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                                    MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 1

      La cristología estudia el misterio de Cristo: de su persona y
      de su obra redentora en una unidad indisoluble. Jesús es el Hijo
      de Dios hecho hombre y, a la vez, el Salvador esperado.

    No se pueden separar estos dos aspectos:
    1) la finalidad de su venida al mundo es
    precisamente la salvación de los hombres;
    2) Únicamente el Hijo de Dios puede rea-
    lizar una auténtica redención del pecado
    del mundo.

    Vamos a ver en la segunda parte de Cristo-
    logía la acción redentora, teniendo pre-
    sente lo visto ya acerca de su persona.




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                                    MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 2

    Todos los hombres albergan una esperanza profunda de alcanzar
    la verdad y el bien y un anhelo de conseguir la felicidad.

 CCE 843 “La Iglesia reconoce en las otras religiones la búsqueda,
       843:
 ‘entre sombras e imágenes’, del Dios desconocido pero próximo ya
 que es Él quien da a todos la vida, el aliento y todas las cosas y quiere
 que todos los hombres se salven. Así, la Iglesia aprecia todo lo bueno
 y verdadero que puede encontrarse en las diversas religiones”. CCE
 844 “Pero, en su comportamiento religioso, los hombres muestran
 844:
 también límites y errores que desfiguran en ellos la imagen de Dios”.

                         Cristo revela que Dios nos ama y nos destinó
                         antes de la creación del mundo a una alianza
                         que nos hace participar de su vida infinita-
                         mente feliz.




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                                    MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 3


                      La Biblia nos enseña que el origen del mal y del
                      sufrimiento está en el “misterio de iniquidad”
                      que es el pecado: el de unos ángeles y los de los
                      hombres, principalmente el original, pero tam-
                      bién los personales de cada hombre y cada mujer.

       La imagen de Dios en la persona humana ha sido oscurecida y
       desfigurada por el pecado, pero no destruida totalmente.

   El hombre con sus solas fuerzas no puede liberarse del pecado y sus
   consecuencias. La liberación verdadera y completa del hombre
   procede únicamente de Dios: “la prueba que Dios nos ama es que
   Cristo, siendo nosotros todavía pecadores, murió por nosotros”
   (Rom 5, 8
    Rom 8).




                                                                                     1
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   Al defender la capacidad de la razón humana para conocer a Dios,
   la Iglesia expresa su confianza en la posibilidad de hablar de Dios.
   Puesto que nuestro conocimiento de Dios es limitado, nuestro len-
   guaje sobre Dios lo es también. Las perfecciones de las criaturas
   reflejan la perfección infinita de Dios. Podemos nombrar a Dios a
   partir de las perfecciones de sus criaturas. (cfr. CCE 39-41)
                                                          39-41

  Dios trasciende toda criatura. Es preciso, pues, pu-
  rificar sin cesar nuestro lenguaje de todo lo que tie-
  ne de limitado, de imperfecto. Nuestras palabras hu-
  manas quedan siempre más acá del Misterio de Dios.
  Al hablar así de Dios, nuestro lenguaje se expresa
  ciertamente de modo humano, pero capta realmen-
  te a Dios mismo, sin poder, no obstante, expresarlo
  en su infinita simplicidad. (cfr. CCE 42-43)
                                        42-43




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                   “Al entregar a su Hijo por nuestros pecados, Dios
                   manifiesta que su designio sobre nosotros es un de-
                   signio de amor benevolente que precede a todo mé-
                   rito por nuestra parte: ‘En esto consiste el amor: no
                   en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en
                   que él nos amó y nos envió a su Hijo como propi-
                   ciación por nuestros pecados’ (1 Jn 4, 10 ‘La
                                                    1      10).
                   prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo
                   nosotros todavía pecadores, murió por nosotros’
                   (Rm 5, 8 (CCE 604
                    Rm 8)” CCE 604).

    El designio divino de salvación a través de la muerte de Cristo ha-
    bía sido anunciado antes en la Escritura como misterio de reden-
    ción universal. La muerte redentora de Jesús cumple, en particular,
    la profecía del Siervo doliente (cfr. Is 53, 7-8, Hch 8, 32-35
                                                 7-          32-35).




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                 Tradición patrística sobre la redención
  Padres orientales: subrayan que Cristo ha venido a
  comunicarnos la semejanza con Dios perdida por
  el pecado. “Admirable intercambio”: el Verbo se
  ha hecho partícipe de la humanidad para hacernos
  partícipes de la divinidad. Se fijan en el aspecto
  descendente y gratuito de la salvación.

               Padres occidentales: se fijan en el aspecto ascendente
               de la salvación: la obra realizada por nuestra Cabeza,
               Cristo, en nombre de toda la humanidad para ganarnos
               la salvación. Subrayan su ofrenda al Padre del sacrificio
               perfecto de su vida para reparar nuestro pecado y re-
               conciliarnos con Dios.




                                                                                   2
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 San Anselmo (+ 1109 veía a Dios como Señor soberano, cuyo ho-
                 + 1109)
 nor es ofendido por el pecado. Ante esta ofensa, el orden de la justi-
 cia divina exige con todo rigor una reparación voluntaria adecuada
 o un castigo. Pero la deuda es infinita por ser Dios el ofendido: no
 debiendo pagarla sino el hombre, y no pudiendo pagarla sino Dios,
 tenía que ser hombre y Dios quien satisfaciera al honor divino herido.

  Es una interpretación válida en diversos aspec-
  tos y que ha influido en la teología posterior.
  Pero es demasiado jurídica, con una concep-
  ción muy humana de Dios, del pecado como
  ofensa inferida a Dios, de su reparación como
  compensación que debe recibir del hombre, y
  de una justicia divina que obliga a Dios a
  exigir sus derechos.




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                                    MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 8

              Algunas interpretaciones históricas erróneas
                         sobre la redención, 1
                       “Los derechos del demonio” (algunos escritos
                       cristianos de los primeros siglos): al cometer el
                       pecado de origen, el hombre voluntariamente
                       se habría hecho esclavo del demonio. La sangre
                       de Jesús sería el rescate, el precio pagado al
                       demonio para librar al hombre de su esclavitud.

  Esta teoría fue combatida por San Gregorio de Nacianzo: es errónea
  pues interpreta la redención según los usos humanos (alguien que
  paga y alguien a quien se paga) y es ajena a la unidad de toda la Es-
  critura, por ejemplo en cuanto al poder del demonio, que parece
  tener derechos absolutos sobre nosotros.




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                                    MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 9
              Algunas interpretaciones históricas erróneas
                           sobre la redención, 2
   Para Lutero, la satisfacción (cfr. San Anselmo)
   tiene lugar mediante un castigo. Cristo cae bajo
   la ira de Dios, porque tomó sobre sí no sólo las
   consecuencias del pecado sino el pecado mis-
   mo. Cristo nos redime por medio de una “susti-
   tución penal”: toma nuestro lugar y es castiga-
   do por Dios en lugar nuestro.

     Calvino añade que Jesús no sólo murió como pecador, sino que
     también bajó al infierno y sufrió las penas de los condenados.

   Estas teorías presentan a Dios no como Padre que nos ama sino co-
   mo un soberano vindicativo y, además, injusto (condena al ino-
   cente en lugar del culpable).




                                                                                   3
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                                   MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 10
               Algunas interpretaciones históricas erróneas
                          sobre la redención, 3
    En teorías del siglo XX, Cristo es el maestro, el guía ético y el
    ejemplo de vida. Su influjo en el hombre es sólo moral: la sal-
    vación no nos viene de Él, sino que es el hombre quien se re-
    dime a sí mismo autónomamente, siguiendo a Cristo. Su muerte
    es simplemente el símbolo supremo del esfuerzo de la humanidad
    por librarse del mal.


                       En esa corriente hay quienes han pensado que
                       Cristo sería el modelo de lucha contra las es-
                       tructuras sociales injustas (teologías de la li-
                       beración, algunas inspiradas en el marxismo).




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                                   MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 11

  La salvación del hombre nace del amor misericordioso de Dios. La
  redención es ante todo una intervención descendente y misericordio-
  sa de Dios en la historia de los hombres.

    La salvación también sigue el orden de la justicia divina: ningún
    hombre podría satisfacer por todo el linaje humano. Aunque fuera
    muy santo, no repararía el pecado más que en él mismo y no en
    todos y cada uno de los seres humanos. (cfr. CCE 616616)

 La redención concilia admirablemente la misericordia
 y la justicia divinas. Si el hombre no pusiera algo de
 su parte, Dios habría actuado al margen de su justicia
 (no injustamente), movido sólo por su misericordia.
 Nos libera gratuitamente (misericordia) y del modo
 más conveniente y digno para nosotros (justicia).




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                                   MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 12


                       Aspecto ascendente de la obra de Cristo: Jesús,
                       representando a los hombres ante Dios, como
                       nuevo Adán y Cabeza de la humanidad, sella
                       una nueva relación de Alianza entre Dios y los
                       hombres, y obtiene de su Padre la salvación
                       para nosotros. Con su actuación humana libre,
                       alcanza que Dios Padre nos conceda el perdón.


   Aspecto descendente de la obra de Cristo: enviado por el Padre, co-
   munica a los hombres los dones divinos de la salvación: nos revela
   a Dios y nos comunica la vida sobrenatural. Ha venido al mundo
   para comunicar a los hombres la gracia que quita el pecado y les
   hace partícipes de la vida divina.




                                                                                  4
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                                    MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 13



    Existe un orden en la dispensación de la eco-
    nomía salvífica: primero Cristo debía satisfa-
    cer el pecado de la humanidad y merecer su
    glorificación junto con nuestra salvación
    (aspecto ascendente). Una vez exaltado como
    Señor sobre todas las cosas a la diestra del
    Padre, nos dispensa los bienes que nos había
    ganado con su sangre y nos concede el don
    del Espíritu Santo (aspecto descendente).
    Estos dos aspectos están estrechamente uni-
    dos en el designio divino: el don de la gracia
    es fruto del sacrificio de Cristo.




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                                    MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 14

     El plan de Dios Padre es que los hombres entremos en comunión
     con Él por medio del Verbo encarnado. La obra de Cristo debe
     alcanzar a cada uno de los hombres.

                     Es el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, quien,
                     con su poder infinito, alcanza a todos los hombres
                     de todos los tiempos, y hace que las acciones y
                     méritos de Cristo se puedan aplicar y tener efica-
                     cia salvífica en cada uno. Hace posible que cada
                     uno pueda entrar en comunión con el Hijo de Dios,
                     se incorpore a Él y participe de la redención.

