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Hace mil años, tuvo lugar un
                                                                         florecimiento extraordinario
                                                                         de la vida monástica. En aquel
                                                                         siglo XI vivieron san Bruno,
                                                                         fundador de los cartujos,
                                                                         san Roberto, fundador
                                                                         de los cistercienses, san Juan
                                                                         Gualberto, fundador de los
                                                                         vallombrosanos, san Romualdo,
                                                                         fundador de los camaldulenses,
                                                                         y tantos otros santos
                                                                         reformadores ascéticos de la
                                                                         regla de san Benito, que
                                                                         crearon órdenes monásticas
                                                                         de papel trascendental para
                                                                         Europa. Este dossier
                                                                         reconstruye sus fundaciones,
                                                                         las formas de vida monacal y
                                                                         su influencia religiosa, cultural,
                                                                         económica y política.
San Bernardo de Claraval explica el Cantar de los Cantares (Libro de Horas de E. Chevalier, por J. Fouquet, 1453, Chantilly, Museo Condé).




Ora et labora                    Al frente de la Reconquista                                   Pluma, azada, espada
  Cécil Caby                          Antonio Linage Conde                                         Julio Valdeón
                                  Santiago Cantera Montenegro
Ora et labora
                                                                                sa que algunos rigurosos autores han llegado a pen-
                                                                                sar que pudo no haber existido. Nació, probable-
                                                                                mente, a fines del siglo V en la región de Nursia y,
                                                                                siendo estudiante en Roma, decidió consagrarse a
                                                                                Dios. Después de tres años de vida eremítica, trató
                                                                                de integrarse en una comunidad, pero sus compa-
De la regla de san Benito de                                                    ñeros trataron de envenenarle, irritados por el ex-
                                                                                tremo rigor que pretendía imponer.
Nursia, en el siglo VI nacieron los                                             Regla para principiantes
benedictinos. Pronto, los monjes                                                   Benito fundó varios monasterios, entre ellos, al-
                                                                                rededor del año 530, el de Montecassino, donde a
pactaron con el poder y la                                                      su muerte (547 ó 560) fue sepultado. Para Monte-
                                                                                cassino, que parece su primera fundación, Benito
riqueza y, como reacción, llegó la                                              escribió “una pequeña regla para principiantes”
                                                                                (en expresión suya) que trataba de adaptar el mo-
reforma de Cluny, los monjes                                                    delo de los padres del desierto a la concreta reali-
                                                                                dad de su tiempo. Por la misma época se producí-
negros; tras ellos, en el siglo XI,                                             an en otros lugar de Europa tentativas similares que
                                                                                tuvieron menor éxito y continuidad, como la regla
una nueva cadena de                                                             de san Isidoro de Sevilla o los intentos monacales
                                                                                de san Millán en Suso (Rioja) y de san Fructuoso,
reformadores: los monjes                                                        en El Bierzo (León).
                                                                                   La invasión longobarda de 568 transformó pro-
blancos: cistercienses, cartujos,                                               fundamente el panorama del monaquismo italiano.
                                                                                Baste decir que, en el año 577, Montecassino fue
camaldulenses...                                                                derribado y abandonado por los seguidores de Be-
                                                                                nito. Solamente tras la conversión de los longobar-
                                                                                dos al catolicismo, hacia mediados del siglo VII, re-
Cécil Caby                                               San Jerónimo llegó     nacerá un monaquismo de iniciativa local.
Investigador del Colegio de Francia, Roma                a Roma en el año          Un primer signo de este cambio se mostró en la
                                                         381 y encontró en      segunda década del siglo VII, cuando el rey longo-



E
          L MONAQUISMO SE AFIRMÓ EN TODO                 la alta sociedad una   bardo Agilulfo invitó al gran monje Colombano a
          Occidente a partir del siglo IV, inspirándo-   espiritualidad         fundar, junto con un grupo de hermanos irlandeses,
          se en los ideales de vida de los ascetas de    ascética dispuesta     un monasterio en Bobbio. A fines de este siglo y a
          los desiertos de Egipto, como Antonio          para acoger las        lo largo de todo el siguiente, cuando el dinamismo
(+356), Pacomio (+346) y Basilio (+379). En Ro-          propuestas             de la comunidad de Bobbio estaba ya debilitado, se
ma, esta influencia oriental halló terreno fértil gra-   monásticas, hasta el   manifestó el potente movimiento de renacimiento
cias a la mediación de personajes carismáticos, co-      punto de que se        de un monaquismo de expresión e iniciativa longo-
mo san Jerónimo, y a la existencia, entre la alta so-    formaron pequeños      bardas, anclado en las realidades locales y estre-
ciedad de la época, de una espiritualidad ascética       monasterios            chamente ligado al poder. En el año 705 se fundó
dispuesta a acoger las propuestas monásticas. Y          domésticos en          la abadía de Farfa, gracias al decisivo apoyo del du-
también fue entre las mujeres de aquella perezosa        torno a las                                                                    que longobardo de Benevento; poco después, tres         San Benito adaptó a     a Montecassino en el año 787, en la que confirmó
aristocracia romana donde Jerónimo, llegado a Ro-        mansiones de                                                                   nobles longobardos fundaron la abadía de San Vi-        su tiempo el            todas las posesiones y bienes de la abadía.
ma en el año 381, encontró sus más fervientes dis-       algunos                                                                        cente en Volturno. En la Italia septentrional se mul-   modelo de vida de          Un poco posteriores son los monasterios de San
cípulos, hasta el punto de que se formaron peque-        aristócratas. En la                                                            tiplicaron las fundaciones, a menudo en lugares es-     los monjes del          Pedro de Roda, San Cugat del Vallés y Santa María
ños monasterios domésticos en torno a sus casas.         imagen, el santo,                                                              tratégicos para controlar el territorio. Esta red mo-   desierto escribiendo    de Ripoll, hitos señeros de los muchos que se or-
   Quizá a causa de su carácter elitista e individual,   representado en el                                                             nástica servía no solamente para conservar las ri-      una Regla para          ganizaron en la Península Ibérica bajo la regla be-
esta primera forma de monaquismo doméstico y             interior de la letra                                                           quezas longobardas, sino que establecía también la      principiantes.          nedictina entre los siglos VII-X.
nobiliario tuvo poco éxito fuera de Roma. Durante        capitular de un                                                                estructura de encuadramiento religioso de la pobla-     Arriba,                    Desde fines del siglo IX, sin embargo, la vida
el siglo V se produjo un movimiento más organiza-        manuscrito                                                                     ción, sobre todo la rural.                              representación del      monástica se vio nuevamente perturbada, aunque
do y apoyado por la Iglesia para difundir la tradi-      (Nápoles, Biblioteca                                                                                                                   santo en un fresco      no interrumpida, en la Europa meridional por las
ción oriental en Italia. En gran parte de Europa, so-    Nacional).                                                                     ¡Salvad los códices!                                    de Spinello Aretino,    incursiones de húngaros y sarracenos. Por ejem-
bre todo en las penínsulas Ibérica e italiana se su-                                                                                       El paso del reino longobardo a los francos y a la    de la serie Historias   plo, los monjes de la abadía de Novalesa, en Ita-
cedieron los intentos de crear un monacato y las re-                                                                                    dinastía carolingia no creó situaciones de ruptura      de San Benito           lia, se vieron obligados a huir a la vecina ciudad
glas, elaboradas por los más prestigiosos eclesiásti-                                                                                   ni produjo cambios negativos. No solamente se           (Florencia, Iglesia     de Turín, salvando de los musulmanes sus seis mil
cos, para dotar de un plan de vida espiritual y ma-                                                                                     mantuvieron y desarrollaron los centros monásticos      de San Miniato).        códices.
terial a quienes decidían buscar su santificación re-                                                                                   nacidos o recuperados en la época longobarda, si-                                  Estas devastaciones agravaron antiguas dificul-
tirándose del mundo y viviendo en una comunidad.                                                                                        no que los carolingios hicieron más. Distribuyeron                              tades y pusieron a las abadías en una situación de
   Pero nadie logró un éxito amplio y perdurable                                                                                        el territorio del reino en nueve fundaciones, a las                             debilidad, que la que se aprovecharon los señores
hasta que hizo su aparición Benito de Nursia. Su                                                                                        que enriquecieron con generosas donaciones y                                    locales, que redujeron su libertad interna y su au-
biografía, conocida casi exclusivamente a través de                                                                                     transformaron en centros culturales. Muestra señe-                              tonomía exterior. Tanto es así que, en vísperas del
los Diálogos de Gregorio Magno, es tan poco preci-                                                                                      ra de esa favor fue la visita que Carlomagno realizó                            segundo milenio, los desórdenes provocados por las
48                                                                                                                                                                                                                                                                      49
el más activo foco de difusión de las costumbres        te en torno al cual se estableció en Montevergine,
               DEL EREMITORIO AL CENOBIO                                                           cluniacenses en Italia. En la Alta Edad Media his-      cerca de Avellino, una comunidad de monjes liga-
                                                                                                   pana deben recordarse monasterios reformados, co-       dos por un ideal eremítico-ascético pero también
                    os son las principales co-     progresivamente tiendan a primar formas         mo los de Nájera, Sahagún y Carrión.                    presente entre el pueblo por medio de su predica-
                    rrientes del monaquismo        atenuadas de vida ascética: los eremitas,          Con Cluny, sin embargo, el intento de reforma se     ción. Desde Montevergine, el movimiento se expan-
                    (del griego monos, es de-      por ejemplo, se juntaban para rezar o pa-       mantuvo limitado al interior del viejo monaquismo       dió, en el curso del siglo XII, hacia el Reino de Si-
     cir, solo): el cenobitismo, o sea, la vida    ra intercambiar consejos. En Occidente,         benedictino. Los movimientos del siglo XI y, sobre      cilia, que expandiría por todo el Medievo la zona de
     religiosa comunitaria, y el eremitismo (o     el monaquismo es de tendencia comuni-           todo, del XII, se propusieron en cambio experien-       irradiación de los Verginianos.
     anacoretismo), que supone una expe-           taria y cenobítica, sin excluir intentos ere-   cias monásticas de vanguardia, variadas y llenas de        Más o menos en paralelo con la evolución de es-
     riencia religiosa solitaria. En el mona-      míticos moderados, como la experiencia          creatividad: un nuevo monaquismo a todos los            tas nuevas órdenes monásticas, se produjo la difu-
     quismo oriental de los siglos III-V, preva-   cartujana de vida solitaria en el interior      efectos. Todos pretendían recuperar el espíritu ori-    sión del monaquismo cisterciense. Nacida al expi-
     lece la tendencia anacorética, aunque         de una comunidad.                               ginal de la Regla de san Benito, pero los resultados    rar el siglo XI en Borgoña, en torno a Citeaux y a sus
                                                                                                   fueron dispares: unos privilegiaban la contempla-       cuatro primeras fundaciones (La Ferté, Pontigny,
                                                                                                   ción solitaria; otros, la oración común; otros, los     Morimond y Claraval), la orden crece por filiación.
                                                                                                   trabajos agrarios, el estudio o la copia de libros.     Este modelo de desarrollo preveía la paridad entre
                                                                                                      Se trata sobre todo de movimientos (y no de aba-     la abadía hija y la abadía madre, unidas por un
                                                                                                   días aisladas) generados por la convergencia de ca-     “vínculo de caridad”, la participación común en el
                                                                                                   da uno de los monjes y eremitas –así como de mo-        Capítulo general y una fuerte conciencia de identi-
                                                                                                   nasterios o eremitorios enteros– hacia personajes       dad cisterciense.
                                                                                                   carismáticos (Romualdo de Ravena, Pier Damiani,            A partir de Liguria y Piamonte, muy pronto el mo-
                                                                                                   Giovanni Gualberto, Bruno de Colonia) o un ideal        naquismo cisterciense se difunde también en Italia,
                                                                                                   religioso inspirado por un modelo (por ejemplo, el      favorecido en en primer tercio del siglo XII por la pre-
                                                                                                   del Cister de Bernardo de Claraval), que adquirie-      sencia personal de Bernardo de Claraval. Fue en es-
                                                                                                   ron oficialidad por el reconocimiento pontificio.       tos años cuando, gracias a una donación de los ciu-
                                                                                                                                                           dadanos de Piacenza, surgieron Claraval della Co-
                                                                                                   Los múltiples caminos de la salvación                   lomba y el Claraval milanés, a las puertas de Milán.                Cocina del                rios cistercienses hispanos: Fitero, Moreruela, Osea-
                                                                                                      Así, alrededor de Camaldoli, eremitorio fundado      Estas fundaciones, en las proximidades de dos im-                   monasterio de             ra, Santa María de Huerta, Poblet...
