Simón Bolívar en imágenes. Un estudio sobre la iconografía del Libertador. Versión corregida y aumentada, 2013. Incluye bocetos inéditos de José María Espinosa pertenecientes al archivo personal de Manuela Sáenz.
2. Introducción
Los retratos del Libertador abundan. Su figura se repite en
innumerables variantes en libros, revistas, documentos
oficiales y enciclopedias. Se podría pensar que el esfuerzo de
publicar una serie de retratos de Bolívar es superfluo e
innecesario. Sin embargo, hay razones de peso que justifican
esta tarea.
Desde que se apagó el odio contra el Libertador y se inició la
rehabilitación y exaltación de su memoria (1842), los
habitantes de los países bolivarianos nos hemos ido
acostumbrando a una imagen fabricada a posteriori por
artistas y dibujantes que no conocieron personalmente a su
modelo y que, a lo largo de sucesivos retoques acentuados por
siglo y medio de maquillaje histórico, han suavizado las
facciones y amansado la actitud del personaje.
3. El Genio de la Guerra, el Hombre
de las Dificultades, como él mismo
se llamó, se nos presenta sentado en
su despacho de estadista, con la
actitud de quien medita, apagados los
ojos, en los arduos problemas de la
administración. El resultado es una
no-verdad histórica y una
incongruencia sicológica: el propio
Bolívar confesaba que los despachos
y oficinas eran para él una tortura
insoportable. Sus ojos, además,
fueron siempre dos brasas vivísimas,
ardientes e inquietas, como
unánimemente lo han testimoniado
quienes le conocieron.
4. Otra de las representaciones
oficiales en boga nos muestra
un Jefe de Estado más
preocupado por cruzar la capa
oscura sobre el pecho que por
mirar de frente al pintor. El
cuadro es sin duda llamativo y
brillante, pero por desgracia no
nos sirve como documento
histórico. Su utilidad,
puramente política, consiste en
erigirse como símbolo eficaz en
el proceso de las
identificaciones con los gustos
y etiquetas del poder
establecido.
5. El pueblo raso, por su
parte, tiene su propio culto
patriótico. En las chozas
humildes, en los tugurios
donde ya no queda casi
más esperanza que la fe, o
simplemente en los muros
de algún barrio miserable,
se pueden ver hoy retratos
ingenuos con la figura de
un Bolívar oscuro, casi
mulato, enfundado en un
uniforme de colores
brillantes y compartiendo
con José Gregorio
Hernández y Jesucristo
el lugar donde se viene a pedir
milagros, a llorar desgracias y a
buscar consuelo. Desde ya debe
decirse que esta forma de culto
subraya implícitamente el hecho,
ya constatado por Martí, de que
Bolívar tiene todavía mucho que
hacer en Nuestra América.
6. El culto popular a Bolívar es, sin duda,
conmovedor. En sus pinturas, dibujos y
piezas de cerámica, la gente sencilla
expresa su íntimo deseo de que el Padre
Libertador sea idéntico a sus hijos
irredentos, los pardos y mestizos y
mulatos y pobres de todos los colores.
Mientras el culto oficial acentúa las diferencias de clase y de
casta, el culto popular las reduce, las borra, las elimina. El Padre
ya no es un padre simbólico: se convierte en un padre carnal. Los
hijos se reconocen en él, porque al representarlo le han otorgado
sus propios atributos. Dicho de otra manera, los hijos han
transferido sus propios rasgos de identidad al Héroe para poder
identificarse en él, para hacer posible y verosímil el mito de su
paternidad.
7. Hoy es posible reconstruir, paso a
paso, el proceso de su existencia en
el contexto social y político en que
tuvo ocurrencia. Los retratos que se
hicieron de él a lo largo de su vida,
constituyen un auxiliar documental
poderoso para aproximarse al
conocimiento de sus preocupaciones,
Este trabajo se limita, sin embargo, a mostrar la figura física
de Bolívar como documento histórico. La vida de este hombre
extraordinario está documentada con abundancia de detalles.
sus estados de ánimo, sus actitudes en tiempos de crisis o en
momentos de triunfo y también, naturalmente, las vicisitudes
de su salud y el desarrollo de la enfermedad que lo llevó a la
tumba.
8. Así por ejemplo, el rostro de Bolívar, dibujado durante la dramática
estadía en Haití en 1816, nos dice más acerca de lo que pasaba por su
ánimo que muchos testimonios escritos. Lo mismo puede decirse del
retrato que se le hizo en Bucaramanga mientras se realizaba la
Convención de Ocaña, que marcó el comienzo del fin del poder
bolivariano (1828), o del dibujo a carboncillo que José María Espinosa
hizo en 1830, pocos meses antes de la muerte del Libertador, cuando
éste se hallaba en una depresión profunda y las enfermedades
producían los estragos finales en su cuerpo.
9. Es precisamente con el propósito de documentar con
imágenes producidas en el momento y en el lugar de los
hechos, que me he impuesto el trabajo de reunir aquí algunos
de los retratos más significativos de Simón Bolívar. Espero
que esta iniciativa estimule a otros a fin de ir produciendo,
con el aporte de muchos, un acopio documental útil para la
mejor comprensión de nuestra historia.
Algunas imágenes han sido convertidas a blanco y negro
para realzar o dramatizar ciertos rasgos fisonómicos. Cuando
ha sido posible, se ha incluido la reproducción en colores
también. He ordenado el material cronológicamente,
añadiendo comentarios e información para la mejor
comprensión de las circunstancias que se vivían cuando se
realizó cada retrato.
10. He utilizado las siguientes fuentes:
Boulton, Alfredo: Los retratos de Bolívar, 2a. ed. corregida y
aumentada, Editorial Arte, Caracas, 1964. Incluye extensas
consideraciones críticas acerca de la posible autenticidad o
falsedad de los retratos reproducidos, y abundante información
histórica para la mejor comprensión del tema.
Boulton, Alfredo: El rostro de Bolívar, Fundación John Boulton,
Caracas, 1982. Contiene excelentes reproducciones de los retratos
más conocidos del Libertador, con abundantes notas aclaratorias.
No se trata de una iconografía completa, pero cumple con las
exigencias más rigurosas del historiador: el ordenamiento
cronológico está hecho según la fecha en que se pintó la imagen,
no según la fecha del episodio que representa.
