1. LAS LENGUAS DE ESPAÑA IV: EL CATALÁN
3. EL CATALÁN
Tras el castellano es la lengua de mayor difusión y número de hablantes en España;
actualmente el catalán se habla en:
. Cataluña, salvo en el Valle de Arán, que pertenece lingüísticamente al gascón. Según el
artículo 3.1 de su Estatuto de Autonomía, «la lengua propia de Cataluña es el catalán», co-oficial
junto con el castellano, artículo 3.2, «el idioma catalán es el oficial de Cataluña, así como
también lo es el castellano, oficial en todo el Estado español».
. Valencia, excepto en algunas zonas occidentales. En el artículo 7.1 de su Estatuto de
Autonomía puede leerse: «los dos idiomas oficiales de la Comunidad Autónoma son el
valenciano y el castellano». Hemos de recordar que, aunque el valenciano presente notables
diferencias con el catalán, la mayoría de los especialistas lo considera una variedad de este.
. Islas Baleares: según el artículo 3 de sus Estatutos, «la lengua catalana, propia de las islas
Baleares, tendrá junto con la castellana, el carácter de idioma oficial».
. La mayor parte del Departamento francés de los Pirineos Orientales (Rosellón, Cerdaña")
. El Principado de Andorra, donde es lengua oficial.
. Ciudad de Alguer, en Cerdeña (Italia),
. Al este de las provincias de Huesca, Zaragoza y Teruel, en el llamado «Ponent».
3.1. Historia del catalán
Ha sido desde siempre tema controvertido el de la filiación del catalán: nadie duda de su
origen latino, pero su situación geográfica —y algunas circunstancias históricas de las que más
adelante trataremos lo han relacionado estrechamente con los romances ultrapirenaicos más
que con los hispánicos. De hecho, durante mucho tiempo se creyó equivocadamente que el
catalán era una variedad dialectal del provenzal, pues las similitudes lingüísticas se entendían
considerables —a lo que se añade la influencia literaria característica de la Edad Media-—.
Meyer—Lübke o Griera, por ejemplo, englobaban el catalán dentro de las lenguas
galorrománicas: comparando provenzal, catalán y castellano, las semejanzas entre las dos
primeras parecían determinantes. Por el contrario, según Menéndez Pidal, habría que fijarse
en las coincidencias con los dialectos hispánicos primitivos, y estas eran indiscutibles. Badía, en
fin, prefiere adoptar una posición de «compromiso»: en sentido geográfico puede discutirse
entre el galorromanismo o el iberorromanismo del catalán, pero desde el punto de vista
lingüístico está claro que se trata de una lengua hispánica con numerosos rasgos
ultrapirenaicos. Este autor reconoce, eso sí, que en la época más crucial para la fijación de los
rasgos idiomáticos la orientación del catalán era hacia el norte, hacia el provenzal.
El catalán surgió en la denominada Catalunya Vella, en los condados creados en la Marca
Hispánica, zona de contención y control en los Pirineos con que los francos detuvieron la
penetración de los musulmanes. Esta circunstancia explica la dependencia política respecto del
reino Carolingio observada durante los siglos VIII al X. La influencia cultural y lingüística, como
diremos más adelante, duró aún más tiempo. Hay que relacionar con esto el hecho de que los
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2. LAS LENGUAS DE ESPAÑA IV: EL CATALÁN
Pirineos en su parte oriental no constituyen una barrera orográfica, lo que hubo de favorecer
la vinculación entre el Sur de Francia y el nordeste peninsular. Por citar un acontecimiento
histórico significativo al respecto, la reconquista de Barcelona, en 801, la llevó a cabo Ludovico
Pío, hijo y vasallo de Carlomagno.
