido, como señala
Delfin (2001, p. 8):
(…) aunque es lógico sugerir una relación entre la violencia juvenil y la pobreza, esta
relación, por más obvia que parezca, no ha sido estudiada a fondo. Si bien tiene
sentido suponer que la pobreza afecta, no podemos explicar qué es exactamente lo
12. que mantiene a muchos jóvenes fuera de las pandillas en lugares de donde la pobreza
predomina.
Motivaciones psicosociales para la participación y organización comunitaria
Se suele manifestar en el intercambio de experiencias entre profesionales que trabajan en zonas
pobres, que siempre sus pobladores asumen modos de organización social que promueven de
una u otra forma el desarrollo comunitario, aunque también hay casos donde los vicios políticos
como la corrupción y el nepotismo están presentes. Pero inequívocamente se identificaría una
motivación producto de la interacción entre sus condiciones de vida y su disposición para
participar y organizarse. En el caso de las organizaciones juveniles de zonas pobres de Lima se
ha hallado que entre los motivos para incorporarse en ellas estarían las ganas de participar,
promover cambios en sus comunidades y brindar apoyo / ayuda a quienes lo necesiten en tanto
los beneficios percibidos y logros personales alcanzados son la superación personal, manifiesta
en formas diversas como el descubrimiento de capacidades y habilidades personales, la
reafirmación de la personalidad y el incremento de las experiencias personales significativas; el
establecimiento de relaciones sociales y el desarrollo de habilidades sociales, reconociéndose
explícitamente el incremento en calidad y cantidad del desenvolvimiento en grupos y de la
capacidad para establecer relaciones sociales; así como el desarrollo de habilidades para el
trabajo y la gestión, como el manejo de grupos, el trabajo en equipo y el liderazgo, hecho
percibido como muy relevante ya que estas destrezas no hubieran podido aprenderse en la
escuela, familia u otros espacios de socialización, ni siquiera en centros de educación superior
(Tarazona, 2004b)
Satisfacción con la vida y el hogar
Undurraga & Avendaño (1998) hallaron en población chilena que la mayoría de encuestados
independientemente de su nivel socioeconómico mostraban una alta satisfacción con su vida; pero
el porcentaje de pobres que presentan bajos niveles fue mucho mayor (p<0.01) y menor el número
de pobres que manifiestan estar satisfechos con su vida (p<0.02). Resultados similares han sido
informados por Tarazona (2005a) quien halló diferencias entre adolescentes de colegios públicos
y privados en un distrito de Lima con grandes brechas económicas (F=3.28, p<0.02). En cuanto a
la satisfacción en el hogar, la mayoría de personas pobres en el estudio de Undurraga &
Avendaño (1998) consideraron tener una adecuada relación familiar (94.7 por ciento) pero es algo
menor que la manifestada por personas de niveles económicos superiores (97.1 por ciento),
diferencia pequeña pero suficiente para alcanzar significación estadística (p<0.02)
Autoestima
Undurraga & Avendaño (1998), en un estudio previamente referido, no hallaron diferencias en
autoestima entre personas pobres, de capas medias o ricas, resultando todos con una alta valoración
de sí mismos en diversos roles sociales (trabajadores, madres/padres y pareja), sin embargo, al
evaluarse diferencias según género, las mujeres mostraron niveles más bajos (Avendaño, 2000). En
una población distinta, Tarazona (2006) halló diferencias en la autoestima entre adolescentes de
colegios estatales y no estatales con una interacción significativa del género, las mujeres ocuparon los
niveles más bajos y los varones, los más altos (F=3.85; p<0.01)
Funciones cognitivas
13. El problema de la mala alimentación está fuertemente relacionado a las condiciones de pobreza.
Matalinares (1994) buscó determinar comparativamente los efectos del déficit nutricional en algunos
aspectos del desarrollo psíquico de niños en edad escolar, procedentes de zonas urbano marginales y
de zonas tugurizadas de Lima Metropolitana, hallando que los niños con déficit nutricional, obtenían
puntajes significativamente más bajos que el grupo control en muchas funciones cognitivas,
exceptuando la memoria mecánica aunque si la memoria lógica, también se señaló que los resultados
mostrarían un marcado efecto del déficit nutricional en la estabilidad de la atención de quienes lo
padecen, registrado con base en dos grupos criterio: edad cronológica y grado de instrucción.
