Este documento habla sobre Jesucristo como el verdadero Rey del universo. Explica que aunque la palabra "rey" se ha desprestigiado, Jesús es rey en el sentido de tener pleno poder y autoridad. También discute cómo Jesús establecerá su reino completo en el futuro cuando juzgue a la humanidad y someta a todos sus enemigos bajo sus pies. Finalmente, explica que para honrar a Jesús como nuestro Rey debemos imitar su actitud de servicio hacia los demás.
2. Cuando se instituyó
esta fiesta, hace casi
cien años, se pensó
en que Jesucristo,
por ser Dios, es
dueño y señor de
todo. Según la
expresión bíblica de
rey y reino, es lo
mismo que decir que
es rey del universo.
3. Desde entonces podríamos
decir que la palabra “rey” se
ha desprestigiado
universalmente, pasando a
ser o déspota en pocos sitios
o más generalizado con un
sentido democrático. Sin
embargo a Jesucristo le
llamamos rey viendo lo que
nos dice la Sagrada Escritura,
como concepto de plenitud de
poder.
4. Desde el concilio
Vaticano II la fiesta de
Cristo Rey quiere ser
como un complemento
de todo lo que
contemplamos en la
vida y realidad de
Jesucristo a través del
año litúrgico. Por eso
su fiesta es en el
último domingo del
año litúrgico.
Comenzamos
alabando a Jesús,
pues se merece todo
honor y gloria.
11. Jesús muchas veces
hablaba del reino de
los cielos o del
reinado de Dios. Era el
centro de la
predicación de Jesús.
Él proclamó ante
Pilato que
verdaderamente era
rey; aunque enseguida
dijo que su reino no
era como los del
mundo. Pero era rey.
12. Y hasta san Pablo que
no habla mucho
expresamente sobre el
reino de Cristo, en la 1ª
carta a los corintios les
dice que Cristo tiene que
reinar. Y tiene que reinar
para siempre. Dice así:
1Corintios 15,20-26.28
13. Hermanos: Cristo resucitó de entre los muertos: el
primero de todos. Si por un hombre vino la muerte,
por un hombre ha venido la resurrección. Si por Adán
murieron todos, por Cristo todos volverán a la vida.
Pero cada uno en su puesto: primero Cristo, como
primicia; después, cuando él vuelva, todos los que
son de Cristo; después los últimos, cuando Cristo
devuelva a Dios Padre su reino, una vez aniquilado
todo principado, poder y fuerza. Cristo tiene que
reinar hasta que Dios haga de sus enemigos estrado
de sus pies. El último enemigo aniquilado será la
muerte. Y, cuando todo esté sometido, entonces
también el Hijo se someterá a Dios, al que se lo había
sometido todo. Y así Dios lo será todo para todos.
14. San Pablo está
hablando de la
resurrección del Señor
para nosotros. Porque,
si Jesús resucitó,
nosotros podemos
resucitar con Él. La
resurrección de Cristo
es un triunfo liberador,
de modo que a la luz
de la resurrección de
Cristo se ilumina toda
la historia del mundo y
toda la salvación.
15. Jesús
resucitado va
atrayendo a
los humanos,
hasta que
pueda ser
constituido
Señor de
todo el reino
universal.
De modo que no sólo los fieles, sino hasta los que se
consideran infieles, puedan entrar a participar de ese
reino, que es ser hijos de Dios y herederos de la vida
eterna.
16. San Pablo expone la
grandeza de Jesús
Rey con esa frase que
solía decirse de los
grandes reyes, y que
nos dice el salmo 110:
“hasta que Dios haga
de sus enemigos
estrado de sus pies”.
Los reyes, para
recordar sus triunfos,
solían poner escritos y
pinturas de sus
enemigos debajo de
sus pies.
17. En realidad llegará un
día en que todo se
someterá a Cristo,
pues es nuestro Dios.
