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COMUNICACIÓN: “El compromiso con la transformación social de las cooperativas del
Grupo Mondragon. Un análisis de las aportaciones históricas y unas reflexiones sobre los
retos actuales y de futuro".
Autores: Aitzol Loyola
Igor Ortega
Resumen: En la comunicación presentamos una reflexiones sobre las cooperativas de
Mondragon y su práctica en la transformación de la comunidad a la que pertenece. La
idea principal de la comunicación consiste en que consideramos que la transformación
social ha sido uno de los ejes fundamentales de la identidad de las cooperativas de
Mondragon. Analizamos y explicamos cómo se ha entendido y practicado
históricamente la transformación en el cooperativismo de Mondragon. Sin embargo, un
proceso de reflexión interna ha diagnosticado que hace falta dar un salto cualitativo en
este ámbito. Partiendo de esta base, proponemos algunas ideas para desarrollar
estrategias concretas ante el reto de revitalizar esta dimensión en las cooperativas de
Mondragon.
Palabras clave: cooperativismo, Mondragon, transformación social, comunidad.
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Parte I. La experiencia histórica.
“Lamentos no, acciones” (J.M. Arizmendiarreta).
1.- La transformación social: dimensión fundamental de la identidad cooperativa.
El cooperativismo de Mondragon surge a mediados del siglo XX (en el contexto
económico, político y social de la postguerra) como un proyecto que busca transformar
las precarias condiciones de vida que había en el entorno social. Las primeras
cooperativas no se concibieron sólo como un modo diferente de organizar la empresa,
sino como partes de un proyecto de transformación más amplio de la comunidad. Las
cooperativas se concebían como herramientas para impulsar un proceso de
transformación individual y colectiva que trascendía el propio marco de la empresa.
En el origen subyace el pensamiento de J.M. Arizmendiarreta, su análisis crítico sobre
la realidad de la época y su deseo de (re)construir una comunidad articulada en torno
a unos valores y formas de organizarse diferentes. Su sueño de transformar la realidad
constituye el impulso original que se inspira el cooperativismo de Mondragón.
Del pensamiento de J.M. Arizmendiarreta vamos a destacar (si bien es una
simplificación de su pensamiento) las siguientes ideas:
Concibe a la persona como el eje fundamental sobre el que se debe
articular toda transformación social. Desea impulsar personas autónomas,
soberanas, que asuman la responsabilidad de escribir su propio futuro.
Entiende que alcanzar una vida digna, individual y colectiva, será fruto de
un proceso de auto-emancipación de las personas, un proceso de
construcción de alternativas concretas a través de la cooperación y la
solidaridad.
Cree en la importancia de la educación para impulsar ese perfil de
personas. La educación es, para J.M. Arizmendiarreta, la base sobre la que
se asentará la autoemancipación de las personas. De hecho, es imposible
explicar el surgimiento del cooperativismo en Mondragon sin tener en
cuenta la estrategia educativa desarrollada por J.M. Arizmediarreta durante
varias décadas. Una labor educativa que dio lugar a una generación de
jóvenes que tenían una forma de entender su vida y el cooperativismo,
articulada en torno a valores como el esfuerzo en el trabajo, la auto-exigencia,
austeridad, el servicio a la comunidad, … Un perfil de personas
que entendían que debían ser los protagonistas en la construcción de su
futuro y en la transformación de la realidad que les ha tocado vivir, que
debían primar el bienestar colectivo por encima de los intereses
individuales y que sólo a través del esfuerzo propio (individual y colectivo)
se podía construir un futuro mejor1.
Arizmendiarreta considera el trabajo como algo fundamental en el
desarrollo de las personas. Por ello impulsa las cooperativas como
1 Azkarraga Etxagibel, Joseba, Hezkuntza, gizartea eta eraldaketa kooperatiboa. Zebait gogoeta,
Gizabidea Fundazioaren hausnarketa estrategikorako, LANKI ‐ Universidad Mondragon, 2010.
3. alternativas concretas para humanizar la empresa. Las cooperativas debían
ser empresas orientadas a devolver a los trabajadores la propiedad y el
resultado de su trabajo, además de fomentar las relaciones de cooperación
y solidaridad entre las personas.
Considera también que la transformación de la empresa es una vía
fundamental para avanzar en una transformación más amplia de la
sociedad. En consecuencia defiende que las cooperativas debían
trascender su proyecto empresarial en un proyecto socio-comunitario más
amplio, constituirse en “palancas” para avanzar hacia la justicia social y el
bienestar comunitario.
Por último, imagina un ideal de sociedad hacia el que caminar. Sueña una
comunidad cada vez más auto-organizada y auto-gestionada, basada en
personas que toman las riendas de su futuro a través de la cooperación y la
solidaridad. Las cooperativas debían impulsar un proceso de
transformación social en esa dirección, ser impulsores de alternativas
concretas y liderar un proceso de transformación social que permita
avanzar hacia el ideal de comunidad cada vez más autogestionado en sus
distintas dimensiones sociales (trabajo, educación, salud, cultura, ocio,
servicios sociales, consumo, … )
En síntesis, J.M. Arizmendiarreta entiende el cooperativismo como parte de un
proyecto de transformación social más amplio, un ideal de comunidad que no tiene
una forma del todo definida, pero que se construye sobre unas ideas básicas que
confieren un rumbo hacia el que caminar. Un proyecto de transformación social
inspirado en dos ideas básicas: a.- impulsar personas más soberanas, cooperadoras y
solidarias; b.- desarrollar una comunidad cada vez más auto-organizada y
autogestionada. La transformación de las personas debía ser la base para la
transformación de la sociedad, y la transformación de las estructuras sociales debía
favorecer el desarrollo de personas cada vez más soberanas, responsables y
solidarias. Es en este ideal transformador donde ubica y entiende que tiene sentido el
cooperativismo. Las cooperativas no debían ser sólo proyectos económico-empresariales,
sino también “estructuras” para impulsar un proceso más amplio de
transformación social en esta dirección2.
