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CONTEXTO Y CONDICIÓN
DE JUVENTUD
Reflexiones para su comprensión
CUADERNO Nº 4
SERIE CUADERNOS DE ANIMACION SOCIOCULTURAL
Manuel López García
ALIANZA ESCUELA DE ANIMACIÓN JUVENIL
Universidad Pontificia Bolivariana, Corporación Región,
Comfenalco, Asociación Cristiana de Jóvenes ACJ- YMCA,
Subsecretaría de Metrojuventud de la Secretaría de Cultura
Ciudadana del Municipio de Medellín.
Contexto y Condición de Juventud:
Reflexiones para su comprensión
	
Alcalde de Medellín
Alonso Salazar Jaramillo
Secretario de Cultura Ciudadana
Luis Miguel Úsuga Samudio
Subsecretario de Metrojuventud
Yesid Henao Salazar
Autor
Manuel Eduardo López Garcia
Psicólogo U de A. Magíster en Estudios Socio Espaciales INER - U de A.
Coordinador Académico Escuela de Animación Juvenil
Docente U de A.
Corrección de texto
Manuel López García
Diseño e impresión
Francisco Vélez. Producción Gráfica
Editorial
Mónica Sepúlveda - Escuela de Animación Juvenil
www.animacionjuvenil.org – escuela@animacionjuvenil.org
Medellín, octubre de 2010
ISBN: 978-958-44-7409-4
Todos los derechos reservados, se permite su reproducción citando la fuente
Esta publicación se realiza con fondos de la Alianza Escuela de Animación
Juvenil entre la Corporación Región, La Asociación Cristiana de Jóvenes ACJ,
La Universidad Pontificia Bolivariana, la Caja de compensación Comfenalco y
la Subsecretaría de Metrojuventud, de la Secretaría de Cultura Ciudadana de la
Alcaldía de Medellín
5
TABLA DE CONTENIDO
PRESENTACIÓN DE LA SERIE......................................................................7
PRÓLOGO		................................................................................................9
INTRODUCCIÓN ......................................................................................11
CAPITULO 1: CONTEXTO .............................................................................13
1.1 	 ¿QUÉ ES CONTEXTO? .............................................................................14
1.2 	 DIMENSIONES COMPRENSIVAS DEL CONTEXTO ACTUAL.....................15
	 1.2.1 	 Espacial........................................................................................15
	 1.2.2 	 Histórica.......................................................................................17
	 1.2.3 	 Económica....................................................................................23
	 1.2.4 	 Política.........................................................................................25
	 1.2.5 	 Sociocultural.................................................................................27
1.3 	 TENSIONES DEL CONTEXTO ACTUAL ....................................................31
	
CAPITULO 2: CONDICIÓN DE JUVENTUD...............................................37
2.1 	 ¿CÓMO SE HA CONCEPTUALIZADO LA JUVENTUD? ............................38
	 2.1.1 	 Sobre la conceptualización...........................................................38
	 2.1.2 	 Las disciplinas sociales y humanas y las ciencias 	
médicas y sus acercamientos al tema de juventud........................39
	 2.1.3 	 Las disciplinas sociales y humanas: del esencialismo 	
a la diversidad conceptual. ..........................................................53
	 2.1.4 	 La juventud entre la categoría y el concepto y entre la 	
construcción y la producción.......................................................56
	 2.1.5 	 ¿Cómo entendemos joven, juvenil, juvenilización, 	
juventud? Diferenciación conceptual............................................58
2.2 	 CÓMO SE PRODUCE Y DETERMINA LA CONDICIÓN JUVENTUD? .........69
	 2.2.1	 ¿Qué entendemos por condición de juventud?..............................69
	 2.2.2 	 Variables configurativas de la condición de juventud....................71
	 2.2.3 	 La autoproducción........................................................................87
6
2. 3 	 ¿CÓMO SE MIRA LA JUVENTUD?............................................................90
	 2.3.1 	 Referentes de lectura de la condición de juventud ........................90
	 2.3.2 	 Ocho miradas sobre la juventud...................................................91
	
CAPITULO 3: PRÁCTICAS JUVENILES Y FENÓMENOS 	
EMERGENTES COMO VÍAS DE TRANSFORMACIÓN SOCIAL.................103
3.1 	 TRANSFORMACIONES DE LAS PRÁCTICAS EXPRESIONES 	
Y CONSUMOS CULTURALES.................................................................114
	 3.1.1 	 Hibridación ................................................................................115
	 3.1.2 	 Extremismo y excesividad ..........................................................117
	 3.1.3 	 Resignificación............................................................................118
	 3.1.4 	 Complejidad ..............................................................................118
3.2.	 TECNOLOGIZACIÓN Y VIRTUALIZACIÓN COMO 	
SOPORTE DE RELACIONAMIENTO Y CONFIGURACIÓN SUBJETIVA ....120
3.3 	 AMPLIACIÓN DE LA PERCEPCIÓN Y LA FUNCIÓN CORPORAL ...........124
3.4 	 TRANSFORMACIONES DE LA EXPERIENCIA SUBJETIVA - 	
MODOS DE PRODUCCIÓN DE SUBJETIVIDADES...................................126
	
Glosario		............................................................................................131
Fuentes de referencia...............................................................................133
Quién es el autor.....................................................................................138
7
SERIE CUADERNOS DE ANIMACION
SOCIOCULTURAL
“Es el momento de poner en práctica propuestas pedagógicas
que no enseñen a guardar silencio sobre lo que se piensa o se siente.
Es hora de hacer realidad las pautas que no enseñan a fingir,
que piensan, participan o sienten.
Llego el tiempo de impulsar una práctica y una teoría pedagógica
que forme en la convivencia desde el reconocimiento y la palabra”
Alfredo Ghiso
La Alianza Escuela de Animación Juvenil de Medellín, en su interés por aportar a
los procesos de fortalecimiento de las acciones públicas y privadas con la población
juvenil, que realizan instituciones y organizaciones, presenta la Serie Cuadernos
de Animación Sociocultural, que propone un marco conceptual, metodológico y
experiencial desde la Animación Sociocultural (ASC) como una práctica pertinente
para la intervención con la juventud. Esta serie recoge en buena parte la experiencia
formativa y los aprendizajes obtenidos por su equipo docente y operativo en sus
primeros 10 años.
Esta Serie de cuadernos en cada uno de sus números se acerca de manera crítica,
reflexiva y propositiva a temas como la praxis de la Animación Sociocultural
con jóvenes, teoría y referentes de la ASC, herramientas de trabajo con jóvenes,
Contexto y Condición de juventud, Políticas Públicas de Juventud y enfoques de
intervención con jóvenes.
De acuerdo al espíritu de la Animación Sociocultural, estos cuadernos no pretenden
convertirse en fórmulas o guías establecidas para la intervención e interacción con
jóvenes, sino servir como referentes temáticos y metodológicos que deben ser
constantemente reflexionados y contextualizados, acorde a las dinámicas, intereses
y realidades contemporáneas así que, más que puntos de llegada son puntos de
partida para la acción.
9
“Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro...
y a veces lloro sin querer”.
(Rubén Darío. Poeta nicaragüense)
Escribir sobre la juventud y las y los jóvenes, nos toca. Sí, nos toca hacerlo y nos
toca al hacerlo. No podemos perder de vista que a muchos, ese ideario se nos ha
escapado como lo hacen las burbujas de jabón, se nos aparecen frente al rostro
maravillado con el que las contemplamos y luego, sin darnos apenas cuenta, se
desvanecen cual esperanza ilusoria. Los que somos adultos, vemos la juventud
con retrovisor. Pero también, los más atrevidos la vemos cara a cara. Por eso nos
toca, la sentimos respirando en el cuello, estorbando en nuestro zapato, hurgando
nuestros pantalones, mancillando nuestras credulidades. Nos toca por doquier, sin
remedio: habita con nosotros y a nuestro pesar, pues ella, la juventud, metáfora de
lo indecible, nos gobierna el alma y nos cuestiona la existencia.
Por ello, escribir acerca de la juventud, tiene por complemento la lectura, allí se
constituye su significado. Empero, tiene por condición las experiencias. Unas, las
de la calle, dónde se produce cualquier referente empírico de juventud. Otras, las
del estudio y la discusión (que también puede hacerse, y ojala, en la calle). La
reflexión, la lectura cuidadosa, el debate abierto, la participación en escenarios de
construcción y deconstrucción de ideas, las andanzas con las y los jóvenes y con
los no jóvenes, el trabajo educativo de y con jóvenes y la búsqueda de respuestas
inacabadas pero entusiastas; todo ello foguea al que escribe sobre la juventud.
Simultáneamente, sentir a las y los jóvenes como una causa, asumir que la “realidad
juvenil” merece comprensión y crítica, no escapa a las pasiones. Esta es una virtud
del autor.
Por eso Manuel, y con él la Escuela de animación Juvenil, es una voz indicada para
dar cuenta de la necesidad de fundamentar que la juventud es una condición, y eso
es lo que trata de hacer en el presente texto, no sin algunas tendencias discutibles.
Una de ellas llama la atención: el exceso. Pero, ¿por qué cuestionar el exceso, si ello
es la materia prima de la pasión juvenil? No por excesivo, el texto pierde candor.
Por ello, estimado lector-a, le invito a que se adentre con juicio y pasión, en los
laberintos conceptuales acá expresados, dotado en la medida de lo posible de
una actitud deliberativa, inquieta. El texto no es para ser consumido, es para ser
degustado, con ardor, ardor juvenil, para que él mismo diga más de lo que dice, pues
lo que hay que decir, sobre las y los jóvenes, sólo lo logra su estudio respetuoso y
crítico. ¡Adelante!
Carlos Darío Patiño Gaviria
Sociólogo y magíster en Educación. Docente – investigador de la Universidad San
Buenaventura. Coordinador de la línea de investigación en psicología social USB.
PRÓ-LOGO Y PRO-SIENTO
11
INTRODUCCIÓN
“No sin desconfianza acepta uno escribir otro articulo más sobre la juventud. La literatura sobre
la “inquietud” contemporánea aumenta cada semana, cada día, cada hora. Gran parte de ella
refleja una profunda inquietud en los adultos, un estado traumatizado, de hecho, que busca la
catarsis en apresurados intentos de asegurar el control intelectual sobre un sorprendente curso de
acontecimientos. Las conclusiones alcanzadas, por lo tanto, tienden a volverse anticuadas durante
el periodo mismo de publicación”.
Erik Erikson, Sociedad y Adolescencia, 1972
Escribir un texto que presente elementos de comprensión del contexto y de la
condición de juventud supone un punto de partida fundamental: es difícil pensar
la juventud sin analizar las dinámicas sociales de las que hace parte, premisa que
aplica tanto para la lectura de los antecedentes históricos como para los fenómenos
contemporáneos de este grupo social. Igualmente, resulta casi imposible entender
nuestra realidad actual sin pasar por el tema de la juventud, o mejor, una revisión
de las dinámicas juveniles sería una lectura de nuestra actualidad.
Este texto hace una síntesis de las diferentes dimensiones y concepciones actuales
sobre juventud, con el ánimo de plantear líneas desde las cuales se pueda construir
o actualizar la mirada frente a este grupo social e identificar cuál es el estado de la
juventud en Latinoamérica y desde allí pensar, como se propone en los anteriores
cuadernos de esta serie, en relación con la Animación Sociocultural u otros marcos
de intervención, las maneras más apropiadas de interactuar con ellos y ellas y
garantizar sus derechos y su vida. Este texto gira en torno a algunas ideas básicas,
que se proponen como supuestos para la reflexión en torno a la condición de
juventud; entre ellas destacamos:
	 Es necesario inicialmente tener claridad sobre el contexto contemporáneo,
sus antecedentes, características y tendencias.
	 Los términos juventud, jóvenes y juvenil, así como juvenilización no son
iguales. Cada uno hace referencia a un aspecto diferente de la condición de
juventud.
	 La condición de juventud se entiende como un referente de análisis que
permite reconocer y analizar los modos de producción social de una población
juvenil particular.
	 La juventud comporta un capital simbólico y cultural que refleja, amplifica,
metaforiza y resignifica las tendencias del mundo actual a la vez que se
convierte en la creadora y portadora de nuevas subjetividades.
	 El mundo adulto ha generado estrategias de relacionamiento, control y
regulación del mundo juvenil. Desde el adultocentrismo, la reglamentación
de la participación y la expresión social, hasta el panoptismo de lo juvenil y
la juvenilización.
12
A partir de estas ideas, en el primer capítulo, desarrollaremos las dimensiones
comprensivas del contexto, que aunque parezca alejado de “lo juvenil” se
constituye en el principal referente de análisis de la condición de juventud. En un
segundo capítulo, nos adentraremos en las discusiones sobre la conceptualización,
la determinación y el análisis de la condición de juventud, intentando llegar a una
síntesis y una propuesta de unos marcos para su lectura. Finalmente, propondremos
unos fenómenos emergentes en la condición juvenil y unas líneas de reflexión en
torno a esta población.
Sea esta la oportunidad para agradecer a todos mis amigos y amigas de la Alianza
EAJ y de la vida, quienes con paciencia soportaron mis monólogos durante la
elaboración de este texto y amorosamente aportaron su saber, en especial a Mónica
Sepúlveda y su tesón para impulsar este sueño y a Julieth Alejandra Londoño, por
su complicidad y reflexividad crítica.
A la juventud latinoamericana.
Manuel E. López Garcia.
Medellín, Febrero a Octubre de 2010
13
CAPITULO 1
CONTEXTO
La máquina acosa a los jóvenes: los encierra, los tortura, los mata. Ellos son la prueba viva de su
impotencia. Los echa: los vende, carne humana, brazos baratos, al extranjero.
La máquina, estéril, odia todo lo que crece y se mueve. Sólo es capaz de multiplicar las cárceles y
los cementerios. No puede producir otra cosa que presos y cadáveres, espías y policías, mendigos y
desterrados.
Ser joven es un delito. La realidad lo comete todos los días, a la hora del alba; y también la historia
que cada mañana nace de nuevo. Por eso la realidad y la historia están prohibidas.
Eduardo Galeano. Días y noches de amor y de guerra.
No disparen. Donaldo Zuluaga V. El Colombiano. 20 de mayo de 2002.
14
1.1 ¿QUÉ ES CONTEXTO?1
Creer que los fenómenos sociales son espontáneamente producidos o no tienen
relación con las condiciones de la época o el lugar donde ocurren es una idea
equívoca. Las reflexiones disciplinares y la experiencia investigativa han demostrado
que son precisamente estas condiciones y posibilidades las que determinan o
influencian el surgimiento de maneras de comportamiento social, de movilizaciones
masivas o de cambios en las formas como un conglomerado se mueve en el mundo
y produce su entorno.
Estas condiciones y posibilidades son las que acá llamamos contexto, aludiendo al
tejido, al entramado de características tanto positivas como negativas, potenciales
o dificultosas de un lugar en un momento determinado de la historia. Estas
condiciones pueden generarse y a la vez, leerse desde diferentes dimensiones, que a
la postre se han convertido en líneas de desarrollo del conocimiento sobre lo social.
Estas son la espacial, histórica, sociocultural, económica y política. Igualmente es
importante para la determinación de un contexto, la comprensión y lectura de las
características geofísicas de la región o lugar en el que vive la población que se
quiere reconocer.
Un contexto por tanto, puede tener también una dimensión escalar, puede ser macro,
meso y micro, escalas que no necesariamente se relacionan con tamaños geográficos
a nivel mundial, regional o local, sino también con el alcance interpretativo que se
pretende; en últimas, la lectura de un contexto debe dimensionarse, tanto espacial
como temporalmente en una relación dialéctica de sus contenidos, ya que los
fenómenos sociales, económicos y políticos son una consecuencia de esta relación,
que se mueve tanto en el espacio como en el tiempo, es decir, posee escalas o
dimensiones, es histórica y además puede ir de lo individual a lo colectivo, de lo
local a lo mundial, de lo macro a lo micro.
Esta comprensión teórica desarrollada por M. Santos (Santos, 2000), implica una
consideración que es a la vez un signo particular del contexto mundial actual y es,
la tendencia, cada vez mayor, de interrelación e influjo de las características de una
escala en otra, o sea, la posibilidad de que aspectos macrocontextuales influencien
o determinen aspectos micro y viceversa; esto, en última instancia, es lo que se
ha dado en llamar globalización. Contextualizar es entonces establecer relaciones
entre lo histórico, lo espacial, lo político, lo cultural, etc., para comprender qué
influencia o determina el surgimiento de un fenómeno social específico o qué hace
posible su aparición con unas características particulares.
1	 Algunas de las reflexiones de este apartado fueron inicialmente planteadas en: López, M. & Sepúl-
veda, M. (2010) Mil espadas, mil espacios: Prácticas espaciales juveniles emergentes en Medellín:
afianzamientos y rupturas en la sociedad contemporánea, INER, U de A, Medellín.
15
CONTEXTOYCONDICIÓNDEJUVENTUD,Reflexionesparasucomprensión
1.2 DIMENSIONES COMPRENSIVAS
DEL CONTEXTO ACTUAL
1.2.1 Espacial
A lo largo de la historia del pensamiento moderno, y en particular de las ciencias
sociales, el componente temporal ha ocupado un lugar de preeminencia como
variable para la lectura, comprensión y organización de los fenómenos; la “Historia”,
el historicismo, la historiografía y en general la pregunta por el cuando se convirtieron
en el eje explicativo de las teorías sociales, relegando a un segundo plano la reflexión
por el dónde, por el espacio y todas sus acepciones materiales e inmateriales (lugar,
territorio, nación, por ejemplo). De esta manera, el pensamiento de la modernidad
convirtió al espacio en un subordinado del tiempo, y a este en el “núcleo de la
historia, estructurante de la memoria y el ritmo social” (Piazzini, 2006: 55), lo que
permitió incluso que el control político del espacio se hiciera posible mediante el
ordenamiento del tiempo. Esta comprensión política y teórica del mundo, fue uno
de los fundamentos ontológicos del pensamiento moderno que desde entonces, y
hoy por hoy, hace que percibamos aquellos lugares o dinámicas sociales alejadas de
los centros de mayor despliegue tecnológico, urbanístico o civilizatorio, no como
otra cultura u otro lugar, sino como “atrasados” en el tiempo, premisa teleológica
que posibilitó las acciones de colonialidad Europea sobre nuestro territorio y desde
la cual se generaron los ordenamientos sociales que hoy conocemos.
Sin embargo, con los avances en la física einsteniana, que han demostrado la
estrecha relación entre estas dos dimensiones, su inseparabilidad, y con el cambio
propuesto en el paradigma social por las teorías críticas que cuestionan los
fundamentos dualistas científicos de la modernidad, han surgido, aunque aún como
edificios conceptuales separados y con débil articulación, reflexiones en torno al
fundamento espacio-temporal de los fenómenos.
Estas revisiones de la teoría social han permitido una mayor visibilidad de lo
espacial, entendido no como un contenedor material sino como la dinámica en la
que se produce lo social y como producto de lo social mismo, que implica tanto
elementos de tiempo como de lugar. A partir de estas comprensiones es posible
pensar no sólo un tiempo sino un espacio social, el cual es susceptible de analizar
a partir de las variables históricas, culturales, materiales y físicas en las que se
produce. Así, elementos que antes eran despreciados por la comprensión temporal
como la identidad, la cultura, las delimitaciones territoriales y los marcajes
discursivos y emocionales de un lugar, son entendidos hoy como necesarios para la
contextualización de un fenómeno.
Desde este marco de análisis, podemos identificar características de la espacialidad
social contemporánea o, si se quiere, algunos fenómenos actuales del espacio
social. Uno de ellos es, de suyo, la mayor visibilización del espacio tanto en su
índole material como inmaterial. Desde los avances tecnocientíficos que posibilitan
la medición, reconocimiento y delimitación total del globo terrestre (Google Hearth,
16
gps, etc) hasta las demandas sociales por espacios de representación y expresión
social, la noción de espacio adquiere mayor vigencia e importancia; el espacio
público es un buen ejemplo, ya que en este se combina lo material e inmaterial,
pues hace referencia tanto a algunos lugares del espacio urbano como al discurso
sociopolítico de deberes y derechos que lo alienta.
Otra característica es la intensificación y compresión del espacio, que consiste en
que cada vez hay mayor concentración de los usos, verticalización arquitectónica
y estructural y superposición de dinámicas en un espacio físico determinado. Las
ciudades generan dinámicas de centralización de los servicios y de agregación y
organización social.
Como consecuencia de esta característica, una reacción espontánea es que se
hace necesario buscar nuevos espacios, físicos y sociales generando procesos de
expansión espacial; surgen nuevos centros urbanos al interior de las ciudades o en las
afueras, ciudades o espacios urbanos intermedios son equipados o rediseñados. Se
crean incluso, ciudades nuevas con una vocación específica, turística, de servicios,
de producción o se generan espacios de encuentro, intercambio, organización y
participación social alternativa, diferentes a los tradicionales. Cabe anotar que estos
procesos de expansión, que se encuentran en la base de la globalización, no son
homogéneos ni horizontales, intereses de índole político y económico movilizan
la instalación o no de equipamientos y la visibilización o no de espacios sociales.
Como resultado, aún al interior de una ciudad, pueden darse sectores con mayor
nivel de desarrollo y otros en casi completo abandono.
Al no existir ya una sola comprensión del espacio, este es diversificado tanto en su
aspecto físico como en el social e incluso temporal; diferentes espacios coexisten
en un mismo lugar, los espacios generan temporalidades de acuerdo con las
dinámicas sociales, los usos se multiplican y se superponen (Foucault, 1997). La
virtualidad aparece como un espacio nuevo que rompe con las temporalidades y
las espacialidades fijas, espacio de espacios omnipresentes (siempre y cuando se
tenga acceso a este). Vale decir, que esta percepción de la diversidad espacial esta
muy ligada a la experiencia vital de los sujetos, aspecto en el cual los y las jóvenes
destacan, pues son en particular, generadores de espacios y tendientes a hacer usos
diferenciados de espacios predeterminados, como por ejemplo el espacio educativo.