11. O'Leary, Daniel Florencio: Memorias del general O'Leary, 34
vols., edición facsimilar, Ministerio de Defensa de Venezuela,
Caracas, 1981. Cada volumen incluye una reproducción en
colores.
Uribe White, Enrique: Iconografía del Libertador, 2a. ed.,
Ediciones Lerner, Bogotá, 1983. Sin duda la obra más
completa sobre el tema. La calidad de las reproducciones dista
de ser buena. El ordenamiento de las pinturas no es
estrictamente cronológico por su factura. Incluye imágenes
hechas largo tiempo después de la muerte de Bolívar. El
aparato crítico es excelente. Las notas e indagaciones sobre el
origen o la autenticidad de algunos retratos hacen de este libro
un instrumento imprescindible para el historiador.
12. He organizado los retratos de este estudio según la
siguiente periodización:
1. Período 1799-1809: Desde el primer viaje a Europa hasta las
vísperas de la revolución de Independencia.
2. Período 1810-1815: Desde la formación de la Primera Junta
de Caracas hasta el exilio en Jamaica.
3. Período 1816-1819: Desde la Expedición de los Cayos hasta
la fundación de la Gran Colombia.
4. Período 1820-1824: Campañas de la Costa, el Centro y el
Sur, hasta Junín y Ayacucho.
5. Período 1525-1828: Desde la estadía en Perú y la creación de
Bolivia, hasta la Convención de Ocaña y el atentado del 25
de septiembre.
6. Período 1829-1830: Desde la dictadura hasta la resignación
del mando y la muerte (17-dic-1830).
14. Autor Anónimo
Miniatura sobre marfil
0,06 x 0,05
Madrid, circa 1799-1802
Colección de la
Fundación John Boulton,
Caracas
De esta miniatura se hicieron
varios ejemplares, que Bolívar
repartió entre amistades y
parientes. La que aquí se muestra
perteneció a la esposa de Bolívar,
María Teresa Rodríguez del Toro.
Al quedar viudo, en 1803,
Bolívar entregó la miniatura a su
suegro, don Bernardo del Toro.
15. Por la época en que se hizo este primer retrato (1799-1802)
ocurrieron varios hechos de importancia en la vida de
Bolívar. A comienzos de marzo de 1801 se produjo el
incidente de la Puerta de Toledo: la policía intentó arrestar
al joven venezolano al no reconocer su uniforme. Éste
reaccionó de manera airada y arrogante y la discusión
estuvo a punto de convertirse en un duelo sangriento.
Bolívar fue sancionado con la prohibición de visitar la
corte, castigo que duró algo más de un año. Esta
circunstancia dio ocasión a que el joven mantuano se
ausentara, visitando primero Bilbao, donde se hallaba su
novia, y más tarde Bayona y París en un breve viaje que
habría de darle amigos y amigas para toda la vida.
El matrimonio de Bolívar con María Teresa Rodríguez del
Toro tuvo lugar en Madrid el 26 de mayo de 1802, cuando
faltaban dos meses para que el novio cumpliera los 19
años.
16. En junio de 1802 regresó con su esposa a
Venezuela, estableciéndose en Caracas.
Poco duró la felicidad, porque en enero de
1803 murió la joven María Teresa
Rodríguez del Toro, víctima de la fiebre
amarilla. La desesperación de Simón
Bolívar fue inmensa. Después de largos
meses de depresión, durante los cuales
intentó negocios y ocupaciones en sus
haciendas de los Valles de Aragua,
decidió su segundo viaje a Europa. Llegó
a Cádiz a fines de diciembre, permaneció
en Madrid de febrero a abril y a
comienzos de mayo llegó a París, a tiempo
para presenciar la proclamación de
Napoleón como Emperador, en Saint
Cloud (18 de mayo).
Autor Anónimo
Miniatura sobre marfil
0,07 x 0,05
París, circa 1804-1805
Colección de la
Fundación John
Boulton, Caracas.
18. Este período es el más discutido —y el más
discutible— en lo que se refiere a la iconografía del
Libertador. Prácticamente ninguno de los retratos de
esta época se libra de dudas o controversias. Bolívar
visitó Londres en 1810, en cumplimiento de una
breve y muy conocida misión diplomática ante el
gobierno inglés (julio-septiembre), y durante esta
visita es seguro que se hicieron, como era costumbre
entonces, algunas miniaturas con su retrato para
obsequiar, como recuerdo, a personas de su
estimación. No se conoce, sin embargo, ninguna de
esas miniaturas.
19. La figura que se muestra aquí,
corresponde a un grabado hecho en
Londres en 1810, cuyo original no se ha
encontrado, pero cuya copia se conserva
en el Museo Nacional de Bogotá, Salón
Eduardo Santos. Tiene la leyenda:
"BOLIVAR / General y Presidente de la
República de Colombia" y la firma
"Fabria P. / St. Giorgio Sc."
Dicha leyenda prueba, sin lugar a dudas,
que se trata de una copia hecha cuando
ya Bolívar era Presidente de la Gran
Colombia, nación fundada por el
Congreso de Angostura en 1819 y
consolidada por el Congreso de Cúcuta
en 1821.
20. En Londres fue pintado también un
retrato al óleo de Simón Bolívar,
durante su misión diplomática en la
capital británica. El autor fue el pintor
inglés Charles Gill. El original
perteneció a Jules Mancini, quien
publicó una copia fotográfica en blanco
y negro, en la primera edición de su
biografía de Bolívar (Bolivar et
l'Emancipation des Colonies
Espagnoles, Paris, 1912).
Se ha discutido mucho la autenticidad
de este retrato. Mancini no indicó
jamás cómo lo había adquirido. Se
limitó a declarar que se trataba de un
retrato del Libertador hecho durante su
estadía en Londres, en 1810.
Óleo sobre tela.
Autor: Charles Gill
Londres, 1810
Copia de Delio Ramírez,
Biblioteca Nacional, Bogotá.
El original perteneció al
historiador
Jules Mancini y luego al
gobierno de
Colombia. Fué destruido por el
fuego durante el "Bogotazo",
el 9 de abril de 1948.