                                                                                                   por Romualdo de Ravena en los Apeninos toscanos         portantes ciudades, son una excepción desde el pun-                 Poblet, contigua al          La eficientísima organización agrícola y adminis-
                                                                                                   en los primeros años del siglo XI, se desarrollaron     to de vista fundador. En efecto, los cistercienses pre-             refectorio, siglo XIII.   trativa de la que se habían dotado les llevó a dirigir
                                                                                                   hasta el XII numerosos monasterios, eremitorios e       ferían los ámbitos rurales, lejos de los centros habi-              Abajo, scriptorium        una serie de grandes haciendas agrarias –las gran-
                                                                                                   iglesias, dispersas por la Italia central y Cerdeña,    tados, más de acuerdo con su propia búsqueda de                     de Echternach             jas– constituidas por terrenos que ocupaban sane-
                                                                                                   que adoptaron la regla camaldulense.                    aislamiento y el cumplimiento del trabajo manual.                   (Bremen,                  aban y explotaban intensamente. Además de culti-
                                                                                                      Paralelo a ella fue la rápida difusión de la regla   Acorde con esa idea fundacional están los monaste-                  Staatsbibliotek).         var los campos, los cistercienses se dedicaron a la
                                                                                                   de Vallombrosa, unificada por Giovanni Gualberto,                                                                                                     cría de ganado ovino, cuya lana era vendida en bru-
                                                                                                   y de una comunidad denominada “unión de cari-                                                                                                         to o transformada en tejidos en las mismas granjas.
invasiones, las expoliaciones laicas y el relajamien-                    Los primeros              dad fraterna”: en las primeros décadas del siglo                CONSERVADORES Y FORMADORES                                                               Una lectura rigurosa de la Regla de san Benito,
to de la regla hicieron imprescindibles la reorgani-                     monjes de la              XII, se contaban ya dieciséis monasterios lombar-                                                                                                     una liturgia sin excesos, una amplia apertura al tra-
zación de los monasterios y su radical reforma.                          Tebaida optaron           dos, establecidos generalmente en las proximida-                         quellas fundaciones del si-    la pintura y escultura que se conservan.      bajo (tanto intelectual como manual), una particu-
   En los siglos XI y XII las fundaciones monásticas                     por un modelo de          des de las ciudades, donde los vallombrosianos                           glo XI –de muchas de las       Construyeron hospitales, boticas, alber-      lar atención a la acogida de huéspedes y de pobres
proliferaron por doquier en Europa, proponiendo                          vida anacorética en       propugnaban la reforma del clero.                                        cuales apenas quedan ya        gues y se encargaron de la organización       fueron sus ocupaciones cardinales: no cabe duda
formas de vida monástica muy diferentes entre sí.                        solitario, que en            Por los mismos años surgieron otras experiencias            monasterios en activo– y su conti-       y explotación agraria, impulsando el          de que este sentido de la medida contribuyó al éxi-
Pero en Italia, más que en cualquier otro sitio, los                     Occidente se              monásticas. Tras la conversión a la vida eremítica y         nuación con las órdenes de mendi-          cultivo de grandes extensiones impro-         to de los cistercienses.
monjes asumieron un papel decisivo en el gran mo-                        sustituyó por la vida     de la fundación de la Cartuja –en las cercanías de        cantes y predicadores del XII, fueron la      ductivas y formando a un campesinado
vimiento de reforma de la Iglesia promovido por el                       religiosa en              Grenoble–, Bruno de Colonia escogió para satisfa-         espina dorsal de la consolidación del         más competente.                               El abad y sus hijos
Papado.                                                                  comunidad. Arriba,        cer sus exigencias de silencio y de ascetismo las         cristianismo en Europa; en sus bibliote-                                                       Durante la Edad Media, de entre todos los cris-
                                                                         representación de         soledades de Calabria. Lo mismo hicieron los ere-         cas se conservó gran parte de la heren-                                                     tianos que se esforzaban por alcanzar el Reino de
En busca de la pureza original                                           monjes de la              mitas de San Giovanni della Torre y de Santo Ste-         cia clásica; de sus scriptoria salieron                                                     Dios, el monje era considerado el más avanzado en
   Los primeros de estos servidores del Papado re-                       Tebaida, en una           fano del Bosco, aprobados por el papa Urbano II en        las copias de los grandes autores greco-                                                    la escala de la perfección, ya que había elegido re-
formador fueron los poderosos monjes de la abadía                        miniatura del             la última década del siglo XI.                            latinos y sus traducciones y comenta-                                                       nunciar a su propia voluntad para consagrar la vida
francesa de Cluny, que en el momento de su fun-                          siglo XIV.                   Elitista e individual, el ideal de perfección de       rios; aquellos monjes fueron los autores                                                    a Cristo. Los monjes, al contrario que otras catego-
dación, en el año 910, había sido donada a san Pe-                                                 Bruno se alcanzaba mediante la ascesis y la con-          de los textos religiosos, legales, enciclo-                                                 rías de clérigos, vivían en comunidad organizada
dro y a sus sucesores, los papas. Ya a mediados del                                                templación, en el ámbito de la comunidad de ere-          pédicos, literarios y científicos que son                                                   según una Regla y por este motivo eran llamados
siglo X y a todo lo largo del siguiente, los abades de                                             mitas que vivían aislados en celdas –en general,          gran parte del legado cultural del Me-                                                      regulares. En el Occidente medieval, la Regla más
Cluny habían tratado de reformar los monasterios                                                   una docena por cartuja– agrupadas en un recinto           dievo; los miniaturistas no sólo propor-                                                    difundida fue, sobre todo a partir del siglo IX, la de
italianos introduciendo los usos entonces en vigor                                                 llamado desierto. Tras la muerte de Bruno en              cionaron a la posteridad preciosas                                                          Benito de Nursia. Sobre la base de este texto, muy
en su propia abadía, y en la segunda mitad del si-                                                 1101, el movimiento cartujo creado por él se enri-        obras de arte, sino también los testimo-                                                    genérico y que más bien proponía orientaciones
glo XI, se observó una notable difusión de los cen-                                                queció con usos específicos: se estructuró como or-       nios más vivos de la vida cotidiana de la                                                   que normas precisas para el comportamiento coti-
tros cluniacenses. En 1077, la abadía de Polirone,                                                 den y prosiguió lentamente su expansión. El siglo         época. Pusieron en pie monasterios e                                                        diano, en algunos monasterios o grupos de monas-
fundada por los marqueses de Canosa, fue cedida                                                    XIV fue especialmente rico en fundaciones: cartu-         iglesias –el Románico y el inicio del Gó-                                                   terios se elaboraron usos y costumbres, que definí-
a Cluny por Gregorio VII; en Farfa, bajo el gran abad                                              jas de Florencia, Siena, Pavía, Nápoles, Miraflores,      tico– que hoy perduran como muestras                                                        an la observancia específica de cada orden monás-
Hugo (+ 1038), ya se había promulgado un Consti-                                                   etcétera.                                                 del talento arquitectónico occidental.                                                      tica y todos los detalles de la vida cotidiana, de
tutum modelado sobre los usos cluniacenses; la                                                        Se ha mencionado ya la trayectoria de Guglielmo        Financiaron y atesoraron gran parte de                                                      principio a fin de la jornada.
Santísima Trinidad de Cava, en fin, se convirtió en                                                da Vercelli (h. 1085-1142), un penitente itineran-                                                                                                       El monje tenía la obligación de conocer perfecta-
50                                                                                                                                                                                                                                                                                                          51
Sala capitular de la
                                                           abadía de San                                                     En los scriptoria, los monjes
                                                           Galgano, cerca de                                                 amanuenses se dedican a                                                                 Los monasterios están
                                                           Siena, levantada en                                               copiar textos. Los libros se                                                            dotados de todos los
                                                           el siglo XIII según                                               conservan en la biblioteca,                                                             servicios para higiene.
                                                           las pautas                                                        en este caso situada en la                                                              Junto a las letrinas se
                                                           arquitectónicas del                                               planta superior.                                                                        encuentran los baños;
                                                           Cister francés.                                                                                                                                           en la planta superior, la
                                                           Derecha,                                                                                                                                                  lavandería.
                                                           representación de
                                                           un monasterio
                                                           benedictino de la
                                                           Alta Edad Media.       Más o menos grandiosa, según
                                                                                  las posibilidades de la
                                                                                  comunidad monástica a la que
mente la Regla de Benito y los usos de su monaste-                                pertenece, la iglesia es el edificio
rio y, después, durante el periodo –en general, de un                             principal.
año– de preparación para la profesión monástica, el
novicio debía, bajo el severo control de un maestro,
esforzarse en aprender estas nociones. Además, ca-
da día, durante la reunión de todos los monjes de la                                                                                                                                En la sala capitular, en la
comunidad (el capítulo, que se reunía en la sala lla-                                                                                                                               planta baja, el abad celebra
mada por ello capitular), se leía y se comentaba por                                                                                                                                las reuniones administrativas.
el superior un fragmento de estas leyes que organi-                                                                                                                                 En la planta superior se
zaban la vida comunitaria.                                                                                                                                                          encuentra el dormitorio de
   La comunidad que vivía en un monasterio no se                                                                                                                                    los monjes.
componía únicamente de monjes. Estaban también
los novicios, muchachos que vivían en él y estaban
destinados a hacerse monjes una vez cumplida la
edad requerida, los laicos especializados en los tra-
bajos manuales (los legos) y los simples criados. Por                                           El claustro, con jardín y
no hablar también de los huéspedes de paso, aloja-                                              fuente, es el centro de la                                                El claustro puede no ser
dos en la hospedería: nobles, benefactores del mo-                                              vida monástica; aquí los                                                  único: en este caso, hay uno
nasterio, algún obispo o cardenal de regreso de una                                             monjes meditan y                                                          para los novicios. Situado al
misión, pero también simples peregrinos en viaje ha-                                            encuentran un poco de                                                     lado sur del claustro se
cia Roma, Santiago de Compostela o cualquier otro                                               esparcimiento.                                                            encuentra el refectorio
santuario.                                                                                                                                                                común.
   Todos estaban bajo la autoridad del abad o del
prior, verdadero jefe del monasterio y padre de la co-
munidad. Ante él, el futuro monje prometía respetar
los votos (castidad, pobreza, constancia y obedien-
cia) y a él debían solicitarle los legos su sustento,
alojamiento y protección, obligándose a cambio a
servir al monasterio. Cada día, el abad convocaba el                              La hospedería u
capítulo, oía la confesión de sus hermanos, organi-                               hostal es el lugar de                                               En el lado oeste
zaba el reparto de las tareas y de los trabajos comu-                             acogida de los                                                     de la abadía se
nitarios y, sobre todo, se encargaba de los asuntos                               peregrinos y de otros                                              sitúan la cocina y
cotidianos del monasterio: recibimiento de los hués-                              huéspedes de paso.                                                 el guardarropa de                                                Fuera de la clausura,
pedes distinguidos, contratos varios, venta o adqui-                              Está unida al edificio                                             la comunidad.                                                    el complejo
sición de bienes patrimoniales o de consumo ordina-                               en el que se                                                                                                                        reservado a los
rio, litigios y cuestiones jurídicas que afectaban al                             encuentran la cantina                                                                                                               monjes, hay muchas
monasterio, etcétera. En esta tarea le ayudaban los                               y la despensa.                                                                                                                      estancias dedicadas
oficiales, cuyo número y cualificación variaban se-                                                                                                                                                                   a las actividades
gún los lugares. En general, eran un prior (el segun-                                                                                                                                                                 económicas del
do en jerarquía, tras el abad), un ecónomo y un res-                                                                                                                                                                  monasterio.
ponsable de la hospedería y de la enfermería.
   A los legos se les confiaban algunas funciones,
particularmente las que exigían contactos con la ciu-
dad (mercados, ferias, etcétera). En las abadías cis-
tercienses, por ejemplo, parte de los legos residía en
las alquerías –granjas– donde desarrollaba su traba-
jo bajo el control de un monje o, con frecuencia, de
otro lego. Por otra parte, las abadías solían recurrir a
52                                                                                                                                                                                                                                               53
funcionarios de fuera de la comunidad, en general,                       San Francisco               lectura de textos sagrados durante las comidas en el
eclesiásticos influyentes en los obispados o en Ro-                      predica a los               refectorio, la acogida de los huéspedes que se pre-
ma, laicos poderosos o expertos en derecho, a quie-                      animales, en un             sentaban en la portería del monasterio y otras.
nes confiaban sus asuntos.                                               fresco del siglo XIII          El rezo se desarrollaba principalmente en co-
   La jornada del monje se dividía entre el rezo y el                    de la basílica que          munidad, en la iglesia del monasterio, durante la
trabajo. A esto se añadían pequeñas tareas comuni-                       lleva su nombre             serie de oficios litúrgicos que marcaban las horas
tarias como, por ejemplo, la preparación de los obje-                    en Asís.                    del día. En la sociedad medieval, el papel social
tos litúrgicos necesarios para las celebraciones, la                                                 de los monjes era el de rezar; así, se difundió en-


                                                    DEL EREMITORIO AL CENOBIO
                    eriodo de efervescencia social y es-    asistían a los moribundos y custodiaban las sepul-    vocas– intervenciones del Papado, las disputas
                    piritual, el fin del siglo XII vio la   turas de sus devotos.                                 acerca de esta cuestión no se calmaron y llevaron
                    multiplicación de nuevas experien-          Esta intrusión en ámbitos tradicionalmente re-    a la división interna de la Orden entre los mode-
     cias religiosas, algunas que rompían con la auto-      servados al clero secular (curas y obispos) pro-      rados –o Conventuales, que aceptaban el uso de
     ridad eclesiástica (valdenses, cátaros o albigen-      vocaron en sus confrontaciones no pocas mani-         los bienes, cuya propiedad era simbólicamente
     ses); otras, por el contrario, consagradas a la de-    festaciones de hostilidad, tanto más cuanto que       atribuida a la Iglesia– y los rigoristas, o Espiritua-
     fensa de la Iglesia. Aunque nacidas de un mismo        los mendicantes dependían directamente del papa       les, que rechazaban incluso esta forma de propie-
     ideal de reforma, sus posiciones con frecuencia se     y no de los obispos. A esto se añadía la animosi-     dad indirecta y fueron definitivamente condena-
     enfrentaban. Por ejemplo, tras una misión de pre-      dad de los estudiantes y de los profesores univer-    dos por Juan XXII (1316-1334).
     dicación contra los albigenses el castellano Do-       sitarios, entre quienes se introdujeron muy pron-         El éxito de los Dominicos no fue menor: en
     mingo de Guzmán (1170-1221) maduró un pro-             to los franciscanos y los dominicos. En el concilio   1303 habían sido ya creados casi seiscientos
     yecto de comunidad formada por religiosos de           de Lyon, de 1274, una parte de los prelados allí      conventos, divididos en dieciocho provincias.
     conducta irreprochable y culturalmente prepara-        reunidos se manifestó contra el crecimiento de las    La Orden se especializó en la predicación mi-
     dos, capaces de conjurar con el ejemplo y la pre-      nuevas órdenes y consiguió limitar, temporalmen-      sional, en la traducción a las lenguas vulgares
     dicación el peligro cátaro. Esta orden, llamada de     te, no solamente su número sino también su acti-      de textos espirituales, a la polémica doctrinal y
     los frailes Predicadores o Dominicos, fue aproba-      vidad pastoral.                                       a la teología, en la que fue maestro Tomás de
     da por el papa Honorio III en 1216 y tuvo un in-           Pero esto no impidió su desarrollo. Tras la       Aquino (+ 1274). Ya en la época de santo Do-             tre los laicos la costumbre de confiar la propia al-    Izquierda, capitel del   tos (hagiografía), la Historia (de toda la cristian-
     mediato éxito.                                         muerte de Francisco, el extraordinario éxito de       mingo, el estudio, como preparación necesaria            ma y las de sus personas queridas a las oraciones       pórtico de la abadía     dad, de su región o de su abadía), los comentarios
         En esos años, concretamente en 1209, un jo-        los Menores fue tal que se hizo difícil mantener el   de la predicación, estaba incluida entre las obli-       de alguna comunidad monástica, que procedía a           de San Clemente          de la Biblia o de los Padres de la Iglesia, etcéte-
     ven de Asís llamado Francisco (h. 1178-1226),          equilibrio entre una regla pensada para un grupo      gaciones del futuro fraile. Asimismo, por sus            anotar en libros de registro los nombres de las         (Casauria). Derecha,     ra. La cultura monástica servía también para ges-
     renunciaba a la vida acomodada que le aseguraba        de pocas personas y las dimensiones alcanzadas        propias características, los Dominicos fueron            personas (vivas o muertas) con las que se había         vista panorámica de      tionar el patrimonio y elaboraba libros (libri iu-
     su familia para seguir estrictamente los preceptos     por la Orden. Fue, sobre todo, la cuestión de la      muy activos en los tribunales de la Inquisición.         comprometido. Este particular tipo de obras aca-        San Miguel de la         rium, cartularios) que recopilaban la documenta-
     evangélicos. En el proyecto de Francisco y de sus      pobreza colectiva lo que produjo las mayores                                                                   bó por adquirir para algunas órdenes, particular-       Quebrada, sobre el       ción sobre los derechos de propiedad de una co-
     primeros compañeros, los frailes debían vivir en       quiebras: ¿podían revender la herencia del Pobre-     Abierto a las mujeres                                    mente la cluniacense, una importancia tal que se        valle de Susa, abadía    munidad sobre un terreno o una jurisdicción.