Y para expresar el total
dominio de Cristo,
termina san Pablo
diciendo: “Dios lo será
todo para todos”. Es lo
mismo que dice en Col
2,9, que en Cristo
Jesús reside toda la
plenitud.
23. Si Cristo es rey, nosotros también estamos destinados a
ser reyes. Dijo san Pedro que somos “nación santa,
pueblo de reyes”. Pero ser reyes siguiendo a Jesús.
Recordemos
que Jesús le
dijo a Pilato
que era rey;
pero de
diferente
manera que
los reyes de
la tierra.
24. En la Última Cena Jesús hacía la distinción de los dos
reinos y decía: “Los reyes de la tierra dominan sobre las
personas”; pero Él estaba en medio como el que sirve. Y
les decía a los apóstoles que quien quiera ser el primero,
que se haga el último, el esclavo de todos.
Bien
podemos
decir que
en nuestra
religión
“servir es
reinar”.
25. Cristo es nuestro rey,
porque es el único que
nos ama de una
manera total. Y por lo
tanto es el único por
quien vale la pena
entregarse en cuerpo y
alma. La mejor forma
de honrar a Jesús es
imitándole en su
actitud de servicio
hacia la humanidad.
26. Este amor de Cristo
como rey se manifiesta
en la Sagrada Escritura
bajo el símbolo de
pastor. Hoy en la 1ª
lectura el profeta
Ezequiel nos dice, bajo
el símbolo del pastor,
cómo Dios cuida de
nosotros, nos procura
el alimento y el
descanso. Se preocupa
buscando nuestro bien.
Ezequiel 34,11-12.15-17
27. Así dice el Señor Dios: "Yo mismo en persona
buscaré a mis ovejas, siguiendo su rastro. Como
sigue el pastor el rastro de su rebaño, cuando las
ovejas se le dispersan, así seguiré yo el rastro de
mis ovejas y las libraré, sacándolas de todos los
lugares por donde se desperdigaron un día de
oscuridad y nubarrones. Yo mismo apacentaré mis
ovejas, yo mismo las haré sestear -oráculo del
Señor Dios-. Buscaré las ovejas perdidas, recogeré
a las descarriadas; vendaré a las heridas; curaré a
las enfermas: a las gordas y fuertes las guardaré y
las apacentaré como es debido. Y a vosotras, mis
ovejas, así dice el Señor: Voy a juzgar entre oveja y
oveja, entre carnero y macho cabrío."
28. Hoy el salmo que
escenifica y
complementa la 1ª
lectura no puede ser
otro que el 22 en que va
repitiendo de manera
concreta lo que nos
dice el profeta Ezequiel
sobre el buen pastor.
Nosotros respondemos
con un acto de
confianza: Como el
Señor es nuestro
pastor, nada nos puede
faltar.
29. Si repasamos la vida
de Jesús, vemos
continuamente el
sentido de servicio
suyo, de manera
material y espiritual.
Si miramos en el
sentido material
vemos cómo
continuamente usaba
su poder para ayudar
a los necesitados,
dando de comer,
curando
enfermedades. Nunca
lo empleó para sí.
30. A veces dominaba
las fuerzas de la
naturaleza para
hacer algún favor.
A veces hasta
resucitaba muertos.
Todo para hacer el
bien. Si nosotros
queremos imitarle,
no podremos hacer
milagros; pero sí,
podremos imitarle
en el amor, en el
sentido de servicio.
31. Un día vendrá a juzgar, manifestará su señorío cuando ven-ga
a juzgar a todos los hombres. Aparecerá el Señor de la
vida y de la muerte, del tiempo y de la eternidad. Y separará
a buenos y malos. De esto nos habla hoy el evangelio.
32. En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Cuando
venga en su gloria el Hijo del hombre, y todos los ángeles
con él, se sentará en el trono de su gloria, y serán reunidas
ante él todas las naciones. Él separará a unos de otros,
como un pastor separa las ovejas de las cabras. Y pondrá
las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda.
