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Salmo   7 (Salmo de un corazón sincero).          Salmo 136 (Basado en la vida en la cárcel).
Salmo   16 (Salmo en busca de apoyo).             Salmo 139 (Salmo joven de interiorización).
Salmo   18.                                       Salmo 142 (Dame vida...).
Salmo   18 (Señor Tú tienes palabras de vida).    Salmo 149.
Salmo   22 (El Señor es mi pastor).               Cántico de Daniel.
Salmo   22 (El Señor es mi pastor).               Cántico de las criaturas.
Salmo   23 (Viene el Rey de la gloria).           Salmo desde la vida y la luz.
Salmo   24.                                       Salmo I.
Salmo   24.                                       Salmo II.
Salmo   26 (Tu rostro buscaré Señor).             Salmo III.
Salmo   27.                                       Salmo IV. (Dame vida).
Salmo   29 (Bienaventurados los luchadores).      Salmo V.
Salmo   33 (El Señor es una fiesta).              Salmo VI.
Salmo   36 (Salmo para saber esperar).            Salmo VII.
Salmo   50 (51). (Ten compasión de mí, Señor).    Salmo VIII.
Salmo   61 (62).                                  Salmo de confianza.
Salmo   62.                                       Salmo de búsqueda.
Salmo   62 (Salmo de corazón abierto).            Salmo para despedir el día.
Salmo   62 (Mi alma te ansía de noche,...).       Salmo junto al brocal de aquel pozo.
Salmo   66 (El futuro será así).                  Salmo del amigo verdadero.
Salmo   66.                                       Salmo al Dios de la luz.
Salmo   71 (En sus días florecerá la justicia).   Salmo en busca de un proyecto de vida.
Salmo   72 (Pero yo siempre estaré contigo...).   Salmo para alegrarse.
Salmo   84.                                       Salmo de corazón abierto.
Salmo   84 (85).                                  Salmo del marginado.
Salmo   88.                                       Salmo en busca de sentido para la vida.
Salmo   89 (Salmo de un corazón de barro).        Salmo para detenerse.
Salmo   90 (Tribulación).                         Salmo de conversión total.
Salmo   102 (El Señor es compasivo).              Salmo desde la ternura de María.
Salmo   102 (El Señor es compasivo... ).          Salmo de la grandeza de amar.
Salmo   102 (Salmo desde la ternura de Dios).     Salmo de la comunidad.
Salmo   103 (La tierra se tambalea).              Salmo de diálogo nocturno ante la cruz.
Salmo   115.                                      Salmo 138.
Salmo   116.                                      Salmo 90 (Salmo de confianza).
Salmo   117 (Eterna es su misericordia).          Salmo de Juan el Bautista.
Salmo   117.                                      Salmo de las Bienaventuranzas.
Salmo   121 (La casa del Señor).                  Salmo de un corazón obediente.
Salmo   136 (Que se me pegue la lengua...).       Salmo del Espítiru
SALMO 7
                (SALMO DE UN CORAZÓN SINCERO)

Levántate, Señor, en tu bondad y misericordia
y acércate al corazón de los hombres;
quita la venda de los ojos que no ven sino tinieblas,
y ablanda el corazón del hombre soberbio y violento.
Surge, Señor, como una llama viva, en medio de la tierra
y atrae hacia Ti a los hombres, hijos tuyos, que viven sin conocerse.
Despierta ya, Dios mío, ponte en pie y camina hacia nosotros,
Tú que eres Señor del hombre y de la Historia.
Despierta ya el corazón del hombre golpeado por el pecado
y acógenos a todos como hermanos en tu gran tienda.
Oh Dios, Señor de todos los pueblos, Señor de las naciones,
derriba las murallas, destruye los muros y abre las puertas y ventanas
para que el sol de tu amor y tu justicia unifique la tierra.
Oh Dios, danos un corazón justo, un corazón sincero
que busque el bien de todos y no se esconda en el egoísmo.
Oh Dios, danos un corazón inocente y limpio,
capaz de olvidarse de sí y preocupado por los hermanos.
Que cese la maldad del hombre pervertido y desfigurado;
que no triunfen los planes del hombre de corazón de piedra;
danos un corazón de carne, abierto a la amistad y a la ayuda,
Tú que conoces el interior del hombre y llegas hasta sus entrañas.
Oh Dios, Tú que eres justo; Tú que eres santo, danos un corazón sincero.
Haz camino hacia los hombres que te buscan con limpio corazón
y que se empeñan en establecer en el mundo la paz de tu Reino;
sé Tú, oh Dios, el escudo que nos cubra y nos proteja,
sé Tú el salvador y liberador de los corazones rectos.
Salva el corazón del hombre de la tiniebla, de la mentira;
salva el corazón del hombre de la dureza del viejo orgullo;
salva el corazón del hombre de la apatía y la mediocridad.
Oh Dios, Dios nuestro, acoge nuestro corazón que tiembla
ante el poder del mal que ha hecho nido en el barro del mentiroso,
y danos fuerza, sé Tú nuestro escudo, en la hora de la prueba,
y defiéndenos del Malo, del Diablo que dispersa y divide.
Señor, Tú conoces la fragilidad de nuestro ser tocado por el pecado;
Tú conoces la fuerza de la tentación cuando llama a nuestra puerta;
Tú conoces la debilidad de nuestras vidas cuando sufren la crisis:
Ven, Dios nuestro, que a Ti nos acogemos; ven y sálvanos.
Libéranos y que nadie arrebate como un león nuestra vida.
Perdónanos cuando estábamos lejos de tu verdad y tu gracia.
Danos un corazón abierto al perdón y a la misericordia
y que nunca nos creamos mejores que ninguno de nuestros hermanos.
No nos dejes, Señor, caer en al fosa, bajar a lo hondo del abismo;
no permitas que nuestro pie sea atrapado en los lazos de la muerte,
y allana nuestro camino y aliéntanos en la hora del cansancio.
Aquí estamos, Señor, unidos como un solo pueblo que te ama;
aquí estamos, Señor, abiertos a los hombres y nunca sobre nosotros cerrados;
aquí estamos, Señor, pobres, humildes, como niños que necesitan
la ayuda de tu mano materna que acompaña nuestros pasos.
Te damos gracias, Señor Dios, Señor de la Historia y del hombre,
te damos gracias porque eres justo, eres bueno, eres santo.
Oh Dios, todopoderoso, único Señor de cuanto existe y vive,
a Ti elevamos, desde nuestro corazón sincero, nuestro canto.
SALMO 16
                   SALMO EN BUSCA DE APOYO

Escucha, Señor, mi corazón que busca apoyo en tu bondad; atiende mi clamor
que se levanta como la aurora; presta oídos a mi plegaría, que confía en Ti,
y mira mi interior que no pacta con la mentira.
Tú ves, Señor, lo recto y te pones del lado del que a ti clama;
tus ojos penetran mi corazón y son luz para mi camino.
Mi corazón Tú sondeas, Tú interiorizas y de noche me visitas;
no hay nada oculto para Ti y todo a tus ojos es como la luz del mediodía.
Tú pruebas mi vida y dejas que el dolor toque mi corazón joven;
pones a prueba mi amor y fidelidad, como el oro al fuego
y yo te digo, Señor, que te amo con amor profundo por encima de todo.
He guardado tu Palabra y confío siempre en los proyectos que me brindas;
busco cumplir tu voluntad, Dios mío, más que el centinela la luz del día.
Mis pasos, Señor, se han ajustado a las sendas que Tú has trazado,
y mis pies no han vacilado en tus veredas a pesar de cansancio del camino.
Yo amo tus sendas, yo amo tus veredas, yo amo tus proyectos;
regálame el don de tu Espíritu para que sea fiel a tus mandatos.
Yo te llamo, yo te busco, mi corazón tiende a Ti como el río al mar.
Tú, oh Dios, fortaleza de mi vida, me respondes con cariño.
Tiende hacia mí tu oído, acércate hasta sentir tu aliento;
escucha mis plegarias, acoge mis palabras, hazme tuyo;
has gala de tus gracias, oh Dios bueno, Tú que salvas;
y dame un lugar junto a tu corazón compasivo, Tú que eres misericordioso.
No me dejes, Señor, en la mano de los que cercan mi vida;
no permitas que me acorrale quien quiere destruir mi existencia.
Aunque avancen contra mí, sé Tú mi escudo protector, mi defensa,
pues soy débil y mi corazón joven necesita de tu apoyo.
No dejes, Señor, que claven en mí sus ojos para tirarme al suelo;
no les dejes acercar a mi vida que es un don tuyo.
Cuando el peligro acecha mi vida, Señor, despierta mi corazón;
cuando la tentación golpee a mi puerta, ponme pronto a salvo.
Levántate, oh Dios, haz frente a mi enemigo, derriba al Malo.
Haz frente al Maligno que tiende a mis pies una red engañosa.
Libra con tu poder mi alma de los ataques duros del Diablo.
Tú, Señor, Dios mío, no me dejes caer en tentación:
Tú, Señor, Dios mío, líbrame que estoy en apuros del mal.
Busco tu rostro, Señor, y me acojo al calor de tus manos;
busco sentirme seguro contigo y que nada me falte a tu lado;
busco la fuerza y el poder en tu Espíritu de Vida,
para que aliente los pasos de mi camino hacia tu casa.
Mi corazón tiene hambre y sed de Ti y quiere saciarse con tu presencia.
Sé para mí, Señor, la roca firme en quien me apoyo cada día
y dame la seguridad de sentirme amado por tu corazón de Padre.
SALMO 18

Señor, Tú tienes palabras de vida eterna.
Tu palabra es perfecta.
Es alimento y medicina;
alegra el corazón y hace descansar.
Las palabras que nosotros decimos
nos aturden y nos inquietan,
nos engañan y nos seducen.
Pero tu palabra es verdad,
luz para el que no sabe,
calma las tempestades
y pacifica el subconsciente.
Nuestras palabras son violentas,
armas arrojadizas.
Tu palabra es pacífica y liberadora.
Nuestras palabras nos enfrentan,
las tuyas nos reconcilian.
Nuestras palabras nos resbalan,
la tuya penetra hasta dentro.
Nuestras palabras se olvidan,
la tuya refresca la memoria.
Nuestras palabras son amargas,
la tuya dulce más que golosinas.
Nuestras palabras son calderilla,
la tuya tesoro y moneda fuerte.
Nuestras palabras son de muerte,
la tuya a vida eterna sabe.
Tu palabra es de amor, tu palabra amor,
tu palabra eres Tú,
nuestra paz, nuestra verdad,
nuestro amor y nuestra vida.
SALMO 18
“SEÑOR TÚ TIENES PALABRAS DE VIDA” (DECÁLOGO)
        TEMA: Lo que Dios quiere de sus servidores

“Y el Señor pronunció las siguientes palabras”:
Yo soy tu Dios, la Fuente de la Vida.
Yo no soy un gran señor, sino tu Amigo.
No soy legislador, ni juez ni policía,
sino impulso de libertad y llamada a la superación.
Yo no escribo normas en piedras o en códigos,
sino en lo más íntimo del ser.
Mis normas no son antipáticas, ni doblegan ni traumatizan;
son pistas para conducir, escalas para ascender,
aliento para ascender.
Yo soy tu Dios, pero en ti y para ti.
Yo soy para que tú seas.
No quiero que sirvas temeroso,
que te pongas de rodillas como un esclavo
ante ningún dios, ni en el cielo ni en la tierra,
ni ante nada ni ante nadie, ni ante mí.
Ponte de pie para servirme en el Amor;
no des culto a nadie sino en Amor; vive en el Amor.
No destruyas nada;
no utilices ni te aproveches de nadie;
no engañes a nadie, porque el otro
sea quien sea, es hijo mío, es un Dios,
porque Yo soy el Amor.
Favorece especialmente a los pobres,
a los mayores, a los huérfanos,
a los extranjeros y a los indefensos,
porque Yo soy el Amor.
SALMO 22
                  “EL SEÑOR ES MI PASTOR”

El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas;
me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque Tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan.
Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa.
Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos lo días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término.
SALMO 22
                      EL SEÑOR ES MI PASTOR

El Señor es mi pastor, y es también mi pastora.
El pastor conduce sabiamente; el camino se hace corto,
porque entretiene con sus canciones y leyendas.
Cuando hay que pasar por senderos difíciles,
Él va delante, quitando los miedos;
en los tramos peores me coge en sus brazos,
haciéndome sentir todo su cariño.
El pastor capta enseguida el peligro
y defiende a su rebaño con inteligencia,
y si es preciso con la fuerza,
como una madre delante de su cría.
Distingue claramente las hiervas venenosas,
anuncia los cambios de los tiempos y sintoniza con la Naturaleza.
Conoce a cada oveja por su nombre, la conoce por dentro,
y encuentra la palabra y el tono para comunicarse;
¡ ME CONOCE !
Sobresale, sobre todo, por su amor.
Está hecho para dar vida.
Prepara la mesa abundante y bonita,
con alimentos bien condimentados, con vinos escogidos,
con abundancia de flores y perfumes, y la música que embelesa.
Está hecho para dar la vida, en la vigilancia y en el desvelo,
en la preocupación entrañable, en la entrega cotidiana.
Ama especialmente a las ovejas desvalidas,
a las más débiles y pequeñas, a las heridas y a las enfermas
Él mismo, de sí mismo, a todas alimenta.
Yo sé que me ama, que su misericordia me acompaña.
Sé que no me va a faltar la luz de su mirada,
el zurrón de sus regalos,
el perfume de su ternura, y viviré para siempre en su palacio.
SALMO 23
                 “VIENE EL REY DE LA GLORIA”

Viene el Rey de la Gloria, Dios mío,
viene la Gloria al infierno.
Viene la luz a la noche
y la verdad a los ciegos.
Viene la dicha a la pena,
viene la vida a los muertos.
Cristo, Verdad y Vida.
Cristo, lucero.
viene el Amor soberano
como gracia y como fuego,
pan de vida y medicina
para todos los enfermos.
Es Dios que viene a la tierra,
la que Él formó con sus dedos.
Es Dios quien viene a los suyos,
Cristo Enmanuel,
es misterio y sacramento.
¿Qué monte será elegido
para recibir al cielo?
¿Y qué lugar de la tierra
de la Gloria será Templo?
Viene el Rey de la Gloria, Dios mío,
pero viene a hacerse siervo.
Cristo amigo,
más que un Dios es compañero.
SALMO 24

A Ti, Señor, levanto mi alma.
Necesito de Ti.
Necesito respirar de Ti.
Necesito perderme en Ti.
Necesito vivir en Ti.
Enséñame, Señor, tus caminos,
que no me confunda
ni me engañe a mí mismo,
que no caiga en la trampa
o en laberintos sin solución.
Duros, difíciles y engañosos
son los caminos de los hombres,
nuestras sendas de cada día.
Tenemos grandes autopistas,
pero no conducen a ninguna parte.
Las sendas del Señor son misericordia y lealtad.
Tú eres, Señor, nuestra senda y nuestro camino.
El que te sigue no tropieza ni se desvía.
Tú eres la Misericordia y la Verdad,
y te das a conocer a los pequeños.
A Ti, Señor, levanto mis ojos,
como el niño que mira a su padre.
Miro tus manos, ¡Qué maravilla!:
son delicadas y fuertes,
expresan amor y ternura,
significan poder y protección.
Leo en tus ojos que eres Amor y Verdad,
enteramente Amor y Verdad.
Siento tu corazón inmenso,
lleno de energía creadora,
origen de toda vida,
meta a la que todo tiende,
centro en el que todo descansa.
SALMO 24
                 “La única forma de recorrer nuestro
                     camino, es empezar a andar”

A Ti, Señor, presento mi ilusión y mi esfuerzo;
en Ti, mi Dios, confío porque sé que me amas.
Que en la prueba no ceda al cansancio,
que tu Gracia triunfe en mí siempre.
Yo espero siempre en Ti.
Yo sé que Tú nunca defraudas al que en Ti confía.
Indícame tus caminos, Señor; enséñame tus sendas.
Que en la vida se abran caminos de paz y bien,
caminos de justicia y libertad.
Que en mi vida se abran sendas de esperanza,
sendas de igualdad y servicio.
Encamíname fielmente, Señor.
Enséñame Tú que eres mi Dios y Salvador.
Recuerda, Señor, que tu ternura y tu lealtad
nunca se acaban; no te acuerdes de mis pecados.
Acuérdate de mí con tu lealtad,
por tu bondad, Señor.
Tú eres bueno y recto
y enseñas el camino a los desorientados.
Encamina a los humildes por la rectitud,
enseña a los humildes su camino.
Tus sendas son la lealtad y la fidelidad
para todos los que guardan tu alianza y tus mandatos.
SALMO 26
                 “TU ROSTRO BUSCARÉ SEÑOR”

Subo a la montaña para orar, buscando los destellos de tu rostro;
Me pongo en tu presencia y la nube me ilumina,
la nube que me envuelve y me penetra,
transparencia de tu gloria, sacramento,
y guardo tu rostro y tu Palabra.
Tu rostro buscaré, Señor; orando en el templo, buscaré;
esperando tu Palabra, buscaré;
escuchando tu silencio, buscaré;
y buscando siento que me miras, y entraño la mirada de tu rostro.
Tu rostro buscaré, Señor; bajaré hasta la choza y la chabola,
para orar, para estar con los excluidos, inmigrantes de color,
receptores de todos los rechazos y desprecios, rostros humillados,
suplicantes, en el fondo, como el tuyo; el cielo se abre en su presencia
y yo me siento como un reo
porque no hay lugar en nuestras casa para ellos.
Tu rostro buscaré, Señor; me acerco al hospital en oración,
buscando tu rostro en los enfermos, rostros doloridos,
tu rostro ensangrentado, son un cielo abierto,
y los beso, y te beso.
Tu rostro buscaré, Señor, en oración,
hasta la cárcel, rostros odiosos, machacados,
son tu rostro en el infierno,
por la desesperanza y la tristeza, y los quiero,
porque tu misericordia les devuelve su belleza.
Tu rostro buscaré, Señor, orando,
en los ríos humanos de la ciudad,
o en las colas del autobús o en el metro,
en los estadios y grandes almacenes, en los templos,
rostros desdibujados, impacientes, tu rostro anónimo todavía,
y yo los voy llamando por su nombre.
No me escondas tu rostro, Señor, porque se hace de noche,
quiero entrañar tu rostro deseado, con todos sus destellos,
tu rostro, icono del Padre, la más brillante Teofanía.
Tu rostro me descubre que Dios está enfermo,
muy enfermo, de Amor.
SALMO 27

El Señor es mi luz y mi salvación, ¿A quién he de temer?
El Señor, el refugio de mi vida, ¿Por quién he de temblar?
Cuando se acercan contra mí los malhechores
a devorar mi carne, son ellos, mis adversarios y enemigos,
los que tropiezan y sucumben.
Aunque acampe contra mí un ejército, mi corazón no teme;
aunque estalle una guerra contra mí, estoy seguro en ella.
Una cosa he pedido al Señor, una cosa estoy buscando:
morar en la Casa del Señor, todos los días de mi vida,
para gustar la dulzura del Señor y cuidar de su Templo.
Que Él me dará cobijo en su cabaña en día de desdicha;
me esconderá en lo oculto de su tienda,
sobre una roca me levantará.
Y ahora se alza mi cabeza sobPe mis enemigos que me hostigan;
en su tienda voy a sacrificar sacrificios de aclamación.
Cantaré, salmodiaré al Señor.
Escucha, Señor, mi voz que clama,
¡Tenme piedad, respóndeme!
Dice de Ti mi corazón: “Busca su rostro”
Sí, Señor, tu rostro busco, no me escondas tu rostro.
No rechaces con cólera a tu siervo; Tú eres mi auxilio.
No me abandones, no me dejes, Dios de mi salvación.
Si mi padre y mi madre me abandonan, el Señor me acogerá.
Enséñame tu camino, Señor, guíame por senda llana,
por causa de los que me acechan;
no me entregues al ansia de mis adversarios,
pues se han alzado contra mí falsos testigos,
que respiran violencia.
¡Ay, si estuviera seguro de ver la bondad del Señor
en la tierra de los vivos!
Espera en el Señor, ten valor y firme corazón, espera en el Señor.
SALMO 29
          “BIENAVENTURADOS LOS LUCHADORES”
                   TEMA: Los luchadores

Alabaré, Señor, tu providencia
que nunca me abandona en el peligro.
Traté de defender los intereses de los pobres,
luché por el derecho y la justicia,
estuve siempre de parte de los débiles,
animé a todos a construir la paz;
y en algún momento pensé que me dejabas solo;
mis enemigos me amenazaban y se burlaban de mí.
Me insultaban por teléfono y con anónimos:
“Negro maldito. Obispo rojo. Cura marxista.
Traidor. Defensor de causas perdidas. Ignorante.
Idealista. Demagogo. Falso profeta...”
Por un momento estuve a punto de ceder y dejarlo todo.
Tal vez tendrán razón y todo fue un engaño.
Por un momento estuve a punto de caer
en la fosa de la depresión
y en al abismo de la desesperación.
Por un momento.
Pero Tú me libraste de todos los peligros
y no has dejado que tus adversarios se salgan con la suya.
Me sacaste del atolladero y me hiciste revivir
cuando estaba más hundido.
Fieles del Señor,
los que seguís creyendo en la utopía:
dadle gracias conmigo, que cambia el luto en danzas,
la depresión en fiesta, el fracaso en triunfo
y la muerte en una Pascua.
SALMO 33
                  “EL SEÑOR ES UNA FIESTA”
                        TEMA: Dios es una fiesta

Es Señor es pera mí una fiesta, un banquete de bodas,
más sabroso que el pan y los pasteles,
más dulce que los vinos espumosos.
¡Qué miserables me parecen los banquetes de los hombres!
Acuden a hoteles de gran lujo, se hartan de manjares escogidos,
pero son bellotas y algarrobas,
engordan pero están hambrientos:
“Los ricos empobrecen y pasan hambre”.
Beben los vinos y licores más caros, y se ponen morados,
pero les falta la alegría.
Condenados a morir sedientos junto a un barril de cerveza.
Si pensaran en la casa del Padre
y en el pan sabroso que allí se come volverían mendigando,
pero no tanto un trozo de pan, sino besos, abrazos y alegría.
Venid, todos los que tenéis hambre,
venid sedientos todos; comed, mis familiares,
bebed, hermanos míos.
En la sala del banquete hay raciones de pan abundante
y botellas de vino excelente;
el plato fuerte no es el ternero cebado,
sino un Cordero muy tierno.
Venid, amigos míos, que Dios se ha hecho banquete,
y la entrada es gratuita.
“Gustad y vez qué bueno es el Señor”.
SALMO 36
                  SALMO PARA SABER ESPERAR
Señor, a veces no veo claro; parece que triunfa el mal.
Señor, me siento rodeado de juego sucio e injusticias.
Siento a mi lado la ley del más fuerte, de la pura selva.
Y tengo momentos, Señor, que parece que todo va contra el muro.
Y Tú me dices, Señor, que el mal se seca presto como el heno;
que el mal como hierba tierna se marchita. ¡Es tu palabra!
Yo tengo confianza en Ti, Señor, y he hecho opción por el bien;
quiero vivir en la tierra dando vida y crecer desde la paz;
yo pongo en Ti los intereses más profundos de mi vida
y estoy seguro, Señor, que me darás lo que pide mi corazón.
Es Ti he puesto mi suerte, Señor, y no en el juego sucio;
espero que harás brillar sobre mí tu Justicia;
confío que tu derecho, tu ley orienten siempre mi camino.
Yo vivo en calma junto a Ti, Señor, y espero en Ti;
que mi corazón no se acalore con el que prospera basándose en mentira.
Yo estoy seguro, Señor, que poseeré la tierra si tengo paciencia.
Yo estoy seguro, Señor, que poseerán la tierra los humildes,
y que gozarán, como hermanos, de inmensa paz. ¡Es tu promesa!
Señor, aunque el justo se vea acorralado por el hombre sin piedad,
Tú, Señor, sabes que el mal ha sido vencido por el bien.
No dejes, Señor, que el poderoso abata al mísero y al pobre;
no dejes, Señor, que el hombre de conducta recta sea eliminado.
Tú sostienes los brazos cansados de los que en Ti espera,
mientras poco a poco los planes del opresor caen por tierra.
Tú conoces el corazón, Señor, del hombre honesto y sincero,
y preparas para él una herencia eterna sentado a tu mesa;
Tú estarás al lado del pobre y oprimido en tiempo de desgracia
y en días de escasez llenarás sus manos de abundancia.
Señor, Tú bendices al hombre que cuenta contigo en su vida,
y al que te rechaza, esperas a que cambie su corazón duro y ciego.
Tú guías los pasos del hombre, Señor, cada momento con mano firme;
y cuando el hombre cae, Tú le tiendes tu mano salvadora.
Yo sé, Señor, que al hombre que cree en Ti, nunca lo abandonas;
y que le pan de cada día nunca faltó en su mesa.
Señor, que mi corazón se aparte del mal y obre el bien;
que camine junto a Ti y sea siempre del grupo de tus amigos.
Tu tierra, Señor, toda la tierra será poseída por el hombre justo;
el hombre malvado quedará solo y estéril como tierra reseca.
Tu ley, Señor, está en el corazón del hombre que te ama,
y sus pasos no vacilan aunque a veces camino solo.
Señor, yo espero en Ti y guardo la norma de tu camino;
yo espero la herencia de tu tierra, porque así lo prometiste.
Aunque el hombre malvado, Señor, sea arrogante y orgulloso,
caerá como árbol derribado por la tempestad en la noche.
Dame corazón íntegro, un corazón sencillo y humilde,
y que en medio de los hermanos sea siempre hombre de paz.
que tu salvación acompañe día y noche el sendero de mi vida,
y aunque sea acorralado por el hombre sin conciencia
que tenga siempre claro el único Señor de la historia eres Tú.
SALMO 50 (51)
             “¡TEN COMPASIÓN DE MÍ, SEÑOR!”

Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito, limpia mi pecado.
Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado:
contra Ti, contra Ti sólo pequé,
cometí la maldad que aborreces.
En la sentencia tendrás razón,
en el juicio resultarás inocente.
Mira, en la culpa nací, pecador me concibió mi madre.
Te gusta un corazón sincero,
y en mi interior me inculcas sabiduría.
Rocíame con el hisopo: quedaré limpio;
lávame: quedaré más blanco que la nieve.
Hazme oír el gozo y la alegría,
que se alegren los huesos quebrantados.
Aparta de mi pecado tu vista, borra en mí toda culpa.
Oh, Dios, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con Espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu Santo Espíritu.
Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso:
enseñaré a los malvados tus caminos,
los pecadores volverán a Ti.
Líbrame de la sangre, oh Dios, Dios, Salvador mío,
y cantará mi lengua tu justicia.
Señor, me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza.
Los sacrificios no te satisfacen:
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado;
un corazón quebrantado y humillado, Tú no lo desprecias.
Señor, por tu bondad, favorece a Sión,
reconstruye las murallas de Jerusalén:
entonces aceptarás los sacrificios rituales,
ofrendas y holocaustos,
sobre tu altar se inmolarán novillos.
               SALMO 61 (62)
     ORACIÓN DE CONFIANZA SÓLO EN DIOS.

Sólo en Dios descansa mi alma,
porque de Él viene mi salvación;
sólo Él es mi roca y mi salvación,
mi alcázar: no vaciclaré.
¿Hasta cuándo arremeteréis contra un hombre
todos juntos, para derribarlo
como a una pared que cede
o a una tapia ruinosa?
Sólo piensan en derribarme de mi altura,
y se complacen en la mentira:
con la boca dendicen,
con el corazón maldicen.
Descansa sólo en Dios, alma mía,
porque Él es mi esperanza;
sóll Él es mi roca y mi salvación,
mi alcázar: no vacilaré.
De Dios viene mi salvación y mi gloria,
Él es mi roca firme, Dios es mi refugio.
Pueblo suyo, confiad en Él.
desahogad ante Él vuestro corazón,
que Dios es nuestro refugio.
Los hombres no son más que un soplo,
los nobles son apariencia:
todos juntos en la balanza subirían
más leves que un soplo.
No confiéis en la opresión,
no pongáis ilusiones en el robo;
y aunque crezcan vuestras riquezas,
no les deis el corazón.
Dios ha dicho una cosa,
y dos cosas, que he escuchado:
“Que Dios tiene el poder
y Tú, Señor, la gracia;
que Tú pagas a cada uno
según sus obras”.
SALMO 62

Oh Dios, Tú eres mi Dios por Ti madrugo,
mi alma está sedienta de Ti;
mi carne tiene ansia de Ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Ti gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré como de enjundia y de manteca,
y mis labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me acuerdo de Ti
y velando medito en Ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a Ti,
y tu diestra me sostiene.
SALMO 62.
                SALMO DE CORAZÓN ABIERTO

Oh Dios, Tú eres mi Dios, por Ti madrugo.
Por Ti, que me llamas de nuevo a la existencia,
por Ti, que animas mi vida y la despiertas.
Por Ti, que abres mi corazón a la luz
y lo llamas a estar atento, vigilante.
Por Ti, que me quieres presente, unificado,
todo entero y en armonía.
Tengo sed de Ti, de tu amor y lealtad.
Tengo sed de Ti, de tu paz y perdón.
Tengo sed de Ti, de tu pureza y alegría.
Tengo sed de Ti, de tu fortaleza y bondad.
Mi carne tiene ansia de Ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
Todo mi ser se abre a tu gracia
esperando el rocío de la mañana.
Toda mi vida tiende a Ti
esperando tu Vida sin término.
Mi corazón, en mi interior, se alegra
viendo tu fuerza y tu gloria en mí.
Tú me das razón de existir.
Tu vida es el sentido de mi existencia.
Tu lealtad vale más que la vida.
Tu amistad, más que todos los triunfos.
Quiero saciarme de tu Santo Espíritu.
Quiero sentirme en plenitud de tu gracia.
En el lecho me acuerdo de Ti.
Tú estás despierto en mi noche.
Cuando me despierto en el silencio de la noche
mi corazón descubre que Tú viven en él.
A la sombra de tus alas canto con júbilo.
Mi aliento está pegado a Ti, tu Amor me sostiene.
Mi corazón se alegra contigo, Dios mío, porque mi vida te pertenece.
Mi corazón se alegra contigo, Dios mío, porque tu Vida me pertenece.
Oh Dios, por Ti estoy siempre despierto,
por Ti, me mantengo en pie, en vela,
por Ti madrugo siempre que se hace tiniebla en mi vida,
por Ti comienzo siempre, aunque me sienta cansado.
Oh Dios, Tú eres mi Dios: ¡Un Dios vivo!
                 SALMO 62
        MI ALMA TE ANSÍA DE NOCHE,
 MI ESPÍRITU EN MI INTERIOR MADRUGA POR
                    TI.

Dios, Dios mío, yo te busco y no te encuentro;
sed de Ti tiene mi pobre y alocado corazón;
te busco y me siento con frecuencia defraudado,
porque mi alma se levanta como tierra reseca, sin agua.
Tengo sed de Ti; de tu amor y lealtad sinceros;
Tengo sed de Ti; de tu verdad y sinceridad;
Tengo sed de Ti; de tu justicia y fidelidad;
Tengo sed de Ti; de tu amor y misericordia.
Te busco, como la flor tiende al sol por la mañana.
Te busco, como el río se alarga hasta el mar;
te busco como la semilla crece y camina en libertad;
te busco, como el niño chiquito, la protección de su madre.
Tu amor. Señor, es vida; es mejor que mi propia vida;
tu rostro irradia la luz de tu gracia y verdad; tus manos
están abiertas al perdón y a la acogida; todo tu ser
es fuerza de salvación para el hombre.
Empapa, oh Dios mío, mi corazón de tu bondad;
rocíame con la lluvia suave de tu ternura; deja caer tu
amor sobre mí como rocío de la mañana; y abre mis
labios para que te cante con labios jubilosos.
En las noches, cuando en soledad me encuentro, pienso en ti,
y mi corazón hace camino hacia la luz de tu mirada;
Tú llenas mi noche, Tú das sentido a mi existencia,
y eres para mí como amigo que me acompaña.
Por Ti vigilo; por Ti estoy como centinela esperando tu llegada;
por Ti mi corazón vuela hasta tocar tu rostro;
por Ti mi alma se aprieta contra Ti, buscándote en mi alma.
Líbrame, Señor, de los ídolos que gritan, como en ferias,
mercancías, baratijas, saldos viejos, hojarasca;
líbrame, Señor, de los dioses que disputan mi existencia
y que buscan manipular mi vida y deshacerla en sus garras.
Oh Dios, mi corazón te busca, fascinado y apasionado,
porque sólo en Ti hay respuesta a lo largo del camino;
te busca, después de dejar atrás cosas vacías que encontré
y que ahora son para mí nada, ante Ti, que eres mi Tesoro escondido.
Tengo sed de Ti, de tu pan y de tu Palabra de Vida;
tengo sed de Ti, de la verdad de tu Evangelio;
tengo sed de Ti. de comunión con tu Iglesia;
tengo sed de Ti, de la fuerza de tu Espíritu.
Te busco, con mi comunidad al lado, que también te busca;
te busco, con los hermanos que caminan conmigo como amigos;
te busco, y sé que estás vivo, presente entre nosotros,
que en tu nombre, Señor Jesús, nos hemos reunido.


                                 SALMO 66

Somos tu pueblo, señor, el Pueblo nuevo en la historia;
has tenido piedad con nosotros al enviarnos a tu hijo,
que se hizo uno de tantos para salvarnos.
Has hecho brillar su rostro sobre nosotros con luz de vida;
has hecho que cargue con nuestra cruz como un hermano.
¡Tú eres, Padre eres bueno, eres nuestro: Aleluya, amén!
Has revelado en tu hijo Jesucristo tus maravillas de amor;
has dejado de tener para los hombres, secretos,
te has dado a conocer hasta el fondo de tu corazón
en el Hijo alzado en la Cruz y muero para salvarnos.
Te has hecho cercano a nosotros, Dios clemente en misericordia;
te has dado sin medida en el Hijo hasta rescatarnos.
¡Tú eres Padre, eres bueno, eres nuestro; Aleluya, amén!
Que te den gracias señor todos los pueblos, todas las razas;
que todos los hombres, como un solo pueblo te alaben.
Te cantamos unidos en un mismo espíritu de amor;
te alabamos unidos a Jesús de Nazaret, nuestro hermano.
¡Tú eres Padre, eres bueno, eres nuestro: Aleluya, amén!
Nos alegramos con todas las gentes porque juzgas al mundo con justicia;
derribas del trono a los poderosos que esclavizan la tierra,
y alzas de la basura a los pobres cansados de estar sentados.
A los que tienen hambre los llenas de pan y de bienes,
y a los ricos los despides con las manos vacías.
¡Tú eres Padre, eres bueno, eres nuestro: Aleluya, amen!
Defiende a tu pueblo, Señor, ven con nosotros, quédate a nuestro lado;
defiende los derechos de los que solo tienen deberes;
defiende los derechos de los que nunca es escuchada su voz;
defiende los derechos de los niños a los que no llega el pan,
defiende los derechos de los hombres a quienes no llega trabajo;
defiende los derechos de las mujeres tratadas como objetos por el hombre;
defiende los derechos de los ancianos solos y abandonados.
¡Tú eres Padre, eres bueno, eres nuestro, Aleluya, amen!
Derriba del poder a los que dicen que está con el pobre y es mentira;
derriba a los que se apoyan en el pueblo y es demagogia;
derriba a los que prometen en campañas y es engaño descarado;
derriba a los que desde el poder se enriquecen y engordan.
Desenmascara, señor, a los de un bando y a los del otro,
porque bajo la misma piel, de color roja, negra o blanca,
 son del mismo lobo que esconde su ambición de dominio y muerte
dejando a los pobre, más pobre y más vacías sus pobres arcas.
¡Tú eres padre, eres bueno, eres nuestro. Aleluya, amen!
Abre nuestro corazón de pueblo nuevo en la historia
al encuentro de Cristo victorioso que a nuestro encuentro cabalga;
levanta el grito que pide justicia y liberación, desde la paz,
y que exulta de gozo al decir, como una sola voz ¡Marana-tha!
SALMO 66
                      EL FUTURO SERÁ ASÍ
                      TEMA: El futuro del mundo

Allelu-ya. Alaba siempre a Yahveh.
Llegará un día en que la palabra de Dios
se escuche en todos los pueblos
y su ley sirva de inspiración
a todos los legisladores.
Los pueblos estarán unidos,
y la ONU será un foro de entendimiento.
Los débiles serán escuchados
tanto como los grandes,
nadie impondrá sus privilegios,
y tomarán decisiones justas
y siempre serán respetadas.
Ya no serán necesarias las guerras,
porque todos los conflictos
se solucionarán por el diálogo.
Ya no se hablará de hambre o subdesarrollo,
porque prevalecerá la ley de la solidaridad.
Nada se gastará para la muerte,
sino para que la vida crezca.
Alabad a Dios, que nos mira con bondad,
nos enseña los caminos de la paz,
nos inspira la rectitud y la justicia
y nos capacita para vivir en el Amor.
Allelu-ya. Alabad todos a Yahveh.
SALMO 71
       “QUE EN SUS DÍAS FLOREZCA LA JUSTICIA”

En sus días, son los nuestros, el sueño de Dios realizado,
un rey de justicia perfecto, en Espíritu consagrado.
No reina en Estados del mundo, no tiene moneda ni soldados;
es rey de los pobres y oprimidos; es un rey crucificado.
Cuando libramos al pobre que clamaba, le hacemos rey;
Cuando defendemos al afligido que no tenía protector, le coronamos;
cuando nos apiadamos del indigente, le hacemos rey;
cuando salvamos la vida de los indefensos, le entronizamos.
Y cuando somos injustos o violentos,
cuando somos insolidarios o egoístas,
cuando despreciamos al negro y al extranjero,
cuando no queremos saber nada del hermano,
Él no es rey; le quitamos sus flores y su encanto;
le coronamos de espinas y le crucificamos.
Cuando consentimos la guerra o guardamos odio,
cuando enterramos los talentos y los bienes,
cuando no creamos puestos de trabajo,
cuando no denunciamos el sistema injusto,
Él no es rey; le dejamos desnudo ante los pueblos;
le dejamos que muera sediento, abandonado.
Dios mío, confía tu juicio al rey;
que dure su reinado como el sol,
una primavera de paz y justicia,
y en sus manos los frutos encendidos del Espíritu.
SALMO 72
  “Pero yo siempre estaré contigo, Tú agarrarás mi mano derecha,
   me guiarás según tus planes, y me llevas a un destino glorioso”.

Tu camino es lento.
Avanzas con todo un pueblo,
con su cabeza endurecida,
por esclavitudes programadas,
y sus miedos viejos,
a sueños, espíritus y amos,
atados alos pies y a la memoria.
No te olvides de ningún grupo,
perdido en los escondrijos,
de los archivos y los mapas.
Tú eres el camino,
siempre adelante,
huellas recientes de pies descalzos,
de hombre pobre y mirada gratis,
guía libre, sin equipaje de lujo,
ni marcas comerciales a la espalda.
En la historia, sigues con nosotros.
Resucitado, ya llegaste.
Y como el centro de la rueda
convocas todos los rayos a tu encuentro,
caminos diferentes y dispersos,
y al converger todos haci Ti,
unos a los otros acercas.
SALMO 84
        “VOY A ESCUCHAR LO QUE DICE EL SEÑOR”

Voy a escuchar lo que dice el Señor.
Me canso de las palabras de los hombres,
palabras tantas veces orgullosas y violentas, interesadas,
palabras engañosas, vacías y superficiales.
Voy a escuchar los que dice el Señor.
La Palabra del Señor es verdadera: es fuego y espada,
es brisa, susurro, miel y perfume,
es tempestad y lluvia mansa; es música que embelesa.
La Palabra de Dios “anuncia la paz a su pueblo y a sus amigos”.
La Palabra es la Paz definitiva regalada
a todos los que la quieran escuchar en su corazón.
Voy a escuchar lo que dice el Señor,
pues su Palabra es misericordia y salvación.
La Palabra de Dios está muy cerca de nosotros
y es nuestra gloria y salvación.
La misericordia y la fidelidad se encuentran,
la justicia y la paz se besan en nuestro Señor Jesucristo.
voy a escuchar lo que dice el Señor, hoy, mañana y pasado mañana,
pues hoy sé que el mismo Dios viene a mi encuentro.
Él nos regalará con la lluvia de sus dones
y nuestra tierra dará sus frutos en el vientre de una madre virgen.
La justicia marchará ente Él;
la salvación seguirá sus pasos,
pasos llenos de gracia y misericordia.
¡Sí! Voy a escuchar a mi Señor,
pues es lo único que merece la pena.
SALMO 84 (85)

Señor, has sido bueno con tu tierra,
has restaurado la suerte de Jacob,
has perdonado la culpa de tu pueblo,
has sepultado todos sus pecados,
has reprimido tu cólera,
has frenado el incendio de tu ira.
Restáuranos, Dios salvador nuestro,
cesa en tu rencor contra nosotros.
¿Vas a estar siempre enojado,
o prolongar tu ira de edad en edad?
¿No vas a devolvernos la vida,
para que tu pueblo se alegre contigo?
Muéstranos, Señor, tu misericordia
y danos tu salvación.
Voy a escuchar lo que dice el Señor:
Dios anuncia la paz
a su pueblo y a sus amigos
y a los que se convierten de corazón.
La salvación está ya cerca de sus fieles
y la gloria habitará en nuestra tierra;
la misericordia y la felicidad se encuentran,
la justicia y la paz se besan;
la fidelidad brota de la tierra
y la justicia mira desde el cielo.
El Señor nos dará la lluvia,
y nuestra tierra dará su fruto.
La justicia marchará ante Él,
la salvación seguirá sus pasos.
SALMO 88
             Cantaré eternamente las misericordias del Señor
              y anunciaré tu fidelidad por todas las edades.

Cantaré eternamente el amor del Señor,
proclamaré su fidelidad de generación en generación.
Pues Tú dijiste: mi amor está bien cimentado para siempre,
y mi lealtad, asentada en los cielos.
“Una alianza pacté con mi elegido,
un juramento hice a mi siervo David:
mantener eternamente su descendencia
y conservar su trono por todos los tiempos”.
Señor, los cielos celebran tus maravillas
y la asamblea de los elegidos canta su fidelidad.
Porque ¿Quién es comparable al Señor, allá en las nubes,
quién como el Señor entre los dioses?
Señor, Dios de los ejércitos, ¿Quién es igual a Ti?
Eres poderoso, Señor, y estás vestido de fidelidad.
Tú domeñas el orgullo del mar,
y cuando sus olas se encrespan, las reprimes.
Tuyo es el cielo, tuya es la tierra,
Tú cimentaste el orbe y cuanto contiene.
Tú has crado el norte y el sur;
el Tabor y el Hermón aclaman tu nombre.
Tuyo es el brazo y su bravura,
fuerte es tu mano y sublime tu diestra.
Justicia y derecho sostienen tu trono,
amor y verdad caminan contigo.
Dichoso el pueblo que sabe aclamarte,
caminará, oh Señor, a la luz de tu rostro.
Tu nombre es su gozo cada día.
Tu justicia, su orgullo.
Porque Tú eres su honor y su fuerza,
y con tu favor realzas nuestro poder.
Porque el Señor es nuestro escudo,
y el Santo de Israel, nuestro jefe.
SALMO 89
               “SALMO DE UN CORAZÓN DE BARRO”

Señor, Tú has sido y eres para todos nosotros,
como una tienda abierta donde se está bien de verdad;
Tú has sido y eres para nosotros, que te buscamos,
casa con el hogar encendido donde se encuentra paz.
Tú eres Dios, desde siempre y por siempre: ¡Gloria a Ti!
Eres Dios y de tus manos nacieron los montes y los valles;
eres Dios, y el gorrioncillo y la golondrina mensajera,
tienen un lugar en tu corazón de Padre: ¡Tú eres Padre!
Nos sentimos ante Ti, Señor, como una motita de polvo;
nos sentimos frágiles, como paja que lleva el viento.
Acepta, Señor, nuestro pobre corazón de barro,
e infunde en lo profundo de su ser tu aliento.
Señor, mil años ante tus ojos son como un ayer que pasó;
y la vida ante tu mirada es como un río que se alarga
y peregrino que va buscando salida a su camino, hasta que el mar
lo acoge en libertad plena en el seno de sus aguas.
Señor, nuestras vidas son como la hierba que brota hoy,
y que al mediodía se abre y en la noche se estremece;
nuestras vidas, Señor, son ante tus ojos que todo lo penetran,
como una vela que se va gastando y que de nuevo Tú enciendes.
Aquí está, ante tu corazón de Padre, nuestro pecado;
aquí está, ante tu misericordia, nuestra debilidad humana;
ten compasión de nosotros, que en Ti esperamos,
y da a nuestro pobre barro la alegría de tu esperanza.
Haz, Señor, que vivamos con fuerza y pureza nuestros años jóvenes;
no dejes que los malgastemos al buscar nuestro camino;
mantén nuestras lámparas encendidas en la noche
en espera cierta de tu llegada, tarde o temprano, como Amigo.
Enséñanos, Señor, a contar nuestros años, nuestros días;
llena nuestro corazón de tu sabiduría y tu ternura;
permanece a nuestro lado, fortalece nuestros pasos vacilantes
y no dejes sin respuesta a quien con sinceridad te busca.
Sacia nuestro corazón, Señor, de tu amor por la mañana;
haz que exultemos y cantemos toda nuestra vida;
haz que nuestros ojos sepan mirar hacia otro lado, hacia la cumbre,
y que el cansancio y el dolor no dobleguen nuestras rodillas.
Devuélvenos la alegría, a nuestro corazón joven que te ama;
que tus maravillas se manifiesten en tus siervos,
que tu dulzura sea abundante con nosotros, Señor,
y haz que aspiremos a la vida eterna de tu Reino.
Confirma, Señor, con tu Espíritu nuestras vidas.
Marca, Señor, con tu amor nuestro pobre barro;
sé Alfarero de hombre, sé forjador del que busca,
y deja tus huellas profundas en nuestro corazón humano.
Desde el barro que somos, Señor de la Historia y del hombre;
desde la arcilla maleable perdida en tus manos de Padre,
abre nuestras ilusiones e inquietudes que tantas veces se apagan
a la luz de tu rostro limpio y tu corazón entrañable.
SALMO 90
                                TEMA: Tribulación

Tú, que te sientes en desamparo, di al Señor:
“eres mi póliza de seguro”.
Tú, que te sientes indefenso, di al Señor:
“eres mi guardaespaldas”.
Tú, que te sientes perseguido, di al Señor:
“eres mi refugio secreto”.
Tú, que estás en medio del combate, di al Señor:
“Eres mi arma invencible y mi victoria”.
Dios mío, confío en Ti.
Como el polluelo bajo las alas maternas, confío en Ti.
Como el niño de la mano del padre, confío en Ti.
Como el obrero protegido por el jefe, confío en Ti.
Como el político en su estrella o en la propaganda
y el militar en su tanque blindado, confío en Ti.
Siempre confío en Ti.
Aunque me dejen solo en la lucha,
aunque mi voz se pierda en el desierto,
aunque me critiquen y mi calumnien,
aunque me secuestren y pongan precio a mi nombre,
aunque me expulsen del país como a un leproso, confío en Ti.
Siempre confío en Ti.
Aunque encuentre más dificultades de las previstas,
aunque pierda juventud y encanto
y mis fuerzas empiecen a flaquear,
aunque el dolor anuncie su visita,
aunque comprenda que tengo cáncer
y todo lo vea oscuro, confío en Ti.
No mandarás a tus ángeles
para que me libren de los problemas.
No limpiarás de piedras mi camino,
no evitarás el accidente imprevisto,
ni impedirás las zancadillas de los malvados,
ni aplastarás a mis enemigos,
ni me avisarás de la trampa mortal,
ni harás nada contra los efectos de la metralla o la goma-2,
ni harás un milagro para curarme.
Pero confío en Ti,
porque siempre estás conmigo;
no me dejarás solo en los problemas,
me acompañarás en las tribulaciones
y, aunque pueda morir en cualquier momento,
me saciarás de largos días
y me harás ver tu salvación:
para mí y para todo el pueblo.
SALMO 102
                   “EL SEÑOR ES COMPASIVO”
                         TEMA: Dios – Amor

Esta es la revelación más brillante de Dios:
Dios, el que crea la luz, ¡Qué poder y grandeza!
Dios, el que sostiene el mundo, ¡Qué omnipotencia!
Dios, el que rige las leyes de la vida, ¡Qué sabiduría!
Dios, el que aplasta al enemigo, ¡Qué justa su ira!
Dios, al que nadie comprende, ¡Qué inmensidad!
Dios, el que vive por siempre, ¡Oh eternidad!
Pero no es este el Dios en quien yo creo, no es este mi Dios.
El Dios que se revela en Jesucristo: es un Dios-Amor.
Dios es compasivo, padece conmigo.
Dios está cercano, como el mejor amigo.
Cura al enfermo, libera la cautivo,
colma de ternura y defiende al oprimido.
Escucha el clamor de todo marginado,
y acude enseguida y le tiende su mano.
Dios me perdona y olvida mis pecados,
un Dios olvidadizo me estrella entre sus brazos.
Un Dios paciente y lento a la ira,
que no corta la higuera sin frutos todavía.
Dios misericordioso, rico en clemencia,
que vuelca su corazón sobre todas mis miserias.
Un Dios con entrañas, un Dios maternal,
que besa y acaricia un sol de bondad.
SALMO 102
      EL SEÑOR ES COMPASIVO Y MISERICORDIOSO

¿Quién eres Tú, Dios mío?
¿Cuál es tu verdad, tu nombre?
¿Eres tan poderoso? ¿Tan justo?
¿Eres juez? ¿Repartes premios y castigos?
¿Tienes una cárcel de espantos?
¿O más bien eres blando?
¿Eres Papá Noel, Rey Mago?
¿Quién eres Tú, Dios mío?
¿Eres el gran silencio?
¿Eres sólo un nombre? ¿Existes?
¿Te enteras de lo nuestro? ¿Te interesa?
¿Eres la razón que necesitamos para no volvernos locos?
¿El antiabsurdo?
¿Eres inmutable e impasible?
¿No has llorado nunca?
¿Te enfadas muchas veces?
¿Has sentido el amor? ¿Te siente solo?
¿Quién eres Tú, Dios mío?
“Yo Soy. Yo soy el sí victorioso.
Soy el regazo materno primigenio.
Y Big-Bang de amor que lanza hijos como estrellas.
Yo soy siempre más.
Siempre más alto y más profundo;
siempre más abajo y más adentro;
siempre más antiguo y más nuevo.
Soy canto de libertad y gemido doloroso,
herida abierta y aceite perfumado,
soy danza ininterrumpida y no dejo de llorar.
Soy lluvia de besos y caricias.
Soy exigencia y piropo. Yo Soy.
soy abrazo de amistad y alegría de comunión,
hoguera viva; soy familia. Yo soy la fuente.
Vives porque Yo soy, porque te amo.
Tú ya no morirás, porque te amo.
Soy el amor, te estoy diciendo.
Si amas allí estoy.
Si vives en el amor, sabrás mi nombre”.
SALMO 102
          SALMO DESDE LA TERNURA DE DIOS