Es por ello que la juventud se ve a menudo enfrentada al mundo adulto institucional,
pues su percepción del espacio es múltiple y alternativa; los estadios de fútbol son
escenarios de reivindicación identitaria, el tiempo para la producción no precede al
de la fiesta y la virtualidad genera otros canales y formas de encuentro.
Finalmente, en tanto se genera una mayor visibilización del espacio físico y social,
la concentración y densificación poblacional de las ciudades aumenta la demanda y
uso del espacio físico disponible, los intereses estatales o privados propenden por el
control de los mismos y los espacios sociales de representación se organizan, surgen
luchas por el espacio, visibles a partir de las tensiones sociales y la manifestación
violenta de los conflictos, pero también en la creatividad cotidiana de los sujetos
y de los colectivos para garantizar su espacio. Desde la delincuencia juvenil, los
paros y marchas en contra de medidas estatales, los grupos en facebook a favor o
17
CONTEXTOYCONDICIÓNDEJUVENTUD,Reflexionesparasucomprensión
en contra de casi todo, así como los procesos alternativos de organización social
de índole político o cultural, hasta la manera como cada individuo hace uso de su
celular o enfrenta los conflictos cotidianos de la vida diaria, son un ejemplo de ello.
Todo lo anterior nos permite entender el espacio como una producción social en
la que intervienen no sólo las grandes instituciones y los poderes estatales y del
mercado, sino también las prácticas socioculturales de los individuos y los colectivos
sociales, y que comporta lo físico-material, lo temporal-histórico, lo social-cultural,
lo político y lo económico, dimensiones de las cuales, sin embargo, se puede hacer
lecturas específicas.
1.2.2 Histórica
La comprensión de la dimensión histórica del contexto no debe limitarse, por un
lado, a la referenciación cronológica de acontecimientos, ni al establecimiento de
hitos que marcan el acontecer social, lo cual sería historicismo, y por otro, a la
comprensión de lo acontecido como un fenómeno dado que es posible de narrar y
entender a partir de los discursos oficiales que determinan la manera en que esta
ocurrió, lo cual sería “La Historia”. Más bien, la historia debe ser pensada como la
reflexión (apoyada en acontecimientos históricos y en los discursos oficiales, entre
otros) sobre la manera y el por qué se han generado transformaciones sociales y
qué denominaciones han recibido estas épocas, así como las percepciones y efectos
de estas transformaciones. Dos nociones son importantes para esta reflexión:
modernidad y contemporaneidad.
La modernidad es una noción que hace referencia inicialmente a una etapa
determinada de la historia y que en su espectro más amplio podría rastrearse a
partir del siglo XV hasta nuestros días. Sin embargo, para algunos autores como
Habermas (Habermas, 2002), la modernidad es ante todo una percepción estética
un modo de habitar, pensar y comprender el mundo y reconocen un proceso de
configuración de diferentes momentos y sentidos del término.
Esta medición de tiempo es producto de la reflexión del ser humano sobre su
entorno y sobre sí mismo, en particular impulsada desde Europa como principal
centro civilizatorio y hegemónico. Es así como una serie de pensamientos,
descubrimientos, posturas y configuraciones sociales, políticas, culturales y de
conocimiento, son leídos a posteriori como un giro, un avance, un cambio, -a
menudo un logro- en el proceso de comprensión y denominación del ser humano y
del supuesto distanciamiento de este con la naturaleza y con Dios.
La modernidad como proyecto social tiene sus primeros antecedentes entre 1400-
1650, en el denominado Renacimiento, cuando ideas de autonomía y búsqueda
del conocimiento surgen en la Florencia italiana; es la época cuando Galileo Galilei
demuestra que la tierra no es el centro del universo, haciendo tambalear el dogma
religioso. Igualmente, ideas de respeto y recuperación de lo antiguo Romano y
Griego, así como la contemplación de la naturaleza se pusieron en boga. Luego
en Inglaterra y en la misma Francia entre los años 1650 y 1800, a partir de las
18
numerosas y atroces guerras de religión que se presentaron en Europa, una serie de
ideas de tolerancia ante la diversidad de la fe, y otras en las que la razón aparecía
como el elemento que une a la especie humana empezaron a surgir de la mano de
Condorcet y otros filósofos, que afirmaban que la razón es la única forma de llegar a
la objetividad, que nada es creíble si no es comprobado por medio de la racionalidad,
y el saber humano de las artes y las ciencias haría libres y felices a los hombres.
El proyecto de la modernidad es entonces el de la racionalidad que permite establecer
un equilibrio en la distribución de los poderes laicos y eclesiásticos, entre el lugar
de la razón y el de las emociones, entre lo divino y lo terreno. Otra serie de ideas
en torno a la libertad, la justicia, la condición humana y en general, de todos los
aspectos de la civilización se derivaron de estas, lo que permitió además, que los
conocimientos y la capacidad técnica aumentaran. Se consolidan entonces una serie
de premisas que han posibilitado y sostenido el orden occidental hasta nuestros
días: el predominio de la razón, la autonomía del sujeto, la ciencia al servicio del
hombre, la generación de Estados ligados a una identidad nacional, el dualismo
en el pensamiento, la disciplina en el comportamiento social, el libre mercado y la
posibilidad de generar en el futuro una sociedad de bienestar soportada en estas
ideas, que entran en crisis en el siglo XX.
Lo anterior implica comprender la modernidad, ya lo hemos dicho, más que como
una serie de acontecimientos y dinámicas históricas y sociales, como una manera,
un modo de pensar, entender y producir el mundo. La modernidad en tanto concepto
es entonces construida a posteriori, surgió a partir del siglo XIX.
La diversidad de enfoques acerca del desarrollo de esta época y de sus componentes
(estético, cultural, político, filosófico, epistemológico), han permitido la proliferación
de definiciones que ponen que hacen énfasis en sólo algunos de ellos. Habermas
plantea que el rasgo común de la modernidad es una conciencia transformada del
tiempo, que se expresa por la vanguardia, pero que en realidad es una exaltación
del presente: “La modernidad estética se caracteriza por actitudes que encuentran
un rasgo común en una conciencia transformada de tiempo. (…) Pero este avanzar
a tientas, esta anticipación de un futuro indefinido y el culto de lo nuevo significan
de hecho la exaltación del presente” (Habermas, 2002: 19).
Para Foucault, a partir de Kant, la modernidad se correspondería más que con una
época, con una actitud, un giro en la manera como el ser humano y la sociedad
comprenden el mundo y los parámetros que utilizan para ello, donde lo actual
cobra mayor importancia que lo tradicional o anterior. Sin embargo, a partir de sus
búsquedas de la comprensión de las relaciones de poder y saber, el autor propone
reconocer en la modernidad, la época en la que se instauran formas de poder y
se operacionalizan los dispositivos que el autor nombra como biopolíticos (las
formas de gobierno, las relaciones estratégicas y los estados de dominación y las
prácticas de estructuración y control social), que se expresan en la población y en
la corporeidad humana (Foucault, 1999).
A su vez, Arjun Appadurai habla de la “modernidad desbordada”, y propone una
reflexión en torno a cómo ésta es reformulada por efectos de la globalización y que
19
CONTEXTOYCONDICIÓNDEJUVENTUD,Reflexionesparasucomprensión
más “que un proyecto incompleto, como sostiene Habermas, la modernidad es vista
como entrando en una nueva etapa donde grandes flujos reestructuran la vida de
las sociedades en el conjunto del planeta, en particular el flujo migratorio y el de la
información. Pero donde, además, el trabajo de la imaginación se ha vuelto central”
(Appadurai, 2001:11).
Entonces, hablar de modernidad implica problematizar sus referentes teóricos y
epistemológicos, sus premisas ideológicas. La modernidad no es entonces sólo una
época, que para algunos ya ha terminado y para otros se ha transformado, sino que
es una actitud y una percepción del mundo aún vigente en gran medida, que rechaza
o resignifica aquello que no está de acuerdo con sus parámetros y en la cual se
genera una ordenación del mundo. Incluye también modernismo y modernización y
por supuesto, colonización, ya que estas ideas fueron posteriormente impuestas a
través de los procesos de descubrimiento y conquista, no sólo en América, sino en
otras regiones del planeta.
Igualmente, la Contemporaneidad puede ser entendida como una época que hace
parte de la alta modernidad y que inicia para algunos autores en los tiempos
posteriores a la revolución francesa, y para otros, en los tiempos de posguerra
de la segunda guerra mundial. Mejor, la contemporaneidad debe ser la reflexión
sobre los acontecimientos actuales y su efecto sobre lo social, en relación con los
antecedentes históricos.
Más allá de la determinación del nombre adecuado para la situación actual:
modernidad, antimodernidad, (Habermas, 2002), postmodernidad (Lyotard, 1987),
desmodernidad (Touraine, 1997), sobremodernidad (Augè,1999), modernidad
desbordada (Apaddurai, 2001), modernidad reflexiva (Lash,1994), segunda
modernidad (Beck, 2002), todos ellos producidos en el marco del pensamiento
intelectual Europeo o Norteamericano, parece más pertinente la comprensión
del tiempo-espacio que se está viviendo y la identificación de los factores de
transformación que están configurando la concepción del mundo y de sí misma
que tiene Latinoamérica, a partir de los autores que han rastreado su modernidad
contextualizándola y espacializándola2
en los estudios culturales y poscoloniales:
Néstor García Canclini, Jesús Martín Barbero, Renato Ortiz, Walter Mignolo, Santiago
Castro, Arturo Escobar, Denise Najmanovich, entre otros, pensadores y pensadoras
todos latinoamericanos, los cuales se proponen como referentes conceptuales y
contextuales para entender la contemporaneidad:
La civilización que creyó en las certezas definitivas, en el conocimiento absoluto y el
progreso permanente esta derrumbándose y están abriéndose paso a nuevas formas
de pensar, sentir, actuar y vivir en el mundo. La transformación de nuestra mirada,
que estamos viviendo, implica pasar de la búsqueda de certezas a la aceptación de la
incertidumbre, del destino fijado a la responsabilidad de la elección, de las leyes de la
2	 Estas teorías surgidas en el contexto intelectual y político latinoamericano se pueden articular a las
teorías más recientes sobre el espacio, donde, más allá de la hegemonía del tiempo, de lo histórico,
se contempla lo social como una producción en el espacio, lo cual incluye por supuesto el tiempo,
pero también lo material
20
historia a la función historizante, de una única perspectiva privilegiada al sesgo de la
mirada (Najmanovich, 2001: 5).
Estos autores concuerdan con las nociones generales en torno al marco histórico de
la modernidad, los fundamentos de su proyecto y finalmente, la crisis a la que se
enfrenta desde mediados del siglo XX, planteamiento que les permite ir en pos de
claridades en torno a las formas en que no sólo este proyecto intentó instaurarse
en Latinoamérica, sino sobre las maneras en que Latinoamérica vive la crisis del
mismo, su forma particular de adscribirse o resistirse, no sin plantear escenarios
posibles a futuro, en los cuales se inscribe la globalización como consecuencia de
la modernidad. Así pues, pensar la modernidad contemporánea en América Latina
implica reconocer que el proyecto ilustrado homogéneo, anclado en la razón y en la
existencia de un Estado-Nación que garantizara su sustento, no logra configurarse,
dadas las dificultades y diferencias no solo culturales, sino espaciales, sociales y
políticas que se dan en ella.
Para García Canclini, es posible rastrear cuatro nociones básicas para la comprensión
de la modernidad en la relación entre Latinoamérica y el resto del mundo a partir
del marco de los estudios culturales. La primera noción hace referencia a que la
modernidad Latinoamericana es diferente de la Europea y Norteamericana y debe
leerse con parámetros particulares ya que la forma en que estos se han presentado
en la región difiere de las anteriores en los tiempos de establecimiento de estas
dinámicas, en la manera en que se articularon las formas sociales locales con las
emergentes y en las rupturas que se han generado; es decir, la modernidad surge y
se construye en Europa, mientras que en Latinoamérica es un proyecto impuesto.
Esta percepción tiene como consecuencia los denominados “procesos de hibridación
cultural”:
La hibridación es un proceso que implica una mezcla constante no solo en el
ámbito racial sino en el mundo más amplio de la cultura. Así mismo, la hibridación
es no solo un desafío para el conocimiento (la multidisciplinariedad) sino también
una constatación de las incertidumbres actuales como impacto de la crisis de la
modernidad (García Canclini, 2003: 25).
Teniendo en cuenta esta idea de hibridación, la modernidad en Latinoamérica debe
ser revisada como hibridación cultural y temporal que implican confrontaciones
internas y externas, rupturas y afianzamientos con formas locales y foráneas y
también coexistencias. Ante los procesos de los proyectos de modernización
cultural, clásica o ilustrada, García Canclini considera que Latinoamérica vive
una modernidad “americanizada” foránea, mezclada, hibridada con los procesos
históricos de producción sociocultural locales.
En segundo lugar, como la modernidad o lo que de ella se haya configurado en
Latinoamérica, sus preceptos, narrativas e ideario original, han entrado en crisis,
una modernidad incompleta coexiste con una postmodernidad “de manera que
la coexistencia conflictiva entre modernización y modernismo y ciertas formas de
postmodernidad es lo que actualmente caracteriza nuestras encrucijadas” (García
Canclini, 2003: 27).
21
CONTEXTOYCONDICIÓNDEJUVENTUD,Reflexionesparasucomprensión
En tercer lugar, la modernidad en Latinoamérica involucra un paso de la dependencia
política a la desterritorialización de la noción de lo Latinoamericano que implica
además la construcción de representaciones foráneas de Latinoamérica, ya que: “En
la actualidad varios procesos hacen trascender el sentido de lo latinoamericano a
otros circuitos y escenarios: se es latinoamericano dentro de los países de América
Latina, pero también en relación con comunidades y circuitos comunicacionales
que desbordan el territorio” (García Canclini, 2003: 26). En cuarto lugar, la
modernidad en Latinoamérica representa un proceso de paso por los avances de
la industrialización, el acceso a nuevos recursos de confort y la transformación del
campo a la ciudad, acompañado de una progresiva transformación de las fuentes
locales de producción identitaria “fijados en repertorios de bienes exclusivos de una
comunidad étnica o nacional” hacia una “explosión globalizada de las identidades y
de los bienes de consumo que las diferenciaban” (García Canclini, 1995: 15).
Para el autor, la condición Latinoamericana no puede resolverse entonces en los
marcos explicativos espaciotemporales propuestos por otros autores, aunque
concuerda con ellos en la existencia de una crisis del llamado proyecto moderno y
en la existencia de un giro en las estructuras sociales que en el caso latinoamericano
se traduce en formas culturales, sociales, económicas y políticas, que comportan
elementos antiguos y nuevos, foráneos y locales, pero ambos con la posibilidad de
ser resignificados en un nuevo orden sociocultural que tiene implicaciones directas
en la condición de ser sujeto latinoamericano.
Emergen en Latinoamérica unos referentes nuevos articulados a estas críticas
al modelo de modernidad eurocéntrico, blanco, monolítico, “monocultural” y
“universal”, “que posicionan el conocimiento científico occidental como central,
negando así o relegando al estatus de no conocimiento, a los saberes derivados de
lugar y producidos a partir de racionalidades sociales y culturales distintas” (Walsh,
2007:103). A estos referentes se les ha llamado decolonialidad. Esta decolonialidad
problematiza las posturas de la colonialidad que ubicó a Latinoamérica como
continente subalterno, como un lugar a desarrollar, que incivilizado había que llevar
a la modernidad.
Además, propone la autora que en esa perspectiva se pueden distinguir cuatro
esferas o dimensiones de operación que, a partir de su articulación, contribuyen a
mantener la diferencia colonial y la subalternización en America Latina. La primera
de ellas es la colonialidad del poder, “entendida como los patrones del poder
moderno que vinculan la raza, el control del trabajo, el Estado y la producción de
conocimiento” (Walsh, 2007:104). En torno a esa mirada se propuso en América
Latina la diferenciación social (el blanco como referente, el indio y el negro como
incivilizado). La segunda es la de la colonialidad del saber, “que no sólo estableció el
eurocentrismo como perspectiva única de conocimiento, sino que al mismo tiempo,
descartóporcompletolaproducciónintelectualindígenayafrocomo“conocimiento”
y, consecuentemente, su capacidad intelectual” (Ibíd.:104); y por ende el saber y
conocimiento de los pueblos colonizados latinoamericanos. La tercera dimensión,
la colonialidad del ser, “que ocurre cuando algunos seres se imponen sobre otros,
ejerciendo así un control y persecución de diferentes subjetividades como una
dimensión más de los patrones de racialización, colonialismo y dominación”
22
(Ibíd.:105), referente que justificó por siglos la violencia colonizadora en nuestro
continente. La cuarta dimensión de la colonialidad es la definida como colonialidad
de la naturaleza, en la cual se propuso una “división binaria cartesiana entre
naturaleza y sociedad, una división que descarta por completo la relación milenaria
entre seres, plantas y animales como también entre ellos, los mundos espirituales
y los ancestros (como seres también vivos)” (Ibíd.:105), precepto que justificó la
depredación por siglos de nuestros recursos naturales y la instauración de modelos
desarrollistas, modernizantes e incluso asociados a procesos de violencia y guerra.
Entonces, comprender la modernidad contemporánea en América Latina implica
pensar la relación constante entre adscripción y resistencia, entre la innovación
y la continuidad, la homogenización y la heterogeneidad y la secuencialidad y las
rupturas. Ello quiere decir, el acercamiento a los diversas formas de vivir, asimilar y
recrear de sus habitantes que responden de diversas maneras a los requerimientos
de los proyectos biopolíticos de la modernidad europeizante o norteamericanizante,
donde lo tradicional indígena y lo afro descendiente no es el punto de partida de los
procesos de modernidad y civilización de nuestros países, sino que estas tradiciones
coexisten en las dinámicas urbanas y en las hibridaciones socioculturales de
nuestros pueblos.
Con relación a la juventud, podemos decir que la modernidad no sólo la produce,
como consecuencia de las transformaciones sociales del siglo XIX, sino que potencia
la configuración de una condición juvenil, desde el hombre joven (o aún, niño)
campesino que se forma en las tareas del campo, la mujer joven (o aún, niña) que
acompaña las tareas del hogar y se adiestra para poder conducir el propio y procrear;
luego, el joven obrero no diferenciado por su edad sino por su capacidad de trabajo,
el estudiante (hombre, y luego tardíamente, mujer) que inicia la visibilización social
de la condición juvenil al introducir en el paisaje social moderno un imaginario, un
cuerpo diferenciado en su vestir, un comportamiento y una función, pasando por el
soldado, figura importante en las confrontaciones armadas de la última fase de la
modernidad, hasta el que podríamos denominar “joven moderno” de los años 50’s
y 60’s que empieza a desligarse de los marcajes de las instituciones de regulación y
a producir su propia experiencia vital y su configuración e imaginario social.
Como se ha dicho, la juventud de la modernidad más reciente, actúa en
contraposición o actitud crítica hacia el proyecto moderno (expresado en el mundo
adulto e institucional), lo cual le granjea una connotación de rebelde, desorientado
e inmaduro, a lo cual las disciplinas del saber humano reaccionan produciendo un
conocimiento moderno, compartimentado y aparentemente ordenado sobre estos
sujetos, agregando a los nombramientos ya mencionados otros como el de púberes,
adolescentes, menores de edad; ordenamiento que sirve tanto para conocerlo, como
para regularlo y vigilarlo.
Sin embargo, no todo el surgimiento de esta categoría social y de su condición es una
consecuencia premeditada del proyecto moderno, de hecho, desde otro ángulo puede
leerse como una de las sucesivas transformaciones que a la postre pondrían en crisis
la modernidad. No en vano, fue la población juvenil no sólo signo y síntoma de los
cambios, sino una de las principales protagonistas de éstos durante el siglo XX.
23
CONTEXTOYCONDICIÓNDEJUVENTUD,Reflexionesparasucomprensión
Para García Canclini, en la actualidad la juventud aparece en medio de los procesos
de la globalización moderna latinoamericana y relacionada con las formas de
producción cultural, como una vía de generación de formas identitarias y de
subjetividades, que no necesariamente se adscriben a las lógicas establecidas del
consumo y desarrollan maneras recreadas de expresión social, cultural y política,
que buscan ya sea reivindicar los discursos tradicionales o bien producir nuevas
maneras de ser y estar, nutridas de elementos foráneos y propios que se mueven
entre la igualdad y la diferencia, la primera en el acceso a la globalización y la
segunda en la expresión social y cultural:
Los jóvenes actuales adhieren más a causas que a organizaciones. Este tipo de
instantaneismo o espontaneismo de las luchas políticas tiene que ver, como sabemos,
con muchos factores. Algunos provienen de la desintegración y la deslegitimación de
las formas clásicas de representación política y otros del modo en que hoy se hace
cultura o nos conectamos con el pasado, el presente y el futuro (García Canclini,
2003: 32).
En suma, en las formas de expresión y producción cultural juvenil se pueden rastrear
las transformaciones, impactos y procesos de la modernidad/colonialidad en América
Latina, así como de las transformaciones socio culturales y espaciales producidas
en ella, ya que en sus modos de ser y estar aparecen mezclas entre lo ancestral y lo
moderno, entre lo local y lo global, donde coexisten historias, memorias y espacios
que se funden en procesos profundos de socialización y producción de subjetividad
individual y colectiva.
1.2.3 Económica
Para la comprensión de la dimensión económica es necesario, antes de adentrarse en
discusiones sobre la economía como tal, identificar y reflexionar algunos conceptos
y nociones previas como progreso, desarrollo, capitalismo y modelo de desarrollo
neoliberal.
El progreso, entendido como todas las acciones de un individuo o comunidad sobre
sí misma o sobre otras, tendientes a mejorar sus condiciones de vida, ha existido
siempre y tomó en épocas anteriores a la modernidad otras formas y nombramientos
como dominio o superioridad del hombre sobre la naturaleza, explotación de
recursos, supervivencia, exploración o conquista, que eran a la vez dispositivos
y nociones teleológicas, y que se hallaban relacionadas con otros discursos como
el de la religión, la ciencia y la política. En la dimensión económica es importante
reconocer el significado del término “desarrollo” como la representación de progreso
que se tiene actualmente.