21. A su regreso a Caracas, Bolívar participó activamente en
la vida política de la Primera República, convirtiéndose en
un líder de la corriente más apasionadamente partidaria de
la independencia absoluta (la juventud mantuana y una
parte de la intelectualidad radical) y llegando al grado de
Coronel en las fuerzas republicanas. Al producirse el
derrumbe de la República ante la embestida realista, y al
caer Caracas y Puerto Cabello en manos del feroz
Monteverde (julio de 1812), Bolívar logró escapar,
buscando refugio en Cartagena (entonces Estado
Soberano). Allí inició su histórica autocrítica de la Primera
República venezolana (Manifiesto de Cartagena) y
comenzó a trazar la estrategia política que ocuparía todos
los esfuerzos de su vida: la Unión Grancolombiana.
22. De esta época data un retrato que ha
producido muchas controversias. Se
ha dicho que es falso con la misma
pasión con que otros han defendido
su autenticidad. El hecho de que se
encuentre actualmente en la Quinta
de Bolívar, en Bogotá, sugiere que
ya estaba allí en vida del Libertador.
Para poder juzgar con frialdad, pues,
el lector debe mirar muy
atentamente la figura de la derecha.
Solamente así podrá usar su propio
criterio a la hora de juzgar si mi
argumentación es correcta o no.
Autor Anónimo
Óleo sobre tela
0,34 x 0,28
Cartagena, circa 1812-13
Quinta de Bolívar, Bogotá
23. Observemos primero el uniforme.
Las charreteras son desiguales: la de
un lado es de general, la del otro
lado es de coronel. El cinturón de
general en jefe está sobrepintado y
no queda bien colocado: está muy
alto, casi ya en el pecho, y no puede
ocultar el cinto de coronel que —
ese sí— está en su sitio. En otras
palabras: un pintor ha intentado
retocar este retrato, para que el
coronel representado pueda ser
"ascendido” a general en jefe.
Tanto el original como los retoques se hicieron en vida de
Bolívar. Pero el trabajo de retoque está inconcluso: es posible que
fuera interrumpido por la renuncia, exilio y muerte de Bolívar en
1830.
24. Finalmente: el uniforme, de estilo norteamericano, no se usó casi
nunca en el Ejército Libertador. La única referencia iconográfica
que he encontrado es la del coronel Atanasio Girardot, muerto
heroicamente en la batalla de Bárbula (agosto de 1813).
Examinemos ahora el rostro. La mirada
carece de la viveza bolivariana y la
oreja es demasiado bonita, demasiado
pequeña para ser de Bolívar. La nariz
ha sido retocada para que parezca
bolivariana (en esto último coinciden
Boulton y Uribe White). La boca no es
de Bolívar (compárese con cualquiera
de los retratos de Bolívar, en cualquier
época).
25. El mentón es demasiado delicado
para ser de Bolívar. Las cejas no
tienen la curvatura característica
del Libertador. Es probable que
las patillas hayan sido pintadas a
posteriori. El rostro representa a
un hombre muy joven.
Don Alfredo Boulton se inclina a
aceptar que el retrato es de
Bolívar, que fue pintado en 1812
en Cartagena y que años más
tarde fue retocado para
representar al Libertador con el
grado de General en Jefe (Bolívar
era coronel en 1812).
26. Uribe White, en cambio, sostiene que se trata del retrato
de otro oficial y sugiere que bien podría ser Daniel
Florencio O'Leary, Edecán del Libertador, basándose en
semejanzas fisonómicas. No explica, sin embargo, por qué
el uniforme representado es norteamericano (O'Leary era
irlandés y usaba uniforme de modelo británico) ni por qué
se ha intentado retocar el cuadro para ascender al
personaje al rango de General en Jefe (O'Leary llegó a ser
general, pero no General en Jefe). Tampoco menciona el
hecho de que O'Leary era rubio, en tanto que el personaje
que aquí discutimos muestra el cabello oscuro. Por si esto
no bastara, habrá que recordar que O'Leary entró en el
servicio del ejército patriota en 1815 y fue inicialmente
Edecán del general Anzoátegui. Es decir, para la época en
que el retrato fue pintado, O'Leary no tenía relación de
cercanía con Bolívar.
27. Mi hipótesis es la siguiente: Bolívar, o alguno de sus ayudantes,
obtuvo y conservó este retrato de algún joven oficial, durante sus
correrías por el Caribe, entre 1812 y 1816. Años después, alguno
de los retratistas del Libertador quiso retocar el cuadro para
convertirlo en un retrato de Bolívar (con rango de General en
Jefe, patillas y bigotes), pero el trabajo fue abandonado por
alguna razón.
Discrepo de la opinión expresada por Enrique Uribe White. Me
parece evidente que el modelo original no es el edecán O'Leary, y
me parece posible que la intención del retocador fuera modificar
un cuadro ya existente para retratar al General en Jefe, es decir al
Libertador Simón Bolívar. Discrepo también de la opinión de Don
Alfredo Boulton. Me parece evidente que el cuadro original no se
pintó para representar a Bolívar, sino a otro oficial muy joven.
28. Para poner a prueba mi hipótesis,
he procedido a afeitarle los bigotes
a nuestro personaje. Es evidente
que no estamos ante el rostro de
Simón Bolívar. Solamente queda,
pues, aceptar que sobre la base de
un rostro ajeno, de un coronel,
algún pintor no identificado quiso
fabricar a posteriori un retrato del
Libertador (general en jefe). Por
esto, tal vez lo mejor sea reconocer
que se trata de un Bolívar
inconcluso, un intento fracasado o
un proyecto interrumpido. Queda
en pie la pregunta: ¿Quién era ese
coronel?
29. Mi hipótesis es: se trata del coronel Atanasio Girardot, quien murió
a los 22 años de edad. Comparado el retrato en discusión (izq.) con
dos retratos contemporáneos de Girardot, vemos las siguientes
coincidencias: el mentón agudo y dividido; la boca pequeña y fina;
el bigote caído; la nariz recta y afilada; los ojos y el arco de las
cejas; la frente amplia; la línea del cabello; y el uniforme de estilo
norteamericano. La hipótesis se refuerza por el hecho de que el
retrato se encuentra en la Quinta de Bolívar: el Libertador tenía un
cariño extraordinario por el joven héroe del Bárbula. Dejo aquí la
propuesta para ulterior investigación y discusión.