2.- ¿Cómo han practicado las cooperativas la transformación social?
Los orígenes de las primeras cooperativas de mondragon se remontan a la década de
los cincuenta y desde los inicios de esta experiencia los cooperativistas consideraron
que el compromiso con el entorno social debía ser un elemento básico de su identidad
y formas de hacer. Las cooperativas se entendían como “estructuras” que debían
apoyar e impulsar la transformación social. De hecho, los cooperativistas de
Mondragon, históricamente, han mostrado sensibilidad hacia problemas concretos del
entorno, una actitud emprendedora para construir alternativas y un compromiso de
servicio a la comunidad que era vivido como un principio ético incuestionable. Esta
dimensión comunitaria ha sido un elemento “fuerte” de la identidad cooperativa, una
característica ética diferencial en comparación con las empresas capitalistas. Lo cierto
3
2 Lanki, Arizmendiarretaren eraldaketa proiektua, Universidad Mondragon, 2000
4. que en los últimos años se ha perdido “fuelle” en el ideal de transformar la sociedad,
que esta dimensión necesita reforzarse y revitalizarse, pero la experiencia acumulada
históricamente es rica e interesante de tener en cuenta.
¿Qué se ha hecho históricamente? ¿Cuáles han sido las principales aportaciones
realizadas? Como hemos indicado, las cooperativas se entienden por la primera
generación de cooperativistas como proyectos socio-empresariales. Por una parte se
busca la rentabilidad empresarial, la obtención de resultados económicos para
garantizar un empleo e ingresos dignos. Por otra parte se concibe la empresa como un
medio para realizar un proyecto social más amplio: crear puestos de trabajo basados
en la soberanía de los trabajadores, distribuir solidariamente la riqueza generada,
contribuir al bienestar económico-cultural-social de la comunidad a la que se pertenece
y, en un sentido más profundo, impulsar una sociedad que se autogestiona cada vez
en más ámbitos sociales, ...
Una de las aportaciones más importantes de las cooperativas de Mondragon
ha sido crear empleo en el entorno, contribuyendo de manera significativa a su
desarrollo económico y social. En una economía globalizada como la actual,
donde las grandes corporaciones reubican sus plantas con el objetivo de
maximizar sus ganancias, las cooperativas han desarrollado y ofrecen un
modelo de economía social más enraizado al entorno, que se basa en la
soberanía de los propios trabajadores. La crisis económica actual ha puesto de
manifiesto que el empleo que generan las cooperativas en nuestro entorno es
mucho más sostenible que el de las empresas capitalistas, por la sencilla razón
de que la propiedad es de los propios socios trabajadores y que éstos
anteponen mantener los puestos de trabajo por encima del lucro personal a
través de la especulación.
Otra aportación importante de las cooperativas ha sido el de aplicar criterios de
solidaridad a la hora de distribuir la riqueza. Es decir, se han establecido unos
parámetros de solidaridad a la hora de redistribuir la riqueza generada. Es
cierto que el “diferencial” existente entre el índice mínimo y máximo de las
cooperativas ha ido aumentando a medida que las cooperativas y el volumen
del negocio han ido creciendo3. Pero es cierto también que el nivel de
solidaridad a la hora de redistribuir la riqueza generada es mucho mayor en el
modelo cooperativo que en otros modelos empresariales como los capitalistas.
Algunos economistas críticos como C. Felber (impulsor del movimiento a favor
de la economía del bien común) citan las cooperativas de Mondragon como
buenos ejemplos y referentes interesantes en este sentido (lo que no significa
que entre los cooperativas no surjan opiniones que proponen una mayor auto-exigencia
al respecto. Este debate, en momentos de crisis económica como el
4
actual, suele repuntarse con mayor presencia).
Otro de los ámbitos fundamentales en el que las cooperativas de Mondragon
han mostrado un gran compromiso social ha sido el de crear y apoyar
3 Para profundizar en este tema ver Altuna, L. (coord..), Síntesis de la experiencia cooperativa de
Mondragon, LANKI – Universidad Mondragon, 2008.
5. estructuras educativas. La educación se encuentra en la base del
cooperativismo de Mondragon y en la actualidad se dedican también
importantes esfuerzos a este ámbito. Por ejemplo, todas las cooperativas
destinan un 10% de sus beneficios a un fondo para uso social (en la actualidad
se denomina COFIP,), y un 20% de ese dinero se destina a otro fondo
(denominado FEPI, ) cuya función es soportar y apoyar las estructuras
educativas. De hecho, en el grupo Mondragon está integrado Mondragon
Universidad, que ofrece formación en los ámbitos de ingeniera, empresariales y
en humanidades.