    El Espíritu Santo se sirve de la Iglesia, “sacramento universal de
    salvación”(Lumen gentium 48 para que los hombres encuentran
                Lumen              48),
    a Cristo y participen de la salvación.




CR2 15 de 55
                                              MEDIADOR Y CABEZA, 1

      Mediador es nombre de oficio. Se aplica a quien hace de medio
      entre los que están separados para reconciliarlos, o para unirlos
      de alguna forma.

                        En la economía divina, los mediadores no son
                        primariamente representantes del pueblo ante
                        el Señor, sino representantes de Dios. La
                        alianza y la salvación vienen de lo alto; no es
                        obra humana.

    “Jesucristo es verdadero Dios y verdadero Hombre en la unidad de
    su Persona divina; por esta razón Él es el único Mediador entre
    Dios y los hombres” (CCE 480
                          CCE 480).




                                                                                   5
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                                                MEDIADOR Y CABEZA, 2

   Cristo, mediador de la Nueva y eterna Alianza: las anteriores eran
   parciales e imperfectas, pues no hacían a los hombres partícipes
   de la intimidad divina. Jesús nos revela plenamente al Padre, qui-
   ta el pecado del mundo y establece la verdadera comunión de vida
   entre Dios y los hombres.

   Cristo es el único Mediador entre Dios y los hombres: sólo Él une
   a los hombres con Dios (Jn 14, 6 “Nadie va al Padre sino por mí”).
                           Jn     6:

  Hay otros mediadores, pero subordinados a Cristo y
  partícipes de su mediación. Existen grados de media-
  dores subordinados (sólo Cristo repara el pecado y
  comunica la gracia por sí mismo): 1) la Virgen Ma-
  ría Mediadora de todas las gracias, 2) los ángeles,
  3) los santos, 4) los sacerdotes, 5) todos los cristianos.




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                                                MEDIADOR Y CABEZA, 3

 1 Tim 2, 5-6: “Uno solo es el Mediador entre Dios y los hombres:
           5-
 Jesucristo hombre, que se entregó a sí mismo en redención de todos”.

   Cristo en cuanto Dios no tiene condición de medio (no difiere del
   Padre ni del Espíritu Santo). Tampoco la tiene simplemente por el
   hecho de ser hombre. La tiene en cuanto es hombre lleno de gracia
   y con su entrega (vivificada por esa plenitud de gracia) reconcilia
   los hombres con Dios.

                          La unión hipostática es el fundamento de su
                          mediación: si Cristo no fuera Dios hecho hom-
                          bre, no tendría la plenitud de gracia y, por tan-
                          to, no sería Mediador.

        Cristo ejerce su mediación como Sacerdote, Profeta y Rey.




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                                                MEDIADOR Y CABEZA, 4
                   Cristo, Sacerdote de la nueva Alianza
  El sacerdote es mediador entre Dios y los
  hombres. Pero el término “mediador” es más
  amplio que el de “sacerdote”. No toda media-
  ción es un sacerdocio (profetas, reyes, etc.).
  La suya es la principal: consiste en unir y re-
  conciliar a los hombres con Dios quitando
  el pecado. Ofrece sacrificios para reconciliar-
  nos con Dios.

     Cristo es el único y sumo Sacerdote que con su sacrificio nos re-
     concilia con Dios. Todo otro sacerdocio (ministerial o común) es
     participación de su sacerdocio y subordinado a él.

         Su sacerdocio es distinto y superior al levítico, y es eterno.




                                                                                      6
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                                                 MEDIADOR Y CABEZA, 5

               Cristo, Profeta: mediador y plenitud de la revelación
                                Es mucho más que los profetas del AT y se
                                distingue de todos ellos: “en diversos mo-
                                mentos y de muchos modos habló Dios en el
                                pasado a nuestros padres por medio de los
                                profetas. En estos últimos días nos ha habla-
                                do por medio de su Hijo” (Heb 1, 1-2).
                                                            Heb 1-

   El Hijo de Dios, al venir a este mundo, como hombre, es el media-
   dor perfecto de la revelación pues nos manifiesta a Dios a quien ve
   y oye. Él es la misma verdad.

   Él es la plenitud de la revelación: es la Palabra única y perfecta del
   Padre. Dios en su Verbo lo ha dicho todo: no habrá otra palabra
   más que ésta. Nos libera de la ignorancia y del error.




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                                                 MEDIADOR Y CABEZA, 6

                                 Jesucristo, Rey
    Cristo se presenta como Buen Pastor y Rey: “el pueblo de Dios
    participa (...) en la función regia de Cristo. Cristo ejerce su realeza
    atrayendo a sí a todos los hombres por su muerte y su resurrección.
    Cristo, Rey y Señor del universo, se hizo el servidor de todos, no
    habiendo ‘venido a ser servido, sino a servir y dar su vida por mu-
    chos’ (Mt 20, 28 Para el cristiano, ‘servir a Cristo es reinar’
           Mt        28).
    (Lumen gentium 36)” (CCE 786
     Lumen                36 CCE 786).


    La Iglesia también ha presentado a Cristo como
    Legislador (nos da la Ley nueva de la gracia y
    de la caridad), o como Juez (dispensa la gracia
    y el perdón de los pecados, y premia con la
    gloria).




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                                                 MEDIADOR Y CABEZA, 7

    Dios quiso que la humanidad tuviera su principio en Adán. Éste
    pecó no sólo como persona individual, sino también como cabeza
    del género humano, y su acción implicaba a toda su descendencia
    (cfr. Rom 5, 12-19 Cristo es el “nuevo” o “segundo” Adán.
                 12-19).

     Dios quiso que Jesucristo fuera el principio y la causa de la vida
     sobrenatural de todos, el inicio de una humanidad redimida.

                            Adán y Cristo son principios de todo el género
                            humano: el primero en cuanto a la naturaleza y
                            al pecado, Cristo en cuanto a la salvación.

                           Cristo es el hombre nuevo y perfecto, superior a
                           Adán y a todos los hombres, el ejemplar de todos
                           los demás.




                                                                                        7
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                                              MEDIADOR Y CABEZA, 8

   Cristo en cuanto hombre es Cabeza del géne-
   ro humano. Tiene la misma naturaleza de los
   hombres y es solidario con todos ellos.

   Es Cabeza de los hombres porque tiene una
   preeminencia sobre ellos por su plenitud de
   gracia, en virtud de la cual es el más perfecto
   y el ejemplar de cada uno de los hombres.

    Es Cabeza del género humano porque es el principio de la gracia
    de todos los hombres, el salvador de todos ellos.

    El fundamento o raíz de la plenitud de gracia de Cristo hombre es
    la unión hipostática: si Cristo no fuera Dios hecho hombre, no
    sería Cabeza del género humano.




CR2 23 de 55

                                              MEDIADOR Y CABEZA, 9

                  Solidaridad de Cristo con el género humano: 1) físi-
                  ca, de la sangre (comparte nuestra naturaleza, es hijo
                  de Adán); 2) moral e intencional por el amor (nace
                  de la libre voluntad de Jesús, de su amor, virtud que
                  une e identifica al amante con el amado y que hace
                  que las cosas del amado sean como propias; “me ha
                  amado y se ha entregado a sí mismo por mí”
                  (Gal 2, 20
                   Gal 20)).

     Cristo representa a los hombres ante Dios y se ofrece por todos,
     pero propiamente no nos sustituye: no decide por nosotros,
     puesto que debemos arrepentirnos de los pecados e incorporar-
     nos voluntariamente a Él como miembros suyos; y tampoco nos
     ahorra en esta vida las penas del pecado, incluida la muerte.




CR2 24 de 55

                         MISTERIOS VIDA TERRENA DE CRISTO, 1

   “Toda la vida de Cristo es misterio de Reden-
   ción. La Redención nos viene ante todo por la
   sangre de la cruz, pero este misterio está actu-
   ando en toda la vida de Cristo” (CCE 517
                                    CCE 517).

   CCE 517 añade: “Ya en su Encarnación porque haciéndose pobre
   nos enriquece con su pobreza; en su vida oculta donde repara nues-
   tra insumisión mediante su sometimiento; en su palabra que puri-
   fica a sus oyentes; en sus curaciones y en sus exorcismos, por los
   cuales él tomó nuestras flaquezas y cargó con nuestras enfermeda-
   des; en su Resurrección, por medio de la cual nos justifica”.

    Jesús en todas sus obras “manifiesta plenamente el hombre al pro-
    pio hombre” (Gaudium et spes 22 Y todos sus actos son ejem-
                   Gaudium           22).
    plo y enseñanza de vida para nosotros.




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CR2 25 de 55

                         MISTERIOS VIDA TERRENA DE CRISTO, 2


                            Misterio de Navidad: Ha comenzado la
                            redención, el “admirable intercambio”
                            por el que el Creador del género humano,
                            haciéndose hombre y naciendo de una
                            virgen, nos hace partícipes de su divinidad.


      Epifanía: manifestación de Jesús como Salvador del mundo.
      Presentación de Jesús en el templo: Jesús es reconocido como
      “signo de contradicción”; la espada de dolor predicho a la Vir-
      gen anuncia la cruz.

   Huida a Egipto y matanza de los inocentes: toda la vida de Cristo
   estará bajo el signo de la persecución.




CR2 26 de 55

                         MISTERIOS VIDA TERRENA DE CRISTO, 3

   La vida ordinaria de Jesús: el Verbo eterno ha redimido y santifica-
   do así todas las realidades nobles con las que está entretejida la vida
   común de los hombres. Obediencia de Jesús en lo cotidiano.

  Vida de familia: Jesús la santifica; vida de traba-
  jo: Jesús dedicó la mayor parte de su vida a su
  trabajo, con perfección y con espíritu de servicio.

  Su trabajo se convierte en tarea divina, en “reali-
  dad redimida y redentora; no sólo es el ámbito
  en que el hombre vive, sino medio y camino de
  santidad, realidad santificable y santificadora”
  (San Josemaría, Es Cristo que pasa 47
   San                                   47).

  Hallado en el Templo: cumple la voluntad divina aunque sacrificio
                          e incomprensión..




CR2 27 de 55

                         MISTERIOS VIDA TERRENA DE CRISTO, 4

                      Misterios de la vida pública, 1
      En su bautismo Jesús es manifestado como Hijo de Dios y
      Mesías, y a partir de entonces comienza su ministerio público.
      Es modelo del bautismo cristiano (nos hace hijos de Dios, el
      Espíritu Santo desciende sobre nosotros y se no abre el acceso
      al Cielo).