30. Anónimo
Miniatura sobre marfil
1815
Santa Fe de Bogotá
Durante la primera
estadía de Bolívar en
Bogotá (dic. 12 de 1814
a ene. 24 de 1815),
siendo coronel del
Ejército de la Unión.
Según las crónicas, esta
miniatura fue propiedad
de la primera mujer del
«Mocho» Vargas.
31. Después de la derrota de las fuerzas republicanas, Bolívar se embarca
para Jamaica el 9 de mayo de 1815. Allí escribe su célebre Carta de
Jamaica. El 31 de diciembre, exiliado en Haití, se entrevista con el
presidente Pétion, quien le ofrece apoyo para la causa patriota.
33. Autor Anónimo
Pastel sobre papel
Haití, 1816
Colección de
fotografías de la Galería
del Batallón de
Infantería ”Bolívar”,
N° 3
Fuerte Tiuna, Caracas.
Existen otros ejemplares
de este retrato, hechos
por el mismo artista
anónimo. El ejemplar de
la Colección John
Boulton está fechado en
1815.
34. Don Alfredo Boulton sugiere la
hipótesis de que este retrato sea
obra de un pintor de nombre Denis,
el más destacado de entonces en la
República de Haití.
Se acepta que el retrato data de
1816, aunque el original está
fechado en 1815. Bolívar llegó a
los Cayos de San Luis, Haití, el 25
de diciembre de 1815, y el día 31
por la noche entró en Puerto
Príncipe. No es imposible que haya
sido retratado entre el 25 y el 31 de
diciembre de 1815, antes de su
entrevista con el presidente Pétion.
Autor Anónimo
Pastel sobre papel
0,33 x 0,43
Haití, 1815?
Colección John
Boulton
35. El retrato de Haití debe considerarse fundamental en la
iconografía bolivariana. Esta imagen marca el comienzo del
”rostro maduro” de Bolívar después de las terribles derrotas
militares de 1814 y 1815. Se observa la calvicie incipiente,
la delgadez del rostro, la creciente palidez de las facciones.
A partir de 1816, Bolívar sufrirá cambios dramáticos en su
aspecto físico, en directa relación con las penalidades de la
guerra y con las vicisitudes de su salud. Pero antes de
avanzar en este tema, parece conveniente observar la
transformación del rostro bolivariano desde la miniatura de
1799, cuando tenía 16 años, hasta el retrato de Haití,
cuando había cumplido los 33 años y se aprestaba a
organizar la Expedición de los Cayos.
37. Atribuido a W. Neagle
Óleo sobre tela
Circa 1818
¿Angostura?
Casa Natal del Libertador
Caracas
A partir de las campañas
de 1818, Simón Bolívar
consolidará sus fuerzas
militares. Las derrotas
serán solo contingencias
adversas de un proceso de
ascenso y consolidación.
Al mismo tiempo, su
salud sufrirá quebrantos
cada vez más frecuentes.
38. Antecedentes clínicos:
Su edecán, el irlandés O’Leary, dice: ”Tenía el pecho angosto,
el cuerpo delgado, las piernas sobre todo […] Hacía mucho
ejercicio […] su natural inquietud no se avenía con el reposo”.
Había tenido su primer ataque de malaria el 18 de diciembre
de 1812, en Barrancas. Estuvo tres días sin conocimiento.
Al recuperar la conciencia, continuó la campaña
despreciando las recomendaciones de su médico, el Dr.
Folnay. Sufrió nuevo ataque de malaria el día 27, aunque
menos grave porque el Dr. Folnay lo había obligado a tomar
quinina, casi a la fuerza.
El 3 de enero de 1813 estuvo a punto de desmayarse, otra
vez a causa de la malaria. Y el 5 se repitió el malestar.
En estas lamentables condiciones inició lo que habría de
llamarse La Campaña Admirable de 1813.
39. El 15 de junio de 1813 firmó el Decreto de Guerra a Muerte
después de sufrir un acceso de insomnio.
Luego de la terrible derrota en La Puerta (15 de junio de
1814) fue víctima de una gravísimo ataque de malaria.
El 4 de julio de 1817, sorprendido por los españoles en una
emboscada, pasó la noche hundido hasta el pecho en un río y
atacado por las fiebres.
El 10 de febrero de 1818, en marcha hacia San Fernando de
Apure, sufrió un acceso de tos y cayó luego en un sueño
prolongado.
El agotamiento físico lo obligó a suspender la marcha y
regresar a San Fernando el 3 de marzo de 1818.
El 16 de marzo del mismo año sufrió otro grave ataque de
malaria.
El 17 de abril fue sorprendido a medianoche por los españoles
en Rincón de los Toros. Una mula le dio una coz y le lesionó
una pierna.
40. Entre mayo de 1818 y julio de 1819 sufrió de llagas y
forúnculos que le impedían montar a caballo.
A pesar de todos estos males, Bolívar continuó desplegando
una actividad sobrehumana. Libró las batallas decisivas de la
provincia venezolana, participó en el Congreso de Angostura
y organizó las fuerzas políticas y militares de la revolución
para emprender el Paso de los Andes y la liberación de la
Nueva Granada. Cruzó la cordillera por los páramos más
inhóspitos, atacado de fiebres. Ganó la Batalla del Pantano de
Vargas (25 de julio de 1819), ocupó la ciudad del Tunja el 5
de agosto y dos días después selló la independencia de la
Nueva Granada con la brillante victoria de Boyacá.
41. La batalla de Boyacá, según José María Espinosa.
En primer plano, la carga de los llaneros.
42. Enfermo, maltrecho y
victorioso, Simón
Bolívar entró en
Santa Fe de Bogotá e
inició de inmediato la
organización del
gobierno.
Óleo
Pedro José Figueroa
1819
43. El pintor José María Espinosa, quien llegaría a ser el más grande
retratista de Bolívar, cuenta en sus memorias el estado lamentable
del Libertador cuando llegó a Bogotá después del triunfo de
Boyacá:
”… a poco rato llegó el Coronel Justo Briceño, de una traza lo más
rara, con los calzones hechos pedazos, y una chaqueta corta que
parecía haber sido en otro tiempo colorada; bien que Bolívar no
estaba más elegante: el uniforme de grana roto y lleno de manchas
por todas partes, y la casaca pegada a las carnes, pues no traía
camisa. Así hizo la campaña de los Llanos, y lo mismo venían
todos los oficiales y tropa […] Se conocía que hacía por lo menos
un año que no se cambiaba la ropa […] Un sujeto salió a la Calle
Real en solicitud de una docena de camisas, fiadas, para llevarle a
Bolívar”.