3.3. Habitabilidad.
La ecología social propone al medio ambiente, escenario cotidiano de los seres vivos, como un sistema
conformado por tres subsistemas: el humano, el construido y el natural. El subsistema humano está
constituido por las personas que interactúan en ese medio y el subsistema natural incluiría los bosques
y ríos, montañas y praderas, y la fauna y flora que albergan, en tanto el componente construido vendría
a ser el conformado por las casas, calles, ciudades o áreas cultivadas, vale decir, por todos los
paisajes modificados o realizados por el ser humano (Gudynas & Evia, 1994). La habitabilidad hace
referencia a la calidad de un lugar para ser habitable, es decir, para que un ser vivo pueda vivir en
óptimas condiciones. Los espacios en los que habitan los seres humanos (por ser habitables para
ellos) forman parte del subsistema ambiental construido y está conformado por los edificios y las casas,
además de otras construcciones que sirvan como vivienda.
El problema de la vivienda se encuadra dentro del problema general de la pobreza ya que implica la
carencia de diversos mínimos vitales (Caballero, 1989) y, efectivamente, afecta principalmente a los
sectores pobres de la población, quienes residen mayormente en asentamientos humanos donde más
del 70 por ciento de familias no contarían con techo de concreto y el 40 por ciento, con muros de
ladrillo y concreto (Instituto de Desarrollo Urbano CENCA, 2001). Generalmente las barriadas, “pueblos
jóvenes” y “asentamientos humanos” son el resultado de la migración de personas que huyen de zonas
rurales económicamente deprimidas y se establecen en zonas marginales de las ciudades, donde se
convierten en el blanco de una serie de problemas debido en gran parte a sus problemas de vivienda
(Mocellin, Barreto & Gural, 1997)
Las condiciones de habitabilidad en las viviendas son parte de los indicadores utilizados en nuestro
país para medir la pobreza por el método de las necesidades básicas insatisfechas (INEI, 1998), y
cuando éstas son inadecuadas propician la presencia de enfermedades y trastornos de salud en las
familias, especialmente en niños, al punto que se considera que una vivienda inadecuada limita la
protección física, intelectual, afectiva y moral de la vida familiar (Instituto de Desarrollo Urbano CENCA,
2001), he allí un aspecto de su relevancia para los psicólogos y otros profesionales inmersos en el
desarrollo humano.
Los principales indicadores de las condiciones de habitabilidad de una vivienda son: el hacinamiento, el
acceso a servicios básicos, el estado de la infraestructura y la ubicación de la vivienda.
Hacinamiento.
Se define como el exceso de habitantes en una vivienda, es decir más de tres personas por cuarto,
excluyendo la cocina, baño y garaje, y sería el factor que más influye sobre el equilibrio psicológico
(Caballero, 1989). El año 1997, el 17.1 por ciento de los hogares a escala nacional eran viviendas
hacinadas (Instituto de Desarrollo Urbano CENCA, 2001). El hacinamiento produce tensiones al interior
14. de las familias afectándose la concentración, la capacidad de retención y la discriminación entre
estímulos auditivos y visuales, entre otros, en los niños (Mc Lanahan, 1985; en Jadue, 1996).
Según Caballero (1989) se ha comprobado que las mediciones del desajuste psíquico con respecto a
la vivienda se relacionan preferentemente con esta variable y también se ha observado que el
hacinamiento incide sobre las prácticas sexuales de la pareja, esto se concreta creando inhibiciones a
la misma, o generando preocupación acerca de la moralidad de los hijos, asimismo en una muestra de
adolescentes mujeres residentes en zona tugurizada se halló que el inicio sexual se asocia a mayor
hacinamiento (Tarazona et. al., 2005).
Tabla 6
Consecuencias psicológicas del hacinamiento
Estar en contacto inevitable con las debilidades y los aspectos negativos
Dificultades de
de los adultos, hace difícil al niño formar identificaciones con padres-
identificación
hermanos o con otros ideales.