Entonces dirá el rey a los de su derecha: "Venid vosotros,
benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para
vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre
y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui
forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me
vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis
a verme." Entonces los justos le contestarán: "Señor,
¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed
y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te
hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos
enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?” (Sigue)
33. Y el rey les dirá: "Os aseguro que cada vez que lo
hicisteis con uno de éstos, mis humildes hermanos,
conmigo lo hicisteis."
Y entonces dirá a los de su izquierda: "Apartaos de
mí, malditos, id al fuego eterno preparado para el
diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me
disteis de comer, tuve sed y no me disteis de deber,
fui forastero y no me hospedasteis, estuve desnudo y
no me vestisteis, enfermo y en la cárcel y no me
visitasteis." Entonces también éstos contestarán:
"Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o
forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel, y no te
asistimos?" Y él replicará: "Os aseguro que cada vez
que no lo hicisteis con uno de éstos, los humildes,
tampoco lo hicisteis conmigo." Y éstos irán al castigo
eterno, y los justos a la vida eterna."
34. Son palabras muy
serias estas de Jesús.
Alguno quizá piensa
que lo principal que
tendrá en cuenta es la
cantidad de prácticas
religiosas. Ciertamente
pueden ser muy
importantes, si las
hacemos con amor;
pero hoy nos dice que
nos examinará por las
obras de misericordia
que hayamos hecho.
35. Las obras de
misericordia
no son como
complemento
a nuestra
labor
apostólica o
nuestros
rezos. Jesús
nos dice hoy
que es algo
de justicia.
No es un acto de benevolencia sin más, sino que son
actos obligatorios de justicia. Porque Jesús nos amó así
y debemos corresponderle con ese amor.
36. Resulta que las obras de misericordia son
correspondencia al amor directo de Jesús, porque nos
dice que Él mismo está en el pobre, en el necesitado.
Así cuando
alimentamos a
un hambriento,
cuando
asistimos a un
enfermo o a un
emigrante, en
esa persona
está Jesús. En
ese momento
es Jesús
mismo.
37. Alguno se cree
disculpado de
ayudar, porque él
mismo es pobre.
Nadie es tan pobre
que no pueda
ayudar: no sólo en
lo material, sino
sobre todo en lo
espiritual. ¡Qué
hermoso, según la
fe, cuando un
pobre ayuda a
otro!
Lo importante es saber que en el otro necesitado está
Jesús y que Él va con nosotros en nuestro mismo
caminar.
48. Jesucristo es rey,
en el sentido
absoluto; pero su
reino no es como
los de este
mundo. Su reino
es de justicia, de
paz, de verdad;
pero sobre todo
de amor.
Y nosotros, si queremos ser reyes en este reino, debemos
ser los más serviciales, los primeros en el amor.
49. En el mundo no sólo hay necesidades materiales. Hay
muchas espirituales. Hay mucha gente llena de odio y
rencor. Conviene quitarlo. Hay muchos faltos de
esperanza. Hay que ponerla. Hay muchos que carecen de
ideales para vivir y les falta la alegría para vivir. La tarea
es grande.
50. Nosotros debemos
hacer apetecible el reino
de Jesucristo con
nuestro propio ejemplo.
Hay gente que
pregunta: ¿Qué puedo
hacer para que el Reino
de Cristo se extienda
más? Lo primero y
fundamental es que
cada uno de nosotros
seamos mejores, más
amables, transmisores
de Dios.
51. Y poco a poco
transmitir este
fuego del Espíritu
en la familia, en las
comunidades, en la
sociedad. Quizá
Dios nos señale un
camino diverso. Lo
normal será
transmitir el reino
de Cristo
manifestando su
amor.
52. Terminamos
recordando
una vez más
el evangelio,
repitiendo
aquellas
palabras tan
hermosas de
san Juan de la
Cruz: