El documento describe el camino de la humildad hacia la unión con Dios. Comienza con el conocimiento propio y la meditación de la propia nada y miseria. Luego viene la aceptación del desprecio y la búsqueda de humillaciones. Más adelante el alma se niega a sí misma y se crucifica con Dios y los hombres. Finalmente el alma alcanza la unión perfecta con Dios, donde ya no queda nada de sí misma sino solo Él.
1. Ha dicho el Señor;
Debe ser el áncora de la
Cadena de oro de los Oasis,
que anclada y hundida
en la tierra del propio
conocimiento, haga que se
eslabone hasta el cielo.
Sin este lastre, sin
este contrapeso,
sus eslabones se
esparcirían
cortándose
con esto, el canal
de gracias para las
almas.
2. 1. Meditar en nuestra nada, que no tiene fondo.
2. Meditación frecuente de comparaciones.
Estudiar a fondo nuestra cantidad y calidad.
Después de empapar el alma con las luces naturales
de estos propios conocimientos, debe pasar a ciertas
prácticas interiores y exteriores que nos llevan poco
a poco a la humildad.
1° Creerse indigna de todo,
pero de corazón
2° Compararse a cada paso interiormente
con lo más bajo
3° Creerse peor que Satanás
4° No hablar de nosotros mismos
5° Envidiar a los que cumplen su misión…
¿y yo?
6° Pensar cuál es el punto en que nuestro
corazón más le cuesta humillarse
Estas cosas o parecidas, si se hacen con espíritu, es decir, con un fin sobrenatural,
hacen sus efectos en el alma, ilustrándola, y comenzando a hacerla sentir la NADA
que somos, en toda su extensión.
En este punto, al “YO” se le derroca de su trono
3. Ya un poco aventajada el alma, comienza a tener alas y vuela,
ahondando en el fondo sin fondo de la propia miseria
1. Va naciendo entonces sin sentirlo el propio desprecio y comienza la balanza
a nivelarse.
2. Ya no busca el corazón, nada para si.
3. Comienza a reconocer muy justo el que se le desprecie.
4. El alma se ve lanzada a las locuras mismas de la Cruz.
5. Nunca recibe alabanzas sin pasarlas en su interior a Jesús, humillándose.
6. Busca ingeniosamente la manera de ser despreciada sin faltar a las
obligaciones ni ofender a Dios.
7. Tiende el alma a hacer desaparecer la personalidad, suplantándolo a Él
en todas las cosas.
8. Comienza el alma a desapropiarse de sí misma, anonadándose, aniquilándose,
gozándose en ser nada y en que su Dios lo sea todo.
9. Ya no le extraña su propia miseria; lo ve como un fruto natural de lo que ella es.
4. 10. Comienza a experimentar pena en verse alabada…
11. Siente vergüenza en el regalo y comodidad…
12. Aclarándose sus defectos en las obligaciones, da un gran vuelo en todas las
virtudes enmendándose.
13. Nace, crece, y se agiganta en el alma el propio desprecio; de aquí viene
la generosidad para con Dios y para con el prójimo en toda su extensión.
14. El amor entonces comienza a crecer, crecer en el alma;
Ese amor divino, viene a ser la muralla en donde se estrellan muchísimos vicios.
Lucha el alma defendida, escudada por el amor, segura de las victorias, porque,
desconfiando plenamente de si, comienza a confiar en el Amado.
En este punto de subida humildad, son incontables, y asombrosas las gracias
abundantísimas que descienden sobre el alma.
Aquí en este punto, al “YO” ya derribado se le encadena
5. Ya el alma se ha negado a sí misma empequeñeciéndose, despreciándose,
y buscando anhelante ser el baldón de los demás, gozándose en ello
1. Ya esa alma no camina, sino que sube, asciende, bajando.
2. Se rasga para ella un velo y queda pasmada ante los celestiales tesoros…
3. Ha matado el ser natural, a fuerza de humillarse vencerse, y muriendo a sí
misma, ha resucitado en Dios
4. Viene entonces un ejército de virtudes a poseerla, subiendo el alma sin
resistencia a la Cruz, se crucifica y se deja crucificar de Dios y de los hombres
5. Muy despegada se siente el alma de la tierra, emprendiendo sonriente, y con
ardor la empinada vida del sacrificio.
6. El Sacrificio tras la luz ya tan resplandeciente en el alma viene una pena que
raya en martirio.
7. El alma siente vergüenza santa de la propia miseria queriendo ser un
transparente cristal para reflejar al Espíritu Santo, que bien cerca lo siente.
8. Y siente una santa, santísima vergüenza cuando lejos de sentirse el alma
envanecida, encumbrada, o siquiera con gusto de sus virtudes…es lo contrario.
6. 9. Aparece con toda su fuerza una sed de no ser, de desaparecer, de liquidarse
ante la Divinidad, avergonzándose ante ella de la propia nada.
10. Ha llegado a comprender el alma, la riqueza y el valor de su nulidad, y es feliz en
ser nada, inclinando a Dios a que socorra su indigencia abundante; porque…
¡Él enriquece sólo al pobre… llena, sólo a lo vacío… y desciende,
únicamente a los que creen necesitarlo!...
11. Le parece que Dios crece, es más hermoso, más divino, más poderosos, más santo
cuando ella más se anonada, más asco a sí se tiene; a medida que se contempla
más miserable, frágil, deleznable y espantosa; la misma culpa y pecado.
12. También la llena el vacío de sí misma y de todo lo que no sea Dios, y como fruto
de esto, un abandono de ilimitada confianza.
Ya nada de la tierra se le pega a esta alma alcanzando una perfecta unión
con sed ardentísima de ver a Dios glorificado, aún a costa de mil martirios.
¡Qué cierto que en tanto que el alma más se hunde, más infinitamente,
más, diré, se acerca a Dios!
13. Pero aun en esta unión anterior sufre el alma un martirio especial, al ver unida
la Blancura, con la negrura…
14. Se comprende con vidrios de poderoso aumento la distancia infinita entre la
criatura y el Creador… y el abajamiento de aquel Señor, tres veces santo,
al fango del corazón.
7. 15. Existe en este grado, no sólo pena, sino dolor del alma, indecible martirio que tiene
por causa el verse alabada… estimada… querida… ¿Y por qué?...
Todo efecto de aquella luz.
Se comprende, lo engañadas que las personas están; lo erróneo de sus juicios
favorables, y dan ansias al alma, el poder desgarrarles el velo que les cubre el
fango, que esta lleva consigo.
16. Viene también una sed, de que… ¡Él lo sea todo para cada alma, para el mundo
entero, y uno, nada, nada, menos que nada!.
17. Consume una sed de bajar, de bajar, de anonadarse y liquidarse…
18. Los actos exteriores de humildad, dejan al alma vacío; siente como que es corteza,
y quisiera que le llegara a lo muy hondo.
19. Al conocer el alma las gracias del Señor, pide a Dios y a los hombres, un
contrapeso… un lastre de humillaciones;… ¿pero en donde encontrarlas?...
20. También vienen como remordimientos de propia complacencia en el sabor,
especial y dulcísimo, que el alma experimenta cuando le dicen sus defectos…
cuando se ve calumniada, despreciada, y humillada…
Dulzuras exquisitas y muy hondas tiene la humillación, cuando se acepta
por amor a Dios.
8. 21. Siente el alma con claridad, con irradiaciones divinas, con luz sobrenatural, que
Dios lo es todo en ella, y en todas las cosas, y ni se le ocurre pensar, ni como en
sombra, poder ser algo ella.
22. ¿Qué tiene que no haya recibido? Este grito o, más bien, impresión esculpida en
el alma, le hace contemplar las cosas en su verdadero punto de vista, y se saborea
repetir emocionada, enamorada, estas palabras:
Dios todo… yo nada: y lo que tengo, repite el alma, es de Él, prestado…
regalado… para adorno de Él mismo… para su gloria…
Y presa el alma de una gratitud indecible, todo se lo devuelve… ¡y en este flujo
reflujo, de recibir y devolver, es feliz!
Siente entonces el alma más que nunca, ¡oh sí!, que a Él sólo pertenece todo
honor y gloria. Para ella los desprecios, los escarnios, las humillaciones, y esto
como favor… como perlas inmerecidas, para ofrecerle.
23. Siente el alma, que, hasta que se ha perdido en Él, lo ha alcanzado.
24. Sufre el alma, atrozmente ya en este grado, cuando las criaturas se atoran, diré en
ella, y no cruzan como flechas traspasándola, hacia Él; bien ve ella que es un
escalón como de barro vil, y a éste, sólo se le pisa, para ascender a Él…
25. Ya el alma no siente gloriarse de nada en su corazón, sino en lo concerniente al
Amado.
26. Tiende con vehemencia, con ardor al ocultamiento.
9. 27. En este grado como que no se puede entender la soberbia; como que se ha
borrado del catálogo del alma…
Sí, ve el alma, los favores del cielo; las riquezas sobrenaturales, más o
menos; pero le consta su procedencia, y más y más y profundamente más
humillada, sólo sabe devolver… anonadarse… y agradecer…
28. Tiene este grado unas riquezas admirables:
Una es, que el alma ni por pienso, ni por Satanás, puede disimular ante Dios sus
defectos. Está envuelta en una luz tan clara y radiante, que percibe hasta el polvo
más imperceptible que la empaña, y también la mirada de Dios que la contempla.
Tampoco el alma, puede aquí engañarse a sí misma, ni trampear con la posesión
de falsas virtudes…
29. La delicadeza del alma en estas alturas, raya en martirio cuando se ve manchada
por cualquier falta que pudiera ofender a Dios en lo más mínimo; es esto, como un
agudo puñal que la atraviesa.
30. Ciega para consigo misma, con la intensidad de la luz que la envuelve; no ve sus
virtudes, o si las ve es con una mirada tan sobrenatural, que no se empolva con el
roce de la tierra, sino que, límpidas y enteras suben a su dueño.
31. El alma, ama a Dios ya sin detención, sin traba, sin impedimento, a semejanza de
cómo se ama en el cielo; pero es porque… ¡Oh dicha… se ha alejado de la tierra!...
10. 32. ¡Oh sí, sí, la humildad comienza en la tierra, y concluye en el cielo!...
Comienza con descender, y concluye por ser elevada…
Comienza por no tener nada, y concluye teniéndolo todo…
Comienza por avergonzarse con Dios, y concluye con una altísima unión
con Él.
La humildad, por fin salva las distancias, y es la vía ancha y segura para
alcanzar el amor…
¡En este punto, el yo, queda agonizante y debajo de los pies;
casi ha muerto!
11. Gracia del cielo, ttaann ccoonnttrraarriiaa aa llaa nnaattuurraalleezzaa ccoorrrroommppiiddaa
Consiste en una tendencia constante, dijo el Señor,
al Quebrantamiento Propio
en los Sentidos y Potencias
en lo Divino y en lo Humano
Instinto Sobrenatural del alma con el que busca
todo lo que pueda contrariarla, sacrificándola
12.
13. En tanto que no somos dueños de nuestros ojos,
no lo seremos de nosotros mismos.
Por los ojos, entra muchas veces la muerte del alma,
y debemos velarlos con gran cautela mortificándolos.
¿CÓMO SE SACRIFICA EL ALMA EN LO HUMANO?
Con todo lo que antecede.
¿CÓMO SE SACRIFICA EN LO DIVINO?
“No lloréis por Mí”… dijo el Señor y estaba lleno de llagas, destrozado y manando sangre…
14. No nos tengamos lástima, que sin esto, todas las protestas de amor hacia Dios,
serán ilusiones
¿No hemos pecado… no queremos ser victimas… no nos debemos a los demás…
no tenemos obligación aparte de expiar de comprar gracias…?
No tengamos pues miedo a la crucifixión, a los martirios, a la sangre, que si Dios
nos perdonó, nosotros no debemos perdonarnos.
“Las palabras pueden conmover, pero sólo la sangre persuade…
El arte hace al orador, pero sólo el sufrimiento hace al apóstol”
“Jesús mismo, no tuvo todo el poder y fecundidad su apostolado, hasta que la
voz de su Sangre, se hizo oír al universo, desde la Cruz”
El cuerpo es duro y frió como un pedernal, y la penitencia es el eslabón que
produciendo el santo fuego lo hace puro
Ca Es la penitencia el cerco de la Cassttiiddaadd,, llaa ddeessppeerrttaaddoorraa ddeell eessppíírriittuu;; eell aannttííddoottoo
ccoonnttrraa eell ffuueeggoo ddeell PPuurrggaattoorriioo,, llaa llllaavvee ddee llaass ggrraacciiaass;; llaa qquuee aabbrree llaa ppuueerrttaa ddee llaa
ccoonntteemmppllaacciióónn,, ddeettiieennee llaa JJuussttiicciiaa ddee DDiiooss,, yy hhaaccee lllloovveerr llooss tteessoorrooss ddeell cciieelloo