Bendice, alma mía, al Señor, desde el fondo de mi ser.
Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus muchos beneficios.
Bendice, alma mía, al Señor, porque él ha sido grande conmigo.
Bendice, alma mía, al Señor, porque ha llenado de paz mi vida.
El señor te ha perdonado todas tus culpas; te ha limpiado.
El Señor te ha curado de todas tus dolencias; te ha sanado.
El Señor te ha sacado de lo profundo de la fosa; te ha liberado.
El Señor te ha puesto en pie después de la caída; te ha rescatado.
El Señor te corona de amor y de ternura día a día.
El Señor satura de bienes y regalos tu existencia.
El Señor te guarda como a las niñas de sus ojos.
El Señor renueva tu juventud como el águila.
Bendice, alma mía, al Señor, que hace obras de justicia.
Bendice, alma mía, al Señor, que otorga el derecho al oprimido.
Bendice, alma mía, al Señor, que manifiesta sus caminos al que lo busca.
Bendice, alma mía, al Señor, que ha hecho prodigios con nosotros.
El Señor ha sido clemente y compasivo contigo.
El Señor ha sido tardo a la cólera y lleno de amor ante tus fallos.
El Señor no guarda rencor de tus juegos sucios en su presencia.
El Señor no te ha tratado como merecen tus culpas y pecados.
El amor del Señor, alma mía, es más alto que los cielos.
El amor del Señor, alma mía, es más grande que los mares.
El amor del Señor, alma mía, es más fuerte que las montañas.
El amor del Señor, alma mía, es más firme que nuestras rebeldías.
Bendice, alma mía, al Señor, por la ternura de sus manos.
Bendice, alma mía, al Señor, que es más bueno que una madre.
Bendice, alma mía, al Señor, que Él sabe de lo frágil de nuestro barro.
Bendice, alma mía, al Señor, que Él comprende nuestro corazón enfermo.
El Señor conoce la profundidad del corazón del hombre.
El Señor sabe que su vida es como la hierba del campo.
El Señor entiende la fragilidad de nuestras alas.
El Señor sabe que el hombre es como el polvo.
El amor del Señor, alma mía, es desde siempre y para siempre.
El amor del Señor, alma mía, es para aquellos que le temen y respetan.
El amo del Señor, alma mía, se hace justicia para sus hijos.
El amor del Señor, alma mía, es para los que guardan su alianza.
Bendice, alma mía, al Señor, unida al coro de sus ángeles.
Bendice, alma mía, al Señor, en medio de la asamblea congregada.
Bendice, alma mía. al Señor, el único Dueño de la historia.
Bendice, alma mía, al Señor, en todos los lugares de su señorío.
¡¡Bendice, alma mía, al Señor: alábale de todo corazón!
¡¡Bendice, alma mía, al Señor: su amor sin límites merece nuestro canto!
SALMO 103
                  “LA TIERRA SE TAMBALEA”
                  TEMA: Tierra vieja – tierra nueva

Exhala tu aliento, Señor,
sobre la faz de la tierra.
La tierra está contaminada,
nos asfixiamos por el aire enrarecido
y la polución creciente.
Sopla tu aliento puro,
que respiremos otra vez frescor de vida.
Los pueblos están corrompidos, viejos,
de violencia e injusticias.
Sopla tu aliento vivo que combata eficazmente
la vejez y la muerte de los pueblos.
Los creyentes están inseguros y divididos
en un ambiente hostil.
Sopla tu aliento fuerte, para que, unidos,
demos testimonio de que Tú eres el salvador.
Y exhala tu aliento sobre mí,
que me siento sin vida.
Necesito tu respiración boca a boca,
que Tú respire en mí y yo respire en Ti
con tu aliento, que es Espíritu.
SALMO 115

Caminar es crecer y superarse.
Caminar en presencia del Señor es sentir su cercanía,
dejarse guiar por sus deseos,
dejarse envolver por su ternura.
Caminar hacia el país de la vida
es luchar contra la muerte,
defendiendo la justicia
y sembrando la esperanza.
Pero ¿Dónde está, Señor, el país de la vida?
¿Dónde se encuentra la montaña de la luz?
¿Dónde la tierra del amor?
Porque muchas veces me repito:
“¡Qué desgraciado soy!”.
¡Cuántas cadenas me atan a esta vida miserable!
¡Cuántas tristezas y desencantos!.
Rompe, Señor, mis cadenas y líbrame de mis apegos.
Dime cuál es el país de la vida
y llévame Tú de la mano.
Y me dejaré guiar, y cantaré tus alabanzas.
Bendito seas, Señor, que me llenas de vida.
Tú eres la tierra de la dicha,
el país de la libertad, el reino del amor.
Bendito seas, Señor, mi camino,
mi vida y mi alegría.
Caminaré en presencia del Señor,
en el país de la vida.
SALMO 116

Confiad siempre en Dios,
confiad siempre en Dios.
Es el camino recto.
Alabad al Señor todas las naciones,
celebradlo todos los pueblos.
Porque su amor hacia nosotros es grande
y su fidelidad dura por siempre.
Confiad siempre en Dios,
confiad siempre en Dios.
Es el camino recto.
Él hace justicia a los oprimidos,
da pan a los hambrientos,
endereza a los que ya se doblan.
¡Ama a los justos!
Alabad al Señor todas las naciones,
celebradlo todos los pueblos.
Confiad siempre en Dios,
confiad siempre en Dios.
Es el camino recto.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu:
por los siglos te alaba nuestro canto. Amén.
SALMO 117
               “ETERNA ES SU MISERICORDIA”
                  TEMA: La misericordia de Dios

Diga la Iglesia de Roma:
¡Qué grande es su amor!
Diga la Iglesia de Oriente:
¡Qué grande es su ternura!
Digan las Iglesias protestantes:
¡Qué maravilla de misericordia!
Digan todos los creyentes en Cristo:
Eterna es su misericordia.
Cristo fue piedra desechada
y piedra de tropezar;
pero es el fundamento de la Iglesia,
el punto de apoyo
sobre el que se puede remover la sociedad
con la palanca de la fe.
Cristo es la meta a la que aspiramos,
el horizonte de nuestros deseos,
el estímulo de nuestros esfuerzos,
la clave de nuestras estructuras,
el remate de nuestras construcciones,
el secreto de nuestros victorias,
el corazón de nuestros corazones.
Él es nuestra alegría y nuestro gozo.
Este el día del Señor,
este es el tiempo de la gracia,
esta es la era del Espíritu.
Cristo es nuestra prosperidad y nuestra paz.
Cristo es nuestra salvación y bendición.
Cristo es nuestra luz y nuestra eucaristía.
Señor, bendícenos en Cristo,
y que podamos nosotros bendecir todas las cosas.
SALMO 117

Den gracias al Señor, porque es bueno, porque su amor dura por siempre.
Que lo cante el Pueblo de Israel: “¡Su amor dura por siempre!”
Que los sacerdotes lo proclamen: “¡Su amor dura por siempre!”
Que lo digan todos los que temen al Señor: “¡Su amor dura por siempre!”
Estando en el peligro grité al Señor, y Él me atendió y me puso a salvo.
El Señor está conmigo: ¡No tengo qué temer!
¿Qué puede hacer el hombre contra mí?
El Señor está mi favor y me auxilia; yo veré derrotados a mis enemigos.
Más vale refugiarse en el Señor que contar con los hombres.
Más vale refugiarse en el Señor que contar con los poderosos.
Yo me vi rodeado de enemigos por doquier que me cayeron como avispas,
pero los rechacé en el nombre del Señor y ardieron como espinas.
Me pegaban y me empujaban para derribarme,
pero el Señor vino en mi ayuda y me salvó.
¡Él es mi fuerza y el tema de mi canción!
Escuchen los gritos de júbilo y de victoria que
salen de las tiendas de campaña de los justos:
¡La diestra del Señor es poderosa!
¡La diestra del Señor ha hecho proezas!
¡La diestra del Señor es salvadora!
¡Sí! No he de morir; viviré y cantaré las hazañas del Señor.
El Señor me ha probado y castigó con dureza,
más no me entregó al dominio de la muerte.
¡Ábranme las puertas del triunfo, entraré para dar gracias al Señor!
¡Sí! Esta es la puerta que conduce hasta el Señor;
sólo los vencedores han de entrar por ella.
¡Te doy gracias, Señor, por haberme escuchado,
por haberme hecho triunfar!
La piedra que desecharon los constructores
es ahora la piedra fundamental.
Fue esto una acción del Señor, ha sido un milagro estupendo.
este es el día que estaba en los planes de Dios,
cantemos y alegrémonos todos en él.
¡Señor danos tu victoria y salvación!
¡Benditos los que vienen en nombre del Señor;
del Señor que es nuestro Dios y nuestra Luz!
Los que estamos en su templo lo bendecimos.
Señor, Tú eres mi Dios, ¡Quiero alabarte!
Den gracias al Señor porque es bueno, porque su amor dura por siempre.
SALMO 121
                   “LA CASA DEL SEÑOR”

Vamos a la casa del Señor,
trozo de cielo encarnado,
vamos a compartir la dicha
de sentirnos hermanos,
escuchando su palabra,
metidos en su costado.
Pero la casa del Señor no
es la basílica, hermano,
no es el templo o el convento,
o la capilla del palacio,
no es la mezquita, la sinagoga,
tampoco es el río sagrado.
La casa del Señor no es de piedras,
que está en el corazón humano,
en las comunidades vivas,
quizá en los pobres del barrio;
está en la gente que sufre,
está en el hospital cercano,
está también la cárcel y
en la residencia de ancianos,
en los niños de la calle y
en los campos de refugiados,
está en la gente sencilla y
en los pueblos marginados.
Está en el corro de niños,
o el grupo de voluntarios,
en las organizaciones pacíficas
y en los movimientos solidarios.
La casa del Señor se construye
en desiertos y descampados,
con hambre y sed de justicia
y con amor entregado,
con sillares de esperanza
y ladrillos liberados.
La paz con todos vosotros,
constructores voluntarios
de las casas del Señor en
los ambientes humanos.
SALMO 136
        “QUE SE ME PEGUE LA LENGUA AL PALADAR”
                 TEMA: Situarte ante la miseria

Que se me pegue la lengua al paladar,
si me olvido de mis hermanos.
Los que viven en el destierro de la miseria,
agostados y despojados,
prematuramente viejos, sin esperanza.
¿Quién puede olvidar la mirada de esos niños, tan triste;
niños que no aprendieron a sonreír?
Que se me oscurezca la niña de mis ojos,
si olvido vuestra mirada suplicante.
Mis hermanos que viven en el desierto de la guerra,
masticando el ruido y el horor de cada día,
vejados, violentados, mutilados.
¿Quién podrá olvidar sus heridas,
la muerte del padre o de aquel novio?
Que caiga en amnesia profunda,
si olvido vuestra desgracia y sufrimiento.
Hermanos que viven en el destierro de la marginación,
extranjeros, despreciados y utilizados,
ancianos recluidos, no queridos,
enfermos crónicos y deficientes,
ante quienes se desvía la mirada.
Yo quiero contemplarlos cara a cara,
para que no se me borre nunca vuestra imagen.
Que se me paralicen las piernas,
si no acudo a visitarlos.
Vivo en el país de la abundancia
y me piden que me alegre,
que viva al compás de los que triunfan,
que no sea gafe y aburrido.
Pero, si cierro los ojos,
aún en medio del canto y la película,
siento la voz de mis hermanos,
que están allá, tan lejos,
que están aquí, tan dentro.
No puedo prometeros muchas cosas,
pero os juro, por mi vida,
que no olvidaré nunca vuestros nombres;
ya veis que cosa tan pequeña,
pero grande en mi recuerdo.
SALMO 136
                     (Basado en la vida en la cárcel)

A las afueras de la ciudad, en lugares alejados y precintados
nos sentamos a llorar y a recordar nuestras familias;
sentimos el corazón triste y desolado, Señor Dios nuestro,
y ahora, despojados de todo, sin nada, sólo nos quedas Tú.
En los bancos del patio depositamos nuestras guitarras,
y el rumor del viento entre los cristales nos estremece el corazón;
en las nubes que navegan el cielo se van nuestros recuerdos e ilusiones;
y el camino nuevo lo soñamos sin saber dónde llegar.
Somos peregrinos, Señor, en busca del pan nuestro de cada día;
la tierra no tiene un lugar donde acoger nuestra pobre tienda.
Día y noche; noche y día el camino se hace duro y desconocido,
y el corazón de los hombres se ha congelado a la compasión.
Nos piden, Señor, que cantemos y estemos alegres,
que dancemos con el colorido inigualable de nuestro ir y venir.
¿Cómo es posible cantar cuando el corazón está roto?
¿Cómo cantar nuestro dolor si a nadie le interesa?
No podemos, Señor, olvidar nuestras raíces ni nuestra historia;
no podemos desenraizarnos para entrar en el anonimato del consumo.
En nuestro corazón siguen brotando frutos propios y sabrosos
y no podemos perder la identidad que nos regala la felicidad.
No podemos olvidarnos de los nuestros, de la casa, de los hijos;
todo ese mundo es nuestro y lo perdimos por no poder vivirlo.
Que nuestra lengua se pegue al paladar si nos olvidamos de la vida;
que enmudezcan nuestros labios si olvidamos nuestra oración con la luz;
que callemos para siempre si no tenemos ganas de volver con los nuestros;
que seamos errantes siempre si lo que ahora no somos lo consideramos mejor.
Acuérdate, Señor, de nuestras pobres casas abandonadas;
bendice a nuestros hijos que crecen sin el cariño de unos padres;
sé Tú misericordia y compasión con nuestros padres y esposas
y mantén sus vidas en pie, siempre en pie, hasta el regreso.
No queremos, Señor, devolver el mal a quienes nos trajeron hasta aquí;
no queremos la violencia para recuperar lo que era nuestro;
reconcilia a los hombres, hazlos buenos y que sean como hermanos,
y que tu tierra sea una gran casa para todos: aún para nosotros.
Alegra nuestro corazón que busca, peregrino, una salida;
fortalece nuestra debilidad que lucha por sobrevivir;
da esperanza a nuestras vidas y que dejemos de ser marginados,
y que la fe en Ti, Padre Bueno, dé seguridad a nuestro pobre corazón.
SALMO 139
             SALMO JOVEN DE INTERIORIZACIÓN

Señor, Tú me llegas hasta el fondo y me conoces por dentro.
Lo sé: me conoces cuando no paro o cuando no sé qué hacer,
mis ilusiones y mis deseos los entiendes como si fueran tuyos;
en mi camino has puesto tu huella, en mi descanso te has sentado a mi lado;
todos mis proyectos los has tocado palmo a palmo.
Tú oyes el corazón del hombre sumido en el silencio,
cuando aún no tiene palabras para abrirse a Ti.
Es increíble: me tienes agarrado totalmente,
me cubres con tu palma y me siento tuyo.
Como grano de arena en el desierto, como gota de agua perdida en el mar,
así me encuentro ante Ti. Dios mío, quiero abrir mis brazos y abarcarte,
quiero llegar hasta tu orilla y nunca toco tu tierra.
Me digo y no sé responderme: ¿Adónde iré que no sienta el calor de tu aliento?
Me digo: ¿Adónde escaparé que no me encuentre con tu mirada?
Cuando escalo mi vida y me supero, allí está Tú;
cuando me canso en el camino y me siento barro,
allí, perdido en mi dolor, te encuentro a Ti.
Cuando mis alas se hacen libertad sin fronteras
y toco el despertar de algo nuevo; cuando surco los mares de mis sueños
y pierdo la arena pegadiza de mis playas, allí está tu mano, y tus ojos y tu boca,
allí como amigo fiel, de nuevo estás Tú.
Si digo cansado: que la tiniebla me cubra de negro como paraguas viejo y roto;
si digo desanimado: que el día se haga noche sobre mí
y me envuelva en su manta robándome el camino,
ni la tiniebla, Señor, es oscura para Ti, y la noche, Señor, es clara como el día.
Tú eres como manantial de donde brota el río, como raíz de donde arranca el
árbol. Tu vida se ha hecho vida en mis entrañas,
me has dado el origen y quieres que camine hacia la meta que no es otra sino Tú.
Soy tuyo: sólo tu amor da respuesta a mi pregunta.
Me amabas ya cuando me tejiste en el seno de mi madre.
Te doy gracias porque me has llamado a ser feliz.
Señor, me conoces hasta el fondo de mi alma,
nada se te esconde de cuanto soy en lo más profundo.
Yo me pregunto si el sentido de mi vida puede darse si le faltas Tú.
Señor, aunque mi árbol se quede sin hojas aunque la poda lo deje desnudo y solo,
aunque el frío lo apriete hasta hacerle llorar, Señor en mi árbol mi hoja serás
siempre Tú. Dios mío, sondéame para conocer mi corazón,
ponme aprueba para conocer mis sentimientos,
mira si mi camino se desvía o se hace camino muerto.
Guíame por el Camino nuevo que has abierto entre los hombres.
Quiero hacer de él un proyecto para mi vida,
y paso a paso, desde lo hondo de mi ser, vivir para Ti.
SALMO 142
                             “DAME VIDA”

Señor, escucha mi oración; viene de un corazón joven.
Te invoco, señor; he decidido buscar en Ti ayuda.
No mires mis palabras torpes; mira ni interior empobrecido.
Alarga tus manos y aprieta entre las tuyas mis pobres manos.
Tú eres fiel y leal; eres diferente a como yo soy.
Tú eres bueno y transparente; yo quisiera ser así.
Tú eres compasivo y misericordioso; necesito de tu experiencia.
Tú eres justo y verdadero; necesito cambiar de verdad.
Mi corazón dentro de mí está frío y enmudece.
No sé dar respuestas a las cosas negras que me pasan.
Busco la paz y quiero salir de esta guerra que llevo dentro.
Busco el amor y no acabo de romper con este egoísmo que me deshace.
No sé dónde mirar cuando la sociedad me ofrece cosas contradictorias.
No sé escoger entre caminos que marchan sin encontrarse.
Me siento indeciso ante lo que es o no es esencial en la vida.
No soy capaz de hacer opciones en esta dura encrucijada.
Mi alma es como una tierra buena que tiene sed de Ti, Señor.
Mi alma es como una semilla buena que quiere germinar.
Mi alma es como el agua libre que busca libertad en su camino.
Mi alma es como la raíz del árbol bueno que se agarra a la tierra.
Me falta el aliento y el cansancio se apodera de mis pasos;
me siento flojo y sin ganas de superar mi dolor.
Despierta mi corazón joven y hazlo limpio como la nieve pura;
alegra mi vida joven y enraízala en la ternura de tu amor.
Haz que sienta tu amor en la mañana y me acompañe todo el día.
Hazme saber el camino que debo seguir dentro del tuyo.
Da respuesta a mis llamadas cuando golpeo en tu puerta;
y no me dejes abandonado y solo por el camino sin destino.
Enséñame, Señor, a cumplir tu volun42ad que es buena;
y líbrame de los agentes del mal que ofrecen lo malo;
que tu Espíritu guíe mis pasos hacia la verdad plena,
y no me dejes seducir por le engaño del Diablo.
Dame vida, Señor del hombre y de la Historia, por tu nombre;
por tu justicia saca mi alma de la angustia y la ansiedad;
por tu amor líbrame de los que buscan mi destrucción;
y aparta de mi camino a los que quieren perder mi alma.
Mira mi corazón pobre que te llama con ternura y en ti confía;
mira mis ojos que quieren tu luz para ser limpios;
mira mis pasos que están orientados por tu Palabra;
mira el rumbo de mi vida que busca en tu vida un sentido profundo.
SALMO 149

Déjanos cantar, Señor, un canto nuevo en medio de tu pueblo.
Que tu gloria se convierta en alegría en nuestras vidas
y en sonrisa en nuestros labios.
Vamos a entonar una nueva canción.
Estamos ya cansados de oír y de cantar canciones viejas.
Los políticos de turno organizan sus fiestas con músicas vacías,
que dejan el gusto amargo del cansancio en nuestras bocas.
Estereotipadas y gastadas se venden las canciones de amor
como artículo de consumo.
Se marchitan en nuestros labios
las notas falsas de una alegría que no existe.
Deja que entonemos tu canto, Señor.
El canto que nace de la vida nueva y vigorosa
como la aurora que Tú nos das.
Danzaremos al ritmo de una nueva melodía.
Brotarán nuevos acordes de las guitarras,
sin ecos de guerra no redoblar de tambores.
Y de tu pueblo nacerá un ritmo nuevo: un ritmo alegre y fraterno,
la verdad de la vida hecha canción para jóvenes, viejos y niños.
ritmo inocente, danza sin miedos: el ritmo de la amistad,
la canción de la esperanza.
Porque el Señor ama a su pueblo
y a los humildes abre caminos de esperanza.
Él es más fuerte que los brazos desafiantes
que se yerguen en la historia.
El Señor se hizo uno de tantos
y participó en nuestra marcha solidaria
de los pobres, los pequeños y los débiles.
Deja, Señor, que cantemos contigo una nueva canción:
la canción de la esperanza.
CÁNTICO DE DANIEL
           “TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR”
                    (Dn. 3, 57-88. 56)

Criaturas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.
Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor;
Astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.
Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y ganados, bendecid al Señor;
ensalzarlo con himnos por los siglos.
Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.
Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor;
ensalzarlos con himnos por los siglos.
Bendigamos al Padre y al Hijo con el Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.
CÁNTICO DE LAS CRIATURAS

Omnipotente, altísimo, bondadoso Señor,
tuyas son la alabanza, la gloria y el honor;
tan sólo Tú eres digno de toda bendición
y nunca es digno el hombre de hacer de Ti mención.
Loado seas por toda criatura, mi Señor,
y en especial loado por el hermano sol
que alumbra, y abre el día, y es bello en su esplendor,
y lleva por los cielos noticia de su autor.
Y por la hermana luna, de blanca luz menor,
y las estrellas claras que tu poder creó
tan limpias, tan hermosas, tan tibias como son,
y brillan en los cielos: ¡Loado, mi Señor!
Y por la hermana agua, preciosa en su candor,
que es útil, casta, humilde: ¡Loado, mi Señor!
Por el hermano fuego, que alumbra al irse el sol
y es fuerte, hermoso, alegre: ¡Loado, mi Señor!
Y por la hermana tierra, que es toda bendición,
la hermana madre tierra, que da en toda ocasión
las hierbas y los frutos y flores de color
y nos sustenta y rige: ¡Loado, mi Señor!
Y por los que perdonan y aguantan por tu amor
los males corporales y la tribulación:
¡Felices los que sufren en paz con el dolor
porque les llega el tiempo de la coronación!
Y por la hermana muerte: ¡Loado, mi Señor!
Ningún viviente escapa de su persecución;
¡Ay si en pecado grave sorprende al pecador!
¡Dichosos los que cumplen la voluntad de Dios!
¡No probarán la muerte de la condenación!
¡Servidle con ternura y humilde corazón!
¡Agradeced sus dones, cantad su creación!
¡Las criaturas todas, load a mi Señor!
SALMO DESDE LA VIDA Y LA LUZ

Como brisa suave, como rocío del a mañana, Señor Dios nuestro,
tu mensaje nos llega derrochando la grandeza de tus manos.
La tierra toda está salpicada de tu amor y tus prodigios,
y tu rostro se descubre al oír de cerca tus pisadas.
Tú te haces presente en al lluvia, en la flor, en al nieve y la luz;
te haces presente en el canto de los pájaros y el balar de los corderos.
Oh Dios de la vida, que inundas la existencia de tu vida y ternura.
Oh Dios de la luz, que penetras todo y lo llenas de alegría.
¡Bendito seas, Señor, en la sencillez del vuelo de un pájaro!
Oh, Señor, Dios nuestro, danos sensibilidad y un corazón puro
para respetar y admirar las obras maravillosas de tus manos.
Tu creación, oh Dios de la vida, es como un gran libro
abierto página a página, al corazón del hombre.
¡Bendito seas, Señor, cercano en tus obras al hombre que has creado!
Nosotros creemos en Ti y respiramos el don de tu vida.
Tú eres la raíz de nuestra existencia y le manantial de nuestro río.
Empápanos de tanta belleza y grandeza que rodea nuestra vida,
y levanta nuestro corazón joven hacia Ti, autor de tantas maravillas.
Señor Dios nuestro, a Ti te cantamos con el corazón agradecido;
Señor Dios nuestro, a Ti te alabamos con el corazón lleno de gozo;
Señor Dios nuestro, a Ti te queremos porque has manifestado tu amor.
¡Bendito seas, Señor, en la luz y la vida que cada día respiramos!
¡Bendito seas, Señor, desde el amanecer hasta el poner del sol!
¡Bendito seas, Señor, en nuestro corazón que busca la luz y ama la vida!
SALMO I

Tú estas presente en mi vida Señor,
 y mi corazón se goza al saber que eres Padre.
Tú eres mi refugio y mi alcázar,
Dios mío, confío en Ti.
Tú me cubrirás con la palma de tu mano,
y no dejarás que mi pie tropiece,
caminaré sin cansarme hacia la meta,
con la seguridad de que Tú serás mi recompensa.
Porque sé que me quieres me librarás.
Porque sé que me tratas personalmente,
me protegerás. A Ti te puedo invocar
porque siempre me escuchas.
Tú estás siempre conmigo,
aunque mi corazón se olvide de que me amas.
Tú estás siempre conmigo,
aunque mi corazón se olvide de que me amas,
Tú estás siempre conmigo,
 aunque mi corazón te falle y comience de nuevo.
Tú estás siempre conmigo
aunque mi corazón a veces no lo sienta.
Señor, mi vida te pertenece,
la he puesto en tus manos.
Que mi corazón no tema
aunque el camino se haga duro.
Tú estás conmigo y mi vida es cosa tuya.
SALMO II

No has venido Señor para juzgar,
sino para buscar lo que estaba perdido;
para liberar a quien está aprisionado por la culpa
y por el temor y para salvarnos,
cuando el corazón nos acusa.
Aceptamos como somos:
con nuestro pecado, con el pecado del mundo,
con nuestros pecados actuales.
Tú eres mayor que nuestro corazón
y que todos los pecados que hacemos.
Tú eres creador de un futuro nuevo.
Un Dios amor hasta la eternidad.
Conviértenos Señor.
Señor, es bastante fácil sentir tu llamada
en los acontecimientos de nuestro tiempo
y de nuestro ambiente.
Y es fácil también contentarse simplemente
con respuestas emotivas, compasivas o de desagrado.
Lo que resulta difícil es renunciar a nuestras
comodidades, romper nuestras estructuras,
dejarnos arrastrar por tu gracia, cambiar de vida, convertirnos.
Señor, ponemos resistencias a tu voz
y nos cuesta emprender este camino de conversión.
Ven en ayuda de nuestra debilidad
y robustece nuestros pasos con tu fuerza,
para que marchemos por los caminos
nuevos que Tú nos señales.
Conviértenos Señor.
SALMO III
                           (Is. 12, 2-3, 5-6)

