Según la cosmogonía azteca, el dios Ometecuhlti y su esposa Omecihuatl crearon el mundo y a los cuatro dioses que luego crearon los soles. Los aztecas vivían en la quinta era del quinto sol. Creían que si las fuerzas de la tierra, el fuego, el viento y el agua se desequilibraban, el sol y la humanidad desaparecerían. La muerte era parte integral de su cosmovisión y celebraban la dualidad vida-muerte a través de sacrificios humanos para mantener el
DAÑO AMBIENTAL: EFECTOS EN EL PROCESO DE LA FOTOSÍNTESIS
Cosmovisión Azteca: Origen del Mundo y la Importancia de la Muerte
1. Cosmovisión Azteca
Origen del Mundo
Según los aztecas el creador de todo fue el dios Ometecuhlti que, junto a su esposa Omecihuatl,
creó toda la vida sobre la tierra. Esa pareja cósmica, dio a luz a los cuatro dioses que más tarde
crearían cada uno de los soles y estos a su vez a mas de 1600 divinidades. Según la mitología
azteca antes de nuestro sol, que es el quinto, existieron otros cuatro. Para los aztecas vivimos, por
tanto, en la quinta creación, o en la quinta era. La leyenda mexica señalaba que cada uno de esos
dioses luchaba por la supremacía en el mundo, empleando cada uno su propia fuerza: tierra,
fuego, viento o agua. Mientras esas fuerzas se mantuvieran en equilibrio, el mundo estaba en
orden y podía existir la era de un sol; sin embargo, si se producía un desequilibrio cósmico, ese sol,
con los humanos desaparecería.
Muerte
La muerte era abrazada con respeto y sin temor. Estaba presente en su cosmogonía, en su
filosofía, en sus mitos y en sus festividades. Todo giraba alrededor de la dualidad vida-muerte,
todo tenía su contraparte, como un principio fundamental entre los aztecas.
Al parecer, esta dualidad partió del hecho de los períodos de lluvias y secas. En el primero todo
florecía, mientras que en lo segundo todo se secaba. Sin embargo, los ciclos naturales les
enseñaron que tras el período de secas, nuevamente regresaba un período de florecimiento y este
movimiento continuo explicaba a su vez la existencia de las noches y los días, y de la vida y la
muerte.
Y los aztecas entendieron que para que existiera esta dualidad que indiscutiblemente generaba
vida, ellos tenían la responsabilidad de mantener un equilibro entre los hombres con el universo y
por ello, se explica que realizaran sacrificios humanos, ya que de la muerte, surge la vida.
Los hombres y mujeres tenían destinados un lugar específico al momento de su fallecimiento. Por
ejemplo, se tenía la creencia que los guerreros muertos en combate o en sacrificio eran elegidos
para acompañar al sol desde su nacimiento por el oriente, hasta el mediodía, y las mujeres
muertas en parto - quienes eran consideradas como guerreras por la lucha que tuvieron que
sostener al dar a luz - eran elegidas para acompañar al Sol desde el mediodía hasta el atardecer.
Pero sólo los hombres, al cabo de cuatro años de acompañar al astro rey en sus viajes diarios, se
convertían en aves de rico plumaje para regresar así a la vida terrena.
El tlalocan, era otro lugar donde iban los muertos, pero aquí iban los que partieron de esta vida
por diversas enfermedades como la gota, la sarna, la lepra, por ahogamiento o por un rayo. Se
tenía la creencia de que este era el lugar de las delicias, de veraneo, de verdor absoluto, en donde
no hacía falta nada. En él residía el Dios del agua y sus ayudantes, los tlaloques.
Y el tercer lugar a donde se dirigían los muertos era el Mictlán al que iban todas las personas que
morían de muerte natural o de enfermedades no relacionadas con el agua. Se creía que para llegar
a este sitio, se tenía que atravesar un largo camino lleno de peligros entre los que estaban: el lugar
de la culebra que guarda el camino, y el lugar del viento frío de navajas.
En el Mictlan residía una dualidad: Mictlancihuatl y Mictlantecuhtli, señor y señora del mundo de
los muertos. El Mictlan era concebido también de forma dual, como una caverna a través de la
cual llegan los muertos.