Es conveniente evitar la naturalización o el esencialismo de este concepto, como
“una práctica de definir y categorizar para ordenar y dar significado a la intervención
en una determinada realidad social, en suma, un ejercicio de poder” (Cejas, 2000:73
-74), a la manera en que actualmente opera dicha práctica, dando un salto de la
búsqueda del mejoramiento de las condiciones humanas como una necesidad, hacia
la implementación de estrategias de generalización, homogenización y objetivación
24
con el fin de producir sujetos gobernables (Cejas, 2000:75) y contextos adecuados
para la producción capitalista; en fin, que existe un desarrollo, pero han sido posibles
y son, otros desarrollos, entendidos estos como la búsqueda del ser humano más
equitativa por el mejoramiento de su existencia y la satisfacción de sus necesidades
existenciales.
Esta comprensión de la(s) noción(es) de desarrollo, permite ubicar tres lugares
del mismo: en primera instancia, el desarrollo como discurso o los discursos del
desarrollo, entendidos como la o las ideologías y las nociones de bienestar o avance
que proponen estrategias de acción y modos de ordenamiento socioeconómico; En
segundo lugar, lo factual del desarrollo o las prácticas del desarrollo, que vienen a
ser las implementaciones reales de aquellos discursos e ideologías y, en tercer lugar,
los sujetos del desarrollo o las formas de subjetividad fomentadas por el desarrollo,
que son por un lado, las concepciones de sujeto que se esconden tras los discursos
del desarrollo, y por otro, las diferentes formas en que tanto los discursos como
sus implementaciones generan respuestas en las poblaciones, como por ejemplo,
las propuestas alternativas -como los movimientos sociales por ejemplo- al modelo
establecido.
Entonces, tras todo ordenamiento económico, se oculta una idea de progreso, que
se configura en una forma de desarrollo, cuya versión en nuestro caso, y en la
mayor parte del mundo es el sistema capitalista, que ha alcanzado su forma más
“avanzada” en el modelo de desarrollo neoliberal. En este modelo, se parte de la
idea de que los sujetos individuales o colectivos son responsables de la generación
de sus condiciones de vida a partir de las posibilidades del sistema del capital y
que es a través de éste que se puede generar bienestar, pues posee unas leyes,
posee un equilibrio, un ordenamiento que posibilita la distribución de la riqueza;
la libertad es el máximo principio y esto aplica no sólo para la relación política
sino de mercado, por ello el Estado no debe intervenir, debe limitarse a generar
posibilidades de seguridad y administrar.
El ordenamiento económico es considerado por muchos autores como la dimensión
contextual más importante para el surgimiento y moldeamiento de la condición
juvenil. El orden social que se inició en la modernidad sentaba sus bases sobre los
marcos del Estado - Nación3
y del libre mercado, estableciendo una distribución más
o menos clara de las funciones de administración del Estado, cuidado de la población
y movilización y sostenimiento económico, lo cual, aunado al crecimiento de la
población, implicó la identificación y clasificación de los sectores poblacionales,
visibilizando a uno nuevo, la juventud, que empezó a ser adiestrado para ingresar a
la dinámica social y productiva.
3	 Los Estados-Nación son las formas modernas de organización social y política, que se caracterizan
por tener un territorio delimitado, una población vinculada a un cierto origen étnico y un gobierno,
cuyas funciones son garantizar la justicia, la defensa del territorio y el monopolio de las armas, así
como el bienestar de los habitantes.
	 Los Estados-Nación se crean, históricamente, mediante el tratado de Westfalia, al final de la guerra
de los 30 años (1648). Mediante este tratado se acaba con el antiguo orden feudal y se da paso a or-
ganizaciones territoriales y poblacionales definidas en torno a un gobierno que reconoce sus límites
espaciales, y por lo tanto, de poder.
25
CONTEXTOYCONDICIÓNDEJUVENTUD,Reflexionesparasucomprensión
Debido al crecimiento poblacional en el cual la juventud alcanzó su pico más alto,
el modelo de desarrollo establecido no ha logrado dar lugar a todos los y las jóvenes
y la idea de contenerles en la educación y en el tiempo libre mientras se preparan
para su acceso al mundo productivo se ha resquebrajado. Habría que decir que
posiblemente, no está en el interés del modelo dar solución a esta dificultad, ya que
por un lado, se parte de la idea de que en el establecimiento definitivo y óptimo
del modelo se generan daños colaterales o efectos secundarios y por otro, que la
responsabilidad no está como tal en el modelo, sino en la misma juventud que no
intenta adscribirse y hacer uso de las posibilidades que este tiene.
1.2.4 Política
La variable política como elemento para la comprensión de un contexto debe
tener en cuenta principalmente las transformaciones que en las últimas décadas
ha tenido no sólo esta noción sino su práctica. Si bien la política es entendida
básicamente como la preocupación por los asuntos de la ciudad, esta premisa griega
se ha venido configurando en unas ideas y formas de actuación social cuyos pilares
pueden rastrearse en el proyecto de la modernidad y en el surgimiento del modelo
Estado-Nación, al menos para nuestro mundo occidental.
Así, la política son todas aquellas relaciones que viabilizan el poder en un
conglomerado social, implica unas concepciones de mundo y sociedad, unas formas
de agrupamiento y unas estrategias y mecanismos para la difusión de las ideas y la
toma de decisiones. La política no debe ser entendida únicamente como el ejercicio
del poder gubernamental o la pugna por este, la participación en las maquinarias
de partido o el ejercicio del sufragio, sino, de manera más amplia, las diferentes
percepciones y relaciones de un individuo con la sociedad en la búsqueda del
establecimiento de condiciones de vida.
Esta última noción de la política es producto de las transformaciones históricas de la
misma; aunque en principio conserve la esencia del pensamiento de la polis griega,
éstas implican crisis, y para algunos autores, la estructura política actual presenta
una crisis que conlleva transformaciones. En efecto, para Nicolas Tenzer (Tenzer,
1992), existe una crisis general de la sociedad, expresada en un estado general de
perturbación y cuyo síntoma más significativo es la crisis de la política. Para Tenzer,
esta crisis se evidencia en dos aspectos: crisis de las ideologías que sustentaron la
política moderna (las teorías liberales y marxistas por ejemplo) aunadas a las ideas
de organización social, desarrollo y bienestar, y, en un segundo aspecto, la pérdida
del carácter colectivo de la política, que ha derivado hacia acciones excluyentes y de
interés individual o privado, profundizando estados de dominación.
Estadesvirtuacióndelapolíticaydelopolítico“generaunfenómenodefragmentación
social en el que lo público entendido como lo colectivo, se privatiza, se refuerza la
individuación de lo social, las representaciones colectivas en la esfera política se
desdibujan y cada día evidenciamos representaciones parceladas de lo social” (Sanin
2000:6). Sin embargo, este aparente desdibujamiento también puede leerse como
una forma emergente de la política en la contemporaneidad: lo público vivido desde
26
la individualidad, que permite el surgimiento de nuevas formas de relacionamiento
en lo social; ya no habría que tener una idea colectiva de lo público, ni participar
colectivamente o adhiriéndose a partidos políticos por ejemplo; la acción individual
genera representaciones colectivas también.
Consecuente con lo anterior, las transformaciones de la política en nuestro contexto
reciente, a partir de los tiempos de posguerra posterior a la segunda guerra mundial,
implican la comprensión de la tensión entre los proyectos capitalista y autónomo
o socialista, (tensión que explicaremos más adelante), aparentemente resuelta
después de la guerra fría y con la caída del bloque soviético, pero que subsiste en
los enfrentamientos y coaliciones estratégicas entre naciones que buscan evitar
la hegemonía norteamericana, no sólo en lo político sino en lo económico y de
contrarrestar o relacionarse en igualdad de condiciones con emporios económicos
transnacionales de gran poder.
Ligado a lo anterior, la relación entre política y mercado se ha transformado
al evidenciarse una mayor preeminencia del aspecto económico en la toma de
decisiones, lo cual ha generado el surgimiento de nuevos movimientos sociales
cuyas preocupaciones oscilan entre asuntos de orden local y global, o mejor
dicho, amparados en la conciencia de las problemáticas globales y del peso de lo
económico. Otra transformación importante en lo político, tiene que ver con una
mayor conciencia del pluralismo ideológico frente a la homogeneidad propuesta
por el proyecto moderno, generando una mayor tensión entre las propuestas
autoritarias y las democráticas, entre el totalitarismo y el pluralismo.
Ninguno de estos cambios fuera posible si no se dieran transformaciones en la
manera como la gente se concibe a sí misma, su idea de ser alguien en el mundo,
su identidad y su subjetividad y estas a su vez implican transformaciones en sus
maneras de relacionamiento. Así, la noción de la política, ha vivido ampliaciones
en la manera como se concibe, expresa y practica, haciendo uso de nuevos
medios y códigos, generando mecanismos alternativos y construyendo propuestas
independientes en lo individual y lo colectivo.
Se podría hablar de dos grandes tendencias en la concepción de la política y lo
político en la contemporaneidad, en las cuales, la población juvenil tiene una
participación cada vez más notoria. La primera de ellas hace referencia al surgimiento
de nuevos movimientos sociales y formas de participación y acción política que van
desde posturas extremas de transformación de todo el orden sociopolítico hasta
posturas que promueven la inclusión de otros discursos y formas de expresión,
haciendo énfasis en la visibilización de aquellos grupos poblacionales y aquellos
temas que tradicionalmente no fueron tenidos en cuenta como las minorías étnicas,
la mujer, y la población juvenil, y temas como la regulación del sistema de mercado,
la participación social y el cuidado del medio ambiente.
La segunda de ellas es la transformación y ampliación de la mecánica tradicional
más allá de los partidos originarios de izquierda y derecha o federales y centralistas,
o de tradición liberal o marxista, y de las formas de expresión y participación
representativa jerárquica, hacia formas de mayor acercamiento de y a la población,
27
CONTEXTOYCONDICIÓNDEJUVENTUD,Reflexionesparasucomprensión
que incluso retoman propuestas de la anterior tendencia mencionada, en las cuales,
el Estado (y los gobiernos) se ubican más cerca de la gente del común y facilitan su
acceso a los espacios de expresión y decisión a través de estrategias de organización
y participación social en las cuales se da la posibilidad de decidir sobre parte del
presupuesto o sobre aspectos de importancia menor en la dinámica social, pero sin
modificar en lo estructural el sistema.
La población juvenil, en tanto se moviliza en alguna de estas dos vertientes, ya sea
participando en movimientos de resistencia o manifestando su pensar político por
vías estéticas, ya sea agregándose activamente a partidos políticos o participando
en los escenarios facilitados por el Estado, desarrolla cada vez más, formas de
adscripción estratégicas que más que vincularse totalmente en una u otra, se
nutren de aquello que en cada una les sea útil a sus intereses. Esto, más que leerse
como una pérdida de principios o de integridad política, debe leerse como una
forma alternativa de participación o una búsqueda de medios más adecuados a sus
necesidades y realidades.
1.2.5 Sociocultural
Estadimensiónhacereferenciaalosdiferentesordenamientos,imaginarios,premisas,
prácticas y expresiones que surgen, configuran y delimitan el comportamiento de
un conglomerado poblacional. Lo sociocultural es una conjunción de los elementos
a través de los cuales una sociedad se organiza, tales como grupos, instituciones,
mecanismos de distribución y clasificación poblacional, etc y los elementos que le
dan un sentido y una expresión particular a estos. De acuerdo con Puig (1994), “la
sociocultura denota una manera de trabajar solo posible en contextos donde existan
relaciones cotidianas interpersonales e intergrupales, y en donde sus diferentes
culturas entren en diálogo e interrelación”. Además, “la sociocultura haría también
referencia a la expresión de la cultura de las comunidades y grupos. Desde esta
visión, la diversidad de voces y el pluralismo cultural devienen elementos inherentes
al hecho sociocultural” (Planas & Soler).Tanto los elementos tradicionales,
geográficos, materiales e inmateriales, como los elementos emergentes, foráneos,
innovadores son fuente de esta dimensión que se encuentra estrechamente
relacionada con las demás y que, al igual que éstas, posee una relación escalar,
es decir, es posible mirarla e identificarla en ámbitos o territorios pequeños, de
carácter local y en ámbitos más amplios, que hagan referencia a regiones o naciones
e incluso continentes.
En esta medida, se puede pensar que existen algunos elementos característicos y
determinantes de la dimensión sociocultural actual que permiten el establecimiento
de una nueva escena de carácter globalizado (globalizante), notoria en la urbes
de los países latinoamericanos y que supone una vivencia particular del espacio
tiempo contemporáneo, una realidad propia, que tiene su mayor expresión en las
generaciones jóvenes que se constituyen en sujetos que no solo la asimilan sino
que la producen. Estos elementos son: la mundialización, globalización de la cultura
o de lo cultural, los avances tecnológicos, el aumento de las fuentes y canales de
28
información y comunicación, la precarización de la sociedad por efecto del modelo
de desarrollo económico, las transformaciones en la relación Estado – Sociedad
Civil – Mercado, los procesos de movilidad y migración, la ampliación en el acceso,
expresión y producción cultural, el consumo y la reconfiguración y diversificación
de la idea de sujeto.
Mundialización, globalización de la cultura o de lo cultural: en donde la reivindicación
identitaria entra en tensión con la interculturalidad, las fuentes identitarias
locales se mezclan o hibridan con las foráneas, se producen expresiones culturales
desterritorializadas o reterritorializadas y en contacto con sus contextos de origen. Las
principales fuentes productoras de cultura y que por ende determinan las tendencias,
provienen de un exterior europeo o norteamericano y generan nichos de amplificación
en las grandes ciudades latinoamericanas, ante lo cual se producen fenómenos de
“glocalización”, es decir, de articulación o mezcla de lo local con lo global.
Los avances tecnológicos y su implementación en el mundo de la vida cotidiana:
la tecnología deja de ser el desarrollo de implementos para el avance científico e
industrial y se convierte en un elemento facilitador y vinculante de las relaciones
sociales y de la vida en general, introduciendo un nuevo campo social como lo es la
virtualidad y que a la vez que intensifica lo social genera exclusiones y marginaciones
por su relación con el mercado.
El aumento de las fuentes y canales de información y comunicación: de la mano con lo
anterior, los avances tecnocomunicacionales a partir del soporte digital y expresados
en la ampliación de la Internet, la televisión digital, la tecnología celular, y toda
una gama de dispositivos y formatos de transmisión e intercambio de información,
cuya tendencia es a fusionarse (radio en Internet, por ejemplo, acceso al cine o a la
televisión desde el celular, I phones, etc), permiten acceder a información de manera
amplia y rápida, a la vez que se genera una pérdida del sentido y la relativización
de la valoración de esta información. A esto habría que agregarle la posibilidad de
producción de información de cada individuo, independiente de las grandes fuentes.
Precarización de la sociedad por efecto del modelo de desarrollo económico: la
transformación de los procesos productivos en el marco del modelo de desarrollo
capitalista neoliberal, el paso de la industria fabril a la industria de servicios (de
la fábrica a la empresa), el borramiento de prácticas y tecnologías de producción
manuales o antiguas, y el poco control del Estado hacia las prácticas de la empresa
privada, disminuyó y especializó el espacio laboral restringiendo el ingreso a él,
generando competencia entre los empleados y perpetuando formas de esclavismo
con presentación mejorada, que conducen a la emergencia de formas de trabajo
en las cuales la empresa y el Estado se desresponsabilizan de la seguridad y el
sostenimiento del trabajador y de sus condiciones de trabajo (tercerización,
downsizing, outsourcing y teletrabajo, contratos de prestación de servicios o
freelance, integrales, etc,)4
, así como de la generación de empleos permanentes,
acrecentando el trabajo informal.
4	 Estos términos hacen referencia a las diferentes formas administrativas de la empresa privada y
pública de disminución de gastos como son las contrataciones externas sin vinculación laboral y
traslado de costos asociados a la producción hacia el consumidor o el entorno.
29
CONTEXTOYCONDICIÓNDEJUVENTUD,Reflexionesparasucomprensión
La demanda cada vez más alta de formación para el empleo genera espacios de
espera (moratoria educativa) sin acompañamiento estatal y social y transmite al
individuo la obligación de generar su propio empleo o la consecución de uno. Los
Estados intentan dar solución a esta problemática, ya no ofreciendo empleos de
choque sino formación de choque (mano de obra con calificación técnica, el obrero
del futuro). Esta situación hace que grandes cantidades de población no cuenten
con los ingresos mínimos necesarios para garantizar una calidad de vida adecuada
y acceder a las “bondades” del sistema, desconectándolas de la educación, la salud
y la cultura, aumentando la sensación de desprotección e impotencia, generando
atraso social y fomentando el establecimiento de una sociedad dual, que se mueve
bajo la lógica de inclusión/exclusión, o mejor, como plantea Ferrara, de reclusión/
exclusión del sistema (Ferrara, 2007) o del riesgo, como plantea Ulrich Beck, que
incluso va más allá de la incertidumbre planteada por el modelo de desarrollo y se
pregunta por el sostenimiento del planeta y de la especie humana.
Las transformaciones en la relación Estado – Población: Como consecuencia de lo
anterior, se generan distanciamientos, reacomodaciones y tensiones en la relación
entre los sujetos, el Estado (entendido este como estructura de gobierno) y el
mercado, que entra a convertirse en un tercero en la producción de lo social. Gran
parte de las necesidades básicas de los sujetos deben ser resueltas ya a través
de la relación con el sistema de mercado; y con el Estado, que cumple un papel
administrador y regulador más bien difuso, se discuten los asuntos de índole
político y de ordenamiento social. La dificultad estriba en que ambos asuntos no van
separados y los sujetos deben aprender a desenvolverse y desarrollar capacidades
y estrategias individuales y colectivas para relacionarse y garantizar sus derechos,
moviéndose entre la demanda a la empresa privada y la tutela al Estado, entre las
asociaciones de consumidores y las organizaciones sociopolíticas.
El consumo como estilo de vida: El consumo, entendido no sólo como el gasto
económico o la consecución de bienes y servicios, sino también como la destinación
del tiempo libre en participar de actividades que generan sentido de pertenencia
y granjearse objetos y bienes simbólicos ofertados por la industria cultural o el
mercado y que se hallan socialmente avalados, se convierte en el medio expedito
para garantizar el reconocimiento como sujeto y la inserción en el sistema
socioeconómico.
El consumo, más allá de los marcajes identitarios tradicionales, el conocimiento e
incluso el status social, se propone como el ideal del ser que además se encuentra
más cercano al viejo sueño de la sociedad de bienestar, premisa que sostiene su
paradigma: ser feliz. Es a través del consumo que es posible, de acuerdo con este
ideal, ser mejor, hacerse escuchar, generar cultura e incidir en la transformación
social. Así, el paso progresivo de la condición de ciudadanía a la de consumidor
aparece como nuevo escenario donde se resuelve lo político debido a los cambios en
el modelo económico. El consumo se propone como la forma moderna de ejercer la
ciudadanía, de generar sentido de pertenencia y de participación en redes.
Los procesos de movilidad y migración: La relación entre avance tecnológico, sistema
de mercado y mejoramiento infraestructural, conlleva a la generación de medios
30
de transporte más rápidos y eficaces, más rutas y conexiones y más destinos
interconectados, ya sea como centro de producción, de intercambio económico o
de atracción para el cumplimiento del sueño del bienestar. La movilidad tiene tres
vertientes: como estrategia del sistema de producción, como turismo y como opción
de supervivencia. En esta última, la movilidad implica la búsqueda de permanencia
en el lugar de llegada, que muchas veces es incierto. Ante las precarias condiciones
de algunos sectores geográficos, aunadas a la acuciante presencia de la guerra,
el hambre o la exclusión social, se generan procesos de movilidad y migración
voluntaria o forzosa. Estos procesos se dan no sólo a gran escala entre continentes
por ejemplo, sino de una ciudad a otra e incluso de manera intraurbana. Sobra decir
que la movilidad y la migración tienen efectos en las prácticas socioculturales de
quien vive en estas condiciones, ya sea generando ampliaciones en su espectro
cultural, hibridaciones de sus prácticas con las del lugar de destino que implican
borramientos del marco cultural de origen.
La ampliación en el acceso, expresión y producción cultural: en la medida en que los
sujetos colectivos o individuales viven en un contexto de mayor transformación y
acceso a las innovaciones tecnológicas que traen consigo información, tendencias
y discursos culturales foráneos y los procesos de sostenimiento socioeconómico
dejan espacio a la expresión vital sensorial, todas las formas y prácticas culturales
se alimentan, recrean y amplían a partir de estas nuevas fuentes. Una de las
características principales de este elemento es la entrada en crisis de los discursos
patrimonialistas, museificantes y en general proteccionistas o de conservación de
la cultura y lo cultural identitario. Se revisan las nociones de cultura patriarcal y se
amplía el marco de la memoria y la producción cultural material e inmaterial. En
consecuencia, otra característica es la posibilidad de creación y expresión que se sale
de los parámetros tradicionales de lo artístico y lo culto; cada sujeto puede pensarse
como productor cultural, ya no sólo desde la perspectiva de sujeto transformador
de su entorno con sus prácticas cotidianas, sino como ente activo, particularmente
desde las plataformas tecnocomunicacionales en las que puede generar video, audio
e imagen y promocionar acciones y discursos culturales. La expresión y producción
cultural ya no está únicamente en manos de profesionales.
Reconfiguración y diversificación de la idea de sujeto: A partir de los procesos antes
señalados el sujeto latinoamericano ha vivido una serie de reconfiguraciones en sus
formas de actuar, su noción de sujeto, su lugar en la sociedad y la manera como es
visto, organizado, producido e influenciado por los estamentos públicos y privados.
El sujeto Latinoamericano se piensa a sí mismo como ciudadano en unos aspectos
y como consumidor en otros, como adscrito o resistente al modelo de desarrollo,
que expande su derecho y su capacidad expresiva y sensorial con apoyo en las
tecnologías, que concibe la posibilidad de transformar y moldear su cuerpo incluso
con la inserción de dispositivos, que adquiere mayor autonomía en la producción
del discurso identitario al cual adscribirse, a la vez que se entrega ciegamente a los
parámetros de administración de lo vital generados desde el Mercado y el Estado,
que implementan estrategias de regulación e influenciamiento social y moldean el
comportamiento.