                           Las tentaciones de Cristo forman parte de
                           su victoria sobre el Maligno. Cristo nos
                           da ejemplo de cómo luchar contra el Ma-
                           ligno y vencerle. “Fue probado en todo
                           igual que nosotros, excepto en el pecado”
                           (Hb 4, 15
                            Hb 15).




                                                                                     9
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CR2 28 de 55

                           MISTERIOS VIDA TERRENA DE CRISTO, 5

                       Misterios de la vida pública, 2
        La actividad de Jesús durante su vida pública se centra en la
        predicación del Reino de Dios. Su predicación es asequible,
        sencilla y clara, a la vez que exigente.


     Jesús acompaña su doctrina con milagros.
     Son signos del Mesías anunciado, señales
     de su misión y de su divinidad.

     Son comienzo y signo de la liberación de-
     finitiva: anticipan la gran victoria de Jesús
     sobre el “príncipe de este mundo” que será
     definitivamente establecida con la cruz.




CR2 29 de 55
                                                     PASIÓN Y MUERTE, 1

                        En la Muerte de Jesús, por encima de las causas
                        inmediatas históricas -el Sanedrín, Pilato, los
                        soldados- hay una causa de nivel más alto que
                        sólo puede ser conocida por la revelación: el
                        plan y la disposición de Dios que han permitido
                        los actos nacidos de la ceguera de los hombres
                        para realizar el designio de nuestra salvación.

     Dios quiere que el hombre se arrepienta del pecado y exprese su
     arrepentimiento interior con obras externas de penitencia, obras
     de entrega a la voluntad divina.

       Las penas derivadas del pecado se ordenan a la reparación del
       mismo. Dios las permite porque son medicinales y se ordenan
       a un bien mayor: la vida sobrenatural.




CR2 30 de 55
                                                     PASIÓN Y MUERTE, 2

  En el plan divino, el dolor purifica el alma, quita
  el obstáculo de la propia voluntad que nos apartó
  de Dios, sirve, con la ayuda de la gracia, para
  reparar el desorden del pecado en el hombre. El
  sufrimiento, secuela del pecado original, recibe
  un sentido nuevo con la obra salvífica de Cristo.

      La reparación plena de los pecados de los hombres se da por la
      Pasión y Muerte de Cristo.

  Dios Padre no es causa directa de la Muerte de su Hijo. La permitió
  porque de ahí vendría un bien mayor. Entregó a Cristo a la Pasión y
  Muerte porque según su eterna voluntad las dispuso para reparar los
  pecados del género humano. Valor inmenso de la salvación de las
  almas para Dios.




                                                                                 10
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CR2 31 de 55
                                                  PASIÓN Y MUERTE, 3

  Autores de la Pasión de Cristo (su causa eficiente): los que tenían la
  intención de matarlo, lo condenaron y le hicieron sufrir los tormen-
  tos que produjeron su muerte. Detrás de ellos actúa Satanás, homi-
  cida desde el principio (cfr. Jn 8, 44 Pero también los pecadores
                                      44).
  son autores de la Pasión: “la Iglesia no duda en imputar a los cristia-
  nos la responsabilidad más grave en el suplicio de Jesús” (CCE 598
                                                              CCE 598).

     Nostra aetate 4 “Aunque las autoridades de los ju-
                     4:
     díos con sus seguidores reclamaron la muerte de
     Cristo, lo que se perpetró en su pasión no puede ser
     imputado indistintamente a todos los judíos que vi-
     vían entonces ni a los judíos de hoy (...). No se ha
     de señalar a los judíos como reprobados por Dios
     y malditos como si tal cosa se dedujera de la Sagrada Escritura”.




CR2 32 de 55
                                                  PASIÓN Y MUERTE, 4

    Cristo aceptó libremente su Pasión y su Muerte por amor a su
    Padre y a los hombres que el Padre quiere salvar. Se entregó
    libre y voluntariamente a la Pasión, por amor nuestro. Pero esa
    entrega no significa en modo alguno que se matara a sí mismo,
    sino que no impidió, pudiendo, la acción de los que le ajusticiaron.


                        Flp 2, 8 “Se humilló a sí mismo haciéndose
                               8:
                        obediente hasta la muerte, y muerte de cruz”.


                        Se trata de una obediencia vivida por amor. El
                        verdadero amor a Dios se muestra cumpliendo
                        libremente su voluntad.




CR2 33 de 55
                                                  PASIÓN Y MUERTE, 5

                       Jesús padeció por parte de los judíos, de los gen-
                       tiles y de los que le seguían (Judas, Pedro, aban-
                       dono...).

                       Padeció en su alma: todos los pecados de los
                       hombres, tristeza y temor ante la muerte cierta,
                       caída de Judas, escándalo de sus discípulos,
                       humillaciones, injusticias, burlas e insultos.


    Padeció en su cuerpo: flagelación,
    coronación de espinas, crucifixión,
    agonía en la cruz hasta la muerte.




                                                                                   11
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                                                  PASIÓN Y MUERTE, 6

   “Mérito” es el derecho a un premio o retribución
   por una obra realizada. Con relación a Dios, el
   hombre propiamente no tiene ningún derecho ante
   Dios. Si puede merecer algo ante Dios, es porque
   Él previa y libremente ha establecido retribuir al-
   gunas acciones nuestras nacidas del amor. No apa-
   rece la palabra en la Escritura, pero sí su contenido.

    Todas las acciones de Cristo son meritorias (nacen de su amor y li-
    bertad) y obtienen del Padre nuestra salvación. Pero en su Pasión
    mereció de modo particular.

    Cristo mereció la vida sobrenatural para todos los hombres y para
    todos la gracia que quita el pecado: se ofreció por nosotros como
    Cabeza nuestra.




CR2 35 de 55
                                                  PASIÓN Y MUERTE, 7

      Satisfacción = reparación de una falta u ofensa mediante la en-
      trega de alguna compensación. Con Dios, analogía: significa
      la acción que Dios requiere del hombre para cancelar su pecado
      (arrepentimiento, obras de penitencia).


                            CCE 615 “Por su obediencia hasta la
                                  615:
                            muerte, Jesús llevó a cabo la sustitución
                            del Siervo doliente que ‘se dio a sí mismo
                            en expiación’, ‘cuando llevó el pecado de
                            muchos’, a quienes ‘justificará y cuyas
                            culpas soportará’ (cfr. Is 53, 10-12).
                                                           10-12
                            Jesús repara por nuestras faltas y satis-
                            face al Padre por nuestros pecados”.




CR2 36 de 55
                                                  PASIÓN Y MUERTE, 8

     La Pasión de Cristo satisface por los pecados del mundo. Es una
     satisfacción vicaria: “del justo por los injustos” (1 P 3, 18
                                                         1      18).

    El Hijo de Dios, Santo y Justo, pero hecho
    solidario por amor con nosotros pecadores,
    representándonos a todos y llevando las
    penalidades de nuestro pecado, como víc-
    tima del pecado, intercede por todos para
    cancelar nuestra falta. Así se deben inter-
    pretar algunos textos de la Escritura como
    2 Cor 5, 21 (“a quien no conoció pecado
    Dios le hizo pecado por nosotros”) o
    Gal 3, 13 (“nos redimió de la maldición de
    la Ley haciéndose por nosotros maldición”).




                                                                                 12
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                                                   PASIÓN Y MUERTE, 9

                        Sacrificio es el ofrecimiento hecho a Dios de
                        algo propio, signo de la entrega interior a Dios
                        y de la renuncia a sí mismo, para reconciliarnos
                        con Él.

                        El valor del sacrificio exterior está en ser signo
                        del sacrificio interior o espiritual (entrega del
                        alma a Dios por amor), elemento principal del
                        sacrificio.

  La Pasión es un sacrificio porque en ella Cristo se ofrece voluntaria-
  mente a su Padre para reconciliar a los hombres con Dios. Por parte
  de los que le crucificaron la Pasión no fue ningún sacrificio, sino
  iniquidad; pero por parte de Cristo que padecía libremente y por
  amor, fue un acto supremo de entrega, un verdadero sacrificio.




CR2 38 de 55
                                                 PASIÓN Y MUERTE, 10

  Cristo no sólo mereció que Dios
  Padre nos otorgue la gracia, sino
  que el mismo Cristo es quien nos
  la comunica. La salvación de cada
  uno procede de nuestra Cabeza,
  como la vida de los sarmientos
  procede de la vid.

  La causa eficiente principal de la gracia de la salvación sólo puede
  ser Dios; pero Dios produce esta gracia en nosotros mediante la
  humanidad de Jesucristo que es el instrumento de la divinidad para
  comunicar -y no sólo para merecer- todas las gracias a los hombres.

       Las acciones realizadas por Cristo en el pasado tienen un poder
       divino y alcanzan con su eficiencia toda la historia.




CR2 39 de 55
                                                 PASIÓN Y MUERTE, 11

    La contemplación de la Pasión de Cristo nos mueve a amarle, ya
    que Él nos ha dado pruebas de la verdad y de la grandeza de su
    amor. Nos mueve a la contrición, a la conversión, a evitar el pe-
    cado (apreciamos más claramente su malicia), a seguir a Cristo e
    imitarle y a la generosidad para abrazar la voluntad de Dios
    (aunque a veces suponga cargar con la cruz).

                         La Pasión de Cristo nos enseña el sentido del
                         dolor: Jesús no ha eliminado nuestros sufri-
                         mientos ni nos evita la muerte, pero los ha
                         transformado. Ahora esas penalidades no son
                         una simple pena del pecado, sino que sirven
                         de purificación y de mérito, son participación
                         de su cruz y de su obra redentora, son camino
                         de la salvación y de la verdadera vida.




                                                                                    13
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                                                     GLORIFICACIÓN, 1

    Para el racionalismo sólo son “históricos” aquellos sucesos cuyas
    causas y efectos son intramundanos y comprobables por la expe-
    riencia. Por eso según la crítica histórica, en la mente de los discí-
    pulos poco a poco se fue abriendo la creencia de la resurrección,
    que realmente nunca aconteció: fue la fe en Jesús la que creó la
    idea de la resurrección.

    Otros autores, aun aceptando la verdad de
    la Resurrección, la califican como aconte-
    cimiento “ahistórico” o “metahistórico”
    y no “histórico”. Riesgo de negarla, por-
    que en el lenguaje usual, lo que no es his-
    tórico no se puede decir que haya ocurri-
    do verdaderamente.




CR2 41 de 55
                                                     GLORIFICACIÓN, 2

     La Escritura insiste de muchas formas en la realidad de la Resu-
     rrección (ej. Lc 24, 34 “¡El Señor ha resucitado realmente y se
                          34:
     ha aparecido a Simón!”). La Tradición repite que Jesús resucitó
     verdaderamente. Es un acontecimiento real verificado en un
     marco preciso de lugar y tiempo, con manifestaciones histórica-
     mente comprobadas por testigos fiables que nos lo transmitieron.

