Descartes usa el ejemplo de la cera para argumentar que así como se puede conocer todas las propiedades de la cera a pesar de los cambios en su apariencia, uno puede conocerse a sí mismo a través de los pensamientos claros sobre la propia existencia. Él cree que Dios, como un ser infinito, es la fuente de estas ideas sobre uno mismo y la certeza de la propia existencia.