Compárese este testimonio con la versión de la historia oficial:
44. Las mentiras de la versión oficial: Bolívar y Santander entran a
Bogotá después del triunfo de Boyacá (agosto de 1819).
El rostro de Bolívar
es de 1828, no de 1819
El rostro de Santander
es de 1836, no de 1819
El caballo de Bolívar no
era blanco en esa fecha
(Palomo entró en
servicio en 1820)
Ni Bolívar ni Santander usaban capa en esa fecha (no tenían ni
camisa)
La pistolera en el arzón
de Bolívar es una
invención napeolónica.
45. El triunfo de Boyacá marca el inicio de la gran iconografía
bolivariana. Una profusión de grabados, alegorías, pinturas
patrióticas, retratos, caricaturas y dibujos inunda las tierras de
América y de Europa. La imagen de Bolívar se vuelve universal.
46. Pedro José Figueroa
Bolívar, Libertador
de la Patria
Óleo sobre tela
1819
Quinta de Bolívar
Bogotá
En esta alegoría, el
artista registra, tal vez
sin proponérselo, los
estragos que la guerra
ha causado en la
salud de Simón
Bolívar.
47. Autor: A. Leclerc
Simón Bolívar
Litografía
1819
Bogotá
Numerosos artistas franceses y
británicos, entre los que se
destacan Leclerc y Bate,
realizaron litografías, grabados
y acuarelas con la efigie de
Bolívar, principalmente para
su distribución en Europa, a
partir de 1818-1819.
48. Autor: M. N. Bate
Grabado (litogr.)
1819
Colección
John Boulton
Obsérvese que
el ángulo facial
del retrato de
Haití (1816) se
repite en la
mayoría de los
grabados y
retratos de los
períodos
siguientes.
49. Pedro José Figueroa
Óleo sobre tela
0,64 x 0,95
1819
Museo Nacional, Bogotá
Existen varias copias de
este retrato, hechas por
el propio Figueroa entre
1819 y 1820. Una de
ellas se encuentra en la
Quinta de Bolívar.
La dureza de las
facciones de Bolívar en
este período es tema
recurrente en Figueroa.
50. Pintores y retratistas de Bolívar en Colombia
Durante su primera permanencia (12.12.1814-24.1.1815), un
autor desconocido lo retrató en miniatura, pieza que —según
las crónicas— fue propiedad de la primera mujer del «Mocho»
Vargas. Su segunda (10.8/ 20.9.1819), tercera (5.3/20.3.1820),
cuarta (5.1/1.2.1822), quinta (22.10/13.12.1822) y sexta
(14.11/25.11.1826) estancias quedaron consignadas
principalmente en los retratos de Pedro José Figueroa. De este
período se han reseñado también un retrato de Jaime Joaquín
Santibáñez [1789-1864] realizado del natural en 1821, en Japio
(Cauca), y uno de José María Burbano [activo en Medellín en
1816 y en Tunja en 1825], hecho en Tunja. La iconografía más
variada y profusa se produjo durante el séptimo (10.9.1827-
16.3.1828), octavo (24.6/5.12.1828) y noveno (15.1/8.5.1830)
períodos de su permanencia en la capital. Espinosa, Pío
Domínguez del Castillo [1780-1861] y François-Désiré Roulin
[1796-1874] crearon imágenes del Libertador tomadas del
natural. Su último retratista, Antonio Meucci [ca.1785-
ca.1850], lo pintó en Cartagena, a los 47 años de edad. (Beatriz
González, José María Espinosa, abanderado del arte en el
siglo XIX, Bibl. Luis Angel Arango, Bogotá).
1815
1819
51. Bolívar permaneció durante un
tiempo muy breve en Santa Fe de
Bogotá. Emprendió muy pronto el
regreso a Venezuela y participó en las
sesiones del Congreso de Angostura,
el que, a sus instancias, decretó la
creación de la Gran Colombia (17 de
diciembre de 1819).
53. Este es el período en que
la gloria de Bolívar
alcanza su mayor
esplendor. Sus victorias
en la Campaña del Sur
(1820-22), su encuentro
con Manuelita Sáenz
(1822), la Conferencia de
Guayaquil (1823), la
Campaña del Perú
(1824) que culmina con
el triunfo de Ayacucho (9
de diciembre de 1824),
marcan el nacimiento del
Culto Bolivariano… y
del odio implacable de
enemigos y rivales.
55. Retrato de Simón
Bolívar, del artista
pintor Jaime Joaquín
Santibáñez.
1821
Biblioteca Centenario.
Santiago Cali.
Este retrato fue pintado
del natural, durante la
estancia de Bolívar en
Japio, Cauca.
56. Autor Anónimo
Óleo sobre tela
1820-1822
¿Quito?
Colección particular
Esta pintura estuvo en
poder del General San
Martín. Después de la
Conferencia de Guayaquil,
San Martín se alojó en la
casa de don Jorge Edwards,
en Chile, y le obsequió el
retrato. Es muy probable
que el propio Bolívar le
haya dado el cuadro a San
Martín cuando se
encontraron en Guayaquil.
57. Autor Anónimo
Óleo sobre tela
0,52 x 0,75
1822, Quito
Colección particular, Lima
Las facciones de Bolívar,
menos idealizadas en este
retrato, reflejan los efectos
de la terrible campaña de
Pasto (1822) y nos dan tal
vez una idea más correcta
sobre el el rostro del
guerrero que conquistó el
corazón de Manuela Sáenz
al hacer su entrada en Quito.
58. Manuela Sáenz (1797-
1856)
Quinta de Bolívar
Copia de una acuarela de
1823, el año en que
Manuela y Simón Bolívar
se conocieron en Quito.
En el retrato, Manuela
ostenta la banda de la
Orden del Sol del Perú,
que le fue concedida por
el general José de San
Martín ese mismo año.