Sin embargo, los condados van ganando a partir del siglo X en autonomía: la monarquía franca
se desentendió de, ellos por su debilidad interna, lo que determinó un cambio de orientación
en sus intereses. Incrementaron entonces sus relaciones políticas, comerciales y culturales con
al-Andalus, cuya ciencia transmitieron a Europa, y con los demás reinos cristianos de la
Península. Al mismo tiempo, incorporaron nuevos territorios, tanto por el norte (la Baja
Provenza) como por el sur (Tarragona). Así pues, la dependencia respecto del norte se fue
debilitando conforme creció la importancia, en especial, del condado de Barcelona, que se va
configurando progresivamente como el principal. En la época de Ramón Berenguer III, incluso,
Barcelona participa políticamente en el sur de Francia.
Desde 1137 con el casamiento de Doña Petronila y Ramón Berenguer IV, en que se une al
Reino de Aragón, su expansión territorial hacia el sur se ve favorecida; también la difusión del
catalán es notable en el territorio lingüístico del aragonés.
En cualquier caso, la primera literatura se escribió no en catalán, sino en provenzal —lengua
muy influyente en todo occidente entre los siglos XII y XIII—. Prácticamente toda la producción
lírica medieval se hizo en provenzal, y es que se sabe de la influencia que sobre las capas cultas
de la sociedad ejercieron los muchos occitanos que emigraron a los condados catalanes.
Puede hablarse de «diglosia», pues mientras que la poesía se expresaba en un provenzal más o
menos correcto, para la prosa se empleaba el catalán. Este no se convierte en la lengua de la
administración hasta la segunda mitad del siglo Xlll. Sus primeras obras en prosa son de
naturaleza jurídica (Libre Jutge —traducción del visigótico Liber iudicorum de hacia 1140,
descubierta en 1960-, Usatges de Barcelona y Furs de Valencia), religiosa (Homilíes d’ Organya)
o historiográfica (Crónica de Jaime I). Como autores más destacados, cabe citar a Ramón Llull,
el primer autor que escribió sobre filosofia en una lengua romance, Ausias March, poeta del
siglo XV que ya no empleará el provenzal, o el cronista Muntaner, quien narra en una prosa
historiográfica impecable las hazañas de sus connaturales en el Mediterráneo oriental.
Desde el siglo XIII se intensifica la expansión territorial y, por ende, lingüística: Jaime l
reconquista los reinos de Valencia y Mallorca, zonas donde el catalán sustituyó al árabe.
En el siglo siguiente el reino aragonés se expande por el Mediterráneo y se anexiona Sicilia,
Cerdeña, Nápoles... Se fundan los ducados de Atenas y Neopatria. En Cerdeña, concretamente,
el catalán fue lengua literaria y para los contratos hasta el siglo XVIII, bajo la dominación de la
Casa de Saboya. El único rastro del catalán se conserva en Alguer, ciudad en la que Pedro el
Ceremonioso, tras despoblarla de sardos por considerarla punto estratégico importante,
mandó su repoblación a catalanes.
Ahora bien, en esta misma época comienza a vislumbrarse ya la decadencia del catalán: en el
siglo XIV se produce una crisis en lo económico, en lo político y en lo demográfico.
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3. LAS LENGUAS DE ESPAÑA IV: EL CATALÁN
Desde principios del siglo siguiente, por el Compromiso de Caspe, reina en Aragón la familia
castellana de los Trastámara, pues había muerto sin sucesión en 1410 el último soberano de la
Casa Condal de Barcelona. En el último cuarto, Aragón y Castilla se unen políticamente fruto
del matrimonio entre Fernando e Isabel, los Reyes Católicos. Además, a fines del siglo XV
Valencia, ciudad bilingüe, desplaza a Barcelona como capital económica y cultural (allí se
publica la mayor parte de la producción literaria). Todo ello determina la creciente
castellanización. Así, los autores de cierto prestigio en el siglo XVI escriben en castellano, como
Boscán o Timoneda, o en latín, como Vives. Eso sí, la población habla mayoritariamente en
catalán y en este se redactan los documentos públicos y privados.