El Señor es mi Dios y Salvador.
No me salvarán los señores de la tierra,
ningún hombre, ni instituciones benéficas,
ni la Seguridad del Estado,
ni la ciencia ni la revolución tecnológica,
no nos salvará Cáritas, ni Cruz Roja.
Me salvará Dios, cuando sea levantado en alto.
Confiaré y no temeré.
No me importan las dificultades y los peligros,
las amenazas y los sufrimientos,
las persecuciones y las cárceles.
No temo la noche ni lo desconocido.
Porque mi fuerza y mi poder es el Señor.
Tampoco confío en mis propias fuerzas o talentos,
en mi gracia, mi atractivo o mi energía.
No confío en el poder del dinero o de las recomendaciones.
Mi fuerza y mi poder es Él.
El fue mi salvación.
En el fragor de la lucha se puso a mi lado.
En la fatiga del camino me cogió en sus brazos.
En la oscuridad de la noche me encendió su lámpara.
En el frío del invierno me preparó una hoguera.
En la aridez del desierto me descubrió una fuente.
Sacaréis aguas con gozo
de las fuentes de la salvación.
Sedientos todos, venid por agua, gratis,
porque brota de la roca en forma de corazón,
que está levantada en lo alto.
Ya no se necesitan varas ni lanza alguna;
basta el toque delicado de la fe.
Sedientos todos, no vengáis ya por agua.
El Agua viene de Ti. Siete canales corren
por las calles de la ciudad más hermosa.
Puedes sacar sin restricciones
las aguas de la salvación.
Puedes bañarte en ellos.
Dad gracias al Señor que está en medio de ti.
Celebrad eucaristías, mientras gritáis jubilosos:
¡Qué grande el Santo de Israel!
que está dentro de ti, que se ha hecho fuente en ti.
SALMO IV
                           “DAME VIDA”

Señor, escucha mi oración,
Tú que eres fiel, atiende a mi súplica;
Tú que eres justo, escúchame.
No llames a juicio a tu siervo,
pues ningún hombre vivo es inocente frente a Ti.
Recuerdo los tiempos antiguos,
medito todas tus acciones,
considero las obras de tus manos
y extiendo mis brazos hacia Ti:
tengo sed de Ti como tierra reseca.
Escúchame enseguida, Señor,
que me falta el aliento.
No me escondas tu rostro,
igual que a los que bajan a la fosa.
En la mañana hazme escuchar tu gracia,
ya que confío en Ti.
Indícame el camino que he de seguir,
pues a Ti levanto mi alma.
Líbrame del enemigo, Señor,
que me refugio en Ti.
Enséñame a cumplir tu voluntad,
ya que tú eres mi Dios.
Tu Espíritu, que es bueno,
me guíe por tierra llana.
Por tu nombre, Señor, consérvame vivo,
por tu clemencia, sácame de la angustia;
que siervo tuyo soy.
SALMO V

El mundo, el mundo es el lugar donde Tú estás.
Y no las nubes, ni los cielos, ni el recinto sagrado
de los beatos y los santos.
El mundo, el mundo es tu sitio.
Ahí es donde tenemos que buscarte,
y no en los nichos de los santones
ni en los templos de los dioses.
Que Tú no eres un Dios de vitrina.
no necesitas que te levantemos casas de piedra,
te aupemos y te sostengamos en un trono.
El mundo. Meternos en la refriega
y combatir a tu lado
para encontrarte como un guerrero más
luchando por los pobres.
Y luego cantar contigo la canción de la victoria.
Y hacer fiesta y gozar en el hogar con los hijos,
y en la taberna, y en el trabajo. Siempre contigo.
Tu sitio es el mundo.
Un Dios mundano que nos habla por un Hombre
que sabe de amores y de dolores.
Eso queremos nosotros.
Sólo quedas Tú, el Dios de la tierra y del hombre,
el Dios de Jesús, en medio, compañero de fatigas
del mundo que tenemos que construir.
Mañana te tendremos más en medio.
SALMO VI

Señor:
Cada vez que miramos nuestra vida,
nos damos cuenta de las grandezas
que hay encerradas en ella.
Hoy venimos a Ti
a darte gracias
por esa vida que has puesto en nosotros
y que cada día
tenemos la oportunidad de potenciar.
Te damos gracias
por la ilusión que cada día nos anima
a vivir con mayor sentido.
Te damos gracias
por el optimismo
que da un impulso nuevo cada vez que nosotros
renovamos nuestra alegría.
No dejes que nuestra vida
esté maniatada por la falta de la libertad
que necesitamos para ser felices.
Señor:
Gracias por la vida, por la ilusión,
por el optimismo y por la libertad.
SALMO VII.

Tú estás presente en mi vida Señor,
y mi corazón se goza al saber que eres Padre.
Tú eres mi refugio y mi alcázar,
Dios mío, confío en Ti.
Tú me cubrirás con la palma de tu mano,
y no dejarás que mi pie tropiece,
caminaré sin cansarme hacia la meta,
con la seguridad de que Tú serás mi recompensa.
Porque sé que me quieres, me librarás.
Porque sé que me tratas personalmente me protegerás.
A Ti te puedo invocar porque siempre me escuchas.
Tú estás siempre conmigo,
aunque mi corazón se olvide de que me amas.
Tú estás siempre conmigo,
aunque mi corazón te falle y comience de nuevo.
Tú estás siempre conmigo,
aunque mi corazón se canse de seguir tus pasos.
Tú estás siempre conmigo,
aunque mi corazón a veces no lo sienta.
Señor, mi vida te pertenece,
la he puesto en tus manos.
Que mi corazón no tema
aunque el camino se haga duro.
Tú estás conmigo y mi vida es cosa tuya.
SALMO VIII

Si Tú, Dios, eres tan poderoso,
haz que el mundo se inunde de tu poder;
has justo al hombre injusto;
haz humilde de corazón al rebelde;
haz paciente al irascible;
has amigos a los enemigos;
haz generoso al avaro;
haz libre al cautivo;
haz humilde al vanidoso;
haz alegre al triste.
Da fe al incrédulo;
da amor al egoísta;
da sosiego al ambicioso;
da perseverancia al impaciente;
da bondad al tirano.
Si Tú, Dios, puedes hacerlo,
haz que el mundo sea reflejo de tu Gloria.
Sé que puedes hacerlo,
pero quieres que seamos los hombres,
mujeres y jóvenes de hoy;
quieres que nos esforcemos en la tarea
de hacer el mundo que nos diste
más justo y más humano.
Danos fuerza para poner por obra cuanto
tu Espíritu nos inspira. Así sea.
SALM0 DE CONFIANZA

Señor Jesús, eres luz para mi camino, eres el Salvador que yo espero.
¿Por qué esos miedos ocultos? ¿A quién temo Señor?
La vida es como una encrucijada, y a veces, indeciso, no sé por dónde ir.
Creo en Ti, Señor Jesús. Tú eres la defensa de mi vida
¿Quién me hará temblar?
Lo sé de sobra: seguirte es duro;
¡Hay tantas cosas fáciles de conquistar a mi lado!
Yo sé, Señor, que si me dejo llevar por ellas, me amarran
hasta quitarme la libertad que busco.
Yo sé que si te sigo y me fío de Ti,
los obstáculos del camino caerán como hojas de otoño.
Aunque la mentira y la violencia acampen contra mí,
aunque el dinero y el placer me rodee como un ejército,
mi corazón, Señor Jesús no tiembla.
Aunque la publicidad fácil me declare
la guerra y mis ojos encuentren
en cada esquina una llamada a perder mi dignidad humana,
mi corazón dirá que no, porque en Ti me siento tranquilo.
Una cosa te pido, Señor,
y es lo único que busco: vivir unido a Ti,
tenerte como un amigo
y alegrarme de tu amistad sincera para conmigo.
En la tentación me guarecerás
algo así como el paraguas de la lluvia;
en la tentación me esconderás en un rincón de tu tienda,
y así me sentiré seguro como sobre roca firme.
Señor Jesús, escúchame, que te llamo. Ten piedad.
Respóndeme, que busco tu rostro.
No me abandones, pues Tú eres mi salvador.
Dame la certeza de saber que aunque mi padre y mi madre
me abandonaran Tú siempre estarás fiel a mi lado.
Señor, enséñame tu camino,
guíame por la senda llana.
Yo espero gozar siempre de tu compañía.
Yo quiero gozar siempre de tu Vida en mi vida.
Espero en Ti, Señor Jesús:
dame un corazón valiente y animoso para seguirte.
Tú que eres luz para mi camino
y el Salvador en quien yo confío.
SALMO DE BÚSQUEDA

Mi corazón, Señor, se siente insatisfecho. Yo busco la libertad y amor:
busco verdad y justicia,... y mi corazón no te encuentra.
Como busca la cierva el agua cristalina así mi alma te busca a Ti, Dios mío.
Mi corazón tiene sed de ti, Dios vivo;
¿Cuándo serás Tú mi verdad y la belleza, mi libertad y mi paz?.
Yo te busco con sinceridad y pasión, con dolor y cansancio, y muchas veces
me quedo solo, como un chopo en el camino.
Y leo en el rostro de los hombres como un desafío: “¿Dónde está tu Dios?”
Recuerdo cuando era niño y mi corazón llegaba hasta Ti
como la ola a la playa. Recuerdo cuando mi corazón era puro
y cantos de júbilo y fiesta se levantan desde dentro de mí hacia Ti.
Y ahora, Señor quiero desahogarme y no puedo,
mi corazón se angustia; me siento turbado.
He perdido la paz, y la alegría no me acompaña.
No puedo decir de verdad: soy feliz. Con todo, yo espero de Ti.
Tú volverás a ser el manantial de mi vida y mi corazón volverá a sentirte
cercano. Tú eres, aún en la tiniebla, la luz de mi rostro, Señor.
Caminaré de día hacia Ti, buscando tu misericordia.
Y de noche, cuando todo parece que ha muerto,
te cantaré en mi corazón como el Dios de mi vida.
Señor, Dios mío, ¿Por qué parece que me olvidas?
¿Por qué ando triste, angustiado, queriendo buscar
en otras cosas la felicidad para mis días?.
Aunque te busque a veces solo, aunque me sienta fatigado en la búsqueda,
aunque los otros pasen indiferentes a mi lado,
aunque se rían y me griten diciendo:
¿Has encontrado a tu Dios?, dinos cómo es tu Dios,
aunque me quede perdido en un inmenso desierto,
Dios, Dios de mi salvación, seguiré tu rostro. Dame serenidad, dame tu paz,
que en mi corazón y en mi mente haya armonía, unidad.
No me dejes caer en la mentira y entramparme.
No me dejes disperso y perdido. Sálvame, Señor, del hombre sin conciencia,
del hombre violento y que ha perdido el sentido del bien.
Envía tu luz y tu verdad: que ellas me guíen
y me conduzcan hasta Ti, que eres el Origen de mi vida.
Quiero que Tú seas mi morada, que seas el Dios de mi gozo y de mi alegría.
Te doy gracias con le corazón, Dios, Dios mío.
Señor, que mi corazón no se deprima ni se angustie.
Señor, yo espero en Ti, pues eres mi Dios.
Te busco sediento, como la cierva el manantial.
Te busco porque Tú eres la Verdad de mi verdad, y el Amor de mi amor
y la belleza de mi belleza, y la Libertad de mi libertad.
Te busco a Ti, Señor de mi vida.
SALMO PARA DESPEDIR EL DÍA

Bendice, alma mía, al Señor.
Todo mi ser bendiga su Santo Nombre.
Tú, Señor, eres bueno y clemente,
rico en misericordia con los que te invocan.
Quédate con nosotros, la tarde está cayendo. Quédate.
Señor, escucha mi oración, atiende a la voz de mi súplica.
Enséñame, Señor, tu camino, para que siga tu verdad;
mantén mi corazón entero en el temor de tu nombre.
Quédate con nosotros, la tarde está cayendo. Quédate.
Mi alma espera en el Señor, espera en su palabra,
mi alma aguarda al Señor, más que el centinela de la aurora.
Tengo siempre presente al Señor;
con Él a mi derecha no vacilaré.
Quédate con nosotros, la tarde está cayendo. Quédate.
El Señor te guarda a su sombra, está a tu derecha;
de día el sol no te hará daño, ni la luna de noche.
Si el Señor no construye la casa, en vano se cansan los albañiles;
Si el Señor no guarda la ciudad, en vano vigilan los centinelas.
Quédate con nosotros, la tarde está cayendo. Quédate.
El Señor es bueno, su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades.
Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Quédate con nosotros, la tarde está cayendo. Quédate.
El Señor está conmigo; no temo;
¿Qué podrá hacerme el hombre?
El Señor es mi fuerza y energía, Él es mi salvación.
Quédate con nosotros, la tarde está cayendo. Quédate.
El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré?
El Señor es la defensa de mi vida ¿Quién me hará temblar?
Oigo en mi corazón: “Buscad mi rostro”,
Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro.
Quédate con nosotros, la tarde está cayendo. Quédate.
Gustad y vez que bueno es le Señor,
dichoso el que se acoge a Él.
Dichosos los que encuentran en ti su fuerza
al preparar su peregrinación.
Quédate con nosotros, la tarde está cayendo. Quédate.
SALMO JUNTO AL BROCAL DE AQUEL POZO

Dame que beba, me has dicho, Señor.
A mí, que vengo a buscar agua para quitar la sed.
Y estoy junto a Ti con mi cántaro vacío.
Es de barro, Señor.
Está hueco. Está amasado con sudor. Está abierto.
No conozco el don de Dios. Dime de Él.
No sé quien eres, Tú que me pides de beber.
He venido a pedirte agua viva. La tuya, que es viva.
Estoy cansado. Tengo sed de beber siempre agua de ésta.
Dame de la tuya. De la tuya y que se convierta dentro de mí
en un manantial que salta dando una vida sin término.
Dame de esta agua. Señor, dame.
No quiero aguas estancadas. Quiero tu agua viva.
Viva y saltando sin papar.
Eres mi todo y mi nada. Tu agua, en mi pobre barro.
Yo sé que eres Tú. Jesús, quien me está escuchando.
Habla conmigo. Estás cercano, mi ser te brota.
Surges de mi dentro.
Señor, no te extrañes de que hoy quiera hablar largo contigo.
Yo soy que me extraño.
No te traigo nada. Lo espero todo de Ti.
Llena mi pobre cántaro. Llénalo.
Quiero dejar aquí mi barro, mi pobreza, mi pecado, mi nada.
Aquí en brocal.
Quiero decirles a los míos, a los que me encuentro
cada día en el camino, que vengan y vean lo que yo he visto.
Quiero que para ellos seas también el Mesías.
SALMO DEL AMIGO VERDADERO

Señor Jesús, eres Amigo verdadero, como el buen pastor
que conoce una a una sus ovejas y las llama por su nombre.
Eres fiel en tu amistad para conmigo y nada me falta.
Nada me falta, porque Tú llenas los deseos de mi corazón;
nada me falta, porque Tú estás a mi lado aunque todos me abandonen;
nada me falta, porque has dado la vida por mí en lo alto de la cruz,
nada me falta, porque tu perdón y gracia me acompañan siempre.
Me regalas con tus dones, me alimentas con tu pan de vida;
me recreas en el gozo y paz de tu Espíritu.
Me conduces, como buen pastor, hacia las aguas de reposo,
y mi sed se siente reconfortada en el agua viva de tu manantial.
Tú confortas mi alma, cuando me faltan fuerzas para el camino;
tu confortas mi alma, cuando me siento desanimado y solo.
Tú me guías por senderos de justicia, como signo de tu amistad;
eres siempre fiel en mi camino, y tu gracia fortalece mi pobreza.
Señor Jesús, eres siempre amigo verdadero, como buen pastor,
que sacrifica su vida en defensa de su rebaño;
aunque pase por valles tenebrosos, ningún mal temeré
porque tu vara y tu cayado me sosiegan. Contigo, nada me falta.
Tu palabra es la fuerza que mantiene mi fe en tiniebla;
tu palabra es soporte que aguanta la oscuridad de mi noche;
tu Espíritu es el poder y la seguridad que aguanta mis dudas;
tu espíritu es la luz y el calor que animan mis pies cansados.
Eres amigo verdadero, Señor Jesús, como el Buen Pastor,
que al venir el lobo no huye y defiendes mi causa con tesón
hasta que me59sienta libre y restablecido en mis fuerzas.
Preparas, Amigo, para mi una mesa y te sientas a mi lado;
unges con óleo perfumado mi cabeza
como prueba de amistad sincera,
y llenas del buen vino mi copa hasta rebosarla.
Tu mesa, tu óleo, tu copa, son mi mesa, mi óleo y mi copa.
La dicha y la gracia de tu amistad, Señor Jesús, Pastor bueno,
me acompañan a lo largo de los días de mi vida.
Seré dichoso con tu fidelidad inquebrantable,
y tendré siempre la seguridad de tu amor hasta el extremo.
Mi morada, Señor Jesús, Amigo verdadero, como buen pastor,
será la llaga de tu corazón, en sangre y agua, abierta.
A lo largo de los días, creeré siempre en tu amor,
porque nadie tiene mayor amor que el que da la vida por el amigo.
Tú eres, Señor Jesús, el Pastor bueno, que guía hacia el aprisco su rebaño;
tú eres, Señor Jesús, Amigo verdadero, que ya nunca nos llamarás siervos.
Tú eres Amigo que me has dado a conocer los secretos del corazón del padre;
eres Amigo que has salvado mi vida dejándote colgar del madero.
Enséñame, Señor Jesús, a dar mi vida por los que necesitan seguir viviendo;
enséñame, Señor Jesús, a permanecer fiel al lado del hermano que está solo.
Tú eres la puerta que abre camino hacia el corazón del Padre:
guíame, Amigo, y condúceme hacia las aguas tranquilas de su Reino.
SALMO AL DIOS DE LA LUZ

Lámpara es tu Palabra, Señor, para mi vida,
cuando llega la oscuridad; decir tu nombre
es una explosión de luz y vida.
El Señor es mi luz;
nada temo porque Él alumbra todas mis oscuridades.
El Señor se acerca siempre
para iluminar nuestros pasos cansados del camino.
En el sendero de la vida
Jesús es la luz de las gentes,
el camino luminoso,
la verdad que se hace luz y vida.
¿A quién iremos, Señor?
¿A quién acudir cuando llega la noche?
Sólo Tú eres la luz y la salvación de los hombres,
el Redentor de cada ser humano,
preocupado por todos los dramas de los hombres.
El Señor es la luz de nuestras vidas,
el amanecer deslumbrante,
lo mejor que nos ha podido pasar.
El Señor es mi luz y mi salvación,
la cabaña donde me refugio de la tormenta.
Como el pájaro encontró su nido en los atrios del templo,
así es de luminoso el Señor,
pues nos deja anidar en su corazón
y hacer morada en Él
pues Él vive en nosotros como luz y vida.
Cuando me asalta algún peligro no temo,
porque su luz guía mis pasos;
es más, Él es la brújula de mi vida,
La luz que ilumina de paz todo mi ser. Amen.
SALMO EN BUSCA DE UN PROYECTO DE VIDA

Es el momento, Señor, de orientar mi vida;
es la hora de dar rumbo a mi existencia;
estoy a punto para descubrir un nuevo camino;
no me sirve, Señor, el vivir en eterna encrucijada.
Estoy ante Ti abierto como la playa al mar;
estoy en busca de tus pasos, de tus huellas;
quiero dejar atrás mis caminos y entrar por tus caminos;
quiero decir sí al plan de Dios para los sueños de mi vida.
Aquí estoy, Señor, como Saulo en el camino de Damasco;
y te digo sin rodeos: Señor, ¿Qué quieres que haga?
Aquí estoy, Señor, como Samuel en la noche
y te digo: Habla Señor que tu siervo escucha.
Aquí estoy, Señor, como María cuando era joven
y te digo: Ha aquí la esclava. que se haga según tu Palabra.
Aquí estoy, Señor, con un corazón disponible como el tuyo
y te digo: Quiero hacer tu voluntad.
Señor, ¿Qué quieres de mí? ¿Qué me pides?
Señor, ¿Cuál es el plan del Padre para mi vida?
Señor, ¿Cuál es el proyecto que quieres que realice?
Señor, ¿A qué me llamas? ¿Por dónde quieres que camine?
Señor, ¿Cómo estar seguro de tus caminos en mi vida?
Señor, ¿Cómo sé yo que es eso lo que deseas de mí y no otra cosa?
Señor, ¿Seré capaz de ser fiel a la llamada que me haces?
Señor, ¿Y si me equivoco y tengo que volver atrás?
Señor, ¿Cómo comprometerme si no estoy plenamente seguro?
Preguntas, Señor, siempre preguntas. ¿Cómo saldré de la duda?
Yo quiero tener claro cada paso del camino.
Soy calculador, Señor, y no me gusta arriesgar nada.
Yo quiero tener mis seguridades y tengo miedo a lo imprevisible.
Yo quiero dar respuesta pero desde una fe razonada.
A fin de cuentas: ¿Te busco o me busco, Señor?
¿Pongo los ojos en Ti o me miro a mí?
¿Son tus intereses los que busco o sólo los míos? ¿Estoy disponible ante Ti?
Quiero, Señor Jesús, salir de esta confusión en que vivo.
Quiero, Señor Jesús, escucharte y dar respuesta a tu llamada.
Quiero, Señor Jesús, dejar todo, quedarme libre para seguirte.
Quiero, Señor Jesús, arriesgar mi camino con el tuyo.
Quiero, Señor Jesús, dejar mis miedos, dar paso a mi fe de joven.
Quiero, Señor Jesús, fiarme de tu plan porque me amas.
Yo sé que me has mirado, que has puesto tus ojos en mí.
Yo sé que me quieres para ser servidor de tu Reino.
Yo sé que me das la fuerza de tu Espíritu para ser enviado.
Yo sé que es posible realizar tu plan y ser feliz.
Señor, quiero hacer de tu Persona y tu Evangelio,
el Proyecto de vida que dé sentido a mi existencia.
Aquí me tienes, señor, para hacer tu voluntad.
SALMO PARA ALEGRARSE

Es bueno darte gracias, Señor, de corazón,
y cantarte con gozo cada día.
Es bueno proclamar por la mañana tu lealtad
y por la noche decirte de verdad que me has querido.
Es bueno decir que tus acciones, Señor,
son mi alegría y mi esperanza.
Es bueno decirte que las obras de tus manos
son júbilo y fiesta para mí.
Te doy gracias y me alegro
por el don maravilloso de la vida.
Te doy gracias y me alegro
por el don entrañable del bautismo.
Te doy gracias y me alegro
por el don precioso de tu Espíritu.
Te doy gracias y me alegro
por el don precioso de tu Palabra.
Te doy gracias y me alegro
por el don único de tu Pan de vida.
¡Qué grandes son tus obras, Señor!
¡Qué profundos son tus designios!
¡Qué grandes son tus proyectos para nosotros!
¡Qué profundos son tus deseos para el que te busca!
Es bello, Señor, vivir siendo Tú el centro de mi vida.
Es bello, Señor, saber que Tú eres el Señor de mi vida.
Muchos no te conocen, Señor, y me da pena
que pongan su vida en cosas que se acaban.
Muchos no saben que Tú eres Padre
y que nos quieres con ternura.
Tú eres grande para siempre.
Tu amor me inunda y me hace feliz.
El hombre honrado florecerá como palmera,
se abrirá como un trigal fecundo,
siempre tendrá el fruto a mano
y su vida ante Ti, Señor, será preciosa.
Es bueno darte gracias, Señor,
y cantarte de gozo cada día.
Es bueno abrir el corazón de par en par
y dejar que tu luz inunde de tu paz toda mi vida.
SALMO DEL MARGINADO

La tierra donde naciste te hizo marginado.
Quedaste marcado para siempre: Nazareno.
La noche de tu nacimiento en la cueva
te hizo igual a los pastores que dormían al sereno.
tu muerte fue en la cruz, fuera de las murallas,
donde estaba la maldición y el desierto.
Te colgaron, como a un revolucionario, en la cruz
para que ellos pudieran seguir yendo al templo.
Te llamaron comilón y bebedor.
Te llamaron demonio. Aboca abierta: blasfemo.
Fuiste contado entre los delincuentes,
y azotado y escupido y pisado como un reo.
Te llamaron sedicioso, embaucador, perturbado,
porque te hiciste como la gente de tu pueblo.
Rompiste la muralla que separaba a los hombres
y te situaste entre la basura, entre el deshecho.
Fuiste uno de tantos, Señor, Jesús hecho esclavo
hasta llevar a hombros el madero.
Tus amigos fueron los pobres, los de corazón roto,
los que cargaban con la culpa.
Tus amigos eran los pecadores, los de clase baja,
los que tenían la cuenta del banco a cero.
Eran los campesinos, publicanos,
las prostitutas, los leprosos.
Tus amigos eran los sin nombre ni apellido,
los que en su vida no tuvieron derechos.
Gracias, Señor, por hacerte marginado
y llevar la salvación al hermano solo.
Gracias porque tu Reino es regalo
al hombre que extiende la mano y no llega a serlo.
Gracias porque el corazón del padre
se ha hecho morada eterna en los sin derechos.
SALMO EN BUSCA EN SENTIDO PARA LA VIDA.