     total pobreza, sin propiedad alguna ni personal ni     cito de Asís y, al mismo tiempo, promover la              La espiritualidad de estas nuevas órdenes            impuso (como enseguida se le reprochó) sobre to-        fundada por Ugo de
     común, viviendo del trabajo y de la limosna. La        construcción de conventos cada vez más grandes        prendió también en mujeres. En 1212, santa Cla-          dos los demás aspectos de la vida monástica.            Montboissier, que se     La Orden, por encima de todo
     Orden –llamada humildemente de los frailes me-         y suntuosos o formar bibliotecas cada vez más ri-     ra (1194-1253) fue acogida por Francisco en la                                                                   especializaba en            A partir del siglo XI, los monasterios y las abadí-
     nores o, por el nombre de su fundador, de los          cas? A pesar de las numerosas –y no siempre uní-      iglesia de San Damián en Asís, donde fundó una           Con la cabeza gacha                                     hospedar a los           as dejaron de estar aislados y se reunieron en gru-
     franciscanos– obtuvo una primera apro-                                                                                 pequeña comunidad de hermanas po-                 Si las reglas y los usos monásticos insistían re-    viajeros de alto         pos con un centro de referencia común y supedita-
     bación verbal de Inocencio III en 1210 y                                                                               bres, sucesivamente llamadas Damiani-          petidamente en la obligación del trabajo, no deter-     rango que se             do al control de un abad (o prior) general: el abad
     la oficial por Honorio III en 1223.                                                                                    tas y Clarisas. A pesar de la expresa re-      minaban que los monjes se dedicasen sistemática-        dirigían a la            de Cluny para la orden cluniacense, el de Citeaux
         Estas dos primeras órdenes mendi-                                                                                  serva de las órdenes mendicantes, eran         mente a actividades agrarias o artesanales. Estas       península itálica        para los cistercienses, el de Vallombrosa para la va-
     cantes, nacidas casi simultáneamente,                                                                                  hombres los que se encargaron final-           tareas se dejaban a los legos o a los laicos arrenda-   desde el Norte de        llombrosana, el prior de Camaldoli para los camal-
     fueron seguidas por otras, como los Ere-                                                                               mente de la dirección de una comuni-           tarios, que cultivaban las posesiones del monaste-      Europa.                  dulenses. Por esta razón, la Regla debía en adelan-
     mitas de san Agustín (Ermitaños o Agus-                                                                                dad femenina (Clarisas, Dominicas,             rio a cambio del pago de una renta o la entrega de                               te definir, además de la vida cotidiana en el interior
     tinos), los Siervos, los Carmelitas.                                                                                   Agustinas, Carmelitas, etcétera), en ge-       una parte de la cosecha. Los monjes realizaban, so-                              de cada comunidad, el funcionamiento de las rela-
         Todas las órdenes mendicantes se ca-                                                                               neral regida por reglas tradicionales          bre todo, una labor intelectual en la biblioteca o en                            ciones entre las diversas comunidades de una mis-
     raterizan por la norma básica de la po-                                                                                (benedictina o agustina). Más original         la sala de estudio de la abadía (scriptorium). Co-                               ma orden. La cohesión era reforzada por la organi-
     breza colectiva que se añade a la indivi-                                                                              fue, por el contrario, el papel asumido        piaban en códices de pergamino obras litúrgicas,                                 zación regular (en general, cada tres años) de reu-
     dual –obligación ésta general en todos                                                                                 por las mujeres en la comunidad de ter-        teológicas y morales, pero también literatura anti-                              niones a las que asistían los superiores de todas las
     los religiosos– y la práctica de la mendi-                                                                             ciarios, o sea, penitentes laicos que se       gua, tratados científicos (astrología, medicina, et-                             comunidades de una orden. Durante estos capítu-
     cidad en lugares públicos. Se distinguían                                                                              sujetaban a unas reglas de vida contro-        cétera) y tantos otros textos que se salvaron así de                             los generales, habitualmente convocadas en la aba-
     además de los monjes en que, respecto al                                                                               ladas por una orden mendicante mascu-          desaparecer. En este sentido las abadías contribu-                               día de cabecera, se examinaban los problemas de
     rezo y a la meditación, mostraban la vo-                                                                               lina y aprobada por la Santa Sede, pero        yeron a la conservación y transmisión de la cultura                              la orden y los modos de reforzar su cohesión; ade-
     luntad de imitar a Cristo particularmente                                                                              sin pertenecer a todos los efectos a la        clásica. La copia de los libros no consistía sola-                               más se elaboraba una estrategia común. Cabe ima-
     en el apostolado y en la vocación pasto-                                                                               orden. Se trataba con frecuencia de es-        mente en la traducción del texto: los códices se                                 ginar el poder que los monjes consiguieron gracias
     ral. En efecto, se dedicaban a la predica-                                                                             posos o de viudos que vivían o en una          adornaban con miniaturas y, sobre todo, eran estu-                               a estas estructuras suprarregionales y, en algunos
     ción itinerante, sobre todo en las ciuda-                                                                              pequeña comunidad o en su propia ca-           diados y comentados, en los márgenes de los códi-                                casos (Cluny o Citeaux, ambas en Francia, por citar
     des, exhortando al pueblo a la penitencia                                                                              sa, y que se dedicaban a la plegaria y a       ces o en volúmenes separados.                                                    las más poderosas), supranacionales y con más de
     y a la confesión; visitaban a los enfermos,                                                                            las obras de caridad.                             Los monjes se especializaban en algunos géne-                                 un millar de monasterios esparcidos por todo el Oc-
                                                                                                                                                                           ros literarios, como el relato de las vidas de san-                              cidente europeo.                                    n
54                                                                                                                                                                                                                                                                                                             55
Desde los tiempos más tempranos del cristianis-                               (Hungría), quien erigió un monasterio precisamen-
                                                                                             mo hubo antecedentes de ese monacato reglado,                                     te en Dumio, cerca de la ciudad de Braga, que ha-


     Al frente de la                                                                         que tuvieron lugar en la Hispania romana. Tales
                                                                                             manifestaciones tempranas del monaquismo no se
                                                                                             interrumpieron trágicamente – según se ha venido
                                                                                             suponiendo– durante las “invasiones bárbaras” de
                                                                                             la Península, pero debió producirse una detención
                                                                                                                                                                               cia 556 fue constituido en obispado, siendo san
                                                                                                                                                                               Martín su primer prelado –años después sería tam-
                                                                                                                                                                               bién arzobispo de Braga–. Él y sus monjes trabaja-
                                                                                                                                                                               ron por la auténtica conversión de los suevos al ca-
                                                                                                                                                                               tolicismo y lucharon contra las supersticiones de



     Reconquista
                                                                                             del proceso y, seguramente, hubo casos de perse-                                  raíz prerromana y romana enraizadas en la zona,
                                                                                             cución, por lo que algunos eremitas y cenobitas op-                               tanto con la predicación y los escritos, como por
                                                                                             tarían por la seguridad de lugares poco accesibles.                               medio de la reunión de concilios. En cuanto a su
                                                                                                 A partir del siglo VI, está documentada la exis-                              modelo de monacato, parece bastante claro que
                                                                                             tencia de algunos monasterios próximos a ciudades                                 llevó al noroeste peninsular la tradición monástica
                                                                                             como Tarragona o el monasterio Servitano, cercano                                 oriental de los Padres del Desierto, que había co-
                                                                                             a Arcávica (Cuenca), y otros plenamente rurales co-      Página izquierda,        nocido en su peregrinación a Tierra Santa y a otras
                                                                                             mo el de San Martín de Asán, en Arrasate (Aragón).       exterior de la iglesia   regiones de Oriente; así escribió, por ejemplo, las
                                                                                             Pero, aparte de estos ejemplos cenobíticos, se co-       mozárabe de              Sentencias de los Padres de Egipto.
                                                                                             nocen casos de anacoretismo, que en ocasiones lle-       Peñalba de Santiago
                                                                                             varon al surgimiento de nuevas comunidades. Tal          (León). Arriba, cruz     Esplendor cenobítico
                                                                                             fue el caso de san Millán o Emiliano (¿?- 574), pas-     visigótica del Tesoro       Ahora bien, el verdadero esplendor del monaca-
                                                                                             tor natural de Berceo (La Rioja) que decidió mar-        de Guarrazar             to en la España visigoda se sitúa a finales del siglo
                                                                                             char junto al ermitaño Félix para abrazar la vida so-    (Madrid, Museo           VI y en el VII, cuando no sólo se registró una im-
                                                                                             litaria a la montaña de Bilibio, cerca de Haro, y lue-   Arqueológico             portante floración de cenobios, sino que también se
                                                                                             go a los montes Distercios. Más tarde se le ordenó       Nacional). Abajo,        escribieron reglas monásticas de gran interés, como
                                                                                             sacerdote por deseo del obispo de Tarazona, pero         encuentro de san         las de los hermanos, arzobispos sevillanos y santos,
                                                                                             ante ciertas envidias retornó a sus soledades, en        Benito con san           Leandro e Isidoro o la de san Fructuoso, que regu-
                                                                                             esta ocasión al valle de Suso, en la Sierra de la De-    Romano, en un            ló con gran rigor a los monjes del Bierzo leonés.
                                                                                             manda, y allí constituyó una comunidad de monjes         fresco del siglo XIII       Otro aspecto que refleja el esplendor del monaca-
                                                                                             y otra de monjas, de las cuales algunas adoptaron        (por el Maestro          to en el siglo VII es la proliferación de monasterios a
                                                                                             un género muy acentuado de vida anacorética, tal         Consolus, Subiaco,       lo largo y ancho de la Península. Había cinco a las
                                                                                             como el “emparedamiento”, es decir, el vivir en          iglesia del Sacro        afueras de Toledo (en el de Agali, fue monje san Il-
                                                                                             una celda cerrada al exterior por una tapia. Éste fue    Speco).                  defonso, después arzobispo toledano) y otros dos
                                                                                             el origen del monasterio de San Millán de la Cogo-                                también muy próximos; en Zaragoza funcionaban al
                                                                                             lla, que siglos después se trasladaría más abajo, a                               menos dos, a uno de los cuales perteneció el más
                                                                                             Yuso, en el mismo valle.                                                          tarde obispo Tajón; en Mérida hubo como mínimo
                                                                                                 A la Gallaecia sueva –reino asentado en Galicia,                              tres, aparte del de Alcuéscar, en la Sierra de Mon-
                                                                                             el norte de Portugal y el oeste de las actuales pro-                              tánchez; en Sevilla se abrieron por lo menos tres, en
                                                                                             vincias de Asturias, León y Zamora– llegó a me-                                          Córdoba dos, en Tarragona uno, en Barcelona
                                                                                             diados del siglo VI san Martín de Dumio                                                            otro… Y en Cataluña destaca de un
                                                                                             o de Braga (¿?-579), personaje                                                                            modo especial el de Biclaro
                                                                                             procedente de la Panonia                                                                                         –erigido cerca de la de-




En la Península Ibérica, los          Antonio Linage Conde
                                      y Santiago Cantera Montenegro
monasterios no sólo sirvieron         Profesores de la Universidad de San Pablo-CEU




                                      E
para cristianizar a la población de             L MONACATO ES EL MOVIMIENTO ESPI-
                                                ritual organizado por los monjes y su mo-
sus contornos, sino para                        do de vida; como monje cabe definir a la
                                                persona dedicada a la vida ascéticamente
asentarla, organizarla y, con las     disciplinada y contemplativa, esto es, centrada
                                      esencialmente en la oración, pudiendo desarrollar-
órdenes militares, para defender      la en solitario (caso del anacoretismo o eremitismo)
                                      o en comunidad y bajo una regla determinada (ce-
las fronteras                         nobitismo).
56                                                                                                                                                                                                                                 57
sembocadura del Ebro– famoso por el his-               la invasión, que fue seguida por una época de una                                                                                                                                         Monasterio de San
                                         toriador Juan Biclarense. No puede olvidar-            relativa tolerancia religiosa, sucedió en el siglo IX                                                                                                                                     Juan de la Peña, en
                                         se la llamada “Tebaida Leonesa”, es decir,             un periodo de muy dura persecución, que afectó de                                                                                                                                         Huesca, fundado
                                         El Bierzo, comarca donde dio sus primeros              lleno a los monasterios y a sus monjes y monjas, va-                                                                                                                                      entre los siglos VIII
                                         pasos el monacato fructuosiano, en ceno-               rios de los cuales sufrieron el martirio. Esto preci-                                                                                                                                     y IX por la
                                         bios como Compludo, Rupiana y Visonia,                 pitó la decadencia del monacato mozárabe.                                                                                                                                                 comunidad de
                                         que se irradiaría hacia Galicia y la Bética.                                                                                                                                                                                                     monjes que se
                                         En El Bierzo, y como discípulo de san Fruc-            A la vanguardia de los reinos cristianos                                                                                                                                                  agrupó en torno a
                                         tuoso, resaltaría san Valerio. En fin, cabe               En la España cristiana del Norte, donde se cons-                                                                                                                                       san Voto. Es un
                                         señalar que en Britonia, la actual Mondo-              tituyen los núcleos de resistencia frente al Islam y                                                                                                                                      buen ejemplo del
                                         ñedo, existió una colonia bretona y al me-             desde los que comenzará la Reconquista del terri-                                                                                                                                         florecimiento
                                         nos un monasterio vinculado a ella.                    torio, se fue reorganizando el monacato, siguiendo                                                                                                                                        monástico que tuvo
                                                                                                también en los primeros tiempos, de forma bas-                                                                                                                                            lugar en el Noreste
                                         Monjes emigrantes y mozárabes                          tante general, la tradición de época visigoda. En el                                                                                                                                      peninsular por la
                                        El corte brutal en el desarrollo del monaca-            reino astur-leonés, a partir de mediados del siglo                                                                                                                                        influencia de la
                                        to que no produjeron las invasiones bárba-              VIII, comienzan a tomar impulso algunos monaste-                                                                                                                                          expansión de la
                                        ras lo causó, en cambio, la irrupción mu-               rios como San Juan de Pravia y San Vicente de                                                                                                                                             Regla de san Benito,
Retrato de san                sulmana en 711. Algunos monjes optaron por huir a                 Oviedo. Con el avance territorial del reino y la re-                                                                                                                                      que entró a través
Isidoro atribuido a           zonas retiradas, preferentemente a la montaña, para               población de las zonas reconquistadas se fueron                                                                                                                                           de Francia.