En el siglo XVIII, tras la Guerra de la Sucesión, se acentúa el declive del catalán. Como se
recordará, en esa guerra, catalanes y aragoneses habían apoyado la causa de Carlos de Austria.
Asimismo, los Borbones tenían una concepción centralista del Estado como demuestran dos
hechos representativos:
. Las disposiciones restrictivas de los Decretos de Nueva Planta (años 1707 y 1716).
. La Real Cédula de 1768, impuesta por el Conde de Aranda, dispuso que la enseñanza de las
primeras letras había de impartirse en castellano.
Si bien algunos estamentos sociales cedieron, empleando el castellano incluso en sus
relaciones familiares, la masa de población de mantuvo fiel al catalán. El caso es que en toda
esta época de decadencia no encontramos obra literaria alguna digna de consideración, solo
tenemos correspondencia, libros de cuentas, diarios personales...
En el siglo XIX cambió la situación; entonces se asistió a una verdadera «renaixenca». La
«ideología» inherente a la época romántica condicionó el que se tomara interés por lo propio y
por el pasado: este despertar cobra forma, si bien simbólicamente, con la aparición de la Oda a
la Patria de Bonaventura Carles Aribau; Joaquim Rubió y Ors defenderá el uso literario del
catalán. En aquellos años las minorías intelectuales propugnaron el restablecimiento del uso
literario del catalán y, en esta recuperación, se volvieron a celebrar los Jocs Flora/s (1859),
cuyos estatutos prescriben que esos certámenes sean únicamente en catalán. En este marco,
se dará a conocer con su poema épico L’Atlantida Jacint Verdaguer. Este autor, procedente de
las comarcas rurales de Vich, poseía un sentimiento lingüístico muy arraigado y seguro y está
considerado como el verdadero forjador del catalán literario moderno.
A la labor de los poetas se sumó la de los eruditos como Milá i Fontanals o Marái Aguiló. Muy
poco después políticos de todas las tendencias y hombres de la Iglesia aunaron sus esfuerzos a
favor de la lengua (de la cultura, de la personalidad) de Cataluña.
De primeros del XX datan la fundación del Institut d’Estudis Cataláns por Prat de la Riba (1907),
y la publicación de las Normes ortográfiques (1913) y el Diccionari ortografic (1917) de Pompeu
Fabra. En 1901, La letra de Convit de Alcover pedía la recogida de todas las manifestaciones
orales y escritas de la lengua con objeto de realizar un diccionario exhaustivo, su Diccionari
cataIa-vaIencia-balear (1927-1962), que llevó a término Moll.
La labor de Alcover cristalizó en la organización del l Congrés Internacional de la Llengua
Catalana de 1906.
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4. LAS LENGUAS DE ESPAÑA IV: EL CATALÁN
El catalán, además, fue oficial junto al castellano en Cataluña durante la ll República. Sin
embargo, la Guerra Civil echó por tierra todo lo que se había ido creando de manera paciente.
Los años inmediatamente posteriores fueron de represión. Poco a poco, la lengua catalana fue
recobrando posiciones perdidas e, incluso, ganando otras nuevas. Desde las décadas de los
sesenta y de los setenta las editoriales ponen al alcance de los catalanes cualquier tipo de
libro. La decisión de la Iglesia, tras el Concilio Vaticano ll, de adoptar la lengua vulgar en la
liturgia también benefició al catalán. En el arte destacó el fenómeno de la Nova Cançó.
3.2 Rasgos lingüísticos del catalán
A) Fonéticos.
. No diptongación de las vocales E y o abiertas latinas: be’ ‘bien’.
. Diptongación de E y o abiertas ante yod —de lo que no quedan testimonios escritos— y
posterior reducción del diptongo: LECTU > *lieit> llit ‘lecho’, FOLlA> *fuella > fulla ‘hoja’.