59. José Gil de Castro
Óleo sobre tela
Lima, 1824
Casa Natal del
Libertador, Caracas
En vísperas de la
batalla de Ayacucho, el
pintor limeño José Gil
de Castro hizo este
retrato, antecesor del de
1825, que sería
decisivo en la
iconografía bolivariana
de los años siguientes,
como se verá más
adelante.
60. Algunos autores
han datado este
óleo (pintor no
identificado) en
1823. Sin embargo,
el texto al pie de la
imagen indica que
es posterior a la
creación de Bolivia
(1825). Debe ser de
los primeros meses
de ese año, cuando
Bolívar aún
conservaba su
bigote.
61. La salud de Bolívar, 1820-1824:
1820. Febrero: Agotamiento físico. Acceso de sueño. Enfermo en san Cristóbal.
Noviembre: Intensa reacción psicosomática ante una infracción de un oficial.
Violento cólico.
1821. Enero: Enferrno en Bogotá como resultado de la penosa marcha desde Venezuela.
Mayo: ”mi salud está ya descalabrada, que comienzo a sentir laas flaquezas de una
vejez prematura”.
Julio: después de la batalla de Carabobo, dice que se siente muy viejo y al final de
su vida (tiene entonces 38 años de edad).
Octubre: Fiebres. Malaria.
1822. Junio: ”estoy encanecido al servicio de la patria […] mis sentidos me piden
descanso”.
Septiembre: Forúnculos, constipado, migraña. Varios días en cama. Insomnio. Dice
que desea retirarse a su quinta en Santa Fe para ”vivir como enfermo”.
1823. Enero: Solicita del gobierno ”la orden para recibir mi haber, para tener con qué
retirarme del servicio; yo estoy viejo, pobre, cansado…”
1824. Enero y febrero: Dos meses en cama, víctima del más terrible cuadro clínico de su
vida. Posible cuadro de hepatitis. Cólicos. Delirios. Cólera morbo. Al borde de la
muerte. A partir de esta crisis, la salud de Bolívar no se va a recuperar más. No ha
cumplido aún 40 años pero representa más de 50. En estas condiciones prepara
y libra la batalla de Junín (6 de agosto de 1824), y organiza las operaciones en
la sierra peruana.
62. ”Su Excelencia el Libertador Simón Bolívar y la bella amazona doña
Manuela Saenz Aizpuru – Apoteosis de Junín – Boceto para un
lienzo. José María Espinosa”. (Del archivo de Manuela Sáenz)
64. El año de 1825 es como una línea divisoria en la vida de Simón
Bolívar, en lo político y en lo personal:
Sus grandes iniciativas políticas comienzan a desgastar su
gloria, generando poderosas reacciones de recelo y aun de odio.
La creación de la República de Bolivia es recibida en el Perú, la
Nueva Granada y Venezuela como una señal de intenciones
imperiales o monárquicas. La organización del Congreso
Anfictiónico de Panamá consume sus fuerzas y la mala salud le
impide asistir a sus sesiones. La incomprensión, la calumnia y
las intrigas lo rodean y acosan. Toda su fisonomía cambia, su
rostro se hace más sombrío, su bigote se vuelve blanco y decide
suprimirlo. Muchos de los retratos de ese año muestran la
huella de sus privaciones y penalidades, sus ataques de cólicos
y sus accesos de malaria y de tos. En Lima se conspira para
asesinarlo, en Bogotá y Caracas se le calumnia del modo más
feroz.
65. Paul Guérin
Óleo sobre tela
Aunque ha sido datado
en 1824, este retrato
debió ser concluído en
1825, cuando Bolívar
ya no usaba bigote. Es
probable que el artista
haya usado como
modelo el óleo del
limeño José Gil de
Castro, que se verá más
adelante.
67. Atribuido a Ugalde
Óleo sobre tela
Lima 1825-1828
Museo Nacional de
Historia, Lima
Esta misma figura se
repite en innumerables
retratos (muchos de
pintores anónimos) de
este período. El cuerpo
es cada vez más
delgado y el pecho es
cada vez más angosto.
La mirada es cada vez
más triste.
68. Estas imágenes muestran el
mal estado de salud de
Bolívar en 1825. Son
retratos hechos en períodos
de convalescencia entre
ataques de cólera, bilis
hepática y malaria.
69. A mediados de 1825
Bolívar posó para el
pintor limeño José Gil de
Castro, en la casa de éste.
A partir de este retrato se
han hecho numerosas
versiones modernas,
algunas bastante
estilizadas, que por
fortuna conservan las
proporciones exactas del
original. Gracias a esta
circunstancia podemos
hoy seguir la historia de
los bocetos y dibujos del
propio Gil de Castro, y
sus fuentes.
70. Por ejemplo, de la excelente
reproducción que se encuentra
en el Salón Elíptico del
Capitolio Federal, en Caracas,
podemos deducir que Gil de
Castro dibujó el rostro de
Bolívar en 1825 a partir del
retrato de Haití, de 1816. En
efecto, las proporciones
métricas de ambos retratos
son prácticamente idénticas,
como se ve en la comparación
que se muestra a
continuación.
72. Este retrato, realizado
por Antonio Salas en
1826, nos muestra a
Bolívar a la edad de 43
años, cuando emprendía
el viaje a Venezuela
para conjurar la rebelión
del general Páez.
Al mismo tiempo, el
vicepresidente
Santander y sus
partidarios sembraban la
desconfianza sobre las
verdaderas intenciones
de Bolívar.
73. Un dato muy importante sobre este
retrato fechado por Gil de Castro en
1827, es la opinión del propio
Bolívar. En la dedicatoria de esta
copia, el Libertador escribió:
”Al Señor General Sir Robert
Wilson:
Retrato mío hecho en Lima con la
más grande exactitud y semejanza.
BOLIVAR”.
(Copia existente en la Biblioteca del
Congreso, USA. Sir Robert Wilson
era el padre de uno de los más fieles
edecanes de Bolívar)
74. Bolívar llegó a Caracas a
comienzos de 1827 y fue
retratado de este modo
por el pintor Juan Lovera.
El Libertador logró
apagar el fuego que
amenazaba la integridad
de la nación, pero las
concesiones hechas a
Páez enfurecieron al
vicepresidente Santander
y sus partidarios.