Zitow, siglo XV               poder dedicarse allí, en plena libertad, a la vida mo-            fundando o restaurando cenobios, en muchas oca-
(Valladolid, Museo            nástica en su modalidad eremítica. Ejemplos de es-                siones para consolidar la presencia cristiana, no
Nacional de                   to son san Frutos, actual patrón de la diócesis de Se-            sólo la religiosa, sino también la humana, pues de-
Escultura). Derecha,          govia, que con sus hermanos se retiró a las Hoces del             bían organizar muchas veces su entorno y asentar
Alfonso II el Casto,          río Duratón, cerca de Sepúlveda, o San Voto, que for-             en él nuevos vecinos. Alfonso II el Casto promovió
que se enfrentó a             mó en torno a él una pequeña comunidad, de la que                 de un modo especial las comunidades monacales
Carlomagno en                 más tarde surgiría el monasterio de San Juan de la                a la vanguardia de la repoblación y, entre los siglos
Roncesvalles, según           Peña, en Aragón. Pero lo que más llama la atención                VIII y X, se registra el nacimiento o la reapertura de
una serie de                  es la salida de algunos fuera de la Península, como
retratos reales               san Pirminio, que se instaló en la región del Rin,
encargados por                donde fundó varios cenobios y se dedicó a labores de
Felipe II (Segovia,           evangelización, luchando contra las supersticiones
Sala Real del                 paganas; estos monjes emigrantes llevaron a otras
Alcázar).                     zonas de Europa la tradición cultural isidoriana y vi-
                              sigótica española en general, pues se llevaron consi-                                                                      numerosos monasterios: Santo Toribio de Liébana         en Navarra destacan San Salvador de Leyre y, al
                              go buena parte de sus libros.                                                                                              (Cantabria), Sahagún y San Miguel de Escalada           menos en el siglo X, Santa María de Irache.
                                 No obstante, la propia capital del valiato y luego                                                                      (León), San Salvador de Valdediós (Asturias) o San         El triunfo de la Regla de san Benito, cuya prime-
                              emirato, Córdoba, contaba con varios cenobios                                                                              Isidro de Dueñas (Palencia), Samos y los cenobios       ra mención conocida en la Península es la de Baño-
                              masculinos y femeninos en sus alrededores. Como                                                                            del valle del Sil –comarca muy querida por los          las, que data el año 822, se debe que era fácilmen-
                              es sabido, los cristianos que permanecieron bajo                                                                           monjes– y, en el siglo X, san Rosendo fundaba el        te asimilable y resultaba atractiva para las comuni-
                              dominio musulmán son llamados mozárabes, quie-                                                                             de Celanova.                                            dades monásticas e incluso para muchos seglares de
                              nes en gran medida supusieron una continuación                                                                                En el siglo X, el condado de Castilla experimen-
                              de la tradición hispano-visigótica. Pero a la fase de                                                                      tó también una expansión importante del monaca-
                                                                                                                                                         to, impulsada por los propios condes, tanto con fi-
                                                                                                                                                                                                                                CENOBITAS MADRUGADORES
                                                                                                                                                         nes religiosos como repobladores: aparecen así,
                          ESPOSAS DE CRISTO                                                                                                              entre otros, San Pedro de Cardeña, San Pedro de                           finales del siglo IV e inicios   dades más, y muy singular resulta el ca-
                                                                                                                                                         Arlanza, Santo Domingo de Silos y San Salvador de                         del V ya existían comuni-        so de Egeria, al parecer una monja, e in-
                   on anterioridad a la apari-     do hacia el 300-302. En sus Actas, sobre                                                              Oña, mientras que en La Rioja destacan San Mi-                            dades cenobíticas en Espa-       cluso abadesa, originaria de la Gallaecia,
                   ción y el desarrollo en Espa-   todo en los cánones 13 y 27, se incluye-                                                              llán de la Cogolla y San Martín de Albelda, en el             ña: en el concilio de Zaragoza de 380        que a finales del siglo IV o principios del
                   ña de lo que propiamente es     ron las disposiciones dadas para las mu-                                                              que se hallaba en el siglo X el abad Salvo, autor de        se prohibió a los monjes (es su prime-         V realizó un viaje de peregrinación hasta
     el monacato y la vida monástica, debe se-     jeres consagradas “por pacto de virgini-                                                              una Regla para monjas, que mezcla la de san Be-           ra mención en España) ausentarse de su           Tierra Santa, pasando por algunos luga-
     ñalarse otra realidad que existió desde       dad”, así como para las vírgenes no con-                                                              nito, con normas penitenciales hispanas de abo-           comunidad durante la Cuaresma, así co-           res como la Tebaida egipcia, zona donde
     los mismos orígenes del cristianismo: la      sagradas (canon 14). Hay que decir que                                                                lengo irlandés y tradición visigoda.                      mo que los clérigos pudieran pasar al            había surgido el monacato cristiano a fi-
     consagración de algunas mujeres ofre-         la virginidad consagrada era algo escogi-                                                                En el área pirenaica y más al sur también se           estado monacal. Además, san Agustín,             nales del siglo III y en el IV (ver La Aven-
     ciendo a Dios su virginidad, como espo-       do libremente, nunca impuesto por la                                                                  produjo un florecimiento monástico y, sobre todo,         obispo de Hipona, Túnez, escribió en los         tura de la Historia, nº 16, Egeria, aven-
     sas de Cristo. La virginidad consagrada       Iglesia aunque sí ensalzado por ella co-                                                              a través de esa zona fue penetrando desde Francia         primeros años del siglo V una carta al           tura en Tierra Santa).
     en España debió de darse paralelamente        mo muy meritorio y del agrado de Dios,                                                                la Regla de san Benito, que se estaba expandien-          abad Eudosio y a sus monjes de la isla de            Otra muestra de la importancia del
     a la configuración de las primeras co-        y que podía suponer un cierto peligro                                                                 do por Europa. Desde Cataluña y Aragón se exten-          Cabrera (aunque otros la identifican con         monacato en esta época es la atención
     munidades cristianas, pero salvo los ca-      para aquella mujer que lo hacía, pues                                                                 dió con bastante rapidez hacia los monasterios de         la isla italiana de Caprara), y es que el        que le dedicó la herejía priscilianista, la
     sos de algunas mártires, no contamos          contravenía las leyes romanas que pena-                                                               Castilla y del reino astur-leonés. En los siglos VIII     monacato debía de tener cierta impor-            cual defendió en ciertas cuestiones
     con noticias realmente algo más abun-         lizaban a los célibes y a los que no tení-                                                            y IX nacieron en los condados catalanes monaste-          tancia en las Baleares, según permiten           unas posturas rigoristas que dieron lu-
     dantes y detalladas hasta el Concilio de      an hijos, las cuales serían derogadas fi-                                                             rios como San Miguel de Cuxá, San Pedro de Ro-            saber otros documentos. Pero, en gene-           gar a sus formas particulares de vida
     Elvira (o Ilíberis, actual Granada), data-    nalmente por el emperador Constantino.                                                                da, Santa María de Ripoll y San Cugat del Vallés;         ral, en la Península había otras comuni-         monástica.
                                                                                                                                                         en Aragón, el mencionado San Juan de la Peña y
58                                                                                                                                                                                                                                                                                                                 59
Orden (cluniacense) en torno a esa casa-madre y la
                      LAS REGLAS SEVILLANAS                                                  gran dedicación a la oración litúrgica, que incluso se
                                                                                                                                                                                                                                                                                     El monasterio
                                                                                                                                                                                                                                                                                     cistercianse de
                                                                                             acabó haciendo abrumadora, por el elevado número                                                                                                                                        Santes Creus,
                   a más antigua regla conoci-   monasterio se compone de iglesia, sa-       de horas destinadas a la celebración del Oficio Divi-                                                                                                                                   Tarragona, surgió,
                   da en la Península Ibérica    cristía, dormitorio común, refectorio,      no. La reforma entró en la Península a partir de 965                                                                                                                                    junto con el de
                   es la de san Leandro, arzo-   cocina, despensa, biblioteca, huerta, en-   a través de Cataluña y a principios del siglo XI la in-                                                                                                                                 Poblet, por
     bispo de Sevilla (¿?-599), que supone       fermería y cementerio.                      trodujo en sus territorios Sancho III el Mayor de Na-                                                                                                                                   iniciativa real y
     más un tratado de vida religiosa                                                        varra. Entre 1058 y 1109 fue adoptada en monaste-                                                                                                                                       nobiliaria en la
     –dirigida en especial a su hermana                                                      rios como Camprodón y Caserres en Cataluña, Náje-                                                                                                                                       época de Ramón
     santa Florentina– que una regla                                                         ra en La Rioja, y Sahagún, Carrión y Dueñas en tie-                                                                                                                                     Berenguer IV. La
     propiamente dicha; es un texto pa-                                                      rras leonesas; después de 1109, se fundaron o se in-                                                                                                                                    orden del Cister
     ra mujeres, para vírgenes consa-                                                        corporaron otros a la Orden, como San Juan de la Pe-                                                                                                                                    había entrado en
     gradas a Dios, que comienza con                                                         ña y Leyre, Oña, Cardeña, Frómista, etc. Fueron muy                                                                                                                                     España a través de
     un elogio de la virginidad, de gran                                                     importantes para este fenómeno de expansión, en                                                                                                                                         Navarra, en 1140.
     belleza literaria.                                                                      Castilla y León, los reinados de Fernando I y, sobre
         En cuanto a la Regla de san Isi-                                                    todo, Alfonso VI, quien consiguió que el primer arzo-
     doro (¿?- 636), es un modelo de                                                         bispo de la sede toledana restaurada en 1085, tras
     claridad, orden, atención a los de-                                                     la reconquista de la ciudad, fuera el cluniacense
     talles, moderación, discreción, hu-                                                     Bernardo de Sauvetat. A mediados del siglo XII, y an-
     manidad, etc., y recuerda en mu-                                                        te la relevancia de bastantes casas españolas, se
     chos aspectos a la de san Benito. A                                                     creó la figura de un camerarius (camarero) o lugarte-
     diferencia de la de su hermano san                                                      niente del abad de Cluny para los monasterios de la
     Leandro, es una auténtica regla                                                         Península, que residiría en Nájera o en Carrión. Las
     monástica, ya que organiza la vida                                                      abadías de Cluny, como había sucedido con otras be-       abades se debían reunir anualmente en el Capítulo         se, e incluso en dependencia directa respecto de la
     del cenobio por completo. Dados                                                         nedictinas anteriores, se integraron en el mundo feu-     General. Hay que señalar, además, que con el fe-          Orden, debe recordarse el nacimiento de las Órdenes
     los horarios que presenta y la                                                          dal y constituyeron importantes señoríos, organizan-      nómeno monacal cisterciense se produjo la difu-           Militares, la aparición de comunidades de monjes-
     atención al verano, parece que se                                                       do social y económicamente su entorno.                    sión de su espiritualidad, en buena parte definida        soldados que combinaban la vida monástica con el
     destinó para su aplicación en la                                                           Frente a esto, frente a la prolongada dedicación       por San bernardo, y que, entre otros elementos, se        combate en defensa de la fe, asumiendo el ideal de
     región de la Bética. Según ella, el                                                     a la liturgia y con el propósito de restaurar la aus-     fijaba en la Humanidad de Jesucristo y en la devo-        la caballería medieval y enfrentándose casi siempre
                                                                                             teridad y el espíritu de la Regla benedictina y el tra-   ción mariana, aunque ha habido autores que han            al Islam. A impulso cisterciense y bajo la Regla de
                                                                                             bajo manual entre los monjes, surgió también en la        negado que su influencia fuera realmente grande           san Benito nacieron los templarios; en España sur-
San Leandro,                 la Europa altomedieval. Ello se debe a que, como di-            zona de Borgoña la reforma del Cister, iniciada por       en estos dos aspectos. Dado el color del hábito cis-      gieron las órdenes de Calatrava, Alcántara y Avís
arzobispo de                 ce su autor, estaba destinada a monjes “mediocres”              san Roberto de Molesmes e impulsada luego por             terciense, se les conoció como “monjes blancos”,
                             o que comenzaban la vida monacal y también a la                 san Bernardo, abad de Claraval. Su expansión tuvo         para diferenciarlos de los “monjes negros” clunia-
Sevilla, entrega su
regla de vida                atención que prestaba a los pequeños detalles, a su             lugar en los siglos XII y XIII, irrumpiendo con gran      censes y benedictinos en general.                                    EL RIGOR DE SAN FRUCTUOSO
monástica, la más            discreción y moderación en todo, a su humanidad y               fuerza en España. El Cister se configuró como otra            Parece que el Cister entró en España a través de
antigua conocida de          su cristocentrismo . En ella adquiere gran importan-            nueva Orden, con varias grandes casas fundadoras          Navarra, siendo Fitero una de sus primeras funda-                         a Regla de san Fructuoso de     trata de una regla pensada para un mo-
la Península, a su           cia la figura del abad, la vida de comunidad y se               además de la madre de todas, situada en Cîteaux,          ciones en 1140. En estos años centrales del siglo XII                     Braga (¿?- 665) aspiraba a      nasterio, con todos los detalles de su
hermana, santa               ofrece la alternancia clásica entre oración, trabajo y          y presentaba una organización de tipo federativo,         se fue instalando en los reinos de Castilla y León:                       las cimas más altas del asce-   organización, sino para una congrega-
Florentina. Derecha,         lectio divina (lectura espiritual abierta a la inspira-         con autonomía de los distintos monasterios, cuyos         Osera y Melón en Galicia, Sacramenia en tierras se-         tismo, por lo que resulta tan exigente y      ción de monasterios, la de los cenobios
efigie de Fernando           ción del Espíritu Santo).                                                                                                 govianas y Valbuena en las de Valladolid, Monsalud          rigurosa, que recordaba al monacato           fructuosianos del Noroeste hispano, los
III el Santo (1217-             La benedictinización se forta-                                                                                         en la diócesis de Cuenca, Santa María de Huerta en          primitivo de origen oriental. Pese a la       cuales se regirían por un texto previo,
1252), uno de los            leció hace un milenio, coincidien-                                                                                        la actual provincia de Soria… En cuanto al ámbito           austeridad y disciplina, la dureza del        que sería casi seguro la Regla de san
reyes que mayor              do en buena parte con una nueva                                                                                           catalán, surgieron por iniciativa real y nobiliaria, en     modelo de vida y la severidad de algunas      Fructuoso.