. Apócope de vocales finales átonas, con excepción de A: foc ‘fuego’, pero cadira ‘silla’.
. Caída de las consonantes intervocálicas –c +e,i , -TJ- ante el acento: cuina ‘cocina’.
. Palatalización de L- inicial latina: llop ‘lobo’.
. Asimilación de los grupos consonánticos -MB- y -ND- en -m- y -n-, respectivamente: manar
‘mandar’, plom ‘plomo’.
. Desaparición de la -n final románica: cami ‘camino’, pero camins ‘caminos’.
. Solución en -u de las consonantes o grupos finales m, -c+e,i-, -o: preu ‘precio’, veu ‘voz’, peu
‘pie’.
B) Morfosintácticos.
. Construcción casi generalizada de artículo + posesivo: el teu llibre ‘tu libro’.
. Formas verbales del perfecto con u que generan una velar [k]: estec ‘estuve’, venc ‘vine’, las
cuales sufren luego una desplazamiento temporal: estic ‘estoy’, vinc ‘vengo’.
. Paso al paradigma de la tercera conjugación latina de los verbos en –ERE: seure ‘sentar’,
caure ‘caer’, beure ‘beber’, confundidos con los en -ERE de la segunda -y, por tanto, con vocal
temática larga: prende ‘prender’, perdre ‘perder’.
. Formación del pasado absoluto o aoristo mediante la perífrasis VA + lNFlNlTlVO: va ploure
‘llovió’. El perfecto simple ha desaparecido de la lengua hablada, excepto en algunas regiones
de Valencia y las Baleares: portí, plogué.
C) Léxicos. Se prefiere el léxico perteneciente a la Romania Central, lo que opone al catalán a
castellano y portugués: parlar, menjar, trobai; cosí, nebot, bullir frente a hablar, comer, hallar,
primo, sobrino, hervir. La mayor afinidad se da respecto del vocabulario occitano: aina / eina
‘instrumento’, groc ‘amarillo’, ascla ‘astilla’..., si bien no escasean las soluciones particulares:
deler ‘afán’, enyorar ‘sentir nostalgia’, ensinistrar ‘enseñar’, enagar ‘incitar’. ’
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3.3. EI español hablado en Cataluña
A) Pronunciación.
. Velarización de la vocal en la terminación en -al.
. La -d final se articula como -t.
. La -s- entre vocales se sonoriza.
. El seseo, pues en catalán no existe el fonema interdental.
B) Otros niveles lingüísticos.
. Empleo indebido de pares de verbos como ir / venir, llevar/ traer, meter/ sacar, quitar /
poner.
. Interferencias en el uso de las preposiciones: «estoy aquí, a Barajas».
. Uso del artículo ante nombre propio: «el Jordi», «la Montse».
. Calcos en algunas expresiones: fer tarde ‘llegar tarde’ > hacer tarde, fer caridat ‘dar limosna’
> hacer caridad, fer punta al llapis ‘sacar punta al lápiz’ > hacer punta al lápiz, creure els pares
‘obedecer a los padres’ > creer a los padres, dir bon dia ‘dar los buenos días’ > decir los buenos
días.
3.4. Dialectos del catalán
Los especialistas distinguen seis dialectos reunidos en dos grandes grupos:
1. Catalán oriental.
. Central, en las provincias de Gerona -salvo el norte-, en Barcelona -en cuya área reside la
mitad de la población de Cataluña-, parte oriental de Lérida y norte de Tarragona.
. Balear, dividido a su vez en mallorquín, menorquín e ibicenco.
. Rosellonés, en el norte de Gerona y en el departamento francés de los Pirineos Orientales.
. Alguerés.
2. Catalán occidental
. Leridano: en Andorra, Lérida -salvo en la zona oriental-, parte de Tarragona, norte de
Castellón y este de las provincias de Huesca, Zaragoza y Teruel.
. Valenciano: en Castellón, Valencia y Alicante.
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