2. Un hombre iba por un camino
con un pesado costal de papas
sobre sus espaldas. Caminaba
lenta y sufridamente. Dios, que
lo veía, le preguntó: "¿Hacia
dónde vas con ese costal de
papas?". El hombre miró
hacia el cielo y le respondió
insolentemente: "¿Por qué
me preguntas si tú lo sabes
todo?". Y siguió su camino.
3. En otro lugar, alejado de allí,
otro hombre iba cargando una
carretilla llena de ladrillos.
Dios, que lo veía le preguntó:
"¿Hacia dónde vas con esa
carretilla?". El hombre
respondió: "Voy al pueblo".
Dios le dijo: "¿Quieres que
te ayude con esa carga?".
El hombre le contestó:
"Puedo solo".
4. En otro lugar, un hombre iba
cargando un montón de leña
atada con una cuerda. Dios,
que lo veía, le dijo: "¿Hacia
dónde vas con esa leña?". El
hombre respondió: "La llevo
a mi casa al otro lado de ese
cerro". Dios le dijo: ¿Quieres
que te ayude?". El hombre,
accedió y Dios tomó la cuerda
y cargó la leña.
5. Poco habían caminado, cuando
el hombre le quitó la leña a
Dios y la volvió a cargar él
mismo. Dios siguió caminando
a su lado y un kilómetro más
adelante, el hombre se la volvió
a entregar para que El la
cargara. Pero, más adelante,
el hombre se la volvió a quitar
y la cargó nuevamente y así
siguió a lo largo del camino.
6. En otro lugar, muy lejos de allí, otro
hombre iba por un camino llevando
un pesado costal de arena. Dios,
que lo veía, le dijo: "¿Hacia dónde
vas con ese costal de arena?". El
hombre respondió: "Tengo que
llevárselo a mi patrón, que vive a
5 Km.. de aquí". Le dijo Dios:
"¿Quieres que te ayude?".
7. El hombre sonrió y le dijo:
"¡Oh sí Señor, yo ya no puedo
con esta carga!" y se la
entregó. Siguieron caminando
y el hombre le iba contando a
Dios alegremente de su vida,
de su familia y de su trabajo.
Le hacía preguntas, le pedía
opiniones, en fin, el hombre
y Dios, conversando y
conversando, llegaron
al destino.
8. El hombre ya no se había acordado
más de su carga. El Señor mismo
cumplió la encomienda de
entregársela al patrón de aquel
hombre. El hombre agradeció
mucho la ayuda y el Señor le dijo:
«No te dejaré ni te desampararé,
siempre que me necesites, estaré
contigo».
9. ¿Con cuál de estos cuatro
hombres te identificas?¿Eres
como el primero que cuando
tienes problemas, no tomas
en cuenta a Dios? O, ¿eres
como el segundo hombre,
orgulloso y soberbio, que no
acepta la ayuda de nadie? O,
¿eres como el tercer hombre,
que entrega su carga a Dios,
pero en realidad su fe es
escasa y decide volverla a
cargar él mismo?
10. O, ¿eres como el cuarto
hombre, que mantiene una
buena relación con Dios y
humildemente y con alegría,
acepta Su ayuda y se olvida
de su carga hasta el final del
camino, porque confía en que
El tiene el poder para librarlo
de esa carga, al punto de que
él ya no tiene que
preocuparse más por ella?
11. Quizá cuando estás en
problemas acudes a Dios,
le pides, le lloras, pero no
sueltas tu carga. Sigues
soportando y sufriendo,
en constante afán. Solo
cuando voluntariamente le
entregues esa carga, El la
tomará y la cargará sobre
Sus hombros.
12. Sigue el ejemplo del cuarto
hombre, mantén una buena
relación con Dios, deja que
El te ayude con toda tu
carga y descansa en El, esto
quiere decir que ya no vas a
seguir angustiado, porque
tu problema está en Sus
manos. Ya no vas a sentir
su peso, ¡porque ese peso
lo está llevando el Señor!.
13. ¿Cuál es tu carga? ¿Decepción,
abuso, traición, resentimiento,
abandono, soledad, tristeza,
vicios, defectos, adicciones, baja
autoestima? Cualquiera que sea
tu carga, no importa el tiempo que
la llevas sobre tu espalda o lo
pesada que sea, Jesús te dice:
“Vengan a mí todos ustedes que
están cansados y agobiados, y yo
les daré descanso” (Mateo 11:28)
14. No se inquieten por nada; más bien,
en toda ocasión, con oración y
ruego, presenten sus peticiones a
Dios y denle gracias (Filipenses 4:6)
¡DIOS ES MAS
GRANDE QUE TUS
PROBLEMAS!