afecto mostró hacia          fase de restauración monástica                                                                                            época de Ramón Berenguer IV, los muy importantes            prácticas (incluso parece que la de inte-         La Regla Común afrontaba una serie
los monjes blancos,          tras los saqueos llevados por Al-                                                                                         cenobios de Santes Creus y Poblet. Y paralelamente          rrumpir dos veces el escaso el tiempo         de realidades y problemas que habían
en el Tumbo A de la          manzor. En Cataluña impulsó la                                                                                            al asentamiento masculino, tuvo lugar el de las mon-        adjudicado al sueño, para levantarse a        ido surgiendo en ese ámbito, como los
catedral de Santiago         adopción de la Regla de san Be-                                                                                           jas de la Orden: Cañas en La Rioja y Gradefes en tie-       rezar) había hombres con fe suficiente        monasterios familiares; prohibía los dú-
de Compostela.               nito el abad Oliva, del monasterio                                                                                        rras leonesas, Las Huelgas de Burgos, Vallbona de           para realizar aquellas proezas, más aún       plices (monasterios con dos comunida-
                             de Ripoll y a quien se puede con-                                                                                         las Monjas en Cataluña… El aprecio de los reyes ha-         en una zona tan dura en el invierno co-       des, una masculina y otra femenina); le-
                             siderar fundador de Montserrat.                                                                                           cia los monjes blancos se manifestó no sólo en las          mo El Bierzo leonés a la que inicialmen-      gislaba sobre la tutela de monjes de ce-
                             En el centro y en la mitad occi-                                                                                          donaciones para establecer nuevos monasterios y pa-         te se destinó. A diferencia de las de san     nobios masculinos sobre las casas feme-
                             dental de la Península también se                                                                                         ra afianzar los ya existentes, sino también en el apo-      Isidoro y san Benito, la regla de san         ninas; encauzaba las aspiraciones de re-
                             crearon nuevos centros como                                                                                               yo para la promoción a sedes episcopales, la elección       Fructuoso introduce llamadas a la vida        ligiosidad seglares mediante una hospe-
                             Santa María de Nájera.                                                                                                    de algunos confesores reales, etc. Fernando III el          solitaria en la celda, de tipo eremítico o    dería especial para familias que desea-
                                                                                                                                                       Santo, ya en el siglo XIII, fue uno de los reyes caste-     semieremítico, aunque sin anular la vida      ran hacer vida semimonástica.
                             De Cluny al Cister                                                                                                        llano-leoneses que mayor afecto mostró hacia ellos.         comunitaria.                                      Si la Regla de san Fructuoso resulta-
                                Un fenómeno singular en el mo-                                                                                         Y hay que decir que, en líneas generales, durante los           Con la Regla de san Fructuoso está        ba muy dura por sus prácticas ascéticas,
                             nacato fue la reforma benedictina                                                                                         siglos XII y XIII fueron un auténtico ejemplo de ob-        emparentada la Regla Común (quizás            la Regla Común llama la atención por su
                             iniciada en la abadía francesa de                                                                                         servancia monástica, aun cuando poco a poco –o con          obra de él mismo pues participa de su         humanidad. Llama la atención la dulzura
                             Cluny, en Borgoña, en 910. Sus                                                                                            cierta rapidez en algunos casos– también constituye-        espiritualidad y del fenómeno monacal         empleada al referirse a los niños de las
                             características principales fueron                                                                                        ron señoríos alrededor de los monasterios.                  que impulsó desde El Bierzo); no se           familias aludidas.
                             la organización centralizada de la                                                                                            Unido las más de las veces al espíritu cistercien-
60                                                                                                                                                                                                                                                                                                           61
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LOS MONJES HICIERON EUROPA

  • 1. Hace mil años, tuvo lugar un florecimiento extraordinario de la vida monástica. En aquel siglo XI vivieron san Bruno, fundador de los cartujos, san Roberto, fundador de los cistercienses, san Juan Gualberto, fundador de los vallombrosanos, san Romualdo, fundador de los camaldulenses, y tantos otros santos reformadores ascéticos de la regla de san Benito, que crearon órdenes monásticas de papel trascendental para Europa. Este dossier reconstruye sus fundaciones, las formas de vida monacal y su influencia religiosa, cultural, económica y política. San Bernardo de Claraval explica el Cantar de los Cantares (Libro de Horas de E. Chevalier, por J. Fouquet, 1453, Chantilly, Museo Condé). Ora et labora Al frente de la Reconquista Pluma, azada, espada Cécil Caby Antonio Linage Conde Julio Valdeón Santiago Cantera Montenegro
  • 2. Ora et labora sa que algunos rigurosos autores han llegado a pen- sar que pudo no haber existido. Nació, probable- mente, a fines del siglo V en la región de Nursia y, siendo estudiante en Roma, decidió consagrarse a Dios. Después de tres años de vida eremítica, trató de integrarse en una comunidad, pero sus compa- De la regla de san Benito de ñeros trataron de envenenarle, irritados por el ex- tremo rigor que pretendía imponer. Nursia, en el siglo VI nacieron los Regla para principiantes benedictinos. Pronto, los monjes Benito fundó varios monasterios, entre ellos, al- rededor del año 530, el de Montecassino, donde a pactaron con el poder y la su muerte (547 ó 560) fue sepultado. Para Monte- cassino, que parece su primera fundación, Benito riqueza y, como reacción, llegó la escribió “una pequeña regla para principiantes” (en expresión suya) que trataba de adaptar el mo- reforma de Cluny, los monjes delo de los padres del desierto a la concreta reali- dad de su tiempo. Por la misma época se producí- negros; tras ellos, en el siglo XI, an en otros lugar de Europa tentativas similares que tuvieron menor éxito y continuidad, como la regla una nueva cadena de de san Isidoro de Sevilla o los intentos monacales de san Millán en Suso (Rioja) y de san Fructuoso, reformadores: los monjes en El Bierzo (León). La invasión longobarda de 568 transformó pro- blancos: cistercienses, cartujos, fundamente el panorama del monaquismo italiano. Baste decir que, en el año 577, Montecassino fue camaldulenses... derribado y abandonado por los seguidores de Be- nito. Solamente tras la conversión de los longobar- dos al catolicismo, hacia mediados del siglo VII, re- Cécil Caby San Jerónimo llegó nacerá un monaquismo de iniciativa local. Investigador del Colegio de Francia, Roma a Roma en el año Un primer signo de este cambio se mostró en la 381 y encontró en segunda década del siglo VII, cuando el rey longo- E L MONAQUISMO SE AFIRMÓ EN TODO la alta sociedad una bardo Agilulfo invitó al gran monje Colombano a Occidente a partir del siglo IV, inspirándo- espiritualidad fundar, junto con un grupo de hermanos irlandeses, se en los ideales de vida de los ascetas de ascética dispuesta un monasterio en Bobbio. A fines de este siglo y a los desiertos de Egipto, como Antonio para acoger las lo largo de todo el siguiente, cuando el dinamismo (+356), Pacomio (+346) y Basilio (+379). En Ro- propuestas de la comunidad de Bobbio estaba ya debilitado, se ma, esta influencia oriental halló terreno fértil gra- monásticas, hasta el manifestó el potente movimiento de renacimiento cias a la mediación de personajes carismáticos, co- punto de que se de un monaquismo de expresión e iniciativa longo- mo san Jerónimo, y a la existencia, entre la alta so- formaron pequeños bardas, anclado en las realidades locales y estre- ciedad de la época, de una espiritualidad ascética monasterios chamente ligado al poder. En el año 705 se fundó dispuesta a acoger las propuestas monásticas. Y domésticos en la abadía de Farfa, gracias al decisivo apoyo del du- también fue entre las mujeres de aquella perezosa torno a las que longobardo de Benevento; poco después, tres San Benito adaptó a a Montecassino en el año 787, en la que confirmó aristocracia romana donde Jerónimo, llegado a Ro- mansiones de nobles longobardos fundaron la abadía de San Vi- su tiempo el todas las posesiones y bienes de la abadía. ma en el año 381, encontró sus más fervientes dis- algunos cente en Volturno. En la Italia septentrional se mul- modelo de vida de Un poco posteriores son los monasterios de San cípulos, hasta el punto de que se formaron peque- aristócratas. En la tiplicaron las fundaciones, a menudo en lugares es- los monjes del Pedro de Roda, San Cugat del Vallés y Santa María ños monasterios domésticos en torno a sus casas. imagen, el santo, tratégicos para controlar el territorio. Esta red mo- desierto escribiendo de Ripoll, hitos señeros de los muchos que se or- Quizá a causa de su carácter elitista e individual, representado en el nástica servía no solamente para conservar las ri- una Regla para ganizaron en la Península Ibérica bajo la regla be- esta primera forma de monaquismo doméstico y interior de la letra quezas longobardas, sino que establecía también la principiantes. nedictina entre los siglos VII-X. nobiliario tuvo poco éxito fuera de Roma. Durante capitular de un estructura de encuadramiento religioso de la pobla- Arriba, Desde fines del siglo IX, sin embargo, la vida el siglo V se produjo un movimiento más organiza- manuscrito ción, sobre todo la rural. representación del monástica se vio nuevamente perturbada, aunque do y apoyado por la Iglesia para difundir la tradi- (Nápoles, Biblioteca santo en un fresco no interrumpida, en la Europa meridional por las ción oriental en Italia. En gran parte de Europa, so- Nacional). ¡Salvad los códices! de Spinello Aretino, incursiones de húngaros y sarracenos. Por ejem- bre todo en las penínsulas Ibérica e italiana se su- El paso del reino longobardo a los francos y a la de la serie Historias plo, los monjes de la abadía de Novalesa, en Ita- cedieron los intentos de crear un monacato y las re- dinastía carolingia no creó situaciones de ruptura de San Benito lia, se vieron obligados a huir a la vecina ciudad glas, elaboradas por los más prestigiosos eclesiásti- ni produjo cambios negativos. No solamente se (Florencia, Iglesia de Turín, salvando de los musulmanes sus seis mil cos, para dotar de un plan de vida espiritual y ma- mantuvieron y desarrollaron los centros monásticos de San Miniato). códices. terial a quienes decidían buscar su santificación re- nacidos o recuperados en la época longobarda, si- Estas devastaciones agravaron antiguas dificul- tirándose del mundo y viviendo en una comunidad. no que los carolingios hicieron más. Distribuyeron tades y pusieron a las abadías en una situación de Pero nadie logró un éxito amplio y perdurable el territorio del reino en nueve fundaciones, a las debilidad, que la que se aprovecharon los señores hasta que hizo su aparición Benito de Nursia. Su que enriquecieron con generosas donaciones y locales, que redujeron su libertad interna y su au- biografía, conocida casi exclusivamente a través de transformaron en centros culturales. Muestra señe- tonomía exterior. Tanto es así que, en vísperas del los Diálogos de Gregorio Magno, es tan poco preci- ra de esa favor fue la visita que Carlomagno realizó segundo milenio, los desórdenes provocados por las 48 49