                           Signos suficientes como para poder afirmar
                           que verdaderamente sucedió: el sepulcro
                           vacío y la comprobación por las apariciones
                           de Jesús resucitado.

                              Goza al menos de la misma historicidad
                              que cualquier otro suceso real acaecido
                              en el pasado.




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                                                     GLORIFICACIÓN, 3


  CCE 643 “Ante estos testimonios es imposible interpretar la Re-
         643:
  surrección de Cristo fuera del orden físico, y no reconocerla co-
  mo un hecho histórico. Sabemos por los hechos que la fe de los
  discípulos fue sometida a la prueba radical de la pasión y muerte
  en cruz de su Maestro (...). Los evangelios, lejos de mostrarnos
  una comunidad arrobada por una exaltación mística, nos presentan
  a los discípulos abatidos (‘la cara sombría’: Lc 24, 17 y asustados.
                                                        17)
  Por eso no creyeron a las santas mujeres que regresaban del sepulcro
  y ‘sus palabras les parecían como desatinos’ (Lc 24, 11 Cuando Je-
                                                  Lc     11).
  sús se manifiesta a los once en la tarde de Pascua, ‘les echó en cara
  su incredulidad y su dureza de cabeza por no haber creído a quienes
  le habían visto resucitado’ (Mc 16, 14 CCE 644 “Muy al contra-
                               Mc      14)”.       644:
  rio, su fe en la Resurrección nació -bajo la acción de la gracia divi-
  na- de la experiencia directa de la realidad de Jesús resucitado”.




                                                                                    14
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                                                      GLORIFICACIÓN, 4


                           “Acontecimiento histórico demostrable por
                           la señal del sepulcro vacío y por la realidad
                           de los encuentros de los Apóstoles con Cris-
                           to resucitado, no por ello la Resurrección
                           pertenece menos al centro del Misterio de
                           la fe en aquello que trasciende y sobrepasa a
                           la historia” (CCE 647
                                         CCE 647).

    La Resurrección es objeto de fe en cuanto 1) intervención trascen-
    dente de Dios mismo en la historia: es obra de la Santísima Trini-
    dad; 2) glorificación de Cristo (perfecta participación de su huma-
    nidad en la vida divina); 3) al sentido y valor salvífico que tiene
    para nosotros (Cristo resucitado es nuestro Salvador que nos libra
    del pecado y nos comunica la vida de Dios).




CR2 44 de 55
                                                      GLORIFICACIÓN, 5

    Según las Escrituras, el Padre resucita a Jesús
    (ej. Hch 2, 24 el Hijo resucita por su propia
                24),
    virtud y poder (ej. Jn 10, 17-18), el Espíritu
                               17-18
    Santo resucita a Jesús (ej. Rom 8, 11 Es una
                                        11).
    obra de la omnipotencia divina común a las
    tres divinas Personas de la Santísima Trinidad
    (ej. 2 Cor 13, 4
                   4).

    La Resurrección de Cristo no es una vuelta a la vida terrena, sino
    un paso a otra vida más allá del tiempo y del espacio. Su cuerpo
    es glorioso: es al mismo tiempo auténtico (material) y espiritual.
    Puede aparecer donde, cuando y como quiere (propiedades de
    agilidad y sutileza); es glorioso e incorruptible e inmortal (pro-
    piedades de gloria e impasibilidad).




CR2 45 de 55
                                                      GLORIFICACIÓN, 6

   “La Resurrección de Jesús es la verdad culminante de nuestra fe
   en Cristo, creída y vivida por la primera comunidad cristiana como
   verdad central, transmitida como fundamental por la Tradición,
   establecida en los documentos del Nuevo Testamento, predicada
   como parte esencial del Misterio Pascual al mismo tiempo que la
   Cruz” (CCE 638
          CCE 638).

   La Resurrección de Cristo revela su divinidad (pero
   hace falta la fe para captar y confesarla pues en sus
   apariciones la divinidad no es visible). Revela tam-
   bién que Cristo es el Salvador del mundo: aunque
   desde su Encarnación Jesús era el Hijo de Dios y el
   Mesías, en su Resurrección se manifestó su condi-
   ción de Salvador poderoso de todos los que creen
   en Él.




                                                                                  15
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CR2 46 de 55
                                                    GLORIFICACIÓN, 7

     La Resurrección de Cristo confirma la veracidad de su doctrina.
     Es la “señal de Jonás” (Mt 12, 38 el Templo reconstruido en
                              Mt     38),
     tres días (“hablaba del santuario de su cuerpo” (Jn 2, 20-21
                                                      Jn 20-21)).
     Los judíos entendieron el significado de sus palabras: pusieron
     custodia en el sepulcro y lo sellaron (cfr. Mt 27, 62-66).
                                                        62-66

                                La Resurrección de Cristo es principio
                                y causa de nuestra resurrección futura.
                                Es también principio de nuestra resu-
                                rrección espiritual, la fuente de la nue-
                                va vida del alma.

  La gracia que nos libera del pecado y nos hace justos proviene del
   Resucitado: es participación de la vida divina, nos hace hijos de
                                 Dios.




CR2 47 de 55
                                                    GLORIFICACIÓN, 8

                         La Ascensión del Señor es un acontecimiento
                         a la vez histórico y trascendente.

                       Con la Ascensión se completa la manifestación
                       de la gloria de Cristo comenzada con su Re-
                       surrección.

   Jesucristo, Cabeza de la Iglesia, nos precede: con su Ascensión nos
   ha abierto el acceso a la vida y a la felicidad de Dios en el cielo.

    Jesucristo, Sacerdote de la nueva y eterna Alianza, en el cielo in-
    tercede sin cesar por nosotros. Constituido Señor con poder a la
    derecha del Padre, nos comunica los dones divinos por la acción
    del Espíritu Santo.




CR2 48 de 55
                                                    GLORIFICACIÓN, 9

  La versión griega del AT (LXX) tradujo el nombre
  de Yahvé con el cual Dios se reveló a Moisés (Ex
                                                Ex
  3, 14 por “Kyrios” (Señor). Desde entonces fue
     14)
  el nombre más habitual para designar a Dios.

  El NT utiliza el título “Señor” para Jesús: expresa
  así la divinidad de Cristo.

   La acción de sentarse a la derecha del Padre significa la entroniza-
   ción de Jesús como Rey y la inauguración de su reinado. Es Rey
   desde su Encarnación (cfr. Lc 1, 33 Jn 18, 33-37), pero también
                                    33;        33-37
   por habernos rescatado al precio de su sangre, y se manifiesta co-
   mo “Rey de reyes y Señor de señores” a partir de su glorificación.
      Su reino es sobrenatural, eterno, no tendrá fin. Su reinado es
                               universal..




                                                                                   16
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CR2 49 de 55
                                       FRUTOS DE LA REDENCIÓN, 1

   La voluntad salvífica universal de Dios se centra en Cristo. Quiere
   que todos los hombres se salven participando de la redención de
   su Hijo hecho hombre: “por todos ha muerto Cristo” (2 Cor 5, 15
                                                         2        15).

    Se llama “redención objetiva” a la obra del Redentor, tanto en su
    vida terrena como desde el cielo en su vida gloriosa, con la coo-
    peración del Espíritu Santo. Esta obra es causa de la salvación.

                         Se llama “redención subjetiva” a la participa-
                         ción de los frutos de la obra de Cristo en cada
                         uno de los hombres. Por la acción del Espíritu
                         Santo, Cristo ofrece a cada hombre la salva-
                         ción, pero el hombre puede rechazar la gracia
                         que se le ofrece.




CR2 50 de 55
                                       FRUTOS DE LA REDENCIÓN, 2

                               La omnipotencia divina alcanza a todos
                               los hombres y hace que las acciones y
                               méritos de Cristo se puedan aplicar y
                               puedan tener eficacia salvífica en cada
                               uno. Aunque ese poder es común a las
                               tres Personas divinas, se suele apropiar
                               al Espíritu Santo.

  La Iglesia, cuya Cabeza es Cristo, tiene una relación indispensable
  con la salvación de cada hombre. Es “sacramento universal de sal-
  vación” (Lumen gentium 48 Toda la gracia proviene de Cristo, es
            Lumen             48).
  comunicada por el Espíritu Santo, y está misteriosamente relaciona-
  da con la Iglesia. “La Iglesia peregrina es necesaria para la salva-
  ción, pues Cristo es el único Mediador y camino de salvación y se
  hace presente a nosotros en su Cuerpo, que es la Iglesia” (Idem 14
                                                               Idem 14).




CR2 51 de 55
                                       FRUTOS DE LA REDENCIÓN, 3

     El hombre tiene que incorporarse libremente a Cristo y así puede
     recibir los frutos de su obra redentora. El hombre se une a Cristo
     por la fe viva y los sacramentos de la Iglesia.

    Fe viva: nadie puede salvarse sin la fe, que es el fundamento y el
    origen de toda justificación. La fe viva obra por la caridad, está
    acompañada por el arrepentimiento y por obras.

   Sacramentos: nos hacen participar de los frutos de
   la Redención. Entre ellos destacan el bautismo (sin
   él no hay unión con nuestro Salvador ni vida sobre-
   natural y es necesario para la salvación) y la Euca-
   ristía (hace a los fieles que le reciben una cosa con
   Él, y les comunica la vida eterna).




                                                                                  17
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CR2 52 de 55
                                       FRUTOS DE LA REDENCIÓN, 4


   Ciertamente Dios concede a todos los hombres
   la gracia que salva (dada por medio de Cristo
   en el Espíritu, y que tiene relación con la Igle-
   sia). Pero desconocemos el modo como la gra-
   cia llega a los no cristianos. Es claro que cada
   uno de ellos tendrá que acoger libremente ese
   don divino para salvarse.

   Efectos de la obra redentora de Cristo en los hombres: 1) nos li-
   bera del pecado, tanto en cuanto a la culpa como en cuanto a la
   pena, en lo que se refiere tanto al alma como al cuerpo: de la igno-
   rancia y de la tristeza, del desorden de las pasiones, del dolor y
   de la muerte (purificación y camino para la gloria); 2) nos hace
   partícipes de la vida divina y nos ha conseguido la vida eterna.




CR2 53 de 55
                                       FRUTOS DE LA REDENCIÓN, 5

    Otros efectos de la obra de Cristo: 1) reconciliación, comunión y
    amistad con Dios; 2) renovación interior del hombre nuevo por
    la participación de la vida divina; 3) liberación de la muerte y re-
    surrección de los cuerpos.