31
CONTEXTOYCONDICIÓNDEJUVENTUD,Reflexionesparasucomprensión
1.3 TENSIONES DEL CONTEXTO ACTUAL
La globalización, por supuesto, no es una única cosa, y los múltiples procesos que reconocemos
como globalización no están unificados ni son unívocos. Nuestra tarea política, argumentaremos, no
es, simplemente resistir a estos procesos, sino reorganizarlos y redirigirlos hacia nuevos fines.
Negri & Hardt. Imperio
La juventud en la pared. Manuel López. 2010.
La comprensión de la contemporaneidad, es decir, del contexto actual
latinoamericano, de acuerdo a como lo hemos planteado anteriormente, goza de
diversas clasificaciones, caracterizaciones y explicaciones, según el enfoque que se
proponga, cada una de las dimensiones antes expuestas puede adquirir un lugar de
preeminencia y considerarse el principal factor decisorio de las circunstancias.
Una de estas clasificaciones de las que hablamos propone dos elementos
comprensivos que estarían en la base de lo que se puede denominar contemporáneo;
ellos son complejidad y nuevo orden global. El primero hace eferencia a la generación
de diversos planos de diferenciación del sistema social en subsistemas particulares
que son autónomos y a la vez interdependientes entre sí, en la irrupción de una
pluralidad de significados y perspectivas expresados en la coexistencia de múltiples
y discontinuos códigos de comunicación y en la variedad de posibilidades culturales
y finalmente, en la creación de una conciencia de dicha complejidad que permite a
los sujetos identificarse en y hacer uso de ella (reflexividad) (Gleizer, 2007). Otro
tanto aporta el concepto de nuevo orden global, más conocido como globalización,
entendido como un sistema de producción e intercambio de bienes, así como
la preeminencia de tecnologías de la informática y la comunicación de alcance
32
planetario, la debilidad de los Estados - nación, y la creciente tendencia a generar
interrelaciones planetariamente abarcadoras.
Entonces, la comprensión de la contemporaneidad implica reconocer un giro en el
nombramiento de la época, el surgimiento de nuevas y diversas formas de pensar,
conocer y actuar cuyo fundamento es lo complejo, la generación de un nuevo
orden mundial o planetario producto de diferentes procesos de globalización, y
finalmente, la contextualización de las manifestaciones locales de estos fenómenos,
que en el caso nuestro significa, la identificación de las maneras como Colombia y
Latinoamérica se inscriben o participan de estas dinámicas.
Antes de adentrarnos en dicha identificación, es necesario recordar que la separación
que hemos hecho de las dimensiones del contexto es sólo teórica y que existe una
constante correlación e influjo de unas sobre otras; igualmente, en esta misma vía
de reflexión, es necesario tener en cuenta que estas dimensiones no son unívocas
y coherentes en su interior y entre sí; la mirada disciplinar histórica privilegió la
visibilización de tendencias, prácticas, discursos y acciones hegemónicas, es decir,
las más prominentes o aceptadas en un mismo territorio, lo cual no significa que
existieran otras; de hecho, una revisión de los acontecimientos históricos desde
esta perspectiva nos permitiría reconocer como hasta el denominado proyecto
moderno, que se presenta como unívoco y coherente fue producto de tensiones y
transformaciones en relación con las dimensiones que hemos desarrollado. Por ello,
consideramos esclarecedor intentar una comprensión de las dinámicas actuales en
este marco general de comprensión de la contemporaneidad a partir de los procesos
de globalización, como tensiones que se presentan debido a pugnas al interior de
sus dimensiones. Se debe hacer énfasis en el hecho de que usamos deliberadamente
el concepto de tensión, que implica el conflicto como un modo de gestión de la
tensión, y que comporta fuerzas en constante pugna a partir de las cuales surgen
nuevos órdenes y dinámicas socioculturales.
Una tensión que se evidencia en casi todos los órdenes del acontecer humano
actual es la que se da entre Globalidad y Localidad y que algunos autores
denominan como glocalidad, entendiendo esta como la manera en que esta tensión
se presenta o se resuelve. Esta tensión se genera a partir del encuentro entre modos
de vida, economías, modelos políticos, discursos sociales, culturas y desarrollos
tecnocientíficos generados desde los centros de poder con alcance planetario y las
formas de hacer locales, encuentro que se da, como se ha dicho, bajo el sistema
capitalista (y el modelo de desarrollo neoliberal) donde a pesar de la riqueza multi e
inter cultural que pudiese generar resulta casi siempre en condiciones de inequidad
y avasallamiento hacia las formas locales, lo cual es leído como “la constitución de
una nueva forma de soberanía supranacional, que no pertenece a ningún Estado-
nación y que configura un nuevo orden global al que se ha denominado imperio”
(Hardt, M y Negri T, citados por Escobar, 2007: 148).
Sin embargo, sería necesario tomar distancia de esta aparente visión apocalíptica
en la que toda subjetividad es producto de la biopolítica del denominado imperio
y desconoce la capacidad humana de resistirse y recrear su entorno social y donde
el futuro posible sería el arrasamiento de lo local, contrario a lo que algunas
33
CONTEXTOYCONDICIÓNDEJUVENTUD,Reflexionesparasucomprensión
subjetividades y acciones locales nos muestran, particularmente en las prácticas y
expresiones culturales y políticas juveniles que recrean y resisten los modos de hacer
y de vivir propuestos por modelos de desarrollo foráneos, tal como explicaremos
en el último capítulo. Preferimos leer esta tensión o las formas de resolución que
resultan de ella como hibridaciones socioculturales en las cuales no necesariamente
existen relaciones de dominación hegemónica de lo global sobre lo local, sino
formas dialécticas en las cuales se generan procesos de relectura y reacomodación
de los ordenamientos sociales y económicos pensados a gran escala y desde los
suprapoderes como procesos de resistencia a los avasallamientos de estos mismos.
La tensión de orden político, es la tención generada entre el proyecto de autonomía
y el proyecto capitalista. El proyecto de autonomía recoge todas las acciones sociales
generadas alrededor de los últimos doscientos años que intentaban consolidar a
nivel planetario la democracia como régimen en el que los sujetos, a partir de su
condición, son los el creadores de sus propias leyes y donde la premisa de que todo
puede ser posible mas no todo debe ser posible, es el marco para su autolimitación
(Franco, 2000).
Si bien a partir de los 60’s, (del siglo anterior) el proyecto autonómico debió dirigir
sus fuerzas hacia el cuestionamiento de las nacientes significaciones imaginarias
del capitalismo, con la caída del muro de Berlín a finales de los 80’s, se debilita
hasta casi desaparecer, permitiendo la preeminencia del proyecto capitalista y su
idea de que el crecimiento ilimitado de la producción y de las fuerzas productivas
(del consumo en su versión neoliberal) es la finalidad central de la vida humana,
Sin embargo, desde diferentes lugares del planeta y a través de estrategias sociales,
políticas y culturales se sigue buscando impedir la hegemonía del proyecto
capitalista o al menos equilibrar o matizar sus alcances. Esto último es evidenciable
en los Nuevos Movimientos Sociales de carácter ambientalista como Greenpeace o
Sea Shepherd e incluso los partidos verdes; de reivindicaciones étnicas y culturales
como los movimientos indigenistas latinoamericanos y de cambio en el orden
socioeconómico, como aquellas que promulgan el comercio justo (fair trade o
alternative trade).
Producto de las acciones del proyecto capitalista y sus alcances globalizadores,
cantidad de seres humanos se ven en condiciones de abandono y desamparo social
y carentes de las herramientas necesarias para insertarse en los flujos de producción
y beneficio del sistema, mientras otra cantidad logra, a expensas de la anterior,
alcanzar el bienestar en ellos o al menos mantenerse a flote, no sin pagar un precio
en su autodeterminación como sujetos. Esta situación de un afuera y un adentro del
sistema es expresada por la tensión entre Exclusión y Reclusión, (Ferrara, 2007) y no
por el par exclusión-inclusión, ya que no por estar dentro del sistema se es inmune
a los malestares generados por el modelo, donde uno de los más angustiantes es
la siempre presente posibilidad de ser arrojado afuera, sin mencionar los temores
y ansiedades que produce el estar recluido dentro del sistema, como el temor a la
soledad que genera la impersonalidad de las instituciones, el individualismo, así
como la amenaza de la violencia, la necesidad de consumir bienes y servicios para
seguir haciendo parte; en últimas, estar del lado “bueno” del sistema no implica
escapar a sus “males” o vivir en un mundo de bienestar.
34
La expansión globalizadora también tiene efectos en lo espacial que se expresan
en términos de tensión entre movilidad poblacional y delimitación territorial o su
versión inversa que es segregación poblacional y apertura territorial. El aumento en
los flujos de intercambio económico, las aperturas de fronteras entre comunidades
de naciones, el surgimiento de ciudades que atraen por su imaginada capacidad para
brindar bienestar y empleo, el mejoramiento de las estructuras de transporte que
acercan grandes distancias, los avances en las telecomunicaciones que posibilitan
el conocimiento y deseo de otras culturas, la creación de grandes centros de
poder en contraposición a la precarización de naciones enteras a causa de guerras,
hambrunas, gobiernos autoritarios, escasez de empleo e inadecuadas condiciones
de vida, motivan y generan posibilidades para la movilización de grandes cantidades
de población entre continentes, países y regiones creando flujos migratorios
masivos e individuales frente a los cuales las entidades de control migratorio, los
gobiernos y las sociedades responden con acciones y estrategias de delimitación
territorial, fortalecimiento de fronteras, segregaciones étnicas, afianzamiento de
identidades y todo tipo de filtros económicos, culturales y políticos que no pueden
ser implementadas de manera totalitaria, dado que parte de esas movilizaciones
benefician el sistema e incluso son esperadas o generadas por el mismo.
Tanto las poblaciones que permanecen en sus lugares de origen como las que
migran de manera voluntaria u obligatoria deben enfrentar una nueva tensión entre
el sostenimiento de su identidad cultural y la generación de formas transculturales,
producto del descentramiento territorial que se genera, ya que este conlleva en
sí un descentramiento cultural que implica la apropiación de nuevas formas
identitarias o la defensa de las propias y tradicionales, situación que podría poner
en riesgo la permanencia en el lugar de llegada o el acceso a sus beneficios y para
los que permanecen podría implicar la pérdida o transformación de sus referentes
tradicionales o de igual manera el no acceso a los beneficios del intercambio cultural.
En el ámbito de lo simbólico, la multiplicación de sentidos, de significados, de
imaginarios y discursos que circulan a través de los distintos sistemas sociales,
de los dispositivos mediáticos y de las instituciones, genera una tensión entre la
insignificancia y la profusión simbólica o el exceso de información y la importancia de la
misma, en la cual la persona se mueve en una constante búsqueda de significaciones
imaginarias sociales que le den sentido a la vida y el agotamiento del poder de los
significados que le suministra su entorno, que podría tener como consecuencia el
que ya nadie sepa cuales son los referentes adecuados para buscar información,
cuál es la información pertinente o verdadera y a partir de esta determinar “cuál
es su función en la sociedad, el sentido de esta y de su participación en la misma”
(Franco, 2000:7) o que el sujeto entre precisamente en un individualismo, un collage
de sentidos y discursos desde los cuales construir y deconstruir constantemente su
propio relato vital, condición que se ha dado en llamar nuevas subjetividades.
Semejantes condiciones de existencia en las que todo parece al alcance de la mano,
pero la mano se hace cada vez más corta, donde el mundo se divide entre las
posibilidades y los obstáculos, genera en los contextos sociales una cotidianidad
que es experimentada por los sujetos como una tensión entre sus condiciones de
riesgo y condiciones de seguridad que suelen estar separadas por una línea muy
35
CONTEXTOYCONDICIÓNDEJUVENTUD,Reflexionesparasucomprensión
delgada e invisible. Lo paradójico de tal situación es que tanto el discurso sobre el
riesgo como el de la seguridad son a la vez producidos y fomentados por el orden
globalizador del cual se derivan consecuencias ambiguas, pues el riesgo puede ser
interpretado como “efectos de un proceso de modernización que es eminentemente
benéfico y en cuyo seno los riesgos son legítimos” (Maluf, 2002:16) y la seguridad
como la consecuencia ideal de un nuevo orden que conlleva beneficios para todos
y cuyos efectos dependen del aprovechamiento de las oportunidades que genera.
Entonces, riesgo y seguridad hacen parte del sistema y éste debe ser asumido así.
Es necesario aclarar que acá la noción de seguridad no se refiere al bienestar o
a la protección, sino a estar alejado del peligro que representa todo aquello que
pueda ser una amenaza para la vida, desde el consumo excesivo de grasas, hasta las
acciones de terrorismo, generando discursos y prácticas de higienismo, sanitarismo,
autoprotección y blindaje, tanto físico como social, condiciones que el mercado
oferta y que son más viables de obtener a través del dinero que por derecho
ciudadano, pues la tensión que allí se produce debe ser resuelta, de acuerdo con el
modelo, por cada sujeto.
37
CAPITULO 2
CONDICIÓN DE JUVENTUD
Trazar un mapa de la condición juvenil latinoamericana plantea un importante desafío a las ciencias
sociales de nuestra época. La coexistencia de diferencias internas hace de la juventud una situación
de intercambios más que un espacio de referencias y visiones generacionales claramente discernibles,
como lo fuera en décadas anteriores. Pese a la difuminación que caracteriza el universo juvenil, hay
signos persistentes que ayudan a precisar la relación entre los jóvenes y el futuro de la región.
Marcados por la desinstitucionalización, el consumo y la informalidad, los jóvenes siguen subrayando
los modos en que la sociedad se renueva o reestiliza frente a lo político, lo social y lo popular.
Néstor García Canclini En: Nueva Sociedad, 200 | Noviembre / Diciembre 2005
Clan Meleth, Comunidad Cultural Mil Espadas. Medellín. Manuel López. 2010.
38
2.1 ¿CÓMO SE HA CONCEPTUALIZADO
LA JUVENTUD?
2.1.1 Sobre la conceptualización
Establecer un concepto que defina a la juventud puede ser un esfuerzo inútil si se
parte de la idea de construir una representación totalizante. Este intento puede dar
como resultado un discurso tan complejo y diverso como el mismo sujeto social que
pretende definir y por tanto de poca utilidad como referente para acercarse a este.
De otro lado, se corre el riesgo, como ha ocurrido en diferentes espacios académicos
y de la sociedad, de reemplazar la realidad por el concepto, siendo este último una
única representación o una síntesis de esta. A pesar de ello, han sido múltiples las
tentativas por generar una definición o una delimitación conceptual acabada de este
grupo social sobre las que vale la pena hacer una reflexión somera.
No es sólo el saber académico el que produce concepciones sobre la juventud y
no son sólo éstas, por ende, las que deben interesar, en tanto se puede afirmar
que toda concepción sobre la juventud es, en últimas, una representación social5
de ésta. Ocurre que hasta el estudio más juicioso puede hacer a un lado algún
contenido, forma particular o característica de la misma, o al contrario, priorizarla,
dependiendo ya sea del interés investigativo, el sector académico y social del que
éste provenga y la experiencia y la postura personal de quienes lo realizan. Es
necesario reconocer que existen diversos ámbitos desde los cuales se producen
estas definiciones y diferentes modos o maneras de generarlas.
Es necesario entonces, plantear una reflexión sobre el tipo de delimitación que se
quiererastrear,omejor,notarqueenelejerciciodedeterminacióndeloqueseentiende
por juventud, los sucesivos acercamientos han usado términos que provienen de
diferentes escuelas, disciplinas, ámbitos sociales, líneas epistemológicas o maneras
que plantean diferentes niveles de acercamiento y comprensión. Términos como:
concepto, concepción, definición, categoría, representación, e incluso otros, como
imaginarios, miradas, comprensiones, nociones son usados a menudo de manera
sinonímica o literal.
Otro elemento importante para la discusión es la migración del término y el
concepto de juventud hacia otras disciplinas y discursos sociales o la ampliación
de su alcance conceptual, pretendiendo abarcar con este toda la complejidad y
diversidad de la población que representa. Un ejemplo a este respecto lo brinda
Alvarado, quien apoyada en Manheim, nos propone el establecimiento de una
Sociología de la Juventud, entendida como “el campo sociológico encargado de
preguntarse por la producción de subjetividades y sociabilidades en el contexto de
la condición cultural juvenil” (Alvarado et al, 2009:85) y que tiene como uno de sus
supuestos el diálogo entre las teorías de las disciplinas sociales.
La historia del surgimiento de las delimitaciones disciplinares, termina delimitando
la conceptualización del fenómeno, en este caso, de la juventud; así, desde la
5	 La noción de representación social es explicada en las miradas sobre la juventud
39
CONTEXTOYCONDICIÓNDEJUVENTUD,Reflexionesparasucomprensión
medicina, la psicología, la historia, la pedagogía, la jurisprudencia, la antropología,
etc., se generaron acepciones y nociones de las cuales, la juventud, en tanto
concepto sociológico tomó más vuelo, acaso por referirse a los aspectos más
visibles de esta población, aunque algo similar ocurre con el concepto psicológico
de “adolescencia” (Este concepto en particular, es un buen ejemplo de aquel
riesgo señalado de convertir el concepto en la realidad, pues ya es de uso común y
generalizado la connotación patológica de este término para referirse a quienes se
les asocia a él). Esto sin olvidar la connotación ambivalente y peyorativa que desde
su surgimiento y a lo largo de los años ha venido adquiriendo el término “juventud”,
prestándose tanto para valoraciones positivas como negativas.
En este orden de ideas, para Pérez Islas (2008), la juventud es un concepto en
disputa, misma que nace desde la separación en tres vertientes de la concepción
moderna de la juventud que según el autor, funda Rousseau con su obra el
Emilio en 1762. Estas vertientes son la pedagógica, la psicológica y la social, que
desarrollaron caminos paralelos y a menudo distantes, sin mencionar, por nuestra
parte, los saberes biomédicos y jurídicos, generando la fragmentación del sujeto y
la discontinuidad y diversidad de enfoques que hemos planteado.
Finalmente, nos advierte Pérez Islas, en una reflexión sobre la veracidad y la
pertinencia de estos “saberes clásicos” que “lo importante no es el producto,
sino el proceso de dialogo que se establezca con ellos” (Pérez Islas, 2008:33). Por
tal razón, a la par de la comprensión de las preguntas contemporáneas sobre el
sujeto joven y el intento de acercarse a este rompiendo los moldes del enfoque
disciplinar moderno, desde la teorías críticas, la inter y transdisciplinariedad, no
se puede renunciar de plano a las posturas disciplinares ni a las teorías clásicas,
ya que es a partir de esta “disputa” y búsqueda conceptual que han sido posibles
las construcciones actuales. Acerquémonos entonces a unas nociones básicas de
algunas de las disciplinas y sus aportaciones más significativas al tema de juventud.
2.1.2 Las disciplinas sociales y humanas, las ciencias médicas y
sus acercamientos al tema de juventud
	 Psicología
La psicología es la disciplina encargada del estudio, comprensión y tratamiento
del comportamiento humano a partir de los enfoques que conciben la existencia
del psiquismo, de lo mental o del mundo interior. La psicología empieza a nacer
como disciplina a mediados del siglo XIX y debate su lugar entre las áreas sociales,
humanas, naturales y de la salud. Habría que diferenciar la psicología o las psicologías
de los discursos igualmente aportantes del psicoanálisis y de la psiquiatría.
En relaciòn con el saber sobre la juventud, la psicología propone la noción de
“adolescencia”, cuyo orígen dentro de las ciencias sociales y humanas y en particular
de la psicología, data de principios del siglo XX con la aparición en Norteamerica
del libro: “Adolescence, it’s Psychology and it’s relations to Psychology, Anthropology,
Sociology, sex, crime, religion and education” del psicólogo G. Stanley Hall. Sin
embargo, este hito histórico no puede olvidar los antecedentes que se remontan a
40
la paideia Helénica, pasando por J.J. Rousseau en el siglo XVIII hasta la Revolución
Industrial de finales del XIX, donde aparece la juventud como fenómeno social.
El término adolescencia, pretende designar en el ámbito psicológico lo que la
sociología observa a nivel social: las características y comportamientos de una franja
poblacional y las razones o causas de éstas. La adolescencia es entendida como una
etapa del desarrollo psicoevolutivo o bien como un estado del psiquismo. Estas
acepciones implican la noción de conflicto intrapsíquico donde todas las reacciones
comportamentales del adolescente son comprensibles desde la perspectiva de sus
elaboraciones de duelo, que no son más que defensas que le permiten la construcción
de un discurso propio que dé cuenta de su Yo y lo relacione con el mundo externo.
En otras palabras, la adolescencia es el surgimiento de una serie de conflictos que el
sujeto debe resolver para construir una identidad.
De acuerdo con Aberastury y Knobel (1984), dos palabras puedan englobar todo el
fenómeno de la adolescencia: pérdida y búsqueda, que en términos psicológicos se
corresponderían con duelo y elaboración, donde los duelos se deben a las pérdidas
del cuerpo infantil, del rol y la identidad infantiles, de los padres de la infancia y de
la bisexualidad latente y las elaboraciones se refieren a los mecanismos de defensa
antes mencionados y que se manifiestan en comportamientos como la tendencia
grupal, intelectualidad y fantaseamiento, crísis religiosas con oscilaciones entre el
ateísmo y el misticísmo, actitud social reivindicatoria con tendencias antisociales
o contestatarias, fluctuaciones en el humor y el estado de ánimo, desubicación
temporal y distanciamiento de los padres.
Sin embargo, dado que la psicología se divide en vertientes o corrientes disciplinares
diferenciadas, existen posturas y especificidades de su comprensión sobre el
fenómeno adolescente, por ejemplo, desde la psicología evolutiva y la cognitiva,
las cuales centran su atención en el desarrollo de las capacidades intelectuales y
morales del individuo y la forma en que estas son puestas en escena en lo social.