  • 3. el más activo foco de difusión de las costumbres te en torno al cual se estableció en Montevergine, DEL EREMITORIO AL CENOBIO cluniacenses en Italia. En la Alta Edad Media his- cerca de Avellino, una comunidad de monjes liga- pana deben recordarse monasterios reformados, co- dos por un ideal eremítico-ascético pero también os son las principales co- progresivamente tiendan a primar formas mo los de Nájera, Sahagún y Carrión. presente entre el pueblo por medio de su predica- rrientes del monaquismo atenuadas de vida ascética: los eremitas, Con Cluny, sin embargo, el intento de reforma se ción. Desde Montevergine, el movimiento se expan- (del griego monos, es de- por ejemplo, se juntaban para rezar o pa- mantuvo limitado al interior del viejo monaquismo dió, en el curso del siglo XII, hacia el Reino de Si- cir, solo): el cenobitismo, o sea, la vida ra intercambiar consejos. En Occidente, benedictino. Los movimientos del siglo XI y, sobre cilia, que expandiría por todo el Medievo la zona de religiosa comunitaria, y el eremitismo (o el monaquismo es de tendencia comuni- todo, del XII, se propusieron en cambio experien- irradiación de los Verginianos. anacoretismo), que supone una expe- taria y cenobítica, sin excluir intentos ere- cias monásticas de vanguardia, variadas y llenas de Más o menos en paralelo con la evolución de es- riencia religiosa solitaria. En el mona- míticos moderados, como la experiencia creatividad: un nuevo monaquismo a todos los tas nuevas órdenes monásticas, se produjo la difu- quismo oriental de los siglos III-V, preva- cartujana de vida solitaria en el interior efectos. Todos pretendían recuperar el espíritu ori- sión del monaquismo cisterciense. Nacida al expi- lece la tendencia anacorética, aunque de una comunidad. ginal de la Regla de san Benito, pero los resultados rar el siglo XI en Borgoña, en torno a Citeaux y a sus fueron dispares: unos privilegiaban la contempla- cuatro primeras fundaciones (La Ferté, Pontigny, ción solitaria; otros, la oración común; otros, los Morimond y Claraval), la orden crece por filiación. trabajos agrarios, el estudio o la copia de libros. Este modelo de desarrollo preveía la paridad entre Se trata sobre todo de movimientos (y no de aba- la abadía hija y la abadía madre, unidas por un días aisladas) generados por la convergencia de ca- “vínculo de caridad”, la participación común en el da uno de los monjes y eremitas –así como de mo- Capítulo general y una fuerte conciencia de identi- nasterios o eremitorios enteros– hacia personajes dad cisterciense. carismáticos (Romualdo de Ravena, Pier Damiani, A partir de Liguria y Piamonte, muy pronto el mo- Giovanni Gualberto, Bruno de Colonia) o un ideal naquismo cisterciense se difunde también en Italia, religioso inspirado por un modelo (por ejemplo, el favorecido en en primer tercio del siglo XII por la pre- del Cister de Bernardo de Claraval), que adquirie- sencia personal de Bernardo de Claraval. Fue en es- ron oficialidad por el reconocimiento pontificio. tos años cuando, gracias a una donación de los ciu- dadanos de Piacenza, surgieron Claraval della Co- Los múltiples caminos de la salvación lomba y el Claraval milanés, a las puertas de Milán. Cocina del rios cistercienses hispanos: Fitero, Moreruela, Osea- Así, alrededor de Camaldoli, eremitorio fundado Estas fundaciones, en las proximidades de dos im- monasterio de ra, Santa María de Huerta, Poblet... por Romualdo de Ravena en los Apeninos toscanos portantes ciudades, son una excepción desde el pun- Poblet, contigua al La eficientísima organización agrícola y adminis- en los primeros años del siglo XI, se desarrollaron to de vista fundador. En efecto, los cistercienses pre- refectorio, siglo XIII. trativa de la que se habían dotado les llevó a dirigir hasta el XII numerosos monasterios, eremitorios e ferían los ámbitos rurales, lejos de los centros habi- Abajo, scriptorium una serie de grandes haciendas agrarias –las gran- iglesias, dispersas por la Italia central y Cerdeña, tados, más de acuerdo con su propia búsqueda de de Echternach jas– constituidas por terrenos que ocupaban sane- que adoptaron la regla camaldulense. aislamiento y el cumplimiento del trabajo manual. (Bremen, aban y explotaban intensamente. Además de culti- Paralelo a ella fue la rápida difusión de la regla Acorde con esa idea fundacional están los monaste- Staatsbibliotek). var los campos, los cistercienses se dedicaron a la de Vallombrosa, unificada por Giovanni Gualberto, cría de ganado ovino, cuya lana era vendida en bru- y de una comunidad denominada “unión de cari- to o transformada en tejidos en las mismas granjas. invasiones, las expoliaciones laicas y el relajamien- Los primeros dad fraterna”: en las primeros décadas del siglo CONSERVADORES Y FORMADORES Una lectura rigurosa de la Regla de san Benito, to de la regla hicieron imprescindibles la reorgani- monjes de la XII, se contaban ya dieciséis monasterios lombar- una liturgia sin excesos, una amplia apertura al tra- zación de los monasterios y su radical reforma. Tebaida optaron dos, establecidos generalmente en las proximida- quellas fundaciones del si- la pintura y escultura que se conservan. bajo (tanto intelectual como manual), una particu- En los siglos XI y XII las fundaciones monásticas por un modelo de des de las ciudades, donde los vallombrosianos glo XI –de muchas de las Construyeron hospitales, boticas, alber- lar atención a la acogida de huéspedes y de pobres proliferaron por doquier en Europa, proponiendo vida anacorética en propugnaban la reforma del clero. cuales apenas quedan ya gues y se encargaron de la organización fueron sus ocupaciones cardinales: no cabe duda formas de vida monástica muy diferentes entre sí. solitario, que en Por los mismos años surgieron otras experiencias monasterios en activo– y su conti- y explotación agraria, impulsando el de que este sentido de la medida contribuyó al éxi- Pero en Italia, más que en cualquier otro sitio, los Occidente se monásticas. Tras la conversión a la vida eremítica y nuación con las órdenes de mendi- cultivo de grandes extensiones impro- to de los cistercienses. monjes asumieron un papel decisivo en el gran mo- sustituyó por la vida de la fundación de la Cartuja –en las cercanías de cantes y predicadores del XII, fueron la ductivas y formando a un campesinado vimiento de reforma de la Iglesia promovido por el religiosa en Grenoble–, Bruno de Colonia escogió para satisfa- espina dorsal de la consolidación del más competente. El abad y sus hijos Papado. comunidad. Arriba, cer sus exigencias de silencio y de ascetismo las cristianismo en Europa; en sus bibliote- Durante la Edad Media, de entre todos los cris- representación de soledades de Calabria. Lo mismo hicieron los ere- cas se conservó gran parte de la heren- tianos que se esforzaban por alcanzar el Reino de En busca de la pureza original monjes de la mitas de San Giovanni della Torre y de Santo Ste- cia clásica; de sus scriptoria salieron Dios, el monje era considerado el más avanzado en Los primeros de estos servidores del Papado re- Tebaida, en una fano del Bosco, aprobados por el papa Urbano II en las copias de los grandes autores greco- la escala de la perfección, ya que había elegido re- formador fueron los poderosos monjes de la abadía miniatura del la última década del siglo XI. latinos y sus traducciones y comenta- nunciar a su propia voluntad para consagrar la vida francesa de Cluny, que en el momento de su fun- siglo XIV. Elitista e individual, el ideal de perfección de rios; aquellos monjes fueron los autores a Cristo. Los monjes, al contrario que otras catego- dación, en el año 910, había sido donada a san Pe- Bruno se alcanzaba mediante la ascesis y la con- de los textos religiosos, legales, enciclo- rías de clérigos, vivían en comunidad organizada dro y a sus sucesores, los papas. Ya a mediados del templación, en el ámbito de la comunidad de ere- pédicos, literarios y científicos que son según una Regla y por este motivo eran llamados siglo X y a todo lo largo del siguiente, los abades de mitas que vivían aislados en celdas –en general, gran parte del legado cultural del Me- regulares. En el Occidente medieval, la Regla más Cluny habían tratado de reformar los monasterios una docena por cartuja– agrupadas en un recinto dievo; los miniaturistas no sólo propor- difundida fue, sobre todo a partir del siglo IX, la de italianos introduciendo los usos entonces en vigor llamado desierto. Tras la muerte de Bruno en cionaron a la posteridad preciosas Benito de Nursia. Sobre la base de este texto, muy en su propia abadía, y en la segunda mitad del si- 1101, el movimiento cartujo creado por él se enri- obras de arte, sino también los testimo- genérico y que más bien proponía orientaciones glo XI, se observó una notable difusión de los cen- queció con usos específicos: se estructuró como or- nios más vivos de la vida cotidiana de la que normas precisas para el comportamiento coti- tros cluniacenses. En 1077, la abadía de Polirone, den y prosiguió lentamente su expansión. El siglo época. Pusieron en pie monasterios e diano, en algunos monasterios o grupos de monas- fundada por los marqueses de Canosa, fue cedida XIV fue especialmente rico en fundaciones: cartu- iglesias –el Románico y el inicio del Gó- terios se elaboraron usos y costumbres, que definí- a Cluny por Gregorio VII; en Farfa, bajo el gran abad jas de Florencia, Siena, Pavía, Nápoles, Miraflores, tico– que hoy perduran como muestras an la observancia específica de cada orden monás- Hugo (+ 1038), ya se había promulgado un Consti- etcétera. del talento arquitectónico occidental. tica y todos los detalles de la vida cotidiana, de tutum modelado sobre los usos cluniacenses; la Se ha mencionado ya la trayectoria de Guglielmo Financiaron y atesoraron gran parte de principio a fin de la jornada. Santísima Trinidad de Cava, en fin, se convirtió en da Vercelli (h. 1085-1142), un penitente itineran- El monje tenía la obligación de conocer perfecta- 50 51
  • 4. Sala capitular de la abadía de San En los scriptoria, los monjes Galgano, cerca de amanuenses se dedican a Los monasterios están Siena, levantada en copiar textos. Los libros se dotados de todos los el siglo XIII según conservan en la biblioteca, servicios para higiene. las pautas en este caso situada en la Junto a las letrinas se arquitectónicas del planta superior. encuentran los baños; Cister francés. en la planta superior, la Derecha, lavandería. representación de un monasterio benedictino de la Alta Edad Media. Más o menos grandiosa, según las posibilidades de la comunidad monástica a la que mente la Regla de Benito y los usos de su monaste- pertenece, la iglesia es el edificio rio y, después, durante el periodo –en general, de un principal. año– de preparación para la profesión monástica, el novicio debía, bajo el severo control de un maestro, esforzarse en aprender estas nociones. Además, ca- da día, durante la reunión de todos los monjes de la En la sala capitular, en la comunidad (el capítulo, que se reunía en la sala lla- planta baja, el abad celebra mada por ello capitular), se leía y se comentaba por las reuniones administrativas. el superior un fragmento de estas leyes que organi- En la planta superior se zaban la vida comunitaria. encuentra el dormitorio de La comunidad que vivía en un monasterio no se los monjes. componía únicamente de monjes. Estaban también los novicios, muchachos que vivían en él y estaban destinados a hacerse monjes una vez cumplida la edad requerida, los laicos especializados en los tra- bajos manuales (los legos) y los simples criados. Por El claustro, con jardín y no hablar también de los huéspedes de paso, aloja- fuente, es el centro de la El claustro puede no ser dos en la hospedería: nobles, benefactores del mo- vida monástica; aquí los único: en este caso, hay uno nasterio, algún obispo o cardenal de regreso de una monjes meditan y para los novicios. Situado al misión, pero también simples peregrinos en viaje ha- encuentran un poco de lado sur del claustro se cia Roma, Santiago de Compostela o cualquier otro esparcimiento. encuentra el refectorio santuario. común. Todos estaban bajo la autoridad del abad o del prior, verdadero jefe del monasterio y padre de la co- munidad. Ante él, el futuro monje prometía respetar los votos (castidad, pobreza, constancia y obedien- cia) y a él debían solicitarle los legos su sustento, alojamiento y protección, obligándose a cambio a servir al monasterio. Cada día, el abad convocaba el La hospedería u capítulo, oía la confesión de sus hermanos, organi- hostal es el lugar de En el lado oeste zaba el reparto de las tareas y de los trabajos comu- acogida de los de la abadía se nitarios y, sobre todo, se encargaba de los asuntos peregrinos y de otros sitúan la cocina y cotidianos del monasterio: recibimiento de los hués- huéspedes de paso. el guardarropa de Fuera de la clausura, pedes distinguidos, contratos varios, venta o adqui- Está unida al edificio la comunidad. el complejo sición de bienes patrimoniales o de consumo ordina- en el que se reservado a los rio, litigios y cuestiones jurídicas que afectaban al encuentran la cantina monjes, hay muchas monasterio, etcétera. En esta tarea le ayudaban los y la despensa. estancias dedicadas oficiales, cuyo número y cualificación variaban se- a las actividades gún los lugares. En general, eran un prior (el segun- económicas del do en jerarquía, tras el abad), un ecónomo y un res- monasterio. ponsable de la hospedería y de la enfermería. A los legos se les confiaban algunas funciones, particularmente las que exigían contactos con la ciu- dad (mercados, ferias, etcétera). En las abadías cis- tercienses, por ejemplo, parte de los legos residía en las alquerías –granjas– donde desarrollaba su traba- jo bajo el control de un monje o, con frecuencia, de otro lego. Por otra parte, las abadías solían recurrir a 52 53
  • 5. funcionarios de fuera de la comunidad, en general, San Francisco lectura de textos sagrados durante las comidas en el eclesiásticos influyentes en los obispados o en Ro- predica a los refectorio, la acogida de los huéspedes que se pre- ma, laicos poderosos o expertos en derecho, a quie- animales, en un sentaban en la portería del monasterio y otras. nes confiaban sus asuntos. fresco del siglo XIII El rezo se desarrollaba principalmente en co- La jornada del monje se dividía entre el rezo y el de la basílica que munidad, en la iglesia del monasterio, durante la trabajo. A esto se añadían pequeñas tareas comuni- lleva su nombre serie de oficios litúrgicos que marcaban las horas tarias como, por ejemplo, la preparación de los obje- en Asís. del día. En la sociedad medieval, el papel social tos litúrgicos necesarios para las celebraciones, la de los monjes era el de rezar; así, se difundió en- DEL EREMITORIO AL CENOBIO eriodo de efervescencia social y es- asistían a los moribundos y custodiaban las sepul- vocas– intervenciones del Papado, las disputas piritual, el fin del siglo XII vio la turas de sus devotos. acerca de esta cuestión no se calmaron y llevaron multiplicación de nuevas experien- Esta intrusión en ámbitos tradicionalmente re- a la división interna de la Orden entre los mode- cias religiosas, algunas que rompían con la auto- servados al clero secular (curas y obispos) pro- rados –o Conventuales, que aceptaban el uso de ridad eclesiástica (valdenses, cátaros o albigen- vocaron en sus confrontaciones no pocas mani- los bienes, cuya propiedad era simbólicamente ses); otras, por el contrario, consagradas a la de- festaciones de hostilidad, tanto más cuanto que atribuida a la Iglesia– y los rigoristas, o Espiritua- fensa de la Iglesia. Aunque nacidas de un mismo los mendicantes dependían directamente del papa les, que rechazaban incluso esta forma de propie- ideal de reforma, sus posiciones con frecuencia se y no de los obispos. A esto se añadía la animosi- dad indirecta y fueron definitivamente condena- enfrentaban. Por ejemplo, tras una misión de pre- dad de los estudiantes y de los profesores univer- dos por Juan XXII (1316-1334). dicación contra los albigenses el castellano Do- sitarios, entre quienes se introdujeron muy pron- El éxito de los Dominicos no fue menor: en mingo de Guzmán (1170-1221) maduró un pro- to los franciscanos y los dominicos. En el concilio 1303 habían sido ya creados casi seiscientos yecto de comunidad formada por religiosos de de Lyon, de 1274, una parte de los prelados allí conventos, divididos en dieciocho provincias. conducta irreprochable y culturalmente