Después de estudiar con los jesuitas y servir en la Guerra de los Treinta Años, René Descartes tuvo un sueño sobre una salamandra que le hizo creer que la estructura del mundo era lógica, lo que disparó su producción intelectual. Más tarde, la Reina Cristina de Suecia lo contrató para enseñarle filosofía, aunque sus clases tempranas a las 6 de la mañana le causaron una pulmonía que acabó con su vida.