Igualmente, hace parte del interés de la psicología en la adolescencia, la
determinación de los estándares de normalidad y anormalidad desde los cuales
identificar lo patológico del comportamiento. La preeminencia de una noción de
adaptación asociada a los parámetros sociales y morales de la modernidad llevaron
a la psicología a construir una mirada prejuiciosa y peyorativa de la vivencia
adolescente que trascendió luego al imaginario social, postura que por fortuna ha
sido superada en el pensamiento psicológico contemporáneo. Ya Erikson a finales
de los 60’s plantea que “la adolescencia no debiera ser concebida exclusivamente
como una fase de desequilibrios; de hecho, el desarrollo evolutivo individual es
un proceso constante y continuo, por tanto los conflictos relacionados con la
configuración personal no son exclusivos de ninguna etapa del ciclo vital” (Erikson,
1982:82).
La relación entre las nociones de adolescencia y juventud se mueve entre el
uso sinonímico indiferenciado (y poco riguroso) y los intentos de acercamiento
interdisciplinar con la sociología, que introduce además, una diferencia en los tiempos
cronológicos de vivencia de ambos fenómenos, lo cual no es del todo exacto:
6. contexto y_condicion_juvenil
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  • 1.
  • 2.
  • 3. CONTEXTO Y CONDICIÓN DE JUVENTUD Reflexiones para su comprensión CUADERNO Nº 4 SERIE CUADERNOS DE ANIMACION SOCIOCULTURAL Manuel López García ALIANZA ESCUELA DE ANIMACIÓN JUVENIL Universidad Pontificia Bolivariana, Corporación Región, Comfenalco, Asociación Cristiana de Jóvenes ACJ- YMCA, Subsecretaría de Metrojuventud de la Secretaría de Cultura Ciudadana del Municipio de Medellín.
  • 4. Contexto y Condición de Juventud: Reflexiones para su comprensión Alcalde de Medellín Alonso Salazar Jaramillo Secretario de Cultura Ciudadana Luis Miguel Úsuga Samudio Subsecretario de Metrojuventud Yesid Henao Salazar Autor Manuel Eduardo López Garcia Psicólogo U de A. Magíster en Estudios Socio Espaciales INER - U de A. Coordinador Académico Escuela de Animación Juvenil Docente U de A. Corrección de texto Manuel López García Diseño e impresión Francisco Vélez. Producción Gráfica Editorial Mónica Sepúlveda - Escuela de Animación Juvenil www.animacionjuvenil.org – escuela@animacionjuvenil.org Medellín, octubre de 2010 ISBN: 978-958-44-7409-4 Todos los derechos reservados, se permite su reproducción citando la fuente Esta publicación se realiza con fondos de la Alianza Escuela de Animación Juvenil entre la Corporación Región, La Asociación Cristiana de Jóvenes ACJ, La Universidad Pontificia Bolivariana, la Caja de compensación Comfenalco y la Subsecretaría de Metrojuventud, de la Secretaría de Cultura Ciudadana de la Alcaldía de Medellín
  • 5. 5 TABLA DE CONTENIDO PRESENTACIÓN DE LA SERIE......................................................................7 PRÓLOGO ................................................................................................9 INTRODUCCIÓN ......................................................................................11 CAPITULO 1: CONTEXTO .............................................................................13 1.1 ¿QUÉ ES CONTEXTO? .............................................................................14 1.2 DIMENSIONES COMPRENSIVAS DEL CONTEXTO ACTUAL.....................15 1.2.1 Espacial........................................................................................15 1.2.2 Histórica.......................................................................................17 1.2.3 Económica....................................................................................23 1.2.4 Política.........................................................................................25 1.2.5 Sociocultural.................................................................................27 1.3 TENSIONES DEL CONTEXTO ACTUAL ....................................................31 CAPITULO 2: CONDICIÓN DE JUVENTUD...............................................37 2.1 ¿CÓMO SE HA CONCEPTUALIZADO LA JUVENTUD? ............................38 2.1.1 Sobre la conceptualización...........................................................38 2.1.2 Las disciplinas sociales y humanas y las ciencias médicas y sus acercamientos al tema de juventud........................39 2.1.3 Las disciplinas sociales y humanas: del esencialismo a la diversidad conceptual. ..........................................................53 2.1.4 La juventud entre la categoría y el concepto y entre la construcción y la producción.......................................................56 2.1.5 ¿Cómo entendemos joven, juvenil, juvenilización, juventud? Diferenciación conceptual............................................58 2.2 CÓMO SE PRODUCE Y DETERMINA LA CONDICIÓN JUVENTUD? .........69 2.2.1 ¿Qué entendemos por condición de juventud?..............................69 2.2.2 Variables configurativas de la condición de juventud....................71 2.2.3 La autoproducción........................................................................87
  • 6. 6 2. 3 ¿CÓMO SE MIRA LA JUVENTUD?............................................................90 2.3.1 Referentes de lectura de la condición de juventud ........................90 2.3.2 Ocho miradas sobre la juventud...................................................91 CAPITULO 3: PRÁCTICAS JUVENILES Y FENÓMENOS EMERGENTES COMO VÍAS DE TRANSFORMACIÓN SOCIAL.................103 3.1 TRANSFORMACIONES DE LAS PRÁCTICAS EXPRESIONES Y CONSUMOS CULTURALES.................................................................114 3.1.1 Hibridación ................................................................................115 3.1.2 Extremismo y excesividad ..........................................................117 3.1.3 Resignificación............................................................................118 3.1.4 Complejidad ..............................................................................118 3.2. TECNOLOGIZACIÓN Y VIRTUALIZACIÓN COMO SOPORTE DE RELACIONAMIENTO Y CONFIGURACIÓN SUBJETIVA ....120 3.3 AMPLIACIÓN DE LA PERCEPCIÓN Y LA FUNCIÓN CORPORAL ...........124 3.4 TRANSFORMACIONES DE LA EXPERIENCIA SUBJETIVA - MODOS DE PRODUCCIÓN DE SUBJETIVIDADES...................................126 Glosario ............................................................................................131 Fuentes de referencia...............................................................................133 Quién es el autor.....................................................................................138
  • 7. 7 SERIE CUADERNOS DE ANIMACION SOCIOCULTURAL “Es el momento de poner en práctica propuestas pedagógicas que no enseñen a guardar silencio sobre lo que se piensa o se siente. Es hora de hacer realidad las pautas que no enseñan a fingir, que piensan, participan o sienten. Llego el tiempo de impulsar una práctica y una teoría pedagógica que forme en la convivencia desde el reconocimiento y la palabra” Alfredo Ghiso La Alianza Escuela de Animación Juvenil de Medellín, en su interés por aportar a los procesos de fortalecimiento de las acciones públicas y privadas con la población juvenil, que realizan instituciones y organizaciones, presenta la Serie Cuadernos de Animación Sociocultural, que propone un marco conceptual, metodológico y experiencial desde la Animación Sociocultural (ASC) como una práctica pertinente para la intervención con la juventud. Esta serie recoge en buena parte la experiencia formativa y los aprendizajes obtenidos por su equipo docente y operativo en sus primeros 10 años. Esta Serie de cuadernos en cada uno de sus números se acerca de manera crítica, reflexiva y propositiva a temas como la praxis de la Animación Sociocultural con jóvenes, teoría y referentes de la ASC, herramientas de trabajo con jóvenes, Contexto y Condición de juventud, Políticas Públicas de Juventud y enfoques de intervención con jóvenes. De acuerdo al espíritu de la Animación Sociocultural, estos cuadernos no pretenden convertirse en fórmulas o guías establecidas para la intervención e interacción con jóvenes, sino servir como referentes temáticos y metodológicos que deben ser constantemente reflexionados y contextualizados, acorde a las dinámicas, intereses y realidades contemporáneas así que, más que puntos de llegada son puntos de partida para la acción.
  • 8.
  • 9. 9 “Juventud, divino tesoro, ¡ya te vas para no volver! Cuando quiero llorar, no lloro... y a veces lloro sin querer”. (Rubén Darío. Poeta nicaragüense) Escribir sobre la juventud y las y los jóvenes, nos toca. Sí, nos toca hacerlo y nos toca al hacerlo. No podemos perder de vista que a muchos, ese ideario se nos ha escapado como lo hacen las burbujas de jabón, se nos aparecen frente al rostro maravillado con el que las contemplamos y luego, sin darnos apenas cuenta, se desvanecen cual esperanza ilusoria. Los que somos adultos, vemos la juventud con retrovisor. Pero también, los más atrevidos la vemos cara a cara. Por eso nos toca, la sentimos respirando en el cuello, estorbando en nuestro zapato, hurgando nuestros pantalones, mancillando nuestras credulidades. Nos toca por doquier, sin remedio: habita con nosotros y a nuestro pesar, pues ella, la juventud, metáfora de lo indecible, nos gobierna el alma y nos cuestiona la existencia. Por ello, escribir acerca de la juventud, tiene por complemento la lectura, allí se constituye su significado. Empero, tiene por condición las experiencias. Unas, las de la calle, dónde se produce cualquier referente empírico de juventud. Otras, las del estudio y la discusión (que también puede hacerse, y ojala, en la calle). La reflexión, la lectura cuidadosa, el debate abierto, la participación en escenarios de construcción y deconstrucción de ideas, las andanzas con las y los jóvenes y con los no jóvenes, el trabajo educativo de y con jóvenes y la búsqueda de respuestas inacabadas pero entusiastas; todo ello foguea al que escribe sobre la juventud. Simultáneamente, sentir a las y los jóvenes como una causa, asumir que la “realidad juvenil” merece comprensión y crítica, no escapa a las pasiones. Esta es una virtud del autor. Por eso Manuel, y con él la Escuela de animación Juvenil, es una voz indicada para dar cuenta de la necesidad de fundamentar que la juventud es una condición, y eso es lo que trata de hacer en el presente texto, no sin algunas tendencias discutibles. Una de ellas llama la atención: el exceso. Pero, ¿por qué cuestionar el exceso, si ello es la materia prima de la pasión juvenil? No por excesivo, el texto pierde candor. Por ello, estimado lector-a, le invito a que se adentre con juicio y pasión, en los laberintos conceptuales acá expresados, dotado en la medida de lo posible de una actitud deliberativa, inquieta. El texto no es para ser consumido, es para ser degustado, con ardor, ardor juvenil, para que él mismo diga más de lo que dice, pues lo que hay que decir, sobre las y los jóvenes, sólo lo logra su estudio respetuoso y crítico. ¡Adelante! Carlos Darío Patiño Gaviria Sociólogo y magíster en Educación. Docente – investigador de la Universidad San Buenaventura. Coordinador de la línea de investigación en psicología social USB. PRÓ-LOGO Y PRO-SIENTO
  • 10.
  • 11. 11 INTRODUCCIÓN “No sin desconfianza acepta uno escribir otro articulo más sobre la juventud. La literatura sobre la “inquietud” contemporánea aumenta cada semana, cada día, cada hora. Gran parte de ella refleja una profunda inquietud en los adultos, un estado traumatizado, de hecho, que busca la catarsis en apresurados intentos de asegurar el control intelectual sobre un sorprendente curso de acontecimientos. Las conclusiones alcanzadas, por lo tanto, tienden a volverse anticuadas durante el periodo mismo de publicación”. Erik Erikson, Sociedad y Adolescencia, 1972 Escribir un texto que presente elementos de comprensión del contexto y de la condición de juventud supone un punto de partida fundamental: es difícil pensar la juventud sin analizar las dinámicas sociales de las que hace parte, premisa que aplica tanto para la lectura de los antecedentes históricos como para los fenómenos contemporáneos de este grupo social. Igualmente, resulta casi imposible entender nuestra realidad actual sin pasar por el tema de la juventud, o mejor, una revisión de las dinámicas juveniles sería una lectura de nuestra actualidad. Este texto hace una síntesis de las diferentes dimensiones y concepciones actuales sobre juventud, con el ánimo de plantear líneas desde las cuales se pueda construir o actualizar la mirada frente a este grupo social e identificar cuál es el estado de la juventud en Latinoamérica y desde allí pensar, como se propone en los anteriores cuadernos de esta serie, en relación con la Animación Sociocultural u otros marcos de intervención, las maneras más apropiadas de interactuar con ellos y ellas y garantizar sus derechos y su vida. Este texto gira en torno a algunas ideas básicas, que se proponen como supuestos para la reflexión en torno a la condición de juventud; entre ellas destacamos:  Es necesario inicialmente tener claridad sobre el contexto contemporáneo, sus antecedentes, características y tendencias.  Los términos juventud, jóvenes y juvenil, así como juvenilización no son iguales. Cada uno hace referencia a un aspecto diferente de la condición de juventud.  La condición de juventud se entiende como un referente de análisis que permite reconocer y analizar los modos de producción social de una población juvenil particular.  La juventud comporta un capital simbólico y cultural que refleja, amplifica, metaforiza y resignifica las tendencias del mundo actual a la vez que se convierte en la creadora y portadora de nuevas subjetividades.  El mundo adulto ha generado estrategias de relacionamiento, control y regulación del mundo juvenil. Desde el adultocentrismo, la reglamentación de la participación y la expresión social, hasta el panoptismo de lo juvenil y la juvenilización.
  • 12. 12 A partir de estas ideas, en el primer capítulo, desarrollaremos las dimensiones comprensivas del contexto, que aunque parezca alejado de “lo juvenil” se constituye en el principal referente de análisis de la condición de juventud. En un segundo capítulo, nos adentraremos en las discusiones sobre la conceptualización, la determinación y el análisis de la condición de juventud, intentando llegar a una síntesis y una propuesta de unos marcos para su lectura. Finalmente, propondremos unos fenómenos emergentes en la condición juvenil y unas líneas de reflexión en torno a esta población. Sea esta la oportunidad para agradecer a todos mis amigos y amigas de la Alianza EAJ y de la vida, quienes con paciencia soportaron mis monólogos durante la elaboración de este texto y amorosamente aportaron su saber, en especial a Mónica Sepúlveda y su tesón para impulsar este sueño y a Julieth Alejandra Londoño, por su complicidad y reflexividad crítica. A la juventud latinoamericana. Manuel E. López Garcia. Medellín, Febrero a Octubre de 2010
  • 13. 13 CAPITULO 1 CONTEXTO La máquina acosa a los jóvenes: los encierra, los tortura, los mata. Ellos son la prueba viva de su impotencia. Los echa: los vende, carne humana, brazos baratos, al extranjero. La máquina, estéril, odia todo lo que crece y se mueve. Sólo es capaz de multiplicar las cárceles y los cementerios. No puede producir otra cosa que presos y cadáveres, espías y policías, mendigos y desterrados. Ser joven es un delito. La realidad lo comete todos los días, a la hora del alba; y también la historia que cada mañana nace de nuevo. Por eso la realidad y la historia están prohibidas. Eduardo Galeano. Días y noches de amor y de guerra. No disparen. Donaldo Zuluaga V. El Colombiano. 20 de mayo de 2002.
  • 14. 14 1.1 ¿QUÉ ES CONTEXTO?1 Creer que los fenómenos sociales son espontáneamente producidos o no tienen relación con las condiciones de la época o el lugar donde ocurren es una idea equívoca. Las reflexiones disciplinares y la experiencia investigativa han demostrado que son precisamente estas condiciones y posibilidades las que determinan o influencian el surgimiento de maneras de comportamiento social, de movilizaciones masivas o de cambios en las formas como un conglomerado se mueve en el mundo y produce su entorno. Estas condiciones y posibilidades son las que acá llamamos contexto, aludiendo al tejido, al entramado de características tanto positivas como negativas, potenciales o dificultosas de un lugar en un momento determinado de la historia. Estas condiciones pueden generarse y a la vez, leerse desde diferentes dimensiones, que a la postre se han convertido en líneas de desarrollo del conocimiento sobre lo social. Estas son la espacial, histórica, sociocultural, económica y política. Igualmente es importante para la determinación de un contexto, la comprensión y lectura de las características geofísicas de la región o lugar en el que vive la población que se quiere reconocer. Un contexto por tanto, puede tener también una dimensión escalar, puede ser macro, meso y micro, escalas que no necesariamente se relacionan con tamaños geográficos a nivel mundial, regional o local, sino también con el alcance interpretativo que se pretende; en últimas, la lectura de un contexto debe dimensionarse, tanto espacial como temporalmente en una relación dialéctica de sus contenidos, ya que los fenómenos sociales, económicos y políticos son una consecuencia de esta relación, que se mueve tanto en el espacio como en el tiempo, es decir, posee escalas o dimensiones, es histórica y además puede ir de lo individual a lo colectivo, de lo local a lo mundial, de lo macro a lo micro. Esta comprensión teórica desarrollada por M. Santos (Santos, 2000), implica una consideración que es a la vez un signo particular del contexto mundial actual y es, la tendencia, cada vez mayor, de interrelación e influjo de las características de una escala en otra, o sea, la posibilidad de que aspectos macrocontextuales influencien o determinen aspectos micro y viceversa; esto, en última instancia, es lo que se ha dado en llamar globalización. Contextualizar es entonces establecer relaciones entre lo histórico, lo espacial, lo político, lo cultural, etc., para comprender qué influencia o determina el surgimiento de un fenómeno social específico o qué hace posible su aparición con unas características particulares. 1 Algunas de las reflexiones de este apartado fueron inicialmente planteadas en: López, M. & Sepúl- veda, M. (2010) Mil espadas, mil espacios: Prácticas espaciales juveniles emergentes en Medellín: afianzamientos y rupturas en la sociedad contemporánea, INER, U de A, Medellín.