prepara- reunidos se manifestó contra el crecimiento de las La Orden se especializó en la predicación mi- dos, capaces de conjurar con el ejemplo y la pre- nuevas órdenes y consiguió limitar, temporalmen- sional, en la traducción a las lenguas vulgares dicación el peligro cátaro. Esta orden, llamada de te, no solamente su número sino también su acti- de textos espirituales, a la polémica doctrinal y los frailes Predicadores o Dominicos, fue aproba- vidad pastoral. a la teología, en la que fue maestro Tomás de da por el papa Honorio III en 1216 y tuvo un in- Pero esto no impidió su desarrollo. Tras la Aquino (+ 1274). Ya en la época de santo Do- tre los laicos la costumbre de confiar la propia al- Izquierda, capitel del tos (hagiografía), la Historia (de toda la cristian- mediato éxito. muerte de Francisco, el extraordinario éxito de mingo, el estudio, como preparación necesaria ma y las de sus personas queridas a las oraciones pórtico de la abadía dad, de su región o de su abadía), los comentarios En esos años, concretamente en 1209, un jo- los Menores fue tal que se hizo difícil mantener el de la predicación, estaba incluida entre las obli- de alguna comunidad monástica, que procedía a de San Clemente de la Biblia o de los Padres de la Iglesia, etcéte- ven de Asís llamado Francisco (h. 1178-1226), equilibrio entre una regla pensada para un grupo gaciones del futuro fraile. Asimismo, por sus anotar en libros de registro los nombres de las (Casauria). Derecha, ra. La cultura monástica servía también para ges- renunciaba a la vida acomodada que le aseguraba de pocas personas y las dimensiones alcanzadas propias características, los Dominicos fueron personas (vivas o muertas) con las que se había vista panorámica de tionar el patrimonio y elaboraba libros (libri iu- su familia para seguir estrictamente los preceptos por la Orden. Fue, sobre todo, la cuestión de la muy activos en los tribunales de la Inquisición. comprometido. Este particular tipo de obras aca- San Miguel de la rium, cartularios) que recopilaban la documenta- evangélicos. En el proyecto de Francisco y de sus pobreza colectiva lo que produjo las mayores bó por adquirir para algunas órdenes, particular- Quebrada, sobre el ción sobre los derechos de propiedad de una co- primeros compañeros, los frailes debían vivir en quiebras: ¿podían revender la herencia del Pobre- Abierto a las mujeres mente la cluniacense, una importancia tal que se valle de Susa, abadía munidad sobre un terreno o una jurisdicción. total pobreza, sin propiedad alguna ni personal ni cito de Asís y, al mismo tiempo, promover la La espiritualidad de estas nuevas órdenes impuso (como enseguida se le reprochó) sobre to- fundada por Ugo de común, viviendo del trabajo y de la limosna. La construcción de conventos cada vez más grandes prendió también en mujeres. En 1212, santa Cla- dos los demás aspectos de la vida monástica. Montboissier, que se La Orden, por encima de todo Orden –llamada humildemente de los frailes me- y suntuosos o formar bibliotecas cada vez más ri- ra (1194-1253) fue acogida por Francisco en la especializaba en A partir del siglo XI, los monasterios y las abadí- nores o, por el nombre de su fundador, de los cas? A pesar de las numerosas –y no siempre uní- iglesia de San Damián en Asís, donde fundó una Con la cabeza gacha hospedar a los as dejaron de estar aislados y se reunieron en gru- franciscanos– obtuvo una primera apro- pequeña comunidad de hermanas po- Si las reglas y los usos monásticos insistían re- viajeros de alto pos con un centro de referencia común y supedita- bación verbal de Inocencio III en 1210 y bres, sucesivamente llamadas Damiani- petidamente en la obligación del trabajo, no deter- rango que se do al control de un abad (o prior) general: el abad la oficial por Honorio III en 1223. tas y Clarisas. A pesar de la expresa re- minaban que los monjes se dedicasen sistemática- dirigían a la de Cluny para la orden cluniacense, el de Citeaux Estas dos primeras órdenes mendi- serva de las órdenes mendicantes, eran mente a actividades agrarias o artesanales. Estas península itálica para los cistercienses, el de Vallombrosa para la va- cantes, nacidas casi simultáneamente, hombres los que se encargaron final- tareas se dejaban a los legos o a los laicos arrenda- desde el Norte de llombrosana, el prior de Camaldoli para los camal- fueron seguidas por otras, como los Ere- mente de la dirección de una comuni- tarios, que cultivaban las posesiones del monaste- Europa. dulenses. Por esta razón, la Regla debía en adelan- mitas de san Agustín (Ermitaños o Agus- dad femenina (Clarisas, Dominicas, rio a cambio del pago de una renta o la entrega de te definir, además de la vida cotidiana en el interior tinos), los Siervos, los Carmelitas. Agustinas, Carmelitas, etcétera), en ge- una parte de la cosecha. Los monjes realizaban, so- de cada comunidad, el funcionamiento de las rela- Todas las órdenes mendicantes se ca- neral regida por reglas tradicionales bre todo, una labor intelectual en la biblioteca o en ciones entre las diversas comunidades de una mis- raterizan por la norma básica de la po- (benedictina o agustina). Más original la sala de estudio de la abadía (scriptorium). Co- ma orden. La cohesión era reforzada por la organi- breza colectiva que se añade a la indivi- fue, por el contrario, el papel asumido piaban en códices de pergamino obras litúrgicas, zación regular (en general, cada tres años) de reu- dual –obligación ésta general en todos por las mujeres en la comunidad de ter- teológicas y morales, pero también literatura anti- niones a las que asistían los superiores de todas las los religiosos– y la práctica de la mendi- ciarios, o sea, penitentes laicos que se gua, tratados científicos (astrología, medicina, et- comunidades de una orden. Durante estos capítu- cidad en lugares públicos. Se distinguían sujetaban a unas reglas de vida contro- cétera) y tantos otros textos que se salvaron así de los generales, habitualmente convocadas en la aba- además de los monjes en que, respecto al ladas por una orden mendicante mascu- desaparecer. En este sentido las abadías contribu- día de cabecera, se examinaban los problemas de rezo y a la meditación, mostraban la vo- lina y aprobada por la Santa Sede, pero yeron a la conservación y transmisión de la cultura la orden y los modos de reforzar su cohesión; ade- luntad de imitar a Cristo particularmente sin pertenecer a todos los efectos a la clásica. La copia de los libros no consistía sola- más se elaboraba una estrategia común. Cabe ima- en el apostolado y en la vocación pasto- orden. Se trataba con frecuencia de es- mente en la traducción del texto: los códices se ginar el poder que los monjes consiguieron gracias ral. En efecto, se dedicaban a la predica- posos o de viudos que vivían o en una adornaban con miniaturas y, sobre todo, eran estu- a estas estructuras suprarregionales y, en algunos ción itinerante, sobre todo en las ciuda- pequeña comunidad o en su propia ca- diados y comentados, en los márgenes de los códi- casos (Cluny o Citeaux, ambas en Francia, por citar des, exhortando al pueblo a la penitencia sa, y que se dedicaban a la plegaria y a ces o en volúmenes separados. las más poderosas), supranacionales y con más de y a la confesión; visitaban a los enfermos, las obras de caridad. Los monjes se especializaban en algunos géne- un millar de monasterios esparcidos por todo el Oc- ros literarios, como el relato de las vidas de san- cidente europeo. n 54 55
  • 6. Desde los tiempos más tempranos del cristianis- (Hungría), quien erigió un monasterio precisamen- mo hubo antecedentes de ese monacato reglado, te en Dumio, cerca de la ciudad de Braga, que ha- Al frente de la que tuvieron lugar en la Hispania romana. Tales manifestaciones tempranas del monaquismo no se interrumpieron trágicamente – según se ha venido suponiendo– durante las “invasiones bárbaras” de la Península, pero debió producirse una detención cia 556 fue constituido en obispado, siendo san Martín su primer prelado –años después sería tam- bién arzobispo de Braga–. Él y sus monjes trabaja- ron por la auténtica conversión de los suevos al ca- tolicismo y lucharon contra las supersticiones de Reconquista del proceso y, seguramente, hubo casos de perse- raíz prerromana y romana enraizadas en la zona, cución, por lo que algunos eremitas y cenobitas op- tanto con la predicación y los escritos, como por tarían por la seguridad de lugares poco accesibles. medio de la reunión de concilios. En cuanto a su A partir del siglo VI, está documentada la exis- modelo de monacato, parece bastante claro que tencia de algunos monasterios próximos a ciudades llevó al noroeste peninsular la tradición monástica como Tarragona o el monasterio Servitano, cercano oriental de los Padres del Desierto, que había co- a Arcávica (Cuenca), y otros plenamente rurales co- Página izquierda, nocido en su peregrinación a Tierra Santa y a otras mo el de San Martín de Asán, en Arrasate (Aragón). exterior de la iglesia regiones de Oriente; así escribió, por ejemplo, las Pero, aparte de estos ejemplos cenobíticos, se co- mozárabe de Sentencias de los Padres de Egipto. nocen casos de anacoretismo, que en ocasiones lle- Peñalba de Santiago varon al surgimiento de nuevas comunidades. Tal (León). Arriba, cruz Esplendor cenobítico fue el caso de san Millán o Emiliano (¿?- 574), pas- visigótica del Tesoro Ahora bien, el verdadero esplendor del monaca- tor natural de Berceo (La Rioja) que decidió mar- de Guarrazar to en la España visigoda se sitúa a finales del siglo char junto al ermitaño Félix para abrazar la vida so- (Madrid, Museo VI y en el VII, cuando no sólo se registró una im- litaria a la montaña de Bilibio, cerca de Haro, y lue- Arqueológico portante floración de cenobios, sino que también se go a los montes Distercios. Más tarde se le ordenó Nacional). Abajo, escribieron reglas monásticas de gran interés, como sacerdote por deseo del obispo de Tarazona, pero encuentro de san las de los hermanos, arzobispos sevillanos y santos, ante ciertas envidias retornó a sus soledades, en Benito con san Leandro e Isidoro o la de san Fructuoso, que regu- esta ocasión al valle de Suso, en la Sierra de la De- Romano, en un ló con gran rigor a los monjes del Bierzo leonés. manda, y allí constituyó una comunidad de monjes fresco del siglo XIII Otro aspecto que refleja el esplendor del monaca- y otra de monjas, de las cuales algunas adoptaron (por el Maestro to en el siglo VII es la proliferación de monasterios a un género muy acentuado de vida anacorética, tal Consolus, Subiaco, lo largo y ancho de la Península. Había cinco a las como el “emparedamiento”, es decir, el vivir en iglesia del Sacro afueras de Toledo (en el de Agali, fue monje san Il- una celda cerrada al exterior por una tapia. Éste fue Speco). defonso, después arzobispo toledano) y otros dos el origen del monasterio de San Millán de la Cogo- también muy próximos; en Zaragoza funcionaban al lla, que siglos después se trasladaría más abajo, a menos dos, a uno de los cuales perteneció el más Yuso, en el mismo valle. tarde obispo Tajón; en Mérida hubo como mínimo A la Gallaecia sueva –reino asentado en Galicia, tres, aparte del de Alcuéscar, en la Sierra de Mon- el norte de Portugal y el oeste de las actuales pro- tánchez; en Sevilla se abrieron por lo menos tres, en vincias de Asturias, León y Zamora– llegó a me- Córdoba dos, en Tarragona uno, en Barcelona diados del siglo VI san Martín de Dumio otro… Y en Cataluña destaca de un o de Braga (¿?-579), personaje modo especial el de Biclaro procedente de la Panonia –erigido cerca de la de- En la Península Ibérica, los Antonio Linage Conde y Santiago Cantera Montenegro monasterios no sólo sirvieron Profesores de la Universidad de San Pablo-CEU E para cristianizar a la población de L MONACATO ES EL MOVIMIENTO ESPI- ritual organizado por los monjes y su mo- sus contornos, sino para do de vida; como monje cabe definir a la persona dedicada a la vida ascéticamente asentarla, organizarla y, con las disciplinada y contemplativa, esto es, centrada esencialmente en la oración, pudiendo desarrollar- órdenes militares, para defender la en solitario (caso del anacoretismo o eremitismo) o en comunidad y bajo una regla determinada (ce- las fronteras nobitismo). 56 57
  • 7. sembocadura del Ebro– famoso por el his- la invasión, que fue seguida por una época de una Monasterio de San toriador Juan Biclarense. No puede olvidar- relativa tolerancia religiosa, sucedió en el siglo IX Juan de la Peña, en se la llamada “Tebaida Leonesa”, es decir, un periodo de muy dura persecución, que afectó de Huesca, fundado El Bierzo, comarca donde dio sus primeros lleno a los monasterios y a sus monjes y monjas, va- entre los siglos VIII pasos el monacato fructuosiano, en ceno- rios de los cuales sufrieron el martirio. Esto preci- y IX por la bios como Compludo, Rupiana y Visonia, pitó la decadencia del monacato mozárabe. comunidad de que se irradiaría hacia Galicia y la Bética. monjes que se En El Bierzo, y como discípulo de san Fruc- A la vanguardia de los reinos cristianos agrupó en torno a tuoso, resaltaría san Valerio. En fin, cabe En la España cristiana del Norte, donde se cons- san Voto. Es un señalar que en Britonia, la actual Mondo- tituyen los núcleos de resistencia frente al Islam y buen ejemplo del ñedo, existió una colonia bretona y al me- desde los que comenzará la Reconquista del terri- florecimiento nos un monasterio vinculado a ella. torio, se fue reorganizando el monacato, siguiendo monástico que tuvo también en los primeros tiempos, de forma bas- lugar en el Noreste Monjes emigrantes y mozárabes tante general, la tradición de época visigoda. En el peninsular por la El corte brutal en el desarrollo del monaca- reino astur-leonés, a partir de mediados del siglo influencia de la to que no produjeron las invasiones bárba- VIII, comienzan a tomar impulso algunos monaste- expansión de la ras lo causó, en cambio, la irrupción mu- rios como San Juan de Pravia y San Vicente de Regla de san Benito, Retrato de san sulmana en 711. Algunos monjes optaron por huir a Oviedo. Con el avance territorial del reino y la re- que entró a través Isidoro atribuido a zonas retiradas, preferentemente a la montaña, para población de las zonas reconquistadas se fueron de Francia. Zitow, siglo XV poder dedicarse allí, en plena libertad, a la vida mo- fundando o restaurando cenobios, en muchas oca- (Valladolid, Museo nástica en su modalidad eremítica. Ejemplos de es- siones para consolidar la presencia cristiana, no Nacional de to son san Frutos, actual patrón de la diócesis de Se- sólo la religiosa, sino también la humana, pues de- Escultura). Derecha, govia, que con sus hermanos se retiró a las Hoces del bían organizar muchas veces su entorno y asentar Alfonso II el Casto, río Duratón, cerca de Sepúlveda, o San Voto, que for- en