El euskara y la cultura vasca: las cooperativas de Mondragon se han
comprometido también activamente con el movimiento a favor de la
normalización del euskara y la revitalización de la cultura vasca: en los inicios
del movimiento cooperativo destacó la implicación de las cooperativas y sus
socios, junto a otros colectivos y movimientos sociales, en la creación de las
ikastolas, la alfabetización en euskara de los adultos,… En las últimas décadas
una línea de trabajo importante en este ámbito ha sido el de impulsar la
normalización del euskara en el funcionamiento de las cooperativas. Junto a
otras experiencias pioneras, las cooperativas están constituyendo referentes
importantes en el proceso de normalización del euskara en el ámbito
empresarial. Mencionar, por ejemplo, la figura de “técnicos de euskara” que
han integrado en sus plantillas diferentes cooperativas, los “euskara
batzordeak” o los “planes de euskaldunización” elaborados en diversas
cooperativas,... Constituyen el reflejo de la labor de los cooperativistas para
tratar de normalizar el euskara en el ámbito laboral, un objetivo en el que
todavía queda un camino largo por recorrer.
El apoyo a diferentes iniciativas sociales que surgen en las comunidades en
respuesta a necesidades, inquietudes y deseos de las personas (deportivos,
culturales, ocio, de integración social, …). Apoyo a las dinámicas auto-organizadas
por los habitantes de la comunidad, entendiendo que constituyen
aportaciones interesantes a la vida social y que se integran en la lógica de la
autogestión de la sociedad que ha inspirado el cooperativismo. Partiendo de
los recursos disponibles en los fondos para la promoción de proyectos sociales
(los COFIP), el apoyo a diferentes iniciativas comunitarias ha sido importante.
Por otra parte, una línea de trabajo nueva en los últimos años es el apoyo a
proyectos de desarrollo comunitario en países empobrecidos del planeta. A
través de Fundaciones como Mundukide, las cooperativas están intensificando
su compromiso solidario con proyectos de desarrollo comunitario en otros
continentes (en especial en África y Latino América), practicando la solidaridad
a escala planetaria (el noveno principio cooperativo)4. Es interesante que esta
solidaridad internacional se entienda desde un enfoque de empoderamiento
mutuo, no como un acto de caridad que refuerzan las relaciones de desiguales.
5
4 Uriarte, L., pagalday, E., Zufiaurre, M, la economía solidaria: concepto y potencial transformador,
LANKI – Universidad Mondragon, 2012.
6. En síntesis, podemos afirmar que las cooperativas tienen una experiencia histórica
muy interesante en términos de compromiso con la transformación social. Compromiso
social con las necesidades del entorno cercano en que se ubican (pueblos y comarca),
compromiso social también con el pueblo vasco y su identidad, y por último
compromiso a escala planetaria apoyando diferentes proyectos comunitarios e
intercambiando experiencias con otros movimientos que se ubican en el campo de la
economía social y solidaria. Con todo, es también cierto que en los últimos años ha
faltado renovación e innovación a la hora de pensar y practicar la transformación
social. Es un ámbito específico que, valorando lo que se realiza bien, necesita de un
nuevo impulso y revitalización.
3.- El proceso de reflexión del 2004: diagnóstico sobre la práctica de las últimas
décadas en relación con la transformación social.
La necesidad de revitalizar esta dimensión es un diagnóstico que también se realiza
dentro del movimiento cooperativo. En el año 2004 se inicia en el cooperativismo de
Mondragon un proceso de reflexión colectiva sobre la evolución del cooperativismo, en
especial de las características y significados sociales que han nutrido su identidad
colectiva (participación democrática, educación, transformación social,…). Entre los
diferentes ámbitos de reflexión se incluye un apartado específico al análisis de la
práctica transformadora de las cooperativas.
Se realiza, en primer lugar, una reafirmación de la labor realizada durante décadas. Se
concibe que la contribución histórica de las cooperativas ha sido/es cuantitativamente
importante y cualitativamente significativa. La transformación impulsada en los
entornos sociales en que se ubican las cooperativas, en especial en las cercanías de
Mondragón (niveles de empleo, distribución de la riqueza creada, cooperativiación de
diferentes ámbitos sociales, …), permiten realizar una lectura positiva de las
aportaciones que han realizado al bienestar de la comunidad. Las cooperativas han
creado empleo, distribuido la riqueza de manera más igualitaria, apoyado otros
proyectos comunitarios, …
No obstante, también se perciben e identifican algunas tendencias que ofrecen una
mirada más crítica, indicadores que reflejan un “debilitamiento” del sueño
transformador en las cooperativas. Síntomas que alertan sobre un proceso de
“desgaste” y que la transformación social como principio y praxis del cooperativismo
ha sido poco renovada e innovada en las últimas décadas. Entre las “tendencias”
detectados destacan las siguientes:
En primer lugar, se observa una “institucionalización” de la dimensión
transformadora. Es decir, es la cooperativa (como institución), a través de los
fondos que dispone para ello, la que impulsa diferentes proyectos sociales.
