Los residuos electrónicos contienen sustancias tóxicas como plomo y cromo hexavalente que son
peligrosas para el medio ambiente. Además, estos desechos también contienen metales valiosos como
oro y plata que pueden recuperarse a través del reciclaje. La Unión Europea ha aprobado una Directiva
para promover el reciclaje de residuos electrónicos y prevenir que terminen en vertederos, pero algunos
países exportan estos desechos a naciones con menor regulación donde pueden contaminar
Los residuos electrónicos tienen sustancias contaminantes
1. Los residuos electrónicos tienen sustancias contaminantes
El gran problema de estos aparatos es que contienen elementos y compuestos que pueden resultar
tóxicos y peligrosos para el medio ambiente. Los tradicionales monitores de tubo de rayos catódicos son
un claro ejemplo de lo expuesto, ya que pueden contener hasta 4 kilos de plomo, un metal pesado
peligroso por sus efectos neurotóxicos.
Los ordenadores personales, especialmente los más antiguos, tienen también en su composición
sustancias tóxicas como plomo, berilio o cromo hexavalente. Los cables de su interior están recubiertos
de PVC que, si son quemados, pueden desprender dioxinas a la atmósfera.
Reciclar la chatarra electrónica proporciona metales valiosos
Pero, además de productos tóxicos, la basura electrónica contiene cantidades apreciables de metales
valiosos, como plata y oro, que resultan excelentes conductores de la electricidad. En teoría, reciclar el
oro de las placas base de los ordenadores resulta más eficiente y menos destructivo que extraerlo de las
minas de superficie que hoy amenazan los bosques lluviosos.
Los desechos tecnológicos en Europa y en España
Actualmente los residuos electrónicos representan aproximadamente el 5% de la basura que se genera
en Europa y, según la Agencia Europea del Medio Ambiente, en la próxima década pasarán de las
actuales 7,4 millones de toneladas anuales a 14,8 millones.
En España se producen aproximadamente unas 200.000 toneladas al año de residuos tecnológicos
procedentes del ámbito doméstico y del sector comercial, electrónico e industrial. Se calcula que si se
llegase a procesar el 70% de esta montaña de residuos se podrían recuperar más de 90.000 toneladas de
metales, 30.000 toneladas de plásticos y 13.000 toneladas de vidrio.
Directiva europea sobre residuos electrónicos
Consciente de que el tratamiento incorrecto de los residuos electrónicos daña el medio ambiente y la
salud pública, la Unión Europea ha aprobado una Directiva para evitar en lo posible que los residuos de
aparatos eléctricos y electrónicos acaben junto con los desechos urbanos no seleccionados, y para
fomentar un diseño y producción que facilite su desarmado, reutilización y el reciclado de los residuos. La
Directiva vela también por la devolución gratuita de los residuos al distribuidor y garantizarán su
transporte a instalaciones de tratamiento autorizadas.
Desechos electrónicos: normativa en otros países
Pero no todos los países tratan de igual manera a sus residuos electrónicos. Según el informe elaborado
por la oficina de responsabilidad gubernamental de Estados Unidos, este país exporta gran parte de sus
desechos tecnológicos a países del Tercer Mundo, violando las propias reglas de la agencia de protección
medioambiental (EPA - Environmental Protection Agency) y el Convenio de Basilea de Naciones Unidas.
En estos países con legislaciones menos restrictivas y más difusas, los residuos son, en muchos
casos, desmontados sin ninguna precaución para poder después vender los componentes que tengan
algún valor, mientras que los materiales contaminantes se difunden por el medio ambiente y afectan a la
salud de las personas.
Qué hacer con los residuos electrónicos
2. Alargar la vida de nuestros aparatos tecnológicos permitiría reducir la cantidad de residuos electrónicos
que generamos. Y, cuando ya no tengan más uso, mejor que guardarlos en algún sótano o depositarlos
en el contenedor de la basura, debemos llevarlos a los puntos de recogida habilitados a tal efecto.
Los ciudadanos deben exigir a los gobernantes que hagan cumplir las leyes en materia de residuos
tecnológicos, especialmente por parte de los fabricantes y los receladores, y que se instalen puntos de
recogida en los que poder depositar de manera segura estos desechos.