  • 15. 15 CONTEXTOYCONDICIÓNDEJUVENTUD,Reflexionesparasucomprensión 1.2 DIMENSIONES COMPRENSIVAS DEL CONTEXTO ACTUAL 1.2.1 Espacial A lo largo de la historia del pensamiento moderno, y en particular de las ciencias sociales, el componente temporal ha ocupado un lugar de preeminencia como variable para la lectura, comprensión y organización de los fenómenos; la “Historia”, el historicismo, la historiografía y en general la pregunta por el cuando se convirtieron en el eje explicativo de las teorías sociales, relegando a un segundo plano la reflexión por el dónde, por el espacio y todas sus acepciones materiales e inmateriales (lugar, territorio, nación, por ejemplo). De esta manera, el pensamiento de la modernidad convirtió al espacio en un subordinado del tiempo, y a este en el “núcleo de la historia, estructurante de la memoria y el ritmo social” (Piazzini, 2006: 55), lo que permitió incluso que el control político del espacio se hiciera posible mediante el ordenamiento del tiempo. Esta comprensión política y teórica del mundo, fue uno de los fundamentos ontológicos del pensamiento moderno que desde entonces, y hoy por hoy, hace que percibamos aquellos lugares o dinámicas sociales alejadas de los centros de mayor despliegue tecnológico, urbanístico o civilizatorio, no como otra cultura u otro lugar, sino como “atrasados” en el tiempo, premisa teleológica que posibilitó las acciones de colonialidad Europea sobre nuestro territorio y desde la cual se generaron los ordenamientos sociales que hoy conocemos. Sin embargo, con los avances en la física einsteniana, que han demostrado la estrecha relación entre estas dos dimensiones, su inseparabilidad, y con el cambio propuesto en el paradigma social por las teorías críticas que cuestionan los fundamentos dualistas científicos de la modernidad, han surgido, aunque aún como edificios conceptuales separados y con débil articulación, reflexiones en torno al fundamento espacio-temporal de los fenómenos. Estas revisiones de la teoría social han permitido una mayor visibilidad de lo espacial, entendido no como un contenedor material sino como la dinámica en la que se produce lo social y como producto de lo social mismo, que implica tanto elementos de tiempo como de lugar. A partir de estas comprensiones es posible pensar no sólo un tiempo sino un espacio social, el cual es susceptible de analizar a partir de las variables históricas, culturales, materiales y físicas en las que se produce. Así, elementos que antes eran despreciados por la comprensión temporal como la identidad, la cultura, las delimitaciones territoriales y los marcajes discursivos y emocionales de un lugar, son entendidos hoy como necesarios para la contextualización de un fenómeno. Desde este marco de análisis, podemos identificar características de la espacialidad social contemporánea o, si se quiere, algunos fenómenos actuales del espacio social. Uno de ellos es, de suyo, la mayor visibilización del espacio tanto en su índole material como inmaterial. Desde los avances tecnocientíficos que posibilitan la medición, reconocimiento y delimitación total del globo terrestre (Google Hearth,
  • 16. 16 gps, etc) hasta las demandas sociales por espacios de representación y expresión social, la noción de espacio adquiere mayor vigencia e importancia; el espacio público es un buen ejemplo, ya que en este se combina lo material e inmaterial, pues hace referencia tanto a algunos lugares del espacio urbano como al discurso sociopolítico de deberes y derechos que lo alienta. Otra característica es la intensificación y compresión del espacio, que consiste en que cada vez hay mayor concentración de los usos, verticalización arquitectónica y estructural y superposición de dinámicas en un espacio físico determinado. Las ciudades generan dinámicas de centralización de los servicios y de agregación y organización social. Como consecuencia de esta característica, una reacción espontánea es que se hace necesario buscar nuevos espacios, físicos y sociales generando procesos de expansión espacial; surgen nuevos centros urbanos al interior de las ciudades o en las afueras, ciudades o espacios urbanos intermedios son equipados o rediseñados. Se crean incluso, ciudades nuevas con una vocación específica, turística, de servicios, de producción o se generan espacios de encuentro, intercambio, organización y participación social alternativa, diferentes a los tradicionales. Cabe anotar que estos procesos de expansión, que se encuentran en la base de la globalización, no son homogéneos ni horizontales, intereses de índole político y económico movilizan la instalación o no de equipamientos y la visibilización o no de espacios sociales. Como resultado, aún al interior de una ciudad, pueden darse sectores con mayor nivel de desarrollo y otros en casi completo abandono. Al no existir ya una sola comprensión del espacio, este es diversificado tanto en su aspecto físico como en el social e incluso temporal; diferentes espacios coexisten en un mismo lugar, los espacios generan temporalidades de acuerdo con las dinámicas sociales, los usos se multiplican y se superponen (Foucault, 1997). La virtualidad aparece como un espacio nuevo que rompe con las temporalidades y las espacialidades fijas, espacio de espacios omnipresentes (siempre y cuando se tenga acceso a este). Vale decir, que esta percepción de la diversidad espacial esta muy ligada a la experiencia vital de los sujetos, aspecto en el cual los y las jóvenes destacan, pues son en particular, generadores de espacios y tendientes a hacer usos diferenciados de espacios predeterminados, como por ejemplo el espacio educativo. Es por ello que la juventud se ve a menudo enfrentada al mundo adulto institucional, pues su percepción del espacio es múltiple y alternativa; los estadios de fútbol son escenarios de reivindicación identitaria, el tiempo para la producción no precede al de la fiesta y la virtualidad genera otros canales y formas de encuentro. Finalmente, en tanto se genera una mayor visibilización del espacio físico y social, la concentración y densificación poblacional de las ciudades aumenta la demanda y uso del espacio físico disponible, los intereses estatales o privados propenden por el control de los mismos y los espacios sociales de representación se organizan, surgen luchas por el espacio, visibles a partir de las tensiones sociales y la manifestación violenta de los conflictos, pero también en la creatividad cotidiana de los sujetos y de los colectivos para garantizar su espacio. Desde la delincuencia juvenil, los paros y marchas en contra de medidas estatales, los grupos en facebook a favor o
  • 17. 17 CONTEXTOYCONDICIÓNDEJUVENTUD,Reflexionesparasucomprensión en contra de casi todo, así como los procesos alternativos de organización social de índole político o cultural, hasta la manera como cada individuo hace uso de su celular o enfrenta los conflictos cotidianos de la vida diaria, son un ejemplo de ello. Todo lo anterior nos permite entender el espacio como una producción social en la que intervienen no sólo las grandes instituciones y los poderes estatales y del mercado, sino también las prácticas socioculturales de los individuos y los colectivos sociales, y que comporta lo físico-material, lo temporal-histórico, lo social-cultural, lo político y lo económico, dimensiones de las cuales, sin embargo, se puede hacer lecturas específicas. 1.2.2 Histórica La comprensión de la dimensión histórica del contexto no debe limitarse, por un lado, a la referenciación cronológica de acontecimientos, ni al establecimiento de hitos que marcan el acontecer social, lo cual sería historicismo, y por otro, a la comprensión de lo acontecido como un fenómeno dado que es posible de narrar y entender a partir de los discursos oficiales que determinan la manera en que esta ocurrió, lo cual sería “La Historia”. Más bien, la historia debe ser pensada como la reflexión (apoyada en acontecimientos históricos y en los discursos oficiales, entre otros) sobre la manera y el por qué se han generado transformaciones sociales y qué denominaciones han recibido estas épocas, así como las percepciones y efectos de estas transformaciones. Dos nociones son importantes para esta reflexión: modernidad y contemporaneidad. La modernidad es una noción que hace referencia inicialmente a una etapa determinada de la historia y que en su espectro más amplio podría rastrearse a partir del siglo XV hasta nuestros días. Sin embargo, para algunos autores como Habermas (Habermas, 2002), la modernidad es ante todo una percepción estética un modo de habitar, pensar y comprender el mundo y reconocen un proceso de configuración de diferentes momentos y sentidos del término. Esta medición de tiempo es producto de la reflexión del ser humano sobre su entorno y sobre sí mismo, en particular impulsada desde Europa como principal centro civilizatorio y hegemónico. Es así como una serie de pensamientos, descubrimientos, posturas y configuraciones sociales, políticas, culturales y de conocimiento, son leídos a posteriori como un giro, un avance, un cambio, -a menudo un logro- en el proceso de comprensión y denominación del ser humano y del supuesto distanciamiento de este con la naturaleza y con Dios. La modernidad como proyecto social tiene sus primeros antecedentes entre 1400- 1650, en el denominado Renacimiento, cuando ideas de autonomía y búsqueda del conocimiento surgen en la Florencia italiana; es la época cuando Galileo Galilei demuestra que la tierra no es el centro del universo, haciendo tambalear el dogma religioso. Igualmente, ideas de respeto y recuperación de lo antiguo Romano y Griego, así como la contemplación de la naturaleza se pusieron en boga. Luego en Inglaterra y en la misma Francia entre los años 1650 y 1800, a partir de las
  • 18. 18 numerosas y atroces guerras de religión que se presentaron en Europa, una serie de ideas de tolerancia ante la diversidad de la fe, y otras en las que la razón aparecía como el elemento que une a la especie humana empezaron a surgir de la mano de Condorcet y otros filósofos, que afirmaban que la razón es la única forma de llegar a la objetividad, que nada es creíble si no es comprobado por medio de la racionalidad, y el saber humano de las artes y las ciencias haría libres y felices a los hombres. El proyecto de la modernidad es entonces el de la racionalidad que permite establecer un equilibrio en la distribución de los poderes laicos y eclesiásticos, entre el lugar de la razón y el de las emociones, entre lo divino y lo terreno. Otra serie de ideas en torno a la libertad, la justicia, la condición humana y en general, de todos los aspectos de la civilización se derivaron de estas, lo que permitió además, que los conocimientos y la capacidad técnica aumentaran. Se consolidan entonces una serie de premisas que han posibilitado y sostenido el orden occidental hasta nuestros días: el predominio de la razón, la autonomía del sujeto, la ciencia al servicio del hombre, la generación de Estados ligados a una identidad nacional, el dualismo en el pensamiento, la disciplina en el comportamiento social, el libre mercado y la posibilidad de generar en el futuro una sociedad de bienestar soportada en estas ideas, que entran en crisis en el siglo XX. Lo anterior implica comprender la modernidad, ya lo hemos dicho, más que como una serie de acontecimientos y dinámicas históricas y sociales, como una manera, un modo de pensar, entender y producir el mundo. La modernidad en tanto concepto es entonces construida a posteriori, surgió a partir del siglo XIX. La diversidad de enfoques acerca del desarrollo de esta época y de sus componentes (estético, cultural, político, filosófico, epistemológico), han permitido la proliferación de definiciones que ponen que hacen énfasis en sólo algunos de ellos. Habermas plantea que el rasgo común de la modernidad es una conciencia transformada del tiempo, que se expresa por la vanguardia, pero que en realidad es una exaltación del presente: “La modernidad estética se caracteriza por actitudes que encuentran un rasgo común en una conciencia transformada de tiempo. (…) Pero este avanzar a tientas, esta anticipación de un futuro indefinido y el culto de lo nuevo significan de hecho la exaltación del presente” (Habermas, 2002: 19). Para Foucault, a partir de Kant, la modernidad se correspondería más que con una época, con una actitud, un giro en la manera como el ser humano y la sociedad comprenden el mundo y los parámetros que utilizan para ello, donde lo actual cobra mayor importancia que lo tradicional o anterior. Sin embargo, a partir de sus búsquedas de la comprensión de las relaciones de poder y saber, el autor propone reconocer en la modernidad, la época en la que se instauran formas de poder y se operacionalizan los dispositivos que el autor nombra como biopolíticos (las formas de gobierno, las relaciones estratégicas y los estados de dominación y las prácticas de estructuración y control social), que se expresan en la población y en la corporeidad humana (Foucault, 1999). A su vez, Arjun Appadurai habla de la “modernidad desbordada”, y propone una reflexión en torno a cómo ésta es reformulada por efectos de la globalización y que
  • 19. 19 CONTEXTOYCONDICIÓNDEJUVENTUD,Reflexionesparasucomprensión más “que un proyecto incompleto, como sostiene Habermas, la modernidad es vista como entrando en una nueva etapa donde grandes flujos reestructuran la vida de las sociedades en el conjunto del planeta, en particular el flujo migratorio y el de la información. Pero donde, además, el trabajo de la imaginación se ha vuelto central” (Appadurai, 2001:11). Entonces, hablar de modernidad implica problematizar sus referentes teóricos y epistemológicos, sus premisas ideológicas. La modernidad no es entonces sólo una época, que para algunos ya ha terminado y para otros se ha transformado, sino que es una actitud y una percepción del mundo aún vigente en gran medida, que rechaza o resignifica aquello que no está de acuerdo con sus parámetros y en la cual se genera una ordenación del mundo. Incluye también modernismo y modernización y por supuesto, colonización, ya que estas ideas fueron posteriormente impuestas a través de los procesos de descubrimiento y conquista, no sólo en América, sino en otras regiones del planeta. Igualmente, la Contemporaneidad puede ser entendida como una época que hace parte de la alta modernidad y que inicia para algunos autores en los tiempos posteriores a la revolución francesa, y para otros, en los tiempos de posguerra de la segunda guerra mundial. Mejor, la contemporaneidad debe ser la reflexión sobre los acontecimientos actuales y su efecto sobre lo social, en relación con los antecedentes históricos. Más allá de la determinación del nombre adecuado para la situación actual: modernidad, antimodernidad, (Habermas, 2002), postmodernidad (Lyotard, 1987), desmodernidad (Touraine, 1997), sobremodernidad (Augè,1999), modernidad desbordada (Apaddurai, 2001), modernidad reflexiva (Lash,1994), segunda modernidad (Beck, 2002), todos ellos producidos en el marco del pensamiento intelectual Europeo o Norteamericano, parece más pertinente la comprensión del tiempo-espacio que se está viviendo y la identificación de los factores de transformación que están configurando la concepción del mundo y de sí misma que tiene Latinoamérica, a partir de los autores que han rastreado su modernidad contextualizándola y espacializándola2 en los estudios culturales y poscoloniales: Néstor García Canclini, Jesús Martín Barbero, Renato Ortiz, Walter Mignolo, Santiago Castro, Arturo Escobar, Denise Najmanovich, entre otros, pensadores y pensadoras todos latinoamericanos, los cuales se proponen como referentes conceptuales y contextuales para entender la contemporaneidad: La civilización que creyó en las certezas definitivas, en el conocimiento absoluto y el progreso permanente esta derrumbándose y están abriéndose paso a nuevas formas de pensar, sentir, actuar y vivir en el mundo. La transformación de nuestra mirada, que estamos viviendo, implica pasar de la búsqueda de certezas a la aceptación de la incertidumbre, del destino fijado a la responsabilidad de la elección, de las leyes de la 2 Estas teorías surgidas en el contexto intelectual y político latinoamericano se pueden articular a las teorías más recientes sobre el espacio, donde, más allá de la hegemonía del tiempo, de lo histórico, se contempla lo social como una producción en el espacio, lo cual incluye por supuesto el tiempo, pero también lo material
  • 20. 20 historia a la función historizante, de una única perspectiva privilegiada al sesgo de la mirada (Najmanovich, 2001: 5). Estos autores concuerdan con las nociones generales en torno al marco histórico de la modernidad, los fundamentos de su proyecto y finalmente, la crisis a la que se enfrenta desde mediados del siglo XX, planteamiento que les permite ir en pos de claridades en torno a las formas en que no sólo este proyecto intentó instaurarse en Latinoamérica, sino sobre las maneras en que Latinoamérica vive la crisis del mismo, su forma particular de adscribirse o resistirse, no sin plantear escenarios posibles a futuro, en los cuales se inscribe la globalización como consecuencia de la modernidad. Así pues, pensar la modernidad contemporánea en América Latina implica reconocer que el proyecto ilustrado homogéneo, anclado en la razón y en la existencia de un Estado-Nación que garantizara su sustento, no logra configurarse, dadas las dificultades y diferencias no solo culturales, sino espaciales, sociales y políticas que se dan en ella. Para García Canclini, es posible rastrear cuatro nociones básicas para la comprensión de la modernidad en la relación entre Latinoamérica y el resto del mundo a partir del marco de los estudios culturales. La primera noción hace referencia a que la modernidad Latinoamericana es diferente de la Europea y Norteamericana y debe leerse con parámetros particulares ya que la forma en que estos se han presentado en la región difiere de las anteriores en los tiempos de establecimiento de estas dinámicas, en la manera en que se articularon las formas sociales locales con las emergentes y en las rupturas que se han generado; es decir, la modernidad surge y se construye en Europa, mientras que en Latinoamérica es un proyecto impuesto. Esta percepción tiene como consecuencia los denominados “procesos de hibridación cultural”: La hibridación es un proceso que implica una mezcla constante no solo en el ámbito racial sino en el mundo más amplio de la cultura. Así mismo, la hibridación es no solo un desafío para el conocimiento (la multidisciplinariedad) sino también una constatación de las incertidumbres actuales como impacto de la crisis de la modernidad (García Canclini, 2003: 25). Teniendo en cuenta esta idea de hibridación, la modernidad en Latinoamérica debe ser revisada como hibridación cultural y temporal que implican confrontaciones internas y externas, rupturas y afianzamientos con formas locales y foráneas y también coexistencias. Ante los procesos de los proyectos de modernización cultural, clásica o ilustrada, García Canclini considera que Latinoamérica vive una modernidad “americanizada” foránea, mezclada, hibridada con los procesos históricos de producción sociocultural locales. En segundo lugar, como la modernidad o lo que de ella se haya configurado en Latinoamérica, sus preceptos, narrativas e ideario original, han entrado en crisis, una modernidad incompleta coexiste con una postmodernidad “de manera que la coexistencia conflictiva entre modernización y modernismo y ciertas formas de postmodernidad es lo que actualmente caracteriza nuestras encrucijadas” (García Canclini, 2003: 27).
  • 21. 21 CONTEXTOYCONDICIÓNDEJUVENTUD,Reflexionesparasucomprensión En tercer lugar, la modernidad en Latinoamérica involucra un paso de la dependencia política a la desterritorialización de la noción de lo Latinoamericano que implica además la construcción de representaciones foráneas de Latinoamérica, ya que: “En la actualidad varios procesos hacen trascender el sentido de lo latinoamericano a otros circuitos y escenarios: se es latinoamericano dentro de los países de América Latina, pero también en relación con comunidades y circuitos comunicacionales que desbordan el territorio” (García Canclini, 2003: 26). En cuarto lugar, la modernidad en Latinoamérica representa un proceso de paso por los avances de la industrialización, el acceso a nuevos recursos de confort y la transformación del campo a la ciudad, acompañado de una progresiva transformación de las fuentes locales de producción identitaria “fijados en repertorios de bienes exclusivos de una comunidad étnica o nacional” hacia una “explosión globalizada de las identidades y de los bienes de consumo que las diferenciaban” (García Canclini, 1995: 15). Para el autor, la condición Latinoamericana no puede resolverse entonces en los marcos explicativos espaciotemporales propuestos por otros autores, aunque concuerda con ellos en la existencia de una crisis del llamado proyecto moderno y en la existencia de un giro en las estructuras sociales que en el caso latinoamericano se traduce en formas culturales, sociales, económicas y políticas, que comportan elementos antiguos y nuevos, foráneos y locales, pero ambos con la posibilidad de ser resignificados en un nuevo orden sociocultural que tiene implicaciones directas en la condición de ser sujeto latinoamericano. Emergen en Latinoamérica unos referentes nuevos articulados a estas críticas al modelo de modernidad eurocéntrico, blanco, monolítico, “monocultural” y “universal”, “que posicionan el conocimiento científico occidental como central, negando así o relegando al estatus de no conocimiento, a los saberes derivados de lugar y producidos a partir de racionalidades sociales y culturales distintas” (Walsh, 2007:103). A estos referentes se les ha llamado decolonialidad. Esta decolonialidad problematiza las posturas de la colonialidad que ubicó a Latinoamérica como continente subalterno, como un lugar a desarrollar, que incivilizado había que llevar a la modernidad. Además, propone la autora que en esa perspectiva se pueden distinguir cuatro esferas o dimensiones de operación que, a partir de su articulación, contribuyen a mantener la diferencia colonial y la subalternización en America Latina. La primera de ellas es la colonialidad del poder, “entendida como los patrones del poder moderno que vinculan la raza, el control del trabajo, el Estado y la producción de conocimiento” (Walsh, 2007:104). En torno a esa mirada se propuso en América Latina la diferenciación social (el blanco como referente, el indio y el negro como incivilizado). La segunda es la de la colonialidad del saber, “que no sólo estableció el eurocentrismo como perspectiva única de conocimiento, sino que al mismo tiempo, descartóporcompletolaproducciónintelectualindígenayafrocomo“conocimiento” y, consecuentemente, su capacidad intelectual” (Ibíd.:104); y por ende el saber y conocimiento de los pueblos colonizados latinoamericanos. La tercera dimensión, la colonialidad del ser, “que ocurre cuando algunos seres se imponen sobre otros, ejerciendo así un control y persecución de diferentes subjetividades como una dimensión más de los patrones de racialización, colonialismo y dominación”
  • 22. 22 (Ibíd.:105), referente que justificó por siglos la violencia colonizadora en nuestro continente. La cuarta dimensión de la colonialidad es la definida como colonialidad de la naturaleza, en la cual se propuso una “división binaria cartesiana entre naturaleza y sociedad, una división que descarta por completo la relación milenaria entre seres, plantas y animales como también entre ellos, los mundos espirituales y los ancestros (como seres también vivos)” (Ibíd.:105), precepto que justificó la depredación por siglos de nuestros recursos naturales y la instauración de modelos desarrollistas, modernizantes e incluso asociados a procesos de violencia y guerra. Entonces, comprender la modernidad contemporánea en América Latina implica pensar la relación constante entre adscripción y resistencia, entre la innovación y la continuidad, la homogenización y la heterogeneidad y la secuencialidad y las rupturas. Ello quiere decir, el acercamiento a los diversas formas de vivir, asimilar y recrear de sus habitantes que responden de diversas maneras a los requerimientos de los proyectos biopolíticos de la modernidad europeizante o norteamericanizante, donde lo tradicional indígena y lo afro descendiente no es el punto de partida de los procesos de modernidad y civilización de nuestros países, sino que estas tradiciones coexisten en las dinámicas urbanas y en las hibridaciones socioculturales de nuestros pueblos. Con relación a la juventud, podemos decir que la modernidad no sólo la produce, como consecuencia de las transformaciones sociales del siglo XIX, sino que potencia la configuración de una condición juvenil, desde el hombre joven (o aún, niño) campesino que se forma en las tareas del campo, la mujer joven (o aún, niña) que acompaña las tareas del hogar y se adiestra para poder conducir el propio y procrear; luego, el joven obrero no diferenciado por su edad sino por su capacidad de trabajo, el estudiante (hombre, y luego tardíamente, mujer) que inicia la visibilización social de la condición juvenil al introducir en el paisaje social moderno un imaginario, un cuerpo diferenciado en su vestir, un comportamiento y una función, pasando por el soldado, figura importante en las confrontaciones armadas de la última fase de la modernidad, hasta el que podríamos denominar “joven moderno” de los años 50’s y 60’s que empieza a desligarse de los marcajes de las instituciones de regulación y a producir su propia experiencia vital y su configuración e imaginario social. Como se ha dicho, la juventud de la modernidad más reciente, actúa en contraposición o actitud crítica hacia el proyecto moderno (expresado en el mundo adulto e institucional), lo cual le granjea una connotación de rebelde, desorientado e inmaduro, a lo cual las disciplinas del saber humano reaccionan produciendo un conocimiento moderno, compartimentado y aparentemente ordenado sobre estos sujetos, agregando a los nombramientos ya mencionados otros como el de púberes, adolescentes, menores de edad; ordenamiento que sirve tanto para conocerlo, como para regularlo y vigilarlo. Sin embargo, no todo el surgimiento de esta categoría social y de su condición es una consecuencia premeditada del proyecto moderno, de hecho, desde otro ángulo puede leerse como una de las sucesivas transformaciones que a la postre pondrían en crisis la modernidad. No en vano, fue la población juvenil no sólo signo y síntoma de los cambios, sino una de las principales protagonistas de éstos durante el siglo XX.