Los Aztecas también tenían la creencia de que algunos animales eran representativos de la muerte
y el murciélago era uno de ellos ya que vive dentro de las cuevas y sólo sale de noche. Pero
también, de acuerdo a su mitología, las lagartijas y las serpientes eran animales que asociaban
con la muerte ya que según sus relatos, estos animales eran encontrados en el recorrido que
tenían que hacer los muertos hacia el Micltan. El perro era otro que tenía una conexión con la
muerte, pero de forma benéfica que ya que eran ellos quienes ayudaban a los difuntos a cruzar el
2. río de las regiones de los muertos. Y sumados a lo anteriores, aparecen también los jaguares, los
búhos, las lechuzas, las arañas, los alacranes, los ciempiés y los gusanos, todos los cuales tenían
diferentes conexiones con los muertos. Con todo lo anterior, nos damos cuenta de la importancia
que la muerte tenía entre los aztecas quienes también la celebraban de diversas formas. Por
ejemplo: se sabe que el noveno mes del año de su calendario, era dedicado a la fiesta de los
muertos niños. Para ellos, se realizaban ritos y festividades con los que se les recordaba y a la vez
se prevenía su muerte mediante hechizos que realizaban los ancianos. Pero también el décimo
mes del año, hacían grandes solemnidades sacrificando un gran número de hombres,
colocándoseles abundantes ofrendas a su alrededor mientras un grupo de jóvenes bailaban en
torno suyo adornados con plumas y joyas, lo cual era una forma de celebrar la muerte y darle la
bienvenida a la vida.
Vida
Según los aztecas sólo se vive una vez, y la vida esta llena tanto de sufrimiento como de alegría y la
única manera de perdurar tras la muerte es alcanzar la fama, si bien la propia fama desaparece
cuando los mueren los que recuerdan al difunto. Los aztecas, en un principio, basaban su
subsistencia en la caza y la recolección. Pero al instalarse en el lago Texcoco, tuvieron que
aprender a cultivar el maíz y otros productos, los cuales se convirtieron en la base económica de
su imperio. Para esto, y considerando que vivían en una isla, desarrollaron un sofisticado sistema
que permitía generar superficies de cultivo: las chinampas. Estas se construían a partir de unas
balsas de madera que flotaban en el lago, las cuales eran rellenadas con barro y ramas. Para
anclarlas al fondo, se plantaban arboles de rápido crecimiento que llegaban al fondo y echaban
raíces. Los productos cultivados incluían maíz, porotos, ají, calabazas, pimientos y tomates. Entre
cada chinampa quedaba un espacio, por donde navegaban las canoas con sus productos. Algunas
de estas se siguen utilizando aun hoy.
El papel de la mujer
En la cosmovisión azteca la mujer se tenía que mover dentro de un ámbito machista y
militarizado. Su destino siempre estuvo signado por el cumplimiento de preceptos morales y
obligaciones cotidianas.
Las mujeres se encontraban sustraídas de todas las actividades que tuvieran relación con el poder
y el prestigio. Tenían que atender a sus esposos y a sus hijos más todas las labores hogareñas. Las
mujeres cumplían con diferentes tareas que incluían ocupaciones hogareñas, deberes conyugales,
participaron las celebraciones religiosas y en la agricultura. Las tareas domesticas incluían los
aspectos de la higiene del hogar.
Cuidaban a sus hijos y les daba el pecho durante los dos primeros años de vida. Luego la educación
pasaba a manos de su padre o la madre según se tratase de niños o niñas.
Las mujeres también se encargaban de la confección de los vestidos que usarían toda la familia y
de enseñarles esas labores a sus hijas.
En los templos, las mujeres aztecas realizaban los mismos trabajos que en su casa. Por ejemplo,
barrían y cocinaban.
Las mujeres aztecas participaban en la agricultura, tenían a su cargo el cuidado del huerto familiar
y recolectaban leña. Sea cual fuere su origen social, la mujer debía guardar normas de conducta
que estaban estrictamente reglamentadas. No podía reírse delante de un hombre que no fuera su
esposo. Se esperaba de ella una actitud servicial continuamente. Además debía tener una actitud
recatada. Debía ser honesta y hábil en las diversas labores hogareñas.
El peinado que lucia debía ser funcional a las actividades que debía cumplir. Estaba difundido el
uso de dos o tres trenzas.
Vestimenta. Por lo general, la mujer azteca vestía enagua y huipil, una falda larga y larga blusa sin
mangas.