Pero se percibe que la implicación más vivencial y directa de los socios con los
proyectos que están apoyando las cooperativas es de menor intensidad. Es
más, los cooperativistas a menudo incluso desconocen qué proyectos sociales
son los que están siendo apoyados por las cooperativas (lo que refleja tanto un
déficit en la información de estos temas en las cooperativas como un déficit de
interés por parte de los socios sobre estas cuestiones) y el compromiso más
6
7. vivencial de los socios con los proyectos transformadores que apoya e impulsa
la cooperativa no es de la intensidad que debiera. Por consiguiente, el
cooperativista vive de manera cada vez más débil que las cooperativas son
también “organizaciones” para impulsar la transformación social. Una idea que
en los orígenes constituía un elemento vivencial y de identidad fuerte.
Otra tendencia a reflexionar detectada es que cada vez se entiende más la
transformación social como distribución de los recursos económicos
acumulados en los fondos sociales. Una concepción “poco ambiciosa” de
entender la transformación social, que por una parte se limita a cumplir lo
legalmente establecido (destinar el 10% de los beneficios al fondo social,
COFIP) y que carece de la ambición necesaria para aportar de modo cualitativo
en la transformación de la sociedad. Esta actitud “poco ambiciosa” ha dado
lugar, por ejemplo, a que en la mayoría de cooperativas no haya unas
estrategias de transformación social definidas ni criterios definidos para
distribuir los dineros acumulados en esos fondos, lo que se traduce en una
gestión de los fondos poco exigente que no aprovecha todo el potencial que
tienen y, en consecuencia, un impacto menor en la transformación realizada en
la sociedad a través de esos fondos.
Un tercer aspecto a reflexionar es que se constata un rol menos proactivo en la
creación de proyectos nuevos junto a otros colectivos sociales del entorno. Los
proyectos compartidos en los que colectivos sociales y cooperativas trabajan
juntos, codo a codo, son en las últimas décadas mucho menos. Las ikastolas
han sido un ejemplo de cómo las cooperativas, los trabajadores y otras
personas del entorno compartían y trabajaban juntos por un proyecto. Esta
dimensión más vivencial y pro-activa se ha debilitado.
Mencionar también la poca “visibilidad social” sobre lo que hacen las
cooperativas en términos de compromiso social con el entorno. En la
actualidad algunas empresas capitalistas crean fundaciones de obra social y
realizan un importante marketing para tratar de crear una imagen positiva de la
empresa (para crear una imagen de empresa responsable y obtener más
beneficios. Una finalidad meramente comercial y lucrativa). En cambio, las
cooperativas comunicamos poco las aportaciones sociales que realizamos,
hemos asumido que este compromiso es parte del proyecto cooperativo y no
se realiza una labor comunicativa sobre lo que se realiza en este sentido (un
debate interesante es si habría que crear una estrategia comunicativa para dar
mayor visibilidad a lo que se realiza. Analizar si conviene comunicar más a la
comunidad y a los socios sobre los proyectos sociales en que se participa, para
favorecer tanto el sentimiento de pertenencia como la legitimidad social. Más
adelante retomamos esta cuestión).
Por último, se diagnostica una falta de “visión” respecto al modelo de
comunidad que se desea impulsar en este siglo XXI. La necesidad de imaginar
un “proyecto de sociedad” que sirva a las cooperativas como brújula para
practicar la transformación social. ¿Qué tipo de comunidad deseamos
impulsar? ¿Cuáles son los retos éticos y sociales que nos deberían interpelar?
7
8. ¿Qué tipo de proyectos sociales son interesantes? Son algunas de las
preguntas que se percibe que las cooperativas deben volver a plantearse, para
dibujar y disponer de un proyecto comunitario ilusionante para este siglo XXI.
Como síntesis final afirmar que las cooperativas de Mondragon han considerado que
el compromiso con la comunidad forma un principio fundamental de su identidad, lo
aportado y realizado en este ámbito ha sido mucho y significativo, pero a principios de
este siglo XXI las cooperativas necesitan trascender nuevamente las fronteras de la
empresa y dotarse de un proyecto socio-comunitario que dé un sentido social a la
práctica empresarial. Imaginar un proyecto de sociedad que responda a los grandes
retos de este siglo (éticos, sociales, ecológicos, económicos, humanos) y que ubique
la experiencia cooperativa de Mondragon entre las experiencias humanizadoras más
interesantes del planeta. imaginar una visión de la sociedad que se desea y dotar a las
cooperativas de un proyecto socio-comunitario de futuro, coherente con los valores
cooperativos, capaz de activar la ilusión y las energías de las nuevas generaciones y
de fortalecer el proyecto empresarial. En los siguientes capítulos profundizamos y
concretamos esta idea.
8
9. Parte II.- Propuestas para la revitalización de la dimensión transformadora en las
9
cooperativas de Mondragon.
“Ser o no ser, esa es la cuestión” (W. Shakespeare).
1.- ¿Cuáles son los retos éticos y sociales actuales que nos deberían interpelar a
los cooperativistas?
En diferentes cuadernos de Lanki hemos propuesto algunas de los retos éticos y
sociales que entendemos que van a ser claves en este siglo XXI. Mencionamos
brevemente algunas de las cuestiones tratadas5:
La globalización económica y el des-enraizamiento de la economía: La actual
crisis económica, los procesos de deslocalización y las regulaciones de empleo
(ERE) están poniendo de manifiesto la importancia que tiene que la empresa
esté en manos de los trabajadores (y no de un capital internacional que prima
la maximización de sus beneficios económicos frente al mantenimiento de los
puestos de trabajo). Esta característica confiere a las cooperativas un
diferencial interesante, son experiencias concretas en el camino hacia una
democratización de las empresas y una economía socialmente más enraizada6.
