2. Nuestra cultura condiciona la forma de
entender la vida y afrontar la muerte.
Hasta hace poco las personas morían en casa,
rodeados de familiares, incluidos los niños.
Se entendía la muerte como un hecho natural
y el dolor era un sentimiento compartido por
todos
3. La experiencia de la muerte era cercana y
natural.
La evidencia ahorraba tener que plantearse
que tipo de explicaciones dar a los niños.
La tendencia actual es evitar hablar de la
muerte con el fin de ahorrar sufrimiento.
Provoca angustia en el adulto tener que
enfrentar esta situación.
Si el niño la percibe va a tender a no
preguntar
4. Los niños tienen curiosidad por la muerte y
elaborar sus propias teorías, condicionadas
por la edad, capacidad cognitiva, madurez
emocional, experiencias y las informaciones
del medio.
Suelen provocar más angustia y confusión
que la propia realidad ya que están
elaboradas a través de sus propios miedos.
No dejar con su propia fantasía. Pregunta
porque necesita aclarar lo que él mismo
piensa.
5. Hasta los 8 ó 9 años es difícil asumir el
concepto de pérdida por no entender
cognitivamente lo que la muerte significa.
Los miedos y fantasías invaden el espacio
emocional pudiendo complicar el proceso de
duelo si alguien no ayuda y clarifica.
Fundamental dejar que pregunten para ir
respondiendo según momento evolutivo y
necesidades emocionales.
6. La muerte en lo que tiene de universal e
irreversible es algo complicado de asumir
a determinadas edades.
En su vida cotidiana la muerte aparece como
algo reversible a través de los cuentos y de
los juegos, que a veces se incrementa por
determinadas explicaciones: “se ha ido al
cielo”, “está en otro sitio “ (entonces, puede
volver).
7. El concepto de irreversibilidad se tarda en
adquirir.
Esto explica que muchas veces el niño no se
sienta apenado o no llore, ya que en su
fantasía la persona volverá.
Insistir en que no va a ser así.
Desmentir su deseo y su fantasía.
Es más duro esperar y que no regrese
Ayudar a aceptar la pérdida como
permanente y definitiva.
8. Interpretación literal de lo que se les dice.
No confundir con determinados comentarios:
“ mamá te sigue queriendo y te cuida
desde el cielo” , “papá siempre ve lo
que haces”.
Complica la comprensión del significado de la
muerte, confirma su teoría de que volverá y
añade temores innecesarios.
Transmitir de forma clara que la persona
muerta no va a volver.
Solo las personas vivas pueden ver, sentir y
hablar.
9. Posteriormente hablar de los sentimientos y
recuerdos.
Es en el mundo emocional y en el de los
recuerdos donde la persona permanece viva
para los que la han querido.
Ayudarles a diferenciar un plano del otro
10. Explicar en la medida de lo posible el porque
de la muerte de la persona fallecida, si no
elaborará su propia teoría mediatizada por su
pensamiento mágico o distorsionada (puede
haber muerto por mi culpa o porque yo
estaba muy enfadado).
Insistir en que los sentimientos de rabia,
enfado y celos no provocan la muerte.
Situar la muerte en una causa física puede
resultar tranquilizador.
11. Dependiendo de si hay creencias religiosas se
les dará un tipo u otro de explicación sobre
lo que pasa después de la muerte.
Explicaciones del tipo “está con Dios” son
vividas de forma literal.
Ayudarles a diferenciar entre la parte física de
la muerte y la parte espiritual.
No importa transmitirles las dudas que se
tengan al respecto
12. La noticia debe ser transmitida lo antes
posible y por persona cercana.
Informar al colegio.
Reaccionan de diferente manera según la
edad.
Para los muy pequeños la muerte es solo
una palabra, no comprenden el concepto en
toda su dimensión.
Perciben la ausencia y los cambios en su
rutina.
Muy sensibles al estado de ánimo de los
cuidadores.
13. Hasta los 6 años predomina el
egocentrismo, el pensamiento mágico y una
forma literal de interpretar las cosas.
Muerte como estado temporal y reversible. A
veces como un estado de sueño del que se
despertará.
Incapaces de imaginar el significado del fin
de las funciones vitales. Piensan que la
persona fallecida puede comer, ver y hablar
14. No lo conciben como algo universal, ni que
les pueda pasar a ellos.
Curiosidad por el lugar donde está y por
como se encuentra.
Si la muerte se ha debido a una enfermedad,
ayudarles a diferenciar los niveles.
Hablar de la finalización de las funciones
vitales: no puede ver, ni comer, ni hablar,
para ir introduciéndolos en el concepto de
irreversibilidad
15. Favorecer la expresión de los sentimientos a
través del juego y el dibujo.
Evitar términos metafóricos: “ se ha ido,
está dormido para siempre, nos ve
desde el cielo”.
Ofrecer seguridad y protección para combatir
el miedo de que pueda desaparecer otro
miembro de la familia. Para ellos la muerte es
una forma de abandono
16. De los 6 a los 10 años ya han adquirido
los conceptos de definitivo e irreversible.
Asusta la posibilidad de que a ellos les pueda
suceder.
Se pueden preguntar si ellos tuvieron algo
que ver, con el consiguiente sentimiento de
culpa.
Se interesan por los rituales religiosos.
Curiosidad y deseos de participar
17. De los 10 a los 14 años ya son
plenamente conscientes de su propia
mortalidad, lo que a veces provoca angustia.
Se interesan por el más allá y por las
creencias religiosas y culturales.
Mayor conciencia y temor sobre los cambios
que puede suponer en su vida.
Dificultades para verbalizar los sentimientos.
Necesidad de respetar su tiempo
18. Es el proceso emocional tras sufrir algún tipo
de pérdida.
Varía y va a depender de: personalidad, edad,
tipo de vínculo y los apoyos que reciba.
Requiere de una elaboración personal que va
desde la aceptación emocional de la pérdida,
la expresión del dolor, la adaptación y
recolocación en el mundo interno.
19. Una buena elaboración se vincula con los
medios de contención que ofrezca el medio,
cuanto más pequeño es el niño más
importancia tiene el entorno.
Comprender, contener y acompañar para no
dejar en situación de extrema vulnerabilidad.
Recordar y recolocar en el mundo interno es
el trabajo del duelo