  • 23. 23 CONTEXTOYCONDICIÓNDEJUVENTUD,Reflexionesparasucomprensión Para García Canclini, en la actualidad la juventud aparece en medio de los procesos de la globalización moderna latinoamericana y relacionada con las formas de producción cultural, como una vía de generación de formas identitarias y de subjetividades, que no necesariamente se adscriben a las lógicas establecidas del consumo y desarrollan maneras recreadas de expresión social, cultural y política, que buscan ya sea reivindicar los discursos tradicionales o bien producir nuevas maneras de ser y estar, nutridas de elementos foráneos y propios que se mueven entre la igualdad y la diferencia, la primera en el acceso a la globalización y la segunda en la expresión social y cultural: Los jóvenes actuales adhieren más a causas que a organizaciones. Este tipo de instantaneismo o espontaneismo de las luchas políticas tiene que ver, como sabemos, con muchos factores. Algunos provienen de la desintegración y la deslegitimación de las formas clásicas de representación política y otros del modo en que hoy se hace cultura o nos conectamos con el pasado, el presente y el futuro (García Canclini, 2003: 32). En suma, en las formas de expresión y producción cultural juvenil se pueden rastrear las transformaciones, impactos y procesos de la modernidad/colonialidad en América Latina, así como de las transformaciones socio culturales y espaciales producidas en ella, ya que en sus modos de ser y estar aparecen mezclas entre lo ancestral y lo moderno, entre lo local y lo global, donde coexisten historias, memorias y espacios que se funden en procesos profundos de socialización y producción de subjetividad individual y colectiva. 1.2.3 Económica Para la comprensión de la dimensión económica es necesario, antes de adentrarse en discusiones sobre la economía como tal, identificar y reflexionar algunos conceptos y nociones previas como progreso, desarrollo, capitalismo y modelo de desarrollo neoliberal. El progreso, entendido como todas las acciones de un individuo o comunidad sobre sí misma o sobre otras, tendientes a mejorar sus condiciones de vida, ha existido siempre y tomó en épocas anteriores a la modernidad otras formas y nombramientos como dominio o superioridad del hombre sobre la naturaleza, explotación de recursos, supervivencia, exploración o conquista, que eran a la vez dispositivos y nociones teleológicas, y que se hallaban relacionadas con otros discursos como el de la religión, la ciencia y la política. En la dimensión económica es importante reconocer el significado del término “desarrollo” como la representación de progreso que se tiene actualmente. Es conveniente evitar la naturalización o el esencialismo de este concepto, como “una práctica de definir y categorizar para ordenar y dar significado a la intervención en una determinada realidad social, en suma, un ejercicio de poder” (Cejas, 2000:73 -74), a la manera en que actualmente opera dicha práctica, dando un salto de la búsqueda del mejoramiento de las condiciones humanas como una necesidad, hacia la implementación de estrategias de generalización, homogenización y objetivación
  • 24. 24 con el fin de producir sujetos gobernables (Cejas, 2000:75) y contextos adecuados para la producción capitalista; en fin, que existe un desarrollo, pero han sido posibles y son, otros desarrollos, entendidos estos como la búsqueda del ser humano más equitativa por el mejoramiento de su existencia y la satisfacción de sus necesidades existenciales. Esta comprensión de la(s) noción(es) de desarrollo, permite ubicar tres lugares del mismo: en primera instancia, el desarrollo como discurso o los discursos del desarrollo, entendidos como la o las ideologías y las nociones de bienestar o avance que proponen estrategias de acción y modos de ordenamiento socioeconómico; En segundo lugar, lo factual del desarrollo o las prácticas del desarrollo, que vienen a ser las implementaciones reales de aquellos discursos e ideologías y, en tercer lugar, los sujetos del desarrollo o las formas de subjetividad fomentadas por el desarrollo, que son por un lado, las concepciones de sujeto que se esconden tras los discursos del desarrollo, y por otro, las diferentes formas en que tanto los discursos como sus implementaciones generan respuestas en las poblaciones, como por ejemplo, las propuestas alternativas -como los movimientos sociales por ejemplo- al modelo establecido. Entonces, tras todo ordenamiento económico, se oculta una idea de progreso, que se configura en una forma de desarrollo, cuya versión en nuestro caso, y en la mayor parte del mundo es el sistema capitalista, que ha alcanzado su forma más “avanzada” en el modelo de desarrollo neoliberal. En este modelo, se parte de la idea de que los sujetos individuales o colectivos son responsables de la generación de sus condiciones de vida a partir de las posibilidades del sistema del capital y que es a través de éste que se puede generar bienestar, pues posee unas leyes, posee un equilibrio, un ordenamiento que posibilita la distribución de la riqueza; la libertad es el máximo principio y esto aplica no sólo para la relación política sino de mercado, por ello el Estado no debe intervenir, debe limitarse a generar posibilidades de seguridad y administrar. El ordenamiento económico es considerado por muchos autores como la dimensión contextual más importante para el surgimiento y moldeamiento de la condición juvenil. El orden social que se inició en la modernidad sentaba sus bases sobre los marcos del Estado - Nación3 y del libre mercado, estableciendo una distribución más o menos clara de las funciones de administración del Estado, cuidado de la población y movilización y sostenimiento económico, lo cual, aunado al crecimiento de la población, implicó la identificación y clasificación de los sectores poblacionales, visibilizando a uno nuevo, la juventud, que empezó a ser adiestrado para ingresar a la dinámica social y productiva. 3 Los Estados-Nación son las formas modernas de organización social y política, que se caracterizan por tener un territorio delimitado, una población vinculada a un cierto origen étnico y un gobierno, cuyas funciones son garantizar la justicia, la defensa del territorio y el monopolio de las armas, así como el bienestar de los habitantes. Los Estados-Nación se crean, históricamente, mediante el tratado de Westfalia, al final de la guerra de los 30 años (1648). Mediante este tratado se acaba con el antiguo orden feudal y se da paso a or- ganizaciones territoriales y poblacionales definidas en torno a un gobierno que reconoce sus límites espaciales, y por lo tanto, de poder.
  • 25. 25 CONTEXTOYCONDICIÓNDEJUVENTUD,Reflexionesparasucomprensión Debido al crecimiento poblacional en el cual la juventud alcanzó su pico más alto, el modelo de desarrollo establecido no ha logrado dar lugar a todos los y las jóvenes y la idea de contenerles en la educación y en el tiempo libre mientras se preparan para su acceso al mundo productivo se ha resquebrajado. Habría que decir que posiblemente, no está en el interés del modelo dar solución a esta dificultad, ya que por un lado, se parte de la idea de que en el establecimiento definitivo y óptimo del modelo se generan daños colaterales o efectos secundarios y por otro, que la responsabilidad no está como tal en el modelo, sino en la misma juventud que no intenta adscribirse y hacer uso de las posibilidades que este tiene. 1.2.4 Política La variable política como elemento para la comprensión de un contexto debe tener en cuenta principalmente las transformaciones que en las últimas décadas ha tenido no sólo esta noción sino su práctica. Si bien la política es entendida básicamente como la preocupación por los asuntos de la ciudad, esta premisa griega se ha venido configurando en unas ideas y formas de actuación social cuyos pilares pueden rastrearse en el proyecto de la modernidad y en el surgimiento del modelo Estado-Nación, al menos para nuestro mundo occidental. Así, la política son todas aquellas relaciones que viabilizan el poder en un conglomerado social, implica unas concepciones de mundo y sociedad, unas formas de agrupamiento y unas estrategias y mecanismos para la difusión de las ideas y la toma de decisiones. La política no debe ser entendida únicamente como el ejercicio del poder gubernamental o la pugna por este, la participación en las maquinarias de partido o el ejercicio del sufragio, sino, de manera más amplia, las diferentes percepciones y relaciones de un individuo con la sociedad en la búsqueda del establecimiento de condiciones de vida. Esta última noción de la política es producto de las transformaciones históricas de la misma; aunque en principio conserve la esencia del pensamiento de la polis griega, éstas implican crisis, y para algunos autores, la estructura política actual presenta una crisis que conlleva transformaciones. En efecto, para Nicolas Tenzer (Tenzer, 1992), existe una crisis general de la sociedad, expresada en un estado general de perturbación y cuyo síntoma más significativo es la crisis de la política. Para Tenzer, esta crisis se evidencia en dos aspectos: crisis de las ideologías que sustentaron la política moderna (las teorías liberales y marxistas por ejemplo) aunadas a las ideas de organización social, desarrollo y bienestar, y, en un segundo aspecto, la pérdida del carácter colectivo de la política, que ha derivado hacia acciones excluyentes y de interés individual o privado, profundizando estados de dominación. Estadesvirtuacióndelapolíticaydelopolítico“generaunfenómenodefragmentación social en el que lo público entendido como lo colectivo, se privatiza, se refuerza la individuación de lo social, las representaciones colectivas en la esfera política se desdibujan y cada día evidenciamos representaciones parceladas de lo social” (Sanin 2000:6). Sin embargo, este aparente desdibujamiento también puede leerse como una forma emergente de la política en la contemporaneidad: lo público vivido desde
  • 26. 26 la individualidad, que permite el surgimiento de nuevas formas de relacionamiento en lo social; ya no habría que tener una idea colectiva de lo público, ni participar colectivamente o adhiriéndose a partidos políticos por ejemplo; la acción individual genera representaciones colectivas también. Consecuente con lo anterior, las transformaciones de la política en nuestro contexto reciente, a partir de los tiempos de posguerra posterior a la segunda guerra mundial, implican la comprensión de la tensión entre los proyectos capitalista y autónomo o socialista, (tensión que explicaremos más adelante), aparentemente resuelta después de la guerra fría y con la caída del bloque soviético, pero que subsiste en los enfrentamientos y coaliciones estratégicas entre naciones que buscan evitar la hegemonía norteamericana, no sólo en lo político sino en lo económico y de contrarrestar o relacionarse en igualdad de condiciones con emporios económicos transnacionales de gran poder. Ligado a lo anterior, la relación entre política y mercado se ha transformado al evidenciarse una mayor preeminencia del aspecto económico en la toma de decisiones, lo cual ha generado el surgimiento de nuevos movimientos sociales cuyas preocupaciones oscilan entre asuntos de orden local y global, o mejor dicho, amparados en la conciencia de las problemáticas globales y del peso de lo económico. Otra transformación importante en lo político, tiene que ver con una mayor conciencia del pluralismo ideológico frente a la homogeneidad propuesta por el proyecto moderno, generando una mayor tensión entre las propuestas autoritarias y las democráticas, entre el totalitarismo y el pluralismo. Ninguno de estos cambios fuera posible si no se dieran transformaciones en la manera como la gente se concibe a sí misma, su idea de ser alguien en el mundo, su identidad y su subjetividad y estas a su vez implican transformaciones en sus maneras de relacionamiento. Así, la noción de la política, ha vivido ampliaciones en la manera como se concibe, expresa y practica, haciendo uso de nuevos medios y códigos, generando mecanismos alternativos y construyendo propuestas independientes en lo individual y lo colectivo. Se podría hablar de dos grandes tendencias en la concepción de la política y lo político en la contemporaneidad, en las cuales, la población juvenil tiene una participación cada vez más notoria. La primera de ellas hace referencia al surgimiento de nuevos movimientos sociales y formas de participación y acción política que van desde posturas extremas de transformación de todo el orden sociopolítico hasta posturas que promueven la inclusión de otros discursos y formas de expresión, haciendo énfasis en la visibilización de aquellos grupos poblacionales y aquellos temas que tradicionalmente no fueron tenidos en cuenta como las minorías étnicas, la mujer, y la población juvenil, y temas como la regulación del sistema de mercado, la participación social y el cuidado del medio ambiente. La segunda de ellas es la transformación y ampliación de la mecánica tradicional más allá de los partidos originarios de izquierda y derecha o federales y centralistas, o de tradición liberal o marxista, y de las formas de expresión y participación representativa jerárquica, hacia formas de mayor acercamiento de y a la población,
  • 27. 27 CONTEXTOYCONDICIÓNDEJUVENTUD,Reflexionesparasucomprensión que incluso retoman propuestas de la anterior tendencia mencionada, en las cuales, el Estado (y los gobiernos) se ubican más cerca de la gente del común y facilitan su acceso a los espacios de expresión y decisión a través de estrategias de organización y participación social en las cuales se da la posibilidad de decidir sobre parte del presupuesto o sobre aspectos de importancia menor en la dinámica social, pero sin modificar en lo estructural el sistema. La población juvenil, en tanto se moviliza en alguna de estas dos vertientes, ya sea participando en movimientos de resistencia o manifestando su pensar político por vías estéticas, ya sea agregándose activamente a partidos políticos o participando en los escenarios facilitados por el Estado, desarrolla cada vez más, formas de adscripción estratégicas que más que vincularse totalmente en una u otra, se nutren de aquello que en cada una les sea útil a sus intereses. Esto, más que leerse como una pérdida de principios o de integridad política, debe leerse como una forma alternativa de participación o una búsqueda de medios más adecuados a sus necesidades y realidades. 1.2.5 Sociocultural Estadimensiónhacereferenciaalosdiferentesordenamientos,imaginarios,premisas, prácticas y expresiones que surgen, configuran y delimitan el comportamiento de un conglomerado poblacional. Lo sociocultural es una conjunción de los elementos a través de los cuales una sociedad se organiza, tales como grupos, instituciones, mecanismos de distribución y clasificación poblacional, etc y los elementos que le dan un sentido y una expresión particular a estos. De acuerdo con Puig (1994), “la sociocultura denota una manera de trabajar solo posible en contextos donde existan relaciones cotidianas interpersonales e intergrupales, y en donde sus diferentes culturas entren en diálogo e interrelación”. Además, “la sociocultura haría también referencia a la expresión de la cultura de las comunidades y grupos. Desde esta visión, la diversidad de voces y el pluralismo cultural devienen elementos inherentes al hecho sociocultural” (Planas & Soler).Tanto los elementos tradicionales, geográficos, materiales e inmateriales, como los elementos emergentes, foráneos, innovadores son fuente de esta dimensión que se encuentra estrechamente relacionada con las demás y que, al igual que éstas, posee una relación escalar, es decir, es posible mirarla e identificarla en ámbitos o territorios pequeños, de carácter local y en ámbitos más amplios, que hagan referencia a regiones o naciones e incluso continentes. En esta medida, se puede pensar que existen algunos elementos característicos y determinantes de la dimensión sociocultural actual que permiten el establecimiento de una nueva escena de carácter globalizado (globalizante), notoria en la urbes de los países latinoamericanos y que supone una vivencia particular del espacio tiempo contemporáneo, una realidad propia, que tiene su mayor expresión en las generaciones jóvenes que se constituyen en sujetos que no solo la asimilan sino que la producen. Estos elementos son: la mundialización, globalización de la cultura o de lo cultural, los avances tecnológicos, el aumento de las fuentes y canales de
  • 28. 28 información y comunicación, la precarización de la sociedad por efecto del modelo de desarrollo económico, las transformaciones en la relación Estado – Sociedad Civil – Mercado, los procesos de movilidad y migración, la ampliación en el acceso, expresión y producción cultural, el consumo y la reconfiguración y diversificación de la idea de sujeto. Mundialización, globalización de la cultura o de lo cultural: en donde la reivindicación identitaria entra en tensión con la interculturalidad, las fuentes identitarias locales se mezclan o hibridan con las foráneas, se producen expresiones culturales desterritorializadas o reterritorializadas y en contacto con sus contextos de origen. Las principales fuentes productoras de cultura y que por ende determinan las tendencias, provienen de un exterior europeo o norteamericano y generan nichos de amplificación en las grandes ciudades latinoamericanas, ante lo cual se producen fenómenos de “glocalización”, es decir, de articulación o mezcla de lo local con lo global. Los avances tecnológicos y su implementación en el mundo de la vida cotidiana: la tecnología deja de ser el desarrollo de implementos para el avance científico e industrial y se convierte en un elemento facilitador y vinculante de las relaciones sociales y de la vida en general, introduciendo un nuevo campo social como lo es la virtualidad y que a la vez que intensifica lo social genera exclusiones y marginaciones por su relación con el mercado. El aumento de las fuentes y canales de información y comunicación: de la mano con lo anterior, los avances tecnocomunicacionales a partir del soporte digital y expresados en la ampliación de la Internet, la televisión digital, la tecnología celular, y toda una gama de dispositivos y formatos de transmisión e intercambio de información, cuya tendencia es a fusionarse (radio en Internet, por ejemplo, acceso al cine o a la televisión desde el celular, I phones, etc), permiten acceder a información de manera amplia y rápida, a la vez que se genera una pérdida del sentido y la relativización de la valoración de esta información. A esto habría que agregarle la posibilidad de producción de información de cada individuo, independiente de las grandes fuentes. Precarización de la sociedad por efecto del modelo de desarrollo económico: la transformación de los procesos productivos en el marco del modelo de desarrollo capitalista neoliberal, el paso de la industria fabril a la industria de servicios (de la fábrica a la empresa), el borramiento de prácticas y tecnologías de producción manuales o antiguas, y el poco control del Estado hacia las prácticas de la empresa privada, disminuyó y especializó el espacio laboral restringiendo el ingreso a él, generando competencia entre los empleados y perpetuando formas de esclavismo con presentación mejorada, que conducen a la emergencia de formas de trabajo en las cuales la empresa y el Estado se desresponsabilizan de la seguridad y el sostenimiento del trabajador y de sus condiciones de trabajo (tercerización, downsizing, outsourcing y teletrabajo, contratos de prestación de servicios o freelance, integrales, etc,)4 , así como de la generación de empleos permanentes, acrecentando el trabajo informal. 4 Estos términos hacen referencia a las diferentes formas administrativas de la empresa privada y pública de disminución de gastos como son las contrataciones externas sin vinculación laboral y traslado de costos asociados a la producción hacia el consumidor o el entorno.
  • 29. 29 CONTEXTOYCONDICIÓNDEJUVENTUD,Reflexionesparasucomprensión La demanda cada vez más alta de formación para el empleo genera espacios de espera (moratoria educativa) sin acompañamiento estatal y social y transmite al individuo la obligación de generar su propio empleo o la consecución de uno. Los Estados intentan dar solución a esta problemática, ya no ofreciendo empleos de choque sino formación de choque (mano de obra con calificación técnica, el obrero del futuro). Esta situación hace que grandes cantidades de población no cuenten con los ingresos mínimos necesarios para garantizar una calidad de vida adecuada y acceder a las “bondades” del sistema, desconectándolas de la educación, la salud y la cultura, aumentando la sensación de desprotección e impotencia, generando atraso social y fomentando el establecimiento de una sociedad dual, que se mueve bajo la lógica de inclusión/exclusión, o mejor, como plantea Ferrara, de reclusión/ exclusión del sistema (Ferrara, 2007) o del riesgo, como plantea Ulrich Beck, que incluso va más allá de la incertidumbre planteada por el modelo de desarrollo y se pregunta por el sostenimiento del planeta y de la especie humana. Las transformaciones en la relación Estado – Población: Como consecuencia de lo anterior, se generan distanciamientos, reacomodaciones y tensiones en la relación entre los sujetos, el Estado (entendido este como estructura de gobierno) y el mercado, que entra a convertirse en un tercero en la producción de lo social. Gran parte de las necesidades básicas de los sujetos deben ser resueltas ya a través de la relación con el sistema de mercado; y con el Estado, que cumple un papel administrador y regulador más bien difuso, se discuten los asuntos de índole político y de ordenamiento social. La dificultad estriba en que ambos asuntos no van separados y los sujetos deben aprender a desenvolverse y desarrollar capacidades y estrategias individuales y colectivas para relacionarse y garantizar sus derechos, moviéndose entre la demanda a la empresa privada y la tutela al Estado, entre las asociaciones de consumidores y las organizaciones sociopolíticas. El consumo como estilo de vida: El consumo, entendido no sólo como el gasto económico o la consecución de bienes y servicios, sino también como la destinación del tiempo libre en participar de actividades que generan sentido de pertenencia y granjearse objetos y bienes simbólicos ofertados por la industria cultural o el mercado y que se hallan socialmente avalados, se convierte en el medio expedito para garantizar el reconocimiento como sujeto y la inserción en el sistema socioeconómico. El consumo, más allá de los marcajes identitarios tradicionales, el conocimiento e incluso el status social, se propone como el ideal del ser que además se encuentra más cercano al viejo sueño de la sociedad de bienestar, premisa que sostiene su paradigma: ser feliz. Es a través del consumo que es posible, de acuerdo con este ideal, ser mejor, hacerse escuchar, generar cultura e incidir en la transformación social. Así, el paso progresivo de la condición de ciudadanía a la de consumidor aparece como nuevo escenario donde se resuelve lo político debido a los cambios en el modelo económico. El consumo se propone como la forma moderna de ejercer la ciudadanía, de generar sentido de pertenencia y de participación en redes. Los procesos de movilidad y migración: La relación entre avance tecnológico, sistema de mercado y mejoramiento infraestructural, conlleva a la generación de medios
  • 30. 30 de transporte más rápidos y eficaces, más rutas y conexiones y más destinos interconectados, ya sea como centro de producción, de intercambio económico o de atracción para el cumplimiento del sueño del bienestar. La movilidad tiene tres vertientes: como estrategia del sistema de producción, como turismo y como opción de supervivencia. En esta última, la movilidad implica la búsqueda de permanencia en el lugar de llegada, que muchas veces es incierto. Ante las precarias condiciones de algunos sectores geográficos, aunadas a la acuciante presencia de la guerra, el hambre o la exclusión social, se generan procesos de movilidad y migración voluntaria o forzosa. Estos procesos se dan no sólo a gran escala entre continentes por ejemplo, sino de una ciudad a otra e incluso de manera intraurbana. Sobra decir que la movilidad y la migración tienen efectos en las prácticas socioculturales de quien vive en estas condiciones, ya sea generando ampliaciones en su espectro cultural, hibridaciones de sus prácticas con las del lugar de destino que implican borramientos del marco cultural de origen. La ampliación en el acceso, expresión y producción cultural: en la medida en que los sujetos colectivos o individuales viven en un contexto de mayor transformación y acceso a las innovaciones tecnológicas que traen consigo información, tendencias y discursos culturales foráneos y los procesos de sostenimiento socioeconómico dejan espacio a la expresión vital sensorial, todas las formas y prácticas culturales se alimentan, recrean y amplían a partir de estas nuevas fuentes. Una de las características principales de este elemento es la entrada en crisis de los discursos patrimonialistas, museificantes y en general proteccionistas o de conservación de la cultura y lo cultural identitario. Se revisan las nociones de cultura patriarcal y se amplía el marco de la memoria y la producción cultural material e inmaterial. En consecuencia, otra característica es la posibilidad de creación y expresión que se sale de los parámetros tradicionales de lo artístico y lo culto; cada sujeto puede pensarse como productor cultural, ya no sólo desde la perspectiva de sujeto transformador de su entorno con sus prácticas cotidianas, sino como ente activo, particularmente desde las plataformas tecnocomunicacionales en las que puede generar video, audio e imagen y promocionar acciones y discursos culturales. La expresión y producción cultural ya no está únicamente en manos de profesionales. Reconfiguración y diversificación de la idea de sujeto: A partir de los procesos antes señalados el sujeto latinoamericano ha vivido una serie de reconfiguraciones en sus formas de actuar, su noción de sujeto, su lugar en la sociedad y la manera como es visto, organizado, producido e influenciado por los estamentos públicos y privados. El sujeto Latinoamericano se piensa a sí mismo como ciudadano en unos aspectos y como consumidor en otros, como adscrito o resistente al modelo de desarrollo, que expande su derecho y su capacidad expresiva y sensorial con apoyo en las tecnologías, que concibe la posibilidad de transformar y moldear su cuerpo incluso con la inserción de dispositivos, que adquiere mayor autonomía en la producción del discurso identitario al cual adscribirse, a la vez que se entrega ciegamente a los parámetros de administración de lo vital generados desde el Mercado y el Estado, que implementan estrategias de regulación e influenciamiento social y moldean el comportamiento.