                       En la reparación de la vida del alma, dos aspec-
                       tos: liberación del pecado por la Pasión, nueva
                       vida del alma por la Resurrección de Cristo.

                       En la reparación de la vida corporal también:
                       destrucción de la muerte por la Muerte de
                       Cristo, nueva vida de nuestro cuerpo o resurre-
                       cción por la Resurrección de Cristo.




CR2 54 de 55

                                       FRUTOS DE LA REDENCIÓN, 6



                                    La salvación es una realidad prin-
                                    cipalmente escatológica: se dará
                                    completa cuando Cristo reaparezca
                                    con gloria al fin del mundo y todos
                                    sus enemigos sean puestos bajo
                                    sus pies.


     Ahora ya alcanzamos la salvación (el mundo ya está
     salvado), aunque todavía no es completa. Ahora ya
     poseemos realmente la semilla de vida eterna y por
     eso tenemos la certeza de recibir sus frutos en plenitud.




                                                                                  18
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CR2 55 de 55

                                      FRUTOS DE LA REDENCIÓN, 7


   María no sólo ha recibido la más perfecta parti-
   cipación de los frutos de la salvación (sin peca-
   do, llena de gracia, en cuerpo y alma en el Cie-
   lo), sino que también ha sido asociada de un
   modo singular y eminente a la persona de
   Cristo y a su obra redentora. Es nuestra Ma-
   dre en el orden de la gracia.

    Es Mediadora en la obra salvífica de Cristo, unida a su Hijo. Y
    “la Iglesia no duda en atribuir a María un tal oficio subordinado:
    lo experimenta continuamente y lo recomienda al corazón de
    los fieles para que, apoyados en esta protección maternal, se
    unan más íntimamente al Mediador y Salvador” (Lumen gen-
                                                        Lumen gen-
    tium 62 Se va y se vuelve a Jesús por María.
          62).