En razón de vivir en hacinamiento, el aspecto genital de la vida sexual
El concepto de lo sexual ocupa el lugar principal, en la consideración de los factores que hacen a la
relación pareja.
Las personas que viven hacinadas se hallan tan “dentro de la vida”, que
no pueden “mirarla”, no pueden alcanzar una visión global y macro-
Percepción objetiva del estructural de su realidad. El hacinamiento se genera a partir de disponer,
mundo y su problemática o de cuartos con medidas insuficientes, o de un solo cuarto. En este
último caso, todas las tareas se realizan en éste. En tal situación es que
se habla de “simplicidad del ambiente”.
Si los niños duermen con sus padres durante varios años, durante la
adolescencia será necesario atención especial para romper el vínculo
Dependencia afectiva
madre/hijo, padre/hija. Las consecuencias de no lograr romper este
patológica
vínculo pueden ser: la delincuencia, o una rebelión con la autoridad
paterna o sus simbolizaciones (instituciones, autoridades)
El hacinamiento actúa como un factor de tensión y afecta la capacidad de
Tensión
los individuos para adaptarse a los diferentes factores tensionales.
Fuente: Caballero (1989)
Acceso a servicios.
Consiste en que la vivienda cuente con conexión domiciliaria o un servicio cercano y accesible a los
servicios básicos, principalmente agua y desagüe. En 1998 el 61.3% de viviendas contaba con
conexión domiciliaria de agua y el 52.6% contaba con conexión a la red de alcantarillado (desagüe)
(Instituto de Desarrollo Urbano CENCA, 2001)
En un estudio del Programa de Agua y Saneamiento del Banco Mundial (2004) se halló que las
prácticas inadecuadas de higiene (deficientes lavado de manos, disposición de restos fecales o
almacenamiento de agua) de la población peri-urbana de la ciudad de Lima se ven influenciadas
fuertemente por conocimientos insuficientes y desacertados (creencias) sobre el tema, relaciones
intrafamiliares negativas (conflicto y abandono), con su respectiva influencia en la autoestima personal
y familiar, y relaciones desiguales de poder entre hombres y mujeres, y entre adultos y niños; sobre
este último punto se informa en el mismo estudio que cuando la figura paterna asume una presencia
proactiva, las familias alcanzan mejoras y adaptaciones creativas en su entorno, asimismo la manifiesta
creencia en la higiene como un valor, muestra de autoestima personal y familiar, es otro factor que
15. promueve que los miembros de la familia acondicionen más higiénicamente su vivienda, en esto
influirían las experiencias previas (p.e. desenvolverse en un ambiente laboral aseado)
Estado de la vivienda.
Hace referencia a las características físicas de pisos, paredes, techos y otras partes de la vivienda.
Cuando el estado es inadecuado se suele deber a procesos de construcción incompletos o al uso de
materiales precarios. En 1997 el 11.1 por ciento de los hogares peruanos presentaba un estado
inadecuado (Instituto de Desarrollo Urbano CENCA, 2001)
Según Caballero (1989) las condiciones de la vivienda muchas veces originan en las personas una
sensación de marginación y menosprecio por parte de los demás, y esto se viviría como un ataque
directo al “yo”, de ahí que el resultado suele ser la emergencia de sentimientos de inferioridad,
asimismo ante la imposibilidad de subsanar los inconvenientes físicos se asumiría una “conformidad
forzada”.
Ubicación de la vivienda.
Contempla la ubicación de la vivienda en laderas de cerros, zonas rocosas o arenales; su lejanía del
centro de trabajo y su ubicación en zonas de riesgo de peligros naturales o de alto peligro social. Todas
estas condiciones generan mayores costos en la construcción y habilitación de las viviendas y/o en el
costo de vida diario de sus habitantes. La ubicación inadecuada de los terrenos de las viviendas suele
obedecer a un proceso espontáneo y desordenado de ocupación del espacio, siendo Lima
Metropolitana un claro ejemplo (Instituto de Desarrollo Urbano CENCA, 2001). Se ha hallado, en
adolescentes residentes en zonas tugurizadas, que entre quienes perciben su barrio como muy
peligroso se encuentra mayor inicio sexual, particularmente en los hombres (Tarazona et. al., 2005)
3.4. Comportamientos de riesgo.
La noción de factores de riesgo hace referencia a cuestiones que influencian negativamente el
bienestar de las personas y los comportamientos de riesgos vienen a ser su manifestación tangible. En
condiciones de pobreza las manifestaciones de diversos riesgos se hace más intensa y en esta sección
hemos querido hacer un breve repaso de los más relevantes.
Consumo de alcohol
Huerta (2000), quien realizó un estudio descriptivo-correlacional en 384 adolescentes de baja condición
económica que se encontraban estudiando en colegios del cono sur de Lima, halló que el tipo de
familia, los niveles de comunicación familiar y el grupo de pares influye en el consumo de alcohol y en
la percepción de la violencia, ya sea en su conjunto o de manera aislada; siendo decisiva la influencia
de los pares como factor de riesgo de consumo de alcohol; con relación a la familia, señala que 1 de
cada 3 adolescentes pertenecientes al grupo sin experiencia de consumo de drogas ilegales atribuye el
consumo de drogas a la falta de “calor” o de acogida de los miembros de su entorno familiar,
principalmente de sus padres; también se informa que si la comunicación materna es problemática, los
adolescentes perciben una alta violencia en su entorno, ocurriendo todo lo contrario cuando dicha
comunicación tiene apertura.
En otra exploración, Perales et. al. (1999) halló que el abuso de alcohol en adolescentes comunidades
pobres, en comparación con sus pares de una comunidad de estrato medio, se asoció con el bajo nivel
de educación de la madre (p<.05); la pertenencia a familias numerosas (p<.05); las malas relaciones
16. familiares (p<.001); la relación de pareja (p<.001); la tenencia de amigo consumidor de drogas
(p<.001); ver cuatro horas o más de televisión al día (p<.01); también se asoció el consumo de alcohol
con la experiencia sexual precoz (p<.001) y la ideación homicida (p<.05).
Ideación suicida e intento de suicidio
Perales et. al. (1999) hallaron, en el estudio referido líneas arriba, que la experiencia de haber deseado
morir en algún momento se asoció con el bajo nivel de educación de la madre (p<.001) y malas
relaciones familiares (p<.001); mientras que el intento de suicidio lo hizo con la relación de pareja
(p<.05) y la tenencia de amigo consumidor de drogas (p<.01).
Bajo rendimiento académico
El bajo rendimiento académico es un factor de riesgo en tanto disminuye las posibilidades de acceder a
una buena calidad de vida y la pobreza es uno de sus factores determinantes como refiere Orellana
(1999), quien nos señala que el impacto de la pobreza en la educación viene acompañada de
carencias materiales y socioculturales, deficiente alimentación con las consiguientes consecuencias de
la desnutrición que contribuye al retraso en el desarrollo físico y mental de sus alumnos, y por lo tanto,
retraso escolar, repitencia y en suma: bajo rendimiento escolar.
Comportamiento de riesgo ante el VIH/SIDA
Un estudio con mujeres jóvenes cubanas de bajos recursos económicos identificó rasgos psicológicos
asociados a la pobreza (mala comunicación, proyección futura inmediata) y la dinámica familiar
(ausencia paterna, familias extendidas, divorcio emocional) que darían soporte a un comportamiento
sexual de riesgo para el contagio del VIH-SIDA (Vasallo, 1997).
4. PSICOLOGÍA SOCIAL-COMUNITARIA, DESARROLLO Y LUCHA CONTRA LA POBREZA.
El desarrollo se basa en la constitución de capacidades individuales y comunitarias, y tiene como
consecuencia inmediata el bienestar de las personas (Sen, 1995)
. Actualmente, en el marco del enfoque de promoción de la salud, se considera que la pobreza resulta
la principal influencia negativa para el logro del bienestar debido a que incrementa riesgos vitales, hace
que las personas vivan en constante vulnerabilidad, es decir, que no obtengan todos los recursos
necesarios para consolidar sus capacidades, y afecta el medio ambiente en que se vive (Bustamante,
2005). Por estas razones, y otras más, es regla considerar a la pobreza como el problema número en
las agendas gubernamentales, como quedó claramente demostrado el año 2000 en la Cumbre del
Milenio de las Naciones Unidas, donde 147 jefes de Estado y de Gobierno de un total de 191 naciones
establecieron objetivos concretos para reducir a la mitad el número de personas que viven en
condiciones de extrema pobreza, proporcionar a todos agua potable y educación básica, reducir la
propagación del VIH/SIDA y concretar los objetivos de desarrollo del milenio (ODM) (Naciones Unidas,
2000).
Siguiendo la propuesta de lucha contra la pobreza de COSUDE (2000) señalamos que ésta
involucraría a los distintos actores sociales y políticos preocupados en aliviarla, reducirla y hasta
eliminarla, resultando un aspecto específico de la promoción del desarrollo; además que para alcanzar
éxito cualquier acción de lucha contra la pobreza requiere condiciones marco (institucionalidad) y un
crecimiento económico con efectos en la reducción de la pobreza, vale decir un crecimiento económico
de distribución equitativa y no desigual (“Ni siquiera un índice de crecimiento económico relativamente
17. alto puede disminuir la pobreza donde hay un alto grado de desigualdades”, COSUDE, 2000; p.36).
Siguiendo al mismo autor podemos señalar que la lucha contra la pobreza puede realizarse por medios
directos o indirectos, formas que resultarían complementarias antes que antagónicas.
Tabla 7
Lucha contra la pobreza
MEDIOS DIRECTOS MEDIOS INDIRECTOS
▪ Remediar insuficiencias. ▪ Mejorar condiciones marco del
sistema en el que viven los pobres.
Finalidad
▪ Fortalecer potencialidades para la
mejora de la calidad de vida.
▪ Brindar ayuda humanitaria. ▪ Promover el buen gobierno.
▪ Crear posibilidades de ingreso a corto ▪ Democratización.
plazo. ▪ Descentralización.
Acciones
▪ Establecer seguridad social. ▪ Dar normas jurídicas justas.
▪ Combatir la corrupción.
▪ Estabilizar la economía pública.
Paliativa. Al no generar procesos Promocional. Se orientaría a avances
sostenibles, no combatiría la pobreza estructurales que mejoren la calidad de
crónica y sus huellas psicológicas. Se vida y consoliden capacidades
Naturaleza
justifica en la medida que mejora individuales e institucionales. Puede
condiciones de vida extremadamente aplicarse positivamente cuando las
perjudiciales para las personas. personas tienen algún bienestar base.
Fuente: COSUDE (2000)
Podemos proponer tres razones para justificar que los psicólogos incluyan a la lucha indirecta contra la
pobreza en su agenda profesional. En primer lugar, basta revisar la finalidad, acciones y
naturaleza para encontrar una clara similitud con el rol de la psicología comunitaria en la
promoción de la calidad de vida. Arenas (2003) hizo una revisión de las definiciones de calidad de
calidad con relación al rol de la psicología comunitaria estableciendo que la calidad de vida por un
lado es una evaluación subjetiva de las experiencias de vida en condiciones objetivas y por otro
que en cualquiera de las concepciones con que se asuma (condiciones de vida, satisfacción
personal, escala de valores), la calidad de vida siempre resulta un indicador del logro positivo de
las acciones de la psicología social comunitaria; asimismo se resalta el hecho que la PSC toma
como escenario los dominios de las políticas públicas en materia de desarrollo social y humano.
Segundo, los profesionales de la PSC aportan efectivamente a la comprensión y acción sobre la
pobreza. Siguiendo a Sánchez (2002), los enfoques a los que recurre la psicología social aplicada para
comprender los problemas sociales son diversos, positivos, complementarios y orientan acciones para
el logro del desarrollo humano y social, antes que para la corrección de problemas, en marcada
diferencia frente a los métodos tradicionales de patología social, desorganización social, desviación o
etiquetado; estos enfoques serían: el enfoque positivo o de recursos (“resolver problemas a partir de
soluciones locales”), la salud mental positiva (“actitud positiva hacia uno mismo, crecimiento /
actualización personal, integración / equilibrio interior, autonomía razonable, percepción correcta de la
realidad, y dominio razonable del entorno”), el empowerment (“dotar de poder a los grupos sociales
más indefensos o desfavorecidos”), el modelo de suministros (“generar desarrollo humano a partir de la
aportación de suministros externos”) y el desarrollo de recursos sociales (“basar el desarrollo humano
en capacidades comunitarias”).
18. Tercero, uno de los enfoques en la promoción del desarrollo es el empowerment o empoderamiento
(“fortalecimiento, dotación de poder”) y justamente esto es considerado la principal finalidad de la
psicología social-comunitaria (Rappaport, en Sánchez, 2002). En una primera aproximación podemos
señalar que empowerment como acción tiene dos acepciones básicas: autorización / poder y dotación
de competencias (COSUDE, 2000). En una segunda mirada, el empoderamiento es un concepto
emergente que tiene dos componentes: auto determinación personal y autogestión social (Sánchez,
2002). Siguiendo al último autor citado podemos resaltar dos ideas clave en este enfoque. Primero,
moviliza el foco de interés psicológico de la salud hacia el poder, con lo que se desplaza el interés
psicoterapéutico inicial a metodologías más propias de la acción social como la investigación acción y
la formación de promotores. Segundo, similarmente a toda acción de lucha contra la pobreza, depende
de una equitativa distribución global de poder entre los distintos grupos sociales, por lo que debe tomar
en cuenta el análisis político del contexto social.
Tabla 8
Empoderamiento
CONCEPTO ACCIÓN
Proceso o interacción (de la persona y su Enfoque interventivo dirigido al desarrollo
entorno) por medio del cual personas, del poder de decisión y actuación de los
organizaciones o comunidades adquieren grupos sociales más indefensos o
dominio o control sobre los temas desfavorecidos por medio de la
Definición
centrales de sus vidas. organización colectiva en que el
interventor actúa como dinamizador y
recurso técnico, pero no marca los
objetivos de la acción.
Autodeterminación personal Dotación de competencias
Se refiere al control de la propia vida, Se refiere a la dotación de conocimientos,
implicaría la adquisición de habilidades. capacidades y pericias que permiten a los
beneficiados emplear de manera
suficiente e inteligente los derechos
adquiridos. Apunta a la transferencia de
conocimientos y a los procesos de
aprendizaje.
Componentes
Autogestión social Autorización / Poder
Se refiere a la participación democrática Se refiere a la creación de condiciones
en la vida de la comunidad mediante jurídicas o de organización para dar
estructuras sociales como la escuela, mayor poder sobre las situaciones y
Iglesia, clubes, organizaciones sociales acciones que le conciernen a un grupo.
de base, entre otras. Así, se constituye en una cuestión de
derecho jurídico o a un marco
organizativo.
Fuentes: Sánchez (2002), COSUDE (2000)
5. Formación de promotores comunitarios.
Definitivamente esta es una de las estrategias más populares en la acción social, incluyendo las
propuestas desde la psicología social-comunitaria, y puede entenderse como:
la intervención de los pobladores en la elaboración de planes de desarrollo, en los
procesos de toma de decisiones, en la ejecución de programas, en la utilización y
19. disfrute de los beneficios de los programas y en los esfuerzos encaminados a evaluar
el proceso y los resultados finales (Loli & Paredes, 1999; p. 48)
La formación de promotores comunitarios cobra relevancia para el desarrollo local debido a que hace
énfasis en la constitución de organizaciones que trabajan en la solución de problemas concretos y el
desarrollo a partir de las fortalezas de cada localidad, asimismo, en el caso de los proyectos y servicios
sociales, los promotores comunitarios cobran gran relevancia ya que son su principal medio de acceso
a la población (Tarazona & Araujo, 2005). Considerando que el trabajo de promotores comunitarios es
básicamente un trabajo de pares, podemos señalar como otra razón a favor de esta estrategia el hecho
que la educación por pares ha mostrado ser más efectiva en mejorar los conocimientos en
adolescentes sobre sexualidad que la educación brindada por profesionales (p=0.047) (Sánchez et. al.,
2003)
A continuación presentamos tres experiencias que evidencian cómo la acción organizada de
promotores comunitarios es exitosa para la consolidación del desarrollo local.