él nuevos vecinos. Alfonso II el Casto promovió que se enfrentó a mó en torno a él una pequeña comunidad, de la que de un modo especial las comunidades monacales Carlomagno en más tarde surgiría el monasterio de San Juan de la a la vanguardia de la repoblación y, entre los siglos Roncesvalles, según Peña, en Aragón. Pero lo que más llama la atención VIII y X, se registra el nacimiento o la reapertura de una serie de es la salida de algunos fuera de la Península, como retratos reales san Pirminio, que se instaló en la región del Rin, encargados por donde fundó varios cenobios y se dedicó a labores de Felipe II (Segovia, evangelización, luchando contra las supersticiones Sala Real del paganas; estos monjes emigrantes llevaron a otras Alcázar). zonas de Europa la tradición cultural isidoriana y vi- sigótica española en general, pues se llevaron consi- numerosos monasterios: Santo Toribio de Liébana en Navarra destacan San Salvador de Leyre y, al go buena parte de sus libros. (Cantabria), Sahagún y San Miguel de Escalada menos en el siglo X, Santa María de Irache. No obstante, la propia capital del valiato y luego (León), San Salvador de Valdediós (Asturias) o San El triunfo de la Regla de san Benito, cuya prime- emirato, Córdoba, contaba con varios cenobios Isidro de Dueñas (Palencia), Samos y los cenobios ra mención conocida en la Península es la de Baño- masculinos y femeninos en sus alrededores. Como del valle del Sil –comarca muy querida por los las, que data el año 822, se debe que era fácilmen- es sabido, los cristianos que permanecieron bajo monjes– y, en el siglo X, san Rosendo fundaba el te asimilable y resultaba atractiva para las comuni- dominio musulmán son llamados mozárabes, quie- de Celanova. dades monásticas e incluso para muchos seglares de nes en gran medida supusieron una continuación En el siglo X, el condado de Castilla experimen- de la tradición hispano-visigótica. Pero a la fase de tó también una expansión importante del monaca- to, impulsada por los propios condes, tanto con fi- CENOBITAS MADRUGADORES nes religiosos como repobladores: aparecen así, ESPOSAS DE CRISTO entre otros, San Pedro de Cardeña, San Pedro de finales del siglo IV e inicios dades más, y muy singular resulta el ca- Arlanza, Santo Domingo de Silos y San Salvador de del V ya existían comuni- so de Egeria, al parecer una monja, e in- on anterioridad a la apari- do hacia el 300-302. En sus Actas, sobre Oña, mientras que en La Rioja destacan San Mi- dades cenobíticas en Espa- cluso abadesa, originaria de la Gallaecia, ción y el desarrollo en Espa- todo en los cánones 13 y 27, se incluye- llán de la Cogolla y San Martín de Albelda, en el ña: en el concilio de Zaragoza de 380 que a finales del siglo IV o principios del ña de lo que propiamente es ron las disposiciones dadas para las mu- que se hallaba en el siglo X el abad Salvo, autor de se prohibió a los monjes (es su prime- V realizó un viaje de peregrinación hasta el monacato y la vida monástica, debe se- jeres consagradas “por pacto de virgini- una Regla para monjas, que mezcla la de san Be- ra mención en España) ausentarse de su Tierra Santa, pasando por algunos luga- ñalarse otra realidad que existió desde dad”, así como para las vírgenes no con- nito, con normas penitenciales hispanas de abo- comunidad durante la Cuaresma, así co- res como la Tebaida egipcia, zona donde los mismos orígenes del cristianismo: la sagradas (canon 14). Hay que decir que lengo irlandés y tradición visigoda. mo que los clérigos pudieran pasar al había surgido el monacato cristiano a fi- consagración de algunas mujeres ofre- la virginidad consagrada era algo escogi- En el área pirenaica y más al sur también se estado monacal. Además, san Agustín, nales del siglo III y en el IV (ver La Aven- ciendo a Dios su virginidad, como espo- do libremente, nunca impuesto por la produjo un florecimiento monástico y, sobre todo, obispo de Hipona, Túnez, escribió en los tura de la Historia, nº 16, Egeria, aven- sas de Cristo. La virginidad consagrada Iglesia aunque sí ensalzado por ella co- a través de esa zona fue penetrando desde Francia primeros años del siglo V una carta al tura en Tierra Santa). en España debió de darse paralelamente mo muy meritorio y del agrado de Dios, la Regla de san Benito, que se estaba expandien- abad Eudosio y a sus monjes de la isla de Otra muestra de la importancia del a la configuración de las primeras co- y que podía suponer un cierto peligro do por Europa. Desde Cataluña y Aragón se exten- Cabrera (aunque otros la identifican con monacato en esta época es la atención munidades cristianas, pero salvo los ca- para aquella mujer que lo hacía, pues dió con bastante rapidez hacia los monasterios de la isla italiana de Caprara), y es que el que le dedicó la herejía priscilianista, la sos de algunas mártires, no contamos contravenía las leyes romanas que pena- Castilla y del reino astur-leonés. En los siglos VIII monacato debía de tener cierta impor- cual defendió en ciertas cuestiones con noticias realmente algo más abun- lizaban a los célibes y a los que no tení- y IX nacieron en los condados catalanes monaste- tancia en las Baleares, según permiten unas posturas rigoristas que dieron lu- dantes y detalladas hasta el Concilio de an hijos, las cuales serían derogadas fi- rios como San Miguel de Cuxá, San Pedro de Ro- saber otros documentos. Pero, en gene- gar a sus formas particulares de vida Elvira (o Ilíberis, actual Granada), data- nalmente por el emperador Constantino. da, Santa María de Ripoll y San Cugat del Vallés; ral, en la Península había otras comuni- monástica. en Aragón, el mencionado San Juan de la Peña y 58 59
  • 8. Orden (cluniacense) en torno a esa casa-madre y la LAS REGLAS SEVILLANAS gran dedicación a la oración litúrgica, que incluso se El monasterio cistercianse de acabó haciendo abrumadora, por el elevado número Santes Creus, a más antigua regla conoci- monasterio se compone de iglesia, sa- de horas destinadas a la celebración del Oficio Divi- Tarragona, surgió, da en la Península Ibérica cristía, dormitorio común, refectorio, no. La reforma entró en la Península a partir de 965 junto con el de es la de san Leandro, arzo- cocina, despensa, biblioteca, huerta, en- a través de Cataluña y a principios del siglo XI la in- Poblet, por bispo de Sevilla (¿?-599), que supone fermería y cementerio. trodujo en sus territorios Sancho III el Mayor de Na- iniciativa real y más un tratado de vida religiosa varra. Entre 1058 y 1109 fue adoptada en monaste- nobiliaria en la –dirigida en especial a su hermana rios como Camprodón y Caserres en Cataluña, Náje- época de Ramón santa Florentina– que una regla ra en La Rioja, y Sahagún, Carrión y Dueñas en tie- Berenguer IV. La propiamente dicha; es un texto pa- rras leonesas; después de 1109, se fundaron o se in- orden del Cister ra mujeres, para vírgenes consa- corporaron otros a la Orden, como San Juan de la Pe- había entrado en gradas a Dios, que comienza con ña y Leyre, Oña, Cardeña, Frómista, etc. Fueron muy España a través de un elogio de la virginidad, de gran importantes para este fenómeno de expansión, en Navarra, en 1140. belleza literaria. Castilla y León, los reinados de Fernando I y, sobre En cuanto a la Regla de san Isi- todo, Alfonso VI, quien consiguió que el primer arzo- doro (¿?- 636), es un modelo de bispo de la sede toledana restaurada en 1085, tras claridad, orden, atención a los de- la reconquista de la ciudad, fuera el cluniacense talles, moderación, discreción, hu- Bernardo de Sauvetat. A mediados del siglo XII, y an- manidad, etc., y recuerda en mu- te la relevancia de bastantes casas españolas, se chos aspectos a la de san Benito. A creó la figura de un camerarius (camarero) o lugarte- diferencia de la de su hermano san niente del abad de Cluny para los monasterios de la Leandro, es una auténtica regla Península, que residiría en Nájera o en Carrión. Las monástica, ya que organiza la vida abadías de Cluny, como había sucedido con otras be- abades se debían reunir anualmente en el Capítulo se, e incluso en dependencia directa respecto de la del cenobio por completo. Dados nedictinas anteriores, se integraron en el mundo feu- General. Hay que señalar, además, que con el fe- Orden, debe recordarse el nacimiento de las Órdenes los horarios que presenta y la dal y constituyeron importantes señoríos, organizan- nómeno monacal cisterciense se produjo la difu- Militares, la aparición de comunidades de monjes- atención al verano, parece que se do social y económicamente su entorno. sión de su espiritualidad, en buena parte definida soldados que combinaban la vida monástica con el destinó para su aplicación en la Frente a esto, frente a la prolongada dedicación por San bernardo, y que, entre otros elementos, se combate en defensa de la fe, asumiendo el ideal de región de la Bética. Según ella, el a la liturgia y con el propósito de restaurar la aus- fijaba en la Humanidad de Jesucristo y en la devo- la caballería medieval y enfrentándose casi siempre teridad y el espíritu de la Regla benedictina y el tra- ción mariana, aunque ha habido autores que han al Islam. A impulso cisterciense y bajo la Regla de bajo manual entre los monjes, surgió también en la negado que su influencia fuera realmente grande san Benito nacieron los templarios; en España sur- San Leandro, la Europa altomedieval. Ello se debe a que, como di- zona de Borgoña la reforma del Cister, iniciada por en estos dos aspectos. Dado el color del hábito cis- gieron las órdenes de Calatrava, Alcántara y Avís arzobispo de ce su autor, estaba destinada a monjes “mediocres” san Roberto de Molesmes e impulsada luego por terciense, se les conoció como “monjes blancos”, o que comenzaban la vida monacal y también a la san Bernardo, abad de Claraval. Su expansión tuvo para diferenciarlos de los “monjes negros” clunia- Sevilla, entrega su regla de vida atención que prestaba a los pequeños detalles, a su lugar en los siglos XII y XIII, irrumpiendo con gran censes y benedictinos en general. EL RIGOR DE SAN FRUCTUOSO monástica, la más discreción y moderación en todo, a su humanidad y fuerza en España. El Cister se configuró como otra Parece que el Cister entró en España a través de antigua conocida de su cristocentrismo . En ella adquiere gran importan- nueva Orden, con varias grandes casas fundadoras Navarra, siendo Fitero una de sus primeras funda- a Regla de san Fructuoso de trata de una regla pensada para un mo- la Península, a su cia la figura del abad, la vida de comunidad y se además de la madre de todas, situada en Cîteaux, ciones en 1140. En estos años centrales del siglo XII Braga (¿?- 665) aspiraba a nasterio, con todos los detalles de su hermana, santa ofrece la alternancia clásica entre oración, trabajo y y presentaba una organización de tipo federativo, se fue instalando en los reinos de Castilla y León: las cimas más altas del asce- organización, sino para una congrega- Florentina. Derecha, lectio divina (lectura espiritual abierta a la inspira- con autonomía de los distintos monasterios, cuyos Osera y Melón en Galicia, Sacramenia en tierras se- tismo, por lo que resulta tan exigente y ción de monasterios, la de los cenobios efigie de Fernando ción del Espíritu Santo). govianas y Valbuena en las de Valladolid, Monsalud rigurosa, que recordaba al monacato fructuosianos del Noroeste hispano, los III el Santo (1217- La benedictinización se forta- en la diócesis de Cuenca, Santa María de Huerta en primitivo de origen oriental. Pese a la cuales se regirían por un texto previo, 1252), uno de los leció hace un milenio, coincidien- la actual provincia de Soria… En cuanto al ámbito austeridad y disciplina, la dureza del que sería casi seguro la Regla de san reyes que mayor do en buena parte con una nueva catalán, surgieron por iniciativa real y nobiliaria, en modelo de vida y la severidad de algunas Fructuoso. afecto mostró hacia fase de restauración monástica época de Ramón Berenguer IV, los muy importantes prácticas (incluso parece que la de inte- La Regla Común afrontaba una serie los monjes blancos, tras los saqueos llevados por Al- cenobios de Santes Creus y Poblet. Y paralelamente rrumpir dos veces el escaso el tiempo de realidades y problemas que habían en el Tumbo A de la manzor. En Cataluña impulsó la al asentamiento masculino, tuvo lugar el de las mon- adjudicado al sueño, para levantarse a ido surgiendo en ese ámbito, como los catedral de Santiago adopción de la Regla de san Be- jas de la Orden: Cañas en La Rioja y Gradefes en tie- rezar) había hombres con fe suficiente monasterios familiares; prohibía los dú- de Compostela. nito el abad Oliva, del monasterio rras leonesas, Las Huelgas de Burgos, Vallbona de para realizar aquellas proezas, más aún plices (monasterios con dos comunida- de Ripoll y a quien se puede con- las Monjas en Cataluña… El aprecio de los reyes ha- en una zona tan dura en el invierno co- des, una masculina y otra femenina); le- siderar fundador de Montserrat. cia los monjes blancos se manifestó no sólo en las mo El Bierzo leonés a la que inicialmen- gislaba sobre la tutela de monjes de ce- En el centro y en la mitad occi- donaciones para establecer nuevos monasterios y pa- te se destinó. A diferencia de las de san nobios masculinos sobre las casas feme- dental de la Península también se ra afianzar los ya existentes, sino también en el apo- Isidoro y san Benito, la regla de san ninas; encauzaba las aspiraciones de re- crearon nuevos centros como yo para la promoción a sedes episcopales, la elección Fructuoso introduce llamadas a la vida ligiosidad seglares mediante una hospe- Santa María de Nájera. de algunos confesores reales, etc. Fernando III el solitaria en la celda, de tipo eremítico o dería especial para familias que desea- Santo, ya en el siglo XIII, fue uno de los reyes caste- semieremítico, aunque sin anular la vida ran hacer vida semimonástica. De Cluny al Cister llano-leoneses que mayor afecto mostró hacia ellos. comunitaria. Si la Regla de san Fructuoso resulta- Un fenómeno singular en el mo- Y hay que decir que, en líneas generales, durante los Con la Regla de san Fructuoso está ba muy dura por sus prácticas ascéticas, nacato fue la reforma benedictina siglos XII y XIII fueron un auténtico ejemplo de ob- emparentada la Regla Común (quizás la Regla Común llama la atención por su iniciada en la abadía francesa de servancia monástica, aun cuando poco a poco –o con obra de él mismo pues participa de su humanidad. Llama la atención la dulzura Cluny, en Borgoña, en 910. Sus cierta rapidez en algunos casos– también constituye- espiritualidad y del fenómeno monacal empleada al referirse a los niños de las características principales fueron ron señoríos alrededor de los monasterios. que impulsó desde El Bierzo); no se familias aludidas. la organización centralizada de la Unido las más de las veces al espíritu cistercien- 60 61