                                                                                19

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  • 1. 03/09/2010 CR2 1 de 55 MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 1 La cristología estudia el misterio de Cristo: de su persona y de su obra redentora en una unidad indisoluble. Jesús es el Hijo de Dios hecho hombre y, a la vez, el Salvador esperado. No se pueden separar estos dos aspectos: 1) la finalidad de su venida al mundo es precisamente la salvación de los hombres; 2) Únicamente el Hijo de Dios puede rea- lizar una auténtica redención del pecado del mundo. Vamos a ver en la segunda parte de Cristo- logía la acción redentora, teniendo pre- sente lo visto ya acerca de su persona. CR2 2 de 55 MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 2 Todos los hombres albergan una esperanza profunda de alcanzar la verdad y el bien y un anhelo de conseguir la felicidad. CCE 843 “La Iglesia reconoce en las otras religiones la búsqueda, 843: ‘entre sombras e imágenes’, del Dios desconocido pero próximo ya que es Él quien da a todos la vida, el aliento y todas las cosas y quiere que todos los hombres se salven. Así, la Iglesia aprecia todo lo bueno y verdadero que puede encontrarse en las diversas religiones”. CCE 844 “Pero, en su comportamiento religioso, los hombres muestran 844: también límites y errores que desfiguran en ellos la imagen de Dios”. Cristo revela que Dios nos ama y nos destinó antes de la creación del mundo a una alianza que nos hace participar de su vida infinita- mente feliz. CR2 3 de 55 MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 3 La Biblia nos enseña que el origen del mal y del sufrimiento está en el “misterio de iniquidad” que es el pecado: el de unos ángeles y los de los hombres, principalmente el original, pero tam- bién los personales de cada hombre y cada mujer. La imagen de Dios en la persona humana ha sido oscurecida y desfigurada por el pecado, pero no destruida totalmente. El hombre con sus solas fuerzas no puede liberarse del pecado y sus consecuencias. La liberación verdadera y completa del hombre procede únicamente de Dios: “la prueba que Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros todavía pecadores, murió por nosotros” (Rom 5, 8 Rom 8). 1
  • 2. 03/09/2010 CR2 4 de 55 MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 4 Al defender la capacidad de la razón humana para conocer a Dios, la Iglesia expresa su confianza en la posibilidad de hablar de Dios. Puesto que nuestro conocimiento de Dios es limitado, nuestro len- guaje sobre Dios lo es también. Las perfecciones de las criaturas reflejan la perfección infinita de Dios. Podemos nombrar a Dios a partir de las perfecciones de sus criaturas. (cfr. CCE 39-41) 39-41 Dios trasciende toda criatura. Es preciso, pues, pu- rificar sin cesar nuestro lenguaje de todo lo que tie- ne de limitado, de imperfecto. Nuestras palabras hu- manas quedan siempre más acá del Misterio de Dios. Al hablar así de Dios, nuestro lenguaje se expresa ciertamente de modo humano, pero capta realmen- te a Dios mismo, sin poder, no obstante, expresarlo en su infinita simplicidad. (cfr. CCE 42-43) 42-43 CR2 5 de 55 MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 5 “Al entregar a su Hijo por nuestros pecados, Dios manifiesta que su designio sobre nosotros es un de- signio de amor benevolente que precede a todo mé- rito por nuestra parte: ‘En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo como propi- ciación por nuestros pecados’ (1 Jn 4, 10 ‘La 1 10). prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros todavía pecadores, murió por nosotros’ (Rm 5, 8 (CCE 604 Rm 8)” CCE 604). El designio divino de salvación a través de la muerte de Cristo ha- bía sido anunciado antes en la Escritura como misterio de reden- ción universal. La muerte redentora de Jesús cumple, en particular, la profecía del Siervo doliente (cfr. Is 53, 7-8, Hch 8, 32-35 7- 32-35). CR2 6 de 55 MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 6 Tradición patrística sobre la redención Padres orientales: subrayan que Cristo ha venido a comunicarnos la semejanza con Dios perdida por el pecado. “Admirable intercambio”: el Verbo se ha hecho partícipe de la humanidad para hacernos partícipes de la divinidad. Se fijan en el aspecto descendente y gratuito de la salvación. Padres occidentales: se fijan en el aspecto ascendente de la salvación: la obra realizada por nuestra Cabeza, Cristo, en nombre de toda la humanidad para ganarnos la salvación. Subrayan su ofrenda al Padre del sacrificio perfecto de su vida para reparar nuestro pecado y re- conciliarnos con Dios. 2
  • 3. 03/09/2010 CR2 7 de 55 MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 7 San Anselmo (+ 1109 veía a Dios como Señor soberano, cuyo ho- + 1109) nor es ofendido por el pecado. Ante esta ofensa, el orden de la justi- cia divina exige con todo rigor una reparación voluntaria adecuada o un castigo. Pero la deuda es infinita por ser Dios el ofendido: no debiendo pagarla sino el hombre, y no pudiendo pagarla sino Dios, tenía que ser hombre y Dios quien satisfaciera al honor divino herido. Es una interpretación válida en diversos aspec- tos y que ha influido en la teología posterior. Pero es demasiado jurídica, con una concep- ción muy humana de Dios, del pecado como ofensa inferida a Dios, de su reparación como compensación que debe recibir del hombre, y de una justicia divina que obliga a Dios a exigir sus derechos. CR2 8 de 55 MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 8 Algunas interpretaciones históricas erróneas sobre la redención, 1 “Los derechos del demonio” (algunos escritos cristianos de los primeros siglos): al cometer el pecado de origen, el hombre voluntariamente se habría hecho esclavo del demonio. La sangre de Jesús sería el rescate, el precio pagado al demonio para librar al hombre de su esclavitud. Esta teoría fue combatida por San Gregorio de Nacianzo: es errónea pues interpreta la redención según los usos humanos (alguien que paga y alguien a quien se paga) y es ajena a la unidad de toda la Es- critura, por ejemplo en cuanto al poder del demonio, que parece tener derechos absolutos sobre nosotros. CR2 9 de 55 MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 9 Algunas interpretaciones históricas erróneas sobre la redención, 2 Para Lutero, la satisfacción (cfr. San Anselmo) tiene lugar mediante un castigo. Cristo cae bajo la ira de Dios, porque tomó sobre sí no sólo las consecuencias del pecado sino el pecado mis- mo. Cristo nos redime por medio de una “susti- tución penal”: toma nuestro lugar y es castiga- do por Dios en lugar nuestro. Calvino añade que Jesús no sólo murió como pecador, sino que también bajó al infierno y sufrió las penas de los condenados. Estas teorías presentan a Dios no como Padre que nos ama sino co- mo un soberano vindicativo y, además, injusto (condena al ino- cente en lugar del culpable). 3
  • 4. 03/09/2010 CR2 10 de 55 MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 10 Algunas interpretaciones históricas erróneas sobre la redención, 3 En teorías del siglo XX, Cristo es el maestro, el guía ético y el ejemplo de vida. Su influjo en el hombre es sólo moral: la sal- vación no nos viene de Él, sino que es el hombre quien se re- dime a sí mismo autónomamente, siguiendo a Cristo. Su muerte es simplemente el símbolo supremo del esfuerzo de la humanidad por librarse del mal. En esa corriente hay quienes han pensado que Cristo sería el modelo de lucha contra las es- tructuras sociales injustas (teologías de la li- beración, algunas inspiradas en el marxismo). CR2 11 de 55 MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 11 La salvación del hombre nace del amor misericordioso de Dios. La redención es ante todo una intervención descendente y misericordio- sa de Dios en la historia de los hombres. La salvación también sigue el orden de la justicia divina: ningún hombre podría satisfacer por todo el linaje humano. Aunque fuera muy santo, no repararía el pecado más que en él mismo y no en todos y cada uno de los seres humanos. (cfr. CCE 616616) La redención concilia admirablemente la misericordia y la justicia divinas. Si el hombre no pusiera algo de su parte, Dios habría actuado al margen de su justicia (no injustamente), movido sólo por su misericordia. Nos libera gratuitamente (misericordia) y del modo más conveniente y digno para nosotros (justicia). CR2 12 de 55 MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 12 Aspecto ascendente de la obra de Cristo: Jesús, representando a los hombres ante Dios, como nuevo Adán y Cabeza de la humanidad, sella una nueva relación de Alianza entre Dios y los hombres, y obtiene de su Padre la salvación para nosotros. Con su actuación humana libre, alcanza que Dios Padre nos conceda el perdón. Aspecto descendente de la obra de Cristo: enviado por el Padre, co- munica a los hombres los dones divinos de la salvación: nos revela a Dios y nos comunica la vida sobrenatural. Ha venido al mundo para comunicar a los hombres la gracia que quita el pecado y les hace partícipes de la vida divina. 4
  • 5. 03/09/2010 CR2 13 de 55 MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 13 Existe un orden en la dispensación de la eco- nomía salvífica: primero Cristo debía satisfa- cer el pecado de la humanidad y merecer su glorificación junto con nuestra salvación (aspecto ascendente). Una vez exaltado como Señor sobre todas las cosas a la diestra del Padre, nos dispensa los bienes que nos había ganado con su sangre y nos concede el don del Espíritu Santo (aspecto descendente). Estos dos aspectos están estrechamente uni- dos en el designio divino: el don de la gracia es fruto del sacrificio de Cristo. CR2 14 de 55 MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 14 El plan de Dios Padre es que los hombres entremos en comunión con Él por medio del Verbo encarnado. La obra de Cristo debe alcanzar a cada uno de los hombres. Es el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, quien, con su poder infinito, alcanza a todos los hombres de todos los tiempos, y hace que las acciones y méritos de Cristo se puedan aplicar y tener efica- cia salvífica en cada uno. Hace posible que cada uno pueda entrar en comunión con el Hijo de Dios, se incorpore a Él y participe de la redención. El Espíritu Santo se sirve de la Iglesia, “sacramento universal de salvación”(Lumen gentium 48 para que los hombres encuentran Lumen 48), a Cristo y participen de la salvación. CR2 15 de 55 MEDIADOR Y CABEZA, 1 Mediador es nombre de oficio. Se aplica a quien hace de medio entre los que están separados para reconciliarlos, o para unirlos de alguna forma. En la economía divina, los mediadores no son primariamente representantes del pueblo ante el Señor, sino representantes de Dios. La alianza y la salvación vienen de lo alto; no es obra humana. “Jesucristo es verdadero Dios y verdadero Hombre en la unidad de su Persona divina; por esta razón Él es el único Mediador entre Dios y los hombres” (CCE 480 CCE 480). 5
  • 6. 03/09/2010 CR2 16 de 55 MEDIADOR Y CABEZA, 2 Cristo, mediador de la Nueva y eterna Alianza: las anteriores eran parciales e imperfectas, pues no hacían a los hombres partícipes de la intimidad divina. Jesús nos revela plenamente al Padre, qui- ta el pecado del mundo y establece la verdadera comunión de vida entre Dios y los hombres. Cristo es el único Mediador entre Dios y los hombres: sólo Él une a los hombres con Dios (Jn 14, 6 “Nadie va al Padre sino por mí”). Jn 6: Hay otros mediadores, pero subordinados a Cristo y partícipes de su mediación. Existen grados de media- dores subordinados (sólo Cristo repara el pecado y comunica la gracia por sí mismo): 1) la Virgen Ma- ría Mediadora de todas las gracias, 2) los ángeles, 3) los santos, 4) los sacerdotes, 5) todos los cristianos. CR2 17 de 55 MEDIADOR Y CABEZA, 3 1 Tim 2, 5-6: “Uno solo es el Mediador entre Dios y los hombres: 5- Jesucristo hombre, que se entregó a sí mismo en redención de todos”. Cristo en cuanto Dios no tiene condición de medio (no difiere del Padre ni del Espíritu Santo). Tampoco la tiene simplemente por el hecho de ser hombre. La tiene en cuanto es hombre lleno de gracia y con su entrega (vivificada por esa plenitud de gracia) reconcilia los hombres con Dios. La unión hipostática es el fundamento de su mediación: si Cristo no fuera Dios hecho hom- bre, no tendría la plenitud de gracia y, por tan- to, no sería Mediador. Cristo ejerce su mediación como Sacerdote, Profeta y Rey. CR2 18 de 55 MEDIADOR Y CABEZA, 4 Cristo, Sacerdote de la nueva Alianza El sacerdote es mediador entre Dios y los hombres. Pero el término “mediador” es más amplio que el de “sacerdote”. No toda media- ción es un sacerdocio (profetas, reyes, etc.). La suya es la principal: consiste en unir y re- conciliar a los hombres con Dios quitando el pecado. Ofrece sacrificios para reconciliar- nos con Dios. Cristo es el único y sumo Sacerdote que con su sacrificio nos re- concilia con Dios. Todo otro sacerdocio (ministerial o común) es participación de su sacerdocio y subordinado a él. Su sacerdocio es distinto y superior al levítico, y es eterno. 6
  • 7. 03/09/2010 CR2 19 de 55 MEDIADOR Y CABEZA, 5 Cristo, Profeta: mediador y plenitud de la revelación Es mucho más que los profetas del AT y se distingue de todos ellos: “en diversos mo- mentos y de muchos modos habló Dios en el pasado a nuestros padres por medio de los profetas. En estos últimos días nos ha habla- do por medio de su Hijo” (Heb 1, 1-2). Heb 1- El Hijo de Dios, al venir a este mundo, como hombre, es el media- dor perfecto de la revelación pues nos manifiesta a Dios a quien ve y oye. Él es la misma verdad. Él es la plenitud de la revelación: es la Palabra única y perfecta del Padre. Dios en su Verbo lo ha dicho todo: no habrá otra palabra más que ésta. Nos libera de la ignorancia y del error. CR2 20 de 55 MEDIADOR Y CABEZA, 6 Jesucristo, Rey Cristo se presenta como Buen Pastor y Rey: “el pueblo de Dios participa (...) en la función regia de Cristo. Cristo ejerce su realeza atrayendo a sí a todos los hombres por su muerte y su resurrección. Cristo, Rey y Señor del universo, se hizo el servidor de todos, no habiendo ‘venido a ser servido, sino a servir y dar su vida por mu- chos’ (Mt 20, 28 Para el cristiano, ‘servir a Cristo es reinar’ Mt 28). (Lumen gentium 36)” (CCE 786 Lumen 36 CCE 786). La Iglesia también ha presentado a Cristo como Legislador (nos da la Ley nueva de la gracia y de la caridad), o como Juez (dispensa la gracia y el perdón de los pecados, y premia con la gloria). CR2 21 de 55 MEDIADOR Y CABEZA, 7 Dios quiso que la humanidad tuviera su principio en Adán. Éste pecó no sólo como persona individual, sino también como cabeza del género humano, y su acción implicaba a toda su descendencia (cfr. Rom 5, 12-19 Cristo es el “nuevo” o “segundo” Adán. 12-19). Dios quiso que Jesucristo fuera el principio y la causa de la vida sobrenatural de todos, el inicio de una humanidad redimida. Adán y Cristo son principios de todo el género humano: el primero en cuanto a la naturaleza y al pecado, Cristo en cuanto a la salvación. Cristo es el hombre nuevo y perfecto, superior a Adán y a todos los hombres, el ejemplar de todos los demás. 7
  • 8. 03/09/2010 CR2 22 de 55 MEDIADOR Y CABEZA, 8 Cristo en cuanto hombre es Cabeza del géne- ro humano. Tiene la misma naturaleza de los hombres y es solidario con todos ellos. Es Cabeza de los hombres porque tiene una preeminencia sobre ellos por su plenitud de gracia, en virtud de la cual es el más perfecto y el ejemplar de cada uno de los hombres. Es Cabeza del género humano porque es el principio de la gracia de todos los hombres, el salvador de todos ellos. El fundamento o raíz de la plenitud de gracia de Cristo hombre es la unión hipostática: si Cristo no fuera Dios hecho hombre, no sería Cabeza del género humano. CR2 23 de 55 MEDIADOR Y CABEZA, 9 Solidaridad de Cristo con el género humano: 1) físi- ca, de la sangre (comparte nuestra naturaleza, es hijo de Adán); 2) moral e intencional por el amor (nace de la libre voluntad de Jesús, de su amor, virtud que une e identifica al amante con el amado y que hace que las cosas del amado sean como propias; “me ha amado y se ha entregado a sí mismo por mí” (Gal 2, 20 Gal 20)). Cristo representa a los hombres ante Dios y se ofrece por todos, pero propiamente no nos sustituye: no decide por nosotros, puesto que debemos arrepentirnos de los pecados e incorporar- nos voluntariamente a Él como miembros suyos; y tampoco nos ahorra en esta vida las penas del pecado, incluida la muerte. CR2 24 de 55 MISTERIOS VIDA TERRENA DE CRISTO, 1 “Toda la vida de Cristo es misterio de Reden- ción. La Redención nos viene ante todo por la sangre de la cruz, pero este misterio está actu- ando en toda la vida de Cristo” (CCE 517 CCE 517). CCE 517 añade: “Ya en su Encarnación porque haciéndose pobre nos enriquece con su pobreza; en su vida oculta donde repara nues- tra insumisión mediante su sometimiento; en su palabra que puri- fica a sus oyentes; en sus curaciones y en sus exorcismos, por los cuales él tomó nuestras flaquezas y cargó con nuestras enfermeda- des; en su Resurrección, por medio de la cual nos justifica”. Jesús en todas sus obras “manifiesta plenamente el hombre al pro- pio hombre” (Gaudium et spes 22 Y todos sus actos son ejem- Gaudium 22). plo y enseñanza de vida para nosotros. 8
  • 9. 03/09/2010 CR2 25 de 55 MISTERIOS VIDA TERRENA DE CRISTO, 2 Misterio de Navidad: Ha comenzado la redención, el “admirable intercambio” por el que el Creador del género humano, haciéndose hombre y naciendo de una virgen, nos hace partícipes de su divinidad. Epifanía: manifestación de Jesús como Salvador del mundo. Presentación de Jesús en el templo: Jesús es reconocido como “signo de contradicción”; la espada de dolor predicho a la Vir- gen anuncia la cruz. Huida a Egipto y matanza de los inocentes: toda la vida de Cristo estará bajo el signo de la persecución. CR2 26 de 55 MISTERIOS VIDA TERRENA DE CRISTO, 3 La vida ordinaria de Jesús: el Verbo eterno ha redimido y santifica- do así todas las realidades nobles con las que está entretejida la vida común de los hombres. Obediencia de Jesús en lo cotidiano. Vida de familia: Jesús la santifica; vida de traba- jo: Jesús dedicó la mayor parte de su vida a su trabajo, con perfección y con espíritu de servicio. Su trabajo se convierte en tarea divina, en “reali- dad redimida y redentora; no sólo es el ámbito en que el hombre vive, sino medio y camino de santidad, realidad santificable y santificadora” (San Josemaría, Es Cristo que pasa 47 San 47). Hallado en el Templo: cumple la voluntad divina aunque sacrificio e incomprensión.. CR2 27 de 55 MISTERIOS VIDA TERRENA DE CRISTO, 4 Misterios de la vida pública, 1 En su bautismo Jesús es manifestado como Hijo de Dios y Mesías, y a partir de entonces comienza su ministerio público. Es modelo del bautismo cristiano (nos hace hijos de Dios, el Espíritu Santo desciende sobre nosotros y se no abre el acceso al Cielo). Las tentaciones de Cristo forman parte de su victoria sobre el Maligno. Cristo nos da ejemplo de cómo luchar contra el Ma- ligno y vencerle. “Fue probado en todo igual que nosotros, excepto en el pecado” (Hb 4, 15 Hb 15). 9
  • 10. 03/09/2010 CR2 28 de 55 MISTERIOS VIDA TERRENA DE CRISTO, 5 Misterios de la vida pública, 2 La actividad de Jesús durante su vida pública se centra en la predicación del Reino de Dios. Su predicación es asequible, sencilla y clara, a la vez que exigente. Jesús acompaña su doctrina con milagros. Son signos del Mesías anunciado, señales de su misión y de su divinidad. Son comienzo y signo de la liberación de- finitiva: anticipan la gran victoria de Jesús sobre el “príncipe de este mundo” que será definitivamente establecida con la cruz. CR2 29 de 55 PASIÓN Y MUERTE, 1 En la Muerte de Jesús, por encima de las causas inmediatas históricas -el Sanedrín, Pilato, los soldados- hay una causa de nivel más alto que sólo puede ser conocida por la revelación: el plan y la disposición de Dios que han permitido los actos nacidos de la ceguera de los hombres para realizar el designio de nuestra salvación. Dios quiere que el hombre se arrepienta del pecado y exprese su arrepentimiento interior con obras externas de penitencia, obras de entrega a la voluntad divina. Las penas derivadas del pecado se ordenan a la reparación del mismo. Dios las permite porque son medicinales y se ordenan a un bien mayor: la vida sobrenatural. CR2 30 de 55 PASIÓN Y MUERTE, 2 En el plan divino, el dolor purifica el alma, quita el obstáculo de la propia voluntad que nos apartó de Dios, sirve, con la ayuda de la gracia, para reparar el desorden del pecado en el hombre. El sufrimiento, secuela del pecado original, recibe un sentido nuevo con la obra salvífica de Cristo. La reparación plena de los pecados de los hombres se da por la Pasión y Muerte de Cristo. Dios Padre no es causa directa de la Muerte de su Hijo. La permitió porque de ahí vendría un bien mayor. Entregó a Cristo a la Pasión y Muerte porque según su eterna voluntad las dispuso para reparar los pecados del género humano. Valor inmenso de la salvación de las almas para Dios. 10
  • 11. 03/09/2010 CR2 31 de 55 PASIÓN Y MUERTE, 3 Autores de la Pasión de Cristo (su causa eficiente): los que tenían la intención de matarlo, lo condenaron y le hicieron sufrir los tormen- tos que produjeron su muerte. Detrás de ellos actúa Satanás, homi- cida desde el principio (cfr. Jn 8, 44 Pero también los pecadores 44). son autores de la Pasión: “la Iglesia no duda en imputar a los cristia- nos la responsabilidad más grave en el suplicio de Jesús” (CCE 598 CCE 598). Nostra aetate 4 “Aunque las autoridades de los ju- 4: díos con sus seguidores reclamaron la muerte de Cristo, lo que se perpetró en su pasión no puede ser imputado indistintamente a todos los judíos que vi- vían entonces ni a los judíos de hoy (...). No se ha de señalar a los judíos como reprobados por Dios y malditos como si tal cosa se dedujera de la Sagrada Escritura”. CR2 32 de 55 PASIÓN Y MUERTE, 4 Cristo aceptó libremente su Pasión y su Muerte por amor a su Padre y a los hombres que el Padre quiere salvar. Se entregó libre y voluntariamente a la Pasión, por amor nuestro. Pero esa entrega no significa en modo alguno que se matara a sí mismo, sino que no impidió, pudiendo, la acción de los que le ajusticiaron. Flp 2, 8 “Se humilló a sí mismo haciéndose 8: obediente hasta la muerte, y muerte de cruz”. Se trata de una obediencia vivida por amor. El verdadero amor a Dios se muestra cumpliendo libremente su voluntad. CR2 33 de 55 PASIÓN Y MUERTE, 5 Jesús padeció por parte de los judíos, de los gen- tiles y de los que le seguían (Judas, Pedro, aban- dono...). Padeció en su alma: todos los pecados de los hombres, tristeza y temor ante la muerte cierta, caída de Judas, escándalo de sus discípulos, humillaciones, injusticias, burlas e insultos. Padeció en su cuerpo: flagelación, coronación de espinas, crucifixión, agonía en la cruz hasta la muerte. 11
  • 12. 03/09/2010 CR2 34 de 55 PASIÓN Y MUERTE, 6 “Mérito” es el derecho a un premio o retribución por una obra realizada. Con relación a Dios, el hombre propiamente no tiene ningún derecho ante Dios. Si puede merecer algo ante Dios, es porque Él previa y libremente ha establecido retribuir al- gunas acciones nuestras nacidas del amor. No apa- rece la palabra en la Escritura, pero sí su contenido. Todas las acciones de Cristo son meritorias (nacen de su amor y li- bertad) y obtienen del Padre nuestra salvación. Pero en su Pasión mereció de modo particular. Cristo mereció la vida sobrenatural para todos los hombres y para todos la gracia que quita el pecado: se ofreció por nosotros como Cabeza nuestra. CR2 35 de 55 PASIÓN Y MUERTE, 7 Satisfacción = reparación de una falta u ofensa mediante la en- trega de alguna compensación. Con Dios, analogía: significa la acción que Dios requiere del hombre para cancelar su pecado (arrepentimiento, obras de penitencia). CCE 615 “Por su obediencia hasta la 615: muerte, Jesús llevó a cabo la sustitución del Siervo doliente que ‘se dio a sí mismo en expiación’, ‘cuando llevó el pecado de muchos’, a quienes ‘justificará y cuyas culpas soportará’ (cfr. Is 53, 10-12). 10-12 Jesús repara por nuestras faltas y satis- face al Padre por nuestros pecados”. CR2 36 de 55 PASIÓN Y MUERTE, 8 La Pasión de Cristo satisface por los pecados del mundo. Es una satisfacción vicaria: “del justo por los injustos” (1 P 3, 18 1 18). El Hijo de Dios, Santo y Justo, pero hecho solidario por amor con nosotros pecadores, representándonos a todos y llevando las penalidades de nuestro pecado, como víc- tima del pecado, intercede por todos para cancelar nuestra falta. Así se deben inter- pretar algunos textos de la Escritura como 2 Cor 5, 21 (“a quien no conoció pecado Dios le hizo pecado por nosotros”) o Gal 3, 13 (“nos redimió de la maldición de la Ley haciéndose por nosotros maldición”). 12