Los Equipos Locales de Salud Mental Infantil del PASMI
Nieto (2000) presenta la sistematización del proceso formativo y de recuperación de los Equipos
Locales de Salud Mental Infantil del Programa de Atención en Salud Mental Infantil (PASMI),
experiencia realizada por la Red para la Infancia y la Familia – Perú (REDINFA). El PASMI, creado en
1992, busca apoyar en la recuperación emocional de los niños directamente afectados por la violencia
política mediante la estrategia de organización y capacitación de equipos locales de salud mental
infantil; se llevó a cabo en las siguientes localidades: Ayacucho-Ayacucho, Abancay-Apurímac,
Pucallpa-Ucayali, Sicuani-Cusco y Tarapoto-San Martín. Quizás el principal logro del programa es que
los equipos locales han podido garantizar la sostenibilidad del trabajo de salud mental en sus
localidades, y con ello contribuir a superar las heridas dejadas por el periodo de violencia, y una de las
principales lecciones de esta experiencia está en el hecho que para promover la salud mental en los
demás es necesario empezar por la propia recuperación emocional:
Un hito para nuestra intervención fue la realización, en 1994, del III Encuentro de Salud
Mental Infantil en torno al tema de ‘Metodología de trabajo con personas afectadas por
la violencia política’. Es a partir de este momento que el proyecto da un giro y se perfila
de manera más clara (…). Esto sucede a raíz de que los miembros de los equipos
locales se apoderan de este espacio de capacitación y discusión y, a partir de las
técnicas propuestas, lo convierten para sorpresa de todos en un espacio recuperativo,
en el que empiezan a contar las terribles experiencias que les había tocado vivir por
culpa de la violencia política (Nieto, 2000; p. 8)
La evaluación de ese encuentro nos lleva a precisar que no era posible pedirle a un
adulto afectado que acompañe el proceso de recuperación de los niños si antes él
mismo no contaba con espacios y tiempo para procesar sus experiencias. Debíamos
pues apoyar primero la recuperación de los adultos involucrados en este proceso para
que luego ellos pudiesen acompañar procesos similares con otras personas, sean
éstas adultos o niños (Nieto, 2000; p. 9)
Esta constatación práctica resulta valiosa sin lugar a dudas y deseamos compartir tres reflexiones en
torno a ella. Primero, la recuperación emocional de los promotores por medio de estrategias
comunitarias demuestra que la salud mental tiene un fuerte componente interpersonal, inter-subjetivo o
simplemente, colectivo y es en ese sentido que la formación de promotores debe orientarse transversal
20. o longitudinalmente. Segundo, la construcción de conocimientos desde la práctica es más relevante en
proyectos que la mera deducción a-priori debido a que siempre resultara significativa en el desarrollo
de competencias. Tercero, indudablemente la salud mental contribuye al desarrollo social, mucho más
aún en países como el nuestro.
Los Comités de Saneamiento Ambiental en Nuevo Pachacutec-Lima
Durante el gobierno de Alan García (1980-85) se estableció el Proyecto Especial Ciudad Pachacútec
(PECP) que consistía en el poblamiento organizado de hectáreas en zona eriaza en el distrito de
Ventanilla. A inicios de los 90, durante el primer gobierno de Alberto Fujimori, se produjo un desinterés
por el PECP, dejándose de lado las obras iniciadas. En este contexto se produjeron una serie de
invasiones que fueron modificando las condiciones de vida en este sector, al punto que en el año 2002,
aproximadamente 10000 familias provenientes en su mayoría de Villa El Salvador invadieron la zona.
Uno de los principales problemas de esta localidad, ahora denominada Ciudad Modelo Autogestionaria
Pachacutec (CIMAP), es el de los residuos sólidos y el saneamiento ambiental en general, ante el cual
los pobladores organizaron como respuesta los Comités de Saneamiento Ambiental (CSA).