Aprovechar este potencial democrático de las cooperativas, incluso profundizar
más en lógicas de democracia participativa, es uno de los retos interesantes
que tienen las cooperativas.
Las crecientes desigualdades sociales existentes en el planeta. Los datos que
ofrecen organismos internacionales como la ONU son escalofriantes. Vivimos
en un planeta en el que las bolsas de pobreza, desnutrición, insalubridad,
analfabetismo, hambre, … alcanzan cifras sin parangón en la historia de la
humanidad. En las últimas décadas las cooperativas de mondragon están
insertas en un importante proceso de internacionalización, un proceso que se
considera fundamental para sostener la rentabilidad de las cooperativas7. Es
importante ser autoexigentes a la hora de desarrollar un modelo de
internacionalización con formas de hacer coherentes con los principios
cooperativos. Desarrollar un modelo de internacionalización comprometido con
la transformación de las desigualdades existentes en el planeta es otro de los
retos que tienen las cooperativas en el siglo XXI.
5 Ver Azkarraga, J., kausel, T., Altuna, L., Iñurrategi, I., la evolución sostenible (I): una crisis
multidimensional, LANKI – Universidad Mondragon, 2011; Azkarraga, J., Max-Neff,M., Fuders,
F., Altuna, L., la evolución sostenible (II): apuntes para una salida razonable, LANKI-Universidad
mondragon, 2011.
6 Es importante tener en consideración también los mecanismos de intercooperación (como la
reconversión de resultados económicos y la reubicación de los socios) creados por las
cooperativas de mondragon, mecanismos concretos que, haciendo prevalecer la solidaridad
colectiva frente a los intereses particulares, garantizan una mayor sostenibilidad en el tiempo
de los puestos de trabajo creados.
7 Los datos indican que son las cooperativas que se han internacionalizado las que mantienen
el empleo en nuestro entorno, incluso las que están creando más puestos de trabajo en nuestro
entorno.
10. La insostenibilidad ecológica de un modelo económico que busca el
crecimiento ilimitado. El modelo económico desarrollado en occidente se
fundamenta sobre unas bases que a día de hoy se constatan ecológicamente
insostenibles. En estos momentos consumimos más recursos naturales y
emitimos más residuos de los que el planeta puede regenerar y admitir por sí
mismo. La idea de crecimiento económico constante y sin límite se ha tornado
ecológicamente imposible, insostenible. El proyecto cooperativo del siglo XXI
no podrá sostenerse sobre el ideal del crecimiento ilimitado. Un reto importante
que se le presenta al cooperativismo de Mondragon es conectar su proyecto en
el paradigma de la sostenibilidad ecológica. Apoyar e impulsar estrategias y
proyectos que permitan caminar hacia una economía y comunidades
sostenibles, ecológica, económica y socialmente (menos dependientes del
petróleo, con una huella ecológica adecuada, con suficiente soberanía
alimentaria y energética, una red de ciudadanos organizados, empoderados y
colaborativos, …). En la medida en que las cooperativas y las comunidades
avancen hacia una economía y modos de vida cada vez más sostenibles,
estarán mejor preparadas para hacer frente a los problemas y retos que se
van a presentar en el futuro.
La crisis energética que puede (peak oil) y sus consecuencias. Estamos
también en la antesala de una crisis energética que va a originar importantes
cambios económicos y sociales. Las fuentes de energía fósiles (sobre todo el
petróleo) constituyen la base sobre la que se asienta toda la economía
mundial. Sin embargo, los científicos han alertado de lo que han denominado el
“peak oil”. No asistimos al final de la era del petróleo, pero sí al final de una
época caracterizada por el petróleo barato. Las consecuencias de este hecho
son muy profundas. Nos vamos a ver en la necesidad de cambiar nuestras
modelos de empresa, economía y consumo, en la necesidad de ajustar
nuestras cooperativas y nuestros estilos de vida a la realidad de que el petróleo
barato se acaba. Ir construyendo modelos de empresa, economía y sociedad
que no sean tan dependientes del petróleo, reducir el consumo de energía,
apostar por otro tipo de energías alternativas y buscar una mayor eficiencia
energética de las cooperativas y de nuestras comunidades8. El reto es ir
posicionándonos ante la nueva realidad energética que se avecina, planificar y
realizar la transición antes de que sea demasiado tarde.
Cuestionarse el estilo de vida consumista e individualista de las sociedades
occidentales y apostar por modelos más sostenibles, resilientes y humanos.
Vivimos en sociedades cada vez más individualistas, en las que la
autoafirmación del individuo (“ser uno mismo”, autorrealizarse y satisfacer las
aspiraciones personales: laborales, sexuales, de consumo, status social,…)
tienen cada vez más fuerza, también entre los cooperativistas. Es verdad que
el cooperativismo siempre ha considerado a la persona (su soberanía y
8 Para un análisis más exhaustivo ver, entre otros, los siguientes Cuadernos de LANKI:
J Azkarraga, L. Altuna, T. kausel e I Iñurrategi, “la evolución sostenible (I): una crisis
multidimensional, junio 2011.