  • 31. 31 CONTEXTOYCONDICIÓNDEJUVENTUD,Reflexionesparasucomprensión 1.3 TENSIONES DEL CONTEXTO ACTUAL La globalización, por supuesto, no es una única cosa, y los múltiples procesos que reconocemos como globalización no están unificados ni son unívocos. Nuestra tarea política, argumentaremos, no es, simplemente resistir a estos procesos, sino reorganizarlos y redirigirlos hacia nuevos fines. Negri & Hardt. Imperio La juventud en la pared. Manuel López. 2010. La comprensión de la contemporaneidad, es decir, del contexto actual latinoamericano, de acuerdo a como lo hemos planteado anteriormente, goza de diversas clasificaciones, caracterizaciones y explicaciones, según el enfoque que se proponga, cada una de las dimensiones antes expuestas puede adquirir un lugar de preeminencia y considerarse el principal factor decisorio de las circunstancias. Una de estas clasificaciones de las que hablamos propone dos elementos comprensivos que estarían en la base de lo que se puede denominar contemporáneo; ellos son complejidad y nuevo orden global. El primero hace eferencia a la generación de diversos planos de diferenciación del sistema social en subsistemas particulares que son autónomos y a la vez interdependientes entre sí, en la irrupción de una pluralidad de significados y perspectivas expresados en la coexistencia de múltiples y discontinuos códigos de comunicación y en la variedad de posibilidades culturales y finalmente, en la creación de una conciencia de dicha complejidad que permite a los sujetos identificarse en y hacer uso de ella (reflexividad) (Gleizer, 2007). Otro tanto aporta el concepto de nuevo orden global, más conocido como globalización, entendido como un sistema de producción e intercambio de bienes, así como la preeminencia de tecnologías de la informática y la comunicación de alcance
  • 32. 32 planetario, la debilidad de los Estados - nación, y la creciente tendencia a generar interrelaciones planetariamente abarcadoras. Entonces, la comprensión de la contemporaneidad implica reconocer un giro en el nombramiento de la época, el surgimiento de nuevas y diversas formas de pensar, conocer y actuar cuyo fundamento es lo complejo, la generación de un nuevo orden mundial o planetario producto de diferentes procesos de globalización, y finalmente, la contextualización de las manifestaciones locales de estos fenómenos, que en el caso nuestro significa, la identificación de las maneras como Colombia y Latinoamérica se inscriben o participan de estas dinámicas. Antes de adentrarnos en dicha identificación, es necesario recordar que la separación que hemos hecho de las dimensiones del contexto es sólo teórica y que existe una constante correlación e influjo de unas sobre otras; igualmente, en esta misma vía de reflexión, es necesario tener en cuenta que estas dimensiones no son unívocas y coherentes en su interior y entre sí; la mirada disciplinar histórica privilegió la visibilización de tendencias, prácticas, discursos y acciones hegemónicas, es decir, las más prominentes o aceptadas en un mismo territorio, lo cual no significa que existieran otras; de hecho, una revisión de los acontecimientos históricos desde esta perspectiva nos permitiría reconocer como hasta el denominado proyecto moderno, que se presenta como unívoco y coherente fue producto de tensiones y transformaciones en relación con las dimensiones que hemos desarrollado. Por ello, consideramos esclarecedor intentar una comprensión de las dinámicas actuales en este marco general de comprensión de la contemporaneidad a partir de los procesos de globalización, como tensiones que se presentan debido a pugnas al interior de sus dimensiones. Se debe hacer énfasis en el hecho de que usamos deliberadamente el concepto de tensión, que implica el conflicto como un modo de gestión de la tensión, y que comporta fuerzas en constante pugna a partir de las cuales surgen nuevos órdenes y dinámicas socioculturales. Una tensión que se evidencia en casi todos los órdenes del acontecer humano actual es la que se da entre Globalidad y Localidad y que algunos autores denominan como glocalidad, entendiendo esta como la manera en que esta tensión se presenta o se resuelve. Esta tensión se genera a partir del encuentro entre modos de vida, economías, modelos políticos, discursos sociales, culturas y desarrollos tecnocientíficos generados desde los centros de poder con alcance planetario y las formas de hacer locales, encuentro que se da, como se ha dicho, bajo el sistema capitalista (y el modelo de desarrollo neoliberal) donde a pesar de la riqueza multi e inter cultural que pudiese generar resulta casi siempre en condiciones de inequidad y avasallamiento hacia las formas locales, lo cual es leído como “la constitución de una nueva forma de soberanía supranacional, que no pertenece a ningún Estado- nación y que configura un nuevo orden global al que se ha denominado imperio” (Hardt, M y Negri T, citados por Escobar, 2007: 148). Sin embargo, sería necesario tomar distancia de esta aparente visión apocalíptica en la que toda subjetividad es producto de la biopolítica del denominado imperio y desconoce la capacidad humana de resistirse y recrear su entorno social y donde el futuro posible sería el arrasamiento de lo local, contrario a lo que algunas
  • 33. 33 CONTEXTOYCONDICIÓNDEJUVENTUD,Reflexionesparasucomprensión subjetividades y acciones locales nos muestran, particularmente en las prácticas y expresiones culturales y políticas juveniles que recrean y resisten los modos de hacer y de vivir propuestos por modelos de desarrollo foráneos, tal como explicaremos en el último capítulo. Preferimos leer esta tensión o las formas de resolución que resultan de ella como hibridaciones socioculturales en las cuales no necesariamente existen relaciones de dominación hegemónica de lo global sobre lo local, sino formas dialécticas en las cuales se generan procesos de relectura y reacomodación de los ordenamientos sociales y económicos pensados a gran escala y desde los suprapoderes como procesos de resistencia a los avasallamientos de estos mismos. La tensión de orden político, es la tención generada entre el proyecto de autonomía y el proyecto capitalista. El proyecto de autonomía recoge todas las acciones sociales generadas alrededor de los últimos doscientos años que intentaban consolidar a nivel planetario la democracia como régimen en el que los sujetos, a partir de su condición, son los el creadores de sus propias leyes y donde la premisa de que todo puede ser posible mas no todo debe ser posible, es el marco para su autolimitación (Franco, 2000). Si bien a partir de los 60’s, (del siglo anterior) el proyecto autonómico debió dirigir sus fuerzas hacia el cuestionamiento de las nacientes significaciones imaginarias del capitalismo, con la caída del muro de Berlín a finales de los 80’s, se debilita hasta casi desaparecer, permitiendo la preeminencia del proyecto capitalista y su idea de que el crecimiento ilimitado de la producción y de las fuerzas productivas (del consumo en su versión neoliberal) es la finalidad central de la vida humana, Sin embargo, desde diferentes lugares del planeta y a través de estrategias sociales, políticas y culturales se sigue buscando impedir la hegemonía del proyecto capitalista o al menos equilibrar o matizar sus alcances. Esto último es evidenciable en los Nuevos Movimientos Sociales de carácter ambientalista como Greenpeace o Sea Shepherd e incluso los partidos verdes; de reivindicaciones étnicas y culturales como los movimientos indigenistas latinoamericanos y de cambio en el orden socioeconómico, como aquellas que promulgan el comercio justo (fair trade o alternative trade). Producto de las acciones del proyecto capitalista y sus alcances globalizadores, cantidad de seres humanos se ven en condiciones de abandono y desamparo social y carentes de las herramientas necesarias para insertarse en los flujos de producción y beneficio del sistema, mientras otra cantidad logra, a expensas de la anterior, alcanzar el bienestar en ellos o al menos mantenerse a flote, no sin pagar un precio en su autodeterminación como sujetos. Esta situación de un afuera y un adentro del sistema es expresada por la tensión entre Exclusión y Reclusión, (Ferrara, 2007) y no por el par exclusión-inclusión, ya que no por estar dentro del sistema se es inmune a los malestares generados por el modelo, donde uno de los más angustiantes es la siempre presente posibilidad de ser arrojado afuera, sin mencionar los temores y ansiedades que produce el estar recluido dentro del sistema, como el temor a la soledad que genera la impersonalidad de las instituciones, el individualismo, así como la amenaza de la violencia, la necesidad de consumir bienes y servicios para seguir haciendo parte; en últimas, estar del lado “bueno” del sistema no implica escapar a sus “males” o vivir en un mundo de bienestar.
  • 34. 34 La expansión globalizadora también tiene efectos en lo espacial que se expresan en términos de tensión entre movilidad poblacional y delimitación territorial o su versión inversa que es segregación poblacional y apertura territorial. El aumento en los flujos de intercambio económico, las aperturas de fronteras entre comunidades de naciones, el surgimiento de ciudades que atraen por su imaginada capacidad para brindar bienestar y empleo, el mejoramiento de las estructuras de transporte que acercan grandes distancias, los avances en las telecomunicaciones que posibilitan el conocimiento y deseo de otras culturas, la creación de grandes centros de poder en contraposición a la precarización de naciones enteras a causa de guerras, hambrunas, gobiernos autoritarios, escasez de empleo e inadecuadas condiciones de vida, motivan y generan posibilidades para la movilización de grandes cantidades de población entre continentes, países y regiones creando flujos migratorios masivos e individuales frente a los cuales las entidades de control migratorio, los gobiernos y las sociedades responden con acciones y estrategias de delimitación territorial, fortalecimiento de fronteras, segregaciones étnicas, afianzamiento de identidades y todo tipo de filtros económicos, culturales y políticos que no pueden ser implementadas de manera totalitaria, dado que parte de esas movilizaciones benefician el sistema e incluso son esperadas o generadas por el mismo. Tanto las poblaciones que permanecen en sus lugares de origen como las que migran de manera voluntaria u obligatoria deben enfrentar una nueva tensión entre el sostenimiento de su identidad cultural y la generación de formas transculturales, producto del descentramiento territorial que se genera, ya que este conlleva en sí un descentramiento cultural que implica la apropiación de nuevas formas identitarias o la defensa de las propias y tradicionales, situación que podría poner en riesgo la permanencia en el lugar de llegada o el acceso a sus beneficios y para los que permanecen podría implicar la pérdida o transformación de sus referentes tradicionales o de igual manera el no acceso a los beneficios del intercambio cultural. En el ámbito de lo simbólico, la multiplicación de sentidos, de significados, de imaginarios y discursos que circulan a través de los distintos sistemas sociales, de los dispositivos mediáticos y de las instituciones, genera una tensión entre la insignificancia y la profusión simbólica o el exceso de información y la importancia de la misma, en la cual la persona se mueve en una constante búsqueda de significaciones imaginarias sociales que le den sentido a la vida y el agotamiento del poder de los significados que le suministra su entorno, que podría tener como consecuencia el que ya nadie sepa cuales son los referentes adecuados para buscar información, cuál es la información pertinente o verdadera y a partir de esta determinar “cuál es su función en la sociedad, el sentido de esta y de su participación en la misma” (Franco, 2000:7) o que el sujeto entre precisamente en un individualismo, un collage de sentidos y discursos desde los cuales construir y deconstruir constantemente su propio relato vital, condición que se ha dado en llamar nuevas subjetividades. Semejantes condiciones de existencia en las que todo parece al alcance de la mano, pero la mano se hace cada vez más corta, donde el mundo se divide entre las posibilidades y los obstáculos, genera en los contextos sociales una cotidianidad que es experimentada por los sujetos como una tensión entre sus condiciones de riesgo y condiciones de seguridad que suelen estar separadas por una línea muy
  • 35. 35 CONTEXTOYCONDICIÓNDEJUVENTUD,Reflexionesparasucomprensión delgada e invisible. Lo paradójico de tal situación es que tanto el discurso sobre el riesgo como el de la seguridad son a la vez producidos y fomentados por el orden globalizador del cual se derivan consecuencias ambiguas, pues el riesgo puede ser interpretado como “efectos de un proceso de modernización que es eminentemente benéfico y en cuyo seno los riesgos son legítimos” (Maluf, 2002:16) y la seguridad como la consecuencia ideal de un nuevo orden que conlleva beneficios para todos y cuyos efectos dependen del aprovechamiento de las oportunidades que genera. Entonces, riesgo y seguridad hacen parte del sistema y éste debe ser asumido así. Es necesario aclarar que acá la noción de seguridad no se refiere al bienestar o a la protección, sino a estar alejado del peligro que representa todo aquello que pueda ser una amenaza para la vida, desde el consumo excesivo de grasas, hasta las acciones de terrorismo, generando discursos y prácticas de higienismo, sanitarismo, autoprotección y blindaje, tanto físico como social, condiciones que el mercado oferta y que son más viables de obtener a través del dinero que por derecho ciudadano, pues la tensión que allí se produce debe ser resuelta, de acuerdo con el modelo, por cada sujeto.
  • 36.
  • 37. 37 CAPITULO 2 CONDICIÓN DE JUVENTUD Trazar un mapa de la condición juvenil latinoamericana plantea un importante desafío a las ciencias sociales de nuestra época. La coexistencia de diferencias internas hace de la juventud una situación de intercambios más que un espacio de referencias y visiones generacionales claramente discernibles, como lo fuera en décadas anteriores. Pese a la difuminación que caracteriza el universo juvenil, hay signos persistentes que ayudan a precisar la relación entre los jóvenes y el futuro de la región. Marcados por la desinstitucionalización, el consumo y la informalidad, los jóvenes siguen subrayando los modos en que la sociedad se renueva o reestiliza frente a lo político, lo social y lo popular. Néstor García Canclini En: Nueva Sociedad, 200 | Noviembre / Diciembre 2005 Clan Meleth, Comunidad Cultural Mil Espadas. Medellín. Manuel López. 2010.
  • 38. 38 2.1 ¿CÓMO SE HA CONCEPTUALIZADO LA JUVENTUD? 2.1.1 Sobre la conceptualización Establecer un concepto que defina a la juventud puede ser un esfuerzo inútil si se parte de la idea de construir una representación totalizante. Este intento puede dar como resultado un discurso tan complejo y diverso como el mismo sujeto social que pretende definir y por tanto de poca utilidad como referente para acercarse a este. De otro lado, se corre el riesgo, como ha ocurrido en diferentes espacios académicos y de la sociedad, de reemplazar la realidad por el concepto, siendo este último una única representación o una síntesis de esta. A pesar de ello, han sido múltiples las tentativas por generar una definición o una delimitación conceptual acabada de este grupo social sobre las que vale la pena hacer una reflexión somera. No es sólo el saber académico el que produce concepciones sobre la juventud y no son sólo éstas, por ende, las que deben interesar, en tanto se puede afirmar que toda concepción sobre la juventud es, en últimas, una representación social5 de ésta. Ocurre que hasta el estudio más juicioso puede hacer a un lado algún contenido, forma particular o característica de la misma, o al contrario, priorizarla, dependiendo ya sea del interés investigativo, el sector académico y social del que éste provenga y la experiencia y la postura personal de quienes lo realizan. Es necesario reconocer que existen diversos ámbitos desde los cuales se producen estas definiciones y diferentes modos o maneras de generarlas. Es necesario entonces, plantear una reflexión sobre el tipo de delimitación que se quiererastrear,omejor,notarqueenelejerciciodedeterminacióndeloqueseentiende por juventud, los sucesivos acercamientos han usado términos que provienen de diferentes escuelas, disciplinas, ámbitos sociales, líneas epistemológicas o maneras que plantean diferentes niveles de acercamiento y comprensión. Términos como: concepto, concepción, definición, categoría, representación, e incluso otros, como imaginarios, miradas, comprensiones, nociones son usados a menudo de manera sinonímica o literal. Otro elemento importante para la discusión es la migración del término y el concepto de juventud hacia otras disciplinas y discursos sociales o la ampliación de su alcance conceptual, pretendiendo abarcar con este toda la complejidad y diversidad de la población que representa. Un ejemplo a este respecto lo brinda Alvarado, quien apoyada en Manheim, nos propone el establecimiento de una Sociología de la Juventud, entendida como “el campo sociológico encargado de preguntarse por la producción de subjetividades y sociabilidades en el contexto de la condición cultural juvenil” (Alvarado et al, 2009:85) y que tiene como uno de sus supuestos el diálogo entre las teorías de las disciplinas sociales. La historia del surgimiento de las delimitaciones disciplinares, termina delimitando la conceptualización del fenómeno, en este caso, de la juventud; así, desde la 5 La noción de representación social es explicada en las miradas sobre la juventud
  • 39. 39 CONTEXTOYCONDICIÓNDEJUVENTUD,Reflexionesparasucomprensión medicina, la psicología, la historia, la pedagogía, la jurisprudencia, la antropología, etc., se generaron acepciones y nociones de las cuales, la juventud, en tanto concepto sociológico tomó más vuelo, acaso por referirse a los aspectos más visibles de esta población, aunque algo similar ocurre con el concepto psicológico de “adolescencia” (Este concepto en particular, es un buen ejemplo de aquel riesgo señalado de convertir el concepto en la realidad, pues ya es de uso común y generalizado la connotación patológica de este término para referirse a quienes se les asocia a él). Esto sin olvidar la connotación ambivalente y peyorativa que desde su surgimiento y a lo largo de los años ha venido adquiriendo el término “juventud”, prestándose tanto para valoraciones positivas como negativas. En este orden de ideas, para Pérez Islas (2008), la juventud es un concepto en disputa, misma que nace desde la separación en tres vertientes de la concepción moderna de la juventud que según el autor, funda Rousseau con su obra el Emilio en 1762. Estas vertientes son la pedagógica, la psicológica y la social, que desarrollaron caminos paralelos y a menudo distantes, sin mencionar, por nuestra parte, los saberes biomédicos y jurídicos, generando la fragmentación del sujeto y la discontinuidad y diversidad de enfoques que hemos planteado. Finalmente, nos advierte Pérez Islas, en una reflexión sobre la veracidad y la pertinencia de estos “saberes clásicos” que “lo importante no es el producto, sino el proceso de dialogo que se establezca con ellos” (Pérez Islas, 2008:33). Por tal razón, a la par de la comprensión de las preguntas contemporáneas sobre el sujeto joven y el intento de acercarse a este rompiendo los moldes del enfoque disciplinar moderno, desde la teorías críticas, la inter y transdisciplinariedad, no se puede renunciar de plano a las posturas disciplinares ni a las teorías clásicas, ya que es a partir de esta “disputa” y búsqueda conceptual que han sido posibles las construcciones actuales. Acerquémonos entonces a unas nociones básicas de algunas de las disciplinas y sus aportaciones más significativas al tema de juventud. 2.1.2 Las disciplinas sociales y humanas, las ciencias médicas y sus acercamientos al tema de juventud  Psicología La psicología es la disciplina encargada del estudio, comprensión y tratamiento del comportamiento humano a partir de los enfoques que conciben la existencia del psiquismo, de lo mental o del mundo interior. La psicología empieza a nacer como disciplina a mediados del siglo XIX y debate su lugar entre las áreas sociales, humanas, naturales y de la salud. Habría que diferenciar la psicología o las psicologías de los discursos igualmente aportantes del psicoanálisis y de la psiquiatría. En relaciòn con el saber sobre la juventud, la psicología propone la noción de “adolescencia”, cuyo orígen dentro de las ciencias sociales y humanas y en particular de la psicología, data de principios del siglo XX con la aparición en Norteamerica del libro: “Adolescence, it’s Psychology and it’s relations to Psychology, Anthropology, Sociology, sex, crime, religion and education” del psicólogo G. Stanley Hall. Sin embargo, este hito histórico no puede olvidar los antecedentes que se remontan a
  • 40. 40 la paideia Helénica, pasando por J.J. Rousseau en el siglo XVIII hasta la Revolución Industrial de finales del XIX, donde aparece la juventud como fenómeno social. El término adolescencia, pretende designar en el ámbito psicológico lo que la sociología observa a nivel social: las características y comportamientos de una franja poblacional y las razones o causas de éstas. La adolescencia es entendida como una etapa del desarrollo psicoevolutivo o bien como un estado del psiquismo. Estas acepciones implican la noción de conflicto intrapsíquico donde todas las reacciones comportamentales del adolescente son comprensibles desde la perspectiva de sus elaboraciones de duelo, que no son más que defensas que le permiten la construcción de un discurso propio que dé cuenta de su Yo y lo relacione con el mundo externo. En otras palabras, la adolescencia es el surgimiento de una serie de conflictos que el sujeto debe resolver para construir una identidad. De acuerdo con Aberastury y Knobel (1984), dos palabras puedan englobar todo el fenómeno de la adolescencia: pérdida y búsqueda, que en términos psicológicos se corresponderían con duelo y elaboración, donde los duelos se deben a las pérdidas del cuerpo infantil, del rol y la identidad infantiles, de los padres de la infancia y de la bisexualidad latente y las elaboraciones se refieren a los mecanismos de defensa antes mencionados y que se manifiestan en comportamientos como la tendencia grupal, intelectualidad y fantaseamiento, crísis religiosas con oscilaciones entre el ateísmo y el misticísmo, actitud social reivindicatoria con tendencias antisociales o contestatarias, fluctuaciones en el humor y el estado de ánimo, desubicación temporal y distanciamiento de los padres. Sin embargo, dado que la psicología se divide en vertientes o corrientes disciplinares diferenciadas, existen posturas y especificidades de su comprensión sobre el fenómeno adolescente, por ejemplo, desde la psicología evolutiva y la cognitiva, las cuales centran su atención en el desarrollo de las capacidades intelectuales y morales del individuo y la forma en que estas son puestas en escena en lo social. Igualmente, hace parte del interés de la psicología en la adolescencia, la determinación de los estándares de normalidad y anormalidad desde los cuales identificar lo patológico del comportamiento. La preeminencia de una noción de adaptación asociada a los parámetros sociales y morales de la modernidad llevaron a la psicología a construir una mirada prejuiciosa y peyorativa de la vivencia adolescente que trascendió luego al imaginario social, postura que por fortuna ha sido superada en el pensamiento psicológico contemporáneo. Ya Erikson a finales de los 60’s plantea que “la adolescencia no debiera ser concebida exclusivamente como una fase de desequilibrios; de hecho, el desarrollo evolutivo individual es un proceso constante y continuo, por tanto los conflictos relacionados con la configuración personal no son exclusivos de ninguna etapa del ciclo vital” (Erikson, 1982:82). La relación entre las nociones de adolescencia y juventud se mueve entre el uso sinonímico indiferenciado (y poco riguroso) y los intentos de acercamiento interdisciplinar con la sociología, que introduce además, una diferencia en los tiempos cronológicos de vivencia de ambos fenómenos, lo cual no es del todo exacto: