1. Había una vez un pueblo llamado San Juan
que era el más grande de toda la
comarca. Era una fiesta tradicional que
se hacia todos los años el día de San Juan.
Como era costumbre iban todos los
vecinos de los pueblos de alrededor pues
no solía haber muchas fiestas como
aquellas. Por la mañana la gente montaba
un mercadillo con las cosas que tenía
vender y por la tarde se montaba una
gran fiesta para que la gente joven se
divirtiese en el gran baile que montaba
el alcalde del pueblo.
Llego el gran día y Cenicienta , Blancanieves y
Caperucita Roja que vivían en los pueblos de
alrededor se acercaron por primera
vez con todas las cosas para vender al
pueblo de San Juan. Cuál sería su sorpresa
cuando se encontraron en la plaza del
mercado. Pues se conocían por haber
podido hablar mucho de sus historias y
todo lo que les había ocurrido en ellas.
2. Cenicienta le preguntó a las dos que tal les
iba la vida y Caperucita le contesto que ya se
llevaba mejor con el lobo, pero que cada
vez que cruzaba el bosque allí estaba él
para gastarme bromas. ¿Y a ti qué tal te
va? Le pregunto Caperucita, pues yo en el
palacio vivo muy bien con el príncipe
pero tengo a mis hermanastras todo el día
metidas allí, pues el príncipe las ha
perdonado.
¿Y tú que tal Blancanieves? Le preguntaron
ellas. Yo muy bien desde que vivo en casa
de los enanitos, menos mal que ya me
queda poco para casarme pues están todo
el día dándome la lata y cantando siempre
la misma canción, pero en el fondo son
muy majas personas.
A si estuvieron un buen rato y después se
pusieron a preparar lo que llevaban para
vender.
Blancanieves llevaba carbón de la mina que
trabajaban los enanitos, Cenicienta bonitas
3. telas y cintas de colores y caperucita pasteles y
mermeladas que preparaba su madre.
Se pasaron toda la mañana vendiendo pues
tuvieron mucho éxito ya que eran muy
conocidas en la zona. Por la tarde se
pusieron muy guapas para ir al baile y en
cuanto sonó la música se fueron las tres
muy contentas a la plaza del pueblo.
¡Qué bien lo vamos a pasar! Pero cuando
se acercaron allí vieron que las estaban
esperando el lobo, las dos hermanastras y los
siete enanitos. ¡Oh no! Gritaron las
tres a la vez, ni por un día nos dejen en paz
nos van arruinar el baile. Se pusieron a
pensar la manera de que no las molestasen
y decidieron que con parte del dinero que
habían ganado pagaron a un grupo de
chicas y chicos para que los
entretuviesen toda la tarde, mientras ellas
disfrutaban de la fiesta. Lo pasaron muy
bien las tres juntas y se divirtieron
mucho bailando sin que sus amigos las
4. molestasen. Al final del día se despidieron
y quedaron que volverían a verse en la
fiesta del año siguiente.