Señor Jesús, yo quiero un sentido para mi vida,
quiero crecer en búsqueda de razones para mi existencia,
quiero encontrar el ideal, la norma, el modelo de ser hombre.
Quiero, Señor Jesús, orientar mi vida, darle un rumbo.
Quiero saber la razón de mi origen, de dónde vengo.
Quiero que el río de mi vida tenga en Ti su manantial.
quiero saber la razón de lo que haga en la vida.
Quiero saber si mi vida vale la pena vivirla.
Quiero que el sentido de mi vida seas Tú.
Quiero saber hacia dónde camino,
saber cuál es el destino y la meta de mi vida.
Quiero que Tú, Cristo el Señor, seas el final de mi camino.
Señor, Jesús, no quiero una vida que se apoye desde fuera.
No quiero muletas que no me dejen ir lejos.
No quiero soportes que o aguanten mi libertad.
No quiero parches para mi camino,
ni caretas para mis problemas.
No quiero manos que me empujen,
ni que den cuerda a mis fracasos.
No quiero quedarme en la cáscara de las cosas
mientras mi corazón se muere de hambre.
No quiero optar por la muerte, por la destrucción,
por las cosas que se acaban, por el humo de pajas.
No quiero vivir desde la superficie, desde la piel.
No quiero ser vida vacía, vida gastada.
Señor Jesús: ¡Quiero vivir con fuerza y desde dentro!
Salmos
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Salmos

