Roma se consolidó como un estado militar y empezó a expandirse conquistando primero Italia y luego la Magna Grecia. Sus victorias sobre Cartago, Macedonia y Grecia le dieron la hegemonía sobre el Mediterráneo, conocido como Mare Nostrum. Tras destruir Cartago en la tercera guerra púnica, Roma conquistó Macedonia, Grecia, Asia Menor y Siria, hasta someter finalmente Egipto bajo Cleopatra.