A partir de ese momento
quedó sellada la muerte
de la Gran Colombia.
75. En un esfuerzo supremo
por lograr una solución
constitucional a la crisis,
Bolívar logra un acuerdo
con Santander para
convocar la Gran
Convención de Ocaña
(1828), a fin de reunir a la
nación bajo una nueva ley
fundamental.
Aquí, la imagen del
Libertador en 1828, tal
como fue retratada por un
pintor anónimo.
76. En el curso de pocas
semanas, la salud de
Bolívar se deteriora
dramáticamente. Su
ministro Restrepo dice:
”no ha cumplido cuarenta
y cinco años y parece que
tuviera sesenta”.
Aquí, retratado por
Francois Desiré Roulin
en febrero de 1828,
vísperas de la Gran
Convención de Ocaña.
77. Entre abril y junio de
1828 se realiza la Gran
Convención de Ocaña,
sin que se logre llegar a
ningún acuerdo. Al
quedar en minoría, los
partidarios de Bolívar se
retiran de las sesiones y
la Convención queda
disuelta.
Bolívar es obligado a
asumir la dictadura por
pronunciamientos
cívico-militares. Las
provincias del sur se
declaran en rebelión.
78. Miniatura (arriba) y
retrato al óleo (derecha)
realizados por José
María Espinosa en 1828,
durante la estancia de
Bolívar en Bucaramanga
en los días de la Gran
Convención de Ocaña.
79. 1828, septiembre 2,
Bogotá: Pintado por José
María Espinosa. Bolívar
obsequió este retrato al
coronel Juan María
Gómez, quien llegaría
más tarde a ser general,
notable diplomático y
Encargado del Poder
Ejecutivo.
Fue publicado por
primera vez por Fernando
González en su libro Mi
Simón Bolívar.
Agradezco a Gustavo
Retrepo, director de
”Otraparte”, el envío de
este retrato.
80. En Venezuela se producen centenares de pronunciamientos
contra el poder bolivariano.
En la Nueva Granada se conspira febrilmente. Los más
audaces partidarios de Santander preparan el asesinato de
Bolívar.
Los generales del sur se encuentran en rebelión.
Perú amenaza con la guerra.
Panamá inicia preparativos para separarse de Colombia.
El 25 de septiembre de 1828, un grupo de conspiradores
asalta el Palacio presidencial e intenta asesinar a Bolívar,
quien se salva gracias a la iniciativa y el valor de su
compañera, Manuela Sáenz.
81. Pocos días antes del
atentado, el pintor
José María Espinosa
había hecho este
dibujo al carbón, en el
propio despacho del
Libertador Presidente.
Bolívar prometió a
Espinosa que lo
enviaría a estudiar
artes a Europa, pero
el atentado frustró
esas intenciones.
82. La noche del atentado,
Bolívar permaneció
oculto durante varias
horas, bajo un puente,
en el terrible frío
bogotano.
Los efectos sobre su
salud (en especial sus
pulmones) fueron
fatales. Aquí lo vemos
retratado por José
María Espinosa, pocos
días después de esa
noche dramática.
84. 1829, probablemente a
comienzos. Bogotá.
Dibujante, José María
Espinosa. Bajo el
retrato, este texto: "Su
excelencia en traje de
paisano. Perfil".
Bolívar vistió de civil
con mucha frecuencia
después del atentado
del 25 de septiembre de
1828.
Del archivo personal de
Manuela Sáenz.
85. 1829: En Guayaquil,
después de un
gravísimo ataque de
bilis, probablemente
una hepatitis aguda.
En segundo plano, su
primer edecán, Daniel
Florencio O’Leary.
Óleo. Pintado por
Antonio Salas, por
encargo del general
Juan José Flóres,
primer presidente del
Ecuador.
86. 1829: Quito.
Óleo de Antonio
Salas.
Después de la
gravísima
enfermedad de
Bolívar en
Guayaquil.
87. 1829, Bogotá. Dibujante:
José María Espinosa. Al
pie del retrato, el
siguiente texto:
Su excelencia con el
rostro desencajado
después de un ataque de
bilis y tos. Me dijo: José
Ma. ”El verdadero
hombre siempre lo
encontrarás en el alma
de un moribundo".
Del archivo personal de
Manuela Sáenz.
88. 1829, Bogotá. Dibujante: José
María Espinosa.
Está incluído en un mensaje
que dice:
"A doña Manuela Sáenz: Su
excelencia recuperado
después de un ataque de bilis
ruega a usted un poco de su
compañía".
Como se sabe, Manuelita no
vivía con el Libertador, quien
le enviaba mensajes como este
cuando deseaba encontrarse
con ella.
Del archivo personal de
Manuela Sáenz.
90. 1830: Bogotá. Óleo de
José María Espinosa. Una
de las muchas variantes
hechas por este artista a
comienzos de 1830. Todas
fueron conocidas y
aprobadas por Bolívar.
El Bolívar de pie, con los
brazos cruzados y
mirando de soslayo al
pintor, fue la postura
característica escogida por
José María Espinosa para
los óleos realizados desde
fines de 1828.
91. Reducido a la impotencia
política por el proceso de
ingobernabilidad, y
resuelto a hacer lo
imposible para salvar a la
nación de la anarquía,
Bolívar convoca el
congreso y le entrega el
mando al iniciarse el año
de 1830.
Anónimo, atribuido a Meucci
(A partir de un boceto de
Espinosa)
Óleo sobre tela
Bogotá, 1830
Museo Bolivariano, Caracas
92. La dictadura bolivariana cayó como resultado de lo que hoy
llamaríamos ”un proceso de ingobernabilidad”. Los
hechos fundamentales de ese proceso fueron:
1. La rebelión militar en el sur. Se hizo una paz inestable a
costa de grandes concesiones.
2. La desobediencia civil en Venezuela y Nueva Granada.
Pronunciamientos populares contra Bolívar.
3. La guerra civil. Alzamiento del general Córdova en
Antioquia y de otros jefes en Panamá, Cauca y Tolima.
4. La división del gobierno en varias facciones:
Monárquicos, Vitalicios, Constitucionales.
5. La pésima salud de Bolívar, que fue empeorando a
grandes pasos.
6. La indisciplina militar. Actos arbitrarios que socavaron la
autoridad del gobierno.
94. 1830: Bogotá. Boceto de
José María Espinosa. Entre
fines de 1829 y comienzos
de 1830, Espinosa hizo
numerosos bocetos como
este, registrando el creciente
deterioro de la salud del
Libertador.
El artista envió este boceto
a Manuela Sáenz, quien lo
conservó en su archivo
personal hasta su muerte.
95. 1830: Bogotá.
Después de su
renuncia al poder.
Vísperas de su viaje a
Cartagena.
El pintor José María
Espinosa revisó este
retrato y lo restauró
en 1840.
96. 1830: Bogotá.
Poco antes de partir
hacia Cartagena, en el
peregrinaje que lo
llevará a la muerte.
Óleo (detalle).
Aunque el autor no ha
sido identificado, se
reconocen las
características propias
del estilo de
José María Espinosa
97. José María Espinosa
Carboncillo sobre papel
0,20 x 0,28
1830
Colección Sylvia Boulton
Caracas
1830: Bogotá.
Poco antes de iniciarse el
viaje final de Bolívar a
Cartagena.
100. A pesar de su renuncia, la
campaña de odio no cesa.
Venezuela exige que se le
expulse del país. Las
facciones ”liberales”
amenazan con asesinarlo
si permanece en el
territorio nacional.
En mayo de 1830 Bolívar
emprende al viaje hacia el
exilio, ridiculizado por
pasquines, caricaturas y
panfletos calumniosos.
101. 1830, julio: Cartagena.
Óleo de Antonio Meucci
(detalle). En la imagen
siguiente, completo, en
sepia.
Los testimonios de
contemporáneos
describen el
alargamiento del rostro y
el creciente prognatismo.
La mandíbula inferior se
hace más ancha y
pronunciada.
102. 1830, julio: Cartagena
Óleo de Antonio Meucci
(fotografía en sepia).
Meucci se carateriza por
suavizar las facciones de
Bolívar, haciendo
desaparecer las arrugas y
eliminando todas las señales
de deterioro físico que son
tan fielmente mostradas por
los dibujos, bocetos y óleos
de José María Espinosa. Lo
importante de este retrato y
de todos los que hizo Meucci
en 1830, es que queda
documentado el aumento de
grosor del mentón y el
notable alargamiento del
rostro.
104. 1830, probablemente
fines de julio:
Cartagena.
Antonio Meucci.
Detalle del óleo
anterior.
Es un retrato único en
la iconografía
bolivariana, por la
sonrisa del Libertador.
105. Antonio Meucci
Miniatura sobre marfil
Cartagena, agosto de 1830
0,075 x 0,09
Colección Carmen Aida Zuluaga,
Caracas
Algunos autores han
afirmado que este es el
último retrato que se hizo al
Libertador, del natural.
Veremos que no es así.
Para estas fechas, Bolívar ha
perdido mucho peso y sufre
varias caídas y desmayos. Ya
casi no puede mantenerse en
pie.
106. 1830, agosto: Cartagena.
Óleo de Antonio Meucci.
Según Juan B. Pérez y
Soto, este sería el último
retrato que se hizo de
Bolívar, del natural, lo que
no es correcto. Publicado
por la Revista Ilustrada,
número 3, 4 de agosto de
1898.
Obsérvese el extremo
alargamiento del rostro y
el ensanchamiento de la
mandíbula inferior.
107. 1830, agosto, Cartagena:
Antonio Meucci.
Miniatura sobre marfil.
Belford Hinton Wilson,
edecán de Bolívar, escribió:
”Esta es la mejor y la única
buena interpretación que
jamás haya yo visto del
General Simón Bolívar y así
ha sido reconocido por el
General y por el Coronel
Ibarra, sus edecanes, como
también por el señor José
Rafael Revenga y por todos
los compañeros del General
Bolívar, sus oficiales y
amigos, a quienes la he
mostrado”.
108. En Cartagena, su salud
empeora sensiblemente y
debe buscar reposo en la
hacienda de San Pedro
Alejandrino, cerca de
Santa Marta. Allí,
abrumado de amargura,
espera la muerte, asistido
por el doctor Alejandro
Próspero Réverend.
José María Espinosa
Acuarela sobre cartulina
1830
Quinta de Bolívar, Bogotá
109. Este retrato, hasta ahora no
incluído en ninguna
iconografía bolivariana, debe
ser el último que se le hizo en
vida. Lo he encontrado en el
archivo personal de Manuela
Sáenz, quien lo guardó como
reliquia hasta su muerte. Está
fechado en diciembre 10 de
1830. José María Espinosa lo
fechó en Santa Marta, pero es
evidente que lo realizó en San
Pedro Alejandrino.
José María Espinosa escribió
debajo del boceto: "Se refleja
en el noble rostro de su
excelencia una grave
preocupación por su salud.
Solo él sabe cuánto sufre.
Santa Martha XII-10-/30".
110. 1830, 17 de diciembre, San Pedro Alejandrino. Impresionante dibujo de Bolívar
muerto, hecho por Luis Peru de Lacroix. Abajo, el texto: "... Sus facciones expresaban
perfecta serenidad, ningún dolor o seña de padecimiento se reflejaba en su noble
rostro". Rúbrica de Peru de Lacroix.
Del archivo personal de Manuela Sáenz.
111.
112. Además de los
numerosos
retratos que se
hicieron del
Libertador
durante su
vida, se
publicaron
miles de
dibujos y
pinturas
alegóricas que
testimonian el
fervoroso
culto de que
fue objeto.
113. En muchas de esas
alegorías se le
representaba como
el héroe elegido
por la Divina
Providencia para
emancipar a los
pueblos
americanos y
establecer la
hermandad entre
criollos, mestizos
e indios.
114. En 1842 fueron repatriados a Venezuela los restos de Bolívar, en actos solemnes que
alcanzaron dimensiones de apoteosis. Fue el fin de la reacción antibolivariana.
115. Desde entonces han crecido los dos cultos al Libertador: el culto oficial y el culto popular.
El pueblo raso erige altares en los que conviven la Virgen María, Jesús, los caciques
rebeldes de las épocas de la conquista y la colonia y Simón Bolívar.
116.
117. Los artistas y artesanos populares dedican sus obras al Libertador.