  • 1. Salmo 7 (Salmo de un corazón sincero). Salmo 136 (Basado en la vida en la cárcel). Salmo 16 (Salmo en busca de apoyo). Salmo 139 (Salmo joven de interiorización). Salmo 18. Salmo 142 (Dame vida...). Salmo 18 (Señor Tú tienes palabras de vida). Salmo 149. Salmo 22 (El Señor es mi pastor). Cántico de Daniel. Salmo 22 (El Señor es mi pastor). Cántico de las criaturas. Salmo 23 (Viene el Rey de la gloria). Salmo desde la vida y la luz. Salmo 24. Salmo I. Salmo 24. Salmo II. Salmo 26 (Tu rostro buscaré Señor). Salmo III. Salmo 27. Salmo IV. (Dame vida). Salmo 29 (Bienaventurados los luchadores). Salmo V. Salmo 33 (El Señor es una fiesta). Salmo VI. Salmo 36 (Salmo para saber esperar). Salmo VII. Salmo 50 (51). (Ten compasión de mí, Señor). Salmo VIII. Salmo 61 (62). Salmo de confianza. Salmo 62. Salmo de búsqueda. Salmo 62 (Salmo de corazón abierto). Salmo para despedir el día. Salmo 62 (Mi alma te ansía de noche,...). Salmo junto al brocal de aquel pozo. Salmo 66 (El futuro será así). Salmo del amigo verdadero. Salmo 66. Salmo al Dios de la luz. Salmo 71 (En sus días florecerá la justicia). Salmo en busca de un proyecto de vida. Salmo 72 (Pero yo siempre estaré contigo...). Salmo para alegrarse. Salmo 84. Salmo de corazón abierto. Salmo 84 (85). Salmo del marginado. Salmo 88. Salmo en busca de sentido para la vida. Salmo 89 (Salmo de un corazón de barro). Salmo para detenerse. Salmo 90 (Tribulación). Salmo de conversión total. Salmo 102 (El Señor es compasivo). Salmo desde la ternura de María. Salmo 102 (El Señor es compasivo... ). Salmo de la grandeza de amar. Salmo 102 (Salmo desde la ternura de Dios). Salmo de la comunidad. Salmo 103 (La tierra se tambalea). Salmo de diálogo nocturno ante la cruz. Salmo 115. Salmo 138. Salmo 116. Salmo 90 (Salmo de confianza). Salmo 117 (Eterna es su misericordia). Salmo de Juan el Bautista. Salmo 117. Salmo de las Bienaventuranzas. Salmo 121 (La casa del Señor). Salmo de un corazón obediente. Salmo 136 (Que se me pegue la lengua...). Salmo del Espítiru
  • 2. SALMO 7 (SALMO DE UN CORAZÓN SINCERO) Levántate, Señor, en tu bondad y misericordia y acércate al corazón de los hombres; quita la venda de los ojos que no ven sino tinieblas, y ablanda el corazón del hombre soberbio y violento. Surge, Señor, como una llama viva, en medio de la tierra y atrae hacia Ti a los hombres, hijos tuyos, que viven sin conocerse. Despierta ya, Dios mío, ponte en pie y camina hacia nosotros, Tú que eres Señor del hombre y de la Historia. Despierta ya el corazón del hombre golpeado por el pecado y acógenos a todos como hermanos en tu gran tienda. Oh Dios, Señor de todos los pueblos, Señor de las naciones, derriba las murallas, destruye los muros y abre las puertas y ventanas para que el sol de tu amor y tu justicia unifique la tierra. Oh Dios, danos un corazón justo, un corazón sincero que busque el bien de todos y no se esconda en el egoísmo. Oh Dios, danos un corazón inocente y limpio, capaz de olvidarse de sí y preocupado por los hermanos. Que cese la maldad del hombre pervertido y desfigurado; que no triunfen los planes del hombre de corazón de piedra; danos un corazón de carne, abierto a la amistad y a la ayuda, Tú que conoces el interior del hombre y llegas hasta sus entrañas. Oh Dios, Tú que eres justo; Tú que eres santo, danos un corazón sincero. Haz camino hacia los hombres que te buscan con limpio corazón y que se empeñan en establecer en el mundo la paz de tu Reino; sé Tú, oh Dios, el escudo que nos cubra y nos proteja, sé Tú el salvador y liberador de los corazones rectos. Salva el corazón del hombre de la tiniebla, de la mentira; salva el corazón del hombre de la dureza del viejo orgullo; salva el corazón del hombre de la apatía y la mediocridad. Oh Dios, Dios nuestro, acoge nuestro corazón que tiembla ante el poder del mal que ha hecho nido en el barro del mentiroso, y danos fuerza, sé Tú nuestro escudo, en la hora de la prueba, y defiéndenos del Malo, del Diablo que dispersa y divide. Señor, Tú conoces la fragilidad de nuestro ser tocado por el pecado; Tú conoces la fuerza de la tentación cuando llama a nuestra puerta; Tú conoces la debilidad de nuestras vidas cuando sufren la crisis: Ven, Dios nuestro, que a Ti nos acogemos; ven y sálvanos. Libéranos y que nadie arrebate como un león nuestra vida. Perdónanos cuando estábamos lejos de tu verdad y tu gracia. Danos un corazón abierto al perdón y a la misericordia y que nunca nos creamos mejores que ninguno de nuestros hermanos. No nos dejes, Señor, caer en al fosa, bajar a lo hondo del abismo; no permitas que nuestro pie sea atrapado en los lazos de la muerte, y allana nuestro camino y aliéntanos en la hora del cansancio. Aquí estamos, Señor, unidos como un solo pueblo que te ama; aquí estamos, Señor, abiertos a los hombres y nunca sobre nosotros cerrados; aquí estamos, Señor, pobres, humildes, como niños que necesitan la ayuda de tu mano materna que acompaña nuestros pasos. Te damos gracias, Señor Dios, Señor de la Historia y del hombre, te damos gracias porque eres justo, eres bueno, eres santo. Oh Dios, todopoderoso, único Señor de cuanto existe y vive, a Ti elevamos, desde nuestro corazón sincero, nuestro canto.
  • 3. SALMO 16 SALMO EN BUSCA DE APOYO Escucha, Señor, mi corazón que busca apoyo en tu bondad; atiende mi clamor que se levanta como la aurora; presta oídos a mi plegaría, que confía en Ti, y mira mi interior que no pacta con la mentira. Tú ves, Señor, lo recto y te pones del lado del que a ti clama; tus ojos penetran mi corazón y son luz para mi camino. Mi corazón Tú sondeas, Tú interiorizas y de noche me visitas; no hay nada oculto para Ti y todo a tus ojos es como la luz del mediodía. Tú pruebas mi vida y dejas que el dolor toque mi corazón joven; pones a prueba mi amor y fidelidad, como el oro al fuego y yo te digo, Señor, que te amo con amor profundo por encima de todo. He guardado tu Palabra y confío siempre en los proyectos que me brindas; busco cumplir tu voluntad, Dios mío, más que el centinela la luz del día. Mis pasos, Señor, se han ajustado a las sendas que Tú has trazado, y mis pies no han vacilado en tus veredas a pesar de cansancio del camino. Yo amo tus sendas, yo amo tus veredas, yo amo tus proyectos; regálame el don de tu Espíritu para que sea fiel a tus mandatos. Yo te llamo, yo te busco, mi corazón tiende a Ti como el río al mar. Tú, oh Dios, fortaleza de mi vida, me respondes con cariño. Tiende hacia mí tu oído, acércate hasta sentir tu aliento; escucha mis plegarias, acoge mis palabras, hazme tuyo; has gala de tus gracias, oh Dios bueno, Tú que salvas; y dame un lugar junto a tu corazón compasivo, Tú que eres misericordioso. No me dejes, Señor, en la mano de los que cercan mi vida; no permitas que me acorrale quien quiere destruir mi existencia. Aunque avancen contra mí, sé Tú mi escudo protector, mi defensa, pues soy débil y mi corazón joven necesita de tu apoyo. No dejes, Señor, que claven en mí sus ojos para tirarme al suelo; no les dejes acercar a mi vida que es un don tuyo. Cuando el peligro acecha mi vida, Señor, despierta mi corazón; cuando la tentación golpee a mi puerta, ponme pronto a salvo. Levántate, oh Dios, haz frente a mi enemigo, derriba al Malo. Haz frente al Maligno que tiende a mis pies una red engañosa. Libra con tu poder mi alma de los ataques duros del Diablo. Tú, Señor, Dios mío, no me dejes caer en tentación: Tú, Señor, Dios mío, líbrame que estoy en apuros del mal. Busco tu rostro, Señor, y me acojo al calor de tus manos; busco sentirme seguro contigo y que nada me falte a tu lado; busco la fuerza y el poder en tu Espíritu de Vida, para que aliente los pasos de mi camino hacia tu casa. Mi corazón tiene hambre y sed de Ti y quiere saciarse con tu presencia. Sé para mí, Señor, la roca firme en quien me apoyo cada día y dame la seguridad de sentirme amado por tu corazón de Padre.
  • 4. SALMO 18 Señor, Tú tienes palabras de vida eterna. Tu palabra es perfecta. Es alimento y medicina; alegra el corazón y hace descansar. Las palabras que nosotros decimos nos aturden y nos inquietan, nos engañan y nos seducen. Pero tu palabra es verdad, luz para el que no sabe, calma las tempestades y pacifica el subconsciente. Nuestras palabras son violentas, armas arrojadizas. Tu palabra es pacífica y liberadora. Nuestras palabras nos enfrentan, las tuyas nos reconcilian. Nuestras palabras nos resbalan, la tuya penetra hasta dentro. Nuestras palabras se olvidan, la tuya refresca la memoria. Nuestras palabras son amargas, la tuya dulce más que golosinas. Nuestras palabras son calderilla, la tuya tesoro y moneda fuerte. Nuestras palabras son de muerte, la tuya a vida eterna sabe. Tu palabra es de amor, tu palabra amor, tu palabra eres Tú, nuestra paz, nuestra verdad, nuestro amor y nuestra vida.
  • 5. SALMO 18 “SEÑOR TÚ TIENES PALABRAS DE VIDA” (DECÁLOGO) TEMA: Lo que Dios quiere de sus servidores “Y el Señor pronunció las siguientes palabras”: Yo soy tu Dios, la Fuente de la Vida. Yo no soy un gran señor, sino tu Amigo. No soy legislador, ni juez ni policía, sino impulso de libertad y llamada a la superación. Yo no escribo normas en piedras o en códigos, sino en lo más íntimo del ser. Mis normas no son antipáticas, ni doblegan ni traumatizan; son pistas para conducir, escalas para ascender, aliento para ascender. Yo soy tu Dios, pero en ti y para ti. Yo soy para que tú seas. No quiero que sirvas temeroso, que te pongas de rodillas como un esclavo ante ningún dios, ni en el cielo ni en la tierra, ni ante nada ni ante nadie, ni ante mí. Ponte de pie para servirme en el Amor; no des culto a nadie sino en Amor; vive en el Amor. No destruyas nada; no utilices ni te aproveches de nadie; no engañes a nadie, porque el otro sea quien sea, es hijo mío, es un Dios, porque Yo soy el Amor. Favorece especialmente a los pobres, a los mayores, a los huérfanos, a los extranjeros y a los indefensos, porque Yo soy el Amor.
  • 6. SALMO 22 “EL SEÑOR ES MI PASTOR” El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar; me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas; me guía por el sendero justo, por el honor de su nombre. Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque Tú vas conmigo: tu vara y tu cayado me sosiegan. Preparas una mesa ante mí, enfrente de mis enemigos; me unges la cabeza con perfume, y mi copa rebosa. Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos lo días de mi vida, y habitaré en la casa del Señor por años sin término.
  • 7. SALMO 22 EL SEÑOR ES MI PASTOR El Señor es mi pastor, y es también mi pastora. El pastor conduce sabiamente; el camino se hace corto, porque entretiene con sus canciones y leyendas. Cuando hay que pasar por senderos difíciles, Él va delante, quitando los miedos; en los tramos peores me coge en sus brazos, haciéndome sentir todo su cariño. El pastor capta enseguida el peligro y defiende a su rebaño con inteligencia, y si es preciso con la fuerza, como una madre delante de su cría. Distingue claramente las hiervas venenosas, anuncia los cambios de los tiempos y sintoniza con la Naturaleza. Conoce a cada oveja por su nombre, la conoce por dentro, y encuentra la palabra y el tono para comunicarse; ¡ ME CONOCE ! Sobresale, sobre todo, por su amor. Está hecho para dar vida. Prepara la mesa abundante y bonita, con alimentos bien condimentados, con vinos escogidos, con abundancia de flores y perfumes, y la música que embelesa. Está hecho para dar la vida, en la vigilancia y en el desvelo, en la preocupación entrañable, en la entrega cotidiana. Ama especialmente a las ovejas desvalidas, a las más débiles y pequeñas, a las heridas y a las enfermas Él mismo, de sí mismo, a todas alimenta. Yo sé que me ama, que su misericordia me acompaña. Sé que no me va a faltar la luz de su mirada, el zurrón de sus regalos, el perfume de su ternura, y viviré para siempre en su palacio.
  • 8. SALMO 23 “VIENE EL REY DE LA GLORIA” Viene el Rey de la Gloria, Dios mío, viene la Gloria al infierno. Viene la luz a la noche y la verdad a los ciegos. Viene la dicha a la pena, viene la vida a los muertos. Cristo, Verdad y Vida. Cristo, lucero. viene el Amor soberano como gracia y como fuego, pan de vida y medicina para todos los enfermos. Es Dios que viene a la tierra, la que Él formó con sus dedos. Es Dios quien viene a los suyos, Cristo Enmanuel, es misterio y sacramento. ¿Qué monte será elegido para recibir al cielo? ¿Y qué lugar de la tierra de la Gloria será Templo? Viene el Rey de la Gloria, Dios mío, pero viene a hacerse siervo. Cristo amigo, más que un Dios es compañero.
  • 9. SALMO 24 A Ti, Señor, levanto mi alma. Necesito de Ti. Necesito respirar de Ti. Necesito perderme en Ti. Necesito vivir en Ti. Enséñame, Señor, tus caminos, que no me confunda ni me engañe a mí mismo, que no caiga en la trampa o en laberintos sin solución. Duros, difíciles y engañosos son los caminos de los hombres, nuestras sendas de cada día. Tenemos grandes autopistas, pero no conducen a ninguna parte. Las sendas del Señor son misericordia y lealtad. Tú eres, Señor, nuestra senda y nuestro camino. El que te sigue no tropieza ni se desvía. Tú eres la Misericordia y la Verdad, y te das a conocer a los pequeños. A Ti, Señor, levanto mis ojos, como el niño que mira a su padre. Miro tus manos, ¡Qué maravilla!: son delicadas y fuertes, expresan amor y ternura, significan poder y protección. Leo en tus ojos que eres Amor y Verdad, enteramente Amor y Verdad. Siento tu corazón inmenso, lleno de energía creadora, origen de toda vida, meta a la que todo tiende, centro en el que todo descansa.
  • 10. SALMO 24 “La única forma de recorrer nuestro camino, es empezar a andar” A Ti, Señor, presento mi ilusión y mi esfuerzo; en Ti, mi Dios, confío porque sé que me amas. Que en la prueba no ceda al cansancio, que tu Gracia triunfe en mí siempre. Yo espero siempre en Ti. Yo sé que Tú nunca defraudas al que en Ti confía. Indícame tus caminos, Señor; enséñame tus sendas. Que en la vida se abran caminos de paz y bien, caminos de justicia y libertad. Que en mi vida se abran sendas de esperanza, sendas de igualdad y servicio. Encamíname fielmente, Señor. Enséñame Tú que eres mi Dios y Salvador. Recuerda, Señor, que tu ternura y tu lealtad nunca se acaban; no te acuerdes de mis pecados. Acuérdate de mí con tu lealtad, por tu bondad, Señor. Tú eres bueno y recto y enseñas el camino a los desorientados. Encamina a los humildes por la rectitud, enseña a los humildes su camino. Tus sendas son la lealtad y la fidelidad para todos los que guardan tu alianza y tus mandatos.
  • 11. SALMO 26 “TU ROSTRO BUSCARÉ SEÑOR” Subo a la montaña para orar, buscando los destellos de tu rostro; Me pongo en tu presencia y la nube me ilumina, la nube que me envuelve y me penetra, transparencia de tu gloria, sacramento, y guardo tu rostro y tu Palabra. Tu rostro buscaré, Señor; orando en el templo, buscaré; esperando tu Palabra, buscaré; escuchando tu silencio, buscaré; y buscando siento que me miras, y entraño la mirada de tu rostro. Tu rostro buscaré, Señor; bajaré hasta la choza y la chabola, para orar, para estar con los excluidos, inmigrantes de color, receptores de todos los rechazos y desprecios, rostros humillados, suplicantes, en el fondo, como el tuyo; el cielo se abre en su presencia y yo me siento como un reo porque no hay lugar en nuestras casa para ellos. Tu rostro buscaré, Señor; me acerco al hospital en oración, buscando tu rostro en los enfermos, rostros doloridos, tu rostro ensangrentado, son un cielo abierto, y los beso, y te beso. Tu rostro buscaré, Señor, en oración, hasta la cárcel, rostros odiosos, machacados, son tu rostro en el infierno, por la desesperanza y la tristeza, y los quiero, porque tu misericordia les devuelve su belleza. Tu rostro buscaré, Señor, orando, en los ríos humanos de la ciudad, o en las colas del autobús o en el metro, en los estadios y grandes almacenes, en los templos, rostros desdibujados, impacientes, tu rostro anónimo todavía, y yo los voy llamando por su nombre. No me escondas tu rostro, Señor, porque se hace de noche, quiero entrañar tu rostro deseado, con todos sus destellos, tu rostro, icono del Padre, la más brillante Teofanía. Tu rostro me descubre que Dios está enfermo, muy enfermo, de Amor.
  • 12. SALMO 27 El Señor es mi luz y mi salvación, ¿A quién he de temer? El Señor, el refugio de mi vida, ¿Por quién he de temblar? Cuando se acercan contra mí los malhechores a devorar mi carne, son ellos, mis adversarios y enemigos, los que tropiezan y sucumben. Aunque acampe contra mí un ejército, mi corazón no teme; aunque estalle una guerra contra mí, estoy seguro en ella. Una cosa he pedido al Señor, una cosa estoy buscando: morar en la Casa del Señor, todos los días de mi vida, para gustar la dulzura del Señor y cuidar de su Templo. Que Él me dará cobijo en su cabaña en día de desdicha; me esconderá en lo oculto de su tienda, sobre una roca me levantará. Y ahora se alza mi cabeza sobPe mis enemigos que me hostigan; en su tienda voy a sacrificar sacrificios de aclamación. Cantaré, salmodiaré al Señor. Escucha, Señor, mi voz que clama, ¡Tenme piedad, respóndeme! Dice de Ti mi corazón: “Busca su rostro” Sí, Señor, tu rostro busco, no me escondas tu rostro. No rechaces con cólera a tu siervo; Tú eres mi auxilio. No me abandones, no me dejes, Dios de mi salvación. Si mi padre y mi madre me abandonan, el Señor me acogerá. Enséñame tu camino, Señor, guíame por senda llana, por causa de los que me acechan; no me entregues al ansia de mis adversarios, pues se han alzado contra mí falsos testigos, que respiran violencia. ¡Ay, si estuviera seguro de ver la bondad del Señor en la tierra de los vivos! Espera en el Señor, ten valor y firme corazón, espera en el Señor.
  • 13. SALMO 29 “BIENAVENTURADOS LOS LUCHADORES” TEMA: Los luchadores Alabaré, Señor, tu providencia que nunca me abandona en el peligro. Traté de defender los intereses de los pobres, luché por el derecho y la justicia, estuve siempre de parte de los débiles, animé a todos a construir la paz; y en algún momento pensé que me dejabas solo; mis enemigos me amenazaban y se burlaban de mí. Me insultaban por teléfono y con anónimos: “Negro maldito. Obispo rojo. Cura marxista. Traidor. Defensor de causas perdidas. Ignorante. Idealista. Demagogo. Falso profeta...” Por un momento estuve a punto de ceder y dejarlo todo. Tal vez tendrán razón y todo fue un engaño. Por un momento estuve a punto de caer en la fosa de la depresión y en al abismo de la desesperación. Por un momento. Pero Tú me libraste de todos los peligros y no has dejado que tus adversarios se salgan con la suya. Me sacaste del atolladero y me hiciste revivir cuando estaba más hundido. Fieles del Señor, los que seguís creyendo en la utopía: dadle gracias conmigo, que cambia el luto en danzas, la depresión en fiesta, el fracaso en triunfo y la muerte en una Pascua.
  • 14. SALMO 33 “EL SEÑOR ES UNA FIESTA” TEMA: Dios es una fiesta Es Señor es pera mí una fiesta, un banquete de bodas, más sabroso que el pan y los pasteles, más dulce que los vinos espumosos. ¡Qué miserables me parecen los banquetes de los hombres! Acuden a hoteles de gran lujo, se hartan de manjares escogidos, pero son bellotas y algarrobas, engordan pero están hambrientos: “Los ricos empobrecen y pasan hambre”. Beben los vinos y licores más caros, y se ponen morados, pero les falta la alegría. Condenados a morir sedientos junto a un barril de cerveza. Si pensaran en la casa del Padre y en el pan sabroso que allí se come volverían mendigando, pero no tanto un trozo de pan, sino besos, abrazos y alegría. Venid, todos los que tenéis hambre, venid sedientos todos; comed, mis familiares, bebed, hermanos míos. En la sala del banquete hay raciones de pan abundante y botellas de vino excelente; el plato fuerte no es el ternero cebado, sino un Cordero muy tierno. Venid, amigos míos, que Dios se ha hecho banquete, y la entrada es gratuita. “Gustad y vez qué bueno es el Señor”.
  • 15. SALMO 36 SALMO PARA SABER ESPERAR Señor, a veces no veo claro; parece que triunfa el mal. Señor, me siento rodeado de juego sucio e injusticias. Siento a mi lado la ley del más fuerte, de la pura selva. Y tengo momentos, Señor, que parece que todo va contra el muro. Y Tú me dices, Señor, que el mal se seca presto como el heno; que el mal como hierba tierna se marchita. ¡Es tu palabra! Yo tengo confianza en Ti, Señor, y he hecho opción por el bien; quiero vivir en la tierra dando vida y crecer desde la paz; yo pongo en Ti los intereses más profundos de mi vida y estoy seguro, Señor, que me darás lo que pide mi corazón. Es Ti he puesto mi suerte, Señor, y no en el juego sucio; espero que harás brillar sobre mí tu Justicia; confío que tu derecho, tu ley orienten siempre mi camino. Yo vivo en calma junto a Ti, Señor, y espero en Ti; que mi corazón no se acalore con el que prospera basándose en mentira. Yo estoy seguro, Señor, que poseeré la tierra si tengo paciencia. Yo estoy seguro, Señor, que poseerán la tierra los humildes, y que gozarán, como hermanos, de inmensa paz. ¡Es tu promesa! Señor, aunque el justo se vea acorralado por el hombre sin piedad, Tú, Señor, sabes que el mal ha sido vencido por el bien. No dejes, Señor, que el poderoso abata al mísero y al pobre; no dejes, Señor, que el hombre de conducta recta sea eliminado. Tú sostienes los brazos cansados de los que en Ti espera, mientras poco a poco los planes del opresor caen por tierra. Tú conoces el corazón, Señor, del hombre honesto y sincero, y preparas para él una herencia eterna sentado a tu mesa; Tú estarás al lado del pobre y oprimido en tiempo de desgracia y en días de escasez llenarás sus manos de abundancia. Señor, Tú bendices al hombre que cuenta contigo en su vida, y al que te rechaza, esperas a que cambie su corazón duro y ciego. Tú guías los pasos del hombre, Señor, cada momento con mano firme; y cuando el hombre cae, Tú le tiendes tu mano salvadora. Yo sé, Señor, que al hombre que cree en Ti, nunca lo abandonas; y que le pan de cada día nunca faltó en su mesa. Señor, que mi corazón se aparte del mal y obre el bien; que camine junto a Ti y sea siempre del grupo de tus amigos. Tu tierra, Señor, toda la tierra será poseída por el hombre justo; el hombre malvado quedará solo y estéril como tierra reseca. Tu ley, Señor, está en el corazón del hombre que te ama, y sus pasos no vacilan aunque a veces camino solo. Señor, yo espero en Ti y guardo la norma de tu camino; yo espero la herencia de tu tierra, porque así lo prometiste. Aunque el hombre malvado, Señor, sea arrogante y orgulloso, caerá como árbol derribado por la tempestad en la noche. Dame corazón íntegro, un corazón sencillo y humilde, y que en medio de los hermanos sea siempre hombre de paz. que tu salvación acompañe día y noche el sendero de mi vida, y aunque sea acorralado por el hombre sin conciencia que tenga siempre claro el único Señor de la historia eres Tú.
  • 16. SALMO 50 (51) “¡TEN COMPASIÓN DE MÍ, SEÑOR!” Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa; lava del todo mi delito, limpia mi pecado. Pues yo reconozco mi culpa, tengo siempre presente mi pecado: contra Ti, contra Ti sólo pequé, cometí la maldad que aborreces. En la sentencia tendrás razón, en el juicio resultarás inocente. Mira, en la culpa nací, pecador me concibió mi madre. Te gusta un corazón sincero, y en mi interior me inculcas sabiduría. Rocíame con el hisopo: quedaré limpio; lávame: quedaré más blanco que la nieve. Hazme oír el gozo y la alegría, que se alegren los huesos quebrantados. Aparta de mi pecado tu vista, borra en mí toda culpa. Oh, Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con Espíritu firme; no me arrojes lejos de tu rostro, no me quites tu Santo Espíritu. Devuélveme la alegría de tu salvación, afiánzame con espíritu generoso: enseñaré a los malvados tus caminos, los pecadores volverán a Ti. Líbrame de la sangre, oh Dios, Dios, Salvador mío, y cantará mi lengua tu justicia. Señor, me abrirás los labios, y mi boca proclamará tu alabanza. Los sacrificios no te satisfacen: si te ofreciera un holocausto, no lo querrías. Mi sacrificio es un espíritu quebrantado; un corazón quebrantado y humillado, Tú no lo desprecias. Señor, por tu bondad, favorece a Sión, reconstruye las murallas de Jerusalén: entonces aceptarás los sacrificios rituales, ofrendas y holocaustos,
  • 17. sobre tu altar se inmolarán novillos. SALMO 61 (62) ORACIÓN DE CONFIANZA SÓLO EN DIOS. Sólo en Dios descansa mi alma, porque de Él viene mi salvación; sólo Él es mi roca y mi salvación, mi alcázar: no vaciclaré. ¿Hasta cuándo arremeteréis contra un hombre todos juntos, para derribarlo como a una pared que cede o a una tapia ruinosa? Sólo piensan en derribarme de mi altura, y se complacen en la mentira: con la boca dendicen, con el corazón maldicen. Descansa sólo en Dios, alma mía, porque Él es mi esperanza; sóll Él es mi roca y mi salvación, mi alcázar: no vacilaré. De Dios viene mi salvación y mi gloria, Él es mi roca firme, Dios es mi refugio. Pueblo suyo, confiad en Él. desahogad ante Él vuestro corazón, que Dios es nuestro refugio. Los hombres no son más que un soplo, los nobles son apariencia: todos juntos en la balanza subirían más leves que un soplo. No confiéis en la opresión, no pongáis ilusiones en el robo; y aunque crezcan vuestras riquezas, no les deis el corazón. Dios ha dicho una cosa, y dos cosas, que he escuchado: “Que Dios tiene el poder y Tú, Señor, la gracia; que Tú pagas a cada uno según sus obras”.
  • 18. SALMO 62 Oh Dios, Tú eres mi Dios por Ti madrugo, mi alma está sedienta de Ti; mi carne tiene ansia de Ti, como tierra reseca, agostada, sin agua. ¡Cómo te contemplaba en el santuario viendo tu fuerza y tu gloria! Ti gracia vale más que la vida, te alabarán mis labios. Toda mi vida te bendeciré y alzaré las manos invocándote. Me saciaré como de enjundia y de manteca, y mis labios te alabarán jubilosos. En el lecho me acuerdo de Ti y velando medito en Ti, porque fuiste mi auxilio, y a la sombra de tus alas canto con júbilo; mi alma está unida a Ti, y tu diestra me sostiene.
  • 19. SALMO 62. SALMO DE CORAZÓN ABIERTO Oh Dios, Tú eres mi Dios, por Ti madrugo. Por Ti, que me llamas de nuevo a la existencia, por Ti, que animas mi vida y la despiertas. Por Ti, que abres mi corazón a la luz y lo llamas a estar atento, vigilante. Por Ti, que me quieres presente, unificado, todo entero y en armonía. Tengo sed de Ti, de tu amor y lealtad. Tengo sed de Ti, de tu paz y perdón. Tengo sed de Ti, de tu pureza y alegría. Tengo sed de Ti, de tu fortaleza y bondad. Mi carne tiene ansia de Ti, como tierra reseca, agostada, sin agua. Todo mi ser se abre a tu gracia esperando el rocío de la mañana. Toda mi vida tiende a Ti esperando tu Vida sin término. Mi corazón, en mi interior, se alegra viendo tu fuerza y tu gloria en mí. Tú me das razón de existir. Tu vida es el sentido de mi existencia. Tu lealtad vale más que la vida. Tu amistad, más que todos los triunfos. Quiero saciarme de tu Santo Espíritu. Quiero sentirme en plenitud de tu gracia. En el lecho me acuerdo de Ti. Tú estás despierto en mi noche. Cuando me despierto en el silencio de la noche mi corazón descubre que Tú viven en él. A la sombra de tus alas canto con júbilo. Mi aliento está pegado a Ti, tu Amor me sostiene. Mi corazón se alegra contigo, Dios mío, porque mi vida te pertenece. Mi corazón se alegra contigo, Dios mío, porque tu Vida me pertenece. Oh Dios, por Ti estoy siempre despierto, por Ti, me mantengo en pie, en vela, por Ti madrugo siempre que se hace tiniebla en mi vida, por Ti comienzo siempre, aunque me sienta cansado.
  • 20. Oh Dios, Tú eres mi Dios: ¡Un Dios vivo! SALMO 62 MI ALMA TE ANSÍA DE NOCHE, MI ESPÍRITU EN MI INTERIOR MADRUGA POR TI. Dios, Dios mío, yo te busco y no te encuentro; sed de Ti tiene mi pobre y alocado corazón; te busco y me siento con frecuencia defraudado, porque mi alma se levanta como tierra reseca, sin agua. Tengo sed de Ti; de tu amor y lealtad sinceros; Tengo sed de Ti; de tu verdad y sinceridad; Tengo sed de Ti; de tu justicia y fidelidad; Tengo sed de Ti; de tu amor y misericordia. Te busco, como la flor tiende al sol por la mañana. Te busco, como el río se alarga hasta el mar; te busco como la semilla crece y camina en libertad; te busco, como el niño chiquito, la protección de su madre. Tu amor. Señor, es vida; es mejor que mi propia vida; tu rostro irradia la luz de tu gracia y verdad; tus manos están abiertas al perdón y a la acogida; todo tu ser es fuerza de salvación para el hombre. Empapa, oh Dios mío, mi corazón de tu bondad; rocíame con la lluvia suave de tu ternura; deja caer tu amor sobre mí como rocío de la mañana; y abre mis labios para que te cante con labios jubilosos. En las noches, cuando en soledad me encuentro, pienso en ti, y mi corazón hace camino hacia la luz de tu mirada; Tú llenas mi noche, Tú das sentido a mi existencia, y eres para mí como amigo que me acompaña. Por Ti vigilo; por Ti estoy como centinela esperando tu llegada; por Ti mi corazón vuela hasta tocar tu rostro; por Ti mi alma se aprieta contra Ti, buscándote en mi alma. Líbrame, Señor, de los ídolos que gritan, como en ferias, mercancías, baratijas, saldos viejos, hojarasca; líbrame, Señor, de los dioses que disputan mi existencia y que buscan manipular mi vida y deshacerla en sus garras. Oh Dios, mi corazón te busca, fascinado y apasionado, porque sólo en Ti hay respuesta a lo largo del camino; te busca, después de dejar atrás cosas vacías que encontré y que ahora son para mí nada, ante Ti, que eres mi Tesoro escondido. Tengo sed de Ti, de tu pan y de tu Palabra de Vida; tengo sed de Ti, de la verdad de tu Evangelio; tengo sed de Ti. de comunión con tu Iglesia; tengo sed de Ti, de la fuerza de tu Espíritu. Te busco, con mi comunidad al lado, que también te busca; te busco, con los hermanos que caminan conmigo como amigos; te busco, y sé que estás vivo, presente entre nosotros,
  • 21. que en tu nombre, Señor Jesús, nos hemos reunido. SALMO 66 Somos tu pueblo, señor, el Pueblo nuevo en la historia; has tenido piedad con nosotros al enviarnos a tu hijo, que se hizo uno de tantos para salvarnos. Has hecho brillar su rostro sobre nosotros con luz de vida; has hecho que cargue con nuestra cruz como un hermano. ¡Tú eres, Padre eres bueno, eres nuestro: Aleluya, amén! Has revelado en tu hijo Jesucristo tus maravillas de amor; has dejado de tener para los hombres, secretos, te has dado a conocer hasta el fondo de tu corazón en el Hijo alzado en la Cruz y muero para salvarnos. Te has hecho cercano a nosotros, Dios clemente en misericordia; te has dado sin medida en el Hijo hasta rescatarnos. ¡Tú eres Padre, eres bueno, eres nuestro; Aleluya, amén! Que te den gracias señor todos los pueblos, todas las razas; que todos los hombres, como un solo pueblo te alaben. Te cantamos unidos en un mismo espíritu de amor; te alabamos unidos a Jesús de Nazaret, nuestro hermano. ¡Tú eres Padre, eres bueno, eres nuestro: Aleluya, amén! Nos alegramos con todas las gentes porque juzgas al mundo con justicia; derribas del trono a los poderosos que esclavizan la tierra, y alzas de la basura a los pobres cansados de estar sentados. A los que tienen hambre los llenas de pan y de bienes, y a los ricos los despides con las manos vacías. ¡Tú eres Padre, eres bueno, eres nuestro: Aleluya, amen! Defiende a tu pueblo, Señor, ven con nosotros, quédate a nuestro lado; defiende los derechos de los que solo tienen deberes; defiende los derechos de los que nunca es escuchada su voz; defiende los derechos de los niños a los que no llega el pan, defiende los derechos de los hombres a quienes no llega trabajo; defiende los derechos de las mujeres tratadas como objetos por el hombre; defiende los derechos de los ancianos solos y abandonados. ¡Tú eres Padre, eres bueno, eres nuestro, Aleluya, amen! Derriba del poder a los que dicen que está con el pobre y es mentira; derriba a los que se apoyan en el pueblo y es demagogia; derriba a los que prometen en campañas y es engaño descarado; derriba a los que desde el poder se enriquecen y engordan. Desenmascara, señor, a los de un bando y a los del otro, porque bajo la misma piel, de color roja, negra o blanca, son del mismo lobo que esconde su ambición de dominio y muerte dejando a los pobre, más pobre y más vacías sus pobres arcas. ¡Tú eres padre, eres bueno, eres nuestro. Aleluya, amen! Abre nuestro corazón de pueblo nuevo en la historia al encuentro de Cristo victorioso que a nuestro encuentro cabalga; levanta el grito que pide justicia y liberación, desde la paz, y que exulta de gozo al decir, como una sola voz ¡Marana-tha!
  • 22. SALMO 66 EL FUTURO SERÁ ASÍ TEMA: El futuro del mundo Allelu-ya. Alaba siempre a Yahveh. Llegará un día en que la palabra de Dios se escuche en todos los pueblos y su ley sirva de inspiración a todos los legisladores. Los pueblos estarán unidos, y la ONU será un foro de entendimiento. Los débiles serán escuchados tanto como los grandes, nadie impondrá sus privilegios, y tomarán decisiones justas y siempre serán respetadas. Ya no serán necesarias las guerras, porque todos los conflictos se solucionarán por el diálogo. Ya no se hablará de hambre o subdesarrollo, porque prevalecerá la ley de la solidaridad. Nada se gastará para la muerte, sino para que la vida crezca. Alabad a Dios, que nos mira con bondad, nos enseña los caminos de la paz, nos inspira la rectitud y la justicia y nos capacita para vivir en el Amor. Allelu-ya. Alabad todos a Yahveh.
  • 23. SALMO 71 “QUE EN SUS DÍAS FLOREZCA LA JUSTICIA” En sus días, son los nuestros, el sueño de Dios realizado, un rey de justicia perfecto, en Espíritu consagrado. No reina en Estados del mundo, no tiene moneda ni soldados; es rey de los pobres y oprimidos; es un rey crucificado. Cuando libramos al pobre que clamaba, le hacemos rey; Cuando defendemos al afligido que no tenía protector, le coronamos; cuando nos apiadamos del indigente, le hacemos rey; cuando salvamos la vida de los indefensos, le entronizamos. Y cuando somos injustos o violentos, cuando somos insolidarios o egoístas, cuando despreciamos al negro y al extranjero, cuando no queremos saber nada del hermano, Él no es rey; le quitamos sus flores y su encanto; le coronamos de espinas y le crucificamos. Cuando consentimos la guerra o guardamos odio, cuando enterramos los talentos y los bienes, cuando no creamos puestos de trabajo, cuando no denunciamos el sistema injusto, Él no es rey; le dejamos desnudo ante los pueblos; le dejamos que muera sediento, abandonado. Dios mío, confía tu juicio al rey; que dure su reinado como el sol, una primavera de paz y justicia, y en sus manos los frutos encendidos del Espíritu.
  • 24. SALMO 72 “Pero yo siempre estaré contigo, Tú agarrarás mi mano derecha, me guiarás según tus planes, y me llevas a un destino glorioso”. Tu camino es lento. Avanzas con todo un pueblo, con su cabeza endurecida, por esclavitudes programadas, y sus miedos viejos, a sueños, espíritus y amos, atados alos pies y a la memoria. No te olvides de ningún grupo, perdido en los escondrijos, de los archivos y los mapas. Tú eres el camino, siempre adelante, huellas recientes de pies descalzos, de hombre pobre y mirada gratis, guía libre, sin equipaje de lujo, ni marcas comerciales a la espalda. En la historia, sigues con nosotros. Resucitado, ya llegaste. Y como el centro de la rueda convocas todos los rayos a tu encuentro, caminos diferentes y dispersos, y al converger todos haci Ti, unos a los otros acercas.
  • 25. SALMO 84 “VOY A ESCUCHAR LO QUE DICE EL SEÑOR” Voy a escuchar lo que dice el Señor. Me canso de las palabras de los hombres, palabras tantas veces orgullosas y violentas, interesadas, palabras engañosas, vacías y superficiales. Voy a escuchar los que dice el Señor. La Palabra del Señor es verdadera: es fuego y espada, es brisa, susurro, miel y perfume, es tempestad y lluvia mansa; es música que embelesa. La Palabra de Dios “anuncia la paz a su pueblo y a sus amigos”. La Palabra es la Paz definitiva regalada a todos los que la quieran escuchar en su corazón. Voy a escuchar lo que dice el Señor, pues su Palabra es misericordia y salvación. La Palabra de Dios está muy cerca de nosotros y es nuestra gloria y salvación. La misericordia y la fidelidad se encuentran, la justicia y la paz se besan en nuestro Señor Jesucristo. voy a escuchar lo que dice el Señor, hoy, mañana y pasado mañana, pues hoy sé que el mismo Dios viene a mi encuentro. Él nos regalará con la lluvia de sus dones y nuestra tierra dará sus frutos en el vientre de una madre virgen. La justicia marchará ente Él; la salvación seguirá sus pasos, pasos llenos de gracia y misericordia. ¡Sí! Voy a escuchar a mi Señor, pues es lo único que merece la pena.
  • 26. SALMO 84 (85) Señor, has sido bueno con tu tierra, has restaurado la suerte de Jacob, has perdonado la culpa de tu pueblo, has sepultado todos sus pecados, has reprimido tu cólera, has frenado el incendio de tu ira. Restáuranos, Dios salvador nuestro, cesa en tu rencor contra nosotros. ¿Vas a estar siempre enojado, o prolongar tu ira de edad en edad? ¿No vas a devolvernos la vida, para que tu pueblo se alegre contigo? Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación. Voy a escuchar lo que dice el Señor: Dios anuncia la paz a su pueblo y a sus amigos y a los que se convierten de corazón. La salvación está ya cerca de sus fieles y la gloria habitará en nuestra tierra; la misericordia y la felicidad se encuentran, la justicia y la paz se besan; la fidelidad brota de la tierra y la justicia mira desde el cielo. El Señor nos dará la lluvia, y nuestra tierra dará su fruto. La justicia marchará ante Él, la salvación seguirá sus pasos.
  • 27. SALMO 88 Cantaré eternamente las misericordias del Señor y anunciaré tu fidelidad por todas las edades. Cantaré eternamente el amor del Señor, proclamaré su fidelidad de generación en generación. Pues Tú dijiste: mi amor está bien cimentado para siempre, y mi lealtad, asentada en los cielos. “Una alianza pacté con mi elegido, un juramento hice a mi siervo David: mantener eternamente su descendencia y conservar su trono por todos los tiempos”. Señor, los cielos celebran tus maravillas y la asamblea de los elegidos canta su fidelidad. Porque ¿Quién es comparable al Señor, allá en las nubes, quién como el Señor entre los dioses? Señor, Dios de los ejércitos, ¿Quién es igual a Ti? Eres poderoso, Señor, y estás vestido de fidelidad. Tú domeñas el orgullo del mar, y cuando sus olas se encrespan, las reprimes. Tuyo es el cielo, tuya es la tierra, Tú cimentaste el orbe y cuanto contiene. Tú has crado el norte y el sur; el Tabor y el Hermón aclaman tu nombre. Tuyo es el brazo y su bravura, fuerte es tu mano y sublime tu diestra. Justicia y derecho sostienen tu trono, amor y verdad caminan contigo. Dichoso el pueblo que sabe aclamarte, caminará, oh Señor, a la luz de tu rostro. Tu nombre es su gozo cada día. Tu justicia, su orgullo. Porque Tú eres su honor y su fuerza, y con tu favor realzas nuestro poder. Porque el Señor es nuestro escudo, y el Santo de Israel, nuestro jefe.
  • 28. SALMO 89 “SALMO DE UN CORAZÓN DE BARRO” Señor, Tú has sido y eres para todos nosotros, como una tienda abierta donde se está bien de verdad; Tú has sido y eres para nosotros, que te buscamos, casa con el hogar encendido donde se encuentra paz. Tú eres Dios, desde siempre y por siempre: ¡Gloria a Ti! Eres Dios y de tus manos nacieron los montes y los valles; eres Dios, y el gorrioncillo y la golondrina mensajera, tienen un lugar en tu corazón de Padre: ¡Tú eres Padre! Nos sentimos ante Ti, Señor, como una motita de polvo; nos sentimos frágiles, como paja que lleva el viento. Acepta, Señor, nuestro pobre corazón de barro, e infunde en lo profundo de su ser tu aliento. Señor, mil años ante tus ojos son como un ayer que pasó; y la vida ante tu mirada es como un río que se alarga y peregrino que va buscando salida a su camino, hasta que el mar lo acoge en libertad plena en el seno de sus aguas. Señor, nuestras vidas son como la hierba que brota hoy, y que al mediodía se abre y en la noche se estremece; nuestras vidas, Señor, son ante tus ojos que todo lo penetran, como una vela que se va gastando y que de nuevo Tú enciendes. Aquí está, ante tu corazón de Padre, nuestro pecado; aquí está, ante tu misericordia, nuestra debilidad humana; ten compasión de nosotros, que en Ti esperamos, y da a nuestro pobre barro la alegría de tu esperanza. Haz, Señor, que vivamos con fuerza y pureza nuestros años jóvenes; no dejes que los malgastemos al buscar nuestro camino; mantén nuestras lámparas encendidas en la noche en espera cierta de tu llegada, tarde o temprano, como Amigo. Enséñanos, Señor, a contar nuestros años, nuestros días; llena nuestro corazón de tu sabiduría y tu ternura; permanece a nuestro lado, fortalece nuestros pasos vacilantes y no dejes sin respuesta a quien con sinceridad te busca. Sacia nuestro corazón, Señor, de tu amor por la mañana; haz que exultemos y cantemos toda nuestra vida; haz que nuestros ojos sepan mirar hacia otro lado, hacia la cumbre, y que el cansancio y el dolor no dobleguen nuestras rodillas. Devuélvenos la alegría, a nuestro corazón joven que te ama; que tus maravillas se manifiesten en tus siervos, que tu dulzura sea abundante con nosotros, Señor, y haz que aspiremos a la vida eterna de tu Reino. Confirma, Señor, con tu Espíritu nuestras vidas. Marca, Señor, con tu amor nuestro pobre barro; sé Alfarero de hombre, sé forjador del que busca, y deja tus huellas profundas en nuestro corazón humano. Desde el barro que somos, Señor de la Historia y del hombre; desde la arcilla maleable perdida en tus manos de Padre, abre nuestras ilusiones e inquietudes que tantas veces se apagan a la luz de tu rostro limpio y tu corazón entrañable.
  • 29. SALMO 90 TEMA: Tribulación Tú, que te sientes en desamparo, di al Señor: “eres mi póliza de seguro”. Tú, que te sientes indefenso, di al Señor: “eres mi guardaespaldas”. Tú, que te sientes perseguido, di al Señor: “eres mi refugio secreto”. Tú, que estás en medio del combate, di al Señor: “Eres mi arma invencible y mi victoria”. Dios mío, confío en Ti. Como el polluelo bajo las alas maternas, confío en Ti. Como el niño de la mano del padre, confío en Ti. Como el obrero protegido por el jefe, confío en Ti. Como el político en su estrella o en la propaganda y el militar en su tanque blindado, confío en Ti. Siempre confío en Ti. Aunque me dejen solo en la lucha, aunque mi voz se pierda en el desierto, aunque me critiquen y mi calumnien, aunque me secuestren y pongan precio a mi nombre, aunque me expulsen del país como a un leproso, confío en Ti. Siempre confío en Ti. Aunque encuentre más dificultades de las previstas, aunque pierda juventud y encanto y mis fuerzas empiecen a flaquear, aunque el dolor anuncie su visita, aunque comprenda que tengo cáncer y todo lo vea oscuro, confío en Ti. No mandarás a tus ángeles para que me libren de los problemas. No limpiarás de piedras mi camino, no evitarás el accidente imprevisto, ni impedirás las zancadillas de los malvados, ni aplastarás a mis enemigos, ni me avisarás de la trampa mortal, ni harás nada contra los efectos de la metralla o la goma-2, ni harás un milagro para curarme. Pero confío en Ti, porque siempre estás conmigo; no me dejarás solo en los problemas, me acompañarás en las tribulaciones y, aunque pueda morir en cualquier momento, me saciarás de largos días y me harás ver tu salvación: para mí y para todo el pueblo.
  • 30. SALMO 102 “EL SEÑOR ES COMPASIVO” TEMA: Dios – Amor Esta es la revelación más brillante de Dios: Dios, el que crea la luz, ¡Qué poder y grandeza! Dios, el que sostiene el mundo, ¡Qué omnipotencia! Dios, el que rige las leyes de la vida, ¡Qué sabiduría! Dios, el que aplasta al enemigo, ¡Qué justa su ira! Dios, al que nadie comprende, ¡Qué inmensidad! Dios, el que vive por siempre, ¡Oh eternidad! Pero no es este el Dios en quien yo creo, no es este mi Dios. El Dios que se revela en Jesucristo: es un Dios-Amor. Dios es compasivo, padece conmigo. Dios está cercano, como el mejor amigo. Cura al enfermo, libera la cautivo, colma de ternura y defiende al oprimido. Escucha el clamor de todo marginado, y acude enseguida y le tiende su mano. Dios me perdona y olvida mis pecados, un Dios olvidadizo me estrella entre sus brazos. Un Dios paciente y lento a la ira, que no corta la higuera sin frutos todavía. Dios misericordioso, rico en clemencia, que vuelca su corazón sobre todas mis miserias. Un Dios con entrañas, un Dios maternal, que besa y acaricia un sol de bondad.
  • 31. SALMO 102 EL SEÑOR ES COMPASIVO Y MISERICORDIOSO ¿Quién eres Tú, Dios mío? ¿Cuál es tu verdad, tu nombre? ¿Eres tan poderoso? ¿Tan justo? ¿Eres juez? ¿Repartes premios y castigos? ¿Tienes una cárcel de espantos? ¿O más bien eres blando? ¿Eres Papá Noel, Rey Mago? ¿Quién eres Tú, Dios mío? ¿Eres el gran silencio? ¿Eres sólo un nombre? ¿Existes? ¿Te enteras de lo nuestro? ¿Te interesa? ¿Eres la razón que necesitamos para no volvernos locos? ¿El antiabsurdo? ¿Eres inmutable e impasible? ¿No has llorado nunca? ¿Te enfadas muchas veces? ¿Has sentido el amor? ¿Te siente solo? ¿Quién eres Tú, Dios mío? “Yo Soy. Yo soy el sí victorioso. Soy el regazo materno primigenio. Y Big-Bang de amor que lanza hijos como estrellas. Yo soy siempre más. Siempre más alto y más profundo; siempre más abajo y más adentro; siempre más antiguo y más nuevo. Soy canto de libertad y gemido doloroso, herida abierta y aceite perfumado, soy danza ininterrumpida y no dejo de llorar. Soy lluvia de besos y caricias. Soy exigencia y piropo. Yo Soy. soy abrazo de amistad y alegría de comunión, hoguera viva; soy familia. Yo soy la fuente. Vives porque Yo soy, porque te amo. Tú ya no morirás, porque te amo. Soy el amor, te estoy diciendo. Si amas allí estoy. Si vives en el amor, sabrás mi nombre”.
  • 32. SALMO 102 SALMO DESDE LA TERNURA DE DIOS Bendice, alma mía, al Señor, desde el fondo de mi ser. Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus muchos beneficios. Bendice, alma mía, al Señor, porque él ha sido grande conmigo. Bendice, alma mía, al Señor, porque ha llenado de paz mi vida. El señor te ha perdonado todas tus culpas; te ha limpiado. El Señor te ha curado de todas tus dolencias; te ha sanado. El Señor te ha sacado de lo profundo de la fosa; te ha liberado. El Señor te ha puesto en pie después de la caída; te ha rescatado. El Señor te corona de amor y de ternura día a día. El Señor satura de bienes y regalos tu existencia. El Señor te guarda como a las niñas de sus ojos. El Señor renueva tu juventud como el águila. Bendice, alma mía, al Señor, que hace obras de justicia. Bendice, alma mía, al Señor, que otorga el derecho al oprimido. Bendice, alma mía, al Señor, que manifiesta sus caminos al que lo busca. Bendice, alma mía, al Señor, que ha hecho prodigios con nosotros. El Señor ha sido clemente y compasivo contigo. El Señor ha sido tardo a la cólera y lleno de amor ante tus fallos. El Señor no guarda rencor de tus juegos sucios en su presencia. El Señor no te ha tratado como merecen tus culpas y pecados. El amor del Señor, alma mía, es más alto que los cielos. El amor del Señor, alma mía, es más grande que los mares. El amor del Señor, alma mía, es más fuerte que las montañas. El amor del Señor, alma mía, es más firme que nuestras rebeldías. Bendice, alma mía, al Señor, por la ternura de sus manos. Bendice, alma mía, al Señor, que es más bueno que una madre. Bendice, alma mía, al Señor, que Él sabe de lo frágil de nuestro barro. Bendice, alma mía, al Señor, que Él comprende nuestro corazón enfermo. El Señor conoce la profundidad del corazón del hombre. El Señor sabe que su vida es como la hierba del campo. El Señor entiende la fragilidad de nuestras alas. El Señor sabe que el hombre es como el polvo. El amor del Señor, alma mía, es desde siempre y para siempre. El amor del Señor, alma mía, es para aquellos que le temen y respetan. El amo del Señor, alma mía, se hace justicia para sus hijos. El amor del Señor, alma mía, es para los que guardan su alianza. Bendice, alma mía, al Señor, unida al coro de sus ángeles. Bendice, alma mía, al Señor, en medio de la asamblea congregada. Bendice, alma mía. al Señor, el único Dueño de la historia. Bendice, alma mía, al Señor, en todos los lugares de su señorío. ¡¡Bendice, alma mía, al Señor: alábale de todo corazón! ¡¡Bendice, alma mía, al Señor: su amor sin límites merece nuestro canto!
  • 33. SALMO 103 “LA TIERRA SE TAMBALEA” TEMA: Tierra vieja – tierra nueva Exhala tu aliento, Señor, sobre la faz de la tierra. La tierra está contaminada, nos asfixiamos por el aire enrarecido y la polución creciente. Sopla tu aliento puro, que respiremos otra vez frescor de vida. Los pueblos están corrompidos, viejos, de violencia e injusticias. Sopla tu aliento vivo que combata eficazmente la vejez y la muerte de los pueblos. Los creyentes están inseguros y divididos en un ambiente hostil. Sopla tu aliento fuerte, para que, unidos, demos testimonio de que Tú eres el salvador. Y exhala tu aliento sobre mí, que me siento sin vida. Necesito tu respiración boca a boca, que Tú respire en mí y yo respire en Ti con tu aliento, que es Espíritu.
  • 34. SALMO 115 Caminar es crecer y superarse. Caminar en presencia del Señor es sentir su cercanía, dejarse guiar por sus deseos, dejarse envolver por su ternura. Caminar hacia el país de la vida es luchar contra la muerte, defendiendo la justicia y sembrando la esperanza. Pero ¿Dónde está, Señor, el país de la vida? ¿Dónde se encuentra la montaña de la luz? ¿Dónde la tierra del amor? Porque muchas veces me repito: “¡Qué desgraciado soy!”. ¡Cuántas cadenas me atan a esta vida miserable! ¡Cuántas tristezas y desencantos!. Rompe, Señor, mis cadenas y líbrame de mis apegos. Dime cuál es el país de la vida y llévame Tú de la mano. Y me dejaré guiar, y cantaré tus alabanzas. Bendito seas, Señor, que me llenas de vida. Tú eres la tierra de la dicha, el país de la libertad, el reino del amor. Bendito seas, Señor, mi camino, mi vida y mi alegría. Caminaré en presencia del Señor, en el país de la vida.
  • 35. SALMO 116 Confiad siempre en Dios, confiad siempre en Dios. Es el camino recto. Alabad al Señor todas las naciones, celebradlo todos los pueblos. Porque su amor hacia nosotros es grande y su fidelidad dura por siempre. Confiad siempre en Dios, confiad siempre en Dios. Es el camino recto. Él hace justicia a los oprimidos, da pan a los hambrientos, endereza a los que ya se doblan. ¡Ama a los justos! Alabad al Señor todas las naciones, celebradlo todos los pueblos. Confiad siempre en Dios, confiad siempre en Dios. Es el camino recto. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu: por los siglos te alaba nuestro canto. Amén.
  • 36. SALMO 117 “ETERNA ES SU MISERICORDIA” TEMA: La misericordia de Dios Diga la Iglesia de Roma: ¡Qué grande es su amor! Diga la Iglesia de Oriente: ¡Qué grande es su ternura! Digan las Iglesias protestantes: ¡Qué maravilla de misericordia! Digan todos los creyentes en Cristo: Eterna es su misericordia. Cristo fue piedra desechada y piedra de tropezar; pero es el fundamento de la Iglesia, el punto de apoyo sobre el que se puede remover la sociedad con la palanca de la fe. Cristo es la meta a la que aspiramos, el horizonte de nuestros deseos, el estímulo de nuestros esfuerzos, la clave de nuestras estructuras, el remate de nuestras construcciones, el secreto de nuestros victorias, el corazón de nuestros corazones. Él es nuestra alegría y nuestro gozo. Este el día del Señor, este es el tiempo de la gracia, esta es la era del Espíritu. Cristo es nuestra prosperidad y nuestra paz. Cristo es nuestra salvación y bendición. Cristo es nuestra luz y nuestra eucaristía. Señor, bendícenos en Cristo, y que podamos nosotros bendecir todas las cosas.
  • 37. SALMO 117 Den gracias al Señor, porque es bueno, porque su amor dura por siempre. Que lo cante el Pueblo de Israel: “¡Su amor dura por siempre!” Que los sacerdotes lo proclamen: “¡Su amor dura por siempre!” Que lo digan todos los que temen al Señor: “¡Su amor dura por siempre!” Estando en el peligro grité al Señor, y Él me atendió y me puso a salvo. El Señor está conmigo: ¡No tengo qué temer! ¿Qué puede hacer el hombre contra mí? El Señor está mi favor y me auxilia; yo veré derrotados a mis enemigos. Más vale refugiarse en el Señor que contar con los hombres. Más vale refugiarse en el Señor que contar con los poderosos. Yo me vi rodeado de enemigos por doquier que me cayeron como avispas, pero los rechacé en el nombre del Señor y ardieron como espinas. Me pegaban y me empujaban para derribarme, pero el Señor vino en mi ayuda y me salvó. ¡Él es mi fuerza y el tema de mi canción! Escuchen los gritos de júbilo y de victoria que salen de las tiendas de campaña de los justos: ¡La diestra del Señor es poderosa! ¡La diestra del Señor ha hecho proezas! ¡La diestra del Señor es salvadora! ¡Sí! No he de morir; viviré y cantaré las hazañas del Señor. El Señor me ha probado y castigó con dureza, más no me entregó al dominio de la muerte. ¡Ábranme las puertas del triunfo, entraré para dar gracias al Señor! ¡Sí! Esta es la puerta que conduce hasta el Señor; sólo los vencedores han de entrar por ella. ¡Te doy gracias, Señor, por haberme escuchado, por haberme hecho triunfar! La piedra que desecharon los constructores es ahora la piedra fundamental. Fue esto una acción del Señor, ha sido un milagro estupendo. este es el día que estaba en los planes de Dios, cantemos y alegrémonos todos en él. ¡Señor danos tu victoria y salvación! ¡Benditos los que vienen en nombre del Señor; del Señor que es nuestro Dios y nuestra Luz! Los que estamos en su templo lo bendecimos. Señor, Tú eres mi Dios, ¡Quiero alabarte! Den gracias al Señor porque es bueno, porque su amor dura por siempre.
  • 38. SALMO 121 “LA CASA DEL SEÑOR” Vamos a la casa del Señor, trozo de cielo encarnado, vamos a compartir la dicha de sentirnos hermanos, escuchando su palabra, metidos en su costado. Pero la casa del Señor no es la basílica, hermano, no es el templo o el convento, o la capilla del palacio, no es la mezquita, la sinagoga, tampoco es el río sagrado. La casa del Señor no es de piedras, que está en el corazón humano, en las comunidades vivas, quizá en los pobres del barrio; está en la gente que sufre, está en el hospital cercano, está también la cárcel y en la residencia de ancianos, en los niños de la calle y en los campos de refugiados, está en la gente sencilla y en los pueblos marginados. Está en el corro de niños, o el grupo de voluntarios, en las organizaciones pacíficas y en los movimientos solidarios. La casa del Señor se construye en desiertos y descampados, con hambre y sed de justicia y con amor entregado, con sillares de esperanza y ladrillos liberados. La paz con todos vosotros, constructores voluntarios de las casas del Señor en los ambientes humanos.
  • 39. SALMO 136 “QUE SE ME PEGUE LA LENGUA AL PALADAR” TEMA: Situarte ante la miseria Que se me pegue la lengua al paladar, si me olvido de mis hermanos. Los que viven en el destierro de la miseria, agostados y despojados, prematuramente viejos, sin esperanza. ¿Quién puede olvidar la mirada de esos niños, tan triste; niños que no aprendieron a sonreír? Que se me oscurezca la niña de mis ojos, si olvido vuestra mirada suplicante. Mis hermanos que viven en el desierto de la guerra, masticando el ruido y el horor de cada día, vejados, violentados, mutilados. ¿Quién podrá olvidar sus heridas, la muerte del padre o de aquel novio? Que caiga en amnesia profunda, si olvido vuestra desgracia y sufrimiento. Hermanos que viven en el destierro de la marginación, extranjeros, despreciados y utilizados, ancianos recluidos, no queridos, enfermos crónicos y deficientes, ante quienes se desvía la mirada. Yo quiero contemplarlos cara a cara, para que no se me borre nunca vuestra imagen. Que se me paralicen las piernas, si no acudo a visitarlos. Vivo en el país de la abundancia y me piden que me alegre, que viva al compás de los que triunfan, que no sea gafe y aburrido. Pero, si cierro los ojos, aún en medio del canto y la película, siento la voz de mis hermanos, que están allá, tan lejos, que están aquí, tan dentro. No puedo prometeros muchas cosas, pero os juro, por mi vida, que no olvidaré nunca vuestros nombres; ya veis que cosa tan pequeña, pero grande en mi recuerdo.
  • 40. SALMO 136 (Basado en la vida en la cárcel) A las afueras de la ciudad, en lugares alejados y precintados nos sentamos a llorar y a recordar nuestras familias; sentimos el corazón triste y desolado, Señor Dios nuestro, y ahora, despojados de todo, sin nada, sólo nos quedas Tú. En los bancos del patio depositamos nuestras guitarras, y el rumor del viento entre los cristales nos estremece el corazón; en las nubes que navegan el cielo se van nuestros recuerdos e ilusiones; y el camino nuevo lo soñamos sin saber dónde llegar. Somos peregrinos, Señor, en busca del pan nuestro de cada día; la tierra no tiene un lugar donde acoger nuestra pobre tienda. Día y noche; noche y día el camino se hace duro y desconocido, y el corazón de los hombres se ha congelado a la compasión. Nos piden, Señor, que cantemos y estemos alegres, que dancemos con el colorido inigualable de nuestro ir y venir. ¿Cómo es posible cantar cuando el corazón está roto? ¿Cómo cantar nuestro dolor si a nadie le interesa? No podemos, Señor, olvidar nuestras raíces ni nuestra historia; no podemos desenraizarnos para entrar en el anonimato del consumo. En nuestro corazón siguen brotando frutos propios y sabrosos y no podemos perder la identidad que nos regala la felicidad. No podemos olvidarnos de los nuestros, de la casa, de los hijos; todo ese mundo es nuestro y lo perdimos por no poder vivirlo. Que nuestra lengua se pegue al paladar si nos olvidamos de la vida; que enmudezcan nuestros labios si olvidamos nuestra oración con la luz; que callemos para siempre si no tenemos ganas de volver con los nuestros; que seamos errantes siempre si lo que ahora no somos lo consideramos mejor. Acuérdate, Señor, de nuestras pobres casas abandonadas; bendice a nuestros hijos que crecen sin el cariño de unos padres; sé Tú misericordia y compasión con nuestros padres y esposas y mantén sus vidas en pie, siempre en pie, hasta el regreso. No queremos, Señor, devolver el mal a quienes nos trajeron hasta aquí; no queremos la violencia para recuperar lo que era nuestro; reconcilia a los hombres, hazlos buenos y que sean como hermanos, y que tu tierra sea una gran casa para todos: aún para nosotros. Alegra nuestro corazón que busca, peregrino, una salida; fortalece nuestra debilidad que lucha por sobrevivir; da esperanza a nuestras vidas y que dejemos de ser marginados, y que la fe en Ti, Padre Bueno, dé seguridad a nuestro pobre corazón.
  • 41. SALMO 139 SALMO JOVEN DE INTERIORIZACIÓN Señor, Tú me llegas hasta el fondo y me conoces por dentro. Lo sé: me conoces cuando no paro o cuando no sé qué hacer, mis ilusiones y mis deseos los entiendes como si fueran tuyos; en mi camino has puesto tu huella, en mi descanso te has sentado a mi lado; todos mis proyectos los has tocado palmo a palmo. Tú oyes el corazón del hombre sumido en el silencio, cuando aún no tiene palabras para abrirse a Ti. Es increíble: me tienes agarrado totalmente, me cubres con tu palma y me siento tuyo. Como grano de arena en el desierto, como gota de agua perdida en el mar, así me encuentro ante Ti. Dios mío, quiero abrir mis brazos y abarcarte, quiero llegar hasta tu orilla y nunca toco tu tierra. Me digo y no sé responderme: ¿Adónde iré que no sienta el calor de tu aliento? Me digo: ¿Adónde escaparé que no me encuentre con tu mirada? Cuando escalo mi vida y me supero, allí está Tú; cuando me canso en el camino y me siento barro, allí, perdido en mi dolor, te encuentro a Ti. Cuando mis alas se hacen libertad sin fronteras y toco el despertar de algo nuevo; cuando surco los mares de mis sueños y pierdo la arena pegadiza de mis playas, allí está tu mano, y tus ojos y tu boca, allí como amigo fiel, de nuevo estás Tú. Si digo cansado: que la tiniebla me cubra de negro como paraguas viejo y roto; si digo desanimado: que el día se haga noche sobre mí y me envuelva en su manta robándome el camino, ni la tiniebla, Señor, es oscura para Ti, y la noche, Señor, es clara como el día. Tú eres como manantial de donde brota el río, como raíz de donde arranca el árbol. Tu vida se ha hecho vida en mis entrañas, me has dado el origen y quieres que camine hacia la meta que no es otra sino Tú. Soy tuyo: sólo tu amor da respuesta a mi pregunta. Me amabas ya cuando me tejiste en el seno de mi madre. Te doy gracias porque me has llamado a ser feliz. Señor, me conoces hasta el fondo de mi alma, nada se te esconde de cuanto soy en lo más profundo. Yo me pregunto si el sentido de mi vida puede darse si le faltas Tú. Señor, aunque mi árbol se quede sin hojas aunque la poda lo deje desnudo y solo, aunque el frío lo apriete hasta hacerle llorar, Señor en mi árbol mi hoja serás siempre Tú. Dios mío, sondéame para conocer mi corazón, ponme aprueba para conocer mis sentimientos, mira si mi camino se desvía o se hace camino muerto. Guíame por el Camino nuevo que has abierto entre los hombres. Quiero hacer de él un proyecto para mi vida, y paso a paso, desde lo hondo de mi ser, vivir para Ti.
  • 42. SALMO 142 “DAME VIDA” Señor, escucha mi oración; viene de un corazón joven. Te invoco, señor; he decidido buscar en Ti ayuda. No mires mis palabras torpes; mira ni interior empobrecido. Alarga tus manos y aprieta entre las tuyas mis pobres manos. Tú eres fiel y leal; eres diferente a como yo soy. Tú eres bueno y transparente; yo quisiera ser así. Tú eres compasivo y misericordioso; necesito de tu experiencia. Tú eres justo y verdadero; necesito cambiar de verdad. Mi corazón dentro de mí está frío y enmudece. No sé dar respuestas a las cosas negras que me pasan. Busco la paz y quiero salir de esta guerra que llevo dentro. Busco el amor y no acabo de romper con este egoísmo que me deshace. No sé dónde mirar cuando la sociedad me ofrece cosas contradictorias. No sé escoger entre caminos que marchan sin encontrarse. Me siento indeciso ante lo que es o no es esencial en la vida. No soy capaz de hacer opciones en esta dura encrucijada. Mi alma es como una tierra buena que tiene sed de Ti, Señor. Mi alma es como una semilla buena que quiere germinar. Mi alma es como el agua libre que busca libertad en su camino. Mi alma es como la raíz del árbol bueno que se agarra a la tierra. Me falta el aliento y el cansancio se apodera de mis pasos; me siento flojo y sin ganas de superar mi dolor. Despierta mi corazón joven y hazlo limpio como la nieve pura; alegra mi vida joven y enraízala en la ternura de tu amor. Haz que sienta tu amor en la mañana y me acompañe todo el día. Hazme saber el camino que debo seguir dentro del tuyo. Da respuesta a mis llamadas cuando golpeo en tu puerta; y no me dejes abandonado y solo por el camino sin destino. Enséñame, Señor, a cumplir tu volun42ad que es buena; y líbrame de los agentes del mal que ofrecen lo malo; que tu Espíritu guíe mis pasos hacia la verdad plena, y no me dejes seducir por le engaño del Diablo. Dame vida, Señor del hombre y de la Historia, por tu nombre; por tu justicia saca mi alma de la angustia y la ansiedad; por tu amor líbrame de los que buscan mi destrucción; y aparta de mi camino a los que quieren perder mi alma. Mira mi corazón pobre que te llama con ternura y en ti confía; mira mis ojos que quieren tu luz para ser limpios; mira mis pasos que están orientados por tu Palabra; mira el rumbo de mi vida que busca en tu vida un sentido profundo.
