El documento advierte a los lectores sobre el consumo de supuesto pollo en establecimientos chinos, afirmando que en realidad podrían estar comiendo ratas de alcantarilla. Explica que los cocineros queman el pelo de las ratas para poder pelarlas y ocultar su verdadera identidad, y las procesan para parecerse a piezas de pollo antes de freírlas. Recomienda tener cuidado con la "carne blanca" que se consume, especialmente en restaurantes chinos.