J. Azkarraga, M. Max-Neef, F. Fuders y L. Altuna, “la evoución sostenible (II): apuntes para una
salida razonable, julio 2011.
10
11. autorrealización) la base fundamental del proyecto cooperativo, pero siempre
desde una concepción del individuo como parte de un colectivo humano más
amplio. Este proceso de individualización se retroalimenta con el estilo de vida
consumista. Un consumo cada vez más emocional, que estimula la satisfacción
inmediata de los deseos, pone en el pedestal el ocio frente al trabajo, alimenta
la búsqueda constante de la novedad y la satisfacción inmediata del deseo. Un
reto importante del cooperativismo es repensar cuáles son nuestros estilos de
vida y tratar de reconstruir hábitos y modos de vida que, además de
garantizarnos bienestar y el placer de vivir, sean coherentes con los valores
éticos inspiradores del cooperativismo. El futuro del cooperativismo también
está en revitalizar una ética de la responsabilidad frente a estilos de vida
consumistas que tienen consecuencias ecológicas, sociales y económicas
nefastas para la mayoría de personas del mundo, y para el planeta mismo.
Preguntarse qué es lo que realmente nos incomoda es un ejercicio interesante para
analizar qué es lo que somos. ¿Nos producen realmente indignación las grandes
desigualdades existentes en el planeta? ¿Realmente nos preocupa cómo dejamos a
nuestros hijo*s el planeta? ¿Estamos dispuestos a adoptar estilos de vida que
permitan vivir bien consumiendo menos?
2.- Propuestas para revitalizar la dimensión transformadora en las cooperativas.
A continuación presentamos una posible “hoja de ruta” que pretende servir de
inspiración para revitalizar la dimensión de transformación social de las cooperativas.
Es una hoja de ruta que contempla diferentes ámbitos y etapas, algunas más
generales y otras más específicas. Un conjunto de propuestas que pretenden servir
como inspiración (no como manual) para revitalizar y profundizar el compromiso con la
transformación social en las cooperativas. Recapitulamos, en primer lugar, algunas de
las ideas que hemos desarrollado a lo largo de este texto:
a.- Analizar la realidad en que vivimos. El primer paso, imprescindible, es analizar la
realidad en la que vivimos. En Lanki tratamos de facilitar a las cooperativas reflexiones
sobre la realidad en que vivimos, sus principales tendencias y los posibles escenarios
de futuro. Estudios sociales que ayuden a las cooperativas a conocer la realidad en la
que vivimos y a reflexionar sobre cuáles son los retos éticos sobre los que nos
deberíamos sentir interpelados. Tratamos también de estar atentos a las experiencias
interesantes que van surgiendo en el entorno y en el mundo, detectando aquellas que
ofrecen modos de pensar y hacer que pueden ser interesantes para las cooperativas
de Mondragon. Estos estudios están recogidos y publicados en diferentes “cuadernos
de Lanki”.
Una dinámica interesante a desarrollar por las cooperativas puede ser crear foros o
talleres de reflexión colectiva sobre diversos temas, con invitados de diferente perfil
que ofrezcan sus pensamientos, opiniones y experiencias prácticas sobre cuestiones
11
12. económicas, sociales, el cooperativismo, … Este tipo de dinámicas (que pueden tener
diferentes formatos) sirven para integrar a las cooperativas una dinámica de reflexión
sobre la realidad en que vivimos y cómo deberíamos posicionarnos en el mismo como
proyectos socio-empresariales.
b.- Imaginar el proyecto de comunidad que deseamos impulsar. Es importante
que las cooperativas de Mondragon imaginen una “visión” del tipo de comunidad que
desean para el futuro, dibujar los trazos del tipo de comunidad al que nos gustaría
avanzar. Esta “visión” será como una brújula que permitirá a las cooperativas dar
pasos a corto plazo con una visión de futuro. Se trataría de definir los valores que
consideramos claves para profundizar en esta vía y poner en marcha estrategias
concretas.
Consideramos importante recordar que la creación de las cooperativas de mondragon
está inspirada en valores que son muy interesantes para este siglo XXI: la soberanía
de las personas, la auto-organización y autogestión colectiva, la cooperación y la
solidaridad en las relaciones, el enraizamiento a una comunidad, … … Estos valores
(junto a otros como la sostenibilidad ecológica) constituyen “mimbres” muy
interesantes para tratar de imaginar la sociedad que nos gustaría para el futuro, son
valores básicos en los que se debe fundamentar todo proyecto de transformación
social humanizador en este siglo XXI.
Profundizando en esta vía, sería importante compartir esa visión comunitaria con otros
colectivos sociales, incluso construir alianzas, proyectos en conjunto, etcétera.
Conectar las cooperativas con los colectivos y movimientos sociales, asumiendo un
papel activo en la tarea de construir proyectos concretos. El ideal sería integrarse
activamente en la red de colectivos con propuestas interesantes existentes en el
entorno y hacer que sea vivencial y visible la aportación de las cooperativas a la
construcción de una comunidad mucho más justa, solidaria, empoderada y resiliente.
3.- Posibles estrategias para revitalizar la dimensión transformadora en las
cooperativas.