  • 43. SALMO 149 Déjanos cantar, Señor, un canto nuevo en medio de tu pueblo. Que tu gloria se convierta en alegría en nuestras vidas y en sonrisa en nuestros labios. Vamos a entonar una nueva canción. Estamos ya cansados de oír y de cantar canciones viejas. Los políticos de turno organizan sus fiestas con músicas vacías, que dejan el gusto amargo del cansancio en nuestras bocas. Estereotipadas y gastadas se venden las canciones de amor como artículo de consumo. Se marchitan en nuestros labios las notas falsas de una alegría que no existe. Deja que entonemos tu canto, Señor. El canto que nace de la vida nueva y vigorosa como la aurora que Tú nos das. Danzaremos al ritmo de una nueva melodía. Brotarán nuevos acordes de las guitarras, sin ecos de guerra no redoblar de tambores. Y de tu pueblo nacerá un ritmo nuevo: un ritmo alegre y fraterno, la verdad de la vida hecha canción para jóvenes, viejos y niños. ritmo inocente, danza sin miedos: el ritmo de la amistad, la canción de la esperanza. Porque el Señor ama a su pueblo y a los humildes abre caminos de esperanza. Él es más fuerte que los brazos desafiantes que se yerguen en la historia. El Señor se hizo uno de tantos y participó en nuestra marcha solidaria de los pobres, los pequeños y los débiles. Deja, Señor, que cantemos contigo una nueva canción: la canción de la esperanza.
  • 44. CÁNTICO DE DANIEL “TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR” (Dn. 3, 57-88. 56) Criaturas del Señor, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos. Ángeles del Señor, bendecid al Señor; cielos, bendecid al Señor. Aguas del espacio, bendecid al Señor; ejércitos del Señor, bendecid al Señor. Sol y luna, bendecid al Señor; Astros del cielo, bendecid al Señor. Lluvia y rocío, bendecid al Señor; vientos todos, bendecid al Señor. Fuego y calor, bendecid al Señor; fríos y heladas, bendecid al Señor. Rocíos y nevadas, bendecid al Señor; témpanos y hielos, bendecid al Señor. Escarchas y nieves, bendecid al Señor; noche y día, bendecid al Señor. Luz y tinieblas, bendecid al Señor; rayos y nubes, bendecid al Señor. Bendiga la tierra al Señor, ensálcelo con himnos por los siglos. Montes y cumbres, bendecid al Señor; cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor. Manantiales, bendecid al Señor; mares y ríos, bendecid al Señor. Cetáceos y peces, bendecid al Señor; aves del cielo, bendecid al Señor. Fieras y ganados, bendecid al Señor; ensalzarlo con himnos por los siglos. Hijos de los hombres, bendecid al Señor; bendiga Israel al Señor. Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor; siervos del Señor, bendecid al Señor. Almas y espíritus justos, bendecid al Señor; santos y humildes de corazón, bendecid al Señor. Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor; ensalzarlos con himnos por los siglos. Bendigamos al Padre y al Hijo con el Espíritu Santo, ensalcémoslo con himnos por los siglos. Bendito el Señor en la bóveda del cielo, alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.
  • 45. CÁNTICO DE LAS CRIATURAS Omnipotente, altísimo, bondadoso Señor, tuyas son la alabanza, la gloria y el honor; tan sólo Tú eres digno de toda bendición y nunca es digno el hombre de hacer de Ti mención. Loado seas por toda criatura, mi Señor, y en especial loado por el hermano sol que alumbra, y abre el día, y es bello en su esplendor, y lleva por los cielos noticia de su autor. Y por la hermana luna, de blanca luz menor, y las estrellas claras que tu poder creó tan limpias, tan hermosas, tan tibias como son, y brillan en los cielos: ¡Loado, mi Señor! Y por la hermana agua, preciosa en su candor, que es útil, casta, humilde: ¡Loado, mi Señor! Por el hermano fuego, que alumbra al irse el sol y es fuerte, hermoso, alegre: ¡Loado, mi Señor! Y por la hermana tierra, que es toda bendición, la hermana madre tierra, que da en toda ocasión las hierbas y los frutos y flores de color y nos sustenta y rige: ¡Loado, mi Señor! Y por los que perdonan y aguantan por tu amor los males corporales y la tribulación: ¡Felices los que sufren en paz con el dolor porque les llega el tiempo de la coronación! Y por la hermana muerte: ¡Loado, mi Señor! Ningún viviente escapa de su persecución; ¡Ay si en pecado grave sorprende al pecador! ¡Dichosos los que cumplen la voluntad de Dios! ¡No probarán la muerte de la condenación! ¡Servidle con ternura y humilde corazón! ¡Agradeced sus dones, cantad su creación! ¡Las criaturas todas, load a mi Señor!
  • 46. SALMO DESDE LA VIDA Y LA LUZ Como brisa suave, como rocío del a mañana, Señor Dios nuestro, tu mensaje nos llega derrochando la grandeza de tus manos. La tierra toda está salpicada de tu amor y tus prodigios, y tu rostro se descubre al oír de cerca tus pisadas. Tú te haces presente en al lluvia, en la flor, en al nieve y la luz; te haces presente en el canto de los pájaros y el balar de los corderos. Oh Dios de la vida, que inundas la existencia de tu vida y ternura. Oh Dios de la luz, que penetras todo y lo llenas de alegría. ¡Bendito seas, Señor, en la sencillez del vuelo de un pájaro! Oh, Señor, Dios nuestro, danos sensibilidad y un corazón puro para respetar y admirar las obras maravillosas de tus manos. Tu creación, oh Dios de la vida, es como un gran libro abierto página a página, al corazón del hombre. ¡Bendito seas, Señor, cercano en tus obras al hombre que has creado! Nosotros creemos en Ti y respiramos el don de tu vida. Tú eres la raíz de nuestra existencia y le manantial de nuestro río. Empápanos de tanta belleza y grandeza que rodea nuestra vida, y levanta nuestro corazón joven hacia Ti, autor de tantas maravillas. Señor Dios nuestro, a Ti te cantamos con el corazón agradecido; Señor Dios nuestro, a Ti te alabamos con el corazón lleno de gozo; Señor Dios nuestro, a Ti te queremos porque has manifestado tu amor. ¡Bendito seas, Señor, en la luz y la vida que cada día respiramos! ¡Bendito seas, Señor, desde el amanecer hasta el poner del sol! ¡Bendito seas, Señor, en nuestro corazón que busca la luz y ama la vida!
  • 47. SALMO I Tú estas presente en mi vida Señor, y mi corazón se goza al saber que eres Padre. Tú eres mi refugio y mi alcázar, Dios mío, confío en Ti. Tú me cubrirás con la palma de tu mano, y no dejarás que mi pie tropiece, caminaré sin cansarme hacia la meta, con la seguridad de que Tú serás mi recompensa. Porque sé que me quieres me librarás. Porque sé que me tratas personalmente, me protegerás. A Ti te puedo invocar porque siempre me escuchas. Tú estás siempre conmigo, aunque mi corazón se olvide de que me amas. Tú estás siempre conmigo, aunque mi corazón se olvide de que me amas, Tú estás siempre conmigo, aunque mi corazón te falle y comience de nuevo. Tú estás siempre conmigo aunque mi corazón a veces no lo sienta. Señor, mi vida te pertenece, la he puesto en tus manos. Que mi corazón no tema aunque el camino se haga duro. Tú estás conmigo y mi vida es cosa tuya.
  • 48. SALMO II No has venido Señor para juzgar, sino para buscar lo que estaba perdido; para liberar a quien está aprisionado por la culpa y por el temor y para salvarnos, cuando el corazón nos acusa. Aceptamos como somos: con nuestro pecado, con el pecado del mundo, con nuestros pecados actuales. Tú eres mayor que nuestro corazón y que todos los pecados que hacemos. Tú eres creador de un futuro nuevo. Un Dios amor hasta la eternidad. Conviértenos Señor. Señor, es bastante fácil sentir tu llamada en los acontecimientos de nuestro tiempo y de nuestro ambiente. Y es fácil también contentarse simplemente con respuestas emotivas, compasivas o de desagrado. Lo que resulta difícil es renunciar a nuestras comodidades, romper nuestras estructuras, dejarnos arrastrar por tu gracia, cambiar de vida, convertirnos. Señor, ponemos resistencias a tu voz y nos cuesta emprender este camino de conversión. Ven en ayuda de nuestra debilidad y robustece nuestros pasos con tu fuerza, para que marchemos por los caminos nuevos que Tú nos señales. Conviértenos Señor.
  • 49. SALMO III (Is. 12, 2-3, 5-6) El Señor es mi Dios y Salvador. No me salvarán los señores de la tierra, ningún hombre, ni instituciones benéficas, ni la Seguridad del Estado, ni la ciencia ni la revolución tecnológica, no nos salvará Cáritas, ni Cruz Roja. Me salvará Dios, cuando sea levantado en alto. Confiaré y no temeré. No me importan las dificultades y los peligros, las amenazas y los sufrimientos, las persecuciones y las cárceles. No temo la noche ni lo desconocido. Porque mi fuerza y mi poder es el Señor. Tampoco confío en mis propias fuerzas o talentos, en mi gracia, mi atractivo o mi energía. No confío en el poder del dinero o de las recomendaciones. Mi fuerza y mi poder es Él. El fue mi salvación. En el fragor de la lucha se puso a mi lado. En la fatiga del camino me cogió en sus brazos. En la oscuridad de la noche me encendió su lámpara. En el frío del invierno me preparó una hoguera. En la aridez del desierto me descubrió una fuente. Sacaréis aguas con gozo de las fuentes de la salvación. Sedientos todos, venid por agua, gratis, porque brota de la roca en forma de corazón, que está levantada en lo alto. Ya no se necesitan varas ni lanza alguna; basta el toque delicado de la fe. Sedientos todos, no vengáis ya por agua. El Agua viene de Ti. Siete canales corren por las calles de la ciudad más hermosa. Puedes sacar sin restricciones las aguas de la salvación. Puedes bañarte en ellos. Dad gracias al Señor que está en medio de ti. Celebrad eucaristías, mientras gritáis jubilosos: ¡Qué grande el Santo de Israel! que está dentro de ti, que se ha hecho fuente en ti.
  • 50. SALMO IV “DAME VIDA” Señor, escucha mi oración, Tú que eres fiel, atiende a mi súplica; Tú que eres justo, escúchame. No llames a juicio a tu siervo, pues ningún hombre vivo es inocente frente a Ti. Recuerdo los tiempos antiguos, medito todas tus acciones, considero las obras de tus manos y extiendo mis brazos hacia Ti: tengo sed de Ti como tierra reseca. Escúchame enseguida, Señor, que me falta el aliento. No me escondas tu rostro, igual que a los que bajan a la fosa. En la mañana hazme escuchar tu gracia, ya que confío en Ti. Indícame el camino que he de seguir, pues a Ti levanto mi alma. Líbrame del enemigo, Señor, que me refugio en Ti. Enséñame a cumplir tu voluntad, ya que tú eres mi Dios. Tu Espíritu, que es bueno, me guíe por tierra llana. Por tu nombre, Señor, consérvame vivo, por tu clemencia, sácame de la angustia; que siervo tuyo soy.
  • 51. SALMO V El mundo, el mundo es el lugar donde Tú estás. Y no las nubes, ni los cielos, ni el recinto sagrado de los beatos y los santos. El mundo, el mundo es tu sitio. Ahí es donde tenemos que buscarte, y no en los nichos de los santones ni en los templos de los dioses. Que Tú no eres un Dios de vitrina. no necesitas que te levantemos casas de piedra, te aupemos y te sostengamos en un trono. El mundo. Meternos en la refriega y combatir a tu lado para encontrarte como un guerrero más luchando por los pobres. Y luego cantar contigo la canción de la victoria. Y hacer fiesta y gozar en el hogar con los hijos, y en la taberna, y en el trabajo. Siempre contigo. Tu sitio es el mundo. Un Dios mundano que nos habla por un Hombre que sabe de amores y de dolores. Eso queremos nosotros. Sólo quedas Tú, el Dios de la tierra y del hombre, el Dios de Jesús, en medio, compañero de fatigas del mundo que tenemos que construir. Mañana te tendremos más en medio.
  • 52. SALMO VI Señor: Cada vez que miramos nuestra vida, nos damos cuenta de las grandezas que hay encerradas en ella. Hoy venimos a Ti a darte gracias por esa vida que has puesto en nosotros y que cada día tenemos la oportunidad de potenciar. Te damos gracias por la ilusión que cada día nos anima a vivir con mayor sentido. Te damos gracias por el optimismo que da un impulso nuevo cada vez que nosotros renovamos nuestra alegría. No dejes que nuestra vida esté maniatada por la falta de la libertad que necesitamos para ser felices. Señor: Gracias por la vida, por la ilusión, por el optimismo y por la libertad.
  • 53. SALMO VII. Tú estás presente en mi vida Señor, y mi corazón se goza al saber que eres Padre. Tú eres mi refugio y mi alcázar, Dios mío, confío en Ti. Tú me cubrirás con la palma de tu mano, y no dejarás que mi pie tropiece, caminaré sin cansarme hacia la meta, con la seguridad de que Tú serás mi recompensa. Porque sé que me quieres, me librarás. Porque sé que me tratas personalmente me protegerás. A Ti te puedo invocar porque siempre me escuchas. Tú estás siempre conmigo, aunque mi corazón se olvide de que me amas. Tú estás siempre conmigo, aunque mi corazón te falle y comience de nuevo. Tú estás siempre conmigo, aunque mi corazón se canse de seguir tus pasos. Tú estás siempre conmigo, aunque mi corazón a veces no lo sienta. Señor, mi vida te pertenece, la he puesto en tus manos. Que mi corazón no tema aunque el camino se haga duro. Tú estás conmigo y mi vida es cosa tuya.
  • 54. SALMO VIII Si Tú, Dios, eres tan poderoso, haz que el mundo se inunde de tu poder; has justo al hombre injusto; haz humilde de corazón al rebelde; haz paciente al irascible; has amigos a los enemigos; haz generoso al avaro; haz libre al cautivo; haz humilde al vanidoso; haz alegre al triste. Da fe al incrédulo; da amor al egoísta; da sosiego al ambicioso; da perseverancia al impaciente; da bondad al tirano. Si Tú, Dios, puedes hacerlo, haz que el mundo sea reflejo de tu Gloria. Sé que puedes hacerlo, pero quieres que seamos los hombres, mujeres y jóvenes de hoy; quieres que nos esforcemos en la tarea de hacer el mundo que nos diste más justo y más humano. Danos fuerza para poner por obra cuanto tu Espíritu nos inspira. Así sea.
  • 55. SALM0 DE CONFIANZA Señor Jesús, eres luz para mi camino, eres el Salvador que yo espero. ¿Por qué esos miedos ocultos? ¿A quién temo Señor? La vida es como una encrucijada, y a veces, indeciso, no sé por dónde ir. Creo en Ti, Señor Jesús. Tú eres la defensa de mi vida ¿Quién me hará temblar? Lo sé de sobra: seguirte es duro; ¡Hay tantas cosas fáciles de conquistar a mi lado! Yo sé, Señor, que si me dejo llevar por ellas, me amarran hasta quitarme la libertad que busco. Yo sé que si te sigo y me fío de Ti, los obstáculos del camino caerán como hojas de otoño. Aunque la mentira y la violencia acampen contra mí, aunque el dinero y el placer me rodee como un ejército, mi corazón, Señor Jesús no tiembla. Aunque la publicidad fácil me declare la guerra y mis ojos encuentren en cada esquina una llamada a perder mi dignidad humana, mi corazón dirá que no, porque en Ti me siento tranquilo. Una cosa te pido, Señor, y es lo único que busco: vivir unido a Ti, tenerte como un amigo y alegrarme de tu amistad sincera para conmigo. En la tentación me guarecerás algo así como el paraguas de la lluvia; en la tentación me esconderás en un rincón de tu tienda, y así me sentiré seguro como sobre roca firme. Señor Jesús, escúchame, que te llamo. Ten piedad. Respóndeme, que busco tu rostro. No me abandones, pues Tú eres mi salvador. Dame la certeza de saber que aunque mi padre y mi madre me abandonaran Tú siempre estarás fiel a mi lado. Señor, enséñame tu camino, guíame por la senda llana. Yo espero gozar siempre de tu compañía. Yo quiero gozar siempre de tu Vida en mi vida. Espero en Ti, Señor Jesús: dame un corazón valiente y animoso para seguirte. Tú que eres luz para mi camino y el Salvador en quien yo confío.
  • 56. SALMO DE BÚSQUEDA Mi corazón, Señor, se siente insatisfecho. Yo busco la libertad y amor: busco verdad y justicia,... y mi corazón no te encuentra. Como busca la cierva el agua cristalina así mi alma te busca a Ti, Dios mío. Mi corazón tiene sed de ti, Dios vivo; ¿Cuándo serás Tú mi verdad y la belleza, mi libertad y mi paz?. Yo te busco con sinceridad y pasión, con dolor y cansancio, y muchas veces me quedo solo, como un chopo en el camino. Y leo en el rostro de los hombres como un desafío: “¿Dónde está tu Dios?” Recuerdo cuando era niño y mi corazón llegaba hasta Ti como la ola a la playa. Recuerdo cuando mi corazón era puro y cantos de júbilo y fiesta se levantan desde dentro de mí hacia Ti. Y ahora, Señor quiero desahogarme y no puedo, mi corazón se angustia; me siento turbado. He perdido la paz, y la alegría no me acompaña. No puedo decir de verdad: soy feliz. Con todo, yo espero de Ti. Tú volverás a ser el manantial de mi vida y mi corazón volverá a sentirte cercano. Tú eres, aún en la tiniebla, la luz de mi rostro, Señor. Caminaré de día hacia Ti, buscando tu misericordia. Y de noche, cuando todo parece que ha muerto, te cantaré en mi corazón como el Dios de mi vida. Señor, Dios mío, ¿Por qué parece que me olvidas? ¿Por qué ando triste, angustiado, queriendo buscar en otras cosas la felicidad para mis días?. Aunque te busque a veces solo, aunque me sienta fatigado en la búsqueda, aunque los otros pasen indiferentes a mi lado, aunque se rían y me griten diciendo: ¿Has encontrado a tu Dios?, dinos cómo es tu Dios, aunque me quede perdido en un inmenso desierto, Dios, Dios de mi salvación, seguiré tu rostro. Dame serenidad, dame tu paz, que en mi corazón y en mi mente haya armonía, unidad. No me dejes caer en la mentira y entramparme. No me dejes disperso y perdido. Sálvame, Señor, del hombre sin conciencia, del hombre violento y que ha perdido el sentido del bien. Envía tu luz y tu verdad: que ellas me guíen y me conduzcan hasta Ti, que eres el Origen de mi vida. Quiero que Tú seas mi morada, que seas el Dios de mi gozo y de mi alegría. Te doy gracias con le corazón, Dios, Dios mío. Señor, que mi corazón no se deprima ni se angustie. Señor, yo espero en Ti, pues eres mi Dios. Te busco sediento, como la cierva el manantial. Te busco porque Tú eres la Verdad de mi verdad, y el Amor de mi amor y la belleza de mi belleza, y la Libertad de mi libertad. Te busco a Ti, Señor de mi vida.
  • 57. SALMO PARA DESPEDIR EL DÍA Bendice, alma mía, al Señor. Todo mi ser bendiga su Santo Nombre. Tú, Señor, eres bueno y clemente, rico en misericordia con los que te invocan. Quédate con nosotros, la tarde está cayendo. Quédate. Señor, escucha mi oración, atiende a la voz de mi súplica. Enséñame, Señor, tu camino, para que siga tu verdad; mantén mi corazón entero en el temor de tu nombre. Quédate con nosotros, la tarde está cayendo. Quédate. Mi alma espera en el Señor, espera en su palabra, mi alma aguarda al Señor, más que el centinela de la aurora. Tengo siempre presente al Señor; con Él a mi derecha no vacilaré. Quédate con nosotros, la tarde está cayendo. Quédate. El Señor te guarda a su sombra, está a tu derecha; de día el sol no te hará daño, ni la luna de noche. Si el Señor no construye la casa, en vano se cansan los albañiles; Si el Señor no guarda la ciudad, en vano vigilan los centinelas. Quédate con nosotros, la tarde está cayendo. Quédate. El Señor es bueno, su misericordia es eterna, su fidelidad por todas las edades. Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia. Quédate con nosotros, la tarde está cayendo. Quédate. El Señor está conmigo; no temo; ¿Qué podrá hacerme el hombre? El Señor es mi fuerza y energía, Él es mi salvación. Quédate con nosotros, la tarde está cayendo. Quédate. El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? El Señor es la defensa de mi vida ¿Quién me hará temblar? Oigo en mi corazón: “Buscad mi rostro”, Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro. Quédate con nosotros, la tarde está cayendo. Quédate. Gustad y vez que bueno es le Señor, dichoso el que se acoge a Él. Dichosos los que encuentran en ti su fuerza al preparar su peregrinación. Quédate con nosotros, la tarde está cayendo. Quédate.
  • 58. SALMO JUNTO AL BROCAL DE AQUEL POZO Dame que beba, me has dicho, Señor. A mí, que vengo a buscar agua para quitar la sed. Y estoy junto a Ti con mi cántaro vacío. Es de barro, Señor. Está hueco. Está amasado con sudor. Está abierto. No conozco el don de Dios. Dime de Él. No sé quien eres, Tú que me pides de beber. He venido a pedirte agua viva. La tuya, que es viva. Estoy cansado. Tengo sed de beber siempre agua de ésta. Dame de la tuya. De la tuya y que se convierta dentro de mí en un manantial que salta dando una vida sin término. Dame de esta agua. Señor, dame. No quiero aguas estancadas. Quiero tu agua viva. Viva y saltando sin papar. Eres mi todo y mi nada. Tu agua, en mi pobre barro. Yo sé que eres Tú. Jesús, quien me está escuchando. Habla conmigo. Estás cercano, mi ser te brota. Surges de mi dentro. Señor, no te extrañes de que hoy quiera hablar largo contigo. Yo soy que me extraño. No te traigo nada. Lo espero todo de Ti. Llena mi pobre cántaro. Llénalo. Quiero dejar aquí mi barro, mi pobreza, mi pecado, mi nada. Aquí en brocal. Quiero decirles a los míos, a los que me encuentro cada día en el camino, que vengan y vean lo que yo he visto. Quiero que para ellos seas también el Mesías.
  • 59. SALMO DEL AMIGO VERDADERO Señor Jesús, eres Amigo verdadero, como el buen pastor que conoce una a una sus ovejas y las llama por su nombre. Eres fiel en tu amistad para conmigo y nada me falta. Nada me falta, porque Tú llenas los deseos de mi corazón; nada me falta, porque Tú estás a mi lado aunque todos me abandonen; nada me falta, porque has dado la vida por mí en lo alto de la cruz, nada me falta, porque tu perdón y gracia me acompañan siempre. Me regalas con tus dones, me alimentas con tu pan de vida; me recreas en el gozo y paz de tu Espíritu. Me conduces, como buen pastor, hacia las aguas de reposo, y mi sed se siente reconfortada en el agua viva de tu manantial. Tú confortas mi alma, cuando me faltan fuerzas para el camino; tu confortas mi alma, cuando me siento desanimado y solo. Tú me guías por senderos de justicia, como signo de tu amistad; eres siempre fiel en mi camino, y tu gracia fortalece mi pobreza. Señor Jesús, eres siempre amigo verdadero, como buen pastor, que sacrifica su vida en defensa de su rebaño; aunque pase por valles tenebrosos, ningún mal temeré porque tu vara y tu cayado me sosiegan. Contigo, nada me falta. Tu palabra es la fuerza que mantiene mi fe en tiniebla; tu palabra es soporte que aguanta la oscuridad de mi noche; tu Espíritu es el poder y la seguridad que aguanta mis dudas; tu espíritu es la luz y el calor que animan mis pies cansados. Eres amigo verdadero, Señor Jesús, como el Buen Pastor, que al venir el lobo no huye y defiendes mi causa con tesón hasta que me59sienta libre y restablecido en mis fuerzas. Preparas, Amigo, para mi una mesa y te sientas a mi lado; unges con óleo perfumado mi cabeza como prueba de amistad sincera, y llenas del buen vino mi copa hasta rebosarla. Tu mesa, tu óleo, tu copa, son mi mesa, mi óleo y mi copa. La dicha y la gracia de tu amistad, Señor Jesús, Pastor bueno, me acompañan a lo largo de los días de mi vida. Seré dichoso con tu fidelidad inquebrantable, y tendré siempre la seguridad de tu amor hasta el extremo. Mi morada, Señor Jesús, Amigo verdadero, como buen pastor, será la llaga de tu corazón, en sangre y agua, abierta. A lo largo de los días, creeré siempre en tu amor, porque nadie tiene mayor amor que el que da la vida por el amigo. Tú eres, Señor Jesús, el Pastor bueno, que guía hacia el aprisco su rebaño; tú eres, Señor Jesús, Amigo verdadero, que ya nunca nos llamarás siervos. Tú eres Amigo que me has dado a conocer los secretos del corazón del padre; eres Amigo que has salvado mi vida dejándote colgar del madero. Enséñame, Señor Jesús, a dar mi vida por los que necesitan seguir viviendo; enséñame, Señor Jesús, a permanecer fiel al lado del hermano que está solo. Tú eres la puerta que abre camino hacia el corazón del Padre: guíame, Amigo, y condúceme hacia las aguas tranquilas de su Reino.
  • 60. SALMO AL DIOS DE LA LUZ Lámpara es tu Palabra, Señor, para mi vida, cuando llega la oscuridad; decir tu nombre es una explosión de luz y vida. El Señor es mi luz; nada temo porque Él alumbra todas mis oscuridades. El Señor se acerca siempre para iluminar nuestros pasos cansados del camino. En el sendero de la vida Jesús es la luz de las gentes, el camino luminoso, la verdad que se hace luz y vida. ¿A quién iremos, Señor? ¿A quién acudir cuando llega la noche? Sólo Tú eres la luz y la salvación de los hombres, el Redentor de cada ser humano, preocupado por todos los dramas de los hombres. El Señor es la luz de nuestras vidas, el amanecer deslumbrante, lo mejor que nos ha podido pasar. El Señor es mi luz y mi salvación, la cabaña donde me refugio de la tormenta. Como el pájaro encontró su nido en los atrios del templo, así es de luminoso el Señor, pues nos deja anidar en su corazón y hacer morada en Él pues Él vive en nosotros como luz y vida. Cuando me asalta algún peligro no temo, porque su luz guía mis pasos; es más, Él es la brújula de mi vida, La luz que ilumina de paz todo mi ser. Amen.
  • 61. SALMO EN BUSCA DE UN PROYECTO DE VIDA Es el momento, Señor, de orientar mi vida; es la hora de dar rumbo a mi existencia; estoy a punto para descubrir un nuevo camino; no me sirve, Señor, el vivir en eterna encrucijada. Estoy ante Ti abierto como la playa al mar; estoy en busca de tus pasos, de tus huellas; quiero dejar atrás mis caminos y entrar por tus caminos; quiero decir sí al plan de Dios para los sueños de mi vida. Aquí estoy, Señor, como Saulo en el camino de Damasco; y te digo sin rodeos: Señor, ¿Qué quieres que haga? Aquí estoy, Señor, como Samuel en la noche y te digo: Habla Señor que tu siervo escucha. Aquí estoy, Señor, como María cuando era joven y te digo: Ha aquí la esclava. que se haga según tu Palabra. Aquí estoy, Señor, con un corazón disponible como el tuyo y te digo: Quiero hacer tu voluntad. Señor, ¿Qué quieres de mí? ¿Qué me pides? Señor, ¿Cuál es el plan del Padre para mi vida? Señor, ¿Cuál es el proyecto que quieres que realice? Señor, ¿A qué me llamas? ¿Por dónde quieres que camine? Señor, ¿Cómo estar seguro de tus caminos en mi vida? Señor, ¿Cómo sé yo que es eso lo que deseas de mí y no otra cosa? Señor, ¿Seré capaz de ser fiel a la llamada que me haces? Señor, ¿Y si me equivoco y tengo que volver atrás? Señor, ¿Cómo comprometerme si no estoy plenamente seguro? Preguntas, Señor, siempre preguntas. ¿Cómo saldré de la duda? Yo quiero tener claro cada paso del camino. Soy calculador, Señor, y no me gusta arriesgar nada. Yo quiero tener mis seguridades y tengo miedo a lo imprevisible. Yo quiero dar respuesta pero desde una fe razonada. A fin de cuentas: ¿Te busco o me busco, Señor? ¿Pongo los ojos en Ti o me miro a mí? ¿Son tus intereses los que busco o sólo los míos? ¿Estoy disponible ante Ti? Quiero, Señor Jesús, salir de esta confusión en que vivo. Quiero, Señor Jesús, escucharte y dar respuesta a tu llamada. Quiero, Señor Jesús, dejar todo, quedarme libre para seguirte. Quiero, Señor Jesús, arriesgar mi camino con el tuyo. Quiero, Señor Jesús, dejar mis miedos, dar paso a mi fe de joven. Quiero, Señor Jesús, fiarme de tu plan porque me amas. Yo sé que me has mirado, que has puesto tus ojos en mí. Yo sé que me quieres para ser servidor de tu Reino. Yo sé que me das la fuerza de tu Espíritu para ser enviado. Yo sé que es posible realizar tu plan y ser feliz. Señor, quiero hacer de tu Persona y tu Evangelio, el Proyecto de vida que dé sentido a mi existencia. Aquí me tienes, señor, para hacer tu voluntad.
  • 62. SALMO PARA ALEGRARSE Es bueno darte gracias, Señor, de corazón, y cantarte con gozo cada día. Es bueno proclamar por la mañana tu lealtad y por la noche decirte de verdad que me has querido. Es bueno decir que tus acciones, Señor, son mi alegría y mi esperanza. Es bueno decirte que las obras de tus manos son júbilo y fiesta para mí. Te doy gracias y me alegro por el don maravilloso de la vida. Te doy gracias y me alegro por el don entrañable del bautismo. Te doy gracias y me alegro por el don precioso de tu Espíritu. Te doy gracias y me alegro por el don precioso de tu Palabra. Te doy gracias y me alegro por el don único de tu Pan de vida. ¡Qué grandes son tus obras, Señor! ¡Qué profundos son tus designios! ¡Qué grandes son tus proyectos para nosotros! ¡Qué profundos son tus deseos para el que te busca! Es bello, Señor, vivir siendo Tú el centro de mi vida. Es bello, Señor, saber que Tú eres el Señor de mi vida. Muchos no te conocen, Señor, y me da pena que pongan su vida en cosas que se acaban. Muchos no saben que Tú eres Padre y que nos quieres con ternura. Tú eres grande para siempre. Tu amor me inunda y me hace feliz. El hombre honrado florecerá como palmera, se abrirá como un trigal fecundo, siempre tendrá el fruto a mano y su vida ante Ti, Señor, será preciosa. Es bueno darte gracias, Señor, y cantarte de gozo cada día. Es bueno abrir el corazón de par en par y dejar que tu luz inunde de tu paz toda mi vida.
  • 63. SALMO DEL MARGINADO La tierra donde naciste te hizo marginado. Quedaste marcado para siempre: Nazareno. La noche de tu nacimiento en la cueva te hizo igual a los pastores que dormían al sereno. tu muerte fue en la cruz, fuera de las murallas, donde estaba la maldición y el desierto. Te colgaron, como a un revolucionario, en la cruz para que ellos pudieran seguir yendo al templo. Te llamaron comilón y bebedor. Te llamaron demonio. Aboca abierta: blasfemo. Fuiste contado entre los delincuentes, y azotado y escupido y pisado como un reo. Te llamaron sedicioso, embaucador, perturbado, porque te hiciste como la gente de tu pueblo. Rompiste la muralla que separaba a los hombres y te situaste entre la basura, entre el deshecho. Fuiste uno de tantos, Señor, Jesús hecho esclavo hasta llevar a hombros el madero. Tus amigos fueron los pobres, los de corazón roto, los que cargaban con la culpa. Tus amigos eran los pecadores, los de clase baja, los que tenían la cuenta del banco a cero. Eran los campesinos, publicanos, las prostitutas, los leprosos. Tus amigos eran los sin nombre ni apellido, los que en su vida no tuvieron derechos. Gracias, Señor, por hacerte marginado y llevar la salvación al hermano solo. Gracias porque tu Reino es regalo al hombre que extiende la mano y no llega a serlo. Gracias porque el corazón del padre se ha hecho morada eterna en los sin derechos.
  • 64. SALMO EN BUSCA EN SENTIDO PARA LA VIDA. Señor Jesús, yo quiero un sentido para mi vida, quiero crecer en búsqueda de razones para mi existencia, quiero encontrar el ideal, la norma, el modelo de ser hombre. Quiero, Señor Jesús, orientar mi vida, darle un rumbo. Quiero saber la razón de mi origen, de dónde vengo. Quiero que el río de mi vida tenga en Ti su manantial. quiero saber la razón de lo que haga en la vida. Quiero saber si mi vida vale la pena vivirla. Quiero que el sentido de mi vida seas Tú. Quiero saber hacia dónde camino, saber cuál es el destino y la meta de mi vida. Quiero que Tú, Cristo el Señor, seas el final de mi camino. Señor, Jesús, no quiero una vida que se apoye desde fuera. No quiero muletas que no me dejen ir lejos. No quiero soportes que o aguanten mi libertad. No quiero parches para mi camino, ni caretas para mis problemas. No quiero manos que me empujen, ni que den cuerda a mis fracasos. No quiero quedarme en la cáscara de las cosas mientras mi corazón se muere de hambre. No quiero optar por la muerte, por la destrucción, por las cosas que se acaban, por el humo de pajas. No quiero vivir desde la superficie, desde la piel. No quiero ser vida vacía, vida gastada. Señor Jesús: ¡Quiero vivir con fuerza y desde dentro!