  • 13. 03/09/2010 CR2 37 de 55 PASIÓN Y MUERTE, 9 Sacrificio es el ofrecimiento hecho a Dios de algo propio, signo de la entrega interior a Dios y de la renuncia a sí mismo, para reconciliarnos con Él. El valor del sacrificio exterior está en ser signo del sacrificio interior o espiritual (entrega del alma a Dios por amor), elemento principal del sacrificio. La Pasión es un sacrificio porque en ella Cristo se ofrece voluntaria- mente a su Padre para reconciliar a los hombres con Dios. Por parte de los que le crucificaron la Pasión no fue ningún sacrificio, sino iniquidad; pero por parte de Cristo que padecía libremente y por amor, fue un acto supremo de entrega, un verdadero sacrificio. CR2 38 de 55 PASIÓN Y MUERTE, 10 Cristo no sólo mereció que Dios Padre nos otorgue la gracia, sino que el mismo Cristo es quien nos la comunica. La salvación de cada uno procede de nuestra Cabeza, como la vida de los sarmientos procede de la vid. La causa eficiente principal de la gracia de la salvación sólo puede ser Dios; pero Dios produce esta gracia en nosotros mediante la humanidad de Jesucristo que es el instrumento de la divinidad para comunicar -y no sólo para merecer- todas las gracias a los hombres. Las acciones realizadas por Cristo en el pasado tienen un poder divino y alcanzan con su eficiencia toda la historia. CR2 39 de 55 PASIÓN Y MUERTE, 11 La contemplación de la Pasión de Cristo nos mueve a amarle, ya que Él nos ha dado pruebas de la verdad y de la grandeza de su amor. Nos mueve a la contrición, a la conversión, a evitar el pe- cado (apreciamos más claramente su malicia), a seguir a Cristo e imitarle y a la generosidad para abrazar la voluntad de Dios (aunque a veces suponga cargar con la cruz). La Pasión de Cristo nos enseña el sentido del dolor: Jesús no ha eliminado nuestros sufri- mientos ni nos evita la muerte, pero los ha transformado. Ahora esas penalidades no son una simple pena del pecado, sino que sirven de purificación y de mérito, son participación de su cruz y de su obra redentora, son camino de la salvación y de la verdadera vida. 13
  • 14. 03/09/2010 CR2 40 de 55 GLORIFICACIÓN, 1 Para el racionalismo sólo son “históricos” aquellos sucesos cuyas causas y efectos son intramundanos y comprobables por la expe- riencia. Por eso según la crítica histórica, en la mente de los discí- pulos poco a poco se fue abriendo la creencia de la resurrección, que realmente nunca aconteció: fue la fe en Jesús la que creó la idea de la resurrección. Otros autores, aun aceptando la verdad de la Resurrección, la califican como aconte- cimiento “ahistórico” o “metahistórico” y no “histórico”. Riesgo de negarla, por- que en el lenguaje usual, lo que no es his- tórico no se puede decir que haya ocurri- do verdaderamente. CR2 41 de 55 GLORIFICACIÓN, 2 La Escritura insiste de muchas formas en la realidad de la Resu- rrección (ej. Lc 24, 34 “¡El Señor ha resucitado realmente y se 34: ha aparecido a Simón!”). La Tradición repite que Jesús resucitó verdaderamente. Es un acontecimiento real verificado en un marco preciso de lugar y tiempo, con manifestaciones histórica- mente comprobadas por testigos fiables que nos lo transmitieron. Signos suficientes como para poder afirmar que verdaderamente sucedió: el sepulcro vacío y la comprobación por las apariciones de Jesús resucitado. Goza al menos de la misma historicidad que cualquier otro suceso real acaecido en el pasado. CR2 42 de 55 GLORIFICACIÓN, 3 CCE 643 “Ante estos testimonios es imposible interpretar la Re- 643: surrección de Cristo fuera del orden físico, y no reconocerla co- mo un hecho histórico. Sabemos por los hechos que la fe de los discípulos fue sometida a la prueba radical de la pasión y muerte en cruz de su Maestro (...). Los evangelios, lejos de mostrarnos una comunidad arrobada por una exaltación mística, nos presentan a los discípulos abatidos (‘la cara sombría’: Lc 24, 17 y asustados. 17) Por eso no creyeron a las santas mujeres que regresaban del sepulcro y ‘sus palabras les parecían como desatinos’ (Lc 24, 11 Cuando Je- Lc 11). sús se manifiesta a los once en la tarde de Pascua, ‘les echó en cara su incredulidad y su dureza de cabeza por no haber creído a quienes le habían visto resucitado’ (Mc 16, 14 CCE 644 “Muy al contra- Mc 14)”. 644: rio, su fe en la Resurrección nació -bajo la acción de la gracia divi- na- de la experiencia directa de la realidad de Jesús resucitado”. 14
  • 15. 03/09/2010 CR2 43 de 55 GLORIFICACIÓN, 4 “Acontecimiento histórico demostrable por la señal del sepulcro vacío y por la realidad de los encuentros de los Apóstoles con Cris- to resucitado, no por ello la Resurrección pertenece menos al centro del Misterio de la fe en aquello que trasciende y sobrepasa a la historia” (CCE 647 CCE 647). La Resurrección es objeto de fe en cuanto 1) intervención trascen- dente de Dios mismo en la historia: es obra de la Santísima Trini- dad; 2) glorificación de Cristo (perfecta participación de su huma- nidad en la vida divina); 3) al sentido y valor salvífico que tiene para nosotros (Cristo resucitado es nuestro Salvador que nos libra del pecado y nos comunica la vida de Dios). CR2 44 de 55 GLORIFICACIÓN, 5 Según las Escrituras, el Padre resucita a Jesús (ej. Hch 2, 24 el Hijo resucita por su propia 24), virtud y poder (ej. Jn 10, 17-18), el Espíritu 17-18 Santo resucita a Jesús (ej. Rom 8, 11 Es una 11). obra de la omnipotencia divina común a las tres divinas Personas de la Santísima Trinidad (ej. 2 Cor 13, 4 4). La Resurrección de Cristo no es una vuelta a la vida terrena, sino un paso a otra vida más allá del tiempo y del espacio. Su cuerpo es glorioso: es al mismo tiempo auténtico (material) y espiritual. Puede aparecer donde, cuando y como quiere (propiedades de agilidad y sutileza); es glorioso e incorruptible e inmortal (pro- piedades de gloria e impasibilidad). CR2 45 de 55 GLORIFICACIÓN, 6 “La Resurrección de Jesús es la verdad culminante de nuestra fe en Cristo, creída y vivida por la primera comunidad cristiana como verdad central, transmitida como fundamental por la Tradición, establecida en los documentos del Nuevo Testamento, predicada como parte esencial del Misterio Pascual al mismo tiempo que la Cruz” (CCE 638 CCE 638). La Resurrección de Cristo revela su divinidad (pero hace falta la fe para captar y confesarla pues en sus apariciones la divinidad no es visible). Revela tam- bién que Cristo es el Salvador del mundo: aunque desde su Encarnación Jesús era el Hijo de Dios y el Mesías, en su Resurrección se manifestó su condi- ción de Salvador poderoso de todos los que creen en Él. 15
  • 16. 03/09/2010 CR2 46 de 55 GLORIFICACIÓN, 7 La Resurrección de Cristo confirma la veracidad de su doctrina. Es la “señal de Jonás” (Mt 12, 38 el Templo reconstruido en Mt 38), tres días (“hablaba del santuario de su cuerpo” (Jn 2, 20-21 Jn 20-21)). Los judíos entendieron el significado de sus palabras: pusieron custodia en el sepulcro y lo sellaron (cfr. Mt 27, 62-66). 62-66 La Resurrección de Cristo es principio y causa de nuestra resurrección futura. Es también principio de nuestra resu- rrección espiritual, la fuente de la nue- va vida del alma. La gracia que nos libera del pecado y nos hace justos proviene del Resucitado: es participación de la vida divina, nos hace hijos de Dios. CR2 47 de 55 GLORIFICACIÓN, 8 La Ascensión del Señor es un acontecimiento a la vez histórico y trascendente. Con la Ascensión se completa la manifestación de la gloria de Cristo comenzada con su Re- surrección. Jesucristo, Cabeza de la Iglesia, nos precede: con su Ascensión nos ha abierto el acceso a la vida y a la felicidad de Dios en el cielo. Jesucristo, Sacerdote de la nueva y eterna Alianza, en el cielo in- tercede sin cesar por nosotros. Constituido Señor con poder a la derecha del Padre, nos comunica los dones divinos por la acción del Espíritu Santo. CR2 48 de 55 GLORIFICACIÓN, 9 La versión griega del AT (LXX) tradujo el nombre de Yahvé con el cual Dios se reveló a Moisés (Ex Ex 3, 14 por “Kyrios” (Señor). Desde entonces fue 14) el nombre más habitual para designar a Dios. El NT utiliza el título “Señor” para Jesús: expresa así la divinidad de Cristo. La acción de sentarse a la derecha del Padre significa la entroniza- ción de Jesús como Rey y la inauguración de su reinado. Es Rey desde su Encarnación (cfr. Lc 1, 33 Jn 18, 33-37), pero también 33; 33-37 por habernos rescatado al precio de su sangre, y se manifiesta co- mo “Rey de reyes y Señor de señores” a partir de su glorificación. Su reino es sobrenatural, eterno, no tendrá fin. Su reinado es universal.. 16
  • 17. 03/09/2010 CR2 49 de 55 FRUTOS DE LA REDENCIÓN, 1 La voluntad salvífica universal de Dios se centra en Cristo. Quiere que todos los hombres se salven participando de la redención de su Hijo hecho hombre: “por todos ha muerto Cristo” (2 Cor 5, 15 2 15). Se llama “redención objetiva” a la obra del Redentor, tanto en su vida terrena como desde el cielo en su vida gloriosa, con la coo- peración del Espíritu Santo. Esta obra es causa de la salvación. Se llama “redención subjetiva” a la participa- ción de los frutos de la obra de Cristo en cada uno de los hombres. Por la acción del Espíritu Santo, Cristo ofrece a cada hombre la salva- ción, pero el hombre puede rechazar la gracia que se le ofrece. CR2 50 de 55 FRUTOS DE LA REDENCIÓN, 2 La omnipotencia divina alcanza a todos los hombres y hace que las acciones y méritos de Cristo se puedan aplicar y puedan tener eficacia salvífica en cada uno. Aunque ese poder es común a las tres Personas divinas, se suele apropiar al Espíritu Santo. La Iglesia, cuya Cabeza es Cristo, tiene una relación indispensable con la salvación de cada hombre. Es “sacramento universal de sal- vación” (Lumen gentium 48 Toda la gracia proviene de Cristo, es Lumen 48). comunicada por el Espíritu Santo, y está misteriosamente relaciona- da con la Iglesia. “La Iglesia peregrina es necesaria para la salva- ción, pues Cristo es el único Mediador y camino de salvación y se hace presente a nosotros en su Cuerpo, que es la Iglesia” (Idem 14 Idem 14). CR2 51 de 55 FRUTOS DE LA REDENCIÓN, 3 El hombre tiene que incorporarse libremente a Cristo y así puede recibir los frutos de su obra redentora. El hombre se une a Cristo por la fe viva y los sacramentos de la Iglesia. Fe viva: nadie puede salvarse sin la fe, que es el fundamento y el origen de toda justificación. La fe viva obra por la caridad, está acompañada por el arrepentimiento y por obras. Sacramentos: nos hacen participar de los frutos de la Redención. Entre ellos destacan el bautismo (sin él no hay unión con nuestro Salvador ni vida sobre- natural y es necesario para la salvación) y la Euca- ristía (hace a los fieles que le reciben una cosa con Él, y les comunica la vida eterna). 17
  • 18. 03/09/2010 CR2 52 de 55 FRUTOS DE LA REDENCIÓN, 4 Ciertamente Dios concede a todos los hombres la gracia que salva (dada por medio de Cristo en el Espíritu, y que tiene relación con la Igle- sia). Pero desconocemos el modo como la gra- cia llega a los no cristianos. Es claro que cada uno de ellos tendrá que acoger libremente ese don divino para salvarse. Efectos de la obra redentora de Cristo en los hombres: 1) nos li- bera del pecado, tanto en cuanto a la culpa como en cuanto a la pena, en lo que se refiere tanto al alma como al cuerpo: de la igno- rancia y de la tristeza, del desorden de las pasiones, del dolor y de la muerte (purificación y camino para la gloria); 2) nos hace partícipes de la vida divina y nos ha conseguido la vida eterna. CR2 53 de 55 FRUTOS DE LA REDENCIÓN, 5 Otros efectos de la obra de Cristo: 1) reconciliación, comunión y amistad con Dios; 2) renovación interior del hombre nuevo por la participación de la vida divina; 3) liberación de la muerte y re- surrección de los cuerpos. En la reparación de la vida del alma, dos aspec- tos: liberación del pecado por la Pasión, nueva vida del alma por la Resurrección de Cristo. En la reparación de la vida corporal también: destrucción de la muerte por la Muerte de Cristo, nueva vida de nuestro cuerpo o resurre- cción por la Resurrección de Cristo. CR2 54 de 55 FRUTOS DE LA REDENCIÓN, 6 La salvación es una realidad prin- cipalmente escatológica: se dará completa cuando Cristo reaparezca con gloria al fin del mundo y todos sus enemigos sean puestos bajo sus pies. Ahora ya alcanzamos la salvación (el mundo ya está salvado), aunque todavía no es completa. Ahora ya poseemos realmente la semilla de vida eterna y por eso tenemos la certeza de recibir sus frutos en plenitud. 18
  • 19. 03/09/2010 CR2 55 de 55 FRUTOS DE LA REDENCIÓN, 7 María no sólo ha recibido la más perfecta parti- cipación de los frutos de la salvación (sin peca- do, llena de gracia, en cuerpo y alma en el Cie- lo), sino que también ha sido asociada de un modo singular y eminente a la persona de Cristo y a su obra redentora. Es nuestra Ma- dre en el orden de la gracia. Es Mediadora en la obra salvífica de Cristo, unida a su Hijo. Y “la Iglesia no duda en atribuir a María un tal oficio subordinado: lo experimenta continuamente y lo recomienda al corazón de los fieles para que, apoyados en esta protección maternal, se unan más íntimamente al Mediador y Salvador” (Lumen gen- Lumen gen- tium 62 Se va y se vuelve a Jesús por María. 62). 19