La cuestión ahora es: ¿Cómo podemos trabajar estas cuestiones en las cooperativas?
¿Qué posibles vías pueden ser útiles para trabajar este ámbito con los socios de las
cooperativas? Proponemos algunas posibilidades.
a.- Incluir la transformación social como un ámbito de gestión de las
cooperativas. Existen en la gestión de las cooperativas unos momentos clave en los
que es importante incluir la transformación social como eje importante del proyecto
socio-empresarial. Por ejemplo, a la hora de realizar los Planes Estratégicos y los
Planes de Gestión anuales sería interesante incluir también la transformación social
como ámbito a gestionar. Reflexionar y delimitar las líneas estratégicas a desarrollar,
definir objetivos y metas concretas, hacer un seguimiento de los resultados obtenidos
y buscar también la mejora continua. El riesgo que tiene el cooperativismo es que,
12
13. disponiendo de fondos sociales específicos para el compromiso social, la práctica
transformadora se limite a la mera distribución de esos fondos, sin una gestión
ambiciosa ni visión estratégica. Es importante, por ello, reconocer la transformación
social como elemento identitario y ámbito de gestión importante de la cooperativa, no
dejarlo al margen en los planes estratégicos y en los planes de gestión.
b.- Crear una comisión de trabajo específica. Una opción interesante de valorar es
la posibilidad de crear una “comisión de trabajo” para trabajar la transformación social
en la cooperativa. Tal como hemos indicado antes, en los últimos años se ha
detectado en las cooperativas un proceso de “institucionalización” de su práctica
transformadora. Es decir, por lo general es el órgano de gobierno (Consejo Rector) el
que asume la decisión de apoyar diferentes proyectos sociales a través de los fondos
que dispone la cooperativa (COFIP). Pero la implicación más vivencial y directa de los
socios es débil (a menudo incluso desconocen qué proyectos son los que apoya la
cooperativa). Para cambiar esta situación puede resultar interesante crear una
“comisión de trabajo” específica, abriendo un espacio de participación para los socios
interesados con el tema y, de este modo, reforzando el aspecto más vivencial y
participativo entre los socios.
Otro medida interesante puede ser realizar una encuesta entre los socios. A través de
esta encuesta se podría medir lo que conocen los socios sobre lo que realiza la
cooperativa en este ámbito, cuáles son los principales temas sociales que interesan a
los socios, los colectivos sociales interesantes que conocen en el entorno, detectar a
aquellos socios que participan en colectivos sociales (en cuáles, qué temas trabajan) e
identificar quienes pueden estar dispuestos a trabajar (en la medida de sus
posibilidades) este ámbito en la cooperativa. En todas las cooperativas hay
trabajadores implicados en diferentes colectivos sociales, dispuestas a dedicar parte
de su tiempo a cuestiones que consideran de bien común. Sin embargo las
cooperativas no siempre aciertan en crear relaciones con esos colectivos sociales.
Identificar a estos trabajadores, conocer en qué colectivos están implicados y apoyar
sus proyectos más interesantes es una manera natural de practicar la transformación
social alimentando la participación más vivencial de los socios.
c.- Informar – formar a todos los socios sobre lo que se hace en este ámbito. En
el momento actual, dado el desconocimiento existente sobre el tema, es importante
informar y formar a todos los trabajadores sobre cómo se ha practicado históricamente
la transformación social en el cooperativismo de mondragon (qué se ha hecho, cómo
se ha hecho, por qué y para qué). Se trata de reflexionar sobre la práctica
transformadora que han desarrollado las cooperativas de mondragon, porque existen
ideas y pistas que son útiles y muy interesantes para practicar la transformación social
en la actualidad.
Lo que se propone es que esta dimensión adquiera más presencia en los cauces de
participación de las cooperativas. O expresado de otra manera, que la información y
sensibilización sobre esta dimensión sea también una cuestión estratégica en el
funcionamiento de la cooperativa, ya sea en asambleas generales, consejillos, charlas
13
14. informativas, sesiones de formación, etcétera. En Lanki incluimos este ámbito en los
programas de formación cooperativa que impartimos y los socios reconocen les
parece un ámbito interesante para trabajar. Por consiguiente, concluimos que de lo
que se trata es de dar mucha mayor presencia a este ámbito en la vida institucional de
la cooperativa, para que los socios estén más informados y tratar de despertar en ellos
el “gusanillo” para trabajar en el mismo. Sólo de esta manera se logrará no caer en
rutinas, que la transformación social sea sentida por los socios como un elemento
propio de las cooperativas y, en consecuencia, la constante mejora e innovación
también en este ámbito.
d.- Gestionar los fondos sociales con eficacia, rigurosidad y ambición. En
coherencia con todo lo expuesto, es también muy importante gestionar los fondos
sociales (COFIP) con eficacia, rigurosidad y ambición. En este sentido en las
cooperativas se pueden proponer varias ideas y propuestas de debate:
En primer lugar, una propuesta de debate interesante es la posibilidad de superar la
dispersión que supone que cada cooperativa distribuya sus propios fondos,
estableciendo fondos comunes entre distintas cooperativas que conforman grupos y
divisiones. Por ejemplo, las cooperativas que componen DanobatGroup (Danobat,
Soraluce, Goiti, Goimek, DRS) destinan el 40% de sus COFIP a un fondo del grupo,
concentrando una cantidad de recursos que permite impulsar proyectos de mayor
entidad. En sentido similar, las 8 cooperativas que conforman el grupo Ulma gestionan
los COFIP a través de la Fundación Ulma. Y el grupo Fagor gestiona también los
COFIP de las cooperativas que conforman el grupo de manera conjunta. Esta política
de superar la dispersión y concentrar recursos puede ser interesante para diseñar
estrategias de mayor calado e impulsar proyectos sociales más ambiciosos que
pueden tener una incidencia social cualitativamente más significativa.