Lozano & Palacios (2005) informan un estudio cualitativo con mujeres coordinadoras y usuarias de los
Comités de Saneamiento Ambiental (CSA) llegando a dos conclusiones importantes. Primero, los CSA
se constituirían como estrategias de sobrevivencia económica, generando ingresos y consolidando su
organización a partir del discurso ambiental. Segundo, la participación de las mujeres en los CSA
habría sido el medio para el desarrollo de capacidades de administración, gestión y organización, así
como de la revalorización de su auto-imagen y de la imagen que tienen su familia y comunidad sobre
ellas. En este segundo punto hay coincidencia con un estudio llevado a cabo por Tarazona (2004b) con
jóvenes involucrados en organizaciones juveniles.
Agentes Comunitarios de Salud en Huanta-Ayacucho
Salud Sin Límites (2005) informa de una experiencia llevada a cabo en Huanta (Ayacucho) en la que se
destaca el rol de los agentes comunitarios o promotores (ACS) como nexo entre la población y los
establecimientos del Ministerio de Salud. En su experiencia se han determinado logros tangibles.
Primero, los ACS han obtenido el reconocimiento del sector salud y la valoración de sus iniciativas por
parte de la comunidad, lo que se refleja en apoyos concretos en sus actividades. Segundo, mayor
provisión de instrumentos y acompañamiento por parte del sector salud, lo que ha fortalecido su rol en
las comunidades. El rol de los ACS en las acciones de salud pública es de gran relevancia y queda
claro en la siguientes citas:
(…) los agentes comunitarios han contribuido en la erradicación del cólera y el
aumento de coberturas de vacunación en zonas rurales y urbano populares. También
en la disminución de muertes maternas e infantiles, debido a la influencia que tienen
sobre la población para cambiar actitudes y conductas, así como en el control de las
enfermedades diarreicas, la malaria, dengue o tuberculosis, entre otras (Salud Sin
Límites, 2005)
Los ACS integran brigadas sanitarias, contribuyen a la captación, identificación y
seguimiento de los grupos en riesgo, logrando que las gestantes se encuentren mejor
informadas sobre los beneficios de un embarazo bien controlado, e incluso su
transferencia a los Puestos y centros de salud (Salud Sin Límites, 2005)
Modelo de terapia integrante sistémica (Brasil)
21. En Brasil existe gran concentración de pobladores en pequeñas zonas urbanas, originándose nichos de
riesgo y zonas tugurizadas, además de servir de escenario a grupos delincuenciales. Al respecto
Mocellin, Barreto & Gural (1997) señalan que existiría poca documentación sobre intervenciones
psicosociales o métodos de psicoterapia adaptados a las características culturales, étnicas y
socioeconómicas de los residentes de las barriadas brasileñas y ambientes similares, ante lo cual
propone un modelo de terapia integrante sistémica. El propósito del modelo fue prevenir y curar la
angustia en las barriadas, integrando elementos culturales y sociales, así como movilizar a los actores
de la comunidad representados por los “curandeiros”, poetas y artistas, utilizándolos como
interlocutores a fin de revitalizar la memoria colectiva. Se puso énfasis en el trabajo en equipo,
conformando grupos de distintos géneros y edades. El resultado final fue el desarrollo gradual de una
concientización de los grupos, centrado en la implicancia social de la miseria y el sufrimiento humano, y
el descubrimiento de una nueva terapia que demostró una poderosa facultad curativa basándose en
elementos culturales propios de las comunidades en donde se intervenía.
6. Reflexiones finales.
Nos quedan aún muchísimas deliberaciones en cuanto al estudio psicológico de la pobreza, asimismo
muchas áreas por explorar y muchas hipótesis por ser contrastadas, pero creemos que lo presentado
hasta aquí es suficiente para ir ensayando un modelo organizado e iniciar nuevos proyectos
investigativos y de difusión. ¿Y todo eso para qué? No seamos ciegos. La lucha contra la pobreza pasa
por la acción política y la promoción del desarrollo social y humano, pero ante todo requiere basarse en
evidencia por lo que además de encaminar nuestro accionar hacia esas esferas debemos producir
conocimiento sobre las condiciones de vida de la población. Así, iremos alcanzado lo que realmente
debe dinamizar nuestro quehacer profesional, que a su vez, creo yo, se constituye como el principal
reto de la psicología peruana (y latinoamericana en general): construir una psicología para el
desarrollo.
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