Otra propuesta es la de definir unos criterios claros para distribuir los fondos sociales
(COFIP). No todos los proyectos e iniciativas que surgen en la comunidad tienen el
mismo nivel de coherencia con los ideales cooperativos e incidencia social. ¿Es
coherente utilizar los fondos sociales para patrocinar a un equipo de deporte
“profesional”? ¿Es así como debemos utilizar el dinero de los fondos sociales? Es
importante promover aquellas iniciativas que tienen mejor encaje con los valores
cooperativos y esa visión de la comunidad que deseamos construir. Un ejemplo
interesante es la definición de criterios que ha realizado el Grupo Fagor para distribuir
sus fondos sociales. Han especificado los ámbitos que consideran estratégicos y
distribuyen los fondos en coherencia con esos criterios. También otras cooperativas
como Orona y Danobat Soraluce han definido criterios para distribuir los COFIP, de
manera que son las iniciativas que mejor encajan con esos criterios las que resultan
prioritarias a la hora de distribuir los fondos. Definir criterios permite dotar a los
recursos que se disponen en los fondos sociales de un sentido, una coherencia con un
proyecto comunitario.
Con ello, una idea fundamental es la autoexigencia en la gestión de los fondos
sociales. Ser autoexigentes para lograr que el impacto alcanzado a través de los
mismos sea el mayor posible. La potencialidad que tienen estos fondos sociales para
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15. impulsar la transformación social es grande, por lo que hay que ser autoexigentes y
aprovechar al máximo este potencial. Hacer seguimiento y medir los resultados que se
han obtenido en los proyectos sociales impulsados, informar a los socios de los
mismos, analizar posibles mejoras para aportar lo mejor posible, … … Frente a la
conformidad y la falta de ambición, limitándose a distribuir el dinero que se
dispone en los fondos, ser autoexigentes y buscar aprovechar todo el potencial que
tienen.
4.- Conclusión.- Dar un salto cualitativo como sujetos transformadores.
Todas estas propuestas incluyen la idea de dar un salto cualitativo como sujetos
transformadores, tanto por las cooperativas (institución) como por los cooperativistas
(personas). Pasar de distribuir los dineros acumulados en los fondos a asumir un papel
más activo como sujetos transformadores de la sociedad. Ser impulsores de proyectos
sociales concretos, proponer ideas y proyectos para abordar problemas importantes
del entorno, como pueden ser la vivienda, el cuidado de las personas mayores, … …
Las cooperativas disponen de un gran potencial, que va mucho más allá de los fondos
sociales, con personas con conocimientos sobre diferentes ámbitos, infraestructuras
materiales y técnicas, relaciones con diferentes agentes de la sociedad, … … Sería
interesante dar un salto cualitativo como sujetos transformadores, desde la convicción
de que este ámbito es uno de los ejes fundamentales que convierten el
cooperativismo en un proyecto interesante e ilusionante. Proponemos:
Ir más allá de lo que establece la ley. Que el compromiso de la cooperativa con
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la comunidad supere lo que la ley establece como obligatorio.
Buscar de manera mucho más activa alianzas y el trabajo compartido con otros
colectivos sociales interesantes. Incluso impulsar proyectos compartidos,
insertando el proyecto cooperativo en una red más amplia de colectivos
sociales que trabajan por una sociedad más solidaria y empoderada. Es
interesante abordar problemas sociales clave, crear proyectos que favorezcan
cambios cualitativos, y con la perspectiva de que los cambios se sostengan en
el tiempo.
Impulsar el compromiso más vivencial de los socios en los proyectos sociales
que apoya la cooperativa. Hacer un esfuerzo especial en dar a conocer a los
socios los proyectos en los que se participa, abrir cauces para aportar nuevas
ideas y proyectos, despertar el “gusanillo” por implicarse en ellos y lograr, de
esta manera, que la dimensión de la transformación social constituya un
elemento vivo de las cooperativas, realmente vivido entre los socios.
Imaginar el ideal comunitario que nos gustaría crear desde el paradigma
cooperativa. Se trata de, retomando lo interesante del pasado, re-simbolizar el
cooperativismo como un proyecto comunitario ilusionante para el Siglo XXI.
En esencia, puede decirse que las cooperativas de Mondragon, con sus luces y
sombras, disponen de mimbres interesantes para abordar un proceso ambicioso en
este sentido. Pero HAY QUE HACER QUE LAS COSAS SUCEDAN. Poner los
recursos necesarios (tangibles e intangibles) para que la transformación social sea un
ámbito clave en el fortalecimiento y la renovación del cooperativismo.
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BIBLIOGRAFÍA BÁSICA
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síntesis general, Lanki – Mondragon Universidad, Eskoriatza - Mondragon.
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